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El nuevo rey de los océanos.

No parece tan descabellado pensar que tal vez los animales marinos han aprendido a vivir con
las grandes cantidades de basura que los humanos desechamos a diario en su hogar. Pero
¿qué si no han aprendido solo a vivir con ellas sino también a utilizarlas para su ventaja? Eso,
descolocaría a cualquiera; es como si, sin quererlo, los humanos hallamos colonizado un
lugar tan desconocido como lo es el mar.
Es así como comienza esta historia. Tanto en las profundidades del mar como en sus zonas
más superficiales, miles de especies habitan y ya llevan una larga era de definir una pirámide
de poder dependiendo de los artefactos que posean.
En algún lugar dentro de los límites del cálido Océano Índico, puede observarse una
comunidad entera de diferentes especies animales y vegetales que se han adaptado a las
grandes cantidades de desechos artificiales humanos. Todo pez, desde el peculiar Aulostomus
chinensis hasta algunos de apariencia más común como el Sargocentron diadema han
encontrado nuevos refugios fuera de los ya casi desaparecidos corales. Lámparas y botellas
son los preferidos para poner sus huevos y así tener menos probabilidad de que estos sean
comidos; ciertas especies vegetales colaboran ya que encuentran soporte en estos elementos y
deciden germinar allí, escondiendo mejor a las crías de los depredadores.
De todas formas, esto no es nada sorprendente para ningún habitante del mar, es un recurso
base para la supervivencia. Ningún privilegio.
En cambio, en lo más profundo de las aguas, es donde los animales con mayor influencia se
encuentran. Artefactos demasiado densos para mantenerse cerca de las orillas han caído en la
oscuridad del océano por las fuerzas gravitatorias. Pero cómo imaginar a medusas, anguilas o
a un pez abisal haciendo uso de algún objeto terrestre más allá de para protegerse a él o a sus
huevos.
Lo anterior es fácil de responder: no pueden.
Pero el filo mollusca que habita en estas zonas batipelágicas y abisopelágicas del océano sí se
han vuelto maestros del uso de diferentes objetos a su vez que expertos en lo que se podría
llamar un control de calidad.
Claro que no todos los pertenecientes a este gran filo, un caracol marino, una almeja o una
babosa marina tampoco tienen la capacidad física ni mental para distinguir y recordar objetos
que encuentren en su camino por las profundidades, mucho menos de entenderlos o buscarles
un uso. Por esto hay que aclarar que los reyes de las profundidades marinas en esta nueva era
han dejado de ser los tiburones blancos y han pasado a ser los pulpos y calamares.
Estos animales siempre han sido reconocidos por su fuerza e inteligencia. Es gracias a ello
que han evolucionado y se han adaptado con firmeza al cambio de tener sus aguas llenas de
desechos artificiales. Han convertido algo como un sonajero de bebé en armas para
defenderse de otros animales o para ellos mismos atacar y atrapar con mayor facilidad a sus
presas.
Macetas de arcilla que acabaron en este hostil ambiente han sido adoptadas como escondite,
refugio y camuflaje por parte de estos organismos cuyo cuerpo es bastante flexible y
contráctil. Aquellos que pueden cambiar de color lo tienen aún más fácil para sorprender a
una presa o escapar de un peligro al usar otros objetos como botellas de colores o lámparas
con diseños y aferrarse a ellos.
Sin duda han tomado el control de las profundidades, no únicamente en las cálidas aguas del
Océano Índico sino en todos los demás lugares donde habiten. El ahora extinto humano pudo
haber casi acabado con la vida en los océanos, creyendo poco en el poder que podrían tener
las criaturas de allí, sin imaginar que una vez se fuera otros seres inteligentes harían uso de su
contaminante legado.
Parece ser que ahora la vida inteligente y con mayor evolución no será por siempre la
humana.

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