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PRESENTACION
En los últimos años, ha renacido el interés por el diablo. Quizás por influjo de la
posmodernidad, vuelven los fantasmas del pasado. La búsqueda de lo sobrenatural
lleva a que se mire también a lo morboso, lo fantástico, lo irracional, lo patológico y
lo desviante. En épocas de racionalismo calculante, también se hacen presentes el
irracionalismo y la emotividad sea como resistencia al frío racionalismo o como
búsqueda de otras alternativas para la humanidad .
El diablo es uno de esos elementos que hoy hacen parte del cine, la música, el arte, la
vida cotidiana, la religión... Sea como compañero de viaje, como enemigo, como
objeto de adoración, como inspirador, el diablo está presente en el momento actual de
la cultura. Son variadas las formas de su presencia: posesión diabólica, sectas
satánicas, brujería, el carnaval.
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TABLA DE CONTENIDO
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TEOLOGÍA, CIENCIA Y POSESIÓN DIABÓLICA
CARLOS ARBOLEDA
ORLANDO TAMAYO
Sociólogo de la Universidad Gregoriana de Roma. Master en historia de la Universidad Nacional de
Colombia, Sede Medellín. Actualmente es profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana. Director
del Grupo de Investigación “Religión y Cultura” de la misma Universidad. Director del Secretariado
de Ecumenismo de la Arquidiócesis de Medellín. Ha publicado Adolescentes y Satanismo, Secum,
Medellín 1999; El pluralismo religioso en Colombia, Secum, Medellín 1999; El politeísmo católico,
UPB, Medellín 2001; además de numerosos artículos en diversas revistas.
Médico cirujano de la Universidad de Antioquia. Especialista en Psiquiatría de la misma
Universidad. Profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana. Entre otros ha publicado: Cocaina.
Project Initiative on cocaine. Key informan study. Colombia Bulletin of World Health Organization.
Consolidated International Report l994; Generalidades sobre farmacodependencia.
Documento para programa de prevención en salud mental. Servicio Seccional de
salud de Antioquia, Medellín l998.
1
MAUL, STEFAN; WESTENDORF, WOLFHART: Primeras teorías médicas: entre la magia y la razón. En
“Crónica de la Medicina”, n. 1, Plaza Janes, Barcelona 1993, 16.
4
La siquiatría ha sido una de las últimas especialidades que se han incorporado
al campo general de la medicina. Esto se ha logrado desde hace aproximadamente
unos 170 años. Antes de ésto, las enfermedades mentales se encontraban en el terreno
de la filosofía, y mucho antes, desde la época primitiva hasta la Edad Media, el
enfermo mental era ignorado, o tratado por medio de castigos o exorcizado. Desde
que se tiene noticia de las primeras creencias de los hombres primitivos, ha sido
común encontrar en las diversas culturas, la certeza de que las enfermedades mentales
(y muchas otras enfermedades) eran enviadas por los dioses. Además toda clase de
desgracias eran atribuidas a acciones del diablo. También era común en las culturas
primitivas de que, para el tratamiento, era necesaria la liberación de poderes divinos,
uso de artes mágicas y especialmente el poder atribuido a la pronunciación de
determinadas palabras, fenómeno que parece ser común a todas las religiones del
mundo, ya sea en forma de gritos, encantamientos, órdenes a los espíritus para que
abandonen al pacientes, exorcismos o plegarias a través de fórmulas penitenciales por
las que se solicita el perdón a la divinidad ofendida. A menudo, estas palabras van
acompañadas de movimientos como imposición de manos, gestos y danzas rituales
realizadas por el chamán. Así mismo, en plan preventivo, se han utilizado objetos
mágicos, amuletos, talismanes que simbolizan el poder, y fetiches que representan a
la deidad protectora.
Todos estos recursos evidencian el concepto de la enfermedad atribuida a
fuerzas externas, con explicaciones simples de causa y efecto, que implícitamente
desconocen las posibilidades de causas internas de tipo bio-sicológico o externas de
tipo social. Sin embargo, no podemos desconocer en algunas de estas formas
primitivas del manejo de la enfermedad, el fundamento de algunos recursos
terapéuticos actualmente utilizados por la siquiatría como la sicoterapia y la hipnosis.
Entre el 2000 y 1001 A.C. se intentó a través de la demonología explicar la
causa de las enfermedades y sus síntomas, modelo desarrollado y sistematizado en
Mesopotamia pero difundido popularmente en todo el mundo. Entre el año 1500 –
1050 AC para la medicina oriental, la enfermedad se considera castigo enviado de
antepasados o encantamiento de seres malvados. Un general rebelde Chang Hsiu
sostiene, hacia el año 2200 A.C., que la enfermedad es un castigo legítimo, por el
mal comportamiento del enfermo. Se originan también los ritos en masa y las
conversiones. Sacerdotes especiales, designados por el símbolo WU, actuaban como
exorcistas y llevaban a cabo ceremonias especialmente dirigidas a hacer propicios los
ancestros. En la cultura del Valle del Indo, se hallan amuletos en las excavaciones lo
que permite deducir que medios de curación y prevención mágica eran los más
usuales. Con la colonización por los indoeuropeos arios, se impone el tipo de
medicina basado en la demonología.
Bajo este concepto, la demonología atribuye cualquier cambio del cuerpo sin
causa exterior reconocible, a la intervención de seres sobrenaturales demonios o
espíritus, de tal manera que la única manera para evitar estos procesos era mediante el
cumplimiento de las reglas sociales y leyes religiosas. Cuando alguien estaba poseído
por el demonio se le consideraba impuro además de contagioso. El espíritu protector
se había retirado. En esta misma cultura se conocían diferentes maneras para hacer
salir los demonios y ahuyentarlos alejándolos de la casa mediante rituales. Los
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conjuradores moldeaban en arcilla las figuras de los demonios y a ellas les hacían
ofrendas de alimentos y otras cosas. Luego estas figuras eran juzgadas por el dios sol
y el Shamash (dios de la Justicia), se destruían y enterraban sus restos. Para esta
cultura existían el demonio Asakku, o también Pazuzu, que ocasionaba fiebre y
enflaquecimiento, y el Ahhazu se manifestaba a través de enfermedades del hígado.
En la cultura india, para los vedas en su Atharva-veda (700 A. C.), el origen
de las enfermedades se consideraba igualmente un castigo divino provocado por
espíritus malignos, Takman es el dios responsable de la fiebre. La manera de alejar
estas enfermedades era mediante oraciones, conjuros y amuletos.
En la Biblia hacia el año 1060 A. C., se menciona la peste de los filisteos
como un castigo de Dios por haber saqueado el templo y el Arca de la Alianza: “Y la
mano del Señor cayó en desgracia sobre la gente de Asdod y sus valles con la peste”
Grecia y Roma
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MORA, G. Tendencias históricas y teóricas en siquiatría. En FREEDMAN, A.M,; KAPLAN, H.I. Tratado
de siquiatría, Salvat Editores, l982.
3
Ibid., 17.
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- Siglo III D.C.: Celius Aurelianus dice que la locura es enfermedad
cerebral y su tratamiento debe ser gentil y tierno.
- Siglo VI D.C.: Alejandro de Tralles da las indicaciones para el tratamiento
de la melancolía.
- Siglo VII D.C.: Paul de Aegina insiste en la necesidad de un tratamiento
suave.
Otras culturas
Iglesia Católica
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NOYES, A.P; KOLB, L.C. Siquiatría clínica moderna. La prensa médica mexicana, México l966.
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a salir) Y en los primeros Padres de la Iglesia, se referían al poder de expulsar los
diablos como prueba del origen divino de la religión cristiana.
Generalmente en la Iglesia, del siglo I a la Edad media, se consideraban como
posesiones las enfermedades no explicables por la ciencia de su tiempo (epilepsia,
perturbación mental, neurosis, sonambulismo...):
- Justino (+1659): Estas personas son “energúmenos” (es otro el que actúa
en la persona posesa).
- Clemente de Alejandría (+215): el demonio habla a través del poseso.
- Minucio Felix (200): Para salir el demonio se debe decir su nombre.
- Orígenes (185-254): elabora las categorías: Hay posesión total (sobre la
razón, los sentidos y el comportamiento) y posesión parcial (sólo sobre el
comportamiento).
- Zenón de Verona (S IV) considera que los criterios para identificar el
poseso son: deformación del rostro, girar de ojos y espumarajos, aullidos y
llantos.
- San Agustín (350-430) enseña la importancia de la introspección para el
conocimiento del siquismo humano e hizo otros aportes importantes a la
sicología5.
- Casiano (360-430) dice que el aire está lleno de demonios. Se acentúa en
esta época la opinión neoplatónica de los espíritus radicados en el aire
elemental. El aire oscuro y caliginoso evoca la imagen de las tinieblas y de
figuras espantosas. Casiano recomendaba recibir la eucaristía como
remedio contra la posesión. En esto está de acuerdo con el Concilio de
Orange (446) que recomienda la comunión a los posesos, pero en contra
del Concilio de Elvira (306) que excluía a los energúmenos de la
Eucaristía y del Sínodo de Ancyra (314) que los expulsaba de la Iglesia.
5
DE LA ROCHE, E.A. Lecciones de historia de la siquiatría, Edición Laboratorio Synthélabo, Colombia
l999.
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Inocencio VIII, de realizar las tareas necesarias para identificar, castigar y exterminar
a las brujas6.
Juan Luis Vives, considerado el fundador de la sicología moderna, nació en
Valencia España (1492-1540), en su libro “De anima et vita”, refuta el contenido del
Malleus Maleficarum y califica a las denominadas brujas como enfermas.
Posteriormente Johannes Weyer (1515-1588), en su obra “De prestigiis daemonum”,
reafirma el criterio de enfermedad en las manifestaciones evidenciadas en las
llamadas brujas.
Paracelso (1493-1541), dentro de los muchos temas que le ocuparon, escribió
la obra “Sobre las enfermedades que alteran la razón”. Para él, la enfermedad mental
no es consecuencia de posesión demoníaca, sino que está producida por causas
naturales y su tratamiento debe estar en manos del médico, opinión claramente
avanzada para el espíritu de la época7.
La Reforma Protestante
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anestesia, conducta intrigante, y que se presenta en personas lábiles, sicópatas, con
estancamientos en estados infantiles. W, Th. Winkler (Die hysterische fenhlhaltung.
Munich, l958) indica así mismo que los rasgos del histérico (sugestionabilidad,
refugio en la enfermedad, búsqueda de compasión y cuidados, dependencia de los
espectadores) son parecidos a los que presenta la sintomatología del poseso.
Pierre Janet (1859-1947) fue un investigador infatigable de los fenómenos
presentes en la llamada neurosis histérica disociativa. Bajo la protección de Charcot
en la Salpetrière de París, estudió muchos pacientes que sufrían lo que él denominó
“disociación”, para considerar ciertos estados de la conciencia que se expresaban
clínicamente como personalidades alternantes, fugas, anestesias y otros fenómenos
histéricos. Escribió “L`automatisme Psychologique” (1907) y “Etat mental des
Hystèriques” (1896), en los cuales describió y clasificó estos síntomas en forma no
igualada hasta el presente11.
S. Freud (1856-1939)12 analizando un caso de posesión diabólica, indica que
el diablo es el sustituto inconsciente de ciertos aspectos de la personalidad paterna
que inspira, en el neurótico, sentimientos inconscientes de carácter ambivalente. Se
puede amar y odiar a una persona y, en este caso, el padre sería la imagen tanto de
Dios como del diablo.
La iglesia católica sigue aceptando lo dicho por el Ritual Romano de 1614
acerca de los signos de la posesión diabólica: glosolalia, criptognosis, fuerza
descomunal y aversión a lo religioso. En el nuevo ritual de exorcismos (22 de
Noviembre de l998) se acepta la realidad de la posesión diabólica pero atendiendo
primero a los dictámenes médicos y sicológicos.
11
NOYES, A.P; KOLB, L.C. Siquiatría clínica moderna. La prensa médica mexicana, México l966.
12
FREUD, S. Una neurosis demoníaca en el siglo XVII (1923 ((1922)). Obras completas, v. XIX,
Amorrortu Editores, Buenos Aires l996, 67-106.
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literatura. Pero en los últimos años, ha vuelto el interés al aumentar los casos de
posesión, trance y al renacer, en los medios religiosos, la demonología.
En las clasificaciones de enfermedades siquiátricas aparecidas antes de las
primeras décadas del presente siglo, las alteraciones sicógenas de la memoria y de la
conciencia, se consideraban como parte de las denominadas histerias. Con la
publicación de la primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Desórdenes Mentales (DSM-1) de la Asociación Siquiátrica Americana, poco
después de la segunda guerra mundial, la distinción entre los conceptos de
disociación y conversión, fue incorporada al sistema clasificador, pasando los
síntomas relacionados con la amnesia y las alteraciones de inconsciencia, a formar
parte de la reacción de Disociación. En la segunda edición (DSM-II, 1968), aparecen
los síntomas disociativos y conversivos reunidos bajo la denominación de Neurosis
Histérica, tipo de disociación y tipo de conversión. La disociativa se define como
“alteraciones del estado de conciencia del paciente en su identidad, capaces de
producir síntomas del tipo de la amnesia, el sonambulismo, las fugas y la
personalidad múltiple”.
Ya en la tercera edición revisada (DSM-III R), aparecida en l987, se modifica
el término Neurosis y se utiliza la clasificación como Trastornos disociativos, dentro
de los cuales, el numeral 300.15 se refiere a trastornos disociativos no especificados,
en los cuales se incluyen Estados de Trance definiéndolos como alteraciones del
estado de conciencia con respuesta disminuida o selectiva a los estímulos
ambientales. Además, estados disociativos que pueden presentarse en individuos que
han estado sometidos a períodos de prolongada e intensa persuasión coercitiva, por
ejemplo, en miembros de algunas sectas.
En 1994 aparece la primera publicación del DSM-IV, en la cual aparecen los
trastornos disociativos clasificados así: Amnesia disociativa, Fuga disociativa,
trastornos de identidad disociativos, Trastorno de despersonalización y Trastornos
disociativos no especificados. En esta última categoría se incluye el trastorno
disociativo de Trance.
En la clasificación internacional de enfermedades (CIE-10), publicación de la
Organización mundial de la Salud, editada en l992 y que es el sistema de codificación
aceptado internacionalmente, se registra la entidad que nos interesa, en la siguiente
forma:
- F 40-49. Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y
somatomorfos.
- F 44. Trastornos disociativos
- F 44.3. Trastornos de Trance y posesión.
11
actividad cotidiana porque tienen lugar al margen (o son una prolongación de)
ceremonias religiosas o culturales aceptadas.
Afortunadamente, los criterios de las dos clasificaciones descritas (DSM-IV y
CIE-10), se han homologado casi en su totalidad y en la presente investigación, los
aplicaremos en la investigación seleccionada, para determinar clínicamente la
ubicación pertinente si reúnen los requisitos mencionados. Para analizar los
resultados de la presente investigación, hemos utilizado los criterios de investigación
para el diagnóstico disociativo de trance del DSM-IV:
12
afectivos con síntomas sicóticos, trastorno sicótico breve, o epilepsia del lóbulo
temporal13.
13
ASOCIACIÓN AMERICANA DE SIQUIATRÍA. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. DSM-IV, Masson, Barcelona S.A, 1995; ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Trastornos
mentales y del comportamiento, CIE-10. Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico, Meditor,
Madrid l992.
13
EL DEMONIO: SU NATURALEZA Y ESENCIA
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Profesor en la Facultad de
Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor de Cultura Medieval en la Facultad de
Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Experto en
filosofía antigua y medieval. Entre otros ha publicado: La Función de la semejanza en las Etimologías
de San Isidoro de Sevilla, Gran América, Medellín 1980; Filosofía de los refranes populares,
Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1994; Los Refranes en el derecho y el derecho en los
refranes, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1997; Los Refranes en la medicina y la
medicina en los refranes, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1999; El perfil ético del
egresado Bolivariano y su impacto en el medio, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín 1997, La
sabiduría criolla, Verón Editores, Barcelona 1997; Diez aproximaciones al medioevo, Universidad
Pontificia Bolivariana, Medellín 1998.
14
PAPINI, GIOVANNI. El diablo. En: Obras. T. VI. Aguilar, Madrid 1963, 33-35.
15
T. III, c. 141 – 238.
16
PAPINI, GIOVANNI. o. c., 35.
14
Paradójicamente, los escritos veterotestamentarios no pululan en afirmaciones
sobre el demonio. Lo que los pueblos vecinos de Israel atribuyen a los demonios, el
Antiguo Testamento lo relaciona directamente con Yhavé: enfermedades, castigos,
muerte. Satán es un simple instrumento de Yahvé análogo a los ángeles. Incluso, más
que un análogo angelical, es uno de los ángeles, que son enviados para ejecutar los
designios divinos. Cuando en el prólogo del libro de Job (capítulos uno y dos)
aparece con el nombre de “el Adversario”, “el Satán”, no se trata de un demonio sino
de uno de los ángeles de la corte de Yahvé, cuyo papel es el de acusador público que
hace respetar en la tierra la justicia y los derechos divinos. Sólo que este papel viene
cumplido con hostilidad hacia el hombre: De “acusador” se convierte en “tentador”.
La envidia de los bienes de la creación divina es su gran cualidad. En Zacarías
(capítulos 3, 1–5; 3, 2; 3, 6–10), el “acusador” se presenta como adversario de Dios y
sus designios salvíficos. En 1 Reyes 22, 19–22, el “espíritu de la mentira” asume la
función de Satán, pero siempre como un agente divino que oye su llamado y respeta
sus órdenes.
Si a estas caracterizaciones de I Reyes, Job y Zacarías ya mencionadas, le
agregamos las de II Samuel 24, 1 y I Crónicas 21, 1, los trazos veterotestamentarios
del demonio quedan determinados: Lo que las religiones de las culturas vecinas
representan como un rival del dios supremo, Israel lo transforma en puro instrumento
de Yahvé con una función concreta: Acusador público. Se salvaguarda así la
trascendencia del Dios único contra todo posible dualismo. Su nombre de “Satán”
equivale a un oficio divino. Tan contundente es esta “biografía” veterotestamentaria
del diablo que cuando se evocan demonios de las creencias populares de Oriente:
Siyyin, se ‘irrim’ iyyim, ‘ohim (La Septuaginta los verá como daimonía), el
hagiógrafo los asimila a simples animales salvajes de la regiones desérticas. El mismo
Lilith, genuino demonio asirio, no es sino un mochuelo o ave nocturna (Isaías 34,
14). Tobías menciona “el demonio malvado Asmodeo” (3, 8; 8, 3), “el que hace
perecer”. Tiene relación con Aêsma, uno de los demonios del parsismo. Su función es
ser enemigo de la unión conyugal. Sólo que la liberación de Sara y la curación del
viejo Tobías por obra del ángel Rafael reducen a Asmodeo a una buena pintura
antropomórfica. Azazel se menciona en el Levítico con motivo de rito de la Gran
Expiación (Levítico 16, 8. 10. 26). Más que un demonio (como lo hace la versión siria
y la literatura judía apócrifa: Henoch) es un macho cabrío o víctima propiciatoria
cuya función es llevar al desierto los pecados de Israel.
Mas, esta "biografía" tiene un momento decisivo: el relato de El Génesis, uno
de los más antiguos. Es el símbolo de la Serpiente. Creatura de Dios, dotada de
ciencia y habilidad, que le sirven para triunfar y arruinar la obra de Dios; tentador que
invita amistosamente a transgredir la prohibición divina. El resultado lo conocemos:
el hombre es castigado; ella es maldecida. Ya se sabe cómo viene interpretada la
Serpiente desde el Antiguo Testamento: es el diablo (Eclesiástico 25, 24; Sabiduría 2,
24). Aparentemente ha triunfado. Su fin verdadero es la derrota. Este triunfo de la
humanidad sobre la Serpiente- Satán es el objeto de la Revelación Neotestamentaria y
la obra salvífica de Jesucristo.
2. El Nuevo Testamento
15
La diabología neotestamentaria hace uso de la literatura judía no canónica, en
especial de Henoch, para hacer su "biografía". El pecado de los ángeles, ya
expulsados del cielo por haberse rebelado contra Dios, ya descendidos a la tierra para
unirse a las hijas de los hombres, dejan probablemente su huella en Ap. 12 y Lc. 10,
18 (la primera tradición, la de la expulsión) y en Judas 6 (la segunda y su unión con
las hijas de los hombres).
Su “biografía”, sin embargo, no se queda en estas representaciones surgidas
de la “Biblia apócrifa”. Una rica semántica de variados hombres surge aquí y allá
para designar la Serpiente de El Génesis: “El gran Dragón, la Serpiente Antigua, el
llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero” (Apoc. 12, 9; Cf. Jn. 8, 44; I
Jn. 3, 8; II Cor. 11, 3). Los relatos de los Sinópticos hablan indistintamente, por
ejemplo en la parábola del sembrador, de Satán (Marcos), del Malvado (Mateo), del
Diablo (Lucas); en otros lugares es el “enemigo” (parábola de la cizaña), “el
tentador” (Mt. 4, 3), Beelzebul, príncipe de los demonios (Mc. 3, 22; Mt. 9, 34; 10,
25; 12, 24–27; Lc. 11, 15–19). Beelzebul era una divinidad cananea cuyo nombre
significa “Baal el príncipe”. La forma “Beelzebud” (Siríaca y Vulgata) es un juego de
palabras despectivo que transforma dicho título en “Baal de las moscas”. San Pablo
usa Satán, Diablo, el Malvado (II Tes. 3, 3; Ef. 6, 16), Tentador (I Tes. 3, 5). Pero
añade un nombre propio, Beliar, que era la habitual designación judía del Diablo (II
Cor. 6, 15). En Ap. 12, 10 conserva la función de acusador de los elegidos en el
tribunal de Dios, como en Job y Zacarías (ho katégoros). El mismo papel cumple en I
Pedro 5, 8 (ho ãntídikos).
Pero no para allí la semántica. Es el “príncipe de este mundo” (Jn. 12, 31; 14,
30; 16, 11), el “dios de este siglo” (II Cor. 4, 4). Con ello vienen opuestos el Reino de
Dios y el Reino de Satán. El Reino Satánico que coincide con la era antes de la
venida del Mesías (Hch. 26, 18; Gal. 1, 4), Jesús lo sustituye por el Reino de Dios
(Mt 3, 2; Jn. 3, 3–5; Rom. 14, 17), que es el suyo propio (Mt. 13, 41; Jn. 18, 36; Col.
1, 13; Ef. 5, 5; I Jn. 3, 8). Aquí entramos en un tema de primera importancia: La
relación Jesús–Demonio. El relato de las tentaciones es paradigmático. Su horizonte
es claro: El Mesías debe escoger entre los caminos de Dios y los propuestos por el
Tentador que, como en El Génesis, se presenta como el amigo y el consejero. Estas
vías satánicas son las de los “magos” de los que habla Flavio Josefo en sus
Antigüedades Judías (L. XX, c. 5; c. 8, 6). Jesús se va contra ellos y de frente a esos
poderes sobrenaturales de mero prestigio personal propone un signo: “el signo de
Jonás”, es decir, su propia muerte y resurrección asociadas al banquete pascual. Este
es su reino. Desde este su reino hay que entender la curación de los enfermos y la
liberación de los poseídos. Pedro lo dice claramente delante de la familia de Cornelio:
“vosotros sabéis cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con
poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él” (Hch. 10, 38). No sobra recordar que en la mentalidad
judía la enfermedad corporal era el efecto y el signo de las potencias del mal,
estableciéndose un nexo entre el mal físico y el mal espiritual. Estas curaciones son
un signo del Reino como Salvación de la tiranía del diablo. Lo mismo vale para la
liberación de los poseídos. Los Sinópticos narran cuatro: (Mc. 1, 23ss; 5, 1ss; 7, 24ss;
16
9, 17ss con sus respectivas concordancias). Es la prueba de la llegada del Reino. La
misma muerte de Jesús es " para aniquilar al señor de la muerte, es decir, al diablo”
(Hebr. 2, 14). Pablo interpreta esta muerte como una acción de los demonios,
“príncipes de este mundo” (I Cor. 2, 8). Su triunfo, como el de la Serpiente, es
aparente. Con su muerte, Cristo derrota al demonio, hora en que éste “es arrojado
fuera” (Ap. 12, 9–13). Es el triunfo de Dios sobre Satán17. Triunfo que alcanzará su
plenitud en la parusía (I Cor. 15, 24–28).
