Está en la página 1de 31

Sin querer.

Espero con la poca paciencia que me caracteriza que las puertas de metal que
se cerraron frente mis ojos solo medio segundo atrás, se vuelvan abrir para así
poder subir al ascensor como normalmente evito hacer. Una sonrisa alza
flojamente una de las esquinas de mis labios por lo irónico de la situación en la
cual me encuentro ahora.

La verdad es que odio los ascensores con toda mi alma, pero justo ahora no
me interesa esperar por uno si debido a ello puedo poner fin con mayor rapidez
a mi descolorida vida que ha perdido por completo su sendero.1

Mierda.

No puedo evitar una rasposa carcajada ante los pensamientos tan crudo de mi
realidad. Nunca imaginé que estaría esperando el elevador que me llevaría a
mi muerte prematura, y es que con solo 22 años de edad, el suicidio no estuvo
en mis planes sino hasta hace solo un par de semanas atrás; en dicho
momento terminé de palpar la desdicha de encontrarme muerto en vida.

Sinceramente, mi permanencia en este plano terrenal no tiene sentido. No soy


el valor fijo en la vida de nadie, no tengo deseos, ni mucho menos metas,
solo... Tengo un gran vacío que se vuelve cada vez más grande y feroz con el
pasar de los días.

Es asfixiante.

Sí, aunque sea complicado de entender, este hermoso chico que puedo
apreciar con tristeza a través de lo metálico de las puertas, posee una vida
bastante miserable que cada vez se vuelve más difícil de cargar. No tengo
ninguna experiencia traumática, no sufrí de abuso, no tengo una familia mala,
ni mucho menos una enfermedad incurable que me haga contar los días.
Contrario a lo que muchos creen, tengo todo lo necesario para ser una persona
feliz... Pero aun así no lo soy.9
Desde que tengo memoria me aferré a esa frase dicha por Nobuo en NANA:
"Te creeré aunque sea mentira" Dichas palabras las utilicé como mi lema de
vida: ''Creeré que es bueno vivir, aunque sea mentira'' Fue lo que me repetía
una y otra vez, y yo estaba tan ensimismado en la perfección de algo
imperfecto, que jamás noté el truco detrás de mi vida. A veces quisiera
retroceder el tiempo y golpearme para no engañarme a mí mismo durante
tantos años. Intenté sobrellevar mi existencia hasta que la situación que reprimí
en mí, se volvió tan clara que entonces noté que solo era yo el que estaba
intentado tapar el sol con un dedo.

Cuando abrí los ojos a la realidad, me di cuenta que no era más que un
caparazón completamente vacío que intentaba desesperadamente de volverse
una tortuga y poder andar así sea con lentitud. Me resulta gracioso justo ahora;
porque aunque fingiera una sonrisa e hiciera feliz a todos a mi alrededor,
siempre terminaba llorando en mi habitación al sentirme incompleto.2

Cuando acepté que nada en este mundo podría hacerme sentir conforme,
comencé a observar todo de una forma distinta.

Los atardeceres tenían un toque más trágico de lo que hubiese deseado,


terminando siempre con un dolor horrible en el pecho que me quitaba el aliento.
La lluvia solo me hacía sentir más deprimido, y las risas de mi familia al verse a
mi alrededor eran tan opresivas, que el deseo de no verlas nunca más
comenzó a regir mi destino. De esa forma nació el deseo de morir, que es la
gasolina que impulsa en este momento mi estadía en la espera del ascensor.4

¿Encantadora historia? Sé que sí.

Dejo de observar mi reflejo para poder apreciar la pantallita oscura sobre las
puertas del elevador que indica en ese momento el descenso de la caja
metálica por el piso ocho. Las ansias comienzan a correr por mis venas como
la misma droga que probé semanas antes. Quiero subir rápido y terminar con
esto de una sola vez sin que el arrepentimiento pueda llegar a mí.
El sudor en mis manos comienza a ser visible, al igual que el dolor en las
piernas al poder percibir con demasiada claridad como aquel viejo aparato
metálico baja piso por piso, casi burlándose del miedo que le tengo a las
alturas.

Odio esto... Jodidamente odio subir a ese tipo de cosas que operan solas y se
ven tan viejas; es que de solo pensar que voy a estar por varios segundos
suspendido en el aire dentro de una cabina metálica que se puede caer en
cualquier momento y así obtener una muerte aplastante, literalmente hablando,
me hace temblar. A pesar de ser consciente de mi acrofobia, me arrepiento en
este instante de haber condicionado lo poco que he vivido a este miedo. Justo
porque me iré del mundo sin haber hecho miles de cosas que quise hacer y
que por el temor me negué, es que planeo morir en las alturas; no me voy a
lazar del decimoquinto piso, sinceramente primero me moriría de un infarto, y
no quiero morir de una forma tan fulminante. Yo... Quiero ver el atardecer, y ya
luego ingerir esas pastillas que en mi pequeño bolso yacen para poder irme
poco a poco mientras miro el cielo y tengo algunos momentos para pensar que
realmente es mi fin.

El respectivo sonido que hace dicho medio de transporte vertical al llegar,


suena, impidiendo que continúe indagando en mis enfermizos deseos de una
muerte no tan espantosa. Sin ganas de perder el tiempo, entro a la cabina y
presiono el botón que me llevará al piso que está antes de la azotea. Justo
cuando falta la mitad del espacio para que las puertas se cierren, una bolsa de
color azul obstruye el cierre, cosa que me hace saltar en mi lugar por lo
repentino de la acción. Un segundo después, un joven jadeante del otro lado
hace un profunda reverencia junto con un ''Disculpe'' En forma de susurro. El
chico se coloca en la esquina de la cabina, tomando con excesiva fuerza lo que
parece ser una bolsa de compras entre ambas manos.1

Me acerco nuevamente al tablero con intenciones de acelerar el cierre, y en


ese mismo instante el joven tiene la pretensión de hacer lo propio, pero al estar
yo más cerca que él, se contiene a medio camino soltando una pequeña risita
que desde mi experiencia sonó un tanto incómoda, nerviosa.

Carraspeo la garganta para centrarme.

—¿Qué piso?—pregunto con cortesía.

El que me vaya a morir no me quita lo educado. Él me mira por un segundo


que parece eterno y seguidamente baja la mirada al piso un poco... ¿Apenado?
No lo sé, solo puedo alzar una ceja a su dirección debido al silencio que
mantiene.5

—El... Último, por favor—masculla en un hilo de voz.1

No respondí, solo asentí y marqué el piso que es el mismo que yo voy a


ocupar. Las puertas por fin cierran con mayor lentitud, consiguiendo enseguida
ese punzada en mi espalda baja al sentir que comienza el ascenso hacia los
pisos superiores. Mis ojos no se despegan de la maldita pantalla que cambia
con una lentitud olímpica. Ya puedo percibir cómo mis palmas duelen ante la
insistente acción de restregar contra la tela de mi pantalón. En serio necesito
bajar de aquí lo más pronto posible...

Vamos, todo estará bien, todo estará bien... Ya faltan solo...

