Está en la página 1de 248

1

Omega Mine
Libro 01 de la serie Alpha and Omega

Aline Hunter
****************************************************************************************

Traducido y corregido por Tizia Grey, para el grupo de traducciones

EroticBooks

2
Índice

Sinopsis ................................................................................................................................................ 4
Capítulo 1 ............................................................................................................................................. 5
Capítulo 2 ........................................................................................................................................... 14
Capítulo 3 ........................................................................................................................................... 28
Capítulo 4 ........................................................................................................................................... 36
Capítulo 5 ........................................................................................................................................... 47
Capítulo 6 ........................................................................................................................................... 59
Capítulo 7 ........................................................................................................................................... 74
Capítulo 8 ........................................................................................................................................... 88
Capítulo 9 ........................................................................................................................................... 91
Capítulo 10 ....................................................................................................................................... 102
Capítulo 11 ....................................................................................................................................... 120
Capítulo 12 ....................................................................................................................................... 124
Capítulo 13 ....................................................................................................................................... 138
Capítulo 14 ....................................................................................................................................... 155
Capítulo 15 ....................................................................................................................................... 168
Capítulo 16 ....................................................................................................................................... 172
Capítulo 17 ....................................................................................................................................... 179
Capítulo 18 ....................................................................................................................................... 188
Capítulo 19 ....................................................................................................................................... 195
Capítulo 20 ....................................................................................................................................... 201
Capítulo 21 ....................................................................................................................................... 208
Capítulo 22 ....................................................................................................................................... 220
Epílogo ............................................................................................................................................. 238

3
Sinopsis

Un vínculo forjado en sangre. Lealtad dada a la que desea por encima de todos los
demás. Honrado con la capacidad de cambiar en cualquier forma, Diskant Black es la
autoridad absoluta cuando se trata de los cambia-formas de Nueva York, y como el
Omega de la ciudad, su palabra es ley.

La protección de las razas de cambia-formas es más que un trabajo, es una


predisposición arraigada desde su nacimiento, nada es más importante.
Hasta que un encuentro casual con una pequeña hembra le hace hervir la sangre,
poniéndolo de rodillas y girando su mundo al revés.

Ava Brisbane es más de lo que esperaba en una compañera, hermosa, frágil...


humana. Si quiere mantenerla a su lado, tendrá que sacrificar una parte de su alma
para establecer un vínculo que no se pueda romper.

Por desgracia, el momento no podría ser peor. Pastores, cazadores de todas las
razas de cambia-formas han llegado a Nueva York.

Para proteger a la mujer sin la cual no puede vivir, Diskant tendrá que enfrentarse
contra los que han llegado para iniciar una guerra.

4
Capítulo 1

El callejón estaba oscuro, frío y vacío, sin ningún signo de Jonathan Roberts.

― ¡Maldita sea! ― Ava Brisbane maldijo en voz baja y miró de izquierda a derecha.
Nada más que ladrillos, asfalto y el aire frío la saludó desde cualquier dirección. Y al
igual que una mala película de terror, una fuerte niebla gris lo oscurecía todo.

¡¡Doble maldita sea!!

Levantando su mano izquierda y empujando a un lado su chaqueta, miró su reloj con


correa de cuero negro en su muñeca. 12:49 am. Sí, definitivamente era hora de
hacer algo.

El contacto no se presentaba y ser atrapado en este momento en el Bronx olvidado


de Dios, era simplemente estúpido. Todo tipo de cosas aparecían cuando el sol se
ponía. Cosas que comían su carne y recogían sus dientes limpios con sus huesos.

El suave zumbido del teléfono móvil dentro de su bolsillo trasero vibró contra su
culo, haciéndole cosquillas en la piel a través de la tela de sus pantalones vaqueros.
Ella sabía quien estaba llamando porque la misma persona que le regaló el
dispositivo electrónico, era el único que conocía el número, el molesto, intrigante, y
chantajista bastardo Craig Newlander.

Rodando los ojos, sacó la pieza delgada de metal de sus pantalones vaqueros, lo
abrió y lo puso en su oído.

― Él no está aquí.

― Ya lo sé. ― La voz de Craig estaba distorsionada por algún dispositivo engañoso


utilizado para ganar el favor. Parecía amable, educado y francamente sexy. Lástima
que era un imbécil, estúpido y oportunista. ― Jonathan se vio obligado a esconderse
ya que estaba siendo seguido. Sal de ahí y vuelve a casa. Me pondré en contacto
contigo mañana.

― Espera un minuto ― espetó ella, tratando de mantener la calma y la voz baja. ―


Me dijiste que si iba y cambiaba los paquetes me devolverías el medallón, por los
servicios prestados. Ese era el trato.

― Me pondré en contacto mañana.

Un fuerte chasquido resonó en su oído y la línea se cortó.


5
Ava extendió su brazo, frunció el ceño mirando el teléfono móvil y gruñó:

― ¡¡Tu sucio bastardo cerdo podrido!!

Por un momento consideró lanzar el dispositivo al otro lado del callejón y lograr una
satisfacción efímera perversa con su destrucción. En cambio, se lo volvió a meter en
su bolsillo mientras hervía por dentro. Craig podría besar su culo después de que
ella limpiara el piso con él.
Una vez que tuviera en su poder el medallón que el inútil de su hermano había
empeñado, eso era exactamente lo que planeaba hacer a la pieza arrogante de
mierda.

Sus hombros de repente se sentían pesados, cargados con el peso de la obligación.


Dulce niño Jesús, toda esta situación era insoportable. Ella era una camarera que
vendía bebidas para ganarse la vida, no una engreída del Villati que vivía de acciones
y fondos de inversión. Y si ella sabía lo que era mejor para conseguir una mayor
esperanza de vida, tendría que seguir siéndolo.
Los investigadores sobrenaturales que descubrieron los nombres y secretos
existentes de las familias sobrenaturales en todo el mundo, no duraron mucho. La
mayoría de las veces, sus obituarios fueron escritos mientras que sus hallazgos
fueron registrados en el registro Villati.
Pensar en las circunstancias que la llevaron a este lugar peligroso la hacía
enfurecerse aún más, y descargaba sus frustraciones presionando los dedos en la
correa que cruzaba su pecho de su bolso de cuero estilo mensajero.
Su hermano, Thomas, era un verdadero perdedor. Había dilapidado todo el dinero
dejado por sus padres para alimentar su adicción al juego, y comenzó a empeñar sus
pertenencias de valor cuando tuvo una mala racha. Primero fueron los cubiertos de
plata antigua y algunos jarrones de época. Luego, cuando ella finalmente se dio
cuenta de su ausencia, empeñó las joyas.
Si ella no hubiera estado tan involucrada en una relación horrible que estaba
condenada al fracaso, y que se sentía obligada a salvar, podría haber notado a los
cobradores de deudas y las llamadas telefónicas.
Cuando esto sucedió, ella no consiguió enterarse del engaño de Thomas hasta que
toda la fortuna se había ido. Se vieron obligados a vender la casa en Greenwich, que
su madre y su padre habían trabajado tan duro para conseguirla, para salvar su
miserable culo, junto con todas las pertenencias que dejaron después de sus
inesperadas muertes.
Pero un tesoro había quedado de ellos, el medallón de la familia Brisbane,
transmitido de generación en generación. La joya era una pieza de platino que
representaba un vínculo con el pasado, hasta que Thomas, en la agonía de la
adicción, se bahía hecho con ella en una visita el mes anterior con la excusa de que
6
necesitaba un lugar para dormir. A la mañana siguiente, el medallón se había ido y
una semana más tarde recibió la visita de un empleado de un tal Sr. Craig
Newlander, la gran cabeza de Kahuna Villati, un idiota de proporciones épicas y un
dolor persistentemente molesto en su culo. Ava apretó los dientes y exhaló
lentamente.

Evitó a Villati a cada paso, incluso cuando trataban de establecer una conexión. Toda
su familia, con la notable excepción de Thomas, había sido bendecida con algún tipo
de percepción avanzada. Ya se trate de algo de menor importancia, como ser capaz
de escuchar los pensamientos de otra persona, o algo sustancial, como ser capaz de
controlar y manipular la voluntad de otros. Ella poseía el último de los dos talentos,
y la convirtió en un candidato ideal para inscribirse en sus filas.
Algo que absolutamente, no quería pensar.

Mentes mortales era una cosa, pero lo sobrenatural, como los vampiros, cambia-
formas y seres mágicos, estaban más allá de su capacidad. No podía oírlos o
sentirlos, y como no podía ser más astuto, derrotarlos o huir de ellos, sería como
entrar en la guarida de un león, manchado con la sangre de cordero con un gran
cartel de “cómeme”.

― Maldito seas, hermano mayor. ― Ella murmuró y luego suspiró. ―Maldita sea yo
también.

Aceptando a regañadientes su destino, ella se dio la vuelta, cogió el teléfono para


llamar a un taxi y comenzó una caminata tranquila hacia el final del callejón. Cuando
la primera sombra apareció delante de ella, sabía que estaba en problemas.
Entonces oyó una segunda voz justo detrás de ella.

― Bueno, bueno, bueno. ― Una cadencia melódica que sólo podía pertenecer a un
vampiro arrulló. ― ¿Qué tenemos aquí?

****

Diskant Black se deleitaba con los sonidos viscerales de su Harley Night Train así
como del aire otoñal de la noche acariciando su cara. Hacer el viaje a esta parte de
los Cinco Condados (5 barrios de N.Y: Bronx, Brooklyn, Queens, Manhattan y Staten
Island) era algo que nunca disfrutaba, pero cada vez que un desconocido aparecía
en su ciudad tenía que darle una recepción adecuada. El pícaro hombre pantera no
era muy inteligente, pero había captado el mensaje.

Este era el territorio de Diskant, su dominio, y como Omega ― el más poderoso de


todos los licántropos ― su palabra era ley. Mucho ha cambiado a lo largo de los
7
siglos, pero una cosa sigue siendo la misma. Sólo un Omega llevaba la marca de
todas las razas y poseía la capacidad de cambiar a cualquiera de ellos.
Eso significaba que todos los cambia-formas le debían sumisión total y respeto. En la
ciudad que nunca duerme, él estaba a cargo, y eso no estaba abierto a discusión.
Inhalando profundamente, absorbió los olores combinados de tierra hormigón,
agua, basura y los gases de escape en sus pulmones. El olor amargo del miedo que
sintió no lo habría sorprendido o preocupado, si el dulce olor pegajoso del vampiro
no se hubiera combinado con él. Resopló, eliminó el hedor de su nariz e inhaló de
nuevo. Más profundo en esta ocasión. Definitivamente el olor agrio tenía miedo y
estaba siendo exhalado por un ser humano. Se agarró a los manubrios de su
motocicleta y negó con la cabeza. Algún tonto idiota estaba en el lugar equivocado
en el momento equivocado.
Probablemente algún adicto en busca de una marca o una persona sin hogar que
había escogido el tramo equivocado del contenedor de basura para dormir.
Entonces, un rugido de indignación sonó cerca, era sin lugar a dudas un grito de
guerra, y reveló el sexo de la víctima.

― ¡Vete a la mierda! ― Una sensual voz femenina tronó.

Bueno, maldita sea. Él sería capaz de dejar a un varón valerse por sí mismo, pero
nunca abandonaría a una damisela en apuros.
Diskant inhaló de nuevo, en busca de la fuente del olor agrio, que estaba
impregnado con el terror y la furia. No estaba muy lejos...

― ¡Te atrapé! ― Clavó el freno, colgó una pierna hacia la derecha, sosteniendo el
peso con el pie en la carretera y volvió la moto en la dirección correcta.

Encontró lo que buscaba tres callejones más delante. La hembra, obviamente, había
tratado de luchar ― el hormigueo de ardor en su nariz le dijo que había usado un
spray de pimienta ― pero su cuerpo sin vida, colgaba sobre el hombro de una de las
sanguijuelas, no obstante.
Bajando el pie de apoyo, con un movimiento de su talón, apagó el motor y se
levantó del asiento de cuero. El vampiro que estaba desocupado se volvió hacia él,
mientras su compañero se colocó el pequeño cuerpo sobre su hombro y comenzó a
caminar en la dirección opuesta.

― Esto no es asunto tuyo, cambia-formas.

Diskant pasó la pierna derecha sobre el asiento de la moto y desmontó. Tomó largos
pasos deliberados, haciendo una caminata constante y sin prisas por el callejón. El
vampiro en su camino no era realmente un obstáculo. Diskant reconoció el juego.
Era una estrategia clásica que había usado con su manada en varias ocasiones, el
8
viejo cebo. Uno distrae la amenaza, mientras que el otro escapa con la recompensa.
Sin complicaciones, sin problemas.
Perder el tiempo discutiendo con el vampiro que se acercaba sólo le daría la
oportunidad al otro a desaparecer con la hembra y, más que probablemente,
matarla.
Esperó hasta que estuvo casi sobre el vampiro antes de comenzar una carrera de
velocidad, su largo abrigo de cuero formaba una cola tenue detrás de él. Ahogando
una disculpa, se estrelló contra la espalda del vampiro que llevaba a la mujer y envió
a su pequeño cuerpo a elevarse en el aire. Ella no hizo ningún sonido cuando
aterrizó en la plataforma implacable de concreto y suciedad, y casi cedió a la
tentación de ver lo mal herida que estaba.

Casi.

Los vampiros lo atacaron al mismo tiempo, dando golpes y patadas que eran
demasiado rápidos para contraatacar. Un puño le agarró la barbilla y un pie se
acercó demasiado malditamente cerca de sus bolas para mayor comodidad
reproductiva.

Otro puño rozó la superficie de su estómago, mientras que otro llegó a su nariz.
Esquivando a la derecha, se encontró con un conjunto implacable de nudillos que
hizo su sonajero de dientes. Esto fue seguido por un golpe en el pecho.
Maldita velocidad de los vampiros. Los bebedores de sangre eran superiores en este
sentido, pero no importaba realmente.
Los cambia-formas eran más fuertes.

Diskant giró los hombros, sacudió a las sanguijuelas de su cuerpo y llamó a su oso
interior. Sonrió mientras el aroma amaderado del oso pardo rezumaba de su piel
fragante, potente, salvaje. Garras letales extendiéndose por sus dedos mientras sus
dientes se alargaban, convirtiéndose en forma de cono, la punta afilada como
maquinillas de afeitar.
Mientras que él no iba a ganar ningún concurso de belleza, los cambios físicos
tuvieron el efecto deseado. Dos golpes de sus manos en uno u otro sentido
devastaron piel y sacaron sangre, rasgando tejido a punto de desgarrar la carne de
los huesos. El hedor del miedo llegó a su nariz como pintura fresca, quemando sus
fosas nasales, y las expresiones de los vampiros cuando se dieron cuenta a quien
estaban jodiendo, era impagable.
Con un rugido gutural, emitió un desafío.
Hora de la cena, hijos de puta.
No necesitaba de una bola de cristal para saber lo que iba a ocurrir a continuación.
Los golpes cesaron, pasos rápidos hicieron eco en el suelo, hacia las paredes de

9
ladrillo de los edificios circundantes, y los cobardes huyeron como los perdedores
que eran.

Su lado salvaje rugía, con ganas de acechar a la presa que se escapaba, pero el
hombre respondió al deseo, obligando a sus pies a permanecer exactamente donde
estaban.
Él cambió su forma de oso mientras se acercaba a la pequeña forma, inmóvil boca
abajo en el suelo. No había necesidad de aterrorizar a la pobre chica aún más. Ya
había pasado por mucho esta noche, no tenía que añadir más.

Las garras retrocedieron y sus dientes volvieron a la normalidad, pero la adrenalina


se mantuvo. Nada de lo que pudiera hacer al respecto. Sólo el tiempo desaceleraría
su corazón y enfriaría su temperamento.
Al principio, pensó que las manchas oscuras en el pelo rubio de punta eran de
sangre. Sin embargo, cuando se apoyó en una rodilla y miró hacia abajo, se dio
cuenta de que eran trozos de color rosa oscuro. Ella era más pequeña de lo que
había percibido inicialmente, el tamaño de un diablillo o una adolescente.

― Vamos a ver lo que tenemos aquí.

Agarrando la chaqueta vaquera que cubría sus hombros, le dio la vuelta con cuidado
y se llevó el susto de su vida. Aunque pequeña, era sin lugar a dudas una mujer y,
como su estatura, sus facciones eran delicadas. Una pequeña nariz respingona,
labios rojos exuberantes y finas cejas de caoba arqueadas sobre pestañas largas
adornaban su rostro. Su pelo rubio muy corto en la parte posterior, pero en capas
ligeramente en la parte superior. Nunca se sintió atraído por las mujeres de pelo
corto, pero simplemente encontró que este estilo mejoraba sus bellos atributos
similares a un duendecillo.

Bajó la cabeza y aspiró profundamente, hasta que su pecho ardió. El aroma de la


vainilla, leche, canela, azúcar y la esencia femenina pura lo abrumó. ¡Maldita sea si
no olía bien!
Los cambia-formas podían detectar el alcohol en aerosoles y otros productos
químicos utilizados en los desodorantes y jabones.
Pero esto...
Este era el tipo de olor que podría hacer que un hombre se pierda, limpio, fresco,
tentador y excitante. Su polla se hinchó y pulsaba cuando imaginó quitarle la ropa,
saboreando su piel sedosa y luego desaparecer entre sus piernas durante horas,
devorando su coño. Él separaría sus labios, lamiendo de abajo hacia arriba
burlándose de su clítoris y bebiendo su crema como la miel caliente hasta que ella
gritara su nombre una y otra vez.
10
Ella tendría un sabor increíble. Estaba seguro de ello. Él negó con la cabeza en un
intento de enfriar la poderosa excitación que recorría su cuerpo como fuego líquido.
¿Dónde diablos había salido eso?

Follar un humano era buscar problemas. Eran demasiado frágiles para tomar lo que
querían los cambia-formas sexualmente, y ésta parecía ser tan frágil como la
porcelana fina. Por no hablar que los colmillos, garras y la dominación entre las
sábanas no eran muy atractivo para las mujeres que no tenían una bestia dentro de
su propia piel. Probablemente habría huido gritando en el momento en que le
mostrara su polla, y le dijera que lo tomara entre sus pequeños labios regordetes y
lo chupara.

Evaluó sus heridas, girando su cabeza de lado a lado. Además de un moretón


púrpura sobre la mandíbula y un feo corte sobre su ojo izquierdo, se veía bien. No
había heridas punzantes o signos de que hubiera sido mordida.
Extraño...
Los vampiros atacaban, se alimentaban y dejaban a sus víctimas abandonadas. En
raras ocasiones se llevaban a las víctimas como alimentadores, lo que las obligaba a
la servidumbre, pero esto sólo ocurría cuando degustaban un tipo raro de sangre o
encontraban un donante imposible de resistir. Ella era lo suficientemente hermosa
como para justificar la segunda idea, pero su instinto le decía que esa no era la
razón.

¿Por qué querrían tomar a esta mujer sin probarla primero?

Una sirena estridente sonó en la distancia, probablemente a cuatro o cinco calles


más, trayéndolo de vuelta de sus pensamientos. Lo primero es lo primero, tenía que
sacarla de aquí. Las preguntas vendrían después de llegar a su casa, cuando le
quitara la ropa, la limpiara y la metiera en su cama.

Ni siquiera vayas allí.

No, definitivamente no a casa. Él la llevaría al hospital. Podrían cuidar de ella allí y


ayudarla a encontrar su camino a casa. Alguien tenía que estar buscándola. Los
padres, hermanos. Un amante o marido...

Un gruñido gutural de rabia se deslizó hasta la garganta. Oh, sí. Definitivamente


tenía que dejarla y marcharse. Sin condiciones. Reaccionando como lo estaba
haciendo podría conducir a cosas que no quería pensar, como compañeras y lazos
de sangre.
Sabía que estaba jodido en el momento en que la levantó en sus brazos y todos las
bestias debajo de su piel gruñeron de satisfacción, cada una frotando contra el
11
interior de la piel. Llegaron al mismo tiempo luchando por un lugar para liberarse y
hacer su propia marca única de reclamación. Todas las formas de animales que
poseía habían elegido al azar hembras que habían disfrutado en los últimos años,
pero nunca habían expresado su aprobación al mismo tiempo.

Santa Puta Mierda.

La sensación lo sacudió y lo puso fuera de balance. Tropezó con ella en sus brazos,
como un borracho descuidado, y luchó para permanecer en forma humana. Quería
que sus bestias dieran marcha atrás y gruñó cuando no obedecieron.
El aire frío acariciaba las gotas de sudor en la frente, enfriándolo hasta que tuvo el
control una vez más.

Tengo que conseguir su coño lejos de mí.

El pensamiento lo puso de rodillas. El dolor que sintió cuando cayó en el duro


hormigón era nada comparado con la agonía de un cambio inevitable. No cuando
todas las partes primordiales de él luchaban por la supremacía. Ellos lo desgarraron
en un intento de tomar el control. Eso era un hecho indiscutible. Sólo una cosa
podría calmarlos, trayéndolos a todos y cada uno de ellos juntos, pero si lo hiciera
estaría sellando su destino, le gustara o no.
Incapaz de hacer otra cosa, aceptó la voluntad de sus mitades animal y enterró su
cara en el cuello de la mujer inconsciente, tirando de su perfume en sus pulmones.
La fragancia fue como un bálsamo que penetró en sus fosas nasales, serpenteó a
través de su cuerpo, domando y calmando a sus animales. Lanzó su lengua fuera y
probó la piel a lo largo de su garganta, lamiendo con reverencia su carne tierna. Con
esa primera experiencia de su dulzura el calor en sus huesos aumentó y el
hormigueo a lo largo de la superficie de su piel se desvaneció.

Maldito Infierno.

Permitir que el hombre tomara el control era una cosa, pero hacerlo era algo
completamente distinto. Levantó la cabeza y rozó un dedo tembloroso contra un
mechón de cabello rosado, tragando saliva.

― Vamos a salir de aquí, Pinkie*1

Ella pesaba casi nada, y con su baja estatura, era fácil de situar en su regazo en la
motocicleta. El rugido de la Harley no la despertó y se dio cuenta de lo vulnerable
que era. Como un pequeño gatito, impotente enclavado contra su pecho. Su

1
* Pinkie: Meñique, en referencia a lo pequeña que es.
12
pequeña cabeza estaba colocada debajo de la barbilla cuando levantó el pie de
apoyo con sus talones y la empujó en su lugar.

― Tranquila ― Él susurró en la suavidad de su pelo y envolvió su brazo derecho


alrededor de su cintura.

Ella no hizo ningún sonido mientras guiaba la moto en la carretera, la puso en


velocidad y se fue en dirección a casa. Esta era la cosa más estúpida que jamás había
hecho, y había hecho una mierda bastante estúpida en el pasado. Sólo podía esperar
que cuando se despertara estuviera completamente controlado y pudiera hablar.

Hablar. ¡Qué ridículo pensamiento!

No podía hablar con ella de esta manera. No con su polla dura como una roca
luchando contra el cuero de sus pantalones. La maldita cosa estaba prácticamente
rogándole que lo tocara, latiendo contra su suave culo, como si estuviera tratando
de obtener toda su atención.

Cristo.

Por supuesto, que hablarían. Después que tomara una ducha fría y se acariciara a sí
mismo para una fuerte corrida...

El aire empujaba su aroma suculento a su nariz y sus músculos se tensaron ante


todo su cuerpo y se estremeció.

Será mejor tomar dos duchas frías.

13
Capítulo 2

Algo suave y esponjoso rozó la nariz de Ava, despertando de un sueño reparador.


Ella gruñó y dio un manotazo en la suavidad con sus dedos, moviendo su cuerpo
ligeramente. Un aliento caliente y el olor inconfundible de comida para perros se
estrelló contra su cara cuando algo frío y húmedo le pinchó la barbilla, seguido por
el roce duro de una lengua caliente.

― ¿Qué... ― Ella abrió los ojos, se encontró la mirada de una bestia enorme y gritó
en voz alta lo suficiente como para despertar a los muertos.

Luchando violentamente, ella se cayó al lado de una cama extraña en una maraña
de sábanas, brazos y piernas agitándose mientras se esforzaba por recuperar el
equilibrio. El hecho de que ella estuviera usando nada más que su ropa interior, en
una habitación que no reconocía, pasó desapercibida. Su atención se centró en el
canino horrible que se dejó caer sobre su trasero frente de ella, e inclinó su cabeza
hacia un lado como si estuviera tratando de calibrar su reacción.

― ¡Quédate ahí! ― le ordenó con una voz lastimosamente débil. La cosa enorme
comenzó a moverse y ella tragó con fuerza, avanzando poco a poco hacia una
puerta a la izquierda. ― Dios, eres demasiado feo. ¿No?

El perro levantó sus patas fuera de la cama y gruñó, mostrando sus dientes.
Eso no era bueno.

― ¡Wow, Feo! ― Ordenó y se lanzó hacia la puerta. Una vez que ella agarró el
mango con dedos desesperados, presionó para girar.

El perro saltó de la cama y ella empujó la puerta. Gritando cuando cedió, cayó
dentro de un campo de espacio oscuro. No se lo pensó dos veces antes de golpear la
barrera delgada y estrecha en la oscuridad. Ella podía soportar estar en la oscuridad.
Enfrentarse a una bestia enfurecida con los dientes del tamaño de los colmillos eran
otra cosa totalmente distinta.

Garras pesadas golpearon el otro lado de la puerta, raspando brutamente. Los


gruñidos se convirtieron en rebuznos pesados, tan fuertes que la puerta vibró con
cada bramido profundo. Corriendo rápidamente en sus palmas y talones, trató de
poner la mayor distancia posible entre ella y el perro del infierno, alejándose de la
rendija de luz que se extendía en el suelo de madera. Algo rozó la parte superior de
su cabeza y ella arremetió, chillando de terror mientras abofeteaba a lo endeble con
las manos. Objetos cayeron encima de ella, algunos gruesos y pesados. Cuanto más
se esforzaba y luchaba más se enredaba en el lío.
14
Los aullidos fuertes se detuvieron bruscamente cuando oyó la voz de un hombre,
ronca y profunda, emitir una orden.

― ¡Tranquilo, Oscar! Siéntate.

El pomo giró y la puerta se abrió. La luz del sol se vertió en ella y dio una palmada
avergonzaba cuando descubrió que estaba luchando con sábanas y mantas. Una
gran forma enorme apareció en la puerta y se quedó inmóvil. Los recuerdos de la
noche anterior volvieron, dejándola en estado de pánico. Los vampiros la habían
atacado, y el mundo entero se volvió negro. Pero ella no estaba muerta y el sol
brillaba.

¿Qué demonios había pasado entre entonces y ahora?

Desesperada por respuestas, calmó su mente, deteniendo los pensamientos sobre


su captor y escuchó. Un gran muro de la nada la saludó. Era de día, así que no era un
vampiro. Miró la enorme forma ante ella. No podía distinguir su rostro, pero él era
muuuy grande, grande...

Oh, mierda.

Cambia-formas.

― Está bien, Pinkie ― la forma dijo en voz baja y se agachó. ― No


tengas miedo.

― P..perro ― tartamudeó tontamente y se odiaba a sí misma por sonar como una


completa idiota. Por supuesto que sabía que un perro rabioso estaba presente.
Había llamado a la maldita cosa. Desafortunadamente, no se le ocurrió nada
inteligente que decir.

― Déjame adivinar. ― Inclinó la cabeza a un lado y detectó la risa en su voz. ― Lo


llamaste feo.

― ¿Qué? ― Ella dio un manotazo a la sabana colgando al lado de su cara y frunció el


ceño a su correspondiente risa gutural.

― Oscar. ― Él levantó una mano y movió el pulgar por encima del hombro. ― Le
dijiste que no había mucho que ver. ¿No es así?

15
Su cara ardía de vergüenza. ¿Qué pasa si el perro no era realmente un perro, en
absoluto? No había pasado mucho tiempo con cambia-formas en forma de animal,
pero la cosa horrible era terrible, y lo suficientemente grande como para pasar por
uno.

― Sí.

Chasqueando la lengua, se levantó y encendió el interruptor en la pared.

― Sugeriría que mantengas ese tipo de comentarios para ti misma de aquí en


adelante. Oscar es tan dócil como un cordero hasta que le recuerdas que tiene una
cara que sólo una madre podría amar. Tal vez te resulte difícil de creer, pero era un
rompecorazones cuando era un cachorro.

Era incapaz de procesar sus palabras, no después de obtener su primer vistazo al


dueño de esa voz de barítono.
Trabajar en un club de baile significaba haber visto lo suficiente de criaturas
sobrenaturales ― vampiros, cambia-formas y demonios eran clientes habituales del
establecimiento ― y en medio de todo, había aprendido una lección valiosa.
Manténte alejada de ellos.
Ellos eran tan peligrosos como eran atractivos, capaz de romper a la gente al medio
incluso antes de llegar lo suficientemente cerca para sentir la mordedura del dolor.
Ella sabía mejor que nadie que no debía mirar al desconocido como si fuera un
hombre, o darse el lujo de fantasear sobre algo que nunca podría existir entre ellos.
Pero, Dios la ayudara, un cambia-formas nunca le pareció tan atractivo.

Estaba descalzo, vestido con un apretado par de pantalones vaqueros azules


desteñidos y un jersey marrón grueso con el logotipo de los Cleveland Browns en el
centro. Su espeso cabello negro le llegaba hasta los hombros, enmarcando un rostro
con labios carnosos y sensuales, una nariz recta y una mandíbula cuadrada con la
sombra de una barba muy oscura, que hizo que su corazón dejara de latir. Su
hermosa boca se curvó con diversión cuando ella dio un respingo y rápidamente
desvió la mirada, sabiendo que la había atrapado mirándolo.

Bastardo.

― ¿Qué sucedió? ¿Cómo llegué aquí? ― Preguntó y se humedeció los labios, antes
de traer el labio inferior entre sus dientes. Creyó escuchar un gemido, pero no
estaba dispuesta a levantar la vista para asegurarse.

― ¿Cuánto te acuerdas?

16
Él no sabe que eres consciente de lo que es, se recordó. Que siga siendo así.

― Dos hombres trataron de asaltarme. Cuando reaccioné, uno de ellos me derribo


de un golpe. No recuerdo nada después de eso. ― Ella encontró el valor para
mirarlo a los ojos, y todo lo que quería decir murió en su garganta. Sus iris eran de
un vibrante oro puro. No había manera de que pudiera pasar por un ser humano
común, no con los ojos como esos.

Oh dios.

Ella apartó la mirada y recordó todas las razones por las que no podía permitirse
fantasear con esos labios, esos ojos, o lo que sin duda era un cuerpo perfectamente
tonificado y esculpido por debajo de su ropa. Sin embargo, incluso mientras trataba
de resistirse, sintió que su cuerpo respondía, sus pezones estaban duros, y sus
bragas se humedecieron.
Y podía oler si excitación.

¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!

Deja de tener pensamientos impuros. No puedes contar con él. Es de una especie
diferente, que le gusta morder, controlar y dominar.

― ¿Quién eres tú? ― Le preguntó con voz ahogada.

Él se acercó muy lentamente y dulce María si su cuerpo no se ondulaba con el


movimiento. Se arrodilló a sus pies y le tendió la mano. Sus dedos eran largos y
gruesos, las puntas romas pero ligeramente redondeadas, las uñas recortadas corto.
Sus ojos se agrandaron cuando él deslizó sus dedos detrás de la oreja y palmeó su
mandíbula.

La electricidad acompañó a su tacto, cerdas afiladas de placer zigzagueaban través


de su piel, viajaron por la columna vertebral y fue directamente a su sexo.
Jadeando suavemente, mantuvo los ojos fijos en su boca, mientras se acercaba. La
distancia entre ellos desapareció y tenía ese rostro glorioso cada vez más cerca. Olía
a agua fresca y jabón, limpio e innegablemente masculino. Cuando sus labios se
detuvieron a unos milímetros de los suyos, detectó los aromas tentadores de café y
el azúcar.

― Diskant. ― Respiró su nombre contra su boca, tan cerca que podía saborearlo.

17
¿Diskant? El nombre tocó la fibra sensible de reconocimiento, pero el recuerdo era
nebuloso.
Levantar su mirada era temerario y peligroso, pero ella lo hizo de todos modos.
Hermosas piscinas de oro brillante le devolvieron la mirada. La mano en la
mandíbula se deslizó hacia abajo viajando a lo largo de la longitud de su cuello y
pasando por su clavícula. Fue un toque suave, sus dedos apenas rozando la
superficie de la piel. La piel se erizaba siguiendo el camino que él creó, un sendero
sinuoso de pinchazos de calor que se disparó hasta los huesos.

― Bella ― Susurró, sin romper el contacto visual.

― ¿B-Bella?

― Tus ojos. ― dijo ― Tan azules.

El aire escapó de sus pulmones en un suspiro y sus párpados se


cerraron cuando sus labios rozaron los de ella, de lado a lado, de izquierda a
derecha. El gesto era tan inocente, tan íntimo. Su boca se abrió en señal de
bienvenida y él aceptó la invitación como un caballero. Su lengua se deslizó de sus
labios, lo que le permitió probarlo por primera vez. Un sabor dulce de avellanas y
azúcar recubrían su lengua. Ella gimió, levantó la mano izquierda y envolvió sus
dedos libremente alrededor de su muñeca.

Su lengua se movió contra la de ella, bromeando y burlándose. Ella respondió,


imitando los movimientos que hizo hasta que la punta de sus lenguas se tocaron, se
alejaron y se reunieron de nuevo. Era el juego traicionero del gato y el ratón. Él se
burlaba de ella, ofreciéndole su lengua antes de alejarse, obligándola a perseguirlo.
Cada pase alimentó el fuego en sus venas y aumentaba el calor palpitante mojando
la piel entre sus piernas.

Cuando lo sintió profundizar más la degustación para disfrutar por completo, estaba
ansiosa por darle lo que deseaba. Sus labios se separaron y ella le permitió tomar el
control y dominar su boca.

Exploró todas y cada una de las grietas, lamiéndole los labios antes de probar
profundamente. Sus dientes capturaron la punta de la lengua cuando ella trató de
seguir su ejemplo. Él chupó la pequeña protuberancia, chasqueando su lengua a
través de la superficie en círculos dolorosamente lentos.

Su coño palpitaba, golpeando dentro y por fuera, mientras que su clítoris latía. Era
un dolor miserable, que la hizo retorcerse contra mantas y sábanas. Nunca antes
había querido a un hombre tan terriblemente. Con su ex novio, Martín, siempre
18
había hecho el amor despacio, con cautela. Pero ahora, quería ser imprudente y
salvaje, desinhibida y libre.

Como si él sintiera sus pensamientos, Diskant se apartó y apretó esa talentosa boca
contra la esquina de sus labios, luego en la mandíbula, el cuello y en el hueco de su
garganta. Los dedos suaves colocados sobre su clavícula fueron deslizándose hacia
abajo hasta que su pecho descansaba en la palma de su mano. Su pulgar se acercó
por encima del fino encaje que cubría el pezón y comenzó a girarlos, dando vueltas y
vueltas, volviéndola loca mientras él la acariciaba.

― Cristo, que bien hueles ― dijo con voz áspera contra la delicada curva de su
hombro. ― Quiero probar cada centímetro de tu piel, a partir de la boca y trabajar
mi camino hacia abajo.

Su única respuesta fue un gemido amable de consentimiento y acuerdo. Incluso si


era peligroso, y aunque sabía que lo era, lo quería lo mismo.
De pronto la cabeza de Diskant se levantó y sus dedos se calmaron. Su cuerpo
gritaba por la pérdida de su toque, exigiendo que extendiera la mano y lo trajera de
vuelta a ella.

El borde de su pezón aún picaba donde mantuvo el contacto, y el camino mojado


que creó con sus labios y su lengua estaba caliente sin embrago, increíblemente
fresco.
Una voz gritó desde abajo, el sonido amortiguado.

― ¡D!

― Mierda. ― Se levantó en un movimiento rápido, que desmentía su tamaño. ―


No esperaba a nadie durante otra hora.

Ava lo miró en silencio, completamente excitada y dolorida. Su cuerpo clamaba por


la liberación, sus entrañas, literalmente temblando por ello. Él se dio la vuelta y se
marchó, dejándola en el pequeño espacio como si no estuviera sentada en un
completo desastre cuando él la dejó.
El enfado siguió el despido brusco y le permitió concentrarse en lo que era
importante en lugar de sus hormonas en ebullición.
Ella llegó a ser completamente consciente del entorno que le rodeaba, al menos por
lo que podía ver. Estaba en un armario, parcialmente vestida, en un lugar
desconocido.
El perro del infierno todavía estaba de guardia en la puerta, sus grandes ojos
marrones atentos. El sonido de un portazo en las inmediaciones fue seguido
inmediatamente por el clic de una cerradura que giraba.
19
Diskant reapareció en pocos minutos con una mueca molesta en su rostro.

― Lo siento. ― Su expresión cambió cuando él la miró. ― Es mi turno para recibir el


día del juego.

Diskant echó un vistazo a un par de suéteres colgados en ambos lados del armario,
como si estuviera lidiando con algo. Entonces él volvió su atención a ella y sus iris de
oro brillaban. Algún tipo de decisión se tomó en esos breves segundos, porque había
un destello de posesividad en su mirada que no estaba allí antes.

― Ponte esto. ― Sacó su camiseta sobre su cabeza, dejando al descubierto un torso


cincelado bronceado y ASB de lavadero, y la arrojó en su dirección. ― No salgas
fuera, no importa lo que hagas. Tengo que ir allí abajo y decirles a todos que estoy
indispuesto. Mientras estoy allí te prepararé algo para comer y recoger la ropa de la
secadora, ¿de acuerdo?

El corazón le golpeó en la garganta y su estómago dio un giro que la dejó mareada y


aturdida. Ella dijo una silenciosa plegaria de agradecimiento que Diskant estuviera
demasiado ocupado eligiendo otra camisa del armario para prestar su atención.
Ella estaba teniendo problemas para concentrarse en los ejercicios que utilizaba en
el bar donde trabajaba para controlar su miedo: respirar profundamente por la nariz
y exhalar por la boca. Tenía un tatuaje que iba desde el hombro a la muñeca, como
una manga de la camisa, que decía que tipo de cambia-formas era, y eso no era
bueno. Para nada bueno.

Un Omega.

El intrincado diseño era una cosa mística que había leído mientras hacía una
investigación sobre lo paranormal, después de aceptar el trabajo de barman en el
Club Liminality. Ella sabía que si miraba de cerca, encontraría cada una de las razas
de los cambia-formas representados en ese diseño, sus cuerpos grabados en la piel
del mismo modo que fueron incorporados en su cuerpo y su alma. Sólo los elegidos
para asumir el control para presidir el Omega eran dotados con la marca que les
llegaba a la madurez.
Un oscurecimiento de la piel, como un tatuaje, que comenzaba en la muñeca, cubría
el brazo izquierdo y pasaba a través de su hombro hacia el corazón.

Diskant Black era el Omega de la zona de Nueva York. Ella había oído el nombre
mientras trabajaba, pero nunca había conocido al cambia-formas. De repente, esa
nube de confusión comenzó a disiparse, dejando absoluta claridad a su paso.
¿Cómo diablos se había metido en esto?

20
En silencio, comenzó a deslizarse sobre la prenda más grande, trayendo tan poca
atención sobre sí misma como fuera posible. Su olor era abrumador, implorándole
no escuchar a su mente, sólo su cuerpo y alma.

― No pasará mucho tiempo ― él prometió mientras deslizaba una camisa negra de


cuello alto sobre su cabeza.

El pensamiento racional le dio una patada en el interior. Si quería salir de aquí


tendría que planear estrategias. Él pensaba que era una ser humano sin ningún
conocimiento de su especie. Lo mejor era jugar a ser estúpida, esperar a que se
fuera y luego largarse.

― ¿Puedes llevarte a Oscar contigo?

Su sonrisa era casi su perdición, a la vez sexy y juguetona, y sus entrañas ardían
cuando otra ola de calor atacó todas las zonas erógenas de su cuerpo. Se ajustó el
cuello de su camisa y regresó a ella, de rodillas.

― Hey, D. ― la voz profunda desde abajo bramó. ― ¿Dónde estás?

Diskant maldijo, bajó la cabeza y le robó un beso rápido antes de levantarse sobre
sus pies. Se acercó a la puerta, se detuvo y giró sobre sus talones.

― No pasará mucho tiempo. ― Estaba a punto de recordarle sobre el perro cuando


dijo: ― Vamos, Oscar.

En el momento en que salió de la habitación y la puerta se cerró con un toque


ligero, ella se puso de pie y salió disparada fuera del armario. La luz provenía de una
ventana en la pared izquierda, y ella se apresuró a las persianas venecianas. Después
de explorarla hacia arriba, apretó la cara contra el cristal y suspiró con alivio. La
salida de incendios estaba lista y esperando. Miró hacia abajo a sus piernas
desnudas, contemplando sus opciones. Ahora sólo necesitaba algún tipo de
protección contra los elementos.

Se apresuró hacia finales de la enorme cama de cuatro postes y llegó a una cómoda
antigua a juego. El primer cajón contenía calzoncillos boxers negro cuidadosamente
doblados, el segundo estaba lleno de finas camisetas blancas, y el tercero contenía
muchos pares de calcetines negros. En el cuarto cajón finalmente encontró lo que
ella necesitaba.
Jeans estaban doblados cuidadosamente junto con unos cuantos pantalones de
chandal negros. Ella agarró un par de pantalones de chandal y se vistió. Cuando

21
terminó de atar el cordón firmemente alrededor de la cintura, se inclinó para
enrollar la tela de las piernas hasta que ella pudiera caminar sin caerse.
Sus zapatillas de deporte estaban colocadas a los pies de la cama, junto con su
bolso, y ella corrió hasta ellos. Agachándose, se los puso y cogió su bolso.

Abrir la ventana fue fácil, y ella entendió por qué después de que subió por la rampa
y dio el paso de tres metros a la continuación de hormigón. Ladrillos rojos brillantes
se enfrentaron contra el cielo azul de un extremo del edificio al otro. Diskant Black,
el Omega de Nueva York, vivía en una antigua estación de bomberos.
Ella quería reír, pero decidió que era mejor esperar hasta que esté en el metro que
la llevaría a casa. Aferrando su bolso contra su pecho, comenzó una carrera mortal,
serpenteando a través de los coches que indicaban que estaba en algún lugar en el
Upper East Side. Y ella no miró atrás.

****

Su cuerpo estaba tarareando, su sangre estaba en llamas y sus bolas estaban a


punto de explotar. Diskant extendió la mano y acomodó su polla palpitante,
haciendo una mueca cuando la textura áspera de sus jeans irritaba la piel. Una
ducha fría no haría una mierda ahora. Un gusto, una simple muestra de lo
jodidamente placentero que podía ser disfrutar con la mujer que estaba arriba y ella
ya le había envuelto alrededor de su dedo meñique.

Pinkie, por cierto.

Le había costado todo su control para tomar las cosas con calma, para permitir que
ella tome la iniciativa y marcara el ritmo y, maldito infierno, ese ritmo. Ella era todo
lo que una mujer debe ser: cálida, suave, dispuesta, ansiosa. Y, lo mejor de todo, ella
sólo necesitaba un pequeño beso y unas cuantas caricias para hacer llorar a su dulce
coño. El aroma de su excitación mientras ella se rendía a él, casi había roto su
resolución. Casi podía saborear lo delicioso que estaría, caliente, almizclado, con un
toque de canela y especias.
Su boca había salivado ante la perspectiva de probarla, en especial cuando recordó
el descubrimiento anterior, cuando la había limpiado y la puso en su cama. Al
retirar la ropa para lavar, sin darse cuenta, sacó sus bragas de encaje junto con los
pantalones vaqueros, y, bueno, no podía dejar de mirar.
Ella estaba completamente desnuda hacia abajo, tan suave y sedosa como el culito
de un bebé. Un triángulo de rizos rubios sería bueno, pero al ver sus lampiños labios
rosados le puso más caliente que un lobo durante el calor del apareamiento.

Cristo.

22
Diskant siguió el olor de su visitante, giró a la derecha y se fue a través de la cocina,
siempre con Oscar en sus talones. Todo el parque de bomberos había sido renovado
después de que él lo compró. Además del amplio garaje, las habitaciones de arriba y
dos postes de acero inoxidable, el ambiente era tan elegante como su casa en
Miami. Las habitaciones habían sido modernizadas, así como la cocina y baños. Y,
por supuesto, había una habitación que la manada más amaba. Quince metros de
largo y nueve metros de ancho, el sótano albergaba un televisor de sesenta
pulgadas de plasma, un sofá envolvente y una mesa de billar de tamaño regular. No
había más que suficiente espacio para dar cabida a las docenas de miembros de la
manada que venían a disfrutar del juego, así como cualquier hembra que trajeran a
lo largo de mierdas y risitas.

― Ahí estás, hombre. ― Trey bajó un barril al suelo y se alejó de la barra. ― Estaba
abasteciéndonos para el juego. Nathan traerá la comida. Dijo que debería estar aquí
en 30 minutos.

El amigo más antiguo y cercano de Diskant era también el hombre lobo Alfa de
Nueva York y, en consecuencia, gobernaba sobre la manada más grande en la parte
noreste de los Estados Unidos. Eso lo convertía en uno de los hijos de puta mas
temido. Trey estaba vestido con su uniforme habitual para ver los partidos: la
camiseta de los New York Giants, jeans y zapatillas desgastadas.
Aunque él era quince centímetros más bajo que el 1.82 m de Diskant, el chico podría
imponerse. Su cuerpo, aunque delgado y ágil, llevaba cicatrices que probaban que él
sabía cómo enfrentarse en una pelea. Como un Alfa, aprender a pelear era tan
esencial como para un buzo aprender a nadar.
Trey pasó sus manos por el pelo castaño y corto. Hizo una pausa, sus ojos color miel
inquisitivos.

― ¿Qué pasa con el jersey? ¿Y por qué miras listo para matar a alguien? ¿Es que las
cosas están tan mal ahí fuera?

― Se podría decir eso. ― Diskant trató de enfriar su ardor, aceptando lo que él


había tratado de negar las últimas doce horas. Miró a Trey a los ojos y dijo: ―
Encontré a mi compañera.

La curiosidad fue rápidamente reemplazada por el shock.

― ¿Vamos de nuevo?

Sacudió la cabeza y bajó los ojos, mirando a la alfombra.

23
― Ayer por la noche, mientras patrullaba las calles, me encontré con una pelea. Dos
vampiros frente una hembra humana. Me deshice de las sanguijuelas, fui a ver a la
chica y lo siguiente que supe, fue que todas mis bestias estaban luchando por un
lugar en la parte delantera de la linea. La traje a casa, la limpié y he tratado de
mantenerme lo más lejos posible de ella. Pero cuando se despertó y fui a hablar con
ella... joder.

Diskant caminó hacia la barra, se acercó al mostrador y agarró una botella de Grey
Goose (Vodka). Si no podía negociar con su polla furiosa, al menos podría tratar de
apaciguarla con una buena, adormeciendo la mente.

― Déjame adivinar ― dijo Trey detrás de él. ― ¿No podías mantener tus manos
fuera de ella?

― Diablos no ― dijo mientras comenzaba a abrir la botella. ― Yo estaba como un


niño en una tienda de dulces.

Trey se apoyó en la barra.

― ¿Ella está aquí? ¿Ahora mismo?

― Afirmativo.

Trey le arrebató la botella antes de que pudiera tomar un trago, haciendo que el
líquido transparente salpicara desde el cuello del recipiente de vidrio.

― Entonces, ¿Qué coño estás haciendo aquí conmigo?

Diskant levantó la cabeza, encontrando la mirada divertida de su amigo. ¿Qué


estaba haciendo aquí? Su mujer estaba esperando arriba por él, vestida sólo con una
camiseta de algodón y ropa interior. La imagen de su rostro sonrojado le vino a la
mente. Labios hinchados, rosados pezones duros como guijarros, ojos azules
oscuros nublados por el deseo y la confusión. Y él la había dejado en el interior del
armario como si fuera una manta descartada, con su cuerpo necesitado y su coño
chorreando.
Como un maldito idiota.

Joder.

― Decid a todos que la planta superior está fuera de los límites. No tengo la
intención de venir abajo en el corto plazo.

24
Trey le tendió la mano, asintiendo con la cabeza.

― Estoy feliz por ti, D. Cosas como esta no ocurren a menudo para nuestra especie.

Aceptando el gesto, Diskant tomó la mano de Trey con la suya, se estremeció y


estuvo de acuerdo.

― Tienes razón. No lo hacen. ― Alfas estaban solos buena parte de sus vidas. Nadie
sabía por qué. No tenía un infierno de un montón de sentido porque las compañeras
ayudaban a los hombres a estar centrados y mantener la calma. No era justo,
especialmente para alguien como Trey, que había esperado siglos.

― Entonces, ¿Cuál es su nombre? ― Trey soltó la mano, se inclinó sobre la barra y


devolvió la botella a su lugar.

Como hombre, Diskant nunca había experimentado la sensación de vergüenza,


hasta esa pregunta. La otra mitad de su alma le esperaba arriba, la mujer con la que
pasaría la eternidad con él, y sólo la conocía por el apodo que le había puesto.

― Pinkie.

Trey sonrió. ― ¿Pinkie?

― No preguntes. ― Hizo un gesto al chucho tumbado a sus pies. ― ¿Puedes cuidar


de Oscar, mientras estás aquí?

― ¿De feo? ― Trey sonrió cuando el perro levantó la cabeza y gruñó ― Claro.

Diskant calmó al perro dándole palmadas en la cabeza.

― Gracias, hombre. Te llamaré más tarde.

Salió de la habitación y se fue directamente a la cocina. La comida que había


preparado anteriormente en la mañana estaba en el microondas: jamón, galletas y
huevos revueltos. Él puso todo en un plato y también tomó la mantequilla,
mermelada de frambuesa y una jarra de jugo de naranja. Después de poner todo en
una bandeja, salió de la cocina y se dirigió directamente al dormitorio, renunciando
a un viaje a la sala de lavandería. Al diablo con la ropa. Ella no los necesitaría por un
largo tiempo. Después de que ella comiera, sería su turno para alimentarse. Y
planeaba tomarse su tiempo disfrutando de cada rincón de su cuerpo.

25
El olor del aire húmedo de Nueva York le golpeó en la nariz en el momento en que
abrió la puerta, y él lo sabía. Un rápido vistazo a la ventana abierta, y luego a donde
deberían estar los zapatos y el bolso confirmó lo que ya sabía.

Ella se había ido.

Lanzando la bandeja sobre la cómoda, se precipitó a la ventana, consumido por el


pánico y la furia. Nunca debería haberla dejado sola, no como estaba. Ella estaba
excitada, pero antes, ella había sido aterrorizada. Por supuesto que ella huiría. Él no
le había dado ninguna razón para no hacerlo.
Ni siquiera sabía su nombre.

― ¡Trey! ― Rugió y se acercó a la cama para recuperar la almohada donde había


dormido.

Fuertes pisadas de abajo sonaban como una estampida de una manada de toros. Su
amigo apareció en la puerta en cuestión de segundos, preparado para la guerra y
dispuesto a arrasar.

― ¿Qué está mal?

― Ella se ha ido ― gruñó con disgusto, furioso consigo mismo. ― No debería


haberla dejado sola. No hasta que le explicara las cosas a ella.

Lanzó la almohada a Trey y fue al armario para recuperar sus zapatos.

― Estas son suyas. Diles que ella lleva puesto una camiseta cubierta por mi olor y
que va a pie. Voy a tratar de localizarla desde aquí.

― ¿Por qué no llamas a Wade? Puede localizar a cualquier persona con unos pocos
clicks de su ordenador portátil.

Diskant regresó del armario, con los zapatos en la mano.

― Debido a que tienes que tener un nombre para iniciar la búsqueda.

Los ojos de Trey se estrecharon. ― Dijiste que su nombre era Pinkie.

― Le di ese nombre mientras ella estaba inconsciente. ― Diskant sacó un par de


calcetines de la cómoda y se sentó en la cama para ponerse los zapatos, y añadió
tímidamente: ― No tuve la oportunidad de preguntarle por su nombre real cuando
se despertó.
26
― ¿Así que no sabes su nombre?

― No.

― ¿O dónde vive?

― No.

― ¿Qué hay donde trabaja?

― No ― le espetó.

― Entonces, ¿Qué sabes? ― Trey le preguntó con impaciencia.

― Tiene suerte de tener un poco más de 1,50 m. Ella es rubia, hermosa y tiene los
ojos azules más grandes que he visto nunca, mierda.

Y huele a gloria.

― ¿Eso es todo lo que tienes para seguir? ¿En una ciudad tan grande como Nueva
York?

Se levantó y recogió su teléfono móvil y la billetera. ― Correcto.

― Odio tener que decirte esto... ― Trey lo detuvo con una mano en el hombro y lo
miró directamente a los ojos ―... pero estás jodido.

27
Capítulo 3

― Necesito dos tiros de Jack Daniels, dos tiros de Hennessy (coñac) y una jarra alta
de Smithwicks (cerveza). ¿Y puedes ponerle un poco de movimiento? He estado
esperando más de diez minutos.

Ava asintió ante la orden abrasiva y siguió avanzando por la línea, trabajando en tres
pedidos anteriores, tratando de no mezclarlos. El club se cerró de golpe, el bar
estaba lleno y no estaban ni cerca de alcanzar su punto máximo todavía.

¡Qué manera de mierda de gastar...!

― Tú eres la chica de cumpleaños, ¿eh? ― Una mano se movió junto con la


pregunta, y ella se vio obligada a permanecer inmóvil mientras que un billete de un
dólar estaba atrapado en su escote con un clip de papel, como una manera de decir
que era un año mayor. Cuando el hombre terminó, le dio unas palmaditas en la zona
superior de su pecho. ― No te lo gastes todo en un solo lugar, cariño.

Ella sonrió ante la idiotez y siguió su camino. Todo lo que tenía que hacer era
aguantar las próximas cuatro horas. Después estaría en un autobús a Sevierville,
Tennessee. Su propio paraíso privado del mundo. El tiempo no podía dejar de pasar
con la suficiente rapidez.

― ¡Ava! ― Su jefe le ladró desde el otro lado de la barra. ― Vamos a hacer la


subasta en pocos minutos. ¡Quiero lograr que se haga antes de la diez!

Ella se detuvo en medio del vertido de un tiro de Crown, se volvió hacia él y sacudió
la cabeza.

― ¡De ninguna manera, Brett! ― Ella gritó sobre de las voces. ― Me engañaste para
trabajar esta noche, pero eso es todo.

Brett llenó una jarra de cerveza y se la entregó a un cliente. Se limpió las manos en
una toalla metida dentro de sus pantalones negros de vestir y se acercó. Ella volvió
su atención hacia el vaso medio vacío y siguió vertiendo la bebida, cuando lo sintió
en su espalda.

― Es una tradición, Ava.

― No me importa. ― Se acercó a la izquierda y puso la copa en una bandeja. ― No


me voy a subastar a mí misma al mejor postor para hacer dinero rápido.

28
― Sabes que no es así. Es todo muy divertido.

Ella se dio la vuelta y se encaró con el camarero, DJ a tiempo parcial y propietario


del Club Liminality. Era el sueño húmedo de toda mujer: alto, pelo rubio, ojos
verdes, un rostro masculino con una nariz ligeramente torcida y la sonrisa más
increíble que jamás había visto, pero el jefe no era uno para dormir alrededor. Esa
fue una de las cosas que más admiraba en el hombre. Sin embargo, Brett estaba
involucrado en algún tipo de magia que ella fingió no tener en cuenta. Meses de
trabajo conjunto y ella no podría decir a ciencia cierta en lo que él estaba.

― Dije que no. Nosotros no estamos en Kansas y esto no es un corral social. Cuando
quiera a hombres extraños pujando por mí ― ella levantó sus dedos e hizo el signo
de comillas ― cestas de picnic, te lo haré saber, Yogi2.

― ¿Qué pasa contigo? ― Cuando ella cogió un vaso limpio debajo del mostrador,
Brett detuvo su movimiento con un ligero toque de los dedos y llamó a otro
camarero para reemplazarla mientras la empujaba hacia un lado. Bajó la voz cuando
se pararon contra el telón de fondo. ― En las últimas semanas has estado nerviosa
como el infierno. Ya no te quedas después del cierre. No llegas temprano para
ayudar a disparar la mierda. Ni siquiera hablas con los clientes. Llegas, haces tu
trabajo y al terminar te vas. No creas que no nos damos cuenta.

Su rostro de preocupación era demasiado difícil de ocultar y se vio obligada a decir


al menos una verdad a medias. Estaba segura de que sus compañeros de trabajo
habían notado el cambio en su comportamiento. Cuatro semanas después de huir
de un cierto alto y fuerte Omega, y ella aún no podía sacar al hombre de la cabeza.
Tratando de evitar lo que habría sido un desastre seguro, ella se había atrincherado
dentro de su casa, aventurándose a salir sólo cuando fuera necesario, y le dijo a
Craig Newlander que él podría tomar el medallón y empujarlo donde el sol no brilla.
Desafortunadamente, después de unas semanas el estilo de vida ermitaño había
comenzado a llegar a ella. Ella era un ser social por naturaleza y se perdió la
interacción en el club. Por no hablar de su enorme culo redondo debido a la pérdida
de su rutina habitual en el gimnasio. Ya era hora de volver a conectarse con el
mundo y mantener la cabeza fría.

― Realmente necesito unas vacaciones. Un poco de tranquilidad me ayudará a


reagruparme. ― Cuando él frunció el ceño, le dio unas palmaditas en la mano. ―
Palabra de honor.

Brett se acercó para susurrarle:

2
Yogi: Por el Oso Yogi, el dibujo animado.
29
― Yo sé que no quieres hacer la subasta, pero piensa en él como incentivo para tus
vacaciones. Está lleno de gente, el alcohol fluye y la gente se verá obligada a ser
suelta con sus billeteras. Es un baile. ― Ella lo miró a los ojos de hierba verde y
continuó. ― Compláceme. Deja que el club te envíe con un bonito y enorme bono.

