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Narcolepsia

Despierto más temprano que de costumbre, algo me molestaba en el dedo anular de la


mano derecha. Una diminuta hormiga desataba su ferocidad en contra de mi dedo y me
provocó un ardor muy tenue. La pobrecilla se estará lamentando segundos después
cuando, por mera inercia mi gigantesca mano (en comparación a las magnitudes de su
cuerpo) se impacte en contra de ella, provocándole la muerte. Una remembranza de su
corta vida pasaba frente a sus ojos.
Pasado el aparatoso asesinato de mi insecto amiga, me dispongo a mirar el reloj
electrónico que está sobre la mesa de noche, en lado izquierdo de la cama. La baratija, no
mayor a dos años, podía apenas marcar, con los pocos LEDS rojos que aún no se
fundían, las 4:53 AM, 7 minutos antes de la hora para levantarse. Poco entendible pero no
indescifrable, el reloj parecía mazorca desgranada.
Sin más luz que un fino haz que, como visión de voyeurista, pasaba sigilosamente entre
las cortinas y el débil resplandor de las luces rojas pertenecientes al casi inservible reloj,
me abro paso en la penumbra de mi habitación, para alcanzar el interruptor de la lámpara
en el techo y terminar con la casi completa oscuridad del lugar.
Al llegar a la pared, busco a tientas el interruptor. Me doy cuenta que lo he encontrado
pues, un pequeño toque hace reaccionar a mi sistema nervioso que aún se encontraba
adormilado.
Cuando se hace la luz, noto por primera vez en mucho tiempo la inmensidad del cuarto,
efecto que da el vacío del mismo. En él, aparte de mi presencia, solo se encuentra una
cama justo en el centro de la habitación, a lado de ella la mesa de noche que encima
tiene el reloj electrónico. A espaldas de la cama está un ventanal de forma rectangular
vertical que ocupa todo el espacio de la pared a lo alto. Esta es cubierta por un bello par
de cortinas rojas que concuerdan con el alfombrado del mismo color y paredes color
blanco esperma que permiten una perfecta iluminación durante el día. Es todo lo que hay
en la habitación.
Un dolor de cabeza me ataca de repente y cierro los ojos, pues creo que puede deberse
al cambio tan drástico entre oscuridad y luz. Brevemente me incorporo moviendo
suavemente los parpados.
Me acerco a la cama para tenderla, y bajo la cobija roja puedo notar manchas de sangre
en las sábanas blancas. Una terrible cefalea aparece de nuevo como si me hubiesen
traspasado con una daga. Coloco mis manos en la cara y espero a que pase. Cuando los
abro de nuevo, las sabanas están impecables y la cama está tendida.
Una disonante melodía comienza a sonar. Es el despertador marcando las 5 AM y
entonando, si es preciso decir, lo que un día sonó como la obertura 1812 de
Tchaivkovsky. Lo que ahora suena podría estar perfectamente situado en alguna escena
de una película dirigida por John Carpenter.
Salgo desnudo al corredor (del mismo color que el cuarto, y que el resto de la casa) con
dirección hacía el baño, el cual se encuentra justo en el otro extremo. Al entrar al baño,
cierro la puerta con seguro, deslizo la cortina azul y doy vuelta a la llave derecha del agua.
El líquido vital comienza a caer, cierro la cortina. Hay un espejo frente a la cortina. El
espejo es bastante grande como para mirarse todo el cuerpo, este se empaña cuando
empieza a fluir el vapor generado por el agua. Observo mi cuerpo desnudo perfectamente
tonificado hasta la zona pélvica, pues esta ha sido empañada completamente.
Doy media vuelta y deslizo un tercio de la cortina para apenas tentar el agua. Está lo
suficientemente caliente para continuar con el ritual de aseo diario.
Apenas siento el agua fluir en el rostro y cierro los ojos, de pronto ya no hay agua, estoy
completamente seco, en toalla y frente al guardarropa que se encuentra en la habitación
contigua a la mía. No hace falta escoger que ponerme, pues toda mi ropa es
completamente igual. Jeans de mezclilla clara, playera en cuello “V” azul marino,
Converse negros de bota y un reloj de muñeca que solo marca en sentido contrario.
Son las 6:30 AM, hace poco más de hora y media que estoy despierto, pero apenas y he
sentido que el tiempo transcurre. Antes de comenzar la rutina fuera de mi hogar, me dirijo
al único cuarto distinto de toda la casa, el cuarto de mis padres.
Al entrar, puedo sentir un ambiente agobiante y espeso, no se puede ver nada, este
cuarto es negro en su totalidad. Pegada a la pared del cuarto, justo en el extremo opuesto
a la puerta, se encuentra la cama de mis padres, que es blanca en su totalidad. Me
acerco con cautela, pues siento una pesadez en los pies que no me deja avanzar.
Cuando llego al costado de la cama, mis padres yacen muertos en ella, igual que en los
días pasados. Me aproximo a mi madre y luego a mi padre y beso sus frentes. Su piel es
fría e inerte, es difícil describir la sensación que me ha quedado en los labios.
Con la misma cautela de antes, me aproximo a la puerta que es más bien parecido a un
portal, por la diferencia que hay entre este cuarto y el resto de la casa.
Al salir de la casa, aseguro con llave los tres cerrojos que se encuentran distribuidos a lo
largo de la parte media de la puerta, formando un triángulo. Noto que varias hileras de
hormigas se disponen apresuradamente a entrar por la ranura izquierda de la puerta.
-CAP 1: Complementario.-
Escalones, cocina, cajón, cuchillo, escalones, pasillo, puerta, sexo, gemidos, gritos
sordos, sangre.

En el abismo del silencio y la irrealidad, el latir del corazón se vuelve ensordecedor.

MUERTE…

Helios y Selene se encontraron casi rozando el uno al otro. Una extraña esfera de color
tornasol impide que estos se junten emergiendo desde bajo y pasando en medio de estos
dos. Arriba, donde se crea lo divino, la trinidad hace notar un

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