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DIPLOMÁTICA, caracteres intrínsecos

1.- La estructura documental


1.1.- Fórmulas y formularios
1.2.- El protocolo inicial
1.3.- El cuerpo del documento
1.4.- El protocolo final o escatocolo
2.- La estructura de los documentos no dispositivos
3.- Un ejemplo de documento real dispositivo

Los caracteres intrínsecos hacen referencia a la autoría, al contenido informativo del


documento, a la forma o estructura con la que se organiza el texto, al código lingüístico
empleado (latín, castellano, etc.) y al procedimiento jurídico-administrativo de validación que
se emplee.

1.-LA ESTRUCTURA DOCUMENTAL


1.1.- FÓRMULAS Y FORMULARIOS
Una de las grandes aportaciones de la Diplomática al conocimiento de la cultura
escrita y, en general, al funcionamiento de la vida social ha sido poner de manifiesto que los
mensajes documentales no tienen un origen puramente funcional, es decir, que si un
documento es transmitido de un determinado modo y presenta tal o cual aspecto no es sólo
porque al emisor le sea más cómodo, más eficaz o más barato el hacerlo así, sino que,
probablemente desde los orígenes de la cultura escrita, para emitir un documento se recurre a
una serie de modelos preestablecidos (por la ley o por la tradición) que regulan la forma en sí
del documento. En algunas ocasiones se dispone de modelos debidamente difundidos e
incluso refrendados normativamente, y que eran utilizados para expedir documentos
similares, los llamamos formularios, o lo que es lo mismo, métodos explícitos con los que
formalizar estructuralmente los documentos de tal manera que resulten eficaces para el emisor
e identificables e inteligibles para el receptor, aunando pues la necesaria validación jurídica
con la imprescindible funcionalidad comunicativa.

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Lámina 1: FORMULARIO

Los hombres de los siglos XVI y XVII eran extraordinariamente formalistas, hasta el punto de que incluso actos
manifiestamente ilegales, como es, por ejemplo, inducir a un juez a que dicte una sentencia favorable a los intereses de un
particular, se pretendían hacer de forma ordenada. He aquí un formulario de cartas misivas particulares, concretamente el
modelo que el autor propone para inducir al cohecho a un juez. Juan Vicente, Formulario y estilo curioso de escribir cartas
misivas, Madrid, 1599

Dicho esto, debe tenerse en cuenta que el grado de normalización de un documento es


diferente según tipos documentales, según sean públicos o privados y según épocas y culturas.
Normalmente, los documentos públicos expedidos por chancillerías altamente burocratizadas
tenderán a presentar un grado de formalización pleno, mientras que, en el otro extremo, los
documentos privados, tengan o no a la administración como destinataria, reinterpretarán a
menudo arbitrariamente las normas al uso por comodidad, capricho o desconocimiento.
La elaboración de estos modelos tipológicos dio lugar a comienzos de la Edad Media
al llamado ars dictandi, obras en las que técnicos experimentados elaboraban modelos de los
documentos más usuales. A menudo los encontramos luego recogidos por la Corte y
convertidos en fórmulas oficiales sancionadas por ley. La extensión del notariado y la
creciente necesidad de escriturar documentos privados propició la aparición del llamado ars
notariae, con un desarrollo extraordinario desde los últimos siglos de la Edad Media, y
mediante el cual se propusieron múltiples modelos de escrituras privadas: contratos,
testamentos, donaciones, poderes, etc.

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Lámina 2: PASQUÍN

No todos los documentos son considerados como tales por la Diplomática, pese a que tengan un alto valor histórico o de
otro tipo, como sucede en este caso, un pasquín contra el corregidor de Logroño que apareció colgado en su puerta en
1680. En este caso, por razones más que evidentes, los autores decidieron no suscribir el documento y tomar otras medidas
que aconsejaba la prudencia, como disimular la letra recurriendo a una mezcla de caracteres romanos de imprenta,
humanística redonda y capitales. Nótese cómo la fuerza de la costumbre les lleva en un primer momento a incluir una
invocación simbólica (una cruz), que luego tachan. Archivo Histórico Nacional, Secc. Consejos.

