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Ramón Castilla

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Para otros usos de este término, véase Ramón Castilla (desambiguación).
Ramón Castilla
Castilla1.jpg
Presidential Standard of Peru.svg
Presidente Constitucional de la República Peruana
24 de octubre de 1858-24 de octubre de 1862
Vicepresidente Juan Manuel del Mar y Bernedo
Predecesor Él mismo
Sucesor Miguel de San Román
20 de abril de 1845-20 de abril de 1851
Predecesor Manuel Menéndez
Sucesor José Rufino Echenique
Escudo de la República Peruana (1825-1950).svg
Presidente Provisorio de la República Peruana
5 de enero de 1855-24 de octubre de 1858
Predecesor José Rufino Echenique
Sucesor Él mismo
Escudo de la República Peruana (1825-1950).svg
Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú
17 de febrero de 1844-11 de diciembre de 1844
Predecesor Domingo Nieto
(como Presidente de la Suprema Junta de Gobierno del Perú)
Sucesor Manuel Menéndez
(como Presidente del Consejo de Estado)
Escudo de la República Peruana (1825-1950).svg
Encargado del Mando del Perú
3 de abril de 1863-9 de abril de 1863
Predecesor Miguel de San Román
Sucesor Pedro Díez-Canseco
Gran Sello de la República del Perú.svg
Presidente del Senado de la República Peruana
1864-1865
Predecesor Miguel del Carpio y Melgar
Sucesor Antonio Salinas y Castañeda
(como Presidente del Congreso Constituyente)
Gran Sello de la República del Perú.svg
Senador de la República Peruana
por Tarapacá
1864-1865
Información personal
Nombre en español Ramón Castilla Marquesado Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 31 de agosto de 1797
San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del Perú, Bandera del Imperio español Imperio
español
Fallecimiento 30 de mayo de 1867 (69 años)
Desierto de Tiliviche, Tarapacá, Bandera de Perú Perú
Sepultura Panteón de los Próceres Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Peruana
Familia
Cónyuge Francisca Diez-Canseco y Corbacho
Pareja María de Cárdenas Rivera, Francisca Villegas, Carolina Colichón
Hijos Manuel Castilla Cárdenas, Federico Castilla Villegas, Juan Castilla Colichón
Información profesional
Ocupación Militar y político
Rama militar Ejército del Perú
Rango militar Gran Mariscal del Perú
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Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, Virreinato del Perú, 31 de
agosto de 1797-Desierto de Tiliviche, Perú, 30 de mayo de 1867) fue un militar,
estadista y político peruano, presidente del Perú en los períodos 1845-1851 (como
presidente constitucional), 1855-1862 (inicialmente como presidente provisorio y
luego constitucional) y 1863 (por unos días como encargado interino). Es el
presidente que más años rigió en la República Peruana, solo superado por Augusto B.
Leguía, siendo considerado el personaje más importante de las primeras décadas del
Perú independiente.

Inició su carrera militar en el ejército realista, participando en la batalla de


Chacabuco (1817). Prisionero tras la batalla, fue llevado a Buenos Aires donde
obtuvo el permiso de salir del país y regresó al Perú. Reincorporado en el Ejército
Real del Perú, se plegó a la causa independentista a inicios de 1822. Organizó y
formó parte de la caballería de la Legión Peruana, destacando en la batalla de
Ayacucho (1824). Continuó con su carrera militar y política, ocupando altos puestos
públicos como la subprefectura de su natal Tarapacá (1825) y la prefectura de Puno
(1834) en los gobiernos de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso.

Tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana (1836), se exilió a


Chile donde se unió a las expediciones restauradoras y tuvo una destacada
participación en la batalla de Yungay (1839). Durante la Restauración peruana
sirvió como ministro del gobierno de Gamarra, a quién acompañó a la campaña contra
Bolivia hasta que fue tomado prisionero tras la batalla de Ingavi (1841). Terminada
la guerra regresó al Perú, donde se unió a la revolución constitucionalista de 1843
contra el gobierno de Manuel Ignacio de Vivanco. Triunfante al año siguiente en la
batalla de Carmen Alto, restableció el gobierno interino de Manuel Menéndez.

Vencedor de las elecciones de 1845, asumió la presidencia del Perú. Su primer


gobierno se destacó por la estabilidad institucional del país tras un largo periodo
de anarquía, la organización del Estado peruano y la bonanza económica gracias a
las rentas producidas por la riqueza guanera. Entregó el poder a su sucesor José
Rufino Echenique (1851) tras cumplir su mandato, hecho inédito hasta ese momento.
Sin embargo, tras el escándalo de la consolidación de la deuda interna, encabezó la
revolución liberal de 1854 y decretó la anulación del tributo indígena y la
abolición de la esclavitud.

Derrotó a Echenique en batalla de La Palma (1854) y asumió nuevamente el gobierno


como presidente provisiorio. Convocó a una Convención Nacional que promulgó la
Constitución liberal de 1856, evento que generó una reacción conservadora
encabezada por Vivanco y el estallido de la guerra civil. Tras derrotar a los
rebeldes, Castilla se apartó de los liberales y convocó a un Congreso Constituyente
que lo proclamó como presidente constitucional tras las elecciones de 1858. Ese
mismo Congreso redactó la Constitución moderada de 1860, la carta magna con mayor
tiempo de vigencia en la historia del Perú.

En su segundo mandato continuó con la modernización del Estado y la integración de


su territorio, impulsando la colonización de la Amazonía peruana e inclusive
entrando en guerra con Ecuador (1858). Asimismo, su gobierno coincidió con la
introducción de varios adelantos tecnológicos en el Perú como el telégrafo y el
alumbrado a gas y la expansión de los ferrocarriles. El boom del guano, producto
que se convirtió prácticamente en el único sostén fiscal del Estado, también tuvo
lugar durante esos años. Entregó el poder a su sucesor Miguel de San Román; tras su
fallecimiento asumió brevemente de forma interna el poder (1863).

Al año siguiente fue elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado, desde
donde se opuso a las políticas de Juan Antonio Pezet ante las tensiones con España,
lo que le valió el destierro en Europa (1865). Regresó al Perú y se retiró a su
natal Tarapacá (1866), desde donde se opuso al gobierno de Mariano Ignacio Prado,
el cual lo desterró a Chile. Sin embargo, volvió a Tarapacá y encabezó una
revolución en defensa de la Constitución de 1860 que el gobierno pretendía
reemplazar por una Constitución liberal. Falleció durante su marcha por el desierto
de Tiliviche (1867); la revolución que inició derrocaría a Prado meses después.

Es valorado como el primer presidente progresista e innovador de la República


Peruana y se considera que con él inició verdaderamente el período republicano:
trajo orden y prosperidad al Estado, eliminó el tributo indígena, abolió la
esclavitud, fundó el servicio diplomático, reformó la administración pública,
estableció el presupuesto, pagó la deuda externa e interna, promovió la
colonización de la Amazonía, creó el Consejo de Ministros, inició la reforma
educativa, modernizó el ejército y extendió la fuerza naval. Es el patrono del Arma
de Caballería del Ejército del Perú.

Índice
1 Descripción física y psicológica
2 Infancia
3 Carrera militar
3.1 En el ejército realista
3.2 En el ejército independentista
3.3 En las guerras y revoluciones republicanas
4 La revolución constitucionalista de 1843-1844
5 Elecciones de 1845
6 Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)
6.1 Orden interno
6.2 Aspecto económico
6.2.1 Establecimiento del Presupuesto Nacional
6.2.2 El guano y las consignaciones
6.2.3 El pago de las deudas externa e interna
6.3 La defensa nacional
6.4 Política internacional americanista
6.5 Aspecto educativo
6.6 Aspecto intelectual
6.7 Otras obras
6.8 Elecciones de 1850
7 La revolución liberal de 1854
8 Presidencia Provisoria (1855-1858)
8.1 La Constitución Liberal de 1856
8.2 Guerra civil de 1856-1858
9 Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)
9.1 Elecciones de 1858
9.2 Nueva elección del Congreso (1859)
9.3 La Constitución moderada de 1860
9.4 Auge del guano
9.5 La obra educacional
9.6 Política americanista
9.7 Desarrollo de la Amazonía
9.8 Defensa nacional
9.9 Guerra con el Ecuador
9.10 Otras obras y hechos importantes
9.11 Las elecciones de 1862
10 Encargado del Mando (1863)
11 Últimos años
12 Descendencia
13 Efigie de Castilla
14 La casa de Castilla
15 Homenajes
16 Notas
17 Véase también
18 Referencias
19 Bibliografía
20 Enlaces externos
Descripción física y psicológica

Ramón Castilla, como Presidente del Perú.


Bajo de cuerpo, Castilla tenía una constitución de hierro y admirable resistencia
física. Su continente marcial acompañado de una mirada penetrante, le daba aire de
superioridad. Valiente y rápido en la acción, era excelente capitán y se
conquistaba el afecto del soldado. Conocedor de los hombres intuitivamente, sabía
la manera de gobernarlos. Su energía irresistible y su gran fuerza de voluntad lo
elevaron sobre la multitud de caudillos de la primera etapa de nuestra vida
republicana.
Carlos Wiesse1
Mariscal Ramón Castilla, patriota esforzado que se consagró por entero a la
grandeza de la nación, la cual él soñaba unida, próspera y fuerte. Comenzó a
gobernar cuando ya había alcanzado esa madurez que dan los años y la experiencia
del trato con los hombres. Castilla no era una persona imaginativa, pero vivía de
realidades. Tenía un innato talento práctico y un espíritu penetrante. Era un
hombre rudo y tosco, sus maneras ciertamente distaban de ser elegantes. Su amigo,
el mariscal Nieto, decía que Castilla era «terco y de indomable carácter»; a veces
dio muestras de magnanimidad y liberalidad, pero en la dictadura fue implacable con
sus enemigos, a los que aplastó sin piedad y no sin rasgos de mezquina política,
debido sobre todo a las difíciles circunstancias que tuvo que afrontar en el poder.
Tenía en su haber dos cosas importantes: la una, conocer a la perfección el
territorio peruano y el de las vecinas repúblicas, y la otra, haber tratado a casi
todos los caudillos políticos de la época, de ahí que nadie le aventajase en la,
conducción del gobierno. Durante su gobierno comenzó la era del progreso en el
Perú.
Rubén Vargas Ugarte2
«Redentor del indio, libertador del negro, fundador de la libertad de prensa,
demoledor del cadalso político», así evocó el diario El Comercio la memoria de
Castilla.

Infancia
Nació en el poblado de San Lorenzo de Tarapacá el 31 de agosto de 1797, durante el
Virreinato del Perú. Fue hijo del porteño Pedro de Castilla y Manzano, y de la
mestiza tarapaqueña Juana Marquesado y Romero.3 Su abuelo paterno, el español Pedro
Pablo Castilla, fue empleado de hacienda durante la administración virreinal.
Mientras que su abuelo materno, el genovés Giovanni Batistta Marchese (quien
castellanizó su nombre a Juan Bautista Marquesado) fue coronel del Ejército
Realista de España.

