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Capítulo 6

“Esteban, lleno de gracia y de poder”


Lecciones del valeroso testimonio de Esteban ante el Sanedrín

Basado en Hechos 6:8–8:3

1-3. a) ¿A qué intimidante situación se enfrenta Esteban, y con qué ánimo reacciona? b) ¿Qué preguntas
vamos a examinar?

EL ACUSADO se encuentra frente a toda una corte de justicia, en una sala de audiencias
que impone bastante respeto y que probablemente esté situada en las cercanías del
templo de Jerusalén. Los 71 integrantes del consejo están colocados formando un amplio
semicírculo. El reo no es otro que el discípulo Esteban. Y lo juzga el Sanedrín, tribunal de
hombres poderosos e influyentes que, en líneas generales, no sienten la menor simpatía
por él. De hecho, han sido convocados por el sumo sacerdote Caifás, quien hace meses
presidió el proceso que terminó con la condena a muerte de Jesús. ¿Estará acobardado
Esteban?

Lo extraordinario del caso es que su semblante no refleja ningún miedo. Hasta los

magistrados no pueden menos que notar que es “como el rostro de un ángel” (Hech. 6:15).
En efecto, refleja la valentía, la paz y la serenidad que caracteriza a los mensajeros
celestiales de Jehová. Tan evidente es su tranquilidad que la ven hasta estas autoridades
cegadas por el odio. Pero ¿cómo es posible que esté tan calmado?
Los cristianos aprendemos mucho examinando la respuesta a esta pregunta. Antes de

nada, debemos repasar qué condujo a Esteban a una situación tan crítica. ¿Cómo había
defendido su fe con anterioridad? ¿En qué campos conviene que lo imitemos?

“Alborotaron al pueblo” (Hechos 6:8-15)


4, 5. a) ¿Por qué era Esteban un valioso miembro de la congregación? b) ¿En qué sentidos se encontraba
Esteban “lleno de gracia y de poder”?

En el capítulo anterior de este libro vimos que Esteban era un valioso miembro de la

naciente congregación. Como sabemos, fue uno de los siete varones que estuvieron
dispuestos a ayudar humildemente a los apóstoles. Y en su caso, la ausencia de orgullo
brilla aún con más fuerza si tenemos presentes los dones con que contaba. Hechos 6:8dice
que, al igual que algunos apóstoles, realizaba “grandes portentos [...] y señales”. También
indica que estaba “lleno de gracia y de poder”. ¿A qué se refieren estas palabras?
Al parecer, a que tenía don de gentes, o carisma. Era amable y cortés, y hablaba con

persuasión, convenciendo a muchos de sus oyentes de la sinceridad y provecho de sus


palabras. Por otro lado, estaba lleno de poder, ya que en él actuaba el espíritu santo, cuya
guía acataba con humildad. Pero en vez de andar presumiendo de sus muchos dones y
habilidades, daba toda la gloria a Jehová y se interesaba, más que nada, en el bienestar de
sus oyentes. No es de extrañar que sus adversarios lo vieran como un contrincante temible.

6-8. a) ¿Qué doble acusación lanzaron contra Esteban los enemigos de la verdad, y por qué? b) ¿Por qué
nos ayudará mucho el ejemplo de este discípulo?

Varios individuos trataron de disputar con este discípulo, pero “no podían mantenerse

firmes contra la sabiduría y el espíritu con que él hablaba”.* Viendo que no lograban nada,
“indujeron [secretamente] a unos varones” a formular acusaciones falsas. También
“alborotaron al pueblo”, así como “a los ancianos y a los escribas”, a fin de que lo llevaran a
la fuerza ante el Sanedrín (Hech. 6:9-12). Sus detractores presentaron una doble acusación
de blasfemia: contra Dios y contra Moisés.
¿Por qué acusaban a este fiel discípulo de blasfemar contra Dios? Porque, según ellos,

