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Colaboradores:
Francisco Ceric
Vladimir López
Nerea Aldunate
I. Introducción.
¿Es la mente el cerebro? ¿Dónde están los pensamientos y los significados? ¿Existen en el
contexto intersubjetivo, en algún sitio particular del cerebro, en un ensamble de descargas
sincrónicas temporales? ¿Es la psicología un saber naive acerca del cerebro? ¿Es una disciplina
autónoma con niveles conceptuales propios, o es reducible a la neurofisiología? ¿Cómo entender
el comportamiento humano, a nivel social, individual, o simplemente cerebral? ¿Son compatibles
las relaciones entre psicología y neurología?
Estas preguntas enmarcan un acalorado y antiguo debate actualizado por el avance de las
neurociencias. En los últimos treinta años esta disciplina ha evolucionado cuasi
exponencialmente, evidenciándose en el avance tecnológico y organizacional, el desarrollo de
megaproyectos de investigación y el alto número de publicaciones (Véase Box 1). Los 90 fueron
considerados la década del cerebro; sin embargo, la presente parece superarla altamente (Farah et
al., 2004; Moreno, 2003) influyendo en la sociedad, a nivel político, de mercado e incluso
cultural (Lynch, 2004).
BOX 1. Indicadores de la evolución de la Neurociencia
a) Avance tecnológico. Las técnicas clásicas basadas en dyes (VSDI) (Grinvald & Hildesheim, 2004), promete
la actividad electromagnética cerebral nuevos avances. Otro factor relevante es el desarrollo de
[Magnetoencefalografía, electroencefalograma, (como softwares especializados que permiten localizar fuentes
así también implantes de electrodos intracraneales) de actividad cerebral mediante algoritmos matemáticos,
estimulación magnética transcraneal] o en la actividad la combinación de distintas técnicas de neurociencia, o
metabólica (Resonancia magnética funcional, tomografía el análisis estadístico del comportamiento dinámico de
por emisión de positrones) han mostrado un continuo grandes poblaciones neuronales (Friston, 1998).
perfeccionamiento. El desarrollo de técnicas más Finalmente, la informatización de redes de datos
recientes, como la tomografía óptica y voltaje-sensitive constituye una estrategia indispensable para manejar
1
grandes montos de información (Carley, 2002; Lynch, c) Desarrollo de proyectos y financiamiento de
2004; Insel et al., 2004). alto impacto. Proyectos como el Human Brain projet
b) Avance organizacional. Se observa un gran número
de asociaciones independientes, del estado y de (www.nimh.nih.org) han sido comparados al
universidades que han surgido en las últimas décadas y proyecto del genoma humano en cuanto a fondos,
que se expanden con rapidez. Por ejemplo, la Sociedad relevancias y expectativas (Insel et al., 2004). La
Internacional de Neurociencia, ha multiplicado su financiación de la investigación a mediano y largo plazo
número de socios 50 veces en menos de 20 años en el ámbito de neurociencia se ha realizado a diversos
(www.apu.sfn.org/). niveles, entre ellos: Human Brain Proyect
Por citar sólo un ejemplo, el Human Brain (www.nimh.nih.org); Human Brain Mapping
Project es coordinado por 50 organizaciones federales (www.humanbrainmapping.org); Gensat Proyect
integradas por National Institutes of Mental Health, (www.gensat.org); RNA Mapping (Insel et al., 2004);
National Science Foundation, Nacional aeronautics, y U. Large-scale Biomedical Science (Nass & Stillman, 2003).
S. Departament of Energy (National Institute of Health, d) Incremento de publicaciones. Existen más de
2004). Han sido creadas también muchas trescientos journals de gran impacto en la investigación
organizaciones que trascienden el campo objetal de la especializados en neurociencia, y su número aumenta
neurociencia, como por ejemplo Neuroethics constantemente. Revistas como Nature y Science han
(www.nyas.org/neuroethics), Neurocognitive creado diversos journals especializados en esta área, y
Enhacement (Farah et al., 2004) o Neurosociety se contabiliza un número aproximado de 65.000
(www.neurosociety.net). publicaciones mensuales (NIH, 2004).