Durante su niñez, ayudó como leñador a su padre, e hizo viajes al desierto para
recoger ramas secas de algarrobos.3 Luego quedó bajo la custodia de su hermano
Leandro, trasladándose a Lima en 1810 y posteriormente a la ciudad de Concepción,
en Chile.4

Carrera militar
En el ejército realista
En 1812 se enroló, junto con su hermano Leandro, en el ejército realista.5 Contaba
entonces con quince años. Participó activamente en las campañas contra la patria
vieja chilena. Tras la derrota de los insurrectos independentistas, recibió en
Santiago el despacho de cadete efectivo en el regimiento de caballería Dragones de
la Frontera (1816).6 A los veinte años, como oficial de escolta del brigadier
Casimiro Marcó del Pont en el ejército español, sufrió la derrota de Chacabuco, el
12 de febrero de 1817, y hubo de emprender la retirada, siendo apresado en la
hacienda Las Tablas, cercana a El Quisco.7
Enviado al campo de detención de Las Bruscas en Buenos Aires, logró escapar junto
al también prisionero realista Fernando Cacho. Pasó a Montevideo y de allí a Río de
Janeiro, desde donde emprendió retornó al Perú, atravesando las selvas del Mato
Grosso (Brasil) hasta Santa Cruz de la Sierra (actual Bolivia), y de allí hasta la
sierra peruana, para bajar finalmente a Lima. Fue una marcha a pie que duró cinco
meses, atravesando 2350 leguas, muchas veces por territorios salvajes, y que
resultó de por si una hazaña impresionante.3

El virrey Joaquín de la Pezuela lo reintegró al ejército realista, recibiendo el


grado de alférez. Se enroló entonces en el regimiento de Dragones de la Unión, que
guarnecía la ciudad de Arequipa (1818). Sin embargo, tras la proclamación de la
independencia del Perú, decidió unirse al ejército libertador, presentándose
primero ante el marqués de Torre Tagle, y después ante el general José de San
Martín, en febrero de 1822. Tras ser sometido a un cuidadoso interrogatorio, fue
admitido a las filas patriotas.4

En el ejército independentista
Fue incorporado como alférez de caballería a un escuadrón de la Legión Peruana de
la Guardia (llamada después los Húsares de Junín), que se hallaba entonces en
formación.3 Trabajó intensamente en el reclutamiento e instrucción de voluntarios.
Tras la renuncia de San Martín como Protector del Perú, se puso a las órdenes del
nuevo gobierno establecido en Lima. Por sus servicios en la organización de tropas
peruanas, fue ascendido a mayor y luego a teniente coronel de caballería.

Sirvió lealmente al presidente José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, hasta que
este intentó negociar con los españoles, por lo que secundó la rebelión del coronel
Antonio Gutiérrez de la Fuente, que apresó al presidente en 25 de noviembre de
1823.4 A Castilla se le comisionó que apresara al general Ramón Herrera, jefe del
ejército, que se hallaba en Santa.89

Se puso luego al servicio de la dictadura de Bolívar, que desde el norte peruano


preparaba la campaña final de la independencia. Pero al negarse a cumplir la orden
del Libertador de entregar sus fuerzas al teniente coronel venezolano Trinidad
Morán, fue arrestado en Trujillo y conducido con grilletes en las manos hasta el
cuartel general de Caraz. Se le liberó con la condición de que se presentara ante
el jefe de la división peruana, José de La Mar, para que este lo destinara como
tuviera conveniente. La Mar lo incorporó como ayudante del estado mayor del
ejército unido libertador.10

La batalla de Ayacucho, donde Castilla tuvo una destacada actuación, al punto de


ser mencionado elogiosamente por Sucre en el parte respectivo.
No participó en la batalla de Junín, por pertenecer al estado mayor, pero tuvo la
satisfacción de que esa acción fuera decidida por la caballería peruana, en cuya
formación había intervenido.4 Continuó a lo largo de la campaña que culminó en la
batalla de Ayacucho, donde fue el primer combatiente que ingresó en el campo
realista, sufriendo heridas de bala y lanza al transmitir las órdenes del comando.
Sucre lo mencionó elogiosamente en el parte respectivo, juzgándolo «muy digno de
una distinción singular». Por su notable actuación recibió su ascenso a teniente
coronel efectivo.4 En el hospital de sangre donde fue atendido, tuvo la ocasión de
reencontrarse con su hermano Leandro, quien se había mantenido leal a la causa del
rey, y que como él también había sido herido. 105n 1

En 1825 pidió licencia para visitar a su familia en su provincia natal, y a su paso


por Arequipa, el prefecto Antonio Gutiérrez de la Fuente lo nombró subprefecto de
la provincia de Tarapacá. En tal función, se preocupó por incentivar la explotación
minera.11 En Arequipa conoció a la joven Francisca Diez Canseco, hija de Manuel
Diez Can¬seco Nieto y Mercedes Sánchez, con quien se casó en 1835.12
En las guerras y revoluciones republicanas
Como subprefecto de Tarapacá se opuso a la Constitución Vitalicia de Bolívar y al
proyecto político de crear la Federación de los Andes. Al frustrarse la reunión del
Congreso, se decidió que dicha Constitución se aprobaría a través de los Colegios
Electorales. Todos la aprobaron, menos el de Tarapacá, presumiblemente por la
oposición de Castilla (1826). 1113

Finalizada ya la influencia bolivariana y establecido el gobierno de José de La


Mar, ante el inminente conflicto con la Gran Colombia fue trasladado a Arequipa,
con la misión de organizar la reserva; allí sorprendió una conspiración tramada por
los partidarios del presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz para segregar los
departamentos del sur, en agosto de 1829, y actuó como fiscal en la causa seguida
contra ellos.1415

Ascendido a coronel, pasó a Lima en 1830. El presidente Agustín Gamarra lo nombró


su edecán y en su compañía partió hacia Cuzco para combatir a la revolución
federalista iniciada por el coronel Gregorio Escobedo, que fue sofocada el mismo
día por los mismos cuzqueños. No obstante, Castilla continuó hasta la frontera con
Bolivia y asumió la jefatura de Estado Mayor en la división de reserva que
guarnecía la región. Hubo entonces una seria amenaza de conflicto bélico con
Bolivia, pero por el momento se resolvió de manera pacífica (1831).4

De vuelta a Lima, Castilla censuró la política seguida por el presidente Gamarra y


fue involucrado en la conspiración del diputado Iguaín. Apresado el 1 de enero de
1832, fue recluido primero en la Fortaleza del Real Felipe y luego en un pontón
anclado en el Callao. Se cuenta que involuntariamente delató al capitán Felipe
Rossel, oficial de confianza del presidente, que acabó siendo fusilado.16 Estando
preso, Castilla enfermó y fue trasladado al hospital de Santa Ana, de donde fugó,
embarcándose para Chile en mayo de 1833. El juicio que se le seguía fue suspendido,
y tiempo después resultó absuelto.17

En noviembre de 1833, reapareció en Tarapacá, donde respaldó la proclamación del


general Luis José de Orbegoso como presidente provisorio. Pasó a Arequipa y, al
estallar la rebelión del general Pedro Pablo Bermúdez, se mantuvo leal al gobierno
y participó en la campaña contra los rebeldes del sur, quienes fueron derrotados en
la batalla de Cangallo (6 de abril de 1834). Restablecida la paz interna tras el
abrazo de Maquinhuayo, fue ascendido a General de Brigada.418

El presidente Agustín Gamarra, a quien Castilla sirvió hasta su muerte en la


batalla de Ingavi.
Fue nombrado prefecto y comandante general del departamento de Puno el 20 de junio
de 1834, pero renunció el 24 de marzo del año siguiente, al extenderse la rebelión
iniciada por el general Felipe Santiago Salaverry en el Callao. Se trasladó a
Arequipa, donde se hallaba Orbegoso, ante quien renovó su lealtad. Fue nombrado
secretario general del gobierno, así como jefe de Estado Mayor. Pero cuando
Orbegoso pactó el 15 de junio de 1835 la intervención boliviana para restaurar su
autoridad en todo el país, Castilla, inflexible en su nacionalismo, se apartó de
él.4 Hay que señalar, sin embargo, que Castilla, como la mayoría de los patriotas
peruanos, era partidario de la unión con Bolivia, pero con la condición de que
fuera con la hegemonía peruana.19 De modo que cuando el presidente boliviano Andrés
de Santa Cruz invadió el Perú, Castilla se inclinó al bando peruanista (que
encabezaban Salaverry y Gamarra), aunque siempre se mostró reacio a servir a los
gobiernos de facto.

Orbegoso, al verlo convertido en un crítico feroz de sus decisiones, lo relevó del


mando y ordenó su destierro a Tarapacá; pero en el trayecto enfermó y permaneció en
Tacna.2021 Santa Cruz, recelando de sus intenciones, ordenó su apresamiento, pero
Castilla logró escapar, embarcándose en Arica con rumbo al Callao. Salaverry
solicitó sus servicios, pero rechazó la invitación, al constatar que dicho caudillo
no quería comprometerse a favorecer una restauración constitucional. Optó
finalmente por ir a Chile, en febrero de 1836, el mismo camino que siguieron otros
peruanos tras el triunfo de Santa Cruz sobre Salaverry.22

En Chile, Castilla conformó el grupo de emigrados peruanos que se oponían al


proyecto de la Confederación Perú-Boliviana y que esperaban retornar con el apoyo
de una fuerza expedicionaria chilena, que el omnipotente ministro chileno Diego
Portales alistaba meticulosamente.3 Pero un grupo de oficiales chilenos se opuso a
esa expedición y se sublevó en Quillota el 3 de junio de 1837, apresando a
Portales. A las fuerzas chilenas enviadas a debelar la sublevación se sumó Castilla
al mando de los Coraceros de Junín, cuerpo integrado por 150 voluntarios peruanos.
Los amotinados fueron derrotados en el combate del Cerro Barón, pero Portales
resultó asesinado; no obstante, los planes de guerra del gobierno chileno siguieron
su curso.2324

Desde Chile se organizaron contra la Confederación las llamadas Expediciones


Restauradoras, conformadas por ejércitos aliados chilenos y peruanos (Ejército
Unido Restaurador), a las que se unió Castilla. En la primera expedición, Castilla
fue jefe de la Legión Peruana y prefecto de Arequipa. Tuvo serias diferencias con
Manuel Ignacio de Vivanco, el jefe de los expedicionarios peruanos. Esta expedición
fracasó en Arequipa, y Castilla, junto con el resto de restauradores, volvió a
Chile.22

Volvió al Perú con la segunda expedición restauradora, comandada esta vez por el
general chileno Manuel Bulnes y el peruano Agustín Gamarra.22 Esta expedición logró
finalmente su objetivo. Castilla peleó en el combate de Portada de Guías de 27 de
agosto de 1838,25 y en la definitiva batalla de Yungay de 20 de enero de 1839,
donde su energía y su visión táctica evitaron la retirada de los restauradores y
decidieron el triunfo de estos. A propósito, se dice que cuando el general Bulnes
ordenó la retirada con estas palabras: «Nos han sobado, retirémonos a San Miguel
donde podremos proseguir el ataque», Castilla, que comandaba la caballería, le
respondió: «No hemos venido a correr», y tomando unos batallones los condujo a la
boca de la quebrada de Áncash y fue así como decidió el triunfo de los
restauradores. 2627n 2 Por su brillante actuación se hizo merecedor a su inmediato
ascenso a General de División.4

Al instalarse en 1838 el gobierno provisional de Gamarra, Castilla fue nombrado


ministro de guerra, siendo sus colegas Benito Laso (Gobierno y Relaciones
Exteriores); y Manuel Bartolomé Ferreyros (Hacienda).28

En el segundo gobierno constitucional de Gamarra fue ministro de Guerra, de 1839 a


1840, y de Hacienda, hasta 1841, y como tal contribuyó a pacificar el país y a
restablecer el orden administrativo.

