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MI VIDA DE CIUDADANO Y MAESTRO

Memorias de Ramón Indalecio Cardozo


Allá fuimos la muchachada de la clase de D. Delfín,
con ansias de aprender. Por más que deseábamos
estudiar, la Asunción quedaba muy lejos para los
pobres y desheredados. Si no se hubiese creado esta
institución, ¿qué hubiera sido de nosotros?
Por Decreto de fecha 24 de setiembre de 1889, fue creado dicho instituto de
enseñanza. Fue un gran paso dado por el Gobierno del General Escobar para la
difusión de la cultura nacional.
El primer cuerpo directivo y docente se compuso de: D, Luis Fernández Prestel,
Director; D, Ramón Castillo y Antonio C, Vasconcellos, profesores, español, argentino y
paraguayo, respectivamente, Prestel se encargó de la enseñanza de la Gramática
Castellana, Castillo de Geografía e Historia del Paraguay y Vasconcellos de Aritmética.
Ingresamos buena cantidad: muchos jóvenes provenientes de otros
pueblos como Caazapá, Yuty, Yhacanguazú, etc, integraron el primer curso.
En el segundo año de funcionamiento se produjeron algunos incidentes
estudiantiles. Hubo una protesta contra el profesor de castellano y un descontento
general por la actuación del de Historia Nacional. El señor Prestel, español, madrileño de
yapa, no conocía absolutamente la gramática de su propia lengua.
Un ejemplo. Estábamos en el segundo año. Como texto teníamos los
alumnos, la Gramática Castellana por Gregorio Maité, el "epítome" para nosotros los
alumnos y el texto "razonado destinado a los maestros" por el profesor, quien al
explicar y tomarnos la lección tenía siempre abierto el libro sobre la cátedra. Al principio
nos admirábamos de la sabiduría del maestro porque explicaba perfectamente la lección,
porque ignorábamos el contenido del libro del Sr. Profesor.
Un día -aquí ardió Troya- íbamos a hacer "análisis". Salí precisamente yo y me
dictó al pizarrón la siguiente frase: "El Perú es una nación de América". Empecé el
análisis como acostumbrábamos: "El", sílaba inversa simple. El profesor que tenía su
consabido libro "arandú" abierto sobre la cátedra, me interrumpió y me dijo que estaba
mal. Insistí. Llamó a otros compañeros que le contestaron en la misma forma que
yo lo hiciera. Entonces llamo al compañero Félix Paiva, hoy Dr, Paiva, en quien
tenía Plena confianza y a quien siempre le reservaba para las preguntas de
“compromiso". Paiva, naturalmente, le dio la misma respuesta.

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Consternación del profesor y risa general de los muchachos. Sobre todo un
grandulón, Francisco Roa, se puso a reír con tanta gana que le sacó de quicio al buen
profesor quien, fuera de sí, tomó el libro de Gramát ica que tenía sobre el
pupitre y lo tiró a la cabeza de Roa diciendo: "Carázpita, no han sacado
todavía de la boca el biberón del idioma y ya quieren corregir al autor", Susto y señor
mío: Silencio completo, El profesor se retiró dejando la cátedra y a nosotros sumidos
en tal estupefacción que quedamos mirándonos unos a otros sin comprender la
razón del exabrupto. ¿Qué había ocurrido? Después, a escondidas, revisamos el libro
que usaba el profesor y encontramos el quid de la cosa. En el texto decía: "'El´ sílaba
directa simple". Un error de imprenta, seguramente.

Desde esa vez, perdió nuestra confianza, y presentamos una solicitud al


Consejo Universitario para que se cambiara al profesor que, aunque era español,
madrileño por añadidura, no sabía la gramática de su idioma, por aquello de que
"no todos los curas saben leer". Al principio no se nos llevó el apunte porque el
Rector de la Universidad, Dr. Zubizarreta, español, sostenía a nuestro gramático.

Pero más tarde se confió la cátedra de Gramática Castellana del Colegio Nacional
de Villarrica a D. Delfín Chamorro. Desde aquella fecha, este profesor se dedicó al
estudio y a la enseñanza de la Gramática Castellana. Fue poco a poco
perfeccionándose hasta llegar a ser el primer gramático paraguayo y, tal ve z,
del Río de la Plata, por el método y el sistema racionales introducidos por él y con los
que formó escuela personal. Hasta hoy se sigue el "Método de Chamorro".

El otro incidente ocurrió con el profesor de Historia del Paraguay, Dr.


Ramón Castillo. Este señor, argentino de nacionalidad, nos enseñaba la historia
nacional, naturalmente desde el punto de vista argentino. Un día, al referirse a la
expedición de Belgrano comentó con ironía la afirmación de Terán y Gamba que
dice al respecto: "Se agregaron al ejército de Velasco 800 voluntarios para la defensa
de la Provincia", diciendo: " ¡Voluntarios! Infelices ignorantes que no sabían lo que
hacían". Hirió el sentimiento nacional de los muchachos y protestamos. ¡Cómo se
enseñaba la Historia Patria!

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El año de 1892 hice el tercer año con mejores profesores. Se incorporaron al
cuadro del personal enseñante D. Delfín Chamorro como titular de Retórica y
Poética, y D. Gastón Riviére de Aritmética Razonada y Algebra y Francés. Con ellos se
mejoró notablemente la enseñanza. D, Gastón, francés, era un caballero muy educado e
instruido que se esmeraba en el cumplimiento de sus obligaciones.
Debo hacer notar un hecho que revela la despreocupación de las
autoridades educacionales de la época respecto de la orientación de la enseñanza
nacionalista. En segundo año se tenía por texto de Geografía, el libro de Cossín
que consagra la mitad del libro al estudio minucioso de las provincias argentinas.
Nosotros todo lo aprendíamos y engullíamos, al pie de la letra.
Terminamos el tercer curso Simeón Carísimo, Félix Paiva, Ovidio Péfaur,
Marcelino Paredes y yo. Nos preparamos para pasar a la capital a proseguir nuestros
estudios. Fuimos becados del Gobierno, Carísimo, Paiva y yo.

Primer empleo
En las vacaciones de ese año de 1892, ocupé el primer empleo, el cargo de
bibliotecario de la Sociedad "El Porvenir Guaireño" con un sueldo mensual
de $10. Diez pesos en aquel tiempo feliz era un buen dinerito. Un par de
calzado valía $4 y un sombrero W, $5. Los diez pesos, pues, me sirvieron para
prepararme a pasar a la capital, lo que era mi sueño no porque ello significase
una promesa de gozo, de sensualidad, sino porque la capital era centro de
cultura superior donde me formaría intelectualmente. ¡Qué ansias de estudiar
tenía!
La Sociedad "El Porvenir Guaireño" era entonces un centro puramente
literario. Algunos de los jóvenes guaireños como Marcelino Arias, Genaro Arias y
otros, eran intelectuales preparados en el extranjero. Daba calidad al elenco D.
Delfín Chamorro, y animación D. Fernando Kóhler, alemán ilustrado; D. Guillermo
Harrison, norteamericano; D. Agustín Guggiari, suizo italiano, y otros extranjeros
de la sociedad guaireña.

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El tiempo heroico de Villarrica

En el orden político, la sociedad guaireña había sufrido dos veces profundas


convulsiones. La una fue en 1887 y la otra en 1891. Se había iniciado la lucha electoral
entre el oficialismo y la juventud guaireña encabezada por D. Antonio Taboada.
Entonces no había aún colorados ni liberales. Era jefe del oficialismo D. Santiago
Gómez Sánchez, hombre de acción, caudillo que no reparaba en medios para sus
fines. Entonces no había prensa libre y las ideas no se discutían. El poder se retenía
con la fuerza del sable y del Rémington. El presidente de la República era el General D.
Patricio Escobar; Ministro del Interior, Coronel Juan A. Meza y de la Guerra, Coronel
Pedro Duarte.
En Villarrica figuraban como elementos activos de la juventud opositora Rómulo
Decamilli, Antonio y Evaristo Fernández, Bernardino Bordón, Fabio Queirolo, Segundo
Bordón, Pantaleón Benítez, Marcelino Rodas, Marcelino Arias, Genaro Arias, Cosme
Codas, Segundo y Vicente Espínola, Rafael García, Esteban Gorostiaga, Manuel
Antonio Gorostiaga, Cipriano Gorostiaga, Antonio Duarte, Francisco Medina,
Patricio Echauri, José A. La taza, Antonio Peralta y otros. La lucha era a muerte, sin
cuartel. Gómez Sánchez tenía, a su vez, su grupo calificado: Claudio, Trifón,
Gregorio y Manuel Gorostiaga, parientes del General Caballero.
Aquel caudillo, Gómez Sánchez, mandó edificar una casa (las malas lenguas decían
que con los ladrillos de la iglesia], una verdadera fortaleza. Actualmente, es propiedad
del Banco Agrícola. Era el centro del oficialismo; Gómez Sánchez contaba con el
concurso de célebres forajidos que sellaron los anales políticos de Villarrica con
verdaderos actos vandálicos: Los "Letú", los "Gualapó", los "Emeteriopucú", los
"Agapito", y otros tantos que infectaban de noche la población y perseguían a los
adversarios de su jefe. Contaban, naturalmente, con la impunidad de sus fechorías
mediante la complicidad de la Policía, o refugiándose dentro de la "fortaleza" de
Gómez Sánchez. ¡Qué gente aquélla! Gómez Sánchez era el señor de horca y
cuchillo. ¡Era el tiempo heroico!
Se prepararon las elecciones de un senador y de un diputado. Fueron candidatos
del gobierno: a senador, el General D. Bernar-

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dino Caballero, y a diputado, D. Claudio Gorostiaga; de la oposición: a senador, D.
Esteban Gorostiaga, y a diput ado, D. Antonio Taboada. Era comandante
militar D. Santiago Gómez Sánchez. Grande fue el entusiasmo de la
juventud opositora; cuanto mayor era la presión oficialista más crecía la actividad
popular.

La jornada cívica del 12 de junio de 1887 tuvo su pról ogo sangriento tres
días antes en Yhacami. La juventud opositora partió ese día para realizar
giras electoras por esta compañía, y ese día, llegó a la 1 de la tarde, recuerdo
bien, una caballería de hombres vestidos de civil y con sendos pañuelos
colorados al cuello. Era la primera vez que la población veía el uso de tales
distintivos. Decían que era "fuerza del Gobierno". Venía dirigida por el famoso
"López Yacaré".- Un rato después de descansar en el patio de D, Claudio Gorostiaga
que queda al lado del de la Policía, se marchó rumbo a Yhacami. Esa misma noche
fueron a asaltar a los jóvenes de la oposición que andaban realizando la gira
política, dispersándoles a balazos. Hubo muertos y numerosos heridos. Fue una
notificación de la calidad de las elecciones que se preparaban.

Estas se realizaron el 12 de junio. En Villarrica los partidarios de Taboada


eran siempre numerosos. Ese día se presentaron en grandes masas para sufragar,
pero la fuerza pública encabezada por el mismo Gómez Sánchez dispersó a los
opositores, produciéndose un tiroteo del que resultaron muertos y heridos. La
fuerza pública detuvo a los más distinguidos de la oposición y los remitió a la capital
en calidad de "presos políticos". Recuerdo la gran manifestación pública de las damas
guaireñas al despedir a los presos, en cuyo pecho prendieron medallas con cinta azul.
La mujer guaireña, pues, tuvo su participación en la jornada cívica histórica que dio
nacimiento al "Partido Democrático", origen del Liberal, el 10 de julio de 1887.

Otro suceso político o jornada cívica que adquirió igualmente contornos


sangrientos, fue el del 21 de setiembre de 1891. Una elección municipal. Una lucha
por los fueros comuneros de la población a la que no se le reconocían los derechos
del sufragio para expresar libremente su voluntad de elegir a las autoridades
municipales.

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Pero el caso ocurrió al revés de la jornada de 1887, pues, esta vez la fuerza bruta
extraña a la autoridad local que garantizaba el sufragio, quilo impedir, como lo
impidió, a la mayoría obtener el triunfo. Era Jefe Político D. Amancio Insaurralde,
caracterizado vecino de la localidad y uno de los hombres más decentes que yo he
conocido. Se gestó un gran movimiento de la población, precursor del acto comicíal en el
que el sufragio se iba a ejercer libremente al amparo de la autoridad local.
El domingo designado se presentaron al atrio de la iglesia, como 500 liberales
encabezados por D. Rafael García. A la hora de instalarse la mesa electora se
produjeron incidentes promovidos por los colorados menores en volumen. El juez de
paz no podía ser hallado. No podía instalarse la mesa. La hora legal había pasado.
La nerviosidad era extrema. D. Rafael García, gran figura de señor, con una
espesa barba recortada en cuadro, a semejanza de los varones de mediados del
siglo, nervioso, salió a gritar, sin poderse contener por la indignación, entre la
multitud: "¡Hasta cuándo Catilina abusarás de nuestra paciencia!" Estas palabras del
gran orador romano, repetidas después de siglos bajo las arcadas de la iglesia de
Villarrica -ya testigo otrora de escena semejante- por un vocero del pueblo que
no podía ejercer su voluntad por dificultades de los agentes del gobierno, fueron
la chispa inicial del incendio.
Gómez Sánchez, quien tenía en las inmediaciones de la iglesia una caballería e
infantería armadas, dio el asalto a la Plaza de Armas y se apoderó del atrio a tiros
de Rémington. Los electores liberales se desbandaron. La Policía, ayudada por
particulares liberales, sostuvo un combate con la gente de Gómez Sánchez para
desalojarla del atrio de la iglesia sin conseguirlo. La lucha duró hasta las tres de la
tarde, hora en que se cerró el "comicio". La Plaza quedó sembrada de cadáveres de
infelices agricultores que habían venido a “votar". Al día siguiente se supo que los
republicanos "habían ganado las elecciones". ¡Tableau!

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1893-1897. SEGUNDA ETAPA DE MI VIDA

En el Colegio Nacional de la Capital

Mi traslado a la Capital para proseguir mis estudios fue un problema


serio para mi pobre familia. Porque era pobre en rea lidad; pero no se
desanimaba por eso. Mi buena madre se quedó en Villarrica, a luchar por el
sostenimiento y educación de mis otros hermanos, ayudada por mi hermana
Elisa que era ya maestra de escuela y ganaba un sueldito. Pero en fin, era un
poco de plata que entraba a la casa. Mi tía Balbina, más animosa y de carácter,
me llevó a la Asunción a buscar un "modus vivendi". Este sí que era "modus
vivendi". ¡Cuánto les debo por mi educación! ¡Mediante ellas he sido hombre!
Continuaron siendo colaboradoras de la construcción arquitectónica de mi vida.
Cuando estuve en el Colegio Nacional al despedirme del Director del
establecimiento, el pobre señor Prestel, recuerdo que me d i o el siguiente
consejo: "Bueno, muchacho, que sigas bien, como siempre, tus estudios; no
frecuentes los cafés ni otros sitios de distracción que corrompen a la
juventud y le hacen perder el tiempo". Est e consejo me acompañó siempre en la
vida estudiantil, ha sido un l a t o encendido en el derrotero de mi existencia por
aquel bondadoso anciano, y aún me guía.
Al f i n , llegué a la Capital de la República, centro de atracción para todos los
campesinos que nunca han salido de sus pobres aldeas. ¡Con cuánto ensueño
se hace el viaje hasta la estación terminal del ferrocarril! Creo que en aquella
ocasión, de mi viaje a la Meca de mi aspiración, no cargué la bolsa de viaje con
tantos chipás como con sueños e ilusiones.
Gracias a la generosidad de la familia de D. Jorge López Moreira tuve un
hospedaje familiar, sin costarme un centavo y ocasión de recibir mejor
educación doméstica con el ejemplo. Nunca dejaré de agradecer ese favor
recibido.
Cursé mis estudios del cuarto curso con mucha dificultad por la falta de
preparación básica tanto en Castellano como en lenguas

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vivas. Exceptuando la enseñanza que nos diera don Delfín en Villarrica ya en el tercer
curso, no he tenido la suerte de tener buenos profesores de estos idiomas tanto en
Villarrica como en la Capital.

De Villarrica vinimos a proseguir nuestros estudios Paiva, Carísimo, Paredes,


Pefaur y yo.

En la capital tuvimos como profesores de literatura y de francés a los señores


Manuel Fernández Sánchez, otro español, y Eugenio Bertoin, francés, que no sabían
enseñar. El señor Fernández, seguramente de muy buena cultura, no enseñaba nada.
El pobre era miope por añadidura y no veía más de una cuarta de sus narices y a esa
distancia los muchachos hacían en su clase lo que querían. Explicaba este hombre
constantemente, todas las veces que se le pedía. Los muchachos para no dar la
lección le pedían explicación. Empleaba con cansadora frecuencia el estribillo
"sencillísima- mente". En clase pasábamos contando las veces que repetía dicho
estribillo monorrítmico. Uno de los muchachos hizo un resumen de las nociones de
literatura extractando de Calixto Oyuela, el autor que estaba en uso, y ¡ese dictadito
corría de mano en mano para ser leído impunemente con sinvergüencería inaudita
cuando llamaba a alguien a recitar la lección! Ocurría también, el colmo de los
colmos, que en lugar de los ausentes sus compañeros leían el consabido apunte y
aquellos eran calificados. Así se pasó el año, inútilmente.

En francés ocurría otra cosa. El profesor llamado por los muchachos "Bertucho",
exigía el aprendizaje de memoria de las lecciones de la "Gramaire Francaise", por
Sommer, que repetíamos como loros. Cuando no se aprendía se disgustaba
enormemente. Sobre todo en contra de los "campesinos" que eran los primeros
venidos de los colegios nacionales de la campaña, de Villarrica, Concepción, Pilar y
Encarnación. De Villarrica éramos Carísimo, Paiva y yo. Cada vez que alguno de nosotros
no le satisfacíamos en las contestaciones, nos decía: "Está 'codido' tu beca, muchacho".

Los únicos buenos profesores fueron los de Psicología, el Dr. Emeterio González, quien
encantaba al alumnado con sus conferencias y exposiciones; de Física, Dr. Cancio Flecha y de
Química, el sabio húngaro Anissit

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El quinto curso fue mejor. Con los mismos profesores ya nombrados y el Dr.
Manuel Domínguez, de Filosofía y Biología, que pasaba el año encantando a los
muchachos con sus declamaciones de poesías. Este año viví en la Chacarita en
unranchito, miserablemente alimentado, pero feliz y contento. Pagaba $17 por la
pensión y me sobraban $8 de la beca, para la limpieza y otras cositas. Fue el año
en que más y mejor estudié. Mi rancho, que quedaba a la sombra de un gran
barranco, era el centro de reunión de los compañeros para estudiar juntos: Carísimo,
Real, Barbero y otros fueron de la pandilla. Al final del año obtuve las mejores
notas en los exámenes: Botánica por Berg, 10 puntos; Física por Ganot, 10 puntos;
Química por Wilde, 10 puntos; Filosofía, 10 puntos e Historia Moderna por Castro,
10 puntos. Recuerdo un pasaje. Una tarde estábamos citados para rendir el primer
grupo de exámenes (Botánica, Física, Química e Historia Moderna).
Al momento de ser llamado en la lista, llegaron el Presidente de la República
con sus ministros y el Rector de la Universidad Nacional a presenciar los exámenes de
quinto año. Me senté en la silla y quedé un instante mudo; tan grande era la emoción que
me embargaba, no porque no estuviera preparado, no. Dominaba las materias de
examen perfectamente. Era por el respeto y consideración que guardaba al primer
magistrado de la Nación, no como hoy día en que se le mira con tanta indiferencia
por la desmoralización a que se ha llegado. Comencé a exponer en Botánica y al
final, vi que el profesor de la materia, me asignaba un 10. Cuando un alumno satisface a
un profesor en los exámenes, no simula su contento y escribe la nota a la vista,
como para que se le vea calificar. Recito Física, otro 10. Obtengo iguales notas en el
resto de las materias, Historia Moderna y Química. Al levantarme para retirarme, se
levantó a su vez el Presidente de la República y me extendió la diestra
felicitándome por mis "brillantes exámenes". ¡Qué hinchado me puse! La mayor
satisfacción que experimenté en mi vida estudiantil.

1895 — Mi iniciación en el magisterio

El año de 1895 cursé el sexto año, con menos acierto y libertad. Mi pobreza
me obligó a trabajar. Ingresé como maestro de

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grado, con el sueldo de $60 en el Colegio Modelo de D. Clementino Billordo, educador
correntino.
Así, en 1895 me inicié en la carrera del magisterio y, para mayor desgracia
enfermé seriamente a fines de curso. Este año habité en la casa del P. Miguel
Maldonado, cura de San Roque, que me atendió genero- samente. No obstante, salvé
el curso y me hice bachiller.
Terminado el bachillerato se me presentaba el problema de los estudios
universitarios. Por una parte deseaba seguir Medicina, a la que tenía inclinación, y por
otro, atender a mi familia que, con tanta pobreza había costeado mi educación.
Quería corresponderles. Entonces, no había la Facultad de Medicina y no me interesaba
el Derecho. Parecía que yo no haría carrera en una profesión.
En 1896 se creó la Escuela Normal de Maestros bajo la dirección del profesor
argentino D. Francisco Tapia, eminente hombre de ciencia y de letras. Me incliné hacia ella,
no sé por qué. Tal vez haya causado esa inclinación sobre mi espíritu la práctica que
tuve en el Colegio Modelo, o la necesidad de ganar de inmediato para vivir; lo cierto
es que me orienté hacia la escuela. En aquel tiempo no había maestros normales
paraguayos, a excepción de Aniceto Garcete, Manuel Amarilla, Atanasio Riera y las her-
manas Speratti, que ocupaban cargos superiores. Entonces el personal de los grados de la
escuela normal naciente se llenó exclusivamente con bachilleres.
Ingresamos como maestros Carísimo, Paiva, Eusebio Ayala, Enrique Pinho, Andrés
Barbero y yo. Persistimos como profesores de grado Carísimo, Pinho y yo, los demás
quedaron con algunas cátedras o se retiraron. Yo me hice, a la vez, alumno-maestro,
con un sueldo de $150 mensuales, un gran sueldo. Al mismo tiempo me hice cargo de
la enseñanza de Castellano en la Escuela Alemana, situada entonces en la calle General
Díaz, con un sueldo de $40, en sustitución de Manuel Gondra que se había retirado.
Con estos sueldos comencé a auxiliar a mi madre, a devolverle parte de su
inmenso sacrificio por mi educación. Compré para ella dos vacas lecheras.
La práctica del Magisterio me era agradable, pero llena de dificultades. No entendía
nada de pedagogía, de disciplina, de crítica, bosquejo y demás cosas de la técnica
profesional. Pero

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me gustaba y tenía el propósito firme de hacerme maestro y contribuir a la difusión de
la cultura entre mis conciudadanos.
Me apenaba la ignorancia de la masa campesina, la proporción monstruosa
del analfabetismo en un país que se creía democrático; soñaba sinceramente luchar
en pro de la cultura. Por eso, me agradaba y aunque lo hacía mal, cumplía con mis
deberes de "aprendiz" de maestro. La disciplina de la escuela era rígida, cosa a la
cual no estaba acostumbrado.
El Director de la Escuela, un organizador, D . Francisco Tapia, era amigo de la
exactitud y de la rigidez. No transigía con ninguna violación del reglamento interno.
Lloviera o no, se tenía que estar en la escuela. Recién ahora me doy cuenta de la
lucha que había sostenido aquel hombre en la organización y la razón de sus exi-
gencias con los maestros en la exactitud del cumplimiento de las obligaciones
escolares: tenía que formar primero al personal en la escuela de la disciplina para
poder obtener de ese personal el fruto deseado.
Me sucedieron tres cosas muy interesantes, exteriorizaciones de mi
"indisciplina", que influyeron en mi vida futura. Al ingresar como maestro de grado se me
dio la dirección de un primer grado B con 70 alumnos inquietos. Yo no sabía manejarlos.
Había, sobre todo, un alumno de apellido Pavón —más tarde célebre Tito Pavón—
sumamente inquieto, rebelde y malcriado. No miraba nunca de frente al maestro. Se
ocupaba en todas las horas de clase en charlar, reírse y camorrear con los compañeros.
No me obedecía ni respetaba. Yo no sabía qué hacer con él para someterle.
Un día, en que estaba dando clase de Lectura, se puso a reír en mi cara con tanta
desfachatez ante un llamado al orden, que me sacó de quicio. Me adelanté hacia él, le
tomé del cabello y le golpeé contra el banco con toda mi fuerza, fuera de mí, no sé
cuántas veces. Yo mismo me asusté de mi acción porque comprendí que era mala.
El susto mío fue mayor cuando, al levantar la cabeza, vi al Director Sr. Tapia, parado
en la puerta con los brazos cruzados, mirándome con aquella cara de Mefistófeles que
tenía, con su barbita de chivo. Yo me hice rápidamente mi composición de lugar de que
estaba perdido. El Director se retiró luego sin haberme dicho una palabra.

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Al terminar la clase, cuando me disponía a retirar me hizo llamar por intermedio
del Conserje. Fui a la Dirección pensando en el café y compañía. Al llegar ante él me
propuse darle explicación de mi acto. Me dijo: "No hay necesidad de explicación
alguna. He visto y comprendo todo, Escúcheme, le voy a dar un consejo que le
servirá en la vida porque entiendo que Ud. va a ser maestro. Cuando en otro
momento de la vida de maestro Ud. vuelva a encontrarse en igual situación, es
decir, pierda Ud. la serenidad y el dominio personal por la insolencia de algún chico,
aléjese de él todo cuanto pueda, no se le acerque jamás. Así dará Ud. tiempo a sus
nervios y se calmará para no repetirse la escena ocurrida". No dijo nada más. Nunca
en mi carrera profesional me he olvidado de este otro consejo que constituyó la
directiva de mi vida de maestro. Bien dice el filósofo: domina tus nervios y serán tus
mejores aliados.

Un día de lluvia dejé de concurrir a la escuela. Yo vivía en una calle intransitable a


causa de los raudales. Al día siguiente, el Director me exigió, como a los demás que
habían faltado, un certificado médico que no pudimos traer, naturalmente,
porque no estuvimos enfermos. Nos perdonó por haber sido la primera vez. Desde
entonces, la lluvia no fue obstáculo para asistir a la escuela.

No podíamos elaborar los bosquejos de las lecciones que se nos imponían,


porque no sabíamos, ignorábamos en absoluto. Era la primera vez que oíamos tal
cosa; los llamábamos "bostezos". Como, seguramente, la mayoría seríamos remisos
nos llamó un día a la dirección y nos pidió un cuaderno del tipo que nos presentó
para ejercitarnos en hacer "bosquejos''.

Al día siguiente, casi nadie presentó el cuaderno indicado. Volvió a reunimos


y a exigirnos para el día siguiente. Empleaba, pues, el procedimiento suaxñtcr in
modo, sed fortiter in re. Presentamos unos cuadernitos cualesquiera, distintos del
modelo que nos indicó. Nos despachó con toda suavidad diciéndonos que fuéramos
a nuestra casa hasta que lo consiguiéramos. Tuvimos que adquirir los mismos
cuadernos. Y aprendimos la lección de la exactitud.

Así era aquel hombre: supo imponer su voluntad y, a la vez, educar la nuestra
formada, hasta entonces, en la indisciplina más completa.

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Comisión Nacional de Cultura Física

Por ley se creó la Comisión Nacional de Cultura Física. La Ley estaba bien inspirada
como todas, pero no se ha podido realizar sus propósitos. Fui secretario de ella y
más tarde Presidente. Durante la presidencia del entonces mayor y director de la Escuela
Militar, José Félix Estigarribia, se trabajó bien e intensamente.
Se organizaron subcomisiones en la Campaña y se acumularon fondos aunque con
mucha dificultad por la resistencia de las municipalidades de entregar los fondos y los
terrenos necesarios. A pesar de todo, se llegó a reunir buena suma con la que se
hizo venir de Alemania aparatos para establecer plazas de deportes tanto en la Capital
como en las Compañías; se aprobaron tipos de plazas y se inició la organización de cursos
para la formación de maestros de ejercicios físicos. La dificultad más grande fue la
opuesta por la Intendencia Municipal de la Capital que se resistió a entregar un pedazo
de terreno donde plantar la plaza de deportes. Así, esterilizada la acción, sin apoyo del
P.E. (Poder Ejecutivo), la Comisión fracasó rotundamente.
Para la realización cada vez más intensa de mi propósito de crear "una escuela
nacional donde se dé enseñanza nacionalista", escribí un libro destinado para textos
de lectura de los niños. Con ello no hacía otra cosa que seguir los consejos de mi
ilustre amigo D. Manuel Gondra.