Ahora bien, ¿de qué manera influye en la psicología este hiperdesarrollo? Para unos,
significa la desaparición de la psicología, colonizada por la neurociencia (Churchland, 1989;
Gazzaniga, 1998; Kandel, 2001). En contra de estas visiones reduccionistas y pesimistas (desde
la perspectiva psicológica), queremos discutir una perspectiva diferente, argumentando que las
neurociencias presentan la posibilidad de ampliar y rearticular las herramientas, preguntas de
investigación, campos de conocimiento y teorías de la psicología. Dichos desarrollos de la
neurociencia no son inocuos, ya que permiten ampliar y reorganizar el campo de estudio y los
dominios de investigación, creando, simultáneamente, relaciones con otras disciplinas e
instituciones, y también nuevas problemáticas (Beurle, 2003).
El presente texto pretende presentar una visión de la neurociencia desde la psicología,
resaltando algunas áreas de investigación, evaluando algunas de sus perspectivas metateóricas,
analizando el nivel de explicación psicológico y la relevancia social del desarrollo
neurocientífico.
2
BOX 2: Algunas técnicas de Neurociencia.
RT PET fMRI EEG
Resolución Alta Baja Baja Alta
temporal
Resolución - Alta Alta Baja
espacial
Tiempo Trazadores Medición Actividad
Objeto de Reacción radioactivos consumo eléctrica
medición de actividad hemoglobina registrada
metabólica. oxigenada.
BOX 2. Breve descripción de algunas técnicas de neurociencia. La resolución temporal hace referencia a
la capacidad de analizar las secuencias temporales de los eventos cerebrales. La resolución espacial se
refiere a la capacidad de analizar la topografía del cerebro. RT: Tiempos de reacción. PET: Tomografía
por emisión de positrones. fMRI: Resonancia magnética funcional. EEG: Electroencefalograma.
Atención
En 1890 William James postulaba: “Todos saben lo que es la atención. Esta es la toma de
posesión por la mente, en forma vívida y clara, de uno entre todos los objetos o pensamientos
simultáneamente posibles. La focalización y la concentración de la conciencia son su esencia.
Ella implica la eliminación de algunas cosas para lidiar efectivamente con otras, y es una
condición opuesta a los estados cerebrales de somnolencia, confusión y dispersión” (James, W.
1890, en Gazzaniga, 2002).
A pesar de que la atención hace referencia a un fenómeno único, existen múltiples
divisiones que conforman el marco conceptual actual. Este proceso se puede dividir
primariamente en atención voluntaria y atención refleja. Por la primera se entiende la capacidad
de atender intencionalmente, mientras que por la segunda se hace referencia a la capacidad del
Sistema Nervioso de orientar la atención automáticamente hacia estímulos inesperados,
novedosos o potencialmente peligrosos. Esta distinción refleja la existencia de factores de
naturaleza diversa que modulan la atención. De una parte factores cognitivos, como el
conocimiento o la expectativa, que permitirían que voluntariamente atendiéramos selectivamente
a caracteres específicos de los estímulos (Procesamiento Top-Down); y de otra, la influencia de
factores propios de los estímulos en sí mismos, como la intensidad, determinando que nuestra
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atención sea “capturada” (Procesamiento Botton-Up), refleja e involuntariamente. A pesar de la
tendencia intuitiva a establecer una correspondencia entre atención voluntaria y procesamiento
Top-down, así como entre atención involuntaria y procesamiento Bottom-up, hay evidencia que
sugiere que se trata de fenómenos separados; un ejemplo de ésta sería la demostración de la
modulación de la captura refleja de atención en forma Top-down (Sussman et al., 2002; Escera et
al., 2003).
Recientemente se han mostrado que los mecanismos atencionales voluntarios y reflejos
involucran sistemas neurales diferentes. Hay evidencia que sugiere que para dirigir la atención
voluntariamente hacia un objetivo resulta importante una red neural dorsal que involucra la
corteza parietal posterior (en el surco intraparietal) y la corteza frontal dorsal (Corbetta et al.,
1993; Corbetta, 1998; Colby et al., 1996; Fink et al., 1997; Nobre et al., 1997; Culham et al.,
2001); a su vez, en la captura pasiva de la atención por estímulos relevantes se activa una red
ventral en la que participa la corteza temporoparietal y la corteza frontal ventral (Downar et al.,
2000; Kastner y Ungerleider, 2000; Corbetta y Shulman, 2002).
