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1-3. a) ¿A qué intimidante situación se enfrenta Esteban, y con qué ánimo reacciona? b) ¿Qué preguntas
vamos a examinar?
EL ACUSADO se encuentra frente a toda una corte de justicia, en una sala de audiencias
que impone bastante respeto y que probablemente esté situada en las cercanías del
templo de Jerusalén. Los 71 integrantes del consejo están colocados formando un amplio
semicírculo. El reo no es otro que el discípulo Esteban. Y lo juzga el Sanedrín, tribunal de
hombres poderosos e influyentes que, en líneas generales, no sienten la menor simpatía
por él. De hecho, han sido convocados por el sumo sacerdote Caifás, quien hace meses
presidió el proceso que terminó con la condena a muerte de Jesús. ¿Estará acobardado
Esteban?
Lo extraordinario del caso es que su semblante no refleja ningún miedo. Hasta los
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magistrados no pueden menos que notar que es “como el rostro de un ángel” (Hech. 6:15).
En efecto, refleja la valentía, la paz y la serenidad que caracteriza a los mensajeros
celestiales de Jehová. Tan evidente es su tranquilidad que la ven hasta estas autoridades
cegadas por el odio. Pero ¿cómo es posible que esté tan calmado?
Los cristianos aprendemos mucho examinando la respuesta a esta pregunta. Antes de
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nada, debemos repasar qué condujo a Esteban a una situación tan crítica. ¿Cómo había
defendido su fe con anterioridad? ¿En qué campos conviene que lo imitemos?
En el capítulo anterior de este libro vimos que Esteban era un valioso miembro de la
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naciente congregación. Como sabemos, fue uno de los siete varones que estuvieron
dispuestos a ayudar humildemente a los apóstoles. Y en su caso, la ausencia de orgullo
brilla aún con más fuerza si tenemos presentes los dones con que contaba. Hechos 6:8dice
que, al igual que algunos apóstoles, realizaba “grandes portentos [...] y señales”. También
indica que estaba “lleno de gracia y de poder”. ¿A qué se refieren estas palabras?
Al parecer, a que tenía don de gentes, o carisma. Era amable y cortés, y hablaba con
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6-8. a) ¿Qué doble acusación lanzaron contra Esteban los enemigos de la verdad, y por qué? b) ¿Por qué
nos ayudará mucho el ejemplo de este discípulo?
Varios individuos trataron de disputar con este discípulo, pero “no podían mantenerse
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firmes contra la sabiduría y el espíritu con que él hablaba”.* Viendo que no lograban nada,
“indujeron [secretamente] a unos varones” a formular acusaciones falsas. También
“alborotaron al pueblo”, así como “a los ancianos y a los escribas”, a fin de que lo llevaran a
la fuerza ante el Sanedrín (Hech. 6:9-12). Sus detractores presentaron una doble acusación
de blasfemia: contra Dios y contra Moisés.
¿Por qué acusaban a este fiel discípulo de blasfemar contra Dios? Porque, según ellos,
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había atacado con sus palabras el “lugar santo”, es decir, el templo de Jerusalén (Hech.
6:13). ¿Y por qué le achacaban blasfemias contra Moisés? Porque, supuestamente, había
criticado la Ley que él entregó y había tratado de cambiar las costumbres que este había
transmitido. Eran imputaciones muy graves, ya que los judíos de la época concedían
mucha importancia al templo y a los detalles de la Ley, junto con el sinnúmero de
tradiciones orales que le habían añadido. Por lo tanto, presentaban a Esteban como
elemento peligroso y digno de la pena capital.
Lamentablemente, no es raro que personas religiosas recurran a tretas como las anteriores
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para crear problemas a los siervos de Dios. Hasta el día de hoy, miembros de otras
confesiones incitan a las autoridades civiles a perseguir a los testigos de Jehová. ¿Cómo
deberíamos reaccionar ante sus manipulaciones y falsos cargos? Imitando el buen ejemplo
de Esteban.
mientras oía los cargos en su contra. Acto seguido, Caifás le dirigió la palabra: “¿Son así
estas cosas?” (Hech. 7:1). Le había llegado el turno de hablar, y sin duda lo aprovechó bien.
