Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sin Querer - KTH & JJK
Sin Querer - KTH & JJK
Espero con la poca paciencia que me caracteriza que las puertas de metal que
se cerraron frente mis ojos solo medio segundo atrás, se vuelvan abrir para así
poder subir al ascensor como normalmente evito hacer. Una sonrisa alza
flojamente una de las esquinas de mis labios por lo irónico de la situación en la
cual me encuentro ahora.
La verdad es que odio los ascensores con toda mi alma, pero justo ahora no
me interesa esperar por uno si debido a ello puedo poner fin con mayor rapidez
a mi descolorida vida que ha perdido por completo su sendero.1
Mierda.
No puedo evitar una rasposa carcajada ante los pensamientos tan crudo de mi
realidad. Nunca imaginé que estaría esperando el elevador que me llevaría a
mi muerte prematura, y es que con solo 22 años de edad, el suicidio no estuvo
en mis planes sino hasta hace solo un par de semanas atrás; en dicho
momento terminé de palpar la desdicha de encontrarme muerto en vida.
Es asfixiante.
Sí, aunque sea complicado de entender, este hermoso chico que puedo
apreciar con tristeza a través de lo metálico de las puertas, posee una vida
bastante miserable que cada vez se vuelve más difícil de cargar. No tengo
ninguna experiencia traumática, no sufrí de abuso, no tengo una familia mala,
ni mucho menos una enfermedad incurable que me haga contar los días.
Contrario a lo que muchos creen, tengo todo lo necesario para ser una persona
feliz... Pero aun así no lo soy.9
Desde que tengo memoria me aferré a esa frase dicha por Nobuo en NANA:
"Te creeré aunque sea mentira" Dichas palabras las utilicé como mi lema de
vida: ''Creeré que es bueno vivir, aunque sea mentira'' Fue lo que me repetía
una y otra vez, y yo estaba tan ensimismado en la perfección de algo
imperfecto, que jamás noté el truco detrás de mi vida. A veces quisiera
retroceder el tiempo y golpearme para no engañarme a mí mismo durante
tantos años. Intenté sobrellevar mi existencia hasta que la situación que reprimí
en mí, se volvió tan clara que entonces noté que solo era yo el que estaba
intentado tapar el sol con un dedo.
Cuando abrí los ojos a la realidad, me di cuenta que no era más que un
caparazón completamente vacío que intentaba desesperadamente de volverse
una tortuga y poder andar así sea con lentitud. Me resulta gracioso justo ahora;
porque aunque fingiera una sonrisa e hiciera feliz a todos a mi alrededor,
siempre terminaba llorando en mi habitación al sentirme incompleto.2
Cuando acepté que nada en este mundo podría hacerme sentir conforme,
comencé a observar todo de una forma distinta.
Dejo de observar mi reflejo para poder apreciar la pantallita oscura sobre las
puertas del elevador que indica en ese momento el descenso de la caja
metálica por el piso ocho. Las ansias comienzan a correr por mis venas como
la misma droga que probé semanas antes. Quiero subir rápido y terminar con
esto de una sola vez sin que el arrepentimiento pueda llegar a mí.
El sudor en mis manos comienza a ser visible, al igual que el dolor en las
piernas al poder percibir con demasiada claridad como aquel viejo aparato
metálico baja piso por piso, casi burlándose del miedo que le tengo a las
alturas.
Odio esto... Jodidamente odio subir a ese tipo de cosas que operan solas y se
ven tan viejas; es que de solo pensar que voy a estar por varios segundos
suspendido en el aire dentro de una cabina metálica que se puede caer en
cualquier momento y así obtener una muerte aplastante, literalmente hablando,
me hace temblar. A pesar de ser consciente de mi acrofobia, me arrepiento en
este instante de haber condicionado lo poco que he vivido a este miedo. Justo
porque me iré del mundo sin haber hecho miles de cosas que quise hacer y
que por el temor me negué, es que planeo morir en las alturas; no me voy a
lazar del decimoquinto piso, sinceramente primero me moriría de un infarto, y
no quiero morir de una forma tan fulminante. Yo... Quiero ver el atardecer, y ya
luego ingerir esas pastillas que en mi pequeño bolso yacen para poder irme
poco a poco mientras miro el cielo y tengo algunos momentos para pensar que
realmente es mi fin.
