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La transmisión de las obligaciones consta del traspaso de las mismas de una persona

a otra; ya sea desde su lado activo, con las figuras de cesión de crédito y el pago
por subrogación, o desde el punto de vista pasivo, con la asunción de deuda.
La diferencia con la novación subjetiva yace en que en aquella nacía una nueva
obligación que nada tenía que ver con la anterior; en este caso, se cambian los
sujetos, pero subsiste la relación jurídica originaria.
La transmisión puede ser por acto entre vivos (por ejemplo convencional, mediante
cesión) o mortis causa (como consecuencia de la muerte del titular del derecho);
esta última puede ser a título universal, cuando comprende todo o una alicuota del
patrimonio de la persona, o a título singular, cuando lo transmitido es un bien
individualmente considerado (como sucede con el legatario de una cosa cierta).
El derecho romano, como poseía una concepción personal de la obligación, no admitía
la transmisión. Luego admitieron la idea de transmisión mortis causa, bajo la
ficción de que el heredero era continuador de la persona del causante. Más tarde
apareció la procuratio in rem suam, en virtud de la cual el acreedor originario
otorgaba un mandato al adquirente del crédito, para que éste pudiera exigirlo, y lo
dispensaba de la obligación de rendir cuentas, constituyendo así una cesión
encubierta.
Por otro lado, también fue resistida la transmisión de deuda. El derecho romano no
la admitía, siendo el derecho alemán el que llegó a admitirla, exigiendo para ello
el consentimiento del acreedor, en pos de evitar la transmisión a un insolvente.
Dentro de las transmisiones convencionales llevadas a cabo por acto entre vivos,
hallamos las cesiones de derechos y de créditos. Las primeras son aquellos
contratos por los cuales una parte transfiere a otra un derecho (ya sea real,
creditorio o intelectual); la cesión de crédito se refiere solamente a la cesión de
un derecho creditorio que compete contra el deudor, osea que es un contrato
consensual, formal, a título oneroso o gratuito, que otorga un título de crédito.
La cesión puede adquirir la forma de una venta (cuando se hace por un precio), la
forma de una permuta (cuando se hace a cambio de otro crédito), o donación (cuando
se hace sin contraprestación); en cualquier supuesto consta de una real transmisión
del crédito al cesionario, a diferencia de las cesiones impropias, como las
cesiones en garantía (prendas de créditos que se dan cuando el deudor le cede a su
acreedor el crédito que tiene con respecto a un tercero para garantizar el
cumplimiento de la obligación principal), los usufructos de crédito (cuando el
deudor cede a su acreedor el derecho de uso y goce de su crédito, osea que por
medio de la percepción de intereses, va cancelando su deuda) y la cesión pro
solvendo (cuando el deudor cede a su acreedor un crédito para que gestione el cobro
y así cancele parte de la deuda).
Los sujetos de la cesión son el cedente y el cesionario. Todos los derechos se
pueden ceder, excepto cuando lo contrario resulte de la naturaleza del derecho,
como en el caso de los derechos inherentes a las personas, cuando resulte de una
prohibición legal (por ejemplo los derechos a una herencia futura), o de una
prohibición convencional (un pacto de non cedendo, por el cual las partes acordaron
no ceder el derecho del que se trate, como ser cuando en el arrendamiento el
inquilino acuerda no ceder el contrato de locación).
La cesión de derechos es por escritura pública ante derechos hereditarios,
litigiosos, o de aquellos que deriven de un acto que ha sido instrumentado en
escritura pública.
Los efectos entre las partes son que el cesionario pasa a ocupar la idéntica
posición del cedente: nadie puede transmitir un derecho mejor o más extenso que el
que tenía.
El cedente debe entregar el título donde consta el crédito y si fue a cambio de un
precio debe garantía de evicción o de derecho, osea que debe garantizar que el
cesionario no sufra ninguna especie de turbación en su derecho sobre lo adquirido
(que se trate de derechos legítimos existentes). En cuanto al cesionario, debe
pagar el precio si se trata de una cesión venta, entregar la cosa si es una cesión
permuta, y nada si se trata de una cesión donación; finamente, corren por su cuenta
los gastos del contrato.