Contra lo que podría pensar un neófito, la fórmulas en que se basan las estructuras de
los documentos han sido y son menos diversas de lo que en principio podría pensarse, es más,
se sabe que han manifestado, en sus aspectos esenciales, una enorme solidez frente al paso del
tiempo desde la Edad Media hasta el tiempo presente, al menos por lo que a la documentación
pública se refiere. Esto es lo que nos permite utilizar el concepto de Diplomática General y
exponer de un modo puramente teórico una serie de características intrínsecas, relativas a la
estructura del documento en este caso, aplicables a cualquier época desde la Edad Media hasta
la actualidad y todavía más allá.
Un documento –entendido en su acepción diplomática- tiene tres grandes partes:
1ª PROTOCOLO INICIAL, donde aparecen, además de algunos formalismos como el
saludo y la invocación a la divinidad, la identificación del emisor del documento y del
destinatario del mismo.
2ª CUERPO DEL DOCUMENTO, donde se contiene el mensaje que se desea comunicar y
toda una serie de cláusulas y formulismos con los que éste se justifica, tanto en
términos intelectuales como jurídicos.
3ª PROTOCOLO FINAL O ESCATOCOLO, que contiene la data y los signos y cláusulas de
validación del documento.

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Cada una de estas tres partes pueden subdividirse en otras, que no necesariamente
tienen que aparecer todas ni en el orden que las vamos a exponer aquí. Lo harán en los
documentos reales más solemnes, desapareciendo algunas de ellas conforme se trate de un
escrito de menor entidad. Por otro lado, los documentos privados, incluidos los otorgados ante
notario o los enviados por particulares a la administración suelen tener notables diferencias
formales. El modelo que exponemos es pues el documento real dispositivo1.

1.2.- EL PROTOCOLO INICIAL


El protocolo inicial sirve básicamente, como hemos adelantado, para identificar al
emisor y al destinatario del documento, su importancia es pues evidente. Lo normal es que
aparezca encabezando el escrito, aunque en la documentación contemporánea y privada hay
muchas excepciones. Sus partes son:

1ª INVOCATIO
La invocación es una referencia a la divinidad ofreciéndole la escrituración del
documento. Puede ser representada de forma simbólica, mediante una cruz (la manera
más simple) o diversos símbolos y monogramas y de forma verbal, mediante
determinados formulismos. Entre las primeras es muy frecuente el crismón o
monograma elaborado con las letras griegas X y p entrelazadas (iniciales de Cristo en
griego), a las que a veces se les añade las letras alfa y omega, que simbolizan que Dios
es el principio y el final de todas las cosas. Otras veces se utilizan letras latinas, IHS
(Ihesus) o IC (Ihesus Christus). Se sabe que este tipo de monogramas se emplearon
desde el siglo VI, aunque fue en la Baja Edad Media cuando alcanzaron su máximo
desarrollo técnico, adquiriendo funcionalidad decorativa del documento.
Posteriormente, ya en la Edad Moderna, lo frecuente es que aparezca sólo una cruz en
el encabezamiento del documento.

