Está en la página 1de 12

La republica dominicana análisis de su pasado y su presente

Pedro Leonardo de la Cruz

120-6406

Índice:

La republica dominicana análisis de su pasado y su presente


Estallido y consolidación I, II, III

Introducción
Desarrollo
La burguesía
La clase media
La clase proletaria
El pueblo en manos de los lideres
El Cesarismo y la Anexión de la Republica

Persistencia del anexionismo

El partido azul símbolo de la dominicanidad


Idealismo infecundo y Realismo artero

La política proteccionista ha continuado vigente hasta la época actual


Gobierno de Meriño
Conclusión

“Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América… porque las guerras que de
pura ignorancia le echan en cara los que no la conocen, son el timbre de honor de
nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con el abono de su sangre el
camino del progreso”

José Martí
Estallido y consolidación I, II, III

Introducción

Al llegar el conquistador español a la isla de Haití o Bohío, en cuya parte oriental se


formó, siglos después, la República Dominicana, la encontró habitada por indios
pertenecientes casi todos a la rama taína, derivada del gran tronco Arauca. Llevaban
esos indios, bajo el régimen del clan, una vida sosegada y fácil. Su hermosa tierra
no fue, como otras zonas del continente, campo de constantes luchas contra las
invasiones de masas indígenas extrañas. Sólo las embestidas de los caribes,
iniciadas en época tardía, quebraban de vez en cuando la monotonía de la sencilla
paz reinante. Pudo así el taíno desenvolver su existencia sobre una base de relativa
estabilidad. Su cultura era indudablemente inferior a la de buen número de razas
aborígenes americanas. Ella se manifestaba en sus formas económicas típicas:
industrias domésticas y agricultura; y en las artes, especialmente la cerámica, la
alfarería, la poesía y la danza. Como en casi todas las sociedades primitivas, la
mujer contribuyó, de modo notorio, a la evolución de esa cultura. A ella le estaban
encomendadas las labores agrícolas, que se orientaban principalmente al cultivo de
tres productos básicos: la yuca, el tabaco y el maíz. Aunque la propiedad individual
existía, la posesión del suelo era común. Políticamente, la isla, que Colón denominó
“La Española”, por su similitud con Andalucía, estaba dividida en cacicazgos. El
cacique ejercía amplias funciones de mando. Poco sabemos acerca de la
constitución íntima del régimen, que no tuvo, como en México, el carácter de una
autocracia sacerdotal y guerrera.

Desarrollo

El país estaba en un punto de madures y perfección por una burguesía o clase


elevada; Tres eran las clases en la que estaba divido el país,

La burguesía: que llevaba por lo común vida urbana, dedicada al comercio, la


burocracia de relieve y las profesiones lucrativa. La clase media: formada por
hombres blancos, mestizos y negros que Vivian menos en las ciudades, que, en los
campos, dedicados allá a los pequeños negocios u oficios, y aquí a las labores
agrícolas, una clase de poco brillo social, ilustración y capacidad intelectual y
económica. La clase proletaria: escasa en número y formada en su gran mayoría
por negros que trabajaban por un salario ínfimo en las pequeñas industrias urbanas,
se alquilaban como criado, o brindaban su labor al terrateniente. Las tres clases
sociales fueron parte actuante del movimiento emancipador. La burguesía como
en los demás países de américa, los dirigió, pero las masas pobres prestaron
entusiasta su concurso, posibilitando así el triunfo. El peligro haitiano unifico por un
tiempo a esos hombres, habían salido ejercito de Port-au-prince para combatir la
nacionalidad recién nacida. Carecía el país de generales de experiencia, las
circunstancias lo fueron creando. Duberge: figuraba inmaculada y epónima, y sobre
todo Pedro Santana, derrotaron al enemigo, y como era de esperarse surgió con la
luz de un héroe, fama y admiración por el prestigio de la victoria y el personalismo
político. Pedro Santana comprendió que él era el dueño de la situación, se adueñó
del poder. Una constituyente reunida en San Cristóbal voto la constitución de la
Republica, y entonces inicio la gran contradicción de nuestra américa: se
proclamaron los principios de una democracia absoluta, sin restricciones, cuando la
masa no tenía suficiente preparación educacional para ejercerlo. La misma
sociedad la “Trinitaria” parece haber dirigido sus actividades más hacia la
elaboración material del complot, que al delineamiento de un programa de gobierno
adecuado a las condiciones del medio. El movimiento tuvo pues, un definido
carácter romántico, acudía al sentimiento, ignorando o desconociendo la fuerza de
la razón. La continuación de la lucha contra Haití acentuó esa tendencia afectiva.
Lo que importaba en aquellos momentos no era tanto organizar la patria, sino
consolidar su creación. La intelectualidad corrompida medro al lado del tirano, el
gobierno de Santana fue una dictadura militar apoyada por la intelectualidad amoral
y escépticas. Desde esos momentos se formaron dos tendencias políticas: La del
personalismo hueco y oligárquico, representado generalmente por espadones sin
capacidad de pensamiento ni fe en los destinos patrios, La del liberalismo romántico,
defendida casi siempre por hombres civiles, dispuestos a un sacrificio total en aras
de la Republica.
El pueblo en manos de los lideres

