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1. Resumen
En este fragmento una persona cuenta que con la puesta en música de una ópera pretendía
eliminar todos excesivos adornos, que cantantes y directores incluían en las óperas con intento
de un mayor lucimiento de la misma olvidando otros aspectos fundamentales.
2. Ideas principales:
3. Ideas secundarias
4. Términos
5. Localización
Se trata de un fragmento del prefacio de “Alceste” escrito por Christoph Willibald Ritter von
Gluck, compositor alemán del periodo Barroco.
6. Autor y obra
El autor del texto es José Belmonte, el cual está plasmado en su revista de música clásica y
reflexión musical llamada “Sinfonía Virtual”.
Desde 1983 es crítico literario del diario La Verdad, donde, cada sábado, coordina y edita una
página de reseñas de libros en el Suplemento Cultural Ababol. En el libro titulado La hora
crítica, aparecido en Ediciones Tres Fronteras en 2008, ha reunido casi un centenar de sus
reseñas.
Ha escrito textos sobre distintos pintores como José María Falgas, Saura Mira, Saura Pacheco,
Antonio Sánchez, Torregar, Cristóbal Gabarrón, José María Párraga, Willy Ramos, Pedro Serna
y Muñoz Barberán.
7. Biografía
Debido a que no he encontrado suficiente información del autor del texto voy a hablar de su
protagonista:
Christoph Willibald Gluck nació en Erasbach (Alemania) el 2 de julio de 1714 y murió en
Viena el 15 de noviembre de 1787.
Lo que hizo Gluck fue abandonar los principios barrocos para centrarse en los neoclásicos.
Hagamos un paréntesis para constatar de qué modo la ópera evoluciona a la par que la
historia, y la historia nos cuenta que en 1748 se descubrieron las ruínas de Pompeya y
Herculano, lo que despertó en la sociedad un renovado interés por el mundo clásico. Todo
lo que definía al periodo barroco: el desequilibrio, la ornamentación y la exhuberancia, deja
de tener interés, y los gustos se encaminan hacia la búsqueda del equilibrio, la simplicidad y
todo lo que se refiere al mundo clásico. Consecuentemente volverán a la escena los héroes y
dioses de la mitología y el drama al estilo griego y romano.
Gluck pudo dejar un poco de lado su labor como compositor de ópera para dedicarse a
elaborar la reforma de la ópera, porque contaba con una fortuna personal, aunque su serie
de óperas no es pequeña.
Para empezar, Gluck puso fin a los larguísmos (y aburridos, todo hay que decirlo)
recitativos con el único acompañamiento del clavecín. Dispuso que los recitativos fueran
también orquestados como lo eran las arias. Éstas, por otra parte, tenían que ser más cortas,
eliminaba así las anteriores arias da capo.
También puso coto a toda ormamentación supérflua en el canto, siempre y cuando no fuera
estrictamente necesaria. Los castrati vieron así como terminaba su hegemonía en la ópera.
A su decadencia contribuyó también que Gluck dispuso que cada personaje fuera
interpretado por el tipo que representaba, es decir que el hombre tenía que tener voz
masculina y la mujer femenina.
Con la reforma de la ópera de Gluck los argumentos también se vieron afectados, éstos
tenían que ser reales, y los textos debían tener la importancia requerida para lograr
un mayor realismo.
Otra innovación de esta reforma de la ópera, fue la recuperación del coro. Si pensamos en
que el modelo del neoclasicismo eran los dramas griegos y romanos, la presencia del coro
era obligada, puesto que en esos antiguos dramas clásicos el coro tenía un importante papel.
Otra innovación afecta a la obertura, ésta tenía que tener una unidad con lo que vendría a
continuación en el primer acto.
Donde antes se adoptaron y gustaron más las ideas de la reforma de la ópera de Gluck fue
en Francia. Ya vomos cuando hablamos de la expansión de la ópera en Europa , que a los
franceses les pareció espantosa la presencia de los castrati en las óperas que venían de
Italia, así que Gluck se fue a Francia donde contó con el apoyo de María Antonieta, lo que
le abrió las puertas de los teatros de ópera en ese país. Con Gluck hemos llegado al punto
que dejamos atrás la ópera barroca para pasar a la ópera clásica.