― ¿Y si no lo hago?

― Voy a trabajar tu horario para que estés en cada noche de sábado durante un
año.

Eso provocó una mueca de dolor. Un año de trabajo cada noche de sábado estaría
malditamente cerca de matarla. Brett sonrió cuando ella rodó los ojos y asintió. Él
subió la cabeza hacia la derecha, en la dirección de un gran grupo de cambia-formas.

― Ten cuidado de los motociclistas y nos vemos en el centro del escenario.

Observó a Brett antes de volver su atención al grupo en el otro extremo dela barra.
Una punzada de aprensión la golpeó. Durante la mayor parte en el club solo tenía
que soportar a motociclistas con ropa de cuero y varios tatuajes, pero cuando la
percepción llegó a su mente se dio cuenta de lo que eran de verdad.

Maldita sea

Otra cosa que había cambiado en las últimas semanas era la notable ausencia de
cambia-formas en el club. Se dio cuenta de la primera noche en que regresó a
trabajar después de reunirse con Diskant Black, la población peluda no estaba
haciendo sus apariciones habituales y tenía la esperanza de que tal vez habían
encontrado un nuevo club para asistir. Aparentemente no, ya que estaban de
regreso con fuerza. Había seis de ellos en total, cuatro hombres y dos mujeres. Los
hombres eran asiduos, aunque sólo los conocía de vista. Tomando un paño limpio y
secándose las manos, se acercó a la barra y se detuvo cuando sus pechos se
apretaron contra el mostrador de madera.

― ¿Qué puedo conseguirte?

Uno por uno, fueron nombrando sus bebidas: vodka, whisky, Cape Cod, Orange
Rambler, hasta que llegó hasta el último hombre encaramado al otro lado del
mostrador. Era un asiduo regular, ella lo reconoció, el tipo por lo general se sentaba
tranquilamente en el bar y observaba todo a su alrededor. Tenía el pelo castaño y
corto, había una sombra en su cara que indicaba que él necesitaba un afeitado. Sin

30
embargo, sus ojos de caramelo estaban en alerta máxima, y cuando se encontró con
su mirada se dio cuenta de que estaban congelados en ella.

― Yuengling de barril.

Se armó de valor para no mirar hacia otro lado cuando le preguntó:

― ¿Alta o baja?

― Alta.

Durante la preparación de las bebidas, podía sentir el peso de las miradas de los
cambia-formas. Él la observó mientras ella recogió los vasos, sirvió las copas, mezcló
el Rambler y el Cabo Cod y se dirigió a la máquina para llenar la jarra alta con la
cerveza fría de su elección. Ella trajo las bebidas y las colocó sobre el mostrador.

― Esto van a ser treinta y dos.

― Ya lo tengo. ― Él rompió su mirada para recoger la cartera. Buscó el dinero que


estaba dentro, sacó un par de billetes y se los pasó por encima. ― Quédese con el
cambio.

Ella rehuyó cuando ella le tendió la mano para aceptar el dinero en efectivo, y en
lugar de entregarlo, él trajo la cabeza más cerca y olfateó el aire.

Ella gritó cuando su barbilla rozó la mano y ella se tropezó con una caja vacía en el
suelo.

― ¿Qué cree que está haciendo?

― Tu perfume ― él respondió ― Parece familiar.

Muy enfadada ahora, dio un paso adelante, le arrebató el dinero en efectivo y le


informó enérgicamente:

― Yo no me pongo perfume.

Su mano salió disparada antes de que pudiera hacer una salida precipitada, fuertes
dedos envueltos cómodamente alrededor de su muñeca. Él trajo su cuerpo por
encima del mostrador y apretó la nariz contra la palma de su mano, sus fosas
nasales se dilataron en el monte de Venus. Los cambia-formas junto a él estaban
tranquilos, observando con curiosidad.
31
― Definitivamente familiar ― gruñó en un timbre bajo.

― Va a dejar ir mi brazo ― ella dijo cada palabra claramente. ― Antes de que llame
a seguridad.

― Trey... ― Uno de los hombres al lado del cambia-formas comenzó a interrumpir


abruptamente cuando la soltó. Sus ojos caramelo cambiaron, convirtiéndose en oro.

Ella se fue antes que cualquiera de ellos pudiera ver lo nerviosa que estaba. Le
temblaban las manos y el corazón le latía con fuerza, mientras colocaba el dinero en
la caja y metió el cambio en un frasco de propinas. Los cambia-formas eran las
criaturas más extrañas. Siempre oliendo, lamiendo y luchando por ascender en la
jerarquía. Sin lugar a dudas que estaba tratando de fortalecer su posición en su
grupo y marcar su lugar en el club.

O tal vez se divertía asustando a las mujeres.

― ¡Ava! ― Delmar, uno de los porteros más amigables, la llamó a la pista. ― ¡Brett
dijo que muevas el culo!

― Ya voy, ya voy ― ella se quejó.

Antes de que saliera de la barra ella por casualidad dio un vistazo al cambia-formas
con el fetiche de oler. Él estaba con un teléfono móvil ahora, hablando en voz baja, y
esos ojos de oro brillantes se centraron exclusivamente en ella. Su estómago se
retorció y se dio la vuelta, marchando para enfrentarse al escenario de la subasta.

Esta noche no podría ser peor ...

La música se detuvo, el centro de atención en el centro del escenario impregnaba la


oscuridad del club y oyó la profunda voz de Brett a través de la multitud.

― ¿Puedo tener su atención? Tenemos un cumpleaños en la casa, y ya saben lo que


eso significa!

Un coro de vítores e insinuaciones sexuales llegaron a sus oídos y ella se estremeció.


Ese golpe. Se acaba de hacer.

****

¿Era posible?
32
Trey Veznor no podía creer el giro de los acontecimientos. Allí estaba él, con sus
compañeros de manada por primera vez en un mes, y la causa de su sufrimiento ―
y el sufrimiento a toda la manada ― estaba de pie delante de él con el ceño fruncido
en su rostro. Nunca olvidaría ese dulce aroma, y la descripción que D le había
pasado ― el pelo corto rubio con contornos rosa enterrados dentro, ojos azules
grandes.

Sin lugar a dudas hermosa.

D se había vuelto como un loco cuando el pequeño duende desapareció y había


pedido la asistencia de todas las comunidades cambia-formas para localizarla. Dado
que el Omega había nacido hombre lobo, unos doscientos años atrás, y de la misma
manada de Trey, significaba que la solicitud era personal. Había elegido un lugar
para recorrer todas las semanas, Brooklyn, Queens, Bronx, Staten Island y
Manhattan fue la última parada.
De toda la pura suerte.
Parecía que Pinkie trabajaba en Times Square, justo en el centro de la acción, y
había estado a la vuelta de la esquina de D todo el maldito tiempo.

Jodidamente increíble.

Sus ojos no se apartaban de la pequeña hembra cuando cogió el teléfono y llamó al


número de D. Él no podía permitir que ella desapareciera de nuevo.
Las últimas semanas habían sido horribles. D estaba siendo un hijo de puta de muy
mal humor. Gracias a Dios que finalmente estaba a punto de ser acoplado y follado.
Trey no podría soportar su actitud hosca por mucho más tiempo. Diskant respondió
al segundo tono.

― Será mejor que lo hagas bien.

― Club Liminality. Ven aquí. Ahora. ― Cerró el teléfono y terminó la llamada antes
de que D pudiera hacer preguntas.

El hombre ya estaba al borde de la locura, y decirle que había encontrado a su mujer


sería solamente irritar a sus bestias y ponerlo de mal humor como la mierda. No es
que Trey culpara a su compañero de manada. Dos veces le había dado esperanzas
sólo para descubrir que estaba equivocado. Por lo menos ahora el pobre bastardo
no sufriría otra decepción.

33
El pelo en la nuca de Trey se levantó y volvió la cabeza para mirar a la multitud.
Sintió otra vez, esa sensación de ser observado. En las últimas semanas, la sensación
de peso de los ojos de alguien sobre él, había sido una constante.
Aspiró profundamente, tratando de oler el aire, pero lo único que consiguió fue
principalmente el humo del cigarrillo, el tabaco y otros olores repugnantes,
incluyendo el olor corporal, perfume y alcohol barato. Esperó, anticipándose a la
sensación fugaz que a veces sentía, de una mano fantasmal peinando su pelo ...

― ¿Es ella? ― Su segundo al mando, Nathan, preguntó y golpeó distraídamente a


una de las hembras cuando ella trató de acariciar su rostro. Ante el asentimiento de
confirmación de Trey, dijo: ― Me pareció reconocer el olor, pero no podía estar
seguro.

― El olor que había en la almohada no era muy fuerte. ― Trey cogió una jarra de
cerveza fría y tomó un gran trago, escuchando atentamente el anuncio del vigésimo
séptimo cumpleaños de Ava, seguido de los términos de la subasta para ganar un
baile erótico de la chica del cumpleaños.

Las ramificaciones de tal cosa sumando dos mas dos, era la madre de todos los
desastres.
D podría rasgar la garganta de cualquier macho por sólo mirar a esa mujer. Si
estuviera sentada en el regazo de un pobre humano cuando Diskant llegara,
retorciéndose y girando...

Sería un maldito baño de sangre.

Después de limpiar los labios con el dorso de la mano, Trey murmuró:

― Supongo que tendré que ganar ese baile.

― ¿Crees que es una buena idea? ― Los ojos verde―avellana de Nathan se


encontraron lentamente con la mirada de Trey, antes de que él desviara la mirada.

― No, en realidad no. ― Él golpeó la jarra sobre el mostrador. ― Pero puedo


manejar a D. Él matará a cualquier otro.

― No lo sé... ― Nathan fue interrumpido cuando comenzó la subasta.

― ¡Cinco dólares! ― Un borracho gritó en voz alta.

― ¡Diez! ― Gritó otro.

34
Trey se quitó la chaqueta de cuero y se la entregó a Nathan. Gracias a Dios era una
noche casual y que él no había tenido que molestarse con pistoleras, pistolas o
cuchillos. Se peinó con una mano por el pelo rebelde y cogió la jarra de cerveza,
bebiendo todo en tres grandes tragos. Suspiró suavemente, dejó caer la jarra vacía y
se volvió hacia su Beta.

― Reúne al equipo y que nos esperen en la puerta. Cuando D llegue tendrás apenas
unos segundos antes de que él recoja su olor. Te sugiero que utilices ese tiempo
para explicar por qué su mujer está sentada en mi regazo.

No esperó a oír lo que Nathan quería decir. Estaba a punto de bailar con fuego y
gasolina en el ejercicio de un puñado de explosivos. Pero en este punto, ¿tenía
alguna otra opción?

Golpeando con el hombro los cuerpos en su camino, se detuvo en frente del


escenario iluminado con un suave pero brillante, foco amarillo claro. Una silla de
metal liso se colocó en el centro, la superficie brillante esperando al afortunado que
se sentaba en él. La hembra estaba obviamente incómoda con la situación. Estaba
inquieta y miraba al locutor como un conejo aterrorizado.
Sin querer ser demasiado obvio, esperó su turno y gritó:

― Cincuenta dólares ― después de que algún idiota gritara cuarenta y cinco. La


mirada azul oscuro de Ava se levantó, y cuando ella lo reconoció como el postor
entrecerró los ojos mientras sus labios rojos se apretaban en una línea. Él sabía lo
que significaba esa mirada, la había recibido aquí y allí en unas cuantas ocasiones y
recibió el mensaje fuerte y claro.

Ni siquiera pienses en ello.

Maldita sea, lo tenía todo mal. Ella no estaba mansa, dócil o asustada. Estaba
enfadada, insultada y molesta.
Sabiendo que era lo peor que podía hacer, Trey sonrió al ver su expresión lívida. Esto
sólo la hizo estar más enojada. Sus mejillas de alabastro sonrosadas y sus ojos azules
medianoche brillaron en la advertencia. Cuando otro hombre superó su oferta tenía
el perverso placer de subir la apuesta, aunque sólo sea para verla ponerse furiosa.

Oh, D, pensó, riéndose de sí mismo. Estás jodido.

35
Capítulo 4

Diskant no se molestó en aparcar su motocicleta en uno de los espacios asignados


en la calle, prefiriendo girar y detenerse en la parte trasera del Club Liminality. Las
nubes de vapor bailaban contra las paredes de ladrillo oscuras cuando llegó a su
destino, dejando un tubo doblado de metal conectado a la cocina.
Los olores de aceite de cacahuete, alitas de pollo, jalapeños, salsa barbacoa y palitos
de mozzarella flotaban pesadamente en el aire invernal. Su estómago se retorció y
gimió de dolor, un triste recordatorio de que se había olvidado de comer algo
sustancial antes de ir a la reunión en Queens con el Alfa de la manada, un jaguar
amigo íntimo, sólo una hora antes.
Tomando la decisión inmediata de pedir algo para comer mientras se encontraba en
las proximidades, aparcó la moto al lado de la entrada de la cocina. Guardó la llave,
bajó el asiento de cuero, se frotó las piernas y calmó los músculos contraídos
mientras giraba el cuello. Voces se fusionaban con el clamor ensordecedor de tapas
y sartenes golpeando a través de la puerta de metal. Nada más que otra noche
agitada en uno de los clubes de cambia-formas más populares en Nueva York.

Maldito Trey

Cualquier cosa podría estar sucediendo en el interior. Diskant podía estar


caminando hacia un concurso de meadas, una discusión entre amantes o una
disputa territorial. A veces le gustaba tener sexo rápido y dulce, pero nunca tolerada
crípticas conversaciones telefónicas.
Además, caminando a ciegas nunca era una buena cosa cuando se encontraba en un
lugar público, especialmente cuando el dueño del bar y su mejor amigo era un
maldito brujo.

Brett McGovern ya había advertido que no toleraría más mierdas de los cambia-
formas en la zona. Los estragos de la última pelea, le había obligado a cerrar el club
por más de una semana para las reparaciones, y todavía tenía que lidiar con los
putos policías, después de recibir quejas extrañas de personas acerca de hombres y
mujeres a los que les brotaban pieles y colmillos. Afortunadamente, la policía de
Nueva York pensaba que las drogas fueron un factor determinante para tales
alucinaciones. Aún así, había muchas más personas conscientes de su existencia de
las que a Diskant o Brett les gustaría.

Sólo entrar, ocuparse de los negocios y largarse. Sin alharacas, sin despeinarse.

Mientras se acercaba a la mugrienta puerta de metal, sus pensamientos se volvieron


una vez más a la pequeña elfa rubia celestial con las mejillas encendidas y labios

36
entreabiertos, y los ojos llenos de pasión. Ella olía tan jodidamente bien, femenina y
almizclada, estaba excitada a pesar del miedo...

Los recuerdos hicieron que su erección creciera hasta el punto de empujar sus
pantalones de cuero, mientras que los animales dentro de él estaban perdiendo la
paciencia. Dos veces pensó que la había encontrado, pero sólo aumentó su
frustración y la necesidad de encontrarla y reclamar lo que instintivamente sabía
que era suyo. Desesperado por el alivio, había intentado follar con una leopardo
muy dispuesta a tomarlo duro. El esfuerzo fue frustrado cuando el lobo, el oso y el
jaguar amenazaron con arrancarle la garganta en el proceso.
Su reputación de fantástico follador se fue en picada, y ahora el único alivio que
podía experimentar era cuando estaba en la ducha trabajando con su propia mano.
Ninguna mujer ― cambia-formas o no ― arriesgaría su vida por unas horas de
placer atronador.
Sólo había una mujer que podría saciar la necesidad de aparearse, y si él no la
encontraba pronto, sería capaz de matar a alguien. Él era una bomba de tiempo,
peligroso para todos a tu alrededor, incluyendo a aquellos venían a él para
protección y orientación.

Ajustando su polla y las pelotas, Diskant sacudió la cabeza y respiró hondo, tratando
de enfriar el voraz fuego que incendiaba su sangre. Las últimas semanas habían sido
un infierno. Los sueños húmedos comenzaron la primera noche después de
encontrar a su compañera ― imágenes de Pinkie de rodillas, tomando su polla entre
sus labios mientras él bombeaba en la parte posterior de su garganta hasta que
llegó como un géiser ― y tener que despertar cada mañana cubierto en esperma
pegajoso como un adolescente que no puede controlarse, comenzaba a molestarlo.
Él estaba en un constante estado de excitación, y peor aún, no era capaz de hacer
cualquier mierda sobre él.

Frunció el ceño ante las manchas de grasa en el pomo de la puerta y anunció su


presencia pateando la puerta en lugar de llamar. Huellas digitales individuales se
extendieron por todo el lugar, y algunos de ellos parecía que estaban cubiertos con
un puñado de copos marrones.

Cristo. ¿Es que estaba empanado?

― ¿Qué demonios quieres? ― Alguien gritó a través de la barrera metálica de


espesor.

― ¡Chávez! ― Él gruñó y esperó, molesto por los gruñidos de su estómago


provocado por el aroma embriagador de los alimentos.

37
― ¡Espera! ― Diskant oyó la voz del jefe de cocina antes de que tronara: ― ¡Maldita
sea, Torino! ¡Fuera de mi camino antes de que te ponga de lavaplatos!

La puerta se abrió hacia afuera y Diskant utilizó el tacón de su bota para mantenerla
abierta mientras caminaba. El olor de la fritura, la clase que obstruye las arterias, se
mezcló con el aroma delicioso de los platos recién hechos por Chávez, o más
específicamente, el olor metálico de una carne recién cortada. La sección VIP estaba
abastecida con los más selectos entremeses y platos compuestos de carne, mariscos
y pastas.

― ¿Qué demonios estás haciendo aquí? No he recibido ninguna orden.

Chávez estaba frunciendo el ceño, pero Diskant estaba seguro de que no era sólo
por su presencia en el club. El antiguo chef era bastante astuto y no toleraba
ninguna mierda. La única razón por la que permitió a Diskant mucho margen de
maniobra era por la cantidad obscena de dinero que dejaba caer cuando se veían
obligados a pedir comida para las juntas de la manada. Por no hablar de la hija muy
humana de Chávez, quien era la compañera de sangre de un leopardo en Brooklyn,
es decir, justo en el centro de su dominio.

― He quedado con alguien. ― respondió evasivamente Diskant ― ¿Crees que


puedes prepararme un filete o dos para llevar a casa? No me quedaré mucho
tiempo.

Un guiño fue la única respuesta que recibió, pero Diskant tomó la respuesta como
un sí. A Chávez no le gustaba ser molestado cuando estaba corriendo contra el reloj,
pero proporcionaría su petición.
Esquivando a los aspirantes a chefs de su camino, Diskant se abrió paso a través de
la cocina y se fue por el pasillo donde estaban los baños. Los olores de los alimentos
recién preparados eran demasiado fuertes para permitir una buena aspiración del
club a la vuelta de la esquina, pero sabía en el momento en que llegó a esta zona del
club que su nariz le guiaría el camino.
Por extraño que parezca, sus orejas fueron capaces de distinguir los silbidos de más
allá. La música no era la habitual basura punk y techno que la mayoría de los clientes
prefieren.
Sonaba casi como...
El DJ estaba tocando un puto blues. La canción le era familiar, lenta y conmovedora,
la voz irradiaba dolor y nostalgia, junto con el silbido característico de una guitarra
eléctrica.

El Beta de Trey, Nathan, apareció delante de Diskant antes de llegar a la final de la


sala, los iris de color avellana del hombre lobo brillaban en alerta. Nathan levantó la
38
mano e intencionalmente colocó su cuerpo delante de Diskant, una cosa muy
estúpida de hacer.

― Espera, D.

― Cuidado, cachorro ― gruñó, mirando a los ojos parpadeantes de Nathan. Era


imposible no hacerlo. El Alfa en él no se echaría atrás de otro hombre, no podía y
todo el mundo sabía lo mucho que su paciencia estaba agotada últimamente.

Nathan bajo la mirada en un alarde de respeto y sumisión, pero no se movió.

― Necesito decirte algo antes de que entres en el club. Se trata de Trey ...

Las orejas Diskant dejaron de funcionar en ese punto. Se trataba de la maldita nariz.
El aroma que atrapó era uno que había soñado, delicioso y dulce, miel y almizcle,
canela y azúcar. Esta vez ella estaba sudando, y el aroma embriagador provocó que
su cuerpo estallara en temblores. Casi podía saborear esas pequeñas gotas de sudor
en su lengua, salado, húmedo y oh tan jodidamente femenina.
Era vagamente consciente de Nathan a su lado mientras empujaba a los transeúntes
al azar fuera del camino. Su corazón era como un martillo neumático en su pecho,
latía a un ritmo constante, pero en aumento.
La sala se movió cuando su visión se transformó y cambió. Todos los animales
dentro de él querían asegurarse de que no estaban siendo engañados. Él les
permitió subir a la superficie, contenida solo por la barrera de la piel. Un ronroneo
constante irradiaba de su pecho, seguido inmediatamente por un gruñido gutural.

El gran centro de atención sobre el escenario brillaba en su pelo, destacando las


hebras al azar de color rosa. Ella estaba sentada a horcajadas sobre una silla,
balanceando sus caderas de lado a lado. Moviéndose hacia arriba y abajo, a la
izquierda y luego a la derecha, hacia adelante y luego hacia atrás. Su culo era
hermoso, redondo, maduro, firme y suave. El pensamiento de bombear en su calor
apretado envió un espasmo por su columna vertebral.
El animal en él quería separar esas exuberantes mejillas, encontrar la pequeña
roseta y dominarla de la forma más primitiva imaginable.
Inclinando la cabeza, ella arqueó sus hombros como si estuviera ofreciendo sus
pechos a un amante, y su atención se desvió. Él gimió, recordando esos pezones
rosados que se burlaban de él por debajo del encaje negro. No los descuidaría por
segunda vez y no podía esperar a pellizcar en las pequeñas perlas con los dientes
antes de calmar la picadura con su lengua.

Los hombres que rodeaban el escenario expresaron su aprobación, gruñendo y


aplaudiendo por más. No le importaba, de hecho, se pavoneó. Los cambia-formas
39
eran criaturas muy sexuales, y no tenía ningún problema con la desnudez,
voyeurismo o cualquier otro tipo de fetiche. La multitud tenía todo el derecho de
admirar a su compañera, y él quería que ellos se saciaran. Porque, con o sin público,
pertenecía a un hombre, y él sería el único que podría tocarla, saborearla o follarla
hasta perder el sentido.
Cuando la música terminó con una última nota de guitarra, levantó la pierna
izquierda y se apartó de la silla. Los ojos de Diskant se
centraron en el cuerpo que había estado oculto hasta ahora y casi gritó con furia.

Trey estaba en el asiento, con las manos hacia atrás. Sus ojos estaban nublados por
el deseo y su polla estaba obviamente deseosa de corresponder a la atención, como
lo indicaba la carpa instalada en la parte delantera de sus malditos pantalones de
cuero en un saludo de aprobación.
Como si sintiera la presencia de Diskant, Trey volvió sus ojos lujuriosos y lo miró
directamente a los ojos. El club de pronto estaba cubierto con una niebla de color
rojo oscuro al igual que la ira que sentía por dentro.
Nunca había experimentado tanta rabia asesina. No quería hacerle daño, desarmar y
desactivar. Necesitaba atacar, derribar y destruir.

― ¡Hijo de puta! ― Diskant saltó al escenario y abordó tanto a Trey y a la silla en un


solo golpe. El objeto de metal doblado bajo el peso de los dos cuerpos, se arrastró
hacia la izquierda antes de caer fuera del escenario con un ruido ensordecedor. ―
¡Voy a arrancar tu maldita columna vertebral!

― D, escucha ... ― la explicación de Trey fue interrumpida cuando los nudillos de los
dedos de Diskant se encontraron con sus dientes. El labio inferior de Trey y el olor
de la sangre impregnaba el aire.

Lívido, Diskant daba puñetazos a Trey de nuevo y envolvió su mano libre alrededor
de su garganta. Si Trey hubiese sido un ser humano y no un cambia-formas, la
presión de los dedos de Diskant habría roto el cuello de su mejor amigo. En cambio,
se limitaba a cortar el suministro de oxígeno de Trey.

― Dios... Maldita sea ... ... D. ― Trey se atragantó mientras luchaba por liberarse. ―
Escúchame...

Diskant levantó su brazo hacia arriba, por segunda vez, con la intención de
responder a la petición con más de lo mismo, cuando unos dedos temblorosos lo
agarraron de la muñeca y una suave voz susurró:

― Detente

40
Cristo, su voz era potente. Todo su cuerpo se estremeció ante su toque y dominio,
temblores corrían desde el cuello hasta los dedos de los pies. En ese momento toda
la rabia se evaporó. La ira cambió, convirtiéndose en algo diferente. Una necesidad
sexual pura se estrelló contra él, tan potente que no pudo reaccionar al puñetazo
que Trey le atizó cuando él no estaba mirando.

Todos los animales dentro de él lucharon, disputando quién sería el más potente y
podría hacer sus demandas primero. El gato quería lamer su coño y devorar su
crema, el Lobo quería marcar su garganta mientras la follaba por detrás, y el oso
quería dejar sus marcas en cada lado de su frágil cuerpo mientras golpeaba en su
coño caliente una y otra vez.
Soltó a Trey en el mismo movimiento que se levantó y la agarró por la cintura. Ella
abrió la boca y sus ojos azules se elevaron a su rostro, revelando un gran temor.
Inclinándose, le pasó un brazo por debajo de las rodillas.

― ¿Qué estás haciendo? ― Ella balbuceó cuando él la levantó y la acunó entre sus
brazos sin esfuerzo, como lo haría un marido que estaba a punto de cruzar el umbral
de su nuevo hogar.

Él no apartó la mirada, queriendo que vea los cambios en el iris, lo que permitió a
sus bestias verla simplemente como ella los vio. Piscinas gemelas de azul
medianoche fueron eclipsadas cuando las pupilas se dilataron hasta que sólo una
pequeña porción del color estuvo presente.

― Lo que debería haber hecho hace un mes. ― Su voz no era del todo humano, se
dijeron las palabras con una explosión causada por el desplazamiento y ondulación
de sus cuerdas vocales.

Los susurros apagados que los rodeaban no importaban. Él saltó del escenario y dejó
a Trey recuperándose. Demasiado tiempo había esperado, pero no más. Él sólo
quería aparearse con ella y reclamarla. Tenían tiempo para resolver las torceduras
después. Ella ni siquiera podía entender lo que estaba sucediendo, pero sabía que
también anhelaba su toque. Independientemente de sus diferencias ― el hecho de
que no sea una cambia-formas, sino humana ― una hembra acoplada siempre llegó
a su prometido.

― Alto ahí, Diskant. ― Brett le cerró el camino con un pequeño bastón en la mano.
Para el observador casual, parecía solamente un bate de béisbol en miniatura, pero
Diskant era lo suficientemente inteligente como para saber que un toque en su
cabeza lo iba a noquear durante varias horas. ― Pon a la chica hacia abajo.

41
― No intentes detenerme, Brett. ― Él gruñó y se llevó el cuerpo pequeño a sus
brazos más cerca de su pecho. ― Es mi compañera. Nada de lo que hagas puede
detener lo que se ha puesto en movimiento.

Pinkie dejó escapar un gemido ahogado y empezó a luchar, haciendo una extraña
sensación de tocar algo dentro de él y, por primera vez, él olía más que una cantidad
comprensible de la ansiedad. El terror le quemaba la nariz como la pimienta roja y
viajó a la parte posterior de la garganta, casi asfixiándolo. Algo la asustó, pero ¿qué?

La comprensión lo golpeó inesperadamente.


Ella era obviamente humana, así que ¿cómo podía saber lo que significaba su
declaración? ¿El hecho de trabajar alrededor de criaturas sobrenaturales causó que
ella tenga el conocimiento de algún tipo?
¿Sabía lo que era?

― Estate quieta. ― Él bajó la voz y susurró contra la delicada curva de su oreja,


negándose a reducir su control, poniendo a prueba su teoría. ― Tú me dejaste antes
de que rompiera el cuello de mi amigo en el escenario, y estoy dispuesto a adivinar
que era para evitar que llamen a la policía, como la última vez. ¿Sabías que esta
lucha no era más que una pequeña disputa? Un leopardo pisó el pie de un lobo y se
negó a pedir disculpas. Pero eso no era nada comparado con lo que podría haber
sucedido hoy. Estamos luchando por nuestro compañero. No es buena idea tener a
cambia-formas peleando por sus mujeres. De hecho, esto podría ponerse
francamente sucio.

Ella se quedó en silencio y escuchó los susurros apagados de aire que dejó escapar a
través de la nariz. Ella sin duda sabía lo que era, lo que todos ellos eran. No estaba
seguro de cómo o por qué, pero no iba a perder el tiempo en el club preguntando.
Tenían cuestiones más importantes que discutir.

― Ven conmigo de buena gana ... ― ordenó en un tono gutural, ― ... o puedes
esperar lo peor. Brett no te dejará salir conmigo, a menos que dejes claro que es lo
que quieres, y estoy listo para pelear con él si trata de intervenir. Contra viento y
marea, Pinkie, no me iré sin ti. Y no, esto no es una amenaza. Es una puta maldita
promesa.

― ¿Ava? ¿Te importa explicar qué demonios está pasando? ― Brett miró el bulto en
sus brazos y Diskant luchó con la sonrisa que amenazaba con salir a la superficie
cuando se enteró el nombre de su compañera. Era hermosa, sin duda, pero pasó
muchas semanas pensando en ella como Pinkie, y no podía imaginar refiriéndose a
ella de cualquier otra manera.

42
― Te dije que un baile erótico era una mala idea. ― Miró a Diskant brevemente
antes de volver su atención a su jefe y murmuró: ― No me di cuenta que estaría
aquí esta noche.

― Así que ¿lo conoces? ― Brett no parecía convencido. Un guiño fue su respuesta y
los ojos de Brett se estrecharon. ― No me mientas.

― No estoy mintiendo. ― Su voz era firme ahora y el temor que Diskant había olido
fue reemplazado por la ira. ― Te dije que no era necesario subir al escenario esta
noche. No escuchas. Si lo hubieras hecho podríamos haber evitado todo este fiasco.

― No era consciente de que estabas involucrada con alguien.

Por un momento Diskant vio rojo. ¿Brett estaba interesado en su hembra? ¿Era esto
más que la preocupación de un empresario, por su empleada?. La indignación y la
furia corrían a través de él. Sería capaz de rasgarle los testículos al hombre mago y
dárselos a comer.

Uno por uno al maldito.

― Ahora lo sabes. ― Diskant respondió bruscamente, antes de que Ava pudiera


hacerlo.

― No estaba hablando contigo ...

― ¡Maldita sea! ― Ava gritó. ― No suelo difundir mi vida personal en el bar. No te


debo una explicación. ¡Vete a la mierda!

― ¿Satisfecho? ― Diskant no esperó una respuesta, se movió alrededor del brujo y


se dirigió resueltamente hacia el pasillo.

Nathan estaba exactamente donde lo había dejado, y se movió con cautela a un lado
y bajó la vista para mirar al suelo.
Recordando al amigo que dejó tirado en el escenario, Diskant hizo una nota mental
para llamar a Trey por la mañana y averiguar qué coño había sucedido, pero no esta
noche. Esta noche iba a decir a la pequeña mujer en sus brazos que ella nunca
volvería a tocar a otro hombre porque estaba destinada exclusivamente para él.

Podía ser generoso cuando se trata de miradas y comentarios sexuales, pero él no


era de los que comparten. Y empeoraría una vez que se haya enterrado en lo más
profundo de ella y se corriera mientras empujaba dentro de esas calientes paredes
internas que aprietan y ordeñan su polla como un puño.
43
La humedad en sus pantalones de cuero le dijo que la ranura en la punta de su polla
rezumaba, sus bolas estaban pesadas y listas para bombear su semilla en el vientre
de su compañera y sellar la primera marca entre ellos. Las otras dos marcas
implicarían su confianza implícita y voluntad, pero no tenía que suceder durante
esta noche.
La mayoría de los cambia-formas con compañeros humanos no establecían el lazo
de sangre durante varios meses, dándoles tiempo para prepararse para la multitud
de cambios que vienen junto con la vinculación a un cambia-formas.
El arrugado rostro de Chávez lo estaba esperando cuando entró en la cocina. Los
ojos marrones del Chef se abrieron un poco cuando se posaron en Pinkie, pero por
lo demás mantuvo lo que estaba pensando para sus adentros.

― ¿Eso es para mí? ― Diskant levantó la mano debajo de las rodillas y apuntó a una
bolsa de papel grande que estaba repleta de cajas de espuma de poliestireno.

― Teníamos algunos de pollo parmesano de una fiesta. Me imaginé que era mejor
dártelos a ti en lugar de tirarlos a la basura.

Sí señor, Chávez siempre hacía las cosas bien.

Tomando las dobles asas de la bolsa con el dedo índice en gancho, instruyó:

― Cárgalos a mi cuenta.

― Ya lo hice.

Diskant sonrió y pasó junto al hombre más pequeño, asintiendo su agradecimiento a


la línea de embobados cocineros que le abrieron la puerta de par en par y se
apartó. Cuando salieron del edificio y la puerta se cerró con una fuerte detonación,
Pinkie volvió a la vida, luchando salvajemente.

― ¡Ponme abajo, ahora mismo! ― Ella gritó. ― Lo digo en serio, voy a gritar!

Moviéndola ligeramente, gruñó.

― Si no te detienes, voy a poner la bolsa en el suelo, doblarte sobre mi rodilla y


convertir ese pequeño y hermoso culo que tienes en un bonito tono de rojo.

― No te atreverías. ― Ella sonaba escéptica, pero dejó de luchar.

― No cuentes con ello. He estado en el infierno en las últimas semanas. Entregar


una pequeña dosis de lo que he sufrido podría ser justo lo que recetó el doctor.
44
― No puedo ser tu compañera ― argumentó con voz ronca. ― Lo sabes, ¿verdad?
No es posible.

Se detuvo frente a su moto y subió a bordo, manteniendo su peso equilibrado en el


brazo debajo de sus piernas.

― ¿Y por qué es eso?

― Soy humana ― respondió ella, como si fuera la cosa más lógica del mundo.

― ¿Y? ― La sentó en su regazo y utilizó su brazo libre para recuperar la bolsa con
comida y colocarla en su regazo.

― ¡Y nada!

― No suena como nada para mí, bebé.

Ella comenzó a luchar de nuevo, casi enviando la bolsa a la acera en sus esfuerzos
por obtener la libertad.

― Maldita sea, no va a funcionar, no hay manera ...

Él envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y brazos, obligándola a quedarse


quieta.

― ¿Por qué no va a funcionar? Dime.

― Vas ... vas ... ― Ella se encogió de hombros después de un momento, mirando al
frente, negándose a mirarlo.

Bajando la voz una octava, le preguntó.

― ¿Voy a qué?

― ¿Me harás daño? ― lo soltó de un tirón. ― He oído rumores acerca de lo que


eres, y en caso de que no te hayas dado cuenta, soy un tercio de tu tamaño.

Por primera vez en su vida, su corazón en realidad se sentía cargado de un peso


invisible. Ella podría saber acerca de algunos cambia-formas, pero no sabía nada de
ellos. Un macho moriría antes de hacerle daño a su compañera. Estaba arraigado en

45
él desde su nacimiento, enterrado profundamente en su esencia, un instinto de
protección y defensa, para nutrir y cuidar.

Agarrándole la barbilla, la obligó a mirarlo a los ojos.

― Yo nunca te haría daño. Cree lo que quieras de mí, de mi clase, y nuestro estilo de
vida. Pero confía en esto. Hacerte daño sería como hacerme daño a mi mismo.
Estamos conectados, y a través de ese vínculo vamos a compartir el dolor y el
placer.

La excitación teñía el aire y se esforzaba por no responder a su necesidad. Podía


sentir su confusión y la duda, la incertidumbre y el miedo. Primero tenía que llevarla
a su casa. Darle de comer, hablar con ella, calmarla y finalmente reclamarla.

Acariciando su mejilla con su pulgar, le susurró:

― Voy a llevarte a casa conmigo. Esta cosa entre nosotros no va a desaparecer.


Prometo ser tan paciente como pueda y responder a cualquier pregunta que puedas
tener. Simplemente no me dejes. Eso es todo lo que te pido.

Por un momento le preocupó que pudiera discutir, pero luego ella asintió.

― Siempre y cuando prometas no hacer nada que no quiera que hagas. Vamos a
hablar, nada más.

Recuperó la llave de su bolsillo y sonrió. La tendría tan excitada y desesperada por


correrse, que no sabría la diferencia entre sí y no. Por supuesto, él no le diría eso. La
mejor manera de aprender a veces es saltando de cabeza, y en este caso, la cabeza
estaba haciendo un línea recta hacia el paraíso de entre sus muslos.
Encendió la moto y gruñó en señal de aprobación cuando ella envolvió su brazo
izquierdo debajo de su chaqueta y se aferró a sus costillas.

― No voy a hacer nada a menos que me lo pidas, ¿cómo está eso?

― Soñado ― murmuró y él sólo sabía que ella estaba rodando sus ojos.

Doblando ligeramente la cintura, aceleró la moto y ronroneó:

― Espera, Ava mía. De aquí en adelante, va a ser un infierno de paseo.

46
Capítulo 5

Ellos sólo hablarían.

Sí, claro.

Ava tragó saliva y se mordió el labio al sentir la pronunciada erección de Diskant


presionando contra su espalda cuando llegó detrás de ella para recoger los platos en
el armario de arriba. La longitud dura pinchó, presionó y se frotó contra su columna
vertebral hasta que fue difícil permanecer quieta o estar en silencio.
Fiel a su palabra, él no había hecho nada para ganar su enojo o desaprobación. Sin
embargo, los pequeños gestos como frotarse la barbilla contra su cuello mientras
recuperaba la llave de la moto, sus grandes manos agarrando la cintura para
ayudarla a bajar de la motocicleta, el calor de su aliento acariciando su mejilla
mientras se inclinaba sobre ella para abrir la puerta de la estación de bomberos y el
uso constante del apodo que obviamente prefiere, estaban volviéndola loca.

Sus suaves labios rozaron su oído mientras le susurraba con voz ronca:

― Voy a dejar esto aquí para ti. Me voy al sótano para conseguir una botella de vino
y ver como está Oscar.

Una chispa infinitesimal de calor corrió por debajo de la oreja hacia el cuello,
viajando a la nuca antes que el hormigueo le recorriera la espalda. Hablar estaba
fuera de la cuestión. Su lengua estaba demasiado pesada, al igual que sus pechos,
cuyos pezones se volvían más duros, cada vez que él se acercaba, como invitándolo.

¡Jesús, esto era una locura!

¡Él era un cambia-formas, un Omega! No había ninguna explicación lógica para que
la viera como su compañera.
Por supuesto, el material de lectura que Villati había compartido con ella era
limitado. Le ofrecieron solamente una muestra en un intento de convencerla de
unirse a sus filas con la promesa de conocimientos sin fin. No había nada de
compañeros humanos dentro de estas páginas, ni una sola palabra.
Había aprendido hace mucho tiempo, mientras trabajaba en el club, que los cambia-
formas no tenían citas o se enredaban con humanos. Ella supuso que era debido al
hecho de que las mujeres humanas eran demasiado frágiles para lo que querían
sexualmente. Un movimiento en falso y una noche de sexo consensual podría
terminar en homicidio. De eso estaba segura.

47
― ¿Pinkie? ― El murmullo gutural de preocupación Diskant la sacó de sus oscuros
pensamientos.

Aclarándose la garganta rápidamente, se las arregló para responder de manera


uniforme:

― El vino suena muy bien.

Él movió sus caderas al pasar, lo que le permitió sentir el grosor de su polla cuando
presionó entre sus pantalones de cuero y su blusa de algodón. Se quedó sin aliento,
pero no pudo evitar el espasmo en el vértice de sus muslos, seguido de un diluvio de
fuego y humedad cuando su excitación fluía de su coño y recubría sus bragas. Sus
muslos temblaron, se mordió el labio inferior de nuevo y se obligó a permanecer
inmóvil.
Ella no cedería a la reacción instintiva de apretar las piernas juntas. Si lo hiciera, él se
daría cuenta, y ella todavía tenía algo de orgullo para preservar.
A pesar de que sabía que podía oler su deseo, Diskant no dijo una palabra,
comportándose como un auténtico caballero y saliendo de la cocina para buscar el
vino como había prometido. Ella vio como su cuerpo ondulaba bajo su camiseta
negra ajustada, los músculos de sus hombros retorciéndose y estirándose mientras
salía de la habitación y desaparecía más allá de la puerta de entrada.
Ella se dejó caer sobre el mostrador y apoyó la cabeza sobre sus brazos cruzados,
obligándose a respirar por la nariz en lugar de jadear como una perra en celo.

El fragante aroma de pollo parmesano le habría atrapado si su cuerpo no estuviera


tan condenadamente caliente y adolorido. Ella siempre había anhelado este tipo de
tensión sexual. Sin embargo, en aquel entonces, el hombre al que ella había
deseado no la había asustado o provocado un incendio en su cuerpo.
Mientras que Martin había sido tranquilo, intelectual y no amenazante, Diskant era
impetuoso, masculino y poderoso. Eran polos opuestos, y por una fracción de
segundo, se preguntó cómo en el santo infierno se había sentido atraída por su ex
novio en primer lugar.
A pesar de ser mentalmente estimulante, Martin nunca había sido capaz de
satisfacerla sexualmente. Cuanto más ella había tratado de iniciar el juego en el
dormitorio, más se rebeló en contra de la idea. Era un hombre del misionero hasta
la médula, y es por eso que finalmente terminó su compromiso. Al estar en control
de su vida, las meteduras de pata de su hermano, y hacer frente a las crecientes
molestias de Villati la dejó exhausta. Necesitaba un lugar en el que pudiera
abandonar el peso de las responsabilidades y simplemente ser ella misma, aunque
sólo sea por un corto tiempo.

48
Diskant le daría eso. No había forma de que él le permitiera ser el jefe a su alrededor
o dictar cómo se relacionan sexualmente en el dormitorio. ¿Cómo sería estar con
alguien sin tener que decirle lo que debe hacer? Para concederle la autoridad para
llevar a su placer a su antojo y, a su vez, alimentar su propio placer? Como cambia-
formas estaba libre de la enfermedades y seguro. ¿Qué sentiría al tener una noche
de sexo sin ningún tipo de preocupaciones o repercusiones? Sus bragas ya
empapadas recibieron otro espasmo ante la perspectiva.

¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea!

¡Basta ya! Céntrate en la comida, el ambiente, la atmósfera. Piensa en otra cosa que
no sea el cuerpo de Diskant, su boca y el impresionante tamaño de su polla ...

― Simplemente maravilloso ― murmuró. ― Soy oficialmente candidata a la puta


del año.

Arrancó los envases de espuma de poliestireno de la bolsa de papel sacudiéndolos


sin cuidado. Diskant estaría de vuelta en cualquier momento y a este ritmo, no
tendría que rogarle que cayera de rodillas ante ella. Su impecable sentido del olfato
le diría todo lo que necesitaba saber desde el momento en que se sentara a la mesa,
sirviera el vino y oliera el aire.
Para cuando regresó había logrado calmarse, colocar los platos ya preparados en la
mesa y tomado su propio asiento.
Ella intencionalmente puso el mayor espacio posible entre ellos, situando su plato
en el otro extremo de la mesa circular. A veces lo único que una mujer podía hacer
era jugar en defensa y esperar lo mejor. Si él se sentara a su lado, estaría muy
tentada a saltar sobre la superficie de madera, abrir las piernas y preguntarle si
quería postre antes de la comida.
Una ceja oscura se arqueó sobre uno de sus luminosos ojos de oro y ella sabía que él
había dado cuenta de su esquema infantil.
En lugar de expresar su desaprobación, colocó el vino en la mesa, cogió otro plato y
lo puso en el espacio vacío al lado de él. Luego tomó la botella, se acercó a la mesa
de marfil que corría a lo largo del lado de la pared y abrió un cajón.

― Huelo tu excitación, lo que me dice que estás tan atraída por mí como yo por ti,
pero también huelo tu temor. ― dijo mientras recogía un abridor de botellas. ― ¿Te
importaría decirme lo que te asusta?

Mierda.

Él sabría si ella mentía. Los cambia-formas siempre parecían saber cuando ella
estaba mintiendo en el bar.
49
Inquieta, ella decidió ir a por todas y decirle la verdad.

― Una chica que suele asistir al club entró en el baño de mujeres con un cambia-
formas hace unos meses. Ella casi se desangró en el fregadero después de que él le
abriera la yugular, mientras la follaba por detrás. Ya que fui invitada cenar por
alguien como él, y creo que los dos somos muy conscientes de hacia dónde va esto,
estoy comprensiblemente preocupada.

Él se quedó quieto, sus amplios hombros dispersan la tensión mientras escuchaba.

― ¿Eso pasó cinco meses atrás? ― Él no se volvió hacia ella, abrió la botella y volvió
a poner el abridor en el cajón.

― Sí.

― ¿Fuiste testigo de lo sucedido o escuchaste al respecto?

― Oí hablar él. Los guardias de seguridad bloquearon el acceso al baño y nadie


podía entrar. Pero vi el lío que quedó atrás. Había sangre por todo el lugar.

― ¿Y la persona que las encontró en el interior del cuarto de baño y salió gritando
por ayuda, era cambia-formas?

Frunció el ceño ante la extraña pregunta, lo pensó por un momento antes de


responder.

― No.

― Entonces, ¿cómo sabes que la mujer en el cuarto de baño no era una cambia-
formas?

― Porque todos la vimos cuando salió del cuarto de baño.

Se dio la vuelta y se apoyó en el mostrador, vasos en una mano y la botella de vino


en la otra.

― ¿Y?

― Y ella parecía un cadáver y estaba obviamente en estado de shock.

― Cambia-formas presentan los mismos síntomas después de una gran pérdida de


sangre.
50
― No era una cambia-formas.

― ¿Cómo sabes eso?

― Porque, “Sr. No Puedo Estar Equivocado”, su mente era ... ― ella rápidamente
cerró la boca y se maldijo mentalmente.

Oh, mierda.

Estaba revelando cosas que había jurado mantener en secreto. Si no se controlaba,


él sabría todo lo relacionado con ella. Él se apartó de la encimera y se dirigió hacia
ella, cada paso acentuaba las líneas largas y vigorosas de sus muslos. A medida que
su mirada se desvió hacia arriba, se encontró con el contorno de su polla y los
testículos a través del cuero negro, un bulto prominente y curvado hacia la derecha.
La lujuria se apoderó de su torrente sanguíneo, provocando que explotara el calor
por todo su cuerpo desde el interior, y un deseo profundo e intenso trabajó su
camino a través de las restantes zonas erógenas de su cuerpo.

― Su mente era ¿qué?

El absoluto dominio y control que él exudaba se concentraron en esas cinco cortas


palabras. Era como si ella supiera que no debía responder, pero no era capaz de
encontrar la manera de no hacerlo. La cadencia de su discurso y el fascinante timbre
de su voz de barítono, la animaron a saltar al azar en el cielo y confiar en su
capacidad y disposición para atraparla.

― Su mente era un desastre.

Él dudó.

― ¿Podías escuchar sus pensamientos?

No se lo digas, no digas, no lo digas ...

― Sí.

― ¿Eres telepática, Ava mía?

Ella cerró los ojos mientras el cariño inesperado envió oleadas de abrasador fuego a
través de las terminaciones nerviosas debajo de la superficie de su piel.

51
― Sí.

― ¿Puedes leer mi mente?

Ella sacudió la cabeza con nerviosismo y susurró:

― No.

― Buena chica ― ronroneó en señal de aprobación, como si intuyera su deseo de


agradar, y ella sintió que sus entrañas se fundían y curvaban.

Un elogio simple y ella se redujo a masilla y un puré de piezas temblorosas. Ella


quería que le dijera lo orgulloso que estaba de ella, para escuchar la adoración en su
voz cuando la recompensara con nada más que elogios verbales. Si le hablara de
esta manera durante el acto sexual, haría cualquier cosa que él dijera.
Absolutamente todo.

Dios, si él no ponía su sangre a hervir. Su clítoris se sentía como si estuviera irritado


por sus bragas de encaje, la protuberancia hinchada palpitaba sin descanso contra el
material agónicamente rígido. Consideraba cambiar de posición en la silla, pero le
preocupaba que un nuevo ángulo pudiera empeorar las cosas. Ella nunca sintió un
deseo tan fuerte por correrse, todo su cuerpo estaba excitado y listo para estallar,
ella no podía decidir si para alcanzar el orgasmo por la emoción sólo sería
estimulante o mortificante.
Humillante, definitivamente, concluyó con tristeza. Se podía sentir como el cielo
mientras se acercaba pero cuando todas las sensaciones maravillosas
desaparecieran se quedaría sin aliento, frente a un cambia-formas cachondo.
Resignada a controlar su deseo, ella trató de no retorcerse como un pez en el
anzuelo.

Después de colocar los vasos entre ellos, Diskant sirvió el vino y se sentó. Mantuvo
una distancia respetable, pero la distancia era lo último que quería. Su cuerpo
temblaba, su piel estaba enrojecida y la humedad entre sus piernas se estaba
volviendo ridícula.
La habitación era sofocante también, el aire tan espeso que era imposible respirar.
¿Era posible ahogarse en el sexo?

Maldita sea, ¿esto era una ola de calor?

Las preguntas que rondaban por su mente se detuvieron cuando empezó a comer.
Ella se sentó en silencio, confundida por este extraño anhelo interior, y vio como él
cortaba tiras de carne antes de llevar un pedazo a la boca. Su lengua salió, sus labios
52
superior e inferior exuberantes se separaron y luego cerraron, oh, tan lentamente
sobre el tenedor con cuatro puntas. Milímetro a milímetro, mientras observaba la
―suertuda de mierda― pieza de metal fuera de los confines de su boca.
Expertamente, cortó otro trozo, sólo que esta vez guió el tenedor y una pequeña
porción de carne roja en dirección a ella. Su atención se centró desde el tenedor
hasta las piscinas de oro brillantes. Se quedó sin aliento en la garganta, el hambre
sexual latente dentro de su estómago, haciendo que las paredes de su vientre
sufrieran un espasmo.

― Abre.

Un chorro fresco de humedad empaparon su ropa interior al oír la orden y ella


según las instrucciones, abrió la boca y aceptó la carne. Tomó el tenedor de sus
labios tan lentamente como lo había hecho él, mientras lo hacía ella trató de probar
no sólo la carne sino la esencia que quedaba de su boca.
Mientras masticaba, la estudiaba, viendo como trabajaba lentamente la tierna carne
entre sus dientes. Cuando ella tragó, él tenía otro trozo esperándola y aceptó antes
de que él le pidiera que lo hiciera.

― Quiero que me escuches mientras comes ― dijo, tomando el tenedor de su boca.

Recogiendo otro trozo de carne del plato, él la miró antes de levantar el tenedor a la
boca. Ella asintió con la cabeza y tomó el pequeño pedazo, tomándose su tiempo
para saborear los ricos condimentos que irrumpían en su lengua, los suculentos
sabores explotando en su boca. Chávez era uno de los chefs más buscados de la
ciudad, y había una buena razón para ello.

― Yo no estaba allí la noche que estás hablando, pero sé todo lo que pasó. La chica
que viste en el club era realmente humana. Su nombre es Katie, y ella sólo estaba
estableciendo su lazo de sangre con su compañero. Ese sería Zack, el macho que
viste llevándola al baño. ― Él le dio de comer otro trozo de carne antes de
continuar. ― Lo que la mujer que irrumpió en el cuarto de baño no pudo decirle a
todo el mundo es que creía que la chica estaba siendo violada contra el fregadero.
Supongo que es comprensible ya que Zach tenía a Katie clavada contra la mesada en
ese momento y ella estaba gritando.

― Eso no explica nada. No se trataba de sexo duro o peculiar. Casi desgarró su


garganta.

Diskant entrecerró los ojos en una orden clara para que permanezca en silencio.

53
― Cuando la mujer decidió jugar a los posibles rescatares y golpeó a Zack en la
cabeza con su bolso, sus dientes rasgaron la arteria en el cuello de Katie. La pequeña
chillona corrió en busca de ayuda, mientras Zack detenía el flujo y se sellaba la
herida. En el momento en que Brett llegó todo estaba bajo control.

― Pero la mordió ...

― Nosotros nunca hacemos daño a nuestros compañeros ― interrumpió él. ― La


razón por la que Katie estaba tan “en mal estado” es porque temía las
consecuencias de sus acciones. La unión de la sangre intensificó su libido y ella tomó
un riesgo estúpido mendigando a Zack que la follara en un baño público. Ella sabe el
peligro que existe si los humanos toman conciencia de nosotros, y estaba
preocupada por el castigo que Zack recibiría por lo que había hecho.

― ¿Después de lo que había hecho? ― le espetó. ― Fue él quien arrancó su


garganta.

Ella esperaba que él le diera otra mirada ordenándole que cerrara sus labios y
escuchara, pero lo que vio fue un destello de diversión en sus ojos.

― Durante el sexo, no es raro que las cosas se pongan difíciles. Se nos conoce por
morder de vez en cuando y disfrutar de un poco de dolor con placer. Pero Zack
nunca habría perjudicado a Katie. No intencionalmente. En cuanto a lo que ella hizo,
es raro que el castigo caiga sobre una hembra acoplada. Cuando la mierda golpea el
ventilador, el macho es a quien se considera responsable. En última instancia, es su
trabajo mantener a su otra mitad en línea.

― ¿Qué? ― Ofendida por el comentario, ella dio un manotazo en el tenedor en


sentido contrario con las yemas de los dedos. ― ¿Mantener en línea? ¿Hablas en
serio?

― No del todo. ― Él sonrió picardía. ― Pero sobre todo sí.

― ¿Y ese lazo de sangre? ¿Qué es eso?

Toda pretensión de alegría se evaporó.

Se giró hacia ella, puso el tenedor en la mesa y se quedó mirando el plato delante
de él durante varios angustiosos segundos. Después de un momento, cogió su vaso
intacto de vino y se lo entregó.

― Bebe esto.
54
―Yo no ...

― Confía en mí. No quiero embriagarte, pero ayudara a digerir lo que voy a decir.

A regañadientes, aceptó el vaso, rozando sus dedos durante el proceso. Quería que
la caricia se prolongara, pero se alejó antes de que pudiera disfrutar de la calidez.

― ¿Sabes cómo se hacen los vampiros?

Ella no pudo ocultar una sonrisa sarcástica ante la pregunta. ¿Con quién se creía que
estaba hablando? Nació y se crió en los clásicos de los años ochenta, cuando las
producciones culturales trajeron todo tipo de información acerca de lo sobrenatural.
El Villati actuó todo grande y malo, pero ella había visto suficientes películas para
saber cómo se crearon esas criaturas y cómo podían ser destruida.
The Monster Squad no era sólo una película en cualquier estantería de DVD, era el
arma más valiosa que una persona podía tener en su su arsenal.

― Ellos te muerden y drenan tu sangre. Entonces te obligan a beber su sangre. Es


como una transfusión de sangre de un vampiro a través de la boca.

― Una mordedura es lo que se necesita. ― le corrigió, su iris de color amarillo


dorado brillante. Su sonrisa de triunfo se desvaneció.

― ¿Qué?

― Todo lo que necesita es una mordida.

― ¿Estás jugando conmigo?.

― Ellos segregan un veneno a través de sus colmillos, que cambia el cuerpo y lo


conserva. Por lo general, se necesita más de una mordida para completar el proceso,
tres son la norma. Pueden compartir la sangre, si lo prefieren, pero no es necesario.
― Hizo un gesto para que ella comience a beber y ella obedeció, tomando un sorbo.

― Cambia-formas, por extraño que parezca, están más inclinados a hacer lo que
dijiste sobre vampiros en historias o películas. ¿De allí es donde estás basando tu
información?

Ella sintió que sus mejillas se encendían por la vergüenza, pero logró un rápido
asentimiento con la cabeza.

55
― A pesar de lo que se podría pensar, un licántropo no puede cambiar a alguien en
un cambia-formas. Una persona puede ser mordida por uno de nosotros, pero
además de causar grandes daños, no significaría nada. Cambia-formas tienden a
aparearse con otros cambia-formas, pero cuando un compañero de un cambia-
formas es un ser humano puede ser un problema porque no tienen nuestra
longevidad. Por los lazos de sangre podemos compartir una parte de nuestra magia,
nuestra fuerza vital con nuestro compañero humano y asegurarnos de que sigue
siendo una parte de nosotros de manera indefinida.

Su corazón empezó a latir con tanta fuerza que se sentía como si estuviera tratando
de saltar en caída libre fuera de su pecho.

― Define indefinidamente.

Él la miró a los ojos, los orbes de brillante color amarillo dorado.

― Para siempre. ― Su voz era suave, pero el significado era claro como el cristal.

Esta no sería una breve relación que eventualmente con el tiempo llegaría a su
cumbre. Comprometerse con Diskant significaba estar con él a largo plazo, por el
resto de sus vidas.
El vidrio en la mano tambaleó visiblemente mientras ella se arrancó los ojos de él,
llevó la copa a los labios, levantó la barbilla hacia atrás y bebió el contenido. El
líquido amargo se precipitó por el esófago y se instaló incómodo en su estómago
revuelto. Incluso la posibilidad de vomitar por todo el lugar no fue suficiente para
detener los pensamientos nauseabundos que corrían a través de su cabeza.

― Ni siquiera nos conocemos. ― Su voz era tan inestable como sus extremidades
temblorosas. ― No puedes decidir a relacionarte con alguien que acabas de
conocer. No es lógico. ― Tratando de encontrar el humor en la situación, ella
bromeó. ― Vuestra tasa de divorcio debe ser insignificante.

― Si pusiera mi mano dentro de tus bragas en este momento, ¿qué me encontraría?

― ¿Perdón? ― Ella casi gritó y comenzó a levantarse de su silla.

Moviéndose con una velocidad que contradecía su imponente tamaño, él la


inmovilizó contra la silla de madera. Su rostro estaba a centímetros de distancia de
ella, sus labios tan cerca que podía sentir el delicioso calor de su aliento en la nariz.
Ella no podía apartar la mirada, congelada en esos iris que parecía cambiar de color
amarillo dorado a naranja intenso.