El pueblo analfabeto e ignorante de lo que significaba la conquista de la democracia


jurídica, alentaba en su corazón, ardiente entusiasmo, y confianza segura en los
altos destinos de la patria, pero no sabía cómo organizarla, y en su ingenuidad se
dejaba muchas veces engañar por el demagogo.

La población era iletrada y escasa, para la época según testimonio del señor Hagan
un agente comercial norteamericano, la Republica contaba con 230,000 habitantes,
de los cuales 100,000 eran blancos, 40,000 negros, y 90,000 mestizos.

Fue a principio del presente siglo cuando la gran factoría azucarera comenzó a
interesarse en la posesión de nuestro suelo, como consecuencia surgió el latifundio
foráneo que nunca llego a adquirir las proporciones que adquirió en Cuba y Puerto
Rico, con excepción de algunas tierras de la provincia de San Pedro de Macorís,
Barahona y el Seíbo. El dominicano es en términos generales dueño de su terruño.

El Cesarismo y la Anexión de la Republica El


primer periodo de la vida republicana que duro hasta marzo de 1861, no fue más
que una sucesión, con muy escasa excepciones, de recias autocracia cesarista. La
Constitución escrita estaba en pugna con la constitución de las cosas. Báez y
Santana se dividieron el poder: Báez, hombre de indiscutible capacidad política,
pero de ética nula. Pedro Santana, un hombre de dotes militares innata aparece
como el caudillo instintivo. Ni uno, ni otro tenían fe en los destinos de la Republica,
pero tampoco aceptaban la sujeción de Haití. Nada pudieron hacer los liberales,
quienes prendieron en sus espíritus la llama independentista, contra esos hombres
cuyo consejo eran atendidos por Santanas y Báez. Haití no era el único estado que
amenazaba a la joven Republica. Santo Domingo se convirtió en el punto de interés
para los imperialismos europeo y norteamericano. La multitud que luchaba, tanto en
el ejército como en la reta guardia, contra el haitiano, comenzó entonces a tener
conciencia de lo que significaba tener personalidad nacional. Reacción popular
contra la traición de los dirigentes. Santana, aconsejado y respaldado por el
intelectual y el comerciante burgués, obtuvo la reincorporación del país a España a
principio del año 1861. Surgió el movimiento restaurador de la Republica, el territorio
se inundó de sangre, a fuerza de extraordinarios sacrificios, la masa demostraba su
inquebrantable voluntad de no soportar yugos extraños, aun fuese el de la madre
patria. El Cibao poseedor de una clase media, campesina sumamente numerosa,
fue el teatro donde se iniciaron las primeras escenas de la armada rebeldía,
encendida la chispa parte de la burguesía de la región se sintió ganada por el ideario
liberal-democrático y apoyo abiertamente sin ninguna clase de restricciones, el
desenvolvimiento del gesto insurreccional. Ese grupo de burgueses puro, que a la
cabeza de los cuales se encontraban: Ulises F. Espaillat, Benigno Filomeno de
Rojas, Manuel de Jesús Bono y Máximo Grullon.
Gregorio Luperón, Glorias y Amarguras del Triunfo El movimiento fue mucho más
sangriento y dramático que el desencadenado contra Haití, se incendiaron
ciudades, se combatió con ardor y sin tregua. Surgieron entonces alguno de los
hombres más notable que el país ha producido, ellos brotaron de todas las clases
sociales. El general José María Cabral, bajo cuyas órdenes hizo sus primeras armas
el futuro libertador de Cuba, Máximo Gómez, y apareció la singular figura de
Gregorio Luperón, fue él, el varón más sobresaliente entre todos los dominicanos.