De un movimiento bastante violento que es seguido de un estruendoso sonido,


la cabina se detiene repentinamente en el decimoprimer piso. Yo al estar tan
concentrado en querer bajar, no puedo sostenerme y pierdo el equilibrio hasta
sentir lo frío del suelo contra mi mejilla izquierda. Quedo completamente
paralizado en el momento en que las luces se apagan y una casi imperceptible
luz de los bombillos de emergencia encima del tablero, se enciende. De
manera automática giro mi rostro al otro lado del amplio elevador para notar
que no soy yo el único en el suelo.1

El joven de cabello azabache yace sentado mientras sostiene su cabeza entre


sus manos y unos gruñidos de dolor romper el silencio del lugar. La bolsa de
compra está esparcida a su lado con todo el contenido por doquier, pudiendo
identificar algunas chucherías de empaques brillantes y otras bebidas. Un
chillido agónico me alarma, haciendo que me arrastre un poco hasta él para
poder verificar qué tipo de daño causó la caída.

—Ey, ¿Estás... Bien?—pregunto un tanto asustado. Lo único que puedo ver de


su cara es su boca fruncida en una mueca sufrida, ya que sus ojos los
mantiene ocultos tras su mano—. Oye...—lleno de temor acerco mis dedos
hasta su hombro para llamar su atención—. ¿Ese golpe que oí fue tu cabeza al
chocar contra el metal?

—Ah... S-Supongo—responde entre un jadeo bajo.

—Se escuchó bastante fuerte—realmente había sido más que fuerte de lo


expresado, y el que se siga tomando la cabeza de esa forma tan insistente,
solo logra inquietarme—. ¿Estás mareado? ¿Náuseas? ¿Qué lugar
específicamente fue el que golpeaste? ¿No rompiste tu cabeza?

—Muchas preguntas.

—Lo siento, es que puedes tener con facilidad algún tipo de lesión. Por favor,
déjame revisar.

—¿Es doctor?

Mi mano que se aventura a él, queda a medio camino al escuchar aquello. El


dolor en mi pecho crece. ¿Doctor? ¿Alguien como yo?

—Eh, no...—no pude finalizar ni el segundo año de medicina. Qué idiota soy.
No tengo ningún tipo de derecho de preocuparme por otros si en este día
acabaría con lo que un doctor lucha por salvar: la vida. Patético Kim Taehyung,
patético—, lo siento no lo soy. Solo quería verificar que estuvieras bien... Es
todo—me cohíbo.1

—Suena como uno—responde en voz baja, quitando al fin la mano de su


rostro.
Con la escasa luz que el sitio brinda, puedo notar que una gota de sangre
resbala de su ceja derecha hasta su mejilla en un rápido movimiento. Sabía
que algo debió de romperse con semejante golpe.

—Supongo que no moriré, s-solo duele un poco—cierra sus ojos con fuerza al
decir aquello.

—Estás sangrando—murmuro aliviado—. Rompiste una de tus cejas.

Por costumbre me apresuro a buscar un pequeño pañuelo que siempre traigo


conmigo en el bolsillo delantero de mi pantalón, para llevarlo a la zona afectada
y así contener la sangre que sale de forma escandalosa. Él vuelve a mirarme.

—Al parecer no es una gran herida—comienzo a farfullar nervioso—, la zona


se hinchará bastante, tendrás que tomar algo para la inflamación y dolor si no
es soportable, quizás se mantenga el malestar en tu cabeza y tu ojo se vea
afectado por la hinchazón. Te recomiendo que vayas al médico para que él
valore si son necesarios algunos exámenes—sigo diciendo sin pensar.1

—¿En serio no es médico?—vuelve a preguntar.

—No—bajo mi mirada hasta sus manos que permanecen quietas sobre su


regazo. Tomo alguna y la llevo al pañuelo para que sostenga por cuenta propia
la tela que cubre su herida—, Como ya dije, no lo soy... Al menos, jamás lo
logré—admito en voz baja con una pequeña sonrisa.

Una vez él sostiene por sí mismo la tela, me alejo lo suficiente otorgándole su


espacio. Por educación ante su dolencia, empiezo a recoger e introducir las
cosas que están regadas en la bolsa de compra de tono azul.

—Puedo notar la vocación, ¿Cómo alguien así no lo puede lograr?—indaga


cauteloso, acercándose para ayudarme también.

La seguridad con la que dice esas palabras hace que una sonrisa dolida se
forme en mis labios. Yo también creí que poseía una vocación única sobre la
faz de la tierra, yo también pensé que con solo amar algo podía obtener las
cosas, pero al darme cuenta que con amor y ganas no mucho se obtiene en un
mundo que se mueve por el dinero, la decepción me llevó a la depresión y la
depresión al vacío emocional del cual no he podido salir todavía.6

—Creo que sería un buen doctor—dice tímidamente, quitando el pañuelo de su


ceja en el afán de utilizar ambas manos en la recolección de sus compras—. Lo
siento, no tiene que hacer esto por mí, yo puedo.

—No es nada, solo... Otra vez estás sangrando—noto, sin siquiera percatarme
que lo estaba mirando—. Por favor, no dejes de hacer presión por el
momento—vuelvo a llevar el retazo de tela hasta su ceja, ganándome una
mueca que distorsiona ese rostro de bebé que el chico posee—. Quizás
necesites un punto, aunque con esta luz no podría asegurar cuán profunda es
la herida. ¿Te duele mucho?

—Gracias—murmura sin apartar todavía sus ojos de los míos —. Es muy


amable... Eh...

Yo en serio quiero decir algo, pero de mi boca nada sale... Solo esa extraña
sensación que ya había experimentado con anterioridad en algún momento de
mi vida. Sus ojos negros me llevan a un lugar lejano, es extraño, pero siento
que ya lo conozco de algún sitio, que lo hice hace mucho tiempo, y por ello,
esas ganas de llorar sin razón aparecen. Parpadeo varias veces y alejo mi
atención de él. ¿Qué ha sido eso?1

—Taehyung, es un placer—digo en seguida un poco confundido por todas esas


emociones que se van arremolinando en mi estómago.

Solo es un toque el que siento cuando desliza sus dedos por sobre los míos al
querer tomar el pañuelo, lo que causa una corriente de electricidad por todo mi
cuerpo, nuevamente llevo mis ojos a los suyos que ni siquiera parpadean al
mirarme. ¿Acaso él ha sentido lo mismo? ¿Qué es esta cercanía que me
conmociona a tal manera? Cercanía que no existe. Mierda, en serio siento
ganas de llorar.4
—Jungkook—sonríe un poco, finalmente desviando la atención de sus ojos—,
mi nombre es Jungkook... Eh... ¿Hyung?—pregunta con curiosidad.

—Sí, s-supongo que soy tu Hyung, te ves... Bastante joven. Da igual, puede
llamarme como desees—murmuro.1

De forma rápida corto cualquier tipo de contacto y me siento en el suelo


dejando la distancia correspondiente para no sentir incomodidad. Mi espalda se
pega de la fría superficie metálica que se cuela a través de la tela de mi
chaqueta rosa, y relamo mis labios que se han secado por la extraña opresión
en mi pecho que solo se hace mayor con el pasar de los minutos. No puedo
asegurar cuánto tiempo transcurre, pero la respiración errática del azabache
me comienza a poner nervioso hasta el punto de sentir que casi gotas de sudor
resbalar de mis manos.

—¿Está bien?—su voz sale suave, aterciopelada, ¿Cómo se puede oírse de


esa forma si seguía respirando de ese modo?—. ¿Hyung?—mi mirada se
distorsiona por las lágrimas que hasta ese momento me doy cuenta que
queman mis ojos. ¿Qué es...?—. Hyung... Cálmese.

Su mano toma de forma fuerte mi brazo izquierdo haciéndome caer en cuenta


que no es su respiración la errática, es la mía.1

Las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas como cascadas, y con
ello, esa opresión asfixiante crece en mi cuerpo, aparte de esa tan común
punzada en la parte baja de mi espalda que me hace quedar rígido en mi lugar.
Estoy aterrado. Fui lo suficientemente estúpido como para no notar las
pequeñas pistas me mi sistema me fue dando.

