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Revista de Hermenéutica
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS
Seminario de Hermenéutica
coordinador
Juan Nadal Palazón
Mauricio Beuchot
Tatiana Bubnova
Manuel Lavaniegos
Ricardo Martínez Lacy
Consuelo Méndez Tamargo
Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh
Rafael Mondragón
Juan Nadal Palazón
Silvana Rabinovich
Alberto Vital
Verónica Volkow
servicio social
imagen de la portada
Sin título. Fotografía, 2020. Shekoufeh Mohammadi Shirmahaleh
Volumen 6 | Número 1
marzo-agosto 2021
universidad nacional
autónoma de méxico
Interpretatio
Revista de Hermenéutica
vol. 6, núm. 1 (marzo-agosto 2021)
Publicación semestral
del Seminario de Hermenéutica
Certificado de Reserva de Derechos al Uso
Exclusivo del Título: 04-2016-050311331400-102
consejo editorial
Índice
Artículos | Articles
Margarita Mateo Palmer
Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista | Desiderio Navarro:
He Replied to a Post-interview ................................................................. 17
Tatiana Bubnova
Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro | Literature and
Theory: Desiderio Navarro̕ s Apostolate ..............................................33
Desiderio Navarro
El triunfo sobre la roca. Selección de ensayos (Nota preliminar de Con-
suelo Méndez Tamargo y Rafael Mondragón Velázquez) | The
Triumph over the Rock. Essays Selection (Preliminary Note by
Consuelo Méndez and Rafael Mondragón) ....................................... 65
Documento | Document
Luis Rogelio Nogueras
Carta a Desiderio Navarro (Nota preliminar de Consuelo Méndez Tamar-
go) | Letter to Desiderio Navarro (Preliminary Note by Consuelo
Méndez Tamargo) ......................................................................................113
Diversa | Diverse
Leonarda Rivera
Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte en el
siglo xvii | Don Juan and the Forms of Symbolic Representation
of Death in the Seventeenth Century...................................................121
Notas | Notes
Renato Huarte Cuéllar
Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā al
latín de August Wilhelm von Schlegel | Dharma and Yoga: Two
6
índice
Manuel Lavaniegos
Jean-Jacques Wunenburger y la crisis de las imágenes ecológicas | Jean-
Jacques Wunenburger, and the Crisis of Ecological Images ............203
Reseña | Review
Beuchot, Mauricio, y Alberto Vital (comp.). Manual de hermenéutica.
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2018, Enri-
que Meléndez Zarco .................................................................................215
7
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24861
Tribute
to Desiderio Navarro
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24862
Desiderio Navarro:
Él respondía una postentrevista
Desiderio Navarro:
He Replied to a Post-interview
Abstract: The present paper mixes fiction with theoretical reflection to offer a
collective profile of Desiderio Navarro as an intellectual, and a person.
Keywords: Desiderio Navarro, Noches de Criterios, Cuban culture, Magazine
Criterios
Ese período inicial, sobre todo a partir de los seis años, fue, ante todo, el de la bús-
queda de libros y la lectura incesante —primero de química, biología, psicología,
filosofía y lingüística—. Fui un autodidacta nato: un día mis padres descubrieron
que había aprendido a leer solo, y desde entonces estimularon en mí el estudio y
procuraron mi desarrollo intelectual en la medida de sus limitadas posibilidades
económicas. Mi mejor regalo de Reyes Magos fue un escritorio hecho por mi papá
en calidad de Melchor, Gaspar y Baltasar (León 2017: 4).
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Mateo | Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista
[…]
[…]
[…]
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Mateo | Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista
Pasada esta primera etapa, mi papá realizó sus estudios de enseñanza su-
perior —como entonces eran llamados el séptimo y octavo grados— estu-
diando solo en su casa y presentándose a los exámenes: venció las asignaturas
de bachillerato en solo tres años, en lugar de cinco. Sin la edad requerida, y ya
con la Revolución en el poder, su mamá escribió una carta de petición al Mi-
nistro de Educación doctor Armando Hart, para solicitar el ingreso del niño
de 15 años a la universidad. Este permiso le fue otorgado, y de esta manera
logró matricularse en Química en la Universidad Central, donde permaneció
dos años. Abandonó dicha institución, no por desmotivación, sino porque el
programa de estudios no le permitía avanzar en sus conocimientos. Aún sin
edad laboral, trabajó como profesor de Química en la Secundaria Básica del
Central Céspedes, en el municipio de Florida; ya para ese entonces mostraba
su pasión por la literatura, y escribió sus primeros poemas. Casi a la par, cre-
ció su interés por el cine y el teatro. Le apasionaba mucho la fotografía, y no
solo se limitaba a observar a través del lente, sino también las imprimía en un
pequeño cuarto de fotografía que su padre le ayudó a crear.
En el año 1965, mi papá ingresó a la Escuela Nacional de Artes para estu-
diar Dirección Teatral, pero al no haber profesores de esta especialidad tuvo
que matricular Actuación. Por esa época, también ejerció de manera volun-
taria como profesor de Química de los alumnos de Pre de esta escuela. Al
año, abandonó la ena regresando a su tierra natal y comenzó a trabajar como
asesor literario del Conjunto Dramático de Camagüey. En esa etapa ganó un
premio provincial en cuento y participó en el concurso 26 de julio en cuento y
poesía, y ganó premios en ambos géneros.
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Y parece que llegan al Casino para llenar sus bancos: alumnos del Instituto con
carpetas y libretas y camaritas fotográficas, billeteros a descansar, desamorados
cónyuges con sus amantes, nerviosas parejas de novios. Y para refrescarlos a todos
también llegan: vendedores de pru oriental, granizaderos, heladeros Cory, Guari-
nas y de barquillo. […]
Más adelante:
Y parece que llegan al casino para estrenar el sol y la sombra de los árboles, los
bancos, los bebederos, la gruta de la glorieta y los aparatos de diversión: escola-
res blanquiazuliuniformados en pequeñas risas, riñas y bombochías, niños y niñas
montados en carriolas, velocípedos, patines y bicicletas, con pelotas y guantes, re-
vólveres y espadas, en carreras, batallas y series de baseball.1
1
El cuento fue encontrado como un recorte en su papelería, que Tatiana Gorst
ko, su viuda, gentilmente me permitió consultar. No han podido encontrarse los
datos precisos del número de La Gaceta donde fue publicado.
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sión libre para establecer una verdad científica, discusión donde deberían
utilizarse solo los argumentos científicos y no una presión autoritaria o acu-
saciones políticas. Seguir estos principios costaba caro. Desde sus inicios en
los años sesenta, la labor de los semióticos soviéticos a menudo parecía un
campo de batalla. Continuos chequeos en la cátedra de Lotman, el registro
policial en su propia vivienda, la lucha por publicar los materiales, redu-
cidas tiradas, y aún más reducida publicidad. En estas condiciones tenían
que trabajar a menudo muchos científicos de la Escuela de Tartu y el propio
Lotman. No es de asombrase que Desiderio estuviera convencido de que las
autoridades soviéticas no permitían la entrada de los extranjeros a Tartu a
causa de esa Escuela. Me parece más bien que la razón era la presencia ahí
de una fábrica militar, pero creo que las sospechas de Desiderio tenían su
fundamento.
Pero los libros, gracias a la pujanza de los autores, a pesar de todo, se di-
fundían y ganaban prestigio. Cualesquiera que fueran las tiradas, gracias a su
valor científico, los libros de Lotman, Torop, Toporov, Yampolski, para solo
citar algunos, volaban de los mostradores al instante. Cuando empezamos a
buscarlos en Moscú tuvimos que sustituir la palabra comprar por la palabra
conseguir. Salvo rarísimas excepciones, tuve que fotocopiar los materiales en
las bibliotecas o pedirlos a los autores.
Creo que mucha gente oyó a Desiderio decir “no hay profeta en su tierra”.
Es perfectamente aplicable a Lotman: siendo ya un científico famoso en toda
Europa y América, y miembro de las Academias de Ciencias inglesa y norue-
ga, no fue aceptado como miembro en la Academia de Ciencias de Estonia y
aunque ingresó a esta unos años más tarde, nunca pudo ser miembro de la
Academia de Ciencias de la urss.
En sus últimos años de vida, Lotman pudo por fin salir al extranjero. Entre
otros países, visitó Cuba. En la actividad organizada por Criterios, él espera-
ba tener un contacto directo con los científicos cubanos, un intercambio de
ideas dentro de un diálogo abierto que él, desde los tiempos de las famosas
Escuelas de Verano, consideraba una de las formas más productivas y fructí-
feras del desarrollo científico.
Conociendo la vida de Iuri Mijáilovich, como Desiderio la conoció, él se-
guramente estaría de acuerdo con las palabras pronunciadas por el presiden-
te Lennart Meri en el almuerzo funerario del gran científico: “Hoy hemos
enterrado a Iuri Lotman y no sé si alguien nacido hoy podrá convertirse en un
nuevo Iuri Lotman dentro de algunos años. Yo solo quisiera esperar que en
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Mateo | Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista
Respuesta abierta. Haré una brevísima mención de los cuatro libros. Cada
lector responderá esta pegunta de manera individual, según sus propias pre-
ferencias:
2 Las citas y los datos biográficos de I. Lotman fueron tomados del libro de Borís
Fiódorovich Egórov, Zhizn’ i tvorchestvo Yu. M. Lótmana [Vida y obra de Iuri Mijái-
lovich Lotman], Moscú, Nóvoe Literatúrnoe Obozrenie, 1999.
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cer las causas de las cosas”. Virgilio: Geórgicas; “En realidad la actitud
crítica es la única productiva, la única digna del hombre. Significa co-
laboración, desarrollo, vida”. Bertolt Brecht.
4. A pe(n)sar de todo. Para leer en contexto. Letras Cubanas, 2007. Edi-
ción: Rinaldo Acosta. Dedicatoria: “A la memoria de Carlitos Victo-
ria, por su amistad y por su decisivo aliento inicial en el Camagüey de
los 60”. Exergos: “Conocer diversas literaturas es el medio mejor de
liberarse de la tiranía de algunas de ellas”. José Martí; “Verde, querido
amigo, puede ser la teoría cuando está gris el árbol de la vida”. Mefis-
tófeles. Fausto, de Goethe, 1968.
Pregunta 6: Turno de la Abanderada Roja: Desde hace algunos años has ido
publicando reflexiones de importantes pensadores acerca de la caída del
campo socialista y la situación posterior en los países de Europa del Este.
¿Qué importancia concedes a la divulgación de esos textos en la isla?
La suerte del socialismo después de la caída del campo socialista está dada, más
que nunca antes, por su capacidad de sustentar en la teoría y en la práctica aque-
lla idea inicial de que la adhesión del intelectual a la Revolución —como, por lo
demás, la de cualquier otro ciudadano ordinario— “si de veras quiere ser útil, no
puede ser sino una adhesión crítica”; por su capacidad de tolerar y responder pú-
blicamente la crítica social que se le dirige desde otras posiciones ideológicas —las
de aquellos “no revolucionarios dentro de la Revolución”, a quienes se refería la cé-
lebre máxima de 1961—; por su capacidad, no ya de tolerar, sino de propiciar la
crítica social que de su propia gestión se hace desde el punto de vista de los mismos
principios, ideales y valores que proclama como propios, esto es, de ser el mecenas
de la crítica socialista de su propia gestión; en fin, por su capacidad de asegurar
que el intelectual, para publicar la verdad, no tenga que apelar al “samizdat” o al
“tamisdat”,3 esferas públicas diaspóricas y otros espacios culturales y mecenazgos
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Mateo | Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista
Ante la sostenida y casi absoluta ausencia de las principales figuras del pensamien-
to internacional sobre las artes y la cultura en nuestras publicaciones, librerías,
bibliotecas y eventos, y en la imposibilidad de divulgar de otro modo el extraordi-
nario volumen de pensamiento cultural trabajosamente recopilado por Criterios
en su batalla por el acceso a las ideas para los investigadores, críticos, profesores,
estudiantes, creadores y cuadros cubanos en esos dominios, en la noche del vier-
nes 2 de noviembre del 2007 el Centro Teórico-Cultural Criterios ofreció, en su
sede, la posibilidad de copiar gratuita y libremente mil y un textos teóricos en ar-
chivos electrónicos en formato pdf. En el encuentro titulado Los mil y un textos en
4 Bertolt Brecht, “Fünf Schwierigkeiten beim Schreiben der Wahrheit” (1935), Schrif-
ten zur Literatur und Kunst, Aufbau-Verlag, Berlín y Weimar, 1966, tomo I, pp. 265-
290.
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una noche, a cada uno de los cientos de asistentes que desfilaron por cinco horas,
se le copiaron en sus dispositivos de almacenamiento electrónico trabajos que
escogió de la lista de variados artículos, capítulos de libros y libros completos
que se hizo circular con anticipación.
Dado que el Centro aún no ha podido abrir en su sede la Biblioteca Salvador
Redonet Cook, la cual, de todos modos, sería de difícil acceso a los interesados de
otras provincias, hemos decidido preparar y distribuir nacionalmente un cd que
contiene la primera de una serie de recopilaciones titulada
Este primer volumen encierra una versión corregida y mejorada del conjunto de ar-
chivos digitales ofrecidos en el mencionado encuentro de igual título: 1001 textos es-
cogidos —en español, inglés, francés y portugués—, obras actuales y clásicas de pen-
sadores de América del Norte, América Latina, Europa Occidental y Oriental, Asia
y África, que desde muy diversas posiciones abordan los más variados problemas de
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cio de los demás, sino que el resultado de ese esfuerzo tan grande y complejo
—libros y revistas cuidadosamente seleccionados, traducidos y editados—
se vendía por un precio bajísimo, irrisorio, casi simbólico. Al cabo de tantos
años, todavía recuerdo con agradecimiento las tantas veces que Desiderio, al
ver mis pocos dineros estudiantiles, me regaló las publicaciones de Criterios.
Bibliografía
Brecht, Bertolt (1966 [1935]). “Fünf Schwierigkeiten beim Schreiben der Wahrheit”,
Schriften zur Literatur und Kunst, Berlin/Weimar, Aufbau-Verlag, tomo I.
Egórov, Borís Fiódorovich (1999). Zhizn’ i tvorchestvo Yu. M. Lótmana [Vida y obra
de Iuri Mijáilovich Lotman], Mockbá, Nóvoe Literatúrnoe Obozrenie.
León, Yanetsy (2017). “Desiderio Navarro: la pasión por compartir el conocimiento”,
La Gaceta de Cuba, núm. 5, setiembre-octubre: 4.
Navarro, Desiderio (2006). Las causas de las cosas. La Habana, Editorial Letras Cu-
banas.
Navarro, Desiderio (2007). Los mil y un textos en una noche. Volumen I. La Habana,
Centro Teórico-Cultural Criterios, edición digital, nov.
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Mateo | Desiderio Navarro: Él respondía una postentrevista
Entre sus libros más importantes se encuentran: Ella escribía poscrítica (1995),
Paradiso: la aventura mítica (Premio Alejo Carpentier, 2002), El Caribe en su
discurso literario (en coautoría con Luis Álvarez, Premio al Pensamiento Cari-
beño 2002-2003 otorgado por la unesco y el Estado de Quintana Roo) y Desde
los blancos manicomios (novela, Premio Alejo Carpentier, 2008). Ha obtenido
en siete ocasiones el Premio Nacional de la Crítica Literaria. Es Premio Nacio-
nal de Literatura 2016.
31
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24864
Literatura y teoría:
el apostolado de Desiderio Navarro
Tatiana Bubnova
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Filológicas
t_bubnova@yahoo.com
orcid.org/0000-0002-0876-6540
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
3 En estas páginas no me impongo la tarea de echar una luz sobre todos los múl-
tiples aspectos de la actividad cultural de Desiderio Navarro, sino que me interesa
vincular su proyecto de difundir la teoría con una tendencia político-ideológica siem-
pre presente en su labor, que de alguna manera tendría una aspiración de muy largo
alcance, hacia el futuro de la humanidad.
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
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Lunacharski6 fue uno de los fundadores más equilibrados del decisivo giro
ideológico en la mentalidad de los actores de la cultura soviética, que muy
pronto brotaría bajo el nombre del realismo socialista. Y, como dijo el poeta,
“el equilibrio / ha de ser a no dudarlo recompensa / tal que no la imaginamos”
(Diego 2003).
Uno de los intelectuales más brillantes entre los que contribuyeron al
triunfo de la revolución socialista, Lunacharski dejó una obra bastante exten-
sa. Fue revolucionario y estadista, escritor, traductor, publicista, crítico, his-
toriador marxista de arte, y finalmente académico de la Academia de Ciencias
de la urss. Poseía un largo historial de trabajo revolucionario y propagandís-
tico desde su juventud; pasó por cárceles, deportación y emigración forzada.
Desde 1903 se convertiría en uno de los líderes del partido bolchevique. Re-
cuerdo al lector lo que esto significa: apoyó a la fracción del Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia encabezada por Lenin. Después del triunfo de la
Revolución en noviembre de 1917 se ocupó de los asuntos de la instrucción y
difusión de la cultura para las masas, convirtiéndose en comisario popular de
educación, o sea, ministro de Estado. Dada la importancia de la propaganda
ideológica que se le dio a todo lo relacionado con la cultura, las letras y la
educación del pueblo, se trataba en realidad de uno de los puestos clave en el
nuevo gobierno. Duró en ese puesto hasta 1929.
En el texto de Lunacharski que Desiderio Navarro escogió para publicar en
la compilación de 2009, aparece detallado todo un programa que expresaba,
de una manera concisa y clara, qué características tenía que tener la literatu-
ra y, en general, la cultura de un país que se imponía el objetivo de cambiar
radicalmente el futuro social no solo propio, sino, a largo plazo, el de la hu-
manidad entera.
Tal vez se trate de actitudes que se reproducen después de que cada re-
volución triunfe. En los años veinte del siglo pasado, en la Unión Soviética,
dentro de las grandes expectativas de un porvenir grandioso, se pretendía
construir una nueva ciencia, una nueva cultura y, desde luego, una nueva
literatura proletaria que expresara los intereses de una clase supuestamente
6
A. V. Lunacharski (1875-1933), el primer comisario popular de educación en la
Unión Soviética (1917-1929), revolucionario marxista, hombre de Estado, escritor y
dramaturgo, traductor, periodista sociocultural, crítico, historiador de arte, académi-
co de la Academia de Ciencias de la urss en 1930. Partidario y fundador de la litera-
tura proletaria. Consideraba la literatura proletaria como medio para condicionar la
mentalidad del lector del pueblo, explicándole de qué manera había que entender el
mundo para lograr el triunfo universal del socialismo.