Mis libros de lectura

Para el patriota sincero, que no hace del "patriotismo" plataforma de su


elevación política, era una honda pena ver que los niños paraguayos leían libros de
lectura escritos para niños argentinos en los que se hablaba de San Martín, Belgrano,
Pueyrredón, de las pampas, de los progresos y grandezas argentinas, de todo menos
de cosas que debe saber el niño guaraní.
El adjetivo "nacional", que se pegaba como etiqueta a nuestras escue- las, no
significaba nada de "nacionalista" porque la escuela del Paraguay no era sino la
prolongación de la escuela argentina. Maestros argentinos fueron los que formaron a los
primeros maestros paraguayos; maestros paraguayos formados en escuelas

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normales argentinas fueron los primeros organizadores de nuestras escuelas y quienes
les dieron su primer soplo de vida; libros argentinos —Mercante, Torres, Petrascione,
Bassi— guiaron a los maestros en su enseñanza; libros argentinos se ponían en
manos del niño paraguayo para emprender los primeros dele- treos, para beber la
primera ciencia, para orientarle sus sentimientos patrios.
No era un sentimiento de xenofobia el que se apoderaba de mí sino una
depresión por nuestra incapacidad de bastarnos a nosotros mismos, de eman-
ciparnos intelectualmente. Era mi gran preocupación de paraguayo todo esto y me
propuse, aunque modestamente, sacudir el yugo, arrancar de manos de nuestros
niños aquellos libros que desorientaban su cándida alma, sustituir la didáctica
argentina con una paraguaya, si fuera posible crear la escuela paraguaya.
Comprendía exactamente mi insuficiencia para tamaña empresa, pero me sobraba
voluntad y decisión para librar la batalla que me ha costado, por cierto, tantos
sinsabores, me ha producido tantas heridas sangrantes en el corazón causadas por mis
propios compatriotas y, sobre todo, por los "mono- polizadores del patriotismo".
Asumí la responsabilidad y presenté mis libros al Consejo porque no
encontraba deshonestidad alguna en que, en mi calidad de maestro, me hiciera autor
de libros de texto. Además, existían precedentes en mi país. El señor Manuel W. Chaves
siendo inspector de escuelas escribió e hizo adoptar dos libros de lectura "El Niño
Paraguayo", que fueron retirados del uso en tiempo del Sr. Riquelme. El Sr. Juan J.
Soler escribió otro en colaboración con el mismo señor Chaves; el Sr. Soler era Vice-
director general de escuelas. El señor Virgilio N. Barrios, redactó un texto de
Geografía, y era Inspector General. Y así muchos. No creía que porque escribiera yo,
fuese pecado.
Mi libro "El Paraguayo I" fue aprobado por el Consejo, atento al informe de los
señores Anselmo Jover Peralta y Emilio Ferreira, quienes lo analizaron minuciosamente
desde el punto de vista teórico.
Además presenté al Consejo unos informes de directores de escuelas que lo
pusieron en experimentación. Al mismo tiempo solicité el concurso de maestros e
intelectuales para escribir libros de texto para la mejor realización de mi propósito de
nacionalización de la enseñanza.

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Mi salud se resintió y tuve que ausentarme para Buenos Airee donde permanecí
dos meses. Aproveché mi desocupación para escribir "Nueva Orien- tación de la
Enseñanza Primaria", lectura para los maestros que hice editar dos veces. La publicación
tuvo éxito; fue muy elogiada en el extranjero y trans- cripta en revistas. El director
general de escuelas de la Provincia de Paraná lo reprodujo en "Educación" con un
elogioso comentario. Recibí de pedagogos ex- tranjeros cartas referentes al trabajo.
Mi hijo Efraim terminó sus estudios de bachillero e ingresó a la Facultad de
Derecho; al mismo tiempo se incorporó a la ratedacción de "El Liberal" siguiendo su
natural inclinación, pues, hay que saber que siendo niño, alumno de V grado de la
escuela primaria de Villarrica publicó, con otros compañeros, un periodicucho llamado
"El Guaireño", impreso en los talleres de "El Guaira".

1926 - Ministerio del Dr. Adolfo Aponte

Este año seguí sin tropiezo alguno el desarrollo de mi plan de acción, apoyado
con decisión tanto por el Presidente Dr. Eligió Ayala como por el Ministro Dr. Adolfo
Aponte, mi grande y buen amigo.
Se puso en circulación la primera edición de mi libro de lectura "El Paraguayo",
editado en Buenos Aires por intemedio de la Casa Campos y Cía. de esa plaza. Fue mi
intención editarlo en el país pero resultó imposible: primero porque costaría más caro y
segundo, porque no disponiendo de recursos, tuve que entregar el derecho de la edición
a un comerciante que aceptó encargarse de ella. No cabe duda que, por patriotismo,
debía hacerse en el Paraguay pero la patria no me extendió la mano.
La edición salió muy mediana; no la mandé hacer de lujo por el afán de dar
libros baratos al público por más que pedagógicamente, sé que debe ponerse en manos
del niño lo mejor. Una cosa es la teoría y otra, la práctica.
Mediante la activa y eficaz intervención del Sr. Narciso Méndez Benítez, el P.E.
decretó la creación de una escuela normal en Pilar conforme con un pedido del Consejo
N. de Educación, una medida muy acertada por la necesi- dad regional y muy

99
justa por corresponder al interés del vecindario, amante de la educación. Fui comisionado
para organizaría.
Ofrecí la dirección de ella al profesor normal D. Gaspar N. Cabrera, quien puso la
condición de tener que gozar de un sueldo mínimo de cinco mil pesos para aceptarla. No
siendo posible conformarle en esta condición se encomendó la dirección a la señorita
profesora normal María León, vicedirectora de la escuela normal de Villarrica, honesta,
preparada, enérgica y modesta. En el acto inaugural pronuncié un discurso y di una
conferencia sobre la orientación de la enseñan- za y la misión cultural de la escuela
normal.
En una visita a la Escuela Normal de Encarnación asistí a una asamblea de vecinos
en la que se me pidió la elevación de categoría de la institución local. Prometí dar los
pasos que de mí dependían.
Previa aprobación del Consejo gestioné ante el P.E. la referida elevación y tuve la
suerte de obtenerla, así como la de Barrero Grande. 1/ En consecuencia, recibí el
siguiente telegrama: "Acepte reconocida gratitud pueblo encarnaceno éxito gestiones
suyas elevación categoría Escuela Normal. Dr. Carlos Díaz León, Cantalicio González Almada,
Ciríaco Arias, Emilio Arigós, Silvio Vásquez". De Barrero Grande no he recibido nada, pero
la elevación de la categoría de su escuela me ha compensado con la satisfacción del deber
cumplido. Eso basta.
El 15 de agosto se celebró en Asunción el "Congreso de Geografía e Historia del
Río de la Plata" con asistencia de delegados argentinos, brasileños, uruguayos, chilenos,
bolivianos, peruanos, etc.. Fue un torneo muy interesante. En esa ocasión fui agraciado
con el nombramiento de "Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de
Buenos Aires".
A pedido confidencial del Ministro de Instrucción Dr. Aponte solicité y obtuve del
Consejo Nacional de Educación que se diera a la Escuela Nacional dirigida por la
señorita Asunción Vera y Aragón, el nombre de "Pasteur" en homenaje a la
democrática República Francesa y al gran sabio de la Humanidad.
Organicé en la capital los cursos de vacaciones para maestros de 4a. categoría a
fin de facilitarles un medio para mejorar su

1/ Barrero Grande hoy se denomina Eusebio Ayala. (N. del E.)

100
preparación profesional y optar al título de 3a. Dicté una reglamentación completa así
como otra para las escuelas privadas. El entusiasmo despertado entre los maestros por el
''curso de vacaciones” fue enorme; acudieron a ellos maestros de toda la Re-
pública Dichos cursos funcionaron varios años hasta que por cuestiones
económicas y otras yerbas se los suprimieron. Los egresados eran reconocidos en su
categoría por decreto del P.E. de conformi- dad con la Ley Orgánica del Magisterio.
El ministro de la República Argentina, Dr. Ricardo Oliveira, que fue un
excelente diplomático, ilustrado, activo, amable y culto, trabajó inte- samente
por el acercamiento paraguayo-argentino. A su iniciativa se fundó el "Centro de
Cultura Paraguayo-Argentina" del que formaban parte los princi- pales intelectuales
nacionales. Tuve el inmerecido honor de ser miembro de ese Centro

Casamiento de Virginia

En diciembre 4 se casó mi hija Virginia Concepción con el Teniente de Marina


José Bozzano, primer acontecimiento de esta índole ocurrido en el seno de mi hogar;
un nuevo núcleo de afectos que se formaba en mi "gens". Como lo esperaba, fue
foco perenne de cariño y de amor que hacen de la vida más agradable y digna.

1927 -Ministerio del Dr. Adolfo Aponte

Al comienzo de este año, Bozzano recibió del gobierno la Comisi- ón de


ir al exterior por asuntos del Estado. Partieron pues dejándonos la nostalgia de la
ausencia.
Puse en circulación la primera edición de “El Paraguayo II y III” hecha también en
Buenos Aires y por la Casa Campos y Cía.. He quedado muy grato a estos señores por
haberme prestado su concurso pecuniario. Aunque tengan que ganar más que el autor,
siempre lo he considerado como favor. Después que ellos se encargaron de costear la
impresión, otros comerciantes de la Asunción se ofrecieron, y algunos empezaron a
murmurar porque el libro se hacía en el eztranjero.

101
Otros pasos que di fueron: la publicación de una gran revista, órgano del Consejo,
la organización de la Bibilioteca Pedagógica, de la Biblioteca Circulante y la formación de
los catálogos de las mismas y del archivo. "La Nueva Enseñanza" fue la mencionada
revista, la primera en su clase en el país y aun en el extranjero mismo, según
apreciaciones extranjeras.
Conseguí que se incluyera en el presupuesto la asignación mensual de $3.000
para la publicación de la revista y otra de $2.000 para fomento de la biblioteca. La
revista aparecía cada trimestre, constaba de 96 páginas, en papel japonés y con ilus-
traciones o fotograbado.
Costaba más o menos, por término medio, de 13 a 14.000 pesos, en número
de 700 ejemplares para ser distribuida gratuitamente a cada escuela. Los clisés y otros
gastos los costeábamos con el amigo Frontanilla, con el importe de los avisos intercalados
entre sus páginas. Está demás decir que yo era el director y redactor.
Nuestros trabajos eran completamente gratuitos. No trabajaba para lucrar sino
para enaltecer al Magisterio paraguayo en el exterior, mal cotizado en el concierto
mundial. Conseguimos nuestro propósito, pues mediante "La Nueva Enseñanza" se
conoció en América y Europa la capacidad intelectual del magisterio primario paraguayo y
la labor, la intensa labor en que se hallaba empeñado.
Sin embargo, los colorados del Congreso trabajaron constantemente para suprimir
la mísera subvención presupuestada, para hacer desaparecer la publicación. ¿Por qué?
Por odio de secta a la obra constructiva del gobierno liberal, por fobia a la cultura.
Allí está la colección de los hermosos y nutridos ejemplares para atestiguar la fecunda
obra constructiva de la Dirección General de Escuelas.
Cada número de "La Nueva Enseñanza" —que era un libro-para mí era un gran
triunfo y para los Natalicio. 1/ Vasconcellos, Chaves, López Moreira (César), Montanaro y
Cía., pimienta lanzada al ojo. Pero ella vivió bastante, para crear una época en los anales
de la Escuela Paraguaya. Algún día será reconocido éste. Tiempo al tiempo.

1/ El autor parece referirse al Sr. J. Natalicio González (N. del E.)

102
Biblioteca Pedagógica

Con la otra mísera asignación de $ 2.000 fui adquiriendo libros para la “Biblioteca
Pedagógica” de mi creación. Consideraba una vergüenza nacional que una entidad
cultural como el Consejo Nacional de Educación no tuviera unos cuantos libros a guisa de
biblioteca. Creo que ni en el Congo ha de existir una autoridad educacional encargada de
orientar la cultura de preparación profesional de los educadores de la niñez sin libros
que presentarles como modelos y para facilitarles la lectura. Muchos creen que el
maestro se retira de la escuela normal con suficiente bagaje cultural. Es un grave error.
El maestro, al recibir su diploma que le habilita a enseñar, no sabe nada de la ciencia
pedagógica sino los pocos resúmenes que le suministraron las escue- las, pero ignora
las ideas, los pensamientos contenidos en la vasta literatura profesional. Después de
ejercer el magisterio, recién puede leer las obras clásicas y orientadoras. El Consejo
Nacional de Educación está obligado a continuar influyendo en la formación
profesional —post-claustro— de los maestros. Debe poner a la disposición de ellos,
libros y revistas porque no puede obligar a comprarlos por ser sumamente costosos,
raros en el mercado y escasísima la remuneración de los educadores.

Biblioteca Circulante

Anexa a la Biblioteca Pedagógica organicé una microscópica "Circulante"


constituida por libros selectos, profesionales, necesarios e instructivos. Los libros de
esta Biblioteca se remitían por correo a los inspectores y maestros a cualquier punto
de la República con derecho de tenerlos en su poder un tiempo dado ¡Cuántos de
estos libros recorrieron la República en manos de los inspectores para ser leídos en los
puntos de descanso bajo un rancho o un árbol en la vera del camino! Un buen catálogo
tanto de la “Pedagógica” como de la “Circulante” publicados en “La Nueva Enseñanza”
ayudaba a los maestros. La Biblioteca se siguió fomentando hasta que, para “aplicar” la
blbliofobia, se suprimió la partida del presupuesto, así como la otra para el sostenimiento
de la revista. De este modo por obra y gracia de la ceguera opo-

103
sitora se dio un paso atrás: desapareció "La Nueva Enseñanza" voz de la cul- tura
nacional y se truncó la formación de la Biblioteca. ¡Pobre país el nuestro!

Kindergarten

He hecho esfuerzos por crear clases infantiles (Kindergarten) anexas a las escuelas
normales y en algunas escuelas superiores. Algunos directores de las escuelas normales
fueron entusiastas colaboradores en este orden de creación, y otros, no. Desde luego, no
entendían la función de los kindergarten en la formación profesional del maestro. Los
alumnos nuestros estudian Psicología Infantil; las clases infantiles les sirven como
laboratorio de experimentación y observación. ¿Cómo se van a dar cuenta de los métodos
de Decroly, de Montessori, si no los ven aplicados en un kindergarten? Funcionaron en
Villarrica y Encar- nación, a más del que había en la Escuela Normal de Profesores, obra
de la Srta. Felicidad González. El Kindergarten anexo a la Escuela "Manuel Amarilla", sección
de Niñas, ha sido un modelo por su organización y su resultado. Quien no entien- de nada
de Pedagogía lo considerará como un artículo "pour l'exportation" seguramente. Pero
¿cómo podemos pedir al zapatero trabajos distintos del oficio? Por eso se ha dicho:
"Zapatero, a tus zapatos". Abogados a las curias; ¡dejad la escuela a los maestros!
Como medio de realización de mis ideas pedagógicas dispuse la intensifi- cación de
los estudios de la psicología infantil, pero de la verdadera, de la legítima, de la científica, no
de la psicología de adultos con etiqueta de "infantil". Los ma- estros, hasta entonces,
no sabían la Psicología Infantil. Apenas conocían algunas ideas de Claparéde, pero las
de Ferriére, Decroly, Dewey casi las desconocían. El Dr. Ferriére con Piaget inició la
estructuración de la Psicología Infantil Biogenética basada en la misma naturaleza del niño
como sujeto biológico. Era, pues, necesario que los futuros maestros la conocieran. Reformé
el programa correspondiente y recomendé su aplicación por vía de ensayo, con cargo de ir
modificándolo de acuerdo con la experiencia. Dicté orientación y directiva para los pro-
fesores de la materia. Algunos se interesaron y otros, no. La profesora de la escuela
normal de Barrero Grande,

104
señorita Lina Franco Goiburú fue una de las que más se interesaron; enseguida obtuvo
los libros, traducciones y anotaciones para interpretar el espíritu de la materia.
Ese año entraron en vigor integralmente los programas de las escuelas normales
y primarias. En mi concepto, con éxito. Hay que tener en cuenta que estos programas
no son ni deben serlo, fijos, inmodificables. No, Soy de opinión que los programas
analíticos deben ser modificados periódicamente, de acuerdo con la experiencia,
para acortarlos, para depurarlos de conocimien- tos que ocupan lugar
innecesariamente; para ordenarlos; para adaptarlos a las necesidades nacionales. Es
decir, los programas deben ir modificándose para que ellos puedan servir a "la
enseñanza a la medida". Esa es la labor del direc- tor de enseñanza; de donde se
deduce que éste debe ser profesional y com- petente, con autoridad pedagógica
suficiente.

La Coeducación

De acuerdo con la educación nueva implanté la coeducación de los sexos,


valiéndome de un sistema transaccional. La coeducación no ha origina- do un solo
caso de perturbación de carácter escolar ni sexual. Quien dijese lo contrario, que la
coeducación es semillero de indisciplinas, miente o no sa- be lo que dice.

Ensayos Pedagógicos

Después de la publicación del Plan Dalton, y de una intensa propaganda,


instrucciones y discusiones al respecto, dispuse el ensayo, entiéndase bien, ensayo
del Plan en dos de las mejores escuelas por la comodidad, orga- nización,
competencia y entusiasmo de las directoras: "Manuel Amarilla", sección de Niñas,
y "Brasil", ambas secciones.
Fue un ensayo, no adopción como método de enseñanza nacional. Un
verdadero laboratorio donde se comprobaría lo bueno y lo malo para lue- go suprimir
éste y dejar aquéllo; lo conveniente, lo adoptable y adaptable en la educación de
nuestros niños, del niño paraguayo. Indudablemente que, con- siderado desde
105
el punto de vista de su origen, el Plan Dalton es un método extranjero, exó- tico y
hace pensar en la diferencia entre el niño paraguayo y el niño norte- americano y entre el
ambiente criollo, latino y el ambiente anglosajón.

Pero la cuestión no es copiar servilmente, sin estudio, discri mina- ción,


experimentación, purificación. ¿Acaso los métodos de enseñanza en vigor en
nuestras escuelas son autóctonos, productos de nuestra tierra? ¡Qué esperanza! No son
más que métodos franceses, europeos, adoptados en la Argentina y traídos por los
maestros paraguayos formados en las escuelas argentinas y en libros argentinos.
Nuestra didáctica en su origen ha sido también exótica, jamás ha sido paraguaya,
nacional, autóctona. Pero aquí los que saben "demasiado" de Pedagogía se
alarmaron por el ensayo de lo exótico. Fenómeno puro de xenofobia y nada más.

Para estimular la investigación, la información y la expresión y para intensificar el


cariño al terreno por el conocimiento de sus cosas y bellezas, inicié un concurso de
Monografías geográficas e históricas, de los departamentos o regiones que ocupan
las escuelas. En ellas debía hacerse constar: la des- cripción geográfica; la belleza
natural, las costumbres, usos y tradiciones; la riqueza latente y explotada, etc.. El
conocimiento del lugar fomenta el amor al terreno; las leyendas y tradiciones
infiltran en el espíritu sabor de dulzura y de deleite espiritual y dan a conocer el
alma de las cosas que atraen y apegan.

Conocer éste es conocer el país, la patria, el terreno; el conocimiento y la afección


a las cosas de la tierra, desarrollan el amor al campo, al valle, al arro- yo, a la tierra,
origen y principio del patriotismo. Uno de los fenómenos más tristes que he
observado en las juventudes campesinas es el éxodo a los pueblos y ciudades. ¿Cómo
combatirlo? Inculcando el amor a la tierra. Así han hecho en Francia e Inglaterra
para combatir el mismo f enómeno. En este último país, según M Bulb, funcionan
asociaciones cooperativas (Young Farmers Club) encargadas de fomentar la
readaptación de los jóvenes a la vida del campo.

106
Eligió Ayala y la escuela

Eligió Ayala, en el mensaje leído en la apertura del Congreso se ocupó de la


educación, pero, tal vez sugestionado por la prédica de la prensa opositora, dijo
más o menos, entre otras cosas que el afán de las autoridades educacionales de
multiplicar escuelas no se explicaba, que "más valía tener pocas, pero bien atendidas
seleccionadas". Hice en "El Libe- ral" una publicación con el título de "Enseñanza
cuantitativa y cualitativa" en la que expuse mi tesis de que en una democracia la
escuela debe estar al alcance de todos los ciudadanos; que tener pocas escuelas
bien distribuidas, atendidas y seleccionadas es aten tatorio contra la
Constitución que im- pone la instrucción obligatoria para todos; que si se sostu-
viesen pocas y se- lectas, forzosamente se establecerían escuelas sólo en las
villas y ciudades; en tal caso sólo gozarían del beneficio de la educación los
habitantes de esas villas y ciudades y quedarían abandonados los niños de los
valles lejanos; que el "azar" de haber nacido en un pueblo no debe establecer
derechos ni privilegios cuando que todos los habitantes del Paraguay son
iguales ante la Ley; que las escuelitas rurales, las más insignificantes y misérrimas,
lle- van a las selvas y a los collados la dulce sensación de patria con su canto del
Himno Patrio y con la banderita tricolor izada al tope de un mástil en las horas de
clase, así como una luz de la civilización, etc..
Parece que este escrito mío influyó sobre el espíritu selecto del Dr. Ayala
porque en el siguiente mensaje escribió lo siguiente:

"La instrucción primaria ha avanzado una gran distancia hacia su


perfeccionamiento. En ella se ha condensado lo que aún falta en otras importantes
instituciones. Cuando los agentes de una organización administrativa, no saben lo
que han de hacer, se neutralizan unos a otros por actos contradictorios y paralizan la
evolución progresiva.
"Esta imprecisión de fines se ha eliminado de la instrucción primaria. Hay en
ella ahora un plan general, concreto y programas sintéticos que trazan sin
equívocos la ruta que se va a seguir. El año pasado, su aplicación se ha llenado en
todos los cursos escolares. Resuelto el problema relativo al objeto de la
instrucción, no quedan más que las cuestiones prácticas para realizarlas.

107
"El paso dado es muy grande y puede afirmarse que la mitad del camino se
ha recorrido... En todo el pueblo, en todas partes ha nacido un anhelo sincero,
vivísimo, entusiasta de crear cada vez más escuelas, de dotarlas de los elementos
esenciales para su funcionamiento. En todas partes, las asociaciones privadas han
hecho contribuciones valiosas en este sentido. El Gobierno les ha secundado
pecuniariamente y con la cooperación técnica del departamento de Obras Pú-
blicas.
"Esta es la renovación más alentadora y de más alto valor moral que se ha
producido en los últimos años, en el ámbito de la instrucción primaria. Ella
infundirá mayor caudal de vida, de contenido real, de productividad, a las
escuelas".

¿Se quiere mejor estímulo que estas palabras del Primer Magistrado de la
Nación pronunciadas en un acto tan solemne—apertura del Congreso— y ante el
orbe entero, palabras de un Primer Magistrado como Eligió, que jamás decía una cosa
que no fuera punto de su razón, razón libre de toda sen- siblería? Nadie puede
imaginarse que Eligió dijera tales ditirambos, ni pronun- ciara tales afirmaciones
sentenciosas movido por afecciones personales, amis- tades de círculo político ni
mucho menos, movido por algún interés personal, puesto que yo valgo tan poca cosa
políticamente, por no decir, nada. Por más que en sus juicios consagratorios no me
haya mencionado personalmen- te —cosa que no hacía falta por cierto— me llenó de
legítimo orgullo este reconocimiento de mi obra y por qué no lo diré, de alguna
vanidad.
Con este capítulo del mensaje de un mandatario como el Dr. Ayala que "no se
casaba con nadie" ni con sus propios amigos, mi labor y mis sacrificios han sido
compensados con creces, y me parece que mi sueño de maestro de elevar la educación
popular en este pobre y pequeño Paraguay, a la cúspide moral y material se ha
realizado. Pero no crean que por eso hube de dormir sobre los laureles; continué
manteniendo en mi bandera de acción los cuatro lemas: problema del aumento
máximo de la inscripción escolar, el del perfecciona- miento de la docencia, el de la
colaboración popular y el de la estructuración de una didáctica paraguaya de una escuela
paraguaya, mi sueño máximo. Tuve que insistir sobre ellos y empujar el carro hasta
donde mis fuerzas me lo permitieron.

108
Con mis ahorros y el fruto de mis libros de lectura resolví adquirir una casa para vivenda
propia de la familia. No tenía valor para asumir grandes compromisos; proyectaba adquirir una de
precio modesto. Mi mujer, de grande ánimo, venció mi temor y adquirí la que ocupo actualmente,
pagando por cuotas y plazos largos.

La primera cuota la pagué con el importe de mi casa de Villarrica que la vendí.

El entusiasmo del Dr. Eligio Ayala en pro de la escuela se mantenía firme, influido
seguramente por el Dr. Adolfo Aponte, mi grande y buen amigo, y hombre apreciador de la cultura.
En días consecutivos, recorrimos los tres, el Presidente de la República, el Ministerio de Instrucción
y yo, las escuelas de la Capital para que el Primer Magistrado las conociera de visu. Jamás
presidente alguno había hecho esto, de modo que es justo y propio que el acontecimiento quede
anotado en esta Memoria, y acreditado al haber de aquel Mandatario. Natural y lógicamente la
visita presidencial presidencial influyó poderosamente en el ánimo de los obreros, los
maestros, quienes viendo el interés del primer ciudadano, duplicaron sus esfuerzos en
el desempeño de su misión.
La inscripción escolar iba in crescendo. Había sobrepasado ya la centena de
mil. La posición del Paraguay en el estrado de las naciones americanas mejoraba a ojos
vista. Mi ambición de colocar a mi país, si no por encima, al menos al nivel de las
mejores naciones por el porcentaje de sus niños concurrentes a la escuela, se realizaba y
ello me llenaba de satisfacción. En la Memoria de la Dirección General se publicaba
anualmente, con regularidad, la gráfica del progreso, rigurosamente controlada y
documentada. En el Paraguay hay muchos escépticos; será efecto de nuestra
misma miseria e ineptitud. Muchos no creían que el Paraguay alcanzase a
Argentina, a Chile, superase al Uruguay, al Brasil y demás naciones excepto
Estados Unidos; parecía una paradoja, un sueño.

Muchos amigos sinceros, al verme me preguntaban: “ ¿Es cierto eso?” Nada más fácil demostrar con
la estadística en la mano. Yo tenía las estadísticas oficiales publicadas en las memorias e informes sobre la
instrucción de casi todos los países de América. Los canjes de “La Nueva Enseñanza” me proporcionaron esa
fa-

109
cilidad. Además, "The Statesman's Year Book", publicación oficial de Londres, me las
confirmaba.
Tomaré dos ejemplos por vía de ilustración y como término de compa- ración:

República Argentina: Esta República según la Memoria del Consejo Nacio- nal de
Educación del año 1928, contaba con 10.646.814 habitantes. La esta- dística ha
aceptado el 20% de la población general como la escolar, es decir que le corresponden en
aquel año 2.129.362 niños en edad escolar. Según la referida Memoria iban a la escuela
1.302.543 niños, lo que viene a ser el 61,18% Es decir, la República Argentina según sus
datos oficiales llevaba a la escuela el 61.18% de sus niños; quedarían así 38.82%
fuera de ella.
Bolivia: Sobre una población de 2,974.904 habitantes, de los cuales 594.980
eran de edad escolar, llevaba a la escuela 79.973; o sea el 13.48%, dejando sin escuela
86.52% .

Paraguay: Con una población de 800.000 almas, tenía 160.000 niños en edad
escolar, de los que llevaba a la escuela (1927) 104.089, es decir, el 61.67%. Matemático.
No es fantástico; "con los números no se juega.
El boliviano Fernando Guachala, Ministro entonces en Asunción y "amigo" del
Paraguay, publicó en "La Razón" de La Paz un artículo con su firma mostrando a los
hombres públicos de su país, la ocupación de Bolivia del último escalafón por la
inscripción escolar y presentando al "pobre y pequeño Paraguay" como ejemplo que debe
imitarse.
Más tarde, D. Manuel W. Chaves, diputado, periodista, publicista, ex Inspector
General de Escuelas, calificó de fantástica la estadística de la Dirección General de
Escuelas, diciendo en un discurso "leído" que no era con "Memorias fantásticas" como se
adelantaba la instrucción. Don Manuel se colocó por esta afirmación negativa lanzada en
pleno Congreso, a un nivel inferior al publicista boliviano quien tuvo la hombría de
reconocer y proclamar la verdad, mientras que aquél la negó... Siquiera por patriotismo
se hubiera callado, o si hubiese procedido con sinceridad hubiera pasado por las Oficinas de
la Dirección General de Escuelas para conocer la verdad, y enterarse cómo se
confeccionaba la estadística en mi tiempo. Aún viven empleados del Consejo como

110
el señor Alfonso Riquelme, joven conocido, quienes no tendrán interés en ocultar la
realidad.

A medida que iba creciendo la población escolar, naturalmente decrecía el costo


medio de cada alumno. Imagínense, en aquel año, cada niño inscripto costaba $14,56
pesos paraguayos, menos de un peso argentino. En cambio, en la Argentina alcanzaba a
$112,34. Creo que pocos países podrán jactarse de este milagro de la acción pública y
privada en pro de la educación popular.

El número de niños con certificado primario de fin de año aumentaba en


proporción directa de la población escolar. Naturalmente, no podía ocurrir otra cosa.
Era la primicia cultural de la escuela; cada niño con certificado de estudios primarios
era un ciudadano arrancado del analfabetismo.

La Dirección General de Escuelas, pues, lanzaba a la vida social jóvenes egresados,


aunque sea con armas rudimentarias. El perfeccionamiento posterior ya no era de su
dominio. Los niños, una vez terminado el ciclo primario, bus- caban los centros
culturales superiores. Y no tenían ante sí más que una puerta abierta, la del Colegio
Nacional. Allí iban a torrentes, buenos y malos, porque de todo tiene que haber en la viña
del Señor. Muchos exigentes dicen que entre la caterva de ingresantes en los estudios
secundarios, había muchos "mal prepa- rados". ¿Mal preparados?

La escuela no es ninguna fábrica que lanza máquinas perfectas de acuer- do con


un solo tipo, un standard común. Prepara, desenvuelve aptitudes y cada niño —que es
una individualidad— asimila a su manera, según su propia capa- cidad; de aquí la
desigualdad intelectual. ¿Acaso la Universidad lanza al mundo a los graduados igualmente
aptos? ¡Cuántos bodoques salen con su diploma!

Por la sed de instrucción, la juventud buscaba los centros de estudios y como no


encontraba otro, invadía el-Colegio Nacional, ¿Qué iba a hacer? Algu- nos querían
impedir este fenómeno con Leyes y malas caras. ¿No sería coar- tar el derecho de
aprender? Estoy de acuerdo en que este fenómeno era incon- veniente para el Porvenir
del país porque iba a producirse un proletariado inte- lectual; pero, mientras el
Estado no proporcionara a la juventud otros centros de cultura, no podía ni debía
prohibirse.

111
Necesidad de Escuelas de Artes y Oficios

Había necesidad de encauzar a la juventud hacia otra actividad, hacia las


escuelas de Artes y Oficios, la escuela de Agricultura, de Jardinería. Al Estado le
preocupaba más otra cosa.

