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EL HÉROE FRACASADO:

HÉRCULES Y EL ESTABLO DE AUGÍAS


DE FRIEDRICH DÜRRENMATT 1

Lorena Jiménez Justicia

Universidad de Granada
lorenajimenez@ugr.es

Resumen — El escritor suizo Friedrich Dürrenmatt creó en 1954 una obra teatral
radiofónica en la que eligió como protagonista a uno de los héroes más famosos de
la Antigüedad, Heracles. Mostrando tener un gran conocimiento de las fuentes que
tratan los Doce Trabajos, escoge, precisamente, aquél que ya fue considerado por los
propios griegos como indigno de un héroe: la limpieza de los establos de Augías.
Dürrenmatt crea así una parodia mitológica en la que se tratan temas siempre presentes
en la obra del autor: la inutilidad del Estado, la soledad del individuo, la imposibili-
dad de cambiar el mundo. Para ello, sitúa la acción en un marco contemporáneo en
el que Heracles, convertido en héroe nacional que trabaja a sueldo, ve como fracasa
su empeño de limpiar la ciudad y las mentes de los habitantes de Élide.
Palabras clave — Hércules, Dürrenmatt, Tradición clásica
THE FAILED HERO: FRIEDRICH DÜRRENMATT’S HERCULES
AND THE AUGEAN STABLES
Abstract — In 1954 the Swiss writer Friedrich Dürrenmatt created a radio play in which
the main character was Herakles, one of the most famous heroes of antiquity. Dis-
playing a great knowledge of the sources of the Twelve Labors, Dürrenmatt selected
the one that had already been considered by the Greeks themselves as unworthy of a
hero: cleaning the Augean stables. Dürrenmatt thus created a mythological parody
in which topics constantly present in the author’s work can be found: the futility of
the State, the loneliness of the individual, the impossibility of changing the world.
In order to do so, the action takes place in a contemporary setting in which Herakles,
turned into a national hero who works for hire, sees how his efforts to clean up the
city and the minds of the people of Eli, fail.
Keywords — Heracles, Dürrenmatt, Classical tradition

1
 Desde estas páginas queremos dar las gracias al programa de Becas del Plan Propio de
la Universidad de Granada, sin cuya ayuda no podríamos dedicarnos a esta labor.

Ianua Classicorum. Temas y formas del Mundo Clásico · vol. 1II · Madrid 2015 · 657-664
El hér oe fr acasad o: Hér c ul e s y e l e stab l o d e Augí as

Friedrich Dürrenmatt (Konolfingen, Suiza, 1921 - Neuchâtel, 1990)


fue un escritor polifacético en cuya obra se deja ver un halo revoluciona-
rio que recuerda al de Bretch, si bien ideológicamente está más cercano a
las posturas anarquistas que a las comunistas. Algunos de sus títulos nos
muestran su interés por la Antigüedad clásica, así la novela Griego busca
griega la pieza radiofónica El proceso por la sombra de un burro también en am-
biente heleno, o la obra teatral Rómulo el grande. Aquí vamos a centrarnos
en Hércules y el establo de Augías, emitida por la radio en 1954, si bien fue
reelaborada, con diferencias notables, en 1963 y, de nuevo, en 1980 para
llevarla a la escena teatral. Nuestro análisis indaga en la primera versión2.
Desde el punto de vista del género literario, podríamos describirla
como una sátira en que se parodia el mito heroico para hacer una crítica
de la sociedad en que vivimos. Dürrenmatt nos presenta la acción en la
época actual para desmitificar la figura del héroe. Al inicio de la obra se
nos advierte ya de la verosimilitud de lo que vamos a oír, dado que es el
historiador Polibio, testigo directo de todo lo que sucedió, quien se encarga
de rememorar los hechos. En el prólogo nos explica que él es el secretario
del Héroe Nacional Hércules y que su labor es pagar a los poetas para que
transmitan una versión dulcificada de la realidad. A continuación recuerda
una de las conversaciones que tuvo con su jefe poco antes de la limpieza
de los establos de Augías. Hércules se lamenta de que, al no ser rey, como
Teseo, Jasón u Odiseo, no puede costearse aparecer en la obra de Homero
y para más humillación se le presenta como esclavo de uno de los reyes
peor valorados de Grecia: Euristeo. Polibio le recuerda que la historia de
los diez trabajos a las órdenes de Euristeo no es más que la versión poética
de sus deudas. En esta escena Dürrenmatt pinta al protagonista como ya
lo caracterizaron los cómicos antiguos, una persona inculta que llama a
Homero «Comero» y cuyos estallidos de cólera son apoteósicos, pues al
final de la conversación acaba tirando a Polibio por las escaleras. Pero como
el narrador nos explica, Hércules no era en absoluto una persona inculta
sino que éste era el papel que le había tocado representar. En el fondo ama
la cultura, la civilización y el espíritu, encarnados en su amada Deyanira.
Como vemos, Dürrenmatt toma elementos de la tradición para darles la
vuelta: si en la Grecia antigua Heracles era uno de los héroes más venerados,

2
 Hemos usado la traducción de N. Wenckheim, contenida en Friedrich Dürrenmatt: Cuatro
piezas, Buenos Aires, 1962, 121-186.