—Muchas preguntas.
—Lo siento, es que puedes tener con facilidad algún tipo de lesión. Por favor,
déjame revisar.
—¿Es doctor?
—Eh, no...—no pude finalizar ni el segundo año de medicina. Qué idiota soy.
No tengo ningún tipo de derecho de preocuparme por otros si en este día
acabaría con lo que un doctor lucha por salvar: la vida. Patético Kim Taehyung,
patético—, lo siento no lo soy. Solo quería verificar que estuvieras bien... Es
todo—me cohíbo.1
—Supongo que no moriré, s-solo duele un poco—cierra sus ojos con fuerza al
decir aquello.
La seguridad con la que dice esas palabras hace que una sonrisa dolida se
forme en mis labios. Yo también creí que poseía una vocación única sobre la
faz de la tierra, yo también pensé que con solo amar algo podía obtener las
cosas, pero al darme cuenta que con amor y ganas no mucho se obtiene en un
mundo que se mueve por el dinero, la decepción me llevó a la depresión y la
depresión al vacío emocional del cual no he podido salir todavía.6
—No es nada, solo... Otra vez estás sangrando—noto, sin siquiera percatarme
que lo estaba mirando—. Por favor, no dejes de hacer presión por el
momento—vuelvo a llevar el retazo de tela hasta su ceja, ganándome una
mueca que distorsiona ese rostro de bebé que el chico posee—. Quizás
necesites un punto, aunque con esta luz no podría asegurar cuán profunda es
la herida. ¿Te duele mucho?
Yo en serio quiero decir algo, pero de mi boca nada sale... Solo esa extraña
sensación que ya había experimentado con anterioridad en algún momento de
mi vida. Sus ojos negros me llevan a un lugar lejano, es extraño, pero siento
que ya lo conozco de algún sitio, que lo hice hace mucho tiempo, y por ello,
esas ganas de llorar sin razón aparecen. Parpadeo varias veces y alejo mi
atención de él. ¿Qué ha sido eso?1
Solo es un toque el que siento cuando desliza sus dedos por sobre los míos al
querer tomar el pañuelo, lo que causa una corriente de electricidad por todo mi
cuerpo, nuevamente llevo mis ojos a los suyos que ni siquiera parpadean al
mirarme. ¿Acaso él ha sentido lo mismo? ¿Qué es esta cercanía que me
conmociona a tal manera? Cercanía que no existe. Mierda, en serio siento
ganas de llorar.4
—Jungkook—sonríe un poco, finalmente desviando la atención de sus ojos—,
mi nombre es Jungkook... Eh... ¿Hyung?—pregunta con curiosidad.
—Sí, s-supongo que soy tu Hyung, te ves... Bastante joven. Da igual, puede
llamarme como desees—murmuro.1
Las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas como cascadas, y con
ello, esa opresión asfixiante crece en mi cuerpo, aparte de esa tan común
punzada en la parte baja de mi espalda que me hace quedar rígido en mi lugar.
Estoy aterrado. Fui lo suficientemente estúpido como para no notar las
pequeñas pistas me mi sistema me fue dando.
Supongo que es una muy mala idea quedarse atrapado en un ascensor a once
pisos del suelo si una de las persona sufre de acrofobia, y más, si durante toda
su mísera vida ha evitado utilizar cualquier tipo de medios que conlleva estar a
dos pisos sobre el suelo. En medio del pánico, puedo detectar lo ilógico del
momento, estoy entrando en un ataque de pánico por estar en una situación
que yo mismo creé al querer morir, MORIR, por Dios... ¿No es mejor que se
caiga esto y así descansar en paz de una vez? No, claro que no; porque el que
yo quiera partir de este vacío mundo, no me da derecho a arrastrar conmigo a
otros seres inocentes.
Quiero hablar, quiero decirle que estoy a nada de tener un ataque debido a la
altura y situación; pero simplemente las palabras no quieren abandonar mis
labios, mi corazón palpita tan fuerte que mis oídos retumban de forma
sofocante en mi dolorosa cabeza, mis extremidades están entumecidas. ¿Por
qué? Joder, se supone que esto no tenía que suceder.
—Por favor... ¿Qué hago? Q-Qué puedo hacer...—se pregunta con voz
intranquila moviéndome un poco.
