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MARÍA CONCEPCIÓN LOPERENA ¿HEROÍNA O MÁRTIR?

DURANTE EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE VALLEDUPAR, 1810-1820

VALLEDUPAR
MARÍA CONCEPCIÓN LOPERENA ¿HEROÍNA O
MÁRTIR? DURANTE EL PROCESO DE INDEPENDENCIA
DE VALLEDUPAR, 1810-1820
Daniel Alfonso León
MARÍA CONCEPCIÓN LOPERENA ¿HEROÍNA O MÁRTIR?
DURANTE EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE VALLEDUPAR, 1810-1820

Daniel Alfonso León∗

En la página del facebook del colegio Nacional Loperana, de Valledupar es


común entre sus más de cuatrocientos miembros, la remembranza de las
experiencias vividas en la institución educativa. Recuerdos que se recogen bajo el
calificativo de “Loperenos”, palabra que indica posesión, propiedad o pertenencia
o mejor aún, la vieja costumbre de denotar la procedencia geográfica de
determinadas acciones colectivas. Es así que, para quienes han sido parte de la
comunidad educativa del colegio, “ser Loperenos” señala el grado máximo con el
que varias personas reconocen su experiencia y se diferencian de otras similares
(Quintero 107-116). Ahora bien, ¿Cuál es el nombre que sustenta el calificativo de
“Loperenos”?
Como parte de la agenda del
presidente Alfonso López Pumarejo,
entre 1934 y 1938, en torno a su
política “Revolución en Marcha” se
llevaron a cabo en Valledupar una
serie de obras públicas entre las que
se cuenta el Colegio Nacional de
Loperena, el cual fue inaugurado en
1942 en el gobierno de Eduardo 2
Santos. Un edificio en el que según
el arquitecto Carlos Niño, aparecen
elementos de una “arquitectura
vernácula” integrada por un estilo
español californiano, es decir, una
Casa del escribano Céspedes, donde se firmó el acta de vertiente de la arquitectura española
Independencia de Valledupar, frente a la plaza principal donde aparecen arcos, torres de tres
pisos, patio interior, con una fachada
en la que se buscó reflejar la
recuperación de las raíces culturales y la reivindicación de lo hispánico, muy
común en las primeras décadas del siglo XX. Su infraestructura ocupa un área de
2000 metros cuadrados con capacidad para albergar a 300 estudiantes. En este
momento de la historia, el nombre “Loperena” es al aparecer utilizado como la
encarnación de las decisiones políticas que buscaban dar relevancia a la
educación, la ciencia y la cultura como elementos de modernización del Estado y


Candidato a Magíster en Historia, Universidad Industrial de Santander. Grupo de Investigación
sobre Desarrollo Regional y Ordenamiento Territorial, Universidad Industrial de Santander, Escuela
de Economía. (Amado Antonio Guerrero Rincón, Dir.).
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por otro lado, mostrar una cierta reivindicación de la hispanidad. Hoy en día,
gracias a los valores que la sociedad le ha otorgado a lo largo de más de 50 años,
en 1993 el colegio fue declarado Monumento Nacional y parte del Patrimonio
Cultural de la Nación (Diario Oficial).
Pese a que en muchos otros momentos de la historia se ha utilizado el nombre
“Loperena”, como es el caso de la medalla de honor al mérito “María Concepción
Loperena de Fernández de Castro” entregada por la Alcaldía de Valledupar a los
“Ciudadanos Eminentes”, las distintas representaciones (cuadros, monumentos)
que se encuentran ubicadas en los espacios públicos de la ciudad, y los debates
que al parecer se dieron en el 2010 en el marco del la Celebración del
Bicentenario en torno a que si es o no heroína, el nombre de María Concepción
Loperena se ha convertido en un elemento de cohesión social, lo suficiente como
para que sea representante de un valor reconocido y común en el departamento:
La Libertad. En ese sentido, se mezclan tanto las acciones del personaje en el
proceso de la Independencia, las interpretaciones sobre dichas acciones y el valor
que las distintas generaciones dan en cada situación histórica. Por lo tanto, el
propósito de este escrito es mostrar algunos rasgos históricos que tuvieron que
ver con este personaje, una caracterización de su procedencia y la razón por la
cual se convirtió en una heroína para las generaciones posteriores.
En busca de los héroes.
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Para Judith González, el siglo XIX fue un siglo de inicio de vida política, pero así
mismo de notable ausencia de la mujer en este proceso. Ahora bien, si ésta tuvo
alguna participación en los hechos acarreados por el país desde hacía algún
tiempo atrás, también tuvo que enfrentarse con el problema de ser omitida de los
registros oficiales. “Cuando hablamos de historia política, de guerra, se creyó que
la mujer estuvo ausente de ésta, sin embargo hoy la historia de las mujeres
reconoce su participación política de muchas maneras” (González 2-18).
Sin embargo, en la medida en que se fue desarrollando el proceso de la
Independencia y el proceso de formación del Estado-nación, la participación de las
mujeres en los sucesos de la Independencia comenzó a ser reconocida y en torno
a ellas se han establecido toda clase de honores y leyendas
En el caso de las heroínas, estas se construyeron como ofrecimiento
nacional terminando el siglo XIX, y cobrando esplendor en las primeras
décadas del siglo XX, creando referentes de identidad colectiva, –en este
caso- identidad de género hacia las mujeres. Los discursos heroicos
ayudan a consolidar los incipientes estados nacionales, que tienden a
unificar la diversidad territorial de una nueva sociedad que se está
construyendo, en la cual se deben crear igualmente los “nuevos”
ciudadanos. (González 11)
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Adjetivos como “heroínas”, “mártires” o “colaboradoras”, para las que realizaban