En el accionar de estos mecanismos de atención surge otra controversia: la distinción
entre atención orientada a espacio versus atención orientada a objeto (Scholl, 2001). La
atención orientada a espacio se refiere a la capacidad de atender, refleja o voluntariamente, a una
localización específica en el espacio entre múltiples localizaciones posibles, sin considerar los
objetos que puedan estar presentes en la localización atendida. Por otra parte, la atención
orientada a objeto se refiere a la capacidad de atender primariamente un objeto relegando su
localización en el espacio a un segundo plano (Herrmann y Knight, 2001). Este debate está
presente en la literatura desde los primeros reportes conocidos. Los postulados de William James
(1890) enfatizaban el ¿Qué atendemos? y por tanto se consideran la base fundacional de la
atención orientada a objetos (Gazzaniga et al., 2002). Simultáneamente Hermann von Helmholtz
(1894) avanzaba sus estudios de la atención como selección espacial independiente del
significado, enfatizando el ¿Dónde atendemos?, dando origen a lo que hoy se conoce como
atención orientada a espacio (Gazzaniga et al., 2002). Aparentemente los mecanismos de atención
en el ser humano hacen uso de ambas estrategias en diferentes situaciones(Luck et al., 2000).
La temporalidad del proceso de selección plantea interrogantes y existen posiciones
contrapuestas de Selección Temprana versus Selección Tardía. La primera supone una selección
de los estímulos mucho antes de su procesamiento perceptual completado (Posner y Dehaene,
2000); mientras, la segunda asume que los estímulos atendidos e ignorados reciben el mismo
procesamiento y que la selección sería más tardía, influyendo en la codificación en memoria, el
acceso a conciencia y la iniciación de respuestas (Gazzaniga et al. 2002). Las teorías de selección
temprana asumen un rápido rechazo de los estímulos irrelevantes sobre la base de la detección
precoz de alguna de sus propiedades físicas y mediante un “filtro atencional temprano” para el
cual se han propuesto múltiples modelos (Broadbent, 1971). Los modelos de selección tardía
asumen que los estímulos son analizados detalladamente, incluyendo su significado, antes de que
ocurra la selección (por ejemplo: Norman 1968, en Gazzaniga et al. 2002). Hoy se asume que la
selección atencional se compone de ambos mecanismos (Posner y Dehaene, 2000).
Memoria
Los procesos de memoria son hoy una de las principales áreas de interacción entre Neurociencias
y Psicología, donde los modelos propuestos por la psicología cognitiva han recibido mayor
confirmación desde la investigación en neurociencias, siendo a la vez una de las más estudiadas y
con más interrogantes por responder. Entre los puntos más estudiados sobre la memoria se
encuentran: ¿Cómo se transforman las experiencias perceptuales en memoria?, ¿existen
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diferentes tipos de memoria, son todas las memorias esencialmente lo mismo?, ¿son las
memorias almacenadas de alguna forma organizada?, ¿están localizadas en áreas específicas del
cerebro o se almacenan de manera difusa?, ¿cómo se puede recuperar memorias específicas?,
¿qué es el olvido y por qué ocurre?, ¿qué causa que haya memorias distorsionadas, falsas o no
certeras?
Las teorías sobre la memoria se enfocan en dos distinciones acerca de cómo aprendemos y
retenemos el conocimiento. La primera, define la memoria por el tiempo de retención y así la
clasifica en memoria sensorial, de corto plazo/memoria de trabajo y de largo plazo, con
abundante evidencia empírica para cada una de estas memorias (Gazzaniga et al. 2002); la
segunda, se refiere la memoria diferenciada por su contenido que, según el tipo de información o
aprendizaje, puede ser sustentada por diferentes sistemas de memoria y por tanto por diferentes
sistemas neurales en el cerebro. Así se establecen distinciones tan importantes como la de
memoria declarativa, que implica un acceso conciente y voluntario a su contenido; y de
procedimientos, de la cual no somos concientes.