Fue enviado a sofocar la revolución regeneracionista iniciada en Arequipa por el


coronel Manuel Ignacio de Vivanco, a quien derrotó en Cuevillas el 6 de abril de
1841; esto fue el inicio de una de las más enconadas rivalidades republicanas:
Castilla versus Vivanco.29

De esta época se cuenta también un incidente que tuvo con el cónsul francés Armand
Saillard, a quien retó a duelo, que no se llegó a concretar. Episodio que es
narrado en una tradición de Ricardo Palma, pero de manera distorsionada.30

Castilla se mostró contrario a la alianza de Gamarra con el boliviano José


Ballivián, entonces desterrado en Perú.31 Como jefe de Estado Mayor, acompañó a
Gamarra en la campaña de Bolivia. Ballivián, olvidando su alianza con Gamarra, se
puso a la cabeza de la resistencia boliviana y derrotó a los peruanos en la batalla
de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841, la misma en la que falleció Gamarra.32

Castilla fue tomado prisionero en el campo de batalla y conducido a pie hasta


Oruro, de donde fue trasladado a Cochabamba y luego a Santa Cruz de la Sierra. En
varias ocasiones tuvo incidentes con sus custodios, motivo por el cual sufrió
crueles maltratos. Firmada la paz con Bolivia, retornó al Perú, arribando a Tacna
el 5 de septiembre de 1842.433

La revolución constitucionalista de 1843-1844


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1843-1844
Por entonces el Perú se debatía en una anarquía militar y Castilla se propuso
acabar con las guerras de facciones y restablecer el imperio de la Constitución de
1839, contando con la alianza de los generales Domingo Nieto y Manuel de Mendiburu.
La meta de esta autodenominada Revolución Constitucionalista, iniciada en Tacna el
17 de mayo de 1843, era acabar con el gobierno de facto del Directorio encabezado
por Vivanco y restablecer a la autoridad legítima, es decir, a Manuel Menéndez, el
sucesor de Gamarra en 1841, en su calidad de presidente del Consejo de Estado
(cargo equivalente a vicepresidente).34

Las primeras victorias sobre las fuerzas vivanquistas se obtuvieron en Pachía,


cerca de Tacna, el 29 de agosto de 1843 y en San Antonio, cerca de Moquegua, el 28
de octubre.35 Con los generales Domingo Nieto, José Félix Iguaín, y otros, Castilla
integró el 3 de septiembre de ese año una Junta de Gobierno Provisorio en el
Cuzco,36 cuya presidencia asumió tras el fallecimiento de Nieto, el 17 de febrero
de 1844.37

Un episodio de esta guerra fue la llamada Semana Magna, en la que el prefecto de


Lima Domingo Elías, hasta entonces leal a Vivanco, se alzó contra el Directorio y
organizó la defensa de la capital ante la amenaza de las fuerzas vivanquistas
comandadas por José Rufino Echenique. Pero este ataque no se produjo porque Felipe
Pardo y Aliaga advirtió a Echenique que Vivanco y Castilla se preparaban para un
encuentro definitivo cerca de Arequipa.38

En efecto, los constitucionalistas de Castilla vencieron a las fuerzas


directoriales de Vivanco en la batalla de Carmen Alto, el 22 de julio de 1844. Tras
un corto interinato de Justo Figuerola, el 7 de octubre del mismo año fue
restablecido en el mando Manuel Menéndez, con la misión de hacer el traspaso
constitucional del poder.39

Elecciones de 1845
La tarea más importante del gobierno de Menéndez fue la realización de las
elecciones para presidente de la República, senadores y diputados (por entonces las
elecciones eran indirectas, por medio de colegios electorales). Manifiestamente, el
candidato a la presidencia que contaba con el favor popular era Ramón Castilla.
Domingo Elías presentó también su candidatura, en representación de los civiles.
Pero los militares tenían entonces mucho más poder y llegada en la población. De
modo que Castilla obtuvo un triunfo categórico. El Congreso se instaló el 16 de
abril de 1845, bajo la presidencia de Manuel Cuadros Loayza, y luego de revisar las
actas de los colegios electorales, proclamó como vencedor a Castilla (19 de abril
de 1845).3940

Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)

Retrato de Ramón Castilla.


Castilla juramentó el cargo de Presidente Constitucional el 20 de abril de 1845,
ante el Congreso de la República,41 para un mandato de seis años, de acuerdo con la
Constitución de 1839. Gobernó hasta 1851, siendo el primer presidente peruano que
completó su mandato.
Su gobierno fue moderado y progresista.42 Realizó una política de concordia,
derogando los decretos de expatriación expedidos contra los vencidos de la
Confederación. Incluso, en 1847 les restituyó sus derechos, habiendo omitido, desde
el principio también perseguir a los partidarios del régimen de Vivanco; empleó,
fuera de esto, en los puestos de la administración a hombres competentes.1

Este primer gobierno de Castilla significó para el Perú lo siguiente:

Estabilidad institucional.
Ordenamiento de la economía nacional por el régimen de los presupuestos.
Prestigio económico en el exterior debido a la cancelación de la deuda externa.
Posición internacional relevante en el continente.
Progreso intelectual y material.
Iniciación del desarrollo de la Amazonía.
Orden interno
Con este gobierno se inició la etapa que el historiador Jorge Basadre ha denominado
del «Apogeo Republicano», etapa de la historia republicana que culminaría con el
combate del 2 de mayo de 1866, en el Callao.

Castilla hizo un gobierno basado en el libre juego de las instituciones públicas, y


sustentado sobre su recia personalidad de gran caudillo. Su gobierno fue de orden
sin llegar a la arbitrariedad. Respetó la libertad de prensa, dentro de los marcos
permitidos por la ley, impidiendo sus desbordes. Fue además un gobierno de unión
nacional. Castilla llamó a sus rivales políticos para que colaboraran con su
gobierno. Se sumaron así vivanquistas como Felipe Pardo y Aliaga, José Gregorio Paz
Soldán y José Rufino Echenique. De todos modos se produjeron conspiraciones que
fueron severamente debeladas. Cuando en agosto de 1848 se sublevó el general José
Félix Iguaín, este fue vencido y reducido a prisión; y cuando en febrero de 1849,
se planeó una nueva sublevación por los generales Juan Crisóstomo Torrico y Miguel
de San Román, estos fueron tomados presos y deportados.43

Aspecto económico
En el campo económico, Castilla abordó tres puntos fundamentales: la reorganización
de la hacienda pública por el régimen de los presupuestos; el sistema de las
consignaciones para la venta del guano; y el pago de las deudas interna y
externa.44

Establecimiento del Presupuesto Nacional


El Presupuesto es el cálculo que anticipadamente hace un gobierno de los ingresos
que va a tener en un año determinado; sobre ese cálculo se determinan los egresos o
gastos. En las sucesivas Constituciones se había estipulado que los gobiernos
contaran con presupuesto, pero por la continua inestabilidad política no se pudo
cumplir tal exigencia. Sin embargo, Emilio Romero, en su Historia Económica del
Perú, afirma que el primer esbozo de presupuesto se hizo en 1827, aunque no llegó a
ser aprobado por el Congreso.44 Esta situación fue definitivamente cambiada por
Castilla, quien el 21 de octubre de 1845 y por intermedio de su ministro de
Hacienda Manuel del Río presentó a la Cámara de Diputados el presupuesto
correspondiente al bienio 1846-47. Aunque no llegó a ser aprobado por el Congreso,
el gobierno lo puso en práctica, por lo que se le considera el primer presupuesto
de la República. Era de 5 963 361 de pesos como ingresos y 4 191 800 como ingresos
anuales. El primer presupuesto que contó con la aprobación del Congreso fue el del
bienio 1848-49, promulgado en marzo de 1848. En este presupuesto figuraba la
cantidad de 5 322 423 como ingresos anuales y de 5 315 310 como egresos anuales. El
pliego de ingresos estaba constituido mayoritariamente por las rentas aduaneras y
la contribución de indígenas. A partir de entonces, este importante instrumento
financiero del Estado estuvo presente en las discusiones parlamentarias.45

El guano y las consignaciones


A partir de la década de 1840, el Perú se vio en posesión de una inesperada
riqueza: el guano de las islas y litorales, producto de las deposiciones de
millones de aves marinas. Conocidas sus propiedades fertilizantes desde la época
prehispánica, estas fueron redescubiertas a principios de la República y a partir
de 1841 se empezó a vender en grandes cantidades a Europa, cuyos gastados campos de
cultivo lo necesitaban urgentemente.46 Al principio, el Estado entregó estos
yacimientos en arriendo a particulares, quienes obtuvieron grandes ganancias. Visto
lo rentable del negocio, el Estado anuló esos contratos de arrendamiento e implantó
el sistema llamado de las Consignaciones (1849).47 Por este sistema, el Estado
mantenía la propiedad del guano hasta su venta final, pero encargaba a una
determinada firma (el consignatario) la extracción, transporte y venta del guano.
El consignatario debía lograr el mejor precio posible para el producto; luego
descontaba del precio final de venta todos los gastos realizados y una comisión, y
entregaba la diferencia al Estado. Este recibió así sumas cuantiosas, con los que
quedó holgada la caja fiscal, empleándose preferentemente para la defensa nacional
y para pagar las deudas externa e interna. Fue una época de bonanza económica para
el Estado, que se prolongó hasta 1870 y fue conocida como la Era del Guano.