Lámina 3: CRISMÓN

Ejemplo de crismón, anagrama utilizado en la Edad Media para expresar la invocación. Privilegio rodado de Alfonso VIII a
favor de Diego López, 1189, febrero, 7, Toledo. Archivo General de Simancas

Cuando se incluía una invocación verbal (pueden aparecer ambas a la vez), ya fuese en
romance o latín, podía ser desde un lacónico In Dei nomine o In nomine Domine Nostri Ihesu
Christi  hasta párrafos extensos con alusiones a la Santísima Trinidad, a la Virgen y a los
santos, adoptando la forma de una auténtica profesión de fe: En el nombre de la santísima
trinidad y de la eterna unidad padre hijo y espíritu santo, que son tres personas y un sólo
dios verdadero que vive y rreyna por sienpre sin fin y de la bien aventurada virgen gloriosa
nuestra señora santa maría madre de nuestro señor ihesu christo verdadero dios y verdadero
hombre a quien yo tengo por señora y por abogada en todas mis cosas y a honra y serviçio
1
Un estudio clásico, dentro de la Diplomática española, es Floriano Cumbreño, Curso General de Paleografía,
pp. 261-265. Revisiones recientes del tema en Marín Martínez, T. y Ruiz Asensio, J. (dirs.), Paleografía y
Diplomática, Madrid, 1991, vol. II, pp. 173-244; y Tamayo, A., Archivística, Diplomática y Sigilografía,
Madrid, 1996, pp. 76-114.

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suyo y del bien aventurado apostol señor santiago luz y espejo de las españas patrón y
guiador de los rreyes de castilla y de leon y de todos los santos y santas de la corte celestial2.

2ª Intitulatio
La intitulación es la parte del documento en que el emisor del mismo, sea una
persona o una institución, se identifica indicando su nombre, cargo, título, vecindad y
otras circunstancias, según sea el caso. Dada su importancia, lo habitual es que
aparezca tras la invocación a la divinidad y en cualquier caso en el encabezamiento del
documento o lugar destacado dentro del mismo.

Lámina 4: PROTOCOLO INICIAL DE UNA PROVISIÓN REAL :

Las intitulaciones de los documentos reales llegaron a ser realmente prolijas al ir sumándose territorios a la Corona de
España durante los siglos XV al XVI, en esta Provisión Real de Felipe II aparecen dichos títulos etceterados, cosa habitual
dada su extensión. Nótese la invocación simbólica (una cruz) en el encabezamiento. 1584, octubre, 3, Madrid (copia).
Archivo Histórico Nacional, Secc. Consejos.

3ª Directio

2
Documento de 1597. Tomado de Tamayo, A., op.cit.,p. 79.

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La dirección es la identificación del destinatario del documento, según
similares criterios que en la intitulación. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que el
destinatario del documento puede no coincidir con la persona o entidad beneficiaria o
titular del acto jurídico que contiene, por ejemplo, una Carta de Privilegio dirigida
formalmente a todo el Reino a quien se obliga a cumplirla, pero que contiene de hecho
la concesión de un fuero a una población.
Podemos encontrar tres grandes tipos de dirección diferentes:
a) Individualizada, cuando se explicita el nombre de las personas o entidades
a quienes va dirigido el documento: a vos, nuestro Capitán General de la
Frontera de Navarra...
b) Genérica, cuando el documento no tiene un destinatario concreto,
empleándose entonces fórmulas del tipo sepan todos cuantos vieren, sciant
omnes, etc.
c) Corporativa, cuando el documento va dirigido a determinados colectivos
sociales más o menos amplios, pero sin especificar nombres propios de
personas: a todos los corregidores, asistentes y gobernadores, alcaldes
mayores y ordinarios de todas y cualesquier ciudades, villas y lugares de
los nuestros reinos y señoríos...
Formalmente es usual que siga a la intitulación, pero existen múltiples
variantes, mucho más todavía en la documentación contemporánea.

4ª Salutatio
La salutación es una fórmula de cortesía hacia la persona o entidad a quien va
dirigido el documento. Las expresiones más tradicionales, empleadas desde la Edad
Media, sólian ser diversas variantes de Salud y gracia. Es frecuente que se suprima en
los documentos con dirección genérica, así como que adopte formulaciones menos
protocolarias en documentos privados o cartas misivas.