Gran parte del conocimiento sobre los sistemas neurales que subyacen a la memoria y qué
partes del cerebro son esenciales a un tipo de memoria, proviene del estudio de pacientes con
lesiones cerebrales focales correlacionadas con distintos tipos de amnesia. Así pues, de Brenda
Milner, con el paciente H.M. (Milner et al. 1968) inició la investigación sobre el rol del
hipocampo y sistema del lóbulo temporal medial (cortezas entorhinal y parahipocampal) en la
consolidación de la memoria de largo plazo y donde una lesión causa Amnesia Anterógrada:
incapacidad de formar nueva memoria de largo plazo sin afectar la memoria ya formada antes del
daño.
Múltiples estudios en neurociencias apuntan a que la corteza temporal es relevante en la
evocación de la memoria previamente formada y si se lesiona cerca del polo anterior, se provoca
profunda amnesia retrograda sin interferir con la formación de nueva memoria (Gazzaniga et al.,
2002), sin implicar necesariamente que este sitio sea un “almacén” de memoria. Una explicación
alternativa apuntaría a que el área es relevante en la evocación o recuperación de la memoria de
larga data.
Hoy es prácticamente imposible hablar de investigación en memoria sin mencionar la
memoria de trabajo. En el pasado se consideró la memoria de corto plazo como un almacén en el
que la información se mantenía temporalmente hasta que se consolidara en la memoria de largo
plazo, pero ésta parece ser un proceso activo que trata con varios tipos de información. En los 70
Alan Baddeley y cols (Baddeley & Hitch, 1974) propusieron un sistema de memoria de trabajo
formado por tres subsistemas: el Ejecutivo Central, el de Lazo fonológico y el de memoria
Visuoespacial, entendiendo la Memoria de trabajo como sistema de procesamiento activo que
mantiene información disponible, que pueda ser utilizada en actividades tales como resolución de
problemas, razonamiento y comprensión.
Múltiples evidencias apoyan la existencia de redes neurales específicas que sustentarían
los subsistemas de memoria propuestos por Baddeley. Éstas serían redes postero-anteriores en las
que juegan un papel relevante el Giro Supramarginal, las cortezas de la unión
parietooccipitotemporal y la corteza prefrontal dorsolateral (Gazzaniga et al., 2002).
Afectividad
Éste es un campo de aplicación de las neurociencias en la psicología que ha crecido de forma
extraordinaria últimamente. El desarrollo de nuevos instrumentos como la imagenología
funcional ha permitido un crecimiento exponencial de los estudios en esta área, que hasta hace
poco tiempo parecía inaccesible. Hay varias preguntas que hoy son objeto de ardua investigación:
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¿Qué regiones del cerebro y qué substancias químicas se relacionan con las diferentes emociones
y reacciones afectivas? ¿Pueden estas regiones ser afectadas artificialmente por fármacos?
¿Cómo las respuestas emocionales afectan el sistema inmune, cardiovascular y endocrino?
¿Pueden modificarse estos efectos? ¿En qué se basa la subjetividad de la respuesta emocional?
Los estudios de la afectividad tienen también antecedentes importantes en el estudio de
lesiones focales del cerebro, como lesiones en la porción ventromedial de la corteza frontal que
hacen cambiar la conducta afectiva y social, encontrándose las funciones cognitivas preservadas.
Hoy hay consenso en neurociencia de que los sistemas neurales de la emoción y la cognición son
independientes e interdependientes. El denominado Sistema Límbico son estructuras relacionadas
con nuestras respuestas emocionales y en distintos grados con la afectividad y sus distorsiones.
Cabe destacar que la relación entre el Sistema Nervioso y nuestra capacidad de
interacción social está siendo objeto de profunda investigación (Adolphs, 1999; 2003; Cacioppo
et al., 2002; Frith & Frith, 2001; Moll et al., 2003). Aunque la cognición social ha sido
investigada hace bastante por la psicología social, del desarrollo y comparativa, hallazgos
recientes en neurobiología pueden aportar nuevas perspectivas (Oschner, 2004).