56
― Si tuviera que poner mi mano por tus pantalones, empujar a un lado las bragas de
encaje que sé que llevas y mojar un dedo dentro de ese pequeño coño caliente tuyo,
¿que me encontraría?

Aturdida y todavía excitada por su manera franca, ella balbuceó:

― Yo n―no sé lo que estás hablando.

― Mojada. ― Él gruñó y frotó su nariz con la suya, volviendo la cabeza de lado a


lado, con movimientos intencionalmente lentos. ―Has estado húmeda desde que te
puse en mi regazo en la Harley.

― No tengo ...

Él se quedó quieto y se apartó para mirarla a los ojos.

― Dulzura, no hay vergüenza en admitirlo. Me he estado ahogando en el aroma


suculento de tu coño desde que entramos por la puerta.

Para su total mortificación, una humedad fría goteaba de su coño en ese momento.
Sus oscuras pestañas se cerraron mientras inhalaba por la nariz, tomando una larga
y profunda respiración. Cuando exhaló lentamente, abrió los ojos y le clavó una
mirada sensual.

― Hueles malditamente increíble, Ava. Tan malditamente dulce. Quiero enterrar mi


cara entre tus muslos y lamer la crema que sé está esperando sólo por mí. Y es sólo
para mí. Tú y yo lo sabemos. Nadie más ha hecho que estés tan caliente y nadie lo
hará. ¿Sabes por qué?

Ella negó con la cabeza sin decir nada, los labios entreabiertos, mientras escapaban
pequeños jadeos.

― Porque eres mía.

Ella se derritió con la declaración, con el cuerpo laxo y cualquier pensamiento lógico
que hubiera tenido salió volando por la ventana. La mirada en sus ojos lo decía todo.
Él iba a tenerla. Y Dios la ayudara, ella iba a dejarlo.
Estaba en lo cierto. Nunca nadie la había hecho sentir así, tan frío y caliente, el fuego
y el hielo. Cada sensación haciendo aún más evidente por la otra.
Él trazó la línea de su mandíbula con el pulgar, piel rugosa frotando suavemente
hacia atrás y adelante.

57
― En treinta segundos te voy a llevar a la habitación, cubrirte en la cama y ver si
sabes tan bien como hueles. Si te quieres ir, ahora es el momento de decirlo.

Había más razones para decir no que sí. Era relativamente un extraño, una especie
diferente, y una vez cruzado este umbral estaba bastante segura de que no habría
vuelta atrás. Si se tratara de cualquier otra persona que hubiera jugado a lo seguro,
darle las gracias por la cena y salir corriendo como un gato escaldado. Supervivencia
significaba evaluar la situación y trabajar todas las posibilidades antes de sumergirse
en ello. Los muertos no viven para contar cuentos, ni los que contemplan entrar en
un mundo que existe bajo su propio código moral, tan completamente diferente de
lo que había seguido toda su vida.
Sin embargo, durante veintisiete años había jugado por las reglas de la sociedad,
convirtiéndose en una hija perfecta, una hermana comprensiva, una buena
empleada, un amante comprensiva pero insatisfecha. Ahora estaba cansada de
hacer lo correcto, de ser formal y correcta, de fingir que no le importaba vivir sola
en un apartamento de un dormitorio.

― ¿Pinkie? ― Prácticamente gruñó su nombre, y la promesa de placer animal cruda


la excitó aún más. ― ¿Qué va a ser? ¿Sí o no?

¿Qué era lo que va a ser? ¿Sí a una noche que nunca olvidaría? ¿O no a lo que ella
más deseaba, valdría la pena mantenerse a salvo, pero desolada, todo por el bien de
la propia conservación?

La fortuna favorece a los audaces.

Recordando su promesa anterior de no tocarla a menos que ella se lo pidiera, ella


arqueó la espalda, apretó sus pechos contra su pecho y le susurró en
provocativamente:

― Sí, por favor.

58
Capítulo 6

Dos palabras, dos pequeñas sílabas pronunciadas en una voz ronca y Diskant estaba
listo para correrse en los pantalones como un inexperto virgen cachondo. Pinkie
envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras él salió corriendo de la cocina.
Subió las escaleras de tres en tres, no se detuvo hasta que llegó a la puerta de su
dormitorio.
Su cuerpo estaba tarareando positivamente, electrizado por la adrenalina. Los
cambia-formas a menudo dicen que cuando están cambiando pueden sentir la piel
de su bestia arañando en la parte inferior de la piel. En este momento se sentía
como si todas y cada una de sus bestias estuvieran haciendo precisamente eso.
Querían salir, pero de ninguna manera iba a permitir que ellos hagan una mierda, no
ahora. Se sentían con derecho a la hembra en sus brazos como él lo hacía. Eso
significaba que tenía que asegurarse de mantener el control.
Su compañera, aun siendo tan sexy y atractiva como era, era humana. Hasta que la
conexión de la sangre fuera completada ella sanaría como un ser humano normal y
eso significaba que tenía que tomarla agradable y lento.
Su polla inmediatamente protestó la idea, flexionando furiosamente como sus bolas
se tensaron. Se tragó la maldición que surgió, decidido a tomarla lentamente para
darle tanto placer que jamás olvidaría.
Colocándola entre las almohadas contra la cabecera de la cama, esperó hasta que
estuvo cómoda antes de empezar a quitarle la ropa. Primero fueron las zapatillas de
deporte y los calcetines. No creía que fuera posible, pero su polla se puso aún más
dura ante la vista de sus pies perfectamente cuidados, las pequeñas uñas pintadas
de un vibrante color rojo cereza.
Ansiosas manos volvieron a la tarea de eliminar los pantalones negros ajustados que
le había desafiado toda la noche, acunando los montículos de su culo
perfectamente. En el momento en que el material se deslizó por sus muslos pálidos,
fue asaltado por el olor de su coño ― almizclado y rico, limpio y fragante ― y gimió
cuando él tomó nota de la gran mancha de humedad en el centro de sus bragas. El
gato rugió en su cráneo mientras sus colmillos dolían y latían, desesperados por
alargar y agudizar.

Cristo!

Estaba jodidamente seguro de que sus dedos temblaban mientras le quitaba la


almidonada camisa de vestir que llevaba, botón por botón. Cada uno de ellos
revelaba más y más de la radiante piel que recordaba muy bien, hasta que decidió
que era el momento de eliminar la maldita cosa de su cuerpo por completo.
Cuando ella trató de devolver el favor él negó con la cabeza y la detuvo, envolviendo
sus dedos alrededor de sus muñecas.

59
― He esperado semanas para hacer esto. Quiero que mantengas tus manos aquí ...
― bajó sus manos a los costados y las dejó ― ... y no las muevas.

Ella tembló ligeramente, pero mantuvo sus manos donde las colocó, sus dedos
agarrando el edredón.

― ¿Es tu primera vez? ― Él se sentía como un idiota absoluto por preguntar, pero si
lo fuera, tendría que tomar las cosas en una dirección totalmente diferente. Una
virgen requeriría suavidad y una lenta introducción a hacer el amor. Tendría que
aguantar en ese caso, incluso si en lo único que podía pensar era conseguir su culo
en el aire y la follarla duro y rápido.

― No. ― Las comisuras de sus labios se arquearon como si ella contuviera una
sonrisa. ― ¿Es la tuya?

Su corazón se hundió y se perdió un par de golpes.

Santa Madre de Dios, creo que estoy enamorado.

Colocando una mano en cada lado de su cuerpo, bajó la cabeza, y como él esperaba,
ella se levantó a su encuentro. Al igual que la primera vez, la conexión cuando sus
labios se encontraron fue inmediata. La sangre en las venas se convirtió en fuego
líquido, la sensación de hormigueo bajo su piel se infiltraba hasta la médula de sus
huesos. Cuando ella abrió los labios, la lengua aceptó la invitación para explorar y
presionó en el interior. La punta de la lengua se encontró con la de ella, el
apareamiento en un baile sensual lento.
Cada vez que se retiró, ella lo siguió, y cada vez que ella lo siguió capturó la lengua
entre los dientes y chupó. Él jugó con la punta, tratándolo como lo haría con su
clítoris, chasqueando la lengua por el nudo una vez, dos veces, una tercera vez. Sus
suaves gemidos fueron tragados en el instante que escaparon, los roncos sonidos
vibrando contra sus labios.
Rompiendo con el calor de su boca, bajó la cabeza y aspiró el aroma de su piel,
comenzando en el hueco de su garganta y avanzando hacia el esternón. Cuando
deslizó su lengua para degustar esa fascinante combinación de canela y sudor, se
mostró encantado con el contraste entre salado y dulce. Los escalofríos eran
prominentes bajo sus dedos que traía a su cintura y pequeñas ondulaciones que
siguieron el camino de su toque.

Arriba y abajo, él lamió y mordisqueó su temblorosa piel, centrándose en las


delicadas líneas formadas por su clavícula antes de prodigar afecto en los arcos
visibles de su caja torácica. Su respiración entrecortada cuando la mordió
suavemente le dijo lo que ya sospechaba.
60
Mientras ella podría estar nerviosa debido a su naturaleza, también estaba excitada
por la misma razón.
Un suave gemido resonó en sus oídos y sintió la punta de sus dedos enroscarse
vagamente en su cabello. Era demasiado para pedirle que mantenga sus manos a los
costados, no es que él esperara que lo hiciera. Con toda la energía sexual fluyendo a
través de sus cuerpos no había manera en el infierno que él fuera capaz de
mantener sus manos fuera de ella, tampoco.

Tirando de los hilos, ella guió sus labios a sus pechos y arqueó la espalda. No pudo
reprimir una amplia sonrisa de depredador. Así que su compañera disfrutaba de la
sensación de su boca chupando sus pezones, ¿eh?. Pues qué maldita casualidad, no
había nada que amara más que jugar con sus pechos.
Extendiendo una garra, cortó el centro de su sujetador. El material se atascó en sus
hombros, las correas colgando en sus brazos. Globos de alabastro cremosos con
coronas rosadas oscuras lo saludaron, la piel de guijarros acentuadas por los
pezones perlados estaban duros y erectos. Él ahuecó uno en cada mano, estudiando
su rostro mientras rodaba las perlas distendidas entre sus pulgares e índices. Ella
cerró los ojos mientras su cabeza cayó hacia atrás, suspirando suavemente.

― ¿Te gusta esto? ― Soltó y deslizó las yemas de los pulgares a lo largo de las
areolas.

― Mmm―hmm.

― ¿Eso es todo? Creo que podemos hacerlo mejor que eso.

Él puso sus pulgares sobre sus pezones y aplicó una pequeña


cantidad de presión antes de que comenzara tamborileando las puntas redondeadas
en movimientos circulares. Si había un beneficio en pasar horas jugando videojuegos
con la manada, era lograr movimientos súper rápidos y coordinados con las manos y
los dedos. Los pulgares, cuando se utilizan correctamente en la anatomía femenina,
podrían hacer que una mujer subiera como un cohete de botella.

― ¡Oh, Dios! ― jadeó y sus ojos se abrieron. Comenzó a retorcerse sin control, todo
su cuerpo temblaba, sus piernas retorciéndose contra la cama.

Él se rió y desaceleró el ritmo. ― Eso es lo que quería oír.

Inclinó la cabeza y puso sus labios en el arco por debajo de su seno derecho.
Arrastró su nariz a lo largo del camino creado por su piel sedosa, siguiendo el
pliegue suave de piel. Después de seguir el contorno, movió el pulgar y chasqueó la

61
lengua por el pezón, provocando un agudo grito de placer, mientras las caderas de
Ava se levantaban de la cama y giraban en sentido horario.

Haciendo su camino hacia su pecho izquierdo, decidió dar a su compañera lo que


ella anhelaba. Cubriendo el pezón con la boca, chupaba el pequeño brote y lo
mordió ligeramente. Ella se sacudió y gimió, con la mano en la cabeza instándole a
continuar. Lentamente, pasó la punta de la lengua por el borde, capturando los
alrededores con sus dientes. Tan sensible como ella estaba, él estaba dispuesto a
apostar que podría hacer que se corriera con sólo jugar con sus pechos.

― Diskant. ― Ella suspiró su nombre en un susurro entrecortado antes de enterrar


la cabeza en la almohada.

Él gimió cuando sus bolas se apretaron, luego se contrajeron y una considerable


cantidad de semen salió de la punta de su polla, mojando el interior de sus
pantalones de cuero. De pronto se había corrido, lo quisiera o no. No es que
importara. Oficialmente estaba en el calor de apareamiento, lo que significa que él
se habría corrido hasta con sus bolas secas y disparando espacios en blanco. La
bestia en sus pantalones no tendría ningún problema en estar duro como un maldito
diamante siempre y cuando Ava estuviera en juego.
Abandonando sus pechos, siguió su camino por su estómago a pesar de su suave
gemido de protesta.

― Pobre bebé, te quieres correr, ¿no? ― Murmuró contra su vientre, frotándose la


nariz en un amplio círculo alrededor de su ombligo.

― Sí ― dijo en un susurro ronco.

Él gruñó en señal de aprobación, reforzado por el hecho de que ella respondió sin
dudarlo. Esas miradas nerviosas que había recibido en la cocina se desvanecieron,
reemplazadas por la pura e innegable necesidad sexual. A la luz de lo que estaba a
punto de hacer, consideraba esto como algo jodidamente bueno.
Estar relajado, en estas circunstancias, era tan importante como la leña para el
fuego.
Sus manos fueron a sus caderas y enganchó el fino borde de sus bragas en los
pulgares. Extendiendo sus garras, rasgó el encaje en dos. Cuando el desecho del
material cayó, usó sus manos para separar los muslos y tener cabida. Poniendo sus
hombros entre sus rodillas dobladas, se movió lentamente de lado a lado, lo que los
obligó a separarse.

Contuvo el aliento atrapado en la gloriosa visión delante de él.

62
Los labios de su coño estaban suaves, rosa e hinchados. La pequeña perla que era su
clítoris se había endurecido, revelándose para escapar de los confines de su capucha
protectora. Un brillo brillante revestía los labios, el rocío cremoso de su coño
brillaba maliciosamente en la iluminación.
Al estar situado en los codos y el estómago, apretó su mano izquierda debajo de su
culo y ahuecó su mejilla, sus dedos callosos arañaron su suave piel mientras guiaba
la carne llorosa hacia su boca. Trayendo la mano alrededor, él abrió sus labios
vaginales con el pulgar y el dedo índice, revelando varias tonalidades de rosa y
marfil, dejándola completamente vulnerable a sus ojos, los dedos y los labios. El olor
de su excitación era simplemente demasiado, y su boca se secó en previsión de
experimentar por fin lo que había soñado durante semanas. Era el momento para
descubrir el sabor de esta hembra, su hembra.

Apretó la lengua y comenzó en el perineo, lamiendo con habilidad la carne dulce en


un trazo firme. En el momento en que estaba a medio camino de su clítoris ella
estaba temblando violentamente, sus dedos agarrando el edredón con tanta fuerza
que sus nudillos eran una sombra fantasmal de blanco. Presionó, saboreando y
devorando la crema que se derramaba de su coño y recubría su lengua. Un
toquecito rápido a través ese nudo inflamado sería suficiente para hacerla llegar a la
meta.
Liberando sus labios inflamados, trasladó rápidamente sus dedos hacia abajo,
deslizando dos dedos profundamente en el calor acogedor de su sexo mientras
arrastraba su clítoris entre los labios y lo chupaba. Ella se corrió en una vorágine de
gemidos agudos y paliza violenta, sus aterciopeladas paredes vaginales sufrieron
suaves espasmos alrededor de sus dedos.

―Por favor, Diskant. ― Ella se retorcía debajo de él. ― Oh Dios, esto es demasiado.

Implacable, él alimentó la intensidad de su orgasmo, obligándola a capear ola tras


ola de placer, incluso mientras la excitaba de nuevo con movimientos febriles de su
lengua y trabajaba para llevarla hacia un segundo orgasmo. La recién descubierta
inflamación y la sensibilidad de su clítoris sólo la llevaron a la construcción de un
clímax que la tendría viendo las estrellas. Todo lo que tenía que hacer era obligarla a
encontrar el placer en el mínimo dolor, llevarla más allá del punto de incomodidad y
traerla de vuelta a la pura felicidad.
Empujando dentro de ella, él la golpeó con golpes duros, tirando de los dedos hasta
que sólo las puntas rozaban su entrada, antes de sumergirse de nuevo hasta el final.
Sus gemidos eran música para sus oídos, su sabor almizclado exactamente como él
había sabido que sería. Una oleada de líquido caliente y ella se corrió de nuevo en su
lengua, sus jugos recubriendo los labios y el mentón. Ella comenzó a retorcerse y él
quitó la mano de su culo para apretarlo alrededor de su estómago, obligándola a
permanecer como estaba.
63
Cuando ella quedó inerte, con el pecho agitado y las piernas temblando, se deslizó
de la cama y empezó a quitarse la ropa. Las botas tomaron más tiempo de lo que le
hubiera gustado y su camisa sufrió las consecuencias. Arrancó la prenda en dos, sin
importar donde cayeron los pedazos. Los pantalones de cuero sobrevivieron gracias
a su durabilidad y la mancha de líquido pre―seminal en la entrepierna, ya que se
deslizaron fácilmente por las piernas y los tobillos hasta que estuvo totalmente
desnudo ante ella.

****

Los ojos de Ava eran como platos cuando Diskant se arrancó los pantalones de
cuero, dejándolo completamente desnudo. Su cuerpo aún hormigueaba por el
segundo orgasmo ― algo que nunca había logrado antes ― su respiración entrando
y saliendo en jadeos desesperados.
Era una belleza áspera, toda fuerza muscular, piel bronceada y músculo. Los huesos
de la cadera eran prominentes, mostrando los abdominales como tabla de lavar
grabados a lo largo de su abdomen. Una alfombra oscura como las plumas de un
cuervo, adornaba su pecho, haciendo coincidir la ingle, que comenzaba justo debajo
del ombligo y viajaba hacia abajo.
Ansiosa, se quedó mirando la enorme erección que se extendía hasta su ombligo. La
cabeza bulbosa era casi tan grande como la muñeca, la piel a lo largo de la punta de
un oscuro tono de rosa que se iluminaba hacia la base. Varias grandes e hinchadas
venas azules corrían a lo largo del eje, desapareciendo mientras se acercaban al
glande. Por lo general, encontraba los genitales de un hombre poco atractivos. Sin
embargo, para ser justos, el prejuicio podría haberse obtenido a causa de la
experiencia pasada. Mientras Martin disfrutaba de una mamada, no era algo que
ella ofreciera sobre una base regular. En realidad, nadie podía entender nunca las
verdaderas angustias de la frustración sexual hasta que hubiera hecho a su
compañero disfrutar, y a su vez, su libido sólo recibiera el sonido de sus ronquidos.
La primera vez, la culpa es de él. La segunda, la culpa es de ella. La tercera, bueno,
ella fue inteligente y dejó de ofrecerlo por completo.
Podría no haber sido tan malo si Martin hubiera correspondido, lo cual era otra
diferencia profundamente monumental entre Diskant y su mojigato amante del
pasado. A Diskant, Dios bendiga su alma, le gustaba dar sexo oral. Los gruñidos
guturales de satisfacción al darle placer no podría haber significado nada más.

Al igual que un depredador salvaje, se inclinó, puso las manos sobre la cama y
empezó a arrastrarse sobre el colchón en su dirección. Audaz y descarada, ella se
sentó, cruzó las piernas debajo de ella y se puso de rodillas. Incluso situada como
estaba ella era mucho más pequeña, de modo que cuando Diskant se detuvo ante

64
ella, lo que reflejaba su postura, su polla estaba lo suficientemente alta para que ella
sólo tuviera que estirar el cuello ligeramente para llevarlo a la boca.
No hubo juegos previos, ni burlas sensuales con la lengua y los labios. Ella agarró la
base en la mano, bajó la cabeza y chupó la corona roja de su polla en su boca. Su
sabor no era amargo como ella esperaba. En cambio, dio la bienvenida a un sabor
picante de especias y sal, salvaje e indomable, peligroso pero absolutamente
fascinante.

― Dios, sí ― él gimió.

Después de que la punta estuviera mojada, comenzó a trabajar su camino hacia


abajo, cubriendo la piel caliente con su saliva, hasta que fue capaz de tomar la mitad
de su longitud. Dos pases más y estaría perdido. Sus labios se deslizaron a través de
su polla y su lengua la envolvía por debajo. Agarrando la base con su puño, ella
chupó seriamente el viaje de regreso a la punta.

― Ava. ― Sus dedos se aferraron a su pelo y tiró. ― Mírame.

Por alguna razón, la petición era más difícil de obedecer de lo que pensaba.
Mantener los ojos en el abdomen significaba que podía mantener sus emociones
bajo control. Algo innegable estaba pasando entre ellos, pero hasta ese momento
no había realmente considerado las consecuencias de lo que ella estaba
permitiendo revelarse. Ella se sintió expuesta cuando finalmente hizo lo que le pidió,
mirando más allá de su estomago y pecho, buscando sus brillantes ojos dorados. Su
mandíbula estaba tensa, los músculos de la mejilla apretados. Su cabello oscuro
estaba despeinado alrededor de sus hombros, algunos filamentos tenues atrapados
en las cerdas en la barbilla.

― Sabía que te verías hermosa chupando mi polla. ¿Sabes cuántas veces he


fantaseado con esto? Imaginándote de rodillas, mirándome con esos grandes ojos
azules, mientras esos labios se tragan mi polla?

Una avalancha de calor escapó de su sexo y ella gimió en respuesta, incapaz de


hablar cuando la cabeza de su polla presionaba contra la parte de posterior de su
garganta. Él gimió, retorciéndose los dedos por su pelo corto, tirando de las hebras
casi dolorosamente. Redoblando sus esfuerzos, ella bajó su torso y relajó su
garganta, lo que le permitió tragar otro centímetro.

― Joder, sí. ― Él rodó sus caderas ligeramente. ― Así, bebé.

Él guió su cabeza con las manos, marcando un ritmo lento y constante. Ella chupó
hasta que su mandíbula dolía, desesperada por complacer, haciéndole cerrar los
65
ojos del placer cuando un ronroneo ronco hizo eco en su pecho. Sus ojos cambiaron
de color cuando los abrió, y, como lo habían hecho en el club, el color cambió de
amarillo dorado a un vibrante verde con una intensa sombra de plata.

― Cada noche me iba a la cama duro como un bate de béisbol. No importaba


cuántas veces me hubiera masturbado en la ducha. Todavía te podía oler cuando me
quedaba dormido, y eso era todo lo que tenía. No podía escapar de ti, ni siquiera en
mis sueños. Me perseguías cada maldita noche.

Él la apartó lejos de su polla cuando las lágrimas se agruparon en sus ojos y trató de
ocultar lo que no podía controlar y no entendía.
¿Por qué debería importarle que Diskant había pensado en ella tan a menudo como
ella lo había hecho? Él no le debía nada. Dijo que ella era su compañera, pero los
hombres dicen todo tipo de cosas para atraer a las mujeres a sus camas. Una buena
follada y él entendería que ella tenía razón. Tan pronto como él aceptara que ella no
era la compañera que él creía que era, ella estaría viendo como su Harley se alejaba
del camino.
Jesús si el pensamiento no dolía.

― Ava ― susurró suavemente, presionando la espalda contra el colchón y las


almohadas. ― Aquí estoy. Me voy a quedar aquí.

Horrorizada, se dio cuenta que había murmurado sus pensamientos en voz alta.
Compartir la cama con Diskant Black era una cosa. Darle acceso a sus inseguridades
y obsesiones emocionales era otra cosa.

― No puedo hacer esto ― ella gimió, luchando por liberarse.

Ella arremetió contra él como una criatura acorralada, rasguñando y arañando,


patadas y bofetadas. Él forzó una rodilla entre sus piernas mientras esquivaba sus
golpes, capturándola por las muñecas con sus manos y las sostuvo sobre su cabeza.
Pulsando una parte de su peso sobre su pecho, esperó a que el estallido siguiera su
curso. En cuestión de segundos su energía se desvaneció y ella dejó de luchar,
respirando entrecortadamente contra su piel.

― Ava ― Su voz era suave y ronca, sin una pizca de esfuerzo y la comprensión de
que sus esfuerzos no eran más que una molestia leve la enfureció aún más. ― Te
dije que sería paciente, pero no me puedes dejar fuera. Eso es lo que acabas de
intentar hacer, y no voy a aceptarlo. Una cosa que debes saber ahora acerca de ser
acoplada a un cambia-formas: nunca nos mentimos, nunca.

66
Tomando una respiración profunda para calmarse, ella le informó mientras
exhalaba.

― No soy tu compañera.

― Estamos de vuelta con eso, ¿verdad?

― ¡Nunca dejamos eso!

― Oh, gatito. ― Sus ojos cambiaron a una vívida sombra de gemas de esmeraldas y
sonrió con picardía. ― Me excitas cuando estás enojada. No puedo esperar para
saber lo que te molesta ... y usar eso para llevarte a nuevas alturas.

― ¿Te escuchas a ti mismo? ― Ella estaba totalmente enfurecida y avergonzada. ―


Tú no me conoces, Diskant. Mañana por la mañana voy a ser sólo otra muesca en el
poste de la cama. ¿Y sabes qué? Estoy de acuerdo con eso. No tenía ninguna ilusión
sobre lo que pasaría cuando te pedí que me trajeras a tu cama. Pero te agradecería
que dejaras de jugar al "caballero romántico”. Guarda la charla de almohada para
una mujer que sea tan ingenua como para comprarlo. Juega con mi cuerpo, no con
mi corazón. Eso está fuera de los límites.

― ¿Has terminado?

― En realidad, no.

― Qué lástima, es mi turno.

Él movió sus caderas y la obligó a abrir las piernas. Cuando se giró a la izquierda,
sintió la punta de su polla contra el interior de su muslo. La corona ― dura como el
hierro ― se deslizó a través de los pliegues todavía húmedos de su hendidura, y
cerró los ojos, arqueando las caderas, sin ningún pensamiento consciente. El
movimiento le hizo resbalar contra su clítoris, y ella se mordió el labio inferior para
ahogar un gemido ronco.

― Aquí tratando de tener la última palabra sobre el tema y vas y haces algo como
esto. Me estás matando.

― Déjame arriba ― gimió ella, sin saber por qué dijo lo que fue sin duda la última
cosa que quería.

Rodó sus caderas hacia atrás y lejos. La sólida calidez contra su sexo se evaporó y
ella casi gritó ante la pérdida. Su clítoris palpitaba de nuevo, desesperado con la
67
necesidad de ser tocado. Regresó con un empuje sensual de sus caderas y deslizó la
punta de su polla contra su hendidura, ganando un maullido agudo de su garganta.

― ¿Estás segura de que es lo que quieres?

― Sí. ― Ella trató de ocultar una mueca de dolor en la incertidumbre de su voz, pero
sabía que él lo oyó en el instante en que su risa se hizo eco en sus oídos.

― ¿Por qué me suena como un no a mí?

¿Por que es? Mordiéndose la mejilla, ella se negó a responder.


Maldita sea, si este hombre no estaba causando estragos en su mente y los
sentidos.
Sus pezones estaban duros de nuevo, las paredes de su sexo se apretaban y
soltaban, exigiendo hacer algo para apaciguar el creciente dolor que sentía.

― ¿Tienes alguna idea de lo que este olor me hace a mí? ― Su voz cambió, las
palabras pronunciadas de manera gutural y distorsionada. ― Me vuelve loco, saber
que tu coño está goteando húmedo y caliente como el infierno. Si fuera posible me
gustaría ir abajo y lamerte mientras te follo. De esa manera, puedo probar tu crema
cuando te corras alrededor de mi polla.

Ella gimió cuando él rodó sus caderas de nuevo, enviando astillas de calor en espiral
a través de sus venas.

― ¿Quieres esto? ― Su eje empujó en la entrada de su coño y ella se quedó sin


aliento, incapaz de apartar la mirada de sus ojos mientras el iris cambiaba de verde a
plata. ― ¿Quieres saber lo que se siente tenerme dentro de ti?

Todo el decoro y cualquier duda huyó, reemplazado por el deseo crudo.

― Sabes que lo hago.

― Entonces dime.

Con la respiración contenida mientras rodaba sus caderas de nuevo, ella suspiró.

― Decirte ¿Qué?

― Que eres mía.

― No. ― Ella negó con la cabeza. ― No puedo.


68
― Claro que puedes. ― Él bombeó sus caderas y la ancha cabeza de su polla dividió
los labios íntimos, y envío espinas de electricidad a través de la sensibilizada piel. ―
Di: “Soy tuya, D”.

― No.

Él chasqueó la lengua y el peso de su pelvis desapareció, dejándola con nada más


que aire y un vacío insoportable. Todo su cuerpo gritaba por la pérdida, la necesidad
de contar con él en su interior era tan poderosa que ella haría cualquier cosa que
dijera sólo para poner fin a la miseria.

― ¡Maldito Seas! ― Le espetó en la frustración. ― ¿Quieres esto o no?

― Claro que quiero. Pero esto no es sobre mí. Esto se trata de ti, dulzura.

Su sonrisa gatuna era sexy como el infierno, y el fuego que sentía en la boca del
estómago detonó. ¿Y qué si ella le decía que era suya? Eso no significaba nada. No
podía mantenerlo para siempre. Palabras pronunciadas durante el sexo tenían el
mismo significado que la tarjeta de un "pase de los compromisos". Los chicos usan
esta excusa todo el tiempo. ¿Por qué no iba a hacerlo?
Al diablo con eso.

― Soy tuya, D, ― repitió ella, obediente y empujó sus caderas en el aire. ― Ahora,
¿quieres dejar de burlarte de mí?

Su sonrisa se transformó y su expresión se volvió seria.

― Dime que crees que estamos acoplados.

― Por el amor de Dios, Diskant.

― Dime.

― ¡Muy bien! ― ella arremetió con frustración. ― Soy tuya. Creo


estamos acoplados. ¿Quieres callarte y follarme ya!

El gruñido que salió de su boca fue cualquier cosa menos humano. Las manos en la
muñecas desaparecieron y él cambió su peso hacia atrás y lejos, el equilibrio sobre
sus rodillas. Ella lo observó en silencio mientras él la agarró por las caderas y levantó
su culo, trayendo su coño hacia su hinchada erección. Mojando la punta, se deslizó
hacia atrás y adelante en su raja húmeda. Lentamente trabajó la amplia cabeza en
69
ella, estirando su puerta de entrada, lo que la hizo jadear cuando la corona
desapareció en el interior.

― Estoy tan feliz de oírte decir eso. Y debido a que pediste tan bien, voy a darte
exactamente lo que quieres.

Un empuje, una rápida y dura estocada hacia adelante mientras la llevaba hacia él, y
fue enterrado por completo en su interior. Sus pesadas bolas se estrellaron contra
su culo y ella se estremeció ante el calambre inesperado en el cuello del útero,
llegando a contener la respiración por la intrusión. Era como un pellizco, pero sin
brillo, como si hubiera golpeado algo en su interior. Cuando él se echó hacía atrás el
extraño dolor desapareció y él sonrió con orgullo cuando ella suspiró de alivio.

― Esto me hace un bastardo insensible, pero me encanta el hecho de que nunca


fueras penetrada tan profundamente. ― Inclinándose hacia delante, besó sus labios
rápidamente y murmuró: ― Necesitas algún tiempo para acostumbrarte, pero una
vez que lo hagas, me rogarás que golpee ese punto dulce una y otra vez. Te correrás
más duro de lo que nunca lo hiciste en tu vida.

Antes de que pudiera discutir el punto, él se movía, arrastrándose fuera del alcance
de sus apretadas paredes interiores antes de regresar lentamente, centímetro a
centímetro. El grosor de su polla se sentía increíble, extendiéndose en ella hasta el
punto de dolor, su temperatura corporal notablemente más caliente que la de ella.

― Maldita sea, te sientes bien. Como un manto de satén apretado a mi alrededor.


― Liberando su cadera derecha, llevó la mano a su boca y lamió el pulgar. ― Pero sé
de algo que sería incluso mejor que tu pequeño coño caliente apretando mi polla.

Bajó la mano, puso su pulgar sobre su clítoris y bromeó el nudo con suaves
movimientos circulares. No empujó o movió, y ella entendió por qué cuando
empezó a presionar sus hombros en la cama, balanceando sus caderas. Frotándose
contra él, sintió el pinchazo en su interior de nuevo. Sólo que ahora era un dolor
placentero.

― ¿Te gusta eso, ¿verdad? ― Su voz era ronca ahora, tan gutural que ella podía
sentir las vibraciones que resonaban en su pecho.

― Sí ― ella gimió y envolvió sus piernas alrededor de su cintura, cerrando sus


tobillos juntos.

Sus manos la ayudaron a encontrar un ritmo, dentro y fuera, dando vueltas y


vueltas. Las fuertes bofetadas de su piel al estrellarse hicieron eco en sus oídos, así
70
como sus respiraciones y gemidos combinados. Pronto el ritmo no fue suficiente y
empezó a empujar violentamente contra él. Su atención derivó de su rostro y sus
ojos se centraron en sus pechos, un brillo perverso apareció en sus profundidades.

― Juega con tus pechos, Pinkie. Rueda los pezones rosados entre tus dedos para mí.

Sin vergüenza, ella hizo lo que le pidió, torciendo los picos duros entre el pulgar y el
índice, jadeando de placer por el peso de su mirada mientras ella se tocaba
íntimamente. Sus paredes interiores le apretaron, apretando y liberando. La
excitación le produjo temblores, hasta que sintió como si todo su cuerpo temblara.

― Oh Dios, Diskant ― gimió de dolor y placer, incapaz de distinguir una de otra.


Cada vez que acariciaba ese punto dulce escondido dentro de ella quería alejarse,
sin embrago, se apretaba aún más al mismo tiempo.

Algo cambió en su expresión y sus ojos brillaron de dorado a verde.

― Quería tomarme mi tiempo contigo, pero me pones tan jodidamente caliente que
no voy a durar. ― Él gruñó y sus labios se volvieron mostrando sus colmillos
afilados. ― Trabaja mi polla con ese coño. Muéstrame lo bien que te hago sentir.
Ven por mí.

Sus caderas se movían e, inesperadamente, empezó a llegar al clímax. Ocurrió


rápidamente, tan rápido que ella comenzó a luchar en el instante en que su cuerpo
se calentó y el orgasmo rodó a través de ella como un fuerte viento que pasa sobre
un campo abierto.
Diskant agarró sus caderas y comenzó a golpear en ella con una fuerza que la envió
contra la cabecera, obligándola a curvarse aún más. Moviendo su enorme miembro
dentro y fuera de su coño, prolongó su orgasmo, llevándola al límite, hasta que no
pudo obtener suficiente oxígeno en sus pulmones para gritar.
Soltó sus caderas y se movió sobre ella, presionando su espalda en la cama. Mirando
a los ojos aturdidos, le tomó la cara entre las manos mientras seguía martillando en
ella.

― No tengas miedo. Cuando lo logres, déjalo arrastrarse sobre ti.

Antes de que pudiera preguntarle qué quería decir con el rostro desencajado, un
fuerte gemido escapó de sus labios y sintió chorros de fuego líquido en erupción
dentro de ella. Se atragantó con su grito de miedo y confusión, cuando una oleada
de dolor candente explotó en el interior de su vientre y extendiéndose hacia el
exterior. Sentía como si todo su cuerpo se hubiera quedado dormido y ahora la

71
sangre rasgaba a través de sus músculos diezmados y las venas, con lo que el tejido
amortiguado volvía a la vida.
La sensación de ardor se expandió, explotando a través de sus miembros, mientras
violentas convulsiones alcanzaron su cuerpo. Sus brazos luchaban, sus dedos
apretaban las sábanas y las piernas y los pies fracasaron incontrolablemente a
cualquier intento de movimiento, mientras sus ojos dejaron de funcionar, dejándola
ciega, y un terrible chillido agudo resonó en sus oídos. Ella estaba al tanto de todo lo
que estaba ocurriendo, pero estaba atrapada dentro de su propio cuerpo, cubierto
de oscuridad.
Aterrorizada, luchaba por respirar, y diferentes olores envolvieron su nariz ―
bosque y lluvia, tierra y pasto ― almizcle, madera ... animal.

― Hazlo ... parar ...

Diskant maldijo y ella sintió su boca besar las lágrimas que se derramaban por las
comisuras de los ojos.

― Vas a estar bien, Ava mía. Casi ha terminado.

Como si él lo hubiera ordenado, el dolor y el zumbido en sus oídos de repente


desaparecieron, dejándola un lío agotado en sus brazos. Ella jadeaba, su cuerpo
empapado en sudor y el olor embriagador del sexo. Su visión regresó, más nítida de
alguna manera, y ella cerró los ojos, porque no tenía la fuerza para mantenerlos
abiertos. Era como si hubiera recibido una gran dosis de anestesia antes de ser
enviado a la sala de operaciones.

No quería dormirse. ¡Despierta!

Trató de abrir los ojos y hablar, pero sus párpados y la lengua estaban pesados y
lento. Gemidos ahogados eran los únicos ruidos que era capaz de hacer, y sus
miembros estaban descoordinados y lánguidos.

― Shhh, te tengo.

La voz de Diskant cayó sobre ella como un bálsamo calmante y se instaló, guiado por
un instinto que no estaba presente con anterioridad. Antes de que pudiera
contemplar el significado de eso, él se retiró de su cálido sexo, y la ayudó a rodar a
su lado. Envolviendo su brazo alrededor de su cintura, la envolvió en la calidez de su
cuerpo mucho más grande y formó un capullo protector alrededor de su cuerpo.

― Ve a dormir ― le susurró al oído. ― Eres mía ahora. Confía en mí para cuidar de


ti.
72
Demasiado cansada para discutir o debatir sobre el hecho, ella se relajó contra él y
se desmayó.

73
Capítulo 7

Diskant estaba raspando los últimos restos de la mezcla para tortitas en la sartén
cuando oyó el crujido de la puerta del garaje al abrirse. Sólo una persona tenía la
llave de su casa, y no estaba sorprendido porque Trey querría recibir el informe de
lo que ocurrió después de que dejó el club con Ava.
Los Alfas, por regla general, no eran conocidos por su paciencia.

― ¡Fuera de aquí, Oscar!

Dejando de lado al chucho servil arrastrándose pegado a sus piernas, Diskant se las
arregló para tirar el cuenco ahora vacío en el fregadero y cogió la espátula mientras
Trey entró en la cocina con una sonrisa satisfecha en su cara. Su sonrisa engreída
sólo se amplió cuando vio la gran variedad esperando en la bandeja de desayuno.
Caminó directamente a la mesa, tomó una salchicha y la puso en la boca.

― Toma cualquier otra cosa ... ― Diskant le amenazó ― ... e iré a por ti.

― No hay manera de que ella vaya a comer todo esto. ― Trey señaló la montaña de
tortitas, montones de salchicha y la pila de huevos.

― No me jodas. No estoy de humor.

Trey arqueó una ceja y se alejó de la comida.

― ¿Sigues enojado por lo de anoche? Yo sólo gané el baile erótico para evitar que
rasgaras la garganta de algún otro idiota. No pensé que te gustaría arruinar su
cumpleaños por completo.

Él se dio la vuelta, dejando la tortita humeante.

― Su ¿Qué?

― Su cumpleaños ― Trey se quedó en silencio, estudiándolo. ― ¿Ella no te lo dijo?

― No, maldita sea ― confesó con aire de culpabilidad y regresó hacia la mezcla de
harina, leche y huevos. ― Nosotros no gastamos mucho tiempo hablando.

― Las cosas deben haber ido bien. Obviamente, le diste la primera marca. Su aroma
de apareamiento está por todo el lugar.

74
El comentario inocente trajo la calma de nuevo, y él tomó la sartén para tortitas tan
descuidadamente que casi aterrizó en el suelo.

La primera marca.

Joder si eso no era lo peor que jamás había experimentado. Él había sido consciente
de que el proceso fue doloroso y sabía que algunos compañeros posponían la
segunda y tercera marca a causa de ella. Durante mucho tiempo no pudo entender
por qué un hombre renunciaría a reclamar a su compañera, con o sin su
consentimiento. Era lo que se esperaba, que tenían que hacer para garantizar la
longevidad, la seguridad y la fuerza de la raza de los cambia-formas. La segunda
marca del vínculo de sangre no era tan agotador, aunque también era insoportable.
Era la tercera marca que los compañeros más temían, la etapa final que cimentaba
la unión, cuando el animal dentro del cambia-formas se convertiría en una parte del
ser humano. Había planeado hacer la conexión de la sangre con Ava
inmediatamente, para asegurarse de que siempre se mantendría a su lado.
Pero ahora ... Ahora no quería imaginar a Ava sufriendo así de nuevo.
Trey se deslizó en una silla vacía en la mesa.

― Entonces, ¿Cómo ha tomado las noticias?

―¿Las noticias?

― Acerca de los cambia-formas.

Diskant vaciló antes de contestar:

― Ella ya sabía acerca de nosotros.

Trey estaba muy tranquilo, lo que no era una buena cosa. Diskant
sabía lo que estaba pensando, porque él había tenido la misma preocupación
cuando supo que Ava no era tan ingenua como él creía. Pocos humanos sabían de la
existencia de criaturas sobrenaturales, y la mayoría de ellos eran personas que los
estudiaban por curiosidad, o para cazarlos y matarlos.

― ¿Ella explicó cómo se enteró de nosotros?

― No. ― Él negó con la cabeza y se dirigió a la nevera para conseguir el jugo de


naranja.

― D, esto no es algo que se puede ignorar. Si ella está involucrada con el Villati,
tendrá que abandonarlos.
75
― Ella no está involucrada con ellos.

― ¿Cómo sabes eso?

Diskant puso el jugo de naranja sobre la mesa, apoyó las manos a cada lado de la
caja cartón y niveló su mirada con la de Trey.

― Brett McGovern nunca permitiría que un miembro de el Villati trabajara para él.
Es mejor en la mezcla y le gusta mantener las apariencias, pero no iba a correr el
riesgo. Hace un estudio completo de sus empleados y por lo que deduje ... ― gruñó
ante el recuerdo de los ojos del brujo sobre Ava y se levantó ― ... él sabe de mi
compañera mucho más de lo que debería.

― Necesitas hablar con ella. ― Trey le palmeó la pierna y Oscar obedientemente


subió. ― Hay reglas y protocolos a seguir. ¿Ella se da cuenta lo mucho que va a
cambiar su vida? ― Trey se quedó en silencio, centrando su atención en el perro, y
se incorporó cuando Diskant no respondió, entrecerró los ojos color avellana. ―
Dime lo que le dijiste acerca de cómo serían las cosas, antes de marcarla.

― ¿Qué importa? No es como si eso fuera a cambiar las cosas. ― Él arrebató el


pequeño vaso de la bandeja y se dejó caer hacia abajo frente a él. ― Ya sabes cómo
funciona esto. Nos encontramos, nos hemos acoplado, nos reclamamos. Ninguna
discusión en el mundo va a cambiar una mierda. Es lo que es.

― ¿Y crees que ella va a estar bien con renunciar a su trabajo, dando la espalda a su
antigua vida y abrazar a la manada como su familia? ¿Y si ella tiene su propia
familia? ¿Pensaste en eso? ¿Qué vas a hacer si ella se niega a seguir el juego y
empieza el doloroso proceso de sacarte fuera de su vida antes de que comience a
notar que no está envejeciendo?

Diskant apartó a Trey y pisoteó a la despensa. No había mucho que pudiera decir.
Eventualmente, los amigos y familiares de Pinkie comenzarían a notar los cambios
sutiles que el apareamiento traería. El envejecimiento sería el signo más evidente de
que sus amigos y familiares notarían, pero su ritmo acelerado de curación y los
sentidos mejorados informaría a Ava que había algo diferente.
Trey cambió sabiamente el tema.

― ¿Cómo reaccionó ante la primera marca?

― Con un infierno de mucho dolor ― gruñó y cogió la botella de jarabe del estante
superior.
76
― ¿ Se desmayó después?

Cerró los ojos ante la visión de Ava descansando plácidamente en sus brazos. Era
hermosa cuando dormía, su pequeña cabeza rubia enclavada perfectamente en el
hueco de su brazo. Debe de haber estado allí durante una hora mirándola,
disfrutando de la sensación de su respiración superficial contra su piel, su cuerpo
presionado contra él.
Al abrir los ojos y darse la vuelta, él asintió con la cabeza.

― Ni siquiera se movió cuando me levanté de la cama.

― Eso es bueno. Ella necesita descansar.

Los hombres estaban en un silencio incómodo cuando Diskant organizó la bandeja.


La situación estaba jodida, y ambos lo sabían. Trey le doblaba la edad y había estado
esperando el doble de tiempo para encontrar su pareja. Fingiendo que no era un
problema era como ignorar un rabioso elefante de circo vestido con un tutú rosa
que venía directamente hacia ti.
Mientras Diskant estaba colocando el vaso de jugo de naranja en el único espacio
que quedaba en la bandeja, Trey violó el silencio.

― ¿Qué dijo Kinsley sobre el gato que desapareció? ¿Encontraron algo?

Aliviado por el cambio de tema, respondió:

― ¿Aparte del vehículo? ― Diskant miró hacia arriba y al visto bueno de afirmación
de Trey respondió: ― No.

― Maldita sea. ― Las cejas gruesas de Trey se reunieron mientras fruncía el ceño.

Diskant entendía la preocupación. Era el noveno cambia-formas en desaparecer en


tres semanas. Cada caso era extrañamente similar: vehículos abandonados y sin
rastro del ocupante.

― Probablemente lo mejor sería enviar a nuestros mejores olfateadores para ver si


pueden recoger un aroma como medida de precaución.

― No vamos a encontrar nada ― dijo Trey. ― Quién quiera que sea el responsable,
deja todo limpio, como un profesional.

77
― Razón de más para enviar a alguien. Quería pasar la mañana con Ava, pero puedo
hacer el viaje después de que tengamos la oportunidad de hablar. Estoy seguro de
que querrá recuperar algunas de sus cosas para estar más a gusto aquí, así que
puedo pasar por allí mientras ella recoge sus cosas.

Trey no se molestó en disimular una sonrisa. ― ¿Estás tan seguro de que está
buscando trasladarse?

― ¿Suena como que le estoy dando una elección?

― Suficientemente justo. ― Trey empujó a Oscar a un lado y se levantó de su silla.


― No te preocupes por Kinsley. Yo me encargo de eso. ― El Alfa se pasó los dedos
por el cabello y suspiró, moviendo sus pies. ― Supongo que es mejor que escuche
esto de mí antes de que se corra la voz. Emory apareció en la puerta de Minxy esta
mañana. Ella llamó después de que aterrizó en la habitación de invitados. Quería
parar antes de que me dirigiera allí.
Voy a tomar prestado su nariz mientras trabajamos nuestros problemas.

Diskant sabía que su consternación por la revelación era evidente.

― ¿Emory vuelve?

― No me preguntes, hombre. ― Trey se encogió de hombros. ― Algo muy malo


debe haber ocurrido para que él aparezca aquí. No puedo darle la espalda por
completo. No es como si fuera un perro callejero.

No, Emory no era un perro callejero. De ninguna manera. El hermano menor de Trey
era un poderoso Alfa por derecho propio, esa fue una de las razones por la que
había dejado Nueva York en primer lugar.
El sonido del agua que viaja a través de los tubos de arriba tenían a Trey mirando al
techo, mientras todo el cuerpo de Diskant volvía a la vida. Su sangre se precipitó de
una cabeza a la otra.
Finalmente, ella estaba despierta.

― Supongo que esa es mi señal. ― Trey se acercó a la entrada de la cocina y se


detuvo. Encontrando los ojos de Diskant, sonrió. ― Tómalo con calma con ella. Es tu
deber asegurarte de que sea cuidada.

Diskant agarró la bandeja e ignoró el comentario.

― Sabes como salir.

78
― Eso hago. ― Trey sonrió antes de desaparecer por la esquina.

****

Cuando Ava despertó de su sueño, se preparó para experimentar cierto grado de


vergüenza o remordimiento por su comportamiento cuando las sensuales imágenes
de la noche anterior cruzaron su mente. ¿Como iba a explicarse a la luz del día?
¿Diskant querría otra ronda? Si es así, ¿se lo daría?
Su cuerpo zumbaba con la satisfacción sexual y la saciedad, respondiendo a su
pregunta.
No había manera de que pudiera dejar pasar la oportunidad de repetir el mejor sexo
que había tenido en toda su vida, sólo que esta vez ella tenía toda la intención de
explorar su cuerpo tan a fondo como él lo había con ella.
Un escalofrío recorrió la espalda cuando tuvo un pensamiento menos atractivo por
la situación.
¿Qué debería decir si él no estaba interesado en repetir y le pidiera que se fuera?

― Gracias por el buen sexo. ― Se imaginó a sí misma tartamudeando por la


vergüenza mientras tropezaba por la puerta. ― Tal vez podamos hacerlo de nuevo
en algún momento.

Su preocupación sobre cómo manejar con el canto y la danza de la mañana siguiente


fue de corta duración, cuando abrió los ojos y descubrió que estaba sola. Ella se
sorprendió por el dolor que surgió ante la ausencia de Diskant, pero
inmediatamente se reprendió por ello. Ella nunca había estado involucrada en una
aventura de una noche, pero estaba segura de que el protocolo con los cambia-
formas y los hombres humanos era el mismo.
Cambia-formas o no, Diskant era un hombre, y los hombres siempre se aseguraban
de ser los primero en huir de la escena de un posible compromiso. Ahora que la
lujuria había abandonado el edificio, él felizmente podía admitir que lo que había
pasado entre ellos no era más que otro encuentro sexual sin sentido. Era una
lástima también, porque el hombre había sacudido su mundo de tantas maneras
que se convertiría en el estándar inalcanzable para cualquier otro infeliz
pretendiente que quisiera conocerla.

Un destello de la pesadilla que había aparecido en su cabeza, la oscuridad, el dolor,


los olores extraños y sensaciones, y ella trató de recordar lo que había sucedido
después de que el último y alucinante orgasmo la envió en un sueño profundo,
inquebrantable. El sueño y la realidad parecían fundirse en ese punto, pero estaba
tan cansada que no pudo determinar cuando se desvaneció y se convirtió en el otro.

― Tal vez fue el vino ― dijo y se sentó.


79
Conteniendo la respiración, extendió sus piernas y se estiró con los músculos
doloridos a la vida. Para su sorpresa, el mundo no se inclinó o se volvió. De hecho, se
sentía absolutamente fantástico. Al parecer, una noche de excelente sexo era justo
lo que recetó el doctor. No se había sentido tan bien en años.
Empujando a un lado las sábanas calentitas y el edredón, se levantó de la cama,
cogió su ropa esparcida excepto su ropa interior rasgada salvajemente, y caminó
hacia la puerta abierta al lado de lo que ella sabía que era el armario. Un gran cuarto
de baño, cuya principal seña era el hermoso azulejo que brillaba cuando ella accionó
el interruptor de la luz. Una bañera con garras situada contra la pared, un plato de
ducha a ras del suelo estaba a la derecha y un lavabo a juego estaba a la izquierda.

Colocando la ropa en el mostrador, se dirigió a la ducha. Una ducha rápida para


lavar los acontecimientos de la noche anterior y estaría en su camino. Esperó hasta
que la fuerte corriente de agua de la ducha estuviera caliente y entró. La sensación
del agua ardiente sobre su piel la hacía jadear y gemir de placer. Inclinando la
barbilla hacia atrás, ella empapó su cabello bajo el chorro de agua, manteniendo los
ojos cerrados.

Lo primero es lo primero.

Ella iba a terminar de tomar una ducha, vestirse, decir adiós a su anfitrión y llevar su
culo a casa. No tenía sentido retrasar lo inevitable. Además, el viaje a Tennessee era
todavía una oportunidad. Ella tendía que reunirse con Thomas, obtener el título de
propiedad y las llaves de la casa y luego ...

El aire frío la trajo de vuelta a la realidad cuando la puerta se abrió. Limpiando el


agua de los ojos, ella lanzó un grito de alarma cuando un par de grandes manos se
envolvieron alrededor de su cintura y la atrajo hacia un muy duro y caliente cuerpo
desnudo.

La cabeza de Diskant descendió hasta su cabello rozando contra su hombro.

― Arruinaste mis planes, Ava mía ― le susurró al oído.

― ¿Planes? ― Quería estremecerse al oír esa voz ronca.

― Desayuno en la cama para empezar.

Sus piernas temblaban y su coño se humedeció con la mención de la palabra cama.


Así que quería una segunda vuelta.

80
― Eso está bien. ― Se aclaró la garganta y trató de recuperar la
compostura. ― Voy a tomar algo de camino a casa.

― Estás en casa.

Él mordisqueó la oreja y una compuerta se abrió entre sus muslos. El mundo


pareció cambiar y distorsionar, con los ojos viendo todo y nada en absoluto. El
deseo se sobrepuso a la lógica, la necesidad de sentir la gruesa longitud, de su
pesada polla enterrada dentro de ella erradicó cualquier pensamiento racional. Sus
pezones se endurecieron, palpitantes mientras la piel se tensaba y las areolas se
estremecían. Las manos de Diskant rodearon los montículos y empezó a tirar de los
picos, presionando su cuerpo contra ella, encajando su polla en la hendidura de su
culo.

― ¿Quieres algo, Ava?

― Yo no ... necesito ... quiero ... ― Ella trató de despejar su mente. Se estaba
ahogando en este hombre. Si no hacía algo pronto, no sería capaz de negarle nada.

― ¿Correrte? ― Se ofreció, lamiendo su cuello. ― Me encantaría hacerte correr.


Sólo dime cómo lo quieres.

Nada tenía sentido. Sólo había una neblina de frenesí sexual. Ella levantó las manos
al azulejo delante de ella y movió el culo en la invitación. El cielo la ayudara, porque
ella no quería nada más que él enterrado en su interior.
Duro, rápido, frenético. Sin juegos previos, ningún calentamiento.

Sólo él.

Soltó sus pechos y le pasó un brazo alrededor de su cintura. La levantó con facilidad
y usó su mano libre para guiar la cabeza de su polla hacia los pliegues empapados de
su coño, que se sentían tan electrificados como increíblemente sensibles.

― ¿Te gusta esto? ― Le preguntó y presionó en su calor húmedo, estirándola y


poseyéndola centímetro a enloquecedor centímetro.

― Sí. Oh, Dios, sí.

― ¿Cómo se siente, bebé?

81
Ella gimió y se inclinó hacia adelante mientras él la apretaba más contra la pared,
poniendo su frente contra la baldosa refugiándose del agua mientras él la cubría
desde arriba.
Hábilmente girando sus caderas, él bombeaba en ella en trazos firmes, lisos, tirando
hasta que sólo la punta quedó en el interior antes de zambullirse de nuevo, lenta y
constante, pero, a pesar de que era tan maravilloso, todavía no era suficiente.
Situado como estaba, no había manera de ayudar al movimiento para encontrar el
ángulo que la enviara a la cumbre.

― Por favor. ― Ella gimió, desesperada por la liberación.

― ¿Es esto lo que necesitas? ― Su mano libre dio la vuelta y se sumergió más allá de
estómago, hasta que su dedo medio encontró y manipuló su clítoris. Gritando, ella
arqueó la espalda y levantó la cabeza, empujando sus hombros contra él.

― Diskant. ― Ella estaba tan cerca.

Tan malditamente cerca ...

― Esta vez vamos a tomar el borde. Pero la próxima vez quiero todo de ti, Ava.
Dentro y fuera. Anoche fue sólo el comienzo. ― El calor de su aliento le acarició la
nuca y sintió el fuerte roce de sus dientes contra su piel. ― Córrete para mí.

Ella gritó cuando sus colmillos perforaron su piel y convulsionaron mientras él la


inmovilizó contra la pared cuando el orgasmo la atravesó. Atrapada, ella no tuvo
más remedio que capear las sensaciones, para tomar lo que quería darle. Con ambas
manos en las caderas ahora, obligando a su espalda mientras empujaba hacia
adelante. Sus embestidas eran violentas, y su agarre se convirtió en doloroso
cuando las puntas de sus garras extendidas rasgaron la superficie de su piel.

― Vas a correrte tan duro. ― gruñó alrededor de su hombro, palabras ilegibles. ―


Tu coño se siente tan jodidamente bien agarrado a mi polla.

Entonces él se derramó dentro de ella, vertiendo su semilla caliente dentro de su


vientre. Esencias exóticas de macho, almizcle y animal impregnaron el aire y se
estremeció cuando otro climax más pequeño se apoderó de ella y perdió su agarre
en la pared, con el cuerpo mojado se deslizó sin fuerzas en contra de los azulejos de
la pared. La mano de Diskant se aferró alrededor de su cintura para mantenerla
estable mientras continuaba bombeando sus caderas y corriéndose dentro de ella,
la cabeza de su polla presionando en la suavidad de su cervix una vez ― una vez más
― antes de que finalmente se dejara ir.

82
Su dientes se deslizaron de su piel devastada mientras que su polla se deslizó fuera
de su cuerpo.

― Esto es muy bueno ― él gimió y empezó a lamer en el área que él había mordido,
calmando el ardiente dolor con la lengua.

Todo su cuerpo estaba en alza, flotando después del arrebatador orgasmo que hizo
vibrar su cuerpo. Él bajó sus pies al suelo y, aunque le preocupaba que pudiera
tropezar, sus piernas de alguna manera se las arregló para mantener el equilibrio.
Con dos buenos giros de los grifos, cortesía de Diskant el flujo del agua menguó y se
detuvo, dejándolos envueltos en una capa de vapor espeso.
Agarrando sus hombro con ternura, ya sin garras en los dedos, él le dio la vuelta y se
dejó caer sobre una rodilla. Envolviendo su mano alrededor de sus muslos, él la
atrajo hacia sí y empezó a prodigar la misma atención a los arañazos a lo largo de
sus caderas y el abdomen que los dispensados a las perforaciones en el cuello. Se
estremeció ante el contacto de su lengua, cerrando los ojos y disfrutando de la
sensación.