1.3.- EL CUERPO DEL DOCUMENTO


El cuerpo del documento contiene el mensaje que se desea transmitir, se trata pues del
núcleo central del escrito en cuanto a contenido se refiere. En términos generales incluye el
acto que ha generado el documento (sea una orden, una petición, una certificación, etc.), los
motivos que lo justifican y determinadas previsiones de cara a su efectivo cumplimiento.
Debe tenerse en cuenta que esta parte del documento presentará muy diversas formulaciones
según el tipo documental de que se trata y el grado de solemnidad que se le desee dar a un
asunto. Se divide en las siguientes partes:

1ª Preambulum
El preámbulo es una parte a menudo con un alto carácter protocolario, de ahí
que sólo aparezca en documentos dotados de gran solemnidad, en la que se expresan
una serie de argumentaciones de tipo genérico, no relacionadas directamente con el
asunto, pero que justifican de algún modo el contenido del mismo.

Lámina 5: DOCUMENTO DISPOSITIVO DE LA INQUISICIÓN

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Este documento expedido por el Santo Oficio de la Inquisición de Navarra en el siglo XVIII está elaborado a imitación de la
Provisiones Reales cancillerescas. Nótese las amenazantes salutación y preámbulo que incluye: salud en Nuestro Señor
Jesu cristo, que es verdadera salud y a nuestros mandamientos obedecer y cumplir, que se completan con unas cláusulas
penales de excomunión y embargo de bienes. Véase también que el documento está parcialmente impreso, con el objeto de
expedir varios centenares de ejemplares de originales múltiples. Archivo de la Catedral de Calahorra, leg. 6-418

2ª Notificatio
La notificación es una fórmula por la que se advierte al destinatario que a
continuación se van a exponer las razones o motivos que explican el documento (la
exposición) y el tipo de documento ante el que se encuentra. Ejemplos usuales son, en
latín, notum sit o sciant omnes, y en castellano sepades, conocida cosa sea, como bien
sabeis, sepan cuantos, etc.

Lámina 6: NOTIFICACIÓN

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Muchos documentos notariales, como testamentos, cartas de censo y otros, se abren directamente con la notificación, como
en este caso: sepan quantos esta carta de censo perpetuo vieren. Archivo de la Diputación de Badajoz, Secc. Hospitales

3ª Expositio
La exposición recoge las razones, motivos y antecedentes que explican o
justifican el contenido dispositivo del documento. Su extensión puede variar desde un
lacónico por haceros bien e merçed, tal cual suele aparecer en algunos documentos
dispositivos reales, hasta decenas de folios narrando circunstancias administrativas o
de otro tipo que explican determinada resolución. A menudo aparecen también copias
insertas de documentos anteriores que sirven como elemento legitimador del ahora
expedido.

4ª Dispositio
La disposición es, obviamente, el objetivo por el que es expedido un
documento de estas características, de ahí que en la redacción de los documentos se
pusiese el mayor celo en identificar sin posibilidad de duda cuál era la orden concreta
que se dictaba. Aparecerá enlazada con la exposición mediante la expresión porque
vos mando (en singular o plural) u otras del mismo tenor.

5ª Sanctio y Corroboratio
El cuerpo del documento se cierra con una serie de formulismos, cláusulas, con
los que el emisor trata de garantizar  que el contenido jurídico del documento va a
hacerse efectivo -a esto llamamos sanción- y que ha sido elaborado de acuerdo con las
formalidades necesarias para dar validez al escrito -corroboración-. Aunque pueden
clasificarse de diversas maneras, es usual hacerlo agrupándolas en diez grandes tipos
genéricos:
1. Cláusulas preceptivas, que son órdenes dirigidas a oficiales
inferiores para que tomen las resoluciones necesarias para hacer efectiva
la disposición que contiene el documento. Normalmente, además de las
órdenes concretas derivadas de sus respectivos cargos, se incluirán