El pago de las deudas externa e interna


Cuando Castilla llegó al poder, el Perú tenía una cuantiosa deuda interna e externa
que resolvió pagar con las rentas del guano. La deuda interna la tenía con
particulares que habían aportado, en especie o en dinero, a favor de la guerra de
la Independencia y durante las guerras y revoluciones subsiguientes. La deuda
externa la había contraído de varios países: Inglaterra y Colombia, contraída
durante la lucha independentista; con Chile, por los gastos del ejército libertador
sanmartiniano y de los ejércitos restauradores; con España, según lo estipulado en
la Capitulación de Ayacucho; también con Francia y Estados Unidos.48 Por leyes
dadas en 1847, 1848 y 1850, Castilla ordenó el pago de la deuda interna, pago al
cual se conoce con el nombre de «consolidación de la deuda interna»,49 lo que
originaría un tremendo escándalo de corrupción en el siguiente gobierno de
Echenique. Por una ley de 1848, se ordenó el pago de la deuda externa a todos los
países, con excepción de España, a la que se le puso la condición de que primero
reconociera la independencia del Perú.47 Este pago masivo de la deuda externa fue
una buena medida, pues así se cimentaba la confianza internacional en el país.

La defensa nacional
Castilla, como buen militar, puso mucha dedicación a la defensa nacional, teniendo
en cuenta que el Perú limitaba con cuatro países, siempre dispuestos a agredir. Su
estancia prolongada en Chile en tiempos de Portales, lo hizo ver claramente el
peligro que significaba para el Perú estar desarmado. Por ello hizo las siguientes
obras:

Se esforzó en dar al ejército la capacidad técnica necesaria y lo dotó de armamento


moderno. Se trajeron fusiles de percusión (que sucedieron a los antiguos fusiles de
chispa); y los viejos cañones fueron reemplazados con modernos obuses de mayor
calibre.50
Se reabrió la Escuela Central de Marina, para la formación de jefes y oficiales de
la armada, con sede en Bellavista.51
Dotó al país de una escuadra eficiente, adquiriendo la fragata Mercedes y los
bergantines Guisse y Gamarra. Adquirió además el primer barco de guerra a vapor que
llegó a Sudamérica, el Rímac (julio de 1847) y después adquirió otro, la fragata
Amazonas, que llegó durante el gobierno siguiente. Se dice que la política naval de
Castilla se resumía en esta frase: «Si Chile construye un barco, el Perú debe
construir dos». El Perú se convirtió en la primera potencia naval de Sudamérica.52
53
Construyó el apostadero naval de Paita.54
Fundó la Factoría Naval de Bellavista, para atender al mantenimiento y reparación
de las unidades navales. Contaba también con una maestranza de armería para la
reparación del armamento, y una fundición de cobre y hierro para fabricar cañones.
Llegó a ser la mejor de Sudamérica y sería destruida por los chilenos en 1881.55
En lo que respecta a la seguridad interna, se consolidó el servicio de policía,
tanto de a pie como montada.56
Como prueba del poderío naval que entonces tenía el Perú, sucedió un hecho
significativo: unos ciudadanos peruanos que enviaban buques mercantes a California,
en plena fiebre del oro, pidieron protección a Castilla. El presidente atendió el
pedido y envió al bergantín Gamarra, que permaneció diez meses en la bahía de San
Francisco.57

Política internacional americanista

José Gregorio Paz Soldán (1808-1862), jurista e internacionalista peruano.


Canciller de la República, bajo el primer gobierno de Ramón Castilla.
La política internacional de Castilla estuvo orientada a darle al Perú la
prestancia que debía de tener entre los países de América y del mundo. Comprendió
principalmente los siguientes puntos:

Se dio el decreto de 31 de julio de 1846 sobre la organización del cuerpo


diplomático y consular, así como otro decreto complementario sobre adjuntos a las
legaciones. Fue la base de la legislación peruana sobre la materia y sirvió de
modelo al resto de países americanos. Se establecieron legaciones (embajadas) en
Estados Unidos, Inglaterra, Chile, Bolivia y Ecuador. Se abrieron consulados en
París y Bruselas. Debido a ello, se considera a Castilla como el fundador de la
diplomacia peruana.58
Castilla denunció enérgicamente los preparativos de la llamada Expedición Flores,
que en 1846 preparó en España el general del ejército ecuatoriano Juan José Flores,
con el objeto de establecer en Sudamérica una monarquía para un príncipe borbón
español. Al efecto, se reunió en Lima el primer Congreso Americano de ministros de
relaciones exteriores, presidido por el canciller de Perú, José Gregorio Paz
Soldán, al que asistieron los cancilleres de Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva
Granada (Colombia). En dicha reunión se dejó sentado el principio que cualquier
ataque extranjero contra un país americano debía de considerarse como un ataque a
todos, y, por lo tanto, todos debían sumarse a la defensa. La expedición Flores
fracasó debido a la enérgica actitud peruana.5960
Entre 1847 y 1848 se reunió en Lima el primer Congreso Americano. El propósito de
este Congreso (presidido por el peruano Manuel Bartolomé Ferreyros) era «fijar las
bases de la futura tranquilidad y seguridad de los pueblos de Sudamérica». La
política internacional del Perú estuvo pues orientada hacia un sincero y noble
ideal americanista.61
Se normalizaron las relaciones con Bolivia, afectadas desde la guerra de 1841. Si
bien se había firmado un tratado de paz en 1842, existían todavía varios litigios
con dicho país, sobre todo de tipo comercial; uno de ellos era la invasión de la
moneda feble (de baja ley) boliviana en el sur peruano. Los representantes de ambos
países firmaron el Tratado de Arequipa (3 de noviembre de 1847), por el que se dio
libertad a Bolivia para que comerciara por el puerto de Arica. Bolivia, por su
parte, se comprometía a no poner en circulación su moneda en el sur peruano.6263
Aspecto educativo

Libro de Esclavitud en el Perú sobre la libertad de los esclavos.


Castilla, asesorado por expertos en el tema, abordó el problema educacional que
desde la fundación de la República se encontraba abandonado. El 14 de junio de 1850
dio el primer Reglamento de Instrucción Pública, por el cual el Estado asumía la
dirección y la administración de la educación en el país. Empezó también a separar
los tres grados de educación que se daban en las escuelas, los colegios y las
Universidades, aunque mantuvo la existencia de los Colegios Mayores, uno de los
cuales pasó a ser el Colegio Guadalupe, lo que mantuvo la confusión existente desde
la época colonial entre enseñanza media y superior.6465

Fue en este periodo que tuvo un importante desarrollo la educación superior en los
colegios de San Carlos y Guadalupe,66 así como en el Colegio de la Independencia
(luego Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos) que bajo la dirección
del doctor Cayetano Heredia inició la reforma de los estudios médicos en el Perú.
También se destacó el Seminario de Santo Toribio.67

Aspecto intelectual
Al amparo de la libertad individual, el orden interno y el progreso material,
adquirieron gran impulso las luchas ideológicas.68 Esta se dio entre los
conservadores, liderados por el sacerdote Bartolomé Herrera, y los liberales,
representados por Benito Laso, Francisco de Paula González Vigil y Pedro Gálvez.69

Herrera era rector del Convictorio de San Carlos, al que convirtió en el bastión de
los conservadores,70 mientras que el Colegio Guadalupe, dirigido por el español
Sebastián Lorente, lo era de los liberales. Uno de los profesores del Guadalupe era
el ya mencionado Pedro Gálvez (hermano del héroe del combate del Dos de Mayo).71 Se
produjeron así interesantes debates entre conservadores y liberales, sobre diversos
temas, como el sufragio de los indios.72 En 1849, fueron elegidos diputados
Bartolomé Herrera y Pedro Gálvez, quienes llevaron a la tribuna parlamentaria las
discusiones ideológicas realizadas hasta entonces desde la cátedra.73

Otras obras

Estación San Juan de Dios en Lima, del ferrocarril de Lima al Callao, hacia 1870.
En 1848 abolieron definitivamente los mayorazgos.74 Al finalizar este rezago del
colonialismo, se permitió el ascenso de nueva gente a la alta vida social, en
virtud del privilegio de la riqueza.75
Ante la queja de los agricultores por la falta de mano de obra en los campos, el
Congreso aprobó el 17 de noviembre de 1849 la Ley General de Inmigración, conocida
popularmente como la «ley china», ya que, en la práctica, fomentó sobre todo a la
inmigración de chinos o culíes para las labores agrícolas y la extracción del guano
de islas. Llegaron también colonos europeos (irlandeses y alemanes) pero en menor
cuantía.76
Se inició la preparación de códigos republicanos que debían reemplazar a las
antiguas leyes españolas que todavía regían en el país. Se formó una Comisión de
Juristas que redactó el proyecto del primer Código Civil, el que fue aprobado por
el Congreso y empezó a regir desde el 28 de julio de 1852, permaneciendo vigente
hasta 1936.7778
Se dio impulso a la navegación a vapor, iniciada en 1840. La travesía ya no era
solo del Callao a Valparaíso, sino que se extendió a Panamá, aumentándose el número
de vapores.
Se mandó construir el primer ferrocarril del Perú, que fue a la vez el primero de
Sudamérica. Cubrió la ruta de Lima a Callao. La construcción se inició el 30 de
junio de 1850 y se inauguró el 17 de junio de 1851. Existe la discusión de que si
fue en realidad el primero del subcontinente. Se dice que un ferrocarril de la
Guyana inglesa es en realidad el más antiguo del continente. Pero lo seguro es que
el de Lima al Callao fue el primero en realizar el servicio de pasajeros en
Sudamérica, así como fue el primero de todo el hemisferio sur.79
Se reorganizó el servicio de correos, dándole la debida seguridad y garantía.8081
Se implantó el primer telar mecánico, en 1847, el mismo que comenzó la fabricación
en serie de los primeros hilados y tejidos de algodón.82
Se crearon fábricas de bujías, ácido sulfúrico, cristales y papel.83 La primera
fábrica de papel la instalaron los propietarios del diario El Comercio de Lima.78
Se construyó el Mercado Central de Lima,84 que reemplazó a los antiguos e
insalubres mercadillos.
Se instalaron servicios de agua potable con tuberías de hierro en los puertos del
Callao, Arica e Islay.85
Se dieron los Reglamentos de Policía,86 Beneficencia Pública87 y Estadística.80
Se construyeron iglesias, hospitales, colegios, mercados, aduanas, cuarteles,
prefecturas, caminos y puentes en toda la República.88
Se repatriaron los restos de los presidentes José de La Mar y Agustín Gamarra.78
Elecciones de 1850
Para las elecciones de 1850, Castilla auspició la candidatura del general José
Rufino Echenique, con el apoyo de sectores conservadores. Otros candidatos
importantes fueron el general Manuel Ignacio de Vivanco, apoyado por los
conservadores; y Domingo Elías, civil, fundador del Club Progresista, apoyado por
hombres de negocio e intelectuales liberales. También postularon los generales
Antonio Gutiérrez de La Fuente, Miguel de San Román y Pedro Pablo Bermúdez.89

Echenique triunfó en esta elección, que a decir del historiador Jorge Basadre fue
el primer proceso electoral verdadero de la historia republicana del Perú,90 aunque
con serios indicios de malas maniobras.