*** ***

Una de las instituciones normales que marchaba para atrás, era la Escuela
Normal Elemental de Concepción. La decadencia no dependía del personal
enseñante, pues la directora, señora Juana F. de Alonso, era buena como el resto del
personal. El caso era que cada día despertaba menos interés y no acudían alumnos a
sus aulas. Llegó a tener apenas 17 alumnos. Yo observaba que la población en general
tenía poco cariño a la Escuela Na- cional, a la única institución de carácter
secundario que poseía. En cambio de la orfandad en que yacía dicho establecimiento de
enseñanza, funcionaban con mucha holgura económica dos institutos religiosos
privados.

La Ley Orgánica del Magisterio establecía que serían asimilados a categoría superior
los maestros de 2a. con diez años de servicio activo, de los cuales cinco como directores
de escuela graduada, y que demostrasen capacidad. Me parece que el espíritu de la Ley
era estimular y premiar al maestro bueno y laborioso y no a los que no tenían otro título
que la antigüedad. Me he preocupado siempre en premiar con este criterio a los buenos
maestros. Después de mi retiro, han cambiado de opinión y la asimilación se dio a todo el
mundo.

Volví a formular un pedido a los profesores normales paraguayos para que


escribieran textos. Entre ellos estaban incluidos Dahlquist y Riquelme. Este último
presentó más tarde varios libros. Un profesor paraguayo naturalizado argentino
protestó porque no se le incluyó en la lista. Le contesté amable- mente y se calmó.

112
Primer libro de pedagogía

Hice imprimir un librito de Pedagogía escrito de acuerdo al programa de primer


año normal para los alumnos normalistas y de los cursos de vacación. Fue un libro
escrito con la única y santa intención de fomentar la didáctica nacional. El Cuerpo de
Inspectores de instrucción primaria me hizo llegar, por intermedio de la inspección
general, el siguiente pedido, que dejé encarpetado:

"Asunción, febrero 11 de 1927. Señor Inspector General de Escuelas.


E.S.D. Los que suscriben, inspectores departamentales de Escuelas, tienen el
honor de dirigirse por su intermedio al H. Consejo N. de Educación, solicitando
la adquisición por cuenta de ese H. Consejo de 600 ejemplares de la nueva
Pedagogía del señor Ramón I. Cardozo para repartir gratuitamente a las escuelas
de la República. Esta petición, señor Inspector, la formulan los suscritos en vista
de la gran necesidad de obras de consulta para uso del personal docente de las
escuelas de referencia, necesidad reconocida unánimemente y de tiempo atrás
por todas las autoridades escolares.
Esperando una resolución favorable, saludan a V.S.
Sr. Juan B. Moran, Marciano Martínez, Cristóbal Pérez, Federico Meza,
Casiano Romero, H. Moran, Emilio Brítez, Eudaldo Cáceres, Luis Martínez,
Eustaquio Molas, Gregorio Cubillas, C. Rodríguez".

Como dije, no dí curso a esta petición por ser yo el autor del libro en cuestión.
No obstante, "La Democracia", periódico hebdomadario, dirigido por mi
"amigo" Virgilio Barrios, me atacó diciendo que yo había hecho adoptar el texto. Por
tal motivo, dirigí a Barrios una misiva explicándole que mi "Peda- gogía" no estaba
adoptada como texto, y que el cálculo de fabulosa y fantás- tica ganancia era
meramente de intención dudosa, muy apartado de la verdad. Según “La Democracia” el
cálculo era simple, sencillísimo: “Hay 100.000 niños inscriptos en las escuelas; luego, se
venden cada 100.000 libros "El Paraguayo", a $10, es decir, el autor gana anualmente
$1.000 000"

113
Barrios me explicó que el autor del escrito era el Dr. Juan Cárdenas, sujeto que
estaba distanciado de mí por la siguiente causa. Cárdenas era asesor de la Dirección
General de Escuelas endosado por mi antecesor D. Manuel Riquelme. Con suma difi-
cultad y en contra de la opinión de mis amigos, venía manteniéndose en el cargo, a
pesar de los malos informes que recibía respecto a su ilustre personalidad: en una
palabra, era "uno de los protegidos míos".
Se enamoró de la Directora de la Escuela "Pasteur", señorita Asunción Vera y
Aragón; la pretendió. La maestra me informó confidencialmente sobre el caso y la
impertinencia del enamorado doctor. Entre bromas dije a ella que le diera un sopapo si
la volvía a molestar.

No sé lo que ocurrió, lo cierto es que el Dr. Cárdenas un día se presentó a mi


despacho (éramos aún amigos) y me pidió la destitución de la señorita directora
"porque era una p..." Le dije que su denuncia era muy grave y que la formulara por
escrito para iniciar la instrucción de un sumario. "No hay necesidad de sumario -me
dijo-.Ud. puede destituirla". "Está Ud. equivocado, mi amigo,-le dije-, yo no soy
ningún instrumento de nadie". Se produjo la ruptura de relaciones. Se retiró
amenazándome con una campaña periodística.

Emprendió, en efecto, una larga, desagradable campaña de calumnia y de


difamación en contra mía y de la directora citada. Es otro hombre a quien prodigué
atenciones y protecciones que me pagó con ingratitud. ¡Qué voy a hacerle! Nada; ha
obrado de acuerdo con su propia naturaleza. Mi venganza está, como dice Marco
Aurelio, en procurar no parecerme a él.

Un día se presentó a la Secretaría del Consejo ante Frontanilla, un emisario de D.


Eduardo Schaerer que iba para averiguar la verdad de una denuncia que había llegado a
la redacción de "La Tribuna". Se le informó, se le mostraron los libros y comprobantes. El
comisionado se retiró satisfecho, diciendo: "Ya dijo D. Eduardo que sería calumniosa la
denuncia porque conoce tan bien al señor Cardozo". No se publicó nada. Comisioné a
Frontanilla para ir a agradecer al Sr. Schaerer la actitud caballeresca. Dijo: "Jamas daré
cabida en las columnas de 'La Tribuna' a imputaciones falsas, máxime tratándose de un
hombre honorable como el Sr. Cardozo;

114
puede Ud. decirle que esté tranquilo". Allí mismo se supo que el portador de la mentira
era el profesor señor Arellano.
Desde el fracaso de la famosa Comisión Nacional de Edificación, la dirección de
las construcciones de carácter escolar quedó a cargo de la Dirección General de
Escuelas bajo el control teórico y técnico del Departamento de Obras Públicas. La fiebre
de la edificación volvió a desarrollarse bajo la tutela privada. Opté de acuerdo con la
Oficina técnica por el sistema de pabellones para los edificios escolares. Los pabellones
amplios, con sus corredores circunvolantes y piezas independientes ofrecen ventajas
para nuestra campaña y se adaptan a nuestras condiciones climáticas; son frescos,
amparados contra el sol y la lluvia y se conserva más el maderamen. De este sistema, se
construyeron casas escuelas en Loma Pytá, San Pedro, Carapeguá, Quiindy y otros
puntos.
Traído por el Ministro Argentino Dr. Oliveira, vino el profesor argentino D. Pablo
Pizzurno, eximio maestro, patriarca del magisterio platense. Dio unas conferencias muy
interesantes. Le invité a un paseo a San Bernardino donde pasamos en la playa del Lago
Azul, inolvidable día. Pizzurno era hombre de bastante edad pero fuerte todavía. Su tema
favorito era la gimnasia como medio de prolongación de la vida; él le atribuía su
longevidad.
Empezó a agitarse nuevamente la cuestión nacionalista, vale decir "lopizta"
porque en la jerga de los monopolizadores del patriotismo, el "nacionalismo" es el
"lopizmo" como el "nacionalsocialismo" alemán es el "hitlerismo". Todos los que no
eran de la comunidad no eran patriotas. Algunos políticos enarbolaron la bandera como
plataforma para llegar a las alturas. Da Rosa, O'Leary, Recalde, Peralta, Llamosa, etc.,
formaron una cofradía. Lo curioso del caso es que la mayoría de los jóvenes de la agrupa-
ción eran de "ideología comunista". Por otro lado, en el Gobierno predominaban los
"liberales": Eligió 1/' Aponte, Báez, Riva-rola, Schenone, etc. Los "nacionalistas" formaron
un conciliábulo para hacer retirar de la educación a los que calificaban "peligrosos". A
fuerza de intrigas y levantamientos de niños consiguieron hacer retirar, poco a poco, a
Aponte, Báez, Nacimiento. Quedé yo como una roca solitaria en medio de la borrasca.
Más tarde recibí

1/ El autor se refiere al Presidente Eligió Ayala (N. del E.)

115
todos los embates de las pasiones que no escatimaron vías ni formas para llegar y
voltearme. Con la conciencia de mi deber, fijé mi pensamiento en el cumplimiento de mis
obligaciones con honradez y pude resistir sereno todos los asaltos ¡Qué
borrascas, Dios mío! Entonces, creí oportuno definirlo que yo entendía por en -
señanza nacionalista. Escribí un artículo sobre el particular y lo publiqué en "La Nueva
Enseñanza" y más tarde en mi libro "Por la Educación Común". La publicación surtió
efecto; recibí muchas felicita- ciones y adhesiones.
En mayo 14 de ese año se produjo la ceremonia de la inauguración del nuevo
palacete de la Escuela Normal de Profesores, costeado en gran parte por el
Estado. Para iniciar la edificación, a pedido de la señorita María F. González se
constituyó una Comisión Pro Escuela Normal. En conocimiento de que en poder de
la Comisión Pro-Monumento Presidente Franco existía una suma de dinero sin
aplicación, solicitamos y obtuvimos $300.000 para iniciar la edificación con el
compromiso de que se daría a la Escuela Normal el nombre del egregio ciudadano y
que la Comisión donante de los fondos, costearía un busto del Dr. Franco para
colocarse en la entrada del edificio. El edificio está levantado como mejor monumento.
El Dr. Eligió Ayala apoyó la iniciativa. El palacio llegó a costar $1.400.000 de m odo
que el Estado contribuyó con $1.000.000. La inauguración coincidió con la presencia
de una numerosa y selecta embajada de las naciones amigas. En tonces estaba de
moda la "confraternidad". En ese acto pronuncié el discurso de estilo en el que
saludé a Eligió como un mandatario que estaba realizando el plan de educación de
los próceres de Mayo, y dije otras cosas bonitas. Seguramente, mi discurso
pronunciado ante los representantes diplomáticos de América y de Europa ha
tenido la virtud de herir agradablemente la susceptibilidad de Eligió. El hombre
considerado como impermeable a la lisonja, dio prueba de lo contrario. Mis palabras,
es cierto, no fueron mera lisonja sino expresiones de realidades y casos concretos,
porque Eligió era hasta esa fecha, un gran amigo y protector de la educación. Al menos,
de mi parte debo confesar haciéndole justicia, que todo lo poco que he podido realizar,
aumento de números de escuelas, de maestros, creación de cargos para la enseñanza
de trabajos manuales, adquisición de telares, máquinas de coser, construcción y
refacción de casas, lo debo a la

116
protección de él. Es la pura verdad. Dar a cada uno lo suyo es deber de justicia y de
hombría. Al día siguiente recibí la siguiente carta:

"Asunción, mayo 17 de 1927. Estimado señor Cardozo: Me es grato reiterar a


Ud. mi felicitación por el hermoso discurso que pronunció al inaugurarse el local
de la Escuela Normal de Profesores y mi cordial agradecimiento por los conceptos
con que me ha honrado en él. Y voy a aprovechar esta oportunidad para hacerle
una sincera declaración de sentimientos. He sabido que Ud. se ha sentido afectado
por algunos conceptos emitidos en el Mensaje. Ellos son picazón de abeja. No
debe usted dejarse mortificar por tan poca cosa. Han sido escritos
impersonalmente con la mejor intención de propender al mejoramiento. Más van
contra nuestros legisladores tan propensos a pedirlo todo, y a creer que todo
puede hacerse a la carrera. Cuando me quepa la oportunidad de juzgar la
obra de usted y de estimar su colaboración en la instrucción pública, verá usted
asentada mi confianza, mi justiciera y merecida alabanza, y mi gratitud. Saludos
amistosos. Eligió Ayala".

El Dr. Ayala cumplió su palabra en el primer Mensaje.


El Dr. Rogelio Urízar, ex director de la Asistencia Social, publicó un libro con el
título de "Medicina Social". En él emitió apreciaciones atolondradas y falsas sobre la
orientación de la enseñanza nacional en el orden primario. Al acusar recibo del ejemplar
con que me obsequió, levanté varios puntos. Se veía, en primer término, su completa
ignorancia del estado de la enseñanza primaria, y se quiso lucir a expensas de ella. Así son
los intelectuales nuestros; no acuden a la fuente misma para estudiar y emitir sus
apreciaciones.

Mi visita a Concepción

Visité Concepción en compañía de Peralta. Di varias conferencias al personal de las


escuelas y conseguí unir al magisterio que estaba disgregado.

117
A mi vuelta, me encontré con una novedad: con unas críticas publicadas en "El
Orden" sobre mis libros "El Paraguayo". Estaban firmadas por Bilac, seudónimo. El
seudónimo ya le quitó para mí todo valor, porque, en primer término, no sabía quién era
el autor y segundo, porque al publicarlas con seudónimp demostraba poco valor moral.
¿Maestro? ¿Profesor? Yo creo que fue Arellano. No obstante publiqué en "El Liberal"
unos artículos para demostrar muchos errores de concepto. Pero, de cualquier
manera, a pesar de la sobrada intención malevolente, me fueron útiles porque algunas
cosas he sacado de ellas para mejorar la siguiente edición. Están equivocados quienes
crean que los libros de lectura deben ser ya perfectos al salir de manos del autor. Sólo de
Dios puede esperarse tal obra. Sobre todo, libros para grados inferiores que son muy
distintos de los otros. Se los perfecciona a través de ediciones sucesivas, como esas
máquinas inventadas que van mejorando con nuevas construcciones. El libro de lectura
elemental no es una simple aglomeración de frases y trozos más o menos selectos; es una
composición técnica sujeta a los principios y leyes de la psicología infantil, de la biología y
de la pedagogía. En su confección, muchas veces uno se ve constreñido a violar reglas
literarias —pero no gramaticales— por la exigencia de la adaptación. Todos los libros de
lectura han pasado por el proceso indicado y han necesitado años para ser más o
menos perfectos. Por ejemplo, los libros del uruguayo Figueira que estaban en uso en
nuestras escuelas, requirieron veinte años y ediciones sucesivas para llegar a ser
didácticamente lo que son. Es la ley del progreso a que están sujetas las obras humanas.
Mi querido amigo Dr. Juan Ramón Dahlquist, desde la Argentina, remitió unos
escritos a unos diarios de la Capital, sobre mí, dando a conocer mi acción educativa y mis
obras. Podía hacerlo con más conciencia que ninguno porque siempre hemos sido
compañeros como maestros, reflexionando juntos sobre las necesidades de la educación
nacional, proyectando reformas, y, además, por la gran autoridad de maestro que tiene
y su desvinculación actual de la comedia local. Se publicó el primer artículo que fue, por
cierto, hermoso y concienzudo. Enseguida los Barrios, los Arellano, los Cárdenas explotaron
el bondadoso escrito de Dahlquist e hicieron correr por corrillos y gacetillas de
papeluchos, la especie infame de que yo había conseguido comprar al autor con

118
promesas de buen empleo. Dahlquist estaba muy alto para ser salpicado con la baba
asquerosa de la serpiente; hubiera podido continuar adelante, pero optó por la
retirada. No sé por qué; nunca me ha dado explicaciones de amigo.
Facundo Recalde, del grupo ultranacionalista, me atacó groseramente desde
las columnas de su periódico "Guaraní" por la "explotación vergonzosa que yo
hacía con mis libros". El motivo no eran los libros, sino mis ideas históricas que no se
uniformaban con las de ellos. Por tal motivo, los maestros de Villarrica me enviaron
una hermosa carta sobre la bondad de los libros de lectura, los beneficios que recibían
con ellos los niños paraguayos y la labor patriótica que el esfuerzo significaba. Quedé muy
agradecido por la oportuna carta y por la bondad de los maestros.
También aparecieron en "El Liberal" unas cartas abiertas suscritas por un señor
Escobar Bueno. Pero, a Dios gracias, ellas eran una excepción respecto de las demás pues
contenían palabras de aliento. Las cartas mostraban la cultura, ilustración y arte de
escribir en el autor. Venían fechadas en Yhú, imagínense. Después, llegué a saber que
era un educacionista brasileño emigrado en la última revolución. En las cartas se daban a
conocer los fundamentos del libro de lectura: las leyes de la evolución lingüista del niño.
Fue el primer hombre extranjero que escribió con buenas intenciones sobre mis pobres
libros que tanto rencor han provocado en mi patria.

Ministerio del Sr. Isasi

A causa de un malentendido que se produjo desgraciadamente entre el


Presidente de la República y el Ministro de Instrucción, el Dr. Aponte dejó el cargo y fue
sustituido por el Dr. Carlos Luis Isasi. He lamentado el retiro del Dr. Aponte porque no sola-
mente era un buen amigo mío sino también un excelente jefe. Con él trabajé con
gusto y libertad. He merecido de él todas las atenciones y consideraciones, y me ha
ayudado para llevar a cabo mis ideas y proyectos.
Un grupo de muchachos de ideas avanzadas empezaron a hacer propaganda de
difusión de sus credos y se propusieron apoderarse

119
de las asociaciones estudiantiles como medio para realizar sus propósitos. En lo que a mí
me tocaba, procuré calladamente impedir la infiltración en las escuelas normales, para lo
cual dirigí a los Directores de las escuelas, cartas confidenciales instruyéndoles sobre lo
que debían hacer. Todas las escuelas respondieron favorablemente y se mantuvieron
aisladas del movimiento, menos la Normal de la Capital en la que una parte del
estudiantado fue conquistado.
Mi amigo José Benítez Chilavert, Intendente Municipal de Villarrica, fue en aquel
tiempo objeto de persecuciones de parte de los elementos opositores. Hice todo lo
posible, todo lo que un amigo debe hacer, en su defensa.

Mi visita a Rosario, Itacurubí y San Estanislao

Realicé una gira de inspección escolar por los departamentos de Villa del Rosario,
Itacurubí y San Estanislao, por donde jamás pasó un Director General de Escuelas. En
todas las escuelas di instrucciones y conferencias. En San Estanislao organicé una
Comisión Pro Escuela y dejé $10.000 para la edificación.
De todas las escuelas visitadas, encontré en mejores condiciones de organización la
escuela rural de la Colonia "General Aquino" dirigida por Inocencio P. Soto y esposa,
ambos ex alumnos míos de la escuela normal de Villarrica. Era una verdadera escuela
rural con su chacra, gallinero, etc.. En ella se realizaba el ideal de la socialización de la
escuela: los vecinos, nacionales y extranjeros, la consideraban como hogar propio y no la
desamparaban. La escuela vivía sostenida por el calor popular. Fue obra de uno de los
maestros que comprendieron mis ideales sobre la escuela rural.
A la vuelta de esa gira me encontré en Rosario con una entusiasta comisión de
caracterizados vecinos de Villa de San Pedro que venían a solicitar mi presencia en
aquella ciudad. Les prometí y en cumplimiento de la promesa, me constituí un mes
después en compañía de mi esposa, en Villa de San Pedro, la antigua capital de la
Comandancia de Ycuá Mandiyú.
De ida nos ocurrió una avería con fortuna. En el Puerto de Antequera distante de
la ciudad tres leguas, tomamos un ómnibus

120
en compañía de distinguidas personalidades locales: el Capitán del Puerto, el Delegado
Civil, el Cura Párroco y un destacado comerciante. Entre Antequera y San Pedro hay un
camino carretero recto Buen camino. Cuando estábamos a una legua de la ciudad donde
nos esperaba el pueblo para la recepción, alegres y contentos, se volcó el carro con
tanta violencia que creí era el fin de la vida'. Resultado: cuatro heridos y susto.

En la ciudad hospedamos en casa de mi amigo el mayor Indalecio Jara, quien


nos atendió espléndidamente. Fruto de mi visita: dejé constituida una Comisión Pro
Escuela que pronto dotó a la localidad de un hermoso pabellón para la escuela.

Recibí una carta de César Godoy, educacionista chileno que vivía emigrado en la
Argentina. Había leído mi "Orientación de la Enseñanza Primaria" que se publicó en la
revista "La Educación" de Paraná. Fue una carta entusiasta en la que me puso por las
nubes.

Más tarde, me invitaron él, Carlos Sánchez Viamonte y Julio R. Barcos a un


congreso americano de maestros. Les contesté que enviaría delegados. Fueron Avalos y
Cabrera. Me dijeron que fue un Congreso en el que predominaron los elementos de ideas
avanzadas. Un sector del magisterio paraguayo, envió como delegado a Cosme Ruiz
Díaz, que ya no ejercía el magisterio, quien, a su vuelta, organizó la Federación Nacional
de Maestros de carácter extremista y opositora al Consejo. Felizmente, no fue más que un
simulacro de federación porque no contaba con la adhesión pública.

En ese año, el 21 de Setiembre, nació en Londres mi primera nieta a quien le


pusieron por nombre Elena Alicia. Que su hermana la Primavera, la Reina de las
Flores, que renació el mismo día en su eterna renovación, la haga también reina no sólo
en el corazón de los suyos sino entre sus semejantes.

*** ***

121
1928 - Ministerio del Dr. Isasi

|En este año continuó sin desmayo la realización de mi plan de acción. No solamente
presté atención a las escuelas oficiales, sino también a las privadas. Tenía conciencia de
la capacidad financiera del Estado y conocía el límite hasta donde podía extender los
beneficio de la educación popular.
En mi concepto, gracias a la buena voluntad del Dr. Eligió Ayala, la Nación
había hecho más o menos el máximo de su esfuerzo en pro del fomento, más o
menos había llegado a su límite porque hay que tener presente que en el horizonte
internacional se le presentaba, en esos momentos, otro problema que necesitaba su
preferente atención. Se había conseguido elevar el presupuesto escolar de $1.031.106
de 1921 a $1.894.869,96 mensuales o sea de $12.613.272 a $22.738.439 anuales.
Insignificante, no cabe duda; si yo fuera rey, elevaría al máximo el presupuesto de
educación popular a expensas del de guerra y de los sueldos de los zánganos.
Mas, como yo no era ese rey ni mucho menos, me satisfice con haber
duplicado el rubro. Entonces, estimulé por mis medios el desarrollo de la iniciativa
privada en todos los órdenes, tanto para adquirir muebles como para la edificación y el
sostenimiento de institutos de enseñanza, para ampliar si no completar, la acción oficial
en la lucha por la cultura primaria. Y lo conseguí ampliamente.

Mi atención a las escuelas privadas

Algunos creerían que yo tendría preferencia por algunos institutos por su índole
social o religiosa. No; me fueron completamente iguales, los colegios liberales,
católicos y protestantes; a todos los tenía en un pie de igualdad. A todos los
consideraba como útiles colaboradores del Estado en la difusión de la cultura nacional.
Mi régimen de gobierno de ellos era la libertad. Exigía nada más que el
cumplimiento de las leyes y reglamentos, la moralidad en el interior y la buena
preparación de los niños. Traté de llevar una buena estadística de los existentes.

122
Un buen porcentaje de la población escolar corresponde a las escuelas
privadas. Entre las católicas, las salesianas fueron siempre las mejores, las más
obedientes a las leyes y a la autoridad, las que se esmeraban en tener un buen
personal y de espíritu más liberal. Con todas ellas he mantenido siempre muy
buena relación, y a todas ellas les he protegido con útiles para los niños pobres.

La cooperación del pueblo

La cooperación popular fue mi gran recurso. He conseguido despertar el


entusiasmo del pueblo en torno a la escuela. Es cierto que me costó sostenidos
esfuerzos atraer no sólo a los padres de familia sino al pueblo hacia la Escuela,
haciéndoles comprender que ella era una institución popular que necesitaba de su
cariño, del calor de su entusiasmo para desenvolverse.
Se fundaron numerosas Comisiones Populares de Educación y Comi- siones
de Edificación que dieron mucho, mucho más de lo que uno puede imaginarse. Al
calor y apoyo de esas Comisiones Populares se proveyeron a las escuelas con útiles,
muebles, ilustraciones; se mantuvieron limpios y ase- ados los locales; se realizaron
exposiciones; se otorgaron sueldos y sobre- sueldos a maestros; se repartieron
ropas, meriendas y medicina a los niños. Por su lado, las Comisiones de Edificación se
empeñaron en dotar de locales a las escuelas hasta el extremo de que las
numerosísimas escuelas rurales creadas tuvieron sus locales propios.
Repetiré que la Escuela Profesional Femenina fue la institución privada que más
colaboró conmigo en la implantación de la enseñanza práctica de los trabajos
manuales tal como yo los concibo, de tejido, guantes, sombreros, cestos, etc., por
prestarse a la preparación del personal especializado. Siem- pre le conservo mi
gratitud.

Éxito

He llegado a tener el placer de ver realizado aunque sea en parte,


dolorosamente, el plan que me había trazado al encargarme

124
de mis funciones. Pocas escuelas existían sin su respectiva chacra donde entre juego y
canto, los niños cultivaban la tierra, se ponían en contacto directo con la madre
naturaleza fuente de vida, sabiduría y progreso. Muchas escuelas empezaron a
tener gallinero con excelentes muestras de aves. Casi todas las escuelas llegaron a
tener su telar importado del extranjero, donde se tejía y se hacía revivir la antigua
industria casera del tejido que ha hecho feliz a nuestras abuelas; muchas
instalaron su buena cocina donde se enseñaba prácticamente el arte culinario.
El pueblo paraguayo no sabe comer y hay que enseñarle; pero no sólo no
"sabe comer" sino que no sabe preparar lo que debe comer. El hogar paraguayo —
hablo en sentido general— no está en condiciones para enseñar a los niños la comida
ni a alimentarse. Nuestro hogar no sabe preparar más que el popular puchero, el
so'oyosopi, el asado y el mbaipyi, y de allí no sale. No sabe utilizar la hortaliza, la
legumbre ni la fruta.
¿Cómo va a enseñar a sus hijos? ¿Cómo va a servir como escuela el hogar? Que
la enseñanza de la cocina debe dejarse a cargo del hogar dijo su modificador de
última hora; por eso suprimió de la escuela la enseñanza culinaria. No; hay que llevar
al seno del hogar ideas y conocimientos nuevos, fuerzas nuevas, aspiraciones nuevas,
deseos nuevos y sobre todo aptitud nueva para nutrirse, y otra vía, otro conducto
mejor no hay después de la escuela: obrando sobre los niños, los padres y madres de
familia de mañana, se obtendrá con el tiempo el milagro de la transformación de la
manera de comer del pueblo. Es de esta opinión el Dr. Escudero.
A principios de ese año realicé la primera "exposición de ranchos".
¿Ranchos? Y ¿que tienen que ver los ranchos con la escuela? O mejor, ¿qué tiene
que ver la escuela con los ranchos? Es la pregunta que se hará quien leyese estas
líneas. Digo que sí, que ella tiene mucho que ver, de acuerdo con mi tesis, con mi
convicción de que obrando sobre el hombre del porvenir se modificará la sociedad y sus
condiciones de ser.
¿Conocen Uds. los ranchos? ¿Vieron que tienen una sola pieza de se
amontonan en horrible mezcla padres, madres, hijos y animales, sin luz, sin aire,
sin higiene alguna. ¿Por qué la escuela no podría hacer concebir al niño otro tipo de
edificación con algo de confort, con algo mejor? ¿No creen, por ventura, en ideas-
fuerza de Fouillet? ¿No creen que aprendiendo el niño

125
lo que se puede hacer, se llevaría la evolución de la vivienda al pueblo, al campo? La
exposición, por lo novedosa, llamó la atención. Fue alma de ello, la inspec- tora de
Trabajos Manuales.

Conferencia sobre la Escuela Activa

En abril di una conferencia sobre la escuela activa en las escuelas normales de


la Capital y de Villarrica, como medio de propaganda a favor de la educación nueva
que paulatinamente iba introduciendo en la teoría y prác- tica de nuestra escuela.

Las Escuelas-Tipo

También este año de 1928 llegué a tener la satisfacción de ver aunque sea en
mínima parte, mi idea de "escuelas.tipo". Llamaba yo "escuela.tipo " a la que más se
aproximaba a la organización indicada y descrita en mi folleto "Nuevas Orientaciones
de la Enseñanza Primaria". Fueron de esa categoría, en la capital, las escuelas "Chile" y
"Perú" dirigidas respectivamente por las señoritas Antolina Gilí Decano y Julia Almeida;
en la campaña, muchas, pero las más sobresalientes fueron la Escuela Media de
Itacurubí de la Cordillera, dirigida por Pedro Aguilera y la Rural de la Colonia "General
Aquino" (Villa del Rosario),dirigida por Inocencia P. Soto.