Entre mi colapso, él se coloca de pie y empieza a pedir ayuda por medio de las
puertas mientras golpea y golpea con ambas palmas. En cierto momento dejo
de prestar atención a esta persona cuando mis pulmones se comprimen de un
momento a otro, de por sí, ya el lugar posee oxígeno limitado y que comenzara
a hiperventilar empeora la situación drásticamente. Entonces como si ese
hermoso azabache no encontrara más por hacer, se posiciona sobre mí, toma
mis mejillas haciendo que mis ojos que permanecían cerrados se abrieran y
clavaran en los suyos con sorpresa.2
—Míreme... Solo míreme a mí—pide entre mimos que son dejados con
suavidad sobre mis mejillas, distrayendo por algunos instantes el pensamiento
de que posiblemente podría morir en cualquier momento—. Respire... Míreme
respirar y trate de llevar mi ritmo—quiero parar de llorar, quiero dejar de
sentirme estúpido frente un chico tan guapo como lo es ese joven, pero no
logro controlar mi estado, no puedo parar, no puedo evitar tener miedo—. Tu
respiración es extraña—al menos no, hasta que esa preciosa voz me arrebata
el poco aire que poseen mis pulmones—, ¿Qué debo hacer? No lo entiendo.
Tu respiración no me deja comprender si estás bien—un desconocido está
cantando para mí, un chico que acabo de conocer canta solo para mí—. Un
abrazo te daré. Tus suspiros dicen que estás cansado, lo sé, ha sido un día
muy largo para tomar un descanso—sus ojos negros no se quitan de los míos,
y milagrosamente la opresión de mi pecho va aflojando milímetro por
milímetro—, solo piensa en ti, toma un descanso... Deja de lado las
preocupaciones...7
Las lágrimas que abordan mis mejillas en este punto ya no son por el pánico de
la situación, si no por los miles de sentimientos encontrados que esas suaves
notas que salen de sus labios de manera armoniosa, calan en mi pecho de una
forma anormal. Sin él saberlo, esas han sido las palabras más lindas que he
recibido desde que decidí dejarme morir en vida. No lo puedo creer, un chico
que apenas tengo un máximo de 45 minutos conociendo, me está diciendo en
una voz tan dulce como un murmullo, que descanse.
Con timidez y viendo la duda reflejada en sus ojos, desliza sus manos hasta
mis hombros envolviendome en un abrazo lleno de delicadeza, gentileza. Estoy
anonadado. Un desconocido me abraza, está tratando de alentarme por medio
de un toque que me he negado, está brindándome su afecto de forma
desinteresada. Su muestra de solidaridad logra que más lágrimas caigan y que
los sollozos que estaban siendo amortiguados por su camisa de rayas blanca
con negro, comiencen a inundar el lugar. Definitivamente ya no lloro por tener
miedo a caer, lloro porque hace menos de una hora me iba a ir de este mundo
sin que alguien me dijera que lo había hecho bien, sin que nadie se preocupara
por tenderme una mano en una de mis crisis, sin que alguien me alentara y
diera palabras de apoyo... Tal cual, como ese joven que apenas conozco lo
está haciendo.6
Aunque quise decir esas palabras en voz alta, nunca sería capaz de hacerlo,
no puedo simplemente abrirle mi corazón a alguien que posiblemente no vuelva
a ver después de salir de este horroroso sitio.
El chico no dice nada después de eso, solo canta la misma canción otra vez
mientras acaricia mi cabello transmitiendo paz. La misma melodía salió de sus
labios interminables veces hasta que las lágrimas dejaron de mojar su camisa,
hasta que los espasmos de un desgarrador llanto como el que había tenido
entre sus brazos, paró. Yo nunca me había roto de esa forma delante de
alguien, jamás había llorado de esa manera. Por un momento, me importó tan
poco que fuera alguien que acabara de conocer, simplemente de esa forma
salió, simplemente no podía aguantar más, ¿Estaba mal hacerlo así? No lo sé,
y no me importa; porque esa calidez que el alma de esa persona tiene sobre la
mía, es casi irreal.
—Yo crecí en Daegu, estudie allá. Hace dos años que vivo aquí en Seúl... No
sé, quizás nos vimos en algún momento en la ciudad.
—Lo siento, quizás solo conoces a alguien parecido a mí—termino por decir.