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
7 En los textos del círculo de Bajtín, y en los de Bajtín mismo, figuran conceptos
cuya aparición resulta significativa a la luz de las ideas de Lunacharski, tales como
análisis sociológico, valoración social, etc. No obstante, el giro filosófico-lingüísti-
co, y el nivel de complejidad que en ellos se lee, son “perversamente” distintos en
comparación con el matiz de sociologismo vulgar en cuya tónica fueron entendidos
los preceptos de Lunacharski. Por ejemplo, la propuesta semiótica de la neutralidad
del signo, que es arena de la lucha de clases, la idea de la mediación lingüístico-
ideológica entre las bases y la superestructura, y en general el papel de la ideología,
así como la lucha social tendiente al diálogo, todo ello pone la diferencia y permite
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apreciar tal terminología como una especie de disfraz para transmitir una tendencia
filosófica propia.
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8 A través de los siglos, nos llega la voz indignada de Dostoievski, al que unos
estudiantes socialistas venían a decir cómo tenía que escribir: “Ellos vienen a aleccio-
narme…” Un Dostoievski, que pasó por un simulacro de fusilamiento y por trabajos
forzados en Siberia, por haber participado en un círculo fourierista.
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V. Contrapunto: Groys
Las consecuencias de este método de la crítica marxista fueron señaladas
por Borís Groys, cuyo trabajo aparece inaugurando, estratégicamente, en el
primer tomo de la antología. Para entender mejor a este crítico, conviene to-
mar en cuenta su libro Obra de arte total Stalin. Topología del arte, asimismo
traducido por Desiderio Navarro. En este libro, Groys analiza la filosofía y la
interpretación de los procesos revolucionarios en la vanguardia artística rusa,
de hecho eliminada por el régimen hacia 1930, y el contexto del advenimiento
del realismo socialista que abarcaría prácticamente a todas las manifestacio-
nes artísticas de la Unión Soviética (2008).
En el artículo de la antología, se pone de manifiesto hasta qué extremo
pudo ser reinterpretada la “inocente” crítica que habría seguido los linea-
mientos de Anatoli Vasílievich Lunacharski.
La denuncia política se convertía en el método más común de la “lucha
literaria” ya durante la década de los veinte. Groys, filósofo emigrado a Ale-
mania, toma como el objetivo permanente de su crítica cultural la cultura
del periodo estalinista, poniendo de manifiesto la perversión profunda del
sentido político de las actitudes intersectoriales en el gremio literario, a tra-
vés de sus organizaciones como lef (sigla en ruso para Frente Literario de
Izquierda) o rapp (Asociación Rusa de Escritores Proletarios).
Groys, al analizar la relación del arte vanguardista con el poder, considera
como antecedente interesante de esta actitud, más allá del poder político,
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
10 Véase otra interpretación de este concepto bajtiniano en Iris Zavala: “Com-
prender los usos de la reacentuación es, de hecho, una llamada a la insumisión” (Za-
vala 1996: 198).
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Coda
La perspectiva inevitable en medio de la cual se pueden vislumbrar los lo-
gros del apostolado de Desiderio Navarro me incita a hacer una “valoración”
tangencial, que, volens nolens, se hace al revisar la estructura de la antología
a la que están mayormente dedicadas estas líneas. El filólogo, orientalista e
historiador de la cultura Nikolai Konrad (1891-1970) escribe una “Respuesta”
al historiador inglés Arnold Toynbee (2009), que Desiderio Navarro publica
justamente antes del artículo de Lunacharski. Konrad explica, con mucho
detenimiento y buen ánimo, las ventajas de la visión marxista y soviética del
proceso histórico-cultural. La fecha de este escrito: 1967. Falta un año para
la invasión de los tanques soviéticos a las calles de Praga. Fue en agosto de
1968. Apenas en la primavera de aquel fatídico año, estudiamos en los cur-
sos de marxismo en la universidad los libros de los sociólogos checoslovacos
que ofrecían una visión renovadora del socialismo, un socialismo “con la cara
humana”. ¿Ironía histórica? Nikolai Konrad, gran orientalista e historiador,
hombre que creía en el socialismo y que pasó por las cárceles, torturas y de-
portación en la época del “gran terror”, fallece en 1970.
El desencuentro de la cultura cubana con el pensamiento humanístico ruso
al que alude Desiderio Navarro en el comentario a los textos —desencuen-
tro que en parte se reprodujo, en consecuencia, en el mundo hispánico— es
desde luego lamentable. Pero el aporte de la actividad cultural recuperada
de Desiderio Navarro, que nos ayuda a entender y a analizar, es un legado, su
huella en el mundo que, espero, permanecerá.
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Bubnova | Literatura y teoría: el apostolado de Desiderio Navarro
Bibliografía
Diego, Eliseo (2003). Obra poética, compilación de Josefina de Diego, prólogo Rafael
Rojas. México, Fondo de Cultura Económica.
Groys, Borís (2008). Obra de arte total Stalin. Topología del arte, trad. Desiderio Na-
varro. La Habana, Centro Teórico-Cultural Criterios.
Groys, Borís (2009). “El stalinismo como fenómeno estético”, en El pensamiento cul-
tural ruso en “Criterios”, tomo 1. La Habana, Centro Teórico-Cultural Criterios: 1-13.
Konrad, Nikolai I. (2009). “Carta de respuesta a Arnold Toynbee”, en El pensamiento
cultural ruso en “Criterios”, tomo 2. La Habana, Centro Teórico-Cultural Criterios:
322-336.
Lunacharski, Anatoli (2009). “Tesis sobre las tareas de la crítica marxista”, en El pen-
samiento cultural ruso en “Criterios”, tomo 2. La Habana, Centro Teórico-Cultural
Criterios: 337-351.
Navarro, Desiderio (2009). “Criterios y la (no)recepción cubana del pensamiento
cultural ruso”, en El pensamiento cultural ruso en “Criterios”. La Habana, Centro
Teórico-Cultural Criterios: v-xxxiii.
Polevoi, Y. L. (ed. y comp.) (2007). Voroneztsy: znamenitye biografii v istorii kraia
[Los nativos de Voronezh: biografías famosas en la historia de la región]. Voronezh,
Casa Editorial “Kvarta”.
VV. AA. (1997). Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de
concepto, selección y traducción de Desiderio Navarro. La Habana, uneac/Casa de
las Américas/Embajada de Francia en Cuba.
VV. AA. (2004). Intertextualität 1. La teoría de la intertextualidad en Alemania, prefa-
cio Manfred Pfister, selección y traducción del alemán y el inglés Desiderio Nava-
rro. La Habana, Criterios/Casa de las Américas/uneac.
VV. AA. (2009). El pensamiento cultural ruso en “Criterios”, 2 tomos, selección, tra-
ducción y prólogo de Desiderio Navarro. La Habana, Centro Teórico-Cultural Cri-
terios.
Zavala, Iris M. (1996). Escuchar a Bajtín. Barcelona, Montesinos.
Tatiana Bubnova
Es doctora en letras hispánicas e investigadora del Instituto de Investigaciones
Filológicas de la unam. Se ha dedicado a la visión de la cultura hispánica a
través de las ideas del pensador ruso M. M. Bajtín —cuya obra ha traducido al
español—, observando específicamente los textos de la creación verbal como
resultado de la función antropológica por excelencia. Es autora de libros y ar-
tículos sobre la obra de Bajtín y su círculo y sobre autores hispánicos como
figuras culturales que trascienden en la historia y el significado estrictamen-
te literario y se inscriben en el diálogo universal del “gran tiempo”. Entre sus
publicaciones están: F. Delicado puesto en diálogo: las claves bajtinianas de
La Lozana andaluza (1987) y Do corpo a palavra: leituras bakhtinianas (2016).
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doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24865
El Martí de Desiderio,
¿sin lugar en los setenta?
1 Por eso llama la atención que el muy meritorio Diccionario histórico de la tra-
ducción en Hispanoamérica (Lafarga y Pegenaute 2013) no mencione a Desiderio en
ninguna de las entradas que dedica a esa historia en el caso de Cuba, o a los más desta-
cados agentes de la traducción en esa historia. No tengo constancia de que Desiderio
haya traducido literatura de ficción, pero lo que hizo como traductor en materia de
teoría literaria bastaría para asegurarle un sitio propio en cualquier historia dedicada
a la traducción más ceñida al funcionamiento de los estudios literarios.
2 Y, aún más interesante, para conocer los motivos de esa labor sustentada por
un impulso altruista, ahí mismo él explicaba que: “yo no soporto la sensación de estar
leyendo un texto importante, interesante, sea en español y, más aún, en otro idio-
ma, mientras a mi alrededor críticos, investigadores, profesores, estudiantes y otros
interesados en el tema no tienen acceso al mismo. Y me duele no tener más tiempo
para darle a tanta gente todo lo extraordinariamente valioso del pensamiento teórico
cultural mundial que desconocen y necesitan, cada vez más” (León 2017: 5).
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Sánchez | El Martí de Desiderio, ¿sin lugar en los setenta?
3 Cf. Mateo y Leyva (2018) y Colón Rodríguez (2012). En el artículo de este último,
más allá del evidente sesgo político que lo caracteriza, se formulan varias observacio-
nes de mucho interés para dimensionar los alcances de la obra de Desiderio; a saber, la
clasificación de su “producción teórica [...] como una de carácter antineocolonialista,
nacionalista y de filiación marxista antiortodoxa” (22); o la asociación de su praxis tra-
ductora con “un activismo de resistencia hacia el exterior y de crítica hacia el interior
del país” (24).
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4 En el caso del artículo sobre la poesía de Nogueras, la primera vez que lo recoge
en libro su autor aclara que “se trata de una síntesis de un estudio más amplio en desa-
rrollo” (Navarro 1988: 35), pero, casi 20 años después, en su libro del 2007, ese artículo
vuelve a acompañarse de la misma aclaración en nota a pie: “se trata de una síntesis de
un estudio más amplio en desarrollo” (Navarro 2007: 293). Sería todo un regalo que
ese “estudio más amplio” se hubiera completado y fuera uno de los primeros compo-
nentes de la previsible obra póstuma de Desiderio.
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Sánchez | El Martí de Desiderio, ¿sin lugar en los setenta?
Del libro inédito no volvemos a tener noticias hasta nueve años después,
cuando esa parte suya —lo más probable, ya reforzada su autonomía— apa-
rece, fuera de Cuba, en un libro colectivo que reúne colaboraciones de un
congreso internacional en homenaje póstumo a Iuri Lotman celebrado en
España en 1995. Seis años más tarde, la revista digital Entretextos publica ese
fragmento autonomizado (que es la versión de la que he dependido para su
lectura); hasta que, por fin, a 34 años de su reconocimiento inicial, puede ya
leerse en Cuba como último capítulo de otro de los libros de Desiderio: Las
causas de las cosas (2006). De toda esa prehistoria editorial puede colegirse,
por lo pronto, que ni conocemos el libro entero, ni tampoco la versión origi-
nal de esa parte (capítulo) de este. Así que, aun cuando el libro corresponde a
la juventud de su autor (23 o 24 años tendría él cuando lo cierra para enviarlo
a concurso), lo que hemos tenido a la vista es una versión seguramente revi-
sada, además de comprimida, de ese libro.
De todos modos, no deja de ser curioso que, habiendo publicado varios li-
bros en Cuba antes de 2006, Desiderio no hubiera incluido en alguno de ellos
esa parte de su libro sobre la poesía de José Martí. ¿Por reorientación de
sus prioridades hacia nuevos intereses? ¿Por la escasa compatibilidad de ese
texto con los integrantes de cada uno de sus libros publicados en ese tiempo?
¿Debido a discordancias con el rumbo seguido por los estudios martianos
dentro de Cuba en todo ese lapso? Olvido, o pérdida de interés, no podría
aducirse, pues, sabemos, por el propio autor, que todavía a finales de la déca-
da de 1980 estuvo considerando retomar las gestiones para publicar ese libro.
Y en la década siguiente, desprendió una parte del artículo para presentarla
en el referido homenaje al investigador y teórico de la cultura Iuri Lotman.
La suerte editorial de ese libro podría atribuirse, en principio, a la de su
condición pionera: un estudio de carácter semiótico aplicado a la poesía de
José Martí. Casi medio siglo después sigue siendo infrecuente ese tipo de acer-
camiento a la obra martiana, sobre todo en verso. Pero ese dato no despliega
todo su valor hasta que se repara en las características de la época en que se
ejerce tal estreno en Cuba: inicios de la década de 1970, periodo que va a co-
nocerse como quinquenio (si es que no década) gris.5
5 El propio Desiderio ha contado cómo a él le tocó algún efecto del estreno de ese
periodo, de memoria tan ingrata en la historia reciente de la cultura cubana, cuando
una entrevista que él había hecho a Julio Cortázar fue retirada del número por impri-
mir de La Gaceta de Cuba, una vez que se supo que el escritor argentino había firmado
una carta de protesta ante el caso Padilla (cf. Navarro 2007: 312-313).
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nada hay en los textos poéticos del Apóstol, ni, por ende, en nuestra reconstruc-
ción del Sujet transpoemático martiano, de “una serpiente de fuego que viene de
los adentros de la tierra como consecuencia de una simbólica erupción volcánica”
[...], ni, mucho menos, de esa combinación oximorónica, intolerable en el sistema
poético martiano, del hombre-pájaro-serpiente, que le permitiría a Vitier ligar la
poesía de Martí con el mito de Quetzalcoátl, la Serpiente Emplumada (Navarro
2003: 26).
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Sánchez | El Martí de Desiderio, ¿sin lugar en los setenta?
que por el rigor intelectual” (Ette 1995: 255). Valga aclarar al respecto que el
estudio de Desiderio no pudo ser tenido en cuenta por el investigador alemán
debido a que hasta las fechas de su historia de la recepción martiana aquel
aún no había sido publicado.
Del trabajo de Vitier correspondiente a esa década, Ette concluye que “de-
dicó sus artículos de los años setenta a recalcar una y otra vez la línea histórica
de Martí a Castro y el Che Guevara; de ahí que enfatizara, en relación también
con el recurso de Martí a las raíces autóctonas de América Latina, que las
profecías martianas se habían cumplido históricamente con los logros de la
Revolución Cubana” (Ette 1995: 256).
Coincídase o no con Desiderio, es un hecho que su reclamo de cientifici-
dad (i.e., apego textual, coherencia metodológica, respeto a la lógica interna
de los estudios literarios) supuso, en sí mismo, una manera de desmarcarse
e intervenir con respecto a ciertos paradigmas de lectura y tratamiento de la
obra e imagen de José Martí vigentes por entonces.
Desde luego, ese posicionamiento no significa que el análisis mismo prac-
ticado por él fuera inmune a ciertos detalles que tampoco respaldan su so-
lidez, su precisión o algún otro beneficio de carácter científico. El que más
salta, entre ellos, es que no incluya referencias bibliográficas de los textos que
cita, analiza o comenta, exceptuados los artículos de Vitier y de Acosta. (Ni
siquiera del muy citado Iuri Lotman, Greimas, Jonathan Culler o Potebnia.)
Consecuencia primera y mayor de esa omisión es que no se sepa la edición
(o las ediciones) de la poesía de José Martí con la que él trabaja, aunque, por
la fecha del estudio, pareciera inevitable pensar en la edición de Obras com-
pletas, en 28 tomos, publicada por la Editora Nacional de Cuba entre 1963 y
1965, y en la cuestionada edición crítica de Versos libres, preparada por Ivan
Schulman (1970). Esa omisión de referencias bibliográficas —huella tal vez
de la pertenencia original del estudio a un libro, o quizá de su autorrecono-
cimiento genérico-discursivo como ensayo— afecta en particular al corpus
de poemas, pues, sabido que en no pocos casos ellos cuentan con más de una
versión, o algunos versos presentan variantes, en ningún caso puede saberse a
ciencia cierta por qué se ha preferido una u otra. Para hacerse una pronta idea
de la necesidad de esas precisiones, bastaría con recordar la alarma activada
por un artículo de Schulman (1971) desde su mismo título: “¿Poseemos los
textos auténticos de José Martí?: el caso de los Versos libres”.
Cuando se repara en la procedencia de las muestras versales citadas fue-
ra de párrafos (alrededor de 120), es inevitable advertir una preferencia de
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Bibliografía
Colón Rodríguez, Raúl Ernesto (2012). “Desiderio Navarro y la traducción de la
teoría crítica rusa en Cuba” <http://www.histal.net/wp-content/uploads/2012/08/
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doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24866
sobre las relaciones entre creación artística y poder, todo ello en el marco de
un conjunto de luchas culturales que tenían por objeto disputar el significan-
te de la cultura revolucionaria respecto de las interpretaciones restrictivas de
ella elaboradas por parte de la burocracia cultural. En el texto antologado,
Desiderio Navarro parte de dicha historización para elaborar una sugeren-
te teoría de la censura en cuanto discurso, ideología y concurso de prácticas
culturales, que no solo aporta líneas de reflexión fundamentales para pensar
en clave crítica la historia reciente de Cuba, sino que también puede ayudar a
pensar otros contextos, como es el caso del nuestro. Por cierto, este texto tam-
bién elabora una sugerente definición sobre lo que sería la crítica y el criterio
que puede ayudar a entender por qué el autor le dio ese nombre a su revista.
También de Las causas de las cosas, reproducimos “Unhappy Happening:
En torno a un rechazo en la recepción cubana del pensamiento francés sobre
la literatura y las artes”, que da cuenta del temprano interés de nuestro autor
por llevar a la vida cultural de Cuba el pensamiento estético y crítico interna-
cional y de la necesidad de una perspectiva ancha sobre la creación artística.
En efecto, se trata de una ponencia de 2002 construida parcialmente a partir de
una entrevista inédita de 1967 que Desiderio Navarro habría realizado al prin-
cipal teórico del happening Alain Jouffroy, y que luego habría entregado a La
Gaceta de Cuba para su publicación. Como ocurrió con una inmensa cantidad
de textos del autor, el texto fue censurado, por lo que no alcanzó a ser conocido
en forma impresa, pero probablemente sí circuló en forma mecanoscrita en
algunos de los múltiples círculos intelectuales y artísticos de la isla, cuya vigo-
rosa vida intelectual era sostenida por las intervenciones críticas de Navarro.