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Algunos críticos le recriminan que, habiendo hecho una disertación tan larga, ni siquiera
respondiera a los cargos que se le imputaban. Pero ¿tiene fundamento este reproche?
En realidad, nos hallamos ante una magnífica muestra de cómo se debe “presentar una
defensa” de las buenas nuevas (1 Ped. 3:15). Para empezar, tengamos presente que a
Esteban se le acusaba de blasfemar contra Dios denigrando el templo y de blasfemar
contra Moisés criticando la Ley. A fin de responder a esta acusación, decidió resumir en
tres etapas la historia de Israel, al tiempo que subrayaba con cuidado ciertos puntos.
Veamos estas épocas en orden sucesivo.
11, 12. a) ¿Qué logró Esteban al mencionar el ejemplo de Abrahán? b) ¿Por qué habló de José en su
discurso?
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La época de los patriarcas (Hech. 7:1-16). Esteban comenzó hablando de Abrahán, figura
muy respetada en el judaísmo como ejemplo de fe, y así estableció un importante punto
en común. Destacó que el antiguo patriarca recibió la manifestación del “Dios de la gloria”
cuando estaba en Mesopotamia y luego vivió como forastero en la Tierra Prometida (Hech.
7:2). Dado que nunca tuvo a su disposición ni el templo ni la Ley mosaica, sería ilógico
insistir en que estos eran medios imprescindibles para servir a Jehová.
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Otro personaje muy estimado por sus oyentes era el justo José, descendiente de Abrahán.
Pero Esteban les recordó que quienes lo persiguieron y vendieron como esclavo fueron sus
propios hermanos, los fundadores de las tribus de Israel. No obstante, se convirtió en el
instrumento divino para librar a Israel del hambre. Seguramente, Esteban veía claras
semejanzas entre este hijo de Jacob y el Hijo de Dios, pero se contuvo de hacer la
comparación a fin de conservar por más tiempo la atención de su auditorio.
13. ¿De qué manera le sirvieron a Esteban las explicaciones acerca de Moisés para rebatir las acusaciones
que pesaban contra él, y qué tema fue desarrollando de este modo?
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La época de Moisés (Hech. 7:17-43). Esteban habló largo y tendido acerca de Moisés, y fue
una decisión muy acertada, ya que buena parte de los miembros del Sanedrín eran
saduceos, los cuales creían tan solo en los libros bíblicos redactados por aquel escritor.
Además, recordemos que estaba acusado de blasfemar contra él. Por consiguiente, con sus
palabras rebatió directamente esa acusación, mostrando que profesaba el mayor de los
respetos por Moisés y por la Ley (Hech. 7:38). Y no se olvidó de destacar que este ilustre
antepasado de la nación también sufrió el rechazo de quienes trataba de salvar. En efecto,
los israelitas no aceptaron la ayuda que les ofreció cuando tenía 40 años. Y más de cuatro
décadas después, resistieron su autoridad en diversas ocasiones.*De este modo, Esteban
fue desarrollando paso a paso un tema fundamental: el pueblo elegido rechazó muchas
veces a los dirigentes que Jehová había designado.
Esteban recordó a sus oyentes que el propio Moisés había predicho el surgimiento de un
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profeta semejante a él. ¿Quién sería y qué recepción le darían? El fiel cristiano se reservó la
respuesta para el final. Entretanto señaló que cuando Jehová le habló a Moisés desde la
zarza ardiente, dio a entender un punto clave: cualquier terreno podía convertirse en santo.
Por consiguiente, ¿tenía que limitarse la adoración a Dios a un solo edificio, como el
templo de Jerusalén? Veamos.
15, 16. a) ¿Por qué fue el tabernáculo un elemento importante en la argumentación de Esteban? b)
¿Cómo usó Esteban en su disertación el templo de Salomón?
La época del tabernáculo y el templo (Hech. 7:44-50). Esteban recordó al tribunal que
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la que expresó por inspiración divina una gran verdad, que Esteban formuló de este modo:
“El Altísimo no mora en casas hechas de mano” (Hech. 7:48; 2 Cró. 6:18). Es cierto que
Jehová puede usar un templo para adelantar sus intereses, pero no está limitado a este.