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fórmulas genéricas tales como cumpláis y hagáis cumplir, ejecutéis y
hagáis ejecutar como en esta mi carta está mandado, u otras parecidas.
2. Cláusulas derogativas, por las que anula cualquier derecho, ley o
privilegio que resultase contradictorio con lo dispuesto en el documento.
3. Cláusulas prohibitivas, por las que se conmina a no realizar acto
alguno que pueda perjudicar la ejecución de lo dispuesto en el
documento. Típica cláusula de este tipo es la que incluyen los
documentos dispositivos cancillerescos: non fagades ende al[iud].
4. Cláusulas reservativas, mediante las que el emisor del documento
pretende garantizar que su disposición no va a ser aprovechada por
terceros para plantear exigencias similares. Son usuales en concesiones
de mercedes, gracias y privilegios y suelen ir encabezadas por la
expresión salva o salvo.
5. Cláusulas obligatorias, por las que quienes suscriben el documento
se comprometen, bajo juramento, a cumplir con lo pactado.
6. Cláusulas renunciativas, mediante las cuales los contratantes
renuncian expresamente a todas aquellas salvaguardas legales o de otro
tipo que podrían haber llegado a utilizar para dejar en suspenso el acto
jurídico recogido en el documento. Las renuncias generales de derechos
llegaron a ser prohibidas, pero de todos modos las encontramos con
frecuencia en los contratos que recogen los protocolos notariales
bajomedievales y modernos.
7. Cláusulas penales, que consisten en la advertencia de que si no se
ejecuta lo dispuesto en el documento se impondrán penas espirituales (a
partir del siglo XII, sólo aparecen en los documentos eclesiásticos) o
económicas (extendidas a todo tipo de documentación) –ocasionalmente,
también aparecerán las corporales-.
8. Cláusulas corroborativas, mediante las cuales se certifica que el
documento ha sido elaborado siguiendo los formalismos requeridos.
Tienen una importancia diplomática especial, puesto que explicitan la
formalización jurídica de la expedición mediante diversas expresiones:
a. Haber dado orden de que se expida el documento: mandé dar esta mi
carta o hanc chartam fieri isussi.
b. Haber sido suscrito por el autor y por el escribano: e su merced lo
firmó, e yo lo firmé e signé, etc. o que no lo ha sido por determinado
motivo: e no lo firmó por no saber
c. Haber sido suscrito por los confirmantes y testigos presentes: e lo
firmaron los testigos susodichos, lo firmaron de sus manos, etc.
d. Haber sido sellado o signado el documento: sellada con mío sello de
plomo, etc.
No hace falta decir que un análisis diplomático riguroso comprobará
que lo que anuncian estas cláusulas coincide con las suscripciones
que aparecen en el documento y que éstas son las usuales en el
procedimiento de que se trate.

9. Cláusulas de emplazamiento, típicas de muchos documentos


dispositivos reales, mediante las que se señala a quienes no hayan
cumplido lo ordenado o a los destinatarios de la orden  un plazo para

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comparecer en la Corte y justificar sus actuaciones. Un ejemplo puede
ser: e demás mando al ome que esta mi carta mostrare que vos emplace
en esta mi Corte del día que vos emplace hasta quince días primeros
siguientes, por que yo sepa cómo se cumple mi mandado.
10. Cláusulas de cumplimiento, mediante las que se exigiría al escribano
que notificaba el documento real que remitiera a la Corte un acta de
notificación certificando el procedimiento: testimonio signado con su
signo por que yo sepa cómo se cumple mi mandado.

1.4.- ESCATOCOLO O PROTOCOLO FINAL


El escatocolo consta de dos partes fundamentales en la exégesis del documento: la
indicación del lugar y la fecha en que ha sido expedido y su validación o autenticación para
formalizarlo jurídicamente.

1º Apprecatio
Es un saludo protocolario que se incluye en determinados tipos documentales y
que suele considerarse que forma parte de la data. Es típica, por ejemplo, de las cartas
misivas tanto públicas como privadas.