― Vamos a conseguir algo de comida para ti. ― Le dio un beso en su ombligo antes
de levantarse. Ella levantó la barbilla, siguiendo la línea de sus muslos musculosos, a
la deriva más allá de su ancho pecho musculoso con una dispersión de pelo hasta
que lo miró a la cara.
Era enorme, enorme e impresionante. Los ojos que la miraron eran de su habitual
color amarillo―dorado, las oscuras cejas dibujadas abajo mientras él la observaba
con atención.

― ¿Qué? ― Le preguntó con timidez y se obligó a permanecer inmóvil.

― ¿Cómo te sientes? ― Él levantó sus dos manos y la acunó entre sus brazos,
acariciándola ligeramente con sus dedos.

Ella sonrió, tratando de disimular la extraña calma que estaba sintiendo.

― ¿Buscando cumplidos?

La expresión seria evaporó y él le devolvió la sonrisa.

― ¿Qué pasa si lo estoy?

Ella se encogió de hombros, disfrutando de la sensación de esos dedos todavía


húmedos contra su piel caliente por el vapor.

83
― No te recomendaría contener la respiración.

― Descarada.

Él la agarró por debajo de las rodillas con una mano y colocó la otra alrededor de su
espalda, y la levantó sin ningún esfuerzo, acercándola a su pecho. El calor de su piel
la rodeaba, proporcionando una barrera contra el aire frío del baño cuando abrió la
puerta de la ducha y salió.
Dejando a un lado sus protestas, secó con una toalla su cuerpo y no se apartó hasta
que empezó la tediosa tarea de resbalar dentro de su ropa ― que apestaba a
cigarrillos ― comenzando con la ropa interior. Ella contuvo el aliento mientras
alcanzaba su camisa, tratando de no ahogarse. Normalmente, el olor no era tan
evidente o tan ofensivo. Como si intuyera su incomodidad, Diskant se colocó delante
de ella y alzó su camiseta sobre su cabeza.

― Levanta los brazos ― le instruyó y deslizó la prenda por su torso cuando ella hizo
lo que le pidió. Su cabeza apareció por el cuello y le sonrió mientras su pelo se
dispersaba en todas las direcciones, algunos mechones cayendo sobre la frente.

― ¿Estás sonriendo? ― Ella hizo una mueca, empujó las demasiado largas mangas
hasta los codos y se pasó los dedos por el pelo.

― No es gran cosa ― respondió con evasivas y se deslizó en un par de pantalones


vaqueros desgastados.

Vio los dientes de la cremallera deslizarse sobre su piel bronceada y la mata de pelo
de ébano y experimentó una oleada de deseo. Esa cremallera iba en la dirección
completamente equivocada. De hecho, a ella le encantaría nada más que sacar el
jeans de sus caderas, caer de rodillas y darle unos buenos días apropiado ...

― Espero que tengas hambre. Hice el desayuno para el almuerzo.

― ¿Desayuno para el almuerzo? ― Ella negó con la cabeza para disipar la niebla
sexual. ― ¿Qué hora es?

― Eran las una y cuarenta y cinco cuando llegué aquí.

Su estómago se hundió y todo pensamiento sexual se disipó.


¿Las dos en punto? ¡Maldita sea!

Ella salió corriendo del cuarto de baño, repitiendo:

84
― Zapatos, zapatos, zapatos ― consciente de la expresión desconcertada de
Diskant, que rápidamente se impacientó.

Después de que ella recuperara sus calcetines y zapatillas de deporte, se sentó en el


borde de la cama y rápidamente se los puso. Ella nunca dormía hasta tarde, siempre
fue capaz de confiar en su reloj de cuco interior que la despertaba justo después de
las siete cada mañana. Se imaginó que rompería esa norma cuando se trataba de
algo importante. Si ella llegaba tarde para firmar los papeles, Thomas no se
quedaría. Él tomaría la escritura de la casa y la vendería en otra parte.
Thomas nunca esperaba, incluida la familia, especialmente a ella.
Ella sólo tenía una hora para viajar desde el Upper East Side al restaurante
Maybelle’s en Queens. Había una pequeña posibilidad de que pudiera conseguir
llegar a tiempo si ella tomara un taxi y pagando un extra por un poco de velocidad y
fuera directamente allí. Ella empezó a buscar su bolso y maldijo. Su teléfono móvil
estaba en sus pantalones, así como las llaves, pero su dinero estaba dentro de su
casillero en el trabajo. No podía permitirse pagar por el viaje.

― ¿Crees que vas a alguna parte? ― Diskant planteó la cuestión de una manera que
implicaba que no aceptaría cualquier cosa menos que una respuesta.

Rápidamente se ató los cordones.

― Se supone que debo reunirme con alguien en menos de una hora.

― ¿No puedes llamar y posponerlo? ― Maldita sea, parecía más intenso cuando
estaba enojado, como un oso salvaje que va detrás de un cazador solitario en el
bosque.

Sacudiendo la cabeza, se puso de pie.

― No. Thomas no se quedará si no estoy allí cuando le prometí estar, y no va a


responder ninguna llamada solo para fastidiarme. Tengo que llamar a un taxi. ¿Me
puedes prestar dinero para pagar la tarifa? Puedo pagarte ...

― ¿Quién mierda es Thomas?

Eso llamó su atención.

Se dio la vuelta y se centró en Diskant. Sus iris dorados eran como metal líquido,
brillando tan intensamente que no pudo detener la reacción instintiva de poner una
mano a la garganta y dar un paso cauteloso hacia atrás. Había jurado que los
cambia-formas no herían a sus compañeros, y eso es lo que era para él, pero
85
teniendo en cuenta el aspecto que tenía en este momento, preparado y listo para
matar, ese hecho no era muy tranquilizador.
Tragando convulsivamente, cuadró los hombros, logró reunir un poco de coraje y
entrecerró sus ojos a su vez.

― No seas un Neanderthal. Thomas es mi hermano.

La tensión en la sala se alivió como el brillo de sus ojos se desvaneció y las duras
líneas alrededor de los labios y los ojos se suavizaron. Empezó a caminar hacia ella y
le tomó hasta la última gota de orgullo y determinación para no alejarse cuando él
se acercó. Sus dedos eran suaves en los codos, las palmas apenas ahuecando sus
antebrazos.
Cuando habló, su voz era tensa.

― Me disculpo. Todavía estoy luchando por el control cuando se trata de ti, y


cuando has mencionado a otro macho ... Tendrás que ser paciente conmigo. En caso
de que no lo hayas notado, no comparto. ― Su mano derecha subió por su brazo,
deteniéndose cuando él puso su mano posesivamente alrededor de su cuello y
entrelazó sus dedos con los mechones húmedos de pelo. ― ¿Dónde se supone que
debes reunirte?

Lamiéndose los labios resecos, ella susurró:

― En el restaurante Maybelle’s.

― El lugar Cajun en Queens? ― Ella asintió con la cabeza y él tiró de ella hacia
adelante, inclinándose para besar su frente. ― Déjame terminar de vestirme y
vamos a ir. Podemos llegar a tiempo si tomo la moto.

― Pero ... ― Ella comenzó a discutir y él puso un firme dedo contra sus labios.

― Sin peros. No voy a dejarte fuera de mi vista. No hasta que estemos totalmente
unidos. Acostúmbrate a la idea de tenerme a tu alrededor.

Otro “pero” se le atascó en la punta de la lengua, junto con una multitud de


preguntas, pero ella optó por asentir y callar. Ahora no era el momento para hablar
de su relación o profundizar en las complejidades de lo que él denominaba la unión.
La casa de sus padres era lo último que le quedaba de su infancia y no había manera
en el infierno que lo dejara escapar. Thomas odiaría el hecho de que ella hubiese
traído a alguien a lo largo de la reunión, pero tendría que superarlo.
Diskant la soltó y se volvió, los músculos de los hombros y la flexión de la cintura sin
problemas mientras se dirigía hacia el armario. Apartando la mirada antes de que
86
cediera a la tentación de seguirlo, miró su reflejo en el gran espejo que colgaba
encima de la cómoda e hizo una mueca.

Sus labios hinchados, la barbilla y el cuello marcados por su barba, y su apariencia


rebelde gritaba: “Acabo de tener el mejor sexo de mi vida”
No sólo Thomas sabría que había encontrado un nuevo hombre, el resto del mundo
lo sabría también.

Esto en cuanto a mantener su vida personal en privado.

87
Capítulo 8

― Tengo noticias que quieres oír.

Craig Newlander cambió de posición en la silla de cuero de lujo mientras se inclinaba


hacia adelante, levantó el auricular y sacó la llamada del altavoz. Colocó el teléfono
contra su oreja y se aclaró la garganta.

― Estoy escuchando.

El hombre en el otro extremo de la línea habló en voz baja, pero clara.

― Diskant Black fue visto salir del Club Liminality con Ava Brisbane anoche.

― ¿Ava? ― Le preguntó. ― ¿Estás seguro?

― Mis fuentes no son pagados para mentir.

― ¿Se fue con él de buena gana?

― Digamos que no opuso mucha resistencia.

Ahora bien, esta era una noticia que podría poner a buen uso.

― ¿Dónde está ella ahora?

― Bajo bloqueo en su lugar.

― Mantenme informado.

― Lo tienes.

La línea se cortó y Craig colocó el auricular en la base. ¿Así que Ava estaba
compartiendo su cama con un cambia-formas? Era un poco impactante, teniendo en
cuenta lo decidida que estaba por alejarse de todas las cosas sobrenaturales ―
incluyendo a aquellos que se parecían a ella, quería saber sobre eso ― pero también
era bueno a la luz de los acontecimientos recientes, que habían revelado su
importancia y talento en una luz completamente nueva. Meses de tratar de romper
sus defensas habían resultado inútiles, y la única manera que habían despertado su
interés era compartiendo información y funcionando bajo la pretensión de ampliar
sus horizontes limitados.
¿Era posible? ¿Podría ser acoplada a un cambia-formas?
88
Teniendo en cuenta su herencia, no estaba sorprendido. Aunque innegablemente
humana, era cualquier cosa menos ordinaria. Ahora, si unida a algo tan poderoso
como un cambia-formas, sobre todo alguien como Diskant Black ― su telepatía sólo
crecería más fuerte como consecuencia. Era una buena cosa, ya que ella estaba a
punto de enfrentarse a un gran peligro.

Sacudió la cabeza y consideró todos los aspectos de la situación. Esperando que


Diskant no fuera más que un compañero de cama aleatorio, teniendo en cuenta que
en los últimos meses Ava no estaba en ninguna relación. Él era consciente de su
rutina aburrida e inmutable, y la separación de ese piojo insignificante de Martín
Feldman tuvo que haber sido un golpe devastador. No es que él estaba molesto por
eso. Si no fuera por el hecho de que ella había estado deprimida por la ruptura con
Martín, la gente de Craig nunca habría tenido la oportunidad de acercarse a ella.
Alcanzando el cajón a su derecha, agarró el pomo y lo abrió. Ubicado justo en el
interior estaba la caja de joyería que contenía lo que Ava consideraba un tesoro, el
medallón Brisbane. Quitó el terciopelo negro y se hundió en la silla de cuero.
Con esto, su telepatía se cuadruplicaría. Podría oír los pensamientos de cualquiera
que ella se centrara, sería capaz de escuchar cualquier cosa y todo lo que estaban
pensando, incluso a kilómetros de distancia. Si accediera a unirse a las filas de Villati,
el conocimiento ― y protección ― que podría obtener para sus estudios serían de
gran valor. Levantando la tapa, miró el colgante redondo con un diseño complejo
grabado en el centro. El platino brilló cuando levantó la collar en el aire y giró la
muñeca para estudiar la piedra ubicada en la parte posterior del medallón, la
cadena que sujetaba también brilló en la penumbra.

Ava asumió que el medallón era sólo una de la joyería ordinaria que había heredado
a la muerte de sus padres. Cuando él lo vio por primera vez supo que era mucho
más que eso. Tomó un poco de tiempo para explorar todos sus secretos, y ahora
que lo hizo, estaba en duda si mantener a Ava en la oscuridad sobre el verdadero
poder del recuerdo, sobre todo sin ser alertada sobre el peligro que se cernía
delante.
A la luz de los acontecimientos recientes, devolverle el medallón, junto con algunas
explicaciones y revelaciones, podría ser suficiente para influir en ella. No se trataba
de la catalogación de la información tanto como proteger a los que han trabajado
para mantener un registro histórico de las entidades sobrenaturales.
Como si eso no fuera suficiente, la información obtenida por su personal indicaba
que los Pastores finalmente habían hecho su camino a la ciudad. Cuando llegaban a
un lugar con una población de cambia-formas de tamaño considerable su objetivo
era la erradicación. Meciéndose en su silla, sopesó sus opciones.
En estos momentos el medallón era un pasivo, y como estaba en su custodia, lo
colocó en peligro.
89
Desde que Ava dejó en claro que no se reuniría con él, o con su gente de nuevo tras
el encuentro que nunca sucedió, cuando debería recuperar la reliquia que le
pertenecía, la posibilidad de volver a atraer su interés era remota. Quizás podría
subir la apuesta, y al hacerlo, convencerla para convertirse en un aliado y usar sus
poderes para salvar su propio culo.
De cualquier manera, tenía que deshacerse del medallón. Sin importar las
consecuencias. Cuanto antes enviara a esa cosa lejos de él, mejor. El tiempo ya no
estaba de su lado.
Después de regresar la caja al cajón, lo cerró, y tamborileó con los dedos encima de
la mesa, casi seguro de su decisión. Si no podía devolver la reliquia a su legítimo
propietario, tendría que encontrar a alguien que lo hiciera por él, incluso si eso
significaba tomar un riesgo enorme.
No había tiempo que perder. Las cosas estaban a punto de causar problemas, para
los cambia-formas, así como para Villati.

El más grande, el más malvado de los cazadores de raza había llegado a la ciudad.

90
Capítulo 9

Ava esperó hasta que Diskant entrara en su apartamento antes de darse la vuelta y
cerrar la puerta detrás de ellos. La reunión con Thomas había ido exactamente como
ella había pensado que sería. Su hermano se preparaba para salir en el momento en
que llegaron con cinco minutos de retraso, y por su expresión ― tanto sorprendida
como enojada ― ella sabía que él estaba dispuesto a tomar la escritura y venderla
en otra parte.
Gracias a Dios Diskant conocía muchos atajos y pudieron llegar tan pronto como les
fue posible. De lo contrario, el imbécil de su hermano se habría ido y su oportunidad
habría pasado.
Ella se dirigió a la cocina y estudió el sobre de manila que apretaba en su mano un
momento antes de ponerlo sobre la encimera de formica barata. Luego vació sus
bolsillos, poniendo el teléfono móvil y sus llaves en la parte superior del papel
amarillento, y se permitió un momento de felicidad y alivio. Todos sus ahorros,
todos sus esfuerzos planeando y mendigando lo que había trabajado.
Finalmente, después de todos estos años, la casa era de ella.
Ella nunca había entendido por qué sus padres le dejaron cosas tontas como joyas y
reliquias mientras pasaban una parte vital de su infancia a Thomas. Ellos sabían lo
irresponsable que era y que probablemente vendería la propiedad.

El peso sustancial de Diskant en el suelo de mala calidad causó que la madera


crujiera cuando comenzó a moverse sobre él, ella miró por encima de su hombro
para verlo mientras estudiaba su casa, sus ojos de halcón registraban cada objeto en
los estantes y cada imagen en las paredes. Pasó junto al sofá y la mesa de café y se
detuvo frente a las hileras de fotos, estudiando cada una atentamente.
Parecía tan fuera de lugar, de pie en su sala de color crema con mantas a juego que
protegen el sofá, con sus jeans cubiertos con chaparreras de cuero negro
combinado con un abrigo de cuero de gran tamaño y botas desgastadas. Su pelo
estaba ligeramente desordenado por el paseo en motocicleta, algunos mechones
pegados en la barba a lo largo de su mandíbula.
Dios, era un hermoso ejemplar de hombre, deliciosamente tentador para su propio
bien. No sólo era la cosa más hermosa que había visto nunca, pero cuando Thomas
trató de irse y escapar de su reunión, Diskant había demostrado que también era
sobreprotector, atrapando al llorón de su hermano en una silla y sólo dejándolo en
libertad después de cerrar el negocio.
Diskant había tomado asiento a su lado e hizo la base de su relación obvia
envolviendo un brazo alrededor de sus hombros y jugando con los mechones de su
cabello en la parte posterior del cuello. A pesar de que parecía a gusto, ella sabía
que él estaba analizando cada palabra hablada. Cada vez que Thomas levantó la voz
y trató de hacer las cosas difíciles, Diskant le envió una advertencia con los ojos ―
era en realidad una amenaza ― antes de volver su atención sólo a ella.
91
A pesar de su promesa de que iban a hablar en lugar de participar en más juegos
sexuales, ella sintió que su cuerpo reaccionaba al recordar sus dedos callosos contra
su piel, la forma en que su cálido aliento le hizo cosquillas en el cuello. Sus toques
eran tan provocativos y suaves, tan diferentes de la noche anterior. Mientras se
estremecía ante el recuerdo, el área que había mordido pulsaba y palpitaba, junto
con varias otras regiones de su cuerpo.
Diskant estaba inmóvil mientras ella lo estudiaba, y sabía que olía su creciente
deseo. Diablos, había estado en un constante estado de excitación desde que se
había despertado. Ya que ella nunca había estado involucrada en una relación de
sexo desenfrenado, sin restricciones ni inhibiciones, su libido recién descubierta
había sido inesperada y estaba muy confundida. Principalmente por no saber
exactamente lo que estaba ocurriendo entre ellos.
A diferencia de las relaciones normales, que incluían un noviazgo y un período de
calentamiento, éste cañón se movía a toda velocidad sin ninguna preocupación
acerca de cosas como la compatibilidad, los intereses mutuos o los planes futuros.
Desesperada por volver a la normalidad, ella negó su creciente necesidad sujetando
los muslos juntos, pero no pudo ocultar su jadeo cuando Diskant se volvió hacia ella
y vislumbró en su iris el color de la vibrante esmeralda. Cuatro largos pasos felinos y
estaba delante de ella. Él acunó su mandíbula en sus manos mientras bajaba la
cabeza, su lengua deslizándose para acariciar su labio inferior. Un lamida, y su
cuerpo estalló en un ataque de calor. Nunca había sentido una atracción tan fuerte.
Como si ella fuera a morir si no se enterraba profundamente dentro de ella, una y
otra vez, hasta que ambos estuvieran agotados. Extraños gritos resonaron en el
pequeño espacio y se dio cuenta de que eran gemidos que salían de su garganta. Se
agarró sus anchos hombros para permanecer de pie cuando las rodillas le fallaron y
los temblores le impidieron hablar coherentemente. Las paredes de su coño se
tensaron y luego comenzaron a palpitar, sufriendo por el alivio que intuitivamente
sabía que sólo Diskant le podría proporcionar.

― Joder, Ava.

Manos ásperas engancharon sus pantalones e hizo un trabajo rápido de los botones.
Diskant deslizó el material por sus muslos, rozando sus dedos a lo largo de su piel.
Sus zapatos se habían ido en un par de segundos, y sus calcetines salieron junto con
los pantalones. La levantó y puso su culo en el mostrador de la cocina mientras
tomaba el espacio entre las piernas. Un par de movimientos ágiles, y su polla
irrumpió libre de sus pantalones vaqueros, la punta de su eje hinchada como una
ciruela.
No hubo juegos previos, sin preparación, pero no era necesario. Su cuerpo se
estremeció con ganas de placer al sentir la cabeza de su polla separando sus

92
pliegues, buscando la entrada y deslizándose cuando Diskant empujó sus caderas y
la reclamó por completo.
Aferrándose a su chaqueta, enterró la cara en su cuello, respirando, y gimió en
éxtasis mientras él rodaba sus caderas y comenzó una danza demasiado familiar. Su
cuerpo se regocijaba con los movimientos, su coño apretando con fuerza antes de
dejarlo ir, una y otra vez. Un orgasmo rodó a través de ella y gritó contra el cuero,
deleitándose con los temblores que abarcaban cada centímetro de su cuerpo, desde
su vientre y extendiéndose hacia fuera. Este sexo alcanzó la máxima puntuación, tan
poderoso que la electrizó de los pies a la cabeza.

En cuestión de segundos Diskant la seguía por el precipicio, con un ronco gruñido


profundo. Un empuje fuerte llegó justo antes de que ella sintiera el bombeo de su
liberación dentro suyo, los últimos espasmos de su orgasmo le ordeñó hasta su
finalización. Cuando sus cuerpos descendieron de lo alto del clímax, sus
respiraciones combinadas llenaban la sala, y sólo se podía escuchar el tictac del reloj
en la pared de la habitación.

Sin aliento y confundida, ella murmuró:

― Lo siento. No sé qué me pasó.

― Shh ― Diskant la hizo callar con un beso rápido y lentamente se retiró de su


cuerpo, su polla aún dura y brillante de sus jugos combinados. ― Es normal. ― Se
quitó su ropa y envolvió un brazo alrededor de su cintura mientras el otro acunó su
culo, levantándola del mostrador. ― ¿Dónde está el dormitorio?

Ella se sonrojó de vergüenza.

― No puedes estar hablando en serio.

Él se rió y comenzó a caminar por el pasillo.

― Por tentador como es la idea de mantenerte desnuda y atada a la cama, Ava, sólo
estoy tratando de hacer que te sientas cómoda. Tengo cosas que tengo que cuidar,
pero no antes de que estés acomodada.

Ella trató de ocultar su tensión en el recuerdo de quién era él, un cambia-formas de


extrema importancia. A pesar de que ella no conocía las complejidades inherentes a
su vida, su instinto le decía las cosas que tenía que resolver no eran tan simples
como hacer llamadas telefónicas, programar eventos y asistir a las reuniones.
Entonces, ¿dónde dejaba eso a ella, exactamente?

93
Más preguntas que respuestas la asaltaron, y ella sintió la familiar sensación de
preocupación y duda que la ahogaba. Dijo que ella era su compañera, pero nunca
había visto a una cambia-formas acoplada a un ser humano, aparte de la que casi
arrancó la garganta de su pareja.
¿Era posible cambiar de opinión? ¿Podría haber imaginado que esto no era lo que él
pensaba que era todo el tiempo?
¿Por qué su corazón le dolía ante esta posibilidad?

Cuando Diskant pasó junto al umbral de su dormitorio, ella rápidamente se liberó de


su agarre y corrió hacia el armario para coger una bata mientras él cerraba la
cremallera de sus pantalones vaqueros. Enganchando la prenda de felpa, se puso
delante de ella como una barrera, ocultando los muslos que la camiseta prestada de
Diskant no cubría. Él frunció el ceño ante el evidente intento de distanciarse y cruzó
los brazos sobre el pecho, convirtiéndose en intimidante como el infierno, mientras
bloqueaba la puerta.

― Puedes irte. ― Rápidamente miró hacia otro lado y dio un paso al costado,
tratando de escapar al pasillo. ― Voy a tomar un baño.

Una mano la agarró de la muñeca y se inclinó. Usando su mano libre, le tomó la


barbilla entre el pulgar y el dedo índice y la obligó a cumplir con su intensa mirada.

― No creo que consigas deshacerte de mí. Te dije que tenía cosas que atender, no
que me iba.

Hasta ese momento ella nunca supo que era posible experimentar alivio y pánico al
mismo tiempo. A pesar de que la parte lógica de su mente lo entendía, su corazón
estaba absolutamente encantado con la afirmación de que estaría alrededor. Se
quedó sin aliento cuando sus labios rozaron los suyos, tan suave que era agridulce,
pero enloquecedor.
Las cosas no eran nada parecido a lo que había planeado sólo unos días antes, nada
de lo que había imaginado, mientras se vestía para ir a su trabajo en el club.
Dentro de su armario una maleta llena la estaba esperando. Se suponía que sus
vacaciones para empezar de nuevo deberían haber comenzado en el momento en
que compró la casa al inútil de su hermano y lo sacó de su vida, ir al único lugar que
ella siempre se sintió más segura, para relajarse y descansar. De pie aquí, atrapada
en los brazos de Diskant, ella no sabía si se trataba de un principio, medio o final.

― Escucha ― Diskant se desplazó y ahuecó sus codos en sus enormes manos ― Sé


que esto debe ser confuso para ti, y soy consciente de que tenemos mucho que
discutir. Toma tu baño, relájate, y cuando termines voy a responder a todas tus
preguntas.
94
En lugar de revelar sus planes o discutir, ella simplemente asintió y esperó hasta que
la soltó y se dirigió rápidamente al final del pasillo. Sintió sus ojos en ella mientras se
precipitaba en el interior del cuarto de baño, encendió las luces y cerró la puerta.

****

Diskant no se permitió respirar hasta que Ava estaba a buen recaudo en el interior
del cuarto de baño. Tan pronto como se cerró la puerta, sacó su teléfono móvil,
ansioso por ver quién demonios lo llamaría una y otra vez. En el momento en que
había deslizado su polla en el cielo abrazador del cuerpo de su compañera,
disfrutando de su suavidad y calidez, la maldita cosa no había dejado de vibrar
contra su culo.
Él sabía que la noticia era mala cuando descubrió que todas las llamadas eran de
Trey.

Maldita sea.

Trey no le alejaría de su hembra a menos que algo grave estuviera sucediendo.


Presionó la tecla de llamada al mismo tiempo que el sonido del agua estalló detrás
de la puerta. Echando un vistazo a la luz que se derramaba por debajo de la fina
grieta, entró en la sala de estar. Trey le contestó al primer tono de llamada.

― ¿Dónde diablos has estado? He estado tratando de llamarte durante los últimos
diez minutos. Agarra a tu compañera y ve directamente a Dougan's. No te detengas
en casa y no jodas.

Una sensación de alarma agudizó sus sentidos. Diskant levantó la cabeza, olfateando
el aire.

― ¿Qué está mal?

Sonaba como si Trey estuviera en movimiento, el viento a la deriva a través del


altavoz, distorsionando su voz cuando dijo:

― Emory cogió un olor y lo siguió a un almacén que hay en Red Hook. No es una
buena noticia, hombre. Agarra a tu compañera, llega a la base y permanece allí.
Estoy de camino mientras hablamos.

― Será mejor que empieces a hablar.


95
― Luego. Nos vemos en Dougan's. Podemos discutir las cosas allí.

Gruñendo ahora, Diskant exigió

― ¿Con que estamos tratando?

Una pausa, luego Trey gruñó el único nombre en el mundo que podría hacer que la
sangre de Diskant cambiara de fundido caliente a frío hielo.

― Pastores.

Diskant cerró el teléfono sin decir adiós y se dirigió al cuarto de baño. Ava se apartó
de las burbujas que cubrían sus piernas y el abdomen. Tenía la boca abierta por la
sorpresa y sus ojos se abrieron. A pesar de que acababa de recibir la primera marca,
sabía que ella iba a sentir un cambio en su estado de ánimo, experimentando una
oleada de adrenalina que surgía del peligro. Mientras que ella era un ser humano,
un toque de todas sus bestias existía dentro de ella, y ahora siempre respondía a su
llamada.

― ¿Qué pasa? ― Susurró con voz ronca, temblorosa.

Se sacudió la exuberante tentación que representaba. Agarrando la bata que


descansaba sobre el fregadero, se acercó a la bañadera y apagó los grifos antes de
retirarse y mantener la prenda abierta.

― Nos tenemos que ir. Sal y vístete.

Cuando ella no discutió, se encontró agradecido por su vínculo por primera vez. La
naturaleza humana sobrevivió al cuestionar. La tendencia animal, por otro lado, era
de actuar primero y reflexionar más tarde.
Deslizándose dentro de la bata, pasó junto de él y corrió hacia el dormitorio. Ella
eligió un sujetador negro y bragas a juego y se los puso mientras observaba el
pasillo. Todos los animales bajo su piel respondieron a la llamada, listos y dispuestos
para proteger lo que reclamaron como suyo. Era irónico que el cambia-formas, que
llevó a cabo la mayor parte del poder entre los de su especie pusiera a Ava en mayor
peligro.
Cuando los Pastores llegaban a la ciudad eran cautos y permanecían fuera de la vista
antes de ir a la yugular. Y no había mejor manera de cortar el suministro de oxígeno
que extinguir al Omega de la ciudad.
Pero la gran pregunta era, ¿por qué demonios estaban aquí?

96
Nueva York era una ciudad en la que los fanáticos rara vez se aventuraban, un lugar
donde crió e hizo suya la violencia, el sexo y la miseria. Las sectas religiosas tenían
poca fuerza en una ciudad donde se les da un orgullo gay, el hedonismo y la
vulgaridad.

Ava fue a su armario y rápidamente eligió un fino suéter azul brillante con cuello V.
Ella lo empujó encima de la cabeza y tiró un par de jeans de una percha contigua.
Sus movimientos eran frenéticos, sus piernas temblaban mientras sus dedos
intentaron subir la cremallera de sus pantalones.

Maldiciendo, Diskant trató de relajarse y calmarse de una puta vez. Su compañera


se tambaleaba al borde de algo que no entendía por completo y no podía controlar.
Ya sentía el instinto de aparearse, para recibirlo en su cuerpo una y otra vez hasta
cimentar su unión. Ella lo anhelaba incesantemente, necesitando su toque, su
presencia. Sumado a que al aumentar sus instintos de lucha a través de su conexión
no estaba ayudando.

― Coge las cosas que puedas necesitar ― instruyó en voz baja, tratando de
mantenerse centrado y alerta. ― No estoy seguro de cuántos días vamos a estar
fuera.

― ¿Días? ― se quedó quieta y lo estudió.

― No tengo tiempo para explicar. ― Cuando ella empezó a discutir permitió que la
importancia de lo que estaba ocurriendo se deslizara más allá de la barrera
emocional que había creado para protegerla, asegurándose de que por lo menos
ella fuera capaz de percibir la amenaza. ― Por favor, Ava.

Su rostro palideció y ella hizo un gesto brusco. Se acomodó el dobladillo del suéter
sobre sus vaqueros y se dirigió a la parte trasera del armario. La mochila compacta
que tomó era grande en comparación con ella.

En su mirada interrogante, ella explicó:

― Pensaba hacer un viaje a la casa de campo para relajarme.

― ¿Tienes todo lo que necesitas?

― Sí. ― Se agachó junto a un estante de zapatos prolijamente apilados y cogió un


par.

― Bueno, nos tenemos que ir.


97
Sin más argumentos o vacilación. Los instintos estaban creciendo, su vínculo con él
guiaban sus reacciones y respuestas. Él no tenía el lujo de reflexionar sobre la
injusticia de si su apareamiento fue un error, si él precipitó las cosas en lugar de
esperar por ellos para establecer una relación de confianza entre los dos, una
relación no sólo física, sino también de la mente y el alma.
Él la siguió desde el armario y esperó a que se sentara en un extremo de la cama
para ponerse los calcetines y los zapatos. Sus sentidos eran agudos ahora, el cambia-
formas en él se preparaba para cambiar a toda prisa si fuera necesario.
Detrás de la voluntad de cambiar y proteger, también había una cantidad innegable
de lujuria y, aunque intentó controlar el deseo se negó a ceder. Esperaba como el
infierno que ella estuviera receptiva a sus avances una vez dentro de la casa de
seguridad repleta de cambia-formas. El sexo para ellos no era nada nuevo, era sólo
otra de las milagrosas y agradables bendiciones de la vida. Para ella, estaba seguro
de que sería un período de ajuste y adaptación.

― Estoy lista.

Se puso de pie, cogió la mochila y se acercó más a él. Cuando él la miró, vio el deseo
grabado en sus rasgos. Sus ojos estaban nublados, sus labios ligeramente
entreabiertos y sus mejillas sonrojadas. Sus miradas se encontraron y su respiración
se incrementó, sus pezones suculentos estaban duros debajo de su sujetador y la
camisa, que le informaba de que estaba más que lista para otra ronda de lo que
quisiera ofrecer.
Joder, si los malditos Pastores no estaban cabreándolo. Finalmente encontró a su
compañera, la única mujer que alguna vez lo saciaría por completo, y se veía
obligado a estar despojado y necesitado.

― Pronto ― prometió y tomó su mochila.

Sus ojos se abrieron y ella miró hacia otro lado. Estaba avergonzada, se dio cuenta.
Aunque era muy natural para su especie, el anhelo y la necesidad de acoplarse a
menudo era ajeno a ella.

― Vas a estar bien. ― Colocando una mano en la parte baja de su espalda, él le dio
un pequeño empujón. ― Confía en mí.

Después de recoger las llaves y el teléfono, cerraron y comenzaron a bajar las


escaleras. Él se puso directamente delante de ella, con los ojos alerta, su nariz
afilada. El estruendo de televisores en varios apartamentos se fusionaba con
múltiples conversaciones y en la distancia, los sonidos de una pareja a punto de
llegar al éxtasis sexual. Comprimió su propia necesidad cuando la imagen de Pinkie
98
en el mostrador le asaltó, maldiciendo mentalmente a su polla, ya que poco a poco
se levantó a la vida. Su compañera no era la única que quería consolidar su unión.
Desde que había obtenido una muestra de lo descarada que era entre las sábanas se
estaba comportando como un adolescente que sólo había descubierto
recientemente que el joystick entre las piernas podría fácilmente ser manipulado
por un golpe de la muñeca y un agarre firme.
La distracción causada por esos pensamientos fue la razón por la que no captó de
inmediato la fragancia peligrosa de plata y muerte, en el momento en que abrió la
puerta de cristal del edificio. En un momento, Ava y él estaban solos. Al siguiente,
Pastores lo estaban rodeando, cinco de ellos en total. Sus armas brillaban cuando
levantaron el aire. Sus armas brillaban intensamente en las farolas, ya que ellos la
levantaron en el aire. Los largos tubos de acero pulido mostraron el grabado de una
referencia bíblica: Juan 10:9

“Yo soy la puerta. El que por mí entrare, será salvo.”

Sólo había una razón por la cual los hombres con abrigos marrones y sombreros
Stetsons del mismo color no dispararon, y no tenía nada que ver con no llamar la
atención innecesariamente. No querían golpear a cualquiera de los transeúntes al
azar que se congelaban en alarma y observan en silencio.

― ¿Sabes por qué estamos aquí? ― El mayor de ellos se dirigió a Diskant y apuntó el
arma de fuego de obsidiana con el dedo en el gatillo. ― ¿Dónde está él?

Diskant empujó a Ava detrás de él y puso su enorme cuerpo entre ella y el arma. Ella
envolvió su brazo alrededor de su estómago y apretó su pecho en su espalda,
permaneciendo cerca.

― No sé lo que estás hablando.

― No me mientas, Omega ― el hombre advirtió, apretando la mandíbula


ensombrecida. ― Sabemos que Emory Veznor está aquí por fin. Su manada no será
capaz de ocultarlo para siempre.

Emory Veznor.

Mierda.

Años de práctica le permitieron que su rostro permaneciera sin expresión, sin


demostrar nada de lo que estaba pensando o lo que sabía. Trey estaba con Emory,
que había aparecido en la madrugada después de una ausencia larga y amarga. No
99
conocía los detalles, pero podría reunir una suposición bastante decente en cuanto
a la razón de su inesperado regreso.

― No sé dónde está Emory ― Diskant respondió. Los Pastores eran buenos en tres
cosas: seguimiento, la destrucción de lo que consideraban impuros y detectar
mentiras.

― Entonces, llámalo.

― No puedo.

Al Pastor, obviamente, no le gustó la respuesta. ― Explica.

― Emory cortó todos los lazos con la manada en esta área antes de irse. Su lobo ya
no obedece a mi llamada.

― Entonces llama a su hermano... ― El Pastor se detuvo a media frase, dio un paso


atrás y deslizó el arma en una funda bajo su abrigo, los demás hicieron lo mismo. Su
enfoque cambió desde Diskant a los vehículos que se acercaban desde el este. Las
grandes luces rojas y azules colocadas en el techo estaban en silencio, pero una
pelea decente y estarían ardiendo en toda su gloria.

Gracias maldito Dios por la vigilancia de la vecindad.

― Vamos ― Diskant agarró la mano temblorosa a la cintura y se dirigió a la moto.

― No nos rendiremos hasta capturarlo ― dijo el Pastor a Diskant pero él no


respondió.

Él colocó la mochila frente de él, ayudó a Ava a subir a la parte trasera de la moto y
se inclinó para recoger los cascos de las alforjas. Normalmente él no se preocuparía
por ellos, pero ya que los coches patrulla estaban alrededor, él jugaría el papel del
ciudadano respetuoso de la ley.
Colocó primero el de Ava y ajustó las correas antes de tomar cuidado del suyo. El
coche de la policía se acercaba y los Pastores estaban de pie sin hacer nada en la
acera, observando todos sus movimientos. Si quería poner cualquier tipo de
distancia entre ellos, tenía que asegurarse de que él y Ava se hubieran ido mucho
antes de que los policías abandonaran la zona y que ellos fueran capaces de volver a
su medio de transporte y seguirlos.

100
Después de que él se sentara a horcajadas en la moto, Ava apretó contra él de
nuevo hasta que su pelvis estaba a ras contra su culo. Su cuerpo aún estaba
temblando, con la respiración superficial y desigual.

― ¿Quiénes son esos hombres? ― Ella susurró y apretó aún más su agarre, pegada
a su espalda.

Él no contestó hasta que arrancó la moto, esperando que el ruido fuerte del motor
ahogara su voz. Levantó el pie de apoyo con el talón, volvió la cabeza y le preguntó:

― ¿Sabes lo que son los Pastores?

― No ― tartamudeó, y se dio cuenta de que su cuerpo estaba ardiendo en un


infierno de gran adrenalina.

― Ellos cazan a nuestra especie. ― Mantuvo su pierna derecha en el suelo hasta


que la moto se estabilizó y aumentaba lentamente la velocidad, lejos de la calle. ―
Cuando aparecen, no es una buena señal.

― ¿Qué quieren? ― El aroma embriagador del miedo que emanaba de ella se fue
felizmente lejos mientras giraba en la calle y comenzó a acelerar.

― No lo sé ― respondió mientras ponía el motor al máximo. El viento acariciaba su


rostro, envuelto alrededor de sus hombros y puso fin a la conversación.

Pero, por Dios, que él iba a averiguarlo.

101
Capítulo 10

Diskant detuvo la moto delante de un edificio en West Village. La gran ventana


debajo de la marquesina del Bar Dougan's permitió ver todo el interior. Había una
gran barra con taburetes y unas pocas mesas estaban dispuestas a lo largo del
cristal. Incluso desde donde estaba sentada, Ava sabía que los clientes eran cambia-
formas. Sus movimientos eran demasiado poderosos y sus ojos cambiaron en el
momento que Diskant estacionó junto a la acera, para estudiarlos muy alerta. El
motor se quedó en silencio y ella respiró hondo, luchando por el control.

Las últimas horas habían sido las más extrañas de su vida. Ella no podía decidir si
debía estar asustada o enojada por haber sido abordada por hombres armados. Para
empeorar las cosas, su cuerpo aún deseaba una fuerte follada, como si realmente
no fuera más que una perra en celo.
Ella frunció el ceño ante la comparación, pero aceptó la verdad.
Con Diskant, todo era primitivo y muy intenso ― sus sentimientos, sus reacciones,
sus deseos. Era como si estuviera evolucionando, de alguna manera, convirtiéndose
en alguien o algo más. Nunca pensó que la química jugara un papel tan importante
en sus decisiones. Si fuera honesta consigo misma, sabía que nada de lo que había
hecho en las últimas veinticuatro horas podrían ser calificados como racional. Otra
cosa rara era que estaba más desinhibida, más atrevida, la liberación de ella desde
una tímida novata ratonil a una tigresa sin miedo.

El terror que había sentido al mirar el cañón del arma había desaparecido en el
instante que Diskant la puso detrás de él, protegiéndola de cualquier daño. Ella
reaccionó instintivamente, tratando de conectar con la mente de los hombres
armados, que parecían haber surgido directamente de una película del oeste, para
saber cuáles eran sus intenciones. Estaban enojados, en busca de alguien que había
ofendido a su congregación, pero dadas las circunstancias había sido imposible
tomar el momento adecuado para explorar profundamente sus pensamientos.
En cuestión de segundos se dio cuenta de que el más alto de ellos, Elijah, era el líder
del grupo, y formuló inmediatamente un plan para que él bajara su arma y diera
instrucciones a los demás a hacer lo mismo. Hubiera sido peligroso y estaba segura
de que habría sido difícil. Los otros podrían haber cuestionado sus órdenes, y si lo
hubieran hecho, no habría habido manera de que pudiera manipular los
pensamientos de todos ellos. Sumado a que había otro séquito armado que Elijah
había señalado en silencio desde el otro lado de la calle, su plan de seguro se habría
ido al garete.

Afortunadamente, su talento no había sido necesario. Su calle estaba segura debido


a la patrulla que recorrió la zona a tiempo. Por una vez, estaba agradecida por haber
decidido pagar un poco más e ir a vivir en Brooklyn Heights. Cuando vio el coche de
102
la policía, había querido caer de rodillas y exigir al alcalde que les diera un aumento
salarial por el servicio que prestaron.
Lo único que lamentaba es no haber averiguado exactamente que es lo que querían.
Aunque estaba segura de que lo sabría pronto.
Diskant cambió su peso y sacudió la motocicleta a un lado para enganchar el pie de
apoyo, y ella soltó su cintura. Con una cantidad ridícula de dominio descendió del
asiento sin su ayuda. Se quitó el casco y se pasó la mano por el pelo, dispuesta a
mirarlo a los ojos mientras sentía que las miradas de los clientes cambia-formas
dentro del bar le perforaban su espalda.

¿Qué deberían pensar? Ella no era una de ellos y, sin embargo estaba montada en la
parte posterior de la moto propiedad de su Omega. Los cambia-formas en el Club
Liminality eran siempre muy cordiales, pero nunca demasiado agradable. Había una
línea invisible, siempre existió, una comprensión de que pertenecías a ellos o no. Tal
vez había una razón para ello. Quizás el incidente en el bar con la pareja
recientemente unidas por el lazo de sangre era una indicación de lo que sucede
cuando decides aparearte fuera de la especie.
Por un momento, visualizó a la mujer acunada en los brazos del cambia-formas esa
noche en el Liminality hace meses. Su pelo oscuro estaba resbaladizo por el sudor, y
su camisola ceñida de color crema estaba empapada de sangre. La mirada en sus
ojos estaba aturdida, con los labios casi púrpura. Su piel estaba tan pálida que
parecía a punto de morir.

Cuando Diskant extendió la mano para tomar el casco de sus manos temblorosas,
ella no estaba preparada cuando sus dedos rodearon su muñeca. Levantó la cabeza
y vislumbró la mirada herida en sus ojos, vio el dolor en su rostro.

― No tengas miedo de mí. ― Su voz era ronca. ― No tengas miedo de nosotros.

El miedo y la incertidumbre sofocándola fue reemplazado por la necesidad de


tranquilidad y comodidad. Como si un interruptor se hubiera encendido en su
mente, exorcizando la oscuridad que ensombrecía sus pensamientos, no había nada
más importante en estos momentos que ella y Diskant.
Los espectadores se desvanecieron, al igual que los vehículos y peatones en la acera.

― No lo tengo. ― respondió ella, un poco sorprendida de que le estuviera diciendo


la verdad. No tenía miedo de él. Su miedo era a lo desconocido, de entrar en algo
que no entendía completamente y no podía controlar.

― No quería que sucediera así. ― Él sonrió cuando ella lo miró con curiosidad.
Envolviendo una mano alrededor de su cuello, le explicó. ― Cuando me desperté
esta mañana quería pasar un día tranquilo contigo. Lo tenía todo planeado.
103
Desayuno en la cama, seguido por una o dos rondas de sexo y todo el tiempo que
necesitaras para hacer preguntas y entender las cosas.

La sola mención de “dormitorio” y “sexo” provocó que su cuerpo se calentara. Ella


empezó a decir algo cuando él la atrajo hacia su pecho y su boca cubrió la de ella. Su
sabor era intoxicante, tan rico e inolvidable. Le pasó la mano por la chaqueta antes
de deslizarla por debajo del cuero hasta que la palma de su mano descansaba sobre
el firme músculo pectoral cubierto por fina camisa de algodón negro.
Ella nunca pensó lo emocionante que podrían ser los objetos inanimados, hasta ese
momento. Primero fue el tenedor. Ahora era una fina camiseta.

Él rasgó sus labios lejos, agarró su bolso, le tomó la mano y tiró de ella hacia el bar.
No se detuvo a explicar y no discutió. Entraron y la gente en su camino se apartaron,
como si ya fueran conscientes de la situación. Diskant la condujo por un pasillo y
entró en una oficina vacía. Una vez dentro, cerró la puerta, arrojó su bolso al suelo y
se volvió para cerrar. Ella observó mientras él tiraba su casco al lado de la mochila.
No había palabras. En un momento ella estaba de pie junto a él, temblando de
anticipación. Al siguiente, estaba inclinada sobre el escritorio, sus zapatos, el jeans y
la ropa interior se habían ido, dejando su mitad inferior desnuda y completamente
vulnerable al macho excitado de casi noventa kilos colocado justo detrás de ella.

En algún lugar en el fondo de su mente su modestia le recordó que había gente


afuera en el bar, todos los cuales eran probablemente conscientes de lo que estaban
haciendo. Por extraño que parezca, una parte de sí misma le dijo debía dejar las
cosas como están.
Finalmente iba a aliviar el deseo que la estaba volviendo loca. Quería sentir el calor
de su piel contra la de ella, sentir la gruesa y firme longitud de su dura polla en su
interior.

― Eres tan hermosa. ― Él presionó su pecho en su espalda, obligándola a acostarse


sobre la mesa.

Permaneció allí cuando él se levantó y sintió sus manos en su culo, sus dedos
curvándose más y moldeando un camino a lo largo de su piel, dejando pequeños
choques de electricidad a su paso. Un golpe rápido de la punta de su polla a lo largo
de los labios de su sexo y estaba presionando dentro, esa cresta dura como el acero
cubierta de terciopelo, llenándola hasta que se puso de puntillas para llevarlo más
profundo. De esta manera, se sentía como si estuvieran conectados de verdad, de
una forma que nunca había estado antes.
Diskant gimió y rodó sus caderas.

― Maldita sea, te sientes bien.


104
Agarrando el borde de la mesa, ella se echó hacia atrás mientras se movía hacia
adelante hasta que todo lo que podía oír era el choque constante entre sus pieles.
La suavidad de sus bolas abofeteaba su clítoris, creando nuevas olas vertiginosas de
placer. Se movió un poco hacia la izquierda y lo sintió acariciar ese punto en su
interior que la volvía loca, la gran longitud presionando contra ella hasta que dio la
bienvenida al intenso ardor en el estómago lo que significaba que el éxtasis estaba
cerca.

La habitación giraba mientras él salía de su interior y le dio la vuelta. Ella envolvió


sus brazos alrededor de su cuello cuando él tomó sus caderas y la levantó hasta que
sus piernas estuvieron situadas cómodamente alrededor de su cintura. Un empuje
suave los unió una vez más y él la llevó a la pared más cercana. Su mano bajó y tomó
su clítoris con el dedo índice y el pulgar aumentando su éxtasis con exquisitos
toques expertos.

― ¿Te gusta eso? ― Su expresión era de la pasión mientras los golpes continuaban,
y su voz estaba distorsionada y ronca.

― Sí ― susurró ella y vio la tensión en los músculos del cuello mientras apoyaba su
peso, ajustándola para llegar más y más profundo en su interior.

Un tirón firme la envió contra su pecho y ella comenzó a lamer la piel visible a lo
largo de su hombro antes de tirar de la chaqueta de cuero para revelar más piel
bronceada. Marcó su piel con pellizcos pequeños de los dientes. Un calor intenso
propagándose a través de ella desde el vientre a su coño. El impulso de morder y
marcarlo como propio era demasiado poderoso como para ignorarlo y eligió el lugar
que conecta el cuello y el hombro. Ella bañó el área con la lengua, limpiando su piel
y tiró de sus labios hacia atrás mientras sus dientes se hundieron profundamente.

Su ronco, eufórico grito cuando ella lo mordió fue acompañado por un sabor
metálico en su lengua. Le mordió más fuerte en respuesta, forzando a sus incisivos y
caninos en la carne, impulsada por el sabor de la sangre y el olor a sudor y sexo. Un
gruñido irreconocible en la garganta, como si ella albergara un animal bajo su propia
piel. Giró sus caderas, presionando contra él hasta que estuvo tan profundo dentro
suyo que sentía como si fuera una parte de ella.

― Joder, sí. ― Diskant continuó empujando mientras la miraba y reclamó el lado sin
marca de su cuello. Sus dientes se hundieron profundamente y sintió que su cuerpo
comenzaba a levitar, una deliciosa calidez extendiéndose más allá de su vientre.

Entonces las cosas fueron terriblemente mal.


105
Un dolor insoportable irradiaba de sus huesos, la cabeza, sus piernas, su todo. Era
como si lava fundida corriera bajo su piel, ampollas calientes hirviendo su camino
desde dentro hacia afuera. Ella renunció a su agarre en su cuello y gritó angustiada
por la sensación de su piel, su toque era demasiado doloroso de soportar. Se sentía
como si mil agujas se hundieran en la piel en todos los lugares que tocaba y sus ojos
y oídos comenzaron a picar como si estuvieran siendo apuñalados por fragmentos
de hielo.

― Detente ― Ella suplicó lastimosamente y cerró los ojos. Las lágrimas rodaban por
sus mejillas, formando senderos salados hacia la barbilla.

Sin embargo, el dolor no se detuvo, empeoró hasta que pensó que prefería morir
antes que sufrir por más tiempo. Las interminables oleadas de fuego en la boca del
estómago se sentía como un soplete. La brisa del ventilador de techo encima de la
cabeza envió
oleadas de sangre fría contra su piel desnuda que eran casi demasiado brutal para
soportar.
El suéter de cachemira que siempre había adorado fue de repente muy grueso y
áspero, como una esponja de acero, parecía que le arañaba los brazos, la espalda y
el estómago.

Los olores eran más fuertes ― tierra, agua, bosques ― y entonces ella comenzó a
sentir un cepillado debajo de la piel, como si algo suave y aterciopelado presionara
desde adentro hacia afuera. La textura cambió de suave a densa, de sedoso a
grueso, como si estuviera siendo atormentada por pieles, cuero, plumas y piel.

Ella luchó contra Diskant, incapaz de mantener la cabeza erguida. Cada nueva ola a
través de sus músculos fue reemplazada por una diferente, cada una
afortunadamente más rápido y menos dolorosa que la anterior.
Era consciente de Diskant susurrando algo, prometiendo que todo estaría bien
mientras ella lloraba desconsoladamente. El dolor fue desapareciendo lentamente
hasta que pudo volver a respirar. La agonía en sus ojos, los oídos y la piel se disipó,
dejándola como una masa temblorosa en sus brazos. Ella parpadeó para contener
las lágrimas, preguntándose si estaba soñando.

¿Qué diablos pasó?

― ¿Diskant?

― Se acabó, Ava mía. ― Su expresión era dura y sus ojos brillaban


extrañamente, al pasar de ámbar a esmeralda, a continuación, a la plata.
106
― ¿Qué sucedió? ¿Qué fue eso?

Sacudió la cabeza y poco a poco se alejó de ella hasta que la punta de su polla
estaba en la entrada de su coño. Lentamente y con cuidado empujó hacia el interior.
Incluso con la piel nueva y extrañamente sensibilizada no había dolor, sólo placer.
Una vez más, se retiró y empujó más fuerte esta vez. Con cada embestida, los
recuerdos de lo que había ocurrido fueron desapareciendo, reemplazados por
nuevos y mejores recuerdos.

― Deja de distraerme. ― ella contradecía su solicitud arqueando sus caderas,


llevándolo más profundo. ― No es justo.

― No puedo evitarlo. ― Aumentó el ritmo.

― Diskant...

La lógica le decía que esto era una locura. Ella acababa de experimentar algo que no
podía explicar y estaba dispuesta a dejarlo pasar por este nuevo llamado interior
que exigía tenerlo en su cuerpo, reclamar su descendencia, marcándolo como
suyo...

― Córrete conmigo, nena. ― Él ignoró la preocupación en su voz y la pregunta en


sus ojos. Sus dedos con garras se clavaron en sus caderas, guiándola en un ritmo
enloquecedor. ― Necesitas esto y yo también.

Movió sus caderas y la apretó contra él. Estaba tan cerca, todo lo que tenía que
hacer era extender la mano, tomar posesión y reclamarlo. Ella envolvió sus brazos
alrededor del cuello de Diskant y le permitió definir el ritmo, confiando en su fuerza,
confiando en que él sería el encargado de hacer que se corran.
Alcanzaron el clímax juntos, su grito profundo y ronco, el suyo suave y silencioso. La
tensión sobrante de la terrible y extraña experiencia desapareció, los músculos se
suavizaron dejándola saciada, satisfecha y contenida. Le gustaba sentirlo dentro de
ella, el calor de su cuerpo contra el suyo, sintiendo su peso en ella, lo suficiente para
mantenerla atrapada, pero no tanto que no pudiera respirar.
Ella levantó la cabeza y se sorprendió al encontrar que el mordisco que le dio en el
cuello tenía las marcas visibles de sus dientes. Poco a poco, los sonidos procedentes
del club la golpearon. Ella esperaba sentir vergüenza por tener sexo en un lugar
público, pero, sorprendentemente, no llegó.

107
― Eres como una droga. ― le murmuró al oído antes de mordisquear el lóbulo. ―
Tan condenadamente adictiva que no importa lo que haga no puedo conseguir
suficiente.

― Es tu culpa, no la mía. ― Con el ceño fruncido en la marca de su piel bronceada,


le preguntó: ― ¿Qué me hiciste?

La pregunta lo golpeó de inmediato, al no ser capaz de controlar sus reacciones.


Diskant se congeló, su aliento atrapado en su pecho. Después de un momento de
tensión, dijo:

― Tenemos que hablar ― se retiró de su cuerpo y la puso sobre sus pies inestables.
La pérdida de su presencia era más que física. Era como si se hubiera bloqueado otra
parte de ti mismo también.

Confundida y avergonzada, ella se inclinó para recuperar sus cosas cuando le


preguntó:

― ¿Cuanto sabes de los cambia-formas?

Después de todo lo que había ocurrido, no estaba segura de lo que había esperado,
pero sin duda no era esto. La ira se apoderó de ella y explotó.

― Después de todo lo que ha sucedido, ¿no crees que debería ser yo la que hace las
preguntas?

Levantó la cabeza, los dedos inmóviles sobre la cintura de sus pantalones de cuero.
Se le ocurrió entonces que ambos estaban a medio vestir con un bar que atiende a
cambia-formas, después de haber tenido relaciones sexuales explosivas, y que todo
el mundo no sólo podía escucharlos, sino también olerlos. Por no hablar de que ella
todavía no tenía idea de qué demonios estaba pasando, y Diskant parecía estar
dirigiendo constantemente sus pensamientos a actividades placenteras para
distraerla de pensar en otra cosa.

― Hay una sala llena de cambia-formas por ahí a la espera de una respuesta a esa
pregunta ― dijo finalmente ― Necesito saber qué decirles.

― Bueno, ¿eso no es dulce? Preocupado por tus amigos peludos ― respondió en un


tono hastiado y frío. ― Que pena que esa cortesía no estuviera dirigida al resto de
nosotros.

― Maldita sea, Ava ― gruñó y se arregló la camisa. ― No hay tiempo para esto.
108
Ella separó sus bragas de los pantalones vaqueros y se las puso, muy consciente de
la humedad que goteaba de su sexo como consecuencia de su corrida en su interior.
Ella se quedó inmóvil por un momento, quedó muda ante el pensamiento que tanto
la asustaba como excitaba.
Por primera vez, consideraba algo que debería haber pensado desde el principio,
sobre todo cuando pensaba en la naturaleza de su relación hasta el momento.
¿Podrían procrear un cambia-formas y un humano? ¿Sería posible quedar
embarazada? Ella siempre quiso tener niños, tenía la esperanza de que algún día ella
tendría tres o cuatro. ¿Sería posible tener una familia con alguien como Diskant?
Como todo lo demás, este pensamiento fue puesto a un lado.
Una complicación que su cuerpo excesivamente estimulado y su mente, guardaba
para otro jodido tiempo.

Furiosa consigo misma por preocuparse por cosas que no podía cambiar, si ya
hubiera ocurrido, ella dijo sarcásticamente:

― Pero siempre hay tiempo para follar, ¿no?

El aliento se atascó en su garganta y se quedó sin aliento cuando cruzó la distancia,


la agarró por los brazos y la sostuvo contra la pared. La barrera erigida entre ellos
fue borrada y ella era consciente de varias cosas, pero fue una ― y sólo una ― cosa
que ella se dio cuenta que le aterrorizaba y le entusiasmaba.
Ella era consciente de Diskant por primera vez.
A pesar de que la había clavado a la pared, era la preocupación, no el desprecio que
le llevó a poner distancia física, emocional y mental entre ellos.
Estaba asustado por ella, preocupado que la había llevado demasiado lejos.

Él sabía que era demasiado pronto para darle la segunda marca, pero Dios le
ayudara, en el momento en que había sentido sus dientes contra su garganta no
quería nada más, y él no quería que dejara de saborear su sangre. En el momento en
que ella le recordó de lo que había hecho, mirándolo con sus ojos enormes ojos
azules llenos de confusión y dolor, la culpa lo golpeó como un tren de carga.
Quería tranquilizarla, llevarla a algún lugar donde pudieran estar solos y hablar.
Pero, maldito sea el infierno, tenía que encontrar a Trey y Emory para averiguar qué
demonios estaba pasando. Alguna mierda seria estaba a punto de estallar y él no
quería a su compañera en cualquier lugar cerca de eso.
Su compañera.

Su Ava.

Cada pensamiento era tan claro, tan nítido y detallado como si


109
hubiera hablado en voz alta.