Entonces, ¿por qué debería ninguno de sus siervos creer que la adoración pura depende
de un edificio construido por el hombre? Esteban cerró enérgicamente su razonamiento
citando a Isaías: “El cielo es mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies. ¿Qué clase de
casa edificarán para mí?, dice Jehová. ¿O cuál es el lugar de mi descanso? Mi mano hizo
todas estas cosas, ¿no es así?” (Hech. 7:49, 50; Isa. 66:1, 2).
17. a) ¿De qué forma denunció Esteban las malas actitudes de sus oyentes? b) ¿Cómo respondió a los
cargos planteados en su contra?
¿Qué vemos al repasar hasta este punto la exposición de Esteban ante el Sanedrín? Una
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hábil denuncia de las malas actitudes de sus acusadores. Así, mostró que, lejos de ser
estático y tradicionalista, el propósito de Jehová es dinámico y progresivo. Por lo tanto, ¿en
qué grave error caían quienes profesaban reverencia ciega por el templo y por el cúmulo
de tradiciones agregadas a la Ley? El error de perder de vista la verdadera finalidad de
aquel hermoso edificio y del código mosaico. Indirectamente, Esteban puso estas
preguntas sobre el tapete: ¿Cuál es la mejor manera de honrar la Ley y el templo? ¿Acaso
no es obedeciendo a Jehová? Dado que este cristiano había hecho cuanto estaba en su
mano por obedecer a Dios, sus palabras constituyen una magnífica defensa de su
actuación.
¿Qué más aprendemos acerca de Esteban al examinar su defensa? Primero, que tenía un
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conocimiento exhaustivo de las Escrituras. Hoy, el cristiano también debe ser un buen
estudiante de la Biblia. Así se podrá decir de él que “maneja la palabra de la verdad
correctamente” (2 Tim. 2:15). En segundo lugar, que fue un modelo de gentileza y tacto.
Aunque sus oyentes eran hostiles en extremo, supo mantener un buen rato los puntos en
que coincidían, hablando de cosas que aquellos hombres tenían en alta estima. Además,
los trató con la debida consideración, llamando a los ancianos “padres” (Hech. 7:2).
De igual modo, nosotros tenemos que exponer las verdades de la Palabra de Dios “con
genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15).
19. ¿Qué mensaje divino de juicio proclamó Esteban sin ningún reparo?
Ahora bien, no podemos callarnos las verdades bíblicas por miedo a ofender, ni tampoco
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aguar los mensajes de juicio de Jehová. En esto, Esteban también nos dio el ejemplo.
Probablemente vio que las pruebas que había aportado no habían logrado penetrar en el
duro corazón de los jueces. De modo que, movido por el espíritu santo, terminó su
argumentación señalando sin ningún reparo que eran igualitos a sus antepasados, quienes
habían rechazado a José, a Moisés y a todos los profetas (Hech. 7:51-53). En realidad,
aquellos integrantes del Sanedrín habían asesinado al Mesías, cuya venida fue anunciada
por Moisés y los profetas. ¡Habían violado la Ley del peor modo imaginable!
Ante esa denuncia incontestable, los jueces se llenaron de furia. Perdiendo la dignidad, se
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pusieron a crujir o rechinar los dientes contra aquel fiel siervo de Dios, a quien debió
quedarle muy claro que lo iban a tratar de manera tan despiadada como a su Señor Jesús.
Necesitaba valor para hacer frente a lo que se le avecinaba, y lo recibió gracias a la visión
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22, 23. ¿En qué sentidos fue la muerte de Esteban como la de su Señor, y por qué podemos tener los
cristianos la misma confianza que él?
Esteban acabó su vida de modo muy parecido a su Señor: con el corazón lleno de paz,
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confianza en Jehová y sentimientos de perdón para sus homicidas. Entre sus últimas
palabras, dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”, tal vez porque seguía contemplando en la
visión al Hijo del Hombre junto a su Padre. Y sin duda conocía muy bien las alentadoras
palabras de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Pero al final, oró
directamente a Dios en voz alta: “Jehová, no les imputes este pecado”. Tras esto, se durmió
en la muerte (Hech. 7:59, 60).
