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Analisis de Carta Del Jefe Indio Seattle
Analisis de Carta Del Jefe Indio Seattle
del indio Seattle al presidente de los Estados Unidos. Ahora, de nuevo, hemos vuelto a
retomar este mismo tema en el marco de la globalización y la destrucción de la naturaleza
como consecuencia de la ambición humana. Esta carta fue escrita en 1854 por Seattle, el
jefe de la tribu india Suwamish y dirigida a Franklin Pierce, presidente de los EEUU, con
motivo de la propuesta de compra de los territorios indios por parte de dicho presidente.
Este texto se engloba, a su vez, dentro de la primera expansión que lleva EEUU hacia el
noroeste con el fin de conquistar el resto de territorios que conformarían el actual país.
Como ya hemos visto en el video, el jefe de los pieles rojas hace una profunda reflexión
acerca la actuación, intervención y destrucción de la naturaleza por parte del ser humano,
mejor dicho, del hombre blanco, el hombre occidental. Aunque a simple vista nos parece un
texto muy alejado en el tiempo, y, en verdad, dista de nuestra generación más de siglo y
medio, sólo basta reflexionar un poco para darnos cuenta del trasfondo que nos transmite,
un tema y argumento que deberíamos poner en práctica más a menudo y sobre la cual se
basan los movimientos ecologistas y de defensa de la naturaleza. Junto a esto, las palabras
del indio Seattle nos llevan a una profunda reflexión, la cual nos permite analizar cómo ha
sido nuestro comportamiento en relación con la naturaleza y el medio ambiente y si todavía
estamos a tiempo de intentar solucionarlo.
En la actualidad, la actitud del hombre blanco, del ser humano, poco ha cambiado al
respecto y, en algunos casos, más bien ha empeorado. En cuanto a las mejoras conseguidas
desde el momento de escritura de la carta podemos destacar la Declaración Universal de
Derechos Humanos (1948), la Declaración Universal de Derechos de los Animales (1978) o
la Declaración de Derechos de Pueblos Indígenas (2007). Sin embargo, seguimos creyendo
que somos el centro del universo, nos intentan hacer ver que todo gira a nuestro alrededor y
que podemos hacer lo que nos dé la gana con el planeta, si con ello obtenemos algún
beneficio, claro está. Aparentemente, respetamos la libertad de los pueblos, pero en la
práctica acabamos imponiéndoselo casi todo, nuestros sistemas políticos, sociales y, sobre
todo, económicos. La globalización nos está llevando cada vez más a una unificación
homogeneizada, a la cual debemos poner freno lo más rápido posible, antes de que ya sea
tarde. En cuanto a naturaleza se trata, reforestamos bosques y limpiamos ríos y mares,
mientras nos vamos a los países del Tercer Mundo y destrozamos todos sus recursos.
Apoyamos políticas de recuperación del medioambiente, pero talamos el Amazonas para
conseguir folios donde poder firmar dichos acuerdos, sobreexplotamos minas y, ante todo,
seres humanos, para poder extraer metales preciosos en el África negra que luego luciremos
en nuestros dedos. En vez de fomentar la producción de electricidad a partir de la energía
eólica o solar, le prestamos ayuda para evitar el cierre de las centrales nucleares. Firmamos
el Protocolo de Kioto, pero simplemente nos quedamos en eso, en la firma, porque a la hora
de ponerlo en práctica parece olvidársenos.
Por ello, al igual que he dicho en otras ocasiones cuando me he referido al consumismo,
todos unidos podemos hacer frente al afán destructivo de los gobiernos actuales y defender
aquello que verdaderamente nos da la vida y nos rodea. La naturaleza está en nuestras
manos, no para oprimirla o arrasarla, sino para protegerla, ayudarla y preservarla, porque
como bien ha dicho Seattle todos formamos parte de la naturaleza.
Por último, me gustaría terminar con las mismas palabras con las que termina el jefe indio
Seattle en su carta, ya que considero que, aunque haya pasado más de siglo y medio de
estas frases, seguimos estando en una situación similar, ya no solo a nivel indio, sino, en
este caso, a nivel mundial:
“La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.”