Por eso, la vida del cristiano, como la de Cristo, viene pensada como una
lucha contra Satán (Ef. 6, 12). Pedro lo pinta como un león rugiente buscando a quien
devorar (I Pe. 5, 8). Es el tentador que, como en el Paraíso, intenta separar a los
hombres de Dios (I Jn. 3, 8; I Cor. 7, 5; Hch. 5, 3–4; I Tes. 3, 5). Es el padre del
pecado, no una mera personificación de las fuerzas del mal, de la concupiscencia
carnal (Rom. 5, 12). El pecado proviene del diablo y del hombre que se deja seducir
por él (Ef. 4, 27; Jn. 8, 41. 44); I Jn. 3, 8). El “mundo”, en este contexto, es el reino
de Satán, tal como lo desarrollan los textos joánicos. De ahí la tragedia del cristiano:
es una lucha a muerte entre la escogencia de Dios o Satán, de la Verdad o el Mal (II
Cor. 6, 14 ss; I Jn. 5, 19–20). El Juicio Final lo decidirá definitivamente (Mt. 25, 34–
41).
¿Cómo opera Satán para tentar? Por la mentira (Jn. 8, 44; I Tim. 4, 1 ss), el
camuflaje en ángel de luz (II Cor. 11, 14), las trampas (I Tim. 3, 7; 6, 9; II Tim. 2, 26),
las insidias (Ef. 6, 11), los engaños (II Cor. 2, 11), la cizaña (Mt. 13, 25), las tinieblas
(II Cor. 6, 14; Ef. 6, 12; I Tes. 5, 5; Rom. 13, 12; Jn. 3, 19; 8, 12; 12, 35–36). Ante
estos ataques, el cristiano solo sucumbe, pero con la gracia de Cristo vencerá. Es el
sentido soteriológico de la fe en Cristo (I Jn 2, 13).
Sin embargo, el toque de gracia neotestamentario es el Apocalipsis. El
capítulo 12 es una síntesis de la diabología bíblica. Allí hay tres pinturas que se
implican mutuamente. La primera se desarrolla en la tierra. Es la lucha entre Satán y
Cristo. Satán se presenta como un gran Dragón de siete cabezas y diez cuernos
coronados por siete coronas, que intenta devorar un niño parido por una mujer
17
El Catecismo Holandés, Herder, Barcelona 1969, 110-111., interpreta las
curaciones de Jesús como un símbolo de la lucha de Jesús contra el mal y el maligno.
A Jesús le importa la curación del pecado. El Reino de Dios es lucha contra el mal.
En cuanto a los “poseídos por el demonio” dice que poseído no es un hombre
pecador. Es alguien que no es él mismo y da signos de locura y frenesí. Son
enfermos. Jesús ve allí la acción del demonio. Satanás es para Jesús un poder
personal. Sus liberaciones son, por lo mismo, curaciones del mal del maligno. El
Catecismo de la Iglesia Católica al ocuparse de los signos del Reino de Dios:
milagros, prodigios y signos, los interpreta como la derrota del reino de Satán. “Los
exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios. Anticipan la
gran victoria de Jesús sobre «el príncipe de este mundo»” (N. 547– 550).5 Es el
célebre “milenarismo” que tanta tinta ha hecho correr. Recomendamos esta
bibliografía: COHN, NORMAN. En pos del Milenio, Barral, Barcelona 1971; DUBY,
GEORGES. El Año Mil, Gedisa, México 1989; FOCILLON, HENRY. El Año Mil, Alianza
Editorial, Madrid 1952.
17
misteriosa, envuelta en el sol y coronada de doce estrellas. El monstruo parece tener
ya ganada su presa, pero ésta escapa, “arrebatado a Dios y a su trono” (12, 5). Es una
alusión clara a la muerte, resurrección y ascensión de Cristo que el cuarto Evangelio
designa con la expresión “glorificación” de Cristo. La segunda fase, paralela en el
tiempo a la primera o incluso anterior, nos da la explicación: El Dragón es “la antigua
serpiente, llamada Diablo y Satanás” (12, 9) y con el Acusador de Job y Zacarías (12,
10) es un rebelde y un vencido, pues Miguel lo vence y lo precipita en la tierra. El
relato se inscribe en la tradición judía de La Vida de Adam y Eva, c.13–16: Cuando la
creación de Adam, Miguel y sus ángeles rinden homenaje a Adam como imagen de
Dios. No así Satán que se niega a honrar a un inferior, por lo cual es despojado de su
gloria y desterrado a la tierra, lleno de odio, envidia y enemistad contra el hombre. En
este contexto, el autor del Apocalipsis reinterpreta esta tradición judía y ve en Cristo
la imagen perfecta de Dios, a la que Satán se niega a adorar.
Viene la tercera fase. Vencido por Miguel y por Cristo, Satán persigue a la
mujer, no la puede alcanzar y se dedica a hacerle la guerra al resto de su descendencia
(12, 17). De nuevo es vencido, “arrojado en el abismo y encadenado por mil años”
(20, 3)18 y finalmente “arrojado en el estanque de fuego y azufre, donde están
también la Bestia y el Falso Profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos
de los siglos” (20, 10). Es clara la intención del autor. Si la mujer misteriosa es tanto
la Iglesia como María, la nueva Eva que en el Calvario termina de dar a luz a Cristo y
a sus cristianos, se deduce el papel de María en este conflicto entre Cristo y Satán.
En definitiva, en el Nuevo Testamento, Cristo ha liberado a la humanidad, con
su muerte y resurrección, del poder de los caballeros de Satán. El bautismo es, en este
contexto, la ruptura con el Demonio y sus cadenas y la participación en la liberación
obrada por Cristo, cuyo triunfo definitivo es la parusía.
18
arriba y el abajo, partícipes a la vez de la mortalidad y la inmortalidad, mediadores
entre los dioses y los hombres, fundamentos del culto y sus diversas formas, su
esencia bondadosa, su relación con los oráculos, la magia y los encantamientos. Esta
naturaleza, en especial, su carácter bondadoso, la precisa Platón mucho más en su
Epínomis. Aquí analiza la jerarquía de los daimónes en relación con la de los
elementos. Los ubica en el nivel del aire. De ahí su carácter intermediario. Tienen una
maravillosa ternura con los hombres de bien. Es necesario rezarles para lograr
mensajes favorables (984 e – 985 b). Jenócrates, su discípulo, completa esta
“biografía” del demonio. Asimila los demonios a las almas y distingue entre buenos y
malos demonios, más allá de su maestro. Lo que en el culto es inhumano, como los
sacrificios sangrientos o lo que en los mitos es cruel e impuro, es obra de los
demonios malos. Por lo mismo, a estos últimos hay que rendirles culto para aplacar
su cólera.
El neoplatonismo, con Plutarco, Máximo de Tiro, Apuleyo, Celso, Porfirio,
Jámblico, completan el cuadro. Plutarco es fundamental. En su De Iside et Osidire y
De Defectu oraculorum, aparecen sus tesis. Los demonios son almas en un estado
intermediario. Pueden devenir dioses o mortales; moran en el aire, entre el cielo y la
tierra. Participan de las pasiones humanas. Son buenos o malos. Los malos provocan
las pestes y las guerras. Hay que aplacarlos por los sacrificios. Cuando los mitos
hablan de crueldades e inmoralidades, su causa son estos malos espíritus, no los
dioses. Los buenos demonios asisten a los hombres y los inspiran, en especial a través
de los oráculos y los cultos de iniciación mistérica.
Máximo de Tiro, por el contrario, vuelve al planteamiento platónico: los
demonios son buenos, consejeros de los hombres, causa de los oráculos, los sueños y
las inspiraciones, cuidan a los hombres por mandato divino, lazos de unión entre la
debilidad humana y la bondad divina, curan enfermedades, aconsejan a los que
dudan, anuncian las cosas ocultas, acompañan a los viajeros. De ahí su esencia a
mitad de camino entre la inmortalidad de los dioses y el páthos humano, almas
liberadas del cuerpo pero que los dioses mantienen acá en el mundo de las apariencias
para asistir o castigar a los débiles humanos, cada uno de los cuales tiene su demonio
propio.
A todo este ambiente filosófico griego hay que agregar las tesis iraníes, ya
gnósticas, ya maniqueas, sobre la dualidad del bien y del mal como constitutivo del
mundo y del hombre, modo de resolver el problema del origen del mal en general y
de la tentación en particular.
Los Padres de la Iglesia, en términos generales, rechazan estas concepciones.
Los sacrificios, oráculos, iniciaciones... son idolatría y perversión. Los ángeles
buenos cristianos nada tienen que ver con estos ritos. Así, los ritos griegos sólo son
expresión de su error religioso – filosófico, que se dirigen a los ángeles malos
creyéndolos buenos. Tal es la astucia del demonio: confunde a los hombres y con
ellos a sus culturas. Aparece así una tesis patrística clave: El paganismo es un culto al
demonio. En ello, la Patrística continúa la línea neotestamentaria que asimila ritos
paganos y culto a los ángeles malos (I Cor. 10, 20; Ap. 9, 20) y se sirve de un texto
capital del Judaísmo palestino, ya citado antes: El Libro de Henoch. Aquí hallan los
Padres varios elementos: el origen de los ángeles malos; son ángeles buenos que se
19
enamoraron de las hijas de los hombres; son castigados y encerrados en el abismo
hasta el juicio; de su unión con las mujeres nacen los gigantes; los demonios son las
almas de estos gigantes que causan a los hombres todos los males y los separan de
Dios; pecaron por lujuria y han enseñado a los hombres las practicas mágicas; se
hacen adorar como dioses; hay un jefe de los demonios: Beliar, Satán o Mastema, que
disputa con Dios las almas de los hombres.
Las tesis son, entonces, encontradas y contrarias. Es lo que tienen que
dilucidar los Padres de la Iglesia: lo griego y su relación con lo cristiano y viceversa.
4. Los Apologistas
19
V, 2 – 6, PG 6, 452 – 453.
20
Primera Apología, V, 3, PG 6, 336.
21
Cf. ORÍGENES, De Principiis III, 2,1.
20
formaron su séquito22. La caída de los ángeles se relaciona con la creación del
hombre. Esta relación hace que desde Taciano la demonología sea idolatría: Esta es
en su esencia culto demoníaco. Los hombres se dejan engañar y los adoran. Los
engaños son sus prestigios: Visiones, curaciones, magia (fórmulas escritas, hierbas,
raíces, reliquias), la adivinación y la astrología que identificó las constelaciones y los
planetas con las divinidades greco-romanas. Como éstas son demonios, los hombres
se dejaron engañar pensando que el destino depende de los astros; de ahí que les
rindan culto, olvidando al Dios único y verdadero23.
Esta identidad planetas–demonios es clave en Teodoto, según el testimonio de
Clemente Alejandrino. El destino es el resultado de la acción de los demonios que
gobiernan por los astros. Los demonios son bandidos que obran por el zodíaco y los
planetas. Influyen en el alma por medio del cuerpo. Cristo nos libera de esta fatalidad
gracias a su Providencia. Es el sentido del bautismo pero en especial de la Gnosis,
que es la perfecta liberación, ya que el bautismo no produce dicha liberación: Los
demonios siguen atacando al alma a pesar del bautismo24. Entra en escena la
complicada relación Gnosticismo y Cristianismo, que dió, da y seguirá dando tema
para múltiples y variadas interpretaciones25.
Atenágoras compone entre el 175 y el 180 su célebre Legatio pro christianis
dirigida a los emperadores Marco Aurelio y Cómodo. Allí sostiene que los elementos
y estatuas adoradas por los paganos no tienen ningún poder. Sin embargo, se
producen actos atribuidos a estos ídolos. La razón es que su causa son los demonios.
¿Cómo aparecen éstos? Los ángeles fueron creados buenos para administrar por
mandato divino el mundo material. El orgullo los perdió. Aparecen los demonios
como ángeles caídos. Entre ellos está el “Príncipe de la materia” (el “Satán” de
Justino, el “Primero Nacido” de Taciano), los ángeles que cayeron en el deseo de las
hijas de los hombres y los demonios que son las almas de los gigantes, nacidos de la
unión de los ángeles y de las hijas de los hombres. Así intenta conciliar Gen. 3, 1-4 y
Gen. 6, 1-3. Caídos del cielo se hallan en el aire y la tierra suscitando ataques
interiores y exteriores, que es lo que los griegos llaman eímarméne o destino, que
nada tiene que ver con la Providencia cristiana. A estos demonios se les ofrecen
sacrificios, verdadera idolatría, máximo cuando son confundidos con los dioses, que
son solo hombres. De este modo une Atenágoras las tesis de Taciano (concepción
22
Oratio adversus Graecos 7, PG 6, 821.
23
Estas tesis son rebatidas por los pensadores greco-romanos del siglo II, en especial
por Máximo de Tiro y Aelius Aristides. El primero habla de apariciones como los
Dioscuros; muestra la relación demonios- sueños- oráculos. El segundo reporta
curaciones milagrosas en Asclepios. En cuanto a la magia, los papiros mágicos, los
escritos pseudodemocritianos, el mago Orastes, y su fama, permiten deducir la
importancia de la ecuación planetas – dioses – demonios para la mentalidad pagana
de este siglo. Se produce así una interesante simbiosis de helenismo y elementos
egipcios y caldeos.
24
Cf. Excerpta ex scriptis Theodoti, PG 9.
25
Cf. ORBE, ANTONIO. Introducción a la Teología de los siglos II y III, Sígueme,
Salamanca 1988.
21
demoníaca de la idolatría) y el evemerismo: Los dioses son antiguos soberanos o
héroes divinizados en virtud de sus hazañas. Por eso, los mitos son una sublimación
psicológica que viene de los demonios26.
Clemente de Alejandría (ca. 150 - ca. 215) cierra la posición de los apologistas
cristianos sobre los demonios. Estos daímones son ángeles caídos, sensuales,
perversos, ávidos de sangre, crueles, encarnizados contra los hombre. Por lo mismo,
su culto es idolatría y no lleva sino a la superstición27.
Los griegos no se quedan callados al oír estas críticas de los apologistas del
siglo II. Probablemente en el 178 Celso escribe su Discurso Verdadero. Es una
apología del paganismo. Los ángeles buenos de los cristianos son los demonios y
dioses subalternos griegos. Estos administran el mundo material, son benefactores de
los hombres, hablan por sus oráculos y apariciones, protegen las ciudades. Por eso,
hay que rendirles culto. Si no, dejarán de proteger al Imperio y la impiedad de los
cristianos causará su ruina. Este culto debe ser ordenado y jerárquico. Los dioses
inferiores como culto popular son el objetivo de la magia, los oráculos y los
sacrificios. El dios supremo es el Dios de la religión filosófica al cual se le rinde el
culto en espíritu, que no necesita del culto rendido a sus servidores, los daímones
inferiores. Son, por lo tanto, uno y otros, verdaderos seres superiores y dispensadores
de bienes.
22
Espíritus son presentados como inclinaciones (diaboúlion): dos vías, dos modos de
obrar, dos fines. La palabra diaboúlion es el equivalente de la hebrea Yeser28. Las
inclinaciones malas se ligan a los espíritus del mal y las buenas a los del bien. Con el
Cuarto Esdras el judaísmo alcanza su clímax en la reflexión sobre la tentación y el
pecado. Sigue la perspectiva rabínica del Yeser como disposición mala, lejos de la
mirada esenia de la sugestión diabólica. El lugar del Yeser es el corazón. Estaba en el
corazón de Adam desde el principio. Es así la propensión al pecado. Adam le dió su
consentimiento y con ello esta propensión se transmitió a su linaje, lo que hace del
pecado algo inevitable. Pero viene la tragedia: Todo pecado merece castigo. ¿Estamos
entonces condenados para siempre? El autor intenta varias soluciones.
La primera es que la dominación del Yeser no quita la libertad. El hombre se
puede convertir. La segunda es que Dios es misericordioso y nos da la gracia. El mal,
pues, es esta relación trágica libertad-gracia. No viene de Dios como lo planteaba el
Manual. La libertad es la posibilidad del mal, no las huestes demoníacas.
Pasemos a los círculos helenísticos. Filón en su De praemiis et poenis (11, 63)
sostiene la tradición rabínica de los dos Yeser como disposiciones contrarias
incrustadas en el alma desde la creación, dejando de lado la tradición esenia de los
dos Espíritus.
Pero en las Quaestiones in Exodum (I, 23) conservadas en armenio, aparecen
las tesis del Manual de Disciplina: El bien y el mal se deben a la acción de dos
potencias contrarias; éstas entran en el alma desde que nacemos; repartición desigual
de estos dos Espíritus entre justos y malvados; conflicto de los Espíritus en todo
hombre. Sólo que a esta tradición esenia agrega una tesis dualista cosmológica del
helenismo: el microcosmos (hombre) es una imagen del macrocosmos o universo. El
mundo es una mezcla de dos poderes. La potencia benefactora se asimila al cielo. La
perversa, a la tierra. Esta es la causa de las guerras, las pestes y los males.
Plutarco, inspirado en Zoroastro y en Las Leyes (896 d) de Platón, dirá que
todo acaece por dos principios opuestos. Desde Zoroastro hay dos dioses, uno del
bien y otro del mal. El primero es Dios; el segundo es el demonio. Según Platón,
continúa Plutarco, el mundo fue puesto en movimiento por dos almas: una crea el
bien; la otra, el mal. Esta mezcla de bien y mal es propia del mundo sublunar y su
variabilidad, no así del mundo supralunar, morada de los dioses y de los astros y su
regularidad. La esfera terrestre y sus agitaciones es la residencia de los demonios. Los
astros mismos, según otra tradición caldea heredada por Plutarco, nos son favorables
o desfavorables. Es el aspecto astrológico de la doctrina de los Espíritus, que no
puede separarse de la demonología plutarquiana.
Los cristianos aceptan esta tradición platónica de la oposición entre el mundo
celeste regido por los ángeles y el mundo terrestre donde operan los demonios. Pero
el lazo de unión entre los ángeles malos y la materia o perigeo no surge de la
naturaleza de las cosas como en los platónicos, sino de la caída del “ángel de la
tierra”: el príncipe de la materia y su séquito fueron puestos por Dios para administrar
la materia y sus formas. Se rebelan y del firmamento donde fueron colocados caen al
28
Cf. Eccli. 15, 14.
23
aire y a la tierra. Así aparece en Atenágoras29, en la Demostración de Ireneo donde la
caída del “Kiliarco administrador” es efecto de sus celos frente al hombre (11-16; PO,
t. 12,1913, p. 762-764), en el De resurrectione (I,37) de Metodio de Olimpo, en la
Oratio Catechetica Magna de Gregorio de Nisa (6,5; PG 45, 29 bc).
Las Homilías pseudo-clementinas del siglo II se ligan con la tradición del
Manual de disciplina pero recreándola desde otra doctrina helenística, que no es la
platónica de los dos mundos. De la tradición judía toman el tema de los dos Espíritus
que luchan entre sí para apoderarse de los hombres, en los que batallan sus
inclinaciones buenas y malas y las dos vías que se les ofrecen. A esta tradición
agregan la doctrina apocalíptica de los dos Eones, el tiempo presente y el tiempo
futuro; como la tesis gnóstica de la oposición masculino-femenino. La doctrina
helenística es la tradición filosófica platónico – estoica de los cuatro elementos. Dios
los crea y de su mezcla surgen las voluntades buenas y malas. ¿Y el mal? En esta
reflexión psudo-clementina se desarrolla una respuesta optimista: El mal es la lucha
de contrarios cuyo final es la anulación del mal, mero accidente y no más. Es la
demonología ebionista: Satán será derrotado y se convertirá en bueno. Para ello están
las combinaciones y anulaciones de los contrarios30.
En este mismo siglo hay un texto capital que sirve de base a la catequesis
moral cristiana. Es el Duae Viae. Como su nombre lo indica, hay dos vías para el
hombre regidas por dos ángeles: el de justicia y el de iniquidad, la luz y las tinieblas,
los ángeles de Dios y los ángeles de Satán. De ahí las virtudes y los vicios, las
recompensas y castigos eternos. El demonio nos lleva, pues, al vicio.
6. Demonios y vicios
29
Legatio pro christianis 24-25; PG 6, 945b-949e.
30
Cf. PG 2.
24
asesinatos, envidias, lujuria... El Testamento de Rubén pone en relación los siete
pecados capitales con siete demonios, asignándole a cada demonio su casa en una
parte del cuerpo. Así, poniendo un ejemplo, el espíritu de fornicación se asienta en la
naturaleza y los sentidos. Orígenes cita explícitamente este texto (In Josue XV, 6). El
Nuevo Testamento habla de los siete demonios en dos pasajes. El primero es Lc. 8, 2.
Aquí Cristo expulsa siete daimónia de la pecadora de Magdala. El segundo es Mt. 12,
4–5. Se trata del espíritu impuro que sale de un hombre, vaga sin reposo por lugares
áridos, retorna a su casa y toma consigo otros siete pnéumata para regresar donde el
hombre y habitar allí.
En el ebionismo la relación demonio–cuerpo es paradigmática: “los demonios
arden de deseo por entrar en los cuerpos, porque, aunque espíritus, desean comer,
beber, copular. Así se introducen en los cuerpos humanos para darse los órganos de
los que carecen y conseguir sus fines”31. Una vez entrados se mezclan con el alma, les
inspiran malos pensamientos que los hombres consideran como impulsos propios
(logismoí). Este nombre (logismós), de origen estoico, designa en Orígenes y Evagrio
los demonios de los vicios. En los ebionitas son las pasiones humanas consideradas
como verdaderas posesiones diabólicas. Su expulsión se logra por el ayuno y la fe.
Pero, sobre todo, por el bautismo, la invocación del nombre de Cristo y los
exorcismos. La tesis del bautismo como exorcismo se halla también en el Pseudo–
Bernabé, Orígenes y Cipriano.
7. Diabología Estoica
Los estoicos tienen una peculiar concepción del alma que se relaciona con El
Testamento de Rubén ya explicado, en especial lo que tiene que ver con el septenario.
A la tesis platónica del noús y las dos pasiones principales, el tymós y la epithymía
(las célebres almas irascible y concupiscible), el estoicismo opone una concepción
monista del alma como un todo (hegemonikón), de donde proceden las fuerzas
vitales. Estas son siete y son designadas por el término pnéumata. Esta psicología
pasa fácilmente a la demonología esenia de El Testamento de Rubén debido a que el
hegemonikón es considerado como un daímon o demonio personal y a que el término
pnéumata puede designar tanto una fuerza vital como un espíritu personal. Oigamos
el autor de El Testamento: “siete espíritus se le dieron al hombre para que por ellos
haga todas sus obras” (2, 2). Los siete espíritus son los cinco sentidos, el sentido de la
palabra y el instinto sexual (2, 3-9). La conexión con el estoicismo es clara. Nemesio
en su obra Sobre la naturaleza del hombre (II, 96) hablando de las partes del alma
según Zenón dice: “Zenón el estoico dice que el alma tiene ocho partes, dividiéndola
en la parte dirigente, los cinco sentidos, la parte relacionada con el habla y la parte
relacionada con la procreación”. La octava parte es el espíritu del sueño. La
diferencia está en que el daímon estoico es de naturaleza buena, no perversa. La
virtud y el vicio tienen que ver con la ataraxia o control de los pasiones, no con los
daímones como en El Testamento.
31
Homilías Clementinas IX,10, PG 2, 248.
25
8. Gnosticismo y demonios
9. El Hermetismo
32
Stromata II, 20, 112-113; PG 8, 1056 bc.
33
República 989 a.
34
Pensamientos XII, 3 – 4.
35
Stromata II, 20, 114; PG 8, 1057 bc.
36
Eclogae 46, 1; PG 9, 720.
26
hermetismo, hay tres claves: Los vicios son castigos divinos; los demonios no son los
ángeles caídos de la tradición judaico - cristiana sino ejecutores de los castigos
divinos; los vicios no son siete sino doce. En una alusión clara al zodíaco y con ello a
la astrología como juego de simpatías arriba - abajo, propia de la magia de las
culturas orientales.
Hasta aquí nos hemos movido, además del Antiguo Testamento, en los dos
primeros siglos de la era cristiana, tanto desde el cristianismo como desde la filosofía
griega. En el siglo tercero, con Tertuliano y Orígenes, la diabología recibe una
sistematización que cumplirá una función definitiva en la “biografía” del diablo.
Tertuliano continúa la perspectiva de los Apologistas que ya hemos planteado.
Orígenes continúa la línea moral y de vida espiritual que ya hallamos, sobre todo en
el Pastor de Hermas. Comencemos por Tertuliano. Su punto de partida es radical: El
paganismo está plagado de errores. La razón es obvia. Es producto de los demonios.
Para los filósofos griegos éstos son buenos. Fatal equivocación. Son perversos. Es
que los griegos no oyen el verdadero mensaje de los cristianos: Los demonios son
ángeles caídos. La diferencia entre los ángeles caídos y los demonios, ambos
perversos, es que los últimos son las almas de los gigantes nacidos de la unión de los
ángeles y las hijas de los hombres. Ambos habitan en el aire que circunda la tierra. Su
acción consiste en perder al hombre y llenarlo de pasiones e ilusiones.
