Está en la página 1de 2

“Yo soy la Vid y vosotros los sarmientos…Amaos unos a otros, más de lo que cada uno se ame a sí

mismo. El amor del que da su vida por sus amigos es mayor que cualquier otro”.- ■ Jesús: “Es hora
de marcharnos. Levantaos. Oíd las últimas palabras. Yo soy la verdadera Vid. El Padre es el
Agricultor. A todo sarmiento que no produce fruto el Padre lo corta, y al que produce fruto lo poda
para que dé más fruto. Os habéis ya purificado con mi palabra. Permaneced en Mí, y Yo estaré en
vosotros para que lo sigáis estando. El sarmiento separado de la vid no puede producir fruto. De
igual modo vosotros, si no permaneciereis en Mí. Yo soy la Vid y vosotros los sarmientos. El que
permanece unido a Mí, produce muchos frutos; pero si uno se separa, se convierte en rama seca
que se arroja al fuego para que se queme. Porque de no estar unidos a Mí, no podéis producir fruto
alguno. Permaneced, pues, en Mí y que mis palabras queden en vosotros; y luego pedid cuanto
queráis que se os dará. ■ Mi Padre, cuanto más fruto deis y cuanto más discípulos míos seáis, más
glorificado será. Como el Padre me ha amado, así también Yo os he amado. Permaneced en mi amor
que salva. Si me amáis seréis obedientes. La obediencia aumenta el amor recíproco. No digáis que
estoy repitiendo lo mismo. Conozco vuestra debilidad. Quiero que os salvéis. Os digo estas cosas
para que la alegría que os he querido dar esté en vosotros, y sea completa. ¡Amaos, Amaos! Éste es
mi nuevo mandamiento. Amaos unos a otros más de lo que cada uno se ame a sí mismo (20). El
amor del que da su vida por sus amigos es mayor que cualquier otro. Vosotros sois mis amigos y doy
mi vida por vosotros. Haced lo que os he enseñado y mandado”. . ● “No digáis: «Y entonces si Tú
nos has elegido, ¿por qué has elegido a un traidor? Si todo lo sabes, ¿por qué has hecho esto?»”.-
“Os doy el mandamiento de que os améis y perdonéis. ¡Cuántos traidores encontraréis! El mundo
no puede amar lo que no es como él. Por lo tanto, no os amará. Os he dicho: el siervo no es más que
su señor. Han visto mis obras, oído mis palabras, y, no obstante, me han odiado, y conmigo a mi
Padre. Porque Yo y el Padre somos una sola Unidad con el Amor. Pero estaba escrito: «Me odiaron
sin motivo alguno»”.- ■ Jesús: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor,
mientras que vosotros sabéis lo que Yo hago. Todo lo sabéis acerca de Mí. Me he manifestado a
vosotros, pero no sólo esto, sino que también os he revelado al Padre y al Paráclito y todo lo que he
oído a Dios. No sois vosotros los que os habéis elegido; fui Yo quien os he elegido y os he elegido
para que vayáis entre los pueblos y produzcáis frutos en vosotros y en los corazones de los
evangelizados y vuestro fruto permanezca, y el Padre os conceda lo que pidáis en mi Nombre. ■ No
digáis: «Y entonces si Tú nos has elegido, ¿por qué has elegido a un traidor? Si todo lo sabes, ¿por
qué has hecho esto?». No preguntéis ni siquiera quién sea ése. No es un hombre. Es Satanás. Se lo
dije al amigo fiel y lo he dejado decir al hijo predilecto (21). Es Satanás. Si Satanás, el eterno
comediante, no se hubiera encarnado en cuerpo mortal, este hombre poseído no hubiera podido
escapar a mi poder. He dicho «poseído». No. Es algo mucho más: es uno que está anulado en