¿Qué habría pasado si esa entrevista se hubiera publicado y el arte de la
Revolución cubana de 1967 se hubiera encontrado con el happening de los
años sesenta? En abierta sintonía con lo que Boaventura de Sousa Santos
(2006) ha llamado “sociología de las ausencias”, y casi como si se tratara de un
texto de ciencia ficción, la ponencia de 2002 se presenta como una arqueo-
logía de un texto de 1967 que bien podría ser ficticio y que permite imaginar
un pasado distinto al que se tuvo en la isla (y por tanto, un futuro distinto
al que comparten el autor y su público), con lo que se produce una peculiar
hibridación entre teoría cultural y escritura de ficción que es típica de las
intervenciones de Desiderio Navarro y que sería desarrollada con enorme ra-
dicalidad en textos como Ella escribía poscrítica, de Margarita Mateo Palmer
(1995). Ese encuentro ficticio además ayuda a que el autor entregue una po-
tente lectura comparada de la crisis de la Modernidad en el espacio occidental
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Bibliografía
Mateo Palmer, Margarita (1995). Ella escribía poscrítica. La Habana, Casa Editora
Abril.
Rojas, Rafael (2017). “Breve historia de la censura en Cuba (1959-2016), La Razón,
28 de enero de 2017, <https://www.razon.com.mx/el-cultural/breve-historia-de-
la-censura-en-cuba-1959-2016/>, consultado por última vez el 16 de noviembre de
2020.
de Sousa Santos, Boaventura (2006). “La sociología de las ausencias y la sociología de
las emergencias: para una ecología de saberes”, en Reinventar la teoría crítica y re-
inventar la emancipación social. Encuentros en Buenos Aires. Buenos Aires, Clacso.
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En junio de 1961, en una célebre reunión con las personalidades más repre-
sentativas de la intelectualidad cubana de entonces, el Comandante Fidel
Castro formuló una frase que, por su brevedad, construcción y categoricidad,
funcionó, desde entonces hasta la fecha, como el resumen de la política cul-
tural de la Revolución: “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución,
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Un error teórico cometido por quien puede convertir sus opiniones en decisiones,
ya no es sólo un error teórico: es una posible medida incorrecta. Con medidas
incorrectas hemos topado, y ellas plantean, por lo pronto, un problema de con-
ciencia a un intelectual revolucionario, que no lo será de veras cuando aplauda, a
sabiendas de que lo es, un error de su revolución, sino cuando haga ver que se trata
de un error. Su adhesión, si de veras quiere ser útil, no puede ser sino una adhesión
crítica, puesto que la crítica es “el ejercicio del criterio”. Cuando hemos detectado
tales errores de la revolución, los hemos discutido. Así ha pasado no sólo en el
orden estético, sino con equivocadas concepciones éticas que se han traducido en
medidas infelices. Tales medidas fueron rectificadas, unas, y otras están en vías de
serlo. Y ello, en alguna forma, por nuestra participación. […] de alguna manera, por
humilde que sea, contribuimos a modificar ese proceso [la revolución]. De alguna
manera somos la revolución.5
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Hace poco me preguntaba en México Víctor Flores Olea por qué los intelectuales
cubanos no participaban sino excepcionalmente en las discusiones sobre proble-
mas de tanto interés como las referidas al estímulo material y al estímulo moral, a
la ley del valor, etcétera, asuntos que solían ser tratados por el Che, Dorticós y otros
[…]. La pregunta […], entre otras cosas, roza este punto: los intelectuales cubanos,
que han debatido lúcidamente sobre cuestiones estéticas, deben considerar otros
aspectos, so pena de quedar confinados en límites gremiales.6
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del intelectual en la esfera pública: “Se siente [en ellos] una gran urgencia por
ir ‘más allá del arte’ para abordar con él en directo los problemas de la socie-
dad, sin hacer la más mínima concesión artística.” Añadía que esos artistas
estaban “llevando adelante un cuestionamiento crítico muy serio de proble-
mas de nuestra realidad que, aunque se tocan en los pasillos, de rareza han
traspasado la oralidad para discutirse públicamente con todas sus letras.” Y
en una clara relación intertextual con la mencionada frase de Fidel, concluía:
“Por fuerte que resulte en su expresión, se trata de un cuestionamiento dentro
del socialismo y por el socialismo”.10
Todavía a mediados de 1989 Mosquera podía señalar: “Las artes plásticas
[…] constituyen ahora la tribuna más osada. Su crítica social analiza males
muy reales en busca de la rectificación.” Y menciona algunos de esos males:
“burocracia, oportunismo, autoritarismo, rectificación pero no mucha, pan-
cismo, centralismo antidemocrático...”.11
En relación con esa voluntad de crítica y discusión públicas se produjo en
los 80 una proliferación inaudita de espacios culturales de todo tipo: espacios
de exhibición, de publicación, de lectura, de discusión; espacios institucio-
nales y no institucionales; espacios privados y espacios públicos. Una inusi-
tada característica de muchos de esos nuevos espacios fue la apertura a la
intervención espontánea no revisada, autorizada y programada previamente
(por ejemplo, la lectura pública de textos no sometidos con días o semanas de
anticipación a diversas instancias culturales y políticas para su aprobación,
corrección o rechazo).
Por otra parte, esa actividad intelectual crítica se caracterizó por una
orientación, nunca antes vista, hacia lo no institucional y lo antiinstitucio-
nal. Frente a los constreñimientos de los espacios institucionales y sus usos
institucionales, desarrolló las siguientes estrategias:
10
Gerardo Mosquera: “Crítica y consignas”, La Gaceta de Cuba, La Habana, no-
viembre de 1988, p. 26.
11 Gerardo Mosquera: “Trece criterios sobre el nuevo arte cubano”, La Gaceta de
Cuba, junio de 1989, p. 24.
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negativo, sino simplemente de lograr que ese fenómeno, secreto a voces, sea
discutido colectivamente en la esfera pública. Por ejemplo, la existencia de
prostitución en Cuba fue uno de los grandes temas tabú: mientras a fines
de los 80 casi todo el pueblo sabía de su abierta y creciente existencia en
las calles, el discurso oficial seguía negando su existencia, y justamente del
medio intelectual surgió el artículo testimonial que sacó a debate público el
indeseable fenómeno. También gracias a la intervención de la intelectualidad
artística, algo semejante está ocurriendo en nuestros días con otro tema tabú:
la supervivencia del racismo en Cuba.
Conjuntamente o no con las antes mencionadas restricciones, al papel
crítico de la intelectualidad en la esfera pública se le fijan límites relativos
al dominio de acción de su competencia. Se afirma que la intelectualidad
no debe ocuparse de intervenir públicamente sobre problemas sociales no
estrictamente culturales o político-culturales, puesto que no es competente
para ello, carece del conocimiento teórico y empírico de la realidad social
concreta que es propio de los políticos profesionales y los “expertos” o “espe-
cialistas” en determinados problemas sociales.
Esta concepción, que refuerza y es reforzada a su vez por la ya señalada
falta de interés de muchos de los propios intelectuales en la crítica social
pública, dicta el perfil temático de las publicaciones culturales locales. Si se
comparan las revistas culturales cubanas con sus homólogas de la antigua
Europa del Este —por ejemplo, La Gaceta de Cuba con la soviética Literatúr-
naia Gazeta—, salta a la vista el carácter estrictamente artístico-cultural de
los temas abordados por las cubanas (salvo recientes excepciones), la ausen-
cia en éstas de temáticas sociales —como la ecología, la educación, la moral,
el modo de vida y, hasta hace poco, pero todavía presentes en grado mínimo,
la religión, la raza y el género.
Adicionalmente, a menudo se afirma que, ya en el dominio estrictamente
cultural, el intelectual debe ocuparse de intervenir críticamente sólo sobre
obras literarias y artísticas particulares, y no sobre las instituciones culturales
y sociales y su influencia en la producción, difusión y recepción de esas obras.
En momentos en que cada vez más teóricos y críticos no marxistas de todo el
mundo están reconociendo la esterilidad de una crítica “ergocéntrica” —esto
es, concentrada en las obras como si éstas estuvieran suspendidas en un vacío
comunicacional social— y la necesidad de investigar esas obras en el contex-
to de los procesos sociales de producción, difusión y recepción, en el seno del
socialismo cubano se llega a esperar de la crítica marxista, entre otras, que no
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12 [Adición de 2002] He hallado un solo caso en el que esa acusación habría es-
tado justificada: en la conclusión de su ponencia “El intelectual en la revolución”,
presentada en el Congreso Cultural de La Habana (1968) y publicada en RC – 5 (fe-
brero 29 de 1968), Ambrosio Fornet formuló con total explicitez lo que consideraba
toda una obligación del intelectual: “Y como no es posible detenerse y cada paso es
decisivo, como no hay más fórmula que una audacia y una insatisfacción permanen-
tes, el intelectual está obligado a ser el crítico de sí mismo y la conciencia crítica de
la sociedad” (p. 47).
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13
Jorge Mañach: Ensayos, Letras Cubanas, La Habana, 1999, pp. 32 y 33.
14
Pierre Bourdieu: La distinction: Critique social du jugement, Éditions du Mi-
nuit, París, 1979, pp. 361-362.
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19 “Tamizdat”, neologismo ruso, construido por analogía con “samizdat” a partir
de “tam” (“allá”) e “izdat” (apócope de “izdatelstvo”, “editorial”). Designa las ediciones
norteamericanas, euroccidentales, etcétera, de textos de autores soviéticos y de otros
países del bloque socialista que, por decisiones gubernamentales, no podían ser pu-
blicados en sus respectivos países de origen. (N. del A.)
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20 Bertolt Brecht: “Fünf Schwierigkeiten beim Schreiben der Wahrheit” (1935),
Schriften zur Literatur und Kunst, Aufbau-Verlag, Berlín y Weimar, 1966, tomo I, pp.
265-290.
21 Ponencia leída en el Encuentro Cuba-Francia sobre la recepción del pensa-
miento teórico francés en Cuba, celebrado en el marco de la XI Feria Internacional del
Libro, febrero del 2002. Publicada en La Gaceta de Cuba, La Habana, núm. 5, 2002,
pp. 21-25. La presente versión fue publicada en: Desiderio Navarro (2006), Las causas
de las cosas. La Habana, Editorial Letras Cubanas: 32-42.
22 Nota del 2002: Baste señalar que el texto “Sobre la puesta en escena” en el pro-
grama de La noche de los asesinos por Vicente Revuelta y Teatro Estudio, montaje
paradigmático de la vanguardia artística cubana de los 60, concluye precisamente con
las palabras: “El ‘happening’ nos ha sido útil.”
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saber si en tal o cual cultura se produjo una recepción, digamos, del roman-
ticismo o el naturalismo foráneos, como saber si no se produjo, si hubo indi-
ferencia o rechazo y por qué.
La disolución del sujeto creador individual en buena parte de la teoría y
la práctica artísticas europeas y norteamericanas de los años 60-80, ha sido
considerada por muchos y muy diversos investigadores y críticos uno de los
fenómenos que mejor señalan y caracterizan el paso de un período moderno
a un período postmoderno en la cultura occidental. Considero que también
en el pensamiento cultural y la producción artística cubanos de fines de los
60 a principios de los 80 se produjo un asalto al sujeto creador individual de la
estética y el arte modernos, y que también en ese pensamiento y producción
la Auflösung del sujeto humanista indica un profundo cambio periodizacio-
nal. Sin embargo, mientras que el postmodernismo, sobre todo con sus teo-
rías sobre “la muerte del autor” o sobre “la desaparición del yo” (Selflessness,
depthlessness), apuntó al autor individual como Dios Padre, origen y dueño
del significado único de la obra, o como subjetividad profunda que se exte-
rioriza en la obra, en la cultura cubana de esos tres lustros (68-83) el blanco
de los cuestionamientos fue el sujeto individual dotado y competente como
creador de la obra artística, o sea, la estética moderna del genio, del don na-
tural, del carisma, de la subjetividad única e insustituible.
La concepción estética y la práctica artística modernas del sujeto indivi-
dual dotado y competente como creador de la obra artística fueron cuestio-
nadas e impugnadas radicalmente por el discurso político-cultural, la teoría y
la práctica artísticas sobre todo a partir del Primer Congreso de Educación
y Cultura (1971). Múltiples fenómenos culturales que cristalizan entre 1970 y
1975 aproximadamente, a primera vista muy heterogéneos y hasta hoy día no
tratados conjuntamente, al ser analizados y comparados desde el punto de
vista de su relación con ese cuestionamiento e impugnación, dejan ver una
lógica global que hace del período examinado el más coherente —tristemente
coherente, es cierto— de la cultura cubana posterior al triunfo revolucionario
de 1959. Me refiero a fenómenos tan diversos como la exaltación teórica y la
aparición o el auge, en la práctica creadora, del género testimonial, el Teatro
Nuevo, el fotorrealismo, el papier maché, el arte naïf o primitivo, el folcloris-
mo, el arte de aficionados, la teoría del talento poético universal, etcétera. To-
dos esos fenómenos particulares constituyen —desde luego, entre otras co-
sas— diversas manifestaciones de una misma tendencia, anti-moderna pero
no-postmoderna, a la disolución del sujeto individual dotado y competente
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Por otra parte, como ya puede inferirse, el happening no exige ningún don
o talento especial, ni competencia o instrucción artística alguna.
¿Cómo se explicaría, pues, en el marco de la interpretación aquí expuesta,
que el happening, a diferencia del Teatro Escambray, haya sido rechazado tan
tajantemente y no, al igual que éste, lanzado como paradigma de creación
teatral?
En realidad, el happening impugnaba la ideología del sujeto creador in-
dividual, pero no propugnaba en lugar de éste, como el Grupo Escambray, la
teleología de un sujeto autoral colectivo único, resultante de negociaciones
entre investigadores e investigados, escritores e informantes, en las que, sin
intercambio de roles posible, los primeros son los profesionales del grupo
y los segundos el público local. El happening proponía el desalojo del Dra-
maturgo, Director o Actor como sujeto creador individual, pero con el fin
de que, en su lugar, aparecieran múltiples sujetos creadores individuales
—organizadores y asistentes— e interactuaran espontáneamente, dialoga-
ran libremente. De ahí que, para la ideología local orientada a la disolución
del sujeto creador individual, el happening no venía a resolver el problema,
sino a multiplicarlo. Sobre todo, porque ese diálogo de sujetos, según Lebel y
demás teóricos del happening, debía ser dejado a la improvisación y al azar,
debía “‘bajar a la calle’, salir del zoológico cultural, para enriquecerse, con lo
que Hegel llamaba, no sin humor, la ‘impureza de lo accidental’”. De ahí que
Lebel pudiera decir: “jamás sabemos dónde ni cómo termina un happening”.
Si, además, tenemos en cuenta que los happenistas estimulaban a los parti-
cipantes de los happenings a explicitar y transgredir los tabúes sexuales, y
los happenistas franceses, a diferencia de los estadounidenses (Allan Kaprow
et al.), también los tabúes políticos, podemos entender perfectamente que
la nueva teoría y práctica artísticas hayan sido rechazadas de plano —y más
enérgicamente que las otras novedades teatrales— por la ideología del Gran
Monólogo, que, paradójicamente anticarismática en la esfera del arte y caris-
mática en la esfera política, sitúa en esta última el Primer Motor de la cadena
de meros transmisores artísticos.
Sin embargo, en contra de lo que pudiera esperarse, el principal tema de
aquella breve entrevista inédita con Jouffroy no era otro que las limitaciones,
90
Navarro | El triunfo sobre la roca. Selección de ensayos
Mas, para los que se interesan en esta cuestión y que pueden preguntarse legítima-
mente: “¿Pero en nombre de qué decide él cuál es el buen happening, cuál el malo,
y cuál el muy malo?”, voy a tratar de responder. Para el espectador que, como todos
los espectadores, viene simplemente al espectáculo para sentir emociones, no hay
duda de que todos los happenings son muy malos, porque es muy raro sentir emo-
ciones en el momento en que se desarrolla un espectáculo en el cual uno es consi-
derado, a pesar de uno mismo, como un actor. Cada uno estima, en efecto, que el
espectáculo es una zona de la vida donde son los otros quienes actúan y no él mis-
mo. Para echar abajo una situación tan antigua, tan habitual, es evidentemente ne-
cesario encontrar el medio más eficaz de hacerlo, y lo que siento es que los pintores
y escritores que organizan happenings lo han convertido, a pesar de todo, en un
nuevo género en sí mismo, no piensan nada más que en hacer un bello happening,
en el que se puede reconocer de una manera demasiado flagrante las obsesiones y
los problemas de un solo individuo. Para trascender el problema individual de los
organizadores del happening, les convendría primeramente descubrir la ligazón
del problema individual con las obsesiones colectivas. Esta ligazón existe siempre,
y no sería materialista pretender que el problema de un solo individuo puede des-
unirse completamente del problema de la colectividad entera.
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De haber sido publicadas a fines de los 60, estas palabras, además de haber
influido tal vez en el destino cubano del happening —propiciando una apro-
piación crítica o una respuesta artística dialógica—, quizás hubieran ayudado
a algunos a comprender, a fines de los 80, por qué —en calidad de políticos
o de creadores— no debían proceder con el performance como procedieron
otros con el happening veinte años antes.
24
Ponencia leída el 21 de septiembre de 1982 en el Encuentro Teórico sobre el
Paisaje, organizado por la Dirección de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura.
Publicada en Unión, núm. 1, enero-marzo de 1983, pp. 101-119. La presente versión fue
publicada en: Desiderio Navarro (2007), A pe(n)sar de todo. Para leer en contexto. La
Habana, Editorial Letras Cubanas: 189-216.
25 Moiséi Samóilovich Kagan: Lektsii po marksistsko-leninskoi estetike, Izd-vo
LU, Leningrado, 1971, p. 357.
26 Cf. Dictionar de estetica general, Editura Politica, Bucarest, 1972.
27 M. S. Kagan, ob. cit., pp. 408-409; María Golaszewska: Zarys estetyki, Wydaw-
nictwo Literackie, Cracovia, 1973.