Supongo que es una muy mala idea quedarse atrapado en un ascensor a once
pisos del suelo si una de las persona sufre de acrofobia, y más, si durante toda
su mísera vida ha evitado utilizar cualquier tipo de medios que conlleva estar a
dos pisos sobre el suelo. En medio del pánico, puedo detectar lo ilógico del
momento, estoy entrando en un ataque de pánico por estar en una situación
que yo mismo creé al querer morir, MORIR, por Dios... ¿No es mejor que se
caiga esto y así descansar en paz de una vez? No, claro que no; porque el que
yo quiera partir de este vacío mundo, no me da derecho a arrastrar conmigo a
otros seres inocentes.

Él refleja la inocencia más hermosa que haya podido observar...3

—Está temblando, ¿Qué le sucede?.

Quiero hablar, quiero decirle que estoy a nada de tener un ataque debido a la
altura y situación; pero simplemente las palabras no quieren abandonar mis
labios, mi corazón palpita tan fuerte que mis oídos retumban de forma
sofocante en mi dolorosa cabeza, mis extremidades están entumecidas. ¿Por
qué? Joder, se supone que esto no tenía que suceder.

—Por favor... ¿Qué hago? Q-Qué puedo hacer...—se pregunta con voz
intranquila moviéndome un poco.

Entre mi colapso, él se coloca de pie y empieza a pedir ayuda por medio de las
puertas mientras golpea y golpea con ambas palmas. En cierto momento dejo
de prestar atención a esta persona cuando mis pulmones se comprimen de un
momento a otro, de por sí, ya el lugar posee oxígeno limitado y que comenzara
a hiperventilar empeora la situación drásticamente. Entonces como si ese
hermoso azabache no encontrara más por hacer, se posiciona sobre mí, toma
mis mejillas haciendo que mis ojos que permanecían cerrados se abrieran y
clavaran en los suyos con sorpresa.2

—Míreme... Solo míreme a mí—pide entre mimos que son dejados con
suavidad sobre mis mejillas, distrayendo por algunos instantes el pensamiento
de que posiblemente podría morir en cualquier momento—. Respire... Míreme
respirar y trate de llevar mi ritmo—quiero parar de llorar, quiero dejar de
sentirme estúpido frente un chico tan guapo como lo es ese joven, pero no
logro controlar mi estado, no puedo parar, no puedo evitar tener miedo—. Tu
respiración es extraña—al menos no, hasta que esa preciosa voz me arrebata
el poco aire que poseen mis pulmones—, ¿Qué debo hacer? No lo entiendo.
Tu respiración no me deja comprender si estás bien—un desconocido está
cantando para mí, un chico que acabo de conocer canta solo para mí—. Un
abrazo te daré. Tus suspiros dicen que estás cansado, lo sé, ha sido un día
muy largo para tomar un descanso—sus ojos negros no se quitan de los míos,
y milagrosamente la opresión de mi pecho va aflojando milímetro por
milímetro—, solo piensa en ti, toma un descanso... Deja de lado las
preocupaciones...7

Las lágrimas que abordan mis mejillas en este punto ya no son por el pánico de
la situación, si no por los miles de sentimientos encontrados que esas suaves
notas que salen de sus labios de manera armoniosa, calan en mi pecho de una
forma anormal. Sin él saberlo, esas han sido las palabras más lindas que he
recibido desde que decidí dejarme morir en vida. No lo puedo creer, un chico
que apenas tengo un máximo de 45 minutos conociendo, me está diciendo en
una voz tan dulce como un murmullo, que descanse.

—Tu respiración es extraña, ¿Qué debo hacer? No lo entiendo, tu respiración


no me deja comprender si estás bien...—sus dedos que dejaban mismos, ahora
limpian suavemente lo húmedo de mi rostro al verme en la incapacidad de
parar mi llanto—. Un abrazo te daré, lo has hecho bien—susurra poniendo fin a
esa canción—. Lo ha hecho bien, Hyung—repite—. Lo ha hecho muy bien.

Con timidez y viendo la duda reflejada en sus ojos, desliza sus manos hasta
mis hombros envolviendome en un abrazo lleno de delicadeza, gentileza. Estoy
anonadado. Un desconocido me abraza, está tratando de alentarme por medio
de un toque que me he negado, está brindándome su afecto de forma
desinteresada. Su muestra de solidaridad logra que más lágrimas caigan y que
los sollozos que estaban siendo amortiguados por su camisa de rayas blanca
con negro, comiencen a inundar el lugar. Definitivamente ya no lloro por tener
miedo a caer, lloro porque hace menos de una hora me iba a ir de este mundo
sin que alguien me dijera que lo había hecho bien, sin que nadie se preocupara
por tenderme una mano en una de mis crisis, sin que alguien me alentara y
diera palabras de apoyo... Tal cual, como ese joven que apenas conozco lo
está haciendo.6

—G-Gra-cias—susurro aferrándome sin vergüenza a su camisa—, muchas...


M-Muchas gracias.

Gracias por decir palabras que nadie en 22 años se preocupó en pronunciar,


gracias por decir sin querer cosas que esperaba escuchar de las personas que
se supone se alegran de que viva, gracias por tomarte unos minutos de tu
tiempo en consolar a este pobre miserable que vio como única salida tangible
el suicidio.1

Aunque quise decir esas palabras en voz alta, nunca sería capaz de hacerlo,
no puedo simplemente abrirle mi corazón a alguien que posiblemente no vuelva
a ver después de salir de este horroroso sitio.

El chico no dice nada después de eso, solo canta la misma canción otra vez
mientras acaricia mi cabello transmitiendo paz. La misma melodía salió de sus
labios interminables veces hasta que las lágrimas dejaron de mojar su camisa,
hasta que los espasmos de un desgarrador llanto como el que había tenido
entre sus brazos, paró. Yo nunca me había roto de esa forma delante de
alguien, jamás había llorado de esa manera. Por un momento, me importó tan
poco que fuera alguien que acabara de conocer, simplemente de esa forma
salió, simplemente no podía aguantar más, ¿Estaba mal hacerlo así? No lo sé,
y no me importa; porque esa calidez que el alma de esa persona tiene sobre la
mía, es casi irreal.

—Siento que lo conozco—susurra él dejando descansar su mentón en mi


hombro sin parar de acariciar entre mi cabello—. Cuando mis ojos no pudieron
separarse de usted por primera vez, un sentimiento sofocante de nostalgia me
embargó. Cuando comenzó a respirar de forma rápida, pude percibir su
miedo... Un miedo que me hizo erizar, que me hizo estremecer. Cuando
empezó a llorar comencé a desesperarme porque podía sentir su
consternación. Pero luego... Cuando lo abracé, su dolor atravesó mi corazón—
su voz que hasta entonces había sido suave, se rompe al decir eso último—.
¿P-Por qué? ¿Por qué estoy llorando en este momento? ¿Por qué puedo sentir
que su ser está roto? ¿Quién es usted? No lo entiendo...1

—No lo sé—admito, trayendo su cuerpo más hacia el mío. Yo tampoco


comprendo. Yo también puedo concebir lo que él acaba de decir, solo que no
fui capaz de verbalizar esos ilógicos sentimientos que esta persona me hace
sentir—. Yo tampoco lo sé.4

—Quizás... Quizás lo conocí hace tiempo—dice de repente, deshaciendo el


abrazo para tener una vista clara de mi rostro—. Hábleme de usted, estoy
seguro que ya lo conozco. ¿Dónde nació? ¿A cuál preparatoria fue? ¿Qué
universidad utilizó? Dígame... Estoy seguro que lo tuve que tratar en algún
momento.

