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Cuando la regla fundamental es enunciada -“Diga todo aquello que se le ocurra aunque le
parezca nimio o intrascendente”-, se intenta instalar al sujeto en el camino de la asociación
libre, lo cual implica que aquello que diga va a ser escuchado de forma distinta de lo que
quiso decir. Esto conlleva una promesa de significación y una suposición de saber encarnado
en el analista que posibilita la constitución del síntoma en el sentido analítico.
II. El inconciente y el yo
En la obra de Freud encontramos diferentes modos de aproximación al tema que nos ocupa.
A veces la interpretación aparece más ligada a una nueva conexión de significado que es
aportado por el analista (Freud, 1900, 1911). A esta concepción se acerca Loewenstein, al
afirmar en 1951 que la interpretación es una explicación que el analista da al paciente (a
partir de lo que éste le comunicó) para aportarle un nuevo conocimiento de sí mismo. Ésta
es la línea que junto con otros desarrollos parece priorizar la idea de claridad, intento de
completud, información y disminución del equívoco. Posición que parece extremarse cuando
Freud utiliza los símbolos universales, o cuando Melanie Klein (1990) emplea la traducción
analógica de ciertos símbolos en su repertorio interpretativo.
¿Se tratará entonces de una decodificación donde se revela algo oculto como inconciente
utilizando las reglas de un código preexistente?
Otra es la línea de Freud cuando, a propósito del Hombre de las Ratas, prioriza en el
texto el valor de las palabras puente. Al paciente se le había ocurrido la idea de que era
demasiado gordo (dick) y que debía adelgazar. Eso lo llevaba a conductas de gran esfuerzo
físico; intentos de adelgazar que ocultaban un propósito suicida. En el lugar de veraneo
donde transcurre la escena había estado la amada con un primo a quien llamaban Dick
(“gordo”, en alemán). Palabra puente, asociación extrínseca que conduce a develar en su
ritual de autocastigo la furia homicida celosa que Dick despertaba en él (Freud, 1909).
Estas asociaciones extrínsecas, que pueden resultar chocantes a nuestra conciencia,
resaltan el carácter disruptivo de la dimensión de lo inconciente y la relación de la sorpresa
con el efecto interpretativo (Freud, 1901). Efecto de sorpresa que llevó a Theodor Reik a
sostener en 1933 que la efectividad y la metapsicología de la interpretación residían en este
efecto fundamental. Hecho que lo lleva a afirmar la dificultad de sistematizar la técnica como
teóricamente imposible y radicalmente antianalítica.
Theodor Reik (1935) llega a vincular la interpretación psicoanalítica con la técnica del
chiste; ligando la interpretación a las formaciones del inconciente, se aleja de la idea de la
interpretación como un intento clarificador y completivo del campo del conocimiento.
V. La interpretación y la clínica
Lo que sigue es un recorte de dos sesiones de un análisis, que sólo pretende poner en
juego a modo de ejemplo algunas de nuestras ideas en torno a la interpretación.
Un analizante relata minuciosamente en una sesión la manera en que se superponen
distintos planos en su vida referidos a su posición ambivalente respecto a su socio.
Situación que lo lleva a preguntarse sobre la conveniencia o no de continuar esa relación
comercial dado el riesgo de un posible perjuicio siempre latente. Era reiterada la queja con
respecto al socio y la rumiación de sus dudas bajo la modalidad obsesiva, que hacía muy
difícil el corrimiento del analizante de esa posición subjetiva.
Para sorpresa del analista y el analizante, para referirse a dicha superposición de planos,
este último utiliza la palabra “ensilladura”. “Hay una ensilladura entre mi relación profesional
con J. y la bronca que me dan los desplantes y los gritos que trae al estudio.” El analista
podía haber interpretado en la dirección de una relación agresiva con el otro, incluso en el
plano de la transferencia imaginaria con él; sin embargo, apuesta a la ambigüedad y
opacidad del término “ensilladura” utilizado por el paciente; depone la tentación de dar
significación al contexto y a la palabra de acuerdo con el contexto.
En su uso en la lengua, la palabra “ensilladura” remite a la acción y el efecto de ensillar
un caballo. Desde la escucha del analista, esta palabra desborda la significación del conflicto
que trataba de trasmitir el analizante en su relato. El analista introduce su decir subrayando
esta palabra con un tono interrogativo: “¿Ensilladura?”. Nueva sorpresa para ambos, ese
decir le evoca al analizante la fragmentación de dicha palabra: “en-silla-dura”. A lo cual
agrega intensamente conmovido: “Parece que yo vivo siempre padeciendo en una silla dura”.