2º Data
En los documentos romances medievales encontramos a menudo las
expresiones fecha en... o bien dada en..., ambas expresiones, que seguimos utilizando
con alguna variación en la actualidad, provienen del latín factum (hecho) y datum
(otrogado). En la terminología actual data equivale a fecha y lugar, o bien data crónica
y data tópica317.
La data es un elemento indispensable para la validación jurídica del
documento, de manera que si no aparece es, salvo excepciones, porque se trata de un
escrito privado sin formalizar, de un borrador o de un documento que forma parte de
un procedimiento especial: por ejemplo, los documentos judiciales del Antiguo
Régimen que expedían los procuradores de los litigantes no llevan data, y ello se
explica porque su data fehaciente era el auto de inclusión en el sumario que expedía el
juez y que aparecerá en el sumario.
El lugar donde fue escrito el documento es de menor importancia diplomática e
histórica que la fecha, de manera que no es extraño que falte. Lo normal es que se
indique solamente la población, salvo en documentos especiales como las actas de
reuniones, por ejemplo, en las que es frecuente que se indique el sitio concreto: iglesia,
ayuntamiento, plaza pública, casa particular, etc.
Fechar correctamente y con la mayor precisión posible un documento es
objetivo irrenunciable tanto del diplomatista como del historiador, de manera que en
este asunto se debe proceder con el mayor celo posible. La fecha contiene tres
elementos: año, mes y día, que habrán de fijarse de acuerdo con el calendario actual,
no con el que utilice el autor del documento. Puede parecer éste un asunto sencillo,
pero valga de ejemplo cómo fecha un hecho histórico el Canciller Pero López de
Ayala a finales del siglo XIV, con cinco calendarios diferentes:
3
Una obra útil de referencia es Agustí, J., Voltes, P. y Vives, J., Manual de cronología española y universal,
Madrid, 1953.

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– “AÑO PRIMERO... fue esta batalla ante la villa de Tarifa, lunes treinta días de
octubre, año del nascimiento de nuestro Señor Jesu-Christo de mil e trecientos e
quarenta, e de la era de Cesar mil e trecientos e setenta e ocho, e del criamiento del
mundo segund la cuenta de los hebreos, en cinco mil e cien años, e del año de los
alárabes sietecientos e quarenta e dos41”
El calendario, incluso en el ámbito europeo, fue un problema no resuelto hasta
bien entrado este siglo: téngase en cuenta que el calendario juliano, con la reforma
gregoriana de 1582, sólo fue aceptado por los protestantes en el siglo XVIII y por los
ortodoxos en el siglo XX. Hasta finales de la Edad Media coexisten en Europa varios
cómputos diferentes, veamos someramente las principales:
a) Eras mundanas, que toman como año 0 la creación del mundo, algo sobre lo que,
obviamente, ha habido serias discrepancias. Es raro encontrarla como única data de
un documento, de manera que tienen un valor más literario que documental.
Únicamente la llamada era bizantina, que situaba el origen del mundo en el año
5509 a.C. presenta cierta extensión a escala europea.
b) Era romana, que toma como punto de partida la mítica fecha en que fue fundada la
ciudad de Roma, ab urbe condita, como puede leerse en la documentación romana.
Esta fecha es variable, el 752 ó el 753 a.C. Al igual que sucede con la anterior,
tiene una aplicación fundamentalemente literaria, no diplomática.
c) Era española, que fue de uso generalizado y casi exclusivo en la Península Ibérica
hasta finales de la Edad Media. Inicia el cómputo en el 716 de Roma, con un
anticipación de 38 ó 39 sobre aquella, de manera que a la fecha que aparezca en el
documento habrá de restársele dicha cantidad. Su uso está demostrado a partir del
siglo V y perdurará oficialmente hasta el 1358 en Valencia, en Castilla y León
hasta el 1383 y en Portugal hasta el 1422; en Navarra y Cataluña dejó de emplearse
antes. Lo cierto es que, pese a las disposiciones legales, la era de César, que es
como se indicará a finales de la Edad Media, perduró mucho más allá que lo
previsto por las disposiciones legales.
d) Era de la Pasión, que toma como año 0 el de la muerte de Cristo, entre el 31 y el
34 d.C. Aparecerá indicada con la fórmula Anno passionis Domini o Anno a
passione Domini.
e) Era de Diocleciano o de los Mártires, que toma como año 0 el 284 d.C.
f) Era del Consulado y del Postconsulado, con un origen típicamente romano,
prácticamente desapareció con el Imperio. Consistía en contar los años tomando
como referencia los mandatos de los cónsules romanos.
g) Eras del Imperio y del Reinado, que fue una imitación de la costumbre romana que
acabamos de mencionar. Consistía en fechar los documentos por el año de reinado
del Rey e incluso el de posesión de su cargo de obispos y nobles.
h) Era del Pontificado, introducida por Adriano I en sustitución de la era de los
cónsules y de los emperadores bizantinos en 787. Consistía en fechar los
documentos utilizando como referencia el pontificado de los diferentes papas. A
partir del siglo XII quedará como una simple referencia marginal y, por supuesto,
siempre restringida a los documentos de la Cancillería Pontificia.
Otro problema cronológico serio hace referencia al día concreto en que se
considera como inicial del año, lo que se llamaba el estilo, asunto sobre el que hubo
también una enorme confusión durante la Edad Media, aunque bien es cierto que éstos
4
López de Ayala, Pero, Crónicas de los reyes de España. Ed. de José-Luis Martín, Barcelona, 1991, p. 5. Con la
expresión año primero se refiere al primer año del reinado de Alfonso XI.

