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Ensayo:
“Erase una vez una fabrica”
Todo gira en torno a una empresa, Puntuación S.A., que nace de una
necesidad, se necesitaban signos de puntuación para darle un poco de
dinamismo a la vida cotidiana. Esta empresa comienza a crecer de manera
considerable y acelerada, e incluso llegan a convertirse en la número 1 en un
tiempo muy corto, lo cual si analizamos ocurre con muchas compañías; vemos
que se lanza un nuevo producto revolucionario, creativo, innovador y que
parece cumplir con nuestras expectativas o bien un servicio con el que antes
no contábamos o es mejor que uno que ya teníamos y comenzamos a “correr
la voz”, a recomendarlo a nuestros amigos, a crear la necesidad en otras
personas de tenerlo y de esta forma la empresa incrementa su credibilidad,
demanda, popularidad y obviamente sus ingresos. Pero no todo es así de
simple, los mismos clientes o consumidores que hicieron crecer una empresa y
la convirtieron en un imperio crean la idea en otras personas de que tal vez el
mercado tenga lugar para un “imperio” parecido e incluso mejor y aquí surge
la competencia.
En la fábula surgen una serie de empresas que pretendían ofrecer los mismos
productos y servicios que ofrecía Puntuación S.A. sin embargo no fueron lo
suficientemente fuertes en el mercado como para mantenerse en actividad y
salieron del mercado rápidamente.
¿Qué podía estar pasando? ¿Por qué los clientes de puntuación S.A. ahora eran
fieles a Procesos S.A.? ¿Qué hacía qué ahora Procesos S.A. fuera prácticamente
en nuevo número 1 en el mercado? Puntuación S.A se dio a la tarea de
averiguarlo con sus principales fuentes de información, los clientes, y
descubrió que la clave de todo era la CALIDAD, al parecer los clientes
consideraban que Puntuación S.A había perdido la calidad, mientras que
procesos S.A. cumplía con sus expectativas.
EL dueño de Puntuación S.A. intentó todo lo que según él estaba en sus manos.
Exigió que los trabajadores hicieran mejor su trabajo, que se esforzaran más.
Sin embargo nunca específico como, y los trabajadores afirmaban que
realizaban su trabajo lo mejor que podían. Al pasar un tiempo el jefe se percató
que exigir que se esforzaran más sin decir cómo o en que aspectos no era la
solución, pues la “calidad” no mejoraba. Luego decidió que la solución era
contratar más personal para que verificaran que el trabajo se realizaba, no
obstante lo único que consiguió fue que todos se desligaran de sus
responsabilidades y se repartieran la culpa de los errores entre unos y otros,
obviamente la “calidad” no mejoró al contrario, esta vez existía un desastre
gigante en la compañía. Así que llegaron a la conclusión de que la respuesta no
era la supervisión sino la prevención y esta vez acertaron, en cierta forma, las
ventas mejoraron, la productividad mejoró, la disposición y motivación de los
trabajadores mejoró. Pero aún así la empresa no lograba más que simplemente
mantenerse.
Finalmente descubrió que la respuesta era lograr cumplir con las demandas de
los clientes, pero involucrando a todos y cada uno de los colaboradores de la
compañía en un sistema integral y una cultura de calidad para lograr el éxito
que esperaban, ya que descubrió que la calidad es tarea de todos pero es
responsabilidad de la gerencia y con este pensamiento e implementación del
mismo logró ser nuevamente el número 1 en el mercado.
En conclusión toda esta fábula de calidad nos lleva a reflexionar que los
objetivos principales de una empresa deben estar enfocados a los clientes, a la
satisfacción de los mismos. A los clientes no les interesa saber si el sistema de
la empresa tiene o no fallas o defectos, a ellos les interesa que se satisfagan
sus necesidades tal y como ellos lo esperan o exigen, si es así el producto o
servicio es de calidad, de lo contrario no existe calidad y cambian de producto
o servicio y punto.