Llenan el aire con su soplo venenoso y causan enfermedades y plagas. Desean
sacrificios para llenar su apetito criminal de humo y sangre. Todos sus prodigios son
falsos: adivinaciones, curaciones, fenómenos meteorológicos, oráculos, sueños,
fantasmas, necromancia, aruspicina, suertes... Contra ello, los cristianos tienen un
arma poderosa: El exorcismo. La astrología es su maléfico saber y con ella la ciencia
de los metales, de las hierbas, de los encantos y de las estrellas. Y sobre todo, la
coquetería femenina. Como ellos cayeron por las mujeres, ahora, con piedras
preciosas, collares, brazaletes, tinturas, telas, polvos, adornos..., las encaminan al
pecado. Y con todo ello jalonan al hombre al pecado. Aparece así la asociación
demonio - mujer–pecado. Pero no contento el diablo con lo anterior, ha convertido la
creación en un espectáculo público: Plazas, foros, baños, teatros, juego, sacrificios,
cultos... Es la “pompa” mundana, el desorden de Venus y Baco, la embriaguez y la
glotonería. Así, las divinidades paganas no son sino los ángeles de los vicios, pura
idolatría. Todo el Estado pagano es, por lo mismo, diabólico. Todo lo que hace excita
las pasiones. Hay que destruirlo. Es la batalla que el cristiano tiene que dar. Por ella
será perseguido. El martirio se convierte entonces en la expresión máxima de la lucha
contra Satán. A ello se une el bautismo como renuncia a Satanás, a su pompa y a sus
ángeles. Surge la gran categoría de Tertuliano: Pompa Diaboli: Las pompas del
diablo son el demonio, el pecado, el mundo pagano con sus espectáculos y honores,
dignidades, solemnidades, lujos, coqueterías... Y la idolatría, ese culto perverso a los
dioses paganos. Jesucristo, con su muerte y resurrección, de la que se participa en el
bautismo, ha derrotado estas Pompa, figurado ya todo en el paso del Mar Rojo. Pero
el diablo sigue tentando a los bautizados: Lanza sus dados de concupiscencia, delicias
27
mundanas, mentira... Esta es la tentación interior. Hay otra tentación: la exterior. Son
las persecuciones contra los cristianos, obra del demonio. El martirio es el triunfo
completo contra esta tentación. Las bestias enviadas contra los mártires no son sino
instrumentos y símbolos diabólicos.
Orígenes repite las ideas ya aparecidas del paganismo como culto a los
demonios. La doctrina de los dos ángeles, de los demonios de los vicios, el martirio
como victoria sobre Satán. Pero les da un matiz digno de resaltar. El origen de los
demonios es la creación como seres espirituales. Estos seres espirituales fueron
creados todos iguales. Vino su infidelidad al creador. Los demonios son el grado
inferior de este acto de infidelidad y revuelta contra Dios. Le siguen las almas y los
ángeles. Todos pecaron pero no de la misma manera. De ahí la jerarquía. Los ángeles,
a pesar de su pecado, protegen a las almas. Los demonios las persiguen. Por eso, el
hombre está entre los dos y su vida es la lucha entre la luz y las tinieblas. Estas
tinieblas o ángeles malos causan hambres, pestes, enfermedades. La sociedad,
hombre en grande, vive también el conflicto del bien y del mal. Por lo mismo, cada
nación, fruto del pecado de Babel, tiene su ángel bueno y su ángel malo. Este, sin
Cristo, siempre triunfa. De ahí las guerras entre las naciones suscitadas por el
demonio. Este también suscita las ciencias ocultas y engañadoras: Astrología,
adivinación, magia. Tanto es así que, por ejemplo, la adivinación se hace a través de
los animales impuros que ya Moisés había declarado emparentados con los vicios y
demonios.
Con Cristo, todo lo anterior se derrumba. Los hombres y pueblos devienen
uno solo: La iglesia bajo el señorío de Cristo. Los ángeles buenos saltan de alegría y
sirven también a Cristo. No así los malos. Se encolerizan por perder su poder. Siguen
tentando a hombres y pueblos. Es la lucha de Cristo y Satán. Tal es la esencia de la
historia hasta la parusía. Es que a la tentación, Satán añade la posesión: Se apodera
del alma, no la deja razonar y la vuelve energúmena. Por ello, hay que estar atentos al
“discernimiento” de los espíritus (diákrisis, discretio): el bueno es libre de la
posesión, gracias a su libertad; el malo esta poseído y pierde su libertad de juicio. En
este contexto hay que situar el bautismo: Es el paso del poder del demonio al de
Cristo y sus ángeles, es la renuncia a las ya citadas “pompas” del diablo. Más, este
sigue atacando. Primero, a través de las persecuciones contra los bautizados.
Segundo, tentando individualmente a estos. Aparece de nuevo el martirio como
exorcismo contra Satán. Y la tentación como la obra de los demonios que actúan por
las pomeroì dialogismoí: las disposiciones perversas del alma. Y a través de las
ilusiones demoníacas: ver virtudes donde hay vicios. Tal es el poder del malvado.
Pero el triunfo del alma y de Cristo es contundente: El mal será vencido en este
dramático combate que es la historia individual y colectiva.
28
soledad, como Cristo, el monje enfrenta al maligno en los pavorosos desiertos. Es que
el desierto, con la llegada del Cristianismo, es el reino de Satán. Cristo lo ha
expulsado de villas y lugares poblados. Se refugia en estos yermos, pero allí llegan
los monjes a darle la pelea y vencerlo. El responde. Tiene sus estrategias. La primera
son los malos pensamientos: Avaricia, lujuria, afectos familiares, placeres mundanos,
sin sentido de la ascesis... La réplica del anacoreta es la oración, la penitencia y la
guardia contra los malos pensamientos. La segunda táctica son las visiones y las
alucinaciones (phantasíai), verdaderas pesadillas que atacan la epithymía
(concupiscencia–deseo), la gastrimargía (gula), la porneía (el deseo sexual) con
mujeres desnudas, el miedo ( a través de ludibria o juegos: el diablo se transforma en
bestias, gigantes, tropa de soldados, ruidos, gladiadores, hacen temblar la celda,
golpea al asceta, se burla de él, danza, silba...). La tercera es que aparecen como
ángeles de la luz y dan excelentes consejos. La treta es engañar al monje y hacerlo
caer en la tentación. Hasta lo invitan a orar y ayunar más. Así lo debilitan y el monje
cae rendido y puede irse al “mundanal ruido” de nuevo. La cuarta son las
predicciones. El monje cree que son profecías, pura astucia. Predecir la crecida del
Nilo es algo natural, no profético.
La respuesta del anacoreta es múltiple: oración, confianza en Dios, saber que
Satán no puede actuar sin permiso de Dios, ascesis, no tener miedo, el signo de la
cruz, el nombre de Cristo, la burla de sus tentaciones, soplar sobre ellos... Pero el
medio principal del asceta es el “discernimiento de los espíritus”: Distinguir las
apariciones demoníacas de las angélicas, en especial las astucias de la primera y
cómo derrotarlas. Ello convierte al monje en un perfecto exorcista: expulsa a los
demonios. Sabe de posesiones. Las identifica físicamente y toca las partes donde el
diablo está escondido. A éste no le queda mas que huir. Así, estos ángeles caídos, con
la ayuda de Cristo, se desvanecen como el humo. Su poder es su impotencia.
El que le da territorialidad conceptual a esta demonología del desierto es
Evagrio Póntico. La naturaleza de los demonios se piensa como naturaleza racional,
lo mismo que los ángeles y los hombres. Su caída del estado angelical se debió a su
exceso de cólera. Es tal el poder de la cólera que por ella muchos hombres se
convierten en demonios. Cristo los derrotará en el “octavo día” (la parusía) y los
hombres, por la gnosis o contemplación, se convertirán en perfección. Es la derrota
total de los demonios, seres ontológicamente existentes, que actúan sobre nosotros.
Su cuerpo está formado de aire, lo que les permite desplazarse y entrar en el cuerpo
humano por la nariz, aunque nuestros sentidos no los vean. Sólo los ascetas sienten su
olor putrefacto, su voz delicada y silbante como un rechinar de dientes. Cuando
quieren hacerse ver por el común de los mortales se transforman en ángeles
luminosos, hombres índicos que nos espían desde el aire, guerreros armados de
espada, mujeres bellas y voluptuosas, bestias ruidosas y danzantes, ruidos , cantos,
astros fulgurantes... Todo es ilusión. El asceta y el gnóstico sabe verlos y oírlos allí.
Es su malicia la que los lleva a hacer todo ello para acercarse a los hombres, malicia
que les viene del alma irascible o thymós. De ahí su odio y agresividad. Obran como
soldados prestos a derrotar a los hombres y manchar su alma, imagen de Dios. La
virtud y el discernimiento humano los derrotan así como la oración y la ciencia. Ante
estas acciones humanas, su ciencia es ignorancia. Por ello, los demonios nunca
29
contemplan la Trinidad, sí los hombres; ni entienden la Escritura ni conocen nuestro
corazón (las pasiones del alma). Sólo las descifran por signos exteriores, de los que se
valen para atacar, por ejemplo, al que es negligente en la virtud y el ayuno. Es su
habilidad tenebrosa e interpretadora de esos signos. En ello, su “arte” no tiene rivales.
De ahí su astucia. Es tal que aprenden todas las lenguas humanas, no como
Pentecostés sino como Babel. Por este poder pueden confundir y apoderarse de los
hombres. De ahí que haya demonios que se apoderan de las pasiones corpóreas y de
las pasiones del alma, o, en su lenguaje, tomado de los griegos: del noús, del thymós y
de la epithymía; de la praktiké, de la physiké y de la theoligiké, constituyendo estas
últimas la theoría. Son ocho demonios y corresponden a los malos pensamientos o
vicios: Gula, fornicación, avaricia, tristeza, cólera, pereza, vanagloria y orgullo, cada
uno con su personalidad propia. Así, por ejemplo, el de fornicación es rapidísimo y va
mas rápido que la mente. Sólo que el asceta los distingue y sabe enfrentarlos, a pesar
de sus tretas, en especial los logismoí o malos pensamientos. Contra éstos, el
anacoreta lanza los buenos pensamientos. Estos logismoí perversos se corresponden
con los ocho demonios reseñados. La diferencia es que los logismoí son las armas de
los demonios para la tentación, sus sugerencias impuras, malvadas y satánicas. Estas
sugerencias- sugestiones actúan sobre el alma ya cegándola, ya cargándola de
pasiones, imágenes y recuerdos, ya de sueños fantasiosos, incitándola a un
movimiento “contra natura”. De ahí la relación pathé-logismós: las pasiones se
convierten en malos pensamientos, gracias a los sentidos y a la carne. El asceta los
domina con la aphátheia: ni pasiones, ni pensamientos malos. Con ello el dominio de
alma y cuerpo es total, no obstante las sevicias del demonio para alejar al monje de la
oración y la contemplación, incluso presentándose como “epifanía” de Dios. No lo
logra. Dios permite tales sevicias porque su gracia es más poderosa que la potencia
del demonio. Esta gracia divina hay que acompañarla de oración, ayuno, ascesis,
vigilancia, control, discernimiento de los espíritus (los verdaderos y falsos demonios),
interrogación sobre los pensamientos y su origen, conocimiento de los motivos de los
actos diabólicos y sus métodos... Y sobre todo: Poner a pelear a los demonios entre sí
para que se destruyan. Es que un clavo saca otro clavo. Es el arma predilecta para
volver polvo a los demonios y sus tentaciones. Si todo ello fracasa, se tiene el
análisis: distinguir el pensamiento, el objeto sensible, la pasión y el pecado. Ello
permite disolver los malos pensamientos. Si el análisis fracasa se puede acudir al
“método antirrético”: responder a los demonios duro y a la cabeza, desenmascararlos.
Si ello fracasa hay que ir a la salmodia. El fin de todo es la “castidad total”.
30
alma y los tientan. De ahí que la repuesta sea el dominio de las pasiones, la apátheia
del ya mencionado Evagrio. Paladio ve a los demonios como ángeles caídos y
rebeldes, plenos de orgullo. Su mansión, por esta caída, es el aire. Envidiosos del
hombre lo tientan. Hay demonios ígneos, lo cual explica la combustión que acompaña
su manifestación. Estos se apoderan de los hombres y los transforman en fenómenos
ígneos: Todo lo queman, incluidos los objetos circundantes. Pero, sea cual sea su
“materia”, la manera de tentar es unívoca: astucias e ilusiones, engaños y travesuras.
Sus apariciones son también inequívocas: En forma de soldado con látigo, o de un
niño llevando un anciano que cae, o de huracán, o de onagro saltador huyendo y
gritando... Estas apariciones recuerdan que los demonios son los antiguos dioses
paganos. Como ellos son símbolos de la sensualidad, el orgullo, el placer... El
remedio ya sea sabe cuál es: Combatirlos desde la ascesis y la perseverancia. El
monje los ahuyenta y cura, gracias a su ascetismo, a los poseídos y enfermos.
Terminemos con Casiano. Como Evagrio, Casiano sostiene que la ascesis o
lucha contra los ocho vicios es un combate contra los spiritus de estos vicios. La
naturaleza de estos spiritus es similar a la sustancia de nuestro cuerpo. Cuando hay
posesión demoníaca, el espíritu impuro no toca para nada al alma, sólo al cuerpo, que
es carne – materia espesa; lo debilitan y así oscurecen la inteligencia. Dios lo permite
como prueba, lo que lleva a no despreciar a los poseídos ni negarles la comunión. Si
es el cuerpo el poseído, los demonios conocen nuestros pensamientos por signos
sensibles de nuestra conducta: emociones, actitudes, color de la cara... Allí hallan
pruebas de la gula, la fornicación, la tristeza, la cólera... Y tientan al hombre con
sugestiones iguales. Así hay que entender el poder visionario de los demonios, como
su poder para hacernos caer en el vicio. De ahí su diversidad y polimórfica potencia
para manejar la maldad: gritos, burlas, golpes, imitación de personajes, vanidad,
mentiras, herejías, salvajismo... Sólo que Dios no los ha creado malos. Ellos cayeron
y se hicieron malos, antes de la caída de Adán. Su pecado y caída se debió al orgullo.
El pecado de celosía con Adán fue posterior. Por ello, habitan el aire como seres
intermedios llenos de malicia, siempre atacando a la humanidad para hacerla caer.
Así mismo, como hay ángeles que presiden naciones, hay naciones presididas por
demonios, a los que se han sometido voluntariamente y declarado sus príncipes. Es la
causa de las guerras. Cada hombre tiene dos ángeles: Uno bueno, el otro malo. Es que
lo que sucede en el orden cósmico y comunitario sucede en el microcosmos del
hombre.
31
15. Del siglo IV al siglo VII
32
consecuencia del pecado original estamos, de algún modo, bajo el imperio del
demonio. Agustín es radical en ésto: “Todos, por causa del pecado original, caímos
en el poder del diablo”43. Por lo mismo, la vida cristiana es la lucha entre la Ciudad
de Dios y la del demonio, tema clave de su De Civitate Dei. Es que, debido a la caída
original, el mundo conoció una especie de abandono por parte de Dios, idea clásica
de Lactancio44 y que repiten Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino y el Concilio de
Trento (Denzinger 788).
Son las tesis anteriores las que fundamentan las fórmulas del Rituale
Romanum. Sus exorcismos y bendiciones suponen una presencia activa del demonio
en la creación deteriorada por la caída. En el ritual del bautismo, con sus exorcismos
y bendiciones, siempre hay una fórmula de renunciación: “A Satán, a sus pompas y a
sus obras”, lo cual nos conecta con tesis expuestas arriba, como las de Tertuliano.
Para este período que analizamos, el texto clave es el De Symbolo ad Catechumenos
de Agustín (PL 40, 627–628, 637–638, 651–653, 659–661). La misma tesis funda las
oraciones de los agonizantes, en especial el Libera Domine animam servi tui y el
Commendo te Omnipotenti Deo (“cedat tibi teterrimus Satanás”). En estas
aplicaciones litúrgicas y oratorias hay unas tesis teológicas de fondo: la armonía del
mundo fue destruida por el pecado; antes de Jesucristo la humanidad fue de Satán; los
demonios pueden dañar a los hombres en alma y cuerpo; se apoderan del corazón
humano y lo inflan de vicios; alejan al hombre de la oración, de la verdad, de la fe, de
los mandamientos, en especial del sexto con sus tentaciones impuras; presentan el
mal como bien (se aparecen como ángeles de luz, obran milagros. Es que “nadie es
más astuto que el diablo para engañar”45: Mas, no hay nada que temer. El diablo sólo
puede tentar “ad mensuram”.
De ahí su potencia relativa. Es que Cristo está con nosotros. Con él,
venceremos46. ¿Y cómo se produce la tentación? De tres modos: por sugestión, por
delectación y por consenso47. Contra ella, además de la fe en Cristo, hay que luchar.
Nada ayuda más que el ayuno y la oración48.
33
vírgenes y procrea niños malditos; como súcubo tienta a los hombres consagrados;
causa estragos en los monasterios; gesticula desde los capiteles de las Iglesias; actúa
en las representaciones teatrales; protagoniza frescos y miniaturas; la brujería–
hechicería es la magia del momento y el diablo su actor principal; las brujas, la mujer
malévola, la envenenadora, la maga... son los aliadas de los poderes infernales con
sus filtros, estatuillas, alfileres...; Los hombres pueden devenir bestias y cometer
crímenes inauditos: Son los licántropos o lobos o duendes; los sabbat se oyen por
todos los lugares; las brujas vuelan como los aviones hoy49.
Si Pedro el Venerable (+ 1156) constituye un buen ejemplo de la hagiografía –
demonología popular, Anselmo (+ 1109) concibe la acción de los demonios sobre la
vida humana por sugestión sobre la voluntad50.
Bernardo de Claraval (+ 1153) se apega a lo dicho por los Padres: el demonio
peca por orgullo y envidia; es un ángel caído que habita en nuestra atmósfera; su
dominio es el infierno, la Regio dissimilitudinis donde se pierde la semejanza divina,
la Libertas consilii y la Libertas complaciti; tentó e hizo pecar a nuestros primeros
padres y tuvo poder sobre la humanidad limitado por la potestad divina; Dios puede
servirse de su acción para la salvación de los creyentes, por lo que no hay que temerle
pues la misericordia divina prima sobre sus engaños, acompañada de nuestra
humildad y ayuno; el pecado original y el pecado personal nos convierten en sus
esclavos, en especial por la concupiscencia carnal y las manchas pecaminosas...
La reflexión teológica de los siglos XII y XIII marcará la demonología
posterior hasta hoy: se determina su incorporeidad por las tesis de Pedro Lombardo y
Tomás de Aquino; se acentúa el influjo del De coelesti hierarchia del pseudo–
Dionisio; la doctrina del sacramento de la confirmación como arma cristiana para
luchar contra el demonio se abre campo: “Post baptismum confirmamur ad pugnam”:
“Después del bautismo, la confirmación nos afirma en la lucha”51.
Pedro Lombardo, el maestro de las Sentencias, se ocupa de nuestro
“biografiado” en II Sent. Dist. 3–8. Allí explica la incorporeidad del diablo; este fue
creado bueno, justo pero no bienaventurado ante confirmationem (esta confirmación
tuvo lugar después de la prueba y caída de algunos); hay un cierto tiempo entre su
creación y su caída; la causa de ésta fue el orgullo: ser como Dios; su acción puede
sobrepasar las fuerzas naturales; su no corporeidad explica los textos evangélicos
sobre los demonios que “entran” y “salen” del cuerpo de un hombre; ellos se
apoderan del cuerpo no “sustancialmente” sino “por efecto de su malicia”. Su
insistencia y la de los teólogos del siglo XII y XIII en declarar que los demonios
fueron creados originalmente buenos y no malos es una reacción contra los cátaros,
reacción que desemboca en 1215 en la célebre afirmación del cuarto concilio de
Letrán: “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios buenos en su
naturaleza, pero se hicieron malos por sí mismos”52.
49
Cf. De Miraculis PL 189, 851 – 954.
50
Cf. De Similitudinibus 159.
51
Carta del pseudo-Melquíades incluido en el Decretum de Graciano compuesto
hacia 1140.
52
Denzinger, 428.
34
Llegamos al Doctor Angélico. He aquí sus tesis: el diablo es incorpóreo; no
fue creado malo ni inmediatamente feliz; la causa de su caída fue el orgullo; esta
caída no mermó su penetración intelectual; puede revelar lo que conoce; su acción
sobre los cuerpos materiales no es posible de ninguna manera virtute propia (por
virtud propia), sino indirectamente, adminiculo propii agentis naturalis (apoyado por
el propio agente natural); no se unen a los cuerpos naturaliter sino que los asumen;
están presentes en los cuerpos porque “ubi operantur ibi sunt” (donde obran allí
están). Todo ello lo expone el Aquinatense en su Comentario a las Sentencias de
Pedro Lombardo (II, dist. 3–8) y en la Suma Teológica: de la malicia de los ángeles y
su culpa (I, q. 63); de la pena de los demonios (I, q. 64); de la ordenación de los
ángeles malos o demonios (I, q. 109); de la impugnación de los demonios (I, q. 114);
de la causa del pecado del diablo (I–II, q. 80).
De todo este aparato conceptual, además de lo dicho, destaca esta
consideración sobre la prueba de los ángeles. El tiempo de esta fue triple: el primer
instante fue el de la creación; el segundo, el del mérito o demérito; el tercero, el de la
felicidad sobrenatural o desdicha eterna. Así mismo, lo relativo a la “impugnación de
los demonios”. Es el problema de la tentación. No hay duda que el diablo nos tienta
(a. 1). Lo hace por envidia (dañar el progreso humano) o por soberbia (usupar la
prerrogativa divina de enviar a los ángeles para determinados deberes con miras a la
salvación). Pero Dios se sirve de todo ello para bien y gloria de los elegidos (ad 3),
para castigarnos (ad 1) y para que su gracia se nos dé (ad 2). La tentación misma (a.
2) tiene como fin la ciencia; solo que ésta se subordina a otro fin, bueno o malo. Es
que el diablo siempre tienta para dañar y precipitar en el pecado. El hombre puede
hacerse su ministro: La ciencia nos daña. El diablo no puede tocar la voluntad pero sí
las facultades inferiores, sentidos e imaginación (ad 3). El artículo 3 insiste sobre el
carácter indirecto de la causalidad diabólica sobre los pecados. La causa directa es el
libre albedrío y la corrupción de la carne. Sólo que todo pecado nos hace hijos del
diablo. El artículo 4 se plantea el problema de los milagros diabólicos, es decir, las
artes mágicas. Estas no son estrictos milagros (sólo Dios los hace) sino acciones que
van más allá de la facultad y ciencia humanas. Los demonios pueden hacerlas. Son
meros prodigios o apariencias. Nunca un demonio puede transformar el cuerpo
humano en bestia o resucitar un muerto. Si nos parece que lo hizo es que nuestra
fantasía nos hizo ver cosas fantásticas. Se empieza a soñar.
Se ve la ausencia de antropomorfismo en esta construcción: nada de bestias, ni
gritos, ni azufre... Sólo que esas causalidades indirectas no vienen dilucidadas. Es lo
que harán los siglos posteriores.
35
Los autores espirituales de los siglos XIV y XV no van más allá de lo dicho
por los Padres, Bernardo o Tomás. Pero vale la pena mencionarlos porque sus
explicaciones son muy pictóricas y vivas. Enrique Suso (+ 1366) nos dejó un retrato
de la suerte de los condenados en el infierno y de la actividad de los demonios:
Demonios negros, baldes ardientes, vientres perforados, azufre, calor excesivo,
animales airados, vapores de fuego, olores nauseabundos... He aquí el mundo de los
demonios y sus secuaces. La tentación se presenta con los mismos caracteres; son
verdaderas visiones satánicas.
Catalina de Siena (+ 1380) vuelve a sostener que el orgullo es la rebeldía de
los demonios; pero, caídos, sirven para la gloria divina, ya probando a los fieles y
enriqueciéndolos de méritos, ya como ministros de la justicia divina en el purgatorio
o en el infierno. Para tentar se presentan como ángeles de la luz. Mas, es tan pasajera
esta luz y su falsa alegría que pronto el alma queda perturbada, se llena de tristeza,
dolor y tinieblas. Si se sigue en estos falsos placeres, el alma irá a los tormentos y
llamas eternas del infierno. Sólo que Jesucristo nos ayudará a derrotarlos.
Un escrito anónimo inglés que data del 1350–1370, “Cloud of Unkowning”,
La nube de lo desconocido, ejerció un notable influjo en el siglo XIV. El poder del
demonio es omnipotente para engañarnos y hacernos caer en misticismos falsos y
alucinados, gracias a sus efectos sobre la imaginación. Es tal este poder que “ponen el
cerebro al revés”. Comienzan a verse falsas luces, oírse falsas melodías, el olfato y el
paladar se llenan de exquisitas sensaciones, el fuego y el calor se apoderan del pecho,
la espalda, los riñones y los miembros. Contra ello sólo obra la oración
contemplativa.