Jesucristo y la mierda.

Ella podía leerlo.

Diskant estaba luchando una guerra interna consigo mismo, desesperado por calmar
a su compañera y viéndose obligado a reunirse con aquellos que le estaban
esperando afuera. Nunca había lamentado tanto su estatus como Omega, o querido
ser sólo otro cambia-formas en este gran extenso puto mundo. Era una tremenda
responsabilidad que siempre había respetado y honrado. Una obligación, sin
embargo, era una perra de una amante cuando había que poner a otros antes de
que a ti mismo y las necesidades de tu compañera.
En el momento que habían entrado en Dougan's, él sabía que la manada entendía su
necesidad de privacidad. Las parejas recién unidas eran siempre inestables al
principio, en el mejor de los casos, no podían controlar sus deseos. Ese
entendimiento, por desgracia, no haría sino aumentar con el tiempo. Ya podía sentir
su malestar, su impaciencia. Los cambia-formas no eran telepáticos por naturaleza,
pero podían comunicarse a través de imágenes mentales y compartir sentimientos.
Ellos podían percibir las preocupaciones de sus compañeros de manada, incluso
cuando no lo expresaban. Ellos estaban inseguros y nerviosos. El único que tenía el
poder de conducir a todos los cambia-formas juntos estaba recién acoplado, por lo
que estaba inestable y desquiciado cuando más lo necesitaban.

Ava abrió la boca y sus ojos azul zafiro desviaron su mirada. Sintió el temblor de sus
manos, su tembloroso labio inferior. La preocupación por ella hizo caso omiso de la
necesidad de proteger a los que se dirigían a él para recibir orientación. Ella era la
cosa más importante en tu vida ahora mismo. Sin ella, no estaría completo.
Al diablo con todo. Él haría un maldito tiempo.

― Pinkie, ¿Qué pasa?

Ella se sacudió como si despertara de un sueño y lo miró como si lo viera por


primera vez. Luego sonrió, la sonrisa más coqueta que había visto nunca, y se inclinó
para rozar sus labios contra los suyos. Este beso fue más intencional que el resto,
como si le estuviera ofreciendo una parte diferente de sí misma. Él suavizó su agarre
y se apoyó en ella. Sus labios se abrieron y sus lenguas chocaron, adelante y atrás,
de lado a lado. La ternura de los movimientos no pasó desapercibida, ni la forma en
que ella se apretó contra él como una sensual mujer confiada.
Levantó la mirada y miró a la cara enrojecida. Ella se veía hermosa con los labios
hinchados, las mejillas sonrojadas. Cuando la soltó y se alejó, se preparaba para otro
estallido de ira, al igual que la anterior, y miró en estado de shock cuando ella
110
recuperó el resto de su ropa y comenzó a deslizarse sobre ellos sin decir una
palabra.

― Sé que tienes un montón de preguntas ― dijo, calibrando su reacción.

Ella asintió con la cabeza mientras se abrochaba sus vaqueros y se agachó para
recoger sus botas.

― Me interesé por los cambia-formas, ya que eran las únicas criaturas que no
podían leer el pensamiento. De niña pensaba que eras especial como yo. A medida
que fui creciendo me di cuenta de que había mucho más que eso.

― ¿Eres un miembro de Villati? ― La pregunta fue directa, sin rodeos.

― No. ― En su ceño incrédula, agregó ― Ellos se acercaron a mí, lo cual es


desconcertante ya que no le he dicho a nadie lo que puedo hacer. Sólo puedo
suponer que tienen alguna forma súper secreta para vigilar a todos aquellos que no
se consideran normales. Les dije que se fueran a la mierda.

― ¿Hay algo que quieras preguntarme?

Él se alisó la camisa, pero no se molestó en corregir el cuello. A pesar de que todo el


mundo en una cierta proximidad ya estarían al tanto, quería que todos puedan ver
su marca de reclamación, el tiempo que permaneciera en su piel. Quería saborear el
regalo que ella le había dado, para mostrar a todo el puto mundo que ella había
marcado su posesión tan claramente como lo había hecho.

― No ― respondió ella, y se deslizó en sus zapatillas de deporte.

― ¿No? ― repitió, seguro de que sus oídos lo estaban engañando.

― No ― le dijo con firmeza y ajustó su ropa. ― Dijiste que no teníamos tiempo para
eso, así que ¿por qué no encargarnos de lo que necesita ser resuelto y podemos
hablar de esto después.

― ¿Estás bien? ― La estudió, en busca de algún indicio de que la segunda marca no


hubiera hecho algo extra.

― Estoy tan bien como la lluvia. ― Ella en realidad malditamente le sonrió. ― ¿Y tú?

Cristo. Ella era tan dulce ahora, como si no se hubiera molestado antes. Nada tenía
sentido, pero entonces, que había tenido sentido en su vida en las últimas semanas.
111
Cruzó la habitación, pasando los dedos por el pelo. Las hebras rubias teñidas de rosa
permanecieron de pie en varios lugares, mientras que el resto cayó en mechones
irregulares a lo largo de su frente.
De pie directamente delante de él, lentamente levantó la cabeza y puso sus manos
sobre su pecho. Si la intención era hacer que se relaje, el contacto tuvo exactamente
el resultado opuesto. Su polla se hinchó, un vez más, totalmente armada y cargada.

― Será mejor que nos vayamos. ― Sus palabras se convirtieron en un gemido


cuando sus manos descendieron hasta su abdomen.

― Está bien ― murmuró seductoramente y se puso de puntillas para darle un beso


en su garganta. Todo su cuerpo se estremeció con el toque de sus labios, sus
músculos se tensaron.

― Si no tienes cuidado, te arrancaré esa ropa, te pondré boca abajo sobre la mesa y
hacerlos esperar más tiempo.

― Promesas, Promesas.

― Sólo tienes que esperar hasta que realmente estemos a solas.

Ella se apartó, pero la sonrisa se mantuvo.

― ¿Deberíamos?

Por un momento se permitió que la conexión recién descubierta entre ellos se


expandiera. Las emociones entre compañeros acoplados mejoraban cuando estaban
enojados, excitados, o asustados, lo que significa que no era tan fácil de ocultarlos, a
menos que haga un esfuerzo consciente para conseguirlo. En este momento su
comportamiento tranquilo y juguetón reflejaban su estado de ánimo. De hecho, a
partir de lo que él podía sentir, estaba francamente divertida.
Sacudiendo la cabeza, le tomó la mano, se volvió y abrió la puerta. Después de echar
un vistazo a la bolsa dentro de la oficina, decidió que sería lo suficientemente seguro
hasta que volvieran por ella.

El ruido golpeó primero. La gran pantalla de televisión estaba a todo volumen


mostrando algún evento deportivo, mientras que el sonido de vidrios que se apilan y
ordenan hizo eco de la barra. Caminaron por el pasillo y las voces se callaron.
Diskant la guió a través de las mesas lentamente, deseando que todo el mundo
pudiera ver a su compañera y se diera cuenta del bastardo afortunado que era.
Todos ellos reconocieron a Ava como su otra mitad y podían sentir su olor de
apareamiento sobre ellos. Varios cambia-formas bajaron los ojos y volvieron la
112
cabeza para revelar sus gargantas, una muestra de respeto y deferencia, mientras
que unos pocos se apartaron, obviamente, descontentos con el hecho de que él se
hubiera acoplado con un ser humano.

Tal como esperaba, Trey, Nathan y Emory estaban sentados en una mesa en la
pared del fondo. El resplandor ámbar marcado en sus iris le advirtió que aún
estaban bajo la influencia de todo lo que había descubierto en el almacén. Todos
ellos parecían que habían estado de juerga, con rastrojo de barba espesa que
recubre la mandíbula y la barbilla, pero Emory parecía el peor.

Diskant evaluó al Alfa, señalando que su pelo largo una vez hace mucho tiempo
estaba ahora cortado, hebras oscuras ahora se curvan a lo largo de la cabeza y las
orejas. Parecía más feroz de alguna manera, lo cual no era una buena señal.
Cuando había dejado Nueva York después de que él y Trey casi se habían desgarrado
entre sí, Emory tenía el temperamento y la mecha corta de un maldito pit bull.
Diskant no podía recordar haber visto nunca al Alfa descuidado y andrajoso, con la
ropa arrugada y un brillo salvaje y sospechoso en sus ojos.
Al menos no desde la noche en que Trey casi lo mata.
Deteniéndose en el lado vacío de la izquierda de la mesa, Diskant se inclinó para
susurrarle al oído a Ava:

― Tú primero ― y esperó hasta que ella obedeció, antes de que él hiciera lo mismo.
Tan pronto como su culo golpeó el asiento, se deslizó en su contra, su cadera en
continuo contacto con la suya, y le puso la mano en el muslo. Una ola ardiente de
innegable necesidad sexual disparó desde su estómago hasta su ingle, haciendo que
los músculos debajo de su palma endurecieran la piel alrededor de sus dedos
repentinamente sensibles y calientes.

Cristo, un simple toque y cercanía y él estaba listo.


Él se acomodó y pasó el brazo alrededor de sus hombros con sus dedos rozando la
curva de su pecho. Su respiración se enganchó, pero ella no se movió, aunque la
sintió temblar. Trató de detener el flujo de excitación, a pesar de que estaba
encantado con el hecho de que ella sentía lo mismo.

― He llamado a una reunión con todos los Alfas en la zona ― dijo Trey. ― Dado que
no tenemos mucho tiempo antes de que lleguen todos, voy a poner esa mierda
sobre la mesa. Nos pareció que los cambia-formas desaparecidos. ― El bajo tono
que Trey utilizaba se mezclaba con la indignación. ― Todos ellos estaban muertos.
Un disparo en el corazón con balas de plata. Pero eso no es lo peor. ― la mirada de
Trey se instaló brevemente en Ava y ella se tensó, con los dedos agarrando los
pantalones de cuero de Diskant como si supiera lo que Trey iba a decir. ― Ellos

113
estaban despellejados y, a juzgar por la cantidad de sangre en la escena, estaban
vivos cuando los bastardos enfermos lo hicieron.

― ¿Por qué piensas eso? ― Diskant dirigió una mirada a Emory, retándolo le dio la
espalda cuando preguntó: ― ¿Qué podría haber enfurecido tanto a los Pastores
hasta el punto de que decidan hacer la guerra con la mayor población de cambia-
formas del noreste de los Estados Unidos?

Trey miró a Diskant luego se volvió a Emory, con el rostro lívido cuando comprendió
que algo estaba muy mal.

― ¿Qué has hecho, Emory? ― La voz de Trey reflejaba su recelo y desconfianza. Las
cartas estaban sobre la mesa. Trey y Emory nunca se habían llevado bien después de
la maduración de Emory en un Alfa, se separaron por diferencias de edad y la
predisposición arraigada a dominar.

― No es lo que piensas. ― Emory gruñó, inmediatamente a la defensiva.

― ¿Qué. Mierda. Hiciste? ― Trey gruñó cada palabra con rapidez y claridad.

Una breve pero notable cantidad de aprehensión apareció en el rostro de Emory


ante sus espesas cejas fruncidas y apretó los labios. Cualquiera que sea el problema,
estaba claro que no quería hablar de ello.

― Ellos llegaron al apartamento de mi compañera buscándote. ― Aunque Diskant


se aseguró de que su tono fuera frío, su ira era inconfundible.

La atención de Emory se lanzó sobre Ava. Su mandíbula fuertemente ensombrecida


se comenzó a tensar. Diskant imaginó que estaba apretando los puños.

― Recurrieron a nosotros ― continuó Diskant, estudiando atentamente a Emory. ―


A la vista de todos. Lo que sea que hayas hecho, no lo van a olvidar o dejar pasar.
Tienes una diana en la espalda y estoy seguro de que hay un precio a tu cabeza. No
se puede esperar que otros sufran las consecuencias de tus actos. Vas a tener las
pelotas para lidiar con eso.

Emory apartó la mirada de Ava y miró a la mesa. Respiraba con fuerza, el pecho
agitado. Nathan le puso una mano firme sobre su brazo y Diskant sabía que el Beta
estaba filtrando algo de su ira tomándola en sí mismo. Después de varios segundos,
el brillo en los ojos de Emory disminuyó. Nathan lo dejó ir y se hundió en el asiento
de cuero acolchado, jadeando mientras sus puños cerrados descansaban sobre la
mesa y apretaba la mandíbula.
114
― Después de que me fui decidí a ir a Colorado ― dijo Emory en voz baja, con voz
temblorosa. ― Era un buen cambio de escenario y un lugar decente para hacerlo
solo. Estuve allí un par de meses antes de conocer a la mujer más increíble. Ella era
inteligente, hermosa, y como probablemente habrás adivinado, era la mía. No podía
creer la maldita suerte que había tenido. Me fui de casa y encontré a mi verdadera
compañera. Luego me enteré de su nombre. ― Emory levantó la vista y miró a
Diskant a los ojos ― Mary Shepherd3

Todo el mundo en la mesa quedó en silencio y, extrañamente quieto y se reflejó de


inmediato en los miembros de la manada en el bar. Diskant desvió la atención de
Emory, entrecerrando los ojos y mirando alrededor de la habitación. Todo el mundo
escuchó lo que había dicho Emory, añadiendo más tensión a la que ya tenían.
Esta no era una buena noticia.
Después de un momento, el nivel de ruido aumentó y la manada volvió a la
normalidad, aunque de una forma mucho más moderada. Diskant volvió su atención
a la mesa, observando la tensión en las caras de todos.

― ¿Estás acoplado a un Pastor? ― Trey sonaba tan enfermo como Diskant se sentía.

El asentimiento de Emory era desigual, con la voz ronca.

― Traté de mantenerme alejado de ella. Ella es demasiado joven y el hombre y el


lobo reconoció esto, pero era muy difícil negar la atracción. Después de un par de
semanas empecé a visitarla en la universidad, la observaba desde lejos. Cuando
finalmente me
acerqué a ella, me di cuenta de que no tenía ni puta idea de lo que era. La invité a
tomar un café y descubrí que sus padres habían muerto cuando ella tenía quince
años y se mudó a vivir con su tía y su tío en Colorado.

― ¿Separatistas? ― Diskant preguntó, curioso e intrigado.

― Por lo que me contó, me imagino que sí. No pude preguntarle exactamente eso
ya que ella no tenía conocimiento de que nuestra especie existe.

― ¿Cómo se enteraron ellos sobre esto? ― Trey todavía estaba en estado de shock,
lo demostró en su expresión y tono sombrío.

― Como no podía llamar a su puerta y presentarme, me aseguré de que siempre


nos encontramos en algún lugar de la ciudad. Su tío comenzó a sospechar después

3
* Shepherd en inglés significa Pastor.
115
de que intercambiamos un par de llamadas y decidió seguirla. Él nos estaba
esperando después de
que compartimos una cena y estábamos a punto de llegar al cine,
y tenía una puta tropa de parientes con él.

Emory vaciló, tragando con fuerza.

― Traté de no cambiar, pero cuando él se abalanzó sobre Mary fue imposible


controlar el cambio. Ellos estaban poniendo en peligro mi compañera y el lobo salió
a la superficie. ― Su voz se convirtió en un gruñido pesado. ― No pude evitar que se
la llevaran, no después de que le dijeron lo que era y ella corrió tan rápido como le
fue posible en la dirección opuesta. Era bastante difícil mantenerme con vida
cuando estaban disparando perdigones de plata en mi culo.

― ¿La marcaste? ― Diskant sabía que estaba haciendo una pregunta difícil. A fin de
cuentas, él realmente dudaba que Emory hubiera llegado tan lejos. Si lo hubiera
hecho, no había manera de que permitiera a Mary huir.

― No. ― respondió Emory, confirmando las sospechas de Diskant. ― Nunca hubo


ninguna oportunidad de hacerlo. La noche que nos descubrieron fue la primera
noche que estábamos solos. ― Bajó la cabeza entre sus manos. ― No debería haber
venido aquí. Infierno, no lo hice por varias semanas. No tienes idea de lo difícil que
ha sido conocer a mi compañera, pero no poder reclamarla. Es por eso que regresé.
Si no hago algo pronto, volveré por ella, aunque me maten.

Trey dio un puñetazo en la mesa, gruñendo.

― ¿Hace cuánto tiempo pasó esto?

― Cinco semanas. ― Emory levantó la cabeza. La angustia en su voz se reflejó en su


postura.

― Cada cambia-formas muerto dentro de ese almacén era de una raza diferente, y
ninguno de ellos era un lobo. ― Trey levantó la cabeza y miró directamente a
Diskant, transmitiendo la importancia del hecho. ― Cuando los líderes de la manada
se enteren que los Pastores están en la ciudad en busca de Emory van a exigir que lo
entreguemos. Nadie va a correr el riesgo de ir a la guerra con ellos. No si pone en
peligro a sus familias y compañeros.

Diskant maldijo las circunstancias, procesando la información lo más rápidamente


posible. Como Omega, él tenía la última palabra sobre lo que estaba sucediendo en
su ciudad. A veces, se dejaba influenciar por los lobos en la zona. Había, después de
116
todo, nacido un cambia-formas lobo y mantenido vínculos muy estrechos con ellos.
Pero matando a diferentes razas de cambia-formas, de una naturaleza depredadora,
los pastores habían creado una situación en la que no podía tomar partido. Cuando
los compañeros de los desaparecidos de la manada exigieran una recompensa
tendría que proporcionárselas. Emory, a pesar de ser un lobo nacido en su manada,
no tendría derecho a ninguna consideración especial. Su conexión con él sólo haría
que todos los otros cambia-formas fueran cautos y desconfiados.
Diskant miró a Ava, desgarrado por primera vez en su vida.
Si él no estuviera recién acoplado, la decisión sería tan simple como respirar. A pesar
de su estado, él conseguiría algo que podría salvar a sus hermanos y eliminar la
amenaza de la ciudad.

Pastores tomaron a las criaturas sobrenaturales que capturaron en lugares de


retención especiales donde podían ser exorcizados del demonio dentro de ellos,
antes de que su alma sea liberada del infierno donde estaban y fueran al cielo.
Sabiendo eso, podría haber entregado de manera segura a Emory en algún lugar
fuera de la ciudad, arrastrando a los sádicos fanáticos por ahí y poner fin a esta
historia fuera de su territorio.

Ahora, sin embargo, había mucho más en juego.


No podía dejar a Ava atrás. Después de una segunda marca, necesitaría la cercanía y
el apareamiento más que antes. Sin ella, se volvería loca. No era un espectáculo
agradable, especialmente si el cambia-formas recién acoplado moría y dejaba sola a
su compañera. Por lo general, lo más humano que podría hacer sería matarla
también.

De toda la maldita ironía.

Ava se puso tensa a su lado y comenzó a inclinarse para preguntarle qué le pasaba
cuando Trey apoyó los codos en la mesa y un fuerte gruñido desgarró el aire.

― No voy a entregar mi hermano a ellos. ― El lobo bajo la piel de Trey apenas podía
contenerse. Sus ojos cambiaron de color y sus colmillos se alargaron. ― Si lo
quieren, van a tener que luchar por él.

Diskant tuvo que luchar para calmar a su propio lobo, para convencerse de que no
había ninguna amenaza concreta a su compañera. Él entendía el arrebato de Trey,
fue él quien mantuvo a la manada junta después de que Trey y Emory se
enfrentaron, casi matándose uno a otro en el proceso. Su rivalidad puso una enorme
brecha entre los lobos de la manada. Esa fue la única razón por la que Emory había
decidido abandonar. Mantener dos gallos en un gallinero no era una buena idea, y

117
no importa lo mucho que los hombres se amaran, sus lobos eran demasiado
dominantes para soportar la existencia del otro en el interior de su territorio.

Ava levantó la mano y envolvió sus dedos alrededor de su muñeca, acariciando sus
nudillos a través de los movimientos de su pulgar mientras se inclinaba en contra de
él. El efecto fue asombroso. El lobo se quedó en silencio, y oyó al gato ronroneando
en su interior, tomando el control, rozando el interior de su piel, tratando de
acercarse a la mujer que le acariciaba.

― Trey. ― Nathan habló en voz baja y apretó el brazo de su Alfa. ― No te exaltes.


Todos aquí están ya bastante nerviosos.

― Maldita sea ― Trey espetó mientras luchaba con su bestia y trataba de tomar el
control. Después de un momento, cuando él estaba de nuevo a cargo, Nathan lo
liberó. La tensión era evidente en la postura del Beta, su mano temblaba
visiblemente mientras él la tiró debajo de la mesa.

― ¿Te has puesto en contacto con todos los Alfas que tenían cambia-formas
desaparecidos? ― Preguntó Diskant, esperando como el infierno que no sonara
como el gatito que su Pinkie había traído a la superficie de su piel.

Trey respiró hondo y se sentó, sacudiendo la cabeza.

― Me fui tan pronto como hicimos el descubrimiento y vinimos aquí.

― No puedo poner vidas de cambia-formas en peligro por el bien de uno de los


míos, lo que significa que necesitamos tiempo para formular un plan. Tan pronto
como los Alfas averigüen lo que está pasando, ya sabes lo que van a querer. ―
Diskant se aseguró de que tenía toda la atención de Trey cuando dijo: ― Tenemos
que saber lo que vamos a hacer cuando nos veamos obligados a entregar a Emory.
¿Quieres llevarlo fuera del estado? ¿Quieres correr el riesgo de atraer la ira sobre las
cabezas de otra manada?

Era una situación muy jodida y ninguno de ellos quería ser parte de ella. No importa
lo que hicieran, ellos tendrían que sacrificar a uno de los suyos. Al elegir a seguir y
rescatarlo, ellos entrarían en el territorio de otra manada en el camino. Los Pastores
eran conocidos por dar sus mensajes en voz alta y clara aniquilando las poblaciones
de los pequeños pueblos, muchos de ellos situados entre Nueva York y Colorado.

― Tenemos que poner fin a esto aquí. ― Trey se frotó las manos y miró ciegamente
a través del cuarto. ― Si los seguimos, vamos a tener que matar a todos los que nos
encontremos.
118
― ¿Podrías vivir con eso? ― Diskant preguntó, incapaz de obligar al resto de la
pregunta de su boca. ¿Podría alguno de ellos vivir después de matar a mujeres y
niños? Porque eso es lo que ocurriría. Los Pastores sumergen a sus hijos en sus
creencias distorsionadas a una edad temprana, lo que garantiza que su "propósito"
demencial fuera inculcado desde el momento en que pudieran entender lo que
decían.

― Tienes que entregarme a ellos. Es la única manera. ― Emory interrumpió, sus


ojos salvajes y brillantes. ― ¿Cuando le vas a decir al resto de la manada por qué
están aquí?

Diskant sintió a Ava temblar su lado y él apretó su agarre, y se inclinó un poco hacia
adelante, dando la ilusión de que estaba protegida bajo su hombro.

― Debo decirles esta noche. ― respondió sin vacilar, aliviado cuando ella se sentó
junto a él. ― Tienen derecho a saber. Si hubieran sido lobos los que fueron
desollados vivos, estaríamos fuera buscando sangre.

― Necesitamos saber más acerca del enclave de los Pastores ― dijo Trey,
volviéndose a Emory. ― Si su número es pequeño la manada puede desafiarlos
directamente.

― Estás pidiendo a la persona equivocada. ― Emory rió, pero no había humor en el


gesto. En todo caso, el Alfa parecía estar al borde del colapso. ― Mary no me dijo
nada. Ni siquiera era consciente de la importancia de su apellido.

― Yo te lo puedo decir.

Hubo un momento de silencio mientras todos se volvieron a la fuente de la


interrupción, el pequeño bulto bajo el brazo de Diskant.

Ava.

Ella sonrió ante las miradas curiosas y siguió acariciando su piel, el movimiento de su
pulgar calmante y tranquilizador, como si supiera lo mucho que le afectaba.

― ¿Qué puedes decirnos? ― Diskant preguntó, consciente de que los demás en la


mesa no se atreverían a abordar a su compañera para hacerle la pregunta.

Volvió la cabeza, sonrió y respondió:


― Todo.
119
Capítulo 11

― Será mejor que te arrepientas, no sea que encuentres el mismo destino de los
lobos.

Mary intentó no hacer una mueca cuando su captor se dirigió a ella, de pie en su
lugar en el púlpito, las piernas separadas, con una expresión indescifrable. Esta vez
fue John Shepherd ― con una Biblia en una mano y una cruz en la otra ― uno de los
once Pastores que vivían en la tierra considerada sagrada por la familia en el norte
de Colorado, que habían sido transmitidas a través de las generaciones.
Había pasado tanto desde la noche en que ella descubrió que el hombre que le trajo
emoción y alegría a su vida, no era un hombre en absoluto, sino algo más. Una
bestia, le habían dicho, que fue maldecido con la mitad del alma de un animal. Ella
podría haber discutido el hecho de no haberlo visto por sí misma.
Las características lupinas estaban allí, la barbilla difusa, sus colmillos alargados, y la
forma en que cambió el tono del iris eran imposible de pasar desapercibido.
Tontamente, había huido, incapaz de ver al hombre más allá de la forma aterradora
de la bestia.
Esa fue la tragedia de dejarse llevar por la pasión, no se puede ver lo que está
delante de tus ojos. Incluso aquellos que parecen ser normales pueden ser
maldecidos con algo mucho peor que un lobo bajo la piel.

Mucho, mucho peor ...

― No te escucho, Mary.

La advertencia fue suficiente para ella para empezar a rezar, murmurando con sus
manos unidas mientras mantenía el equilibrio en las rodillas magulladas hasta llegar
a la parte del pasaje que le hizo detenerse.

― He aquí, yo os envío como ovejas en medio de lobos, sed pues, prudentes como
serpientes y sencillos como palomas. Pero ten cuidado con los hombres, porque os
entregarán a los concilios, y os azotarán en sus sinagogas.

Continuó a recitando el pasaje que antes parecía muy confuso y extraño, pero que
ahora ya memorizaba a la perfección, permitiendo que su mente estuviera a la
deriva.
¿Cómo había llegado su vida a esto? ¿Cómo podría el hombre que ella conocía como
a un padre pertenecer a un grupo de personas que manipulaban y distorsionaban
pasajes de la Biblia para satisfacer sus propósitos?

120
Se estremeció mientras continuaba hablando, tratando de quitar las imágenes
morbosas que siempre surgían en su mente.
En el momento en que su tío se enteró de su relación romántica con Emory y la
obligó a enfrentar la verdad de lo que él era, él se aseguró de mostrarle la magnitud
de su depravación, dirigiéndola al gran edificio situado en el otro extremo de la
propiedad, cerca de los bosques y un largo tramo de agua que alimenta el ganado y
otros animales.

Sólo el olor era suficiente para mantenerla alejada de allí cuando ella llegó cinco
años antes, pero a medida que se acercaba a la camioneta, con las ventanas
bajadas, ella realmente había comprendido las profundidades del hedor.
Era un olor a putrefacción, descomposición, y, lo peor de todo, a muerte.
Mantuvo la mano en la nariz y la boca cuando ella se bajó de la camioneta, Elijah le
había instruido que esperara mientras los furgones que siguieron detrás de ellos
estacionaban y los hombres salieron. Había habido once en total, cada uno era un
miembro de las familias que eran dueños de las fincas colindantes que criaban
ganado o tenían plantaciones de cultivos. Ellos asistían a los servicios religiosos de la
iglesia todos los domingos con sus familias y parecían ser decentes, cristianos
temerosos de Dios.

Cristianos, pensó con amargura. Sí, era una blasfemia de proporciones épicas. Qué
poco sabía acerca de las personas que habían adoptado como uno de los suyos.

En el momento en que había entrado en el edificio, el hedor era insoportable, y


había descubierto por qué cuando vislumbró el interior de las jaulas. Hombres,
mujeres y un niño pequeño estaban acurrucados en el interior, sus cuerpos
cubiertos de heridas que rezumaban sangre y pus amarillento. Todos ellos estaban
muy sucios, el pelo enmarañado por el sudor, la suciedad y la sangre seca. Cuando
finalmente sacó sus ojos lejos de las barras de plata de jaulas que contenían esos
rostros torturados, comprendió que el horror no se detuvo allí.
En el centro de la habitación había una mesa de madera con puños de plata en cada
esquina y una multitud de cadenas del mismo material. El roble estaba manchado
de negro en algunos lugares, la superficie lisa donde sin duda esos cuerpos se
habían retorcido en la miseria.

― Ellos deben arrepentirse de sus pecados y rechazar a la bestia antes de que


puedan cruzar hacia el cielo con su alma intacta ― Elijah le había dicho cuando se
quedó boquiabierta ante la atrocidad del horror. ― Para ello, tratamos de expulsar
al demonio en su interior.

― ¿El demonio? ― Ella susurró, mortificada.

121
― Bestias de Lucifer que residen dentro de todos y cada uno de ellos.

La jaula más cercana a ella estaba ocupada por el único niño del grupo, que no tenía
más de ocho o nueve años de edad. Su cara estaba sucia y las heridas a lo largo de
sus brazos y el pecho eran recientes, pero sus ojos estaban alerta mientras la
estudiaba en silencio. Piscinas del topacio más radiante que jamás había visto ―
puro, inmaculado oro líquido ― la miraron en silencio pidiendo ayuda.
En ese momento, ella sabía que no era mejor que sus parientes si ella hacía la vista
gorda a algo como esto. Cuando salió del edificio con su repugnante y condenable
"familia", comenzó a formular un plan.
Apenas dos años antes, en su décimo octavo cumpleaños, recibió la herencia de sus
padres. Era más que suficiente para un nuevo comienzo en alguna otra parte. Más
importante aún, podía descubrir lo que estaba almacenado en el interior de la caja
de seguridad en la Florida, un lugar extraño, teniendo en cuenta que su madre y su
padre nunca la habían llevado allí. El abogado de sus padres se negó a darle la llave
a menos que fuera en persona, y había especificado que su madre y su padre habían
dado instrucciones de que ella tenía que abrir la caja antes de la edad de veintiún
años y mantener su contenido en secreto.
Teniendo en cuenta el tipo de familia que tenía, no estaba segura de si sería una
buena o mala sorpresa. De cualquier manera, era mejor que quedarse aquí.

Le había costado dos semanas aprender la rutina de su tío, la frecuencia con que su
tía iba a la tienda de comestibles, cuánto tiempo su primo Jonas estaría fuera en el
campo, y podría contar los minutos que tendría que recorrer una cantidad
significativa de distancia. El tiempo era todo, y teniendo en cuenta que el número de
personas en las jaulas se había reducido de siete a cinco, había habido poco de
sobra.
Robar las llaves de la tienda de su tío era la parte fácil, de pie delante de las jaulas,
los ojos muy abiertos y las manos temblorosas, era lo más difícil. Se había
preguntado si los hombres y mujeres devastados y violados la matarían en un
principio.
Tal vez ellos tenían un demonio en su interior que exigía su sangre como pago por
tanto sufrimiento.
Al final resultó que no le habían hecho daño en absoluto.

En su lugar, la habían encerrado en una de las jaulas que apestaba a heces y orina e
ignoraron sus súplicas para que la llevaran con ellos o la liberaran. Sólo el niño se
había vuelto cuando ella pidió clemencia, mostrando el miedo por primera vez. Ella
le tomó la mano y entrelazó sus dedos en sus manos delgadas, antes de ser
arrastrado en los brazos de una mujer mientras Mary luchaba contra los barrotes.

122
Así fue como su tío la encontró, atrapada en una jaula con las llaves arrojadas en la
tierra, el metal pulido parpadeando brillantemente en la puesta de sol a apenas
cinco metros de distancia.
La paliza que recibió después de ser sacada de la jaula había sido el peor de todos,
Elijah había decidido castigarla con un látigo.

― La letra con sangre entra... ― repitió mientras le daba un latigazo por cada
cambia-formas que había perdido, así como otros cinco por su traición. Diez
latigazos en total, de los gruesos, que le dejaron sinuosas cicatrices que ahora
adornaban la piel de su espalda.

No era difícil de fingir miedo u obediencia después de eso. Una fuerte bofetada en la
cara, cortesía de su tía, o una provocación maliciosa y miradas lascivas de su primo
fueron sólo algo que añadir en toda esa mierda. Los pocos amigos que había hecho
en la universidad se les dijo que se estaba recuperando de una enfermedad
infecciosa y no volvería por el resto del semestre cuando llamaron para hablar con
ella. Eso significaba que nadie la buscaría, y nadie la echaría de menos si de repente
desaparecía sin dejar rastro. Cualquier decisión que tomara ahora era una cuestión
de supervivencia. Rodeada por la locura como estaba, sólo había una manera de
asegurarse de ello.
Ella tuvo que fingir, para recuperar su confianza y mostrarles que lamentó los
errores que cometió. Eso significaba quedarse tranquila, manteniendo la nariz hacia
abajo y fingiendo obediencia. No siempre fue fácil, pero como dice la Biblia, las
cosas buenas vienen a aquellos que esperan.

― Una vez más, Mary ― John dijo, poniéndose de rodillas y leyendo un nuevo
pasaje, uno que ella ya sabía de memoria. ― El Señor es mi pastor, nada me falta,
me hace descansar en verdes praderas...

Obedientemente, ella oró, maldiciendo el Dios que la había puesto en esa situación,
tomado a sus padres y mostrándole cuán vil y distorsionado podría ser el mundo.
Tan pronto como tuviera la oportunidad, planeaba correr tan rápido y lejos de estos
enfermos y jodidos dementes como pudiera.
Y sólo había una cosa que sabía con absoluta certeza.
Ella no tenía ninguna intensión de volver a mirar hacia atrás.

123
Capítulo 12

Sentada y rodeada por un grupo de cambiadores lobos, Ava nunca se sintió tan
poderosa. Sabía que debería estar aterrorizada o nerviosa con la atención centrada
en su dirección, pero por extraño que parezca, no lo estaba. Desde que dejó la
oficina, había acumulado una gran cantidad de conocimientos sobre Diskant, su raza
y su conexión.

Su compañero.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando reconoció el hecho, lo aceptó y


comprendió las implicaciones de tal cosa. Esto no era más que un revolcón rápido en
las sabanas o una aventura casual, que se iba. Esto era exactamente lo que él le dijo
que sería, un vínculo que duraría el resto de sus vidas. Tan temible como la idea era,
también era emocionante, humillante y sorprendente. Ya que ella podía sentir la
complejidad de sus sentimientos, también fue capaz de experimentar toda la
magnitud de su compromiso y la devoción que todo abarca, aterradora e
inquebrantable en su intensidad.
Nunca un hombre la hizo sentir como Diskant lo hizo, como si fuera tan esencial
para él como respirar. Él haría lo que fuera necesario para asegurar su felicidad,
incluso si eso significaba que debía sacrificar la suya propia como consecuencia.

Además de que, como Omega, Diskant era extremadamente importante para todos
los cambia-formas. Al reclamarla como suya, había ganado el mismo estatus. Desde
el momento en que salió de la oficina, caminando al lado del otro, de la mano, había
sido capaz de percibir los pensamientos y la curiosidad de los que les rodea. Todo el
mundo quería una visión de ella, incluyendo las pocas mujeres que se quedaron en
el otro lado de la barra.
Varias cadencias y dialectos se hicieron eco dentro de su cabeza, tanto de hombres,
como de mujeres. Diskant se había apareado, pero a diferencia de muchos en la
manada temía que no había elegido a una raza diferente de cambia-formas, sino un
ser humano. Ella se había preparado para su ira, pero se sorprendió cuando percibió
su alivio e incluso la aceptación.

Podría ser peor, pensó una.

Joder, gracias a Dios, pensó otra.

Filtrando a través de las voces, ella deslizó hábilmente las piezas juntas,
entendiendo lo que estaba pasando.
Si Diskant se acoplaba a una raza diferente de cambia-formas, su lealtad a los lobos
se vería comprometida. Ahora, su lealtad y dedicación a la manada estaba
124
asegurada. Ellos la protegerían con su vida y, a su vez, Diskant vería que la manada
continuó prosperando...

Incluso si eso significaba que estaba acoplado a una débil hembra humana, que le
daría cachorros mestizos.

El pensamiento le irritaba y ella levantó la cabeza en señal de frustración cuando las


caras extrañas la saludaron y ella era incapaz de localizar la fuente. Cuando la
combinación de pensamientos se había vuelto demasiado desconcertante y difícil de
descifrar, había erigido un muro temporal para bloquearlos, centrándose en cambio
en las vibraciones tranquilizadoras que Diskant de alguna manera era capaz de
enviar. No fue sino hasta que habían tomado asiento en la mesa que ella poco a
poco dejó caer la barrera.
Fascinada sería una manera de describir cómo se sentía al escuchar los
pensamientos de intimidación de los cambia-formas a su alrededor, aterrorizado
sería otro. Con la excepción de unos ojos verdes sentado en el centro, los otros
cambia-formas emanaban emociones completamente diferentes de Diskant, y no
tenían ni una pizca de calor o suavidad dentro de ellos. En cambio, ella sintió un
ansia de violencia y represalias.
El que estaba sentado más cerca de ella, Emory ― parecía el más inestable. Su
mente era un caos, una ronca, voz animal en su cabeza que sólo puede ser descrita
como bestial, repetía las mismas palabras una y otra vez.

Mary. Compañera. Mía.

Ella lo estudió cuando el hombre trató de superar a los animales, observando en


silencio mientras su don le permitió escuchar los pensamientos duales que
ocurrieron simultáneamente.
Incluso mientras hablaba con Diskant y Trey, el lobo siguió cantando esas tres
palabras distintas, se volvieron aún más potente cuando se combinaban. De vez en
cuando Emory cerraba los ojos, mirando dentro de si mismo y ordenó a su medio
salvaje que se callara y le diera un momento de paz. En ese momento ella se
preguntaba si había quienes posiblemente se volvieran loco cuando se separan de
su otra mitad.
Inesperadamente, su atención se desplazó.
El lobo de Trey había subido a la superficie, tan poderoso que podía sentir zumbidos
contra su piel, como si se tratara de una magia de algún tipo.

― No voy a entregarles a mi hermano. ― gruñó con violencia. ― Si lo quieren,


tendrán que luchar por él.

125
La culpa la golpeó como un puñetazo en el estómago, tomando su aliento. Había
tanto dolor en sus pensamientos, tanta miseria.
Trey se sentía responsable de su hermano, aceptando la culpa de todo lo que había
seguido a una violenta refriega años antes. Imágenes inconexas en su mente le
mostraron la batalla, colmillos, garras extendidas.

Una imagen de Trey de pie junto a su hermano caído, mirando a su forma


maltratada, era cristalina. Emory estaba cubierto de sangre y grandes moretones
púrpura y negro, así como heridas horribles, algunas de las cuales fueron todo el
camino hasta el hueso. La camisa de Emory se había ido, su cuerpo roto sobre un
montículo de hierba verde que absorbía lentamente el líquido rojo que se filtraba
por los cortes en el torso y la cara. Levantó la cabeza y se encontró con la mirada
enfurecida de Trey.

― Mátame. ― susurró Emory.

Por un momento, surgió la tentación, hasta que el hombre se sobrepuso a la bestia y


Trey volvió con su compañero de manada y hermano. Él no podía matarlo, lo que
significaba que esto ocurriría otra vez, y otra vez y otra vez. Hasta que Trey
finalmente permitiera al lobo terminar lo que había empezado o Emory pusiera el
pie sobre su cuerpo, entregando el golpe mortal.
Las imágenes en la cabeza de Ava se desvanecieron cuando el propio lado bestial de
Diskant respondió al reto proyectado inconscientemente por Trey, clamando por
tomar el relevo. Por primera vez, ella fue capaz de colocar el cambio en él, para
sentir el animal que salía a la superficie. El lobo se enfureció, anulando todos los
demás, obligándolos a retroceder y alejarse. Quería proteger a un compañero de
manada, enfrentarse al enemigo que amenazaba a su Alfa, desgarrar la carne y
romper los huesos con los dientes letales. Diskant trató de detener el flujo de
emociones
para poner a la bestia de vuelta en la jaula, pero él ya estaba en el borde,
alimentándose de la energía de todas los cambia-formas cerca. Así que no era tan
simple como recuperar el control.

Ella reaccionó sin pensar, impulsada por un nuevo e innegable instinto.


Levantando la mano, Ava agarró los dedos de Diskant y comenzó a deslizar el pulgar
a lo largo de la piel agradable, con movimientos cuidadosos y suaves. Se acercó a su
lado, acurrucándose contra él, y sintió que algo rozaba su mente, una caricia
aterciopelada de la piel satinada, que era tan diferente del pelo grueso del lobo. Ella
susurró estímulos para el animal, que era a la vez astuto y juguetón bromeando con
los movimientos suaves de los dedos y el retorcimiento de su cuerpo.

126
El lobo no se conformó, pero había sido sustituido por una entidad con igual
prominencia. El gato grande ― un jaguar ― empujó al lobo hacia abajo y estaba
disfrutando de su toque, deleitándose de lo bien que se sentía al ser acariciado.
Ella oyó el ronroneo procedente del pecho de Diskant, y sintió su sorpresa al ver
que no tenía ningún control sobre eso, y tuvo que disimular una sonrisa cuando
habló con Trey y su voz era ronca.

― ¿Te pusiste en contacto con todos los Alfas que tenían cambia-formas
desaparecidos?

El hombre continuó hablando, pero no eran las palabras lo que escuchaba. Tan
pronto como se apaciguó el gran gato, se centró en las emociones y los miedos de
los hombres de la mesa, teniendo más de sus emociones y reacciones de lo que
nunca podrían ofrecer a través del lenguaje hablado.

Trey sentía miedo, preocupación e incertidumbre ― por su manada y su hermano.


El hombre a tu lado, Nathan, estaba experimentando muchos de los mismos
sentimientos, pero era consciente de que de alguna manera él estaba anulando la
tensión puesta sobre Trey, asumiendo gran parte de la ira y la rabia. Emory, por
supuesto, era un desastre confuso y ya estaba así por algún tiempo. Echaba de
menos a su compañera, estaba desolado como el desierto sin lluvia. Él no era nada
sin ella, nunca estaría completo hasta que se reencontraran.
Sin embargo, bajo la angustia de Emory había un dolor inquebrantable que lo
carcomía. Por mucho que añoraba a su compañera, estaba aterrorizado por la
reacción de ella la noche en que lo vio con garras y colmillos. Su terror lo había
herido más que cualquier golpe físico, le devastó hasta el punto de que él había
permitido que varias de las balas de plata perforaran su piel antes que tratara de
escapar.

Ava permitió que su recuerdo del pasado la consumiera con imágenes que brillaban
en su cabeza. Podía ver una cara ― Mary ― sorprendida frente a Emory con los
grandes ojos marrones llenos de terror. Su cabello rubio miel estaba más oscuro por
las fuertes lluvias que pegaba los mechones a los lados de su rostro, sus labios
carnosos entreabiertos, y ojos grandes y horrorizados. Ella se sacudió de un lado a
otro, con las manos inertes a los costados hasta que él se acercó a ella y ella levantó
los brazos en un gesto defensivo. Su grito perforó los tímpanos, un gemido agudo y
aterrorizado. Huir de cualquier depredador era peligroso, especialmente de un
cambia-formas, pero eso fue exactamente lo que hizo. Casi la había seguido, pero
mantuvo el control.
Apenas.

127
La memoria se evaporó y Emory estaba en control una vez más, a pesar de que tuvo
que luchar para permanecer de esa manera. El lobo quería volver a ese momento.
Cualquier recuerdo, incluso uno que le hirió el alma, era mejor que nada.

Emory volvió a la conversación entre Diskant y Trey, aunque continuó fusionando el


pasado con el presente, y Ava escuchaba. La sangre sería derramada sobre él. La
cabeza del Pastor ― a quien ella inmediatamente reconoció como el hombre
armado que apareció temprano en la noche, Elijah ― advirtió a Emory que lo
convertiría en un ejemplo. Atreverse a aparearse con uno de sus parientes era un
pecado que no podía perdonar. Era una señal directa, dijo Elijah antes de su enclave,
que Dios estaba poniendo a prueba su valor y apelando a su fuerza. Apuntando su
arma a Emory, Ava vio a través de los ojos del cambia-formas como Elijah se volvió
hacia él, con la mandíbula apretada, gruesas cejas marrones fruncido. Hubo un
destello de determinación en los orbes de obsidiana líquido que era tan
inconfundible como la fe del hombre, pero era lo que él declaró ante Emory y su
parentela lo que hizo que le corazón de Emory se congelara.

― La mataré antes de permitir que un siervo de Satanás la tome.

― Me tienes que entregar a ellos. Es la única manera. ― Emory cortó bruscamente


los recuerdos e interrumpió la conversación en curso, desorientándola en el
proceso. Lanzó una mirada frenética violentamente por la habitación. ― ¿Cuando
vas a decirle al resto de la manada por qué están aquí?

― Debo decirles esta noche. ― respondió Diskant, su brazo alrededor de sus


hombros acercándola. ― Tienen derecho a saber. Si hubieran sido lobos los que
fueron desollados vivos, estaríamos fuera buscando sangre.

― Necesitamos saber más acerca del enclave de los Pastores ― dijo Trey y miró a
Emory. ― Si su número es pequeño, la manada puede desafiarlos directamente.

― Estás pidiendo a la persona equivocada. ― Emory rió sin humor y Ava sintió la
angustia que lo estaba ahogando lentamente. ― Mary no me dijo nada. Ni siquiera
era consciente de la importancia de su apellido.

― Yo te lo puedo decir. ― dijo ella sin dudarlo.

Han pasado muchas cosas en los últimos días, pero en medio del caos algo
extraordinario había sucedido. Su habilidad ya no la hacía una paria que la obligaba
a mantener la cabeza hacia abajo y su presencia oscurecida. Ahora era parte de algo
que la gente común no tenían idea que existía, lo que significaba que no era del
todo una anomalía.
128
La confianza reforzó su decisión. Diskant era el cambia-formas más poderoso en
Nueva York, y como su compañera, era el momento para revelar que podía aportar
algo a la mesa.

Ella se guardaría el conocimiento de que podía ser capaz de leer la mente de los
cambia-formas, pero los Pastores eran humanos, lo que significaba que eran terreno
seguro. ¿A quién le importaba si ella no tenía pelo, colmillos y no podía aullar a la
luna?
Lo que podía hacer era aún mejor.

Cerebro antes que músculos.

― ¿Qué puedes decirnos? ― El aliento caliente de Diskant le calentó


la oreja mientras su voz ronca y seductora despertó varias partes de su anatomía.

Obligando a su deseo a relajarse, ella lo miró y sonrió.

― Todo.

― ¿Todo? ― Él repitió, y oyó la pregunta en su mente, la incertidumbre.

― Son humanos. ― Levantó la mano, ella se inclinó y la llevó a la


la barbilla, permitiendo que sus dedos rozaran la sombra que crecía espesa y oscura
a lo largo de la fuerte línea de su mandíbula. Sus párpados cayeron ligeramente, los
iris verde esmeraldas, que sin duda eran de gato, brillaban a fuego lento con el
deseo. Ella tuvo que aplacar su propia respuesta a pesar de la repentina urgencia de
subir a su regazo. ― Cuando ellos se acercaron a nosotros fuera del apartamento fui
capaz de aprender sus nombres y quien estaba a cargo. También me enteré de que
había una furgoneta aparcada al final de la calle, donde más de ellos estaban
esperando en caso de que algo saliera mal.

Una expresión relajada de Diskant se desvaneció y él agarró su mano en un


movimiento que fue más rápido de lo que esperaba.

― ¿Podías oírlos telepáticamente? ¿Por qué no me lo dijiste?

Ella no se resistió, reuniéndose con su mirada enojada.

― ¿Cuando tuve la oportunidad, querido? ¿En la moto, cuando no podías oírme por
el ruido del motor? ¿Afuera cuando estaba aterrorizada por venir aquí? ¿O que tal
en la oficina, cuando me quedé atrapada entre tú y la pared?

129
La suave risa de Nathan no era suficiente distracción para desviar la atención de
Diskant. Él estaba furioso, frunció los labios y los ojos cambiaron de color. Ella tuvo
que construir un muro en su mente para no entrometerse en sus pensamientos por
más tiempo. La diversión y la emoción que había experimentado fueron
reemplazados por la realidad contante y sonante. Ella no había pensado antes que
era una invasión de la privacidad. Ahora ella intuitivamente se dio cuenta de que
tenía razón para preguntar cuán liberal había estado con su talento.

― No estaba tratando de ocultártelo. ― añadió en voz baja e inmediatamente soltó


su agarre, dejando a un lado el ceño fruncido. ― No he tenido la oportunidad para
decírtelo hasta ahora.

― ¿Estás teniendo una conversación privada? ¿O alguien puede participar? ― Trey


preguntó con una distinguible cantidad de extraño humor.

― De cualquier manera, será mejor darse prisa. ― Nathan agregó lacónicamente. ―


Todo el mundo está llegando.

Ava miró más allá de Diskant mientras se giraba en el asiento y se quedó mirando la
ventana. Una línea de automóviles y motocicletas llenaba la calle.

― Dime lo que sabes, Ava mía. ― Diskant se centró exclusivamente en ella. ―


¿Cuántos eran?

― Cinco estaban en la calle y sin embargo muchos podrían caber dentro de la


camioneta.

― Yo diría que eso significa que hay nueve o diez como máximo. ― dijo Trey. ― No
están aquí para una limpieza general y ciertamente no quieren llamar la atención. ―
Puso los codos en la mesa, bajando la voz. ― La manada puede acabar con ellos de
una sola vez. Todo lo que necesitamos es la oportunidad.

Ava jadeó mientras Diskant envolvió su brazo alrededor de ella, la tomó en su


regazo, y le dio la espalda a la habitación.

― Si haces eso, no puedes decirle a cualquiera de la manada o enorgullecerte de lo


que habías planeado. No lo pueden descubrir hasta que la amenaza se haya
disipado y no haya nada para quejarse. Si jodes esto buscarán sangre. Ellos querrán
tu cabeza ya que tú eres el Alfa a cargo.

― Soy consciente de eso.

130
― ¿Cuál es tu plan?

― Entregamos a Emory, los seguimos desde la distancia y utilizamos los ojos que no
se pueden ver para asegurarnos que no desaparecen, mientras no estamos
buscando. Tenemos que asegurarnos de atraparlos antes de que crucen las
fronteras estatales, por lo que necesitaremos una distracción.

― ¿A quién tienes en mente?

― Aldon Frost me debe un favor. Lo voy a llamar para reunirnos.

― ¿Un vampiro? ¿Vas a pedir ayuda a una sanguijuela? ― Diskant


gruñó y Ava puso su mano sobre el latido enloquecido de su corazón, tratando de
calmarlo. ― ¿Has olvidado que los bebedores de sangre atacaron a mi compañera?

― Técnicamente, ella aún no era tu compañera. Ahora que ya saben que lo es, sabes
que no van a tomar el riesgo.

― Quiero una explicación. ― La demanda de Diskant no dejaba lugar para la


discusión. ― O no te puedo ayudar.

― Estoy seguro de que se puede arreglar.

Las voces dentro del bar se callaron y Ava era consciente de que un gran grupo de
cambia-formas fueron entrando en el establecimiento. La energía en la sala cambió,
convirtiéndose en la atmósfera opresiva y pesada. Cuando trató de moverse del
regazo de Diskant apretó su agarre, dejando en claro su intención. Con o sin la
telepatía, ella sabía que quería decir claramente quién y qué era para él,
proporcionando una visualización muy pública y posesiva que todos los invitados
reconocerían.

― Sí o no. ― dijo Trey enérgicamente. ― El tiempo para pensarlo terminó. Necesito


tu respuesta.

Diskant acunó a Ava en sus brazos y se encontró con la mirada de su compañero de


manada. Esto era una mierda jodidamente seria. Como Omega, no debía colocarse a
sí mismo o sus intereses en el medio de todo lo concerniente a los negocios de los
cambia-formas. Por eso él siempre fue respetado por todos a pesar de haber nacido
en una manada de cambia-formas lobo. Su vínculo era evidente, especialmente
cuando estudias sus hábitos y amigos más cercanos, pero nunca hubo ninguna duda
sobre su lealtad.
El tono de Trey transmitió su desesperación.
131
― ¿Qué va a ser?

Echó un vistazo a Emory, tomando nota de los cambios alarmantes que había
superado la vez orgullosa, peligroso y poderoso Alfa. Sus ojos estaban enloquecidos,
su aspecto descuidado y su extraño comportamiento. Sucedía cuando un cambia-
formas encontraba a su compañera y se veía obligado a negar la conexión. En el
caso de Diskant, había sido más fácil ocultar su anhelo por Ava durante su ausencia
porque tenía el apoyo de toda la manada, confinado en su fuerza y calma. Emory,
sin embargo, era un lobo solitario, sin nadie para ayudarle soportar el sufrimiento.
Las cinco semanas desde que había visto a Mary, lo estaban probablemente
volviendo loco.

― Quiero una explicación del vampiro, y tu palabra de que si la mierda golpea el


ventilador, te harás cargo de Emory. Está en el borde del abismo, Trey. No puedo
correr el riesgo de tener un lobo enloquecido en la ciudad.

― Hecho.

Los ojos de Trey se desplazaron a la zona de detrás de su hombro, advirtiéndole en


el hecho de que ya no estaban solos. Diskant conocía las razas de aquellos que se
acercan por las diversas bestias dentro de él que respondieron al llamado, todos los
cuales era depredadores felinos de cuatro patas, que él esperaba. Cuando se trataba
de razas de cambia-formas, dos especies eran prominentes: felina y canina. Esos
fueron los que tuvieron más influencia en las cosas, incluyendo meteduras de pata
como esta.
Teniendo eso en cuenta, era demasiado peligroso para las aves rapaces, reptiles y
carroñero mostrarse. En una pelea mano a mano, estas especies no tendrían
muchas oportunidades, y las cosas podrían volverse rápidamente mortal.
Era más probable que aparezcan más tarde en la noche, cuando la la multitud se
calmara o solicitara una audiencia privada.

Trey se recostó en su silla y Diskant se giró, manteniendo a Pinkie firmemente


sentada en su regazo, su mano posesivamente colocada a través de la suavidad
vulnerable de su estómago. Ella se removió por un momento antes de que se
instalara en su contra, tan pequeña entre sus brazos que la cabeza se encontraba
cómodamente debajo de su barbilla.

El Alfa y Beta para Nueva York del Orgullo4 entraron ― jaguar, leopardo, guepardo,
león, tigre, pantera y el lince ― todos fácilmente identificables por su elegante

4
Orgullo: Nombre de la manada de felinos
132
andar. A diferencia de los humanos, su cabello no eran simplemente rubio,
marrones o negros. Tenían el mismo color de pelo que el felino en el que se
transformaban, e incluso el mejor trabajo de tinte en el mundo sólo podía ocultar su
pelo natural hasta su próxima transformación. A diferencia de los lobos, no eran
fuertes o temerarios.

Los gatos eran cambia-formas refinados, astutos y arrogantes. Sus ropas a medida
eran caras y exuberantes, los materiales elegidos intencionalmente para permitir el
rango de movimiento.
Uno se separó del grupo, más alto y más fuerte que el resto y, si los Alfa felino en
las proximidades estaban siendo honestos, el más poderoso.

Kinsley MacGregor, una pantera negra de sexta generación, o si uno quiere usar un
término más técnico, una de las razas más raras de puma en el mundo. De todas los
cambia-formas felinos, Kinsley era en el que Diskant conocía y confiaba más. Él
siempre fue honesto, justo, y se las arregló para mantener el resto de los Alfas en la
línea. Su pelo negro azabache caída hasta los hombros, compensando sus brillantes
ojos verdes esmeralda. Por un segundo, sus iris enjoyados se posaron en Pinkie,
pero muy elegante y respetuosamente se volvieron de una puta vez. Al igual que los
otros gatos, él estaba envuelto en cuero de la cadera a los pies, aunque su camisa
era casual, blanca y abotonada.

― ¿Qué noticias traes, Omega? ― Su acento, aunque se desvaneció por los años
pasados en los Estados Unidos, era pesado. Sus cejas gruesas estaban juntas y el
ceño fruncido cuando se detuvo un pie fuera de la mesa, bloqueando la vista de la
habitación llena de cambia-formas detrás de él.

No tenía sentido retrasar lo inevitable.

― Los Pastores están en la ciudad. Son responsables de la desaparición de los


cambia-formas que faltan. Los cuerpos están en un almacén en Red Hook.

Kinsley no se anduvo con rodeos o perdiendo el tiempo.

― ¿Quién tiene la culpa de su visita?

― No es necesario revelar eso. ― Diskant mantuvo a Ava donde estaba cuando ella
retorció su pequeño culo exuberante contra él y trató de moverse. ― Te estoy
pidiendo que aceptes mi palabra de que está todo bajo control.

133
― Que es una forma indirecta de decir que es una cuestión de lobo ― Kinsley
respondió con ironía y miró a Emory con una mirada de ebullición. ― Teniendo en
cuenta que está de vuelta en la ciudad, ¿por qué no me sorprende?

― Necesito tu respaldo en esto. ― Diskant continuó cuando los miembros del


Orgullo restante se acercaron a la mesa, la implicación era clara. Todos los gatos
confiaban y apoyaban a Kinsley, que era mayor que la mayoría de ellos por varios
cientos de años. Si él apoyaba la decisión de Diskant, los otros también lo apoyarían.
Los gatos no eran tan quisquillosos sobre quien hacía el trabajo, siempre y cuando el
resultado final les trajera cierta satisfacción.

― Si te doy eso, espero que me lo expliques todo en privado.

― Me imaginé que lo harías.

La atención de Kinsley volvió a Pinkie, su aprecio evidente. La raza puma amaba a las
hembras más pequeñas, cuanto más delicadas y esbeltas, mejor. ― ¿Es esta la
muchachita que he estado buscando?

― Sí. ― Diskant burló y cambió su cuerpo, girando a Ava en su regazo hasta que sus
piernas estaban colgando fuera de la mesa y ella lo estaba mirando a la cara con los
labios entreabiertos y los ojos muy abiertos.

― Saluda a Kinsley MacGregor. ― Él levantó su mano y ahuecó su mandíbula,


frotando su pulgar sobre el labio inferior. ― Pasó mucho tiempo tratando de
ayudarme a encontrarte.