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principales rasgos tipológicos que posee la obra global del autor dado, y uno
de los cuatro grupos de nexos que forman ese círculo en el modelo de Sapego
es precisamente “la tipología genérica de la obra global en su relación con los
principios genéricos generales del arte de la época del artista, y también con
las condiciones de madurez, carácter tradicional y carácter innovador de la
forma genérica”.28
Antes de adentrarnos en la problemática genológica escogida, se impone
realizar aquí algunas precisiones y delimitaciones preliminares. Como es sa-
bido, las artes plásticas son una “familia de artes” que —según las concepcio-
nes actualmente dominantes— incluye la pintura, la gráfica, la escultura, la
fotografía artística, la arquitectura y ciertas especies de las artes aplicadas. En
esa bastante bien llevada “familia”, el paisaje —al igual que otros géneros de
la plástica (por ejemplo, la naturaleza muerta y el retrato)— tiene el peculiar
status de género múltiple: él existe como género en la pintura, en la gráfica y,
por último, en la fotografía artística. Aunque se pueden señalar casos aislados
de “paisaje esculpido” —por ejemplo, ciertas obras del arte hindú antiguo—,
no tenemos noticias de que tales “paisajes esculpidos” hayan llegado a cons-
tituir alguna vez un género escultórico independiente en cultura alguna. Así,
puesto que el paisaje ha existido como género de tres artes diversas, esta-
mos, en realidad, no ante un solo género, sino ante tres géneros distintos: el
paisaje pictórico, el paisaje gráfico y el paisaje fotográfico-artístico. Cada uno
de ellos tiene su propia estructura artística (condicionada por las técnicas de
representación de las respectivas artes) y su propia evolución histórica (con-
dicionada por la evolución general de las artes de que forman parte respec-
tivamente). Por ende, cada uno de ellos tiene derecho a su propia teoría y a
su propia historia. Sin embargo, no es posible dejar de ver que existen obvios
aspectos comunes a todos ellos (y también íntimos vínculos contactuales his-
tóricos, propiciados por esa comunidad de aspectos). Justamente la aprehen-
sión empírica de esas evidentes características compartidas determinó que se
los designara con el mismo nombre de “paisaje”. Por consiguiente, su común
carácter de “representación artística plástica de un fragmento de escenario
natural” nos autoriza a tratarlos como variedades de una determinada forma
supra-genérica —el “paisaje plástico”—, perteneciente a un tipo aún no bau-
tizado por la morfología del arte.
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Las escuelas ya muertas del paisaje […] pueden dividirse de una manera general en
septentrionales y meridionales: las escuelas holandesas, más o menos naturales,
pero vulgares; las escuelas italianas, más o menos refinadas, pero absurdas.30
30 John Ruskin: Los pintores modernos. El paisaje, trad. de Carmen de Burgos,
Prometeo, Valencia, [s. f.], p. 158.
31 Ibíd., pp. 134-154. (El subrayado es nuestro —D. N.)
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Max J. Friedländer: El arte y sus secretos (título original: Sobre arte y compe-
tencia en materia de arte), trad. de J. Bofill y Ferro, Edit. Juventud, Barcelona, 1949,
pp. 74-75.
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Pintura de género [Genre] es un término vago con límites inciertos, más fácil de
definir negativamente que positivamente. Todo lo que no sea de significación his-
tórica, religiosa o mitológica en un cuadro que trate del hombre y sus actividades,
todo lo que no esté caracterizado, exaltado o consagrado por el conocimiento, el
pensamiento o la fe, cae en la categoría de pintura de género.34
33 Cf. Kenneth Clark: Landscape into Art, John Murray, Londres, 1945.
34 Max J. Friedländer: Landscape. Portrait. Still Life, trad. de R. F. C. Hull, Philo-
sophical Library, Nueva York, 1949, p. 154.
35 Se trata de Das niederlandische Architekturbild, publicado en Halle, en 1908.
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Las tentativas de llegar a una opinión unánime acerca de cuándo un cuadro con
una representación de una ciudad deja de ser un paisaje por completo y devie
ne una pura vista de ciudad, hasta ahora no se han visto coronadas por el éxito. Las
proposiciones realizadas se han planteado como tarea separar ante todo ese tema
de los dominios afines: el paisaje y la veduta.36
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Pero la acción de las corrientes pictóricas sobre los géneros también se deja
ver en otras expresiones, aún no mencionadas aquí, de la historicidad de los
géneros. Nos referimos a la variación histórica de la jerarquía de los géneros
y a la formación y desaparición de las variedades genéricas en el marco de
éstos. Por razones de tiempo, examinaremos aquí sólo el primero de estos
fenómenos.
Los géneros pictóricos no se desarrollan de manera uniforme: el género
que en un período dado se halla en un primer plano y se muestra floreciente
e influyente, en otra época puede pasar a ocupar un puesto secundario, mar-
ginal. Ya en su tiempo, Max Friedländer, tan penetrante observador como
confuso ideólogo, se dio cuenta de las profundas diferencias existentes entre
37 Claude Lévi-Strauss: Arte, lenguaje, etnología. Entrevistas con George Char-
bonnier, trad. de F. González Aramburu, Instituto del Libro, La Habana, 1970, pp. 65-
66. Cf. Pierre Francastel: Études de sociologie de l’art, Denoël, París, 1970, pp. 201 y ss.
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Hubo un tiempo en que las categorías de la pintura entraban en algo así como una
escala de valores, con el cuadro histórico y el cuadro devoto en la cima, el cuadro
de género y el retrato más abajo, y la naturaleza muerta y el paisaje en el fondo.
Este orden de rango se ha derrumbado. Se han hecho esfuerzos espasmódicos e
infructuosos para resucitar el cuadro histórico y el devoto; el cuadro de género,
divertido o lleno de sentimiento, es mirado con desconfianza. Hablando rigurosa-
mente, lo que permanece como lo mejor y lo más altamente apreciado en el arte
contemporáneo es el retrato o el grupo a la manera de retrato, la naturaleza muerta
y el paisaje.38
38 Max J. Friedländer: Landscape..., ob. cit., p. 11. (Desconocemos la fecha exacta
de aparición del original en alemán.)
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Cuando pintes paisajes (...) concede diez pies a las montañas, un pie a los árboles,
una pulgada a los caballos y un décimo de pulgada a las figuras humanas (...) Las
nubes cubren la mitad de las montañas, las cascadas cubren parte de las rocas, los
árboles cubren las torres y los pabellones, y las figuras humanas cubren los cami-
nos (...) éstos son los métodos de la pintura. Una escena matutina es representada
por mil montañas que brillan en el alba con ligeras neblinas, y un atardecer se logra
mostrando el sol poniente detrás de las montañas.40
39 Chiang Yee: The Chinese Eye. An Interpretation of Chinese Painting, 2a ed., In-
diana University Press, Bloomington y Londres, 1970, p. 163.
40 Citado según Chiang Yee: ob. cit., pp. 162-163.
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Los paisajistas elegantes que seguían tomando a Claudio por modelo, pusieron
en juego un gran número de recursos, con ayuda de los cuales cualquier aficio-
nado podía componer un verdadero cuadro sumamente agradable. Un árbol
sugestivo en el primer término serviría como violento contraste de las distantes
perspectivas que se abrían sobre la parte central. Las gamas de color se elaboraban
primorosamente. Los colores calientes, con preferencia las tonalidades pardas y
doradas, debían estar en el primer término; los fondos debían diluirse en tintas
de azul pálido. Existían recetas para pintar las nubes, y recursos especiales para
reproducir las cortezas de los robles nudosos.41
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Navarro | El triunfo sobre la roca. Selección de ensayos
45 “Le paysage a-t-il encore sa place dans la peinture actuelle?”, en Connaissance
des Arts, París, febrero de 1963 (véanse en particular las respuestas de Henry Ga-
ly-Charles y François Mathey en las pp. 73 y 75, respectivamente). Ya por 1946, Muka-
rovský habló de la posible lectura de ciertos cuadros abstractos como “alusiones a de-
terminadas realidades”, y señaló, como ejemplo, que una mancha de color azul celeste,
si estaba situada en la parte superior de la superficie de un cuadro abstracto, podía
devenir portadora del significado “cielo” —o del significado “superficie del agua”, si se
hallaba en la parte inferior de aquélla— (“O strukturalismu”, en J. M.: Studie z estetiky,
2a ed., Odeon, Praga, 1971, pp. 152-153). Por su parte, en 1958, Ingarden también habló
de cuadros de tendencia abstracta ante los cuales uno empieza a ver involuntariamen-
te “ciertas cosas inusuales (algo así ‘como si’ fueran flores, plantas, piedras, etc.)”, pero
subrayó que en ese caso se trata de cierta especie de “carácter semiabstracto” del cua-
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dro, que puede hasta tener ciertos encantos, pero, a pesar de eso, hace que el cuadro
deje de ser abstracto sensu stricto” (“O tak zwanym malarstwie abstrakcyjnim”, en R.
I.: Studia z estetyki, PWN, Varsovia, 1970, t. 3, p. 196).
46 E. H. Gombrich: Art and illusion, Phaidon Press, Londres, 1972, p. 41.
47 Iu. M. Lotman y B. Uspenski: “USLOVNOST’ v iskusstve”, en Filosofskaia en-
tsiklopediia, Sovetskaia Entsiklopediia, Moscú, 1970, t. 5, p. 288.
48 Umberto Eco: La struttura assente, ed. cit., pp. 145-148. Más adelante (pp.
160-161), al referirse a las configuraciones visuales anicónicas de la pintura abstracta-
geométrica y abstracta-informal, Eco menciona otras dos clases de códigos: los mate-
mático-geométricos y los microfísicos.
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51 Marc Eli Blanchard: “On Still Life”, en Yale French Studies, New Haven, núm. 61,
1981. Allí anuncia el autor la próxima aparición de su artículo “Natures mortes: pour
une théorie de la désignation en peinture”, en Communications, 1981.
52 Antonio Banfi: “La naturaleza muerta”, en A. B.: Filosofía del arte, Ediciones
icaic, La Habana, 1967.
53 Jorge Mañach: Paisaje y pintura en Cuba (conferencia leída en el Círculo de Be-
llas Artes de Madrid, el 22 de octubre de 1957, con motivo de una Exposición de Paisa-
jes Cubanos), Madrid, 1957, p. 17.
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54 Jorge Mañach: Paisaje y pintura en Cuba (conferencia leída en el Círculo de Be-
llas Artes de Madrid, el 22 de octubre de 1957, con motivo de una Exposición de Paisa-
jes Cubanos), Madrid, 1957, p. 17.
55 Ibíd., p. 18.
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Documentos | Documents
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24867
Resumen: Nota preliminar que introduce a la carta que Luis Rogelio Nogueras
escribió a Desiderio Navarro en febrero de 1985, a partir de algunas
reflexiones sobre la intertextualidad y el juego en su poesía.
Palabras clave: Luis Rogelio Nogueras, Desiderio Navarro, intertextualidad, poesía
Abstract: Preliminary note that introduces the letter that Luis Rogelio
Nogueras wrote to Desiderio Navarro in Febrary 1985, based on some
reflections on intertextuality and games in his poetry.
Keywords: Luis Rogelio Nogueras, Desiderio Navarro, intertextuality, poetry
1 La carta fue publicada como parte del dossier “Todos tenemos criterios”, en La Ga-
ceta de Cuba, núm. 5, sept.–oct. de 2017: 14, y como tributo a ambos escritores en <https://
neva.cubava.cu/2017/12/19/una-carta-de-wichy-el-rojo-para-desiderio-navarro/>,
consultado por última vez el 18 de septiembre de 2020.
2
El artículo está firmado con fecha 16 de octubre de 1985; fue galardonado en
1988 con el Premio Nacional de Crítica Literaria “Mirta Aguirre” y publicado en 1986
en el número 154 de Casa de las Américas. Ahí especifica que se trata de la síntesis de
un estudio más amplio que está en desarrollo (N. del A. 2007: 293).
114
Nogueras | Carta a Desiderio Navarro
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Bibliografía
Belda, Ismael. “Lectores contra el monstruo: el periplo de Finnegans Wake”, Revista
de Libros. Segunda época, en <https://www.revistadelibros.com/articulo_impri-
mible.php?art=5347&t=articulos>, consultado por última vez el 20 de septiembre
de 2020.
5
Son tantas las referencias y alusiones que, en 1974 James S. Atherton, publicó
una edición revisada de su libro Books at the Wake: A Study of Literary Allusions in
James Joyce’s Finnegans Wake, donde recopiló gran parte de ellas. También existe
el sitio web Finnegans Wake Extensible Elucidation Treasury (fweet.org), donde se
concentra la mayor cantidad de referencias, alimentado por estudiosos y lectores
que proponen notas a los administradores del sitio (cf. Vázquez 2017).
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Nogueras | Carta a Desiderio Navarro
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 113-118
Quejido Desiférreo
Tu admirador sincerlo.
L. R. Nogales.
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Diversa | Diverse
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24868
Leonarda Rivera
Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Filosofía y Letras
leonardarivera@filos.unam.mx
orcid.org/0000-0002-1301-4829
Resumen: Desde sus orígenes en el teatro del Siglo de Oro, don Juan ha sido
visto como “un símbolo del placer carnal”. El don Juan del siglo xvii es
una máscara de la fiesta barroca, donde el sexo y la muerte aparecen
entrelazados. Este artículo analiza la relación entre el tema de la
muerte y el sexo como pilares de la historia de don Juan, como dos
caras de la misma moneda: El burlador de Sevilla encarna el instinto
sexual y el Convidado de piedra, la muerte.
Palabras clave: Culto a la Muerte, barroco, Convidado de Piedra, don Juan, voluptas
carnis
Abstract: Since its origins in the Theater of the Golden Age, Don Juan has been
seen as “a symbol of carnal pleasure”. The seventeenth-century Don
Juan seems to be a symbol of the baroque festival, where sex and death
appear interwined. This paper analyzes the relationship between
sexuality and Death as pillars in don Juan’s story. Both embody two
faces of the same coin: The Trickster of Seville embodies the image
of sexual instinct and The Stone Guest “the Death”.
Keywords: Cult of Death, Baroque, The Stone Guest, don Juan, voluptas carnis
Cuando a finales del siglo xix en Así habló Zaratustra (Also sprach Zarathus-
tra, 1883), Friedrich Nietzsche escribe “permaneced fieles a la Tierra /bleibt
der Erde treu” (2009: 43), en realidad no estaba haciendo otra cosa que reafir-
mar la belleza que entraña lo terrenal, esa belleza imperfecta y efímera que
en otro tiempo había sido condenada por la filosofía platónica. El filósofo
alemán se arrodilla ante la belleza que entraña un mundo sin Dios.1
Pero antes de Nietzsche, en la tradición occidental, en el umbral de lo que
conocemos como Modernidad, el don Juan barroco también había gritado a
su manera: “Permaneced fieles a la Tierra”. Y es que el don Juan que irrumpe
en los teatros de los Siglos de Oro no solo constituye “la respuesta más violen-
ta contra el culto a la muerte instaurado victoriosamente entre los siglos xvi y
xvii” (Macchia 1998: 13),2 sino que es también la imagen de la celebración de
la vida en su sentido más básico: el instinto sexual.3
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
Hay que subrayar que este don Juan, sin importar si salió de la pluma de
Tirso de Molina o de Andrés de Claramonte,4 “no solo simboliza el triunfo
del cuerpo sobre el alma, sino también la primacía de la sensualidad sobre
lo espiritual” (Méndez 2000: 131). Don Juan es un personaje que solo podía
nacer en una cultura tan religiosa y obsesionada con la muerte como fue la so-
ciedad española de la Contrarreforma. Fernando de la Flor nos ha enseñado
cómo en el siglo xvii, mientras Descartes descubría, casi de manera religiosa,
la autonomía del yo “que piensa por sí mismo”, y que estará en la base de la
ciencia moderna, los intelectuales del barroco hispano, así como el pueblo
en general, vivían obsesionados por la vanidad de todo y por la fugacidad de
la vida (cf. 2002: 71-73). Y es que la muerte parece ser la gran protagonista del
barroco español, y junto a ella, el sentimiento de la nada y el fracaso de toda
empresa humana en la Tierra: “La calavera aparece representada obsesiva-
mente en todos los registros de la época” (De la Flor 2002: 71).
En sus estudios sobre la cultura del barroco, José Antonio Maravall tam-
bién ha mostrado que la conciencia de finitud y el sentimiento de la nada
aparecen mezcladas, casi confundidas, con la conciencia de crisis de la épo-
ca: “la conciencia social de crisis que pesa sobre los hombres en la primera
mitad del siglo xvii suscita una visión del mundo en la que halla expresión
el desorden bajo el que las mentes de la época se sienten abnegadas. Son
hombres tristes, como alguna vez los llamó Lucien Febvre” (Maravall 1975:
309). La cultura del barroco es una cultura de la crisis. Aquellos hombres que
se habían sentido casi semidioses en el Renacimiento de pronto despertaron
en los infiernos del mundo barroco. Tras los descubrimientos y avances que
supuso el Renacimiento, sobre todo el protagonismo que adquirió el hombre
en la esfera de la creación, en los siglos siguientes aparece la conciencia del
pecado. La figura misma del hombre renacentista de pronto formará parte de
la población que estará bajo sospecha. Por otro lado, aparecen una serie
de cambios, convulsiones, que ocurren en un periodo breve. Para el hombre
medio, este giro tan abrupto generó un sentimiento de pérdida, de extrañeza,
pero, sobre todo, agravó su conciencia de finitud. A esto hay que agregar, en el
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 121-134
contexto de España, “la aparición de las cuatro grandes pestes, cuyas pérdidas
por algunos historiadores han sido calculadas en tan elevados porcentajes:
sobre una cuarta parte de la población. […] El seiscientos es una época trági-
ca. […] El Barroco parte de una conciencia del mal, del dolor” (Maravall 1975:
309, 310). Había, pues, un sentimiento generalizado de que la vida del hom-
bre en la tierra es prácticamente nada. Uno de los emblemas más conocidos
de Juan de Borja, en su libro Empresas morales, justo tenía como mote Homi-
nem te esse cogita, “recuerda que eres hombre”, recuerda que eres finito, que
tu vida sobre la Tierra es prácticamente nada comparada con la eternidad.