La Imitaación de Cristo, obra probable de Tomás de Kempis (+ 1471), es el
texto místico por excelencia del siglo XV. El ascenso místico está plagado de
tentaciones y ataques demoníacos. El remedio contra ellos salta inmediatamente:
oración, humildad, confesión, confianza en Cristo. Ellas alejan al espíritu inmundo y
seductor.
En el mismo año de la muerte de Kempis fallece Dionisio de Chartres, teólogo
y místico. Su obra clave es De discretione et examinatione spirituum. Como Tomás
de Aquino sostiene que el demonio no actúa directamente sobre la voluntad; lo hace
por mediaciones que le presentan un bien que la razón reconoce como tal. Sobre las
otras facultades corporales y sensitivas obra directamente. Por lo que éstas
manifiestan, conoce nuestros afectos interiores. Cada hombre está a la disposición de
un demonio y de un ángel guardián. Dios lo permite para nuestro bien. Somos así
guerreros del bien contra Satán. Este es habilísimo con sus ilusiones: ángel de la luz,
portador del bien, revelaciones, apariciones, sueños... Contra ello se impone el ya
clásico “discernimiento de los espíritus”: No dejarnos engañar con estas apariencias
de bien y descubrir en ellas el peligro: vana complacencia, seguridad soberbia,
orgullo, presunción, audacia, singularidad, sensualidad, negligencia, torpeza, odio,
terquedad... A ello ayudan la humildad, la caridad, la dirección espiritual, los dones
del Espíritu Santo.
Pero la “efervescencia diabólica” por excelencia desde el siglo XIV es lo
“maravilloso diabólico”: la magia, la brujería, los pactos con el demonio... Los
tribunales de la Inquisición, con su represión, contribuyen a intensificarlos.
36
La bula Summis Desiderantes de Inocencio VIII del 5 de diciembre de 1484 es
significativa de esta represión de lo “maravilloso diabólico”, muy en contravía de lo
dicho por Alejandro IV en 1257 prescribiendo a los inquisidores no ocuparse de
brujería. A la bula sigue en 1487 la publicación del celebre Malleus Maleficarum o
Martillo de las brujas de los dominicos Enrique Kramer y Santiago Sprenger,
confidentes del Papa e inspiradores de su bula. Es el manual por excelencia para
descubrir todos los pactos demoníacos y sus signos visibles. Consta de cuatro partes.
La primera define la herejía y la brujería. La segunda se ocupa de conjuros y
embrujamientos. La tercera especifica los métodos para golpear todas estas
desviaciones: reglas para investigar, interrogar y atormentar para obtener las
declaraciones. La cuarta establece los procedimientos para expulsar a los demonios
de las personas poseídas. Con este “todo diabológico”, brujas y hechiceros se
“extinguen y se “multiplican”. Hay una verdadera “psicosis – contagio” de brujería
hasta el siglo XVII. A pesar de la famosa Cautio Criminalis (1631) del Jesuita Fr.
Von Spee (1591 – 1635), en que denuncia la injusticia de numerosos procesos, todo
está contaminado por la presencia de Satán y sus secuaces. Es tal esta presencia, que
el arte (“artes moriendi”, danzas macabras, el Bosco, Durero, Breughel...), el
derecho, la ciencia (estudiar científicamente las prácticas mágicas para descubrir los
secretos de la naturaleza), la literatura, las concepciones antifeministas (la mujer es el
intermediario por excelencia de Satán)... están impregnados de lo “maravilloso
satánico”53.
Este “maravilloso” se multiplica con los descubrimientos y evangelización en
“tierras de misión”. No vamos a discutir si ello tuvo o no sentido. Está ahí y nos da de
narices: el don de la cultura y de la fe cristianas no tienen por qué ser estorbados. Si la
“oposición diabólica” de los “indios” y su paganismo se opone, la fe de los
misioneros está ahí para derrotar al Enemigo, todavía escondido en su idolatría y
prácticas mágicas. No son sólo los siglos XV–XVII. Hoy, las misiones todavía se
piensan, en muchos casos, como una lucha contra la hechicería de los “a misionar”,
no obstante el reconocimiento del diferir de las diferencias. Es que el “diablo cojuelo”
sigue suelto. Tal es su poder.
Es en este contexto donde aparecen Santa Teresa de Jesús y San Juan de la
Cruz. Sin entrar en sus afirmaciones teológicas, son muy significativos sus análisis de
la experiencia espiritual y la vida de la gracia desde lo psicológico.
Teresa (+ 1582) describe el demonio con los trazos grotescos medievales. Para
ella, ello no es real. Es mero símbolo. Lo que cuenta son las implicaciones
psicológico – morales de sus “apariciones simbólicas”: es el enemigo de Dios y del
alma, es lo que nos aleja de Dios: fatiga, angustia, mentira, laxitud, egoísmo... Es la
sequedad que se siente cuando se ora acompañada de inquietud, falsa humildad,
desesperanza. Pero es sobre todo en “la loca de la casa”, la imaginación y las
facultades sensibles, donde el demonio se la juega toda. Contra ello, la potencia de la
cruz y de un sacramental, el agua bendita, son las mejores armas.
53
Véase un excelente ejemplo de todo ello en la reconstrucción histórica del proceso
de Loudun hecha por HUXLEY, ALDOUX. Los demonios de Loudum, Círculo de
lectores, Barcelona 1973.
37
Juan de la Cruz (+ 1591) es como Teresa muy discreto para darle realidad a la
imaginería medieval. Son símbolos nada más. El diablo es un espíritu obstinado en
separarnos de Dios, de la fe, de la humildad. Todo lo hace desde las potencias
inferiores: La sensibilidad y la memoria. Las armas se deducen de estos rasgos: fe,
humildad y obediencia.
38
Por otra parte, el Rituale Romanum (XI, De exorcizandis obsessis a
daemonio) admite como signos de la posesión el uso de lenguas desconocidas, la
revelación de cosas ocultas y el despliegue de fuerzas extraordinarias. Estos signos
permiten distinguir los poseídos de los enfermos nerviosos y de los obsesionados y no
poseídos por el Príncipe de las tinieblas. A lo mejor, el realizador de El Exorcista fue
un buen lector del Rituale, independiente de su “Hollywood” satánica, verdadera
parafernalia de espectáculo consumista.
De ahí el cuidado contemporáneo por distinguir entre lo ordinario y lo
extraordinario, lo normal y lo anormal, lo real y lo imaginario... en la acción del
diablo sobre los hombres, dada la analogía de la posesión con ciertas perturbaciones
mentales. De ahí las distinciones entre el demonio teológico, personal... cuya
“biografía” hemos escrito y el demonio psicológico que cada uno lleva por ser
objeto–sujeto de enfermedad. De ahí la distinción entre lo demoníaco visible,
palpable y sensacional y lo demoníaco invisible, misterioso, oculto, ligado a la
teología del pecado y de la Redención, sobre el cual Cristo, con su Resurrección, ha
vencido. Este diablo teológico no es objeto de fe, pues es Cristo su vencedor el que es
objeto de fe. De ahí la expresión de Baudelaire, significativa del actual paradigma
demoníaco: “La más bella astucia del demonio es persuadirnos que no existe”. De ahí
el vacío producido por la racionalidad instrumental con sus promesas de felicidad y
progreso y llenado por las apetencias satánicas. De ahí que nuestra época, al negar el
diablo, más lo afirma, por lo menos como signo de la maldad humana: guerras,
gulags, explotación, devastaciones, hambre, armas, drogas, muerte, globalización de
la exclusión, masacres, genocidios, pestes, holocaustos... No hemos tenido que pensar
“la muerte del hombre”. Ya la vivimos. Si no que hablen los “clanning” americanos:
pegarse a líderes o gurús para exorcizar “a los de afuera” como los “malos”. De ahí
que no se deban confundir todas estas fobias con acciones demoníacas. El miedo ya
no tiene que extrapolarse hacia el diablo. De ahí que hoy al que no es como
“nosotros” lo “satanizamos”: el diferir de las diferencias es el Babel demoníaco: el
culpable siempre es el otro. De ahí el renacer de las “ciencias ocultas, esotéricas y
mistéricas” más confiables que la ya desprestigiada racionalidad científico – técnica.
De ahí que El Martillo de las brujas vuelva a resurgir al revés: Si no hay signos
infalibles de posesión (la insensibilidad de la espalda cuando se es pinchado es uno de
los síntomas de la histeria), sí los hay para que las brujas nos liguen: ponerle rostro a
lo que nos aterra. De ahí que Freud diga sin titubeos: “Si el Dios bueno y justo es un
sustituto del padre, ¿cómo extrañarnos que la actitud opuesta de odio y de
recriminación sea formulada en la criatura de Satán?” (Una neurosis demoníaca en el
siglo XVII ). De ahí que hoy el diablo sea un comodín para todo: Culpabilidades
enfermizas, enmascaramientos, malestares, reproducciones de viejos mitos. Estamos,
pues, en el A. M. S. G.: Ad Maiorem Satanae Gloriam, parodia del lema de los
jesuitas. Los Aquelarres, a su modo, están al orden del día.
19. Epílogo
39
Hemos recorrido la vida, obra y pensamiento del diablo ¿A qué conclusiones
podemos llegar? Desde la teología y el magisterio de la Iglesia a las siguientes:
3) No son creadores56.
5) Ejercen desde este momento (la caída original) un cierto dominio sobre la
humanidad58.
54
Cuarto Concilio de Letrán, 1215, c. 1; Denzinger 428; Concilio Vaticano I, sess. III
De Fide Catholica, c. 4 – 5, Denzinger 1804, 1805.
55
Cuarto concilio de Letrán, Denzinger 428; Concilio de Braga de 561, c. 7,
Denzinger 237.
56
Concilio de Braga, c. 8, 12, 13, Denzinger 238, 242, 243.
57
Cuarto Concilio de Letrán, c. 1, Denzinger 428.
58
Cf. Hebr. 2,14; Concilio de Trento, sess. V, C. 1, Denzinger 788.
59
Noveno canon antiorigenista de Justiniano, suscrito por el papa Vigilio y algunos
obispos en 543, Denzinger, 211.
40
a) Posibilidad de hablar o entender idiomas que la persona no conoce. Es la
xenoglosia.
Desde los exorcismos, es evidente que los textos neotestamentarios hablan de ellos
para la expulsión del demonio: Hch. 19, 11–16; Mt. 12, 22–28; Mt. 8, 16; Mc. 1, 23–
27; Mt. 17, 14–18; Mc. 5, 1–13; Mt. 10, 1 y 8; Hch. 16, 16–18. Pablo V fijó su
procedimiento en el Rituale Romanum en once etapas:
1) Rociar al poseído con agua bendita, para lo cual la estola morada del
sacerdote debía tener una punta al torno a él, en tanto se entonaba la
letanía.
5) Oración preparatoria.
9) Oración.
41
11) Cantos, salmos y oraciones.
Ya hemos citado varias veces este Rituale. A nuestro modo de ver y desde lo
que hemos dicho en este estudio, el exorcismo debe mirarse como la oración fraterna
de la Iglesia por el que sufre.
Terminemos con unos versos de Dante, buena síntesis de nuestro protagonista:
“Pues bien, hijo mío (Dante), no fue para mí el gustar del árbol la causa de tanta
molestia, sino únicamente la vulneración de lo mandado”60.
60
Paradiso, XXVI, 114 – 118.
42
:
ASPECTOS BÍBLICOS Y PASTORALES DE LA LLAMADA “POSESIÓN
DIABÓLICA”.
Demonio, demoníaco
Puesto que se trata de potencias espirituales intermedias representadas de un
modo personificado, es necesario confrontar el sustantivo con el sustantivo
(espíritu) y dado que en el N.T. se trata siempre de fuerzas maléficas,
también con la palabra (Satán).
derivado de daíomai, dividir, distribuir; el dios de los
muertos es el desmembrador de cadáveres. Según la creencia popular griega, el
mundo está lleno de demonios, de seres que ocupan un lugar intermedio entre los
dioses y los hombres y sobre los que se influye o a los que se aplaca mediante la
magia, la brujería y el conjuro.
Estos seres son: 1. Ante todo espíritus de los difuntos, especialmente
insepultos (animismo), 2. También fantasmas o espectros, que pueden aparecer bajo
diversas formas, sobre todo de noche. Entre un dios y un demonio no existe ninguna
diferencia fundamental. La morada de los demonios es el aire situado en las
proximidades de la tierra. Detrás de las desgracias y tribulaciones del destino humano
está la acción de los demonios y ellos hacen estremecerse al cosmos a través de las
catástrofes naturales. En especial son los causantes de la enfermedad o de la posesión
de los hombres.
La filosofía griega tampoco pudo liberarse totalmente de estas creencias: el
mundo no es un sistema de fuerzas abstractas, sino que está lleno de demonios.
Ciertos mitos escandalosos relacionados con los dioses eran explicados o combatidos
a base del concepto de “demonio”; el problema de la teodicea también se enfoca por
esta vía. Si en la Iliada el término daímon se aplica todavía algunas veces a los dioses,
en la Odisea esto se evita ya a fin de no confundir a los dioses con los espíritus
inferiores; en Hesíodo los hombres de la edad de oro se convertían después de la
Doctor en Teología por la Universidad Pontificia Bolivariana. Actual director del
Instituto de bioética de la misma Universidad. Autor de numerosos artículos
relacionados con la ética teológica y la bioética.
43
muerte en demonios, que inspeccionaban las acciones de los hombres y “distribuían”
premios y castigos por encargo de Zeus. En Empédocles, daímon designa una esencia
espiritual peculiar que acompaña al hombre desde el nacimiento. El mismo carácter
tiene el daimónion de Sócrates, su “espíritu bueno” que nunca le aconsejaba, sino que
se limitaba a disuadirle de algo61. Daímon llega a convertirse incluso en el
de los estoicos. En los sistemas posteriores (neoplatonismo, Porfirio) se
establecieron diversas jerarquías y escalas dentro de los demonios. Los demonios son
mediadores entre los dioses y los hombres y a veces se ocupan también de vigilar a
los hombres. Pueden ser considerados asimismo como uno de los “peldaños” que
conducen desde la divinidad hasta la materia.
Daimónion es un adjetivo sustantivado derivado de daímon y designa como
éste “todo aquello que se halla más allá de las posibilidades humanas y que puede
retrotraerse a la inspiración o sugestión de poderes superiores, tanto en lo que
respecta al bien como en lo que se refiere al mal”62.
Filón y Josefo se mantienen totalmente en la línea de la tradición griega. Para
Filón, los ángeles y los demonios son seres de la misma naturaleza; los ángeles se
mantienen alejados del mundo terrestre y son utilizados por Dios como mensajeros.
Josefo aplica la denominación daimonía sobre todo a los espíritus malos.
Vestigios de la creencia popular universal se encuentran también en el A.T. (1
Sam 28,13; Is. 8,9). La evocación de los difuntos estaba prohibida en Israel (Dt.
18,11; Lv. 19,31; 1 Sam. 28,3), al igual que los sacrificios a los espíritus malos (Lv.
17,7). Son figuras demoníacas los sedim (genios malignos, demonios: Dt. 32,17),
seirim (sátiros: Is. 13,21), lilit (espectro: Is. 34,14), azazel (Azazel, demonio que lleva
este nombre: cf. Lv. 16,8.10.26), etc. Se habla de los demonios en conexión con la
idolatría de Israel; probablemente la denominación de “demonios” se aplica también a
los dioses paganos de un modo despectivo (Dt. 32,17; 2 Cr. 11,15; Sal. 106,37).
No obstante, en el A.T. predomina la tendencia a eliminar la creencia en los
demonios, así por ejemplo, cuando en Gn. 1 los astros, que, como “demonios”, eran
temidos y reverenciados en el entorno veterotestamentario, son llamados
“lumbreras”; o cuando la desgracia y el mal (1 Sam. 16,14; 2 Sam. 24,1) son
atribuidos a Dios. Los mediadores entre Dios y los hombres no son los demonios,
sino los ángeles de Yhavé. El israelita no debe acudir a ningún otro poder fuera de
Yhavé y, sobre todo, debe abstenerse de toda práctica mágica.
La literatura rabínica abandona la gran moderación que mantiene la
religiosidad veterotestamentaria sobre este punto y se propaga la creencia en los
demonios, si bien el judío nunca se ha sentido tan amenazado por los demonios como
los adeptos de las religiones de su entorno63. Los doctores de la ley también han
61
PLATÓN. Diálogos. T. III. “Teetetes o de la ciencia”, Universales, Bogotá 1984.
Ap. 31c, 8ss.
62
FOERSTER, W. Art. . En G. FRIEDRICH. Theologisches Worterbuch zum
Neuen Testament II, Munchen-Darmstadt 1935, 1ss.
63
Puede consultarse en el Diccionario de las Religiones (dirigido por Paul Poupard),
Herder, Barcelona 1987. El significado de “Demonios” en: Egipto (415-416), en el
44
admitido la creencia en los demonios. En una época antigua se creía que los demonios
habían nacido de la unión de los ángeles caídos con mujeres (Gn. 6,1ss). Otros
pensaban que una parte de la generación de los hombres que construyeron la torre de
Babel fueron transformados en demonios; o que los demonios surgieron del comercio
de Adán y Eva con espíritus femeninos o masculinos respectivamente; o bien que los
demonios son una creación singular de Dios.
Los demonios son espíritus; sin embargo, poseen órganos corporales (alas),
necesitan comer y beber, pueden reproducirse, pueden aparecer en figura humana o
bajo una forma distinta. Su número es infinitamente grande, el mundo está lleno de
ellos. En la cúspide de la jerarquía de los demonios se sitúa el príncipe de los
demonios, Asmodeo (originariamente una figura del parsismo), a quien deben
obedecer otros demonios de menor categoría. Los demonios tienen acceso al cielo,
donde pueden venir en conocimiento de los designios de Dios. Ellos moran en la
tierra y en el aire, sobre todo en los desiertos, ruinas y lugares impuros (cementerios).
Aunque pertenecen al reino de Satán, Dios les autoriza para infligir castigos a los
pecadores. Su poder comenzó en los días de Enós (Gn. 4,26) y durará hasta el
advenimiento del Mesías. Su objetivo fundamental es indicar a los hombres al
pecado; también pueden exterminar al hombre. Son los causantes de las
enfermedades (aunque no de todas). Nos protegen de los demonios Dios y los santos
ángeles, la palabra de Dios, el cumplimiento de los preceptos, los amuletos, los
conjuros, etc. A diferencia de lo que ocurre en el ámbito griego, los demonios no son
aquí seres intermediarios entre Dios y el hombre, ni tampoco espíritus de los difuntos;
se establece una rigurosa distinción entre ángeles y demonios.
En los Apócrifos la denominación más frecuente que se aplica al demonio es
la de espíritu (impuro, inmundo, maligno). Los demonios pueden ser llamados
“ángeles de Satanás”. Inducen a la hechicería, la idolatría, la guerra, la querella y el
derramamiento de sangre (Cf. Sant. 3,15); también inducen a penetrar los misterios
ocultos. Según 1 Hen. 8,1, los bienes de la civilización son un don de los demonios.
En el N.T. el vocablo daímon sólo aparece en Mt. 8,31 (en plural); en todos
los demás casos se usa daimónion (63 veces) o (espíritu). En él no se halla la
creencia en los espíritus de los difuntos o en los espectros. Tampoco se encuentran
especulaciones sobre los demonios. Angeles y demonios son considerados como seres
opuestos entre sí. El temor al demonio retrocede como consecuencia de la fe en la
victoria de Jesucristo. Puesto que la brujería supone trato con los demonios, es
rechazada (Gál. 5,20; Ap. 9,20s; 18,23; 21,8; 22,15). El culto pagano lleva a tener
parte con los demonios (1 Cor. 10,20s) y el paganismo en general es obra de los
demonios (Ap. 9,20), que intensificarán su acción sobre todo al fin de los tiempos (1
Tim. 4,1; Ap. 16,13s). La acción de los demonios está siempre presente (Ef. 6,12) y
ellos otorgan su sabiduría (Sant. 3,15); por eso es importante el saber discernir entre
los espíritus (1 Jn. 4,1; 1 Cor. 12,10). Al igual que los Apócrifos, 2 Ped. 2,4 y Jds. 6
hablan de un encadenamiento de los demonios (que ya ha tenido lugar) y de un
45
mantenerlos en reserva para el juicio. Los demonios están subordinados a Satán, son
ángeles de Satán (Ef. 2,2; Mc. 3,20ss: el príncipe de los demonios). No son en
absoluto inofensivos. Provocan sobre todo enfermedades; Lc. 13,11.16: la mujer
enferma está bajo la atadura de Satán; pero no todas las enfermedades son atribuidas
a los demonios. En los evangelios aparecen algunos casos de hombres poseídos por el
demonio: hombres cuya personalidad ha quedado eliminada por los malos espíritus
que hablan por boca de él (Mc. 5,5). Dado que en Jesús está presente el reino de Dios,
conculca el poder de los demonios (Mt. 12,28) por medio de su palabra (:
expulsar). Los demonios poseen un saber sobrehumano: reconocen a Jesús y conocen
su destino (Mt. 8,29; Sant. 2,19). Daimonizomai, estar poseído del demonio: Mt.
utiliza este vocablo 7 veces, Mc. 4 veces y Lc. y Jn. una vez cada uno.
Con una mentalidad ingenua que responde a la época en que ha sido escrita, la
Biblia atribuye determinados fenómenos y acontecimientos a la acción de fuerzas
demoníacas. La representación de estos seres intermediarios ha surgido
evidentemente de la experiencia de que el hombre, en su vida, puede explicarse
muchos acontecimientos que le ocurren, pero siempre queda un resto inexplicable,
irreductible, enigmático y que, por tanto, inspira temor. De acuerdo con la mentalidad
de los siglos pretéritos, aquí entraban en acción diversas fuerzas personificadas,
fuesen éstas divinas y benéficas o satánicas. Según eso se intentaba desterrarlas o
dominarlas por medio de la magia, el conjuro u otras prácticas similares, poniéndolas
así bajo el control de otras fuerzas superiores.
La época moderna ha eliminado esta creencia en los demonios en la medida en
que la ha considerado ridícula y la ha incluido en la esfera de la superstición. Pero no
ha logrado desterrar el temor subterráneo ante determinados fenómenos y sucesos
incomprensibles que antaño eran considerados como obra de los demonios, ni, por
otra parte, ha podido eliminar del lenguaje los modismos que aluden a todo aquello
que amenaza la vida humana en términos personificados: así se habla, por ejemplo,
del “poder del alcohol”, de la “lucha contra el cáncer”, del “triunfo de una idea”,
como si de un ser personal se tratase.
El concepto de “demonio” es, evidentemente, una “cifra”, un símbolo de
aquellos poderes ante los cuales el hombre, aun conociendo la amenaza que para él
suponen, se muestra impotente, de tal manera que no puede ponerlos ni bajo el
control de su conocimiento, ni bajo el de su voluntad, y que incluso le hacen realizar
actos completamente contrarios a lo que piensa y quiere: el estar obsesionado por una
idea, el tener una idea fija es un fenómeno del que puede ser perfectamente
consciente aquel a quien le afecta, e incluso puede condenarlo en vista de las
consecuencias nefastas que puede tener para él y para quienes le rodean; puede
incluso llegar a conocer, tanto los factores desencadenantes del proceso como el
mecanismo opresor puesto en marcha por aquel fenómeno; sin embargo, continúa
permaneciendo indefenso ante él. Así pues, lo “demoníaco” no puede dominarse
simplemente a partir de una toma de consciencia y de una explicación racional o, en
todo caso, ello no basta. Las causas y manifestaciones físicas y psíquicas de la
enfermedad han sido ampliamente “desmitizadas” hace mucho tiempo y ya no hay
necesidad de explicarlas a partir de fuerzas demoníacas. ¿Pero queda aclarado sin más
con ello el fenómeno de las influencias sobrehumanas, irreductibles y no
46
manipulables, sobre la vida humana? ¿No nos encontramos más bien, de nuevo, con
factores cambiantes, incontrolables, a los que damos nombres que en realidad son
como un lenguaje cifrado que, más que aclarar la cuestión, la oscurecen? ¿Y no
ocurre algo semejante en la esfera de las relaciones humanas, de la política, de la
historia?. Y el hombre que ya se creía libre y autónomo y pensaba poder pasar por
alto los motivos y las consecuencias de su obrar, ¿no se encuentra de nuevo como un
esclavo, como un juguete a merced de ciertas fuerzas?.