El analizante queda, a partir de lo que se constituyó en interpretación, implicado
subjetivamente en su padecer, pasando de la queja y del conflicto rumiante con su socio al
bordeamiento -no sin angustia- de su posición ligada a su fantasía inconciente (Freud, 1919).
Posición fantasmática que se plantea en términos de ofrecerse al Otro, de ser objeto del
goce del Otro en una posición masoquista.
En otra sesión, el analizante relata penosamente la visita del fin de semana a su suegro
enfermo: “Ayer vi a mi suegro caído, vencido; dijo ‘de acá no me voy... estee... como si dijera
de esta no salgo; lo de acá no me voy creo que fue un invento mío”. El analista recorta, al
modo de la cita, parte del enunciado como afirmación: “De acá no me voy”. Luego de unos
instantes de silencio, entrecortadamente y angustiado, el analizante dice: “Tuve una imagen
horrible, yo adentro de un cajón”. El analista resalta la ambigüedad del “de acá no me voy”
en tanto interrogación sobre quién se va y de dónde. El efecto interpretativo que surge da
cuenta de un posicionamiento subjetivo vinculado a su lugar de muerto- vivo típico de la
estructura obsesiva.
En este desarrollo priorizamos algunos puntos que nos interesa introducir al debate. Uno
de ellos es que ante la concepción de la interpretación entendida como una decodificación
relacionada con el saber referencial teórico o contratransferencial del analista oponemos la
idea de la interpretación como un efecto a advenir. Rescatamos para ello el valor del decir;
saber textual que no es del analista, sino del inconciente a producir. Así queda cuestionada
la interpretación en términos sígnicos (entendiendo el signo como lo que representa algo
para alguien), en la cual el analista se ubica como decodificador en el lugar del saber.
La idea de la interpretación como un efecto a advenir se articula con lo que hemos
desarrollado previamente en términos de la significación como efecto del despliegue de la
cadena significante. Este efecto de producción de una verdad analítica como algo nuevo
puede inducir un cambio en la posición subjetiva, acotando el goce repetitivo del síntoma. El
efecto de la interpretación no está garantizado por el modo de decir del analista. Sus
palabras sólo quedarán elevadas a la categoría de interpretación en tanto produzcan, por un
cambio de vía discursiva, una transmutación en la posición subjetiva que únicamente puede
ser leída a posteriori.
El analista pasa así a tomar una posición oracular, en la medida en que sus palabras
empujen al analizante a la producción de respuestas como efecto de un decir que pueda
resultar enigmático. La interpretación puede ser pensada como un entre; entre el decir de
analizante y el de analista. En esta dirección, en vez de pensar la interpretación ligada a un
aumento del conocimiento en el plano del yo, la ubicamos como un efecto -palabra
interpretativa mediante- ligado a un movimiento posible en las fijaciones del sujeto-a los
anclajes de su fantasía inconciente. Lugar donde anidan las fuentes de su padecer que
reflejan la inercia y la viscosidad libidinal.
El padecer humano es aquello que nos convoca en tanto analistas. Una y otra vez en
nuestro camino estamos tentados de tender una mano para acercar una solución que parece
estar a nuestro alcance y al del analizante presto a recibirla. Lo que la práctica nos revela
continuamente es la insistencia del más allá del principio de placer (Freud, 1920), y que el
modo posible de intentar acotar dicho padecer es, interpretación mediante, sólo de modo
indirecto y por añadidura.
Resumen
En este trabajo se plantean diferentes modos de concebir la interpretación dentro del campo
analítico. Se señala la importancia del establecimiento de la transferencia analítica para que
la interpretación sea efectiva. Se discute el estatuto de la verdad y el saber puesto en juego
en la interpretación.
Los autores desarrollan el lugar que ocupa en la génesis de la interpretación el saber
del analista, sea éste teórico o contratransferencial. Puntualizan las diferencias con la
concepción de un efecto interpretativo ligado a la producción de una verdad no decible del
todo, como resultante del despliegue del discurso del analizante y la escucha del analista.
Ejemplifican los diferentes modos de concebir la interpretación, con referencias a la clínica
freudiana y a su propia experiencia clínica.
Descriptores: inconsciente / interpretación / psicoanalista / saber / transferencia / verdad.
Bibliografía