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La justicia del Cielo

Dice Un Curso de Milagros:

“Sólo la arrogancia puede pensar que la justicia del Cielo no puede eliminar nuestros
insignificantes errores, sino que son pecados incorregibles, a los que hay que
responder con venganza.

La verdad tiene que ser revelada, ya que no sabemos lo que es.

Lo que damos no se pierde, se guarda en el Cielo, no merma.

Cualquier solución que le exija a alguien la más mínima pérdida, no habrá resuelto el
problema, sino que lo empeorará. Ver la inocencia hace que el castigo sea imposible y
la justicia inevitable. La venganza no resuelve nada. La curación tiene que ser para
todos.

El Espíritu Santo no da fe de lo que no puede percibir. Y todos tienen el mismo derecho


a su don de curación, liberación y paz. Sólo entregándole los problemas se podrán
resolver. Intentar resolverlos por nuestros medios no resolverá nada.

Nadie puede ser injusto con nosotros, a menos que hayamos decidido ser injustos
primero. Si tratamos de negarle algo a otro, sentiremos que se nos ha negado a
nosotros. Es imposible recibir un milagro que otro no pueda recibir. Sólo el perdón
ofrece milagros.

Los pequeños problemas que ocultamos se convierten en nuestros pecados porque no


elegimos liberarnos de ellos” (Un Curso De Milagros).

¿Te imaginas si nuestro sistema de justicia funcionase bajo estos principios?

En lugar de castigo: reconciliación.


En lugar de jueces: maestros espirituales.

En lugar de fiscales: psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales.

En lugar de prisiones: el apoyo de la comunidad.

En lugar de buscar la culpa: buscar la causa. ¿Qué resentimiento o culpa hay en el corazón de
esa persona que le induce a delinquir?

Como esa comunidad Himba africana, de Kunene, Namibia, que, cuando un miembro de la
comunidad comete una falta, le cantan “su canción personal”, aquélla que le han compuesto
especialmente para sí desde su nacimiento.

Algún día será así.

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