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“Utilizado por Jacques Derrida por primera vez en 1967 en 

De la grammatologie, el
término “deconstrucción” está tomado de la arquitectura. Significa deposición o
descomposición de una estructura. En su definición derridiana, remite a un trabajo del
pensamiento inconsciente (“eso se deconstruye”) y que consiste en deshacer, sin
destruirlo jamás, un sistema de pensamiento hegemónico o dominante.

De algún modo, deconstruir es resistir a la tiranía del Uno, del logos, de la metafísica


(occidental) en la misma lengua en que se enuncia, con la ayuda del mismo material que
se desplaza, que se hace mover con fines de reconstrucciones movibles. La
deconstrucción es “lo que ocurre”, aquello de lo que no se sabe si llegará a destino,
etcétera. Al mismo tiempo, Jacques Derrida le confiere un uso gramatical: el término
designa entonces un trastorno en la construcción de las palabras en la frase. […] En el
gran diccionario de Émile Littré puede leerse: “La erudición moderna nos testimonia
que en una comarca del inmóvil Oriente, una lengua llegada a su perfección se ha
deconstruido y alterado por sí misma por la sola ley del cambio natural del espíritu
humano.”

Jacqu
es Derrida (n. 15 de julio de 1930 – m. 9 de octubre de 2004)
Sin embargo, en Carta a un amigo japonés , Jacques Derrida escribe que
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la deconstrucción no se adecua, ni siquiera en francés, a ninguna significación clara y


unívoca, por lo que su traducción a otra lengua aumenta las dificultades. La
deconstrucción tampoco se adecua ni se limita a un modelo lingüístico-gramatical,
semántico o maquínico; es más, estos modelos debieran ser “objeto” o “tema” de un
trabajo deconstructivo. Estos modelos han dado origen a numerosos malentendidos
sobre la deconstrucción pues en ocasiones se la ha reducido a alguno de ellos. La
deconstrucción, continúa Derrida, tiene una apariencia negativa debido a su
prefijo des- [que denota negación o inversión del significado del vocablo simple al que
se añade]; y sin embargo “puede sugerir, también, más una derivación genealógica que
una demolición”.
Para Derrida, la deconstrucción no es un análisis porque el desmontaje de una
estructura no llevará al encuentro o descubrimiento del elemento simple o de un origen
indescomponible. Incluso el análisis debiera también ser tema de un trabajo
deconstructivo. Tampoco es una crítica en sentido general o kantiano ya que “todo el
aparato de la crítica trascendental, [es] uno de los «temas» o de los «objetos» esenciales
de la desconstrucción”.

Algo similar dirá en relación con el método: la deconstrucción no es un método y


tampoco puede ser transformada en uno; mucho menos si se quiere acentuar la
significación técnica que implica una metodología. En otras palabras, no es una
instrumentalidad metodológica: no es un conjunto de reglas y procedimientos.

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