Exposiciones Regionales

Para estimular a las escuelas laboriosas y despertar emulación entre todas, instituí
las "Exposiciones regionales de trabajos escolares del año", las "Exposiciones de flores y
fruto de huertas" y grandes concentraciones de maestros. En la capital se realizaban las
primeras desde 1922, con regularidad. En la campaña hacía coincidir estas expresiones
con la concentración de maestros de todo el personal de una región o departamento
escolar. La organización de ellas corría a cargo de los inspectores departamentales con el
concurso popular. Los inspectores que más sobresalieron por su empeño y éxito fueron
Cristóbal Pérez, Marciano Martínez, Gre-

128
gorio Cubüla, Teodoro Rodríguez y Hermógenes Moran. Hubo importantísimas
concentraciones en Luque, Pirayú, Acahay, Capiatá, Piribebuy y San José. Todas ellas
eran motivo de fiestas sociales, banquetes, bailes, conferencias y veladas literario-mu-
sicales.
La inspectora de escuelas de Mbaracajú (Brasil), Srta. María Emilia Martí, me pidió
autorización para hacer una traducción al portugués de mi "Pedago- gía" a fin de
adoptarla como texto en la Escuela Normal del lugar. Se la dí.
En junio 14, recibí de Eligió Ayala el recorte de un diario español con la
siguiente carta: "Junio 14 de 1928. Estimado señor Cardozo: Me he acordado de usted al
leer este párrafo. Porque también usted es maestro de corazón, en- contrará en él
alguna emoción. Por eso se lo remito. Saludos muy aten- tos. —Eligió Ayala". Era un
escrito del maestro y escritor español Don Luis Bello sobre la educación y la
importancia en la vida de los pueblos.
El "Boletín de la Unión Panamericana" publicó un trabajo mío sobre el estado
de la enseñanza en el Paraguay, e hizo una tirada especial como acos- tumbra hacerlo
con los trabajos interesantes.
Del mismo modo "The South American Review", de Londres, publicó y comentó
mis ideas y el estado de la enseñanza en el Paraguay.
El Dr. Stylianopoulos, director de la Escuela Normal de Atenas (Grecia) me pidió
la remesa de "La Nueva Enseñanza".
Eran ecos del estado cultural del Paraguay.

*** ***
Agosto 15,1928 — Cambio presidencial.
Presidencia del Dr. José P. Guggiari y Ministerio
del Dr. Rodolfo González

Se produjo el cambio presidencial. Al ir a saludar al nuevo Ministro, mi jefe, puse


en sus manos mi renuncia al cargo de Director General de Escuelas para dejar en libertad
al señor Presi-

129
dente para organizar su administración. Días después, me la devolvieron con mi
confirmación en el cargo.
Rodolfo continuó conmigo el mismo proceder de Aponte, de amistad since- ra y
apoyo en mis gestiones oficiales.

Concursos Culinarios

Para estimular el desarrollo de la enseñanza del arte culinario, realicé en la


Escuela "Adela Speratti", dirigida por la señorita Odosia Arguello, la primera exposición
del arte culinario, o mejor, un concurso con la asistencia del Ministro de Instrucción.
El Consejo aprobó un nuevo plan de estudios y programas para las escuelas
nocturnas que presenté a su consideración. En ellas traté de mejorar la preparación
de los estudios nocturnos, ofreciendo mejor horizonte a los que acuden a las aulas de
noche después de trabajar de día.
Asistí, en compañía de mi esposa, a la colocación de la piedra fundamental de la
escuela de San Antonio. El edificio sería costeado por una contribución popular
iniciada por el Dr. Enrique L. Pinho. Fueron padrinos el Dr. Pinho y mi esposa.
Por intermedio del Ministro D. Rogelio Ibarra, me puse en relación epistolar con
el educador brasileño Carneiro Leao,a quien obsequié con mis publicaciones y él, a su vez,
con las suyas. Me obsequió con "Os deveres das generagóes" y varios proyectos de
planes de estudio.
En octubre di en la Escuela Normal de Profesores una conferencia.
Este año se perturbó la tranquilidad nacional con un suceso de frontera ocurrido
en "Vanguardia", provocado por un militar nuestro. Dio origen a una gran
movilización, reuniones de neutrales, etc. Era un anticipo de la próxima guerra.

La educación musical

Entre los problemas pedagógicos que me han preocupado figura la educación


musical y física de la juventud, así como la salud del niño. Son cosas descuidadas, por
no decir, abandonadas de nuestro sistema de educación. Desde tiempo antiguo, la
música aparece en los planes como una materia de enseñanza.
131
En la Capital, la enseñanza estaba a cargo de maestros' diplomados en institutos
especiales de Música, pero en la campaña, quedaba librada al azar, salvo en algunas
ciudades. En la capital misma la enseñanza dejaba mucho que desear, porque
ocurría que los profesores diplomados no tenían ninguna preparación pedagógica.

¿Para qué se enseña la Música en la escuela? Para educar el sentimiento, para


desarrollar la cultura artística. Con hacer cantar, o mejor "gritar" a los niños ciertas y
determinadas canciones con acompañamiento de piano, sin comprensión, sin
interpretación, sin sentir, no se obra sobre el espíritu ni como educación del sen-
timiento ni como cultura del espíritu. Nadie puede negar la falta de cultura musical
de nuestro público, no digo del pueblo. Basta asistir a un concierto de "música
clásica" para probarlo. A contadas personas les agrada porque no reciben las
emociones artísticas correspondientes que hacen el deleite de la bv ,na música.
Dije, ¿por qué no se podría cimentar esa cultura en la escuela? A los niños les
gusta la buena música.
En cierta ocasión reuní en mi despacho de Director General a los más
distinguidos maestros de Música y les consulté sobre el problema. No me dieron
solución por falta de entendimiento o expresión clara de mi parte. Entonces, me atreví a
iniciar con mis maestros de Música más entusiastas, la enseñanza —por vía de
ensayo— tal como yo pensaba debía ser.

Recuerdo un caso personal mío. En mi ciudad natal se presentó por suerte, un


gran pianista y dio unas cuantas audiciones. Un grupo de personas le pedimos una
audición especial sobre piezas clásicas "con interpretación del motivo y pasajes de la
música". Aquel accedió a nuestro pedido. Eligió un acto de "Sig-fredo" de la Tetralogía del
gran lírico alemán Wagner. "Aunque la interpretación de este drama sólo se puede hacer
bien con la orquesta, nos dijo, voy, sin embargo, a intentarlo al piano".
Empezó la ejecución lenta del trozo "Los murmullos de la selva". Luego, nos
explicó el cuadro en el que aparece Sigfrido sentado al pie de un tilo en la selva del
dominio de Wofan, entregado a una honda reflexión, en medio de la soledad donde no
se percibía sino el murmullo armonioso de la selva milenaria. Después, volvió a repetir
la música. Esta vez nos iba llamando la aten-

132
ción sobre cada pasaje: "Aquí vais a oír el murmullo de la selva", nos decía, "aquí, el canto
de las aves", etc..
Verdaderamente, poco a poco, también nosotros íbamos percibiendo todo y
asociando la música con el drama. Entonces, gozamos íntegramente de la belleza y
recibimos un baño de melodía que nos hizo vivir un instante de felicidad. ¿No era éste un
procedimiento aplicable en las lecciones a los niños? Como lo dije, lo hice ensayar
con admirables resultados. Es cierto que la Música como toda arte obra más por la
emoción que por la inteligencia. Pero, también, la comprensión del lenguaje rítmico con-
tribuye a formar imágenes que asociadas con la emoción, forman la unidad artística.
Programé la enseñanza de la Música de acuerdo con este procedimiento, para los
grados superiores suprimiendo las teorías musicales que para los escolares no tienen
finalidad alguna. Dos maestros de música interpretaron mis deseos con éxito: la señorita
Lucía Príncipe, de la Escuela Normal de Profesoras y la señorita M. Quidiello, de la
escuela "Manuel Amarilla".

Asistí a una clase de esta última. Reunió a los niños de ambos sexos del "Plan
Dalton" y les dijo que iba a ejecutar al piano la música de Mendelssohn titulada "Canto de
Primavera". Ejecutó lentamente. Los niños lo escucharon atentamente. Después, repitió
y fue llamando la atención de la clase sobre los diversos pasajes, diciendo: "Aquí vais a oír
el susurro del viento entre el follaje de los árboles; aquí, el canto alegre de los pajarillos
celebrando con alegría el día y el sol". Finalmente, ejecutó la pieza íntegra. Yo veía
reflejarse en los ojos de los niños su intenso interés. Pidieron la repetición: " ¡Otra vez,
señorita!". Los niños, felices y contentos.
En esta forma se fue desarrollando la enseñanza de la Música en las escuelas de la
Capital y con gran progreso en la educación musical. Cuando los niños llegaban al salón de
Música pedían a la señorita la audición de músicas de Liszt y Beethoven, de modo que
empezaba a germinar la semilla en el espíritu infantil. Si esta disposición se fortificase a
través de la vida escolar, a través de sus hijos, de los hijos de sus hijos, creo que se habría
operado la educación artística musical del pueblo por medio de la escuela.
No digo que el paraguayo no tenga amor a la música. No; su senti- miento
artístico es bastante desarrollado; su instinto musical es conocido: de allí, del fondo
del alma nacional nace
133
suave, queda, la música nativa en la que se expresa el folclore que, según uno, penetra
hasta lo hondo. Pero hay necesidad de poner el alma artística nati- va en armonía
con el alma artística de la civilización y de la cultura para com- pletarla.

El ideal en la Educación

En julio 7 de ese año, di en la Escuela Normal de Profesores una confe- rencia


sobre "El ideal en la Educación" para definir de un modo concreto y objetivo el
principio de que la educación no puede triunfar si no persigue una finalidad
determinada y que el maestro debe saber lo que persigue en su ar- dua y difícil
misión de modelador del alma popular; asimismo, definí ante los jóvenes aspirantes al
magisterio, mis ideales de maestro paraguayo y les incité a que no se lancen a la
cruzada redentora sin ideal alguno, pues, entonces se- rán barcos sin rumbo,
entregados a las furias de los elementos sin una brújula en su alma.

Laudo Hayes

En noviembre 12 se celebró el cincuentenario del Laudo Hayes. Fue un


movimiento de opinión nacional para hacer resaltar -en aquellas horas críticas de la
Historia- el valor jurídico y moral que la Nación paraguaya daba al Fallo del Presidente de
los Estados Unidos de América, que reconoció nuestro derecho al Chaco y nos dio la
continuación in eterno de la posesión de aquel pedazo de nuestro territorio que un
día quiso arrebatarnos una prepotente y victoriosa Nación. Como se trataba de un
movimiento nacional hice dar participación en él a las escuelas y tomé la palabra en el
acto solemne.

*** ***

134
1929 — Ministerio de Rodolfo González

Fue para mí un intenso año de lucha. Lucha por marchar adelante en la


realización de mi plan cultural y lucha por defenderme de la canalla que trataba de
aplastarme. Puesto el corazón en firme y la mente fija en mi ideal cultural, crucé el
camino de la vida.
La lucha emprendida por los "ultranacionalistas", vale decir "lopiztas", en contra
mía para desalojarme de la dirección de la instrucción primaria, como ya lo habían
conseguido hacer con Báez y Aponte, pasó a "cargo" de los colorados de la
prensa y .del Congreso. Buscaban algo que atribuirme en forma perjudicial para mi
estabilidad en el cargo.

Empezaron por explotar el tema de "sueldos y alquileres atrasados": mejor


dicho, impagos, que querían atribuir a mi administración. Pero como la cuestión era muy
conocida, aún por los mismos maestros, poco progreso realizaron con ese medio
perverso. Sin embargo, para el futuro, para la histo- ria, publiqué en unas hojas
volantes el origen y el estado de ese asunto y las dis- tribuí profusamente. Ya había dicho
que esos benditos saldos provenían de la administración anterior y que yo los recibí
como herencia, aunque con beneficio de inventario.
Cuanto más me difamaban, más me empeñaba en seguir impulsando el progreso
moral y material de la escuela, felizmente, de nuevo con el concurso del Ministerio.
Rodolfo González fue otro jefe mío que me ha ayudado con su prestigio e
inteligencia, sin contar con el Dr. Guggiari a quien poco molestaba.

En ese tiempo, Caazapá fue teatro de agitaciones en torno a la persona que


ejercía la dirección de la escuela, la señora Joaquina Bordón de Filizzola, excelente
maestra, organizadora y preparada, pero le hicieron la guerra por cuestiones políticas.

El marido era colorado, pero abstencionista, es decir, adversario del otro bando
eleccionista con afinidades oficiales. Fue una guerra atroz. El bando opuesto consiguió
la influencia política del partido gubernista, y el Consejo Nacional de Educación decidió
trasladar a la maestra para "evitar disturbios en el pueblo", pues los colorados
adversarios de la directora, contando con la complacencia de las autoridades locales,
amenazaban desórdenes, atro-

135
pellos, secuestros, etc..No pude impedir la intromisión de la política y la comisión de la
injusticia.
Establecí las siguientes instituciones que deben celebrarse en las escuelas sin
perjuicio de la labor diaria: "Día de la Madre" de acuerdo con D. Alfonso Campos,
director de la Escuela de Comercio; "Día del Tuberculoso", con la Comisión de Damas
de Caridad para costear un consultorio y atención gratuita a los tuberculosos,
especialmente a las madres y niños y una colonia de niños débiles; y "Día del Indio",
con el Dr. Andrés Barbero, presidente de la Sociedad Científica, con propósito de
abrir ambiente a favor de los pobres niños desamparados del país, tratados como
fieras salvajes, sin patria ni ley.

Control de la Caja Escolar

Cuanto más cuidaba los manejos de fondos dentro de mi adminis- tración,


controlando rigurosamente la entrada y salida de los centavos has- ta el extremo
de que se me considerara "tacaño" en comparación con otros je- fes que tenían la
bolsa y las manos abiertas demostrando "generosidad", se descubrió un gran des-
falco en la Giraduría del Consejo. Me consideraba libre de estos peligros y creía en la
invulnerabilidad de la honestidad de mis em- pleados, incluso yo. No me molestaban los
motes de "anti-paraguayista", "anticristiano", "comunista", etc., porque en el terreno
ideológico me sentía fuerte y porque la diferencia de opiniones no puede constituir
mancha alguna.
Pero sentía miedo profundamente a que me dijeran alguna vez "ladrón"
porque no quiero serlo ni parecerlo. El principal orgullo mío era tener la frente alta y
las manos limpias, orgullo que quiero transmitir a mis hijos, como único y templado
blasón de mi vida ciudadana. Descubrí el desfalco ocasionalmente. El girador no pudo
atender un crédito de la Comisión Edifi- cadora de Encarnación.
Entonces, solicité la intervención de la Contaduría General de la Na- ción la
que comisionó al contador Sosa, quien puso en claro el desfalco. La noticia me dejó
helado. ¿No estaría complicado inconscientemente? Un jefe confiado en la rectitud
de sus empleados cae con facilidad en un enredo de esta laya. Llamé

136
al Girador del Consejo, D. Roque González, y le interrogué en presencia del in- terventor
oficial. El hombre tuvo el valor de confesarse autor y responsable único del desfalco
conforme con estos documentos:

"Asunción, enero de 1929.


Señor Director General de Escuelas.

Por la presente hago constar que me hago absolutamente respon- sable del
saldo que resultara en contra mía como Girador del Consejo Nacional de
Educación en el arqueo de Caja practicado con la intervención de la Contaduría
General: Roque González", que fue agre- gado al expediente, y luego esta otra
carta:

"Asunción, enero 22 de 1929.


Señor Director General de Escuelas. E S D.

Por la presente declaro mi conformidad a los términos de la carta, de esta


misma fecha, dirigida por mi yerno D. Roque González, ofreciendo como garantía
del cumplimiento de la obligación del reintegro del saldo resultante de su
actuación de Girador del Consejo N. de Educación, el inmueble de mi propiedad
sito en la calle Piribebuy No. 222 entre las de 14 de Mayo y 15 de Agosto. Con
este motivo, saludóle atte., Cayetana V. de Tomasello".

Lo real: el Girador, hombre de mi completa confianza, había sido vencido por la


tentación del dinero. El era un modesto padre de familia, sin vicio conocido. Era de
partido contrario al oficial. ¡Cuántas veces mis propios amigos me reprochaban por
tenerle en el cargo! Yo contestaba: "Es mi mejor garantía; siendo oposicionista nadie
dirá que yo lo tengo allí para 'hacer negocios', ni él se atreverá por no ser partidario
mío a cometer faltas por temer al castigo". Descansaba tranquilo en él. ¡Todo falla en este
mundo! Felizmente el tipo reconoció su falta y se hizo responsable de ella.

Sin embargo, ¡no había faltado quien pusiera en dudas mi honestidad! Y hay que
saber que el desfalco se produjo por negligencia y, hasta cierto punto, complicidad de la
misma Contaduría General que me había ocultado pequeñas fallas descubiertas an-
teriormente.

137
Hice un nuevo viaje a Concepción en compañía del mismo señor Peralta, en
Semana Santa. En esa ocasión era Comandante de la guarnición local el Teniente
Coronel José Félix Estigarribia, quien tuvo la amabilidad de invi- tarnos a comer en
su casa particular, un día durante el cual departimos so- bre temas interesantes
del Chaco. Era ya un convencido de la guerra.
Pizzurno nos visitó por segunda vez. Dio una conferencia en la Escuela
"República Argentina" en cuya ocasión tuve el agrado de hacer el discurso de
presentación.
El publicista español J. Romero López, de Madrid, me remitió una colec- ción
de sus libros "Hombres que valen", en cuyas páginas había sido honrado con la
publicación de una fotografía mía entre las de los intelectuales de Eu- ropa y
América.
Fui nombrado miembro del Instituto Franco-Paraguayo de Alta Cultura con sede
en América.
El "Bureau International D'Education" de Ginebra me nombró su
corresponsal en el Paraguay. Formiggini, de la "Editora di Roma", solicitó mi
colaboración sobre la educación en el Paraguay para un diccionario pedagógico. Se lo
mandé y él lo publicó.

Mi libro "Por la Educación Común"

Distribuí mi libro "Por la Educación Común", editado a fines del año anterior
por la Imprenta Nacional y recibí en tal ocasión numerosas cartas, de las que transcribo
las siguientes:

"Asunción, febrero de 1929. Señor D. Ramón I. Cardozo. Mi estimado


amigo: Me place acusar recibo del ejemplar de su libro "Por la Educación Común"
que ha tenido usted la gentileza de enviarme con afectuosa dedicatoria. Lo he
leído con verdadera satisfacción, y felicito a usted calurosamente por este
robusto hijo de su inteligencia y de su esfuerzo. Su obra está inspirada en un
noble y elevado propósito de mejoramiento social y humano, y se encamina a
formar sentimientos generosos y altruistas en el corazón del niño paraguayo.
Esto le hace acreedor de los plácemes de sus compatriotas; yo le doy sin
reserva los míos. Pero, por lo que particularmente ha de darle la enhorabuena es
por el acierto con que, a mi entender, ha definido usted la enseñanza
nacionalista que hay

138
que suministrar en nuestras escuelas. Este era el principal escollo que usted debía
salvar, puesto en la necesidad de no prescindir de este aspecto de la
educación común. Y usted lo ha salvado airosamente. Su concepto de la
enseñanza nacionalista en las escuelas primarias es el único que puede com-
paginarse con el progreso moral de los tiempos en que vivimos. Cultivar el
sentimiento patrio en el niño, utilizando como abono ideas de paz y de
trabajo y sentimiento de solidaridad y de concordia hacia los demás pueblos,
es realizar la tarea del sembrador que necesita este pobre país tan castigado
por la insensatez de sus hijos. El nació- nalismo agresivo profesado por un pueblo
pequeño y pobre, sobre ser in- sensato, es grotesco. Reitero mi felicitación muy
cordial y le renuevo las seguridades de mi particular estima con que soy de usted
afectísimo amigo — Adolfo Aponte".
Esta, simpatiquísima por lo ocurrente: "Estimado amigo Cardozo. Más vale
tarde que nunca. Recibí a su tiempo el ejemplar de su nuevo libro "Por la Educación
Común"... y ¡aún no he tenido tiempo para leerlo! Me arrebata un torbellino de cosas.
Lo indudable por lo pronto, es su labor, siempre inteligente. Ya me informaré del
contenido de su libro y sé que aprenderé mucho. Gracias, viajero de las ideas.
Cordialmente, Manuel Domínguez-Febrero de 1929".
Del Dr. Jorge A. Bueso, presidente del Consejo N. de Educación de la República
Argentina, recibí lo siguiente:
"Estimado y respetable colega: Por intermedio del distinguido profesor Alfredo
Derchi ha llegado a mis manos su erudito y conceptuoso estudio didáctico, titulado
"Por la Educación Común", donde se tratan temas de palpitante actualidad en todo el
Continente y muchas de cuyas conclusiones, como las relevantes a la edad escolar y a
la orientación liberal y práctica de la enseñanza, comparto sinceramente. Suyo
afectísimo, Jorge A. Bueso-Buenos Aires, junio 24 de 1929".
El 14 de mayo se produjo la inauguración del nuevo edificio de la escuela de
Luque con la asistencia del Presidente y del Ministro del ramo. En ese acto pronuncié un
discurso alusivo a la circunstancia. Publiqué en "El Liberal" un escrito con el título de
"Los ciclos en la historia", un ligero estudio filosófico de la Historia.

139
D. Modesto Guggiari nudeó en torno de sí a un grupo de liberales ami- gos con
el propósito de iniciar una política de reivindicación principista en el se- no del Partido y
conseguir el imperio de los Estatutos, porque, entonces, se ob- servaba la política
personalista y absorbente. Me invitaron a tomar parte de esa nucleación. Como antiguo
liberal, me dolía lo que se observaba en el seno de la agrupación donde se producía
un desagradable unicato.
Acepté acompañarles con las siguientes condiciones que presenté por escrito:
"1o.) Nuclearnos para luchar por los principios del Partido Liberal y la potestad de
los Estatutos. 2o.) Esa lucha consistiría en propagandas por la prensa. 3o.) La
lucha no sería jamás contra el Partido. 4o.) La lucha no sería contra el gobierno de!
Dr. José P. Guggiari y menos contra la persona de este ciudadano". Me aceptaron.
Como se trataba de un nuevo esfuerzo dentro del Partido mismo para velar por la
tradición y la fuerza partidaria, les acompañé y ellos me rodearon de todo género de
consideraciones.
Los diputados colorados, defensores del "ultranacionalismo-lopizmo" continuaron
sus ataques contra la Dirección General. César Vasconcellos un día lanzó en la Cámara
unas injuriosas y afirmaciones en ocasión de un discurso en contra del “comunismo”,
diciendo más o menos que "la propagación del comunismo en el país no será
extraña cuando el mismo Director General de Escuelas hace propaganda comunista", y
otros disparates hermosísimos para lucirse a expensas de otros. En esa sesión, mi
vilipendiado encontró un solo defensor en D. Narciso Méndez Benítez; "mis amigos"
de democratización, hicieron causa común con el silencio. Mi primera y grande
desilusión.
Para defenderme, hice una colección de mis libros y publicaciones, y se las remití
al gratuito injuriador con una carta muy atenta, diciéndole que sus manifestaciones
serían fruto de su desconocimiento de mis ideas, pues yo no soy comunista ni jamás he
hecho semejante propaganda. Y publiqué en "El Liberal" la carta. El diputado se
enfureció. En la primera sesión por poco pidió mi prisión porque yo había faltado a
sus "fueros parlamentarios". Es decir, sus “fueros parlamentarios" dan a los señores
diputados el tabú de los antiguos mitos y la infalibilidad de los papas. Pueden mentir,
difamar, calumniar, injuriar impunemente y la víctima no decir mu. No importa que su
acción sea un asesinato moral.

140
Me parece que ése no debe ser el criterio para interpretar la disposición constitu- cional.
La Constitución ampara al representante del pueblo para decir la verdad, toda la
verdad, pero no la mentira, la vil mentira. El representante del pue- blo puede y
debe decir la verdad toda la verdad al combatir los abusos, los crímenes, las
arbitrariedades, los latrocinios, los delitos de lesa patria, y ningu- na autoridad puede
molestarle por las ideas emitidas. Goza algo de la invul- nerabilidad de la persona del
antiguo tribuno romano para defender los derechos del pueblo en contra de la
tiranía de los cónsules y mandatarios. Pero no, en ningún sentido, para asesinar a
mansalva, para mentir y calumniar.
Después de un tiempo el furioso diputado se calló, retiró su denuncia y
continuó en su puesto, pero algo le habrá quedado en su conciencia sobre el deber de
justicia que debe practicar todo hombre civilizado y que no es posi- ble atropellar
impunemente la honestidad y el buen nombre de un ciudadano.

La enfermedad de Juanita

Juanita empezó a enfermarse. Estuvimos en Villarrica en abril y allí se le


inició el mal. Pareciera que hubiera tenido el presentimiento de que el viaje a su pueblo
natal fuera el último de su vida, pues al despedirse de sus hermanas les dio ya un adiós
muy melancólico.

Casamiento de Elena

La enferma actuó en el casamiento de Elena con Miguel Ángel Gatti, que se


realizó el 19 de junio. Este desposorio fue triste . Por un lado la unión de una hija
con el que tiene que ser el compañero de la vida. Una promesa para el porvenir. Y, por
otro, una vida en decadencia. Por un lado, el amor naciente y creciente que tomaba
forma concreta en la unión de dos corazones, y, por otro, el amor muriente que iba
perdiendo forma material. Era un sol saliendo y otro sol poniente. Era la música
amorosa de la vida matinal envuelta por música melancólica de la vida en ocaso.
Por eso, para mí, la ceremonia se envolvió en un tinte de tristeza

141
infinita que guardé hondo en mi alma. Mi alma era un arpa que sonaba música etérea; yo
solamente la percibía...

Muerte de Juanita

El mal de Juanita iba in crescendo. Una miocarditis la abatía, como la tempestad


abate un árbol robusto y fecundo que ha prodigado a su alrededor sombra y vástagos. La
ansiedad reinó en los corazones y el cariño hizo crisis en esfuerzos desesperados por
defender una vida querida que iba a hundirse. Pasamos días y horas luchando
angustiosamente con la muerte, pero la Parca cruel se burló de nosotros; con unas
muecas horripilantes se marchó dejando la vida tronchada para siempre.
Se apagó el sol de la felicidad de mi hogar, y mi alma quedó envuelta en un
crespón eterno. Suceso trágico del 26 de agosto de 1929, ya insuperable.

*** ***

1930 - Ministerio de Rodolfo González

Publiqué en el "Boletín del Instituto Internacional de Protección a la In- fancia",


de Montevideo, un ligero estudio sobre la organización de la protección a la infancia en el
Paraguay haciendo las veces de los médicos nacionales de quie- nes el Instituto no pudo
conseguir una sola letra. El referido trabajo fue trans- crito en la "Revue International
de l'Enfant", de Ginebra.
Los ataques en contra mía se recrudecían desde el sector colorado de la
Cámara de Diputados y "El Bien", "órgano del Sagrado Corazón de Jesús". Ciertos
representantes colorados aseguraron a Rodolfo González que mis libros y escritos
contenían ideas comunistas y, por lo tanto, antipatrióticas. Un día, Ro- dolfo González
me pidió todas mis publicaciones. Personalmente se las llevé. Des- pués de ocho días
volví al Ministerio y le pregunté: "¿Qué has encontrado?". "Encontré, me dijo, dos
cosas: tu inmensa labor que yo francamente ignoraba, que todos ignoran,

142
mismos los que te combaten encarnizadamente" y «la orientación del patriotismo con la
cual estoy completamente de acuerdo y dispuesto a suscribir tus ideas como mías". "No
hay nada, absolutamente nada, de lo que dicen en el Congreso". Desde luego, no me
habían inquietado un solo instante ni en lo más mínimo, sus deseos de conocer el
contenido de mis libros para dar satisfacción a los oposicionistas. Al contrario, me
llenaron de contento porque iba a conocer la verdad y, conociéndola, la justicia estaría de
mi parte. Estaba segurísimo de que saldría ileso mi nombre de la calumnia, como en
efecto salió. Y salí victorioso, ganancioso porque desde entonces más que nunca, Rodolfo
González se convirtió en un firme y decidido defensor mío.

Manuel W. Chaves, a nombre del sector colorado, promovió una inter- pelación al
P.E. sobre algunos asuntos de la enseñanza primaria. Chaves, sin estar en posesión del
tema, se metió en honduras. Rodolfo presentó una hermosa de- fensa del estado de la
instrucción primaria en el Paraguay, que fue, para mí, una revelación. El resultado fue un
nuevo y ruidoso triunfo en plena Cámara.

La exposición del Ministro fue extensa, acabada y contundente. Contes- tó


Chaves con un "discurso hecho" que no tenía ninguna relación con la ex posición del
representante del P.E., perdiéndose por los cerros de Ubeda. Entre tantos disparates que
dijo, sostuvo que "él había presentado antes libros de lectura mejores (El famoso
"Niño Paraguayo", de cómica recordación) y que hoy día "la lectura se aprendía en 8
días como con el Método de Madame Simón".

Respecto a este famoso Método de Madame Simón, la Comisión Técnica del


Uruguay se pronunció en la siguiente forma, que don Manuel parecía ignorar:
"En resumen, opino de una manera categórica que el 'Método Simón' no puede
implantarse en nuestras escuelas primarias, ni en los cursos nocturnos para
adultos porque no ofrece absolutamente ninguna ventaja sobre nuestros
métodos de enseñanza de acuerdo con el estudio hecho del método, y, en
consecuencia, con los resultados obtenidos en la experiencia realizada en el
Cuartel del Batallón 4 de Infantería por la propia autora del Método. Teófilo
Gratwohl".

