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Por Santi Ramirez | 08/04/2009 |

Fuentes: Rebelión

¿Tenemos patria los obreros?

Quiero aprovechar la ocasión que me brinda la proximidad del Aberri Eguna, para hacer

unas reflexiones sobre un tema que ha llegado a convertirse en un tópico para un amplio

sector que se pretende de «izquierda». Me refiero a la cuestión de la patria. Es muy

frecuente oir, en boca de gentes supuestamente progresistas y […]

Quiero aprovechar la ocasión que me brinda la proximidad del Aberri Eguna, para hacer

unas reflexiones sobre un tema que ha llegado a convertirse en un tópico para un amplio

sector que se pretende de «izquierda». Me refiero a la cuestión de la patria.

Es muy frecuente oir, en boca de gentes supuestamente progresistas y hasta de izquierda,

que hacen gala de un mal entendido internacionalismo cosmopolita, aquello de que la

nación (refiriéndose a la vasca, por supuesto) no es más que un invento de la burguesía,

una quimera, una ensoñación del nacionalismo. Como también es lógico, que cuando

hablan de nacionalismo, nunca se refieran al español.

Al parecer, muy marxistas ellos, se suelen basar en aquella famosa cita del «Manifiesto del

partido comunista» (Marx y Engels. Londres, febrero de 1848) que, entre otras cosas dice

aquello de que «los obreros no tienen patria». Es dudoso que quienes tan profusamente

hacen uso de esta frase, la hayan leído y mucho menos analizado seriamente. Ya que ellos

no parecen haberlo hecho, ¿por qué no hacerlo nosotros?

Veamos, en primer lugar, lo que nos dijeron Marx y Engels:

«Se acusa también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad.

Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Más, por

cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder político, elevarse a la

condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de

ninguna manera en el sentido burgués.


El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día

con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la

uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que le

corresponden.

El dominio del proletariado los hará desaparecer más deprisa todavía. La acción común

del proletariado, al menos el de los países civilizados, es una de las primeras condiciones

de su emancipación.

En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será

abolida la explotación de una nación por otra.

Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones,

desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.»

(Obras Escogidas de Marx y Engels. Tomo I. Editorial Fundamentos. Madrid, 1975.

Pág. 40).

A simple vista, parece que entre estas aseveraciones existe alguna contradicción. Pero

sólo se trata de una contradicción aparente. A Marx y a Engels, les interesaban las

naciones. Pero con lo que ellos no se identificaban era con la «nación» o con el

nacionalismo de la burguesía, que era la única y verdadera causante de las

contradicciones, los enfrentamientos y las hostilidades entre los pueblos y de la

explotación de unas naciones por otras.

Como hemos podido leer más arriba, Marx y Engels no consideraban que el desarrollo de

las fuerzas productivas y la acción internacional del proletariado, fuesen a acabar con las

naciones, sino con los aspectos más negativos de las naciones modernas, es decir de las

naciones burguesas. En ese sentido, cuando la clase obrera lograse la hegemonía, es decir

cuando conquistase el poder político y se elevase a la condición de «clase nacional»

pondría fin a la explotación de unas naciones por otras e implantaría un nuevo tipo de

relaciones internacionales, basadas en la fraternidad.


Por eso, cuando Marx y Engels decían que «los obreros no tienen patria» era porque

estaban proponiendo otra patria diferente. Así, a la patria ficticia de la burguesía oponían la

patria verdadera, la del proletariado. Marx y Engels no estaban contra la nación en general,

sino contra un tipo concreto de nación, la nación burguesa. Ambos consideraban que la

lucha del proletariado encerraba en su interior el germen de la supresión de todas las

formas de opresión nacional.

La patria del pueblo trabajador y de la clase obrera vasca es Euskal Herria. Nuestra lucha

por la independencia y el socialismo, tras la toma del poder político, se plasmará en la

constitución de un Estado Socialista Vasco y con ello la clase obrera vasca se erigirá en

clase nacional. Esa será nuestra contribución a la emancipación del proletariado

internacional. Y esa será, también, nuestra aportación a la liberación de todos los pueblos y

a la superación de toda forma de opresión de unas naciones por otras.

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