había atacado con sus palabras el “lugar santo”, es decir, el templo de Jerusalén (Hech.
6:13). ¿Y por qué le achacaban blasfemias contra Moisés? Porque, supuestamente, había
criticado la Ley que él entregó y había tratado de cambiar las costumbres que este había
transmitido. Eran imputaciones muy graves, ya que los judíos de la época concedían
mucha importancia al templo y a los detalles de la Ley, junto con el sinnúmero de
tradiciones orales que le habían añadido. Por lo tanto, presentaban a Esteban como
elemento peligroso y digno de la pena capital.
Lamentablemente, no es raro que personas religiosas recurran a tretas como las anteriores

para crear problemas a los siervos de Dios. Hasta el día de hoy, miembros de otras
confesiones incitan a las autoridades civiles a perseguir a los testigos de Jehová. ¿Cómo
deberíamos reaccionar ante sus manipulaciones y falsos cargos? Imitando el buen ejemplo
de Esteban.

Intrépido testimonio sobre “el Dios de la gloria”


(Hechos 7:1-53)
9, 10. ¿Qué afirman algunos críticos acerca del discurso de Esteban ante el Sanedrín, y qué debemos
tener presente?
Como vimos al principio del capítulo, Esteban mantuvo un semblante sereno y angelical

mientras oía los cargos en su contra. Acto seguido, Caifás le dirigió la palabra: “¿Son así
estas cosas?” (Hech. 7:1). Le había llegado el turno de hablar, y sin duda lo aprovechó bien.
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Algunos críticos le recriminan que, habiendo hecho una disertación tan larga, ni siquiera
respondiera a los cargos que se le imputaban. Pero ¿tiene fundamento este reproche?
En realidad, nos hallamos ante una magnífica muestra de cómo se debe “presentar una
defensa” de las buenas nuevas (1 Ped. 3:15). Para empezar, tengamos presente que a
Esteban se le acusaba de blasfemar contra Dios denigrando el templo y de blasfemar
contra Moisés criticando la Ley. A fin de responder a esta acusación, decidió resumir en
tres etapas la historia de Israel, al tiempo que subrayaba con cuidado ciertos puntos.
Veamos estas épocas en orden sucesivo.

11, 12. a) ¿Qué logró Esteban al mencionar el ejemplo de Abrahán? b) ¿Por qué habló de José en su
discurso?

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La época de los patriarcas (Hech. 7:1-16).  Esteban comenzó hablando de Abrahán, figura
muy respetada en el judaísmo como ejemplo de fe, y así estableció un importante punto
en común. Destacó que el antiguo patriarca recibió la manifestación del “Dios de la gloria”
cuando estaba en Mesopotamia y luego vivió como forastero en la Tierra Prometida (Hech.
7:2). Dado que nunca tuvo a su disposición ni el templo ni la Ley mosaica, sería ilógico
insistir en que estos eran medios imprescindibles para servir a Jehová.
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Otro personaje muy estimado por sus oyentes era el justo José, descendiente de Abrahán.
Pero Esteban les recordó que quienes lo persiguieron y vendieron como esclavo fueron sus
propios hermanos, los fundadores de las tribus de Israel. No obstante, se convirtió en el
instrumento divino para librar a Israel del hambre. Seguramente, Esteban veía claras
semejanzas entre este hijo de Jacob y el Hijo de Dios, pero se contuvo de hacer la
comparación a fin de conservar por más tiempo la atención de su auditorio.

13. ¿De qué manera le sirvieron a Esteban las explicaciones acerca de Moisés para rebatir las acusaciones
que pesaban contra él, y qué tema fue desarrollando de este modo?

13 
La época de Moisés (Hech. 7:17-43).  Esteban habló largo y tendido acerca de Moisés, y fue
una decisión muy acertada, ya que buena parte de los miembros del Sanedrín eran
saduceos, los cuales creían tan solo en los libros bíblicos redactados por aquel escritor.
Además, recordemos que estaba acusado de blasfemar contra él. Por consiguiente, con sus
palabras rebatió directamente esa acusación, mostrando que profesaba el mayor de los
respetos por Moisés y por la Ley (Hech. 7:38). Y no se olvidó de destacar que este ilustre
antepasado de la nación también sufrió el rechazo de quienes trataba de salvar. En efecto,
los israelitas no aceptaron la ayuda que les ofreció cuando tenía 40 años. Y más de cuatro
décadas después, resistieron su autoridad en diversas ocasiones.*De este modo, Esteban
fue desarrollando paso a paso un tema fundamental: el pueblo elegido rechazó muchas
veces a los dirigentes que Jehová había designado.