143
Ahora, aprecian ponerse de acuerdo los colorados lopiztas con los componentes
de la "Liga de Acción Católica" para vapulearme de lo lindo. El órga- no por excelencia
de esta última, era "El Bien", “órgano del Sagrado Corazón de Jesús", según dice el mismo
en su acápite. Obedeciendo a instrucciones, iniciaron trabajos para organizar centros de
carácter religioso en los institutos de enseñanza. Fundaron, en el Colegio Nacional uno, y en
la Escuela Normal, otro. Se les dejó completamente libres, toda vez que sus actividades
fueran independientes del funcionamiento de las clases.
En la Escuela Normal, las niñas se dividieron en dos grupos antagónicos,
irreconciliables. Se pasaban las horas discutiendo, insultándose. Esa división es,
precisamente, uno de los efectos malos de la religión activa, como de la política, en los
centros de educación, que por su naturaleza deben ser de quietud, armonía, de
fraternidad. En los asuntos de la Escuela Normal no me “metí” como autoridad ni como
amigo; dejé todo a cargo de la directora del establecimiento, persona de entera confianza y
de responsabilidad. No obstante, hicieron correr la voz de que yo había prohibido la
circulación de cierto papel impreso.
Por intermedio de algunos organismos solicitaron los locales escolares para darse en
ellos enseñanza del catecismo. Elevé el pedido a la consideración del H. Consejo y esta
autoridad, haciendo uso de su facultad, y de acuerdo con las leyes, denegó la petición. El
enojo recayó sobre mí a quien consideraron el culpable de todo, el "masón", el
"hereje”, el "comunista máximo". Este era el calificativo de muerte que se daba al adversario
para anonadarlo, tanto en el Paraguay como en todas partes. Era la etiqueta de condenación
que se colocaba al adversario, como en la Edad Media para llevarle a la llama con el
aplauso general. En Centro-américa, en una de esas repúblicas tan menudas como el
Paraguay, ocurrió un levantamiento político en contra del abusivo presidente quien en un
“gesto heroico” hizo fusilar tranquilamente, con toda sangre fría a 8.000 infelices prisioneros
clasifica- dos por él como "comunistas". La prensa mundial se calló y el con quedó con la
conciencia tranquila después de aquella matanza.
La enseñanza laica en el Paraguay fue obra del educador Manuel Amarilla, quien
eliminó de la escuela la en-

144
señanza del catecismo, dejándola a cargo de los hogares. Y este carácter laico de la
instrucción primaria ha venido observándose escrupulosamente por todos los directores
generales, Pereira, Velázques y Riquelme que se sucedieron en el poder. Además,
ello fue consolidado por la incorporación de la enseñanza laica, al ideario del Partido
Liberal. Y, en mi carácter de director general de escuelas, no he sido el implementador de
tal sistema; no obstante me atribuyeron la respon- sabilidad. No la rehúyo, ni he
temblado cuando la injuria y la difamación aullaban en torno mío, ni cuando la calumnia
erizaba su cresta desde el pulpito (San Francisco) y la prensa.
Lo más ridículo y, a la vez, lo más triste, era la campaña de difamación lanzada
desde las columnas del ponderado "El Bien". Este periódico, aparte de los artículos
injuriosos que publicaba en contra mía, insertaba en un cuadrito permanente mi
nombre y el de Mr. Arthur Elliott, director del Colegio Internacional, como los dos
"jefes comunistas del Paraguay". Poco favor se hacían los exaltados periodistas con
confundir el "órgano del Sagrado Corazón de Jesús", que debía de ser puro amor,
candor, bondad, dulzura y justicia, con el órgano de un descaminado.
La jefatura del comunismo que se nos atribuyera o pudo ser verdad o pudo ser
mentira. Si hubiera sido verdad, el órgano del Sagrado Corazón de Jesús que es todo
caridad, cometería el pecado de la difamación que el Maestro condenó, porque trataría
de difamarnos ante la opinión pública, de perjudicarnos en nuestro buen nombre. Y si
hubiera sido mentira, incurriría en los pecados de la injuria y de la calumnia, ambos
pecados incompaginables con el Corazón de Aquél que fue todo justicia. Pero la verdad
es que ni Mr. Elliot ni yo somos masones ni mucho menos comunistas cuya ideología
está lejos de ser la nuestra. Unirme con él, inten-cionalrnente, para desprestigarme, era una
equivocación.
Por un lado, como Director General de Escuelas no procedía asesorado por nadie
que no fueran mi conciencia, las leyes, reglamentos, el Consejo y el Ministerio. Por otro,
era grato estar en la picota al lado de un hombre tan bueno como Mr. Elliott. Cuenta la
historia que en Santo Domingo, los españoles estaban por quemar a un infeliz cacique
por el delito de la herejía, y que al acercársele un sacerdote que le instaba a dejarse
bautizar para ir al cielo, pregunto el infeliz: "Dígame, Padre, ¿adónde van los
españoles

145
después de muertos?” . "Al cielo, hijo", le contestó el sacerdote. El indio prefirió morir
sin bautizarse para no ir adonde van los españoles. Yo opté por estar en la picota
con un hombre bueno como Mr. Elliott y no con los difamadores, injuriadores, calum-
niadores.

El "Plan Dalton" ensayado en las escuelas "Manuel Amarilla" y "Brasil" iba


afirmándose más y mejor. La Dirección de la Escuela Normal de Profesores resolvió
iniciar su experimentación. Tenía fe en sacar de estos ensayos algo definitivo para la
didáctica paraguaya.

En eso se produjo un hecho inusitado. Unos cuantos "ultra-nacio- nalistas" se


instalaron un día en la Escuela "General Díaz", sección de Varones e hicieron una
fiesta al Mariscal López, haciendo cantar un himno escrito ex presamente para el
efecto por el Sr. O'Leary. La Dirección General no tuvo conocimiento del suceso,
sino por un suelto aparecido en "El Diario" en que se decía que al fin, "el pueblo había
obrado por su cuenta introduciéndose en la escuela para imponer el culto al héroe".

Es decir, una aprobación al atropello a un establecimiento de educación. Hice


averiguar lo ocurrido por intermedio del inspector. Pasé el asunto al Con- sejo que
resolvió prohibir la repetición y apercibió a la Directora. El asunto tu- vo su cola.
Ataques en "La Unión" e interpelación en la Cámara. El Ministro acudió y de fendió
el principio de autoridad. En el presente caso, el Consejo no había prohibido el
canto del himno al Mariscal, sino defendió la autoridad que ejercía sobre las escuelas
que no podían marchar cada una por su lado.

Publiqué en "El Liberal" unos "Consejos para el Niño Paraguayo" que tuvieron
los honores de su reproducción en "La Mañana", de Montevideo,con elogiosos
comentarios.

Me ausenté en abril al exterior para encontrar a Virginia, que venía sola de


Europa, anticipándose al marido que vendría en uno de los buques de guerra.
Cuando solicité licencia de la Escuela Militar de mis cátedras de Psico- logía y
Pedagogía, el director mayor Bray me demostró mala voluntad. Bray era del grupo
de "El Bien". Más tarde, me hizo objeto de una injusticia. Creo que más tarde probó
también la "dulzura" de la injusticia. Es la justicia inma- nente que existe en el mundo.
146
El 30 de abril estuve en Montevideo donde fui atendid o con distin- ción por
el Ministro del Paraguay, Dr. Higinio Arbo; por el director de enseñan- za, Dr. Carlos
Santín Rossi y otras personas de la administración escolar uruguaya. Allí volví a
encontrarme con la señora Esperanza Y, de Vüller, ex directora de la Escuela
Artigas.
Visité en compañía de ellos la Dirección General de Enseñanza, la Escue- la de
Malvín donde se ensaya el Método de Decroly bajo la competente direc- ción de la
señorita Olimpia Fernández, verdadera apóstol de la enseñanza de- crolyana pura;
visité la escuela al aire libre de la playa de Malvín; la Escuela "Pa- raguay", donde se
hicieron en mi honor grandes fiestas; comimos en Carras- co; asistí a un té en el
"Prado" y, luego, di una conferencia en el Museo Pedagógico.
Aquellas horas rápidas vividas tan intensamente en Montevideo, quedaron para
siempre grabadas en la memoria y me dieron como frutos reales la amistad del
ilustre soñador de la enseñanza reformada, Dr. Rossi. Con la conferencia celebré el
Día del Maestro, lejos de la patria.
Al día siguiente, a primera hora, me embarqué a bordo del "Conte Rosso" de
vuelta a Buenos Aires, en compañía de Virginia y su hijita.
Estando en Buenos Aires recibí una nueva y agradable noticia: el naci- miento de
Gustavo, ocurrido el 2 de mayo. Era el segundo nieto.
Fui invitado para dar una conferencia en la Escuela "Paraguay". La di el 2 de
mayo con la asistencia del Ministro del Paraguay, V. Rivarola, el Cónsul Dr. Candia, el
senador Albino Méndez, el Inspector Técnico General señor Julio F. Picarel y un
público selecto. "La Nación" se hizo eco de la Confe- rencia en los siguientes
términos:

"En la Escuela República del Paraguay el Director General de Escuelas del país
hermano, D. Ramón I. Cardozo, dio ayer una conferencia ante un auditorio
numeroso y calificado. Se hallaban entre los concurrentes el Ministro del
Paraguay, D. Vicente Rivarola; el Cónsul D. José M. Candia, miembros de la
colectividad, inspectores técnicos, gran cantidad de docentes y el inspector
técnico del distrito, Sr. Piedrabuena. La presentación del orador fue hecha por el
subinspector genera^
148
don F. Julio Picarel, versando la conferencia sobre el tema 'El estado de la enseñanza
primaria en el Paraguay'.
"El señor Cardozo comenzó manifestando que en su país existe la an- siedad
de elevar la cultura del pueblo. Mediante este amor a la educación se ha podido
llevar a la escuela el máximo posible de niños. En 1920 existían en el país 1.100
escuelas atendidas por 1.600 maestros y una inscripción de 69.000 alumnos. Hoy, una
década después, tiene 1.600 escuelas, 2.500 maestros y 105.000 niños inscritos. Esta
cantidad de inscritos —continuó— coloca al Paraguay en el tercer lugar en América. La
reforma escolar fue iniciada en 1926 de acuerdo con la ley del Congreso y el proyecto
presentado por el confe- renciante.
"Con esa ley se introdujeron las siguientes modificaciones: se estableció la edad
escolar de 7 a 14 años y de 9 a 14 para la ciudad y campaña respec- tivamente; se
clasificaron las escuelas en inferiores, medias y superiores o complementarias. La
primera de tres años, la segunda de cinco y la tercera de un año más.
"Agregó que la instrucción obligatoria, exigida por la Constitución para los
ciudadanos paraguayos se da en las escuelas medias y en las comple- mentarias
donde se imparte la preparación para el ingreso en los institutos secundarios y
normales. Participan del doble carácter de primario y secundario. Luego agregó que en
el plan de estudios se introdujeron asignaturas útiles y nuevas como la economía
doméstica, la puericultura, el conocimiento del Código Rural y de los trabajos
manuales. La enseñanza de la industrialización de las materias primas nacionales —
dijo— el cultivo de la tierra, el cuidado de aves y otros animales que constituyen el
complemento de la economía rural, son los caracteres fundamentales de la escuela
paraguaya. No hay una sola escuela sin huerta, chacra y taller. La escuela es
completamente laica, neutral y gratuita.
"La escuela paraguaya está orientada de conformidad con la escuela activa. El
magisterio paraguayo está preparado suficientemente para la nueva orientación de
la enseñanza. Pero no pretendemos revolucionar sino evolucionar. Se inculca a los
niños un hondo sentimiento de nacionalismo y un sincero

149
americanismo. El nacionalismo consiste en la veneración de lo pasado, el intenso amor
patrio, amor a lo que sea paraguayo y en la aspiración de hacer grande y próspera por la
paz y el trabajo.
“Manifestó al final que en Asunción existe una escuela de primera clase que lleva
el nombre de República Argentina, donde a los niños se les enseña a apreciar a esta
nación hermana y se cultivan los sentimientos de confraternidad. ´En ella – dijo – los
héroes paraguayos y argentinos son conocidos y se cantan los dos himnos cuyos acordes
son la ovación que las nuevas generaciones elevan a la grandeza de América´. La
concurrencia tributó al Sr. Cardozo generales aplausos, siendo felicitado por muchos de
los concurrentes”.

Este año, la inscripción en las escuelas nacionales, alcanzó la máxima, a 110.000, lo


que colocó al país en el segundo lugar en América. Mi satisfacción por este triunfo en la
realización de uno de los puntos de mi plan de acción – la enseñanza cuantitativa y la
mención del Paraguay, país chico y pobre, de clásica indiferencia, como ejemplo de los
pueblos que confían la grandeza de su porvenir en la escuela – me compensaba con creces
todas las amarguras que me proporcionaban los colorados y el general Schenone,
entonces Ministro de la Guerra, quien para desviarlas continuas interpelaciones de que
era objeto por la deficiencia de la defensa nacional, salía, casi en cada una de esas
interpelaciones, a echar toda la culpa sobre la escuela, la Dirección General de Escuelas
¡que no enseñaba el patriotismo!
En una de esas malandradas, los únicos que el pararon el carro, hablando claro y
bien, fueron Emilio García y Pastor Giménez, a quienes he quedado muy grato no por la
defensa sino por la justicia.
Como ya he dicho más atrás, la cantidad de inscritos en las escuelas de la
República, llegó a 110.000, máxima jamás alcanzada. Y esta cantidad es auténtica, real,
debidamente controlada por mí personalmente y por modestos, sí, pero honrados
funcionarios del Consejo Nacional de Educación que han trabajado a mis órdenes en la
recopilación de los datos numéricos y no “fantásticos” como dijera el diputado Chaves W..
Son exactos también los datos referentes a las demás naciones extraídas de los
documentos oficiales – las Memorias sobre Instrucción Pública de los departa-

15
mentos respetivos- y ratificados por los de la publicación oficial de Londres ya
mencionada anteriormente.

Dos visitas de capital importancia tuvo el Paraguay en aquellos días, la del Dr.
Baltazar Brun y la del Dr. Adolfo Ferriérre.

El Dr. Brun, eminente hombre público uruguayo ex presidente de la


República, gran demócrata que siendo jete de su país, dio un gran impulso a la
educación popular, vino al Paraguay en carácter privado, pero se le rin- dieron los
honores que le corresponden como gran ciudadano de América. Visitó varias
escuelas y dio una conferencia en la sala de actos del Colegio Inter- nacional. He tenido
el placer y el honor de conversar íntimamente con este gran amigo del Paraguay y
gran visionario de la democracia, sobre la idio- sincrasia de nuestros respectivos
pueblos en lo referente a la educación po- pular. Claro, yo no podía "paliquear" con
él sino sobre ese tema. Me per- mití informarle con entera verdad que el pueblo
paraguayo es eminen- temente amigo de la escuela, de la educación; que en el
Paraguay, las auto- ridades educacionales jamás se han visto obligadas a aplicar la Ley
de Edu- cación Obligatoria; que, al contrario, cada año se ve el fenómeno de niños
rechazados de las aulas por insuficiencia de capacidad de los institutos que no pueden
dar cabida al exceso de postulantes que se presentan espontá- neamente a pedir
asiento; son los padres de familia —y los campesinos más aún— los que "obligan a los
poderes públicos a abrir más escuelas para sus hi- jos". "Es admirable, me dijo; en
el Uruguay pasa al revés, mi amigo; allí hay resistencia entre las gentes del campo,
entre "los puesteros", hasta el extremo de que se tuvo que pensar en ofrecer
premios pecuniarios a los padres que hacen ingresar mayor número de hijos en las
escuelas".

El Dr. Brun se interesó realmente por la idiosincrasia de nuestro pueblo y


vaticinó grandes destinos en el porvenir: "Ojalá, amigo Cardozo, que los políticos no se
dejen llevar por sus pasiones subalternas y entorpezcan el libre y brillante
desenvolvimiento de la escuela paraguaya". ¿Simple cortesía? No sé; no se puede
penetrar los secretos del corazón humano, pero no había por qué fingir conmigo
que no sé usar la diplomacia de la mentira sino a sinceridad del corazón. Este
vaticinio se cumplió más tarde: los políticos entorpecieron el libre desenvolvimiento
de la escuela y la redujeron a un mon- tón de escombros.

151
El Prof. Férriére

Pero la visita que tuvo eco en el mundo pedagógico y marcó época en la


escuela paraguaya fue la del profesor Adolfo Férriére. El profesor Adolfo Férriére,
doctor en Sociología, Vicepresidente de la Liga Internacional de la Educación
Nueva, director adjunto de la Oficina Internacional de Educación de Ginebra,
redactor en jefe de la revista "Para la Era Nueva", autor de libros sobre la escuela
activa, cuyo apóstol era, etc..
No tenía ninguna relación con los educadores del Paraguay. Su venida fue
una suerte para los maestros. Hizo una gira por América Latina y, ya casi al
terminarla, al estar en Buenos Aires, "pensó en el Paraguay", no quiso volver a Europa
sin conocer el Paraguay legendario.
Le desanimaron, o mejor, trataron de hacerle desistir del viaje al Paraguay,
diciéndole: "No hay nada en el Paraguay; de allí nada va a sacar usted". "Il n'y a rien.
Vous ne verrez rien". (L'ecole Active dans L'Amerique Latine, pour Férriére). Es la
leyenda escrita y pronunciada en el Río de la Plata respecto al Paraguay y a las
cosas del Paraguay, la del dragón que impide la llegada al Paraguay de la corriente
civilizadora y que tanto entorpeció el progreso nacional.
"En el Paraguay no hay nada; ¿para qué queréis ir al Paraguay?" ¿Cuándo
desaparecerá este fatídico cartelito puesto por nuestros queridos hermanos de Buenos
Aires? Nos pusimos en campaña con el amigo Frotanilla para invitar a Férriére a que
visitara el Paraguay, pues teníamos ansia de aprender de él, y oír sus opiniones sobre
"lo que hacíamos". Consultamos con el Ministro, quien nos aprobó la idea y nos
prometió ayudarnos pecuniariamente.
Al fin, tuvimos entre nosotros al celebrado profesor Férriére que con Decroly,
Butts, Dewey, han propagado por el mundo las ideas y los principios de la escuela nueva.
Dio una serie de conferencias sobre la escuela activa (desgraciadamente en francés por
lo que muchos de los que debieran oírle quedaron en ayunas) y visitó varias
escuelas tanto de la Capital como de la campaña; dejó muchas impresiones escritas y
orales en torno al estado de la escuela primaria nacional y a la orientación de la
enseñanza. Una de las impresiones escritas es la siguiente:

152
"Existe un movimiento mundial tendiente a transformar la educación
empírica del pasado en educación científica; es decir, fundada en la psicología del
niño y en la sociología. Ese movimiento aspira al mayor bien del niño, de los
padres, de los maestros y de la Nación. La verdad pertenece a todos y todos la
desean así como el bien, pero muchos lo ignoran. Felices aquellos que conocen
la verdad y que aplican sus principios: ellos avanzan en la gran vía del progreso.
Yo no sabría decir hasta qué punto me siento feliz al encontrar en la República
del Paraguay, hombres como el Sr. Ramón I. Cardozo y el Sr. Julio Frontanilla y
educadores como María Felicidad González, Magdalena Sosa Jovellanos, María
Rodiño, Adelaida Rossi y sus colaboradores abnegados, que han comprendido en
teoría y ejecutado en la práctica los principios de la educación, según la
ciencia. Un hombre como Ramón I. Cardozo honra no solamente su nación sino
también la humanidad. La adaptación admirable de la escuela rural a las
necesidades rurales; la extensión magnífica de los trabajos manuales, la
coeducación bien comprendida y sobre todo los ensayos del trabajo individual
(Plan Dalton) son los comienzos de una evolución que puede ser maravillosa si
se ajustan a la modernización científica las escuelas normales. El progreso real y
definitivo del Paraguay debe fecharse para dentro de cien años a contar desde
1925, época en la que se pusieron en vigor los programas actuales y más
precisamente todavía, desde el 14 de julio de 1930 en que comenzó a aplicarse,
verdaderamente, por primera vez acá, la escuela del porvenir, bajo la forma del
Plan Dalton. Yo me ausento del Paraguay con plena confianza de su regeneración
social, moral y económica. En manos de los hombres que cité está este éxito si
persisten en la obra conforme a la razón, a la ciencia y al buen sentido. Adolfo
Férriére. Director Adjunto de la Oficina Internacional de Educa- ción". ("El
Diario", octubre 13 de 1930).

Otra impresión:

"Al margen de la instrucción Primaria. Ayer tuvimos el gusto de recibir la visita


del profesor Adolfo Férriére y la oportunidad de oír de sus labios conceptos muy
honrosos

153
para la instrucción primaria nacional tan denostada por los enemigos personales
de las autoridades educacionales. Es superfluo recordar la autoridad de que goza el
ilustre maestro suizo en la materia. Férriére con Decroly, la Monte- ssori y
otros forman la legión de los reformadores de la enseñanza primaria en
nuestra época. Dicha reforma es más bien una vuelta a la naturaleza como diría
un rusonÍano, escuela activa en reemplazo de la neoclasista, espontánea en lugar
de estricta, voluntaria en vez de dulcemente disciplinada y de colaboración entre
maestros y alumnos en lugar del sometimiento temeroso del niño al dómine.
Menos reglamentación y más atractivos naturales, nos dice el maestro al
recordar algunas de nuestras escuelas. Y el trabajo manual educativo, sin per-
juicio de la 'supremacía del espíritu' que es el principio cardinal de la nueva
escuela. Luego, despertar la delicada individualidad del niño, maleable y por eso
mismo sagrada. Respetar e interpretar las tendencias innatas del escolar porque
en su espontaneidad obedece a leyes profundas. No olvidar que cada uno tiene un
carácter perso- nalísimo, y, por ende, toda disciplina implica colaboración. La
coo- peración su superior a la concurrencia egoísta. La coeducación implica
ventajas positivas al permitir la influencia benéfica y recíproca y, finalmente,
ratificar que la escuela nueva busca la mayor dignificación del hombre. El ilustre
maestro se refirió extensamente al Plan Cardozo, a las autoridades
educacionales y sus funciones, la necesidad de atenuar algunos reglamentos muy
estrictos, de hacer desaparecer el régimen forzado que vive al son de campana y
tuvo frases alentadoras y elogiosas para las escuelas "República del Brasil" y
especialmente para la directora de la Escuela "Manuel Amarilla", cu- yo espíritu
comprensivo recalcó. La sección de trabajos prácticos de las referidas instituciones
fueron mencionadas honrosamente. Su juicio valioso terminó con apuntes a la
acertada orientación de nuestras escuelas y con el pensamiento que publi-
camos y que es la mejor respuesta a la apasionada, virulenta e injusta campaña
emprendida contra las autoridades educacionales, y prueba que la apreciable
suma asignada en el presupuesto se invierte útilmente por la educación del
pueblo. Transcribimos a continuación un pensa- miento escrito por el

154
profesor Férriére en el Álbum de la Escuela "Estados Unidos del Brasil". "Grande
es mi gozo al encontrar aquí la realización de la mayor parte de las ideas que
reconozco como verdaderas desde hace tantos años y constantemente
predicadas en mis libros y conferencias: valor del trabajo manual a base de
materias primas del país y oficios útiles para el país; y valor del trabajo individual
alternando con el trabajo colectivo y viviente, como se enseña aquí con el Plan
Dalton. Deseo un completo éxito en estos ensayos de los cuales depende el por-
venir del país. Adolfo Férriére. Asunción, octubre 3 de 1930". "El Diario" del 10 de
octubre de 1930".
Quedé completamente satisfecho con el juicio de Férriér e sobre mi
modesta obra: era la aprobación plena de la orientación que estaba dando a la
enseñanza nacional. ¿Qué más quería? ¿Qué me importaban las opiniones de "La
Unión", "El Bien" y de los loros del Congreso? ¿Qué podía valer la opinión de un
Natalicio W, de un Vasconcellos, de un Orué Saguier, de un Chaves, de un Montanaro, de
un Artaza y de toda la prosapia de gente que hablaban mal de la escuela, de la
orientación de la enseñanza sin saber lo que decían? Podían seguir ladrando a la
luna. Tenía a mi lado la opinión de un sabio, que me consagraba. En medio de aquella
"apasionada, virulenta e injusta campaña" de que hablaba "El Diario" había Llegado
a un fresco oasis de mi vida profesional a descansar de los quebrantos, al lado del
Dr. Férriére. Era un juez enviado por la Providencia para juzgarme ante mis injustos e
ingratos paisanos, y hacerme justicia, absolverme de las acusaciones vagas, inconcretas,
imprecisas que vibraban en torno mío. ¡Existe la justicia! ¡Llega, tarde o temprano, pero
siempre llega para humillación de los malvados!
Y como para cuando algunos quisieran atribuir la opinión del Dr. Férriére a
meras palabras de cortesía, a "zalamería" que no tenía por qué usar conmigo, y
menos en su opinión a la prensa y al Presidente de la República, a quien hizo las
mismas declaraciones.
De vuelta a Ginebra escribió el libro "L'Amérique Latine adopte l'Ecole Active",
ediciones Delachaux y Niestlé S.A.

V El autor se refiere a J. Natalicio González (N. del E.)

155
Neuchatel, París VIIe— en el cual se ratificó en su juicio y dijo cosas que no las dijo aquí
en el Paraguay. En Ginebra habrá estado completamente desligado de todo compromiso
de cortesía: descansadamente, en su sala de trabajo, el sabio se habrá entregado a
la reflexión sobre las cosas vistas en América y de acuerdo con su conciencia iluminada
por la razón, habrá estampado en las cuartillas el fruto de su inteligencia. ¿Qué dirán
los envidiosos, los que no son capaces de valorar la grandeza moral de nadie?
Transcribiré algunos párrafos confirmatorios del libro, que es poco conocido
por los pedagogos de mi tierra.

"El señor Ramón I. Cardozo es un hombre sabio y concienzudo; habla poco;


pero lee mucho. Ve claro, y su voluntad, hecha de paciencia, mueve montañas.
Las montañas de las inercias, de prejuicios, de las bestialidades humanas. Mis
amigos bondadosos de Buenos Aires me dijeron cuando me preparaba para partir
al Paraguay: "Allí no hay nada. No verá nada'. ¡Qué error! Marché de
sorpresa en sorpresa. Comencé por encontrarme con un hombre y una
revista: al señor Ramón I. Cardozo y 'La Nueva Enseñanza'. Encontré una escuela
rural meior adaptada a las necesidades rurales como no hallé en ninguna
otra parte mejor: preponderancia de la jardinería sistemática, teórica y
sobre todo práctica y de trabajos manuales; pequeñas industrias del país
practicadas con las materias primas del país mismo. Encontré la coeducación de
los sexos francamente aceptada, con división del trabajo útil; enseñanza de
menesteres de casa y de la puericultura a las jóvenes en todas las escuelas y
elementos de preparación profesional reservada a los varones.
"La causa de la escuela activa gana terreno. La escuela 'Perú' en los
alrededores norte de Asunción, es una escuela de tipo rural: la horticultura y la cría
de animales (pollos, palomas, conejos, abejas, etc.) son el centro de todo el
trabajo. La escuela de aplicación de la Normal de Profesores nos mostró el
juego de la carta geográfica del país en el suelo. Adolfo Férriére".

¿Qué dirán de esta opinión los enemigos de la escuela activa?

*** ***

156
El director de la Biblioteca de Rubén Ramos, Guayaquil, señor Rafael A.
Carrera F., me pidió las memorias de la Dirección General para "conocimiento de lo que
se hacía tan entusiastamente en el Paraguay".
Respondiendo a una invitación di en el salón de actos del Colegio Inter- nacional
una conferencia sobre "Los cuatro elementos de la educación", por Jones. Asistió una
concurrencia selecta y numerosa.
Ante la exigencia de la opinión pública, el Dr. Rodolfo González, Ministro de
Instrucción Pública, dio también una conferencia en el salón de actos del Colegio
Internacional, el 26 de agosto sobre la enseñanza primaria en Paraguay. La her- mosa
conferencia del Dr. González fue una nueva consagración del Plan Cardozo, del cual
hizo un estudio analítico y crítico. Rodolfo González demostró amplia- mente su
conocimiento del tema. No en vano los adversarios de la Cámara le ha- bían obligado a
estudiar la cuestión de la enseñanza primaria, pues probó domi- nio en la materia. En
toda la conferencia tuvo la gentileza de demostrar las bondades del plan de estudios y
de la orientación de la enseñanza. Era la primera vez que la más alta autoridad educacional
del país se pronunciaba en público en forma tan rotunda a favor mío y de mis obras. Los
enemigos quedaron con la boca abierta.
Con esta conferencia el Dr. Rodolfo González se despidió de la cartera, pues pasó
a la de Hacienda, siendo nombrado en su reemplazo el Dr. Justo Pastor Benítez. El Dr.
González desempeñó con altura y conciencia el cargo, fue un gran propulsor de la educación
y prestó en todos los instantes sus desinteresados apoyos en todas mis gestiones
escolares, así como en mi lucha en contra de los lopiztas.

*** ***

1930 — Ministerio del Dr. Justo Pastor Benítez

Durante el Ministerio del Dr. Benítez continué desarrollando mi plan de ac- ción
con éxito mediante la cualidad expeditiva que caracterizaba al Ministro y su apoyo a mis
gestiones. En efecto,

157
al formularle un pedido o una sugestión, si los encontraba bien, en el acto ordenaba la
tramitación y sobre tablas autorizaba la ejecución.
El 25 de noviembre hubo una gran exposición de trabajos manuales y
concentración de los maestros del XI Departamento escolar en Pirayú con asistencia del
Ministro, Dr. Benítez. Luego de haber asistido a otra en Capiatá el día anterior, pasé a
Pirayú en compañía del Inspector General de Escuelas, Prof. Emiliano Gómez Ríos,
donde se desarrolló un programa de fiestas de carácter exclusivamente escolar y
cultural. El Dr. Benítez dio una conferencia en la exposición y yo otra, en una velada
literario-musical efectuada en el Club situado en la estación de ferrocarril.

En esa velada, los maestros del XI departamento me entregaron un álbum


preparado por ellos y una medalla de oro en prenda de homenaje y de recono-
cimiento de mis labores escolares. Fue otro oasis encontrado en el camino de mi
vida de maestro y un mentís más que recibieron de parte de los maes- tros, aquellos
que me combatían sin tregua y sin razón.

Inicié una revisión y corrección de los programas analíticos de ense- ñanza


primaria en colaboración con los directores de escuelas y maestros más capacitados
para la labor. Siempre he sido de opinión que los programas de enseñanza, sobre todo
los analíticos, deben ser periódicamente revisados y co- rregidos para adaptarlos más
y más a las necesidades nacionales, para expur- garles del enciclopedismo, el mal de
todos los programas y para obtener unos realizables durante el curso. Todo programa
es un proyecto, como se sabe. Sólo la experiencia puede comprobar la viabilidad de los
proyectos. Para la corrección tuve en cuenta, además, las sugestiones y observaciones
que formu- lan anualmente los directores de escuelas. Así, al cabo de unos pares de
años más se tuvo programas convenientes.

