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El Decreto 3083, Ley Orgánica del Tribunal Supremo Electoral (TSE); el Decreto
3183, Ley del Registro de Ciudadanos; y el Decreto 3283, Ley de Organizaciones
Políticas.
En agosto de 1983 se dio el relevo del general Ríos Montt y como jefe de Estado,
el general Oscar Humberto Mejía Víctores. El régimen militar y los partidos
políticos de la época, acuerdan entonces, la creación de una Asamblea Nacional
Constituyente para llevar de nuevo al país por la senda constitucional.
PARTE ORGANICA DE LA CONSTITUCION
1. Parte Dogmática
La parte dogmática inicia en el artículo 1 y termina en el artículo 139. En
estos artículos se encuentran los derechos, obligaciones y libertades
fundamentales que toda persona goza en Guatemala.
2. Parte Orgánica
La segunda parte en la que se divide la Constitución Política de la República
de Guatemala es la parte orgánica. Como su nombre lo indica, este sector se
encarga de la organización y la estructura básica del Estado. En otras palabras,
es la división de las estructura jurídico-política del Estado y regula, asimismo,
las limitaciones del poder público con los ciudadanos. La parte orgánica inicia
en el artículo 140 y termina en el artículo 262.
La Corte de Constitucionalidad
3. Parte Pragmática
La Constitución termina con la parte pragmática o práctica. Se regula en los
artículos 263 al 281 y se divide en las garantías constitucionales y defensa del
orden constitucional, reformas a la Constitución y las disposiciones finales y
transitorias. Esta parte de la Constitución regula las los mecanismos para
proteger los derechos constitucionales que se amparan en la Constitución.
O sea que la CC es, por mandato constitucional, el celoso guardián del Estado de
Derecho, sustentado en la plena vigencia y aplicación de la Constitución, así como en el
imperio de la ley, el gobierno de leyes legítimas y justas (generales, abstractas,
impersonales, razonables, coercibles). Inequívocamente, la CC no debe apartarse jamás
de este cometido principalísimo.
Cuando los juzgadores caen en la tentación de ejercer el poder político a través del
denominado “gobierno de los jueces”, automáticamente inhiben la acción política
legítima y caen inexorablemente en esquemas de politización de la justicia y de
judicialización de la política, que son las dos caras de una misma medalla. El “gobierno
de los jueces” coarta la autocrítica inherente a la democracia e imposibilita el sistema
republicano de gobierno, basado en la supremacía de la Constitución y el imperio de la
ley, poniendo en peligro la paz social,