Echenique recibió el mando el 20 de abril de 1851 y su gestión se convirtió de


alguna manera en la prolongación del primer gobierno de Castilla, pero se vio
envuelto en el escándalo de la consolidación (o cancelación) de la deuda interna,
en la que sus allegados y amigos se beneficiaron económicamente, siendo el primer
caso escandaloso de corrupción en el Perú republicano.

La revolución liberal de 1854


Artículo principal: Revolución Liberal de 1854
Alzando como bandera el repudio al escándalo de la consolidación, se levantó en Ica
el líder civil Domingo Elías, pero fue derrotado por las fuerzas gobiernistas en la
batalla de Saraja, el 7 de enero de 1854.91 A este hecho siguió inmediatamente el
levantamiento en Arequipa, en cuyo manifiesto se acusó al gobierno de indolencia
frente a los ultrajes infligidos por el gobierno de Bolivia. Castilla lideró la
rebelión, desplazando a Vivanco92 y contando con el apoyo de los jóvenes líderes
liberales Pedro Gálvez Egúsquiza y Manuel Toribio Ureta.93 A la rebelión se sumaron
también Domingo Elías, el general Miguel de San Román y el general Fermín del
Castillo. Esta insurrección fue gran movimiento popular que derivó en una guerra
civil muy prolongada y costosa para el país.

Durante la lucha, Castilla se declaró presidente provisorio; en Ayacucho decretó la


abolición definitiva del tributo indígena (5 de julio de 1854);94 luego derrotó a
las fuerzas de Echenique en Izcuchaca,95 marchando enseguida a Huancayo donde firmó
el histórico decreto aboliendo la esclavitud en el Perú (3 de diciembre de 1854).96
La victoria definitiva de la revolución se consumó en las afueras de Lima, en la
batalla de La Palma, donde las tropas de Echenique fueron derrotadas (5 de enero de
1855). Al día siguiente se desató la violencia y pánico en Lima, donde fueron
asaltadas las casas de los «consolidados».9798

Presidencia Provisoria (1855-1858)

Escultura de Ramón Castilla en la Plazoleta de La Merced (Jirón de la Unión, frente


a la Basílica de La Merced).
Tras la batalla de La Palma, se instaló en Lima un gobierno provisional con
Castilla como Presidente, y los liberales Pedro Gálvez, Manuel Toribio Ureta y
Domingo Elías como ministros, más el general Miguel de San Román que ocupó el
ministerio de Guerra.99100 Una importante medida fue el decreto del 25 de marzo de
1855, firmado por Castilla y Pedro Gálvez, que anunciaba la absoluta libertad en
comunicación del pensamiento por medio de la imprenta; gran avance que se sumaba a
los importantes decretos liberales de la abolición de la esclavitud y la
contribución de indígenas.101

Pero la primera y más importante medida que tomó el gobierno fue convocar a
elecciones para la reunión de una Convención Nacional o Congreso, cuyo fin sería
reformar la Constitución. Por primera vez se convocó a elecciones con sufragio
directo y universal: directo, pues no se elegiría a los Colegios Electorales, sino
directamente a los representantes del nuevo Congreso; y universal, porque todos los
peruanos votarían sin ninguna limitación, sin importar ser analfabeto o no tener
fortuna. No se convocó, sin embargo, a elecciones para Presidente.99

Realizadas las elecciones, la Convención Nacional se instaló el 14 de julio de 1855


y ratificó a Castilla como Presidente Provisorio.102 Instalado su gobierno,
Castilla, de temperamento autoritario, se separó de sus ministros liberales y
convocó a sus amigos. Se iniciaba así el rompimiento con los liberales.103104

La Constitución Liberal de 1856

La Constitución de la República Peruana (1856). Esta constitución fue promulgada


por el Presidente Ramón Castilla.
Artículo principal: Constitución de la República Peruana (1856)
En la Convención Nacional surgió una disputa tensa entre la mayoría liberal y la
minoría conservadora partidaria de Castilla. El más notable de los tribunos
liberales era José Gálvez Egúsquiza, hermano de Pedro Gálvez.105 La Convención,
además de funcionar como asamblea constituyente, ejerció el Poder Legislativo en
toda su extensión, dictando leyes de carácter permanente y también de
circunstancias. Por fin, después de grandes debates, en octubre de 1856 se terminó
de discutir la nueva Constitución, que debía reemplazar a la Constitución
Conservadora de 1839.

La Constitución de 1856, de tendencia liberal, limitó las atribuciones del poder


ejecutivo, estableciendo la vacancia de la Presidencia de la República por atentar
contra la forma de gobierno o disolver el Congreso. Estableció que el período
presidencial duraría cuatro años y no seis años como en la anterior Constitución;
creó el Consejo de Ministros; suprimió los fueros personales, abolió la pena de
muerte; estableció el sufragio popular directo para todos los ciudadanos que
supieran leer y escribir; restableció las Juntas Departamentales y las
Municipalidades.106 Los liberales no lograron imponer la libertad de cultos, y el
Estado continuó protegiendo la religión católica, no permitiendo el ejercicio de
otros cultos, pero se suprimieron las vinculaciones y los fueros eclesiásticos, así
como los diezmos y primicias.107

El presidente Castilla juró esta Constitución, que fue promulgada el 19 de octubre


de 1856, pero expresó su disconformidad con ella, sobre todo por la disminución de
las atribuciones del presidente, aumentando así la situación de confrontación entre
el gobierno y el Congreso.108

La Convención fue disuelta el 2 de noviembre de 1857 por una patrulla de soldados a


órdenes del coronel Pablo Arguedas, mientras Castilla se hallaba ocupado en el
asedio de Arequipa, en el marco de la guerra civil estallada el año anterior.109 Si
bien Castilla condenó este acto, era evidente que tal situación le convenía, tan
así que una vez que retornó a Lima, no restituyó el parlamento.110

Guerra civil de 1856-1858


Artículo principal: Guerra Civil Peruana de 1856-1858
Véase también: Sitio y Asalto de Arequipa
Los conservadores, descontentos con el régimen liberal imperante, se reunieron en
torno del general Manuel Ignacio de Vivanco y se alzaron contra el gobierno.111

La rebelión estalló en Arequipa el 31 de octubre de 1856,112 donde en un acto


público se quemó la Constitución recientemente proclamada.107 De allí se extendió a
Moquegua, Ayacucho y Piura. La escuadra se unió al movimiento; entre los marinos
rebeldes estaban Miguel Grau y Lizardo Montero. Aprovechando su dominio del mar,
los revolucionarios se dirigieron hacia el norte, pero fracasaron en su intento de
sublevar esa parte del Perú. Luego, enrumbaron al Callao, desembarcando y atacando
a la población el 22 de abril de 1857, ataque que fue rechazado por el pueblo
chalaco. En premio a este acto, el Callao recibió la denominación de Provincia
Constitucional, por haber defendido al gobierno constitucional.113

El asalto de Arequipa del 6 al 7 de marzo de 1858.


La rebelión quedó circunscrita a Arequipa, con escasas posibilidades de triunfo.
Sin embargo, el pueblo arequipeño decidió resistir. Para poner sitio a la ciudad,
desde Puno partieron las fuerzas gobiernistas a órdenes del general Miguel de San
Román. El pueblo arequipeño se organizó, formando batallones y construyendo
defensas. En las cercanías de la ciudad se produjeron sangrientos encuentros.111
Uno de ellos, producido en Yumina, el 28 de junio de 1857, fue considerado como un
triunfo por los vivanquistas, aunque estos no lograron romper el cerco que los
gobiernistas les tendieron. Castilla decidió tomar personalmente el mando del
ejército y llegó por vía marítima al teatro de operaciones; y tras unirse a las
fuerzas de San Román, puso sitio a Arequipa.114

Por fin, después de ocho meses de asedio, Castilla ordenó el ataque a Arequipa. Se
inició en la noche de 5 de marzo de 1858 y se reanudó al día siguiente, siendo muy
sangriento.115 El pueblo, atrincherado en San Antonio, Santa Rosa y Santa Marta,
luchó tenazmente. En el famoso Fuerte Malakoff sucumbió heroicamente el poeta
Benito Bonifaz.116 Hubo batallones enteros, como el llamado Columnas Inmortales,
que no se rindieron y fueron aniquilados.117 En la acequia de Santa Rosa la sangre
corrió como agua. A las 11 y 30 de la mañana del 6 de marzo, el ejército de
Castilla se reunió en la Plaza de Armas de Arequipa, culminando así la lucha. La
rebelión estaba vencida. Vivanco huyó a Chile.118

Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)


Artículo principal: Segundo gobierno de Ramón Castilla

La banda presidencial de Ramón Castilla.


Elecciones de 1858
Si bien la rebelión de Vivanco fracasó, su intención, esto es, acabar con la
influencia de los liberales en las decisiones de gobierno, terminó por imponerse.
La Convención, disuelta en noviembre de 1857, no fue nuevamente convocada e incluso
fueron enviados al destierro los principales líderes liberales.119

Castilla convocó a elecciones para un Congreso Extraordinario y para la elección


del Presidente Constitucional de la República, ya que él era solo Presidente
provisorio. Se presentó como candidato. Por su parte, importantes líderes liberales
como Benito Laso, Francisco Javier Mariátegui, José Gálvez Egúsquiza, Francisco de
Paula González Vigil y José Gregorio Paz Soldán, se organizaron y lanzaron la
candidatura del general José Miguel Medina. Realizadas las elecciones, triunfó
Castilla. El nuevo Congreso se instaló el 12 de octubre de 1858 y proclamó a
Castilla Presidente Constitucional, para un mandato de cuatro años.120

Nueva elección del Congreso (1859)


El Congreso Extraordinario suspendió sus sesiones en mayo de 1859, anunciando su
reinstalación como Congreso Ordinario para julio del mismo año.121 Pero el gobierno
frustró tal iniciativa, decretando elecciones para nuevos representantes, que se
reunirían en el año siguiente. Castilla argumentó al respecto que el Congreso, al
pretender autoconvocarse, había tomado una decisión antoconstitucional, pues solo
al Ejecutivo competía su convocatoria. Sin embargo, corrió la versión de que en
realidad, Castilla se había enterado de que el Congreso pretendía vacarlo y que por
eso tomó tal decisión.122

Una de las polémicas más notables que se desarrolló en el Congreso de 1858-59 fue
el debate sobre la abolición de la pena de muerte, principio que ya había
establecido la Constitución de 1856. El Congreso se pronunció por dicha abolición,
lo que fue apoyado por el gobierno de Castilla (algunos autores atribuyen a
Castilla el mérito de realizar esta reforma).123
La Constitución moderada de 1860

En su segundo gobierno, Ramón Castilla prefirió rodearse de asesores moderados que


contribuyeran a aplacar la agitación política de la época.
Artículo principal: Constitución Política del Perú (1860)
La Constitución liberal de 1856 no había satisfecho al país. El Congreso de 1860,
elegido en las nuevas elecciones convocadas por Castilla, se arrogó la facultad de
Constituyente, procediendo rápidamente a discutir y reformar la Constitución.124 Se
produjeron grandes debates. Como líder de los conservadores se hallaba nuevamente
Bartolomé Herrera, quien presidió el Congreso. En el bando liberal se notó la
ausencia de los hermanos Gálvez.125

La nueva Constitución se promulgó el 13 de noviembre de 1860. No era liberal ni


conservadora, sino moderada.125 Restableció la pena de muerte, pero solo para casos
de homicidio calificado; prohibió la reelección presidencial;123 restableció el
sistema de votación indirecta; se dejó claramente definida la división del Congreso
en dos cámaras (senadores y diputados); estableció la edad mínima de 25 años para
ser diputado y de 30 para senador; respetó las Municipalidades; y dejó sentada la
primacía de la religión católica sobre los demás cultos. Esta Constitución, más
sensata y realista que las anteriores, ha sido la que más tiempo ha regido en el
Perú, pues se mantuvo hasta 1920.125

Un grupo de liberales que quedaron en Lima, tramaron varias conjuras contra


Castilla. El 25 de julio de 1860 un embozado a caballo intentó asesinar a Castilla
en la Plaza Mayor de Lima, logrando solo herirle con un disparo en el brazo. Y el
28 de noviembre del mismo año, varios civiles armados y una parte del batallón Lima
(que fue sacado de su cuartel con engaños) atacaron el domicilio del presidente
situado en la esquina de las calles Divorciadas e Higueras; pero la tropa reaccionó
y fue repelido el ataque.126

Auge del guano


Artículo principal: Era del Guano

Carguío de guano en las islas Chincha, hacia 1866.