Igualmente, reformé el programa de Psicología Infantil de las escuelas normales,


orientándolo hacia la Psicología Biogenética y Sociológica, de confor- midad con la escuela
activa.
El director de la Escuela "Paraguay", de Santiago, República Domi- nicana,
señor José Medina P., pidió publicaciones nacionales referentes a la reforma de la
enseñanza primaria. Se las remití el 23 de noviembre.
159
De acuerdo con unas conversaciones que veníamos celebrando unos cuantos
quijotes en el Gimnasio Paraguayo sobre la necesidad de intensifi- car la
enseñanza agropecuaria en la s escuelas como cumplimiento del plan de estudios,
propuse al Dr. Benítez l a f u n c i ó n de una Escuela Agrícola Expe- rimental en
Barrero Grande, anexa a la Normal. El objeto de esta escuela, eminentemente
práctica, era convertirla en escuela de práctica de la escuela de Barrero Grande;
escuela modelo para todas las escuelas rurales de la Cordillera; estación experimental
encargada de dirigir la enseñanza agrícola en las escuelas rurales de la misma zona.
El Dr. Benítez aprobó este plan y nos comisionó al Director de la Escuela
de Agricultura de Viñas-cué, Ing. Atanasio Fernández -entusiasta partidario de
la idea- y a mí para elegir en Barrero Grande el sitio, obte- ner el apoyo popular y
organizar allí una Comisión encargada de propiciar la idea en el departamento. Los
vecinos de Caraguatay me ofrecieron su concurso pecuniario si creaba la proyectada
institución en el pueblo de ellos. Pero yo opté por Barrero Grande, no sé por qué,
tal vez por un poco de simpatía que le tenía, por contar allí con la Escuela Normal,
por creerlo un centro agrícola de más fácil acceso a la capital y por la confianza que me
ins- piraron sus hombres principales llenos de grandes promesas, y de amabilidad. Nos
constituimos con Fernández en el lugar y dejamos organizada la Comisión, que
brilló por su inactividad. A pesar de todo, proseguí en mi em- peño y se estableció la
Granja bajo la dirección del Agrónomo D. José Be- nítez Chilavert. Se trabajó
mucho y bien, pero la población más amante de chismes que de la acción
constructiva, no cumplió su compromiso de ayudar a la Granja, con lo que ésta decayó.
El 24 de octubre ocurrió la muerte del Dr. Eligió Ayala, víctima de sus
impulsos y de las pasiones de su alma. Fue una perdida sensible para el Pa- raguay. La
instrucción primaria le debe mucho: durante su presidencia impulsó la edificación
escolar mejoro las asignaciones de los maestros, autorizó el au- mento del número de
maestros y de escuelas; se adquirieron muebles y úti- les, etc.. Algún día, este país
que no rinde culto sino a los héroes con espada al cinto, con el tiempo le reconocerá
sus servicios y le hará justicia. De mi parte, modestamente, sin que mi acto tenga valor
alguno, le rindo el homenaje, no co- mo a político por lo que en muchos puntos
disiento con él, sino por lo que ha hecho por la
161
educación popular. A mi juicio, es el mandatario que más atención prestó a la ins- trucción
del pueblo.
Ernesto Y. Suncar Méndez, profesor de instrucción primaria de Santo Domingo,
R.D. solicitó el envío de "La Nueva Enseñanza" por considerarla "como uno de los
boletines más interesantes que en este género se publican en América". (Carta del
1o. de Dic. de 1930).
El Dr. Benítez reformó el plan de estudios de enseñanza secundaria.
Este año —el 12 de junio— se casó mi hijo Efraim.

Año de 1931 —Ministerio del Dr. Benítez

En mi concepto, la culminación de mi labor educacional en la Dirección Ge- neral de


Escuelas, fue el Congreso Pedagógico que se reunió en la capital en los días de febrero del
año 1931. Fue un Congreso exclusivamente pedagógico con la triple finalidad inmediata de
estrechar la solidaridad entre los maestros con el conocimiento mutuo; comprobar el
estado de preparación del magisterio nacional res- pecto a la escuela activa y escuchar la
opinión del magisterio nacional sobre mis ideas pedagógicas, y discutir libremente con él
para rectificar rumbos y ratificar principios. Con la aprobación del Consejo y del Ministerio
de Instrucción, lancé la convocatoria. El resultado superó a mis cálculos tanto por el
número de los concurrentes como por el entusiasmo en las discusiones y el
conocimiento de los temas. Aquel torneo memorable marcará época en los anales
pedagógicos del Paraguay.
Asistieron a la inauguración el Presidente de la República, Dr. José P. Guggiari-,
el Ministro del ramo, Dr. Justo P. Benítez; el Rector de la Universidad Nacional, Dr.
Cecilio Báez; el Decano de la Facultad de Derecho, Dr. Justo P. Prieto-, el director del
Colegio Nacional, Ing. Juan B. Nacimiento y el Consejo N. de Educación íntegro. En tal
ocasión, el Ministro de Instrucción, Dr. Justo P. Benítez, pronunció en nombre del P.E. el
discurso inaugural y yo, el discurso académico a nombre del Consejo N. de Educación. En mi
discurso traté de definir con toda claridad posible los fines del Congreso y el significado y
alcance de los temas sometidos a sus deliberaciones, a fin de que nadie pudiera desvirtuar
los

162
nobles propósitos del torneo —como se ha querido hacerlo como se verá más adelante—
y definir mi propósito personal de dar origen en aquella Asamblea a una escuela
eminentemente paraguaya, independiente de toda influencia didáctica extraña, como
venía ocurriendo hasta hoy, pues la didáctica para- guaya no era sino una sucursal
grosera de la didáctica argentina, con libros, maestros, métodos argentinos. Sé que
esta idea de paraguayismo no les habrá gustado a todos; pero tengo fe en que algún
día se me reconocerá la paternidad de estas ideas emancipadoras en el dominio
espiritual y los que son hoy mis crueles detractores, tal vez cuando la justicia les guíe,
serán los paladines de la reivindicación. ¡Cuántos jóvenes paraguayos formados en las
escuelas normales nacionales no piensan sino con pensamientos extranjeros y, sin
embargo, siguen pensando así y eligiendo como caudillos intelectuales a los que
modelaron su mentalidad en instituciones extranjeras de acuerdo con la de ellos!
En realidad, creo que ya es tiempo de buscar la independencia espiritual.

Los ultranacionalistas no se avergüenzan de ver que el Paraguay es casi una


factoría argentina. Los bancos son argentinos; los coches de tranvía se adornan con
bandera argentina; la compañía telefónica, ídem; la compañía de navegación enarbola
bandera argentina y en lo intelectual, los colegios usan libros argentinos que en su
generalidad contienen ideas y pensamientos hos- tiles e injustos respecto de nuestra
nacionalidad; los niños llevan en sus manos li- bros de lectura argentinos y los
profesores de pedagogía de las escuelas nor- males hacen adoptar como textos de
Geografía obras argentinas y aprender ad litteram los métodos pasados como ar-
gentinos. Por donde se mire, por donde se vaya, donde se piense no se ven sino
elementos extranjeros como medios de desenvolvimiento moral y espiritual de la
población. Para mí, es bastante triste este panorama espiritual.

Quisiera ver todo nacionalizado. No debe creerse en una argentinofobia mía. No.
Admiro y aprecio a la gran Nación del Sur y reconozco que por una fatalidad geográfica
dependemos económicamente de ella. Hoy por hoy, la principal plaza para la colocación de
los productos nacionales es Buenos Aires y el bienestar de nuestro país depende de la
buena marcha de aquella nación hermana.

163
Creo modestamente que es deber de patriotismo, mientras se pueda hacer
lo contrario, mantener un estrecho vínculo con ella, como felizmente existe. Creo
también, lo mucho que le debemos en la formación inicial de nuestra cultura por la
influencia, apoyo y colaboración de hombres e instituciones. Pero, creo igualmente
que en lo espiritual ya no hay razón de ser para perpetuar la referida dependencia: que
ya es tiempo de sentir, pensar y generar indepen- dientemente de acuerdo con
nuestros propios espíritus y de nuestros pro- pios intereses, mas, sin infundir odio,
ni pasiones que separan. Está en manos del educador formar esta pedagogía paraguaya,
esa escuela paraguaya modela- dora del alma integral de la nacionalidad paraguaya.
La presidencia que ejercí fue algo difícil y laboriosa porque desde un co- mienzo
se manifestó en el seno de la Asamblea una tendencia marcadamente iz- quierdista,
dirigida desde afuera por Cosme Ruiz Díaz que quería llevar las deli- beraciones hacia
rumbos que respondían a sus intereses sectarios. Tenía a sus órdenes algunos jóvenes
maestros que hacían mociones y promovían discusiones de acuerdo a ideales trazados
y a inspiraciones recibidas. La presidencia sos- tuvo, en ciertos momentos, el principio
de autoridad con un poco de energía e impedía discutir temas fuera del programa oficial.
Había momentos en que el pequeño grupo disciplinado quería hacerse dueño de la
Asamblea para encauzarla hacia sus fines; pero con cuidado salvé la Asamblea de una
degeneración.
El Congreso deliberó durante ocho días cumpliendo con exactitud su
programa, y el día de su clausura, un espíritu nuevo flotó en el ambiente escolar,
promisor de liberaciones y de labor intensa.
La prensa nacional demostró poco interés en este esfuerzo cultural de los
educadores que vinieron de lejanos lugares para deliberar. Únicamente, las carreras del
Hipódromo eran más dignas de llenar columnas y páginas enteras.
En cambio, en el extranjero se lo siguió con interés. Cuando se conoció en el
Continente el resultado de las deliberaciones del Congreso Pedagógico, llega- ron
palabras de aplauso y de estímulo. Debo hacer notar que he recibido más ve- ces,
estímulo del exterior, de remotos países que de mi propio país donde no en- contré sino
espinas y dolores. Seguramente porque "nadie es profeta en su tierra".

164
Educación, importante revista de Arequipa, Perú, publicó bajo el título de
"Panorama Pedagógico del Mundo —Paraguay, pueblo en crisol—", un artículo del
que saco los siguientes párrafos más sobresalientes: "Ramón I. Cardozo, de la misma
manera que Sarmiento y como él tocado por la sublime locura de generar un pueblo
grande por obra de la escuela, está realizando la enorme tarea de renovar la enseñanza
en el Paraguay. Sorprende al observador atento la obra realizada por el profesor Cardozo
frente a las escuelas paraguayas. Al conocer las conclusiones oficiales del Congreso
efectuado en febrero, bien puede decirse del Paraguay que está en el crisol. Es decir,
fundiendo y depurando su propio metal". Educación, No. 1, noviembre de 1931.
Arequipa.
La Escuela Activa de Montevideo, dirigida por el profesor D. Blas S. Genovese,
gran propulsor de la escuela activa en su país y compañero de causa del gran Dr. Santín
Rossi, solicitó una colaboración mía sobre "la Escuela Activa en el Paraguay", que fue
publicada. Por tal motivo tuve el placer de recibir una amable felicitación del Director.
A pedido del Ministerio, redacté un plan de estudios y la reglamentación
respectiva para las escuelas de fábricas. Como siempre, la ley sancionada al respecto
está llena de imprevisiones. Como todas las demás que surgen al calor de
improvisaciones sentimentales, tendrá efímera existencia.
Tuve la grata visita de mi gran amigo el Dr. Carlos Santín Rossi, director de
enseñanza primaria y normal del Uruguay. El Dr. Rossi, médico psiquiatra era gran
amigo de la escuela activa y propulsor de ella en su patria. Dio hermosas conferencias y
llenó de idealismo a la escuela, aunque sea por un instante. Era un gran espíritu
romántico y caballeresco, propio de los hijos de la gran patria de Artigas.
A invitación de la Compañía Industrial de Pinasco, asistí en compañía de Emiliano
Gómez Ríos, Blas Garay y Emilio Saguier Aceval a la inauguración de la hermosa casa
escuela del Puerto. Es una casa moderna con muebles y útiles modernos. En tal oca-
sión, tuve la oportunidad de visitar el interior del Chaco y de fundar una escuelita
en un lugar llamado "Curupayty", a 40 kilómetros en el interior, donde dejé enarbolada
la bandera nacional en la punta de un alto mástil en señal de que allí un maestro enseña a
los niños las ideas de patria y libertad.
166
Ministerio del Dr. Eladio Velásquez

El Dr. Justo P. Benítez pasó al Ministerio del Interior y el Dr. Eladio Velásquez
ocupó la cartera de Instrucción Pública. Bajo el corto ministerio del Dr. Benítez he
realizado muchas ideas en el campo de la enseñanza primaria. Como ya lo dije,
espíritu abierto y expeditivo —aunque con algu- nas intermitencias de
autoritarismo y lenguaje satírico— me ayudó mucho en mi obra.

El Dr. Velásquez permaneció frente a la cartera corto tiempo.

En junio llegaron los barcos de guerra "Humaitá" y "Para guay". Tuve el


honor de ser incorporado a la Comitiva presidencial y asistí así, "de arriba", a la
llegada de las unidades a Humaitá donde el Presidente los fue a esperar. ¡Qué
hora solemne fue aquella! Un sol poniente fue testigo del alborozo de un pueblo,
al recibir a aquellas expresiones materia- les —aún necesarias desgraciadamente—
de su poderío. Es inútil; por más que seamos fervientes partidarios de la paz y de
los medios jurídicos para dirimir contiendas seculares, por más que odiemos la
guerra y soñemos con su eliminación de la vida de los pueblos por ser actos
atávicos de lo mucho que la humanidad aún tiene de animal, la presencia de la
grandeza mecánica hace conmover el alma y revivir instintos bélicos —surgiendo
del fondo de la subconciencia, de lo inconsciente— las notas marciales de los
clarines de guerra, únicos motores que mueven incontrarrestablemente a los
pueblos desde la más remota antigüedad.

El P.E. me encargó la cátedra de Pedagogía en los cursos preparatorios del


Colegio Nacional. En cumplimiento de mis funciones redacté el programa co-
rrespondiente. ¿Para qué la enseñanza de la Pedagogía en el Colegio Nacional? No es
para formar maestros ni profesores normales, sino para habilitar a los ba- chilleras para
que se desempeñen con más acierto en las cátedras que se les confía a falta de
especialistas. De acuerdo con este fin, comprendí que en un curso hay que
proporcionar el conocimiento sintético de la Pedagogía, sin profundizar ni menos
extender. Entonces, fijé en el programa las teorías sobre la enseñanza, educación e
instrucción; algo de disciplina escolar y un poco de métodos y procedimientos de
enseñanza, todo en forma sencilla y práctica, na- da de filosofía escrita.

167
El Dr. Luis Morquio, especialista en niños y presidente del Instituto Inter-
nacional del Niño en Montevideo, me invitó a asistir al Congreso General del Niño de
la misma ciudad. No asistí por falta de apoyo oficial.

*** ***

Ministerio del Dr. Justo P. Prieto

Dejó el Dr. Velásquez el Ministerio de Instrucción Pública y fue sustituí- do por


el Dr. Justo P. Prieto.
Cesó la campaña de los colorados en la Cámara, pero, en cambio, arreció en el
púlpito y en "el órgano del Sagrado Corazón de Jesús". Estaban empeñados en que se
enseñara el catecismo en las escuelas y emplearon todos los medios para presionar sobre
las autoridades. El Consejo se mantuvo inva- riable en cuanto a su opinión de que no
se lo debía enseñar, de acuerdo con los antecedentes en existencia, cuyo origen yo he
explicado anteriormente. La prohibición de la enseñanza religiosa, como dije, no era de
este Consejo sino de todos los que se sucedieron desde la época del profesor D. Manuel
Amarilla y apoyada por la juventud liberal. El Consejo estaba constituido por los Dres.
Justo P. Vera, Bruno Guggiari y Anselmo Jover Peralta y el señor Narciso Méndez Be-
nítez.
Algunas veces, D. Bruno deseaba cambiar de opinión, porque, seguramente,
presionaban sobre él y le querían convencer de que "la escuela estaba llena de
comunistas y que la única salvación era la enseñanza del catecismo", porque, en cierta
ocasión me dijo amistosamente: "Créame, Cardozo, que entre Moscú y Roma, yo optaría
por Roma".
Le explicaba que no era cuestión de opción sino de impedir que ambas cosas
invadieran los dominios serenos de la conciencia del niño; que en la escuela no había tales
comunistas como hacen propagar, por consiguiente, no había tales peligros; que yo, por mi
parte, antes que nadie no lo toleraría como no lo he tolerado; si alguien le vuelve a
decir que existe que tenga a bien concretar casos para tomar medidas enérgicas; si
él conocía a un maestro

168
comunista con prueba de su acción dentro de la escuela, lo denuncie para proceder sin
contemplaciones.
El solo hecho de afirmar sin prueba no es razón para convertir a la escuela actual
en campo de acción de los comunistas. Es que no hay casos concretos sino simplemente,
chismes; es que no se menciona, no se grita el nombre o el caso; por otra parte los
mismos padres de familia si tuvieran conocimiento, no tolerarían tales propagandas.
Un día, el secretario general del Consejo, Sr. Frontanilla, informó a la Dirección
General que el domingo, en “la hora católica” de la radio Z. P. 9, un sacerdote había
dirigido una alocución a los padres de familia respecto a la necesidad de la enseñanza del
catecismo en las escuelas, y en tal ocasión, atribuyendo al Consejo Nacional de Educación
la resistencia ilegal, incitó a los padres de familia a rebelarse contra la autoridad para
imponer la enseñanza porque “no nos han de impedir, dijo, esos cuatro gatos que forman
el Consejo de Educación a poner en práctica nuestra religión”. Llevé a conocimiento del
Consejo este hecho y la autoridad escolar resolvió elevar la denuncia al Ministerio,
considerándolo una falta de respeto a la autoridad nacional. El Ministerio pasó el caso al
Obispado y se produjo una propuesta de la autoridad eclesiástica, negando el
pronunciamiento del sacerdote en la forma denunciada.
La situación política iba complicándose cada vez más. Se sentía malestar por todos
lados. Descubierta una conspiración militar se tramó otra con anuencia de ciertos jefes
civiles. Conviene dejar constancia de que yo había roto definitivamente mis relaciones
políticas con el grupo de Modesto, por desafueros cometidos contra mi hijo Efraim sin
consideración personal; por no estar más conforme con la orientación que aquél daba a la
política y de acuerdo con las bases escritas que yo había presentado en 1928.
Yo estaba, entonces, dispuesto a colaborar en el restablecimiento de las normas
partidarias consagradas por los Estatutos, pero jamás para andar cons- pirando en contra
del gobierno.
En eso estalla el movimiento del 22 de octubre que epilogó en el suceso del 23,
lamentable desde cualquier punto de vista, máxime cuando las víctimas fueron
estudiantes y criaturas llevados al mitin por el entusiasmo inconsciente provocado por
ideas generosas. Si se hubiese sido más previsor, se hubiera evitado aquel

169
derramamiento de sangre de inocentes que ha servido para levantar la opinión en
contra del gobierno y ha producido rencores profundos difícilmente extirpables.

¿Por qué la Policía no tomó sus medidas de seguridad a tiempo puesto que los
acontecimientos del día anterior eran prolegómeno bastante elocuente? Para mí, la
responsabilidad recae sobre la Policía, y el Presidente estuvo ex traño a las
medidas, no ha sido el ordenador de la fusilería que se originó con la misma
nerviosidad del momento y del sentimiento del deber militar de la guardia de Palacio.

A raíz de este suceso, presentó su renuncia a la Cartera de Instrucción Pública,


el Dr. Prieto y fue sustituido por el Dr. Víctor Rojas. La conducta del Dr. Prieto ha dado
que pensar.

Ministerio del Dr. Víctor Rojas

La disciplina en el Colegio Nacional quedó resentidísima después de estos


sucesos. La autoridad de ciertos profesores que no estaban en gracia con el alumnado,
había desaparecido. Aquellos estaban clasificados en "buenos" y "malos", según su
afinidad política con el partido de Gobierno.

La prensa misma se hacía eco favorable de esta situación del cuerpo académico,
atacando a los maestros. Considerándome afectado por cierta opinión desfavorable
de la prensa respecto del cuerpo de profesores, elevé mi renuncia a mis cátedras
del Nacional y me opuse a aceptar el cargo de mi- embro del Consejo de Enseñanza
Secundaria. Claro, para actuar como consejero de educación se tiene que ser sin tacha
tanto ante la opinión pública como ante el alumnado.
El P.E. me devolvió la renuncia reiterándome su completa confianza, así como
expresándome no estar afectado por dichas opiniones periodísticas. Volví a mis cátedras y
acepté el cargo de Consejero de Enseñanza Secundaria.

Tuve la dicha de tener otra nieta: María Josefina, hija primogénita de Efraim. Con
ésta ya tenía cuatro: Elenita, Gustavo, María Virginia (Negra) y María Josefina. El abuelo
se sentía orgulloso de este hermoso e inteligente cuarteto angelical que, cual
170
ramillete florido, embalsamaba la existencia de quien iba subiendo penosa y
doloridamente la cuesta de la vida buscando el ocaso.
Se tramitaba la integración de dos direcciones de centros educacionales: las del
Colegio Nacional y de la Escuela Normal de Profesores. De esta última, por el retiro de la
señorita María F. González por haberse acogido a la jubilación. Para mí, como
Director General de Escuelas, me interesaba más la Dirección de la Escuela Normal
adonde había que llevar un buen maestro capaz de continuar la obra de progreso
cultural que se practicaba en aquel instituto. Me ofrecieron la Dirección del Colegio
Nacional; rehusé por estar encariñado con la dirección de la enseñanza primaria y normal.
D. Manuel Riquelme, ex Director General de Escuelas, residente en Buenos Aires,
desde la revolución de Chirife, se presentó como postulante a la dirección de la Normal.
Corrió la noticia de que, a pedido del interesado y sin oír al Consejo, a la sordina, el
P.E. iba a independizar la Escuela Normal del Consejo Nacional de Educación. Por tal
motivo, dirigí una carta confidencial al Dr. Rojas explicando, desde el punto de vista
pedagógico, la inconveniencia de tal medida para los intereses de la educación primaria
y normal dentro de nuestro régimen escolar, que requería unidad de la dirección
pedagógica de ambas enseñanzas. Me basé en las leyes nacionales.
El mismo señor Riquelme en una conversación que tuvo conmigo para
"solicitar mi intervención a fin de obtener la dirección de la Normal" pues querían
encargarle la del Colegio Nacional que él consideraba "un presente griego en aquellos
momentos", me informó confidencialmente que "el Presi- dente de la República
estaba empeñado en que se hiciera la separación de la Es- cuela Normal en caso de que él
fuera a esa dirección, pero que el no lo admitía porque lo mismo iba a marchar en
armonía con su amigo Cardozo, el Director Ge- neral de Escuelas".
Supe que el decreto ya estaba redactado. Pedí audiencia al señor Pre- sidente y
le hablé al respecto. El señor Presidente me dijo que el Sr. Riquelme había puesto dos
condiciones para aceptar la dirección de la Escuela Normal: la sepa- ración de ella de la
jurisdicción del Consejo Nacional de Educación y un sueldo mí- nimo de $10.000. Me dijo el
Sr. Presidente que, según el Sr. Riquelme, solamente en el Paraguay las escuelas normales
dependían del

171
Consejo. Expliqué al Sr. Presidente la falsedad de tal afirmación pues en todas las naciones
de América, excepto la Argentina ellas dependían del Consejo. Le demostré la
inconveniencia de tal medida que significaría un dislocamiento de nuestro sistema escolar
y una violación del espíritu y letra de la Ley del Consejo Nacional de Educación.
El Señor Presidente, convencido de la realidad, me prometió dejar sin efecto el
proyecto de la emancipación. En efecto, el profesor Riquelme fue nombrado Director
de la Escuela Normal de Profesores sin satisfacérsele en una de sus condiciones. Yo
comprendía que no era más que un aplazamiento.
La mentira es, para mí, uno de los más grandes defectos morales. El que miente
no tiene nobleza de alma, o por lo menos, altivez moral para sostener sus convicciones.
Este episodio me dio a conocer el calibre del hombre y me puso en condiciones de colo-
carle en el lugar correspondiente en el catálogo de "mis amigos". Naturalmente, tuve que
guardar bajo llave tal catálogo porque mi con- dición de superior jerárquico no me
permitía hacer "uso público" de mi juicio sobre el "subordinado".
Al contrario, le mostré buena cara guardando en lo más recóndito de mi corazón
la repugnancia y evité todo obstáculo en su camino. El hombre no podrá expresar
ninguna queja por dificultades opuestas a sus gestiones ante la repar- tición que de mí
dependía. Pero mi conducta futura ya estaba trazada defini- tivamente.
Di una conferencia en el salón de actos del Colegio Internacional sobre "La
Educación en el siglo XIX", con la asistencia del Ministro de Instrucción Pública, Dr. Rojas,
que la presidió, y de un selecto y numeroso público. En mi concepto -y perdón que me
juzgue a cada momento a mí mismo— fue la mejor conferencia que he dado en mi
vida de maestro. El trabajo fue publicado en "El Liberal".
Durante el último tiempo de la actuación de la señorita María F. González en la
Escuela Normal de Profesores, iniciamos con ella los primeros pasos hacia la "escuela
renovada". Se pusieron en ensayo el "Plan Dalton" y el "Método Winnecka" con bastante
entusiasmo y ciencia de parte de ella y del personal encargado de su ensayo.
Así, los maestros pudieron ver la práctica, la confirmación objetiva y concreta
de las teorías hechas en los libros. Sobre todo

172
el Método Winnecka fue un encanto mediante la inteligencia y el
entusiasmo de las maestras señoritas María Elena Rivarola y Lidia Chenú Bordón. La
señorita Rivarola demostró ser una verdadera artista en la preparación de los
materiales de enseñanza que se tuvo que improvisar y con- feccionar a mano, primero
por ser un ensayo y segundo por no disponer aún en el país de elementos litográficos
para el efecto.
La innovación se intensificó en el primer grado de estas escuelas
experimentales; inicié una verdadera revolución: suprimí el clásico horario
sustituyéndolo por un "plan de trabajo" y redacté un "programa de trabajo",
colocando al maestro en su lugar y al niño en su ambiente. El maestro dis- tribuiría los
trabajos del día y pasaría de un tema a otro según "el grado de in- terés" de la clase.
Este nuevo programa comenzó a dar excelente resultado; al menos los primeros pasos
fueron admirables. La escuela, o mejor, la clase así se convertiría en una continuación
del hogar. Tenía redactado los programas para el segundo grado cuando se produjo la
interrupción de mi carrera.
El "Centro Pro-Escuela Nueva" seguía trabajando con mucho entusiasmo; al
menos así demostraba aparentemente. Este Centro, afiliado a la asociación central que
funcionaba en Londres con la denominación de "Liga para la Educación Nueva" estaba
constituido por diez maestros que se reunían mensualmente a escuchar disertaciones
sobre temas referentes a las escuela activa y a la educación nueva en general, bajo mi
presidencia. Formaban parte de él: Emiliano Gómez Ríos, Julio Frontanilla, Federico
Meza, Adela Garcete, Gilda Carísimo, Esperanza Abram, Adela Ruiz, Mr. Arthur
Elliott, Lidia Velázquez y el que escribe. La finalidad del centro era hacer estudios
sobre la escuela nueva y propagar sus principios e ideales.

Comisión Pro-Escuela Nueva

Como una ampliación de este centro de estudios psicopedagógicos organicé


una "Comisión Pro-Escuela Nueva", encargada de estudiar el plan de acción, dotar a los
centros de experimentación de materiales de enseñanza y velar por la realización de los
propósitos. A mí me parecía que recién empezábamos la aplicación
173
práctica, como ensayo aún, de la escuela nueva y que de allí surgiría la didáctica
paraguaya nueva. Una dulce esperanza de éxito refrescaba mi espíritu después de
tantos esfuerzos y labor. El tiempo final se aproximaba.

Textos de exámenes

Para completar el cuadro de mis iniciativas reformistas, comencé el ensayo de la


aplicación de textos adaptados especialmente para el niño paraguayo, a fin de instruir a los
maestros en el manejo de ellos, y de conocer la importancia de ellos para dar "la educa-
ción a la medida" como proponen Claparéde y Binet-Simón. Quiérase o no, la pedagogía
del porvenir tiene que basarse en el conocimiento individual del niño puesto que se tiende a
salir del dominio de la pedagogía anonimista que pretende educar proporcionando en una
forma única la ense- ñanza. Extendí este ensayo a algunas escuelas normales cuyos
directores eran de espíritu renovable" y ponían su buena voluntad al servicio de la causa.
En tal ocasión, un director de escuela normal me escribió una extensa carta,
en contestación a otra mía, en la que le invitaba a colaborar conmigo en la reforma del
método de enseñanza por el lado normalista, diciéndome que "él era un profundo
conocedor de la pedagogía nueva, pues había leído todas las publicaciones aparecidas
sobre la materia; que era un sabio en ese sentido". ¡Mentira! Si no conocía ni por la tapa
las obras teóricas a que se refería.
En esa época llegó a mis manos, obsequio del autor, un libro de Ferriére
titulado: "L'Amérique Latine adopte l'Ecole Active", que contiene sus impre- siones,
juicios y críticas a los diversos ensayos de la escuela activa en la América del Sur, según
información recogida personalmente en su gira. Tal como yo lo expresara con
anterioridad, en el capítulo referente al Paraguay me consagraba elogiosamente y
ratificaba toda su opinión publicada en la prensa nacional respecto a la enseñanza
primaria del Paraguay. Asimismo, colocaba al Paraguay en un lugar muy distinguido en el
cuadro de las naciones de América. Era una voz de aliento más que me venía del exterior,
para restañar las heridas profundas causadas por mis buenos compatriotas.