—Yo crecí en Daegu, estudie allá. Hace dos años que vivo aquí en Seúl... No
sé, quizás nos vimos en algún momento en la ciudad.

—Soy de Busan—responde de inmediato con el rostro lleno de clara


decepción—, y vivo aquí desde hace tres meses, es imposible, ¿Verdad?—
ahora son sus ojos los que se llenan de lágrimas y hacen que mi pecho duela,
¿Esto fue lo que él sintió hace un rato?—. Si nunca le había visto... ¿Por qué...
Tengo la sensación que lo conozco de toda la vida? Esto... Esto está logrando
desesperarme.1

—Lo siento, quizás solo conoces a alguien parecido a mí—termino por decir.

Esta situación es tan absurda, ¿Cómo puedo percibir que lo conozco, si estoy
seguro que jamás lo había visto en mi vida? Y la única cosa que me da
seguridad de ello es que un rostro tan hermoso como el que él posee, sería
sencillamente imposible de olvidar.
—No, no—niega de inmediato, llevando la contraria—. No se trata de su
apariencia, se trata del sentimiento que poseo cada vez que miro sus ojos,
¿Usted no lo siente? ¿Soy solo yo?1

—Sí, lo hago... Entiendo lo que tratas de decir, Jung...—me detengo de forma


abrupta al darme cuenta que lo llamaría por su nombre.

Al hacerlo, una imagen nítida llega a mi cerebro. Era un atardecer tan hermoso
como jamás lo pude imaginar ni en mis mejores sueños. Tan amplio como
nunca mis ojos en esta ciudad de concreto podrán apreciar. Increíblemente,
pude sentir el soplar del viento contra mi rostro, viento que corría en esa tarde
que podía mirar a través de mis ojos como si fuese real. Nuevamente lágrimas
corren por mis mejillas al verme a mí mismo observar ese mismo atardecer, era
yo, estoy seguro de ser yo...

Solo que con ropas muy distintas, antiguas... Quizás de hace siglos atrás, pero
era yo...46

—Entonces no lo entiendo, Hyung—su voz suave hace que la imagen de ese


atardecer se pierda en lo profundo de mi cabeza, volviendo mi atención a esos
ojos negros que al igual que yo, no comprenden lo que sucede entre
nosotros—. Si jamás lo he visto, ¿Por qué mi pecho duele tanto? ¿Por qué lloro
sin razón? ¿Acaso eso tiene algún sentido?

Quizás estoy comenzando a comprender. Aunque de solo pensarlo, la palabra


''Descabellado'' Suena por todos lados, pero es lo único que puede encajar en
toda esta extraña vivencia, que quizás es absurda, pero el hecho de que mi
alma resuene solo cerca de él, no deja de ser real.

—Tal vez... Fue en la anterior vida—muerdo mi labio con temor por esas
palabras—. Quizás nos conocimos en nuestra vida pasada12
Te conocí.
—Tal vez... Fue en la anterior vida—muerdo mi labio con temor por esas
palabras—. Quizás nos conocimos en nuestra vida pasada.

—¿Es eso posible?—indaga tan serio que no puedo evitar que una pequeña
sonrisa de desconcierto se pose en mis labios.

Este chico es tan extraño como la misma situación, estoy seguro que otra
persona simplemente me tildaría de loco, pero en cambio él, solo me sigue el
hilo de mis alocados pensamientos como si no hubiese lugar para un
razonamiento más creíble.

—¿Qué le causa gracia?—pregunta de repente, frunciendo el ceño levemente.


Tierno, totalmente tierno.

—Todo—contesto como si fuera obvio—. Esta situación es extraña, entonces


yo menciono algo de la reencarnación y tú me sigues la idea. Eso es gracioso.

—¿Cómo..? ¿Cómo puede jugar con eso, Hyung?—de forma rápida se baja de
mis piernas y se coloca del otro lado del ascensor completamente
enfurruñado.1

Vaya, extrañamente había ignorado hasta ese momento esa posición que él
había adoptado sobre mí minutos antes. Por cristo, ¡Estaba encima de mí!
Estoy muy seguro que mi cara, que aún posee rastros de lágrimas, puede
iluminar el lugar por la vergüenza.

—Es bastante desconsiderado, ¿Sabe?—empieza a quejarse tomando entre


sus manos la cámara que no sé en qué momento se había quitado del cuello
para devolverla a su lugar por defecto—. Yo estoy hablando bastante en serio
mientras usted lo toma como un juego—refunfuña.1

Enciende el dispositivo y permite que la luz de la misma deslumbre


perfectamente su rostro, dejando a la vista como arruga la nariz y un puchero
se adueña de sus labios. Me desarma, ¿Cómo puede verse de esa forma tan
angelical?2

—Quizás seas un ángel—murmuro sin poder apartar mis amplios ojos de él.

Apenas ese pensamiento abandona de forma descuidada mi boca, separa sus


orbes negros de las fotos que ha comenzado a ver para mirarme fijamente. Sus
cejas se fruncen más, y casi rio otra vez ante eso, porque al tener la luz clara
de la cámara reflejando, se puede acentuar más el golpe de su ceja derecha y
verse levemente deforme el gesto.

—¿Acaso se está burlando de mí?—su pregunta hace que salga de mis


estúpidos pensamientos que casi me hace volver a reír—. ¿Un ángel? ¿En
serio? ¿Quiere seguir viéndome la cara de tonto?—cuestiona con molestia.1

Estoy seguro que si llegaba a siquiera alzar las comisuras de mis labios,
tendría a un chico bastante molesto a mi lado. Así que haciendo uso de mi
fuerza de voluntad, me controlo y aparto el chiste de mi cabeza para que un
gesto serio se adueñe de mí.

—Crees en la reencarnación, ¿Por qué no lo harías en los ángeles?

—Porque eso es aún más increíble, Hyung—bueno, el chico tiene un buen


punto—. Además no entiendo, ¿Por qué debería de ser un ángel? ¿Acaso
parezco uno?—refunfuña apuntándose el rostro. Vaya, sí que parece uno.
¿Cómo le digo que efectivamente es así, sin que lo tome como una burla?—
ve... No parezco uno.1

—Quizás viniste a impedir mi muerte, ¿Quién sabe?—suelto descuidadamente


alzándome de hombros.

En seguida, cubro mi boca con una de mis manos ante mis palabras tan dichas
a la ligera. Él expande sus ojos hasta más no poder, y poco a poco la cámara
cae a sus muslos debido a la impresión.

—Yo... No... Quise decir eso...


—¿Se iba a suicidar?—pregunta antes de poder decir alguna otra cosa. El
pánico de haber hablado de más comienza a llenarme, solo optando por
morder mi labio inferior nerviosamente mientras aparto la vista de él y la centro
en piso que apenas se logra ver—. Responda, acaso usted... ¿Usted se iba a
suicidar?—aunque le mintiera, por alguna extraña razón estoy seguro que él lo
sabría—. ¡Es un idiota!—suelta de repente lleno de ira. Aparto mis ojos
sorprendidos del suelo y los llevo a él para llevarme la sorpresa de ver algo
brillante dirigirse a mí. Tan pronto como el objeto impacta con mi cabeza, caigo
en cuenta que se trata de un paquete extra grande de cheetos—. ¡Por eso
sentía todo ese dolor traspasarme! ¡Es un desconsiderado, idiota, estúpido,
idiota!3

—Repetiste idiota dos veces—digo.