14. ¿Qué puntos del discurso de Esteban se apoyaron en el ejemplo de Moisés?

Esteban recordó a sus oyentes que el propio Moisés había predicho el surgimiento de un
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profeta semejante a él. ¿Quién sería y qué recepción le darían? El fiel cristiano se reservó la
respuesta para el final. Entretanto señaló que cuando Jehová le habló a Moisés desde la
zarza ardiente, dio a entender un punto clave: cualquier terreno podía convertirse en santo.
Por consiguiente, ¿tenía que limitarse la adoración a Dios a un solo edificio, como el
templo de Jerusalén? Veamos.

15, 16. a) ¿Por qué fue el tabernáculo un elemento importante en la argumentación de Esteban? b)
¿Cómo usó Esteban en su disertación el templo de Salomón?

La época del tabernáculo y el templo (Hech. 7:44-50).  Esteban recordó al tribunal que
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antes de que existiera el templo, Jehová le ordenó a Moisés que construyera un


tabernáculo, es decir, una carpa o tienda portátil dedicada al servicio divino. ¿Se atrevería
nadie a afirmar que el tabernáculo era inferior al templo, cuando el propio Moisés había
dado culto allí?
Más tarde, durante la inauguración del templo de Jerusalén, Salomón hizo una oración en
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la que expresó por inspiración divina una gran verdad, que Esteban formuló de este modo:
“El Altísimo no mora en casas hechas de mano” (Hech. 7:48; 2 Cró. 6:18). Es cierto que
Jehová puede usar un templo para adelantar sus intereses, pero no está limitado a este.
Entonces, ¿por qué debería ninguno de sus siervos creer que la adoración pura depende
de un edificio construido por el hombre? Esteban cerró enérgicamente su razonamiento
citando a Isaías: “El cielo es mi trono, y la tierra es el escabel de mis pies. ¿Qué clase de
casa edificarán para mí?, dice Jehová. ¿O cuál es el lugar de mi descanso? Mi mano hizo
todas estas cosas, ¿no es así?” (Hech. 7:49, 50; Isa. 66:1, 2).

17. a) ¿De qué forma denunció Esteban las malas actitudes de sus oyentes? b) ¿Cómo respondió a los
cargos planteados en su contra?

¿Qué vemos al repasar hasta este punto la exposición de Esteban ante el Sanedrín? Una
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hábil denuncia de las malas actitudes de sus acusadores. Así, mostró que, lejos de ser
estático y tradicionalista, el propósito de Jehová es dinámico y progresivo. Por lo tanto, ¿en
qué grave error caían quienes profesaban reverencia ciega por el templo y por el cúmulo
de tradiciones agregadas a la Ley? El error de perder de vista la verdadera finalidad de
aquel hermoso edificio y del código mosaico. Indirectamente, Esteban puso estas
preguntas sobre el tapete: ¿Cuál es la mejor manera de honrar la Ley y el templo? ¿Acaso
no es obedeciendo a Jehová? Dado que este cristiano había hecho cuanto estaba en su
mano por obedecer a Dios, sus palabras constituyen una magnífica defensa de su
actuación.

18. ¿De qué maneras debemos imitar a Esteban?

¿Qué más aprendemos acerca de Esteban al examinar su defensa? Primero, que tenía un
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conocimiento exhaustivo de las Escrituras. Hoy, el cristiano también debe ser un buen
estudiante de la Biblia. Así se podrá decir de él que “maneja la palabra de la verdad
correctamente” (2 Tim. 2:15). En segundo lugar, que fue un modelo de gentileza y tacto.
Aunque sus oyentes eran hostiles en extremo, supo mantener un buen rato los puntos en
que coincidían, hablando de cosas que aquellos hombres tenían en alta estima. Además,
los trató con la debida consideración, llamando a los ancianos “padres” (Hech. 7:2).
De igual modo, nosotros tenemos que exponer las verdades de la Palabra de Dios “con
genio apacible y profundo respeto” (1 Ped. 3:15).