174
Año de 1932. Ministerio del Dr. Víctor Rojas

En las vacaciones de este año se hicieron funcionar, por segunda vez las
"colonias de vacaciones" para niños débiles. Aunque lo ocurrido no tie- ne
importancia, relataré la historia de ellos por revelar alguna lección sobre el
egoísmo humano. Desde años atrás venía yo acariciando la idea de la creación de una
colonia de vacaciones para niños débiles. Con ese propósito obtuve la desinteresada
colaboración del Dr. Zanotti Cavazzoni, distinguido médico y filántropo. Visitamos
Areguá para hacer la instalación del plantel allí, de acuerdo con la opinión de él que
lo encontró superior a San Ber- nardino, y conseguimos el apoyo financiero de la
Comisión Pro-Tuberculosos. Mas, por dificultades surgidas en el seno de ésta, no
siguió adelante nuestra iniciativa.
En 1930 (carta del 5 de diciembre de 1930) me había hablado de la misma
idea la señora Elvira A. de Duran, vecina de San Bernardino, ofre- ciéndose a
desempeñar gratuitamente la regencia de la institución si se lle- vaba a cabo en
aquella población veraniega. Yo era entonces Presidente de la "Cruz Roja de la
Juventud" y esta comisión tenía fondos disponibles a cargo de su Tesorero, el Dr.
Gastón P. Vera. Pensé en aquel fondo y consulté sobre la posibilidad de disponer de ellos
para costear la Colonia, con el Dr. Andrés Bar- bero, Presidente de la "Cruz Roja
Paraguaya", por ser la de la Juventud, una sección anexa de ésta. Barbero aceptó
la idea. Entre él y la Sra. de Duran formularon las bases y condi ciones.
Partió la primera Colonia en febrero de 1931 y todo se hizo de acuerdo con
mi plan y los fondos de la Cruz Roja de la Juventud de mi pre- sidencia. Pero la prensa
tergiversó la cosa, sobre todo "El Diario", no sé con qué propósito, atribuyendo la
iniciativa y el costo de la Colonia al Dr. Barbero y una señorita que poco tuvo que ver
con el entierro. El Dr. Barbero se- guramente, por modestia que se caracteriza por ella, y la
referida señorita se callaron y... se quedaron con la fama y los aplausos. No reclamé
ninguna de estas cosas; me bastaba la satisfacción de ver realizado mi pensamiento
tan ansiadamente acariciado de tiempo atrás.
Recibí con fecha 20 de enero una carta de M. Juan Piaget, Director de la “Bureau
International d´Education”, de Ginebra, en la que, entre otras cosas me dijo:

175
"En el número próximo del Boletín de la Oficina aparecerá una apre- ciación
acerca de su obra, que la estimo muy interesante, por las ideas y su- gerencias que
contiene en materia de educación. Sobre todo, por el estudio que hace usted de los
principios de la escuela activa y las condiciones de aplicación en su país. Las
actividades de esta Oficina continúan am- pliándose, gracias a la comprensión y
simpatía de varios países, singu- larmente los países nuevos de la América Latina.
Después del Ecuador, Co- lombia nos ha dado su adhesión y en estos días
tramitaré su ingreso en calidad de miembro de la Oficina. Usted podría iniciar una
gestión análoga, con respecto a su país, que ha dado pruebas de un grande espíritu
evo- lutivo en materia de educación, y al que esta Oficina recibiría muy com-
placida".

De conformidad con esta indicación, la "Liga Internacional para la Edu- cación


Nueva, Sección Paraguaya" se afilió a la Central.

El Gimnasio Paraguayo convocó a sus socios y a las personas de buena voluntad


para estudiar y discutir problemas económicos, con la mira de convocar un Congreso de
Economía. A mí me correspondió estudiar la influencia de la es- cuela en el fomento de
la riqueza nacional. Presenté un estudio sobre "La Edu- cación y la Economía Nacional",
tratando de demostrar en forma patente la nece- sidad de orientar la enseñanza en sus
diversos niveles —primaria, secundaria y uni- versitaria— hacia la formación espiritual y
técnica de la juventud para desarrollar en ella la vocación al trabajo productor por
considerar a la escuela como factor que contribuye productivamente a ello.

El estudio contenía colaboraciones importantísimas de los mejores y más


preparados educadores nacionales, tales como las señoritas María F. González y Carmen
Garcete, y los señores Emiliano Gómez Ríos y Julio Frontanilla. Todo que- dó en aguas de
borraja como todas las cosas nuestras por falta de voluntad. Creo que la abulia es una
enfermedad nacional.

La señorita María F. González, como dije más atrás, dejó la dirección de la Escuela
Normal de Profesores para acogerse a la jubilación después de haber desarrollado al
frente de aquella primera institución normalista, una labor meritoria e inteligente.
El personal enseñante de la Escuela Normal constituyó una Comi-

176
sión bajo la presidencia del Dr. Justo P. Prieto para rendir un*justo homenaje a la reputada
educadora.
La Comisión solicitó mi concurso para que yo pronunciara el discurso de
ofrecimiento de la fiesta. Acepté complacido porque quería exteriorizar públi- camente mi
estima a la obra de la educadora que fue en todo tiempo mi inteligente colaboradora
y quería, a la vez, aprovechar la circunstancia para dar una lección de moral dedicada al
ejército de ingratos que formaban el llamado Magisterio Nacional. La fiesta se realizó en
el Salón de Actos Públicos del Colegio Internacional con numerosa concurrencia.
Cuando llegó la hora, leí mi conferencia sobre la personalidad de María F.
González como educadora. Y hablé con entera sinceridad, con el corazón en la mano y
proclamando sus virtudes de maestra. Mis palabras produjeron impresión en el auditorio
y muy especialmente en la homenajeada que, seguramente, no esperaba tales elogios
de su merecimiento. Me quedé satisfecho y tranquilo porque descargué mi conciencia
diciendo lo que quería decir. Que se haya reconocido mi acto, no sé, ni me interesa
saberlo porque en toda mi vida no he buscado el aplauso de mis paisanos sino la
conciencia del deber cumplido y dejar lecciones para la posteridad. Al tiempo le doy
tiempo, como dice un poeta, porque sé que el tiempo disipará las intrigas e infamias
con que se ha sembrado el camino de mi vida.
Presenté a la Comisión de la "Liga de Educación, Sección Paraguaya" un trabajo
consistente en un estudio sobre las ideas filosóficas y religiosas del Dr. Adolfo
Férriére, el "leader" amigo de la escuela activa. Este mismo trabajo lo leí en
conferencia pública en el Colegio Internacional. Fue mi última confe- rencia.
La revista "Recueil Pedagogique", órgano de la Sociedad de las Naciones, se ocupó,
en un lugar especial -entre las novedades del mundo pedagógico- de la "educación
nueva en el Paraguay", haciéndose eco del libro último de Férriére.
Accediendo a un pedido del corresponsal de la Sociedad de las Na- ciones,
incluí en el programa de Instrucción Cívica, una información sobre la so- ciedad, como
medio para difundir entre los educandos y, por medio de ellos, preparar la mentalidad
de las generaciones, el conocimiento de la importancia y valor de aquella entidad
social llamada -si el factor hombre no flaquea- a mantener la paz del mundo, en
realización del idealismo de Wilson.

177
"The New Era", de Londres, órgano de la Liga Internacional de la Educación Nueva
se ocupó elogiosamente en su número de enero de 1932 de mis trabajos pedagógicos en
el Paraguay. Del exterior, me han llegado siempre voces de aliento.
En mayo de este año hice una excursión de Semana Santa a San Antonio,
departamento de Villarrica, en compañía de Aníbal García, Miguel Ángel, Monlecho y
Carlos. 1/ Si no fuera por la lluvia persistente e intensa que "incidentó" el viaje, el
paseo hubiera resultado espléndido. A pesar de todo, grande fue mi placer al volver a
recorrer, después de muchos años, aquellos lugares por donde había andado tantas veces
cuando joven. Fue una hermosa ex- cursión con que me obsequió mi amigo Carlos. A la
vuelta, estuve en el pueblo de "Natalicio Talavera", donde los vecinos me obsequiaron
con una recepción y un opíparo banquete donde se consumió abundante vino nacional.
Esta visita a la interesante población no fue inútil para los intereses escolares de la
loca- lidad porque hice elevar la categoría de la escuela y nombrar una maestra más que
necesitaban por el número de elevados alumnos y por el interés que mostraban los

vecinos en su establecimiento de educación donde actuaba como directora una ex alumna


mía en la Escuela Normal de Villarrica. Por tal motivo, recibí de los vecinos una hermosa
carta de agradecimiento.
En abril de ese año se realizó en Villarrica la inauguración de los cursos del Colegio
Nacional. En tal ocasión, el Director de la institución, el talentoso joven Dr. Alberto Rojas,
pronunció un discurso hermoso por su forma y que mereció los elogios de la gente local
y de la capital, pero que a mí me produjo una honda sensación de amargura.
El joven intelectual, como reflejo fiel de los de su generación, silenció en su discurso
el hecho histórico de que por esa institución fundada en 1870 pasaron ora como directores,
ora como catedráticos, maestros como Atanasio C. Riera, Simeón Carísimo y Delfín
Chamorro, honras del profesorado y padres de la intelectualidad guaireña. No concibo la
ingratitud y la injusticia en el corazón de la juventud. Para mí, estos vicios son más
bien propios de los

1/ El autor se refiere a su yerno Miguel Ángel Gatti, a su hijo Ramón I. Cardozo (h) y a su amigo Carlos
Chase. (N. del E.).

178
hombres corrompidos por la acción perversa de la sociedad; pero la juventud de- be
tener el alma de armiño y el espíritu noble y ele vado. ¿Cómo esa juventud
pedagógica enseñará la moral cívica si no es justa, si no es gene- rosa? Sin
embargo, la prensa entera le aplaudió por el discurso, hermoso por su forma,
pero inmoral por su fondo envenenado.
¿Qué porvenir nos espera a nosotros que con un poco de idealismo nos
dedicamos a la educación de la juventud si ella misma se encarga de re- legarnos a los
fondos del olvido? Ah, juventud decrépita, que te apuras por de- salojar a los maestros
de los sitios conquistados por mérito, para ocuparlos. ¿Por qué te apuras?
¿Acaso no ocuparás tú, a tu tiempo, mayor pre- eminencia porque eres más
ilustrada y más moderna? ¿Por qué no respetas siquiera las augustas manos de los
que fueron tus mayores, de los que te precedieron en la lucha por la cultura nacional
aunque sea más modestamente, de los que también, a su turno, te dieron algo de su
espíritu, algo de su en- tusiasmo, para que tú fueras lo que eres? O ¿crees,
acaso, que fuiste hija de ti misma?
En la Escuela "General Díaz" de la Capital se produjo un nuevo con- flicto.
La Directora de la Sección de Niñas era de espíritu muy liberal hasta el ex tremo de ser
catalogada entre los "comunistas". Por más que se la ha vigi- lado estrechamente,
nunca se ha podido comprobar su "comunismo".
Pero los sacerdotes del Colegio de los Jesuitas, empeñados también en la
campaña de la Liga Católica, resolvieron armarle una zancadilla. Para provocarle
un conflicto y obtener una manifestación que sirviera de base para acusarla
públicamente, publicaron un volante en contra de ella e instala- ron frente al
mismo portón de la escuela, entre semana, durante las horas de clase, una tribuna
en donde predicaban asuntos religiosos desatándose en contra de la Directora.
Nadie niega el derecho de hacer propagandas religiosas ni el de o- cupar las
calles y lugares públicos para el efecto; lo que no es bueno ni con- veniente, es el
"propósito" de provocar conflictos, de alterar el orden. Producida la denuncia,
comisioné al inspector de escuela Don Federico Meza para informarse de la
verdad y buscar una solución a fin de evitar la producción de un desorden y el mal
ejemplo a los escolares. El inspector consiguió que los sacerdotes encargados de
esas propagandas cambiaran de lugar y se

179
ordenó a la Directora absoluta discreción en sus actos y palabras. A pesar de esto, se
repitieron las manifestaciones, hasta se produjo un desorden provocado por una
estudiante. Entonces elevé la denuncia a conocimiento del Ministerio.
Los vecinos de Concepción solicitaron telegráficamente de la Dirección General
de Escuelas, la participación de los escolares de la localidad en la re- cepción al nuevo
Obispo Diocesano, Monseñor José Sosa Gaona. Considerando que era un acto
exclusivamente popular, autoricé la participación solicitada. Creo que no he
violado ningún reglamento.
El Director de la Escuela Normal de Villarrica se vio envuelto en un serio conflicto
con los alumnos y vecinos. Las autoridades locales y los caudillos situa- cionistas pidieron
al Presidente de la República la separación del Director de su cargo. Conocedor yo de
que en el asunto no había sino un exceso de amor propio, por un lado, y una
intrusión foránea inconveniente, por otro, sostuve al Director en su cargo haciendo
cuestión de estado por él. Se resolvió el con- flicto dejando a Barrios en su cargo. Está
en el grupo de aquellos que retribu- yeron con ingratitudes los bienes recibidos, porque
ni me saluda más.
En el mes de julio ocurrió un conflicto escolar en la Escuela Normal de Barrero
Grande. Un grupo de alumnos se declaró en huelga pidiendo la se- paración del cargo
de una parte del personal. Al recibir la comunicación co- rrespondiente del Director del
establecimiento, consulté con el Ministerio la ac- titud que convendría asumiera la
Dirección General de Escuelas. Esta consulta la hice por más que no había necesidad de
efectuarla por estar el caso previsto en el reglamento, atendiendo la situación política del
Gobierno.
Previa consulta, a su vez, con el Presidente de la República, el Ministro me
aconsejó no tomara ninguna medida violenta en defensa de la disciplina para no dar
lugar a una generalización de la huelga estudiantil; que obrara nada más que dentro
del reglamento, dejando que los alumnos se eliminasen a sí mismos. Informé al
Consejo sobre el particular y éste resolvió no oponer la fuerza a los huelguistas, y que el
Director del establecimiento instruyera un su- mario y aplicara el reglamento a la
inasistencia, de acuerdo con el criterio del Poder Ejecutivo. Así se procedió en la
emergencia; la dirección del estable- cimiento ciñó su proceder a las instrucciones
recibidas. Se produjeron algunos de- sórdenes callejeros

180
de los que es responsable la Policía. La escuela funcionó con un grupo no huelguista
aunque con dificultades.
Cuando los alumnos rebeldes llenaron el número reglamentario de faltas,
quedaron expulsados. Así quedó la cuestión en espera del tiempo que fue poco a poco
normalizando la marcha de la escuela. Resumen: el Consejo intervino en su
oportunidad y el conflicto estaba terminado. Hay que hacer notar que el jefe de los
huelguistas era sobrino del Presidente electo de la República.

15 de agosto de 1932 — Presidente de la República,


Dr. Eusebio Ayala, y Ministro de Instrucción
Pública, Dr. Justo P. Prieto

Se produjo el cambio de Gobierno: dejó el poder el Dr. José P. Guggiari y lo


ocupó el Dr. Eusebio Ayala, quien llevó al Dr. Justo P. Prieto como Ministro de
Instrucción Pública.
Cumpliendo con mi deber, el 16 de agosto fui a saludar al nuevo man- datario
así como a mi nuevo jefe, y a la vez, entregarle mi renuncia escrita. El Dr. Prieto me
aseguró que no había por qué renunciar al puesto y que gozaba de la plena confianza del
nuevo Ministerio. Le supliqué que me hiciera el favor de hacerla llegar a mano del señor
Presidente de la República, a quien quería dejarle completa libertad para organizar la
Administración Pública con personas de su confianza. El Dr. Prieto accedió a mi pedido.
Luego, me preguntó sobre las nove- dades escolares. Le informé minuciosamente de ellas,
y le recalqué sobre la huel- ga escolar de Barrero Grande a la que se había dado
solución de acuerdo con el criterio o parecer del Ministerio anterior consultando
intereses públicos del mo- mento. Se manifestó conforme y me retiré.
Así pasaron los días. Más tarde tuve conocimiento que se había cons- tituido
en Barrero Grande, invitado por unos parientes del Señor Presidente. A su vuelta, me
envió un largo oficio lleno de consideraciones sobre la disciplina y con el final de que "con
sorpresa se había enterado del conflicto escolar de Barrero Grande al cual no se había
dado solución alguna ni en el cual había intervenido el Consejo".
Mayor fue mi sorpresa al leer las manifestaciones del señor Ministro, llenas de
falsedades propias para incidentar, y porque no

181
usaba conmigo en mi carácter personal que merecía algunas atenciones y, mucho menos
con la Dirección General de Escuelas, las consideraciones jerárquicas co- rrespondientes.
Debió llamarme a su despacho para conversar conmigo, con su alto jefe de repartición
sobre sus impresiones recogidas en Barrero Grande y buscar de común acuerdo una
solución si él traía alguna promesa política de allí, en vez de enviarme la nota larga,
fastidiosa, falsa e insidiosa que estaba de más si, existía buena voluntad y la confianza
que expresara anteriormente.

Contesté con otra igualmente extensa nota, en forma correcta y respe- tuosa,
haciendo recordar al señor Ministro de mi conversación del 16 de agosto so- bre el
conflicto estudiantil y volviendo a repetirle que el tal conflicto estaba solu- cionado según
el Consejo y que esta autoridad había intervenido en su opor- tunidad. Después,
conversamos personalmente sobre el mismo punto vol- viendo a darle una explicación
verbal amplia. El Ministro insistió en que el asunto no se había resuelto y pidió la reunión
del Consejo para tratar el punto.

Se reunió el Consejo, el que le contestó en los mismos términos de la Dirección


General. Había, pues, dos criterios opuestos sobre el mismo tema: el del Ministerio que
creía en la no solución del conflicto y el del Consejo que afirmaba que sí. Esta última
autoridad tenía la razón, había dado corte al asunto con la conveniencia y el reglamento.
Si el Ministerio hubiera reprimido su ímpetu autoritario y sugerido al Consejo por las vías
legales una reconsideración de su re- solución, creo que la autoridad escolar, por amor
a la concordia y el respeto al Ministerio, la hubiera revisto y todo, armónicamente, se
hubiera solucionado. Pero no, el Ministerio reveló desde el primer momento su mala
voluntad respecto del Consejo y quiso tratarlo, como lo ha hecho más tarde, como trapo
sucio.

El Ministro cambió de actitud con el Consejo tratándole con aspereza, ner- viosidad
y desconsideración. Todos sus actos posteriores se dirigían a disminuir las facultades de la
alta autoridad de Educación, como se verá por los siguientes he- chos. Ocurrió un conflicto
escolar en Concepción, entre la Directora de la Escuela Superior y una de las maestras.
Este hecho caía bajo la jurisdicción exclusiva del Consejo, por ley y por reglamento.

182
Todos los conflictos interescolares corresponden a esta autoridad y nunca jamás el
Ministerio intervenía en ellos; todos los Ministerios respetaban la au- toridad escolar y
la dejaban desenvolverse libremente. La Dirección General de Escuelas resolvió, en uso
de sus facultades, intervenir en el conflicto hacien- do instruir un sumario. Para
el efecto ordenó al inspector de la zona se cons- tituyera en el lugar. Como era de
práctica, solicité del Ministerio órdenes de pasaje para el inspector comisionado. El
Ministerio contestó ordenando que se eleve a su conocimiento la denuncia del
conflicto. Se veía a las claras el propósito de obstaculizar la acción de la Dirección
General en un asunto de or- den interno; hasta entonces la Dirección General de
Escuelas era la única auto- ridad que gobernaba a las escuelas de acuerdo con el
Consejo. Era el comi- enzo de una capitis diminutio del principio de autoridad, En
cumplimiento de la orden, elevé los antecedentes. Después no supe qué había hecho
de ellos.
Luego vino otra nota en la que interpelaba a la Dirección General de
Escuelas sobre la autorización dada a la Sanidad Militar para ocupar el local de la
Escuela "Perú" como hospital de sangre. Otra intervención. Contesté también este
pedido de informe, pero la nota de contestación fue una renuncia indeclinable.
Reuní, a la vez, al Consejo y puse en conocimiento de él lo ocurrido. Por un acto de
solidaridad conmigo, presentaron también su renuncia todos los miembros: los
doctores Jerónimo Riart, Justo P. Vera, Bruno Guggiari y Anselmo Peralta.
No me correspondía otra actitud. El Ministro, impulsado no sé por qué
idea o propósito, estaba empeñado en menoscabar la autoridad del Consejo Nacional
de Educación; se arrogaba sus facultades legales, cau- sándole una capitis
diminutio. El que puede lo más, puede lo menos, dirá más tarde. Muy bien; pero el
procedimiento empleado por el impetuoso Mi- nistro no era normal. El Poder
Ejecutivo puede decretar la intervención del Consejo si cree que en el seno de
esta autoridad hay algo podrido; el P.E. puede pedir explicaciones sobre actos y
cosas de la administración escolar. No desconozco las facultades constitucionales.
El Consejo Nacional de Educación, desde 1889, año de su crearon, había
gozado siempre, ante los gobiernos que se sucedieron y la opinión pública, de
prestigio y preeminencia de alta autoridad de educación, en toda su plenitud.
Jamás, gobierno

183
alguno le había atropellado como éste. Siempre se le dejó en goce de sus fa- cultades y
atribuciones legales. Yo, en ningún sentido, iba a permitir que el Con- sejo fuera
atropellado y maltratado por mi causa, si yo fuera el culpable; ni seguir ocupando un
cargo si no podía hacerlo con dignidad y rodeado de las consi- deraciones y respeto que
por mi investidura me correspondían.
Más vale retirarse con dignidad del cargo que desempeñarlo sin dignidad.
Indudablemente, si yo fuera a humillarme ante el atolondrado Ministro, todo hubiera
pasado y el Consejo como la Dirección General de Escuelas seguiría su existencia, pero...
como ha seguido después, sin prestigio, ni dignidad. Jamás he desempeñado ni
desempeñaré cargo alguno sin altivez ni honradez.
En realidad, no he sabido la intención oculta del Ministro para cambiar así su
conducta. Puede ser que haya cambiado de opinión respecto a mi permanencia en el
cargo, puede ser que haya tenido su intención de llevar a él a alguna persona de su
círculo. Como había dicho, no hacía un mes que me había pedido continuara colaborando
con el Gobierno por tenerme entera confianza tanto él como el Presidente de la
República.
¿Cómo iba a ser hombre de confianza de ellos cuando han usado con- migo una
gran y aplastante desconsideración que ningún jefe educado y decente emplea con el más
humilde de los empleados? ¿Dónde estaba la confianza? ¿Qué concepto tenían de la con-
fianza? No. La actitud del Ministro y la del Presidente que la respaldaba con su
indiferencia búdica, me indignó hondamente, me hirió en lo más profundo de mi
corazón, mató en mí todo el entusiasmo que tenía por la causa de la educación
nacional, toda la inmensa fe que me alumbraba en el camino de mi vida de maestro.
Fue como un terremoto que conmovió todo el cimiento de mi espíritu y secó el
manantial cristalino de mi cariño, como secan, de repente, esos fenómenos sísmicos las
fuentes de donde brotaban las aguas azules de los valles.
Me formé la firme resolución de retirarme de la docencia oficial, cerrar la página
del libro de mi actuación en el magisterio público y no colaborar más, ja- más con ese
gobierno. Desde entonces no he vuelto a ver al Presidente ni por asun- tos ajenos al
profesorado.
Seguramente, el Ministro habrá creído que mi renuncia no fue sino obra del impulso
momentáneo, de una reacción violenta pro-
184
vocada intencionalmente por él, sea para demostrar su prepotencia o sea para
hacerme pasar por las horcas caudinas de la humillación. El no conocía que el
hombre no vive solamente de pan, del mendrugo de sueldo que el Estado pasa
al funcionario, sino también de la dignidad que es lo único que eleva y leva nta;
ni conocía que no se puede menoscabar impunemente la personalidad ajena.
El hombre estaba nervioso, y contagiaba con su rabia al Presidente. Para que
se vea en forma palpable la nerviosidad del Ministro en aque- llos momentos
voy a transcribir a continuación el precipitado decreto que consiguió arrancar del
Presidente de la República, por el que "separa" las es- cuelas normales y de aplica-
ción respectivas de la jurisdicción del Consejo Na- cional de Educación, por el que
"arranca" aquellas instituciones de su legí- tima autoridad, desarticulando así
violentamente el sistema de educación nacional con grave detrimento para la
salud de las escuelas, a razón de mi renuncia, como si quisiera "aprovecharse"
del momento o asestar otro golpe más al Consejo en la tarea de la disminución de sus
funciones. Triste tarea de mutilación de un organismo sano, viviente.

"Asunción. Octubre 21 de 1932.

Considerando que la Ley de Creación del Consejo Nacional de Educación, de


fecha 15 de julio de 1899, determina que este organismo tiene bajo su
vigilancia y dirección técnica la instrucción primaria de la República; que por
Decreto No. 13493 del P.E. se puso bajo su control la Escuela Normal del
Paraguay y la Escuela Normal de Profesores; que posteriormente, mediante
disposiciones legales, se han creado otras escuelas normales para la formación
de maestros; que es menester que el Consejo N. de Educación restrinja sus fun -
ciones a las que le fueron señaladas por su Ley Orgánica; y siendo anexas a
las escuelas normales, las respectivas de Aplicación.

El Presidente de la República decreta:

Art. 1. La Escuela Normal de Profesores "Presidente Franco" y to- das las


escuelas normales de la República dependerán en adelante di- rectamente del
Ministerio de Justicia,

185
Culto e Instrucción Pública, hasta tanto se dicte la reglamentación co-
rrespondiente. Art. 2. Las escuelas anexas de Aplicación dependerán
igualmente del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública por in-
termedio del director de la respectiva escuela normal. Art. 3. El Minis- terio
de Justicia, Culto e Instrucción Pública queda autorizado a regla- mentar el
funcionamiento de las mencionadas escuelas. Art. 4. Quedan vigentes las
disposiciones del Decreto No. 13443 que no se opongan a lo dispuesto al
presente Decreto".

Como se ve por la mala redacción, por la falta de sintaxis, por la falta de


unidad ni fundamento alguno, este decreto es hijo de la precipi- tación, de la
nerviosidad. Fue engendrado en un momento de neurastenia; por eso salió
contrahecho e ilógico.
Dice que "es necesario o menester que el Consejo N. de Educación (. .. )
restrinja sus funciones" pero no dice la razón de esa necesidad. ¿Por qué el Consejo,
incluida la Dirección General, es incapaz de dirigirlas y administrarlas? ¿Ha ocurrido
algún caso de abandono? Tal vez sea el de Barrero Grande, pero éso sería desde el
punto de vista muy personal del señor Ministro. El Art. 1 dice

"La Escuela Normal de Profesores 'Presidente Franco' y todas las escuelas norma- les de
la República". ¿Por qué no dice sencillamente "Las escuelas normales de la
República"? A las claras revela el objeto primordial del decreto, la sus- tracción de
la Escuela Normal de Profesores de la jurisdicción del Consejo, conforme a presiones
hechas.

El decreto reconoce que la Ley del 15 de julio de 1899 pone bajo la vigilancia y
dirección técnica del Consejo, a la instrucción primaria de la Repú- blica, pero separa
de su jurisdicción a las escuelas de aplicación anexas como si ellas no fueran parte de
la instrucción primaria. Dice el decreto que "es menes- ter que el Consejo restrinja sus
funciones, a las que le fueron señaladas por su Ley orgánica" como si la extensión de
atribuciones y atenciones sobre las es- cuelas normales hubiera sido una usurpación
de funciones.
Las funciones le fueron otorgadas en forma legal de acuerdo con la le- tra y el
espíritu de esa Ley Orgánica invocada. Esta Ley de 1899 en su Art. 9° dice: "Serán
nombrados y removidos por el P.E. a propuesta del Consejo N. de Educación, los
directores y profesores de las escuelas normales". ¿Qué se deduce de esta dis-

186
posición de la Ley? Que el Consejo tiene atribuciones para organizar las es- cuelas
normales, es decir, intervenir en ellas, o sea implícitamente la Ley Orgánica de 1899
ponía las escuelas normales dentro de la jurisdicción del Consejo N. de Educación, Sin
embargo, esta facultad legal fue derogada por un simple decreto válvula que ha dado
escape a la bilis acumulada en el organismo del P.E. No era extraña esa violación puesto
que la misma Constitución fue violada sangrientamente convirtiendo el número 5 en
6. Sin embargo había que ca- llar porque el país estaba en guerra y era "deber de
patriotismo" ver, oír y callar. Fue lo que hice. Callé y no dije nada por la prensa. Sólo
entrego a estas Memorias mi protesta silenciosa y muda.

El Ministerio no resolvía mi situación, es decir, no me aceptaba la re- nuncia. El


tiempo corría. Yo ya no tenía voluntad para trabajar al lado de mis ofensores. La
administración escolar no podía ni debía soportar las conse- cuencias de este estado
de cosas. No debería perjudicarla. Con fecha 29 de oc- tubre -un mes después de
presentar la renuncia- pedí se me autorizara a reti- rarme de la Oficina, previa entrega
de ella al Inspector General de Escuelas, a quien correspondía recibirla en acefalía del
Consejo. Fui autorizado y me retiré definitivamente del cargo de Director General de
Escuelas desde el 1 de noviembre de 1932.

En toda esta comedia se traslucía a través de las bambalinas silueta del


“Consejero" que enhebraba el hilo sutil de la intriga y del chisme, a quien se le tenía
como el "don preciso" del momento. Acariciaba aquél hacer lo del Rey Palomo: "Yo me
lo guiso vo me lo como". Amparado por el aura oficial se convirtió en el amo del
Consejo dirigiéndolo a su antojo y proyectando gran- des reformas con la seguridad
de quedarse con la sartén en la mano. Contaba en su haber la hermosa cualidad de
ser el hombre más amable y chistoso.

El manipuleo siguió en el seno del Cornejo en el sentido de perjudicarme. Por


de pronto, aquella autoridad anuló —inspirada por el Mi- nisterio— una resolución
del mismo por el cual se me otorgaba como autor de los textos de lectura, el
derecho de la adopción hasta el año 1938 y restringió el uso a un plazo corto. En
vano presenté un escrito reclamando mi derecho; no me llevaron el apunte.