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aquí es el peor valorado y sus acciones se presentan como un oficio, una


forma de ganarse la vida. Si en el mito los trabajos son una expiación por
un delito de sangre, aquí surgen por una necesidad pecuniaria, la de pagar
a poetas y banqueros. Estos trabajos, se nos dice, son diez. Parece que el
dramaturgo se basa en la versión del mito transmitida por Apolodoro según
la cual en un principio los trabajos fueron diez, pero Euristeo no contó
entre éstos el de la Hidra de Lerna y, precisamente, el de la limpieza de los
establos de Augías, ya que consideró que el héroe había hecho trampa, pues
en el primero recibió la ayuda de su sobrino Yolao, en el segundo recibió
una paga por ello3. Este dato es muy significativo pues, precisamente, el
hecho de que las fuentes antiguas digan claramente que Heracles pidió
un sueldo por tan indigna labor, permite al escritor suizo mostrarnos «el
mito verdadero» según el cual habría cobrado por todos y cada uno de
sus trabajos4.
En la siguiente escena Deyanira confiesa a Polibio que su amor por Hér-
cules no durará siempre, pues cuando se casen ella untará su camisa con
la sangre del Centauro Neso. Como sabemos, se está haciendo referencia
a un episodio bien conocido que fue llevado a escena por Sófocles en las
Traquinias. De este modo, se introduce en la comedia el motivo del fatum
típico de la tragedia. No es extraño que en el teatro de Dürrenmatt se dé
este cruce de géneros, de ahí, que haya sido definido mediante el concepto
de oscilación5.
Polibio pasa ahora a relatarnos las hazañas del héroe en la corte del rey
Augías, pues la narración de los poetas se queda corta. De nuevo, se tras-
tocan los elementos del mito: Augías no es un rey, hijo del Sol, sino sólo
un Presidente que ocupa este cargo por ser el campesino más rico de esta
tierra. Además, no es un establo lo que hay que limpiar sino toda la región,
el estiércol tapa las casas, los monumentos y los templos. En la descripción
que se nos ofrece de la Élide, como un lugar poblado por campesinos y
pastores, en que las montañas de estiércol adquieren un aspecto que recuerda
a las regiones alpinas, podemos ver una crítica a la propia patria del autor,
que, sin embargo, es extensible a otros países, como queda manifiesto por

3
 Cf. Apollod. 2.5.2.
4
 Cf. Ph. Wellnitz, Le théâtre de Friedrich Dürrenmatt: De la satire au grotesque, Estrasburgo,
1999, 105.
5
 Ibid., 20.

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El héroe fracasad o: Hérc ul e s y e l e stab l o d e Augí as

las palabras de los asistentes al Consejo, presidido por Augías, en el que


se va a decidir cómo acabar con el problema que asola el país6. Uno de los
participantes se jacta de que son la democracia más antigua de Grecia, pero,
debido al estiércol, hieden. Ahora bien, en otros países también hay estiér-
col, aunque no está tan alto. Por tanto hay que acabar con él para instaurar
la civilización y la cultura. El Presidente propone pedir ayuda a aquél al
que llaman «el purificador de Grecia», pues, con tal apodo, seguro que se
le da muy bien limpiar. Se parodia así cruelmente el título que los clásicos
dieron al héroe por acabar con monstruos y tiranos. Cuando Polibio recibe
la carta de Élide y le habla a Hércules del encargo que contiene, el héroe
lo tira por la ventana, pero Deyanira lo convence de que, dada su penosa
situación económica, tendrá que aceptar el empleo y no debe avergonzarse,
pues siendo un héroe podrá llevar a cabo la limpieza sin resultar ridículo.
Parecen entreverse aquí las palabras de Diodoro Sículo que justificaba este
trabajo arguyendo que el hijo de Zeus lo llevó a cabo con inteligencia, sin
hacer nada indigno de su inmortalidad, ya que desvío el curso de los ríos
Alfeo y Peneo para que se llevaran el estiércol7.
Al llegar a la Élide Hércules, Deyanira y Polibio son recibidos con gran
pompa y boato. Acampan en una roca, único lugar del país que no está
cubierto por el estiércol. Durante su estancia nuestro héroe sufre las con-
secuencias de la fama que le precede. Los poetas le han atribuido un gran
número de aventuras amorosas, siendo la más exagerada aquella que dice
que en una sola noche se acostó con cincuenta mujeres, las hijas del rey
Tespio8. Reconociendo claramente no ser capaz de tales hazañas pide al
pastor de cerdos, Cambises, que lo sustituya en su tienda, pues su aspecto es
parecido. Las mujeres de Élide están deseando pasar la noche con el Héroe
Nacional y él no puede permitirse defraudar las expectativas del pueblo.
Presto a la acción, Heracles propone a Augías desviar los ríos Alfeo y
Peneo para limpiar la región, pero debe esperar, le dice el Presidente ya
que esta acción no puede ser llevada a cabo sin el permiso de la Comisión
de Higiene y la Administración Hidráulica. Mientras se preparan los trá-
mites burocráticos, Fileo, hijo de Augías, decide acercarse a los forasteros