Espera, ¿Qué? A veces me sorprende lo estúpido que puedo llegar a ser,


veamos, el joven frente mí me lanza un paquete de Cheetos en la cabeza, se
molesta conmigo, me insulta, y lo único que logro decir es que repitió dos veces
la misma grosería, ¿En serio? -10 por tu estupidez, Kim Taehyung.

—¡Y lo repetiría 10 veces más!—grita en voz rota. Llevo una de mis manos a
mi cabeza y acaricio donde me golpeó lo que me aventó segundos atrás.
Sinceramente, ya no parece tanto como un ángel si tiene el ceño así de
fruncido—. ¿Qué pasa si somos almas gemelas o algo parecido? ¡Hubiese
dejado mi alma sola en esta vida! ¡Idiota!—una frágil sonrisa se forma en mis
labios, eso definitivamente suena muy lindo... "Almas gemelas"...—¡Y sigue
burlándose de mí!1

Nuevamente me lanza otro paquete de chucherías que esta vez logro esquivar,
y al parecer eso lo hace enfurecerse más.

—No, no me burlo de ti... Lo juro—me apuro a decir al verlo con la intensión de


tirarme un jugo de lata que seguramente pega muy fuerte—, solo... Yo... Lo
siento, ¿Sí? Supongo que tenía intenciones de morir cuando subí en este
elevador, pero...—él sorber de su nariz llama mi atención, haciendo que el
silencio reine.

Sus lágrimas caen por su piel blanca un segundo después, y yo puedo


experimentar el secar de mi boca de una forma descomunal. Ah, lo hiciste
llorar... Eres un imbécil.

—¿P-Por qué lloras?—pregunto con timidez, temiendo que me termine


lanzando el jugo que aún tiene aferrado en su mano.

—¡No lo sé!—exclama—. S-Solo duele... Duele que haya pensado eso, ¡No sé
por qué duele!—grita y esconde su rostro con rapidez entre sus rodillas para
que el llanto que comienza a llevar no se escuche tan fuerte en un espacio tan
reducido—. ¿Por qué me duele..? Es cruel, lo que siento es cruel. Ni siquiera
sé qué edad tiene y ya me está haciendo llorar... Lo único que sé de usted es
su nombre...

—Veintidós—entre sus lágrimas pude oír una risa irónica de su parte. Sin poder
controlarlo, esta vez soy yo quien se acerca a él y comienzo acariciar su
cabello de la nuca con un poco de vergüenza—. Me llamo Kim Taehyung—
puedo escuchar con claridad que repite mi nombre en un susurro ahogado—.
Tengo veintidós años, estudiaba medicina... Pero lo abandoné al no ser lo
suficientemente bueno para ello. No tengo confianza en mí, ni creo ser
suficiente para nadie, ni nada. Sí, este día subí a este elevador con intenciones
de suicidarme, ¿No es gracioso? Extrañamente terminé contándole mi vida a
alguien que siento que conozco de hace mucho, a alguien que me dijo cosas
que nadie más me había dicho—esta vez soy yo quien empieza a llorar por la
gran ironía de la vida—. Yo... Y-Yo no sirvo para nada. Incluso en este
momento siento que sería injusto para ti conocer a alguien como yo...1

De forma calmosa, él separa su rostro de sus rodillas y me mira fijamente.


Puedo identificar algo distinto, es como si todo lo que reflejaba hace un minuto
ya no estuviera. Eso de algún modo me hizo estremecer. Sus piernas antes
flexionadas se expande por el piso con lentitud, con su mano derecha toma mi
cadera y de manera rápida me obliga a sentarme sobre su regazo. Por un
instante me quedo paralizado sobre él sin saber cómo reaccionar realmente...
Pero después, el acariciar de las yemas de sus dedos me hace perderme.3

—No vuelva a decir eso—pide serio, con voz gruesa y sin vacilación en su
petición—. No vuelva a llamarse a sí mismo inservible porque me molestaré
mucho—lleva ambas manos a mi cadera y me atrae hacia él en un fuerte
abrazo—. No vuelva a llamarse a sí mismo de esa forma... A-Ahora... Ahora
menos que ya lo recuerdo—sus palabras hacen que me mueva de sus brazos
para poder ver su rostro que otra vez es bañado entre lágrimas—. Lo
recuerdo—llora más fuerte, influenciándome hacer lo mismo.1

No sé el motivo, pero sus lágrimas me afectan tanto, es como una puñalada


hacia mi lastimado corazón. Quiero preguntar de dónde, pero nuevamente me
abraza y esta vez de forma tan fuerte, que por un momento creo que es posible
el convertirnos en uno solo.

—¿Cómo pude no saber quién era..? En serio es usted... Taehyung... Es


usted.3

—¿De qué hablas? Por favor, ¿Dime de qué hablas?—murmuro torpemente


tratando de respirar por el contacto tan asfixiante—. ¿De dónde nos
conocemos?

—No me recuerda—susurra muy bajito con decepción en su voz. De forma


calmosa deshace el abrazo y enmarca mi rostro entre sus manos para clavar
sus ojos en los míos—. ¿Por qué no me recuerda?—me pregunta en voz
rota—, ¿Por qué no lo hace, si yo ya lo hice?—niego un poco a su pregunta.
No sé qué decir, no sé que debo responder ante ese cuestionamiento, ¿Cómo
responder a algo de lo cual no tengo idea?—. Recuérdeme... Por favor,
recuérdeme.2

—¿Cómo lo hago? No lo sé.


—Yo... Había un atardecer, ¿Recuerda el atardecer?—pregunta con
desesperación5

¿El atardecer? Trato de hacer memoria, pero no recuerdo ningún atardecer. Es


decir, tengo la sensación de haber visto un atardecer hace poco, pero no logro
ubicarlo por más que me esfuerzo. Al rendirme, solo puedo optar por negar

—No lo recuerda.

—Háblame de ti—murmuro de repente—. Quizás si me hablas de ti, pueda


recordar de dónde te conozco.

—No en esta vida—cierra sus ojos con pesar, dejando descansar contra el
metal del elevador la parte trasera de su cabeza—. No lo entiendo, ¿Cuánto ha
pasado?

—Háblame de ti—pedí nuevamente con temor, acariciando su mejilla derecha.


Al hacerlo, su hermosa mirada se clava en mí nuevamente—. Quiero saber de
ti. Si me conoces ahora... Creo que es lo más lógico, ¿No?—sonrío un poco,
tratando de calmar ese desconcierto en mi pecho.

—Jeon Jungkook, tengo 20 años.

—¿Y...?

—Vengo de Busan a estudiar fotografía.1

—¿Qué te gusta fotografiar?

—Paisajes... Atardeceres—sonríe con melancolía ante esa mención—.


Siempre me gustaron los atardeceres, son mis favoritos. Supongo que tiene
sentido.

—¿Qué otra cosa?—insisto.

—Me gustan los deportes, cantar, bailar... Me gustan muchas cosas—susurra.


Sus manos aprietan mi cadera haciendo que me ruborice avergonzado.
Definitivamente soy un desvergonzado. Quizás deba bajar de su regazo y
actuar como una persona con criterio—. Quiero que me recuerde...

—Q-Quiero hacerlo, yo también quiero recordarte.