Por otra parte, las manifestaciones que los antiguos calificaban de
“demoníacas” abarcan una serie de fenómenos sumamente complejos: en parte se
trataba de una influencia que actuaba únicamente sobre un individuo privándole de su
libertad e incluso destruyendo su personalidad, pero, la mayoría de las veces – o
esencialmente – los demonios extendían en seguida su acción maléfica a los hombres
que vivían en el entorno próximo, utilizando al “endemoniado” como trampolín,
cuando no como colaborador espontáneo. A menudo esta “posesión” llegaba a
abarcar grupos y pueblos enteros. Ahora bien, ¿es éste un fenómeno meramente
pretérito? En el fanatismo y fascinación que engendran ciertas ideologías políticas, en
la propagación del ansia desmesurada de vivir y de los instintos desenfrenados, en el
poder destructor de las enfermedades malignas, ¿no contemplamos los mismos
fenómenos que en épocas antiguas intentaban explicarse recurriendo a la existencia
de los demonios y a los que el N.T. consideraba como obra del maligno, de Satán?
No se trata de que la predicación cristiana alimente o defienda la creencia en
los demonios considerados como seres personales. Pero tampoco puede dejarse llevar
por la mentalidad moderna, que califica de ridícula y supersticiosa la creencia en el
demonio de los hombres de épocas pasadas. Ya la angustia vital de los modernos y la
tendencia a buscar seguridades debería impedirles considerar su actitud de burla
como u signo de certidumbre y de libertad. Que también el hombre moderno puede
caer bajo el dominio de poderes que se oponen a la voluntad de Dios es una
afirmación que apenas debería ya discutirse. La ruina del hombre será tanto mayor
cuanto más se identifique su propia voluntad con el objetivo de estas fuerzas, que está
orientando contra él mismo. Aquí se le plantea a la predicación la tarea de dar
explicación sobre la naturaleza de estas fuerzas en el plano antropológico, es decir, de
despojarlas de su mascara y de su aureola, de desenmascararla. Pero esto lo puede
hacer también el psicoanálisis o la psicoterapia.
La predicación puede y debe ir más lejos: siguiendo el mandato de aquel que
es el Señor de todas las fuerzas y potencias, de todas las situaciones y circunstancias,
ha de hacer patente que Jesucristo libera al hombre del hechizo de estos poderes
superiores. Y ella habrá de dar testimonio de que el hombre, cuando es sostenido por
el vínculo de la fe y permanece bajo el poder preservador del espíritu, que asegura
nuestra pertenencia a Dios, puede vivir en libertad. Pero esto sólo es posible cuando
el hombre, en una actitud de obediencia, se abandona totalmente a la gracia de Dios.
Diablo
47
“Transcripción de una palabra griega que significa “calumniador, denigrador”,
fue utilizada por los traductores griegos del Antiguo testamento para designar a Satán,
el acusador de los hombres ante Dios, el tentador”64.
Como premisas es importante tener en cuenta que: a) El “diablo”, igual que
los otros “demonios”, no puede concebirse a manera de un dualismo absoluto como
un rival autónomo de Dios, pues él es concebido como criatura absolutamente finita,
y su maldad está controlada por el poder, la libertad y la bondad del Dios santo; y, por
tanto, también con relación al diablo tiene validez todo lo que la teología dice sobre el
mal, la culpa y su permisión por Dios con una intención positiva, la negatividad del
mal, la imposibilidad de un mal sustancial, el bien particular como fin de la libertad
mal usada65; b) La doctrina sobre el diablo (y sobre los demonios en general) en la
sagrada Escritura aparece más bien como presupuesto natural de la experiencia
humana66. La revelación acerca del hombre y su situación de perdición o de salvación
asume esa experiencia y la enmarca críticamente en la doctrina sobre la victoria de la
gracia de Dios en Cristo y la liberación del hombre de todas las “potestades y
virtudes”.
Si está claro que la doctrina sobre los ángeles, los demonios y el diablo es ante
todo una interpretación (y no una revelación directa) de la experiencia natural en
torno a diversas potestades y virtudes sobrenaturales; eso hace comprensibles los
datos de la historia de las religiones.
Ya de aquí se deduce que la doctrina acerca del diablo propiamente tiene un
contenido muy simple, el cual nada posee en común con la mitología en sentido
propio. Ese contenido es el siguiente: la situación de perdición, presupuesta y
superada por la redención, no está constituida por la mera libertad humana. Está
también constituida por una libertad anterior y superior al hombre, pero creada y
finita. La oposición a Dios, que en la situación de perdición se insinúa como algo
previo al hombre, es a su vez múltiple, o sea, también el mal está dividido en sí
mismo y constituye así la situación del hombre. Pero esta escisión interna del mal en
sí mismo, lo cual es un momento tanto de su poder como de su impotencia, no
suprime, sin embargo, la unidad del mundo, de su historia (incluso en el mal) de la
situación de perdición en su dirección concorde contra Dios. El mal sigue siendo algo
así como “un reino”, una dominación. Y esto es lo significado cuando se habla de un
diablo supremo, de un diablo. De ahí se desprende que sólo en un sentido muy
indeterminado puede hablarse de un “plan ordenado” en medio del desgarramiento
del mal en el mundo o de un “jefe” de los demonios67.
Los LXX traducen el vocablo hebreo “Satán” (contradictor) por .
Esta palabra penetra después como término prestado en todos los idiomas europeos.
64
POUPARD, P. (Dir.). Diccionario de las Religiones, Herder: Barcelona 1987, 453.
65
Cf. URRUTIA, U. El diablo. Su naturaleza, su poder y su intervención en el mundo,
Porrua, México 1950.
66
Cf. HAAG, H., A. VAN DEN BORN Y S. DE AUSEJO. Diccionario de la Biblia. Herder,
Barcelona 1981.
67
Cf. POUPARD, P. o. c.
48
Los nombres y Satán son primero términos de sentido muy amplio y
distinto; pero después su significación se reduce, y confluye en un único sentido. Esto
sucede por primera vez en la doctrina sobre los demonios del judaísmo tardío. El
diablo es aquí el príncipe de los ángeles, que con su corte apostató de Dios y fue
expulsado del cielo.
El N.T. presupone la doctrina general judía acerca de los demonios y del
diablo. En el N.T. aparecen las siguientes denominaciones nuevas: “el maligno” (Mt.
13,19ss), “el enemigo” (Lc. 10,19), “el príncipe de este mundo” (Jn. 12,31ss), “el dios
de este eón” (2 Cor. 4,4), “el asesino desde el principio” y “el padre de la mentira”
(Jn. 8,44). La antítesis entre el diablo y Cristo es nueva. La hostilidad del diablo
contra Dios alcanza su punto culminante en la pasión de Jesús (Lc. 22,3.31; Jn. 13,27;
1Cor 2,8), pero es allí precisamente donde él sufre su derrota definitiva (1Cor. 2,8;
Jn. 12,31; Ap. 12,7ss); y las expulsiones de demonios por parte de Jesús eran el
preludio de la victoriosa venida del reino de Dios en la persona de Cristo. Esta
antítesis prosigue en la historia de la Iglesia, hasta que el diablo sea arrojado al
infierno (Ap. 20,8.10)68.
La mayor parte de las declaraciones del magisterio sobre el diablo están
hechas en conexión con los enunciados doctrinales sobre los demonios y tienen el
mismo contenido (creación buena, culpa propia, condenación eterna: Dz 427ss, 211,
Ds 286, 325). Se atribuye al diablo un cierto poder sobre el hombre pecador y su
muerte (Dz 428, 788, 793, 894); y se afirma su derrota por la redención de Cristo (Ds
291; Dz 711s, 894). Sin embargo, la doctrina de la Iglesia rechaza también una
excesiva acentuación del influjo tentador del diablo sobre los pecados de los hombres
(Dz 383; Ds 2192; Dz 1261-1273, 1923). A este respecto se presupone implícitamente
que el diablo es una especie de jefe de los demonios. El Concilio Vaticano II se
muestra muy reservado en sus afirmaciones sobre el diablo, pero no deja de decir algo
sobre él. El Hijo de Dios nos ha liberado de la esclavitud del diablo69. “El maligno”
ciertamente ha seducido al hombre para pecar, pero su poder ha quedado roto por la
muerte y la resurrección de Cristo70.
Satán
68
Cf. LEÓN DUFOUR, X. Diccionario del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid
1977.
69
CONCILIO VATICANO II. “Decreto sobre la Sagrada Liturgia”, n. 6; “Decreto sobre
las Misiones”, n. 3 y 9.
70
Cf. MYSTERIUM SALUTIS. t. II. Cristiandad, Madrid 1969-1975
49
En los LXX diábolos sale 21 veces (de ellas 13 en Job 1-2) fuera de Est. 7,4;
8,1, siempre como traducción del hebreo Satán, y asimismo 3 veces se traduce
simplemente por (1 Re. 11,14; 11,23A, 11,25B).
En el A.T. “Satán” alude al “adversario”, al enemigo perverso: en 1 Sam. 29,4
se llama así al saboteador potencial en las propias filas; en I Re 11,23.25 al jefe de
guerrillas y luego rey sirio Rezón. Así se denomina también al ángel que se aparece a
Balán en el camino (Nm. 22,22.32). Sólo en el prólogo de Job aparece Satán como un
ser celestial que acusa a los hombres buenos ante Dios; de una manera semejante en
Zac. 3,1s. Como nombre propio, aparece sólo la palabra en 1 Cr. 21,1: Satán incita a
David a realizar el censo del pueblo. En el A.T. Satán no es el “diablo” en el sentido
que adquiere más tarde la palabra, esto es, no es ningún príncipe malo que va contra
Dios; un ligero cambio en esta dirección muestran tal vez los LXX, al traducir, por
ejemplo, los pasajes de Nm. y Sam. No por diábolos y así la palabra recibe un sentido
ambivalente.
Sólo en el judaísmo tardío es identificado frecuentemente el diablo con las
malas inclinaciones y con el ángel de la muerte, y aquí tiene una carácter
pronunciadamente malo. Como en el A.T., es él el acusador de los hombres ante
Dios. La caída del ángel desempeña un gran papel (en dependencia de Gn. 6,1ss) sin
tener, no obstante, un significado fundamental. Los espíritus impuros que seducen a
los hijos de Noé son hijos de los “guardianes” (Jub. 19,28). La mayor parte de estos
espíritus fueron aniquilados, sólo queda una décima parte de ellos y con ella puede
Mastema ejecutar su voluntad respecto a los hombres (Jub. 10,8). Por lo demás, los
demonios aparecen como independientes junto a Satán, el cual desempeña ante Dios
el papel de acusador único. No se narra nada que recuerde su caída del cielo, pues, de
ser así, no podría acusar. El trata ante todo de entorpecer la relación entre Dios e
Israel, pero también de separar a los demás hombres de Dios. De un modo breve y
conciso se describe la actividad de Satán: “Se enseña en una Baraitha: Satán baja y
seduce, sube y acusa, asume plenos poderes y toma el alma”71. Sólo tradiciones
tardías dicen que Satanás fue un ángel de rango elevado. Los rabinos atribuyen al
hombre el libre albedrío, con el cual puede, mediante la observancia de la ley,
defenderse contra sus malas inclinaciones o contra Satán-Sammael.
En los escritos de Qumrán72 aparece Belial como nombre del espíritu malo (de
Satanás). Dios creó dos espíritus, el espíritu de la luz y el espíritu (ángel) de las
tinieblas (Belial), ambos ejercen actualmente su imperio. Belial es el ángel de la
enemistad, vive en los corazones de sus partidarios, los “hijos de las tinieblas”,
domina en el predicador de la apostasía. Los enemigos del hombre piadoso están
llenos de “maquinaciones de Belial”. Los partidarios de Belial son denominados “su
comunidad”. En estos escritos aparece, pues, Belial no ya como acusador, y, según
esto, no tiene ningún acceso al cielo y a Dios.
71
VINCENT, A. Les Manuscrits Hebreux du desert de Juda, Artheme Fayard, Paris,
1955, 175.
72
Cf. VINCENT, A. o. c.; Van Imschoot, P. Teología del Antiguo Testamento, Fax,
Madrid 1969; BOTTERWECK, G. J. Y H. RINGGREN. Diccionario teológico del Antiguo
Testamento, t. II., Cristiandad, Madrid 1978.
50
En el N.T. diábolos sale 37 veces, Satanás 36 veces y bee (l) zeboúl73 7 veces.
En Mt. 25,41 se mencionan los ángeles del demonio. Asimismo, análogamente a
Qumrán, el diábolos del relato de las tentaciones (Mt. 4,1ss) adopta la postura de un
señor del mundo, con la entrega del cual quiere apartar él a Jesús de su camino.
Según eso, se le denomina también “el jefe de este mundo” (Jn. 12,31; 14,30; 16,11).
El lugar propio del demonio no es el infierno, sino que como en el A.T., tiene él
acceso ante Dios para acusar a los hombres (Lc. 22,31; Jn. 12,31; 16,11). Por eso
Jesús ora por la fe de sus discípulos y enseña a los suyos a orar para verse libres del
malo (Mt, 6,13). Según Lc. 10,18 Jesús vio el derrocamiento de Satanás (como
acusador en el cielo, Jn. 12,31). Ap. 12,5.7-12 asocia este derrocamiento de Satanás
con la venida de Jesús. Con ello se rompe la visión dualística que tiene Qumrán del
mundo: Jesús venció y desarmó al diablo, de forma que él le puede arrebatar su botín,
esto es, Jesús puede curar a los posesos (Mt. 12,27-29). Pero aún después de haber
sido derrocado del cielo, no se le ha quitado a Satanás su poder de actuar: no sólo
respecto al individuo, sino también respecto a la Iglesia, el diábolos es aquel que trata
de poner impedimento a la palabra salvadora de Dios (Mt. 13, 28.39).
La idea del diablo (Satán) y la creencia en su existencia personal pertenecen,
para el hombre “culto”, para el “que ha entrado en la mayoría de edad”, al mundo del
mito, de la fábula o de la superstición primitiva. A que esa idea perdiera su
efectividad contribuyó, sin duda, también la forma medieval de su presentación: un
ser que provoca miedo, con cuernos, con rabo, con patas de caballo o de macho
cabrío y con alas de murciélago. Tras de esa concepción se hallan ideas paganas sobre
los demonios; sin embargo, también en el N.T. Belcebú es el príncipe de los
demonios. Según eso, tales imágenes resuenan, consciente o inconscientemente, en el
modo de hablar bíblico, sobre el demonio o diablo. Y, como en el marco de la
concepción antigua del mundo, al diablo se le asignaba como lugar el infierno que
está bajo tierra, desde donde surge vivo y en diversas formas como el adversario de
Dios y de Cristo, resultaría que en el caso de que cayera esa concepción del mundo,
tenía que caer (es de suponer) también aquella concepción del diablo.
Dentro del horizonte de la historia de la teología, el rechazo moderno de la
creencia en el diablo ha de remontarse probablemente a la Ilustración, a la neología74
y al idealismo. Es desde entonces cuando se evita en absoluto hablar de un mal
personal: en la concepción metafísica no entra en cuestión el diablo o Satanás o el
mal, sino lo malo o el mal, como un fenómeno que se da. A esto hay que añadir que,
73
Beezeboúl: en 2 Re 1,2s; 6,16 aparece como rey de Ecrón el ba´al zebub, el señor
de las moscas. Lo más probable es que proceda de ba´al zibbul (de zebel, estiércol,
excremento; zibbul, sacrificio a los ídolos), señor del sacrificio idolátrico, que de esta
manera es equiparado al estiércol. Derivando la palabra del arameo, resultaría be´el
debaba, señor de la enemistad, enemigo, o podría asimismo ser becel dibaba, señor de
las moscas.
74
Tratado de los giros nuevos que aparecen en una lengua. Para la Ilustración la
creencia en el diablo es simplemente el giro nuevo que adquiere el tratado sobre el
Mal y lo Malo que traía en su elaboración las concepciones metafísicas que pierden
su validez.
51
según la historia de las religiones, lo que se dice entre los cristianos del demonio está
sujeto a influjos extrabíblicos, paganos y precristianos.
Y no puede olvidarse las reflexiones de la llamada “sicología profunda”. En la
figura del diablo reconoce ella una personificación o una proyección, ya sea
individual ya colectiva de los contenidos anímicos: de aquello que actúa en las
tendencias negativas dentro del alma humana, y que el hombre mismo experimenta
brotando de sí como “malo”, como algo que debe ser rechazado y combatido; de
aquello que es rechazado por la sociedad o por la colectividad en las tendencias,
pensamientos o deseos, porque se opone a sus sistemas de valores. Carl Gustav Jung
ha escrito: “Mefistófeles es el aspecto diabólico de toda función psíquica, que se
libera de la jerarquía del hombre hasta llegar a la independencia y al dominio
absoluto...”75. Con esto alude al hecho de que en la alquimia, el diablo es designado
como “espíritu imitador”, como principio malo y como rival del Hijo de Dios. Él es el
espíritu de las tinieblas, que se halla en el cuerpo de los hombres y que impulsa al
alma a realizar todas las inclinaciones pecadoras76. Acerca de los anacoretas del
cristianismo primitivo, puede afirmar el psicólogo: “el diablo es naturalmente la voz
del propio inconsciente del anacoreta, que se revela contra la poderosa opresión de la
naturaleza individual”77.
Para la doctrina católica, las cosas están ahí teóricamente más claras que para
los protestantes. Según ella, la existencia de los poderes malos extra-humanos y su
acción en el mundo pertenecen a la verdad revelada. De acuerdo con eso, aparece
incluso hoy posible la posesión diabólica y – aunque raras veces – se da de hecho en
algunas ocasiones. Sin embargo, cada vez se oye hablar más a menudo de teólogos
católicos que afirman que el diablo es una figura mítica o simbólica, la
personificación del mal en el mundo y en el hombre, pero que a ella no le
corresponde ninguna realidad o existencia personal.
Pero aunque el testimonio de la Biblia cuenta con la existencia del diablo, la
predicación cristiana no tiene por qué especular con el origen y la esencia o el ser de
Satanás, la misma Biblia no lo hace. El diablo no constituye un tema independiente
de la predicación cristiana. Las predicaciones sobre el diablo y sobre el infierno,
cuando no fomentan la necesidad de emociones de personas pseudopiadosas y la
excitación de sus nervios, sólo sirven para difundir la inseguridad, la angustia y el
miedo. Dichas predicaciones, en lugar de quitarlas, ponen cargas en las espaldas de
los hombres. En cambio, una Iglesia que predique la victoria de Cristo, invita a los
hombres a tomar parte en esta victoria. Ha de llamar a los hombres a que se decidan,
al llamarles a la fe, al amor y a la obediencia. Evidentemente, a eso ha de
corresponder el que el hombre tenga que renunciar a “todas las obras de las tinieblas”,
el que él luche con las armas – espirituales – de la luz, y con las plegarias. Por eso
pide él en el padrenuestro ser liberado del mal; pues sabe que el malo o el mal es una
realidad que no puede ser zanjada de un plumazo.
75
JUNG, C. Psicología y Alquimia, Plaza y Janes, Barcelona 1940, 108.
76
Ibid., 504.
77
JUNG, C. Tipo Psicológicos, Plaza y Janes, Barcelona 1937, 78.
52
Pero la Iglesia, en su predicación, no puede prestarse a que el hombre renuncie
a su decisión, a su libertad y a su responsabilidad, dejándola a merced de cualquier
tipo de “poderes y fuerzas”, llámense estos diablos o demonios entendidos como
seres personales a la manera medieval, o lleven el nombre de cualquier “ismo” en
boga en nuestros días, ya se trate de ideologías, de falsas doctrinas sobre la salvación,
de propaganda, de eslóganes, de reclamos. Evidentemente, con la simple “abolición
del demonio” y su absorción por parte de la ratio humana o con el rechazo de la
manera bíblica de hablar del demonio no se ha ganado nada. Lo que sí es decisivo es
que nosotros nos pongamos bajo el señorío de Cristo, bajo su victoria y su verdad.
Empecemos por decir que este tema está hoy de última moda por diversas
causas:
78
Cf. Por ejemplo, Revista “Celestine Kapsner, O.S.B”. ¡Retírate Satanás!,
Fundación Jesús de la Misericordia, Quito 1948 (el libro es reimpreso hace cuatro
años (1997), pero figura con esta fecha (1948).
53
a) No es lo mismo diablo o Satanás que demonio, como ya se ha visto, sin
embargo se puede explicar más extensamente.
54
sigue siendo lo mismo: la sugestión. Así, el endemoniado de Gerasa es lo que la
psicología llamaría hoy un maníaco-depresivo.
d) Saber que necesitamos formar una fe tan seria que resista la crítica de las
ciencias y de los fenómenos y experiencias sociales.
55
explicación que sigue entenderemos que el término “Demonio” se aplica a lo que
hoy llamaríamos "enfermedades internas", pero no es una persona. El Diablo o
Satanás o el Maligno sí es una persona, pero no actúa por dentro de los hombres, sino
desde fuera.
82
BOTTERWECK, G. J. – RINGGREN, H. Diccionario Teológico del Antiguo
Testamento, “Ben. Hijo”. t. I Cristiandad, Madrid 1978, Col. 692.
56
poder indicar la causa, se le atribuían a seres llamados demonios. En Mc. 9,25 se le
llama "Espíritu sordo y mudo".
2. La epilepsia: Mt. 17, 14-20. Mc. 9,14-29. Lc. 9,37-43. En aquel tiempo era
imposible que pudieran conocer la causa de aquellos cambios súbitos y extraños en
un cuerpo que al examinarlo se veía igual al de los demás. Hoy los exégetas están de
acuerdo en afirmar que esa descripción es igual a la epilepsia. Pero en aquel tiempo, y
hasta hace muy poco, al no ver por qué un hombre sano en todo empezaba a
revolcarse, lo atribuían a espíritus inmundos o demonios. Aun en Mt. 17,15, cuando
diagnostica la enfermedad como "lunático", la atribuye también a influjo del demonio
(no de la luna).
3. Demencia o locura: Mt. 8,28- 34. Mc. 5,1- 20. Lc. 8,33-37. Mc. 1, 21-28.
Lc. 4,31-37. Pertenecen a lo que hoy se cataloga como enfermedades mentales,
orgánicas o funcionales, pero que en aquel tiempo era imposible que lo supieran; Al
examinar a una persona que vive sucia, con conductas agresivas en una cueva o en un
cementerio, veían que su cuerpo era igual al de cualquier otro: no se le veía la causa
externa de esa conducta; entonces se atribuyen a causas supranaturales. Lo llaman
“espíritu inmundo”.
Algunos, para probar que demonio y diablo son lo mismo se valen del texto de
Mc. 5, 1ss. en el cual, al curar al endemoniado de Gerasa, dice que los demonios le
pidieron que no los arrojara fuera de la región sino que les permitiera meterse en una
piara de cerdos. Sería interpretarlo como si se tratara de nuestro actual género
literario de periodismo y no de acuerdo a la "cultura animista" de aquel tiempo, que
explicaremos más adelante.
57
C) Cuando la causa natural de una enfermedad es perceptible por los sentidos
físicos, o sea que es palpable (la podemos llamar "enfermedades externas"), nunca se
atribuyen a demonio o espíritus inmundos. Cuando todo lo podían ver, no había
necesidad de recurrir a fuerzas misteriosas. Así, por ejemplo, no se hace ninguna
mención de demonios en los siguientes casos:
2. Curación de ciegos: Mt. 9,27-31; Mc. 8,22-26. Mt. 20,29-34. Mc. 10, 46-52.
Lc. 18,35-43. Jn. 9,1-7. La causa era expresa: los ojos; se veía que no podían ver.
5. Casos de fiebre: Mt. 8,14-15. Mc. 1,29-32. Jn. 4,43-54. La calentura podía
sentirse al tocar. Tengamos en cuenta esto: en estas enfermedades se usan las mismas
palabras que para los espíritus: la fiebre o la lepra "se marchó"; o la fiebre "la dejó",
como si se personificara la enfermedad. Los enfermos son curados porque "se
marcha" la causa perceptible.
6. La hemorragia: Mt. 9,20-22. Mc. 5,25-34. Lc. 8,43-48. Marcos expresa con
estas curiosas palabras la curación: "Al instante la fuente de su sangre se secó".
58
2. Job 1,6: Satán: una palabra tomada del lenguaje jurídico (como el acusador
o fiscal), se va perfilando cada vez en el conocimiento del pueblo de Dios como un
ser fundamentalmente malo. Zac. 3,1-3: aparece como un ángel malo, un acusador
enemigo del hombre. En 1 Cro. 21,1 aparece como en incitador al mal, la potencia del
mal que asumirá luego el N.T. Lc. 10,18. Ap. 12,9: identifica la serpiente con El
Diablo o Satanás. Lo mismo en Ap. 20,2.
