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Todos podemos entrenar nuestras capacidades para poder aprender de una mejor manera. De
acuerdo a Zimmerman (2002), los estudiantes que autorregulan su aprendizaje se caracterizan
por participar activamente en este proceso.
Conocen, identifican y utilizan estrategias cognitivas que les permite entender, procesar,
organizar, elaborar y recuperar la información.
Desarrollan habilidades metacognitivas para saber cómo planificar el trabajo que van a
realizar. Es decir, encaminan los diversos procesos mentales necesarios para la
consecución de la meta planteada.
Desarrollan, modifican y controlan aquellas emociones que son positivas para el
aprendizaje. Generalmente ligadas al aspecto motivacional de la tarea. Por ejemplo,
entusiasmo, gusto y satisfacción, entre otras.
Planifican adecuadamente la tarea. Es decir, prevén el tiempo de ejecución, consideran un
entorno favorable para el aprendizaje (lugar) y acuden en ayuda de sus profesores o
compañeros cuando lo necesitan.
Apoyan a un clima motivacional de clase adecuado. Se involucran en las tareas, en su
planificación y organización.
Se esfuerzan por mantener la atención en la tarea, evitando aquellos estímulos
distractores.
En otras palabras, estos estudiantes son conscientes de la importancia de asumir un rol activo
en su aprendizaje. En consecuencia, ajustarán sus procesos cognitivos y emocionales para
desenvolverse adecuadamente. Es decir, para poder responder a la tarea, alcanzar las metas
planteadas y tener un rendimiento positivo.
Ahora que hemos abordado la importancia y, sobre todo, la utilidad de que nuestros
estudiantes aprendan a autorregular su aprendizaje, nos surge una duda, ¿cómo enseñar un
aprendizaje autorregulado? Pues bien, el diseño y planificación de estrategias se han basado
en que el aprendizaje autorregulado es una habilidad que se adquiere y desarrolla por medio
de procesos y actividades a lo largo de las diversas experiencias de aprendizaje. Según Torrano,
Fuentes y Soria (2017), estas estrategias deben buscar conseguir ciertos objetivos:
Como indican estos autores, se trata de explicar a los estudiantes qué estrategias son las más
adecuadas para que puedan procesar y controlar de mejor manera el aprendizaje
(conocimiento declarativo). Posteriormente, se les enseñarán cómo utilizar dichas estrategias
(conocimiento procedimental) y, consecuentemente, en qué momento utilizarlas
(conocimiento condicional). Siguiendo esta línea, el docente debe indicar también, cuáles son
los beneficios que conllevan.
Por otro lado, no debemos descuidar los elementos emocionales que subyacen en los procesos
cognitivos mencionados anteriormente. Por ello, es importante mejorar aquellas creencias
motivacionales, de autoeficacia o expectativas que pueden presentar nuestros estudiantes. Es
decir, no debemos descuidar cómo la motivación influye en este proceso (Ruiz, 2020).
1. Autoobservación
Los estudiantes deben aprender a valorar y supervisar si las estrategias que están
utilizando son efectivas. En caso de no estarlo, ser capaces de modificar, cambiar o
reajustar lo necesario para ello. Esto implica una toma de conciencia sobre sus procesos
cognitivos frente a su estado emocional, motivación, tiempo de la tarea y nivel de
esfuerzo. Por ejemplo, ser conscientes de que no están entendiendo la consigna, analizar
su nivel de comprensión de la tarea y verificar que están con predisposición para
aprender, entre otros. Es decir, verificar que sus habilidades metacognitivas les resultan
beneficiosas ante la tarea.
2. Modelado
Los seres humanos somos capaces de adquirir conductas, actitudes y destrezas por medio
de la imitación. En este caso, los profesores serán un modelo referencial que, si explican
abiertamente lo que hacen para resolver una tarea, enseñan implícitamente las
estrategias que están utilizando. En consecuencia, el estudiante asimilará de mejor
manera, mediante un ejemplo práctico, cómo planificar, ejecutar, supervisar y resolver
una tarea. Este tipo de modelo suele darse al inicio del aprendizaje, pero, idealmente,
mientras más visualizaciones y ejemplos tenga, mejor será el dominio en el futuro.
3. Práctica guiada y autónoma
Para conducir el proceso de aprendizaje de manera efectiva, es importante practicar las
estrategias de autorregulación. En principio, de forma guiada y, poco a poco, de forma
independiente.
El feedback es un aspecto importante para el análisis de dicha efectividad. Asimismo, lo
que se pretende a través de este modelo es promover la responsabilidad en el estudiante
para que logre controlar, desarrollar, aplicar y evaluar las estrategias que ha ido
adquiriendo a raíz de la práctica guiada. Un ejemplo de esta estrategia puesta en práctica
es el flipped classroom.
4. Apoyo social
En principio, a los estudiantes se les brinda un apoyo o también llamado “andamiaje”
(scaffolding) para guiar su proceso de aprendizaje. Con el paso del tiempo se va retirando
dicho apoyo de forma paulatina, convirtiendo este apoyo que, en principio era directivo,
en algo menos intenso. Es decir, este scaffolding se retirará gradualmente para que
empiece a ser el estudiante quien direccione sus procesos de aprendizaje.
5. Práctica autorreflexiva
Esta sería la última parte del proceso de autorregulación, pues es el paso en el que los
estudiantes practican todo lo que han aprendido de forma independiente. En ese sentido,
se espera que estén en capacidad de reflexionar sobre su proceso de aprendizaje, utilizar
estrategias adecuadas y ajustarlas al contexto en el que se encuentran.
Consecuentemente, todo esto favorecerá un entorno de aprendizaje positivo.
CONCLUSIÓN