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Misiones Saludables

Qué difícil es hablar de estos temas cuando en el mundo entero se vive una
expansión del evangelio, por pequeña que sea, con el énfasis propio de cada
congregación religiosa.

Sólo pensemos cómo son las misiones católicas, la cual se refiere como dar a
conocer a la iglesia y a su doctrina cristiana en comunidades no creyentes
mediante la obra social y el anuncio del evangelio.

Estas misiones se caracterizan por brindar condiciones materiales, que consideran


mejores, a las comunidades que consideran marginadas con una dosis de la
promulgación del evangelio y su objetivo es instaurar una iglesia, con su templo,
en esos lugares.

Tal vez alguien me pueda desmentir pero, generalmente, funciona así.

Estas misiones se caracterizan por impregnarle la personalidad del misionero a la


obra y muchas veces se va desvirtuando la condición propia del evangelio.

En el caso de las iglesias protestantes, la diferencia no es mucha. Sólo cambia la


doctrina y aspectos básicos se mantienen iguales.

Al final, cada una, en su estilo, pretende que esa iglesia nueva se sostenga por si
sola y que los recursos económicos se determinen por la nueva comunidad
construida.

Pero definamos que es, para mí, las misiones saludables.

Las misiones saludables las definiré como el sentido de poder llevar el evangelio
con un sentido profundo de amor frente a los que no conocen la gracia de
Jesucristo. Este proceso debe tener varios lineamientos:

1. Humildad. Determinado que el protagonista principal es Dios Todopoderoso


y nosotros simplemente somos un instrumento en sus manos. Al llevar el
evangelio debemos comportarnos de forma austera, sin mayores
pretensiones y sirviendo siempre a los demás. Cómo el mismo Señor
Jesucristo lo dijera: “El que se crea más importante que se haga de último
en la fila y sirva a los demás”.

2. Servicio. Para poder llevar el evangelio debemos convertirnos en personas


dispuestas a brindar el servicio; como el esclavo fiel. El servidor de Dios.
Cuando el Señor Jesucristo dio de comer a una multitud, por compasión, se
convirtió en el sirviente mayor de todos sus hermanos.
3. Compasión. Debemos ser movidos a compasión por el otro. El sufrimiento
del otro, por no reconocer a Cristo como su Señor y Salvador, debe
producir en nosotros un profundo sentimiento de tristeza que tiene que
impulsarnos a buscar la forma de aliviar ese dolor; el dolor de no haber
conocido a Dios hasta el momento de nuestro encuentro.

Al llevar el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, hasta los confines del mundo,
es importante no desviarnos del concepto de mi Señor. Debemos tomar la cruz y
seguirlo, sin cambiar nada, sin añadir nada, sin creer que somos los importantes
por llevar Su Palabra, sin pretensiones, sin que nuestras acciones nos conviertan
en un hombre impuro, convirtiéndonos en un niño, puro, sin egoísmo, sin maldad,
sin envidia en el corazón.

Ese es mi sentido de Misiones Saludables, sin estadísticas, sin prejuicios, sin


afanes pero sin pausas.

Jesucristo habite en nuestros corazones y guíe nuestros pasos para poder


convertirnos en personas dignas de su misericordia y de su amor.

Ernesto Alvarez Ospina

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