3. Este ser personal aparece como el adversario del Reino y de los hijos del
Reino. Pero su influencia no es directamente física, sino moral. Ataca desde fuera:
arrebata el mensaje de Dios a los hombres: Mc. 4,15. Instigó a Judas la traición: Lc.
22,3. Jn, 13,27. Dificulta la obra del Apóstol: 1Tes. 2,18. Provoca la aparición de las
falsas creencias: 1Tm. 5,15. Se disfraza de ángel de la luz: 2 Cor. 11.14. Presiona
hacia malos actos: Ap. 2,10. Presiona con engaños: Heb. 5,3.
El diablo ha pecado desde el principio: 1 Jn. 3,8. Los hombres perversos son
sus hijos: Hech. 13,10. 1 Jn. 3,10. Jn 6,70. Jn 8,48.
Con el nombre de Satanás aparece 17 veces en los Evangelios y 34 en todo el
N. T. Con el nombre de Diablo aparece 15 veces en los Evangelios y 33 en todo el N.
T. Significa el adversario, el difamador, el acusador o el calumniador.
También se le llama "el maligno": Mt. 13,19. El enemigo: Mt. 13,39. El
soberano de este mundo: Jn. 12,31. 1Cor. 2,6-8. El tentador: Mt. 4,3. El adversario:
1Ped. 5,8. El seductor: Ap. 12,9.
4. El diablo, Satanás o el Maligno, será vencido por Dios: Rm. 16,20 y Jesús
vio como era arrojado del cielo: Lc. 10,18.
59
diabólica”83 muestra todos los pasos tétricos de un exorcismo para expulsar un diablo
o un demonio (para él es lo mismo) con todas las más terribles características y
cuando el autor dice quién es ese diablo afirma que es un señor que había muerto
antes por esos lugares. Y en otro caso afirma que el diablo es un señor amigo de otro
que el sacerdote conocía. En mayo de 1998 un sacerdote de Tuluá fue a una casa con
todos los ritos propios de un exorcismo y pronunció ante las cámaras todas las
palabras correspondientes a la expulsión de Satanás debido a que en esa casa había
fenómenos de ruidos y movimientos extraños. El diablo que estaba sacando era el
alma de un viejito que había vivido hacía 20 años en esa casa. No hay ninguna razón
ni bíblica, ni de cultura pagana, ni científica, ni filosófica, ni de doctrina de fe, que dé
pie a creer que un alma de un hombre o una mujer pueda convertirse en un diablo y
poseer a otro. Existe lo que se llama "Canalización" en el espiritismo, que consiste en
que un "espíritu desencarnado" use como canal para comunicarse con los vivos a un
Médium. Pero el espiritismo está muy drásticamente prohibido en la Biblia (con pena
de muerte y exclusión del pueblo de Dios) y no es permitido por la Iglesia.
60
persona de Dios. También consideraban todos esos males que no se ven, como
entidades neutrales que dominaban una persona y había que hacerlas marchar. Pues
en tal situación, tenían que entender así la forma de librarse de enfermedades que
interpretaban como causadas por esas "cosas" que llamaban demonios.
En la Biblia hay una forma de hablar muy común que se llama "Midrash": se
toma un hecho histórico y con él se construye una novela o un drama. Lo histórico es
el hecho en sí, los detalles o formas narrativas que rodean el hecho no se toman al pie
de la letra porque son como el ropaje de que se vale el autor sagrado. Por ejemplo: el
hecho histórico es que había una crisis religiosa porque se veía que a los buenos les
iba mal y a los malos les iba bien. Para explicar eso que ocurre en la historia de una
fecha precisa, se reviste la narración con todo lo que trae el libro de Job. No podemos
buscar el lugar de la ciudad en que vivía Elifaz o cualquiera de los amigos, porque
son el revestimiento narrativo de lo que estaba ocurriendo. Lo mismo encontramos en
Mc. 5,1ss: el hecho histórico es que Jesús libera a un hombre de lo que se llamaba
"demonios"; los demás detalles corresponden al revestimiento animista de la
narración.
b) En los Evangelios no hay exorcismos hechos por Jesús o los apóstoles, sino
que el único que aparece exorcizado es Jesús. Veamos:
Exorcizar es el acto y las palabras para liberar del demonio que se usaba en
aquel tiempo y cultura. Por los relatos del historiador Josefo y del Talmud sabemos
que era algo común a todos los pueblos de la antigüedad. En general se usan
amuletos, fórmulas mágicas y la invocación del nombre o nombres de alguna
divinidad. Se creía que al mencionar tal nombre el demonio o causa no visible, la
enfermedad, se sentía derrotado. Nada parecido a esto se encuentra en los evangelios.
Los Evangelios relatan que Jesús realizó toda clase de milagros y que confirió
tal poder a los apóstoles. Algunos de estos milagros se refieren a la expulsión de
demonios. Pero si sabemos interpretar lo que el autor sagrado quiso decir nos damos
cuenta que se refiere a aquellas enfermedades que llamamos "internas" o
psicológicas. El método que usó Jesús para curar a los "poseídos por demonios" es
exactamente el mismo que empleó para todas las otras enfermedades: su palabra, su
mandato. En Mt. 18,16 leemos: "Al anochecer le llevaron a muchos endemoniados y
expulsó a los espíritus con su palabra y curó a todos los enfermos". El mismo empleo
de la palabra se utiliza para otras enfermedades: Mc. 2,11-12. O imponiendo las
manos: Lc. 4,40. O solamente con su presencia: Lc. 6,19. En otros casos curó a
distancia como la hija de la cananea (Mt. 15,21-28, Mc. 7,24-30) o el hijo de un
funcionario real (Jn 4,43-54) o el criado del oficial (Mt. 8,5-13. Lc. 7, 1-10), que no
estaban poseídos.
61
Aparece el demonio exorcizando a Jesús y en nombre de Dios!. La segunda vez está
en boca del sumo sacerdote que le dice: "te conjuro () - exorkiso se- por
el Dios vivo que nos digas si tú eres el Mesías, el hijo de Dios" (Mt. 26,63). Por eso
no se puede decir que Jesús haya realizado exorcismos.
d) Sólo en Mc. 7,31-37. 8,22-26. Jn. 9,6, se encuentra algo que podría tener
cierto parecido a actos rituales. Pero, sorprendentemente, en todos estos casos los
evangelios no afirman que sean poseídos. Jesús tocó los oídos, la lengua o los ojos de
los enfermos.
62
esos males, la Iglesia tenía que servirle al mundo presentando algo que ayudara.
Antes de existir la psicología, la psiquiatría y la parapsicología nadie sabía lo que
eran ciertas conductas y enfermedades "internas", dicha ayuda fue un sacramental con
el rito del exorcismo. Nadie puede negar que hay ceremonias religiosas que también
actúan sobre el psiquismo. Pero una vez que la ciencia y la cultura encontraron la
explicación y la cura, la Iglesia le sirve al mundo por medio de la psicología, la
psiquiatría y la parapsicología. Por eso desde el 1o. de Enero de 1973 la Iglesia
suprimió la ordenación de exorcistas. Hoy se presentan todavía situaciones difíciles
porque aún existen muchas personas, tanto entre los fieles como entre el clero, que
viven en situación precientífica y es lento el camino de aceptación universal de la
ciencia. Aún entre los investigadores y teólogos se dan diferencias en el avance y en
los conocimientos. Además de reconocer que hay situaciones de otros intereses que
son muy difíciles de manejar y buscan mantener la situación precientífica.
Aún así, el Código de Derecho Canónico no permite que cualquier persona o
cualquier sacerdote realice exorcismos ni en cualquier momento. El Canon que lo
regula es el 1151 (en el Código anterior, el 1172) y precisa los siguientes aspectos:
d) La prudencia y la ciencia exigen que, aun teniendo licencia del obispo, dice
el Código, se proceda primero a una investigación cuidadosa para estar seguro de qué
se trata. Si no se investiga se corre el peligro de desacreditar a la Iglesia y al
ministerio del Sacerdote, al atribuir al diablo lo que puede explicarse por causas
naturales84. Y, veremos enseguida, que la ciencia nos permite ahora explicar por
causas naturales, aunque extraordinarias, todos y cada uno los fenómenos que antes
se atribuían a estas obsesiones, incluyendo las que trae el antiguo ritual romano.
Lo que sí es posible, es teológico, es científico y está atestiguado en el N. T.,
es que el Espíritu Santo, tercera persona de Dios, habita dentro nosotros. Esa es la
auténtica misión de un cristiano hoy: ayudarle a todos los bautizados a vivir la
experiencia de ser poseídos por Dios. El hombre es cuerpo y alma espiritual. El único
ser espiritual distinto al alma que puede estar dentro de nuestro cuerpo, y eso porque
es Dios - si no fuera Dios no podría-, es el Espíritu Santo: 2 Tm. 1,14. 1 Cor. 3,16. 1
Cor. 6,19. Rm. 5,5. Mt. 10,19. "Al que me ama, mi Padre lo amará, yo lo amaré y
vendremos a él y viviremos dentro de él" (Jn 14,23). Cuando una persona le cree a la
84
Compleméntese con la Revista: El fenómeno del Satanismo en la sociedad
contemporánea,. Fundación Jesús de la Misericordia, Quito, s.f.
63
Biblia y se siente poseída por el Espíritu Santo, lo que se produce es muy diferente y
bueno. Dice Gal. 5,22 que lo que produce el Espíritu Santo es: "amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza".
Son muchas las situaciones de la vida en las cuales había que recurrir a
explicaciones sobrenaturales, porque todavía la ciencia o la experiencia no había
descubierto sus verdaderas causas. Por ejemplo: antes de saberse a qué se debían los
rayos, la gente creía que provenían de los dioses y hacían ritos para que se calmaran.
La primera vez que en América vieron un hombre montado en un caballo, creyeron
que era un sólo ser que se partía en dos.
Muchos fenómenos raros que produce el hombre con su mente o con sus
energías corporales, hasta hace poco no se sabía de dónde venían y por eso se
atribuían a espíritus. Los que lo atribuyeron a mitos o espíritus no hicieron mal, sino
que ellos respondían a lo que había en su época. Nosotros ahora sí obraríamos mal si
a pesar de tanta ciencia que explica siguiéramos plantados en varios siglos atrás. Hay
una serie de fenómenos que están fuera de lo normal: por eso se llaman
"paranormales"; están fuera de lo ordinario en cuanto que no los produce cualquiera
ni en cualquier momento; por eso se llaman "extraordinarios"; no son hechos
comunes o que se hagan producir fácilmente: por eso se llaman "maravillosos". Pero
no son sobrenaturales. Un hecho es sobrenatural cuando en todo está por encima de lo
natural. Los fenómenos paranormales son naturales, en cuanto los produce el hombre
con lo que naturalmente hay en su mente. Es extraordinario, pero natural.
La sugestión es capaz de hacer reaccionar las neuronas de nuestro cerebro y
producir unos efectos que hoy la ciencia llama: "psicosomáticos", o sea, que el cuerpo
hace por influjo del psiquismo. Las facultades del cerebro pueden producir otros
fenómenos que llamamos "extraordinarios" aunque normales, o "extraordinarios y
paranormales". Fenómenos como fuerzas descomunales, mover objetos a distancia,
tener conocimientos especiales, hablar lenguas extrañas, etc., son cosas que ya tienen
estudiadas y experimentadas la psicología o la parapsicología. Veamos algunos:
64
por ciertos ejercicios de espiritualidad, se puede captar, como ocurría en o con
algunos santos.
+ Tiptología o golpes llamados "raps". Son golpes sin causa aparente que
sirvió a las hermanas Fox, fundadoras del espiritismo, pero que ahora se ha probado
que proceden del ser humano cuando exterioriza su energía provocando
inconscientemente ruidos, que dependen de ciertos condicionamientos que tiene ya en
su cerebro.
+ Ectoplasmia: que consiste en "plasmar" o dar forma fuera del cuerpo a una
idea o experiencia psíquica. Aunque es donde más engaños se presentan, también
existe como capacidad paranormal que se utiliza mucho en “mediums” para hacer
aparecer o dar forma a manos que tocan algo, objetos gaseosos que se pasean por la
estancia, o cuando por un schok nervioso fuerte, uno mismo plasma una imagen y ve
"el espanto". Puede producirse una nube o fuerza capaz de quebrar la rama de un
árbol. No es producida por el espíritu del invocado sino por la mente del médium que
tiene la facultad de plasmar la idea (Ectoplasmia). O Ecto-colo-plasmia que consiste
en que esa energía condensada y maleable (plasma), se exterioriza (ecto) para formar
un miembro o parte de un ser (colo). Este fenómeno se produce inconscientemente y
no forma el miembro a la perfección. Por eso se ven deformes. Si lo que se plasma es
una idea que se hace fija en la mente se llama "Ideoplastia: la idea que Ud. tiene del
diablo esa es la que Ud. ve, pero el de otro país que concibe el diablo como un ser
blanco y con otras formas, lo "plasma "distinto.
65
inconsciente. Este fenómeno consiste en la capacidad de sacarlos de allí cuando se
está en trance. Los saco yo, cuando soy yo el que está en trance, o me los puede sacar
otra persona frente a la cual estoy, cuando ella está en trance; si comparamos con el
lenguaje de computadoras, equivale a me leen el disco duro. Se recuerdan cosas que
uno no sabía que las conocía, pero que de alguna manera estaban archivados en la
"memoria total" de la persona. Una persona en trance, por la hipnosis o el exorcismo,
puede sacar de mi inconsciente datos que yo tenía archivados allí de lugares, de
personas, de experiencias vividas, etc., pero que eran tan inconscientes que yo mismo
no sabía que los tenía. Así el hipnotizado dice conocer un sitio donde él nunca ha
estado ni del cual ha oído, pero yo sí, aunque como no le presté mucha atención
quedó muy sutil en el inconsciente. O por eso el "endemoniado" me corrige el latín
que yo estudié. No me corrige el alemán, porque ese idioma no lo conozco yo ni él.
66
extraordinarios o paranormales. Si descartados persisten, es cuando se acepta que está
por encima de lo natural.
b) Por la ignorancia de las ciencias: aunque ya las ciencias existen son muchos
los que nunca volvieron a estudiar, pero sí se han dejado presionar por las
desviaciones. Saber que no hay ni uno solo de los fenómenos que antes se atribuían a
una posesión que no se pueda experimentar en un laboratorio o bajo unas condiciones
de parapsicología, debería mover a no involucrar la fe allí, pero muchas veces es más
fuerte la presión de dichos sincretismos o la dificultad de ver las ciencias.
67
ASPECTOS SOCIOCULTURALES DE LA POSESION
Médica de la Universidad de Antioquía y Psquiatra de la misma universidad. Entre
sus publicaciones se encuentran: Una experiencia en prevención de la
Farmacodependencia y Alcoholismo en una unidad militar. En “Revista de las
Fuerzas Armadas”, Bogotá, D.E., Colombia, v. XLlV, n. 133 (1989); Urgencias en
Siquiatría. Programa Atención Primaria en Salud Mental. Orientación y promoción
de la salud mental para la comunidad. Servicio Seccional de Salud de Antioquía,
Medellín, Folleto n. 1 (1988); Atención Primaria en Salud Mental. En “Revista
Hospital Mental de Antioquía”, Octubre-Noviembre-Diciembre, Medellín (1989).
Factores Emocionales que inciden en el embarazo. Programa Atención Primaria en
Salud Mental. Prevención Primaria en Salud Mental Materno Infantil. Folleto n. 1.
Servicio Seccional de Salud de Antioquía, Medellín 1989; Agresión y violencia desde
la psiquiatría. En “Revista Cuestiones Teológicas y Filosóficas”, U.P.B., Medellín v.
25, n. 1 (1999). Pertenece a la Sociedad Colombiana de Siquiatría; Asociación
Colombiana de Siquiatría Biológica; Sociedad Antioqueña de Siquiatría; Sociedad
Chilena de Siquiatría de la Infancia y la Adolescencia.
La información sobre el autor se encuentra en el primer artículo.
68
- Epoca precientífica.
69
tradición en todas las culturas. La Iglesia católica en Occidente manejaba y
controlaba el diagnóstico (posesión), los terapeutas (exorcistas) y el método
(exorcismo).
Pero no sólo la cultura occidental, sino todas las culturas premodernas
aceptaban el fenómeno de la posesión y el exorcismo como método terapéutico. Aún
hoy vemos la presencia amplia del fenómeno de la posesión en diversas culturas, aún
en aquellas que se consideran modernas, como nos lo muestran las siguientes
investigaciones:
70
Israel Posesión Dybbuk. 1989 Posesión por espíritu Bilu Y; Beit
de los muertos Hallahmi, B.
Dybbuk
possession as a
hysterical
symptom:
psychodynamic
and sociocultural
factors. Medline.
90109536
Irán Posesión por espíritus en Posesión por Safa, K. Reading
Irán. 1988 espíritus o vientos Saedi´s
description.
Medline
88185105
Suiza Posesión demoníaca en Posesión por malos Pfeifeer, S. Belief
Suiza. 1994 espíritus in demons and
exorcism in
psyquiatric
patients in
Switserland.
Medline
95101545
Alemania Análisis de las Posesión por Schulz, E.
consecuencias de un demonios Possessedness and
exorcismo. 1976 exorcism in the
year 1976.
Medline
79161472
Madagascar Exorcistas y siquiatras. Posesión, locura y Sharp, LA.
1994 exorcismo Exorcists,
psyquiatrists and
the problems of
possession in
northwest
Madagascar. Soc
Sci Med. 1994
Feb. 38: 4 p. 525-
542
Singapore Estudio de trance y Síndrome de trance Kua EH; Sim LP;
posesión. 1986 y posesión Chee KT. A cross-
cultural study of
the possession
trance in
71
Singapore.
Medline 6129021
Thailandia Factores de riesgo en la Posesión por Trangkasombat,
posesión. 1993 espíritus U.y otros. Risk
Factors for spirit
possession among
school girls in
southern Thailand.
Medline
98340744
Podríamos añadir más investigaciones pero éstas bastan para mostrar que hay
un renacimiento de la posesión diabólica en medio de la sociedad moderna, una
especie de nuevo medioevo donde los demonios actúan, poseen las personas y se
manifiestan. Más adelante miraremos este renacimiento.
- La ciencia y la ilustración.
72
importante en el caso de los pacientes psiquiátricos. El tener una fe religiosa puede
jugar un rol decisivo en la mejoría del enfermo88.
La ciencia ha hecho un gran aporte a la explicación y al tratamiento de las
enfermedades mentales. Pero hoy, continúa o renace la interpretación sobrenatural de
las enfermedades mentales. Aquí debemos hacer una distinción. Una cosa es
reconocer el papel importante de la religión en la vida de los individuos, sanos o
enfermos, y otra es seguir dando explicaciones religiosas de fenómenos que tienen
una explicación racional. Hoy, algunos grupos culturales y religiosos regresan a la
explicación premoderna de los trastornos mentales. Hay algunos bolsones rurales con
explicaciones precientíficas. Pero, lo más importante es la presencia de grupos
fundamentalistas que buscan seguridad en la reafirmación tradicional de las creencias
religiosas, especialmente en cuanto a la existencia del diablo y a su influencia nefasta.
Y de manera específica está el retorno de la religión de curación a través de los
grupos pentecostales, neopentecostales y carismáticos. Estos insisten en la curación,
el exorcismo y la prosperidad. Estos grupos, en general, tienen las siguientes
características:
88
KIROV, G; KEMP, R. KIROV, K; DAVID, A. Religious faith after Psychotic Illness. En
“Psychopathology”, Basilea, v. 31, n. 5 (l998) 234-245.
73
De acuerdo con lo anterior, se cree que Satanás es la barrera que hay entre el
hombre y el mundo. La expulsión de Satanás reconcilia al hombre con su
mundo, aún en los aspectos materiales (teología de la prosperidad). La
expulsión de Satanás se realiza a través del exorcismo imprecativo, pues se
considera que el hombre enfermo, lo es por causa de una posesión del
maligno. Pero también se pueden exorcizar objetos o lugares (apartamento,
sal, aceite…) para que queden libres de su maligna influencia. Generalmente
toda situación de enfermedad, pobreza, desempleo… se interpretan como
influencia del mal y hay que proceder a exorcizar. Aquí se puede notar como
la cultura popular da un código de lectura, interpretación y construcción del
mundo humano, entendido éste como una lucha contra los poderes de Satanás.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las iglesias tradicionales (católica,
anglicana, ortodoxa…) continúan manteniendo la doctrina de la posesión demoníaca.
Una muestra es el nuevo Ritual de exorcismos de la Iglesia Católica expedido en l998
y que reafirma la acción del maligno en las personas a través de la posibilidad de la
posesión.
Ante este renacimiento de la demonología, se puede preguntar: ¿Qué hay allí?
Podemos ver que hay una base fundamental para la intelección del fenómeno. Hay
una cultura compartida. La cultura está compuesta de muchísimos elementos:
lenguaje, etnicidad, religión, tradiciones, creencias, valores, relaciones
interpersonales, modos de producción y organización social. Pero también los
conceptos de significado de los objetos y sucesos, y la identidad, personal y
colectiva89. La siquiatría contemporánea se ha visto enriquecida con el
reconocimiento del valor de la cultura y su influencia en la definición de la realidad.
El énfasis en lo corporal, lo no racional, la creencia, ha oscurecido legítimamente el
énfasis positivista dado al concepto de ciencia. La ciencia fue vista como sinónimo de
89
ALARCÓN, R. Culture and psyquiatric diagnosis: impact on DSM-IV and ICD-10.
En “The psyquiatric clinics of North America”, Pensilvania, v. 18, n. 3 (1995) 449.
74
una realidad ahistórica, como una piedra de prueba de la falsedad de las creencias90.
Pero ahora se reconoce que la ciencia es una empresa cultural que debe reconocer las
otras formas de hacer cultura y sus aspectos positivos, aunque no necesariamente
debe aceptar sus conclusiones. El diálogo entre la cultura y la ciencia se hace realidad
para entender mejor las situaciones humanas.
Volviendo, pues, a nuestro tema, la cultura compartida por un grupo es la base
de la interpretación y la definición de la realidad. En el caso nuestro, todo un grupo
humano cree en la existencia del diablo, en su acción maléfica en el mundo y en el
hombre, en la posibilidad de una posesión diabólica. Hay todo un grupo social que
cree, teme y espera. El grupo concreto de la posesión está formado por el exorcista
(que cree que está haciendo una acción divina y caritativa), el exorcizado (que cree
que está poseído y necesita la ayuda del exorcismo), y el grupo de ayudantes y
asistentes (que creen que están colaborando en la obra de Dios y en la extensión de la
fe). Como también podríamos citar al grupo primario (familia y vecindario) que
confirma la creencia, la induce y la reproduce. Todos aceptan que la fe realizará la
obra de Dios pues Dios obra claramente en el mundo y eso se ve en el milagro de la
liberación91.
El prerrequisito para la “existencia” de entidades que interfieren en la vida,
nos dice Mark Bancroft, es la creencia en posesión espiritual92. Si una persona no
cree en la posesión espiritual, por ejemplo, un ateo, nunca será poseído. Donde la
creencia en la posesión es fuerte, las entidades estarán muy ocupadas poseyendo
individuos o causando traumas en la sociedad. Las creencias del exorcista, además,
dan forma a la posesión y a la manera de manifestarse el supuesto espíritu poseedor.
90
LEWIS-FERNÁNDEZ, R. y KLEINMAN, A. Cultural Psyquiatry. Theoretical, clinical
and research Issues. En “The Psyquiatric Clinics of North America”, v. 18, n. 3
(1995) 433-434.
91
Popularmente se cree en el juicio realizado por el exorcista, quienes piensan que
son cuatro las causas por las cuales una persona puede ser poseída por el diablo o
tener trastornos de índole demoníaca: 1. Puede ser un permiso de Dios para dar a la
persona una ocasión de arrepentimiento o de purificación como ha sucedido
históricamente con Angela de Foligno, Gemma Galgani, Giovanni Calabria, Cura de
Ars, padre Pío. 2. Puede ser un maleficio sufrido, o una maldición, o un mal de ojo. 3.
Se expone también a la posesión diabólica quien cree en magos, nueva era,
cartománticos, espiritismo, tabla Ouija, o quien asiste a grupos satánicos y
espiritistas. 4. Quien insiste en permanecer en el pecado especialmente uso de drogas,
licor y perversiones sexuales. Cualquiera de estas causas puede provocar la posesión.
Y los síntomas tenidos en cuenta por el exorcista popular son: repugnancia por la
oración y por los objetos benditos, reacciones violentas y furiosas con blasfemias y
agresiones, rechazo a la oración hecha sobre la persona supuestamente poseída.
92
BANCROFT, M. The History and Psychology of Spirit Possession and Exorcism.
Copyright 1998; http://www.enspire.com/writings_on_consciousness/spirit_po.../htm.