― H―hola ― tartamudeó, pero no apartó la mirada de la cara de Diskant hasta que


el embriagador aroma de su excitación envolvió su nariz.

Naturalmente, él reaccionó al fragante aroma, su polla endurecida contra su culo,


llenando la línea entre sus mejillas redondeadas hasta que ella inhaló
entrecortadamente, con los ojos nublados. Ella presionó su cabeza en su mano,
girando hasta que sus labios estaban apoyados contra su palma. Una lamida cálida y
húmeda acarició su piel, seguida de otra.

Pequeña descarada sexy.

Consideró levantarla, extendiéndola a través de la mesa y devolverle el favor. ¿Qué


haría si arrojara los vasos fuera de la mesa, rasgara de su ropa y cayera de rodillas
delante de ella delante de toda la habitación? ¿Le permitiría darle placer delante de
ellos? ¿Le dejaría lamer la suculenta crema de su coño mientras todo el mundo
134
miraba? Las demostraciones públicas cimentaban la unión entre cambia-formas, lo
que refuerza la solidez de su vínculo. La manada lo aceptaría con los brazos abiertos,
dándole la bienvenida en medio de ellos como una especie de hermana.
Nada le gustaría más.
Como si supiera exactamente lo que estaba pensando, ella se encontró con su
mirada llena de lujuria y, tras una vacilación, a la mierda, le guiñó un ojo,
desafiándolo a hacerlo.

― Pinkie ― Gruñó una advertencia baja y apretó su agarre. Se quedó sin aliento y
ocultó una sonrisa, bajó los párpados, y cuando volvió a mirar, sus pupilas se
dilataron hasta que lo único que podía ver era un borde azul noche.

Maldita segunda marca.

El fuego en su sangre se negó a disminuir. Podía saborear su necesidad, sentirlo


todo el camino hasta sus huesos. A partir de ahora no habría manera de detenerlos.
Quería enterrar su polla en su interior, desde la coronilla hasta la empuñadura, una
y otra vez hasta que ninguno pudiera diferenciar entre las paredes de satén caliente
de su coño y la dureza implacable de su polla.

― Odio tener que romper tu diversión... ― una voz grosera y desagradable se


inmiscuyó ― pero no vinimos aquí para verte follar a tu compañera.

La expresión exuberante en el rostro de Ava se evaporó, junto con el aroma de su


deseo. Ella parpadeó rápidamente, como si se diera cuenta de que había cometido
un error grave e imperdonable. Sus pupilas se reajustaron hasta que eran diminutos
puntos y ella sacó la palma de su rostro. Volvió la cabeza y ella trajo sus brazos hasta
su cintura y trató de tirar de sí misma en un bola.
Diskant lentamente giró lejos de ella, furioso por la vergüenza que sentía ahora. Los
cambia-formas no habrían tomado las palabras tan duramente, para ellos, el sexo
era algo natural. Su compañera, sin embargo, era un ser humano y era extraño todo
esto, y el hijo de puta responsable de su malestar era más que consciente de ello.
Lo que Diskant quería hacer era poner a Ava en el asiento, salir de la mesa y poner al
lince snob y elitista en su lugar. Ninguno de los cambia-formas en la habitación
hubiera hecho ninguna mierda para detenerlo, y era exactamente lo que el pequeño
bastardo podrido merecía. En cambio, hizo un llamado al lince bajo su piel, se reunió
con la mirada engreída de Donovan Wright y esperó a que sus bestias lucharan.

El destello de indecisión en el rostro del playboy cambió rápidamente, creando un


olor que todas las personas con un agudo sentido del olfato reconoció: miedo. Había
sólo una media docena de lince en Nueva York y, aunque Diskant nunca había

135
pensado en sí mismo como un Alfa, estaba tentado en reclamar el título sólo para
poner el coño condescendiente en su lugar.
Esperó hasta que Donovan bajó los ojos, se encogió de hombros y asumió una
posición sumisa, antes de ordenarle:

― Discúlpate.

Era un doble insulto, pidiendo a Donovan pedir disculpas a una mujer y un ser
humano, lo que hizo un castigo adecuado. Él sería la comidilla de la ciudad una vez
que que este lío con los Pastores se calmara. Todo el mundo sabría que Diskant lo
había puesto en su lugar, y las únicas mujeres que voluntariamente le darían un
pedazo de culo serían las que estuvieran fuera del Orgullo.
Hubo una pausa pesada antes que Donovan obedeciera.

― Perdóname.

Técnicamente no era una disculpa, pero Ava mostró su superioridad y asintió


lacónicamente.

― Me doy cuenta de que estás recién acoplado, pero necesitamos respuestas. ―


Jackson, el Alfa de la manada de los Tigres dio un paso adelante. Su cabello rubio
rojizo mezclado con hebras rubias y grandes porciones de un vibrante negro. ― Si
los Pastores están en la zona, tenemos que estar en alerta máxima hasta que se
hayan ido.

― Yo sé lo que quieren y voy a organizar una reunión para dar con ellos. ― Diskant
habló con una confianza que entraba en conflicto con sus verdaderos sentimientos
acerca de la situación. ― Ellos no tienen interés en nuestra ciudad o en la salvación
de la población. Cuando consigan lo que quieren, se irán.

― ¿Qué tan seguro estás de esto? ― preguntó Zeitgeist, llegando a estar al lado de
Jackson, formando un semicírculo con Donovan. La melena a la altura de la barbilla
del cambia-formas guepardo era una mezcla de marrón, negro y rubio, una
coloración extraña que todos los miembros de su orgullo compartían.

Diskant comenzó a moverse fuera de la mesa cuando dijo:

― Tan seguro de que voy a dejar que Trey responda a tus preguntas y ofrecerles a
todos una copa mientras tomo a mi compañera en el piso de arriba.

Kinsley era el único obstáculo en su camino y no se movió, de pie delante de ellos


con los brazos cruzados sobre el pecho.
136
Diskant se detuvo frente a él.

― Volveré a hablar tan pronto como ella esté satisfecha.

Kinsley sonrió y la expresión de su rostro gritaba: “Maldito bastardo con suerte”


Sacudió la cabeza y se alejó.

― No me hagas esperar mucho tiempo.

― No te preocupes. ― Diskant llevó a Ava más allá del Alfa y habló por encima del
hombro ― Va a ser en algún momento antes de que salga el sol.

137
Capítulo 13

Diskant hizo una parada para recuperar las pertenencias de Pinkie, antes de llevarla
a la planta superior a su propio apartamento privado. No solía lo usarlo muy a
menudo, sólo cuando la mierda golpeaba el ventilador y la manada quería darle un
lugar donde pudiera descansar y llamar casa. Eso significaba que tenía todas las
comodidades que pueda necesitar y algo más ― incluyendo un gran televisor de
plasma, un sofá de dos plazas, una cama muy cómoda que le permitía estirar el
cuerpo y una gran bañera de hidromasaje en el baño.
La puerta no estaba cerrada con llave cuando irrumpió en el interior pero rectificó
ese problema tan pronto como se cerró la puerta y tiró la bolsa al suelo. Su polla
estaba todavía dura de su tiempo con Ava en el bar y no se calmaría hasta que fuera
colocada en su interior. Este era uno de los efectos de la segunda marca y no se iría
hasta que diera el paso final y completara el vínculo de la sangre. Era un instinto
biológico, de manera que los compañeros no prolongaran el proceso de unión por
un largo tiempo.

― Espera. ― dijo Ava al darse cuenta de su intención. ― Necesito hablar contigo ...

Él le dio la vuelta y reclamó sus labios, silenciándola al mismo tiempo que comenzó a
eliminar su ropa. El apartamento era una habitación sencilla y modesta ―
distribuidas en gran salón, una pequeña cocina y un dormitorio enorme con una
cama king―size. A medida que la conducía a través de la mesa de café, en torno a
un gran sofá de cuero y haciéndola entrar en la habitación, él le acariciaba la piel,
masajeando sus pechos. Para entonces su suéter se había ido, su pantalón estaba
desabrochado y se las había arreglado para deshacer las ataduras de sus polainas de
cuero, desabrocharse los pantalones vaqueros y desnudar su polla.

Ella envolvió su mano alrededor de la erecta longitud y susurró:

― Yo no entiendo por qué te quiero tanto.

― Es natural. ― Él la obligó a detenerse mientras se inclinaba para quitarse los


zapatos y los calcetines.

― Para ti, tal vez. Nunca he estado así antes.

Deslizó sus calcetines y levantó la cabeza mirando hacia ella.

― No hay razón para avergonzarse de ello. Entre cambia-formas es perfectamente


natural.

138
Ella se sonrojó.

― Lo sé, pero...

― Pero nada. ― Él agarró sus caderas, tirando de ella en su regazo. ― Lo que


estamos sintiendo es especial. Algunos bastardos sin suerte pasan toda su vida sin
siquiera saber lo que significa compartir lo que tenemos juntos.

― De eso se trata. ― Ella encontró su mirada con ojos que fueron torturados e
inciertos. ― No sé nada de ti en realidad. No sé quiénes son sus padres ...

― Elizabeth Y Martin Black.

― Donde viven...

― Alaska.

― Si tienes hermanos o hermanas...

― Tengo un hermano menor que vive con mis padres.

Ella negó con la cabeza.

― Yo ni siquiera sé la edad que tienes.

― Doscientos treinta y siete años.

Ella se quedó sin aliento ante la revelación, pero rápidamente se recuperó.

― ¿Qué te gusta o disgusta? ¿Qué es lo que quieres en la vida ...?

― Pinkie. ― Colocó la yema de su dedo índice sobre su boca. ― No hay nada más
importante en este mundo para mí que tú, y nunca lo habrá. Ni siquiera nuestros
hijos. Ni cualquiera de la manada u Orgullos. Sólo tú.

Ella puso su mano en su mejilla y sus hermosas cejas pinceladas se juntaron.

― Hay algo que necesito decirte.

― Puedes decirme cualquier cosa.

139
Su ceño se profundizó y ella respiró hondo, como si estuviera construyendo su
coraje.

― Puedo leerte. ― Cuando él le dio una mirada inquisitiva, ella dijo ― En la oficina,
después de ...después de lo que sea que pasó entre nosotros... ― Ella bajó los ojos.
― Podía sentir tus emociones. Pensé que era sólo otro efecto secundario de lo que
ocurrió que no podía explicar. Entonces oí tus pensamientos.

Él se quedó inmóvil, absorbiendo lo que ella le dijo, y su recuerdo se desvió hacia su


extraño comportamiento después de la segunda marca. Había esperado que
estuviera molesta, que exigiera respuestas, pero en su lugar había actuado como si
ya las conociera...

Joder, ella sabía de ellos.

― Lamento no habértelo dicho. ― susurró y se negó a mirarlo a los ojos. ― Sé que


fue un error, pero estaba tan emocionada que no me paré a pensar. Me di cuenta
de lo que sentías por mí y ...

Ella negó con la cabeza y bajó la mano.

― ¿Y?

Al principio pensó que ella dudaba porque estaba preocupada por


alguna razón. Luego reconoció que la timidez no le permitiría que lo mirara a los
ojos.

― Nunca nadie ha sentido lo mismo por mí. No desde que mis padres estaban vivos.

Su corazón se sentía como si hubiera sido golpeado al escuchar las palabras, y él le


tomó el mentón entre el pulgar y el dedo índice, algo que se estaba convirtiendo en
un hábito, y la obligó a mirarlo.

― ¿Me puedes leer ahora, Ava mía?

― No, me detuve tan pronto como me di cuenta de que no apreciarías la intrusión.

― No te detengas. ― le dijo suavemente. ― Quiero que me conozcas. Esa es la


manera que debe ser. Parte de lo que soy me permite percibirte, para saber lo que
quieres y necesitas. Es justo que puedas hacer lo mismo. Léeme. Dime lo que
encuentras.

140
Sus ojos comenzaron a brillar con lágrimas y sonrió, envolviendo una mano
alrededor de su cuello. Los cambia-formas experimentan el amor como los
humanos, sólo que magnificado por los lazos del apareamiento. Con el tiempo, esos
lazos se volverían más fuerte.
Mientras que un hombre o una mujer acoplado podía, y muchas veces lo hizo,
sobrevivir a la pérdida de su compañero, los que habían estado juntos más largo
tiempo, por lo general lo seguían poco después. El vínculo de la sangre, sin embargo,
era algo completamente distinto. Un nuevo nivel de conexión y cercanía. Entre su
especie no había un vínculo más fuerte, nada más reverenciados o respetados.
Acercándose, colocó sus labios frente a los de ella.

― Ven aquí.

Sus labios se encontraron, se separaron, y sus lenguas se tocaron con ternura, suave
y dulce. Ella gimió cuando retrocedió y él la siguió, lanzándose dentro de la caverna
cálida y húmeda de su boca. Este beso era especial, significativo. No era el caliente
apareamiento de lenguas, era el reconocimiento y la aceptación de algo mucho más
grande, más dulce y salvaje.

― Tu sabor es tan bueno.

No dejó de besarla hasta que se dio cuenta de que la boca de Ava


estaba cerrada a la suya, haciendo imposible que hablara. Cuando él se apartó, ella
estaba sonriendo.

― ¿Puedes hablar conmigo telepáticamente?

― No estaba segura antes de ahora. ― Se inclinó hacia delante a la zaga de sus


labios a lo largo de su mejilla, haciendo un camino a la oreja. ― Siempre pude
hacerlo con mis padres, aunque me advirtieron de no intentarlo con nadie más.

La alarma que le causó la obligó a distanciarse de su garganta hasta que ella lo miró
con confusión.

― ¿Puedes leer a otros cambia-formas? ― Cuando ella asintió con la cabeza, le


preguntó: ― ¿Puedes comunicarte con ellos también?

― No estoy segura. ― Ella apareció legítimamente perpleja. ― ¿Por qué?

No estaba seguro de si ella estaba escuchando sus pensamientos, pero si no, quería
aclararlo. Su habilidad, aunque increíble, tendría que permanecer oculta. Nadie

141
podía saber que ella podía escuchar o conversar telepáticamente con un cambia-
formas.
Con seres humanos, sí. ¿Con los seres sobrenaturales? Nunca.
Era demasiado peligroso.

― No quiero que hagas esto con nadie más que conmigo. Si puedes escucharlo, es
una cosa, pero nunca permitas que nadie sepa lo que puedes hacer. ¿Lo entiendes?

Ella debe haber leído el peligro en su mente, porque no discutió.

― Sí. ― exhaló sin aliento. ― Entiendo.

De repente, el olor de su excitación le inundó, como si se hubiera desbloqueado una


puerta que no era consciente de que existía. Él sabía lo que estaba pensando a
través de lo que sentía ― ya que no necesitaba leer sus pensamientos para saberlo
― que era algo mucho más intenso. Ella encontró su preocupación sexy y
emocionante. Le encantaba el hecho de que él fuera posesivo, queriendo siempre
cuidar de ella, a punto de poner primero su seguridad.

― Diskant. ― Sus labios se movieron, por lo que ella estaba hablando, sin embargo,
era imposible escuchar con la sangre corriendo por sus venas, creando un golpeteo
excesivo en la cabeza. ― Hazme el amor.

Se puso de pie y la levantó en sus brazos. Era como si se fusionaran, la mente y el


alma. Ella sintió su deseo, magnificado e intensificaba el suyo. Se puso de rodillas
delante de él y le ayudó a deshacerse de la ropa antes de retirar sus propios
pantalones, dejándolo completamente desnudo y ella apenas vestida con un
sujetador y bragas. Alcanzándola, exploró la delicada curva a lo largo de su clavícula
y ella trajo a sus pequeños dedos hasta la suya, reflejando el movimiento. Cada lugar
que tocaba su piel era consciente del placer intenso que le daba y, extrañamente,
sabía de que era lo mismo para ella.

― Esto es increíble. ― Su tono era uno de asombro. ― Es como si estuviera debajo


de tu piel, pero todavía en el interior de la mía. No puedo esperar para sentirte
dentro de mí.

Él sonrió y bajó la cabeza para pellizcarle el hombro.

― Entonces es una buena cosa que no vaya a hacerte esperar.

Quería tomarse su tiempo, hacer el amor con ella y demostrarle lo fantástico, lento
y especial que podría ser. Lamentablemente ahora no era el momento. Tenía que ir
142
al bar y finalizar la reunión. Pero tan pronto como se resolviera esta mierda con
Emory, tenía la intención de hacer precisamente eso.

― Vamos a ir a mi cabaña. ― dijo Ava, siguiendo la línea de su pensamiento,


sonriendo con picardía. ― Está en un lugar apartado y hay un arroyo que corre a lo
largo de la parte posterior de la propiedad y termina en un lago. Podemos hacer lo
que queramos. Te encantará allí.

Destellos de los dos en el agua con las piernas envueltas alrededor de su cintura y
sus manos entrelazadas alrededor de su cuello, vinieron a la mente. Casi podía
sentir el murmullo de las olas contra su piel, sentir el calor de su coño apretándolo
con fuerza, mientras el agua enfriaba sus piernas y el sol calentaba sus torsos.

― Me encantará estar dondequiera que estés.

Después de retirar su sujetador, la acostó sobre las almohadas y deslizó sus bragas
por sus muslos, dejando al descubierto su carne lisa y brillante. Aunque visiblemente
mojado, su coño estaba hinchado y enrojecido de su último emparejamiento.
Todavía podía oler su semilla en ella, el fuerte sabor picante de su apareamiento, un
claro recordatorio de cuán a menudo debía satisfacer sus necesidades, a pesar de su
naturaleza humana. La vergüenza por
su manejo y tratamiento duro fue borrado rápidamente cuando Ava abrió sus
piernas para él, mirándolo a los ojos.

― Me gusta cuando estoy un poco adolorida después. Es como si hubieras dejado tu


marca en mí.

Sorprendentemente, sintió la alegría que experimentó mientras se concentraba en


el sordo latido entre sus piernas, recordando lo mucho que amaba la sensación de
sentir su mente, compartiendo sus pensamientos. Cuando estaban en la parte
trasera del bar, ella disfrutó sentir esa sensación. No había ningún tipo de
vergüenza. La hacía sentirse querida y deseada, y le encantaba saber que si ella
estaba excitada se haría cargo de su dolor.

― Me estás matando. ― Él la probó con una suave exploración de sus dedos. Se


deslizaron fácilmente en sus acogedoras profundidades, rodeado en la suavidad
caliente y húmeda, que le dio la bienvenida mientras se hundía más profundo.

Por favor, susurró en su mente. Te necesito.

El puño de la parte carnosa de su polla justo debajo de la corona, alineó la punta y


entró en ella. Estaba apretada, sus paredes vaginales se vieron forzadas a estirarse
143
para acomodarlo. Ella jadeó y arqueó la espalda cuando vio a su longitud
desaparecer dentro de su caliente coño, sus labios entreabiertos mientras se
deslizaba profundamente en su interior. Fue la sensación más extraordinaria cuando
lo sintió dentro, succionándolo al calor de su coño, siendo consciente de la plenitud
que su pesada y gruesa polla creaba dentro de ella. Ella gimió y tuvo que obligarse a
estirar el placer el mayor tiempo posible, recordando que ella también estaba al
corriente de exactamente cómo se sentía él.

― Mira, Ava. Te sientes como el maldito cielo.

Inclinándose, buscó el duro pezón en el centro de la areola. La sensación envió


ondas a través de su pecho, viajando hasta sus bolas, haciendo que su escroto se
apretara. No se detuvo, mordiendo suavemente y chasqueando la lengua a lo largo
de la pequeña protuberancia mientras él puso su mano hacia abajo para masajear el
pequeño botón en la parte superior de su sexo. Ella hizo girar sus caderas y empujó
su clítoris contra sus dedos. Los espasmos en su vagina crearon pulsaciones
alrededor de su polla.
Estaba a punto de advertirle que no podía aguantar más cuando ella se rompió, el
éxtasis puro y crudo de su orgasmo rodando a través de él. Una bola de fuego
parecía a punto de estallar en su estómago y se extendió por todo su cuerpo,
extendiéndose a sus miembros. No era lo mismo que su propio clímax, pero se
sentía igual de increíble, no obstante. Haciendo caso omiso de todo lo demás, él
liberó su clítoris y comenzó a empujar, yendo más profundo, utilizando sus brazos
para crear apalancamiento.
Ella le dio todo a él, con los ojos cerrados y su barbilla temblando, con las manos
formando puños mientras apretaba la almohada y gemía.
Cuando su clímax se acercaba, ella abrió los ojos y lo miró, jadeando suavemente. Él
sabía lo que estaba esperando, pero no pudo evitar burlarse de ella, la curiosidad de
saber cómo reaccionaba cuando hablaba sucio.

― ¿Quieres saber exactamente lo que tu pequeño coño apretado me hace?


¿Quieres saber lo que siento cuando me corro?

― Sí. ― Ella encontró sus embistes, manejando sus caderas mientras él se hundía
hacia abajo.

― Entonces dime. Quiero escucharlo. Como probablemente sabes, me gusta hablar


sucio y aprecio cuando es correspondido.

Ella hizo lo que le pidió, sin un segundo de pausa.

― Quiero sentir como te corres.


144
― ¿Cómo se siente mi polla dentro de ti? ¿Se siente bien?

― Sabes que lo hace. ― se quejó. ― Dios, tu lo sabes.

― Tienes razón, lo sé. ― Le pasó la lengua a lo largo de su clavícula. ― Pero quiero


que me lo digas. Quiero escucharte decirlo. ¿Cómo se siente?

― Duro, largo y grueso, llenándome y estirándome, por lo que no puedo sentir nada
más que tú, por dentro y por fuera. ― Ella flexionó su culo y empujó contra él. ―
Por favor. Quiero sentir lo que se siente cuando te corres dentro de mí.

― Lo que quieras, cariño.

Aumentó el ritmo y golpeó en ella, más rápido y más rápido, y rugió cuando
finalmente llegó. Arqueando la espalda, él se quedó mirando el techo mientras ola
tras ola de semen brotaba de su polla y bañaba su vientre, vagamente consciente de
que sus propios gritos le estaban ahogando. Su coño comenzó a ordeñarlo, las
paredes aterciopeladas lo apretaban como un puño antes de soltarlo, y se dio
cuenta que estaba atrapado en las garras de otro orgasmo. El delicioso calor
extendiéndose por todo su cuerpo ampliando su propio clímax, por lo que continuó
empujando su polla, incluso cuando no había ninguna semilla para liberar.
Combinado con sus sentimientos, era el último pináculo del sexo, tan jodidamente
bueno ... sus ojos se encontraron y todo su cuerpo sintió el impacto.

Teniendo cuidado de no aplastarla con el peso de su cuerpo, él la cubrió con su


torso cuando los estremecimientos finales pasaron, las gotas de sudor en su pecho
se fusionaron con las de ella cuando su pecho peludo tocó su piel. Ambos estaban
luchando por respirar, los frenéticos latidos de su corazón en sincronía. Sus
pensamientos eran nebulosos, pero el alivio y la sensación de saciedad eran
perfectos, tan condenadamente bueno que no quería alejarse de su lado o incluso
levantarse de la cama.

― Increíble. ― Ella se las arregló para jadear, respirando con dificultad.

Cuando él apretó los labios en la curva de su cuello sudoroso, sonrió. El resplandor


del sexo no era algo que solía disfrutar, pero ahora, sintiendo la adoración obvia y el
afecto que su compañera irradiaba, estaba seguro de que estaba a punto de
cambiar. Cuando ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo abrazó con
fuerza, sabía que había algo más que pudiera hacer para hacerla feliz.
Para los seres humanos podría ser incluso demasiado pronto. Para los cambia-
formas literalmente podría haber sucedido la noche anterior.
145
― Te amo, Ava mía.

No se dio cuenta de lo mucho que quería oír el cariño a cambio, no había pensado
que realmente le importara, hasta que ella suspiró en su pecho, lo abrazó con fuerza
y le susurró:

― Yo también te amo.

****

Sadie Durmus estaba al otro lado de la calle del Dougan’s Bar, con la espalda
apoyada contra la pared de vidrio de la lavandería Presto, que orgullosamente
promociona sus servicios de 24 horas.
Algunos cambia-formas se detuvieron en la acera, pero no pudieron verla, pasando
sin siquiera notarla.
A pesar de que minaba su fuerza como una hija de puta, encubrirse era un talento
ingenioso que se alegraba de haber heredado.
Era un regalo poco común entre los vampiros, compartido sólo por aquellos que
tenían sangre de mago en su linaje, y que dio lugar al lado mas suave de la gama de
la familia vampírica.
Lo cual, gracias a las estrellas que su padre había sido un mago. De lo contrario,
estaría en problemas que ni la magia podría protegerla.
El temor de que surgió de ese pensamiento cayó como un peso muerto en su
intestino, causando que la comida líquida desde hace unas horas rodara en su
estómago. La lucha contra las náuseas aumentó, rápidamente cruzó los brazos sobre
su estómago y respiró profundamente, calmándose.
Diosa, no debería haber venido aquí. La última vez que había ido a husmear a Trey
Veznor estuvo a punto de descubrirla.
Se estremeció ante el recuerdo.
Casi había revelado su presencia en Central Park, la noche en que Trey y su loco
hermano se habían enfrentado, incapaz de hacerse a un lado cuando lo vio tropezar
y caer de rodillas cerca de donde estaba. Si no fuera por la lucha violenta, el calor de
la batalla con Emory y la sed de sangre, Trey pudo haberla visto, vislumbrado su
magia, y entendido la atracción que la mantuvo cerca suyo como como una polilla a
una llama.

Como una polilla a una llama, pensó con amargura. Combustión instantánea.

Cerró los ojos y recordó la nefasta noche, apenas unas semanas después de su
llegada a su nuevo hogar en Nueva York. Lo que se suponía que era una misión
146
importante para el aquelarre se había convertido en algo más, y otro encuentro
casual en Liminality era todo lo que había llevado a subir las apuestas.
Sintió atracción inmediata hacia Trey en el momento en que sus ojos se encontraron
en el ambiente oscuro del club, el aire cargado de humo de cigarrillo era sofocante.
No era frecuente que un cambia-formas y un bebedor de sangre se aparearan, y
había una buena puta razón para eso, la inanición o una muerte lenta y agónica era
uno de los resultados.
Por eso los vampiros se negaban a aceptar este apareamiento y salían corriendo a la
primera señal de una conexión.

Sin embargo, mientras él la estudiaba esa noche, ella también lo hizo. Era alto,
delgado y musculoso, con un semblante muy masculino. Iba vestido todo de negro,
la larga gabardina de cuero ocultando lo que estaba segura era un arsenal de
armas.
Tres palabras le vinieron a la mente: sexy, misterioso, poderoso.
Después de un momento se levantó y comenzó a caminar hacia ella. Se movía como
el depredador que era, cada músculo gritó su intención y determinación. Sus
hombros se habían desplazado mientras él se acercaba, moviéndose suavemente y
con gracia.
Cuando estaba a pocos metros de ella, se las arregló para controlarse a sí misma e
hizo lo único que podía hacer, enmascarar su presencia antes de llegara a su mesa.
Él no sabía que ella no había dejado el club, pero cambió su ubicación, para ser
capaz de verlo sin ser vista, aunque al acercarse a la mesa comprendió lo que era.
Una extraña expresión cruzó su rostro, pero antes de que ella hubiera sido capaz de
descifrarla la mirada rápidamente había sido reemplazada con repulsión.
Mientras su corazón se había marchitado ante su fría respuesta, se obligó a aceptar
y entender que, si bien el rechazo era una perra cruel que mordía fuerte, era
predecible.
Aunque ella no era de sangre fría, como el folclore representa, o sin un latido de
corazón, era incapaz de caminar en el sol por largos períodos de tiempo o
mantenerse a sí misma con solo alimentos.
Calorías, aunque eran deliciosas, no proporcionaba el sustento que su tipo requiere.
Necesitaba el material rojo, la fuente de toda vida. Llano, simple, y rico, cuando se
necesitaba un impulso, la sangre no podía ser mejor.
Para un cambia-formas, beber sangre era repulsivo. Debido a que consideraban a los
vampiros un flagelo en la ciudad, una escoria por así decirlo. No es que su tendencia
a cazar presas vivas y devorarlas cruda fuera tan apetecible para ella ni a su clase.

Dame un respiro.

Cambiando su peso, estudió al bar, sabiendo que no debería haber venido, pero una
vez más descubriendo que ella era incapaz de abandonar. Ella tenía sus propias
147
responsabilidades y obligaciones que no incluían su vinculación con nadie de su
elección en el futuro cercano, pero no podía evitarlo. Trey era como el último
veneno, el que ella nunca podría tener, y por alguna razón, aún sabiendo eso, ella
estaba cautivada por el hombre.

Varios Alfas del Orgullo abandonaron el edificio acompañados por sus segundos al
mando, llevándola de vuelta a la realidad. Observó mientras caminaban hacia sus
Jaguars y costosas limusinas y de repente tuvo el deseo de acercarse y arruinar la
brillante pintura de sus coches con un buen roce de sus uñas.
De todas las razas que vivían en la ciudad, cambia-formas gatos eran los que ella
cuidaba menos. Una vez habían sido de gran utilidad para los vampiros magos,
quien los utilizaba como familiares, pero eso fue antes de que el mundo cambiara,
se hiciera tecnológicamente avanzado, y los cambia-formas felinos decidieron que
ya no necesitaban la protección de aquellos que los perseguía. Armas automáticas,
grandes guardaespaldas y una deidad conocida como Omega les garantizaban toda
la seguridad que necesitaban.

La puerta del bar se abrió y allí estaba Trey, de pie frente a ella en toda su gloria.
En el transcurso de su obsesión, a menudo se había aventurado a los escondites
favoritos de Trey, ansiosa por una mirada o una tenue brisa que le permitiera
disfrutar de su olor. En una ocasión dio un paso más pecaminoso, tocándolo
mientras enmascaraba su presencia, permitiendo que las puntas de sus dedos
viajaran a lo largo de su piel. Parecía deleitarse del lujo de acariciarlo hasta que se
dio cuenta de lo que estaba haciendo. Después ella siempre se alejó para darle
espacio, y susurrar en su mente como un maldito fantasma.

Huela pero no pruebe. Mire pero no toque.

Mientras observaba sus movimientos espasmódicos ahora, sus instintos le decía que
algo grande estaba a punto de suceder. Algo que ella se habría dado cuenta si no
hubiera estado tan obsesionada con la rebanada sexy del hombre que rondaba sus
sueños. El rostro sublime de Trey estaba fuertemente sombreada y sus iris de color
whisky brillaban en la oscuridad. Se ajustó la chaqueta de cuero alrededor de sus
hombros, deslizó la mano en un bolsillo interior y cogió el teléfono.
Si ella se moviera un poco más cerca podría averiguar quién estaba en contacto. Era
sólo cuestión de mantener las manos para sí misma.
Se apartó del cristal y se acercó al borde de la acera, separada de él por unos
míseros metros, y se detuvo.

Maldita sea, no debería estar aquí. Si él ve más allá de mi hechizo de protección, me


encontrará de inmediato. Todo lo que necesita hacer es tomar una buena aspiración
y estoy jodida.
148
Mientras no lo hiciera a menudo, era difícil conseguir la información que necesitaba
de otra manera. Concentrándose, se centró en sus pensamientos y se congeló
cuando ella arrancó un nombre de su mente.
Aldon Frost.
Trey mantuvo su voz baja, pero ella se aferró a cada sílaba que podía oír.

― Tenemos que hablar.

Trey se detuvo un momento para escuchar, asintió con la cabeza en vez de hablar y
cerró el teléfono. Luego levantó la cabeza, se encendió su nariz y miró directamente
a ella.
El pánico le impedía moverse, congelándola en su lugar por una fracción de
segundo. Entonces el mundo se aceleró y ella volvió en sus sentidos. Por supuesto
que estaba mirando en su dirección, pero no había manera de que pudiera verla. Era
imposible ver a través de su velo, a menos que ella quisiera o resultara herida. Así
era el poder de los vampiros.

Vampiros.

Tuvo la tentación de reírse. Para ella, la implicación detrás de la terminología estaba


todo mal. Los de su clase no eran cadáveres de la fosa o arpías con colmillos que
robaban niños de sus camas por la noche. Eso no significaba que sus antepasados y
familiares no fueran una forma de mal, su existencia llegó a ser cuando una bruja y
un demonio procrearon y crearon la primera de su raza, sino más bien, su papel era
mantener la paz y proteger a los inocentes de los que abrazaron la oscuridad dentro,
corroyendo las calles con bebedores de sangre contaminada y aberraciones.
Sin su especie, los cambia-formas sabrían exactamente lo malos que los vampiros
podían ser.

Trey olfateó el aire de nuevo y parecía mirar directamente hacia ella, como si
atrapara sus ojos. El deseo que sentía fue reemplazado por el dolor de saber que él
nunca la aceptaría, por lo que decidió poner sus sentimientos en una caja invisible y
cerró la tapa. Ella no podía tener a Trey Veznor. No importa lo mucho que lo
anhelara. Era el fruto prohibido que traería la destrucción sobre ella, la manzana
proverbial que expulsó a Adán y Eva del Edén.

Un gesto grabado en el rostro de Trey mientras guardaba su teléfono móvil en el


bolsillo de la chaqueta, se volvió y comenzó a caminar por la calle. Esperó hasta que
la última limusina se alejó antes de cruzar la carretera, manteniendo una distancia
segura mientras ella lo seguía.

149
Debido a una serie de acontecimientos inesperados, Trey Veznor era la menor de
sus preocupaciones. Él iba a ver a Aldon, lo que significaba que ahora no era
personal.
Esto era todo negocios.

****

Después que Diskant regresó al bar, Ava se sumergió en la gran bañera de


hidromasaje. Los chorros calientes calmaban sus tensos músculos, así como el dolor
de la palpitante carne entre sus piernas. Ella había querido decir lo que le dijo a
Diskant. Se sentía como si le hubiera dejado su marca, pero sólo en la más fantástica
manera imaginable.
¿Quién podía imaginar lo maravilloso que sería encontrar un magnifico hombre,
insaciable, compartir el mejor sexo del mundo, y saber que planeaba mantenerla
por el resto de su vida?
Demasiado condenadamente bueno, si ella estaba siendo honesta.
Salió de la bañera y se secó rápidamente antes de vestirse. A pesar de estar agotada,
también estaba demasiada excitada para dormirse, como si pura adrenalina
corriera por sus venas. Se tomó su tiempo para explorar el espacio, comenzando por
el dormitorio y pasar a la sala de estar y cocina. El mobiliario era enteramente
masculino, varias tonalidades de color marrón oscuro y crema, con toques de rojo
dentro de los cojines a juego con las cortinas. Gritaba opulencia sin ser estirado o
tenso. Una guarida perfecta para un hombre como Diskant.
Un sonido apagado la trajo de nuevo a la habitación y se detuvo en el umbral. Miró
a su mochila, del cual provenía el sonido, y gimió.

Maldición. Estaba segura de que su teléfono estaba apagado.


Había un puñado de personas que podrían estar llamándola, los más obvios eran
Brett y Thomas. Su jefe y amigo, como es comprensible, porque ella salió de su lugar
de trabajo sin una explicación y probablemente estuviera preocupado, y Thomas
porque quería acosarla sobre lo que él considera un “vacío legal astuto” en la
voluntad de sus padres, lo que le permitió adquirir la casa a mitad de precio.
El sonido murió sólo para comenzar de nuevo otra vez. Era cerrar la maldita cosa o
responder. Después de que se las arregló para sacar el molesto dispositivo de su
bolso, frunció el ceño cuando vio un número desconocido en la pantalla.
Preparándose para cualquier cosa, apretó el botón verde de la izquierda y puso el
altavoz en su oído.

― ¿Hola?

― Hola, Ava. ― dijo Craig, su voz tan sedosa y suave como la mantequilla.

150
― ¿Cómo conseguiste este número? ― Su tono, comprensiblemente, no fue tan
cordial. Le había dicho a Craig que nunca se pusiera en contacto con ella de nuevo.
Sin embargo, allí estaba, sobrepasando los límites, como si nunca hubieran existido.

― Tú más que nadie, deberías saber que para alguien como yo conseguir un número
de teléfono es tan fácil como pedirlo.

― Ya te dije que puedes quedarte el medallón. Pon la maldita cosa en exhibición, si


eso te hace feliz. Sólo déjame en paz.

Lo oyó hacer tks tks a través de la línea.

― No puedes tomar decisiones apresuradas sin escuchar a alguien. Veo que estar
con cambia-formas ha sacado lo peor de ti.

Una oleada enorme y muy potente del proteccionismo se apoderó de ella. Así que
Craig sabía lo de ella y Diskant. No se sorprendió. Tenía los ojos y los oídos
repartidos por toda la ciudad.

― Escúchame, presumido hijo de puta. No me importa si mantienes el secreto de la


ubicación del Santo Grial y me puedes ofrecer un suministro interminable de dinero
y la vida eterna. No llames a este número de nuevo. Tienes razón, yo no tomo
decisiones apresuradas. El hecho de que casi pierdo la vida me ayudó mucho para
ver en qué tipo de compañía quiero estar y no quiero. Para tu información, te
encuentras en la segunda categoría.

― ¿Incluso si eso puede beneficiar a tu nueva familia? ― Él hizo la pregunta como si


estuviera hablando de algo simple, como de que color pintar el cuarto de baño. Su
tono era cabreado pero las palabras lograron enfriar su temperamento.

― Tienes un minuto. Te sugiero que comiences a hablar.

― Se rumorea que los Pastores han llegado a la ciudad y que su objetivo es un


miembro de la manada, el hermano de Trey Veznor, para ser más específico. Te
ofrezco la oportunidad de escuchar al enemigo desde una distancia que no pueden
posiblemente imaginar. Ni siquiera tendrías que preocuparte por averiguar dónde
están o iniciar una reunión. Sabrías donde han aparcado las furgonetas, así como
dónde se encuentran actualmente los refugiados. El almacén estaba destinado sólo
como un mensaje. Hay tanta información que puedo ofrecer si tu estás dispuesta a
negociar.

151
Era tan condenadamente difícil no revelar qué tan fuerte era su telepatía, pero
como si ya estuviera al tanto, él dijo:

― Estar cerca de tu nuevo compañero aumentará tu capacidad, pero no en la


medida en que el medallón lo hará. Hay una razón por la cual tus padres
mantuvieron al medallón y a ti bajo llave.

Una vez más, hizo alarde de conocimiento que él sabía que ella quería. El accidente
de coche de sus padres había sido limpio y ordenado. Un pinchazo que resultó en la
pérdida de control, que les envió a través de la protección de carril, a un barranco y
al encuentro de un viejo roble. La policía dijo que fue un accidente, pero tan pronto
como Craig comenzó a lanzar indirectas, había comenzado a preguntarse. Sus
padres siempre habían sido tan reservados, nunca le explicaron a que se debían sus
muchos viajes alrededor del mundo.
Incluso su habilidad era algo que habían trabajado diligentemente para mantener
oculto.

― ¿Estás planeando finalmente decirme lo que sabes?

― Estoy preparado para ofrecerte un intercambio. Si tu puedes endulzar la olla,


podría ser persuadido para lanzar una reliquia de la familia en el negocio.

Maldito sea.

El medallón no le importaba, pero Craig sabía exactamente cómo le estaba


interesaba esa información sobre sus padres.

― ¿Qué es lo que quieres? ― Ella sabía lo que quería, pero fingió ignorancia. Sólo
había una cosa que posiblemente podría tener interés, información directa sobre los
cambia-formas y, más precisamente, el Omega, Diskant.

― No te hagas la tímida.

― Olvídalo. ― La respuesta fue más fácil de lo que había imaginado que sería. ―
Adiós.

― Los Pastores no olvidarán a Diskant Black cuando se vayan. Incluso podrían dejar
al resto de los cambia-formas en paz, pero si lo hiciste la investigación, sabrás muy
bien que tienen una debilidad cuando se trata de la caza. Ellos van detrás del
cambia-formas que lleva la mayor parte del poder. En esta circunstancia, es el
cambia-formas con el que estás durmiendo. En la primera oportunidad que tengan

152
volverán a terminar lo que empezaron, y tú serás capaz de verlas venir antes de que
nadie más pueda hacerlo.

Su estómago se revolvió y un nudo de tensión se formó en la parte posterior de su


cuello. A pesar de ser un gran gilipollas, había un hecho que era irrefutable, Craig
nunca mentía. Amenazaba y a veces intimidaba, pero nunca manipulaba la verdad.
No podía creer que lo estuviera considerando, pero esto no era del todo sobre ella.

― ¿Qué es exactamente... ― enfatizó la palabra e hizo una pausa para una buena
medida ― ...lo que quieres?

― Lo que yo quiero, en concreto, es una reunión contigo y Diskant Black.

― No hay manera. Nunca estará de acuerdo a eso.

Ella sólo podía imaginar a Craig encogiéndose de hombros de esa manera arrogante
cuando respondió:

― ¿Has tenido vampiros husmeando últimamente?

Ahora estaba temblando, hirviendo de indignación. En la noche de su ataque se


había preguntado por qué Craig había hecho una cita tan tarde en la noche, y en un
lugar en el que nadie estaría alrededor. No había pensado que él la pondría en
peligro, pero ahora ...

― Odio cuando haces preguntas que ya tienes las respuestas ― dijo ―Es un insulto
a mi inteligencia.

― No estoy involucrado, si eso es lo que estás pensando.

― ¿Qué es lo que quieres? ― Repitió, incapaz de pensar en nada sarcástico e


inteligente que decir.

― Llámame a este número cuando hayas discutido las cosas con tu media naranja.
Quiero hacer hincapié en lo importante que es que nuestra reunión se lleva a cabo
tan pronto como sea posible.

― Dime lo que está pasando. ― El pánico se sobrepuso a su furia. ―No me puedes


dejar por completo en la oscuridad.

153
― Digamos que... ― no dijo nada por un momento, pero cuando finalmente lo hizo,
su voz extrañamente grave y sombría, le dio escalofríos. ― ...Es una buena cosa que
el destino haya puesto un compañero cambia-formas en tu camino.

154
Capítulo 14

Trey volvió a Dougan's y no se molestó con las multitudes. Sabía que Diskant y
Kinsley estarían en la habitación muy atrás cerca de la base de la escalera, donde
una mesa y sillas estaban colocadas en un rincón pintoresco y privado. La ubicación
proporcionaba la protección adecuada para la hembra de Diskant porque podía
controlar fácilmente quien se aventuraba por las escaleras, mientras les permitía
privacidad para hablar, lo que les garantizaba que no serían interrumpidos o
molestados.
Cuando Trey llegó los encontró exactamente como imaginaba, sentados uno frente
al otro con un par de vasos y una botella de Jack Daniel's sobre la mesa. Ambos
dejaron de hablar y levantaron la vista cuando se acercó. Diskant pateó la silla más
cercana hacia Trey para que se sentara.

― Todo está arreglado. ― Trey tomó asiento, cogió uno de los vasos y se sirvió una
copa. ― Aldon está listo para presentar un control de carretera cuando lo
necesitemos.

― ¿Qué pasa con mi compañera? ― La amabilidad en el rostro de Diskant


desapareció. ― ¿Tenía una explicación de por qué su especie la atacó?

Trey negó con la cabeza.

― No tenía ni idea de lo que estaba hablando. Él dijo que tenían que haber sido
probablemente distribuidores en mercado de esclavos de sangre.

Los ojos de Diskant brillaban enfurecidos y añadió:

― Tendría sentido. No se puede decir que tu no entiendes la tentación.

― ¿Cómo demonios te involucraste con Aldon Frost? ― dijo Diskant como si el


nombre del vampiro le dejara un mal sabor en la boca.

― Necesitaba un sistema de seguridad cuando se mudó aquí. Le ayudé a cambio de


un favor que aún me debe. ― Trey se encogió de hombros y tomó un sorbo de
whisky.

― La mayoría de la gente paga por ese tipo de cosas con dinero ― comentó Kinsley.
― De lo contrario no estarías en el negocio.

155
― Necesitaba un trabajo urgente. Yo no hago nada en mi tiempo libre sin esperar
algo extra a cambio. ― Se sirvió más bebida en el vaso con una mano firme, aunque
su interior se sentía tan sólido como gelatina. ― ¿Dónde está Emory?

― Él fue a una habitación desocupada en el segundo piso. Le dije que tomara una
ducha y un cambio de ropa decente. Se puede sentir como un pedazo de mierda,
pero no estamos obligados a verlo en esa condición. ― Diskant tomó el vaso
solitario de la mesa y lo estudió mientras giraba entre sus dedos. ― Envié a Nathan
a velar por él. Está a punto de perder el control, Trey. Finalmente se terminará
convirtiendo en un salvaje.

Trey asintió, incapaz de discutir el punto.

Un año antes Emory había comenzado a tener problemas para controlar su mitad
bestial. Era evidente que su hermano menor era un Alfa, su carácter y
temperamento eran evidentes poco después de su primera transformación. Fue una
maldita suerte, que se las arreglara para mantener su lobo controlado durante tanto
tiempo. Ahora era demasiado viejo para negar lo que necesitaba. Alfas podrían
sobrevivir como miembros de una manada sin cargo, pero sólo si se aparearon. El
vínculo calmaba a la bestia y permitía una convivencia pacífica, y eso era
exactamente en lo que Trey confiaba.

― Tenemos que reunirlo con su compañera. ― Trey levantó su vaso lleno de whisky,
estudiando el líquido ámbar claro. ― Después de deshacernos de los Pastores,
tenemos que llevarlo a Colorado para recuperarla.

― ¿Has perdido tu mente ensangrentada? ― Kinsley gruñó. ― No puedes traer a un


Pastor a la ciudad para aparearse con tu hermano.

Trey se volvió hacia el cambia-formas gato, aliviado de que Diskant le hubiera


impartido la horrible verdad acerca del acoplamiento de Emory con un Pastor. Si él
iba a traer a una hembra dispuesta a su ciudad, él no necesitaba a indiscretos Alfas
creando problemas.

― ¿Qué quieres que haga? Verlo lentamente volverse loco hasta que nos veamos
obligados a sacarlo de su miseria?

― Él ha sido un peligro para todo el mundo en su camino.

― Ahí es donde te equivocas. ― Trey corrigió a Kinsley sin problemas. ― Todo el


tiempo que estuvo en Colorado nunca perdió el control. No fue sino hasta después
de que él fue separado de su mujer que los cambios comenzaron.
156
El acento de Kinsley se espesó, ya que era propenso a hacerlo cuando se enojaba.

― Tu información de confianza es lo que te dijo tu hermano.

― Esta es la información obtenida directamente por Gerald Night. ― Trey sonrió


cuando la cabeza de Diskant disparó y la ira de Kinsley fue reemplazada por el shock.
― Contacté con él poco después de que Emory llegara. Dijo que Emory se relaciona
muy bien con la manda de Colorado Springs. No hubo problema de ningún tipo con
su control.

― Eso no es posible ― dijo Diskant. Si yo no pude abrirme paso hacia su lobo, no


hay manera de que un Alfa pudiera hacerlo.

― No estoy seguro de por qué sucedió, aunque Emory estaba cerca de su


compañera, así que me imagino que ella era en gran parte responsable. ― Trey miró
a Diskant y se preparó cuando preguntó: ―Ava es telepática, ¿verdad?

Cualquier amabilidad en el rostro del Omega desapareció.

― ¿Por qué coño quieres saber?

― Si somos capaces de mantener a uno de los Pastores con vida ella puede decirnos
donde podemos encontrar a Mary.

Los ojos de Diskant cambiaron de color y los dedos alrededor del vaso lentamente
cerrados en puño.

― No voy a llevar a mi compañera a cualquier lugar cerca de ellos.

― No tienes que hacerlo. Podemos traer uno de ellos a ella. Todo lo que
necesitamos es un lugar.

Trey pensó que su gran amigo y compañero de manada, diría que no. No importa
cuan cercanos eran o la conexión que tenían, la hembra había superado a su
importancia. Entonces, el iris de Diskant se convirtió en una cálida tonalidad ámbar
familiar y la tensión abandonó sus hombros mientras colocaba el vaso sobre la
mesa.

― Si lo hacemos, lo hacemos a mi manera. Vas a llevarlo a un lugar que yo decida y


seguirán mis instrucciones.

157
Trey asintió y cogió la botella de whisky.

― Cuanto antes lo hagamos, mejor.

― Tienes razón. ― dijo Kinsley. ― Los del Orgullo tomaron mi palabra de que esto
se resolverá, pero en el caso de los Pastores, no creerán una palabra hasta que se
retire la amenaza.

― Envié a cinco de mis mejores exploradores para olfatear antes de que me fuera.
Deberíamos saber algo en unas pocas horas.

― ¿Qué estás pensando? ― Preguntó Diskant.

― Los encontramos y enviamos a Kinsley con una oferta en mano sobre Emory, si
pican el anzuelo se encargará de llevar a cabo la entrega justo antes del anochecer.
Los Pastores no esperarán que los vampiros se involucren en esto, por lo que
cuando Aldon haga su parte, nos dará a todos la oportunidad que necesitamos. Pero
tenemos que asegurarnos de capturar uno vivo. ― Trey llenó el vaso hasta el borde
y se detuvo. ― Tenemos que saber dónde está la compañera de Emory.

Diskant tomó la botella de Trey y comenzó a verter su propia bebida.

― Si somos capaces de detenerlos antes de que salgan del estado, no debería ser
difícil.

Trey asintió y se hundió cuando el peso invisible en sus hombros se aligeró


considerablemente. Todo estaba cayendo en su lugar.

― Una vez que tengamos la información que necesitamos, podemos empezar a


planificar un viaje a Colorado. ― Ante la mirada inquisitiva de Diskant explicó: ―
Con tu ayuda, Nathan puede hacerse cargo de las cosas en mi ausencia. Voy a
contactar con Gerald y preguntarle si está dispuesto a ofrecer ayuda después de que
lleguemos allí. Él no estaba contento cuando se enteró de que había un nido de
Pastores que viven tan cerca, así que tengo una buena idea de lo que será su
respuesta.

― ¿Entonces, así es cómo va a ser? ― Kinsley reflexionó. ― No hay lugar en tu plan


para el resto de nosotros.

― No habrá suficiente para todos. ― Diskant sonrió, revelando colmillos alargados


que hacían juego con sus relucientes y felinos iris verdes.

158
El sonido de unos pesados pasos que bajan la escalera detuvo la conversación. Los
pasos se acercaban, hasta que Emory apareció con Nathan. Estaba bien afeitado y el
pelo peinado hacia atrás. Llevaba ropa limpia ― una camisa negra y jeans ― que lo
dejaron con un aspecto decente. A pesar de sus iris eran todavía brillantes, ya no
parecía agitado.
Trey levantó su copa, bebió la fuerte bebida y se levantó de su asiento. Mientras
colocaba el vaso sobre la mesa, se volvió hacia su hermano.
No importa lo que Emory había hecho en el pasado, todavía era su hermano. No iba
a ser él el que le diera la mala noticia a su madre y a su padre informándoles de que
su hijo había regresado sólo para ser condenado a muerte.

― Vamos. ― Él se movió al lado de Emory y apretó su hombro. ― Necesitas comer y


tenemos que hablar.

Diskant vio como Trey, Emory y Nathan caminaban por el pasillo y desaparecían
entre la multitud. El bar todavía estaba lleno de miembros de la manada de Trey,
quienes permanecerían allí hasta que los Pastores fueran expulsados. Esa era la
belleza de la ubicación. El edificio tenía cinco plantas: el bar, el segundo, tercer y
cuarto pisos constan de habitaciones y duchas, y el apartamento en el quinto piso
era para él o invitados importantes que protegían en tiempos de crisis.
Cuando pensaba en el apartamento, los recuerdos de Ava no estaban muy lejos.
Todavía estaba sorprendido por el nivel de su conexión. La telepatía era tan
poderosa como el vínculo de sangre, quizás incluso más fuerte de alguna manera.
Sentir lo que sentía, sabiendo sin lugar a dudas que ella ansiaba su toque tanto
como a él le dolía por ella, le causó una conmoción que no podía negar.

― Probablemente deberías volver al piso de arriba ― Kinsley señaló a sabiendas. ―


Si yo tuviera una mujer tan hermosa como la tuya esperándome, no perdería mi
tiempo aquí con una botella de whisky y la compañía de un amigo.

Él sonrió. ― Ella es hermosa, ¿no?

Kinsley inclinó la cabeza, estudiando el vaso en la mano y asintió.

― Sí, lo es.

Se puso de pie y se alejó de la mesa.

― ¿Vas a quedarte un rato más?

Kinsley levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

159
― Creo que será mejor que visite a algunos del Orgullo antes del amanecer.
Tenemos que calmar las aguas y averiguar si ellos están pensando en hacer algo
estúpido. No es que yo crea que lo harían. Ninguno de ellos está dispuesto a
arriesgar su colas y engrosar el número de muertes en las filas. No somos tan leales
como lo son los lobos.

― Gracias. ― Extendió su mano y Kinsley se la estrechó.

― No es un problema. Si te enteras de algo entre ahora y entonces, ya sabes cómo


encontrarme.

Diskant se volvió y tomó grandes zancadas hacia la escalera. Cuando las alcanzó
trepó de tres escalones a la vez. Finalmente llegó a la planta superior y se detuvo,
tratando de enfriar su deseo antes de abrir la puerta. Imágenes de su compañera
que lo esperaba totalmente desnuda y acostada en la cama, enviaron una sacudida
a través de su polla.
Nunca sería capaz de tener suficiente de ella. No importa cuántas veces se perdiera
en la cuna celestial de su cuerpo.
Se quedó helado cuando entró en el dormitorio y encontró a Ava, completamente
vestida y sentada en la esquina de la cama, con un teléfono móvil en la mano. Ella lo
miró con los ojos tan azules como un cielo tormentoso, con una expresión ilegible.
Después de caminar lentamente hacia ella, se arrodilló delante de ella.

― ¿Qué está mal?

Ella negó con la cabeza y se encogió de hombros.

― Tengo que decirte algo, pero no sé por dónde empezar.

― Por el principio es a menudo lo mejor. ― Él le acarició la barbilla en broma, con la


esperanza de levantar su estado de ánimo. En cambio, ella apartó la mirada y
suspiró.

― Todo es tan confuso.

― ¿Por qué no empiezas por decirme quien estaba en el teléfono?

Cuando levantó su rubia cabeza encontró su mirada preocupada, ella se veía


desgarrada y con miedo.

― No quiero que te asustes. Tienes que escucharme.

160
― Estoy escuchando.

Ella respiró hondo y respondió: ― Era Craig Newlander.

Varias emociones volátiles le vencieron cuando su naturaleza protectora despertó.


Se levantó y se alejó de ella antes de que pudiera ver a sus rasgos faciales cambiar o
darse cuenta de que sus caninos empezaban a alargarse. Mientras sus dedos
parecían arder a causa de las garras que intentaban romper la piel.
Se enfrentó a la pared, deseando enfriar su temperamento.

― Dijiste que no estabas involucrada con el Villati.

― Diskant... ― Oyó su cambio de peso en la cama, como si estuviera de pie para


acercarse.

― No lo hagas, Pinkie. ― Advirtió en un gruñido constante bajo. ―Quédate dónde


estás.

Ella no lo escuchó.
Él sintió que sus brazos se envolvían alrededor de su cintura, presionando el pecho
contra su espalda.

― Craig se acercó a mí poco después de que mis padres murieron. Me reuní con él
un par de veces y acepté la información que me ofreció, pero cuando empecé a
percibir una mala vibra decidí que lo que fuera que quería no valía la pena el riesgo.
Luego Thomas robó algo que atesoraba y lo vendió a Craig para pagar una deuda de
juego. ― La ira de Diskant retrocedía mientras seguía hablando, sus dedos
acariciando su pecho. ― Hice un trato para recuperarlo pero la reunión nunca
sucedió.

― ¿Por qué?

Ella lo dejó en libertad, dio un paso alrededor y colocó su cuerpo entre él y la pared.
Mirando hacia arriba, apoyó la mano en el pecho, sobre su corazón. El ritmo
frenético de inmediato se redujo por debajo de su palma y la tensión abandonó su
cuerpo, haciendo que los músculos debajo de sus dedos se relajaran.

― La noche que me tenía que reunir con uno de sus contactos, fue la noche en que
te conocí, la noche en la que me salvaste. A la mañana siguiente, después de haber
dejado tu casa ... ― Ella sacudió la cabeza, como avergonzada por el recuerdo y su
decisión de dejarlo en la estacada. ― ...le dije a Craig que estaba fuera. Trató de

161
ponerse en contacto conmigo, pero tiré el teléfono que me había dado y me negué a
contestar sus llamadas en el club.

Puso una mano sobre la de ella. ― ¿Qué es lo que quiere?

― No lo sé, pero sea lo que sea, no es bueno. Él sabe que los vampiros me atacaron
esa noche en el callejón. ― La ira de Diskant reapareció cuando recordó aquella
noche, y cuando él gruñó en voz baja ella lo tranquilizó, frotando su mano sobre el
pecho. ― Hay algo que no me está diciendo. Algo importante. Traté de hacerle
hablar, pero quiere organizar una reunión contigo antes de decir lo que es.

Diskant estudió el rostro pensativo de su compañera. Una reunión con el líder de


Villati causaría una tormenta de mierda inevitable. Para la mayoría de los cambias-
formas habían conseguido volar bajo el radar y mantener su secreto a salvo. Era
demasiado peligroso tener a mortales olfateando alrededor, sobre todo cuando les
gustaba grabar cosas que pasan de generación en generación. Eso podría muy bien
cambiar dependiendo de lo que quería Craig Newlander.

― Está bien. ― Ella finalmente rompió el incómodo silencio ― Nosotros no tenemos


que reunirnos con él.

Se llevó las manos a sus caderas y la atrajo a sus brazos, manteniéndola cerca. La
preocupación por la seguridad de ella hizo caso omiso a todo lo demás. Si el
bastardo sabía algo importante acerca de su compañera, tenía que saber lo que era.
Ava no era una cambia-formas y podría ser dañada fácilmente. Desde que los
vampiros estaban involucrados era probable que él tuviera que estar a la ofensiva,
mantenerse un paso por delante.