En su libro Era melancólica. Figuras del imaginario barroco, Fernando de
la Flor recupera un frontispicio anónimo del siglo xvii, en el que aparece una
cruz con el título “caminos del (sic) nada”, la cruz está dividida en cuatro
secciones en su forma horizontal, y en siete en su forma vertical. Cada una
de las secciones tiene un verso inscrito: “No desees nada - No pidas nada - No
busques nada - No quieras nada”. Los otros son poco visibles, pero nos dan
una idea del pesimismo que impregnaba el imaginario de la época.
Si revisamos la literatura del Siglo de Oro, la conciencia de muerte atra-
viesa a todos los grandes autores de la época. Muerte y melancolía definen a
los grandes personajes. En la tradición protestante pensemos por ejemplo en
Hamlet, y dentro de la tradición católica en don Quijote de Cervantes, quien,
por cierto, no solo asume el apodo “el Caballero de la Triste figura”, sino que
al final del segundo libro termina muriendo de melancolía.5 De Baltasar Gra-
cián voy a citar un solo fragmento de El Criticón (1998), donde aparece justo
la conciencia de la muerte:
5 Hay que recordar que, en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, ca-
pítulo lix “Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aven-
tura, que le sucedió a don Quijote”, hay una escena emblemática: están don Quijote
y Sancho en medio de la oscuridad, a orillas de un camino, después de haber sido
atropellados por una manada de toros. Es una de las primeras veces donde se asoma
el despertar trágico. “Come, Sancho amigo —dijo don Quijote—: sustenta la vida, que
más que a mí te importa, y déjame morir a mí a manos de mis pensamientos y a fuer-
zas de mis desgracias. Yo, Sancho, nací para vivir muriendo y tú para morir comiendo”
(Cervantes 2004: 996).
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
… Morirás. Desde que nací lo sé, por eso lo espero y no lo temo. Morirás. No dices
bien: di que acabaré de morir y acertarás, pues con la vida empecé la muerte. Mori-
rás. Me dices lo que sé y callas lo que no sé, que es el cuándo. Morirás (2008: 3, 4).
El triunfo de la muerte sobre la vida es pues, uno de los tópicos del barroco
que persistirá hasta bien entrado el siglo xviii (cf. González 2003: 137) todavía
en el barroco hispanoamericano, en el Políptico de la muerte6 aparece uno de
los poemas más representativos de la cultura del barroco, que acompaña a
una serie de elementos propios de la iconografía de la época:
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 121-134
Oh naturaleza fiera!
Oh pensión dura, Oh heredad!
Relox, que en velocidad
Excedes a el mismo viento,
Y en el tiempo de un momento
Das paso a la eternidad.7
7 Véase la reproducción a color del cuadro en Andrea Montiel López, “El Polípti-
co de la muerte: un compendio para el bien vivir en la Nueva España del siglo xviii”,
Vita Brevis. Revista electrónica de estudios de la muerte: Ideas de la muerte en México,
II, núm. 4 año 3 (2014) enero-junio, en <https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/
islandora/object/articulo:14811> (consultado por última vez el 9 de marzo de 2020).
8 En la ̒Introducción̕ a la antología El mito de don Juan, Carmen Becerra detalla
cómo los patios y los edificios donde se representaban las obras más populares del
siglo xvii el público se distribuía por estratos sociales: “La zona más barata daba ac-
ceso a una zona libre para los espectadores a pie; para los de más categoría social que
podían pagar una entrada más cara, se destinaban gradas y bancos; para los nobles
se reservaban los aposentos, semejantes a los palcos modernos, ubicados sobre los
callejones laterales. El escenario se situaba al fondo, elevado y cubierto por el techo”
(2019: xvi).
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
No hay que olvidar que la Contrarreforma puede verse también como una
cultura de la sospecha. Todo mundo podía ser sospechoso y estar bajo la
mira de la Santa Inquisición. “La religión es ahora la norma de vida, guía
la conducta y la moral civil de las gentes. El miedo al contagio de la herejía
provoca que los españoles se encierren en sí mismos […]. El Santo Oficio se
erige en la salvaguarda de la doctrina (Índice de libros prohibidos)” (Bece-
rra 2019: xiii). El problema era que la religión condenaba, dirigía eternas e
inútiles invitaciones al arrepentimiento, pero no garantizaba, en términos
reales, aquello que los hombres tendrían después de morir. Al público que
participaba de la puesta en escena de una obra como El burlador de Sevilla,
no le quedaba otra cosa más que disfrutar del goce de don Juan. Además,
en su mayoría, nunca podrían acceder al tipo de placeres que escenifica ese
hombre que parece casi un semidiós griego, que siempre sale victorioso de
cada encuentro, que puede contra todos, que destruye y queda impune; para
el que parece no haber institución terrenal que pueda castigarlo. El públi-
co gozaba, en una especie de catarsis, incluso cuando el personaje mataba,
porque en el fondo el público sabía que no participaría de la condena del
pecador, pero sí del disfrute.
El don Juan barroco nos recuerda pues a ese Nietzsche del siglo xix gri-
tando “permaneced fieles a la Tierra”; totalmente arraigado al mundo. Al
don Juan barroco no le inquietan las promesas o los castigos del más allá. Su
siempre “tan largo me lo fías” aparece como un escudo contra todo lo que no
pertenece a la Tierra. Don Juan, a diferencia de otras figuras que marcan el
inicio de la Modernidad, como Fausto, no necesita del diablo para obtener lo
que desea. Hay que recordar que el Fausto barroco, además de pedirle a Me-
fistófeles una serie de deseos relacionados con la magia y el conocimiento, en
algún momento le plantea la posibilidad de enamorarse, de compartir su vida
con alguien; Mefistófeles reacciona inmediatamente a eso, y para disuadir a
Fausto, le otorga un harén de mujeres hermosas con las que el mago realizará
orgías. Obviamente estas mujeres en realidad son demonios.9
Dentro de la tradición española del Siglo de Oro, también existe el tema
del pacto con el diablo. Solo que a diferencia de lo que ocurre en la tradi-
ción fáustica protestante, donde el pacto siempre tiene un objeto u objetivo
9 La versión que se menciona aquí es la del siglo xvi, editada por Johan Spies.
Cf. Anónimo, Historia del doctor Johann Fausto, trad. Juan José del Solar. Barcelona,
Siruela, 2004.
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Otra obra, al parecer anterior pero que se representó hasta 1629, La gran
columna fogosa, San Basilio Magno, de Lope de Vega, narra la historia de un
sirviente llamado Proterio que se enamora perdidamente de su señora, Anto-
nia, una dama que no solo posee una buena posición social, sino que además
ha decidido entregarse a la vida conventual. La desesperación de Proterio lo
lleva a pactar con el demonio.
Casi en los mismos años en los que sale la primera edición que se conoce
de El burlador de Sevilla (1630), atribuida a Tirso de Molina, circuló también
una obra de Calderón de la Barca que aborda el tema del pacto con el diablo:
El mágico prodigioso (1637). Su protagonista, Cipriano, también vende su
alma al demonio para poder seducir a Justina:
Ya rendido y ya sujeto
A penar y padecer,
Por gozar a esta mujer
Diera el alma (vv. 1196-1199)
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
Como se puede ver, el elemento que une a estas tres obras es que el pacto
con el diablo siempre está relacionado con la lujuria. Los pactantes con el
diablo, dentro de la tradición española, no persiguen un fin trascendental
como el Fausto de la tradición protestante. El pactum cum diabolo contraha-
tur tiene como motivo la concupiscentia carnis. La atracción de una mujer,
en principio imposible, es lo que lleva a los personajes como don Gil, Prote-
rio o Cipriano a buscar la intervención del demonio. De pronto ellos se dan
cuenta de su impotencia: por sí mismos no pueden obtener a la mujer que
desean. Por sí mismos no pueden saciar sus deseos, aunque estos sean deseos
primarios, pues no pretenden un conocimiento absoluto, ni secretos sobre la
naturaleza o la divinidad. Sus deseos están atados a lo terrenal; permanecen
fieles a la Tierra, solo que, a diferencia de don Juan, estos no pueden llevar a
cabo sus empresas por sí mismos. De hecho, son una especie de contraejem-
plos de don Juan. Proterio es un esclavo, es consciente de que su deseo por
Antonia no va a prosperar, no puede seducirla, ella ni siquiera lo mira. Don
Gil, por su parte, quiere gozar de la hermana de Lisarda. Ella, al igual que
Antonia ha decidido entregar su vida a Dios. La diferencia es que don Gil es
un fraile converso, que por la tentación del demonio deshonra a Lisarda, y
también quiere poseer a Leonor, quien huye de todo intento de seducción. La
única salida que encuentran estos seductores fallidos es acudir al demonio.
Vemos, pues, que estos personajes, tan hijos de la Contrarreforma, lo único
que quieren es gozar de la carne; ninguno aspira a nada trascendente; en esto
son muy parecidos a don Juan. No tiene sentido hablar de otra vida si no se ha
podido gozar la que se tiene.
Desde sus orígenes en el teatro de los Siglos de Oro, don Juan ha sido “un
símbolo del placer carnal” (Méndez 2000: 133); cuando alguien pronuncia
su nombre, inevitablemente pensamos en la voluptas carnis. Mucho antes
de que se introdujera la conversión, el arrepentimiento y la seducción (siglo
xix) en la historia de don Juan, uno de los pilares que sostenía el discurso era
el instinto sexual escenificado por el personaje. ¿Cuál era el otro pilar? La
muerte.
En Vida, aventuras y muerte de don Juan, Giovanni Macchia nos dice que
en el siglo xvii don Juan nace del gusto por la muerte (cf. 1998: 13). La con-
ciencia de muerte, tan presente en el mundo barroco, fue sustancial para
la aparición de un personaje en el que aparecen hermanados el placer y la
muerte. “Sexo y muerte. Eros y Thánatos, manifiestan su unidad en la figura
de don Juan” (Méndez 2000: 133).
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
En su libro Tras las huellas de don Juan. Por el norte de África y la Grecia clá-
sica (2018), Óscar Abénojar documenta centenares de versiones del cuento de
la calavera ofendida. En la mayoría de las versiones hay algo que persiste: un
joven se burla de un cadáver y lo invita a cenar a su casa. En otras versiones, lo
invita a su boda. En todas, el convidado acude a la hora acordada y se sienta
en la mesa del anfitrión, causando gran miedo entre los otros convidados, o
haciendo que el joven protagonista se vuelva presa del terror. En casi todas
—nos dice Abénojar— cuando llega el momento de irse, el muerto le de-
vuelve la invitación, pero ahora el convite tendrá lugar en el cementerio o en
la iglesia. Hay que recordar que antes los cementerios se situaban en el atrio
de las iglesias o dentro de ellas. En la escena final, el joven imprudente será
objeto de un escarmiento por haberse burlado de los muertos (cf. 2018: 7, 8).
Existen varios estudios y monografías sobre los orígenes del mito de don
Juan y sobre las diferencias y semejanzas que tienen sus personajes con los
protagonistas de otras obras del Siglo de Oro. No voy a sintetizar sus conteni-
dos, pero sí a mencionar Los orígenes poéticos de El burlador de Sevilla y Con-
vidado de piedra (1908), de Víctor Said Armesto, que, aunque fue publicado
a principios del siglo xx, sigue siendo imprescindible para los interesados en
el tema, y también, de Francisco Márquez Villanueva, Orígenes y elaboración
de “El burlador de Sevilla” (1996).
Lo que aquí me interesa son las formas de representación simbólica de
la muerte que acompañan al primer don Juan. En principio, hay dos esce-
nas fundamentales del convite; la primera, cuando la estatua de don Gonzalo
acude a la cita, y la otra, cuando la estatua le regresa la invitación, abriendo
un segundo convite, pero ahora en el cementerio. Eso anuncia que en el cierre
de la obra la verdadera protagonista será la muerte.
En Los orígenes poéticos de El burlador de Sevilla y Convidado de piedra,
Víctor Said Armesto ya señalaba que el eje de toda la leyenda de don Juan, el
centro donde convergen todos los radios de ficción es el convidado de piedra
(cf. 1908: 96). Don Juan no existe sin la aparición de esa estatua, fantasma,
diablo, que irrumpe al final de la obra para arrastrarlo a los infiernos. Pero
tampoco existe sin la concupiscentia carnis. En El burlador de Sevilla y Con-
vidado de piedra la muerte y el placer carnal se encuentran cara a cara. Son
los grandes protagonistas que circundan y dan cuerpo a un personaje que
salta de un escenario a otro “desafiando las leyes del honor y la obediencia
que debe a sus superiores en el orden familiar y social, desafía además a Dios,
alzándose como eje vector de su propia ley y orden” (Egido 1988: 37).
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Rivera | Don Juan y las formas de representación simbólica de la muerte
Por eso hay que disfrutarlas, no importa que el disfrute sea momentáneo.
No importa perder el alma por toda la eternidad si por un instante seremos
felices y completos en la tierra. El don Juan barroco es, pues, una metáfora
de la existencia estética. De haber podido, habría gritado igual que Nietzsche
“Permaneced fieles a la Tierra”, pero él no llega a la reflexión. Le falta la pa-
labra, el buen discurso. Y es que el primer don Juan, como lo verá siglos más
tarde Sören Kierkegaard, no puede “definir” la existencia estética, pero sí la
escenifica, la encarna.
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133
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Leonarda Rivera
Doctora en Filosofía por la unam. Profesora de asignatura en la Facultad de Fi-
losofía y Letras de la misma institución. Realizó una estancia posdoctoral en el
Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la
unam. Forma parte del proyecto de investigación “Narrativas en transición: Fi-
losofía, literatura y ciencias sociales hacia la construcción de un Estado demo-
crático” (SI1/ PJI/2009-00307) de la Universidad Autónoma de Madrid. Tam-
bién participó en el proyecto dgapa-papitt IN404016 “Crisis de la Escolástica,
humanismo del Siglo de Oro español y su influencia en México”. Actualmente
es miembro del Sistema Nacional de Creadores.
134
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24869
La Brevísima:
el fantasma y el árbol del crimen
The Brevísima:
The Ghost and The Tree of Crime
Resumen: Este trabajo ensaya una aproximación a la obra más radical de fray
Bartolomé de Las Casas —la Brevísima relación de la destrucción de las
Indias— a través del sistema y la escritura del Marqués de Sade, y en
particular a la luz de la lectura que hace de ella Roland Barthes en su
libro Sade, Fourier, Loyola. Dicha iluminación coloca, paradójicamente,
a Las Casas en la parte oscura de una tradición que se confunde con
la llamada “leyenda negra”, y puede definirse con el título que Barthes
inicialmente dio a su ensayo: “El árbol del crimen”. Este trabajo sobre el
crimen, la puesta en escena y la crueldad se arraiga profundamente en
el Barroco, y muestra a su vez múltiples conexiones con las técnicas de
la imagen y la imaginación de Ignacio de Loyola.
Palabras clave: Las Casas, Marqués de Sade, Roland Barthes, Conquista, crueldad
Abstract: This work essays an approach to the most radical work of fray
Bartolomé de Las Casas —A Short Account of the Destruction of the
Indies— through Sade’s writing system and, particularly, through the
enlightenment of Roland Barthes’ reading in his book Sade, Fourier,
Loyola which paradoxically places Las Casas in the dark side of a
tradition often confused with the so-called “black legend” that can
be defined by the title Barthes initially gave to his essay: “The Tree of
Crime”. This work about crime, mise-en-scene and cruelty is deeply
rooted in the Baroque, and also shows its multiple connections with
the techniques of the image and imagination of Ignacio de Loyola.
Keywords: Las Casas, Marquis de Sade, Roland Barthes, Conquest, cruelty
1 La acusación forma parte, por ejemplo, de la larga letanía de estigmas arroja-
dos por Menéndez Pidal en dos textos que “diagnostican” psiquiátricamente la “doble
personalidad” del fraile dominico (Menéndez Pidal 1957 y 1963). Sobre este punto, cf.
“Psycopathia lascasiana: un ̒delirio paranoico̕ ” (Flores 2021a).
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Hasta qué punto o de qué modo puede decirse algo similar de Las Casas es
algo que podría explorarse. Pues, si se aplica al autor el papel de “escenógra-
fo”, puede pensarse la Brevísima como un escrito fragmentado, proliferante,
diseminante y, en suma, atravesado —o agujerado— por el vértigo, la disper-
sión y la destrucción. Parece más difícil sostener, en un polemista como el
fraile dominico, la postura de un escritor de combate que, justamente, podría
definirse como ideológico y doctrinario. Y, sin embargo, no es tan extraño
decir que, más allá del escándalo sin término suscitado por su obra, y en par-
ticular por la Brevísima relación, hay en ella en efecto un exceso que desborda
su lectura histórica, social o psicológica, desde cualquier perspectiva que se
asuma, sea la de un perpetuado orden colonial amenazado por ella, o la del
“defensor de los indios”; la del agente responsable del tráfico de esclavos afri-
canos en tierras amerindias; o la del antiguo encomendero que, convertido,
pone en juego su vida y toda su potencia intelectual para enfrentarlas al poder
de encomenderos y conquistadores. Y no es que haya que actuar como si esos
elementos no existieran o no intervinieran en la génesis de sus escritos; pero
estos sin duda los desbordan, los sitúan más allá de sus fines, más allá de la im-
plementación de “nuevas leyes” y de la supresión de las antiguas: son un exce-
so en su despliegue vital, un exceso que podría llamarse: teatro de la crueldad.
No es mucho lo que Barthes apunta sobre el vínculo de Sade —y los filó-
sofos de la Ilustración— con el colonialismo. Solo dice que “el viaje sadiano
no enseña nada”, que “la diversidad de las costumbres queda relegada a la
disertación”, que se viaja solo con el fin de “encerrarse” y que “siempre se trata
de la misma geografía, la misma población, las mismas funciones; lo que im-
porta no es recorrer contingencias exóticas, sino la repetición de una misma
esencia, la del crimen” (Barthes 1997: 25). No hay exotismo en Sade ni en Las
Casas, y es que la distancia tiene por objeto “aislar, proteger la lujuria [o las
pasiones] de los recursos punitivos del mundo” (25), como en el castillo de
Silling, o como en la Brevísima relación. Lo presume uno de los libertinos
de Las ciento veinte jornadas de Sodoma: “Estoy solo aquí, estoy en el fin del
mundo, lejos de todos los ojos y sin que pueda ser posible para criatura alguna
llegar hasta mí; no hay frenos, no hay barreras” (apud Barthes: 26, n. 2). Todo
pasa en “secreto”, agrega Barthes, y el secreto telúrico es “un viaje a las entra-
ñas de la tierra”: la visión “del volcán de Pietra Mala” (27), similar al Infierno
de Las Casas ante el volcán de Masaya.