75
Es el sistema de creencias el factor determinante en las conclusiones acerca de la
realidad y consecuencias de la posesión93.
No menos importante es la mirada sobre las funciones de la posesión. Además
de los elementos críticos y de resistencia a la sociedad misma que está desajustada, la
posesión sirve para sobrellevar los problemas de la vida cotidiana que sobrepasan al
sujeto. Hay quienes no pueden o saben asumir con madurez las dificultades de la
existencia y encuentran un descanso en la posesión, pues pueden culpar a otros de sus
miserias o carencias. Es una forma subjetiva de no asumir la responsabilidad de la
existencia, lanzando sobre otro yo u otra entidad, la responsabilidad de la vida. Y es
también una forma social de no tomar la responsabilidad por las condiciones de la
sociedad que alimentan crimen, violencia y otras formas de mal. El exorcismo es una
invitación a la irresponsabilidad.94 Realmente, ante una situación de stress social o
personal, la posesión sirve de alivio, pero también de negación de la responsabilidad
ante la vida y el grupo.
76
Hay allí otros elementos que son valiosos para la reflexión. Hay una crítica,
tal vez irrefleja, a la sociedad reinante, injusta, excluyente y jerarquizada. Pero
también una expresión de los males sociales como violencia, soledad, depresión…En
otras palabras, una sociedad con una modernidad frustrada que enferma a sus
miembros, es la sociedad que allí se refleja.
La siquiatría y la medicina han captado el mensaje y van involucrando en su
trabajo esos elementos:
El diagnóstico se hace contando con la cultura. Contar con los datos etnográficos
y culturales permite documentar los temas, el campo de lo interpersonal, y
comprender el vasto espacio de la enfermedad y sus causas. Los métodos
antropológicos que contemplan los aspectos culturales ayudan a caracterizar la
experiencia de la persona enferma y su entorno social y familiar “desde dentro”,
en lugar de mirar sólo desde el observador clínico “ilustrado”. 95 Desde la
aparición del DSM-III, se ha venido involucrando el aspecto cultural en el
diagnóstico, pasando de la concepción “egoísta y aislada” de la concepción
moderna a la concepción “sociocéntrica” ya presente en el DSM-IV, en la sutil
integración entre el yo y el medio social, y así poder contribuir al diagnóstico
pisquiátrico sin herir la cultura y, tal vez, contando con ella para la terapia96. En
este último sentido, la terapia puede coadyuvarse con las creencias religiosas. Así
lo reconoce Lukoff:
95
LEWIS-FERNÁNDEZ, R.; KLEINMAN, A. o. c., 440.
96
ALARCON, R. o. c., 453.
97
LUKOFF, D; LU, F; TURNER, R. Toward a more culturally sensitive DSM-IV.
Psychoreligious and psychospiritual problems. En “Journal of Nervous Mental
Diseases”, Baltimore, n. 180 (1992) 673-681.
98
ALARCÓN, R. o. c., 454-455.
77
de la siquiatría o la medicina, sino consejeros, sacerdotes, pastores y, aún la propia
familia o comunidad del sujeto-paciente.
Finalmente, la consideración de la cultura ayuda a comprender el lenguaje de
la gente que, a través de expresiones muy propias y regionales, expresa síntomas de
desórdenes disociativos y somatoformes, como cuando hablan de “ataque de
nervios”, “susto”, “espanto”, “duende” o “mal de ojo”. Reconocer el contenido detrás
de estas expresiones puede ser de gran ayuda para el profesional sicólogo o
siquiatra99. En este reconocimiento se ha de evitar la lectura literal de la historia de
los posesos, pues si el terapeuta se identifica con esa historia, fortalece la creencia; el
terapeuta debe ir haciendo la crítica exegética de la biografía para descubrir las causas
del trastorno de la persona. La interpretación literal representa una amenaza para el
terapeuta pues le puede ocurrir lo del Padre Surin que creyó estar luchando con cuatro
de los más potentes diablos del infierno, y terminó poseído por los “demonios de
Loudun” que estaba exorcizando100.
La llamada posesión diabólica puede ser, entonces, entendida a partir de la
cultura popular de los grupos sociales, hacer el diagnóstico científico contando con
ellos y proponer una terapia en la que lo psiquiátrico pueda dialogar con lo religioso-
cultural, sin perder la eficacia de la ciencia y sin enfrentarse a los significados de la
cultura.
99
ESCOBAR, J. Transcultural aspects of dissociative and somatoform disorders. En
“The psyquiatric clinics of North America”. o. c., 564-565.
100
SARGANT, W. The Mind possessed: A Physiology of Possession, Mysticism and
Faith Healing, Penguin Books Inc, New York l973, 51-52.
78
“TRASTORNO DE TRANCE Y POSESIÓN VS POSESIÓN
DIABÓLICA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE MEDELLÍN”101.
CARLOS ARBOLEDA.
1. Identificación Técnica
PROFESIÓN FUNCIÓN
NOMBRE
Carlos Arboleda Mora Sociólogo, Historiador Director del proyecto
Ligia Eugenia Uribe Psiquiatra Coinvestigadora
Orlando Tamayo Psiquiatra Coinvestigador
Pablo Gómez G. Médico Coinvestigador
Guillermo Zuleta Salas Teólogo, bioéticista Coinvestigador
2. La investigación
2.1. Problema
101
La investigación fue realizada por los siguientes integrantes del grupo Religión y
Cultura: Guillermo Zuleta, Ligia Eugenia Uribe, Orlando Tamayo, Pablo Gómez y
Carlos Arboleda.
79
círculos, como una obra del maligno que se manifiesta en posesión, infestación o
molestia. Y algunos grupos religiosos buscan soluciones de tipo religioso como la
sanación, la liberación, el exorcismo... para dominar esas fuerzas denominadas
malignas.
El mundo moderno facilita al hombre la exploración de nuevas y extrañas
experiencias, algunas de ellas sin aparente explicación científica, pues se trata de la
invasión del cuerpo en el espacio espiritual o viceversa. Y particularmente en
Colombia, dadas sus peculiares situaciones socioeconómicas y culturales.
La siquiatría considera este fenómeno como un trastorno sicopatológico,
denominado “Trastorno disociativo de Trance”, el cual debe presentar para su
diagnóstico un estado de trance o un estado de posesión. En el estado de trance la
característica esencial es un estado de trance involuntario, que basándose en los
cánones culturales el individuo no acepta y no considera una práctica normal
relacionada con las creencias culturales o religiosas de su entorno. Esta situación
provoca malestar clínicamente significativo que puede llevar a un deterioro de su
funcionamiento social y laboral. El estado de posesión se caracteriza por la
suplantación de la identidad habitual por una diferente, hecho atribuido a los
designios de un espíritu, un poder o una deidad. No se considera como trastorno
cuando el individuo entra en estado de trance o posesión por su propia voluntad
dentro de una creencia cultural o religiosa.
Por otra parte, la Iglesia Católica de manera oficial, el 22 de Noviembre de
l998, ha publicado el nuevo ritual de exorcismos en el que no niega la posibilidad de
posesión diabólica, pero sí sugiere que primero se deba recurrir al peritazgo médico y
sicológico antes de realizar cualquier tipo de exorcismo, que debe ser hecho con las
correspondientes cautelas.
Así las cosas, pretendimos con esta investigación, analizar algunos casos de
supuesta posesión para mirar si en ellos se daba alguna sintomatología psiquiátrica
que excluyera la posibilidad de posesión, o si hay casos en los que se pueda decir que
corresponde a la religión decir la última palabra. Dadas las situaciones
socioeconómicas y culturales del país y del mundo, muchos de estos casos son
expresión de un estado patológico y no de una intervención de fuerzas sobrenaturales.
Esta investigación ayuda a clarificar los espacios de la siquiatría y la religión,
y a no proceder con ligereza en el tratamiento (y clasificación) de dichas anomalías.
Desde el punto de vista teológico es vital para no hacer de la religión simplemente
una siquiatría para pobres, lo que la colocaría en una situación de elemento sobrante
dentro de la construcción de la cultura y sustitutivo de la realidad.
2.2. Objetivos
2. 2.1. General
80
comprensión, que faciliten una intervención científica y/o religiosa cuando se
presenten estos fenómenos-
2. 2.2. Específicos
2. 3. Metodología
81
- H. Un número significativo de personas presentan síntomas de enfermedad
mental y no tienen posesión por algún espíritu.
- H. Un número significativo de personas presentan síntomas de
sociopatologías y no posesión por espíritu.
- H. Es posible que no se presenten personas realmente poseídas por un
espíritu sobrenatural.
2. 4. Análisis de datos
Para esta investigación se tomó una muestra de 31 sujetos de los que iban al
exorcista en un templo católico. El criterio para la selección era que mostraran
fenomenología de trance según los criterios diagnósticos del DSM IV, pues muchas
personas van a que les realicen oraciones de liberación pero no entran en trance.
La mayoría fueron mujeres (29) y sólo dos hombres. Su promedio de edad es
33.9 años. El sujeto más joven es de 13 años y el más maduro de 56. El rango de edad
más común es el de 31 a 40 años con l5 sujetos. De 16 a 30 hay 8 personas. Están
residenciados en la ciudad de Medellín o en su Area Metropolitana. Nacieron en
Medellín, o en municipios del Departamento de Antioquia, exceptuando una persona
nacida en Bogotá.
Conocen o recuerdan pocos datos acerca de cuándo gatearon, caminaron o
controlaron sus esfínteres; la mayoría no saben o no recuerdan. En su infancia
generalmente, por lo que dicen, variaban entre sociables, tímidos, introvertidos o
solitarios.
En cuanto a su estado civil, 12 son casados, 15 solteros, 3 en unión libre y uno
viudo. Normalmente viven con sus familias y familiares (hijos, tíos, hermanos). 23
tienen hijos y 8 no. En cuanto a su estrato socioeconómico dos son de estrato uno, 13
de estrato 2, 12 de estrato tres y cuatro de estrato 4.
Cuatro de estas personas son analfabetas (grado de escolaridad cero), cinco
tienen primaria incompleta, 6 bachillerato completo, 8 con bachillerato incompleto, 3
con estudios universitarios incompletos, 2 tecnólogos y 3 con carrera profesional.
De estas personas 12 tienen trabajo, y 19 son desempleados. Quienes son
profesionales trabajaban en su área, pero los demás tenían trabajos como oficios
domésticos, dependientes, ventas o ayudante de confecciones.
Un dato interesante es que 8 personas dicen que son fruto de un embarazo no
deseado y 12 presentan ausencia de la figura paterna, y 5 ausencia de la figura
materna. Dieciocho no tuvieron educación sexual y los restantes una educación
sexual tradicional impartida generalmente por la madre y el colegio.
El inicio de las relaciones sexuales ha sido generalmente entre los 13 y los 24
años. Sólo dos no han tenido relaciones sexuales nunca y una tuvo su primera
82
relación a los 34 años. Todas estas relaciones han sido heterosexuales. No hay casos
de homosexualismo.
Las enfermedades sufridas con anterioridad han sido las comunes: varicela,
amigdalitis... Hay un caso especial que ha sufrido cirrosis y neumonía por abuso de
bazuca, alcohol y marihuana; otro de CA de matriz y un caso de esquizofrenia en un
varón. Cuatro han tenido accidentes graves durante la vida. Ocho pacientes han usado
drogas como marihuana, bazuca, coca, pastillas y hongos. Ocho han fumado
cigarrillo. Once consumen licor. En 14 casos, presentan familiares con problemas de
drogadicción.
Catorce, y éste es un dato interesante, tienen familiares que presentan un
cuadro semejante al que presenta el paciente en el momento de la entrevista, es decir,
creen que necesitan oración de liberación o exorcismo. Estos familiares son en 9
casos los propios hermanos, en cuatro casos personas diversas de la misma familia y
en un caso, hermanos y primos..Hay ocho pacientes que dicen que en su barrio de
residencia hay personas con los mismos problemas (familiares, amigos, conocidos).
Estas personas han ido a la sesión de exorcismo aconsejados por sacerdotes
(6), familiares (7), exorcistas (5), amigos (11). Sólo hay dos que no responden.
83
- Exorcista y médico (1).
- Médico (1).
- Psiquiatra (1).
- Médico, psiquiatra y exorcista (1).
- Médico y psiquiatra (1).
- Sacerdote y exorcista (1).
Paciente 1
Paciente 2
84
Yo era virgen, tenía l8 años y mi novio casi me violó pues me hizo todo
horrible como un animal. Eché sangre... me fui para la casa, cogí el revólver y le
disparé pero no le di... y después me metí un tiro yo.
Mi papá era agresivo con mi mamá. Tenía otras mujeres. Había muchos
problemas. Mi papá llevaba señores a la casa que me mostraban los genitales. A
veces, mi papá quería tocarme
Por eso duré tanto virgen, pues todos los novios son detrás de eso.
Tengo una tía que sí es loca y ha estado en el manicomio. Sale desnuda a la
calle y toma trago. Le pega a la gente. Dicen que le hicieron un maleficio. Y eso le da
por tiempos. Va a cumplir cuarenta años. Toma droga permanentemente.
Paciente 4
Todo me comenzó lo que hace que empecé con el novio. El tiene un hijo y la
que era su mujer me detesta.
En el trabajo me enfermo en el turno de 6 am. a 2 pm. En los otros turnos no
me enfermo.
La mamá del novio sufre maníaco-depresión. La mamá de la amiga de la
mamá del hijo es bruja.
El novio en la noche siente deseos de estar con una mujer y hace como si
estuviera con ella… y la mujer no está por ningún lado…Es buena gente pero no sale
adelante…él es vendedor…pero ella le dijo que si seguía conmigo lo vería mal,
volviendo arrastrándose.
Paciente 5
Me casé. Era yo muy buena gente. Mi esposo era muy bravo. Volvía bravo. Al
fin yo no le paraba bolas. Se me hacían difíciles los embarazos, con dolores muy
raros. Cuando mi esposo iba donde la mamá, volvía más bravo. Cuando tenía
relaciones sexuales, el estómago se me inflaba y tenía dolor. La relación era dolorosa.
Me conseguí un amigo pero eso se canceló. Pero me di cuenta de que con otro
hombre, todo era normal.
Luego se me hacían bultos en el estómago. Los sacerdotes no me pararon
bolas. Por eso recurrí a un señor y a una señora, pero nada.
Me asustaban el niño. Percibía una presencia muy impresionante. Un diácono
fue a la casa y le hizo oración. Mientras tanto yo me quería morir pero el niño estaba
tranquilo. El diácono trabajaba con el libro de Monseñor Uribe Jaramillo. Luego me
hizo oración, me arañaron la cara. Y así tuve 3 sesiones pero me fue mal en ellas. Me
fui agravando: sentí aromas a café. Me sentí mal, Me llevaron a Caldas donde un
señor. Me mejoré. Luego me di cuenta de estos exorcistas y empecé a venir. A partir
de esto, mis relaciones con el esposo mejoraron. La persona que había atado mi
matrimonio era mi suegra. Salieron novias que había tenido mi esposo, la mamá y
otras mamás…en total 13 personas salieron...Pero hay 3 personas empedernidas que
no han querido salir: la señora de abajo, la suegra e Irma (mamá de una compañerita
de la hija).
85
Hay cosas en el barrio que no son explicables: personas que se van de repente
del barrio.
Paciente 6
Paciente 7
Paciente 8
Paciente 9
Paciente 10
86
apegó a ella. Luego me traje a mi hijo, pero yo se lo llevaba cada ocho días. Luego la
señora se enfermó y yo la cuidaba a ella. Luego murió.
El hijo mío ahora siente mucho frío. Y le hacen exorcismo. A mí también me
hacen exorcismo, la señora habla a través de mí, reclamándolo a él pues considera
que es el hijo de ella.
Yo me quedé con el esposo de ella como mi papá y papá del hijo.
Paciente 11
Paciente 12
Paciente 13
La suegra me hace mal. El brujo me dijo que hay una señora que pone cosas
en mi casa.
Veo fantasmas. Una fuerza que me agarra dormida y no me deja vomitar…
Otro día fue una sombra negra, negra que se me abalanzó...se fue y no ha vuelto.
Mi esposo es alcohólico. El trabaja en Bancolombia en Sistemas. estuvo en
Alcohólicos Anónimos y ahora recayó. El me pega y me tira al piso. El esposo tuvo
otra mujer, puede ser ella la que me haga mal.
Los síntomas los tengo desde el 8 Diciembre de l997 en que ví que la suegra
me dio una toma.
Mi papá no me quiso ni mi mamá.
Paciente 14
87
él. Me da mucha rabia con él pero me soba el pelo y las orejas y así se me pasa la
rabia y me quedo con él. Voy cada quince días. Me da vicio, bazuco con marihuana,
eso me enloquece.
Paciente 15
Dice tener síntomas desde los 7 años. Al principio (hace 4 años) con solo ver
al padre se caía. Violada pequeña (15 años). Accidentes recurrentes. Se siente
enyerbada. Pequeña tomaba agua y veía brotar sangre.
Cuando me demoro para venirme enfermo mucho: estómago inflado, dolor,
saliva espumosa, vomito sangre.
En síntesis:
Hay presencia de traumas: embarazos no deseados, esposo o familiares con
problemas de drogadicción o violencia intrafamiliar, violaciones, consumo de drogas,
muerte de familiares.
En cuanto a fenómenos extraordinarios, que la Iglesia Católica juzga
necesarios para poder hablar de posesión diabólica, tenemos:
La glosolalia no se presentó en 30 sujetos. Sólo un sujeto, mujer, cantaba y
hablaba en “otra lengua”, hindú según decía ella.
El sansonismo tampoco se presentó en ningún caso. Sólo hubo unos casos de
tratar de morder a otra persona, de empujar a la gente o al exorcista, o correr sillas.
Las personas asistentes sujetaban a la persona para que no se fuera a hacer daño.
La criptognosis no se dio en ninguno de los casos.
En cuanto a la aversión a lo sagrado se presentaron 8 casos como destruir
imágenes (2), rechazar el Cristo o el agua bendita (4), otro que decía que el agua
bendita lo quemaba y uno que dijo “que destruiría algo si lo dejaran”.
No se dan los factores teológicos para poder hablar de posesión diabólica. Por
eso, hay que buscar en estos pacientes, la explicación por el lado de lo cultural, lo
socioeconómico y lo psiquiátrico. Además, no son fenómenos de trance relacionados
con prácticas culturales o religiosas propias de la fe cristiana católica.
Es de notar que, en ninguno de los casos, apareció el diablo como poseedor, ni
los sujetos lo describieron, ni se interpretó la posesión como posesión diabólica por
parte de los exorcistas. La posesión diabólica, como la muestra la película “El
exorcista”, no figura en ningún caso. Más bien, se referían a maleficios, espíritus de
muertos, visiones de “cabezas volando”, sombras negras. “un espíritu negro que me
quería violar”, el espíritu de la abuela, envidias... generalmente relacionados con
creencias populares religiosas acerca de la posibilidad de presenciar o tener estos
fenómenos.
Uno de los objetivos del presente estudio fue evaluar con un enfoque médico
psiquiátrico, la muestra seleccionada de la población compuesta por personas que
asisten a grupos de oración y sanación-liberación. Tomamos un grupo que se reúne en
88
un templo católico, dirigido por laicos- hombres y mujeres-, que simultáneamente
ejercen labores como sanadores o liberadores, “exorcistas”102.
Los investigadores asistieron inicialmente como observadores de las
actividades del grupo, posteriormente seleccionaron a la población que cumpliera los
criterios de inclusión de la investigación y que voluntariamente quisieran participar
en ella. A continuación, la persona respondía una primera parte que consistía en una
entrevista semiestructurada, la cual consideraba datos de identificación, procedencia,
estrato socioeconómico, estado civil, composición familiar, motivos por los cuales
estaba en el grupo, antecedentes personales desde la primera infancia, escolaridad,
sexualidad, enfermedades sufridas con anterioridad, accidentes, consumo de
sustancias sicoactivas, historia familiar desde su composición, lugar que el paciente
ocupa, antecedentes patológicos, enfermedades y consumo de sustancias sicoactivas
en familiares, eventos importantes, otros miembros que presentan características
similares al trastorno que presenta el entrevistado, tratamientos anteriores y quien le
remite al grupo. Además a todos los participantes se les hizo un examen médico
general.
La segunda parte de la entrevista fue un cuestionario con criterios teológicos
para posesión diabólica, que, como vimos, no mostró la presencia de entidades
demoníacas en ninguno de los entrevistados.
La tercera parte del trabajo fue una sesión específica para descartar sicosis
(Sección G de la Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta – CIDI-)103. Cada
una de las partes fue ejecutada por expertos en el Area: siquiatras, médico general,
teólogo y sociólogo. Se contó además con la asesoría de un neurólogo clínico
neurosicólogo, quien asistió como observador.
3. Resultados
102
Hay que tener en cuenta que estos grupos no hacen exorcismo en forma oficial, aprobados por la
iglesia católica, sino que actúan motu proprio.
103
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta. CIDI.
Versión medular 2.1. Ginebra, Suiza 1997. La entrevista diagnóstica internacional compuesta es el
producto de un proyecto conjunto entre la World Health Organization (WHO) y la antigua United
States Alcohol, Drug Abuse and Mental Health Administration. Es una entrevista diagnóstica,
comprehensiva y altamente estructurada, para la clasificación de trastornos mentales que provee
diagnósticos longitudinales o actuales de acuerdo a las definiciones aceptadas por el CIE-10 y el DSM
IIIR. El CIDI puede ser administrado por entrevistadores entrenados. Revisiones del CIDI han sido
realizadas para actualizarla de acuerdo a los nuevos esquemas de clasificación y para mejorar la
confiabilidad y la validez del instrumento. La versión medular 2.1. tiene en cuenta al CIE-10 y el
DSM-IV. Durante la entrevista, el sujeto responde preguntas acerca de los síntomas de los desórdenes
siquiátricos. Respuestas positivas al síntoma, son seguidas por preguntas que averiguan si el síntoma es
un posible síntoma siquiátrico. (por ejemplo, si es clínicamente significativo, y no es debido a
medicación, drogas, alcohol, o es fruto de una herida o enfermedad física).
89
- Trastorno Disociativo de Trance y Posesión, 22 casos. (71%).
- Trastorno Disociativo de trance con estado de posesión solamente, 2
casos.(6.45%).
Se descartaron 7 pacientes:
- Dos por estar en episodio sicótico.
- Dos por dependencia a drogas sicoactivas.
- Dos por otros trastornos emocionales inespecíficos.
- Uno por tener un síndrome mental orgánico confirmado por resonancia
magnética y tests neurosicológicos.
90
evidente, estimulaba la aparición o el decrecimiento de los trastornos sicofisiológicos
que se presentan durante la sesión de liberación.
Al terminar, los sujetos experimentaban un breve período de malestar
(mareos, visión borrosa, cefalea), luego del cual recuperan completamente su
actividad mental y emocional previa, expresando sentirse mejor.
La influencia de creencias originadas culturalmente como maleficios,
hechicerías, yerbas, fue considerable en todo el grupo sin marcar diferencias
socioeconómicas y educativas. Todas estas creencias eran reforzadas por el exorcista.
Por fuera de las sesiones de liberación, muy frecuente era la queja de “nervios”,
caracterizada por múltiples quejas somáticas como sensación de embotamiento,
inestabilidad, cefales (o “dolor de cerebro” si se localizaba en la región temporal),
irritabilidad, malestar general y disminución de la capacidad laboral. Además se
presentaban quejas gastrointestinales, alteraciones en el sueño, labilidad emocional,
prurito, mareos y disminución de las capacidades intelectuales (memoria, atención,
concentración). Se presentaban ideas de referencia y de tipo persecutorio en relación
a familiares, vecinos, compañeros de trabajo y enemigos, las cuales se manifestaban
como envidias, habladurías, temor a sufrir daño físico o síquico, o infidelidades de la
pareja, en 21 casos (87.5%).
Simultáneamente con los diagnósticos descritos, se presentaron en estas
personas otros síntomas que cumplen criterios para otros diagnósticos, según DSM-
IV, como comorbilidad. Se encontraron así:
91
mágicamente, o por factores sobrenaturales, los conflictos interpersonales y
familiares, así como sus trastornos y enfermedades.
Algunos de los casos habían estado en tratamiento o habían sido evaluados
por médicos sin obtener mejoría, y otros sin haber llegado a un diagnóstico.
Fueron remitidos al grupo por sacerdotes, por conocidos o familiares o por
otras personas.
En esta población se descartó síndrome de stress postraumático. No se
encontraron antecedentes de traumas craneoencefálicos, epilepsia, ni otras
enfermedades sistémicas concomitantes. Sólo un caso presentó hipertensión arterial
leve. El examen médico realizado por un médico general, estuvo dentro de límites
normales, a excepción del paciente hipertenso.