Esta extraña situación hace que un sentimiento de repentino cansancio me


tome, alentandome a cerrar mis ojos y dormir. ¿Quién sabe si solo es un
sueño? Si lo es, entonces sería el sueño más hermoso que mi existencia pudo
haber recreado para mi.

Deshago las fuerzas de mis piernas, dejando descansar todo mi peso sobre
sus extremidades, completamente abatido. El no poder recordar algo que él
pudo, hace que las ganas de llorar nazcan. Es extraño... Jamás había sentido
tanta en paz y frustración al mismo tiempo. Es tan ilógico como real. Él es real,
puedo sentir su calidez traspasar mi piel, su respiración tan cerca de mi oído...
Su corazón latir contra mi pecho.

—Me quedaré junto a usted hasta que pueda recordarme—farfulla, dejando sus
manos vagar por mi espalda. Mi piel se eriza.

—¿Y s-si no lo hago?

—Lo hará.

—Pero...

—Lo hará—hunde sus dedos en la curva de mi espalda, logrando que un


pequeño jadeo inaudible salga—. Yo lo hice, sé que lo hará, Hyung. Usted me
recordará. No pregunte por qué lo sé, sólo siento que será de esa manera—no
quise responder. No puedo pronunciar un "Estoy seguro que recordaré" ¿Cómo
recordar algo que ni siquiera tengo idea que sucedió? No comprendo—. Te
amo—dice, arrastrando su nariz por sobre mi mejilla. Mi corazón se detiene al
instante que puedo registrar lo que dice. Intento apartarme de su lado, pero no
lo permite al apretarme más hacia su cuerpo—. Te amo, ¿Es extraño, verdad?
Pero...—algunas gotas mojan mi mejilla por donde solo segundos antes él
acarició. Está llorando nuevamente—, lo siento aquí—lleva su mano junta la
mía a su pecho, haciéndome entender que esos sentimientos están explotando
en su corazón—. Lo recuerdo, y entiendo debido a que sentía todo esto... Al fin
y al cabo es usted.9

—No lo entiendo, ¿Quién...Quién soy? ¿Quién eres? No... No lo entiendo—


comienzo a desesperarme.

De un rápido movimiento rompo el abrazo para tener su rostro a unos cuantos


centímetros de distancia de mío. Puedo sentir claramente su respiración
pesada, sus orbes oscuros y llorosos en mí. ¿Por qué me miran como si fuera
lo mejor del mundo?.

—Había un hermoso atardecer—comienza a decir—. El calor del sol lo puedo


sentir contra mi rostro incluso en este momento. Puedo percibir el sudor
inexistente bajar por mi piel mientras corremos—escucho atentamente, puedo
distinguir que cierra sus ojos con lentitud con cada palabra, como si de verdad
pudiera sentir lo que dice—, corremos desesperados por ese camino de tierra...
Su mano está sobre la mía con cada paso, puedo sentir su temblor, puedo oír
sus sollozos. Quiso voltear... Pero lo impedí jalando con mayor fuerza su brazo
hacia mí—lleva su mano hasta su cuello—. Puedo experimentar el nudo en la
garganta que tenía en ese momento, el miedo y la desesperación que nos
orillaba a correr, a huir.

—¿Huir? ¿Huir de quién?4

—No lo sé, no lo pude ver. Solo a usted—sus párpados tiemblan luego de un


segundo lleno de silencio—. Su rostro estaba tan asustado, y se aferraba a mi
mano con desesperación. Con cada paso, usted decidió no mirar atrás y solo
enfocarse en el horizonte que era lo único que teníamos por delante... Hasta
que... Simplemente no había nada más.

—¿No?
—Llegamos a un precipicio. Ese lugar tenía la mejor vista de todas—sonríe con
tristeza—, se podía apreciar ese atardecer de una forma distinta, totalmente a
plenitud. Entonces... Comenzamos oír las voces y gritos más cerca, nos iban a
encontrar. Usted me abrazó con ímpetu, ligando sus lágrimas con el sudor que
caía por mi cuello. Ambos temblábamos y yo...—mis lágrimas comienzan a
caer, puedo sentir la tristeza que reflejan sus palabras. Aunque no lo recuerde,
puedo sentir la veracidad de sus palabras—, lo abracé y murmuré un "Nada
pasará, todo estará bien... No nos separarán" No pude oír lo que respondió
porque en ese momento esas personas de las cuales desconozco el rostro,
llegaron y dijeron palabras que prefiero no conocer jamás.1

»Su rostro lloroso me miró con seriedad—su voz se rompe un poco. Eleva una
de sus manos y la posa contra mi mejilla. Al hacerlo, su respiración se
descontrola alarmantemente—. Yo... Y-Yo acaricié su mejilla y comprendí...
Comprendí que era el final. Por alguna razón jamás íbamos a estar juntos de
nuevo, y sus ojos me lo decían... Nuestros labios se rozaron en un beso salado
por las lágrimas de un último adiós. Pude llenarme del olor de su cabello
castaño una vez más.... Olía a flores, Jazmín, exactamente. Su mano se aferró
a mi camisa aún con temblores y miramos el atardecer fijamente...

—¿Q-Qué pasó?—sus ojos cristalizados se abren con lentitud—. Dime...

—Saltamos. Nos suicidamos juntos... Con el atardecer como testigo. Nuestro


destino, fue morir.16

Morimos.

Nos suicidamos, nos suicidamos juntos. Repito una y otra vez esas palabras en
mi cabeza. ¿Qué? No puedo dar créditos a sus palabras, no puedo creerle...
No puedo hacerlo. ¿Qué clase de broma es? ¿Reencarnación? ¿En serio? No
quiero creerle. No puedo. Es totalmente descabellado... Pero... ¿Por qué puedo
sentir ese maldito dolor en mi pecho con cada una de sus palabras? ¿Por qué
no lo recuerdo si era yo el otro amante? ¿Por qué no recuerdo la
desesperación y el dolor que sus ojos me mostraron?
¿Por qué?

—E-Eso es... Imposible—comienzo hablar con torpeza, con la negación como


primera fase al no comprender del todo sus palabras—. Es descabellado, las
personas no reencarnan... Y si lo hacen, es imposible tener recuerdos tan
nítidos como los acabas de expresar... Eso... Es...

—Es verdad—corta con seguridad—. Todo lo que dije es verdad—toma mi


rostro con fuerza entre sus manos para mostrarme la determinación en su
mirada—. Aunque no lo recuerde, sé que lo siente... ¿Lo siente, verdad?

Tengo miedo, tengo terror de aceptar algo como eso. ¿Cómo no hacerlo? Que
venga alguien a decirte que eres su amor de hace mil años cuando estás
convencido de suicidarte, es algo que hace que tu mente entre en un colapso.
Tengo pánico, verdadero pánico.

—Suéltame... Esto es... Yo no... No lo recuerdo.

—Jamás, jamás lo soltaré de nuevo—asegura con terquedad, deslizando sus


brazos por mi figura hasta envolverme en un abrazo sofocante.4

Esto es tan estúpido. Una parte de mi quiere huir de su contacto y salir


corriendo. Pero la otra... Esa que siempre ha anhelado ser querida, no desea
más que fundirse con su cuerpo y volvernos uno. El palpitar furioso de su
corazón lo puedo sentir contra mi pecho, golpeando con ganas y demostrando
cuán nervioso lo pone esta situación a él también.

—P-Pero no te recuerdo, no puedo hacerlo—sin poder calmar mi angustia, los


sollozas empiezan a ser demasiado audibles. Oculto mi rostro en su cuello—.
¿Por qué?

—Lo hará—asegura.

