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Psicoterapia humanista

Concepción Humanista del hombre.


Cuatro aspectos que dan cuenta de la imagen de la persona, los cuales
coinciden y dan pertenencia a este modo de hacer y pensar psicológico
(Volker, en Sánchez, 1998):
1. Autonomía e independencia social. La persona como ser activo capaz de
intervenir en su propio desarrollo y tomar para sí la responsabilidad acerca de
su vida (Erikson citado por Volker, en Sánchez, 1998).
2. Autorrealización. Tendencias al crecimiento y a la realización (Rogers,
Maslow citados por Volker, en Sánchez, 1998).
3. Orientación por la meta y el sentido. Toda conducta es siempre
intencional (sea conciente o no conciente), lo que da cuenta de un sentido que
nos constituye como somos. La construcción del Yo y de la identidad se
vincula de forma directa con este punto (Frankl, Fromm, Adler citados por
Volker, en Sánchez, 1998).
4. Totalidad. Se considera al organismo humano como un todo que se
entrama con el todo. Sentir, imaginar, pensar, hacer (Jung, Perls, Moreno
citados por Volker, en Sánchez, 1998).
Fundamentos.
Este enfoque descansa primariamente en la cualidad de la relación entre
terapeuta y persona que consulta (Mearns & Thorne, 1988).
A. La Relación Terapéutica.
Rogers (1961), afirma que el cambio y el desarrollo individual surgen de la
experiencia adquirida en una relación. Hay tres condiciones o actitudes que
constituyen el clima causante de este desarrollo:
La primera está relacionada con la autenticidad o congruencia, esto significa
tener presentes mis propios sentimientos, y no ofrecer una fachada externa,
adoptando una actitud distinta de la que surge de un nivel más profundo o
inconsciente. Implica también la voluntad de ser y expresar a través de
palabras y conductas, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí.
Esta es la única manera de lograr que la relación sea auténtica; sólo
mostrándome tal cual soy puedo lograr que la otra persona busque
exitosamente su propia autenticidad.
Para que la congruencia tenga impacto en la relación, el cliente debe percibir
al terapeuta como congruente. Pero éste no puede sencillamente expresar
cualquier sentimiento en un momento dado, su respuesta a la experiencia del
cliente, debe ser relevante a la preocupación inmediata de este último (Mearns
& Thorne, 1988). Las respuestas del orientador que transmiten congruencia se
manifiestan claramente en la habilidad de inmediatez, que significa estar alerta
a todas las comunicaciones del cliente, ya sean directas o indirectas, que
conciernen a la relación entre ambos y comentar lo que pasa en el aquí y el
ahora entre terapeuta y cliente, aludir a lo que se vive en ese momento.
Cuando el cliente se encuentra irritado, enojado, esta cerrado por el canal de
la empatía y abierto al de la congruencia, por lo tanto, si es necesario se lo
invita a expresar sentimientos negativos que pueda estar sintiendo por el
orientador (Rothstein, 1988).
Una persona se comunica simultáneamente a través de palabras, ademanes,
expresión facial, postura y movimientos corporales, tono de voz e incluso por la
manera como esta vestida, esta comunicación es verbal y no verbal. La
comunicación es incongruente cuando hay discrepancias entre lo verbal y no
verbal, en clínica se confronta al cliente con estas discrepancias y luego el
terapeuta responde empáticamente a lo que exprese el cliente (Satir, 1986).
La segunda condición es la aceptación positiva incondicional que
experimento hacia un individuo, es decir un cálido respeto hacia él como
persona distinta y valiosa, independientemente de su condición, conducta o
sentimientos. Aceptación y respeto por todas sus actitudes al margen del
carácter positivo o negativo de éstas. Esta aceptación brinda calidez y
seguridad en la relación, esto es fundamental, puesto que la seguridad de
agradar al otro y ser valorado como persona parece constituir un elemento de
gran importancia en una relación de ayuda (Rogers, 1961).
La actitud de aceptación no es sólo un sentimiento sentido dentro del
terapeuta, sino que debe ser comunicada al cliente de forma genuina y
espontánea (Mearns & Thorne, 1988). El grado de aceptación entre terapeuta
y cliente se transmite a través del lenguaje verbal y no verbal. El terapeuta
evalúa las formas con las que el cliente le manda el mensaje, observa el
lenguaje no verbal, muy aparte de sus propios juicios y de su propia
percepción (Satir, 1986). Trata de dar el mismo valor que le da el cliente a lo
que expresa, no tanto lo que hace o dice el terapeuta, sino cómo lo hace y
dice, que tono de voz, potencia, gestos, movimientos,
concuerden con lo que está recibiendo del cliente (Rothstein, 1988).
El terapeuta por medio de la habilidad de calidez muestra cuidado hacia el
cliente a través de frases, tono de voz, gestos, conductas no verbales como
sujetar su mano, tocar su hombro, brindarle una sonrisa o una mirada
(Rothstein, 1988). El ambiente donde se desarrolla la relación también influye,
debe haber calidez en la grabadora, sala de espera, interrupciones, secretaria,