El politiquero desprecia y se burla de los sagrados interese nacionales, busca en el


ejercicio de su profesión un modus vivendi, y si fuera posible ocasión de
enriquecimiento rápido. Aun habiendo salido de la clase media, o permaneciendo
en ella, adopta la posición egoísta y amoral de la gran mayoría de los burgueses.

Persistencia del anexionismo

A pesar del fracaso de la anexión a España el hecho de que ha sorprendido a tantos


historiadores, no debe a nuestro juicio causar asombro. Él está, en efecto
íntimamente ligado a las realidades económicas y a las divisiones de castas.

El partido azul símbolo de la dominicanidad El


partido nacionalista azul logro rápido aumento, representaba la tendencia del
dominicanismo integrar, la clase media le presto su más decidido apoyo, se
diferenciaba del partido rojo no solamente en cuanto a las aspiraciones patrióticas
y al desinterés de la gran mayoría de sus principales líderes, sino también en la
preponderancia menor del caudillismo político.
Idealismo infecundo y Realismo artero

Se veía a las claras que el país iba a obtener muy escasos beneficios practico
inmediato de la lucha de aquellos dos partidos, ya que el rojo representaba a los
enemigos de la propia Patria, y el azul a aquellos que desconociendo las
condiciones físicas y psíquicas de la colectividad pretendían brindarle felicidad
paradisíaca. Tal vez si aquellas luchas no se hubieran desarrollado, carecería el
pueblo dominicano de su personalidad actual y no habría base para su desarrollo
futuro. Fue tal vez gracias a esas constante campañas del patriota dominicano en
las filas azules, que la tendencia anexionista inicio su desaparición gradualmente
del escenario político. Fueron pocos los hombres que se atrevieron a sostener la
necesidad de renunciar a la prerrogativa de una nación libre e independiente.
Entonces, la tendencia anexionista franca fue substituida por la tendencia
proteccionista, que aspiraba a la protección y el respaldo de una gran nación,
Estados Unidos principalmente en este caso, mediante la concesión de aparentes
ventajas mutuas y la sección de algunas regiones del país, como Samaná, o la
abierta intervención de las aduanas del nacionales por la mencionada potencia.

La necesidad del desarrollo económico de la república, era el argumento como arma


de ataque que utilizaban algunos como justificación practica del anhelo
proteccionista. Se pensó entonces que el modo más racional de buscarle una
solución al problema de la economía, las guerras intestinas o guerras civiles, las
cuales provocaban en las masas trastornos anarquista, tanto en el erario público
como en el desarrollo de la agricultura y el comercio.

Era por medio de la obtención de préstamos extranjeros, los que fueron pasos
triunfadores para el gobierno de Báez.

El derrotismo encontraba en la política de los préstamos, un abierto cauce;