Conciencia
Este fenómeno es una de las áreas más controversiales de aplicación de las Neurociencias en la
investigación psicológica y se debe en gran parte a que en ella confluye el interés de muchas otras
disciplinas, resultando difícil conciliar un marco conceptual común. En 1866 T.H. Huxley
planteaba: “Qué es la conciencia, no lo sabemos, y como es algo tan extraordinario como el
estado de conciencia surge como resultado de la irritación del tejido nervioso nos es tan poco
tangible como la aparición del genio cuando Aladino frotaba la lámpara”. Hoy, diferentes
posturas (Véase BOX 4) frente a la pregunta de si la conciencia puede ser estudiada
científicamente reflejan la complejidad a que hacía referencia Huxley. Para acercarse al estudio
neurobiológico de la conciencia parece necesario hacer una serie de distinciones conceptuales. La
primera refiere a la conciencia versus sueño o estado de coma (Nivel de conciencia o “Arousal”)
que ha sido ampliamente estudiada en neurobiología constatándose que el estado de estar
consciente (como opuesto a inconsciente o dormido) es controlado por estructuras del tallo
encefálico como la formación reticular del puente y la médula oblongada donde las lesiones
producen coma. Pero esta acepción de conciencia no es la que más preocupa a la Psicología o las
Neurociencias Cognitivas, sino la que se refiere a conciencia en cuanto a sus contenidos. Aquí se
hace una segunda distinción importante denominada como los problemas Fácil y Difícil de la
conciencia (Pinker, 1997).
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El problema Fácil de la conciencia se refiere a la capacidad de reporte conciente del
contenido de la experiencia mental sin que esto implique capacidad de reportar qué procesos
nerviosos dieron lugar a ello. Visto en el contexto teórico de la teoría del procesamiento de la
información, hay dos clases de procesamiento: el que puede ser verbalmente reportado, como
productos de la visión, contenidos de la memoria a corto plazo y el procesamiento automático,
mensurable indirectamente en el laboratorio, pero del cual el individuo no es conciente, como
control motor o priming inconciente.
El problema Difícil de la conciencia se refiere al “Qualia”, o sea, a la experiencia
subjetiva fenomenológica, la experiencia de primera persona. Éste es realmente un tópico abierto
a la investigación más intensa en psicología y neurociencias. Parte de la evidencia acerca de este
fenómeno viene también del estudio de lesiones focales del cerebro. La lesión de la corteza visual
primaria produce un cuadro denominado Ceguera Cortical o “Blindsight”. En éste se produce
una pérdida de la experiencia visual con una relativa conservación de las funciones visuales. Se
ha probado, que un estímulo presentado en el hemicampo ciego acelera la respuesta a un estímulo
presentado en el hemicampo vidente, o que palabras presentadas en el hemicampo ciego
producen “priming semántico” en la respuesta a una palabra presentada en el hemicampo vidente
(Marcel et al, 1983; Marzi et al., 1986). Esto pone en evidencia que la función cognitiva y la
experiencia fenoménica son, al menos, parcialmente disociables. El estudio del problema Difícil
de la conciencia resulta hoy uno de los retos más difíciles e interesantes de la interacción
Neurociencia-Psicología (Koch, 2004; Tononi & Edelman, 1998).
BOX 5: Eliminacionismo.
Un caso radical de enfoque metateórico lo constituye fenómenos psicológicos) ya no serán necesarios para
el eliminacionismo, también conocido como new wave explicar (véase por ejemplo, Churchland, 1986). Esta
reductionism, programa metateórico basado en una tendencia es una derivación del positivismo,
visión ontológicamente unitaria de la ciencia, en la particularmente basada en el modelo nomológico
cual se supone que según avance el conocimiento en deductivo que supone una unificación por reducción a
el nivel más bajo (en este caso neurológico), los leyes describibles en niveles inferiores mediante
niveles superiores (las creencias, actitudes u otros brigde laws (leyes “puente”) entre distintos niveles de
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análisis. El principal problema con el eliminacionismo social difícilmente abarcable por una perspectiva
reside en el llamado explanatory gap (Horgan, 2001; exclusivamente neurofisiológica. Este salto explicativo
Levine, 1983): ¿cómo comprender por ejemplo, el conlleva necesariamente a posturas de superposición
conflicto histórico entre palestinos e israelitas a partir de procesos, o a explicaciones innatistas extremas, y
de sus procesos neuroquímicos exclusivamente? La representa el enfoque menos conveniente para una
mente posee una dimensión intersubjetiva e histórico- perspectiva integrativa.