19. ¿Qué mensaje divino de juicio proclamó Esteban sin ningún reparo?

Ahora bien, no podemos callarnos las verdades bíblicas por miedo a ofender, ni tampoco
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aguar los mensajes de juicio de Jehová. En esto, Esteban también nos dio el ejemplo.
Probablemente vio que las pruebas que había aportado no habían logrado penetrar en el
duro corazón de los jueces. De modo que, movido por el espíritu santo, terminó su
argumentación señalando sin ningún reparo que eran igualitos a sus antepasados, quienes
habían rechazado a José, a Moisés y a todos los profetas (Hech. 7:51-53). En realidad,
aquellos integrantes del Sanedrín habían asesinado al Mesías, cuya venida fue anunciada
por Moisés y los profetas. ¡Habían violado la Ley del peor modo imaginable!

“Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7:54–8:3)


20, 21. Al acabar su discurso, ¿qué reacción tuvo que soportar Esteban, y de qué manera recibió fortaleza
de Jehová?

Ante esa denuncia incontestable, los jueces se llenaron de furia. Perdiendo la dignidad, se
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pusieron a crujir o rechinar los dientes contra aquel fiel siervo de Dios, a quien debió
quedarle muy claro que lo iban a tratar de manera tan despiadada como a su Señor Jesús.
Necesitaba valor para hacer frente a lo que se le avecinaba, y lo recibió gracias a la visión
21 

que Jehová amorosamente le otorgó. Contempló a Dios en su gloria, y junto a él a Cristo,


alzado a su derecha. Pero mientras describía la visión, los jueces se taparon los oídos. ¿Por
qué? No olvidemos que Jesús había proclamado ante este mismo tribunal que él era el
Mesías y que no tardaría en situarse a la diestra del Padre (Mar. 14:62). Por lo tanto, la
visión demostró que había dicho la verdad. ¡Aquellos magistrados habían traicionado y
asesinado al Mesías! Así que, todos a una, se llevaron a Esteban para matarlo a pedradas.*

22, 23. ¿En qué sentidos fue la muerte de Esteban como la de su Señor, y por qué podemos tener los
cristianos la misma confianza que él?

Esteban acabó su vida de modo muy parecido a su Señor: con el corazón lleno de paz,
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confianza en Jehová y sentimientos de perdón para sus homicidas. Entre sus últimas
palabras, dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”, tal vez porque seguía contemplando en la
visión al Hijo del Hombre junto a su Padre. Y sin duda conocía muy bien las alentadoras
palabras de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Pero al final, oró
directamente a Dios en voz alta: “Jehová, no les imputes este pecado”. Tras esto, se durmió
en la muerte (Hech. 7:59, 60).
De este modo se convirtió en el primer discípulo de Cristo martirizado del que hay
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constancia (véase el recuadro de la página 48 “¿En qué sentido fue un mártir?”). Por
desgracia, no sería el último. Incluso en nuestros días, hay siervos fieles de Jehová que
mueren a manos de fanáticos de la religión y la política y otros enemigos despiadados.
Pero debemos tener la misma seguridad que Esteban. Jesús ya es Rey, y ha sido investido
por su Padre de extraordinarios poderes. Nada le impedirá resucitar a sus seguidores leales
(Juan 5:28, 29).

24. ¿Cómo colaboró Saulo en el martirio de Esteban, y qué efectos a largo plazo tuvo la muerte de este
fiel discípulo?