Esta situación es tan absurda, ¿Cómo puedo percibir que lo conozco, si estoy
seguro que jamás lo había visto en mi vida? Y la única cosa que me da
seguridad de ello es que un rostro tan hermoso como el que él posee, sería
sencillamente imposible de olvidar.
—No, no—niega de inmediato, llevando la contraria—. No se trata de su
apariencia, se trata del sentimiento que poseo cada vez que miro sus ojos,
¿Usted no lo siente? ¿Soy solo yo?1
Al hacerlo, una imagen nítida llega a mi cerebro. Era un atardecer tan hermoso
como jamás lo pude imaginar ni en mis mejores sueños. Tan amplio como
nunca mis ojos en esta ciudad de concreto podrán apreciar. Increíblemente,
pude sentir el soplar del viento contra mi rostro, viento que corría en esa tarde
que podía mirar a través de mis ojos como si fuese real. Nuevamente lágrimas
corren por mis mejillas al verme a mí mismo observar ese mismo atardecer, era
yo, estoy seguro de ser yo...
Solo que con ropas muy distintas, antiguas... Quizás de hace siglos atrás, pero
era yo...46
—Tal vez... Fue en la anterior vida—muerdo mi labio con temor por esas
palabras—. Quizás nos conocimos en nuestra vida pasada12
Te conocí.
—Tal vez... Fue en la anterior vida—muerdo mi labio con temor por esas
palabras—. Quizás nos conocimos en nuestra vida pasada.
—¿Es eso posible?—indaga tan serio que no puedo evitar que una pequeña
sonrisa de desconcierto se pose en mis labios.
Este chico es tan extraño como la misma situación, estoy seguro que otra
persona simplemente me tildaría de loco, pero en cambio él, solo me sigue el
hilo de mis alocados pensamientos como si no hubiese lugar para un
razonamiento más creíble.
—¿Cómo..? ¿Cómo puede jugar con eso, Hyung?—de forma rápida se baja de
mis piernas y se coloca del otro lado del ascensor completamente
enfurruñado.1
Vaya, extrañamente había ignorado hasta ese momento esa posición que él
había adoptado sobre mí minutos antes. Por cristo, ¡Estaba encima de mí!
Estoy muy seguro que mi cara, que aún posee rastros de lágrimas, puede
iluminar el lugar por la vergüenza.
—Quizás seas un ángel—murmuro sin poder apartar mis amplios ojos de él.
Estoy seguro que si llegaba a siquiera alzar las comisuras de mis labios,
tendría a un chico bastante molesto a mi lado. Así que haciendo uso de mi
fuerza de voluntad, me controlo y aparto el chiste de mi cabeza para que un
gesto serio se adueñe de mí.
En seguida, cubro mi boca con una de mis manos ante mis palabras tan dichas
a la ligera. Él expande sus ojos hasta más no poder, y poco a poco la cámara
cae a sus muslos debido a la impresión.
—¡Y lo repetiría 10 veces más!—grita en voz rota. Llevo una de mis manos a
mi cabeza y acaricio donde me golpeó lo que me aventó segundos atrás.
Sinceramente, ya no parece tanto como un ángel si tiene el ceño así de
fruncido—. ¿Qué pasa si somos almas gemelas o algo parecido? ¡Hubiese
dejado mi alma sola en esta vida! ¡Idiota!—una frágil sonrisa se forma en mis
labios, eso definitivamente suena muy lindo... "Almas gemelas"...—¡Y sigue
burlándose de mí!1
Nuevamente me lanza otro paquete de chucherías que esta vez logro esquivar,
y al parecer eso lo hace enfurecerse más.
—¡No lo sé!—exclama—. S-Solo duele... Duele que haya pensado eso, ¡No sé
por qué duele!—grita y esconde su rostro con rapidez entre sus rodillas para
que el llanto que comienza a llevar no se escuche tan fuerte en un espacio tan
reducido—. ¿Por qué me duele..? Es cruel, lo que siento es cruel. Ni siquiera
sé qué edad tiene y ya me está haciendo llorar... Lo único que sé de usted es
su nombre...
—Veintidós—entre sus lágrimas pude oír una risa irónica de su parte. Sin poder
controlarlo, esta vez soy yo quien se acerca a él y comienzo acariciar su
cabello de la nuca con un poco de vergüenza—. Me llamo Kim Taehyung—
puedo escuchar con claridad que repite mi nombre en un susurro ahogado—.