De este modo se convirtió en el primer discípulo de Cristo martirizado del que hay
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constancia (véase el recuadro de la página 48 “¿En qué sentido fue un mártir?”). Por
desgracia, no sería el último. Incluso en nuestros días, hay siervos fieles de Jehová que
mueren a manos de fanáticos de la religión y la política y otros enemigos despiadados.
Pero debemos tener la misma seguridad que Esteban. Jesús ya es Rey, y ha sido investido
por su Padre de extraordinarios poderes. Nada le impedirá resucitar a sus seguidores leales
(Juan 5:28, 29).
24. ¿Cómo colaboró Saulo en el martirio de Esteban, y qué efectos a largo plazo tuvo la muerte de este
fiel discípulo?
Entre los observadores de la lapidación de Esteban había un joven, llamado Saulo, que
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estaba de acuerdo con el crimen y hasta estuvo vigilando los mantos de los homicidas.
De hecho, él no tardaría en encabezar una terrible persecución. Pero aquella muerte
no caería en saco roto, sino que fortalecería a los cristianos para que se mantuvieran fieles
y alcanzaran también la victoria. Además, el propio Saulo —quien años más tarde recibiría
el nombre de Pablo— terminaría arrepintiéndose profundamente de haber colaborado en
aquella atrocidad (Hech. 22:20). Aunque había sido cómplice, llegaría a comprender que
había actuado como hombre “blasfemo”, “perseguidor” e “insolente” (1 Tim. 1:13).
Es patente que tampoco olvidaría nunca a Esteban ni su ardorosa defensa. En realidad, en
varios discursos y cartas desarrolló algunos de los temas que este había tratado (Hech.
7:48; 17:24; Heb. 9:24). Y con el tiempo imitaría a la perfección la fe y valentía de aquel
varón “lleno de gracia y de poder”. La pregunta es: ¿lo haremos nosotros?
[Notas]
Entre sus oponentes figuraban miembros de la “Sinagoga de los Libertos”, tal vez judíos
cautivados por Roma y luego puestos en libertad o ex esclavos que se habían hecho
prosélitos. Había también oriundos de Cilicia, patria de Saulo de Tarso. Sin embargo, el
relato no indica si él fue uno de los cilicios que no lograron derrotar a Esteban en la
confrontación.
Es dudoso que, bajo las leyes romanas, el Sanedrín estuviera autorizado a ordenar
ejecuciones por cuenta propia (Juan 18:31). En todo caso, la muerte de Esteban parece más
el linchamiento de una turba enardecida que una acción judicial.
[Recuadro de la página 48]
¿EN QUÉ SENTIDO FUE UN MÁRTIR?
El término español mártir se deriva del griego mártys, “testigo”, y, por lo tanto, designa a
quien puede dar fe de una acción o un suceso. Sin embargo, la palabra griega tiene un
sentido más amplio. Un famoso lexicógrafo señala que el mártys bíblico realiza un “papel
activo” al “contar lo que ha visto u oído” y “proclamar lo que sabe”. Por lo tanto, es
aplicable a todos los cristianos, ya que tienen la obligación de dar testimonio de lo que
han aprendido acerca de Jehová y sus propósitos (Luc. 24:48; Hech. 1:8). En el caso de
Esteban, las Escrituras lo llaman “testigo” (una forma de mártys) porque habló acerca de
Jesús (Hech. 22:20, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español).
Dado que el testimonio cristiano implica muchas veces hacer frente a la oposición —lo que
incluye detenciones, palizas e incluso la muerte—, en el siglo II de nuestra era, el término
correspondiente a mártir ya se refería a la persona que había sufrido esas consecuencias
por negarse a renunciar a su fe. Es en ese sentido que hablamos de Esteban como el
primer mártir cristiano. Pero no hay que olvidar que en la antigüedad lo que definía al
mártir era el hecho de dar testimonio, y no el de llegar a morir.
[Ilustración de la página 46]
“Al oír estas cosas se sintieron cortados hasta el corazón, y se pusieron a crujir los dientes
contra él.” (Hechos 7:54)
El efectivo y fugaz ministerio de Esteban
ESTUDIO BÍBLICO
SERIE LA OBRA DE JESUCRISTO DESPUÉS DE SU ASCENCIÓN
DAVID LOGACHO
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Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía,
hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano
David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del
Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios
nos quiere decir acerca de esto.