Entre los observadores de la lapidación de Esteban había un joven, llamado Saulo, que
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estaba de acuerdo con el crimen y hasta estuvo vigilando los mantos de los homicidas.
De hecho, él no tardaría en encabezar una terrible persecución. Pero aquella muerte
no caería en saco roto, sino que fortalecería a los cristianos para que se mantuvieran fieles
y alcanzaran también la victoria. Además, el propio Saulo —quien años más tarde recibiría
el nombre de Pablo— terminaría arrepintiéndose profundamente de haber colaborado en
aquella atrocidad (Hech. 22:20). Aunque había sido cómplice, llegaría a comprender que
había actuado como hombre “blasfemo”, “perseguidor” e “insolente” (1 Tim. 1:13).
Es patente que tampoco olvidaría nunca a Esteban ni su ardorosa defensa. En realidad, en
varios discursos y cartas desarrolló algunos de los temas que este había tratado (Hech.
7:48; 17:24; Heb. 9:24). Y con el tiempo imitaría a la perfección la fe y valentía de aquel
varón “lleno de gracia y de poder”. La pregunta es: ¿lo haremos nosotros?

[Notas]
Entre sus oponentes figuraban miembros de la “Sinagoga de los Libertos”, tal vez judíos
cautivados por Roma y luego puestos en libertad o ex esclavos que se habían hecho
prosélitos. Había también oriundos de Cilicia, patria de Saulo de Tarso. Sin embargo, el
relato no indica si él fue uno de los cilicios que no lograron derrotar a Esteban en la
confrontación.

El discurso de Esteban contiene datos que no encontramos en ningún otro pasaje de la


Biblia, como los detalles sobre la formación que recibió Moisés en Egipto, la edad que
tenía cuando abandonó ese país y el tiempo que estuvo residiendo en Madián.

Es dudoso que, bajo las leyes romanas, el Sanedrín estuviera autorizado a ordenar
ejecuciones por cuenta propia (Juan 18:31). En todo caso, la muerte de Esteban parece más
el linchamiento de una turba enardecida que una acción judicial.
[Recuadro de la página 48]
¿EN QUÉ SENTIDO FUE UN MÁRTIR?
El término español mártir  se deriva del griego mártys,  “testigo”, y, por lo tanto, designa a
quien puede dar fe de una acción o un suceso. Sin embargo, la palabra griega tiene un
sentido más amplio. Un famoso lexicógrafo señala que el mártys  bíblico realiza un “papel
activo” al “contar lo que ha visto u oído” y “proclamar lo que sabe”. Por lo tanto, es
aplicable a todos los cristianos, ya que tienen la obligación de dar testimonio de lo que
han aprendido acerca de Jehová y sus propósitos (Luc. 24:48; Hech. 1:8). En el caso de
Esteban, las Escrituras lo llaman “testigo” (una forma de mártys) porque habló acerca de
Jesús (Hech. 22:20, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español).
Dado que el testimonio cristiano implica muchas veces hacer frente a la oposición —lo que
incluye detenciones, palizas e incluso la muerte—, en el siglo II de nuestra era, el término
correspondiente a mártir  ya se refería a la persona que había sufrido esas consecuencias
por negarse a renunciar a su fe. Es en ese sentido que hablamos de Esteban como el
primer mártir cristiano. Pero no hay que olvidar que en la antigüedad lo que definía al
mártir era el hecho de dar testimonio, y no el de llegar a morir.
[Ilustración de la página 46]
“Al oír estas cosas se sintieron cortados hasta el corazón, y se pusieron a crujir los dientes
contra él.” (Hechos 7:54)
El efectivo y fugaz ministerio de Esteban
 ESTUDIO BÍBLICO 
 SERIE LA OBRA DE JESUCRISTO DESPUÉS DE SU ASCENCIÓN 

 DAVID LOGACHO
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Gracias por estar nuevamente con nosotros, es un privilegio contar con su sintonía,
hoy continuaremos con el interesante tema que está desarrollando nuestro hermano
David Logacho, “La obra de Jesucristo después de su ascensión, por medio del
Espíritu Santo”, tenga su Biblia a mano y acompáñenos a conocer que es lo que dios
nos quiere decir acerca de esto.