ocupaciones destinadas a los hombres, y descripciones que partían del imaginario
de virtud femenina como la de “esposa de…”, “hija de…”, “hermana de…”, “madre
de…”, “familiar de…” y “amante de...”, son algunas de las estrategias
tradicionalistas con las cuales los primeros trabajos históricos redujeron el papel
de la mujer en este período. A ello se suma el discurso de la religión católica, para
el cual la mujer debía conservar su castidad, además de moderación, discreción,
obediencia, sumisión, fortaleza, generosidad, disposición al sacrificio y contención.
Sin embargo, esto no quiere decir que las mujeres no tuvieran una posición
política de acuerdo a sus necesidades y a las necesidades de su contexto
sociocultural, económico y religioso. Las mujeres sí intervenían, sí participaban e
influían en la construcción del mundo privado, público y político.
Quién era María Concepción Loperena de Fernández de Castro.
Antes de ser una “heroína” María Concepción Loperena vivió las experiencias del
proceso de Independencia entre 1810 y 1820. En ese contexto, actuaron quienes
ejercieron una defensa realista de la Corona en medio de la crisis del imperio y
quienes asumieron las riendas de un gobierno autónomo que en un primer
momento buscaba salvaguardar la soberanía del Rey y que pronto se convertirían
en los centros insurgentes que lideraron los procesos de Independencia. Estas
tendencias diferentes, según el historiador Miguel Antonio Suárez Aramendiz
(Redes 203), fue el resultado, en parte de viejas pugnas jurisdiccionales y de la 4
rivalidad comercial entre las provincias.
Valledupar a finales del siglo XVIII fue un centro
comercial importante en la producción ganadera y
agrícola en la provincia de Santa Marta, que estuvo
conformada por una élite esencialmente de medianos y
grandes hacendados que abastecían el mercado
regional con carne y tenían relaciones con centros
importantes del caribe, esto hacia que Valledupar
constituyera un punto estratégico tanto para el
sostenimiento del orden realista como para su
destrucción.
La relación de los apellidos “Loperena” oriundos de
Valledupar y “Fernández de Castro” descendientes de
Daguerrotipo de María Concepción una familia prestante de Santa Marta, muestra una
Loperena alianza de gran influencia en la vida política, social y
económica de la provincia. Los “Fernández de Castro”
procedían de los primeros conquistadores, gobernadores y encomendares del
siglo XVI y XVII, quienes fueron parte de la “nobleza” de Santa Marta y tenían
importantes intereses económicos y sociales en los territorios de Valledupar. Por
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otro lado, los “Loperena” desempeñaron cargos importantes en las milicias y la


administración durante el siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
Josef Manuel Alonso Fernández de Castro casó en Valledupar con María
Concepción Loperena y Ustáriz. Matrimonio del cual nacieron siete hijos: José
Antonio, Pedro Norberto, María Rosalía, María Concepción, José Manuel, Pedro
José y José María Fernández de Castro y Loperena. Además de otro hijo que
María Concepción esperaba antes de la muerte de su esposo en 1803. De esta
familia, unos fueron gobernadores, administradores de aduana, abogados,
militares e influyentes personalidades en muchas de las instancias de poder
provincial.
Teniendo en cuenta lo anterior, María Concepción Loperena reconoció haber
participado, entre 1810 y 1813, en algunos de los acontecimientos que vivió la
provincia tanto en el respaldo a las autoridades españolas como en los conflicto y
las campañas militares que desde 1812 enfrentó a las provincias de Santa Marta y
Cartagena, esta última respaldada por las provincias unidas que habían alcanzado
su independencia. A poco menos de un mes de la toma de Santa Marta, las
fuerzas enviadas por parte del gobierno de Cartagena, hicieron su arribo a la
ciudad de Valledupar, en febrero de 1813. De acuerdo con la información
contenida en algunos documentos “una comisión” de individuos de ese gobierno
se reunió con los miembros del Cabildo informando de la inminente toma de la
ciudad, ante lo cual las autoridades se habrían rendido, jurando obediencia a la 5
constitución cartagenera, quemando el escudo de armas del Rey y decretado la
pena de muerte a los que comerciaran con Riohacha. Hasta ese momento,
Valledupar había retirado su respaldado a su capital provincia (Suárez Redes
168).
Para el historiador Suárez Aramendiz existen otras tesis sobre la participación de
Valledupar en el proceso de independencia y el papel desempeñado por María
Concepción Loperena. La primera, sostiene que Valledupar entre 1808 -1813
produjo uno de los primeros movimientos autonomistas en toda la Nueva Granada
tras el levantamiento de un importante grupo de vecinos contra el alcalde
ordinario; la segunda tesis, manifiesta que existieron disgustos entre el cabildo de
Valledupar y el de Santa Marta debido a la representación negada al primero ante
las Cortes de Cádiz; la tercera, señala que María Concepción Loperena, su
cuñada, Gabriela Fernández de Castro y Anita Lenoit adelantaron gestiones en
1812 con el gobierno de Santa Fe y Cartagena, para negociar un ataque desde la
ciudad de Valledupar hacia Santa Marta. En ese mismo año, en una reunión
celebrada en Chiriguaná, Bolívar acordó con María Concepción Loperena una
mayor participación en el proceso, lo que explica que cuando se produjo la toma
de la ciudad de Santa Marta, el cabildo de Valledupar entregó su autoridad a doña
María Concepción Loperena, el 4 de febrero de 1813, quien encabezaría el
proceso de declaración de Independencia de la ciudad, elaborando a título
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personal y en representación del Cabildo un Acta de Independencia y quemó el