objetos que están entre cliente y terapeuta, posición de los muebles, tipo de
sillas y otros (Mearns & Thorne, 1988).
La tercera condición es la comprensión empática de cada uno de los
sentimientos y expresiones del cliente tal y como se le aparecen en ese
momento. Sólo cuando el terapeuta comprende sus sentimientos y
pensamientos, cuando alcanza a verlos tal y como él los ve y aceptarlo con
ellos, se siente realmente libre de explorarse a sí mismo tanto a nivel
consciente como no consciente. El cliente también debe sentirse libre de toda
evaluación moral o diagnóstica puesto que éstas son siempre amenazadoras
(Rogers, 1961).
APORTE A LA TERAPIA CENTRADA EN EL CLIENTE
El principal exponente de este tipo de terapia es Carl Rogers, y aunque
en un principio tomó los métodos del psicoanálisis ortodoxo con el paso
del tiempo y trabajando con sus pacientes se dio cuenta de que no
estaban siendo del todo eficaces. Así por la década de los años treinta y
estando a cargo del Centro de Asesoría Rochester, Rogers fue influido
por las investigaciones de Otto Rank y Jessie Taff, el primero tenía una
formación psicoanalítica pero había desarrollado sus propias técnicas y
procedimientos psicoterapéuticos con la finalidad de otorgarle a sus
pacientes una mayor independencia, por su parte Taff que era una
trabajadora social había implementado técnicas de relajación que
permitían a las personas controlar su conducta.
Es importante resaltar la importancia de estos dos enfoques de los que
Rogers fue embestido, pues formaron las bases para lo que después se
convertiría la terapia centrada en el cliente.
Para los años de 1940 y con una basta investigación para desarrollar un
método sistemático de tratamiento, Rogers emplea el término “terapia no
directiva” la cual tenía como base la confianza en el paciente para llegar
a la salud mental, así como el tratar el aquí y el ahora en vez de
interesarse por experiencias de la vida pasada, además de que la
relación terapeuta-paciente era el principal medio para asegurar un
proceso terapéutico adecuado.
Con el paso del tiempo Rogers enfatizó de que este proceso terapéutico
debía ser un medio libre por el cual las personas consiguieron el
crecimiento, por lo cual el enfoque propuesto por él toma algunos puntos
esenciales, el primero es el concepto de estimación positiva
incondicional, con lo cual se pretende que el terapeuta otorgue a la
persona comprensión, apoyo y estimación de manera constante, y
aunque esta estimación es vital también lo es la empatía ya que el
ponerse en el lugar del paciente ayudaría a entender la problemática
que presenta y así poderle guiar en el proceso.
Por último, está la congruencia, es necesaria que esta congruencia
exista en el ser humano con respecto a su yo real y su yo ideal, pues
mientras mayor sea la brecha entre ellos la persona se encontrará más
propensa a desequilibrios psicológicos.
Aunque estas son las bases de la terapia centrada en el cliente, es hasta
el año 1946 cuando Rogers decide ponerle este nombre, el hecho de
que haya decidido este cambio se debe a que consideraba que una
persona con alteraciones psicológicas no está enferma, por lo tanto,
llamarle paciente no sería adecuado, además de que él ve al tratamiento
psicológico como cualquier otro servicio al que la persona acude, por lo
tanto, se encuentra en la situación de cliente.
La Terapia Centrada en el Cliente es un enfoque humanista que se
ocupa de las formas en que las personas se perciben a sí mismas
conscientemente en lugar de como un terapeuta puede interpretar sus
pensamientos o ideas inconscientes.
El propósito central de este enfoque es facilitar la tendencia hacia la
autorrealización del cliente, la autorrealización es la creencia de que
todos los seres humanos persiguen lo que es mejor para ellos. Este tipo
de terapia facilita el crecimiento personal y las relaciones de un
individuo, por lo que les permite explorar y utilizar sus propias fortalezas
y la identidad personal. Un terapeuta centrado en la persona va a ayudar
a este proceso y proporcionar un apoyo vital.
Según Rogers, hay seis condiciones necesarias para que un cambio
real. Estas son:
1. El contacto psicológico entre el cliente y el terapeuta.
2. El cliente sufre un trastorno emocional, pues se encuentra en un estado
de incongruencia.
3. El terapeuta es auténtico y consciente de sus propios sentimientos
(congruencia).
4. El terapeuta tiene la consideración positiva incondicional hacia el cliente.
5. El terapeuta tiene la comprensión empática del cliente y su marco
interno de referencia, y sabe comunicar esta experiencia con el cliente.
6. El cliente reconoce que el terapeuta tiene la consideración positiva e
incondicional hacia él y una comprensión de sus dificultades
De estos, los tres siguientes son conocidos como las condiciones
principales o núcleos:
 La congruencia – el terapeuta debe ser completamente genuino.
 Consideración positiva incondicional – el terapeuta no debe ser crítico
frente a la valoración del cliente.
 Empatía – el terapeuta debe esforzarse por comprender la experiencia
del cliente.