Hay una “puesta en escena minuciosa” en el texto sadiano, como la hay
también en la Brevísima; hay una “economía de las pasiones”: una “armonía”
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que separa a dos clases que “son efecto de la división” y de una praxis (36). Y
es en esa praxis del libertinaje y la conquista, la sujeción y la humillación, la
aniquilación y la crueldad, donde, más allá de sí mismo, el conquistador se
constituirá como “amo”.4
Al margen de aquel giro lingüístico que Barthes quiere imprimirle al cri-
men —al árbol del crimen—, no es posible ignorar su acierto al hablar, así
sea figuradamente, de un “lenguaje del crimen”, o al postular que unas “re-
glas precisas” regirían en Sade “las acciones específicas de la lujuria”, o al se-
ñalar que “la práctica sadiana está dominada por una gran idea de orden”:
al apuntar cómo “los desarreglos se organizan enérgicamente; la lujuria no
tiene freno, pero sí orden” (Barthes 1997: 38). Y algo similar se aplica a la
“máquina” de la Brevísima, donde una “regla única” e imperturbable regirá
los infinitos relatos, ilimitados en sus variaciones, de la “destrucción de las
Indias”. Como la “combinatoria sadiana”, las variaciones lascasianas están de-
finidas por un “ordenador”, una figura capaz de organizar los mecanismos de
un lenguaje ya “no hablado sino actuado”: por un “director de escena” (38).
Por eso, más allá del “automatismo”, la “escena sadiana” —y lo mismo di-
ríamos de la “escena lascasiana”— produce una impresión de lo que llama
Barthes “cronometraje”: “la escena está en marcha, el cuadro se dispone”, y se
despliega una performance (39). El “lenguaje del crimen”, según el semiólogo,
se configuraría a partir de una verdadera “gramática erótica” constituida por
unidades o elementos que no sería difícil identificar al recorrer los distintos
pasajes de la Brevísima: la “operación”, la “figura”, el “episodio”, la “escena” y
la “sesión”, todas ellas sujetas a “reglas de combinación” o de “composición”, y
a dos “reglas de acción” fundamentales: la de “exhaustividad”, tendiente a la
saturación de las “operaciones” eróticas y criminales, obediente al “carácter
pánico del libertinaje” y del crimen, y la de “reciprocidad”, asociada a las fi-
guras reversibles, al intercambio de las funciones, a la supuesta reversibilidad
del sistema (40-42).5 No hay equivalencia entre las víctimas y los verdugos,
sino una operatividad de las piezas en la acción del engranaje: lo que importa
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Salvo el asesinato, solo hay un rasgo que los libertinos poseen en propiedad y no
comparten nunca, en ninguna forma: es la palabra. El amo es el que habla, el que
dispone del lenguaje en su totalidad; el objeto es el que calla, permanece margina-
do, por una mutilación más absoluta que todos los suplicios eróticos, de cualquier
acceso al discurso, pues ni siquiera tiene derecho a recibir la palabra del amo [...].
Existen víctimas —muy escasas— que pueden perorar sobre su suerte, representar
al libertino su infamia [...], pero solo son voces mecánicas [...]. Solo [la] palabra
[libertina] es libre [...].
En la sociedad sadiana, la palabra es quizá el único privilegio de casta irreducti-
ble. El libertino posee toda su gama, desde el silencio en el que se ejerce el erotismo
profundo, telúrico, del “secreto”, hasta las convulsiones verbales que acompañan al
éxtasis [...]. La palabra se confunde enteramente con la marca confesa del libertino,
que es [...] la imaginación: casi podríamos decir que imaginación es el equivalente
sadiano de lenguaje (Barthes 1997: 42).6
todas partes, entre las víctimas y entre los amos” (42). Cf. Acerca de los usos sadoma-
soquistas del cuerpo, cf. Agamben (2017).
6 Sobre la imaginación, cf. más adelante la reflexión barthesiana sobre el “mé-
todo” fantasmático de Loyola.
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alcanza también a ambos textos: las escenas y acciones son “ejemplos”, seña-
la Barthes, “gramaticales y de depravación”, “la práctica sigue a la palabra y
recibe de ella su absoluta determinación”. “Lo que se hace ha sido dicho. Sin
la palabra formadora, la depravación, el crimen, no se podrían inventar, de-
sarrollar: el libro debe preceder al libro, la narradora [o el narrador o ‘author’
de la ‘relación’, en la Brevísima] es el único ‘actor’ del libro, pues la palabra es
su único drama” (Barthes 1997: 47).
La obra de Sade, como la de Las Casas, ha sufrido innumerables prohibi-
ciones o “interdictos”, que a menudo, dice Barthes, agregan a la reprobación
moral —o política— una motivación estética.7 Una de las más reiteradas es la
acusación de “monotonía” —a la que se añade la repetitividad, muy acentua-
da en la Brevísima—, y otra la de “irrealidad”, una de las invectivas más malé-
volas y frecuentemente lanzadas contra el dominico. Ambas condenas apelan
a un “realismo” fundado en la idea de la escritura como “representación”, en
el sentido no teatral del término, es decir, como reflejo de la realidad y no
como puesta en escena. Y si la condena por “monotonía” apela, dice Barthes,
al “mito romántico de la inspiración”, la sanción por “irrealidad” es condena
de lo “fabuloso”, de lo “imposible”:
7 La más notoria de esas críticas, por la autoridad de quien y por su carácter des-
mesurado (tan desmesurada como los excesos que denuncia) es la de Ramón Menén-
dez Pidal, primero en su artículo: “Una norma anormal del padre Las Casas” (1957), y
después en su libro: El padre Las Casas: su doble personalidad (1963). Para un análisis
detallado del primero, cf. mi artículo “Psycopathia lascasiana: un ̒delirio paranoico̕ ”
(Flores 2021a).
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La función del discurso no es, efectivamente, “dar miedo, vergüenza, deseos, im-
presión, etcétera”, sino concebir lo inconcebible, es decir, no dejar nada al margen
de la palabra ni conceder al mundo nada inefable: tal es al parecer la consigna que
se repite a lo largo de toda la sociedad sadiana, desde la Bastilla, donde Sade solo
existió gracias a la palabra, hasta el castillo de Silling, santuario, no de la deprava-
ción, sino de la “historia” (Barthes 1997: 49).
Ramificaciones
En su segundo trabajo sobre el Marqués de Sade —“Sade II”—, Barthes retoma
muchos de los puntos abordados en “El árbol del crimen”. Revisarlos un tanto
deshilvanadamente puede ayudar a visualizar con una luz más intensa los
mecanismos de la máquina sadiana, sin intentar buscar ya las analogías con la
“máquina de guerra” lascasiana, aunque no deje de alumbrarla en su funcio-
namiento poético, retórico, teatral, óptico, narrativo, teológico, político, cri-
minal, pasional y escritural, que el lector podrá a solas desprender del texto.
Entre las notas que organizan este segundo ensayo destacan las que se re-
fieren a la composición del texto. En primer sitio, sus impossibilia: “al imagi-
nar las actitudes de la depravación, Sade defiende imposibilidades” (Barthes
1997: 158). La escena sadiana —y la misma acusación recurrente ha sufrido
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8 Cf. Las Casas (65), así como mis ensayos vinculados, y en especial: “Homo
homini lupus: el Hombre de los Lobos” (Flores 2019).
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Aparte de los gritos de las víctimas, aparte de las blasfemias, que pertenecen, unos
y otras, a la eficacia del ritual, se impone un profundo silencio a toda escena de
lujuria [...]. Este silencio es el de la máquina lujuriosa, tan bien lubricada, con un
rendimiento tan ligero que distinguimos algunos suspiros, temblores [...]. La orgía
sadiana es silenciosa (Barthes 1997: 190-191).9
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“cuadros mecánicos”, en los que algo “se podía animar mecánicamente”, y que es como
el “estado arcaico” de la escena sadiana (179).
10 A diferencia de los ensayos sobre Sade, mi lectura del ensayo sobre Loyola
parte de la primera traducción de Sade, Loyola, Fourier (1977), que hace uso de la pa-
labra fantasma en vez de referirse a la fantasía.
11 La desmesura, la desproporción, la exageración, la megalomanía son aspectos
alegados recurrentemente, como síntomas de “anormalidad” psiquiátrica, por Me-
néndez Pidal en sus invectivas contra Las Casas.
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Ella forma un ars obligatoria que decide menos lo que es necesario imaginar que
lo que no es posible imaginar —o lo que es imposible no imaginar—. Es ese poder
negativo el que es preciso reconocer [...] en ese acto fundamental de la meditación
que es la concentración: “contemplar”, “determinar”, “representarme con ayuda de
la imaginación”, “ver con los ojos de la imaginación”, “ponerme frente al objeto”
(Barthes 1977: 57).
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Tradición que rechaza, por lo demás, Teresa de Ávila, incapaz, decía, de hacer tra-
bajar su imaginación sobre lugares determinados, pero que Ignacio sistematizó al
punto de querer publicar, al final de su vida, un libro en el que las composiciones de
lugar habrían sido figuradas, grabadas [...] (en el siglo xviii, el manual de Ignacio
fue ampliamente ilustrado) (Barthes 1977: 61-62).
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Es en virtud de esa estructura narrativa que los “misterios” delineados por Ignacio
en el relato crístico tienen algo teatral que los emparenta con los misterios medie-
vales: son escenas que al ejercitante se le pide vivir, a la manera de un psicodrama.
En efecto, al ejercitante se le exige invertirse tanto en el relato como en la repetición.
Él debe repetir lo que, en cada relato, lo deprime, lo consuela, lo traumatiza, lo
encanta; debe vivir la anécdota identificándose con Cristo: “demandar en la pasión
dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado”. El ejercicio implica
fundamentalmente un placer [...], y el teatro ignaciano es menos retórico que fan-
tasmático: la “escena” es allí, en realidad, un “guion” (Barthes 1977: 68).
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Podemos decir que Ignacio se afana tanto para llenar el espíritu de imágenes como
los místicos (cristianos y budistas) para vaciarlo de ellas; y si queremos referirnos
a ciertas hipótesis actuales, que definen al enfermo psicosomático como un sujeto
impotente para producir fantasmas y a la cura como un esfuerzo metódico para ha-
cerle recobrar una “capacidad de manipulación fantasmática”, Ignacio es en verdad
un psicoterapeuta que busca, a cualquier precio, inyectar imágenes en el espíritu
mate, seco y vacío del ejercitante (Barthes 1977: 75-76).
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por la masa de deseo que allí se agita” (Barthes 1977: 68) —como en la orgía
sadiana la voluntad de poder o la crueldad conquistadora—; la “fuerza inme-
diata” del deseo aparece “en la materialidad misma de los objetos” que exige
la “representación” y que se expresa por ejemplo en los “lugares en su dimen-
sión exacta”, los “personajes con sus vestimentas, sus actitudes, sus acciones,
sus palabras directas”, confiriendo o imprimiendo a “las cosas más abstractas,
invisibles”, “algún movimiento material en que pintarse y terminar como cua-
dros vivos” —“suscitar”, así, a la Trinidad bajo la forma de tres personas que
miran “a los hombres que descienden al Infierno”— (68). Pero el fondo en
que radica la “fuerza de la materialidad”, la cifra inmediata del deseo es [...] el
cuerpo humano: “corporeidad” del ejercitante que, sometido a una analogía
literal —la “crítica” en los Ejercicios o la evangélica de los “lobos” y las “ove-
jas”, en la Brevísima—, le da cuerpo a otra existencia imaginaria transformada
en “casi fisiológica” a través de la “anamnesis personal”. Hay un “ascenso hacia
la materia”; “el cuerpo no es nunca conceptual”: “Si me transporto a un valle
de lágrimas, tengo que imaginar, que ver esta piel, estos miembros entre los
cuerpos de los [demás] animales, y percibir la infección que sale de este ob-
jeto misterioso” (69).
“Todo está hecho para que el ejercitante se represente a sí mismo en ese
teatro”, apunta Barthes: “es su cuerpo el que va a ocuparlo” (Barthes 1977:
69). Y si, a juicio del semiólogo, “la existencia deiforme —[de nuevo] se-
gún la notación de Ruysbroeck— ofrece la escena, el material anecdótico
del fantasma” (69), podría decirse que en la Brevísima son las conquistas,
la anónima “máquina” cruel de las guerras contra los indios, o la “existencia
criminal” de los conquistadores las que ofrecen la escena y el “material del
fantasma”.13 Ese “boceto evangélico” —cifrado, aunque nunca agotado, en la
inversión de la parábola de los lobos y las ovejas— ofrece el cuerpo al esce-
nario fantasmal del deseo: la sucesión desenfrenada de escenas catárticas y
extáticas de crueldad y violencia, proyecta al final ese “escenario”, ese oscu-
ro fantasma del deseo cuya “plasticidad absoluta”, simbólica y metamórfica
(70), se oculta, se ramifica y extiende, de manera invisible y secreta, en el
árbol del crimen.
13 Barthes cita, aquí, la definición de “fantasma” según Laplanche y Pontalis: “El
fantasma es ‘un escenario imaginario donde el sujeto está presente, y que figura [...] la
realización de un deseo’” (apud Barthes 1977: 84).
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 135-158
Libros: Unipersonal del arcabuceado, La imagen desollada, Los tigres del mie-
do, El fin de la conquista, Malverde: exvotos y corridos, Rimas malandras, Nie-
rika, Sor Juana chamana, Triumphos contra vandoleros, Gauchillaje entre de-
monios, Etnobarroco y Teatrum Chemichum.
158
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24870
1. Metáfora
La metáfora nace desde los cimientos de una idea que podemos llamar re-
ferencial. ¿Por qué desde los cimientos? Porque lo que interesa no es el sig-
nificado del concepto en sí, o del juicio unívoco; lo que importa es lo que
recibimos, evocamos y proyectamos de la nueva construcción. En esta figura
literaria extrapolamos la significación referencial a una polisémica. La metá-
fora es la reconstrucción de un significado, que da pie a crear otro lenguaje,
imaginativo e interpretativo: “El lenguaje poético destruye la referencia es-
pontánea del lenguaje ordinario, y, en virtud de la distancia que toma con
respecto a la realidad natural (mediante una suspensión de referencia o ‘epo-
jé’, dicho en términos fenomenológicos), abre nuevas dimensiones de la rea-
lidad” (Domingo 2003: párr. 33). La génesis de la metáfora obedece a un plano
poiético, esto es, a una recreación de los usos del lenguaje establecidos cul-
turalmente. Nos encontramos ante una concepción artística del objeto. Con
esta regeneración de sentido, se significa más a través de lo sensorial, de lo
personal, de lo universal. Max Black en Modelos y metáforas, menciona que
la metáfora se construye y se proyecta: “lo importante para la eficacia de la
metáfora no es que los lugares comunes sean verdaderos, sino que se evoquen
presta y espontáneamente” (1966: 50). Black y Ricœur concuerdan en que la
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Una metáfora memorable tiene fuerza para poner en relación cognoscitiva y emo-
tiva dos dominios separados, al emplear un lenguaje directamente apropiado a uno
como lente para contemplar el otro: las implicaciones, sugerencias y valores sus-
tentantes entrelazados con el uso literal de la expresión metafórica nos permiten
ver un nuevo tema de una forma nueva (Black 1966: 232).
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Tanto en mi análisis del relato como en los de la metáfora, lucho en dos frentes:
por una parte, rechazo el irracionalismo de la comprensión inmediata, concebida
como una extensión al terreno de los textos de la intropatía mediante la cual un su-
jeto se introduce en una conciencia extraña en la situación del cara a cara íntimo.
Esta extensión indebida alimenta la ilusión romántica de un vínculo inmediato
de congenialidad entre las dos subjetividades presentes en la obra, la del autor y
la del lector. Pero rechazo con idéntica fuerza un racionalismo de la explicación
que extendería al texto al análisis estructural de los sistemas de signos caracte-
rísticos no del discurso sino de la lengua. Esta extensión igualmente indebida
engendra la ilusión positivista de una objetividad textual cerrada en sí misma
e independiente de la subjetividad del autor y del lector. A estas dos actitudes
unilaterales, he opuesto la dialéctica de la comprensión y la explicación (Ricœur
2010: 34-35).
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Evangelista | Perspectivas de la metáfora y el símbolo desde la teoría de Paul Ricœur
2. Símbolo
El concepto de símbolo se tomará, para este análisis, según el que utiliza Paul
Ricœur en El conflicto de las interpretaciones: “llamo símbolo a toda estruc-
tura de significación donde un sentido directo, primario y literal designa por
añadidura otro sentido indirecto, secundario y figurado, que solo puede ser
aprehendido a través del primero” (2003: 17). El hermeneuta francés divide
en tres campos la investigación que aborda al símbolo: el psicoanálisis, la
poética y la historia de las religiones. Por razones obvias a la pertinencia del
presente trabajo, se tomará el campo de la poética donde dice:
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que nos guíe a través del camino hacia la comprensión de este. Paul Ricœur
y Mauricio Beuchot concuerdan en que existe un método que nos apoya
para generar la comprensión del símbolo. Hay que puntualizar que ambos
hermeneutas especifican que no existe un camino propiamente cimentado
para descifrar en su complejidad el símbolo; empero, sí existen modos de
acercarnos a él: “Si no hay reglas para hacer conjeturas válidas, hay métodos
para hacer válidas las conjeturas que hacemos” (Ricœur 2006: 88).