Terceros en la cesión son todos aquellos ajenos al contrato pero que tienen interés
porque si la cesión tiene efectos contra ellos pueden ver perjudicados sus
derechos; por ejemplo, los deudores del crédito cedido, los acreedores del cedente,
y sucesivos cesionarios del mismo crédito. En principio, tendrá efectos contra
terceros a partir de la notificación al deudor cedido, momento en el que se vuelve
oponible.
Una vez notificada, respecto del deudor cedido, solamente podrá pagarle válidamente
al cesionario. Respecto a sucesivos cesionarios, la prioridad la tendrá el que
primero notificó la cesión. Respecto a acreedores del cedente, cualquier embargo
posterior a la notificación de cesión no será válido.
Se contempla la cesión parcial del crédito, por la cual cedente y cesionario
concurrirían en el crédito. Frente al concurso o quiebra del cedente, la cesión le
será oponible a los acreedores si fue notificada antes de la apertura de concurso o
de la cesión de quiebra.
El pago por subrogación tiene lugar cuando un tercero paga la obligación del
deudor, y pasa a ocupar el lugar del acreedor, obteniendo sus derechos. Para
algunos es un pago de características especiales, en cuanto extingue la obligación
en relación al acreedor pero no con relación al deudor, que sigue obligado frente
al tercero que pagó. Otros lo consideran un supuesto de transmisión a título
singular de derechos.
Hay subrogación convencional (por el acreedor, cuando el tercero cumple con la
obligación y el éste le transfiere expresamente sus derechos; o por el deudor,
cuando el deudor paga pero con fondos prestados, y el prestamista pasa a ocupar el
lugar del acreedor) o legal (cuando el deudor paga una deuda a la que estaba
obligado por otro o con otros. El primer caso se da ante una obligación
solidaria/indivisible, en la cual a cualquier deudor se le puede exigir el
cumplimiento íntegro de la obligación, por lo que cualquier codeudor que paga el
total subroga los derechos del acreedor para reclamar ante los otros deudores. El
segundo ante el fiador que le paga al acreedor, de manera que cancela la obligación
y sustituye a éste para reclamarle al deudor. Lo mismo sucede cuando un tercero
interesado paga mediando oposición del deudor.
También hay subrogación legal con respecto al heredero con responsabilidad limitada
que paga con fondos propios deudas del causante).
El efecto es que al tercero que paga se le transmiten todos los derechos y acciones
del acreedor, aunque existen algunas limitaciones: el tercero que paga podrá
reclamar al deudor solo en la medida de lo pagado; lo mismo ante una obligación
solidaria o indivisible, en la que el que paga sólo puede reclamar a los otros
codeudores, no el total de lo que paga, sino sus cuotapartes.
Si hay un pago parcial, el tercero y el acreedor concurren de manera proporcional
frente al deudor, osea que los dos podrán reclamarle sus porcentajes.
Pese a que en la cesión de créditos y en el pago por subrogación hay un cambio de
acreedor, la primera es siempre convencional mientras que el segundo puede ser
convencional o legal; mientras que en la primera se reclama el total del crédito
cedido, en el segundo sólo se reclama lo realmente desembolsado; mientras que en la
primera se debe garantía de evicción, en el segundo no se debe garantía de derecho;
finalmente, mientras que la primera requiere el consentimiento del acreedor (al ser
un contrato), el segundo lo requiere en su faz convencional pero no en su faz
legal.
Desde el aspecto pasivo, hay asunción de deuda cuando el acreedor desobliga
expresamente al deudor original, quedando la relación jurídica entre el acreedor y
un tercero que se convierte en nuevo deudor; si no hay acuerdo, el tercero se suma
como un codeudor en una obligación acumulativa, ante la no liberación del deudor
original.
También existe promesa de liberación, cuando un tercero se obliga frente al deudor
a cumplir en su lugar la obligación; ante incumplimiento, el acreedor podrá
accionar sólo contra el deudor, ya que el acuerdo entre éste y el tercero es un
pacto interno.
A su vez, se puede dar una trasmisión del patrimonio integral lo que comprende
activo y pasivo; es el caso de la herencia del causante, ante su muerte, sólo
posible como acto entre vivos en materia de transferencia de fondos de comercios y
cesión de la posesión contractual.

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