1. APORTE EN EL ANALISIS TRANSACCIONAL

El análisis transaccional es una teoría humanista de la personalidad, las


relaciones humanas y la comunicación que se aplica en psicoterapia,
crecimiento personal, educación e incluso el ámbito de las organizaciones.

Inicialmente, era una forma de psicoterapia fundada entre los años 50 y 60 por
el médico y psiquiatra Eric Berne, un pensador innovador y creativo que unió
ideas de otras corrientes (psicoanalítica, cognitiva-conductual, fenomenológica,
etc.), pero este cuerpo teórico y práctico sigue vigente en la actualidad y se
aplica en multitud de contextos.

 Para Berne, el saber comunicarnos y conocernos son en gran medida la


solución para los problemas emocionales, y centra su planteamiento en las
relaciones sociales, donde la transacción es la unidad básica.

Eric Berne en su libro “Los juegos en que participamos” que: “La unidad de


relación social es la transacción. Donde explica que dos individuos al
encontrarse de alguna u otra manera habrá comunicación. La otra persona
entonces dirá o hará algo que esté relacionado con el estímulo, y eso se llama
respuesta transaccional .Esto se conoce como estímulo de transacción.”.

El análisis transaccional es un modelo decisional de la personalidad que ayuda


a comprender la relación con los demás y con nosotros mismos. Permite sentir
y tomar conciencia de lo que somos y de lo que necesitamos y deseamos.
Asimismo, nos empodera frente al cambio y nos permite tener autonomía e
iniciativa en nuestro propio desarrollo personal.
Los objetivos del análisis transaccional son, básicamente tres: la conciencia, la
espontaneidad y la intimidad:

 Ser consciente es ser capaz de distinguir lo que es real de lo que es


fantasía. Es el autoconocimiento.
 La espontaneidad se relaciona con la expresión de los pensamientos,
los sentimientos, las emociones y las necesidades de uno mismo.
 La intimidad es la capacidad de abrirse al otro, de ser auténtico y
cercano.

El modelo de Eric Berne fue ganando popularidad, y éste decidió fundar la


ITAA (Asociación Internacional de Análisis Transaccional) con la misión de
profundizar en ciertos conceptos del análisis transaccional y aportar desarrollos
diferentes dentro de la teoría. Esta institución sigue vigente hoy en día para
asegurar la calidad terapéutica y formativa en los distintos centros que se
practica el análisis transaccional.

Dentro del análisis transaccional existen distintas escuelas, por ejemplo. la


clásica o la catexis. A medida que un practicante integra los conceptos del
análisis transaccional, se decanta por una escuela que encaje con su manera
de ser o de hacer terapia, o se mueve por los distintos enfoques dentro esta
misma teoría, de modo que se trata de encontrar una forma que se adapte
mejor a los casos tratados. De algún modo, se parte de una base teórica y
práctica y se pasa a algunas variantes, tal y como suele ocurrir con los
psicoanalistas.

Uno de los grandes logros del análisis transaccional es que propone una
metodología y unos conceptos básicos expresados en un lenguaje simple y sin
tecnicismos, y a su vez facilita técnicas para el cambio personal.

Las transacciones psicológicas se analizan mediante los estados del ego,


distintos de los que propuso Freud. Existen tres estados del yo: Padre, Adulto y
Niño.
 Padre: Se habla y piensa con los patrones aprendidos de una figura
autoritaria en la niñez. Es una copia de la infancia.

 Adulto: Estado más racional y realista

 Niño: Es el estado más impulsivo y espontáneo.

Bibliografía
Rosso, M., & Lebl, B. (2006). TERAPIA HUMANISTA EXISTENCIAL
FENOMENOLÓGICA: ESTUDIO DE CASO. Ajayu. Órgano de Difusión
Científica del Departamento de Psicología de la Universidad Católica
Boliviana "San Pablo", vol. 4, núm. 1,
https://www.redalyc.org/pdf/4615/461545473005.pdf.

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