En 1857 se batieron todas las marcas en la venta del guano: este llegó a
representar el 83 % de todos los ingresos estatales. El guano se convirtió
prácticamente en el único sostén del Estado. Empezaron entonces los problemas con
los consignatarios, que obtenían grandes ganancias. Como el tesoro público se
hallaba siempre requerido de dinero, los consignatarios adelantaban empréstitos al
Estado a cuenta del guano que explotarían en el futuro, con altos intereses, lo que
a la larga traería la ruina económica al país, al ser el guano solo una riqueza
pasajera. Pero por lo pronto, el Perú disfrutaba de los ingresos del guano.127

A las alturas de 1860, el Perú exportaba, además de guano, el salitre procedente de


Tarapacá, bórax, plata, lanas. Importaba, en cambio, alimentos, ropa, muebles y
artículos suntuarios, tales como sedas, vinos y licores.127

Se siguió permitiendo el ingreso de trabajadores chinos (culíes) para la


explotación del guano a través de "el enganche". El primero en traer chinos al Perú
fue Domingo Elías.

La obra educacional
Castilla promulgó el 7 de abril de 1855 un nuevo Reglamento de Instrucción Pública,
el cual se mantendría vigente hasta el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle (1872-
76). Este Reglamento estructuró adecuadamente el sistema educativo, disponiendo que
la instrucción pública tuviera tres grados: la popular, la media y la superior. Se
acabó así con la indefinición que existía en dicho campo, pues hasta entonces no se
diferenciaba la educación media de la superior.128
Bajo el concepto de instrucción popular se encontraban las escuelas de primeras
letras, las de artes y oficios, las de la infancia y la escuela normal. El Estado
se proponía masificarla y a hacerla gratuita para los pobres.129 Se planeó la
construcción de locales escolares, pero al no disponerse de los recursos
necesarios, esta reforma quedó mayormente en el papel.130

La educación media o secundaria se consideraba como una etapa de ampliación y


perfeccionamiento de la educación popular para quienes deseaban seguir carreras
liberales o científicas. Se contemplaba también su gratuidad para los pobres.131 El
Colegio Guadalupe fue incorporado en este plan, y dejó de proporcionar educación
superior, para concentrarse solo en la instrucción secundaria, como hasta hoy viene
haciéndolo.132130

En cuanto a la educación universitaria, se consideró que la Universidad era un todo


orgánico constituido por cinco Facultades: Teología, Medicina, Jurisprudencia,
Filosofía y Letras y Ciencias Naturales y Matemáticas. Se dispuso que los antiguos
Colegios Mayores, por corresponder a estas facultades, se incorporasen a la
Universidad. Pero sucedió que ni la Universidad de San Marcos ni el Convictorio de
San Carlos (a cuya estructura correspondía las tres últimas facultades) aceptaron
plenamente la reforma y se aferraron a sus antiguos privilegios.130 Solo años
después, en 1866, se completó esta reforma, y el convictorio carolino se convirtió
en la Facultad de Humanidades y Derecho de la Universidad de San Marcos.

Política americanista
La política internacional de Castilla, en este segundo gobierno, tal como ya había
ocurrido en el primero, se inspiró en un profundo sentimiento de la solidaridad
americana, y en una conciencia siempre atenta al orgullo de la patria y la dignidad
de la nación. Por entonces, las grandes potencias europeas intervinieron en algunos
países independientes de América y la política de Castilla fue la de oponerse
enérgicamente a esas pretensiones convocando a la unidad americana.133 Veamos
algunos aspectos de esta política.

Siguiendo el espíritu de la unión americana afirmada en el Congreso de Lima de


1847, el ministro de Perú en Chile, Cipriano Coronel Zegarra, firmó en Santiago de
Chile, un tratado continental de alianza defensiva (15 de septiembre de 1856).
Además del Perú, suscribieron este tratado Chile y Ecuador.134
Se firmó en Washington, el 19 de noviembre de 1856, bajo la dirección del
representante diplomático peruano Juan Ignacio de Osma, un proyecto de alianza y
confederación americana, entre Perú, México, Nueva Granada, Venezuela, Costa Rica,
Guatemala y El Salvador (que eran todos los representantes latinoamericanos
acreditados en la capital estadounidense), para hacer frente a las agresiones
europeas.135
Ayudó a Nicaragua y Costa Rica, con dinero y gestiones diplomáticas, a hacer frente
a la invasión del filibustero estadounidense William Walker (1856).136 Con ese
objeto, se envió a América Central una misión diplomática presidida por Pedro
Gálvez Egúsquiza.137
Protestó enérgicamente contra la reincorporación de Santo Domingo a la monarquía
española como Protectorado (1861). Se apoyó a los dominicanos en su lucha contra
los invasores, invitándose a los países americanos a una acción conjunta contra la
ocupación española.138
Protestó contra la agresión franco-española a México de 1861 y envió una misión
diplomática presidida por Manuel Nicolás Corpancho, para prestar todo el apoyo
posible al pueblo mexicano y al gobierno de Benito Juárez. Cuando Napoleón III
decidió instalar en México un trono para Maximiliano de Austria, Corpancho, en
nombre del Perú, protestó enérgicamente y apoyó abiertamente al gobierno de Juárez,
por lo que el gobierno usurpador lo obligó a salir de México. Corpancho pereció
trágicamente durante su viaje de regreso al Perú, al incendiarse la nave en que
viajaba en el golfo de México.139
Protestó en 1861 contra el proyecto del presidente del Ecuador Gabriel García
Moreno de convertir a su país en un protectorado francés.140
Desarrollo de la Amazonía

Estatua en honor a Castilla en la plaza homónima ubicada en Iquitos, ciudad que se


benefició enormemente de sus políticas.
Castilla se mostró interesado por el desarrollo de la Amazonía peruana, continuando
así la política que iniciara en su primer gobierno. Para tal fin era de vital
importancia obtener de Brasil la libre navegación en el Amazonas a fin de lograr
una salida al Océano Atlántico, ya que la Convención de Comercio y Navegación de
1851 no había otorgado tal beneficio. Después de lenta y laboriosa labor
diplomática se consiguió el objetivo firmándose con el Brasil la Convención Fluvial
de 22 de febrero de 1858.141

Conseguida la libre navegación en el Amazonas, Castilla se preocupó por el


desarrollo de la región para lo cual dio las siguientes medidas:

Creó la Provincia Litoral de Loreto (2 de enero de 1857) que luego se transformó en


Departamento Marítimo y Militar de Loreto (7 de enero de 1861). Posteriormente, en
1866, bajo el gobierno de Mariano Ignacio Prado, pasó a ser Departamento Fluvial, y
en 1868 quedó bajo la definitiva categoría de Departamento.142
Compró una flotilla fluvial compuesta por los buques Morona, Pastaza, Napo y
Putumayo para que patrullaran los ríos amazónicos.143
Creó el apostadero fluvial de Iquitos, situado en lo que hasta entonces era una
aldea de cabañas, y que empezó a desarrollarse hasta convertirse en una ciudad
importante del oriente peruano, verdadera hazaña humana creada en medio de la
selva.144
Defensa nacional

La fragata Amazonas.
La fragata Amazonas efectuó un viaje alrededor del mundo. Partió del Callao el 26
de octubre de 1856, al mando de José Boterín. Cruzó el Pacífico, bordeó la costa de
China, cruzó el estrecho de Singapur, llegó a Calcuta donde permaneció cuatro meses
en reparaciones; luego circunnavegó la costa oriental y sur de África, dobló el
Cabo de Buena Esperanza, se dirigió al norte, arribó a la isla de Santa Elena, pasó
cerca de las islas Azores, hasta llegar a Europa, anclando en Londres. Después
enrumbó a América del Sur; se dirigió a Río de Janeiro, siguió más al sur hasta
doblar el estrecho de Magallanes, y continuó hacia las costas de Chile,
deteniéndose en Talcahuano, de donde llegó al Perú, tocando Arica, y finalmente, al
Callao, donde arribó el 29 de mayo de 1858. Navegó más de 40 000 millas en 308 días
y permaneció 272 días en puerto.145
Se mejoró el armamento del ejército, en sus tres campos: la infantería, la
caballería y la artillería, adecuándola a la técnica moderna. Se envió a Europa al
coronel Francisco Bolognesi para la compra de cañones rayados, fusiles y otros
implementos bélicos.146
Se reorganizó el Colegio Militar, orientándosele a la preparación de ingenieros
militares y civiles.147
Se introdujo las brigadas de zapadores en el ejército.147
Guerra con el Ecuador
Artículo principal: Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860)
En 1857, el Ecuador celebró un convenio con sus acreedores británicos
adjudicándoles en pago, territorios de Quijos y Canelos, que a juicio del gobierno
del Perú le pertenecía, basándose en la Real Cédula de 1802. Tras varios
intercambios de notas la situación se puso tensa. La cancillería ecuatoriana
solicitó el retiro de Quito del ministro peruano Juan Celestino Cavero. Se
rompieron las relaciones diplomáticas. El Congreso autorizó a Castilla emplear
todos los medios a fin de alcanzar satisfacciones de parte del Ecuador, incluyendo
la guerra.148
La primera medida que tomó Castilla fue decretar el bloqueo pacífico de toda la
costa ecuatoriana (26 de octubre de 1858). Guayaquil empezó a sufrir los estragos
del sitio, por lo que el comandante general de esa plaza, general Guillermo Franco,
aceptó firmar un armisticio con el jefe de la flota peruana, vicealmirante Ignacio
Mariátegui (20 de agosto de 1859). Poco después Castilla aprobó la suspensión del
bloqueo de toda la costa ecuatoriana, para así facilitar un arreglo con el gobierno
ecuatoriano.149

Pero sucedió que el Ecuador entró en un período de anarquía política, ante el


inicio de una guerra civil en la que se establecieron cuatro gobiernos provisorios:
un triunvirato en Quito, presidido por Gabriel García Moreno, una jefatura suprema
en Guayaquil, al mando de Guillermo Franco y que dominaba toda la costa, un
gobierno títere de Franco en Cuenca y un gobierno federal en la provincia de Loja,
al mando de Manuel Carrión.150

El problema que se planteaba a Castilla era pues que, no habiendo un único gobierno
plenamente legítimo en el Ecuador, no era posible iniciar conversaciones, pues se
corría el riesgo de que una facción invalidase lo que la otra aceptase. Castilla
preparó entonces una expedición naval y militar contra el Ecuador, y el 29 de
septiembre de 1859, se embarcó él mismo. Dejó en el poder en Lima al doctor Juan
Manuel del Mar.149

La armada peruana la conformaban 15 buques, que transportaban a seis mil soldados.