― Tan pronto como esta cosa con Emory se resuelva, voy a hacer todos los arreglos.
No quiero que te preocupes por nada. De ahora en adelante me ocuparé de ti.

― No quiero ser ningún problema.

― Nunca. ― Él le tomó la barbilla y le sostuvo la mirada. ― Es mi derecho y


privilegio, ver por tus necesidades.

Ella sonrió con nostalgia. ― Privilegio, ¿Eh?

― Malditamente correcto.

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura, apretó su cara contra su pecho y se
hundió en su abrazo. Luego él sintió su agotamiento. Ella tenía hambre, estaba
162
cansada y necesitaba una buena noche de descanso. El vínculo de sangre estaba en
pleno apogeo ahora. Pronto se daría cuenta de los cambios que indicaban que
estaba unida a un cambia-formas. El sexo era sólo la guinda del pastel, cuando se
había mejorado la fuerza, reflejos y la longevidad.

― Voy a ir abajo para conseguirte algo de comer. Dougan's mantiene la cocina


equipada, así que estoy seguro de que puedo encontrar algo que te guste.

― Iré contigo ― murmuró en su camisa, acariciándolo cariñosamente. El gato en él


correspondió a la demostración amorosa, llegando a la superficie cuando rozó la
barbilla por encima de la cabeza y aspiró profundamente su femenina y dulce
fragancia en la nariz.

Cambiando sus brazos alrededor de su cintura, él la volvió en sus brazos y comenzó


a caminar hacia la puerta. Bajaron las escaleras como un par de adolescentes
enamorados, intercambiando besos furtivamente en cada piso. Cuando llegaron al
pasillo final, él la mantuvo exactamente como estaba ― su espalda contra su pecho,
con la cabeza debajo de la barbilla ― y sonrió a las expresiones divertidas de los
miembros de la manada mientras se movían a un lado, mareado por las risitas de
Ava mientras ella se retorcía contra su creciente erección.
Echando un vistazo a la izquierda, notó que Trey, Emory y Nathan estaban sentados
en una mesa con una caja de pizza vacía entre ellos. Otra de pizza se colocó al lado
de la bandeja, el vapor que se levantaba de la superficie demostraba que la cocina
estaba trabajando duro.

Llegaron a las grandes puertas dobles detrás de la barra y pasaron. Como Diskant
esperaba, varias hembras estaban ocupadas preparando la comida para la manada.
La mayoría había viajado desde sus hogares para satisfacer las necesidades de sus
hermanos, entre ellos los que estaban todavía demasiado joven para aparearse. En
el momento en que los vieron a Ava y a él, toda la actividad se detuvo.
Las mujeres con bandejas de comida preparada se adelantaron, inclinaron la cabeza
y bajaron sus miradas. Esperó a que Ava eligiera lo que quería, pero se dio cuenta
que no tenía idea de lo importante que era el gesto.
Inclinándose, Diskant acercó la boca al oído de su compañera.

― Ellas están mostrando su respeto, Ava. Ahora que nos acoplamos tienes el mismo
poder de mando dentro de la manada que yo. No van a comer o servir a nadie más
hasta que hayamos elegido nuestra comida. ― Liberándola, él bajó los brazos y dio
un paso atrás. ― Elige lo que quieras.

No fue una introducción normal y por un momento pensó que ella vacilaba, que no
habría sido una buena cosa. El respeto dentro de una manada se ganaba desde el
163
poder, el control y la confianza. Sin estas características se iba directamente al final
de la cadena alimentaria. Como su compañera, y una humana, era comprensible que
ella estuviera confundida. Sin embargo, en algún momento, ella tendría que
proclamar su lugar en la manada.

― Toma lo que quieras ― ordenó. Era un tono que nunca había usado con ella
antes, y que esperaba que usara su talento para entender sus motivos. En ese
momento él era un Omega dando a su compañera una orden directa.

Fue difícil de disimular su orgullo cuando ella dio un paso hacia adelante con la
cabeza bien alta y tomó un plato de la hembra a su izquierda y se sirvió de otra
bandeja de una hembra a su derecha. Era demasiada comida para ella, pero ese era
precisamente el punto. En ese momento había logrado transmitir su importancia al
hacer una opción muy importante. Como compañera de un Omega, era su derecho
reclamar cada bocado que ella deseara, aunque sólo pretendiera tirarlo a la basura
en el camino hacia la puerta.
Volviéndose hacia él, ella extendió una bandeja.

― ¿Qué te gustaría beber?

Maldita sea si no lo cautivaba. Incluso ahora, fuera de su elemento en medio de una


cocina llena de cambia-formas, ella continuó mostrándole lo compleja e inteligente
que era.

― Trae una jarra de Killian's y un poco de agua embotellada a nuestra habitación. ―


Diskant habló sobre el hombro de Ava a Katie, la hembra humana ligada a un
cambia-formas que ahora estaba con las manos vacías, mientras aceptaba la
bandeja de Ava.

Cuando volvió su atención a su compañera, ella estaba sonriendo y pasó junto a él,
abriendo el camino de vuelta. Esta vez, ella guió el camino a través del bar. Él le
permitió tomar la iniciativa y llevarse la victoria, quedando tan cerca que pudiera
agarrarlo si así lo deseaba, pero lo suficientemente lejos para que su independencia
hiciera una declaración a la manada. Lo supiera ella o no estaba asumiendo su papel
en sus filas, demostrándoles que ella era capaz de hacerles frente por sí misma.
Ellos reconocerían eso, la apreciarían y respetarían.
Pasaron a través de la multitud y entró en la sala vacía. A medida que su culo se
balanceaba en el viaje por las escaleras se imaginó hundiendo sus dientes en esas
mejillas cremosas, una a la vez. Quería doblarla sobre la cama y obligarla a tomarlo
de la forma más primitiva de su especie. No había nada más sexy que follar a una
mujer en el culo. La confianza que requería era absoluta, el último acto de sumisión.

164
Su sangre corría caliente ante el pensamiento, su polla se hinchó en la anticipación.
Con el tiempo iba a suceder. Una marca más, y el vínculo de sangre se cimentaría. Si
pudiera hacer frente a las bestias en su interior, reclamarla como sus compañeras y
aceptar su control sobre ella, estarían vinculados de por vida, o hasta que murieran.
En ese punto ella estaría tan salvaje y con ganas de probar cosas nuevas, así como él
estaría deseoso de introducirlos a la misma.
Cerró la puerta después de entrar en el apartamento y trató de detener su
necesidad. Ava necesitaba comer, descansar y recuperarse de todo lo que ha
sucedido en los últimos días. No necesitaba de él que cayera sobre ella como un
maníaco sexual de mierda. Colocando la bandeja sobre el mostrador, se detuvo en
seco cuando se volvió y encontró a Ava de rodillas ante él.
Sus grandes ojos azules estaban nublados, con sus mejillas sonrojadas de un
hermoso color rojo. Su bandeja de comida estaba descansando en la mesa al final
del salón, salió de allí y lo siguió a la cocina.
Adiós a la nutrición, el descanso y la recuperación.
Ella le desabrochó el pantalón, los bajó de un tirón y envolvió sus labios alrededor
de su polla. Él gimió y enterró los dedos en su pelo, tirando de las hebras cortas,
llevándola hacia adelante hasta que el glande chocó con la parte posterior de la
garganta. La conexión mental que compartían se abrió y pudo sentir que ella estaba
feliz de satisfacerle así. Ella amaba su sabor, su olor. Era una tendencia bestial, algo
que nunca había experimentado antes.
La entidades que destacaban dentro suyo, el gato, el lobo y el oso, también
anhelaban residir en ella. Ella sería la mujer que podría saciarlos de manera que
ninguna otra jamás podría, completarlos de manera que los uniría como uno.
Sus dedos viajaron a lo largo de la cara interna de su muslo antes de que ella tomara
suavemente sus bolas. Masajeó el peso pesado con dedos cuidadosos, haciendo
rodar las sensibles bolas en sus manos. Él dejó caer la cabeza hacia atrás mientras
ella tomaba el control, tomando más y más de su longitud en la boca con cada
pasada. La caverna caliente y húmeda proporcionaba una succión vertiginosa, sus
labios y la lengua acercándolo a la cima. Cuando él empezó a alejarse, ella apretó
sus testículos, ahuecó su culo y lo chupó con más fuerza.
Quiero tragarte entero, susurró en su mente. Estoy tan hambrienta de ti.

Él se corrió en el instante en que se deslizó hacia la parte posterior de la boca y ella


lo tragó. Su semen disparó en su garganta y ella trató de no ahogarse, tragando cada
disparo, bebiendo hasta que su semi―dura polla se deslizó fuera de sus brillantes
labios.
Sin aliento, la levantó y la llevó al dormitorio, asegurándose de cerrar la puerta
detrás de ellos para que no los interrumpieran. Una vez allí, la puso en la cama y
lentamente la desnudó, tomándose su tiempo, lamiendo y lamiendo cada deliciosa
curva de su cuerpo. Desvistiéndola, le quitó el sujetador y las bragas, se movió entre

165
sus piernas e inhaló su aroma. Su coño estaba brillante, los pliegues húmedos de
rocío, hinchados y rosa.
Ella arqueó la espalda y gritó mientras él palmeaba su culo, la llevó a la boca y
saboreó su dulzura, bañando su lengua en su miel. Alternó follándola con la lengua y
lamiendo su clítoris, con movimientos rápidos y precisos.
Ella jadeó, se retorció y empujó contra su cara.

― Diskant.

― Toda mía, Ava. ― susurró mientras se daba un festín con ella.

― Todo tuya. ― murmuró ella sin aliento.

Ella se rompió en sus brazos mientras él se centraba en su clítoris,


chasqueando la lengua por el botón hinchado que sobresale de la capucha carnosa.
Arriba y abajo, arriba y abajo, cada vuelta sensual y provocativa. Ella agarró su
cabeza, las piernas rígidas alrededor de sus hombros. Separando las mejillas de su
culo, bajó la cabeza y se quedó mirando la roseta que quería reclamar, pasándole la
lengua por la superficie de la piel arrugada mientras ella jadeaba y se retorcía.

― ¿Te gusta esto? ― Él se apartó y la miró.

La mancha roja en sus mejillas respondió a su pregunta no formulada. Él sería el


primer y único hombre para reclamar su pasaje oscuro, el único que conocería el
cielo que existía cuando su polla es apisonada dentro de su culo.

― Un día, pronto... ― hizo girar su dedo por la entrada arrugada, que todavía
estaba húmeda de su lengua ― ... Te voy a tomar aquí.

Sus ojos se oscurecieron y contuvo el aliento, su silencio indicando que ella estaba
más que dispuesta a intentarlo. Soltó su culo y fue a través de su cuerpo, resbalando
y lamiendo la fina capa de sudor en el camino. Ella estaba completamente abierta a
él, los brazos extendidos, las piernas separadas, la mente desbloqueada, y un
cambio rápido de sus caderas era todo lo que tomó para estar enterrado dentro de
ella.
Su polla en su coño, piel contra piel, y corazón a corazón.
Tan cerca que podía haber jurado que podía sentir su alma.
Sus dedos arañaron la piel de su espalda, mientras ella se retorcía contra él,
esforzándose por llegar al clímax final. Rodó sus caderas hasta que su polla estaba
empujando su clítoris con cada movimiento, por lo que con cada embestida
deslizaba su longitud en su contra. Sus bestias estaban empezando a enojarse con él
para que la poseyera de una vez, para que pudieran rodear a Ava en su fuerza, su
166
poder, su esencia y marcarla con su aroma. Sería tan fácil de hacer, trayéndolos
completamente juntos.

― Sí. ― susurró ella contra su cuello, aferrándose a él. ― Dios, por favor.

― Pronto. ― prometió y aumentó el ritmo, hundiéndose más duro cuando sintió


que estaba cerca de llegar. Negar sus impulsos llegaron a un precio, haciéndole
salvaje en sus movimientos mientras se estrellaba contra su delicado cuerpo. Cada
vez que se retiraba, se enterraba más duro, menos indulgente. Tenía que estar
dentro de ella, saciarse a sí mismo y permitirle descansar y recuperarse. La tercera
marca sería la más importante y requeriría toda su fuerza.

Cuando ella llegó, de inmediato la siguió. Su coño se contrajo, apretaba y vibraba a


su alrededor, envolviendo su polla en calor, apretándolo hasta que pensó que iba a
morir de la agonía de la misma. Rugió, su bramido ronco hizo eco de las paredes
cuando las ondas de placer candente rebotaron a través de su cuerpo.
Cuando cayó sobre ella, cubriendo su pequeño cuerpo mientras tiraba de ella en el
refugio de sus brazos, sabía que la próxima vez finalmente haría lo que deseaba
hacer.

Ava era su otra mitad, su compañera de lazo de sangre.


No había vuelta atrás.

167
Capítulo 15

Mary apretó la oreja contra la puerta, tratando de escuchar lo que John estaba
diciendo a través de la madera fina. El sonido de sus pasos sobre el suelo de la
cocina fueron silenciados, así como su voz.

― He pedido una vigilia de oración de las congregaciones, por supuesto. ― Las


palabras ahogadas de John se deslizaron por el pasillo. ― Es el sacrificio más
importante. Son dignos de elogio. Sí, está listo cuando llegue. Ella ha expiado sus
pecados y esta lista para tomar sus votos. ― Un silencio prolongado y John dijo: ―
Sí, todo va a estar listo para el momento en que llegue mañana.

Era como si las arañas se arrastraran sobre su piel, haciéndola temblar. Su estómago
se revolvió en un pánico y un sabor amargo de la bilis subió a la parte posterior de la
garganta. Ella se apartó de la puerta, con ganas de vomitar, correr y gritar en voz
alta.
Ayer había aprendido que la oración no era lo único que sus parientes con demencia
habían decidido utilizar para mantenerla en el buen camino. En esta jodida versión
de la “Cosecha Maldita” tendría que demostrar su valor a la antigua.
Tendría que matar a un cambia-formas.
Fingiendo rezar era un cosa. Estar de acuerdo en matar a alguien era otra. Cuando
Mary fue llevada hasta una chica que debería ser casi de su misma edad, y se le dijo
lo que debía hacer ― degradar, torturar y mutilar a la pobre chica hasta que ella se
rompiera ― había tomado toda su fuerza de voluntad para no descomponerse y
mostrar a los malditos enfermos el asco, la repulsión y el horror que estaba
sintiendo.

― Donna y Nathaniel fueron a la ciudad. ― John continuaba y oyó el sonido de un


gabinete que se cerraba. ― Ella quería preparar algo especial para su regreso.

El temblor que se había apoderado de su cuerpo desapareció, desapareció el


momento en que oyó esas palabras importantes, palabras que cambiarían su
destino.

Donna y Nathaniel fueron a la ciudad.

Oh Dios mío, no podía ser.


Estaban sólo ella y John.
Una oportunidad como esta no volvería otra vez, al menos no
antes de que ella se viera obligada a sacrificar parte de su alma con el fin de salvar
su vida. Siempre supo al planear su escape, que la oportunidad vendría cuando
menos lo esperaba.
168
Si ella quería salir de allí, el tiempo era ahora.
Alejándose de la puerta, corrió hacia el armario y bajo las mantas, sacó la mochila
que había escondido con algunos artículos cuidadosamente recogidos en el interior.
No había mucho, sólo una pequeña cantidad de dinero en efectivo, un par de mudas
de ropa y su identificación, pero sería suficiente hasta que se pusiera en contacto
con el abogado para recuperar la clave de la caja fuerte y hacer el viaje a Florida.

Después de ponerse sus zapatillas de deporte y recuperar su delgada y raída


chaqueta, arrojó su mochila en la cama, volvió al armario y buscó a ciegas con la
mano hasta que sus dedos se envolvieron alrededor de la empuñadura de goma del
bate de béisbol de madera que había escondido. Levantándolo con cuidado, ella dio
un paso atrás e inhaló una respiración irregular lenta, tratando de calmar los
nervios.
Escuchó a John como continuaba parloteando. Cuando le oyó colgar el teléfono, se
acercó a la puerta, la abrió y tomó su lugar en el lado izquierdo de la entrada. Su
corazón estaba acelerado, latía tan fuerte y rápido que podría haber jurado que
resonó en toda la casa. Sostuvo el arma con las manos sudorosas, aumentando su
agarre hasta que sintió que se le quemaba la piel.

Esto es.

El tiempo del juego.

― John ― Gritó, apretando el bate, sintiéndolo morder contra sus dedos y la palma.

― ¿Sí, Mary? ― Le llamó de vuelta, obviamente, moviéndose en la cocina.

― ¿Puedes venir aquí, por favor?

Ella cambió su peso, presionando aún más el trozo de madera en sus manos,
mientras tomaba posición. Fuertes pisadas sonaron en el pasillo hasta que
estuvieron simplemente a su lado, y entró en la habitación. Él no la vio en la
entrada, su mirada descansando en su mochila, el tiempo suficiente para que se
acercara.

Es ahora o nunca.

Sosteniendo su peso sobre su pierna y hombro derecho, ella cobró impulso cuando
bajó el pesado bate en la base del cráneo. La madera besó el hueso, creando una
grieta repugnante que parecía rasgar las paredes. Se cayó de inmediato y un enorme
charco de sangre formado en su pelo rubio descendió desde la parte posterior de su
cuello y el cuello de su camisa. No se movió, completamente inmóvil, y cuando ella
169
echó un vistazo más de cerca pudo ver rápidamente una masa blanca en el lugar
donde fue aplastado el cráneo.
Dejando caer el bate, ella cayó de rodillas y buscó en sus bolsillos. Tenía que
conseguir las llaves de la vieja y maltratada camioneta Dodge para escapar del
purgatorio. Cuando las encontró, ella agarró su mochila y se dirigió directamente
hacia el pasillo. Todavía no estaba oscuro, pero el sol comenzaba a esconderse en el
horizonte. Esperaba que cuando llegara a la carretera estuviera lo suficientemente
oscuro para distinguir el vehículo, por lo que tendría tiempo suficiente para
deshacerse de ese pedazo de basura antes de tomar camino a la estación de
Greyhound.

Mientras salía corriendo de la casa hacia la camioneta su conciencia la golpeó,


recordándole que había una joven atrapada en una jaula, condenada a morir. Mary
empujó los recuerdos a un lado y se subió a la camioneta, lanzando su mochila en el
espacio vacío a su lado. Su corazón latía con fuerza, adrenalina haciéndola temblar,
lo que dificultaba la respiración. El motor se detuvo varias veces antes de rugir a la
vida. Al presionar el freno, cambió de marcha, agarró el volante y puso el vehículo
en movimiento.
Por segunda vez, su culpabilidad salió a la superficie. Se imaginó a la chica en la
jaula, con el rostro cubierto de suciedad, las manchas de lágrimas rayando caminos
sinuosos por sus mejillas.

― Si no le ayudas, te arrepentirás. ― murmuró y volvió la cabeza, mirando en la


dirección del bosque. ― No vas a ser mejor que ellos.

El sol se estaba poniendo. Si iba a hacer algo, tenía que tomar la decisión ahora.

Al diablo con todo.

Apretando el acelerador, giró el volante y condujo a través de la hierba en un


camino directo. El edificio se alzaba por delante, a medida que se acercaba a una
velocidad a más de 90 km/h. Mary pisó el freno, y dejó el motor en marcha cuando
ella saltó de la camioneta. Abrió la puerta del cobertizo y el hedor era insoportable,
casi haciéndola vomitar cuando entró. Tambaleándose a la pared, ella tomó un
hacha grande manchada de sangre.

― Por favor, no lo haga. ― la joven comenzó a mendigar cuando Mary se acercó.

Mary no le hizo caso y se dirigió a la jaula. Levantó el borde romo del hacha y la dejó
caer sobre la cerradura hasta que el pestillo de espesor y el candado fueron
arrancados, dejando tras de sí un lío de metal y astillas. En el momento en que Mary

170
tenía la puerta entreabierta y la mujer pudo escapar, dejó caer la herramienta
utilizada en formas que no quería imaginar y regresó por donde había venido.
El tiempo pasaba demasiado rápido. Si ella no se daba prisa alguien podría aparecer
y detenerla.
No había manera de que ella pudiera sobrevivir otra noche en este lugar.
Mientras corría desde el edificio y se subía a la camioneta, la cambia-formas
apareció por la entrada y quedó a la vista. Su ropa estaba destrozada, su pelo era un
desastre y había un pánico que Mary entendió muy bien escrito en su rostro. Ella
tropezó mientras corría para la camioneta.

― No me dejes aquí ― gritó ella, balanceándose sobre sus pies. ― Por favor.

Maldición.

Mary condujo hacia adelante para que la mujer pudiera meterse en el lado del
pasajero. En el momento en que la puerta estaba cerrada Mary pisó el acelerador,
pulverizando gravilla suelta y la hierba por todas partes. Mientras conducían a
través del campo y más allá de la casa, Mary se quedó mirando el porche,
aterrorizada de que John se hubiera despertado y llamara a alguien para detenerla.
Para su alivio, nadie apareció. La casa permanecía tranquila, sin signos externos de
la vida.
La piel de Mary se estremeció ante la idea de cómo Elijah iba a reaccionar cuando
llegara a casa y encontrara que su pecaminosa sobrina se había escapado y se viera
obligado a seguir su rastro. Y él iría tras ella, de eso estaba segura. Recordó su
advertencia y el dolor que sintió cuando fue castigada por la liberación de los
cambia-formas y por traicionar a su propia familia.

― No fuerces mi mano, niña Mary. No quiero matarte, pero lo haré.

― Gracias ― susurró la cambia-formas y Mary miró a la mujer en el asiento a su


lado. Ella estaba secando sus mejillas manchadas de lágrimas y suciedad.

― No me des las gracias. ― Mary apretó el acelerador, lo puso en velocidad y


condujo tan rápido como pudo en la dirección de la línea del estado. ― Aún no.

171
Capítulo 16

Ava se movió en el taburete de la barra y miró a los cambia-formas a su alrededor


mientras paseaban, los ojos brillantes, alerta a todo, movimientos precisos, pero
ansiosos.
Horas después del amanecer, la bella cambia-formas con el pelo oscuro, ojos verdes
y un sexy acento escocés, había llegado al apartamento para informar a Diskant que
el intercambio establecido tendría lugar justo antes de la puesta de sol. Kinsley
entregaría a Emory a los Pastores y la manada los seguiría a una distancia segura
hasta que Aldon los interceptara en la línea del estado.
Desde que ella había sido una sombra en las mentes de Diskant y Kinsley,
comprendió por qué tenían esa necesidad de eliminar a los Pastores. Los cazadores
religiosos eran un grupo de fanáticos enloquecidos, que realmente creían que
estaban haciendo la obra de Dios, cada uno completamente inmerso en la causa de
librar al mundo de la mancha de Lucifer. Una vez que hubieran eliminado a Emory
harían correr la voz a las congregaciones vecinas sobre la gran manada que vivía en
Nueva York, fortalecidos por un Omega, y pedirían voluntarios para llegar a la ciudad
y obtener una limpieza a fondo.
Eso significaba que tenían que eliminarlos antes de que se corriera la voz.
Cuando recordó la extraña sensación de sed de sangre que sintió en Diskant y
Kinsley, cuando contemplaban la confrontación inminente, se sacudió su estómago.
Casi podía saborear el óxido metálico de la sangre fresca en su lengua, y sentir la
pesadez del líquido espeso a medida que corría por sus gargantas.
Sacudiendo los recuerdos, cogió la botella de agua que Dougan había colocado
delante de ella. El camarero le dio una pequeña sonrisa cuando lo miró, tomó un
trapo debajo del mostrador y comenzó a limpiar la barra. Sabía que Diskant le había
pedido que mantuviera un ojo en ella, asegurándose que no se meta en problemas
mientras él, Trey, Kinsley y Emory preparaban al resto del grupo para lo que estaba
por venir.
Levantando la botella a los labios, miró por la ventana del bar.
El cielo se volvía de color naranja, lo que significaba que pronto todo el mundo haría
lo que había que hacer.

― Hola ― una voz increíblemente suave y femenina arrancó la atención de Ava


desde la ventana. Katie sonrió nerviosamente y señaló la silla vacía a su lado. ―
¿Puedo?

La mujer estaba muy lejos de ser lo que había visto en los brazos de su compañero
en el club hace meses. Su piel brillaba y estaba radiante, su cutis sano y rosa. De
cerca no parecía frágil o débil. En realidad, era muy alta y su figura era larga y
delgada.
Ava enmascaró su sorpresa y le devolvió la sonrisa.
172
― Claro.

― Es realmente genial tener otro compañero de vinculo de sangre en la manada. ―


dijo Katie en voz baja mientras se sentaba y aceptó una botella de agua que Dougan
le entregó a ella.

― ¿Es así?

Katie asintió. ― Antes de mí, sólo estaba Raelyn. El resto de las mujeres eran todas
cambia-formas.

― ¿Raelyn?

― Raelyn Chávez.

― Chávez... ― Ella recordó cuando una chica hermosa con una larga cabellera
negra, grandes ojos verdes y la cara más hermosa que había visto nunca había
entrado al club para visitar a su padre, el famoso jefe de cocina de Liminality.

― Te gustará ella ― continuó Katie. ― Fue la única de nosotras durante mucho


tiempo, por lo que va a estar feliz por tener a otra persona en la manada que
entiende nuestra situación.

Ava sabía exactamente lo que Katie estaba hablando. Mientras que algunos
miembros de la manada daban la bienvenida a cualquier mujer acoplada, había
varios que veían el enlace negativamente,
haciéndolos sentir como si los seres humanos no fueran dignos de tal regalo.

― ¿Dónde está ella ahora?

La sonrisa cautivadora de Katie vaciló.

― En California.

Diciéndole adiós a su familia.

Ava recogió el segundo pensamiento accidentalmente, junto con la tristeza de Katie


y abrió su mente para escuchar. Pronto Katie tendría que hacer lo mismo. Al poder
permanecer en la misma edad durante tanto tiempo, era solo cuestión de tiempo
que la gente comenzara a darse cuenta, y ella y Zach habían decidido que era hora
de terminar el vínculo de sangre.
173
Como si sintiera la angustia de su compañera, Zach apareció de repente. Su pelo
castaño era más largo, sus ojos azules un tono más oscuro de añil ahora que él ya no
estaba preocupado pero decidido. Se dirigió hasta Katie, envolvió sus brazos
alrededor de su cintura y la levantó del asiento. Aunque le susurró palabras
cariñosas contra su cabello, Ava sabía que estaba a punto de llevarla a la oficina,
inclinándola sobre el escritorio y alterar significativamente su estado de ánimo. Los
ojos llenos de pasión de Katie se reunieron con los de Ava y ella se sonrojó cuando
fue arrojada sobre el hombro de Zach y llevada sin siquiera decir adiós.

El aroma único de Diskant la asaltó justo antes de que Ava sintiera su mano
alrededor de su cintura. Se relajó con el contacto, se apoyó en él y colocó la botella
en el mostrador. Toda la situación era surrealista, increíble, y no tenía sentido
lógico, pero ella estaba más allá de eso. En el lapso de un par de días había
encontrado el lugar donde quería estar.
Junto a Diskant, en sus brazos.

― Tenemos que irnos. ― le susurró al oído.

― No quiero que te vayas. ― No era justo decirle eso, pero era cierto. El peligro en
el que se estaba poniendo la aterrorizaba. Acababa de descubrir lo maravilloso que
era ser amada por él. Si lo perdiera, no estaba segura de que pudiera sobrevivir.

― Volveré. ― le dijo como si leyera sus pensamientos. ― No te preocupes. Todo ha


sido planeado. Sólo necesito que esperes en el apartamento hasta que yo vuelva. ―
Le mordisqueó el lóbulo de la oreja de ella y gruñó: ― Si me comprometes a estar
en la cama, desnuda, extendida, lista para mí, me aseguraré de volver tan pronto
como pueda.

― ¿Eso es todo lo que siempre piensas? ― Ella trató de sonar enojada, pero su voz
sonaba ronca.

Él se rió entre dientes, acariciándola.

― No trates de engañarme, compañera. Puedo oler tu deseo. ― Su mano bajó hasta


descansar entre sus muslos. Él tomó su sexo, haciéndola gemir y bajó la voz. ― Tu
coño está goteando por mí. Si te pusiera en la barra y te desnudara, estarías
empapada y con ganas de tomar lo que quisiera darte.

Todo su cuerpo se estremeció ante la idea, la vergüenza desvaneciéndose cuando el


deseo tomó su lugar. Echando un vistazo a los espejos detrás de la barra, se dio
cuenta de que ninguno de los cambia-formas prestaba atención a lo que estaba
ocurriendo delante de ellos. Había aprendido rápidamente que las demostraciones
174
sexuales eran la norma, no un tabú. De hecho, esa misma mañana, había sido
testigo de cómo los cambia-formas se sentían cómodos con su sexualidad.
Se estremeció ante el recuerdo, se sonrojó mientras sus pezones se ponían duros,
los picos sensibles presionando dolorosamente contra el encaje de su sujetador. Sus
clítoris comenzó a palpitar, un pulso sordo e insistente que hacía juego con el
constante martilleo de su corazón.

― Sé lo que estás pensando. ― Diskant ronroneó. ― Has pensado en ello durante


toda la mañana, ¿no es así?

Ella encontró su mirada en el espejo y asintió con la cabeza, recordando el momento


preciso en que ella bajó las escaleras y se encontró con una pareja recién acoplada
bautizando la escalera. Ella había estado fascinada por la visión del culo desnudo del
macho mientras bombeaba a su mujer por detrás, sujetándola por la parte de atrás
de su cabello para que su cabeza se girara para darle un beso. No se detuvieron, ni
siquiera cuando ella y Diskant pasaron por delante.

― Te preguntas cómo se sentiría ser observados mientras te follo, para que todos
pudieran ver lo bien que te hago sentir. Estarían celosos como el infierno,
mirándonos, oliendo tu crema, incapaz de hacer algo más que observar y desear
estar en mi lugar. ― Él llevó la cabeza hacia abajo y lamió una línea del hombro a su
oreja. ― Yo también quiero eso. Quiero que todos sepan que eres mía. Cuando toda
esta locura termine, voy a hacer que suceda y tú vas a dejarme.

Ella jadeó, luchando por respirar. La necesidad que él solamente había empeorado,
y después de la conversación que tuvieron esta mañana, sabía que no iba a cejar
hasta que él le diera la marca final del vinculo de sangre. Por una vez, su capacidad
fue un gran atributo, ya que le permitió comprender plenamente y entender
exactamente lo que Diskant le ofrecía mientras le explicaba el proceso.
Las dos primeras marcas eran física ― cuando ella aceptó su semilla y su sangre ―
pero la tercera era mucho más profunda. Esta última marca mística, traería a todas
sus bestias cambia-formas que habitan en su interior para residir en ella tal como
residían en él. Ella debería haber estado aterrorizada ante la idea, pero lo anhelaba
de una manera que no tenía ningún sentido en absoluto.
Después de apretarle su sexo, deslizó su mano sobre su estómago y la presionó
contra su espalda, lo que le permitió sentir el duro contorno de su polla.

― Estoy tan ansioso como tú, Pinkie.

― Odio romper esto, pero tenemos que empezar a movernos. ― La profunda voz de
Kinsley le estaba tomando el pelo, pero la gravedad subyacente era evidente.

175
Diskant exhaló contra su cuello antes de girar alrededor de su taburete. Ella lo miró,
mareado, aturdido y excitado. La sombra de su rostro era espesa ahora, casi
oscureciendo la piel debajo. Se había recogido el pelo hacia atrás en la nuca con un
lazo de cuero, para que pudiera apreciar sus rasgos faciales ― fuerte mandíbula,
nariz recta, labios carnosos.
Ahuecando su rostro con manos suaves, él instruyó:

― Quédate arriba hasta que yo vuelva. Quiero que te encierres dentro y me


esperes. Le dije a Nathan que permaneciera fuera de la puerta en guardia hasta que
volvamos.

Su beso la hizo quemar como su contacto. No rozó sus labios contra los suyos, exigió
la entrada. Su lengua se adentró, exploró, violó y probó. Él tiró de ella hasta que se
aferró a su apretada camiseta negra, con las manos formando puños en el fino
algodón.
Cuando levantó la cabeza los dos estaban respirando con dificultad, una mezcla de
deseo, la preocupación y la incertidumbre, fluían entre ellos.
La conexión mental cada vez más fuerte les permitió experimentar lo que el otro
sentía, así que ella era consciente de que esto era tan aterrador para ella como lo
era para él, que le desgarraba dejarla sola. Podía sentir la duda en él, sentir como se
ponía a prueba su control.
Quería estar cerca en caso de que lo necesitase y se resentía con la responsabilidad
que lo obligaba a abandonar su lado. Sin su cercanía, le preocupaba que ella
estuviera en el borde, incapaz de pensar en otra cosa que lo que estaba ocurriendo
en su ausencia. El pensamiento hizo imposible para él alejarse de ella, y no estaba
seguro de ser capaz de dejarla atrás y ver por la seguridad de la manada.
Aunque odiaba hacerlo, ella levantó la barrera mental entre ellos y lo echó. En el
momento en que sintió que la conexión se cortaba, frunció el ceño.

― Ava...

― Shh. ― Ella se inclinó hacia delante, envolviendo sus brazos alrededor de su


pecho. ― Si no lo hago, no serás capaz de irte.

Sus brazos la rodearon y apretaron hasta que, poco a poco, él se apartó.

― Permanece en el apartamento. Espérame.

Ella asintió con la cabeza, luchando por contener las lágrimas, y le susurró:

― Date prisa en volver.

176
Diskant se alejó de Ava antes de ir hasta Trey y decirle que no podía ir. Era
demasiado difícil mirarla a la cara y decirle adiós cuando su instinto le exigían
quedarse, especialmente cuando esas piscinas de agua azul reflectante revelaban la
angustia que la separación le causaba. Gracias a Dios que había cortado la conexión
que le permitía experimentar sus emociones, dejándole con nada más que sus
propias dudas y temores. De lo contrario, nunca habría sido capaz de irse de su lado.
Sus malditas lágrimas le habrían matado.

― Vámonos. ― dijo Kinsley y se detuvo detrás de los miembros de la manada que


estaban de pie a cada lado de la puerta.

Emory y Trey estaban fuera, esperando delante de un coche negro, modelo antiguo,
sin ningún tipo de identificación. La tensión era evidente en sus rostros, aunque Trey
parecía estar más agitado.

― No empieces ningún problema. Mantén la boca cerrada y espera por nosotros. ―


Trey instruyó a Emory, mientras se alejaba y Nathan apareció con un par de esposas
de plata en sus manos enguantadas. ― No luches contra ellos y no discutas.

Emory no respondió, la única indicación de que había oído llegó en la forma de un


ligero movimiento de cabeza. Él no se inmutó cuando Nathan puso los puños en él,
permaneciendo tranquilo y quieto, cuando le sujetaron las muñecas.

― Aldon ha sido advertido de donde se hará la entrega ― dijo Trey a Kinsley en voz
baja. ― Tan pronto como sepa en que dirección están viajando se pondrá en
contacto con nosotros y proporcionará la distracción. Mantén tu teléfono a mano.

Kinsley asintió, abrió la puerta del lado del conductor y se deslizo dentro. Una vez
que el motor empezó a funcionar, Nathan abrió la puerta trasera de Emory, que
rápidamente hizo lo mismo.
En el momento en que las puertas se cerraron, Diskant colocó una mano en el
hombro de Trey. Aunque Diskant si no estaba cerca de su propio hermano, porque,
sus edades impidieron la formación de un enlace, no podía imaginar lo difícil que
debe ser poner a un hermano en peligro.
Kinsley puso el coche en marcha y poco a poco se alejó de la acera. La manada
observó en silencio, todos ellos experimentando la confusión, el miedo y la ira que
asaltaba a su Alfa.

― Espero que sepamos lo que estamos haciendo. ― dijo Trey.

― Él va a estar bien. ― Diskant soltó su hombro y dio un paso atrás.

177
Nadie habló mientras Trey se acercaba a su motocicleta y se subía. Llevó sus manos
en el manillar, pero no llegó a tocarlos. Bajando sus brazos, apoyó una palma en el
tanque de combustible y llevó la otra a su pecho, frotando la superficie como si algo
lo hubiera tocado. Cuando Diskant se acercó a Trey, miró hacia arriba y una extraña
expresión ominosa cubría su rostro. Trey continuó a frotando su pecho, moviendo la
cabeza.

― No tengo un buen presentimiento sobre esto.

Tampoco Diskant, aunque él no lo dijo.

― Con Nathan a cargo no tenemos que preocuparnos por el bar.

― Lo sé, es sólo que... ― Trey vaciló antes de suspirar y bajar su mano. ―


Terminemos con esto.

La mitad de la manada volvió al bar, mientras que el resto fue a sus motocicletas.
Diskant subió a su Harley y esperó hasta que Trey desapareciera en la calle antes de
encender su propio motor.
Mirando por la ventana del bar, vio a Ava de pie cerca del pasillo. Tenía los brazos
cruzados sobre su pecho y su pelo corto estaba desordenado. Por un segundo,
consideró apagar el motor, volver dentro y quedarse con ella hasta que el peligro
pasara.
Trey tenía razón.

Todos los cambia-formas nacen con un sexto sentido de las cosas, y algo estaba
definitivamente mal.
Su mirada se posó sobre los cambiadores sentados cerca de las ventanas y la barra.
A algunos de ellos los conocía personalmente, a los otros los conocía por asociación.
Cada uno estaba en alerta máxima, armados hasta los dientes, dispuestos a hacer lo
que fuera necesario para proteger a la manada.
No había manera de que permitieran que ningún daño llegara a Ava. Ellos matarían
a cualquiera o cualquier cosa que entrara por esa puerta.

Sacudiendo la sensación punzante en la parte posterior de su cuello, el foco de


Diskant regresó a su compañera. Ella no se había movido. No estaba seguro de si ella
se dio cuenta de su indecisión por telepatía, o si instintivamente comprendía que
tendía que alejarse primero, pero eso es lo que hizo.

Cuando finalmente desapareció de la vista, él tomó una respiración profunda,


apretó el pie de apoyo en sus talones y aceleró el motor.

178
Capítulo 17

Dos furgonetas se acercaron en la oscuridad, luces intermitentes y los motores en


marcha. Trey cambió su peso, manteniendo el equilibrio sobre las puntas de sus pies
y permaneció en cuclillas, oculto por la cubierta de los árboles y el follaje. La
adrenalina y la emoción del combate inminente hacían que hormigueara su piel y su
corazón se acelerase. El resto de la manada estaba igualmente agitada, luchando
por mantener la calma detrás de los arbustos.
Ver como Emory había sido tomado por los Pastores casi lo había conducido a la
locura, hasta el punto de que había empezado a cambiar hasta que Diskant tuvo que
usar sus dones como Omega. Incluso ahora, aún podía sentir las vibraciones de su
compañero de manada tratando de calmar a su bestia, obligándolo a retroceder
para que el hombre pudiera mantener el control.

― Cálmate ― Diskant susurró y colocó una mano firme en su hombro, un peso


pesado que lo mantenía en tierra. ― Casi es la hora.

Trey asintió, incapaz de hablar, conteniendo la rabia contra lo que él no podía


controlar.
Antes de que las camionetas llegaran al borde de los árboles, Aldon los detendría,
dándoles tiempo para disponer de los Pastores, uno por uno. Ese momento no podía
llegar lo suficientemente pronto. Necesitaba ver a Emory, saber que estaba a salvo,
y que nada malo le había ocurrido. A pesar de que pasó menos de una hora desde el
momento en que Kinsley lo había entregado, un cambia-formas podría ser
asesinado en menos de un minuto con la lesión adecuada.
La manada se movía inquieta, tan ávida de sangre como él.

Deja de pensar en eso. Toma el puto control.

Trey respiró hondo y soltó el aire lentamente. El deseo de cambiar de forma y atacar
era casi imposible de negar. Por primera vez, se perdió la misteriosa caricia de lo que
había empezado a referirse como su propio fantasma, un espíritu que parecía llegar
cuando él necesitaba más consuelo. Los dedos fantasmales que rozaban su piel eran
un bálsamo en su alma, la expiación de sus pecados. Real o imaginario, la sensación
lo llenaba de paz y tranquilidad.

¿Dónde estás? pensó y se preparó para lo que siempre había sido un contacto de
respuesta, un suave susurro contra su piel. Sin embargo, no hubo una ligera presión
contra la parte posterior de su cuello, sin la tierna presión contra su pecho sobre el
repiqueteo constante de su corazón. Su lobo parecía llorar la ausencia, como si fuera
una especie de pérdida, y las emociones desconocidas e inexplicables lo cogió con la
guardia baja. Emory estaba en peligro y su enfoque debía centrarse por completo en
179
su hermano, no en los toques enloquecedores de una entidad que había creado en
su mente, como una forma de fortalecer su alma contra su solitaria vida.

Su teléfono móvil vibró y lo sacó de su bolsillo trasero. Mirando hacia abajo en la


pantalla, leyó el simple texto.

Es la hora.

Se aclaró la pantalla con el toque de un botón, puso el teléfono en el bolsillo y


ordenó:

― Prepárate.

La manada se reunió en torno a él, en cuclillas a su lado. Sus gruñidos, aunque bajo,
fue llevado por el viento, que de repente se levantó y los rodeó, haciendo que las
ramas se movieran encima de ellos.

― No maten a todos. ― Diskant gruñó con voz ronca. ― Necesitamos uno con la
vida.

Murmullos de aprobación se mezclaron con los sonidos del cambio. Varios


miembros de la manada permitieron que sus lobos se elevaran. Sus dedos se
convirtieron en garras y los dientes ya no se parecían a nada humano.
Cuando los vehículos estaban a pocos metros de su escondite, Aldon apareció en el
centro de la carretera, creando una barrera. Diskant se movió y la manada se
extendió hacia el exterior para formar una barrera ineludible, más de una docena de
ellos listos para mostrar a su enemigo por qué era prudente mantenerse alejado de
su ciudad, de su dominio y de uno de los suyos.
A pesar de los fallos de Emory, la manada era su familia, su sangre, y estaba
dispuesto a matar a cualquiera que lo amenazara.

― No importa lo que pase, mantengan a uno de ellos respirando. ― Trey reiteró la


orden de Diskant, vencido por la emoción de la batalla, pero deseoso de garantizar
la seguridad de Emory. ―Diviértanse, pero dejen a uno con vida.

Aldon se quedó inmóvil en su negra y larga gabardina, con su pelo rubio ― casi
blanco ― rígido contra el collar que reflejaba el brillo de la luna creciente. Las
furgonetas no disminuyeron su velocidad, avanzando hacia la figura solitaria en la
carretera a una velocidad de cien kilómetros por hora o más. Sin inmutarse, levantó
una mano pálida y colocó su palma en posición vertical. La chaqueta flotaba en
torno a él, junto con su pelo, que se elevó en el aire, las hebras rubias y solapas de
cuero ondulantes como si estuvieran cargadas eléctricamente. La opresión de la
180
magia embriagadora cruzó la distancia, cortando el aire de su posición en medio de
la carretera, hasta que los gruñidos procedentes de la manada violó el silencio de la
noche.

Los dedos de Trey rastrillaban la tierras mientras sus garras se extendían. Como un
Alfa tenía la protección natural de la magia. Sin embargo, él no estaba totalmente
afectado por la oscuridad que llamó a su bestia. La influencia de Diskant anuló la
compulsión de cambiar, por la esencia de la persistente energía mística en el aire,
anulando la locura que surgió como resultado directo, creando una ola de serenidad
en un torbellino caótico.

Los neumáticos chirriaron cuando el caucho patinó contra contra el asfalto, creando
nubes de humo. Las furgonetas viraron de lado a lado, hasta que se sacudieron en el
arcén de la carretera. Aldon se llevó la mano a la cara, girando su muñeca.
Los vehículos se dirigieron hacia la izquierda, volviendo al carril apropiado y
comenzaron a deslizarse.

― ¡Ahora! ― Diskant gruñó.

Lobos salieron de su escondite entre los árboles, moviéndose más rápido que un
hombre, pero más lento que un lobo. Dos Pastores saltaron desde el frente de la
primera furgoneta, cubiertos desde el pecho hasta los muslos con las armas
enfundadas, y armas en mano. La manada llegó a la carretera y Aldon desapareció.
El mensaje del vampiro era claro ― su obligación se había cumplido y no estaba
interesado en ser parte del espectáculo.

Las balas se dispararon a través de la distancia antes de llegar o no a los objetivos


previstos mientras los Pastores se trasladaban a la parte delantera de los vehículos.
El olor de la sangre no detuvo a la manada, les enfureció, conduciéndolos hacia
adelante, mientras que los Pastores tiraban las armas vacías y las sustituían por
otras atadas a sus cuerpos.
Trey corrió hacia el tirador que tenía más cerca y recibió dos tiros en el pecho, antes
de desarmar al Pastor con un golpe rápido de sus garras que cortó la mano del
hombre de la muñeca. El Pastor gritó y Trey lo agarró por la nuca, cogió su brazo
sano y lo empujó el suelo.
Uno de la manada saltó sobre Trey y su premio, completó su cambio a lobo y
aterrizó dentro de la furgoneta. El vehículo se sacudió de lado a lado mientras la
bestia enloquecida buscaba el peligro en su interior. En cuestión de segundos, el
lobo volvió a aparecer. Como compañero de manada de Trey no podía transmitir la
ausencia de otras personas en la furgoneta a través de las palabras, se las arregló
para hacerlo a través de las impresiones y sentimientos.

181
Otro grito rasgó a través de la noche, sólo que esta fue seguido por los distintos
gorjeos de un estertor. Trey bajó la cabeza y miró hacia la derecha, viendo con
satisfacción como sus compañeros de manada arrancaron un cuerpo con dientes y
garras letales, triturando en pedazos al Pastor.
A continuación, un grito inesperado de dolor que sólo podía venir de un cambia-
formas en la forma animal, se hizo eco detrás de él.

― ¡Brian! ― Trey llamó al hombre lobo a medio cambiar que estaba más cerca de
él, agarró al Pastor que sostenía y empujó al hombre tambaleándose a su
compañero de manada. ― ¡Tómalo!

Trey se había girado hacia los sonidos de combate cuando un lobo voló por el aire y
cayó en el suelo. El lobo luchó para ponerse de pie, las piernas temblorosas mientras
se levantaba. Trey pasó junto a su compañero de manada, justo a tiempo para ver a
Diskant llegar a la escena. El Omega no había cambiado, aunque sus ojos cambiaban
de colores en un parpadeo como un arco iris en miniatura.

― Es hora de bailar. ― Diskant gruñó y avanzó hacia el hombre que estaba de pie
cerca de la parte trasera de la furgoneta, cubierto en cuero negro.

― Tráelo, perra.

Trey se volvió hacia el gran hijo de puta que abrazó su propia muerte y estaba de pie
a la izquierda, las piernas abiertas, las manos levantadas. Su rostro tenía una barba
de varios días, las líneas duras y una cicatriz que corría a lo largo de su barbilla.
Cerrados en cada puño tenía puñales curvos, con hojas dentadas en un lado y liso en
el otro. Si el lenguaje soez, vestimenta inusual y piercings faciales en la nariz, la
frente y las orejas, no eran un claro indicativo de que se trataba de un Pastor, los
tatuajes que corrían a lo largo de sus brazos no dejaban lugar a dudas.
Diskant se abalanzó y el hombre se movió en un arco elegante para evitar la colisión,
deslizándose fuera de la manera que trajo la daga hacia el Omega, que pasó a unos
pocos centímetros de la espalda. Se dio la vuelta en un movimiento que parecía
extrañamente coordinado, teniendo en cuenta su tamaño, y estaba de nuevo en la
misma posición.
La melodía crujiente de cristales rotos llamó la atención de Trey. Observó a
miembros de la manada, como sacaban las ventanas para entrar en la segunda
furgoneta, que se había detenido a varios metros de distancia de la primera.
Sonaron disparos al pasar por el lugar donde estaban las ventanas, mezclándose con
los gruñidos más frenéticos, y la camioneta comenzó a oscilar.

― ¡Hijo de puta! ― Diskant tronó y Trey volvió su atención a la lucha que tenía lugar
en frente de él.
182
Diskant tenía una mano apretada contra su pecho mientras miraba a la sangrienta
herida sobre su corazón. El hombre de los cuchillos estaba de pie frente a ellos con
una sonrisa de oreja a oreja.

― ¿Eso es lo mejor que tienes? ― El hombre se burló, pero permaneció como


estaba: centrado y alerta.

Diskant no respondió cuando levantó la vista y evaluaba a su oponente. Diskant


lentamente comenzó a moverse hacia la izquierda. El olor distintivo de tigre le hizo
cosquillas en la nariz de Trey, informándole que Diskant estaba bien y
verdaderamente molesto. El lobo vivía para seguir a la manada. No así el solitario, el
gato caza.
Una vez que el hombre se deslizara, Diskant podría arrancarle la garganta.

― ¡Trey! ― Una voz fuerte, preocupada, gritó desde la camioneta.

Trey nunca se sintió obligado de proteger a Diskant de cualquier daño. incluso


cuando era niño, el futuro Omega siempre fue capaz de cuidar de sí mismo. Sin
embargo, había algo peligroso en el ser humano que estaba de pie delante del
cambia-formas, que no tenía miedo, era imperturbable. Trey sólo se había visto esta
expresión en Alfas que sabían que su oponente estaba cerca de la derrota.

― ¡Maldita sea, Trey! ― Otra voz gruñó. ― ¡Ven aquí, joder!

― ¡A la mierda! ― Él gruñó y movió su culo a la furgoneta.

― ¡No toques eso! ― Trey reconoció la profunda voz de Brian. ― Tenemos que
deshacernos de las esposas de Emory y sacarlo de aquí.

Trey entró en la furgoneta a través de la puerta abierta en la parte posterior. Su


hermano estaba en la parte de atrás de la camioneta y parecía estar ileso, con la
excepción de las muñecas ensangrentadas. Entonces Trey tuvo la imagen a la vista
de lo que sus compañeros de manada habían encontrado.
Le tomó un tiempo entender la enormidad de lo que estaba viendo, entonces, un
entumecimiento frío se apoderó de él. El dispositivo era lo suficientemente grande
como para haberlos tomado a todos ellos, con suficiente C4 (explosivos) para dejar
atrás un buen agujero en el suelo.
Rápidamente, comenzó a analizar los hechos.
Sólo había tres Pastores. Muy pocos para defenderse de un ataque.
Como si no hubieran planeado una batalla, sino un sacrificio.

183
Jodida mierda.

Arrancó al Pastor de las manos de Brian, que estaba a solo unos centímetros de
distancia, y preguntó:

― ¿Dónde están?

El Pastor no respondió, aunque sus ojos se abrieron.

― Te voy a torturar lentamente. ― Trey gruñó una advertencia, baja y


amenazante. ― Y me aseguraré de mantenerte vivo durante mucho tiempo maldito.
Vas a estar orando mucho a ese Dios tuyo.

― Es una trampa. ― Zack saltó de la furgoneta, totalmente desnudo por haberse


transformado por completo durante la refriega ― Estaba tratando de impulsar la
maldita cosa cuando lo encontramos. Chris sigue buscando, pero él piensa que el
detonador no está aquí. ― La mirada de Zach se levantó y se reunió con la de Trey.
― Tenemos que llamar a Dougan. Ahora.

Trey sacó el teléfono móvil del bolsillo, golpeó el número de marcación rápida y se
colocó el teléfono en la oreja. Los segundos pasaban como la arena a través de un
reloj de arena, dolorosamente lento. Trey se encontró la mirada aterrorizada de
Zach cuando terminó la llamada.

― Ellos no están respondiendo.

― ¿Por qué no responden? ― Zach preguntó en estado de pánico.

Trey negó con la cabeza, empujó al Pastor hacia Emory, cuyas manos ahora estaban
libres, y se dirigió a la parte trasera de la camioneta hacia los sonidos de la carne en
colisión con la carne. Cuando volvió a mirar alrededor del vehículo, Trey descubrió
que el hombre que se enfrentó a Diskant todavía estaba vivo, pero no había
sobrevivido a los minutos indemne. Había perdido sus dagas, pero no le habían
ralentizado. Él iba mano a mano con Diskant ahora, con los puños en alto, la cara
ensangrentada. Un gran corte sobre su ceja derecha comenzaba a hincharse, y
mucha sangre goteaba que del ojo.
Un círculo se había formado alrededor de ellos, alentando a Diskant a continuar,
clamando por sangre.

Trey llamó a Dougan de nuevo, viendo como Diskant aprovechaba la lesión del
humano y jugaba con él. La situación estaba invertida ahora. Era sólo cuestión de
tiempo antes de que Diskant se aburriera de jugar y acabara con él. Cada vez que
184
Diskant fingió un ataque y el hombre reaccionó, hasta que se tambaleaba en sus
pies como un juguete roto.
El siguiente golpe de Diskant no era por el espectáculo. Cuando golpeó al hombre
directo en el mentón, el gran hijo de puta cayó. Sus piernas continuaron
moviéndose, pero él se mantuvo inmóvil en el suelo, con los ojos cerrados,
respirando agitadamente.

― D... ― Trey comenzó a hablar cuando sintió como si su corazón estaba siendo
aplastado, roto en dos.

Observó, aturdido y con la boca abierta, como Diskant cayó de rodillas en el


momento exacto, como reflejo de sus movimientos. El suelo se levantó para saludar
a sus rodillas, la dureza del asfalto no se sentía en comparación con la agonía que
corría a través de ellos.

― Ava. ― Diskant jadeó, agarrándose el pecho.

Trey no intentó moverse, también roto por el conocimiento de lo que sabía que era
cierto en su alma, y volvió la cabeza.
El Pastor que Emory tenía de la garganta miró directamente a los ojos de Trey,
sosteniendo su sangriento muñón de la muñeca.

― Llegas demasiado tarde. ― dijo. ― Es la voluntad del Señor.

Unos minutos antes ...

La calle estaba vacía cuando el Paul la cruzó, sólo había unos pocos peatones de pie
a lo largo de la acera a oscuras. El viento le acarició la mejilla, esparciendo su cabello
bien peinado por la frente. Cerró los ojos mientras seguía adelante, disfrutando de
la sensación del aire caliente del otoño. El calor húmedo de la ciudad fue suavizado
por la brisa que soplaba, lo que le permitió fingir que no estaba de pie en una calle
arenosa, sino en una hermosa franja de pastizales.
Como si estuviera predestinado, la visión de la granja que había crecido le recordaba
su lugar en este mundo, que le da fuerza y fortaleza, porque no podía dejar que el
miedo destruyera horas de planificación y preparación. Esto era para lo que él nació,
lo que estaba destinado a hacer.
No había ninguna muerte cuando le prometieron la vida eterna en el cielo.
Al abrir los ojos, se fue al lado de una motocicleta estacionada frente al bar. Había
varios de ellos se alineados a lo largo de la carretera, lo que no le sorprende. A las
manos del diablo le gustan estas maquinarias rápidas y peligrosas. Estaban
arraigados en ellos al nacer, uno de los muchos atributos que revelaba que el
demonio persiste dentro de ellos.
185
Frente a él estaba su objetivo, un bar de pecadores condenados, frecuentado por los
seguidores de Lucifer, el más inmundo causando estragos en la tierra. Había varios
de ellos en el interior, todos los cuales estaban sentados en la barra o en las mesas a
lo largo de la pared. Un gran televisor brillaba su azul reflejo en el cristal, haciendo
que el hormigón pareciera un tono añil de neón.
Paró cuando llegó frente a la entrada, levantó la cruz que colgaba alrededor de su
cuello y se la llevó a los labios. Necesitaba el recordatorio de que su sacrificio no era
en vano, que estaba destinado a un propósito mayor. El Señor lo protegería y lo
mantendría en sus brazos y él sería rescatado.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu
reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día. Y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos
ofenden. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.

Liberando la bendita pieza de plata, él metió la mano dentro de su abrigo y activó el


interruptor pegado contra su esternón mientras presionaba su pulgar en el
dispositivo en la mano izquierda. El pitido correspondiente y los sonidos de los
productos químicos que se mezclan le indicaron que todo estaba listo.
Una neblina de vergüenza lo cubrió cuando el miedo regresó, haciendo que sus
palmas sudaran y sus manos temblaran. Mientras que él estaba orgulloso de servir a
sus hermanos, no estaba dispuesto a dejar esta vida atrás. Era la vanidad y la
debilidad mortal, con ganas de seguir viviendo en un mundo como este, cuando
podría recibir tanto el día del juicio final. Cuando las almas cristianas recibieran la
vida eterna, en los últimos tiempos, serían llamados a cosechar la felicidad sin fin y
el amor.
Tomando una respiración profunda para calmar sus nervios, mentalmente repitió la
oración del Señor y comenzó a caminar hacia la puerta de vidrio cristalina del bar. En
ese momento sus familiares estarían haciendo su parte para abolir la suciedad que
se había instalado en su casa, aún a costa de sus propias vidas. Es por eso que él
había sido enviado a la guarida de los pecadores, para asegurarse de que no importa
lo que iba a pasar, un precio sería pagado y una marca inolvidable quedaría.

Las cabezas se volvieron cuando entró. Ojos luminosos en rostros brillantes, que no
eran del todo humanos se posaron sobre él. El macho de gran altura detrás de la
barra gruñó y comenzó a caminar detrás del mostrador, mientras el resto se
levantaba de sus asientos y formaban un círculo alrededor de él. Sin inmutarse,
siguió caminando hasta el centro de la sala, viendo cómo los hombres y las mujeres
vestidos de cuero ceñido se levantaron de sus asientos y avanzaron.