Tengo veintidós años, estudiaba medicina... Pero lo abandoné al no ser lo
suficientemente bueno para ello. No tengo confianza en mí, ni creo ser
suficiente para nadie, ni nada. Sí, este día subí a este elevador con intenciones
de suicidarme, ¿No es gracioso? Extrañamente terminé contándole mi vida a
alguien que siento que conozco de hace mucho, a alguien que me dijo cosas
que nadie más me había dicho—esta vez soy yo quien empieza a llorar por la
gran ironía de la vida—. Yo... Y-Yo no sirvo para nada. Incluso en este
momento siento que sería injusto para ti conocer a alguien como yo...1
—No vuelva a decir eso—pide serio, con voz gruesa y sin vacilación en su
petición—. No vuelva a llamarse a sí mismo inservible porque me molestaré
mucho—lleva ambas manos a mi cadera y me atrae hacia él en un fuerte
abrazo—. No vuelva a llamarse a sí mismo de esa forma... A-Ahora... Ahora
menos que ya lo recuerdo—sus palabras hacen que me mueva de sus brazos
para poder ver su rostro que otra vez es bañado entre lágrimas—. Lo
recuerdo—llora más fuerte, influenciándome hacer lo mismo.1
—No lo recuerda.
—No en esta vida—cierra sus ojos con pesar, dejando descansar contra el
metal del elevador la parte trasera de su cabeza—. No lo entiendo, ¿Cuánto ha
pasado?
—¿Y...?
Deshago las fuerzas de mis piernas, dejando descansar todo mi peso sobre
sus extremidades, completamente abatido. El no poder recordar algo que él
pudo, hace que las ganas de llorar nazcan. Es extraño... Jamás había sentido
tanta en paz y frustración al mismo tiempo. Es tan ilógico como real. Él es real,
puedo sentir su calidez traspasar mi piel, su respiración tan cerca de mi oído...
Su corazón latir contra mi pecho.
—Me quedaré junto a usted hasta que pueda recordarme—farfulla, dejando sus
manos vagar por mi espalda. Mi piel se eriza.
—Lo hará.
—Pero...
—¿No?
—Llegamos a un precipicio. Ese lugar tenía la mejor vista de todas—sonríe con
tristeza—, se podía apreciar ese atardecer de una forma distinta, totalmente a
plenitud. Entonces... Comenzamos oír las voces y gritos más cerca, nos iban a
encontrar. Usted me abrazó con ímpetu, ligando sus lágrimas con el sudor que
caía por mi cuello. Ambos temblábamos y yo...—mis lágrimas comienzan a
caer, puedo sentir la tristeza que reflejan sus palabras. Aunque no lo recuerde,
puedo sentir la veracidad de sus palabras—, lo abracé y murmuré un "Nada
pasará, todo estará bien... No nos separarán" No pude oír lo que respondió
porque en ese momento esas personas de las cuales desconozco el rostro,
llegaron y dijeron palabras que prefiero no conocer jamás.1
»Su rostro lloroso me miró con seriedad—su voz se rompe un poco. Eleva una
de sus manos y la posa contra mi mejilla. Al hacerlo, su respiración se
descontrola alarmantemente—. Yo... Y-Yo acaricié su mejilla y comprendí...
Comprendí que era el final. Por alguna razón jamás íbamos a estar juntos de
nuevo, y sus ojos me lo decían... Nuestros labios se rozaron en un beso salado
por las lágrimas de un último adiós. Pude llenarme del olor de su cabello
castaño una vez más.... Olía a flores, Jazmín, exactamente. Su mano se aferró
a mi camisa aún con temblores y miramos el atardecer fijamente...
Morimos.
Nos suicidamos, nos suicidamos juntos. Repito una y otra vez esas palabras en
mi cabeza. ¿Qué? No puedo dar créditos a sus palabras, no puedo creerle...
No puedo hacerlo. ¿Qué clase de broma es? ¿Reencarnación? ¿En serio? No
quiero creerle. No puedo. Es totalmente descabellado... Pero... ¿Por qué puedo
sentir ese maldito dolor en mi pecho con cada una de sus palabras? ¿Por qué
no lo recuerdo si era yo el otro amante? ¿Por qué no recuerdo la
desesperación y el dolor que sus ojos me mostraron?