4. Discusión
5. Conclusión
92
2. Veinticuatro de los sujetos ( 77.4% ) reúnen criterios de investigación según el
DSM-IV, para establecer el diagnóstico de Trastorno disociativo de trance,
6. Recomendaciones
104
En esta investigación, por medio del CIDI, sólo se descartaron sicosis agudas y esquizofrenia,
aplicando la sección G.
93
exorcismo es como un calmante transitorio de los síntomas, y los sujetos realizan
un peregrinaje continuo de exorcista en exorcista. Por vía de futura hipótesis, nos
parece que elementos psiquiátricos están presentes en la estructura mental de los
mismos exorcistas.
94
EL PENSAMIENTO ACTUAL DE LA IGLESIA CATOLICA SOBRE
EL EXORCISMO
CARLOS ARBOLEDA
La información sobre el autor se encuentra en el primer artículo.
105
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. Instrucción sobre el Exorcismo, 24
Septiembre de l985. www.vatican.va .
106
CONGREGACION PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS. De
exorcismis et supplicationibus quibusdam, Typis Vaticanis, Roma 1999.
95
que no tiene autor alguno de sí, sino que él mismo es el principio y la sustancia del
mal, como dijeron Maniqueo y Prisciliano, sea anatema”107. Como también
anatematiza a los que creen que el diablo por su propia voluntad produce los rayos,
las tormentas y las sequías108. Así mismo acepta el texto del IV Concilio
Lateranense109 y la doctrina de Inocencio III de que el diablo se hizo malo, no por
naturaleza, sino por albedrío110.
Aceptada la doctrina sobre el origen del diablo, la Iglesia concuerda con la
posibilidad de la posesión diabólica, pues Satanás está contra la obra de Cristo y
contra la obra de la evangelización. Una de las señales de éxito de la obra cristiana es
la expulsión de los demonios111 Por eso, la Iglesia desde los tiempos de los apóstoles,
ejerce el poder de expulsar los demonios, y precisamente cuando la Iglesia pide
públicamente y con autoridad que una persona u objeto sea protegido de la influencia
del Maligno, está realizando el exorcismo112. Cuando la Iglesia públicamente y con
autoridad, en nombre de Jesucristo, pide que alguna persona o cosa, sea protegida del
influjo del Maligno y sustraída a su dominación, eso se denomina exorcismo113. Así
la iglesia, desde antiguo, tiene en el sacramento del bautismo, oraciones de exorcismo
para que los catecúmenos sean liberados del pecado y de la influencia del diablo. En
el bautismo hay oraciones de exorcismo, para que las personas sean fortalecidas en el
camino de la vida114.
Y hay casos más especiales de vejación u obsesión por parte del diablo sobre
alguna persona del pueblo de Dios. Esta forma de potestad del diablo sobre el hombre
difiere de aquella que por el pecado original se deriva en el ser humano. Cuando esto
ocurre, la Iglesia implora que el fiel vejado y obseso sea liberado de su vejación y
obsesión. Esta ayuda es lo que se llama exorcismo solemne, grande o mayor, que es
una celebración litúrgica, que busca expulsar los demonios, o liberar del influjo
demoníaco con la autoridad espiritual que Jesucristo concedió a su iglesia. En este
exorcismo, la Iglesia, no actúa en nombre suyo sino en el nombre de Jesucristo115.
- El ministro.
96
exorcizar un laico o una persona dedicada a la vida religiosa que no sea sacerdote. A
este sacerdote exorcista se le pide actuar con confianza y humildad, con
circunspección, caridad y prudencia. Y, además, con cierto escepticismo pues no
creerá que hay posesión diabólica cuando alguno le diga que está poseído por el
demonio, porque se siente enfermo, desolado, vejado, o porque se imagina que está
poseído. Este escepticismo debe llevar al sacerdote exorcista a recurrir primero a los
peritazgos médicos y siquiátricos116. Este escepticismo debe ampliarse también
cuando las personas se creen poseídas porque en su cultura hay una mentalidad de
posesión (maleficios, sortilegios, maldiciones…), o cuando la persona es inducida u
obligada al exorcismo: “recte distinguat casus impetus diaboli ab illa credulitate qua
quidam, etiam fideles, putant se esse obiectum maleficii, malae sortis vel
maledictionis. Quae sint ab aliis allata super ipsos vel propinquos vel bona eorum”117.
- La autorización
- Las salvaguardas.
Certeza moral de que la persona está poseída. Esta certeza moral proviene,
en primer lugar, de la exclusión de personas sugestionables o sugestionadas
culturalmente, de personas con enfermedades naturales tratables por la
ciencia médica, y de personas crédulas. A todos estos, no se les exorcizará
pero sí se les brindará ayuda espiritual y oración.
Se debe, además, consultar a tres tipos de personas. A personas maduras y
expertas en cuestiones espirituales. A médicos que excluyan cualquier
enfermedad natural. A siquiatras que, poseyendo sensibilidad para la vida
espiritual, excluyan elementos patológicos tratables por la ciencia.
Todo lo anterior, suponiendo que la persona sea creyente católica. Si la
persona es de otra confesión o sin fe, hay que volver al obispo, quien
procederá a pedir el parecer de expertos, antes de tomar una decisión sobre
el exorcismo118.
116
Ibid., n. 13-14, 11.
117
Ibid., n. 13-14, 11.
118
I Ibid., n. 18, 12
97
El exorcismo deberá hacerse con ciertas condiciones: presencia de un grupo
pequeño de creyentes, ausencia de medios de comunicación social, exclusión
de elementos mágicos o supersticiosos, exigencia de discreción y sigilo
sobre lo acontecido.
La Iglesia presenta unos criterios que permiten juzgar razonablemente que pueda
haber posesión:
Consejo de personas expertas en cuestiones espirituales
Peritazgo médico que excluya enfermedades naturales.
Peritazgo siquiátrico que excluya patología mental. (... consultis in quantum
fieri potest, expertis in rebus spiritualibus, et, quatenus opus sit, in scientia
medicinae et psyquiatriae, qui sensum habeant rerum spiritualium)119.
Ausencia de historia patológica mental en el sujeto o en su familia.
Presencia de signos siquiátricos y parasicológicos simultáneamente.
Pero hay que tener en cuenta otros signos de carácter moral y espiritual como
son una fuerte aversión (aversionem vehementem a...) a Dios, al Santísimo Nombre
de Jesús, a la Virgen María y los santos, a la iglesia, a la palabra de Dios, a los
objetos y ritos sagrados y a las imágenes sagradas.
- El rito
98
Canto de acción de gracias, oración y bendición.
99
EL SATANISMO COMO EXPRESION DE LA PRECARIEDAD DE LA
SOCIEDAD.
Pretendemos en este estudio, mostrar una versión más objetiva del fenómeno,
tratando de salir de lo simplemente morboso, publicitario y con fines económicos.
Pasar de la visión superficial de la llamada “cultura del amor al mal”, para tratar de ir
a lo que subyace detrás y que es la esencia y fuente del satanismo.
1. LA POSESION DIABOLICA
La primera, la posesión diabólica, muy en boga en los siglos a caballo entre la edad
media y el renacimiento (y especialmente en el siglo XVII), había pasado a lugares
muy secundarios en la época de la modernidad, especialmente tras los primeros
estudios de la sicología y la siquiatría. En los últimos años del siglo XX, gracias al
pentecostalismo protestante primero, y luego al movimiento carismático, en sus
formas más extremas y acríticas120, se ha venido creando toda una mentalidad de la
acción cotidiana y extraordinaria de Satanás. Así surgieron las fuertes iglesias
pentecostales de Africa, América del Norte y Suramérica, expresándose en
verdaderas mega-iglesias, de rápido crecimiento y que se han convertido en
verdaderas multinacionales. 121
120
Es de notar que algunos estudiosos colocan al pentecostalismo como un movimiento de protesta a
la anomia social y a la esclerotización de las instituciones religiosas. Cfr, Cartazo Rolim, F,
Pentecostais no Brasil. Uma Interpretaçao do Protestantismo Brasileiro, Río de Janeiro, Voces;
Bastian, J.P., Breve historia del Protestantismo en América Latina, México, CUPSA, 1986
121
Beltrán Cely, William Mauricio., Fragmentación y recomposición del campo religioso en Bogotá.
Un acercamiento a la descripción del pluralismo religioso en la ciudad. Bogotá, Universidad Nacional
de Colombia, 2004. Este autor hace un buen estudio de las megaiglesias en la ciudad de Bogotá con
énfasis en los grupos pentecostales. .
100
presente en las personas, es la interpretación de los signos negativos del sujeto como
posesión, molestia, infestación por parte de espíritus, y la solución recurrir a
exorcismos y oraciones de liberación, para sanarlo. El concepto de “guerra
espiritual” es fundamental en la mayoría de los grupos pentecostales. “La "guerra
espiritual estratégica" es la aplicación de una serie de «técnicas» orientadas a "atar" a
las potestades satánicas, según su jerarquía, para que la evangelización tenga los
frutos o resultados esperados.” 122 Prácticamente, para los pentecostales, la guerra se
da entre los hombres espirituales y los satanistas, pues éstos son los mediadores de
Satanás. Y Satanás es el causante de las depresiones, la angustia, el sufrimiento, la
homosexualidad, la guerra, el odio, la rabia, la soledad, la pobreza, etc. Todo tiene
una causa sobrenatural y la solución es el exorcismo y la liberación, armas principales
de la guerra espiritual.
De ahí, el grupo presentó las siguientes pistas de futuros trabajos en este campo:
122
Campos, Bernardo. La guerra espiritual un desafío a la misiología actual. Red de teólogo(a)s e
Investigadore(a)s Sociales del Pentecostalismo en América Latina y El Caribe. (RTISPALC) .
http://www.geocities.com/atipalc/guerra.html.
101
dar sentido y solución a los problemas de carencia y marginación, haciendo una
explicación religiosa de algo que es simplemente natural y explicable por las
ciencias.
“Fuimos tres hijas y cuatro hombres. Mi papá y mis hermanos trataron de violarnos
cuando estábamos más pequeñas. Yo tenía siete años. Mi papá ya murió de tomar
aguardiente. Mi mamá está conmigo. Mi papá una vez me iba a tirar al río. Iba a la
casa sólo a pegarnos. Me dio un machetazo en la cabeza. El papá nos dio mala vida.
Tenía dos fincas y se las bebió. Mi papá tenía unos libros con dibujos con cachos y
con cola”.
Un exguerrillero cuenta:
“Fui guerrillo. Maté a un indígena. Ahora el indio vudú me posee. Mi papá era muy
grosero y nos trataba mal. Consumí marihuana desde los ocho años hasta los treinta y
tres.”
102
En ninguno de los 31 casos se presentó posesión diabólica, según los criterios
teológicos oficiales de la Iglesia católica.123
123
Arboleda Mora, Carlos. (dir), Trastorno de trance y posesión vs posesión diabólica
en el Area Metropolitana de Medellín, en Revista Cuestiones Teológicas, Vol 28, 2-
2001. N.70, pp. 87-105.
124
Arboleda Mora, Carlos. El pensamiento actual de la iglesia sobre el exorcismo, en
Cuestiones Teológicas, Vol 28, 2- 2001. N.70, pp. 19-24.
125
Ibidem., p. 21.
126
Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. De
exorcismis et supplicationibus quibusdam, Roma, Typis Vaticanis, 1999.
127
Ibidem., p. 23.
103
Los grupos pentecostales, al hacer una interpretación cultural-religiosa de estos casos,
hacen que la persona no asista al médico o siquiatra, sino que recurran al exorcismo.
Es de notar que el exorcismo realizado tiene un efecto de placebo. Así las personas
aparentemente descansan y se curan, pero a los ocho o quince días tienen que volver
al exorcista, generando una dependencia del rito y del ejecutor del exorcismo.
2. SECTAS SATANICAS.
El segundo tema que se enfoca es el del satanismo activo o “sectas satánicas”. Este
es un fenómeno moderno que, de alguna manera, tiene sus fundamentos filosóficos
en Nietzsche, y Aleister Crowley. El primero con sus conceptos acerca del
superhombre, la autonomía y autogobierno del sujeto, su rechazo o relectura de la
moral tradicional de las iglesias, leídos en clave de absoluta autonomía, rechazo de
toda institución, individualismo y cierto resentimiento frente a la sociedad actual. El
segundo, Crowley, como el mago que escribió El Libro de la Ley (The Book of Law),
en 1904, el cual anunciaba además una nueva era y una nueva religión en la que él
mismo sería el profeta. En su doctrina cada hombre y cada mujer es una estrella cuyo
fin supremo debe ser el traspasar el abismo. Se consagraba a las drogas, a las orgías
sagradas y a veces firmaba La Bestia, pretendiendo ser el Diablo.
128
Introvigne, Máximo en Studi scientifici resentí sul satanismo, Genova, Quadrivium, 1989, habla
de ocho tipos de satanismo: tradicionales, salvajes, sicóticos, sexo-orgiásticos, anticristianos,
baphometistas, carismáticos y racionalistas.
104
costumbres son reunirse los viernes por la noche, tomar licor, escuchar música rock, y
con algún iniciado en el Satanismo, van profundizando el conocimiento de la
filosofía del movimiento. A veces, si hay un adulto en el grupo es quien los inicia en
actos inmorales, adulto generalmente con dificultades sicológicas o éticas.
El satanismo ácido reune a personas que ya realizan actos más graves como consumo
de drogas, realización de actos sexuales y orgías, y posiblemente actos delictivos.
Generalmente son jóvenes, en alguna manera desviantes, que escogen ese
comportamiento como manera de agregarse y de expresar poder ante sus coetáneos o
ante el grupo social. Generalmente no conocen la teoría del movimiento satanista,
sino que utilizan el nombre para crear temor o miedo entre las demás personas.
Ante esta realidad, se presentan dos interpretaciones. Una, antisatánica, que cree que
el satanismo es como una mafia que está organizando un complot contra las buenas
costumbres, contra la iglesia y contra las religiones. Se crea el rumor-pánico que
produce noticias como éstas: el 31 de Octubre se van a robar los niños para matarlos
en misas negras; en este barrio van a secuestrar las mujeres embarazadas para sacarles
el niño del vientre; los satanistas van a matar a todos los curas… Dentro de esta
visión, todo niño que se extravíe, lo es por obra de los satanistas. Hay así una especie
de multinacional del mal que quiere acabar con todo lo cristiano. Al servicio de la
conjura contra la cristiandad universal, se pone la música rock, los juegos de fantasía,
los mensaje subliminales y hasta empresas como Procter and Gamble patrocinarían el
complot. En otras palabras, sería el flagelo apocalíptico del Anticristo hecho realidad.
105
La otra interpretación lleva a una actitud más crítica y más real. El satanismo no es la
obra maestra de la multinacional del mal, sino la expresión de los problemas de la
sociedad. La falta de afecto en la familia y la destrucción de la misma, la
marginalidad y la exclusión sociales, y el vacío espiritual de una sociedad
competitiva, consumista e individualista, son el caldo de cultivo del satanismo. Los
adolescentes que crecen sin la presencia de los papás, los jóvenes que no han tenido
oportunidades en la vida, y la falta de una genuina experiencia religiosa en un medio
voraz, crean las bases para la aparición de la ideología satánica como medio
compensador de carencias o expresión de la carencia.
En los años 1970, se creó, dentro de las ciencias sociales, el término de pánico moral
o rumor pánico para explicar cómo algunos problemas sociales son hiperconstruídos
para generar miedo. Y se colocan como verdaderos complots contra la sociedad
organizada. Así ocurre con el satanismo. Se presenta como una confabulación
internacional contra la sociedad. Philip Jenkins, un investigador de los pánicos
morales, dice que la situación de pánico y complot es una explicación irracional de
una amenaza, y es el resultado de temores no bien analizados que convierten a un
grupo particular en objeto de prejuicios y en chivo expiatorio. 129
Los niños en peligro son, por ejemplo, el tema del pánico ante el satanismo. Se habla
de sádicos que recorren las calles en Halloween con paquetes llenos de confites
envenenados o manzanas con cuchillas de afeitar por dentro. Mary de Young, otra
estudiosa del fenómeno, explica que los niños expresan una metáfora del futuro que
todos esperamos y por eso tememos por ellos. Toda amenaza contra ellos se
considera como un gran peligro. Pero esto se hace, sin caer en cuenta de que quienes
de lamentan, pueden ser personas que no cuidan a sus niños, que los dejan solos, que
los tratan mal. Al considerar a un grupo como el causante del peligro, se rebaja la
ansiedad individual y se escapa de la propia culpabilidad. La amenaza se ve en otros
grupos y no en el propio modo de cuidar los niños.130
Hay una construcción social del satanismo en la que tienen mucho que ver los grupos
cristianos fundamentalistas, los organismos anticultos y los medios de comunicación.
Estos se apoyan en los temores sociales que se crean, perjudicialmente, contra ciertos
colectivos que, se cree, van a destruír la sociedad (satanistas, judíos, sidosos,
islámicos…). 131
129
Jenkins, Philip, Pedophiles and Priests. Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford University
Press, New York - Oxford 1996, p. 170
130
Young, Mary de. Sociological Views on the Controversial Issue of Satanic Ritual Abuse: Three
Faces of the Devil. http://users.cybercity.dk/~ccc44406/smwane/de_young.htm.
131
Estudiosos de esta construcción social son: Richardson, J.T. The social construction of satanism:
understanding an international social problem. Australian Journal of Social Issues v.32 no.1 Feb 1997:
61-85. Lippert, Randy, “The Construction of Satanism as a Social Problem in Canada”, Canadian
Journal of Sociology, 1990, 15: 417-439. James T. Richardson, Joel Best, and David G. Bromley (ed).
106
Los estudiosos sociales del satanismo han llegado a los siguientes hallazgos en este
campo:
1. El comportamiento y las actitudes satanistas las toma el sujeto que tiene una
predisposición a ellas. Hay unos marcadores desencadenantes como serían la
falta de afecto, la marginalidad y la crisis familiar. No necesariamente éstos
sujetos son enfermos mentales, sino que tienen unas carencias que impulsan a
pertenecer al grupo satánico. Esta sería la condición de quienes apenas se
inician en el satanismo. El adolescente adecuado para estos grupos de
satanistas curiosos es el muchacho inteligente, creativo, curioso, de clase
media, con baja estima de sí mismo, con relaciones difíciles con padres y
compañeros, falto de afecto, crítico de la religión de sus padres. Los
síntomas de ingreso al grupo son: obsesión con el rock y los juegos de
fantasía, deseo de estar solo, secretismo, uso de signos y pinturas bizarros.132
The Satanism scare. New York, Aldine de Gruyter, 1991. Victor, Jeffrey. Satanic Panic: The Creation
of a Contemporary Legend, Illinois, Open Court Publishing Company, 1993
132
Del Re, Michele. Satanismo e New Age.
http://www.airesis.net/LeStagionidellaFollia/stagioni%202/del%20re%20satanismo.htm
107
de Kathleen Lowney133 con un grupo de satanistas a quienes directamente
entrevistó y conoció durante un año (lo que no ocurre generalmente entre los
estudiosos del satanismo). Allí descubrió que su estilo de vida es una crítica a
la cultura dominante, a los valores y normas de la sociedad. Como no tienen el
poder material de cambiar el sistema social o escolar, su oposición es sólo
simbólica y desafiante. Llega a la conclusion de que las explicaciones
siquiátricas y hasta folclóricas son inadecuadas. Los adolescentes analizados
no eran enfermos mentales ni estaban involucrados en delitos mayors. Las
violaciones de la ley eran consumo de alcohol, vandalismo menor (pintar
grafittis) y manejar vehículos en estado de embriaguez, lo que muchos otros
adolescentes hacen. Y lo que deseaban era cuestionar los valores básicos de
su municipio: atleticismo, tipo de cristianismo puritano, y las actitudes de
logro, belleza y poder. Puede ser que estemos buscando un chivo expiatorio:
demonizamos un grupo para salvarnos de nuestra propia responsabilidad
social y personal.
“Se construye un grupo de malos a los que se puede acusar de todos los
entuertos. La persecución es obligatoria, pues no hay zona gris, toda
lectura de la realidad social se hace dicotómica y sin tonos medios: los
responsables son las brujas, los herejes, los comunistas, los negros, los
judíos, las sectas… La cruzada antisatanista no será otra cosa que la
manifestación de esta construcción social de la desviación imaginaria”. 134
5. Algo similar ocurre con la música rock, satanizada como rock satánico. El
rock es una forma cultural como tantas otras con mensajes que pudiéramos
clasificar unos positivos y otros negativos. Es posible que, como dice Fabio
Pasqualetti, estudioso del rock actual, cuando la vida es un infierno, eso se
puede expresar en la música infernal de los jóvenes.
133
Lowney, Kathleen S. “Teenage Satanism as oppositional youth subculture”, Journal of
contemporary Ethnography, Enero 1995, vol. 23- 4, pp. 453-484.
134
Victor, Jeffrey S. "The Dangers of Moral Panics. What Skeptics (and Everyone Else)
Need to Know". Skeptic 3(1995), n°3, 44-51. Quellet, Bertrand. La croisade contre les
satanistes. Estudio aparecido en el dossier Satan, en Théologiques 5/1 (1997) pp.59-88.
(Facultad de Teología de la Universidad de Montreal).
108
representar la institución eclesial, no siempre lo han hecho bien…Estas experiencias
poco felices alejan los jóvenes de la religión.”135
El mundo que se les ha dado a los jóvenes hace que ellos construyan una música dura
que expresa las durezas de la vida. Cuando la vida es un infierno, la filosofía es
también infernal.
CONCLUSIONES
135
Pasqualetti, Fabio, “Il lato semioscuro dell´heavy: il rock satanico”.
http://www.cnos.org/cspg/npg2003/03-08-67.html
136
http://www.arts.uwaterloo.ca/~pmerikle/papers/SubliminalPerception. html .
137
http://www.csicop.org/si/9204/subliminal-tapes.html.
138
http://www.csi cop.org/si/9611/judas_priest.html
109
- Los padres no pueden estar con los jóvenes la misma cantidad de tiempo que
antes. Aparece un vacio de afecto y compañía que puede ser llenada por el grupo
satánico. El problema no es del satanismo, sino de los padres. Es fácil evadir la
propia responsabilidad, echando la culpa a grupos satánicos. “Vivimos en una
sociedad donde el individuo cada vez se encuentra más aislado. Es frecuente
encontrar familias donde los dos progenitores trabajan fuera de casa y donde la
familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc) están poco presentes. Esta situación
favorece que la educación de los hijos recaiga casi exclusivamente en el colegio o
en otro tipo de cuidadores que no tienen un excesivo vínculo emocional con el
niño. Los padres, cuando están con su hijo, tienden a compensar su ausencia
accediendo a todos los deseos del niño, lo cual hace que les cueste mucho poner
límites y normas. Esta ausencia de límites puede favorecer la aparición de
trastornos de conducta en los jóvenes. Un fenómeno que aumenta en el caso de las
familias desestructuradas. Es evidente que la situación es más complicada en estas
familias”139
- Una pregunta es esencial, cuál es más satánico, el que usa símbolos satánicos y se
reune en grupos llamados satánicos, o el que produce una guerra sin razones, el
que masacra diez o quince campesinos, el que roba el salario de sus obreros, el
que se roba los bienes del estado, el que es infiel a su misión?
- Finalmente, parece que se exonera a los grupos satánicos o a los jóvenes de toda
responsabilidad. No es esa la realidad. La gran mayoría de quienes ingresan a esos
grupos lo hacen con conocimiento, voluntad y libertad, aunque luego pierdan
algunas de esas potencialidades. Pero el medio alimenticio, se ha creado con los
139
Alda, José A. ¿Por qué aumentan los trastornos mentales en los países occidentales? Forum
Libertas.com. Diario digital. 27/07/2004. www.forumlibertas.com
140
Cfr. Robbins, Susan. The social and cultural contexts of satanic ritual abuse allegations. En Institute
for Psychological Therapies Journal. Vol 10, 1999.
110
sistemas socio-económicos que establecidos (desiguales, competitivos,
antihumanos, más preocupados por lo institucional que por las respuestas a lo
humano, violentos y guerreros) , con los modelos de familia en crisis, con grandes
relatos (religiosos, culturales, ideológicos…) que no han sido capaces de llenar
los vacíos de sentido y de dar testimonio de que lo duro y difícil sí es la forma de
construír una vida humana verdadera y auténtica. Pero siempre seguirá una
pregunta: la pregunta por el misterio del mal. Misterio que acompaña
ontológicamente la existencia humana en el punto de la libertad. El misterio de la
libertad va unido al misterio de la iniquidad. Un plano trascendente que se le
escapa a las explicaciones racionales. No se puede, sin embargo, renunciar a la
libertad aceptando la acción directa de Satanás en el hombre, o invocando el
poder omnímodo del diablo sobre los dictados de la voluntad y el conocimiento.
111