Satanás” (22). Santiago de Alfeo pregunta: “¿Por qué, Tú que has expulsado los demonios no lo
libraste de él?”. Jesús: “¿Me lo preguntas, porque amándome, tienes miedo de ser tú el traidor? No
temas”. Los demás discípulos a su vez, temerosos, preguntan: “¿Entonces yo?”. “¿Yo?”. “¿Yo?”.
Jesús les dice: “Callaos. No diré su nombre. Tengo misericordia, tenedla también vosotros”. Le
preguntan: “Pero, ¿por qué no le venciste? ¿No pudiste?”. Jesús: “Podía. Pero si hubiera impedido
a Satanás que se encarnara para matarme, habría debido exterminar la raza humana antes de su
Redención (23). ¿Qué habría 85 redimido entonces?”. ■ Pedro, cayendo de rodillas ante Jesús y
zarandeándole frenéticamente como si estuviera bajo el influjo de un delirio: “Dímelo, Señor,
dímelo. ¿Soy yo? ¿Soy yo? ¿Me examino? No me parece serlo. Pero Tú... Tú me dijiste que te
negaré... Y tiemblo de miedo... ¡Oh, qué horror ser yo!”. Jesús: “No, Simón de Jonás. No eres tú”.
Pedro: “¿Por qué me llamas por mi nombre y no me dices «Piedra»? ¿He vuelto acaso a ser Simón?
¿Lo ves? Lo estáis diciendo... ¡Soy yo! Pero, ¿cómo ha sido posible? Decidlo... decidlo vosotros...
¿Cuándo fue el momento en que pude haberme convertido en traidor?... ¡Simón!... ¡Juan!...
¡Hablad!...”. Jesús: “¡Pedro, Pedro, Pedro! Te he llamado Simón porque me he acordado de la
primera vez que te vi, cuando eras Simón. Y pienso que has sido siempre leal desde aquel primer
momento. No eres tú. Te lo aseguro Yo que soy la Verdad”. Pedro: “Entonces ¿quién?”. Tadeo, que
no logra contenerse más, grita: “¡Quién otro sino Judas de Keriot! ¿No lo has comprendido?”. Pedro
grita a su vez: “¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué?”. Jesús: “Silencio. Es Satanás. No tiene
otro nombre. ¿A dónde vas, Pedro?”. Pedro: “A buscarle”. Jesús: “Deja inmediatamente tu manto y
tu espada. ¿O quieres que te expulse y te maldiga?”. Pedro: “¡No, no! ¡Oh, Señor mío! Pero yo...
pero yo... ¿Deliro acaso? ¡oh, oh!”. Pedro echado por tierra llora a los pies de Jesús. ■ Jesús: “Os
doy el mandamiento de que os améis. Y que perdonéis. ¿Habéis comprendido? Si en el mundo existe
odio, en vosotros debe existir solo amor. Un amor hacia todos. ¡Cuántos traidores encontraréis en
vuestro camino! Pero no debéis odiarlos, y devolverles mal por mal. Si eso hiciereis, el Padre os
aborrecerá a vosotros. Antes que vosotros fui odiado Yo y traicionado. Y ya veis que Yo no odio. El
mundo no puede amar lo que no es como él. Por lo tanto, no os amará. Si fueseis suyos, os amaría;
pero no sois del mundo, porque Yo os he tomado de entre el mundo. Y por este motivo os odia. Os
he dicho: el siervo no es más que su señor. Si me han perseguido a Mí, también a vosotros os
perseguirán. Si me hubieran escuchado a Mí también os escucharían a vosotros. Pero todo lo harán
por causa de mi Nombre, porque no conocen, porque no quieren conocer a quien me ha enviado.
Si no hubiera Yo venido y no les hubiese hablado, no serían culpables; pero ahora su pecado no
tiene disculpa. Han visto mis obras, oído mis palabras, y, no obstante, me han odiado, y conmigo a
mi Padre. Porque Yo y el Padre somos una sola Unidad con el Amor. Pero estaba escrito: «Me
odiaron sin motivo alguno»”

También podría gustarte