187
Ninguna consideración merecía el ex Director General de Escuelas. Eran
miembros del Consejo reorganizado el Dr. Juan V Ramírez, Dr. Salvador Villagra Maffiodo,
Prof. D. Manuel Riquelme y la Prof. Adela Garcete. Actuaba como Di- rector Interino el
Prof. Emiliano Gómez Ríos, ex compañero mío en la dirección de la instrucción
primaria. Simultáneamente con este hecho, el Ministro Prieto hizo investigar el
precio de costo de mis libros en la casa impresora y pa- só mi nota al Consejo
"ordenándole" la restricción. En cambio, el profesor Riquelme, consejero presidente
del Consejo Nacional de Educación, en aque- llos momentos, se hizo asignar por la
Corporación que dirigía un premio por cada libro suyo.
Es inútil. Cuando uno está en la sartén le fríen los que la manejan por el
mango.
Me tracé como norma de conducta el silencio, primero, por la situación in-
ternacional del país que imponía "concordia" general, y segundo, por el Pre- sidente
de la República a quien, a pesar de todo, guardaba mi aprecio y alta consideración.
Con motivo de mi retiro de la Dirección General de Escuelas, recibí varias cartas de
adhesión de los maestros de Tabapy, del Dr. Luis De Gásperi, de Felicidad González y
otros. Tuve el agrado de ser invitado por el Dr. José P. Guggiari.
Una comisión compuesta por las señoritas Esperanza Abram y Magdalena Sosa y los
señores Máximo Arellano y Fernando Centurión se constituyeron en mi domicilio a pedir
mi aquiescencia a fin de realizar un homenaje de los profesores amigos. Les agradecí y
decliné el honor.
El señor Marcelino Martínez Machuca publicó en "El Diario" un largo y bien
meditado escrito sobre mi modesta personalidad pedagógica; el mismo periódico otro, con
fotografía; "El Liberal" uno corto, pero expresivo; "Vida Agraria" uno muy interesante;
"El Deber" de Villarrica, también.
En cambio, otros "grandes amigos" pasaron a la categoría de los que fueron. Es
mejor vivir solo que mal acompañado, dice el refrán. ¡Amigos! Negociantes de la
amistad que le llenan a uno con pruebas de afectos mientras le creen a uno utilizable para
la realización de sus fines y propósitos. Todo es mentira. ¿Por qué se extrañaría uno de
este fenómeno tan antiguo como el mundo? No hay nada que sentir ni lamentar; todo
pasa.

188
Renuncié a mis cátedras oficiales y a mi cargo de miembro del Consejo de
Enseñanza Secundaria, para desligarme completamente de toda colaboración con el
Gobierno. Así quedé libre y tranquilo, como simple ciudadano.

Año de 1933

El Ministro de Educación —ahora se llamaba así a pesar de la Consti- tución—


ordenó a su dependencia la reforma del plan de estudios de la ense- ñanza primaria y
de las escuelas normales. Esa orden la recibieron el Consejo, convertido en mera
sucursal del Ministerio, y la Dirección de la Escuela Nor- mal de Profesores. Salí del
silencio y publiqué en "El Liberal" una serie de artí- culos para rebatir el proyecto.
No se qué efectos produjeron mis escritos, el caso es que se dejó para "otra
oportunidad" la idea de reformar la enseñanza primaria, pero se aco- metió la de la
normal. El plan de estudios de las escuelas normales fue modi- ficado, suprimiéndose la
enseñanza de trabajos manuales porque "estaban mal enseñados; no les agradaban a los
alumnos quienes se fastidiaban en clase”; se eliminaron también las de Puericultura,
Cocina y Manejo del. Hogar porque "esas cosas las niñas las aprenden en casa"; ¡en
nuestros hogares, en el hogar paraguayo!
La salud del pueblo, lo que comía el pueblo, el cultivo de la habilidad
manual del pueblo para ganarse la vida, el sustento diario, no les interesaban; lo
primordial es que los maestros supieran hacer lindas cartas, que supieran declamar y
que aprendieran sociología, la "asignatura del día". En las modi- ficaciones introducidas
en el plan de la escuela normal se revelaban las ideas anti- activistas y reaccionarias. Lo
más triste es que aquellos maestros que más entu- siasmo demostraban en pro de la
escuela activa fueron los que más aplau- dieron la extirpación de las ideas de la
escuela nueva: Velásquez, Centurión, Garcete, aceptaron sin ninguna protesta estas
modificaciones.
El plan así urdido es para una enseñanza puramente intelectualista. Los maestros
formados en esos centros se encargarán con éxito de la educación de los niños campesinos
del Paraguay. Ya se arrepentirán de la precipitación y del ex cesivo "deseo reformista"

189
que ha dado el parto de los montes; ya verán las consecuencias de su apasio- namiento y
de su error.

Publiqué en "El Deber", de Villarrica,y en "Tradiciones Guai-reñas", una se- rie de


ensayos literarios sobre recuerdos de la comarca guaireña.

Hasta el mes de marzo no me aceptaron la renuncia; creerían que pa- sado el


tiempo volvería a "retirarla". No se daban cuenta de mi terminante resolución y de
que mi determinación no era fruto de la pasión. Por fin, me la a- ceptaron. Entonces
solicité mi jubilación la que me fue acordada. ¡ ¡Cuatro mil patacones!!

Continué con mi cátedra en el Colegio Internacional y en la Escuela Ale- mana,


tanto para complementar el importe insignificante de la jubilación como para —y sobre
todo— continuar ejerciendo la cátedra pues sin ella —como el pez sin el agua, el ave sin el
espacio— moriría más pronto de nostalgia.

Me rindieron aisladamente homenaje las escuelas "Perú" y "Brasil".

Recibí una carta de Férriére en la que al lamentarse por mi retiro del cargo, que
significaba la muerte de los ensayos y prácticas de la escuela activa, de la que él era
apóstol, dijo que "ello no significaba sino el cumplimiento de la ley del progreso; las ideas
innovadoras avanzan al impulso de las grandes voluntades; luego, retroceden arrolladas
por las ideas conservadoras, para luego reiniciar su marcha progresiva. En el Paraguay
volverá a reiniciarse la marcha en breve".

Los que "fueron" mis amigos siguieron aumentando; eran de todos los ca- libres.
Políticos, ministros, diputados, senadores, profesores, maestros y... mise- rables
moralmente. En las horas solitarias, en compañía de mi grande amiga la Soledad, paso lista
a los que fueron y que no volverán, como las golondrinas de Bécquer. Pero no lo lamento.

Compré una chacra en San Lorenzo para entretener mis horas desocupadas. Era
una ilusión más que plantaba en el camino de mi vida para estimular mi existencia. No se
puede vivir sin ilusión, sin el Pájaro Azul que canta en nuestro camino, nos fascina, nos
atrae para correr tras él como el niño tras la brillante mariposa.

190
Año de 1934

Este año lo pasé sin mayor novedad hasta casi la finalización. Dividí las horas
del día entre mis cátedras de los colegios privados, mi chacra de San Lorenzo, las
lecturas y la redacción de las presentes Memorias, que refle- jan pálidamente tres
aspectos esenciales de mi vida.
La chacra me sirvió mucho moral y espiritualmente. La vida activa en contacto
con la naturaleza, con los fenómenos biológicos que se ofrecen con exuberancia a la
vista, la soledad del lugar y el canto de las aves como ex- presiones de lo primitivo,
de lo salvaje me encantan. Por más que la utilidad material de la quinta era nula, me
daba por bien servido por la tran- quilidad que me proporcionaba. Era un lugar
de refugio y de aislamiento tan necesarios a mi espíritu.
La contemplación del roturar sonoro de la tierra con el arado, el brotar de
las semillas como promesa del mañana, el movimiento ondulante del maizal
esmeraldino y amigo me producían sensaciones agradabilísimas. ¡Cómo llegaban a
lo hondo de mi alma la música misteriosa, como las sinfo- nías de Beethoven, que
surgía de la capuera al atardecer, a la hora en que todo se tiñe de lila y cesa la
faena angustiosa del día!
En julio partieron para Rio de Janeiro Miguel Ángel y Elena a ocupar un
cargo diplomático. Fue una desgarradera más de mi corazón porque Gustavo y
Marilé deleitaban mi existencia y llenaban de bullicio y encanto el hogar. ¡Qué
desierto quedó el viejo caserón de la calle Aquidabán!
Iba a cerrarse el ciclo del año 1934 cuando se produjo la grave
enfermedad de mi hijo Monlecho (Ramoncito) el 24 de diciembre, hacién- dome
despedir del año del modo más triste que uno puede imaginarse. Pa- ciencia y a
luchar.

191
Año de 1935

¡Qué año nuevo! Cuando la ciudad explotaba de entusiasmo por la en- trada
del Año Nuevo, nosotros en casa estábamos luchando con la muerte: hacíamos
esfuerzos desesperados por arrancar de las garras asquerosas de la Parca, la vida de
un ser querido...
El año de 1935 fue fatal. Mi hijo Ramoncito y yo enfermamos gravemente. El
primero murió... y yo fui a parar a un sanatorio de Buenos Aires.
En viaje de convalecencia llegué hasta Rio de Janeiro con mi hija Elisita, a visitar
a Elena y Miguel Ángel y a mis nietos. En julio, volví al Paraguay.
Reanudé el dictado de mis cátedras en los colegios Alemán e Internacio- nal.

Año de 1936

Continué sin novedad el año. Trabajé afanosamente en la redacción de mis libros


"El Guaira" y "La Pedagogía de la Escuela Activa".
Este año fue fecundo en acontecimientos políticos de bulto: el 17 de febrero
la capital amaneció bajo el fuego de los cañones del ejército sublevado contra el
Gobierno y el Partido Liberal. A este movimiento eminentemente militar se
agregaron algunos civiles quienes se hicieron cargo del Gobierno bajo la protección de la
bayoneta triunfante, y empezó la persecución contra Eusebio Ayala, el General
Estigarribia, el Capitán Bozzano y otros personajes. A un grupo lo tuvieron encerrado
aquí en la capital y a otro confinado en Peña Hermosa, que desde entonces, se convirtió
en prisión ingrata. El temor se fue apo- derando poco a poco de la población. El
ejército, bajo la ordenación política de algunos, se reunió en la plaza pública en
Asamblea Plebiscitaria y juró unas declaraciones antidemocráticas y liberticidas.
El triunfo del motín fue obra de la casualidad y de la desorganización del
Gobierno de Ayala y del Partido Liberal, desunido. Indudablemente, se había llegado, en
los últimos tiempos del Gobierno del Partido Liberal, a una situación anárquica. Es
cierto

192
que se realizó el hecho más grande de la historia paraguaya: dirigir una guerra in-
ternacional con éxito.
El Paraguay por los hechos de armas de su ejército, por el pueblo armado
volvía a conquistar una posición internacional respetable entre las naciones del
mundo; su Presidente dirigió los asuntos internacionales en forma luminosa y el
General Estigarribia, el héroe de la guerra, salió de ella nimbado de aureola que no
alcanzó el Mariscal López, coronado únicamente con el martirio. Este personaje
dejó a la Nación paraguaya en ruinas y vencida, mientras Estigarribia la dejó fuerte,
rica y sobre todo victoriosa.
Pero si bien el Partido y el Gobierno salieron de la Guerra del Chaco con
honras y gloria, no se colocaron ante la opinión nacional en la posición que les
correspondía ante la campaña de los opositores en el seno del ejér- cito. Bien
sabían que el fermento político de la preguerra se había trasla- dado al Chaco y bajo
el manto aparente de la tregua política, soliviantaban a los militares de rangos
inferiores salidos del seno de la juventud llamada revolucionaria.
Hubiera sido de alta política que ambos partidos se renovaran, para
prepararse a resistir la avalancha. Pero no ocurrió así, pues el Partido continuó
subyugado por el Ejecutivo ante el cual había hecho un total renunciamiento de sus
deberes estatutarios. Y el Ejecutivo, con su gabinete de guerra, algunos miembros del
cual no gozaban del aura popular ni dentro del mismo partido, no se adaptó a
las exigencias de la hora. Y naturalmente, vino el derrumbe.. .
Los militares triunfantes tampoco tenían programa, caudillo, ni me- nos
ideales. Se entregaron a unos civiles, resaca de los diversos partidos tra- dicionales
teniendo como fuerza expansiva popular a una parte de la ju- ventud estudiosa de
la titulada "revolucionaria". Al final, entregaron el poder al Coronel Rafael Franco,
reconocido por su oposición al Gobierno y al Partido Liberal.
Intentaron crear un partido de gobierno que le respaldase, pero no
consiguieron nada porque es bien sabido que los partidos políticos orgánicos no son
de generación espontánea, son nucleaciones de ciudadanos forjados en los
comicios, en las tribunas y en el común sufrimiento. Así surgieron el Partido Liberal
y el Colorado.

193
Naturalmente, las instituciones docentes desde la universidad para abajo, no
quedaron libres de la "organización" revolucionaria. A la Dirección General de Escuelas
llevaron a una mujer, Elida Ugarriza, que convirtió el Consejo en un club político, desde
donde se dirigía la persecución a los maestros que no pertenecían al partido
revolucionario sin que quedaran libres aun las mejores maestras. A una cuñada mía (Dila
Careaga de Cardozo) viuda con varios hijos, maestra en una escuelita del Chaco, la
sacaron dejándola sin pan. No obstante, gritaban ser ellos los restauradores de la
justicia social.

Lógicamente yo no podía estar libre de la persecución de la Dama Directora.


Consiguió que el Ministro de Educación de so hechura prohibiera, por un decreto, el
uso de los libros de lectura de que soy autor. Pero, en fin, el asunto se arregló de un
modo sorprendente: el editor de mis libros propuso al Ministerio de Hacienda la
entrega al Consejo de una buena partida de libros con tal de que se dejase sin efecto
el Decreto. Así sucedió en efecto: a trueque de unos cuantos miles de ejemplares,
todo quedó arreglado.

La Elida, durante su permanencia frente a la Dirección General, des- quició,


por completo, la administración escolar. Felizmente no duró en el cargo.

El Gobierno revolucionario resolvió por Decreto-Ley de junio 18, que se diese en


los establecimientos de enseñanza una conferencia sobre la revolución nacionalista y el
nacionalismo.

El ex liberal D. Marcelino Martínez Machuca se hizo Secretario del Consejo y


presentó un célebre proyecto de escuelas vocacionales, apadrinado por Elida. El
proyecto no encontró aceitados los rieles por la oposición del Consejo Directivo que
creía que tales escuelas vocacionales eran un bluff. Las tales escuelas no eran sino
profesionales en las que proponía enseñar todas las artes y oficios, sin tener
materiales, ni especialistas. Las escuelas vocacionales psicológica y pedagógicamente son
cosas muy distintas. Pero, en fin, merced a la ignorancia el proyecto se convirtió en
resolución después de la caída de la Revolución, durante la efímera restauración del
Partido Liberal en el poder.

194
Año de 1937

Después de mucho ruido y persecuciones, el "franquismo" se vino al suelo el


15 de agosto de 1937 y los multares promotores de este cambio acordaron llevar a la
Presidencia de la República al Dr. Félix Paiva, respaldado por un núcleo civil, los liberales.
Pusieron en libertad a los presos políticos y abrieron la puerta de la patria a los
desterrados políticos al amparo de la Constitución Nacional de 1870, puesta nuevamente
en vigor. Volvieron a la patria numerosos ciudadanos, entre ellos el General José Félix
Estigarribia, quien fue recibido por el pueblo en forma de una verdadera apoteosis.
Por motivo de enfermedad fui a Buenos Aires el 7 de octubre y el 15 visitamos
la Clínica del Dr. Arce, en compañía del Dr. Arbo y mi hijo Efraim. El Dr. Arce ordenó al
Dr. Nicolini mi atención médica. Me tomaron varias radio- grafías y me examinaron
especialistas en piel y garganta.
El 17 estuve a pasar el día con el Dr. Benítez1/ en Curupa-ligüé 122 y allí me
encontré con varios paraguayos exiliados, entre ellos el General Torre- ani Viera.
El 18, nuevas radiografías dispusieron que la inflamación de la mejilla dere cha
no era sino un "proceso inflamatorio" y me aplicaron "infrarrayos". El Dr. Nicolini me
hizo dos punciones sucesivas para saber la naturaleza de la infla- ción que no cedía a los
rayos; obtuvo resultados contradictorios, por lo que resolvió acudir a la biopsia.
El 6 de noviembre estuve tendido sobre la mesa de operaciones; se me extrajo
un pedazo de músculo para el examen histológico.
El 10 llegó Efraim de Asunción con noticias de la tierra, siempre gratas. El
día 15, el Dr. Nicolini me notificó el resultado positivo de la biopsia y que había que
someterme a radioterapia. El tratamiento diario comenzó el 17, después de 47 días de
haber empezado mis andanzas por el Hospital de Clínicas, bajo la dirección del radiólogo
Dr. Pons.

1/ Se refiere al Dr. Justo Pastor Benítez. (N. del E.)

195
Año de 1938

El tratamiento radiológico duró hasta el 5 de febrero de 1938; se hicieron 60


aplicaciones. Durante este largo tiempo, nadie puede imaginarse los dolores y
sufrimientos morales que he padecido. En esta peregrinación diaria he encontrado
siempre esmerada atención de los médicos, especialmente del Dr. Nicolini y el Dr. Culla,
ayudante suyo quienes me han atendido como a un padre, dispensándome cuidados
especiales que me sustraían de la masa común del ejército de enfermos que acudía al
consultorio externo.
¡Cuánto he educado mi paciencia y resignación en este tiempo! ¡Y cuántas veces
con la fuerza de la voluntad he sobrellevado las angustias provocadas por los dolores y la
soledad! En esta ocasión crítica de mi existencia he tenido la oportunidad de practicar el
yoga, haciendo potenciar mi sensibilidad en el sentido de no producir conciencia del
dolor en mi mundo. !Con razón es ponderada ella por el Conde de Kezserling en su
estudio sobre la filosofía y religión de la India!
El Dr. Pons, al dar por finalizada la aplicación radioterapéutica, me dijo: Usted
puede ir tranquilo; esto está requetecurado; eso sí, usted tiene su piel predispuesta a una
nueva aparición.
El 12 de febrero de 1938, después de 135 días de permanencia en Buenos Aires,
tomé el barco de vuelta a la tierra, con plazo de 40 días de observación.
Una vez en la Asunción reanudé mis actividades escolares en el Colegio
Internacional de donde me retiré a fines del año.
Continuó la cura de la herida de la cara hasta mayo, en que se cicatrizó
definitivamente.
Este año aparecieron mis dos libros, “El Guairá” impreso en Buenos Aires y el
primer tomo de la “Pedagogía Activa”. Nadie puede imaginarse el inmenso placer que
experimenté al tener en mis manos el libro “El Guiará”; era un hijo engendrado por mi
inteligencia en el esfuerzo de superación y de sobrevivencia.
Estuve en Buenos Aires en el mes de setiembre como delegado del Paraguay en
las fiestas del cincuentenario de la muerte de Sarmiento. Pronuncié un discurso
conmemorativo en el Teatro “La Comedia”, así como en todas las fiestas celebradas en
tal ocasión.

196
Año de 1939

El 11 de abril, el General Estigarribia fue electo Presidente de la Repú- blica del


Paraguay por un período de 4 años, de acuerdo con la Constitución del 70. Grande
esperanza se cifró en el ciudadano elevado a la primera magistratura de la República.
Tomó posesión del cargo el 15 de agosto.
Fui nombrado Director de Tierras y Colonias, cargo que acepté por colaborar
con el nuevo gobierno y con el Presidente, Dr. Carlos Pastore, que en mi concepto
agregaba a su honestidad personal, su preparación y laboriosidad y porque la Oficina tal
como se iba a reestructurar de acuerdo con la ley de su creación iba a ser de inmensa
utilidad al país, organizando el trabajo y el hogar campesino. Pero está claro que en esta
tierra no se puede hacer cosas buenas, a causa de la fatalidad que la persigue. 1/
Murió en 1943.

1/ Aquí concluyen las Memorias del Profesor Cardozo. Hemos decidido agregarle, como apéndice, una
carta de él fechada el 10 de setiembre de 1940 en la que elabora algo más el tema sugerido en la frase final.
Ramón I. Cardozo falleció en Buenos Aires, República Argentina, el 20 de abril de 1943.
197
APÉNDICE

Asunción, septiembre 10 de I940

Señora
Elena Cardozo de Gatti
Apoquindo 360. Los Leones
Santiago, Chile.

Querida Elena,

Con el alma acongojada y el corazón partido, te escribo la presente. Tanto la


Nación paraguaya como cada ciudadano acaban de recibir otro golpe recio que les
hizo conmover.

Después de la tragedia sangrienta de la Guerra del Chaco; después de la


comedia ridícula y antipatriótica de la célebre revolución franquista que empujó para
atrás el progreso, la cultura y la civilización; después de tantas desgracias ocasionadas
por la corrupción de los hombres que han convertido al país; a los partidos y al
Gobierno en una factoría de sus intereses per- sonales y comerciales, parecíamos
respirar un oxígeno renovador, alentados por la esperanza que se cifraba en el
Héroe del Chaco, como el único y úl- timo piloto capaz de conducir a puerto
seguro a la nacionalidad zozobrante; después..., inesperadamente, brusca mente,
el destino fatal tronchó nueva- mente esa esperanza en flor.

Parece que el destino del Paraguay es perder siempre de modo catas- trófico a
sus hijos dilectos. Cuando la guerra del 64, el joven general José Edu- vigis Díaz plantó
la bandera tricolor en la cumbre de la Gloria, el 22 de Sep- tiembre; la Patria vivió
horas luminosas y de esperanzas; pero, unos meses después, apenas cuatro meses,
una miserable bala de cañón cortó el hilo de la existencia del joven adalid, dejando a
la Nación en armas sumida en el desamparo. Una porción insignificante de
plomo, en sendos lances sin honor ni gloria, tronchó dos vidas preciosas, las del
Dr. Blas Garay, orgullo de la Nación por su talento potente y del Dr. Eligió Ayala,
conductor del Estado Paraguayo. Y ahora, una desvencijada máquina, quebró la
del con- ductor máximo, el Mariscal José Félix Estigarribia.

198
Pensando en todo esto, un patriota se entristece y no puede impedir que su
corazón gima. Sólo falta tener la voz de Jeremías para lamentarse de mo- do que la
lamentación resuene por los siglos de los siglos.

La muerte del Mariscal Estigarribia dejó anonadada a la Nación entera, que se está
desorientando; no sabemos adónde iremos en este mar borrascoso sin timonel
experto. Que Dios ilumine los senderos y toque los corazones.

*** ***

La versión última de cómo ocurrió el trágico suceso, es la si- guiente: el


Presidente se retiró del Palacio a las 10 y 30 a.m. y fue con la esposa a la Aviación a
pedir un avión para trasladarse a San Bernardino en ex cursión de descanso. El
tiempo estaba brumoso; la visibilidad era casi nula. En la Aviación se le trató de
convencer que esperara unos minutos para tomar un avión de pasajeros, pero él
insistió en no esperar y hacer el viaje en un Potez viejo que estaba en el hangar. Pusieron
a su disposición el mejor piloto, Carmelo Peralta. Este insinuó al Presidente que
esperara el otro avión. No tenían que ir en el Potez. El aviador hizo la prueba. Voló la
máquina. Marchó bien, pero la visibilidad del horizonte era siempre mala. Volaron,
finalmente, con rumbo a San Bernardino, adonde llegaron en 10 minutos. El piloto
buscó el campo de aterrizaje, pero no se veía el suelo; la espesa bruma impedía
la visión. Así, volando en busca del lugar para aterrizar, se produjo la catástrofe; no
se sabe aún cómo; claro, los tres pasajeros muertos, ¿quién puede informar? Se
encontró el avión destrozado en un lugar no lejano de Altos, llamado Aguaity, el
cadáver del Mariscal fuertemente abrazado al de su es- posa, Da. Julia. El abrazo
eterno, como para no separarse más y para des- mentir a las malas lenguas...
Ayer se hizo el sepelio, en el Panteón de los Héroes. ¡Qué imponente! ¡Qué
conmovedor!

Se los tuvo a la vista hasta hace unos días, en espera de (su hija) Graciela.

*** ***

199
¿Después? A su muerte, se organizó un nuevo Gobierno, llevando al general
Morínigo a la presidencia por indicación de los militares. Hasta hoy se conserva el
gabinete antiguo. ¿Después? No sabemos el futuro; nada se puede vaticinar. Sólo
que el futuro está preñado de dudas... Y la ciudad aún no ha salido del estupor. En
la siguiente carta te daré noticias frescas.

Efraim está aquí con nosotros; vino en un avión que el Gobierno ar- gentino
puso a su disposición. Va a estar unos días. No he podido todavía hablar con él
sobre vuestra cuestión, no has de creer.

Te abraza y da besos a las criaturas.

Abraza a Miguel Ángel,

Tu papá,

(Fdo.) Indalecio

P.S. Elena: Haz el favor de hacer llegar a Miguel Ángel mis más calu- rosas
felicitaciones por la merecida condecoración con que le ha agraciado nuestro
gobierno. Es un estímulo que le llega en medio de los sinsabores que le fueran
proporcionados estos días. Justicia, te saludo.

200
ÍNDICE
Pág.
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

1876- 1892. PRIMERA ETAPA DE MI VIDA


Primer Empleo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
El Tiempo heroico de Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

1893- 1897 SEGUNDA ETAPA DE MI VIDA


En el Colegio Nacional de la Capital. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17
1895 Mi iniciación en el magisterio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19

1898 - 1920 TERCERA ETAPA DE MI VIDA - VILLARRICA


Profesor de Historia Nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Mi enlace con la señorita Juana Sosa Ortigoza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25
- Enseñanza práctica en la escuela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
- Mi primer hijo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27
- Congreso Pedagógico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27
Mi afiliación partidaria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Reposición en mi cátedra, mi reingreso
en el magisterio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33
Suplemento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34
1905- Mi primer libro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Veladas literario – musicales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Los "14" de Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36
La elección municipal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
El maestro Jiménez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39
Los exámenes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
"La Fraternidad”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
1909- Fiesta del árbol. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42
Exposición de trabajos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
1910. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
El Centenario de la Independencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Ofrecimiento de la Dirección del Colegio Nacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Hechos políticos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Quinto Hijo, su muerte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45
Oferta recibida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Grave incidente en Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
La fiesta y un artículo mío. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47
"Como debemos festejar el Centanario". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
1914 -Fundación de la Escuela Normal Rural ..............................
50
La Primera Escuela Normal de Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .51
Primera fiesta de colación de grados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .54
Los primeros maestros Normales de Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
Sexto hijo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Actividad intensa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
" B o r j a - í " . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Las excursiones de vacaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
"El Hogar y la Escuela". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .59
Mi esposa y mi bienestar espiritual. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
1919 - Congreso del Niño en Montevideo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
Senador por una sesión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
La muerte de mi madre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Edificación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64
Actos de confraternidad americana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
1920 - Elevación de categoría de la Escuela Normal
de Villarrica Revolución Social de Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
"El Orden" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
Ofrecimiento del cargo de Director General de Escuelas. . . . . . . . . . . . . . . . . 68

CUARTA ETAPA DE MI VIDA


En 1921 - Nuevamente de la Capital. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Don Manuel Gondra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .72
Consejos Regionales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Colecta nacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .75
Fiesta del Árbol. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Guardapolvos y delantales blancos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Reoganización de la Inspección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77
1921 - Creación de escuelas en Villarrica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Publicación de una revista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78
Ministerio del Dr. Da Rosa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
1922 - Sigue el Ministerio del Dr. Da Rosa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .80
La primera Memoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
1923 - Ministerio del Dr. Enrique Bordenave. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .84
s Reforma Escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .84
1924 - Ministerio del Dr. Díaz León. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
15 de agosto de 1924 - Presidencia del Dr. Eligió Ayala.
Ministerio del Dr. Enrique Bordenave. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
Aceptación por el Dr. Ayala (Eligió) de mi proyecto de
Reforma Escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .92
1925 - Ministerio del Dr. Bordenave. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Nueva huelga. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .94
Cátedra de Psicología Infantil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .96
1926 - Ministerio del Dr. Adolfo Aponte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Comisión Nacional de Cultura Física. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
Mis libros de lectura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
Casamiento de Virginia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .101
1927 - Ministerio del Dr. Adolfo Aponte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .101
Biblioteca Pedagógica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103
Biblioteca Circulante. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13- 103
Kindergarten. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .104
La Coeducación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Ensayos Pedagógicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .105
Eligió Ayala y la escuela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .107
Necesidad de Escuelas de Artes y Oficios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Primer libro de pedagogía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .113
Mi visita a Concepción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Ministero del Sr. Isasi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .119
Mi visita a Rosario, Itacurubí y San Estanislao. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .120
1928 - Ministerio del Dr. Isasi. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .122
Mi atención a las escuelas privadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
La cooperación del pueblo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
Éxito. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .124
Conferencia sobre la Escuela Activa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .128
Las Escuelas-Tipo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .128
Exposiciones Regionales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .128
Agosto 15, 1928 - Cambio presidencial. Presidencia del
Dr. José P. Guggiari y Ministerio del Dr. Rodolfo González. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .129
Concursos Culinarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
La educación musical. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
El Ideal en la Educación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .134
Laudo Hayes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .134
1929 - Ministerio de Rodolfo González. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .135
Control de la Caja Escolar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
Mi Libro "Por la Educación Común". . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
La enfermedad de Juanita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .141
Casamiento de Elena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Muerte de Juanita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
1930- Ministerio de Rodolfo González. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .142
El Prof. Férriére. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
1930 - Ministerio del Dr. Justo Pastor Benítez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .157
Año de 1931 - Ministerio del Dr. Benítez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .162
Ministerio del Dr. Eladio Velázquez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Ministerio del Dr. Justo P. Prieto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Ministerio del Dr. Víctor Rojas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .170
Comisión Pro-Escuela Nueva. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .173

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