escudo de armas del Rey.
Esta última es la visión tradicional aceptada, pero las conclusiones de Suárez
Aramendiz son otras:
1. Las autoridades de Valledupar se mantuvieron inactivas frente a la
inminente invasión de la provincia de Cartagena, sin haber hecho el más
mínimo esfuerzo por evitarlo. Para las autoridades de la ciudad era claro
que en el momento en el que la guerra comenzara a radicalizarse, era poco
viable un enfrentamiento bélico con Cartagena.
2. La rendición de Valledupar obedeció a una negociación entre las
autoridades locales y las fuerzas de ocupación cartageneras, gracias a la
existencia de lazos de consanguinidad entre miembros de la élite de
Valledupar con individuos en Santa Marta y Cartagena.
3. No hay elementos que prueben que la señora Gabriela Fernández de
Castro -madre de José Álvaro Fernández de Madrid, uno de los individuos
más activos de Cartagena, editor del periódico “Argos Americano” y
procurador del gobierno de dicha ciudad- haya intervenido ante María
Concepción Loperena para que ésta convenciera al Cabildo a adherirse a la
causa de Bolívar.
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4. La guerra había creado serias dificultades para el fisco de Valledupar, pero
sobre todo había cerrado el acceso a los mercados gracias a las
imposiciones de los diversos bandos al comercio interprovincial, sin
recursos suficientes las autoridades de la ciudad fueron incapaces de
garantizar la reunión de los hombres requeridos para la defensa, antes y
después de la ocupación cartagenera. (Suárez Redes 170)
Las anteriores conclusiones respaldadas con documentos del Archivo General de
la Nación, la Academia de Historia del Cesar y el Archivo Histórico Nacional de
España, entre otros, muestra que María Concepción Loperena de Fernández de
Castro fue parte de una de las familias influyentes de Valledupar; y que al igual
que muchos otras personas de la época -con vinculaciones sociales, políticas y
económicas-, buscaron, al momento del proceso de la Independencia, gestionar
sus intereses tanto con el poder Real como con otras provincias que habían
declarado su Independencia.
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La heroína.
Los documentos muestran que María Concepción Loperena de Fernández de
Castro si existió. Sin embargo ha sido objeto, por parte de las generaciones
posteriores y muy seguramente de comienzos del siglo XX, de representaciones
para fortalecer los valores compartidos y comunes a la sociedad, tal como lo ha
señalado Germán Colmenares (51), cuando habla de la invención del héroe como
un elemento que contribuye con ciertas formas básicas de auto-representación
colectiva.
La condición de heroína de María Concepción Loperena proviene no tanto de sus
acciones como de la representación que algunas personas, y sobre todo un
pueblo, se han hecho de ella. Se dice, por ejemplo, que enfrentó la autoridad
provincial de Santa Marta, quemó el retrato y el escudo de armas del Rey, y
redactó el Acta de Independencia (Cuello, 2011). Si se reconoce que la sociedad
engendra sus héroes a su imagen y semejanza o, para ser más exactos, conforme
a la imagen idealizada que tiene de sí misma, se puede concluir, que se escriben
historias, se hacen monumentos, se crean ordenes y se discute sobre un
personaje histórico, para configurar la imagen que un pueblo desea de sí mismo.
En consecuencia, la selección de los hechos que rodean la vida de María
Concepción Loperena se circunscribe al interior del proyecto político local y
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regional que rescata la heroicidad de una colectividad que necesita fortalecer su
propia identidad.
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DURANTE EL PROCESO DE INDEPENDENCIA DE VALLEDUPAR, 1810-1820

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