¿Por qué?
Tengo miedo, tengo terror de aceptar algo como eso. ¿Cómo no hacerlo? Que
venga alguien a decirte que eres su amor de hace mil años cuando estás
convencido de suicidarte, es algo que hace que tu mente entre en un colapso.
Tengo pánico, verdadero pánico.
—Lo hará—asegura.
Sus manos que están en mi cintura comienzan a subir por mi espalda con
lentitud, mientras me mece un poco para calmar mi llanto que se va
descontrolando con el paso de los minutos. Es desesperante, porque para esta
altura no puedo percibir nada en mi pecho, no tengo ganas de llorar, no tengo
ganas de gritar, pero aun así lo hago, lo hago en medio de mi desesperación.
Lo único cuerdo que pasa por mi cabeza en este momento es que no soy yo el
que llora desgarrado, es mi alma inquieta que no puede hallar su verdadero
origen.
Quizás llora porque de alguna forma sabe que ha conseguido la otra parte que
aclamaba por ella.
Mucho tiempo pasó de ese modo, quizás fueron unas horas o escasos minutos,
pero ninguno de los dos volvió a pronunciar palabra. Solo soy capaz de
escuchar su frágil respiración encima de mi cabeza con calma, si, por alguna
extraña razón no quise quitarme de su regazo en ningún momento, es como si
su cuerpo fuera una pieza de puzzel y yo la parte faltante, es esa atracción
extraña la que me quita el aliento y no me deja en paz. Por Dios, sigue siendo
un desconocido... Aunque él diga lo contrario, sigue siendo uno para mí.
Y ahí está ese dolor nuevamente. Como si mi propio cuerpo renegara de mis
pensamientos, una punzada en mi pecho me deja sin aliento. ¿De verdad la
reencarnación existe? ¿Todo lo que he sentido a lo largo de mi vida es causa
de eso? Recuerdo bien que cuando era un niño tenía una extraña fijación por
los atardeceres, era hipnótico, podía incluso dejar de respirar cuando me queda
mirándolos, podía dejar de percibir las cosas a mi alrededor y solo centrarme
en eso. Era extraño, sentía una sensación inigualable en mi pecho que de
acuerdo pasaban los años fui dejando a un lado.1
Pero no era solo eso, con algunas imágenes de hermosos paisajes o diferentes
panoramas también sucedía, podía ser también con alguna fragancia, un sabor
o incluso un aire suave o frío, me daba esa sensación extraña que me hacía
saber de algún modo que estoy viviendo la vida correcta. Esa sensación me
hacía encogerme y sonreír porque sentía que transitaba el camino que me
haría feliz. Jamás lo mencioné a nadie, porque estaba seguro que nadie más
que yo podría entender lo que sentía.
Entonces algo llega a mi cabeza como una clara posibilidad, ¿Es posible que
mi alma recordara el medio de mi muerte en aquella vida y por ello mi pánico a
las alturas?. Sonrió un poco. En serio me estoy volviendo loco, creo que el
poco oxígeno en este elevador me está afectando el cerebro o algo así.
—¿Lo soy?
—Eso... Es alentador—¿Es ilegal? ¿Por qué...? Ach, ¿Por qué dije aquello?—.
¡No es como... Como si quisiera hacer cosas ilegales contigo! Es decir... Tú
eres...-1
Me calla enseguida de manera abrupta al sentir sus labios sobre los míos, en
un roce, un simple roce que me está llevando al borde un colapso emocional.
Puedo percibir los fuegos artificiales reventar en mi estómago subiendo con
lentitud por todo mi cuerpo. ¿Aire? ¿Qué es eso?. Exacto, mis pulmones
comienzan a doler, se supone que respirar en una función automática, pues, en
este momento lo automático se pierde con una facilidad olímpica.3
Puedo identificar el cielo, las aves volar entre las nubes, estrellas, incluso
galaxias. Abandonamos este lugar para ir más allá de lo que la imaginación
humana puede siquiera imaginar, sintiendo un viaje en el tiempo tanto al
pasado como al futuro que nos espera. El shock cerebral que me acompaña
apenas se aleja de mí es perturbador.1
—Lo encontré, jamás lo volveré a dejar ir, Hyung. Por favor... Tampoco lo haga.