I. Introducción. Saludos y bienvenida. Estudio del libro de Hechos en la serie titulada:


La obra de Jesucristo después de su ascensión, realizada por medio del Espíritu
Santo. En nuestro último estudio bíblico, vimos que hubo un problema en la naciente
iglesia en Jerusalén, cuando los griegos murmuraron contra los hebreos, por cuanto
las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Cuando los
apóstoles supieron de esto, decidieron que no era conveniente que ellos dejen la
palabra de Dios, para servir a las mesas y por tanto, pidieron a la iglesia que busquen
entre ellos siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría,
para que se ocupen de servir a las mesas. De esta manera, los apóstoles podían
persistir en la oración y en el ministerio de la palabra. La iglesia hizo lo que pidieron
los apóstoles y presentaron a ellos a Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón,
Parmenas y Nicolás. Estos varones fueron los primeros diáconos en la naciente
iglesia en Jerusalén. La historia de la iglesia de Cristo prosigue relatando el efectivo y
fugaz ministerio de Esteban, lo cual será tema de nuestro estudio bíblico de hoy. Si
tiene una Biblia a la mano, ábrala en Hechos 6:8-15.

II. Esteban fue un hombre que vivió de acuerdo al significado de su nombre. El


nombre Esteban significa “corona” Para tener la corona es necesario primeramente
pasar por el valle de la humillación. Esto fue lo que sucedió con Esteban. Desde la
primera vez que aparece el nombre Esteban en el Nuevo Testamento, está rodeado
de cualidades que nos hablan de su carácter. Según Hechos 6:5, Esteban era un
varón lleno de fe y del Espíritu Santo. Esto fue justamente lo que permitió que
Esteban sea escogido como uno de los diáconos de la naciente iglesia en Jerusalén.
Los diáconos en las iglesias locales hoy en día deben también ser hombres llenos de
fe y del Espíritu Santo. Lo que primero vamos a notar es el ministerio de Esteban.
Hechos 6:8 dice: Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y
señales entre el pueblo.
Esteban realizaba su ministerio lleno de gracia y de poder. No importa si se trataba de
servir a las mesas o de hacer grandes prodigios y señales entre el pueblo. Los
prodigios eran obras sobrenaturales que despertaban el asombro de los testigos. Las
señales eran también obras sobrenaturales que tenían el propósito de enseñar alguna
lección espiritual. Las señales guiaban a los testigos a la conclusión que Jesús de
Nazaret es el Cristo, el tan esperado y deseado Mesías de Israel, quien sin embargo
fue rechazado por la nación de Israel, al punto que fue colgado en una cruz, pero una
vez sepultado resucitó de entre los muertos, y tiempo más tarde fue ascendido a la
gloria de su Padre en el cielo, donde está hoy en día ofreciendo salvación a todo
aquel que lo recibe como Salvador por la fe. Notamos que Esteban no se dedicaba
única y exclusivamente a servir las mesas en la iglesia sino que tenía un ferviente y
exitoso ministerio de testificar de Cristo. Este poderoso ministerio de Esteban
despertaba el rechazo del enemigo y no es extraño entonces que el enemigo busque
alguna manera de silenciar a Esteban. Consideremos por tanto la identidad del
enemigo. Hechos 6:9 dice: Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de
los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con
Esteban.
Cuando el enemigo quiere hacer daño siempre busca asociarse con otros para lograr
sus fines. Fueron varios los que se levantaron disputando con Esteban. El verbo
disputar no significa pelear o discutir, sino debatir. Los que se levantaron eran unos de
la sinagoga llamada de los libertos. Las sinagogas eran centros donde se leía y se
enseñaba la ley de Moisés. Surgieron durante el período de silencio entre el Antiguo y
el Nuevo Testamento. Según la tradición judía había más de 400 sinagogas en
Jerusalén a mediados del siglo I. La sinagoga de los Libertos era para judíos que
habían sido esclavos y habían obtenido su libertad y se habían ido a residir en
Jerusalén. A los de esta sinagoga se unieron los de la sinagoga de Cirene, judíos que
habían ido a Jerusalén desde Cirene. También se unieron los de la sinagoga de
Alejandría, judíos que habían ido a Jerusalén desde Alejandría. Se unieron también
los de la sinagoga de Cilicia, judíos que habían ido a Jerusalén desde Cilicia y