En Tiempo y Narración III, Ricœur menciona que el acto de leer debe
generar una expansión y elaborar: “Un proyecto más ambicioso, el de cons-
tituir una hermenéutica literaria. Debe asumir la triple tarea, evocada an-
teriormente, de comprender (subtilitas intelligendi), de explicar (subtilitas
interpretandi) y de aplicar (subtilitas applicandi)” (2009: 892). Esta tarea se
desarrolla en el análisis del símbolo, ya que el símbolo no se presenta diá-
fano: “El símbolo permanece opaco, no transparente, puesto que se da por
medio de una analogía, sobre la base de un significado literal, que a la vez le
confiere raíces concretas y un peso material, una opacidad” (Ricœur 2003:
289). Asimismo, Beuchot (2009) refiere que al momento de interpretar se
debe guardar un equilibrio entre los extremos interpretativos a los cuales
nombra, equívoco y unívoco, siendo el primero la validación de cualquier
tipo de traslación del texto; y el segundo, una sola comprensión existente
del mismo. Para Beuchot, lo idóneo es lograr una proporción, una analogía,
entre ambas hermenéuticas para lograr un mejor acercamiento. El teórico
mexicano desarrolla la labor del método anteriormente sugerido de la si-
guiente manera:
El método de la hermenéutica en tres pasos que son tres modos de sutileza: (i) la
subtilitas intelligendi —y que nosotros quisiéramos llamar subtilitas implicandi—,
(ii) la subtilitas explicandi y (iii) la subtilitas applicandi. En ese primer paso se va
al significado textual o intratextual e incluso al intertextual. Después vendrá la
subtilitas explicandi correspondiendo a la semántica. Y finalmente se va a la subti-
litas applicandi, correspondiente a la pragmática (lo más propiamente hermenéu-
tico), en la que se toma en cuenta la intencionalidad del hablante, escritor o autor
del texto y se lo acaba de insertar en su contexto histórico-cultural. Esto coincide
además con tres tipos de verdad que se darían en el texto: una verdad sintáctica,
como pura coherencia, que puede ser tanto intratextual (interior al texto) como
intertextual (con otros textos relacionados); una verdad semántica, como corres-
pondencia con la realidad (presente o pasada) o con algún mundo posible (futuro
o imaginario) a que el texto alude, y una verdad pragmática, como convención
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3. Ejercicio
En esta tercera sección se aplicará la teoría revisada. El orden en cuanto a la
interpretación de la metáfora será el siguiente: se tomarán en cuenta algunas
de las significaciones internas que son propias del texto y que comulgan con
el contexto del escrito; en segunda instancia se tomarán las significaciones
externas, que alumbramos a partir de la lectura del texto; como tercer paso,
se expondrán los resultados del análisis.
Tomamos el cuento “El prodigioso miligramo” del narrador mexicano
Juan José Arreola. Este relato nos plantea la historia de una hormiga, la cual,
“censurada por la sutileza de sus cargas y por sus frecuentes distracciones,
encontró una mañana, al desviarse nuevamente del camino, un prodigioso
miligramo” (2006: 99), cuyo peso y dimensiones eran ideales para alguien
con sus condiciones. Las demás hormigas encuentran deleznable este com-
portamiento, así que la someten a juicio y la encarcelan. La hormiga no dor-
mía por estar puliendo al miligramo y de día quedaba absorta ante él. Presa
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4. Balance
La metáfora como una innovación redescriptiva y el símbolo como una figura
construida mediante dos caras, la referente y la oculta, brindan y recrean al
texto literario. Si la construcción de sentido de estas figuras las aparta, en el
excedente de sentido se vuelven a unir. Ambas figuras poseen movimiento,
lo centrífugo y lo centrípeto. Dentro del símbolo, encontramos que lo centrí-
peto nos recibe desde la primera lectura, y partimos de ahí a nuestro viaje a
lo centrífugo. La metáfora, a su vez, viene acompañada de lo centrífugo y de-
bemos buscar el ancla que nos sujete para comprender su movimiento, para
no dejarnos llevar por su intempestiva fuerza. Símbolo y metáfora transitan
dentro de la obra literaria, se posicionan en la trama y nutren la refiguración
que hacemos dentro del acto de leer. La interpretación que hacemos de ellos
se da como progresión, es un enriquecimiento que elaboramos junto con la
obra de arte literaria.
Dentro de las guías que nos dan Ricœur y Beuchot para adentrarnos a sus
significados, encontramos que lo que propone el teórico francés es análogo
a lo que Mauricio Beuchot nos expone en la subtilitas. Si para el análisis de
174
Evangelista | Perspectivas de la metáfora y el símbolo desde la teoría de Paul Ricœur
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Corazón de la oscuridad
Heart of Darkness
Introducción
Tengo entre los dedos Youth de Joseph Conrad y La mente del escritor y otros
ensayos sobre la creatividad científica y artística de Bruno Estañol. Del pri-
mer autor me interesa Corazón de la oscuridad (2017), metáfora sin retorno
del mal; lo hecho con mala fe no se borra, y solo queda pedir disculpas.
La fe articulada en el lenguaje pisa el límite de la hermenéutica, que no
tiene ni la primera ni la última palabra. Peter Kemp y Paul Ricoeur se de-
claran laicos (Kemp 2011: 112), incapaces de decir algo ontológico coherente
de Dios o de los dioses, siempre inefables. ¿Quizá esta actitud embona en
la esquizofrenia que detectó Gilles Deleuze en el capitalismo? Pero no me
satisface que el asunto se reduzca a un débil sentimiento o una mera dosis
de no reflexión.
Mi mascarada —que Ricoeur, Conrad y Estañol me perdonen— la escribí
con el corazón en la mano; pero la inocencia pasa también por el corazón de
la oscuridad.
Sufrimos mucho cuando los profesores nos obligaban a colocarnos en una
corriente filosófica que no lleva reflexiones sobre el problema en cuestión.
Creo en la perspectiva multidisciplinaria. Para las líneas de este artículo me
deshice del positivismo ciego a la religión, y me nutrí con la religión ricoeuri-
na, con el enfoque analógico de Beuchot y con la fenomenología de Husserl.
Hice a un lado el plano lingüístico-objetal para aventurarme en otro anterior
prerreflexivo y preargumental, que lleva en sí mismo las huellas de la me-
moria (el preconsciente activo). La hermenéutica tiene una virtud: permite
moverse en las filosofías y las intuiciones literarias o del sentido común.
Regresando al problema. Nos desarrollamos en una tradición donde se
terminaron las maquinizaciones de la vida y se acabaron las certidumbres
de las causas y los efectos siempre probabilísticos. Dejo de dar circunloquios.
He de admitirlo: me he acercado a lo sagrado porque “vivo en el aura [en la
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Palazón | Corazón de la oscuridad
lenguaje religioso hace sentido en lo observable, sin formar parte de los su-
puestos signos de lo sagrado. ¿Lo religioso es un ejemplo de los Speech Acts?
Se nos contesta que no tienen sentido sin una verificación o constatación
(predicar no es sinónimo de constatar). Sin embargo, Austin me endereza
este añejo prejuicio mediante el motivo, la intención y el agente que actúa.
Este es su ejemplo: el agente levanta el brazo, lo tensa, lo contrae y lo alza
en una dirección para señalar su cambio de dirección. Los primeros movi-
mientos son acontecimientos; la conclusión no lo es. La gramática, califica
Ricoeur, es nómada para la descripción del acto. Aún más, no hemos de bus-
car una gramática falsa. La de-construcción del estado interno o deseo in-
observable es fundador: “Deseo es desear, y desear es hacer” (Ricoeur 1988:
31). En la anterior señal de tránsito, ejemplo de Austin, no existe una acción
base; hemos acudido a una argumentación lógica, no a una descripción rigu-
rosamente fenomenológica. E. Anscombe coincide: no cualquier aserción es
verificable mediante observaciones y observables, sino que existe una vasta
cantidad de acciones no comprensibles más que por la intención, es decir, el
motivo de la acción (1981).
En el caso de lo sagrado, hemos de pasar del si condicional al puede, que:
no nos resulta sencillo, pero hemos de aceptar que la explicación o moti-
vación teleológica es básica; la intención motivadora del acto, junto con el
agente, son la referencia unificadora (Ricoeur 1988: 71) que le confiere los
derechos y las apariciones de su yo, que a veces ignoraba, e imputaciones
justificadas en su espacio-tiempo histórico. El poder del agente ubica en el
mundo una acción contraria a las contingencias extrapersonales. La causa
final es su motivo, consciente o no calculado. Luego, de las estrategias lin-
güísticas explicativas y de la fenomenología, resultan la producción y la au-
toproducción, que son pobres en el reino del sentido. Dentro de este reino
campea la analogía de atribución, que es un instrumento para expresar el
contenido de la experiencia interior, según la expresaba el Maestro Eckhardt
(Beuchot 2011: 159).
La estructura del doble sentido es el discurso explicativo, donde el sentido
segundo (secundum quid idem) posibilita la analogía (“cielo” es, entonces, lo
alto, trascendente, subir, montaña, escalera, vuelo, epifanías, trueno, rayo,
tormenta, meteoros, matriz que preña con el agua porque está preñada). Al
descender al espectro de la motivación, se alcanza el punto inicial, donde
fuerza y sentido coinciden, se llaman y atraen (Beuchot 2011: 156). Como a
Beuchot y a Ricoeur, me preocupan lo sagrado y “el problema del doble senti-
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Palazón | Corazón de la oscuridad
Las huellas
Según Ricoeur, llevamos psíquicamente las huellas de símbolos ancestrales
que exigen una reflexión nueva que, como en los inicios griegos, acaba en
una aproximación filosófica. Sabemos qué significan, aunque no tengamos
la fe ni la militancia original. Existe una fascinación por las cruces, tortura de
antaño, por los cristos pintados o esculpidos que se naturalizan y los ánge-
les bizantinos. Así pues, el agnosticismo de hoy carga huellas ancestrales de
símbolos actualizados de origen mágico-religioso. Como los griegos clásicos,
no hubiera llegado a esta elemental comprensión de nosotros si no se hubiera
admitido, como dijo José Vasconcelos, que el arte religioso o de altar es el que
gusta más. Asimismo, jamás he aceptado la función estética aislada. Vivo en
la cuerda floja. No me amparo en la flecha de combatir la dominación o la
angustia que aún se abate sobre nosotros.
Lo sagrado y la fiesta
Lo sagrado es potencia, irracional-intuitiva, espanto, fascinación, una suerte
de numen que se muestra en una piedra, en un árbol (el de la vida, por ejem-
plo), en una persona: lo saturado de eficacia que pertenece al nivel estético
y moral como templum, con sus círculos, cruces, umbrales, puerta, escalera,
cuerdas.
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Palazón | Corazón de la oscuridad
Antropofagia
Como la única identificación que conviene a las personas y a las comunidades
es la identidad narrativa, con sus cambios históricos y mantenimiento de las
huellas de antaño, empezaremos por admitir que la magia de contacto hizo
adorar como símbolos emparentados el de la sangre y el del agua. Con ambos
arribó el hecho de que, después del enfrentamiento entre dos libertades en la
esfera de la acción, nació el rito que, tras la experiencia de la muerte de lo sa-
grado, lo revivificó. Todos los actos de Alianza actualizan un acontecimiento
de los orígenes. Comencemos, pues, con la antropofagia como ejemplo.
Lo sagrado que se eleva a símbolo y a mythos (relato que fija en lenguaje
el porqué de los ritos sacralizados): con el tiempo formó parte del rito. El
rito hace participar de lo sagrado: bailes, trajes, cantos, drogas y el acto de
compartir una comida festiva; por ejemplo, la carne de alguien excepcional,
marcado: en el altar no se ofrece basura. Se sacrificó a individuos señalados
por sus poderes o por sus notables e involuntarias faltas de poder: temor,
anormalidad y admiración generaron la fiesta antropófaga. Por magia de con-
tacto o contagio se adquieren las cualidades que se invocan. Los cantos, las
vestimentas, los disfraces, las identificaciones desembocaban en compartir
el pan (la carne) entre la comunidad y con los númenes: se les otorgaba el
órgano o músculo del sacrificado que se consideraba jerárquicamente más
elevado en aquel horizonte; por ejemplo, el hígado o el corazón, sedes del
pensamiento en la Grecia platónica y entre los aztecas.
Sobrevino el dilema entre lo crudo y lo cocido (en Grecia y quizá en Me-
soamérica, pensemos en los tlaloques y el pozole). Prometeo prefería para
titanes y humanos lo cocido; Júpiter le negó su rayo, encumbrando lo crudo.
De lo crudo y lo cocido sugió lo salvaje y lo civilizado.
Con el paso de los años, o de manera contemporánea —debido a la amplia-
ción demográfica y el intercambio, o por la apertura entre comunidades—,
la alianza caníbal fue considerada una aberración, un diábolo, o la oscura
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Palazón | Corazón de la oscuridad
Trofismo
En Gn. 17, 19:20 se lee: “Sara, tu mujer, te dará a luz un niño, y le pondrás por
nombre Isaac. Yo estableceré con él una alianza eterna, de ser el dios suyo y
el de su posteridad”. Ahora bien, el tiempo pasó y entró una nueva cosmovi-
sión análoga, con sus huellas y, empero, diferente. En Gn. 22, 1:6 cumpliendo
las órdenes divinas, Abraham lleva a su hijo al país de Moira y lo ofrece en
holocausto. Yahvé le dice a Abraham “¿Dónde está el cordero para el fuego
de leña?”, justo cuando el padre había colocado a su hijo sobre el ara y alzó
la mano para inmolarlo (Gn. 22, 2:8). En este estado de trance, un ángel le
ordena no tocar a su hijo y aparece el carnero que Abraham inmola (Gn. 22,
13). La antropofagia justificó el trofismo.
La eucaristía
La misma comunión es la sombra inhibida en la cual adquiere su belleza la
antigua “escena umbría” (Trías 2006: 50). Sobrevino un giro diferente y pare
cido, según explican la analogía y la hermenéutica. En el mismo Isaías 1:12 está
escrito: “¿A mí qué de vuestros sacrificios?”, dice Yahvé. “Harto estoy de holo-
caustos de carneros, de sebo de cebones; no me agrada la sangre de novillos ni
de machos cabríos”. En Is. 1:13 el mensaje es obvio. Dice Yahvé que no le lleven
más oblaciones vanas porque detesta la cremación; en Is. 1:16 se lee: “Vuestras
manos están llenas de sangre: lavaos, purificaos […], desistid de hacer el mal”;
en Is. 1:17, “aprended a hacer el bien, a saber, buscar lo justo, reconoced los
derechos del oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la vida”; en Is.
1:18, Yahvé colora los pecados, rojos como la grana y el carmesí.
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Lo siniestro, parte de lo bello, es una faceta de lo sublime, una superación: una tra-
ma de sueño utópico y pesadilla por el tabú de matar o de ser finito y endeble. Las
Alianzas despuntan por su procedencia e históricos orígenes ofensivos-defensivos:
es algo terrible que podemos soportar y, cuando no, lo pulimos en el arte o en el
rito, sin que lo ancestral deje de despuntar en la acción. Ética y estética encuentran
sus junturas que subsisten también en nuestro no-consciente y reclaman que se
conozcan (Trías 2006: 50).
186
Palazón | Corazón de la oscuridad
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 177-188
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Notas | Notes
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Abstract: August Wilhelm von Schlegel was one of those scholars who learnt
Sanskrit as a way of understanding other languages and cultures in
the first decades of the 19th Century. He was especially attracted to
Oriental languages, since he had a Humanistic or Classic education
that included Latin among other subjects. In 1823 Schlegel translated
the Bhagavadgītā from Sanskrit to Latin. What were the intentions of
doing such translation? What can be thought around his work? This
paper tries to give some answers through an approach to the concepts
dharma and yoga in two passages of the translation.
Keywords: Translation, Sanskrit, Latin, Bhagavadgītā, A. W. von Schlegel, dharma,
yoga
Introducción
La recepción de la Bhagavadgītā, tal vez la parte más famosa del Mahā
bhārata, puede ser estudiada en distintos momentos y en el encuentro entre
distintas tradiciones. Para efectos del presente trabajo, nos centraremos en
la traducción que realizó August Wilhelm von Schlegel de esta obra al latín
en 1823.
Si bien hubo otros alemanes antes que él que ocuparon cátedras de sánscri-
to o estudios orientales, Schlegel será el único en hacer una traducción de esta
obra emblemática del sánscrito al latín. ¿Qué llevó a Schlegel a emprender
esta hazaña? ¿Qué parte del contexto del romanticismo alemán influyó para
que esto sucediera? ¿Qué aspectos de traducción pueden observarse en la
obra? Estas son algunas de las preguntas que pueden hacerse ante el proyecto
sui generis de este pensador alemán de principios del siglo xix.
A continuación, intentaremos responder de manera breve y somera las
preguntas expuestas anteriormente. En primer lugar, tratamos de mostrar el
contexto en el que Schlegel se interesó por los estudios en torno al sánscrito y
que lo llevaron a traducir la Gītā. Para esto, empleamos bibliografía secunda-
ria que permite esbozar el “espíritu de la época” y enmarcar la traducción en
el contexto. Posteriormente, se realiza una aproximación a la traducción misma
a partir del original de Schlegel en versión facsimilar.2 A partir de algunos
pasajes, y de su comparación con la traducción de Fernando Tola al castellano
y de Laurie L. Patton al inglés, buscaremos el sentido especial que dio Schle-
gel a su propia traducción, resaltando algunos aspectos interesantes de los
términos latinos utilizados, en particular términos fundamentales en el texto
1 “Hasta la más sublime filosofía de los europeos parece una tenue chispa prome-
teica [frente al Vedānta].” La traducción es propia.
2 La única versión a la que se tuvo acceso en línea no se encuentra completa. No
obstante, esta permite una aproximación suficiente a ciertos pasajes de ambas edicio-
nes: <http://www.sanskritweb.net/deutsch/schlegel.pdf>.
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Huarte | Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā
como dharma y yoga, para dar dos casos concretos. Si bien para un trabajo
de esta naturaleza podría resultar indispensable conocer el sánscrito, puesto
que se trata de una traducción al latín, aun sin conocer la lengua es posible
resaltar rasgos importantes de la traducción del autor decimonónico alemán
que resultan interesantes.
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Huarte | Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā
Pero su tesis [la de F. Schlegel] fue seguida por Franz Bopp (1791-1867) quien pu-
blicó su primer estudio del sistema de conjugación del sánscrito en comparación
con el del griego, el latín, el persa y el alemán en 1816. Bopp le enseñó sánscrito al
hermano de Friedrich Schlegel, August Wilhelm von Schlegel (1767-1845), quien
más tarde ocuparía la primera cátedra instituida en el campo en una universidad
alemana, es decir en Bonn en 1818 (Wokoeck 2009: 102).