6
 Para las continuas criticas a Suiza que hay a lo largo de la obra cf. R. A. Crockett, Un-
derstanding Friedrich Dürrenmatt, Columbia (Carolina del Sur), 1998, 116.
7
 Cf. D.S. 4.13.3.
8
 Cf. Apollod. 2.4.9, D.S. 4.29.2ss.

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y entabla una bella amistad con Deyanira, de la que aprende el potencial


del espíritu humano. Ésta le recita los famosos versos del estásimo pri-
mero de la Antígona de Sófocles9, mediante los que el joven comprende la
capacidad del hombre para cambiar las cosas. Sin embargo, tiene miedo,
pues la labor de Hércules puede ser vana, el estiércol puede volver, ya que
como él mismo admite «es el símbolo de nuestra incomprensión, de nues-
tra ignorancia». Así las cosas, Hércules y Deyanira se dan cuenta de que el
amor que hay entre ellos es el amor a un ideal, destinado a fracasar, por lo
que deciden que, cuando el héroe cumpla su labor, ella se casará con Fileo,
pues así ayudará a la Élide a humanizarse, a alcanzar todas sus posibilidades.
Ante la indecisión de la Comisión de Higiene y la Administración Hi-
dráulica, se forma un comité en que participan los principales miembros
del gobierno. En esta escena se entrevé claramente, de nuevo, una crítica
directa a Suiza, pues los asistentes al consejo portan nombres griegos y
apellidos helvéticos: Penteo de Säuliboden, Presidente del Comité de
Cultura, Cadmo de Käsingen Presidente de la Sociedad Patria, Escolapio
de Michilvil, Médico Jefe de la Clínica Central. Convencidos todos de la
necesidad de «desestercolizar», ofrecen, sin embargo, sus reparos: el presi-
dente del Comité de Cultura afirma que el patriotismo del pueblo se basa
en sus bienes culturales, enterrados ahora bajo el estiércol ¿qué pasaría si,
una vez quitado éste, no existieran? La respuesta es fácil, él mismo exclama
«antes de ver destruidos nuestros bienes culturales que son sin duda nuestros
bienes más sagrados, es preferible que continúen acompañándonos aun-
que fuera sólo de forma invisible». Como no se llega a un acuerdo siguen
formándose más comisiones para estudiar la influencia de la desaparición
del estiércol en la salud, en la ética, en el ejército, etc. Dürrenmatt critica
así no sólo a su propia tierra, sino también a todas aquellas naciones que,
indecisas respecto a su futuro, basan su patriotismo en los mitos del pasado,
sin preocuparse de la veracidad de éstos10.
Mientras los elidenses deciden qué hacer a Hércules se le presenta un
nuevo inconveniente: banqueros y acreedores de todas las partes de Grecia
lo buscan para exigirle el pago de sus deudas, por ello, se ve obligado a
trabajar en el circo de Tántalo, donde, en un principio, sólo tiene que incli-
narse para regocijo del público, pero, ante el fracaso de taquilla, al final se