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No es cierto que la psicología elabore sólo modelos funcionales y la neurología sólo modelos
estructurales1. Más bien, ha existido una co-construcción funcional-estructural. La psicología ha
influido en la construcción teórica de la neurociencia y la neurociencia así lo ha hecho con la
psicología2.
La integración y co-construcción interteórica no debe confundirse con un ideal de ciencia
unitaria. El pluralismo explicativo no busca el logro de una teoría hegemónica, transjerárquica y con
un lenguaje universal. Por el contrario, afirma que las relaciones entre la psicología y la neurociencia
favorecen el desarrollo de ambas perspectivas, siempre y cuando se respeten los niveles de análisis
específicos y sus correspondientes características. Al estudiar por ejemplo las bases neurales del
prejuicio social, no se pretende la eliminación del nivel de análisis social o psicológico, sino
favorecer una pluralidad de fenómenos explicativos no antagónicos entre sí. Dichas bases neurales
no podrán sustituir el conocimiento logrado por perspectivas psicológicas o sociales. Estas
perspectivas tampoco podrán sustituir los correspondientes avances neurobiológicos. Pero, al
enfocarse desde una perspectiva pluralista, en un contexto específico, relativo a preguntas específicas
de investigación, pueden construir teorías más ecológicas y favorecer el uso de herramientas
conceptuales y empíricas variadas.
Así, el desarrollo interteórico entre psicología y neurociencia permite abordar problemas de
investigación complejos, sin planteos extremos como el reduccionismo fisiológico o psicologismo
trascendentalista.
1
Este es un mito del funcionalismo computacional, que supone que el nivel funcional es separable del estructural, y que
para el desarrollo del conocimiento de la mente, sólo basta el primero.
2
Un caso particular de coordinación entre niveles de análisis entre psicología y neurociencia es el estudio de sistema
visual humano. Véase un análisis pertinente en Bechtel & McCauley, 2001.
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coordinación (Una aproximación a esta coordinación lo constituye el OECD-CERI Project (Learning
Sciences and Brain Research)
Finalmente, en el campo de la ética, la reciente creación del programa de neuroética, como así
también la inclusión de la neurociencia en la Nacional Bioethics Advisory Commission (NBAC,
1999) y en la Pan-eurpean Ethical Foundation (Beurle, 2003) indican la clara necesidad de regular
las prácticas neurocientíficas. El problema no reside en establecer si son necesarias políticas de
control, sino qué clase de política es necesaria (Farah et al., 2004; Fukuyama, 2002). La combinación
de manipulación genética y drogas para el tratamiento de dificultades cerebrales, o para el
mejoramiento general o particular del cerebro (neurocognitive enhacement), las conductas criminales
de pacientes con lesiones cerebrales (Moreno, 2003), la intervención genética en el cerebro (Moreno,
2001), el uso terapéutico de la estimulación magnética transcraneal (George & Belmaker, 2000), la
implantación de tejido cerebral o interfaces cerebro-máquina (Donogue, 2002), como así también
cualquier tipo de manipulación cerebral requieren de decisiones certeras coordinadas desde la
discusión interdisciplinaria y los valores socioculturales.
Cabe destacar que Sud-América no es ajena al hiperdesarrollo científico de la neurociencia.
Diversos investigadores han realizado aportes en múltiples áreas (neuroanatomía, neurobioquímica,
neurobiología molecular, neurofisiología, neurociencia cognitiva), hay laboratorios de neurociencia
de distinto tipo en diversas universidades, e incluso universidades de psicología ya poseen
laboratorios de neurociencia.
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