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 191-201
El interés romántico por las lenguas y literaturas orientales llevó al proyecto de tra-
ducir la Bhagavad-Gita por A. W. Schlegel, un importante teórico del movimiento
romántico alemán y el mejor de los traductores de Shakespeare. […] Una crítica de-
tallada de la traducción de Schlegel apareció en un periódico francés y Von Hum-
boldt, quien se había dedicado considerablemente a estudiar sánscrito, respondió
en defensa de Schlegel de manera amplia. La discusión versó sobre la posibilidad
de traducir conceptos claves de la Bhagavad-Gita como dharma, Brahma y yoga.
Schlegel había elegido traducir no al alemán, sino al latín, bajo el supuesto que el
sánscrito era la lengua literaria de la India así como el latín lo era de Europa; no
era una lengua vernácula corriente. Más aún, como los términos no tenían una
sinonimia homogénea en latín, Schlegel las tradujo con una variedad de palabras,
tratando de matizar de la manera más cercana posible el significado de cada térmi-
no en cada contexto específico (Shaffer 1987: xv).
5 Hay variaciones con respecto a la segunda edición de 1846: “In agro sancto, Cu-
rus agro, …” (versión facsimilar). La diferencia entre campus y ager no es sutil, pero
eso ameritaría otro trabajo que pudiera ver las diferencias.
196
Huarte | Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā
Del inglés queda clara una noción importantísima a lo largo del texto. La
pelea que está por reseñar a la distancia Sanjaya se llevará a cabo en el campo
de batalla que es el campo del dharma. Gracias a la decisión de la traducto-
ra al inglés de mantener el sánscrito podemos inferir no solo el sánscrito,
sino la multivocidad de la propia palabra dharma. La decisión de Tola fue
traducir Deber con “D” mayúscula; efectivamente dharma puede traducir-
se como deber. Inclusive se puede sostener que ese es el gran tema de toda
la Gītā, lo que nos es propio hacer y lo que no. Sin embargo, lo que resulta
interesante es lo que Schlegel traduce, para ver esta perspectiva de la traduc-
ción de dharma. En latín, el autor alemán traduce “In campo sancto”. De esta
traducción pueden decirse por lo menos dos cosas. El dharma para Schlegel
es la santidad. En latín del siglo xviii ya no solo podemos decir que no ten-
ga una influencia del cristianismo, que tal vez no haya podido ser vista por
Schlegel, sino que vincula al Deber con el espacio de la divinidad, como en
tiempos antiguos. Además de este aspecto, que ya muestra una idea de que
el texto está hablando de un plano de divinidad, el lugar en el que se coloca
“In campo sancto” resulta particularmente interesante. En el caso de Schlegel
ocupa el primer sitio, al igual que la traducción de Tola. En cambio, en la ver-
sión de Patton, primero se encuentra el apelativo, mientras que en las otras
traducciones en cuestión el apelativo cierra la pregunta que coincide con el
primer verso. Si el campo de batalla y el campo de la indagación de la obra
fuera justamente el campo del dharma, entonces tiene un sentido colocarlo
al principio. En este punto, Schlegel muestra su conocimiento de los textos
latinos antiguos. Parece que la determinación de dejarlo al principio parte de
que en la Antigüedad el primer verso de todo poema es de suma importancia
tanto para la estructura del poema, como para su significado. Poniéndolo al
principio, determina, en latín, el gran tema de la Bhagavadgītā. En cambio,
si la preponderancia que Schlegel hubiera detectado estuviera en el vocativo,
entonces sería la narración la que tendría mayor importancia. De cualquier
forma, queda expuesta la traducción de Schlegel de dharma por “santo” o “de
santidad”. Queda aún por averiguar cómo estaba entendiendo este sentido
santo o sagrado.
En el capítulo vi la traducción de nuevo resulta interesante. Schlegel tra-
duce lo siguiente:
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 191-201
6 Se tuvo acceso solo a la segunda edición del texto. Las negritas son mías.
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Huarte | Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā
Conclusiones
De estos dos ejemplos, podemos sostener que la traducción de Schlegel tiene
ciertas características que conviene destacar. En primer lugar, más allá de las
licencias que se dan los traductores contemporáneos, el proyecto de Schlegel
no puede dejar términos en sánscrito porque el contexto difiere. Los traduc-
tores contemporáneos pueden usar dharma y yoga y dejarlos en sánscrito ya
que, en el siglo xx, estos términos son más conocidos para el lector que tienen
en mente, además de que evitan así cerrar un sentido a la multiplicidad de
sentidos que tienen estas palabras y otras más. En cambio, si lo que tiene en
mente Schlegel es escribir en la lengua que los académicos pueden reconocer,
no puede permitirse esto. Debe traducir todas las palabras del sánscrito a las
que conoce del latín.
En este caso, la selección que hace tanto de dharma como de yoga, acerca
al contexto de la divinidad que, en el siglo xviii y en un contexto protestante,7
podemos decir que está ciñendo, con plena consciencia o no, para su com-
prensión. No obstante, si pudiéramos entender estos términos de manera
“clásica”, es decir, tratando de hacer un paréntesis en lo que sabemos que im-
plica la divinidad en términos cristianos y nos remontamos al uso que se le
daba en los textos latinos de la época clásica, la traducción pueda tener un
interés particular y dar cuenta de un contexto por demás interesante por su
ubicación en el cruce de tradiciones culturales y religiosas.
A partir de estos dos breves ejemplos también podemos notar que Schlegel
es un traductor cuidadoso, ya que piensa en el orden de los elementos de los
versos. Sabe que está traduciendo poesía y utiliza los recursos de la ubica-
ción de elementos sintácticos, así como partículas y otras posibilidades de la
lengua latina, para dar un sentido que, al menos desde estos dos pequeños
pasajes, sigue siendo similar a las traducciones contemporáneas.
Un último elemento que resulta interesante es el hecho de que remita
estos conceptos, que hasta el día de hoy nos parecen fundamentales del poe-
ma en cuestión, al ámbito de lo divino (que no necesariamente de lo religio-
so en su sentido ritual). De esta manera, Schlegel estaría ya identificando
términos importantes, al ubicarlos, también en latín, dentro de un campo
semántico específico y que he denominado a lo largo de este breve trabajo
como divino.
7 Nota bene: Cabe aclarar que la conversión de los hermanos Schlegel al catolicis-
mo se dará después de que aparezca la traducción en cuestión.
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 191-201
Bibliografía
Clarke, John James (1997). “Passage to India. The Age of Romanticism”, Oriental En-
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Θεσπέσιον μέλος sive almi Krishnae et Arjunae colloquium de rebus divinis, Bha-
rateae episodium. Textum recensuit, adnotationes criticas et interpretationem
latinam adiecti A. G. Schlegel. Academia Borussica Rhenana, Eduardum Weber.
Disponible en: <http://www.sanskritweb.net/deutsch/schlegel.pdf>, consultado
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Shaffer, Elinor S. (ed.) (1987). “Monsters Methodiz’d: Translating the Other”, Com-
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Tola, Fernando (ed. y trad.) (1977). Bhagavad Gita. El canto del señor. Caracas, Monte
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200
Huarte | Dharma y yoga: dos aspectos de la traducción de la Bhagavadgītā
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doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24873
Jean-Jacques Wunenburger
y la crisis de las imágenes ecológicas
Jean-Jacques Wunenburger,
and the Crisis of Ecological Images
Manuel Lavaniegos
Instituto de Investigaciones Filológicas
Universidad Nacional Autónoma de México
manuel.lavaniegos@gmail.com
orcid.org/0000-0003-0770-4556
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Lavaniegos | Jean-Jacques Wunenburger y la crisis de las imágenes ecológicas
Habría mucho que decir para presentar, aunque fuese de modo mínimo, la
trayectoria biográfico/intelectual de Jean-Jacques Wunenburger. La perspec-
tiva transdisciplinaria de sus investigaciones sobre el complejo y polivalente
campo de lo imaginario abreva fundamentalmente de las herencias tanto de
Gaston Bachelard como de Gilbert Durand, y prolonga la restitución creado-
ra del estatuto de la facultad de la imaginación como centro del psiquismo
humano y clave antropológica de la cultura en tanto que productora de sím-
bolos, realizada por ambos pensadores. A través de matizadas mediaciones
que revelan la estilística de las “arborescencias” míticas de lo imaginario,
nuestro filósofo JJW presta una cuidadosa atención a su devenir genealógico,
al unísono de su dialéctica con las configuraciones históricas (Wunenburger
2005).3 Pasemos, pues, a enumerar esquemáticamente algunos de los tópicos
de las cuatro intervenciones expuestas por J.-J. Wunenburger.
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Lavaniegos | Jean-Jacques Wunenburger y la crisis de las imágenes ecológicas
Descartes— para explicar y curar el cuerpo, se esconde una tesis realista, según la
cual el cuerpo vivo individual es manifestación, expresión y parte de la naturaleza
como cosmos (Wunenburger 2020).
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 203-211
unos, basados en las promesas de una tecnología limpia y controlada, que mejo-
raría a la humanidad (a través de la informática, la digitalización y la robótica),
hasta anunciar la era del ‘post-humano’; otros, los tecnófobos —que acusando al
prometeísmo de haber impuesto al cosmos los deseos ilimitados de la especie hu-
mana—, pretenden poner un límite a la dominación de la humanidad sobre el
planeta, comenzando por la revisión de las relaciones hombre-animal, de acuerdo
con una gradación de reivindicaciones que llegan a subordinar la humanidad a la
animalidad (2020).
4 La actual encíclica Laudato si’. Carta sobre el cuidado de la casa en común del
papa Francisco, en un sesgo ecologista, busca ser un eco de aquella vertiente francisca-
na; documento que, por supuesto, debe ser hermenéutica y críticamente examinado.
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Lavaniegos | Jean-Jacques Wunenburger y la crisis de las imágenes ecológicas
Bibliografía
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traducción María de los Ángeles Serrano. Buenos Aires, Nueva Visión/saic.
Wunenburger, Jean-Jacques (2005). La vida de las imágenes, traducción y notas
Hugo Francisco Bauzá. Buenos Aires, Jorge Baduino Ediciones/Universidad Na-
cional San Martín.
Wunenburger, Jean-Jacques (2014). Gaston Bachelard, poétique des images. París,
Mimesis.
Wunenburger, Jean-Jacques (2020). Curso “Imaginarios míticos y ecología”, impar-
tido en línea del 24 al 27 de agosto de 2020, en <https://www.crim.unam.mx/web/
node/3691>.
Manuel Lavaniegos
Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam) y doctor en Arte y Antropología por la Escuela Nacional de Antropolo-
gía e Historia (enah). Investigador del Seminario de Hermenéutica del Insti-
tuto de Investigaciones Filológicas de la unam. Sus últimas publicaciones son:
“Hermenéutica del mito y hermenéutica analógica” (2015); “La consagración
de la primavera de Ígor Stravinsky: resonancias de una obra maestra” (2015), los
libros: “Horizontes contemporáneos de la hermenéutica de la religión” (2016)
y “Los saberes de la modernidad, aproximaciones desde el arte-2: Kandinsky,
visibilidad de lo invisible, apuntes sobre la abstracción en el arte” (2019) y los
ensayos: “Anish Kapoor: espacialidad en abismo” (2017) y “Mircea Eliade: el
Espacio/Tiempo sagrado” (2018).
211
Reseña | Review
doi.org/10.19130/iifl.it.2021.6.1.24874
216
Meléndez | Beuchot y Vital, Manual de hermenéutica
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 215-218
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Normas editoriales de Interpretatio
Secciones de la revista
La revista incorpora a su contenido un dossier en el que se agrupan artículos y notas
que tienen en común un tema o problemática. Esta sección estará coordinada
por un editor invitado.
Artículos y notas. Son trabajos de investigación hermenéutica con una tesis
original o un examen profundo de algún aspecto teórico o de aplicación de esta
disciplina.
Artículos. Son reflexiones amplias, sistemáticas y exhaustivas. Su extensión es
de 15 a 25 cuartillas.
Notas: se caracterizan por ser breves y enfocarse en un asunto específico. Su ex-
tensión es de siete a 12 cuartillas.
Documentos. Son ediciones de obras o fragmentos de obras cuyo contenido ofre-
ce un punto de partida pertinente y relevante para la reflexión metodológica de
las humanidades contemporáneas. Los documentos propuestos deben ser iné
ditos o de difícil acceso y tener una extensión máxima de 15 cuartillas. Además,
deberán incluir una nota filológica preliminar de entre cinco y ocho cuartillas.
Se valorarán especialmente las ediciones críticas.
Reseñas. Son presentaciones críticas de una obra particular en las que se expone
su relevancia para la investigación del tema tratado. Las obras reseñadas deben
ser de edición reciente. La extensión de cada reseña es de tres a cinco cuartillas.
Noticias. Son crónicas breves sobre eventos académicos relevantes para el estudio
de las humanidades (congresos, coloquios, conferencias, cursos, talleres, etcé-
tera). Su extensión deberá limitarse a dos cuartillas.
Lineamientos editoriales
Libro
Apellido o apellidos, Nombre (año de edición). Título del libro. Lugar de edición
(ciudad), Editorial.
Ejemplo:
León-Portilla, Miguel (1996). El destino de la palabra. De la oralidad y los glifos
mesoamericanos a la escritura alfabética. México, El Colegio Nacional/Fondo
de Cultura Económica.
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Normas editoriales
Capítulo de libro
Apellido o apellidos, Nombre (año de edición). “Título del capítulo”, en Nombre
y apellido del responsable del libro (función), Título del libro. Lugar de edición,
Editorial: páginas en que aparece el capítulo.
Ejemplo:
Álvarez Colín, Luis (2015). “La ontología de Paul Ricoeur. Aproximaciones poé
tico-hermenéuticas”, en Gabriela Hernández García y Jaime Ruiz Noé (ed.),
Ser, entre la identidad y la diferencia: perspectivas desde la hermenéutica analó-
gica. México, Universidad Nacional Autónoma de México: 85-116.
Artículo en revista
Apellido o apellidos, Nombre (año de edición). “Título del artículo”, Nombre
de la revista, año o volumen, número, temporada: páginas en que aparece el
artículo.
Ejemplo:
Quijano Velasco, Mónica (2015). “José María Vigil y la recuperación del pasado
colonial en la primera historia de la literatura mexicana”, Literatura Mexicana,
vol. xxvi, núm. 1: 65-82.
Ejemplo:
Bartra, Armando (2009). “La Gran crisis. V y última”, La Jornada, 18 de abril: 30.
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Ejemplo:
Bartra, Roger (2014). “Una existencia doliente”, <http://www.letraslibres.com/
revista/columnas/una-existenciadoliente>, consultado por última vez el 22 de
septiembre de 2015.
Arbitraje
Los textos propuestos a Interpretatio. Revista de Hermenéutica serán sometidos a un
proceso de revisión y selección por parte del comité editorial. Este último revisa la
adecuación de los textos a los lineamientos editoriales y su pertenencia a los cam-
pos del conocimiento que son de interés para la revista.
Los textos admitidos se someten a un proceso de dictaminación de acuerdo con la
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mos a lo largo de todo el proceso. Para cada texto se solicitarán dos dictámenes, uno
realizado por un investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México y otro
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la recomendación de publicar el texto, el comité editorial pedirá un tercer dictamen.
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autor recibirá una carta formal con la notificación de los resultados de la evaluación y
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Publicable sin modificaciones: el texto será inmediatamente incorporado al proce-
so editorial de la revista.
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Cesión de derechos
El contenido de los trabajos publicados por Interpretatio es responsabilidad exclusiva
de los autores.
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Normas editoriales
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 219-228
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common subject or problematic. This section will be coordinated by a guest
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osition or a deep examination of either an applied or a theoretical aspect of this
discipline.
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Notes: Papers that are mostly brief and focused on a specific topic. Their average
length is from seven to 12 pages.
Documents: It refers to editions of works or editions of fragments of works whose
content provides a relevant and pertinent standpoint for methodologic reflec-
tion in contemporary Humanities. The proposed works must be unpublished
or hard to find, they will have a maximum length of 15 pages. Additionally they
must include a preliminary philological note with a length from five to eight
pages. Critical editions will be specially appreciated.
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evance of the research on the concerning subject. The reviewed works must
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courses, workshops and so on). The length must not exceed two pages.
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thor the references must be sorted by date. If there are two or more identical entries
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Book
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tion, Publisher.
Example:
León-Portilla, Miguel (1996). El destino de la palabra. De la oralidad y los glifos
mesoamericanos a la escritura alfabética. México, El Colegio Nacional/Fondo
de Cultura Económica.
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 219-228
Book chapter
Surname or surnames, Name (year of publication). “Chapter title”, in Name and
surname of the responsible of the book (role), Book title. Place of publication,
Publisher: chapter pages.
Example:
Álvarez Colín, Luis (2015). “La ontología de Paul Ricoeur. Aproximaciones poé
ticohermenéuticas”, en Gabriela Hernández García y Jaime Ruiz Noé (ed.), Ser,
entre la identidad y la diferencia: perspectivas desde la hermenéutica analógica.
México, Universidad Nacional Autónoma de México: 85-116.
Journal article
Surname or surnames, Name (year of publication). “Article title”, Journal Title,
year or volume, issue, season: article pages.
Example:
Quijano Velasco, Mónica (2015). “José María Vigil y la recuperación del pasado
colonial en la primera historia de la literatura mexicana”, Literatura Mexicana,
vol. xxvi, num. 1: 65-82.
Example:
Bartra, Armando (2009). “La Gran crisis. V y última”, La Jornada, 18 de abril: 30.
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Editorial Guidelines
Website article
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was consulted). “Website name”, <web site URL>, specific date of last Internet
query with year included.
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Bartra, Roger (2014). “Una existencia doliente”, <http://www.letraslibres.com/
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Interpretatio, 6.1, marzo-agosto 2021: 219-228
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Interpretatio
Revista de Hermenéutica, vol. 6, núm. 1, es
editada por el Instituto de Investigaciones
Filológicas, siendo jefa del Departamento de
Publicaciones Carolina Olivares Chávez.
Se terminó de imprimir en los talleres de
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ubicados en Calle 2, núm. 21, col. San Pe-
dro de los Pinos, alcaldía Benito Juárez, C. P.
03800, Ciudad de México, el 26 de marzo de
2021. Consta de un tiraje de 200 ejemplares
impresos en papel Cultural de 90 gramos
mediante el sistema de impresión digital.
La composición tipográfica fue realizada
en tipos Constantia de 1o/14.3, 9/14.3 y 8/9.6
puntos.