Sus manos que están en mi cintura comienzan a subir por mi espalda con
lentitud, mientras me mece un poco para calmar mi llanto que se va
descontrolando con el paso de los minutos. Es desesperante, porque para esta
altura no puedo percibir nada en mi pecho, no tengo ganas de llorar, no tengo
ganas de gritar, pero aun así lo hago, lo hago en medio de mi desesperación.
Lo único cuerdo que pasa por mi cabeza en este momento es que no soy yo el
que llora desgarrado, es mi alma inquieta que no puede hallar su verdadero
origen.

Quizás llora porque de alguna forma sabe que ha conseguido la otra parte que
aclamaba por ella.

Mucho tiempo pasó de ese modo, quizás fueron unas horas o escasos minutos,
pero ninguno de los dos volvió a pronunciar palabra. Solo soy capaz de
escuchar su frágil respiración encima de mi cabeza con calma, si, por alguna
extraña razón no quise quitarme de su regazo en ningún momento, es como si
su cuerpo fuera una pieza de puzzel y yo la parte faltante, es esa atracción
extraña la que me quita el aliento y no me deja en paz. Por Dios, sigue siendo
un desconocido... Aunque él diga lo contrario, sigue siendo uno para mí.

Y ahí está ese dolor nuevamente. Como si mi propio cuerpo renegara de mis
pensamientos, una punzada en mi pecho me deja sin aliento. ¿De verdad la
reencarnación existe? ¿Todo lo que he sentido a lo largo de mi vida es causa
de eso? Recuerdo bien que cuando era un niño tenía una extraña fijación por
los atardeceres, era hipnótico, podía incluso dejar de respirar cuando me queda
mirándolos, podía dejar de percibir las cosas a mi alrededor y solo centrarme
en eso. Era extraño, sentía una sensación inigualable en mi pecho que de
acuerdo pasaban los años fui dejando a un lado.1

Pero no era solo eso, con algunas imágenes de hermosos paisajes o diferentes
panoramas también sucedía, podía ser también con alguna fragancia, un sabor
o incluso un aire suave o frío, me daba esa sensación extraña que me hacía
saber de algún modo que estoy viviendo la vida correcta. Esa sensación me
hacía encogerme y sonreír porque sentía que transitaba el camino que me
haría feliz. Jamás lo mencioné a nadie, porque estaba seguro que nadie más
que yo podría entender lo que sentía.
Entonces algo llega a mi cabeza como una clara posibilidad, ¿Es posible que
mi alma recordara el medio de mi muerte en aquella vida y por ello mi pánico a
las alturas?. Sonrió un poco. En serio me estoy volviendo loco, creo que el
poco oxígeno en este elevador me está afectando el cerebro o algo así.

—¿Está bien ahora?—pregunta él, acariciando con su mentón mi frente. El


contacto de su piel con la mía me hace estremecer de una forma poco
normal—. Sigue en silencio.

—Esto es extraño—respondo alzando un poco mi rostro y acariciando mi nariz


por su cuello sin querer. Huele a jabón de avena. Luego de la pequeña
apreciación, termino de arreglarme y ver sus ojos fijamente—. Eres extraño.

—¿Lo soy?

—Actúas sin miedo, luego considerado, tierno, berrinchudo, sobreprotector...


Eres... Eres como un niño, eres menor que yo, eso lo explicaría—mi atención
viaja a esos labios finos que se pueden identificar brillosos con la poca luz del
lugar—. Eres ilegal... Aún eres ilegal...4

—Pronto lo dejaré de ser.

—Eso... Es alentador—¿Es ilegal? ¿Por qué...? Ach, ¿Por qué dije aquello?—.
¡No es como... Como si quisiera hacer cosas ilegales contigo! Es decir... Tú
eres...-1

—Es muy lindo, Hyung—murmura apenas audible. En seguida me vuelvo un


tomate maduro. Descarado, después me llamaba desconsiderado a mí cuando
es él quien me cuenta cosas tristes, me hace llorar, me dice cosas lindas y
obliga que mi pecho salte de ese modo. Él es el desconsiderado—. Su rostro
es tan hermoso, lo había olvidado.

—¿Qué? ¿Acaso tú...? ¿Me estás... Me estás coqueteando?1

—Será mi novio, así que sí, lo hago—asegura de forma tranquila.14


—¿Q-Qué? ¡Y-Yo...! Rayos, eres un mocoso descarado. Yo no voy a ser tu
novio. Eres pretencioso y muy directo, quiero que sepas que soy una persona
con mi prop...—santa mierda.

Me calla enseguida de manera abrupta al sentir sus labios sobre los míos, en
un roce, un simple roce que me está llevando al borde un colapso emocional.
Puedo percibir los fuegos artificiales reventar en mi estómago subiendo con
lentitud por todo mi cuerpo. ¿Aire? ¿Qué es eso?. Exacto, mis pulmones
comienzan a doler, se supone que respirar en una función automática, pues, en
este momento lo automático se pierde con una facilidad olímpica.3

Puedo identificar el cielo, las aves volar entre las nubes, estrellas, incluso
galaxias. Abandonamos este lugar para ir más allá de lo que la imaginación
humana puede siquiera imaginar, sintiendo un viaje en el tiempo tanto al
pasado como al futuro que nos espera. El shock cerebral que me acompaña
apenas se aleja de mí es perturbador.1

—No pude contenerme, lo siento. En serio sentía que si no lo hacía podría


morir, sus labios... Son dulces y adictivos. ¿Podría por favor besarlos de
nuevo?1

Vergüenza. Él me avergüenza con sus palabras. Me va a matar.... No, en


realidad no quiero morir, no si él está a mi lado. Mis dedos se hunden entre su
cabellera azabache, obligando a que su rostro se eleve unos cuantos
centímetros más para tener un mejor acceso a sus labios. Mi boca choca
contra la suya en un beso que trata de ser suave, pero que está lleno de
desesperación. Desesperación por aliviar un poco la necesidad de él. Me
fascina.

—Hyung...—suspira encantando, apenas rompo el contacto un segundo


después.

—¿Tú no me dejarás ir, verdad? ¿No lo harás?—susurro acariciando sus


labios.1
Por favor... Di que no lo harás, por favor.

—Jamás—su respuesta es rotunda y llena de sincera, haciendo que mi pecho


explote de emociones desconocida.

Me voy a desmayar, lo voy hacer si permanezco con ese joven encerrado un


poco más. Sin duda es hermoso, es el hombre más malditamente hermoso que
mis ojos han podido apreciar, todo en él se ve hermoso, incluso su ser lo
percibo tan transparente y puro. ¿Es normal que sienta que también lo amo?
Mierda, eso es lo más extraño que me ha pasado en mi vida. Quizás me
arrepienta, o quizás no.

—Lo encontré, jamás lo volveré a dejar ir, Hyung. Por favor... Tampoco lo haga.

—No lo haré, lo juro.1

Y como si mis palabras fueran la llave que abre una puerta blindada, las luces
del elevador se encienden dejándonos un poco cegados por la claridad
repentina del sitio. El aparato tarda algunos segundos en comenzar a subir
nuevamente como si nada hubiese sucedido, como si no hubiésemos estado
encerrados por mil horas en esa pequeña caja metálica.

Gracias a la claridad del lugar, caigo en cuenta de donde aún permanezco


montado, haciendo que nuevamente un sonrojo se adueñe de mí. Ignorando el
rostro del chico, de un rápido movimiento me levanto de encima de él para
acomodar lo mejor posible mi ropa desarreglada. Trago saliva ruidosamente.
Con el rabillo de mi ojo puedo distinguir que él también hace lo propio para que
dos segundos después el "Tin" De la puerta del elevador al abrirse nos muestre
un pasillo con diversa puertas a los lados.