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afectaron poco a España, dado que en la era española se consideró siempre el 1 de
enero como inicio del año:
a) Estilo moderno, romano o de la Circuncisión, por el que se comienza a contar el
año a partir del 1 de enero, como hacemos en la actualidad, de acuerdo con el
inicio del año astronómico.
b) Estilo véneto, que comienza el año el día 1 de marzo.
c) Estilo de la Anunciación o Encarnación, que toma como inicio del año dicha
celebración litúrgica, el día 25 de marzo, tomando como referencia la fecha en que
María quedó en cinta.
d) Estilo bizantino, que toma como inicio el de la supuesta creación del mundo, el 1
de septiembre.
e) Estilo de la Navidad, que inicia el año el 25 de diciembre. Fue empleado hasta
fechas muy tardías en la Curia Romana y se encuentra con frecuencia en
documentos europeos medievales, sobre todo notariales. Se indicará su uso
mediante fórmulas como anno Nativitate Domini  o anno Domini.
f) Estilo francés o de Pascua de Resurrección, sin duda el más curioso y caótico de
todos, pero afortunadamente utilizado sólo en Francia. Iniciaba el año el día de
Pascua de Resurrección, fecha que podía variar entre el 22 de marzo y el 25 de
abril, de modo que terminaba habiendo años de menos de 11 meses y otros de más
de trece.
A lo dicho debemos sumar la costumbre de indicar el día según el calendario
litúrgico, señalándolo por el santoral o la fiesta religiosa correspondiente, haciéndose
entonces necesario acudir a una cronología técnica y aplicar las fórmulas
correspondientes para saber en qué día y mes de 1259, pongamos por caso, cayó la
festividad de Jueves Santo. También puede crear alguna dificultad adicional la
pervivencia hasta finales de la Edad Media del método romano para computar los días
del mes, que tomaba como referencia las calendas (el 1 cada mes), las nonas (el 5 o el
7) y las idus (el 13 o el 15). Según este sistema la numeración se hacía por los días que
faltaban para llegar a cada uno de esos puntos señalados del mes: tres días de las
calendas de septiembre significa 29 de agosto, tres días antes del 1.
En los documentos romances también nos podemos encontrar con fórmulas
especiales para expresar el día, tales como días andados y días por andar. En el primer
caso no hay dificultad, puesto que seis días andados de enero equivale al día 6. En el
segundo sí puede haberla, puesto que tres días por andar de enero nos exige contar
hacia atrás desde el último, es decir, desde el 31, de manera que se correspondería al
día 29 de dicho mes.
Por último, cabe citar también la existencia de periodos cronológicos, poco
utilizados en tiempos medievales, pero sí ocasionalmente. Uno de ellos era el de las
Olimpiadas, introducido en Grecia en el siglo IV por el historiador Timeo, y que se
basaba en el cómputo del tiempo teniendo en cuenta las listas de los vencedores en los
Juegos Olímpicos, que se celebraban cada cuatro años. Ya en la Edad Media -ss. IX y
X-, aparecerá como sinónimo de periodo de cuatro años, añadido a los cómputos de
los reinados. También se empleó, desde Diocleciano, como punto de referencia el
cobro del impuesto imperial que se pagaba cada quince años, conocido como
Indicción.