Como el propósito de Castilla no era el de humillar al Ecuador ni de arrebatarle
territorio, envió una nota a cada uno de los jefes de las facciones ecuatorianas,
dándoles un plazo de 30 días para que llegaran a entenderse y conformaran un
gobierno legítimo; en caso de no ocurrir ello, anunció su propósito de reanudar las
operaciones militares.151

Pintura anónima del siglo XIX, que representa la toma de Guayaquil por parte de las
fuerzas peruanas en 1860.
Finalizado el plazo y al no producirse la solución del conflicto interno en
Ecuador, la escuadra peruana se presentó en Guayaquil el 12 de noviembre de 1859,
sin hacer fuego. Los defensores del puerto quisieron negociar y Castilla exigió que
se permitiera el desembarco de sus tropas, lo que fue aceptado. Las tropas peruanas
se posesionaron de las alturas de Mapasingue (25 de noviembre), desde donde se
dominaba Guayaquil y sus accesos. Como los gobiernos del Guayas, Azuay y Loja
llegaron a unificarse momentáneamente bajo el mando de Franco, Castilla decidió
entenderse con este jefe, antes que con García Moreno, que tenía el gobierno de
Quito y de gran parte de la sierra ecuatoriana.152

Así pues, con la autorización de Franco, las tropas peruanas entraron en Guayaquil
el 7 de enero de 1860, sin necesidad de disparar un balazo. El 25 de enero,
Castilla firmó con el gobierno de Franco el Tratado de Mapasingue, en el que,
esencialmente, el Ecuador reconocía la validez de la Real Cédula de 1802, y por
tanto la soberanía peruana sobre los territorios de Quijos y Canelos; declaraba
nula la adjudicación de territorios hecha a sus acreedores ingleses y se establecía
que dentro de un plazo de dos años, una Comisión especialmente nombrada por los dos
países procedería a señalar los límites entre ambos Estados. Castilla no quiso
mostrarse implacable o feroz con Ecuador y antes de marcharse, obsequió uniformes,
calzados y fusiles al ejército franquista.153

No obstante, Franco no era el gobernante legítimo del Ecuador, sino apenas un


dictador secesionista en Guayaquil, y fue derrotado por las tropas del gobierno de
Quito, presidido por García Moreno, el 26 de septiembre de 1860. Este gobierno
desaprobó el tratado de Mapasingue el 8 de abril de 1861. El gobierno peruano no
tuvo ninguna reacción ante este hecho, porque intuía que la opinión de su
ciudadanía era contraria a la guerra, aparte de que la atención de la cancillería
estaba en otros asuntos, como una posible guerra con Bolivia y las amenazas
europeas al continente. El Congreso peruano, ya en el gobierno de Miguel de San
Román, se encargó a la vez de desaprobar el tratado de Mapasingue, en 1863.154

El problema con el Ecuador se prolongaría por mucho tiempo más, volviéndose un


asunto centenario. En el Perú se ha reprochado a Castilla no haberle dado solución
entonces, teniendo todo a su favor para hacerlo. Los continuos problemas limítrofes
entre ambos países darían lugar a una nueva guerra peruano-ecuatoriana en 1941,
conocida como la Guerra del 41.n 3

Otras obras y hechos importantes

Edificio de la Penitenciaría de Lima, considerado el más sólido de la capital. Foto


de 1875.
Cumpliendo lo establecido por la Constitución de 1856, y por ley del 4 de diciembre
de 1856, se organizó, por primera vez en la historia republicana del Perú, el
Consejo de Ministros. Si bien desde la fundación de la República existía un cuerpo
de ministros que tomaba sus decisiones de acuerdo con el presidente, aún no se
había formalizado y reglamentado su función. Los ministros debían ser cinco:
Relaciones Exteriores; Gobierno, Culto y Obras Públicas; Justicia, Instrucción y
Beneficencia; Guerra y Marina; y Hacienda y Comercio. Uno de los ellos debía
ejercer como presidente del Consejo de Ministros (cargo equivalente al de primer
ministro o premier).155156
Se creó la Dirección de Obras Públicas, para centralizar e impulsar dichos
trabajos, así como para vigilar la conducta de los ingenieros del Estado.157
Se culminó la instalación del alumbrado a gas en Lima (1855),158 siendo esta la
primera ciudad de Sudamérica que tuvo tal iluminación.159
Se inauguró el servicio de agua potable en Lima (1857).160
Se fundó la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia en 1857 y se nombró
al presidente Ramón Castilla como su primer presidente nato.
Se estableció el servicio telegráfico entre Lima y Callao (1855),161 que fue la
primera línea establecida en Sudamérica.159
Se inauguró el ferrocarril de Lima a Chorrillos (1858), el segundo de Lima y el
tercero del país, cuya estación en Lima estaba en el antiguo convento de la
Encarnación.162
Se construyó la Penitenciaría Central de Lima, bajo la dirección de Mariano Felipe
Paz Soldán. Concebida como centro de trabajo y readaptación, fue inaugurada por el
propio presidente el 23 de julio de 1862, y durante mucho tiempo fue el edificio
más sólido de la capital. Se mantuvo en pie durante un siglo, hasta que fue
demolido en 1961.163 Asimismo, se construyeron varios centros penitenciarios en el
interior del país.
Se construyeron los muelles del Callao, Chorrillos, Pisco y Paita, y el dique
flotante del Callao.164
Se fundó la Compañía de Bomberos Voluntarios Unión Chalaca N.º 1, la primera de su
género en Sudamérica (1860).165
Se expidió el primer Reglamento de Carruajes.166
Se mejoró el sistema de correos, estableciéndose el franqueo con estampillas o
«timbres de porte franco» (1857).161
Se inauguraron en Lima los monumentos a Simón Bolívar y a Cristóbal Colón.164
Se instaló la Bolsa de Comercio de Lima.
Se fundó el Club Nacional, el 19 de octubre de 1855.167

Ramón Castilla en 1864.


Fueron promulgados el Código Penal y el Código de Enjuiciamientos en materia penal,
el 1 de octubre de 1862, para que rigieran a partir del año siguiente. Estos
códigos reemplazaron a la antigua legislación penal española.168
Por ley de 24 de mayo de 1861 se realizó el censo del país, que arrojó un total de
2 487 916 habitantes en 1862.169
Se encargó en 1860 a Mariano Felipe Paz Soldán la elaboración del Mapa General del
Perú. Paz Soldán presentó un borrador y luego viajó a Europa para grabarlo, con la
exactitud y la perfección requeridas. Se encargó también de la edición del libro
Geografía del Perú, de su hermano Mateo Paz Soldán.170
Se crearon dos departamentos: Cajamarca (por decreto de 11 de febrero de 1855 y
ratificado por ley de 30 de septiembre de 1862); y Piura (por ley de 30 de marzo de
1861), ambos desgajados del departamento de La Libertad.171
La vida intelectual y, en particular, los estudios jurídicos se enriquecieron, con
la aparición en 1860 de dos libros: el Diccionario de la Legislación Peruana de
Francisco García Calderón Landa, y el Tratado de Derecho Civil de Toribio Pacheco y
Rivero.172
Las elecciones de 1862
Finalizando el segundo gobierno de Castilla, se vislumbraba una porfiada lucha
electoral entre tres candidatos: el mariscal Miguel de San Román, el general Juan
Antonio Pezet y el doctor Juan Manuel del Mar; el primero contaba con el apoyo
oficial del gobierno. Pero la lucha se extinguió cuando falleció Del Mar, víctima
de una repentina enfermedad, y cuando Pezet decidió acompañar a San Román como
candidato a la primera vicepresidencia. Los liberales apoyaron también a San
Román.173

Realizadas las elecciones, resultó elegido San Román como presidente; como primer
vicepresidente fue elegido el general Pezet, y como segundo vicepresidente, el
general Pedro Diez Canseco.174

Encargado del Mando (1863)

Efigie de Ramón Castilla en el Panteón de los Próceres en Lima.


El presidente Miguel de San Román tuvo un gobierno efímero, pues falleció el 3 de
abril de 1863, tras apenas seis meses de iniciado su mandato. De manera interina,
Castilla asumió nuevamente el mando de la Nación, pues ninguno de los dos
vicepresidentes se hallaban entonces en Lima. Se le dio tal encargo, por ser el
oficial de más alta graduación del ejército.175

Muchos temieron que Castilla aprovecharía la ocasión para perpetuarse en el poder,


pero no bien regresó Pedro Diez Canseco (el segundo vicepresidente), el 9 de abril,
le entregó el mando. De modo que solo estuvo en el poder unos días. Diez Canseco
ocupó también el poder de manera transitoria, por ausencia del primer
vicepresidente, Juan Antonio Pezet, que había viajado a Europa por motivos de
salud. Cuatro meses después, retornó Pezet y asumió la presidencia el 5 de agosto;
de acuerdo a la Constitución, debía culminar el período de San Román.176

Últimos años
En 1864, Castilla fue elegido senador por Tarapacá y presidente de su cámara;177
desde esa posición condenó la política internacional del gobierno de Pezet frente a
la agresión de la escuadra española del Pacífico. Personalmente fue a Palacio de
Gobierno para increpar con bastante dureza a Pezet, por lo que fue apresado y
embarcado al destierro, siendo conducido hasta las playas de Gibraltar, en febrero
de 1865.175 Pero esta medida no favoreció al gobierno, pues Pezet terminó siendo
derrocado, gracias precisamente a la chispa revolucionaria que dejó encendida
Castilla, lo que daría lugar al surgimiento de figuras pertenecientes a la segunda
generación posterior a la independencia. En su ausencia se produjo el combate del
Dos de Mayo de 1866, última acción de la flota española de aguas peruanas, que fue
celebrado como una victoria por el Perú y sus aliados sudamericanos.