Sin poder siquiera reaccionar, la cálida mano del hermoso azabache me saca
del ascensor para de esa forma tomar el pasillo opuesto a los apartamentos y
así llegar hasta unas escaleras de metal unos cuantos metros por delante.
Escaleras que por supuesto, nos llevarán hasta la azotea del sitio. Mi corazón
comienza a golpear con furia en mi pecho. Azotea, azotea, azotea. Cierro los
ojos con fuerza cuando comenzamos a subir los escalones, solo dejándome
guiar por su mano cálida sobre la mía.1

Azotea.

Si estaré en una azotea... Significa que estaré a muchos metros del piso, si
estoy en un lugar así, entonces muy probablemente si ocurre un terremoto el
edificio se caerá y moriré. Oh, yo no quiero morir. Al menos no ahora que lo
pude encontrar a él. El sonido de bisagras rechinando al abrir la puerta, hacen
que apriete con mayor fuerza los párpados, y el contacto en su mano crezca.
Un instante después, puede percibir el aire cálido acariciar mis mejillas de
forma suave. Mis ojos pican y mis piernas tiemblan. Estoy sobre un piso que no
tiene nada debajo, ni debajo, ni debajo y así sucesivamente hasta la firme
tierra. Tendría otro ataque.

—Abra los ojos, por favor—pide. De inmediato niego con la cabeza. Su mano
abandona la mía y un sentimiento desolador por la ausencia de su calor me
hace casi sollozar, para solo segundos después sus dígitos tomar mis mejillas y
dejar mimos en ese sitio—. Abra los ojos—vuelve a repetir.

Con temor hacia lo desconocido, lo hago, primero abro uno para poder verificar
mi entorno y demás edificios desde ese lugar, pero eso no es lo que me hace
abrir el otro con asombro, si no el hermoso atardecer que desde ese sitio se
puede mirar.1

El azabache acaricia un poco más mis mejillas hasta alejarse unos pasos con
una sonrisa juguetona en su rostro. Sostiene su cámara y toma una foto. Mejor
dicho, me toma una foto. Aún tengo un miedo paralizante que me hace
quedarme en mi lugar, pero verlo a solo metros de mí con esa sonrisa tan
hermosa no me permite caer en algún colapso. Puedo observar con la claridad
del ambiente que su ceja derecha está un poco hinchada aún, pero nada que
unas pastillas no arreglara. Esa camisa blanca de rayas verticales negras en
serio le queda bien, en conjunto con ese pantalón de vestir. Hermoso,
sencillamente hermoso.
—R-Regresa—pido estirando mi mano hacia él. El niega y se aleja mucho más,
casi hasta llegar al borde del edificio.

—No, venga hasta donde estoy yo—sonríe y me da la espalda para comenzar


a tomar fotos a su alrededor.

—Jungkook, por fav...-

Mi voz se pierde, la imagen frente mis ojos también lo hace. Siento un mareo
azotarme y casi llevarme al suelo dolorosamente si no me hubiese sostenido
de un pequeño montículo de cemento que me llega a la cadera. Entonces...
Los ojos oscuros de Jungkook me miran. No en esa azotea, no en ese instante.
Fue frente aquel atardecer que él mencionó en el elevador. Me miraba a mí,
pero al mismo tiempo a mi otro yo, sentía sus ojos temblar al igual que mis
manos, sentí el calor y desesperación de mi cuerpo, sentí la tristeza y el
miedo.1

Pero sobre todo, sentí amor.

Un sollozo se escapa de mis labios al ver nuevamente la espalda de Jungkook


en la azotea, lo recuerdo. Mierda, mierda, lo recuerdo... En serio es él. ¿Cómo
explicar con palabras lo que sentí?, Era como despertar de un sueño dentro de
otro sueño y ya luego despertar al mundo real y respirar pesadamente porque
solo era un sueño, fue así. Como si la vida que viví durante 22 años solo fuera
el sueño del cual desperté y en este momento haya abierto por primera vez los
ojos a mi realidad. Tengo entendimiento de quién soy y quién es ese joven que
toma despreocupado fotos al azar.2

Siento el amor inmenso por esta persona, siento la necesidad de correr a él y


jamás soltar su mano. Entendí por qué quería morir horas atrás, entendí el
vacío en mi pecho desde que tengo memoria, entendí lo triste del mundo a mí
alrededor. Todo era porque Jungkook no estaba, todo era porque faltaba él.2

Cubro mis labios cuando unos sollozos fuerte intentan salir al tener
conocimiento de todo, en este momento quiero llorar de alegría, se siente como
si miles de años hubiese pasado desde la última vez que observe a ese
hombre frente de mí, seguro no estaba equivocado, seguro pasamos miles de
años separados, pero ahí estaba a tres metros de distancia de mi...

—Confío en ti—murmuro en voz quebrada. De un giro rápido, Jungkook aparta


la cámara de su cara y me mira sin entender. Deja caer dicho objeto que es
sostenido por su cuello, abriendo un poco su boca para preguntar a qué me
refiero—. Confío en ti—repito de forma más clara, mis manos tiemblan al igual
que mis pierna—, eso fue lo que dije en aquel momento... Lo que jamás
escuchaste... Fue "Confío en ti"1

Sus ojos se abren ampliamente mientras su labio inferior comienza a temblar,


con torpeza, acorta la distancia hacia mi sin poder manejar sus ojos llorosos.

—R-Recordó... Me recordó.

En serio puedo percibir como ese brazo me arranca el alma, la vida. La


desesperación de sentirme, de tocarme, siendo yo su amante, su alma gemela,
la persona que murió junto a él y que en ese momento se reunía nuevamente
con su persona, es asfixiante.

Y fue sin querer, sin querer lo conocí, sin querer me reuní con el amor de mi
vida pasada, el amor de mi vida presente y estoy seguro que él amor de mi
vida futura.1

Porque Jeon Jungkook es el único amor que quiero por la eternidad.19

«Las almas que nacieron juntas y fueron separadas por la tragedia,


tendrán la oportunidad de reencontrarse durante los próximos 5000 años.
Si dichos fragmentos que se vuelven una sola al juntarse, jamás se
vuelven unir en vida, nunca se volverán una en muerte. Almas de la
misma alma se encontrarán y el sufrimiento de sus vidas pasadas
descansará ante una nueva oportunidad de ser feliz. Entonces, en ese
momento que las dos partes de la misma alma estén unidas, ni la muerte
podrá separarlas jamás. La reencarnación será parte de su destino futuro
y solo bastará pronunciar el nombre dado a la otra persona para que los
recuerdos que los llevaron a separarse en el pasado, regresen.»

«Pero en cambio, si esas dos almas fragmentadas no se unen en el lapso


de tiempo estipulado, la unión de haber nacido juntas se romperá y nunca
durante toda la eternidad volverán a reencarnar en el mismo tiempo. No
tendrán la posibilidad de volverse encontrar. Entonces, durante todas las
vidas que han de vivir cada una por separada, la sensación de vacío
siempre estará presente en ellas, y es que, para las almas que nacieron
juntas y son separadas, siempre gritarán por la parte faltante, aun cuando
en ese mismo plano terrenal no existan »

"Querida persona que aún no conozco, esperaré por ti, sin importar cuántas
vidas tengan que pasar."

También podría gustarte