8. Antecedentes
Ya desde el Renacimiento se buscaba la unión del canto con la música, a fin de conseguir un
mayor efecto dramático como suponían se hacía en las grandes tragedias griegas, esta idea
pronto entró en el camino de la expresión escénica. Lo que distinguía estas nuevas obras es la
presencia de la monodia (una sola melodía) con acompañamiento instrumental, sin ser cantado
por un coro como sucedía en los madrigales. Este acompañamiento instrumental se realizaba a
partir de una pequeña notación escrita sobre una nota. Se trata del bajo continuo o cifrado, y
significaba que el músico debía interpretar ahí una armonización instrumental improvisada
destinada a introducir o resaltar la palabra que se declamaba. Junto al bajo, aparecen también
excepcionalmente las coloriture como formas en las que la música adquiría más agilidad. No
prevalecen pues los efectos de la música sino los de la palabra declamada, pues lo importante
era conocer el significado de la palabra y comprenderlo, de manera que la música se adaptaba a
la forma de la palabra y se articulaba en beneficio de su comprensión. La palabra declamada
sería el nuevo centro de ese arte y se dispone del acompañamiento del bajo para su introducción
o enfatización.
Palabra y música continuaban así con una dependencia en la interpretación que se constituye
como polémica alrededor de la cual surgen y desaparecen elementos musicales modernos y
antiguos, pero que en cualquier caso desarrollan el nuevo género de la ópera. Así, si en los
primeros intentos de unión de palabra y música se pretendía encontrar la forma más parecida a
lo que se suponía propio de las representaciones griegas, en su desarrollo posterior se confirma
que la representación escénica ocupará también un lugar destacado en paralelo a la música y a la
poesía.
9. Consecuentes
En la década de 1820, la influencia de Gluck en Francia dio paso a un nuevo gusto por las
óperas de Rossini y una obra suya, Guillaume Tell, ayudó a fundar otro nuevo género, conocido
como «grand opéra», cuyo exponente más destacado fue Giacomo Meyerbeer.Otro género más,
de tono más ligero, el de la «opéra-comique», también gozó de gran éxito en manos
de Boïeldieu y Auber. En este clima, surgieron las óperas de Hector Berlioz que lucharon, sin
conseguirlo, por obtener el éxito del público: su obra maestra épica, Les Troyens, la culminación
de la tradición gluckiana, no tuvo una representación adecuada hasta casi cien años después de
ser escrita.
El libreto de la primera gran obra del Gluck, fue escrito en italiano, y se reconoce como la
primera gran reformulación de los cánones vigentes, que preparó el terreno para las grandes
óperas del siglo XIX, por ejemplo, los dramas musicales de Wagner y las óperas de Verdi y
Puccini.
Es decir, las reformas de Gluck tuvieron resonancia a través de toda la historia operística.
Weber, Mozart y Wagner, en particular, fueron influenciados por sus ideales. Mozart, en varios
sentidos, el sucesor de Gluck, combinó un magnífico sentido del drama, armonía, melodía y
contrapunto para escribir una serie de comedias, tales como Così fan tutte, Le nozze di Figaro,
y Don Giovanni (en colaboración con Lorenzo da Ponte) que permanecen entre más amadas,
populares y conocidas óperas hasta hoy.
11. Bibliografía:
http://laopera.net/historia-de-la-opera/la-reforma-de-la-opera
http://www.filomusica.com/opera.html
http://www.sinfoniavirtual.com/revista/011/opera_para_todos_gluck.php
http://es.slideshare.net/caraypsmen/la-reforma-operistico-de-gluck
http://www.fundacionjuanbautistaplaza.com/leng38.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93pera_italiana#Reformas_de_Gluck
http://perso.ya.com/constan0/musics/gluck_1.htm
http://www.canal-literatura.com/Jose_belmonte_serrano.html
http://www.ivoox.com/cada-cual-ignacio-martinez-pison-con-audios-mp3_rf_2851000_1.html