9
 Cf. S. Ant. 332-383.
 Cf. R. A. Crockett, op. cit., 117.
10

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El héroe fracasad o: Hérc ul e s y e l e stab l o d e Augí as

ve obligado a hacer descomunales muestras de fuerza. Cabe señalar que el


nombre del director del circo no parece casual, ya que si en el mito griego
Tántalo es conocido por insultar a los dioses, aquí desprecia también el
culto heroico, al convertirlo en un espectáculo circense11. Entretanto, el
asunto de limpiar el estiércol ha llegado hasta el Consejo Pangriego mien-
tras que Fileo y Deyanira han decidido casarse. Los problemas no acaban
aquí, Cambises dimite en su cometido de sustituir por las noches al héroe
nacional y a éste le parece una gran humillación el tener que representar
el papel que le atribuyen los poetas, pero debe hacerlo, pues Grecia podría
sentirse traicionada. Polibio le comunica entonces que ha llegado una carta
en que se le pide que limpie los excrementos de las aves de Estinfalia12. Lo
consulta con Deyanira y ésta decide que deben marcharse, pues su destino
es permanecer unidos junto con el bote de sangre del Centauro en el que
algún día ella bañará su camisa. Se van esa misma noche para despistar a
los acreedores. Al día siguiente cuando Fileo llega con la buena noticia de
que, por fin, se ha decidido limpiar la región, llora desconsolado al ver que
su amada lo ha abandonado. En la puerta de casa se encuentra con su padre
que le confiesa que sabía que esta empresa iba a fracasar, pues los elidenses
temen aquello que es razonable. Sin embargo, enseña a su hijo un jardín
secreto y le dice estas palabras:
El estiércol se ha convertido en tierra. En buena tierra. Ves, hijo mío, mi vida
entera he trabajado en secreto en este jardín y por más hermoso que sea, no
deja de ser un jardín un poco mediocre. No soy ningún Hércules y si ni aun
él consigue imponer su voluntad al mundo, cuán poco puedo lograrlo yo.
Por eso, esto es mi jardín de la resignación. Soy un político, hijo mío, no un
héroe y la política no hace milagros. Ella es igual de débil que los hombres;
una simple imagen de su fragilidad. Ella nunca hace el bien si nosotros mismos
no hacemos el bien. He transformado el estiércol en humus. Por cierto vivi-
mos en una época difícil si se puede hacer sólo tan poco por el mundo, pero
por eso mismo tenemos que cumplir con este modesto aporte: con lo propio.
La gracia que hará iluminarse nuestro mundo, no la puedes obtener por la
fuerza pero puedes crear en ti la predisposición para que esa gracia-cuando
venga-halle en ti un espejo inmaculado para su luz. Amaste una mujer y la
perdiste. Ella no había sido creada para nosotros. Aún hay demasiada poca

11
 Cf. Ph. Wellnitz, op. cit., 106.
12
 En la versión de los antiguos Hércules sólo tiene que ahuyentar a las aves, cf. Apollod.
2.5.6. Las que lanzaban excrementos eran las Harpías, cf. A.R. 2.285.

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luz. Toma entonces posesión de este jardín. Es bien poco lo que te doy ya sé,
pero trata de ser como él: una disformidad transformada. Lleva tú los frutos.
Reemplaza contigo mismo lo que perdiste. Atrévete a vivir ahora y aquí en
medio de este país amorfo y salvaje: he aquí el acto heroico que te intimo a
ejecutar, hijo, la obra hercúlea que cargo sobre tus hombros.

Nos resulta adecuado concluir nuestro estudio señalando los temas


claves que atraviesan esta obra:
a. En primer lugar, el mito, transmitido por los poetas en el seno de una
cultura dada, se opone a la realidad, a la civilización. Para señalar esta
dicotomía, Dürrenmatt echa mano de elementos satíricos y de elementos
trágicos. La sátira nos presenta a un héroe degradado que no es capaz
de llevar a cabo aquello que simboliza y cuyas hazañas y logros no ca-
ben más que en el imaginario que la cultura Occidental ha construido
a través del mito. El elemento trágico está presente en el bote de sangre
del Centauro Neso que Deyanira guarda y que nos recuerda que tanto
ella como su amado están destinados a morir, es decir, en nuestra civi-
lización no hay sitio para el ideal.
b. La parodia de la democracia suiza se convierte en paradigma de todas
las democracias representativas, incapaces de llevar a cabo lo que es
conveniente para el bien común, cegadas por el estiércol. Frente a ello
al individuo, al hombre de la calle, no le queda más que intentar contri-
buir a mejorar las cosas con lo propio. Estos hombres de a pie, opuestos
a los héroes del imaginario, son aquí Augías y Fileo, cuya contribución
particular es ese jardín secreto, ese «jardín de la resignación».
Podemos pues terminar recordando las palabras con las que el propio
Dürrenmat describió su actividad como escritor: «No escribo para que me
juzguen a mí sino para que juzguen al mundo»13. Creemos que Hércules y
el establo de Augías cumple con creces esta misión.

13
 Cf. R. Vilar, Friedrich Dürrenmatt, literatura y arte, ensayos, poemas y discursos, Madrid,
2000, 34.

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