Y como si mis palabras fueran la llave que abre una puerta blindada, las luces
del elevador se encienden dejándonos un poco cegados por la claridad
repentina del sitio. El aparato tarda algunos segundos en comenzar a subir
nuevamente como si nada hubiese sucedido, como si no hubiésemos estado
encerrados por mil horas en esa pequeña caja metálica.
Sin poder siquiera reaccionar, la cálida mano del hermoso azabache me saca
del ascensor para de esa forma tomar el pasillo opuesto a los apartamentos y
así llegar hasta unas escaleras de metal unos cuantos metros por delante.
Escaleras que por supuesto, nos llevarán hasta la azotea del sitio. Mi corazón
comienza a golpear con furia en mi pecho. Azotea, azotea, azotea. Cierro los
ojos con fuerza cuando comenzamos a subir los escalones, solo dejándome
guiar por su mano cálida sobre la mía.1
Azotea.
Si estaré en una azotea... Significa que estaré a muchos metros del piso, si
estoy en un lugar así, entonces muy probablemente si ocurre un terremoto el
edificio se caerá y moriré. Oh, yo no quiero morir. Al menos no ahora que lo
pude encontrar a él. El sonido de bisagras rechinando al abrir la puerta, hacen
que apriete con mayor fuerza los párpados, y el contacto en su mano crezca.
Un instante después, puede percibir el aire cálido acariciar mis mejillas de
forma suave. Mis ojos pican y mis piernas tiemblan. Estoy sobre un piso que no
tiene nada debajo, ni debajo, ni debajo y así sucesivamente hasta la firme
tierra. Tendría otro ataque.
—Abra los ojos, por favor—pide. De inmediato niego con la cabeza. Su mano
abandona la mía y un sentimiento desolador por la ausencia de su calor me
hace casi sollozar, para solo segundos después sus dígitos tomar mis mejillas y
dejar mimos en ese sitio—. Abra los ojos—vuelve a repetir.
Con temor hacia lo desconocido, lo hago, primero abro uno para poder verificar
mi entorno y demás edificios desde ese lugar, pero eso no es lo que me hace
abrir el otro con asombro, si no el hermoso atardecer que desde ese sitio se
puede mirar.1
El azabache acaricia un poco más mis mejillas hasta alejarse unos pasos con
una sonrisa juguetona en su rostro. Sostiene su cámara y toma una foto. Mejor
dicho, me toma una foto. Aún tengo un miedo paralizante que me hace
quedarme en mi lugar, pero verlo a solo metros de mí con esa sonrisa tan
hermosa no me permite caer en algún colapso. Puedo observar con la claridad
del ambiente que su ceja derecha está un poco hinchada aún, pero nada que
unas pastillas no arreglara. Esa camisa blanca de rayas verticales negras en
serio le queda bien, en conjunto con ese pantalón de vestir. Hermoso,
sencillamente hermoso.
—R-Regresa—pido estirando mi mano hacia él. El niega y se aleja mucho más,
casi hasta llegar al borde del edificio.
Mi voz se pierde, la imagen frente mis ojos también lo hace. Siento un mareo
azotarme y casi llevarme al suelo dolorosamente si no me hubiese sostenido
de un pequeño montículo de cemento que me llega a la cadera. Entonces...
Los ojos oscuros de Jungkook me miran. No en esa azotea, no en ese instante.
Fue frente aquel atardecer que él mencionó en el elevador. Me miraba a mí,
pero al mismo tiempo a mi otro yo, sentía sus ojos temblar al igual que mis
manos, sentí el calor y desesperación de mi cuerpo, sentí la tristeza y el
miedo.1
Cubro mis labios cuando unos sollozos fuerte intentan salir al tener
conocimiento de todo, en este momento quiero llorar de alegría, se siente como
si miles de años hubiese pasado desde la última vez que observe a ese
hombre frente de mí, seguro no estaba equivocado, seguro pasamos miles de
años separados, pero ahí estaba a tres metros de distancia de mi...
—R-Recordó... Me recordó.
Y fue sin querer, sin querer lo conocí, sin querer me reuní con el amor de mi
vida pasada, el amor de mi vida presente y estoy seguro que él amor de mi
vida futura.1
"Querida persona que aún no conozco, esperaré por ti, sin importar cuántas
vidas tengan que pasar."