subordinar la economía de la nación a convenios financieros que grandes potencias
garantizaran a precio, como ideal para obtener la protección de esas grandes
potencias. La
política proteccionista ha continuado vigente hasta la época actual.
Ulises Heureaux, los gobiernos de Morales y Cáceres especialmente, la hicieron
culminar en tratados que lesionaron la soberanía de la república, y que brindaron al
gobierno norteamericano el pretexto jurídico para la intervención armada del año
1916. Heureaux, mejor conocido como “Lili”, dio en ese camino durante su último
periodo gubernamental, pasos firmes y constantes, él era de extracción azul, pero
en los años siguiente de su gobierno traiciono los propósitos fundamentales y el
significado histórico del partido. Desde su adolescencia se distinguió en las filas
restauradora luchando al lado de Luperón, su valor y su talento lo empinaron sobre
el conjunto. La época era de violencia y desasosiego, el sistema político de los
azules no lograba consolidarse en el poder. El país contaba para la fecha con un
95% de analfabeto, dentro de esas condiciones de cultura pobrísimas, de
desenvolvimiento económico atrasado, a pesar de haber superado la etapa feudal
agraria, no podían surgir partidos que tuvieran aspiraciones reivindicadoras en el
campo económico social.

Lo visible en la pugna entre rojos y azules era el sentido patriótico o antipatriótico


de ellos. El mismo gobierno de Meriño llego al poder sin que su partido hubiese
previamente elaborado un plan científico, derivado de las necesidades del medio,
para las realizaciones futuras. Eugenio María de Hostos, más tarde lo vio claro,
cuando dijo: “Todas las revoluciones se habían intentado en la república, menos la
única que podía devolverle la salud. Estaba muriéndose de falta de razón en sus
propósitos, de falta de conciencia en su conducta y no se le había ocurrido
restablecer su conciencia y su razón”.
Gobierno de Meriño
Durante el gobierno de Meriño, la inmigración cubana inicio en la republica la crianza
de ganado en postreros cerrados, y el desarrollo de la industria azucarera con base
científica.

Fue para esa época cuando comenzó a realizar en el país una importantísima labor
educacional, el insigne filósofo y apóstol de la independencia Puerto Riqueña,
Eugenio María de Hostos, quien quiso empujar a la intelectualidad dominicana hacia
el estudio de los hechos sociales. Hostos, creyó
en la eficacia de la educación para la realización de esas tareas y preparo a algunos
jóvenes con tal propósito, hasta esos momentos pocos tenían un concepto exacto
de la trascendencia de la patria y de los deberes constitutivos que ella impone.
Hostos vinculo la escuela a la solución de los problemas patrios, a pesar de que
enseño a un número reducido de discípulos, su obra tuvo repercusión en todos los
ámbitos del país. Fue tal vez gracias a
esas constante campañas del patriota dominicano en las filas azules, que la
tendencia anexionista inicio su desaparición gradualmente del escenario político.
Fueron pocos los hombres que se atrevieron a sostener la necesidad de renunciar
a la prerrogativa de una nación libre e independiente. Entonces, la tendencia
anexionista franca fue substituida por la tendencia proteccionista, que aspiraba a la
protección y el respaldo de una gran nación, Estados Unidos principalmente en este
caso, mediante la concesión de aparentes ventajas mutuas y la sección de algunas
regiones del país, como Samaná, o la abierta intervención de las aduanas del
nacionales por la mencionada potencia. La necesidad del desarrollo económico de
la república, era el argumento como arma de ataque que algunos utilizaban como
justificación practica del anhelo proteccionista. Se pensó entonces que el modo más
racional de buscarle una solución al problema de la economía, las guerras intestinas
o guerras civiles, las cuales provocaban en las masas trastornos anarquista, tanto
en el erario público como en el desarrollo de la agricultura y el comercio. Era por
medio de la obtención de préstamos extranjeros, los que fueron pasos triunfadores
para el gobierno de Báez. El derrotismo encontraba en la política de los préstamos,
un abierto cauce; subordinar la economía de la nación a convenios financieros que
grandes potencias garantizaran a precio, como ideal para obtener la protección de
esas grandes potencias. Con la muerte de Heureaux, su régimen “derechista” quedó
definitivamente liquidado, pero las fuerzas que le brindaron apoyo e informaron su
estructura, permanecieron, para desgracia del país, vivas. El pueblo que celebró la
caída del dictador y que elevó meses después, a Jiménez al poder, deseaba, sin
duda alguna, un cambio radical de cosas, aspiraba a la realización de una revolución
integral, en el concepto moderno de la palabra, una substitución de la tiranía por un
régimen intrínsecamente democrático, una subordinación total, de los intereses
personales a las necesidades de la colectividad, el imperio de la política científica
sobre las ruinas de la politiquería destronada, y de la ley sobre la violencia. Jiménez
inició sus trabajos dentro de esas favorables circunstancias, hijo de la burguesía, ex
millonario, hizo añicos del egoísmo burgués, para entregarse a la causa del pueblo.
Su vida política y su muerte demostraron cabalmente que él no vino a la República,
como tiende a afirmar en su ya mencionada obra, con una ligereza que sólo una
torcida información excusa, Sumner Welles, a “rehacer su fortuna”. Vino, por el
contrario, a darle realización efectiva al ansia de libertad, honestidad y patriotismo
integral, que expresaban las masas. Jamás constató el país, como en su gobierno,
con mayor vigencia de las libertades públicas y un más perfilado respeto a las
instituciones republicanas. Secundado por hombres prestigiosos, entre los cuales
sobresalió el Dr. Francisco Henríquez y Carvajal, Jiménez quiso brindarle a la
nación las bases de un armónico desarrollo, tanto moral como material, dentro del
marco de una completa independencia. Jiménez no se hizo cargo del poder como
representante de un partido que tuviera una plataforma política definida, sino como
el hombre símbolo, en aquellos instantes, de las renovadoras aspiraciones
nacionales. La tiranía de Lilís había realizado una extraordinaria labor de corrupción
que se proyectó sobre todas las clases sociales, alcanzando especialmente a los
hombres entendidos en las artes y la mecánica gubernamental. Era imposible crear,
del día a la noche, en cada pueblo, nuevos líderes, había que utilizar a los viejos,
dándoles, si posible, una nueva y sana orientación.
Conclusión:

A mi juicio esa es la acción que más poder ha tenido sobre los dominicanos, desde
1880 hasta la época la educación es lo que ha de crear hombres libres, capaces de
construir en nuestro propio país una sociedad libre. Aunque muchos han puesto el
pie sobre el cuello de aquellos que quisieron plantar en el corazón de los
dominicanos la más filosas de las espadas, la educación.
Podemos dar gracias a ese hombre que durante nueve años se internó en nuestro
país para así sembrar en suelo dominicano las primeras escuelas normales o, dicho
de otro modo, educación universitaria para la formación de maestros para la
educación inicial. Eugenio María de Hostos.
El tema de, Fernando Arturo de Meriño y Ramírez y su gobierno parece ser no muy
estudiado, los antecedentes pocos y recortados, de los cuales se puede extraer no
más que los simples fragmentos de una vida dedicada a Dios y a su patria, sostuvo
un gobierno patriótico y anti anarquista.
Cediéndole a otras naciones la libertad de expandir el fruto de las labores ganaderas
y azucareras en el país, de los cuales tenemos los mejores aprovechamientos hasta
el día de hoy.
La biografía de un hombre en cuyo corazón imperaba el amor a la liberta de su
pueblo y sin importar los rasgos distintivo de la cuna familiar, escalo hasta la
posición más alta dejando su cuerpo sin fuerza, pero hoy, con lo poco que tenemos
de Meriño podemos decir que fue un hombre extraordinario. A pesar de las sombras
y luces que ha tenido el desarrollo de la soberanía e independencia de nuestra
nación, faltarían más que simples escritos para narrar tan maravillosa historia, como
lo expresa el insigne José Martí en el encabezado de este capítulo, que reza;
“Por eso vivimos aquí, orgullosos de nuestra América… porque las guerras que de
pura ignorancia le echan en cara los que no la conocen, son el timbre de honor de
nuestros pueblos, que no han vacilado en acelerar con el abono de su sangre el
camino del progreso”.
El derramamiento de sangre de hombres y mujeres que lo dieron todo para
establecer una nación libre e independiente, sin importar en nombre que les hayan
dado a las diferentes etapas en la que se desarrollaron los diferentes
acontecimientos y hechos que hoy por hoy siguen siendo las huellas que los héroes
de la libertad dominicana plasmaron en la historia.

También podría gustarte