finalmente también se unieron los de la sinagoga de Asia, judíos que habían ido a
Jerusalén desde Asia. Todos estos se trabaron en un encendido debate contra
Esteban. Veamos que pasó después. Hechos 6:10 dice: Pero no podían resistir a la
sabiduría y al Espíritu con que hablaba.
Esteban no estaba solo en el debate. Esteban simplemente era el instrumento del
Espíritu Santo. ¿Quién puede mantenerse firme contra el Espíritu Santo? Por eso el
texto dice que los judíos de esas varias sinagogas no podían resistir la sabiduría y al
Espíritu con que Esteban hablaba. Esteban hizo pedazos a los judíos con su
razonamiento, comprobando que Jesús es el Cristo. Esto era demasiada humillación
para los judíos, de modo que buscaron alguna forma de venganza contra Esteban.
Veamos qué es lo que hicieron. Hechos 6:11-12 dice: Entonces sobornaron a unos
para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra
Dios. Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y arremetiendo, le
arrebataron, y le trajeron al concilio.
Los judíos entregaron dinero a algunos para que mientan y digan que habían oído a
Esteban hablar palabras blasfemas en contra del venerado Moisés y en contra de la
misma persona de Dios. Con esto, soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los
escribas. Soliviantar es un verbo que literalmente significa agitar o conmocionar. En
este caso significa mover el ánimo de una persona para inducirla a adoptar alguna
actitud rebelde u hostil. Por eso es que el pueblo, los ancianos y los escribas tuvieron
una actitud hostil hacia Esteban. Es muy fácil caer en el error de dar por sentado lo
que la gente dice, sin investigar más a fondo las cosas. Este es el error que cometió el
pueblo, los ancianos y los escribas en el tiempo de Esteban. Como resultado, una
turba arremetió contra Esteban, lo arrebataron y le trajeron al concilio o al Sanedrín.
Veamos qué es lo que sucedió cuando Esteban fue llevado contra su voluntad al
Sanedrín. Hechos 6:13-14 dice: Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre
no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley, pues le
hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las
costumbres que nos dio Moisés.
Esta es la tercera vez de las cuatro en Hechos que un creyente en Cristo es traído
ante las autoridades político-religiosas judías. Una vez más, el Sanedrín, o el concilio
tenía la oportunidad de reconocer su error al rechazar a Jesús como el Cristo y
arrepentirse de lo que habían hecho, pero desperdiciaron la oportunidad. Los testigos
falsos insistían en su mentira de que Esteban no dejaba de hablar palabras blasfemas
contra el templo de Jerusalén, un lugar santo para los judíos, y contra la ley de
Moisés. Para hacer más creíble su mentira, los testigos falsos tergiversaron algo que
dijo Jesús durante su ministerio en este mundo. Según Juan 2:19 Jesús dijo: Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré. Obviamente Jesús no estaba hablando del
templo de Jerusalén, sino de su propio cuerpo, en referencia a su resurrección.
Torciendo esto, los falsos testigos decían, que Jesús había dicho que iba a destruir el
templo de Jerusalén y además que iba a cambiar las costumbres dadas por Moisés.
Oyendo el testimonio de los falsos testigos, los miembros del Sanedrín deben haber
estado crujiendo sus dientes de la ira y el odio contra Esteban. Pero en medio de esa
ola de odio, sucedió algo maravilloso. Note lo que dice Hechos 6:15 Entonces todos
los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el
rostro de un ángel.
Esto es maravilloso. Esteban sabía que si el Sanedrín daba como verídico el
testimonio de los falsos testigos, iba a ser condenado a muerte por apedreamiento.
Levítico 24:16 dice: Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda
la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el
Nombre, que muera.
Pero esto no perturbó la paz y el gozo que sentía. El texto dice que cuando los
miembros del Sanedrín miraron fijamente el rostro de Esteban, vieron su rostro como
el rostro de un ángel. Esto significa que era inconfundible la presencia de Dios en
Esteban.

III. En conclusión, Esteban fue un hombre que vivió de acuerdo al significado de su


nombre. Esteban significa “corona” Antes de recibir la corona, Esteban tenía que
pasar por el valle de la humillación por causa de Cristo. Qué ejemplo para nosotros.

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