3ª Validatio-Autenticatio

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Una vez redactado el documento, este ha de ser revestido de una serie de
formalismos que garanticen a su receptor que está ante un documento auténtico y con
plena efectividad legal; a este procedimiento le llamamos validación y autentificación.
Los formalismos en que concreta han variado a lo largo de la historia y cada
procedimiento de expedición podrá tener sus propias peculiaridades.
En la expedición de un documento concurren –o pueden hacerlo- tres tipos
distintos de participantes:
a) El autor o autores del documento, que pueden no llegar a firmarlo, bien, como
sucede en muchos documentos notariales bajomedievales, porque el notario es el
único que lo suscribe, bien porque existe alguien apoderado para hacerlo, como
ocurre, por ejemplo, con las Reales Provisiones durante la Edad Moderna y con un
buen número de documentos dispositivos.
b) Los testigos o terceras personas que participan en el acto jurídico que contiene
consintiendo o autorizando el hecho o testimoniando que se ha producido, las
denominamos interventio, consentio y testificatio, según la función que ejerzan.
c) El canciller, secretario o notario que lo escribe, que además de firmar y signar el
documento empleará diversos formulismos de certificación, tales como lo fize
escribir por orden de Su Majestad, mandolo así el Sr. corregidor, en testimonio de
verdad, etc.
Los tres participantes validarán el documento mediante sus firmas, a lo que
llamamos suscripción, y sus rúbricas, a las que llamamos signado, que pueden ser
autógrafas o sustituirse por sellos o fórmulismos aceptados en la época -a veces, una
mera lista de participantes certificada por el notario-. Por último, el escribano, notario,
canciller o persona autorizada al efecto, podrá incluir un texto de certificación.

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Lámina 7: SUSCRIPCIÓN Y VALIDACIÓN

La suscripción y validación de los documentos reales castellanos a finales de la Edad Media y la Moderna podía hacerse,
entre otros procedimientos, mediante el que vemos aquí: la suscripción signada de la reina Isabel, la certificación del
Secretario de Cámara y su firma: Yo, Fernando Alvares de Toledo, Secretario de nuestra señora la reyna, la fise escrebir
por su mandado ; y además el sello estampado de lacre, recubierto con un fino papel, de manera que adopta un aspecto
parecido a los estampados en seco. 1479, septiembre, 27, Trujillo. Archivo General de Simancas

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Lámina 8: PRIVILEGIO RODADO

La validación y suscripción de algunos documentos medievales llegaron a ser realmente prolijas y ceremoniosas, como
puede comprobarse en este Privilegio Rodado, con decenas de intervinientes en el procedimiento, amén de la rueda y del
sello pendiente. 1333, marzo, 8, Valladolid, Archivo General de Simancas

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