A su regreso al Perú, el 17 de mayo de 1866, Castilla fue homenajeado en Lima,


ocasión en la cual dijo al momento de alzar la copa: «Brindo, señores, por los
viejos que conquistaron la independencia y por los jóvenes que el 2 de mayo
supieron consolidarla».178 Pero se opuso al presidente Mariano Ignacio Prado y fue
deportado a Chile; desde allí, ya septuagenario, se rebeló en defensa de la
Constitución moderada de 1860, que el gobierno intentaba reemplazarla por la
Constitución liberal de 1867. Desembarcó en Pisagua (puerto de Tarapacá, entonces
territorio peruano) con una pequeña escolta, regresando al Perú con el propósito de
encabezar la revolución. Emprendió viaje por tierra hacia la ciudad de Arica, pero
con la salud muy resquebrajada y agobiado por el abrasante calor, falleció en el
valle de Tiliviche, el 30 de mayo de 1867. Sus últimas palabras fueron una oración
elevada al Ser Supremo: «Señor, un mes más de vida y habré hecho la felicidad de mi
patria. No, algunos días más».179

Descendencia

Doña Francisca Diez Canseco de Castilla, esposa del presidente Ramón Castilla.
Casado con la dama arequipeña Francisca Diez-Canseco y Corbacho, hija del general
Manuel José Diez-Canseco Nieto y hermana de Francisco y Pedro Diez Canseco
Corbacho, militares y políticos. No tuvo descendencia en ella. Sin embargo, tuvo
tres hijos naturales reconocidos (dos antes de casarse y uno durante su
matrimonio), y algunos señalan que hubo otros tres no reconocidos.12

Los tres hijos reconocidos que tuvo antes de su matrimonio con Francisca, fueron
los siguientes:12

El primero, Manuel Castilla Cárdenas, nacido en 1825, fruto de su relación con


María de Cárdenas Rivera. Este Manuel contrajo matrimonio en 1850 con Francisca
Sotomayor y procreó un hijo, Baldomero. A través del hijo mayor de Baldomero,
Dámaso Castilla Loayza, la descendencia directa del Mariscal continua hasta la
actualidad.
El segundo, Federico Castilla, nacido en 1833 producto de sus relaciones con
Francisca Villegas. Llegó a ser capitán de corbeta de la armada peruana y murió
repentinamente de una enfermedad, el 31 de mayo de 1860, dejando una bebé de tres
meses, fruto de su matrimonio con Dominga Irribarren. La niña falleció también
algunos años después.
El tercero, Juan Castilla, nacido en 1851 de su relación con Carolina Colichón.
Desde los cuatro años (posiblemente a causa del matrimonio de su madre) vivió en
casa de Francisca, quien lo crio como a un hijo. Siendo adolescente, Juan partió a
Londres, París y Madrid a estudiar, y se graduó de tenedor de libros (lo que hoy se
llama contador). Cuando Castilla falleció en 1867, Juan se hallaba en Londres y
Francisca hizo un esfuerzo enorme para que mantuviera sus estudios. En 1870 retornó
al Perú y se dedicó a los negocios. Al estallar la guerra con Chile se alistó en la
defensa de Lima, y como ayudante mayor del coronel César Canevaro, murió en la
batalla de San Juan y Chorrillos, el 13 de enero de 1881.180
Asimismo, Castilla y su esposa criaron a dos sobrinas como si fueran sus hijas
adoptivas: María Mercedes y María de los Ángeles Diez Canseco de Olazábal. Ellas
eran hijas de Manuel Diez Canseco Corbacho, hermano de Francisca. Castilla las
desposó con dos de sus secretarios: a Mercedes con el doctor Manuel Yrigoyen Arias,
quien llegó a ser un brillante diplomático, y a Angelita con el capitán Manuel
Velarde Seoane. La familia que más destacó fue la de los Irigoyen Diez Canseco, que
se ha prolongado hasta la actualidad.12

Efigie de Castilla

Monumento al Mariscal Ramón Castilla, Plaza Chile, ciudad de Buenos Aires.


En su obra Historia de la República del Perú, el historiador Jorge Basadre hace una
memorable efigie del Gran Mariscal Ramón Castilla, que pasamos a extractar.

Ramón Castilla es, en resumen, lo mejor de los primeros cincuenta años de la


República peruana. Es aquella figura a la que todos llaman taita (padre), el
libertador del negro, el redentor del indio, un hombre muy sencillo y del pueblo, y
que llegó con su nombre muy adentro de las multitudes. Patriota a carta cabal, su
amor al Perú no solo fue de «palanganada» (fanfarronada), sino que lo demostró en
la práctica con creces, como militar y gobernante. Supo ser al mismo tiempo
caudillo y estadista, y trajo orden y prosperidad al Estado, por eso al grito de
«¡Viva Castilla!» la gente se iba a matar, y al mismo grito se hicieron y
deshicieron revoluciones hasta el mismo día de su muerte.181

Pero este mismo caudillo y estadista, que le tocó gobernar en medio de la


prosperidad económica del guano que a tantos enriquecieron, murió pobre y con
deudas, y por ello el poeta Carlos Augusto Salaverry dijo:182
La pluma de la historia dirá un día,
Cuando su cetro la verdad recobre:
"Fue tan patriota como se podía,
Y aunque el oro a sus plantas esparcía;
El pueblo le bendijo: murió pobre."
«Leyendo su biografía cabe exclamar: "Aquí se aprende a triunfar". Ante el vencedor
de Barón, de Yungay, de Intiorco, de Cuevillas, de Pachía, de San Antonio, de
Carmen Alto, de Izcuchaca, de La Palma, de Arequipa, de Mapasingue, cabe decir: He
aquí un guerrero peruano cuya exaltación puede hacerse sin lamentaciones de
"yaraví"». (Basadre).182183

La casa de Castilla
Ya como presidente, Castilla tuvo dos casas en Lima: una en Chorrillos,
probablemente en la calle del Tren, y otra en la calle Divorciadas e Higueras
(actual intersección de los jirones Cuzco y Carabaya). La primera fue totalmente
destruida por la barbarie chilena durante la guerra del Pacífico, mientras que la
segunda sobrevive hasta la actualidad aunque en precarias condiciones, a la espera
de su restauración. Es una antigua casa colonial que data del siglo XVII. Castilla
la adquirió en 1850, de la testamentaria de Mariano de la Puente, por 20 000 pesos.
Tras el fallecimiento de Castilla, su viuda Francisca Diez Canseco, agobiada por
las deudas de su esposo, vendió la propiedad por 30 000 pesos. Después de pasar por
una serie de propietarios, fue adquirida por el Estado, yendo a manos del INC
(actualmente Ministerio de Cultura).12

Homenajes

La Tumba del Mariscal Ramón Castilla, en el Panteón de los Próceres en Lima.


Por ley aprobada en el Congreso de la República el 25 de junio de 1867 se dispuso
que el Poder Ejecutivo tomara las disposiciones necesarias para los funerales de
Castilla, que se realizarían en Lima. El gobierno del coronel Mariano Ignacio Prado
(contra el que se había sublevado) ordenó gastar 16 mil soles en el mausoleo del
Mariscal que debía llevar la inscripción: «El Perú al Gran Mariscal Ramón
Castilla». Una comisión del Congreso asistió a los funerales, y a la viuda, doña
Francisca Diez Canseco, le fue asignado un montepío como si su esposo hubiera
muerto en guarnición. La muerte de Castilla causó honda repercusión en todo el país
y paralizó por algún tiempo la ofensiva de los opositores al gobierno, previo al
estallido de la revolución que tumbó al gobierno de Mariano Ignacio Prado.184

Aparte de ese mausoleo suntuoso erigido en el Cementerio Presbítero Maestro, tardó


mucho tiempo en levantarse en el centro de Lima un monumento digno de la memoria
del Gran Mariscal. El primero fue inaugurado en 1915, en la Plazoleta de La Merced
(Jirón de la Unión, frente a la Basílica de La Merced), y fue obra del escultor
limeño David Lozano. Este monumento, de dimensiones modestas, representa una efigie
pedestre de Castilla, en actitud sencilla.

El 9 de diciembre de 1940, el teniente coronel del ejército argentino Raúl Aguirre


Molina pronunció el siguiente discurso al entregar una placa conmemorativa al
monumento de Castilla en Lima:184
En mi tierra, en su más bello ambiente, el de los gauchos, un criollo conquista
fama y nombradía, cuando en las justas camperas, no pudiendo dominar la ferocidad
del redomón, el jinete cae a tierra con las riendas en la mano. Castilla sublimizó
la proeza. Cuando su trompa de órdenes tocó ¡Alto! Al final de la jornada, el jefe
hecho pie a tierra, apoyó la cabeza sobre el pecho de su ayudante, y, como buen
soldado de caballería murió con las riendas en la mano.

Monumento a Ramón Castilla, en la Plaza que lleva su nombre o Plaza Unión, en Lima.
El gran monumento representativo debió esperar más tiempo. En 1967, al celebrarse
el centenario de la muerte de Castilla, se eligió a la Plaza Unión (situada en el
cruce formado por las Avenidas Alfonso Ugarte, Argentina y Emancipación) como lugar
donde debía erigirse la estatua ecuestre del Gran Mariscal, cuya ejecución se
encargó al escultor pisqueño José Luis Peña y Peña. Era entonces Presidente de la
República el arquitecto Fernando Belaúnde Terry y alcalde de Lima el doctor Luis
Bedoya Reyes. El monumento se inauguró en 1969 y se cambió el nombre de dicho
espacio público por el de Plaza Castilla, pero es un nombre poco usado actualmente.

Notas
Tras Ayacucho, el comandante realista Leandro Castilla y Marquesado marcharía a
España donde años más tarde combatiría en el bando carlista durante la primera
guerra de ese nombre ("Espartero, su vida escrita por D.M.H. y D.J.T.", p. 726).
Este famoso intercambio de palabras entre Bulnes y Castilla lo ha transmitido el
Deán Valdivia, que se basó en testimonios de los participantes de la batalla.
Castilla habría así decidido la acción culminante de la batalla, aunque según la
versión del coronel Antonio Plasencia (en su diario militar de campaña), Castilla
se limitó solo a cumplir la orden de su superior, el mariscal Agustín Gamarra, lo
que en esencia no desvirtúa lo dicho por el deán Valdivia. En cambio, el
historiador chileno Gonzalo Bulnes (hijo del jefe chileno), negó totalmente esta
versión, descalificando a Valdivia.
Para los ecuatorianos, esta campaña militar de Castilla fue la segunda invasión
peruana sobre su territorio, pues la primera habría ocurrido en 1829, al mando del
presidente José de La Mar; hay que señalar, sin embargo, que en ese año no existía
oficialmente la república del Ecuador, sino que su territorio entonces formaba
parte de la Gran Colombia.
Véase también
Batalla de Yungay
Guerra civil peruana de 1843-1844
Guerra Civil Peruana de 1856-1858
Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860)
Referencias
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