186
Un teléfono comenzó a sonar. Sonó una y otra vez, en armonía con los cambia-
formas que se aproximaban, sus pasos combinados tanto los suyos como lo de
ellos, acercándolos entre sí hasta que el estruendo agudo se detuvo.
Él se detuvo al llegar a la mitad de la sala, siempre en silencio mientras se
acercaban. Sus ojos brillantes evidenciaron que el demonio que vivía bajo su piel
trataba de tomar el control.
El teléfono empezó a sonar de nuevo. Un zumbido agudo llenó sus oídos y su
corazón comenzó a correr. Observó sus últimos momentos magnificados por el
miedo y finalidad.
Todo entró en foco, los que le rodean, los colores de la habitación, el olor del
alcohol, cigarrillos y cigarros, su infancia, su mascota favorita, sus padres, lo que
podría haber sido su futuro, hasta que el peso en su mano era casi demasiado
pesado.

Lentamente, levantó su brazo y reveló el dispositivo acunado dentro de sus dedos.


Los cambia-formas observaron el movimiento con los ojos entrecerrados y
opalescentes, y sus anormalmente cuerpos musculares tensos. No fue hasta que
sacó su chaqueta a un lado con la mano libre y reveló los alambres intrigados y
compuestos líquidos colocados en el pecho que comprendieron la situación y una
expresión de alarma cruzaron sus rostros.
Antes de que pudieran reaccionar, les susurró:

― Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Luego levantó el pulgar.

187
Capítulo 18

Ava estaba caminando desde el salón a la cocina cuando lo que parecía ser una
explosión destrozó la parte inferior del edificio. La parte posterior de su cabeza
golpeó el borde del mostrador y una sorda y punzante sensación la siguió, haciendo
que su visión se desdibujase mientras un rugido ensordecedor quemaba sus oídos
hasta que todo lo que podía oír era un zumbido agudo. Ella cayó al suelo,
aterrizando sobre su estómago. El suelo debajo de ella parecía temblar, como si una
estampida se produjera en la planta baja.
Torpe y aturdida, se apoyó en las manos y las rodillas. El suelo tembló y se tambaleó
mientras intentaba ponerse de pie. Fotos volaron de las paredes y aterrizaron a
centímetros de sus manos, mezclándose con ollas, sartenes y partes del techo que
se estrelló contra el suelo. Cada vez que intentaba levantarse, sus pies se deslizaban
por debajo de ella, como si su cerebro estuviera enviando señales, pero sus
miembros se negaran a trabajar correctamente.
Un extraño sonido de lamentaciones parecía muy lejano, como si una sirena o
alarma estuviera llorando en la distancia. Ella sacudió la cabeza, parpadeando para
contener las lágrimas mientras luchaba por enfocar. La habitación estaba de repente
caliente, el suelo bajo sus manos estaba incómodamente caliente. Ella gimió cuando
levantó sus dedos para limpiar el líquido que corría por su cuello y comenzaba a
empapar su camisa y trató de comprender por qué había un enorme, enorme
agujero donde debería haber huesos.
Manos agarraron sus hombros y levantó la cabeza.
La cara preocupada de Nathan apareció a la vista, moviendo los labios, pero ella no
podía oír nada. Tocó el dolor punzante en la parte posterior de su cráneo y sus ojos
se abrieron en estado de alarma, sus pupilas borraron el ámbar de su iris. Un
aumento inesperado de náusea se apoderó de ella, lo que la hizo ahogar, por lo que
el dolor de cabeza fue mucho peor. Su estómago se lanzó y se tambaleó, la
sequedad en la boca era casi insoportable como la nariz llena del olor acre del humo
y algún que otro olor que no podía definir.
Nathan la levantó y vio el suelo meciéndose hacia adelante y hacia atrás. La llevó al
dormitorio y pasó junto a la cama. Con una patada, dejó caer la única ventana en el
piso. El mareo empeoró, el latido en su cabeza se intensificaba. El humo comenzó a
salir por la ventana, y cuando volvió la cabeza, vio que las llamas envolvían la sala.

― Diskant ― Ella susurró, pero no podía oírse a sí misma. Sus oídos todavía
zumbaban, el único sonido que podía percibir era un zumbido agudo constante que
persistía.

Nathan pasó una mano por su frente y sus labios se movieron otra vez, como si
estuviera tratando de consolarla. Manteniéndola cerca, subió desde la ventana a

188
una escalera de incendios. Se concentró en los escalones de hierro, hipnotizada por
las nubes de vapor y humo que se elevaban hacia el cielo.
Un ardor agudo e inesperado en su pierna la hizo gritar y Nathan se dio la vuelta.
Ella no podía ver nada, pero sabía por su expresión de que algo estaba mal, algo que
no había previsto. Su estómago se subió a su garganta cuando él saltó de la escalera
de incendios hasta el suelo, manteniéndola apretada contra su pecho mientras
aterrizaba.
Varios de los mismos hombres que se habían acercado a ella y Diskant fuera de su
edificio bloquearon el callejón con sus armas. Nathan no se movió, permaneció
como estaba, con sus brazos alrededor de ella, el calor de su cuerpo mucho menor
que el edificio junto a ellos. Todo el mundo empezó a hablar, sus labios se movían
en perfecta armonía, y ella sintió cuando Nathan se volvió y la protegió con su
cuerpo.
Ella sintió cada bala que atravesó su espalda, las sacudidas eran demasiado violentas
para ser algo más. Ella podría haber caído en el suelo, pero cuando él cayó de
rodillas la mantuvo a salvo en sus brazos. Su cabeza cayó hacia atrás y su mirada se
posó en la sangre en la comisura de la boca. Su expresión era de tristeza y pesar, y
ella trató de tranquilizarlo, pero descubrió que era incapaz de hablar, su lengua
estaba repentinamente pesada y sin coordinación.

Una imagen de Diskant sentado en su motocicleta a principios de la tarde, incierta y


vacilante, pasó ante sus ojos. Había sentido lo mismo que él había sentido en ese
momento de que algo iba a ir terriblemente mal. Echándole la culpa a sus hormonas
recién descubiertas, hizo caso omiso de su intuición. Era una pena que no hubiera
escuchado a sus instintos.
Sus instintos nunca se equivocaban.
Una sombra apareció, bloqueando la luz de la luna sobre el hombro de Nathan. Ava
levantó la mirada, esperando ver el cañón de un arma de fuego, sólo para encontrar
un par de ojos grandes de color violeta. Estudió el hermoso rostro enmarcado por
un pelo rubio casi blanco que parecía brillar. Ella la había visto antes en Liminality,
siempre sola, sentada en la parte de atrás, donde nadie se daría cuenta de ella.
Nathan levantó la cabeza y gruñó, enseñando los colmillos puntiagudos. Su
respiración era poco profunda, un burbujeo constante de sangre formándose en su
fosa nasal izquierda. Después de un momento, el rostro angelical se había ido,
dejando a Ava para mirar al cielo. Su visión comenzó a desdibujarse, las líneas
generales de la escalera de incendios convirtiéndose en nebuloso.
Nathan trató de hablar con ella, sacudiéndola con fuerza mientras sus párpados se
cerraban.
Sabía que él estaba tratando de mantenerla despierta, pero ella estaba tan
malditamente cansada y sus ojos se estaban volviendo tan pesados ...

189
Cuando Sadie se asomó a la cara de la mujer moribunda protegida dentro de los
brazos del cambia-formas que había tomado una serie de balas en la espalda para
protegerla, ella sintió la furia que viene con ser medio demonio.
No estaba segura de lo que la había poseído para quedarse atrás cuando Trey se fue,
manteniendo una estrecha vigilancia sobre el edificio donde los otros cambia-
formas esperaban. Algo le había advertido que tenía que estar aquí, algo que no
podía explicar. Por desgracia, cuando se dio cuenta que el hombre solitario entraba
en el bar, no había habido tiempo para advertir a nadie, ni para detener lo que se
había puesto en marcha. La explosión había destrozado el cristal del edificio y
demolido todo lo que estaba estaba dentro de una proximidad cercana.
Se dio la vuelta para enfrentarse a los Pastores que estaban al final del callejón.
Había cuatro de ellos.

― Todos ustedes morirán ― ella les informó y recuperó la espada en la espalda,


tirando de ella con un movimiento preciso y lento.

Incluso trataron de apoderarse de las armas atadas a sus pechos, pero no eran lo
suficientemente rápidos. Era imposible competir con la velocidad de un vampiro,
aún más cuando estaba motivado por la rabia.
Ella tomó la cabeza del primero, lo que garantiza que murió más rápido de lo que
merecía. Cuando su rostro, literalmente se estrelló contra el hormigón se fue hacia
el segundo, teniendo un impacto directo en el corazón, haciendo que tuviera el
mismo fin. Una bala le golpeó en el pecho y salió por su espalda, llevándola a su
tercer objetivo. Él se las arregló para disparar un tiro en el abdomen antes de que
ella le diera un golpe en el estómago que envió a sus entrañas derramándose sobre
sus rodillas.
El cuarto se mantuvo firme, a pesar de que estaba respirando demasiado
erráticamente para estar tan tranquilo como él quería que creyera. Ella avanzó hacia
él lentamente, dándole la oportunidad de vislumbrar su propia muerte. Era nada
menos de lo que merecía por tomar la vida de aquellos que no entendía, matarlos
simplemente porque eran diferentes.
Cuando él apretó el gatillo se abalanzó, enviando el brillante acero, inquebrantable a
través de su garganta. Su cabeza cayó hacia atrás y sacó la espada con fuerza,
tirando de la hoja de su columna vertebral. Sus grandes ojos revelaban su pánico, su
boca se abrió y se cerró como un pez fuera del agua cuando la sangre manaba del
enorme agujero debajo de su barbilla. Cuando cayó hacia adelante, saltó a un lado y
sintió una cantidad perversa de placer al oír el sonido de su cuerpo raspando el
pavimento.

― Ava, por favor. ¡Despierta! ― Ella oyó la súplica del cambia-formas y se dio la
vuelta, mirando por encima del hombro. El gran macho estaba sacudiendo a la
mujer en sus brazos, la cabeza bamboleándose en el codo. Desde este ángulo, podía
190
ver la herida mortal en la base de la cabeza, el gran agujero que revelando una masa
sanguinolenta.

Ella limpió su espada usando la camisa del muerto a sus pies, volvió la hoja a la vaina
situada a lo largo de su columna vertebral y se dirigió de nuevo a la mujer y al
cambia-formas, dando pasos decididos. El macho gruñó débilmente a su enfoque,
pero ella no lo dudó, apoyada en una rodilla a su lado, estudiando la fragilidad de la
mujer en sus brazos.

― ¡Atrás, vampiro! ― El cambia-formas jadeó y trató de alejarse.

― Ella está acoplada a tu Omega, ¿no? ― Él no respondió, pero no tenía que


hacerlo. Estaba en el club la noche en que Diskant Black apareció y reclamó la
pequeña hembra en el escenario del Club Liminality. ― Escúchame atentamente. Su
compañero no llegara a tiempo para sellar la etapa final del vínculo de sangre.
Puedo oler la muerte consumiéndola. ― Sadie miró a los brillantes ojos topacio. ―
Mi sangre puede sostenerla hasta que él llegue y ayudarla a través de la transición.

Ella lo vio luchar con la verdad.

― ¿Esperas que confíe en ti?

― No te di ninguna razón para no hacerlo. ― Ella hizo un gesto hacia los Pastores
muertos. ― Si quisiera hacerles daño, no me habría molestado.

Después de un momento, le permitió acercarse. Estudió a la mujer, Ava, de cerca,


tratando de no inhalar el perfume de su sangre. Tenía la piel cenicienta, con los ojos
hundidos. Tirando hacia atrás la manga, Sadie mostró su muñeca. Un golpe rápido y
su sangre fluía.

― Abre su boca.

Él inclinó la cabeza de Ava hacia atrás y apretó los dedos hasta el pliegue de sus
labios. Cuando se separaron, Sadie levantó cuidadosamente su mano rociar la
sangre de su muñeca. Las gotas salpicaron contra la piel pálida, mientras que otros
llegaron a la meta prevista, derramándose entre los labios azules.
Sadie sintió el peso de la mirada del cambia-formas y tuvo que esforzarse para no
retorcerse.

― ¿Quién eres tú? ― Le preguntó. ―¿Qué estás haciendo aquí?

191
― Eso no es importante. ― Ella estudió a la mujer en sus brazos y dio un suspiro de
alivio cuando su garganta se convulsionó. Como un vampiro mago con grandes
poderes para la curación, no necesitaba mucho, unas cucharadas a lo sumo sería
más que suficiente para que Ava sobreviviera.

Poco a poco el color volvió a las mejillas de Ava y su garganta se movió mientras
tragaba. Sadie tocó el sangriento punto en la base del cráneo de Ava con su mano
libre, y exhaló con alivio cuando sintió el hueso iniciar el proceso de restauración, los
bordes ásperos y desiguales uniéndose.
Inesperadamente, fue arrojada lejos de Ava y el cambia-formas. Su cabeza golpeó la
pared antes de que se estrellara contra el suelo. Sus reflejos se aseguraron que ella
aterrizara en cuclillas, a la defensiva, con las rodillas flexionadas y las manos
extendidas.
Alzó la cabeza, se encontró con la mirada enfurecida del compañero de la mujer
caída.

Mierda.

El Omega.

Diskant gruñó al vampiro atrapado contra la pared, permitiendo que


su furia, la ira y la devastación sangrara a través de él. Su mente era una bruma de
dolor, ira y pérdida. El vacío era tan profundo e implacable que le hacía difícil
respirar. Como un ser que estaba atado a todas las razas, él había sentido la muerte
de cada uno de sus compañeros de manada, como un apagón eléctrico dejando
todo oscuro y vacío. Sólo había una luz brillante que continuó en el abismo, un alma
entre los perdidos que siguió existiendo.

Ava.

Se había transformado en la forma más rápida posible ― el halcón peregrino ― para


volver con su compañera, su único alivio era el hecho de que, de alguna manera, se
las arregló para sobrevivir. Cuando se encontró con los restos todavía en fuego del
bar, dejó que el oso saliera a la superficie. Él quería hacer daño a los que le habían
herido, hacerlos sangrar y sufrir como nunca nadie había sufrido antes.

― ¡D! ― Gritó Nathan. ― ¡Detente!

No escuchó, atrapado en un frenesí de furia y desprecio. Los cuerpos que cubrían el


callejón no proporcionarían suficiente alivio. Necesitaba algo para matar, pagar la
pérdida de vidas con algo de igual valor. Atacó con garras en rodajas de carne y

192
marcó el hueso. La sangre del vampiro fluyó en un chorro fuerte por su torso, su
pelo rubio claro estaba manchado con ella.
Estaba demasiado molesto para darse cuenta de que ella no estaba luchando, los
brazos de indefensión a los lados. En su lugar, se vanagloriaba con olor oxidado de
su sangre mientras se desangraba, capaz de ver el latido de su corazón ya que sus
garras habían penetrado lo suficiente como para permitirle vislumbrar dentro de su
cuerpo.

― ¡Ava te necesita, Diskant! ― Nathan tronó. ― ¡Deja de joder!

Las palabras penetraron en la neblina roja de la locura.

Ava te necesita.

Pasando del vampiro, se concentró en Nathan y el cuerpo inerte en


sus brazos. La bestia retrocedió, reemplazado por el temor de un macho acoplado.

― Ava. ― Susurró y corrió a su lado y la atrajo del brazo de Nathan. Ella estaba
manchada de sangre de la nariz a la barbilla, sus espesas pestañas descansando
pacíficamente contra sus mejillas. Ella no se movió mientras la sostenía en la
seguridad de sus brazos, demasiado quieta y muy floja.

― Tienes que completar el vínculo de sangre. ― dijo Nathan


rápidamente. ― La herida en la parte posterior de su cabeza es mortal. El vampiro
ayudó a mantenerla con vida, pero sólo su sangre no hará mucho.

Cambiando a Ava un poco, movió su mano para que pudiera examinar


cuidadosamente la lesión que Nathan dijo. Con su estómago retorcido, el miedo
regresó fuerte y despiadado. Era de hecho una herida mortal, que probablemente la
habría matado si no fuera por las relación existente entre ellos. Aunque el hueso no
había sido aplastado, el cráneo estaba hundido hacia el interior. Probablemente no
había acumulación de sangre en el cráneo, algo que era peligroso para cualquier
persona, cambia-formas o no.
El dolor lo envolvió en un sudario pesado, estableciéndose como un peso muerto en
el centro del pecho. No se suponía que fuera así. Tenía la intención de darle la marca
más importante durante un momento íntimo, cuando pudiera mirarla a los ojos,
verla aceptarlo y compartiendo su deseo de pasar sus vidas juntos. No debería
ocurrir cuando ella no era consciente de ello, porque esa era la única posibilidad de
supervivencia que tenía después de su incapacidad para protegerla.
Las sirenas sonaron en la distancia y Nathan agarró su hombro.

― No necesitamos estar aquí cuando la policía empiece a hacer preguntas.


193
Diskant se puso de pie, levantó a su compañera y dio una mirada de reojo a la pared.
El vampiro se había ido, sin dejar nada atrás, sólo un gran charco de sangre en el
hormigón. El remordimiento se apoderó de él, pero se desvaneció cuando Ava gimió
ligeramente, volviendo su atención a ella. Se apresuró por el callejón, hacia la
carretera. Había un vehículo de la manada que estaba aparcado unos edificios más
abajo, en caso de emergencia.

Una emergencia, pensó con amargura. Esto era mucho más que eso. Los Pastores
podrían incluso estar muertos en la calle, pero habían hecho lo que pretendían
hacer, creando un vacío importante en la población de cambia-formas.
Su temperamento resurgió al pensar en la suerte que tuvieron de que los explosivos
dentro de la furgoneta no detonaran. Si lo hubieran hecho, toda la ciudad habría
sido un caos.
Afortunadamente, nadie se preocupaba por el hombre desnudo caminando por la
acera con una mujer en sus brazos. Estaban demasiados preocupados por el edificio
en llamas que se derrumbaba lentamente y cuerpos destrozados y quemados
esparcidos alrededor del frente. Cuando Diskant llegó a donde estaba el coche, se
fue a la parte trasera y dejó a Nathan para conducir. A medida que el Beta se
instalaba en el asiento delantero, Diskant vio los orificios que supuraban en la
espalda, dos en el hombro izquierdo y uno a la derecha, donde el chaleco antibalas
no lo protegía.
Diskant hizo un voto silencioso que tan pronto como concluyera el vínculo de sangre
con Ava y estuviera seguro de que estaba fuera de peligro, agradecería
correctamente al segundo de Trey por salvar su vida y buscaría al vampiro con el fin
de hacer lo mismo.
Nathan puso en marcha el coche.

― ¿Dónde quieres ir?

Aunque era cauteloso de volver a su residencia, era el lugar más seguro. El sistema
de seguridad impediría que cualquier persona tratara de entrar, y con la actividad
reciente la policía estaría por toda la ciudad.

― A casa.

Él acunó a Ava en sus brazos mientras Trey aparcaba el coche en la carretera y trató
de no pensar en lo que estaba por venir.

194
Capítulo 19

Trey estaba esperando fuera de la estación de bomberos, con la cara oscura e


ilegible, cuando Nathan se detuvo frente a la casa de Diskant. Los miembros
restante de la manada estaban allí también, y Diskant estaba seguro de que el idiota
tatuado del Pastor, que había logrado sobrevivir, estaba atrapado en el sótano.
Diskant salió de la parte trasera del coche, pasó por delante de los rostros sombríos
que se quedaban mirando el bulto en sus brazos, y se dirigido a su dormitorio. Ahora
no era el momento para hablar de estrategia, venganza o la inevitable
reconstrucción que se produciría como consecuencia de los Pastores. No podía
tomar un momento para consolar a Trey o al resto de la manada, y expresar que él
también sentía el vacío sustancial de su pérdida.
Ava no podía esperar más.
Ella estaba estable, pero aún tenía que recuperar la conciencia. Eso sólo lo
aterrorizaba más de lo que quería admitir. Él tendía que completar el vínculo de
sangre ahora.
Más cambia-formas estaban de pie justo en el interior del edificio, Kinsley entre
ellos. Él estaba en el teléfono, probablemente, poniéndose en contacto con los del
Orgullo para revelar todo lo que había sucedido. Levantó la vista cuando Diskant
había cruzado el vestíbulo y sus ojos color esmeralda descansaron sobre Ava. Sus
ojos se estrecharon y él gruñó algo en el teléfono mientras se alejaba.
Las escaleras estaban vacías y Diskant la subió de dos en dos. Cuando llegó a la
habitación, cerró la puerta y llevó a Ava a la cama. Necesitaba una ducha, para tener
la piel limpia de humo, sangre y suciedad. Lentamente, la despojó de su ropa,
dejando al descubierto su cuerpo magullado y maltratado.
Quería romper algo al medio cuando vio la cinta delgada de carne ahuecada que
faltaba en su muslo, reconociendo el roce de una bala. El miedo le asaltó, apretando
su pecho. Ella podría haber muerto esta noche, asesinada debido a su asociación
con él y su especie.
Una vez que ella estuvo desnuda, la dejó en la cama y corrió al cuarto de baño para
encender la ducha. El agua sería dura contra su piel, pero sólo sería una molestia
entre muchas.
Armándose de valor para mantener la calma y lucidez, regresó con su compañera y
recordó que no importa cómo sucedió esto, él era un hombre afortunado. Lo hecho,
hecho estaba. Él nunca más la dejaría, nunca confiaría su seguridad y su cuidado a
otro. Ella siempre estaría a salvo, siempre estaría a su alrededor. Muchos de la
manada habían perdido a sus compañeros esta noche. Algunos podrían sobrevivir a
la pérdida, otros no. El alcance total de los daños no serían conocidos por un par de
meses.

Acunado a Ava en sus brazos, se dirigió al cuarto de baño, abrió la cortina de la


ducha y entró en la corriente de agua tibia. Él usó su mano libre para limpiar la
195
sangre de la cara, eliminando también las manchas de hollín. El dolor en el pecho
creció más pesado, casi asfixiante en su intensidad. No importa lo mal que estaba la
situación, se había librado de la mayor pérdida que podría experimentar un cambia-
formas.
Sus labios temblaban mientras la besaba, abrió su corazón y alma en ella por
completo, y comenzó la etapa final del vínculo de sangre. Las dos primeras etapas
fueron física, requiriendo su simiente y la sangre, pero la última marca era algo que
no podía explicarse en cualquier contexto normal.
Se reclinó contra la pared de la ducha para permanecer de pie mientras sus mitades
bestiales llegaban a la superficie para iniciar el proceso. Enterró la cara en la
suavidad de su hombro y cuello, respirando en ella, deseando como el infierno que
esto pudiera estar ocurriendo en un momento diferente, en diferentes
circunstancias.
Ella gimió cuando el primero y más poderoso de los animales que poseía se deslizó
de su cuerpo y entró en ella, dejando una parte de sí mismo detrás de modo que
pudieran conectar dos mitades de un todo. El lobo se frotaba contra su piel antes de
zambullirse abajo, rozando contra la carne suave y penetrando en la estructura ósea
sólida. Ella gritó cuando se inició la marca, forzada a través de ella y finalmente se
estableció. Se estremeció en sus brazos, su respiración superficial.
Él estaba abrumado por la ira, el pesar y la desesperación cuando la segunda bestia
se levantó y comenzó el proceso de nuevo. Ava comenzó a luchar, más fuerte
debido a que el lobo era una parte de ella ahora. El gato rápidamente sofocó al
canino ― el leopardo, se convirtió en guepardo, a continuación, en puma y león.
Cuando todas las castas felinas dejaron parte de su esencia, ella no estaba
inconsciente, por el contrario, luchó contra él con los ojos abiertos, los labios se
retiraron. El dolor y la confusión que estaba experimentando también fueron
reforzados por la lujuria, algo que esperaba por completo. Esto era por lo que fue el
dominante de los dos, y rápidamente se hizo con el control, imponiendo su
voluntad, lo que garantiza que los instintos más primitivos dentro de su hembra
respondía a un sólo hombre, él.

Pasó sus dedos por la parte posterior de su cabeza. La herida estaba cerrada y casi
curada. Cuando surgió el oso, él le dio la vuelta, la apretó contra la pared, se colocó
entre sus muslos y empujó su polla dura como una roca en su interior. La unión
había traído a su deseo de aparearse a la superficie, así como el de ella. No había
necesidad de preparación. Estaba empapada con su crema. Cuando él enterró su
longitud en su coño, ella le dio la bienvenida en su caliente caverna abrazando cada
pulgada de su polla con su carne húmeda.

― Diskant. ― Había agonía y miedo en su voz, y cuando levantó la cabeza él lo vio


reflejado en sus ojos.

196
― Siénteme, Ava. ― él se retiró y empujó de nuevo con dureza, manteniendo la
mirada en su cara. ― Sólo yo.

El dolor en su expresión se entrelazó con el placer, sus ojos cada vez más oscuros.
Ella llevó sus manos hacia arriba, agarró sus brazos hasta que sus uñas le rompieron
la piel, y empujó su coño contra él. Comenzaron a moverse juntos y las bestias
restantes tomaron su turno reclamándola, dejando atrás un pedazo de sí mismos
para que siempre compartieran un vínculo, para que ella fuera capaz de llegar a
ellos, calmarlos, darles comodidad y nutrirlos.
Sus suaves gritos ahogados rompieron su corazón, el dolor de la conexión se redujo
sólo por la violencia de su unión. Con el fin de mantener su mente fuera de la
miseria, la obligó a concentrarse en la sensación de tenerlo bombeando dentro y
fuera de ella. Pellizcó y bromeó su clítoris, pellizcó y chupó sus pechos. Cuando
sintió que se le aceleraba el pulso en el ritmo, la embistió duro y rápido hasta que
llegó a su climax.
El sonido de su liberación era uno que él nunca querría volver a escuchar.
Ella gritó en agonía, sus suaves paredes vaginales apretaban alrededor de él cuando
ella se hizo añicos en sus brazos.

― No puedo ... tomar ... más ... ― sollozó, aferrándose a sus hombros, su rostro
enterrado en su cuello.

― Casi ha terminado. ― susurró, su voz ahogada por las lágrimas mientras él era
testigo del dolor que estaba forzando en ella. ―Quédate conmigo, Pinkie. Por favor,
quédate conmigo.

Cuando sintió su ligera inclinación de cabeza comenzó a empujar de nuevo, esta vez
con suavidad. Su piel estaba tan sensible que una fricción más fuerte sería como
estar en llamas, estaba cubierta de moretones, pero no serían visibles durante
mucho tiempo. Una parte de su alma se arraigó en la de ella, y sintió que se
establecía la conexión final. En el momento en que se completó, una ventana se
abrió entre ellos, más poderoso de lo que jamás había imaginado. Cuando ocurrió se
deslizó hasta el suelo, gritando mientras su propio orgasmo tronó a través de él.
Incluso cuando se corrió, él continuó empujando, atrapado en la agonía del primer
celo de apareamiento. El vínculo de sangre estaba hecho. Ahora era necesario
establecer una conexión, marcándola como su hembra y compañera.

Mía.

― Más... ― Ava exigió y envolvió sus dedos en su pelo, obligándolo a mirarla a la


cara.

197
Sus ojos cambiaron de color de azul zafiro al verde esmeralda, a continuación, a la
plata líquida, entonces brillaron en el color del oro, la única señal exterior que
indicaba que ella llevaba la esencia de múltiples bestias en su interior. Ella comenzó
a montarlo rotando su pelvis mientras se hundía hacia abajo, agitando su polla a la
vida.
El olor del sexo era abrumador, la crema de su coño se mezclada con el olor acre de
su semilla. Sus instintos salvajes reaccionaron a la embriagadora fragancia cuando el
lobo gruñó con satisfacción. Rastrillando los dedos en sus caderas, la miró a la cara.
Había un toque salvaje que no estaba allí antes y que la hizo más caliente que el
infierno.

― Te sientes tan bien. ― ella ronroneó, mirándolo a través de sus pestañas. ― Tan.
Malditamente. Bueno.

― Tú también, nena. ― Él le soltó la cintura para tocar su cara. Trayéndola erguida


para besarlo, él rozó sus labios contra los suyos. ― Tú también.

Él rugió cuando ella abrió la conexión mental entre ellos, aturdido por lo fuerte que
era. Ella estaba completamente abierta a él, lo que le permitía escuchar sus
pensamientos y sentir sus emociones. Ella disfrutaba de su unión, su vínculo común,
y su capacidad para comprender finalmente a los animales que formaban parte del
hombre.

― Ava. ― Él gimió en su boca.

Diskant, ella susurró en su mente. Mi amante, mi compañero. Mi Omega.

Sus dedos tiraron de su pelo y volvió la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto
el hueco vulnerable de su garganta. Ella raspó sus dientes a lo largo de la yugular,
adelante y atrás, y siguió lamiendo con su lengua. Luego mordió, confirmando su
reclamación, dejando su marca. Ella gruñó alrededor de la piel, y liberando su
agarre, mordió una vez más. Él gimió, permaneciendo tranquilo, aún cuando lo
único que quería hacer era darle la vuelta, mantenerla en su lugar y obligarla a
someterse.

― Te quiero dentro de mí. ― Ella levantó la cabeza y jadeó, montándolo duro,


arriba y abajo, rápido y lento. ― Necesito sentirte mientras te corres.

Sus movimientos eran frenéticos, la mujer y las criaturas recién descubiertas en


lucha por encontrar un equilibrio. Oyó los caóticos pensamientos en su mente, la
parte lógica de su cerebro luchaba contra los instintos salvajes recién adquiridos

198
exigiendo que este apareamiento le dejara la impresión de que nunca lo olvidaría, y
nunca se escaparía.
Llevando su mano hasta su clítoris, acarició y acarició gruñó a su vez:

― Tú primero, compañera. Quiero sentir como te haces añicos.

Sus movimientos se volvieron salvajes y desesperados. Sintió la construcción de un


orgasmo dentro de ella y aumentaron las embestidas, posicionando sus caderas
para que coincida con ellos. Nada más importaba en ese momento. Esta era su
vinculación, el comienzo del resto de sus vidas juntos. No importaba la tragedia que
lo empañó, estaba destinado a suceder, era algo que estaba destinado desde el
momento en que nacieron. Sus gritos llenaron el cuarto de baño, haciendo eco en
las paredes.

― ¡Oh, Dios!

― Estoy aquí. Córrete para mí.

Su coño se tensó alrededor de él, sosteniéndolo cerca, manteniéndolo en su interior


cuando ella perdió el control y lloró su liberación. La abrazó mientras lloraba en su
hombro, los temblores de su cuerpo más fuertes que un mortal, pero más débil en
comparación con un cambia-formas. Eso era lo que era ahora, una combinación de
ambos, con las mismas necesidades, deseos y compulsiones.

Sólo cuando ella estuvo más tranquila, se permitió reclamar su propio clímax. Su
semilla disparó dentro de su vientre y se preguntó si ella podría concebir en ese
momento, la creación de una nueva vida que sería una mezcla de ambos. Cambia-
formas podían criar con los que no tenían el vínculo de sangre, pero por lo general
los embarazos nunca llegaban a término. Él no estaba preocupado por este hecho
porque siempre había planeado completar el vínculo de sangre. Sabiendo que el
peligro para sus hijos por nacer se había ido, se dejó considerar el futuro.
Su corazón se hinchó cuando imaginó a Ava hinchada con su hijo, su pequeño
cuerpo redondeado en una exhibición obvia de su afecto y el deseo por el otro. Si se
trataba de una niña, ella tendría el pelo rubio de su compañera, grandes ojos azules
y hermosa sonrisa. Si se trataba de un niño, sería como él, alto, moreno y
bronceado.
Su propia familia.

Un nuevo comienzo.

Él la sostuvo en sus brazos mientras los espasmos finales del clímax se calmaban,
acariciándole la barbilla. Su mente estaba en blanco ahora, con la cabeza haciendo
199
eco nada más que sus propios pensamientos y preocupaciones. Tal como esperaba,
ella se relajó contra él. Él le acarició la espalda y se apoyó contra la pared de la
ducha, permitiendo que el agua cayera en cascada lentamente sobre su piel. Se
sentaron entrelazados durante varios minutos hasta que se quedó dormida
pacíficamente. Le acarició el pelo y presionó sus labios en la parte superior de la
cabeza.
Su cuerpo necesitaba tiempo para recuperarse y sanar. Después de ponerla en la
cama, ella debería dormir el resto de la noche y buena parte de la mañana. Cuando
se despertara ella descubriría que muchas cosas habían cambiado. Aunque ella no
era una cambia-formas, tampoco era del todo humana. Con todos los cambios en su
percepción ella estaba obligada a experimentar la enormidad de la perdida que la
manada había sufrido, así como comprender el impacto de lo que la reconstrucción
de sus filas implicarían.
Una punzada de miedo le apretó el corazón, el resultado de algo que no podía
controlar.
Tanto había cambiado en el transcurso de unas pocas horas. Los cambia-formas
nunca tuvieron la intención de cazar a los Pastores, sólo querían vivir en paz. Esto,
sin embrago, lo cambió todo. No había manera de que la arrogancia y la destrucción
que causaron quedara sin respuesta.
Habían arrojado el guante y, al hacerlo, comenzó una guerra.

200
Capítulo 20

Craig sabía que no estaba solo en el instante en que se sentó en su escritorio. La


habitación, aunque en silencio, llevaba una pesadez que no estaba presente antes,
como si el aire estuviera cargado por un poder que él podía percibir, pero no podía
ver. Se quedó congelado en su asiento, un cordero esperando al león.

― Craig Newlander ― una voz suave, femenina, dijo detrás de él cuando una mano
se posó en su hombro.

Su primer instinto era llegar a la Glock enfundada bajo su escritorio, pero se quedó
como estaba. Esta no era la primera vez que su oficina había sido invadida por
alguien con un rencor, buscando venganza o la necesidad de un favor. Era parte del
trabajo cuando era el guardián de los secretos que la gente no desea compartir. A
pesar de que pagó mucho dinero para tener la mejor seguridad en el mundo, los
seres humanos eran capaces de mucho.

― ¿Qué puedo hacer por ti? ― Preguntó en un tono frío, neutral.

― Quiero que me digas todo lo que sabes sobre Aldon Frost ― dijo en un tono
suave, su boca tan cerca de su oído que podía sentir su aliento acariciando su piel.
Su agarre en su hombro era ligero pero firme, la presión suficiente, a pesar de que
podía ver por el rabillo del ojo que sus dedos eran finos y delicados.

― Me niego a discutir de cualquier cosa a menos que sea cara a cara. Si deseas
información, tendrás que negociar directamente.

Su mano desapareció, y en el instante siguiente se puso de pie frente a su escritorio,


confirmando lo que sospechaba. Ella era un vampiro muy antiguo. Su pelo rubio
estaba recogido en un moño en la nuca, unas hebras tenues cayendo alrededor de la
barbilla y los hombros, un marcado contraste con el cuero negro que envolvía su
cuerpo. Sus brillantes ojos azules estaban en alerta, deteniéndose sobre él pero
viéndolo todo.

― ¿Qué es lo quieres saber? ― Él se reclinó, entrelazando sus dedos y colocándolos


en su regazo.

― No estoy aquí para jugar juegos, Sr. Newlander. ― Ella lo miró a los ojos. ― Por
favor, no me haga perder el tiempo.

Inclinándose hacia adelante él movió su pie hacia la alarma en el suelo.

201
― ¿Eres uno de los caídos?

La pregunta pareció divertirle a ella.

― ¿Me veo como uno?

― Estás preguntando acerca de uno, lo que justifica la pregunta. Por no hablar de


que los dos sabemos que una vez que se cae se hace más fácil manipular la
percepción.

― No me molestaría en manipular su percepción. Si quisiera información básica


habría tomado lo que necesitaba de su mente, borrado el acontecimiento de su
memoria e ido. Lo que necesito requiere algo mucho más importante que eso. Y
estoy segura de que a estas alturas, usted es consciente. ― Ella dio un paso a un
lado y se sentó en la silla frente a él. ― No es un hombre estúpido, señor
Newlander. Cualquier persona que hace lo que haces y se las arregla para
mantenerse con vida durante un período prolongado de tiempo merece el crédito
por permanecer vigilante. Es por eso que voy a confiar en que usted comprenderá
que no estoy aquí para perder el tiempo.

― No parece justo que me conozcas, pero no se me haya ofrecido la misma cortesía.

Ella sonrió, mejorando sus rasgos muy delicados y distintivos, mostrando los
colmillos ligeramente puntiagudos.

― Sabes que incluso si te dijera quien soy, puedo limpiar tu memoria antes de irme.

Él asintió con la cabeza.

― Entonces, ¿Qué hay de malo en una presentación formal?

― Ninguna en absoluto. ― Su sonrisa se mantuvo intacta. ― Aunque creo que es


justo mencionar que todos los dispositivos electrónicos están deshabilitados,
incluyendo las cámaras en su espalda y la alarma a sus pies. Así que si estás
esperando hacer una reproducción después de que me vaya, no encontrarás nada.

Un escalofrío de alarma le erizó la nuca, pero no permitió que se diera cuenta.

― ¿Cómo lo lograste?

― De la misma manera que me las arreglé para entrar en tu edificio, caminar hacia
tu oficina y esperar a que llegaras. Honestamente, no puedo creer que no te hayas
202
dado cuenta a estas alturas. ― Ella le dio una mirada de pura diversión. ― Cuando
un caído se atreve a pisar, un templario ciertamente se asegura de seguirlo.

Jodido todopoderoso.

Era casi imposible mantener una cara seria cuando lo que quería hacer era envolver
los dedos alrededor de la culata de su pistola, tirar hacia fuera y apuntar a la cabeza.
Ridículamente, no haría ninguna diferencia, y esa era la única razón por la que
permanecía como estaba, inmóvil y pasivo. Ella podría matarlo antes de que él lo
viera venir, y si ella sospechaba que tenía una alianza con el vampiro que estaba
siguiendo, no dudaría.

― ¿Qué es lo que quieres saber? ― Él no perdía el tiempo, no cuando su garganta


estaba en juego.

― Soy consciente de que le robó información de sus archivos. Necesito saber lo que
ha descubierto y por qué está en Nueva York.

― No te puedo decir por qué está en Nueva York. ― El color de sus iris cambiaron,
convirtiéndose en blanco cuando ella entrecerró los ojos, y agregó rápidamente: ―
Sólo puedo decirte qué información obtuvo.

― Entonces hazlo.

― Él se enteró de un artefacto elaborado durante las Guerras Santas que se utilizó


para convencer a los incrédulos que los cielos, de hecho, existe. A través de los años
ha cambiado de manos y formas, por lo que muchos creyeron que se había perdido
en el paso del tiempo. No estábamos ni siquiera conscientes de que existía hasta
que de pronto apareció la pieza. Afortunadamente, estaba en un lugar seguro que
Aldon no pudo localizar. De lo contrario, estarías en la mierda hasta el cuello,
perdón por mi expresión.

― ¿Este artefacto, por casualidad, tiene un nombre?

Él encontró su mirada inquebrantable.

― Es un Zephyr.

Ella ni siquiera parpadeó.

― Eso es imposible. Todos fueron destruidos.

203
― El arma utilizada para propagar la magia se perdió, pero no la joya imbuida con el
poder. La piedra fue utilizada por más de 160 años o así lo hizo para crear un
medallón, un legado que se ha transmitido de generación en generación. Aldon
logró localizar a la familia que adquirió la baratija, pero resultó que acercarse al
propietario no era tan fácil como pensaba.

― ¿Y por qué es eso? ― ella finalmente preguntó en un tono exasperado cuando él


no continuó.

― Ella está acoplada a un cambia-formas.

Sadie trató de mantener en blanco su rostro, su expresión indescifrable. Borrar la


memoria del hombre era fácil, pero estaría condenada si ella le hacía saber que la
noticia le había causado una conmoción.
Por tanto Aldon finalmente había encontrado una manera de obtener una ventaja,
usando un céfiro maldito (Zephyr). Ella no sabía lo que él quería específicamente,
pero apostaría por varias conjeturas. Los caídos carecían de la capacidad de
manipular las mentes de los seres sobrenaturales, pero si tenía un objeto mágico de
gran poder que podría dirigir su magia, no habría ningún límite a lo que podría lograr
en una ciudad como Nueva York, donde la población contenía una amplia variedad
de seres sobrenaturales. Seres que, con el poder del céfiro, podía controlar.
Incluyendo, irónicamente, a los cambia-formas.

Ella reprimió una mueca de dolor mientras se removía en la silla y la agonía


miserable en su pecho regresaba, un ardor profundo en la carne y a lo largo de
algunas partes del hueso. La herida era un recordatorio de por qué no podía
involucrarse con las criaturas bestiales, una advertencia del agradecimiento que
podía esperar recibir por su ayuda.
Y pensar que en realidad había estado tentada a revelar su identidad a Trey Veznor.
Para soñar con lo que podría haber sido. Considerar algo más que una fijación de
lejos ...
Un hilo líquido caliente comenzó a correr por su estómago, resbaladizo y pegajoso
haciendo que su carne desgarrada se pegara aún más al cuero de su ropa. Las
marcas de las garras eran extremadamente profundas y sanarían lentamente sin las
piscinas curativas de su aquelarre, pero no podía volver hasta que tuviera alguna
noción de lo que estaba pasando. Ellos esperaban algún tipo de información de ella,
no importa cuan pequeña o, en estas circunstancias, mediocre.

― ¿Dónde está el céfiro ahora?

― Creo que ya he respondido a esa pregunta.

204
Craig concedió una sonrisa de suficiencia, que le daban ganas de recompensarlo con
una bofetada que le cruzara toda la cara. Le habían advertido que era un imbécil y
un idiota, y que todavía estaba vivo sólo por los secretos que guardaba y que
podrían salir a la luz después de su muerte. Era imposible matar a alguien que
podría inevitablemente desvelar toda la suciedad y los esqueletos de las razas
sobrenaturales que estaban decididos a mantener enterrados en el interior del
armario proverbial.
No dijo nada más, estudiando su silencio, con una maldita expresión arrogante en su
rostro.

― Permítame parafrasear. ― Ella trató de no burlarse. ― ¿Quién tiene el Zephyr?

No era difícil sentir su malestar, acompañado de un notable período de silencio.


Podía oler su miedo, el olor nauseabundo flotaba en el aire. Ella se inclinó hacia
delante en su silla, apoyando los codos en las rodillas y trató de no retorcerse
cuando la humedad atrapada entre la piel y el cuero hizo un sonido desagradable y
chillón.

― ¿Ha oído hablar de la tragedia en Rainbow City, Sr. Newlander? ― Ella había
previsto el brusco gesto que produjo. Por supuesto que había oído hablar de él. Una
de las mayores facciones de Villati trabajaban fuera de Nueva Orleans, y tuvieron
que hacer frente a la devastación dejada atrás después de la tempestad. Además, el
pánico por las plagas irreconocibles e inexplicables eran casi imposible de ignorar,
sobre todo cuando la noticia se difundió en todo el mundo y el CDC (Centro de
Prevención y Control de Dolencias) se vio obligado a poner toda la zona en
cuarentena hasta que el brote fue contenido. Toda una ciudad de doce mil personas
habían sido aniquilados en cuestión de horas, no días o semanas.

― Ese fue el resultado de una pestilencia del demonio ― dijo ella, sintiéndose muy
satisfecha cuando la sonrisa idiota desapareció de su rostro.

Bueno, él estaba finalmente empezando a entender la situación.


Empezó a hablar y se detuvo, obviamente perturbado por la revelación. Luego dijo:

― Una pestilencia del demonio no se ha conjurado en el plano mortal desde ...

― ¿La Tercera Pandemia? ― Ella terminó, disfrutando que él fuera humillado en su


arrogancia, desequilibrado y demasiado agitado para hablar. ― Mira a tu alrededor.
El mundo no es el lugar que solía ser. El crimen va en aumento, la humanidad se
encuentra al borde de un colapso y la moral se ha ido a la mierda. Hay una razón
para eso.

205
Él se aclaró la garganta. ― ¿Estás tratando de decirme que los caídos están subiendo
al poder?

― Eres muy perspicaz cuando quieres serlo. ― Su sonrisa era genuina, impulsada
por el deseo de profundizar el mensaje. ― Me gustaría que te imagines lo peligroso
que un céfiro podría ser si estuviera en manos de uno de ellos. ¿Tienes alguna idea
de la destrucción y la devastación que podría causar?

― Yo no podría darle el Zephyr, incluso si quisiera. ― Él la miró antes de centrarse


en la parte superior de su escritorio ― Hice los arreglos necesarios para que el
medallón fuera entregado en la casa de Diskant Black esta mañana, cuando me
enteré que Ava sobrevivió a la explosión.

La imagen de la moribunda mujer rubia cruzó por su mente.

― ¿El Omega?

Él asintió con la cabeza, mirando incómodo.

― Compré el céfiro al hermano de Ava, sólo para enterarme después que él se lo


había robado. No fue sino hasta que Aldon vino a husmear que hice algunas
investigaciones sobre la familia Brisbane y logré poner las piezas juntas.

― ¿Ella sabe lo que el medallón puede hacer?

Él sacudió la cabeza.

― Cuando traté de compartir lo que había descubierto ella se negó a reunirse


conmigo. Después de lo que pasó anoche, decidí que lo mejor era regresar el
medallón, antes que el peligro llamara a mi puerta.

Una ola inesperada de mareo se apoderó de ella y se reclinó en el asiento para


disfrazar la debilidad. Presionó sus hombros contra el respaldo suave y obligó a su
cuerpo a estar firmemente en su lugar antes de que la sangre retenida en su ropa de
cuero, que cubría el pecho y el estómago, se deslizara de una manera enfermiza.

Mierda.

Si Aldon la encontrara la mataría sin mirar atrás. Era el momento de subir la


apuesta, obtener la información que vino a buscar y tomar el tiempo necesario para
sanar.

206
Ella miró el rostro preocupado de Craig desde el otro lado de la mesa y le sostuvo la
mirada. Sus labios se aflojaron, sus pupilas se dilataron y su rostro se relajó. Se
concentró, se centró en su mente y fácilmente se deslizó dentro. Era como trabajar
a través de un archivador de conocimientos, que podías acceder fácilmente si sabías
exactamente lo que estabas buscando. Sus pensamientos sobre Ava Brisbane y
Diskant Black y estaban abiertos y alineados, listos para ser absorbidos.
Ella tomó lo que necesitaba, la información almacenada para su uso futuro y cuando
terminó, estaba preparada para completar su misión.

― No recordarás nada de esto. Ni nuestra conversación. Ni mi cara. O cualquier cosa


que hemos discutido. En lo que a ti respecta viniste de arriba después de recibir la
confirmación de que su paquete fue entregado a Ava Brisbane, y has estado sentado
detrás de tu bonito escritorio pensando acerca de la decisión inteligente que has
tomado.

Sus ojos vidriosos ni siquiera parpadearon, pero ella sabía que el mensaje había sido
plantado tan profundo en su subconsciente que él nunca podría quitarlo a menos
que ella regresara y le limpiara su memoria.
Haciendo una mueca, cerró los ojos y se imaginó la gran caverna de sanación hecha
a mano por su aquejare y dijo una pequeña oración pidiendo la fuerza suficiente
para hacer un viaje seguro, y luego desapareció de la habitación.

207
Capítulo 21

Ava gimió cuando una caliente lengua húmeda se deslizó a lo largo de la parte
interior de la rodilla y lentamente comenzó a avanzar hacia arriba. El tacto áspero
fue seguido por un cosquilleo que le hizo cosquillas en la piel, despertando
sensaciones que nunca había creído posible. Cada trozo de piel que fue tocado
parecía estar electrificado, tan sensible que estaba casi en agonía.
Confusa del sueño, se quedó sin aliento cuando una fuerza contra su muslo la obligó
a abrir las piernas. Abrió los ojos. Diskant la miraba, sus iris brillantes de color ámbar
líquido. El rugosidad contra su piel era de la espesa sombra en la barbilla, el rastrojo
pesado alineado en su mandíbula.
Él bajó la cabeza, manteniendo el contacto visual y presionando besos a lo largo de
su muslo hasta que su boca se movía sobre su coño. Su cálido aliento acariciaba la
piel, burlándose de sus pliegues, creando una onda que se multiplicaba y extendía.
Ella se estremecía mientras lo observaba, anticipando el momento en que su lengua
se lanzara hacia afuera y viajara a lo largo de sus labios vaginales y ejerciera presión
contra su clítoris.

― He estado esperando que abras esos hermosos ojos azules durante todo el día. ―
susurró contra su carne palpitante. ― Tengo mucho que decirte, tanto que decir.
Pero primero...

Ella gritó cuando su lengua salió disparada y lo hizo exactamente como se


imaginaba, lamiendo una línea firme de abajo hacia arriba, separando los labios a lo
largo del camino. Arqueando la espalda, agarró las sábanas y apretó contra su boca.
Su gruñido era uno de aprobación y hambre, y lamía como un hombre hambriento y
una bestia. No hubo ninguna advertencia, ella se deshizo bajo los cuidados de su
lengua, temblando cuando un clímax diferente a cualquier otro envió a su cuerpo
temblores incontrolables.
Diskant continuó chupando y lamiendo, prolongando el placer. A diferencia de
antes, ella no estaba floja y relajada cuando el clímax terminó. Más bien, quería
más, deseaba experimentar el mismo éxtasis que fue enterrado dentro de ella, su
polla derramando su semilla cuando se corrían juntos.

Mía.

Ella se movió para estar a horcajadas sobre él, sus dientes al descubierto y un
gruñido extraño salió de su pecho. Él la agarró por el brazo y la hizo girar hasta que
estuvo en sus manos y rodillas. Trató de librarse de las garras, luchando
salvajemente y él envolvió sus dedos alrededor de su cuello y presionó su cara en las
almohadas. Su cuerpo mucho más grande descansaba contra el de ella, obligándola
a permanecer inmóvil.
208
Su lógica peleó con algo más, algo nuevo, algo primordial. Había una multitud de
impulsos dentro de ella, animándola a luchar contra él, para molestarlo, para
hacerle ganar su confianza, demostrar su valía, demostrarle que él era digno de su
sumisión absoluta.

― Yo estoy a cargo. ― él murmuró contra su hombro, su mano libre acariciaba la


curva de su culo. ― Será mejor que aprendas eso ahora.

No dijo una palabra mientras se ponía en posición detrás de ella. Su rodilla se deslizó
entre las suyas, obligándolos, dejándola vulnerable mientras jadeaba en la
almohada. Ella ya estaba mojada, su sexo hinchado, sus piernas temblorosas.

― Eres mía. Dilo.

Una parte de ella siguió rebelde y gruñó: ― No.

Ella sintió sus dientes contra su nuca, las puntas afiladas raspando contra la delicada
columna de su garganta mientras su mano se movió de su culo para tocar su sexo.
Era imposible no gemir mientras su dedo se deslizaba entre los labios externos,
burlando y estimulando antes de sumergirse en su interior. El impulso de retorcerse
contra su mano fue negado sólo por la necesidad de permanecer inmóvil, para
prolongar el momento, para hacerle forzar su obediencia.

― Ava. ― Él movió la cabeza de lado a lado, con el pelo rozando su espalda, sus
labios cálidos y suaves contra su cuello. Ella gimió, incapaz de permanecer quieta
mientras deslizaba dos dedos, y se arqueaba en su mano. ― Dime.

Ella sacudió la cabeza y él continuó acariciándola mientras lamía su cuello,


colocando pequeños pellizcos duros aquí y allá, aliviando la picadura con cálidos
remolinos de la lengua. La sensación de su piel caliente, suave contra su espalda era
increíble. La longitud de su polla presionando contra la grieta de su culo.

― ¿Quieres esto? ― Él hizo girar sus caderas, haciendo que la dura longitud de
terciopelo, satén y hierro presionara momentáneamente contra su coño antes de
desaparecer, dejándola necesitada y gimiendo.

Que Dios la ayudara, no podía seguir así por mucho más tiempo. Su cuerpo y su
mente se enfrentaron, queriendo tanto ceder, aún necesitando resistirse.

― Diskant, por favor...

209
Esta vez la mordió con la fuerza suficiente para romper la piel. Ella sintió el goteo
caliente de su sangre, ya que cayó de su hombro, viajando por la espalda. Se movió
y ella sintió a su insistente polla en la apertura húmeda de su sexo, buscando la
entrada, pero deteniéndose justo. Retrocediendo, trató de llevarlo dentro, pero no
pudo hacerlo porque quedó atrapada, su culo al aire, con el pecho presionando en la
cama.

― Me darás esto a mí.

Ella gruñó cuando algo que no entendía plenamente rugió a la vida, tomando el
control y destruyendo su mitad humana. Una fuerza que nunca había poseído antes
la ayudó a liberarse momentáneamente, lo que le permitió levantar su torso del
colchón. Se dio la vuelta y casi resbaló de su mano cuando un sonoro gruñido
aterrador llenó la habitación y ella sintió una mano en su cuello, una vez más, los
dedos ásperos contra la parte posterior de su cuello. Se dio cuenta de que era el
sonido de su ira, sus bestias alcanzándolo, implantando su reclamo.

Dilo

Su agarre se intensificó, convirtiéndose en doloroso. Su mano libre bajó duro en su


culo, golpeando la carne, y se deslizó hasta su hendidura.

― Ava...

Ella quería decir lo que tanto deseaba, quería decirle lo que sentía, para transmitir
su amor, que lo aceptaba por completo. Sin embargo, ella no podía, frenada por
algo que no entendía.

No puedo, pensó, con ganas de gritar de frustración.

― Tú puedes ― dijo Diskant con voz tensa. ― Eso es lo que hay dentro de ti, lo que
hay dentro de mí. Ellos seguirán luchando hasta que se establezca quién está en
control. Me lo tienes que dar a mí. Tienes que mostrarles su lugar. Aceptarme.

Otro gruñido de ella, esta vez estridente y agudo. Ella luchó, pero él parecía
anticipar sus movimientos, manteniéndola en su lugar, su peso duro e implacable.
Mientras luchaba, permaneció inmóvil, sin molestarse por su salvajismo, su locura.
No fue hasta que se calmó de nuevo que la presión contra su garganta se calmó, sus
dedos presionando más ligero.
Desesperada y aterrada, ella abrió la conexión entre ellos, llegando a algo que ella
entendía, algo que podía controlar. En el momento en que lo hizo, la parte humana

210
venció al animal, fusionándose con Diskant de una manera que le permitió pensar
con claridad.

― Tuya. ― ella pronunció sin aliento. Suya.

― Eso es correcto. ― Su voz era de grava y satén, áspera pero suave. ― Eres mía.

Él la penetró, empujando dentro de ella profundamente hasta las pelotas,


reclamándola, consumiéndola, dominándola. Sus dientes se hundieron en su
hombro, sosteniéndola en su lugar. Ella no se resistió, aceptando su voluntad, lo que
le permitió tomar el control. Él la poseía, la completaba, la amaba.
La dominaba.

― S-sí ― repitió ella, sollozando de alivio.

Él continuó empujando, agarrando sus caderas con manos


ásperas, por lo que fue más profundo. No hubo más discusión, las palabras no eran
necesarias. Todo lo que había en ella ahora, los espíritus de sus bestias o alguna
pequeña parte de ellos, llegó a Diskant. Cuando lo hicieron se fusionaron con los
animales dentro de él, acercándolos juntos. Entonces sintió una entidad superando
a los demás, exigiendo su lugar como el más poderoso de todos ellos.
Olores extraños impregnaban el aire: bosque, tierra, madera, lluvia, combinando
entre sí hasta el perfume del sexo. El lobo bajo la piel se levantó, gruñendo
aprobación ya que rozaban entre sí, en esta danza sensual y antigua. El peso en su
espalda continuó manteniéndola en su lugar, obligándola a aceptarlo como su
amante, su compañero, su Alfa.
Incluso sin su conexión mental, ella sabía que esto era importante, por alguna razón,
que este apareamiento particular era extremadamente importante. Incapaz de
hacer nada más, ella permaneció pasiva durante sus embestidas cada vez más
violentas centrándose en lo bien que se sentía tener la gran longitud de su polla,
estirándola tan profundamente que podía sentirlo desde el exterior de su coño
hasta el final de su vientre.
Ella gimió en la almohada cuando él le soltó la cadera, sacó los dientes de su cuello y
llevó una de sus manos alrededor. Trayendo sus dedos hacia abajo para recoger
algunos de sus jugos, los condujo al clítoris y empezó a frotar y pellizcar, dolor
mezclado con placer. Cada repiqueteo fue seguido por un apretado, escozor fuerte,
sólo para ser calmado por el roce de su dedo pulgar mojado.
El calor se extendió desde su vientre y oprimiendo el centro de sus piernas, que se
preparaba para estallar. Ella era consciente de que sus paredes vaginales le
agarraron, sosteniéndolo firmemente sólo para liberarlo y empezar todo de nuevo.
Su cuerpo estalló en violentos temblores. Sintió ese glorioso éxtasis del orgasmo
flotando fuera de su alcance, como olas de fuego cerniéndose sobre ella.
211
― Córrete para mí ahora, Ava. Tómame como tu amante, tu pareja y tu compañero.

El sonido que se le escapó, atrapado en medio del orgasmo mientras continuaba


golpeando en ella, era medio aullido, medio grito. Sostuvo la sábanas con las manos
en puños, empujando hacia atrás para satisfacer sus embestidas, enloquecida por la
necesidad de sentirlo correrse y cimentar su unión.
Sentía como si su polla se hinchara, cada vez mas grande, tan llena y pesada en su
interior que rayaba en el dolor. Entonces sintió el chorro en su vientre que
significaba su liberación. Sus dedos se tensaron y sus afiladas garras perforaron la
piel suave y carnosa de sus caderas mientras se deslizaba en su centro una última
vez y permanecía en su lugar, su vagina ordeñaba hasta la última gota de él, hasta
que su respiración combinada fue el único sonido en la habitación.
Permaneció dentro de ella mientras levantaba su pierna, ella rodó sobre su espalda
y se instaló entre sus muslos. Apoyando su peso sobre la pelvis, se inclinó hacia
delante y le robó un beso que era tan suave y dulce como su vinculación había sido
dura y salvaje. Él se apartó, revelando el iris con un hermoso color dorado. Mantuvo
su rostro entre las manos y ella podía sentir sus dedos temblorosos.

― Nunca he estado tan asustado como estaba anoche. Podría haberte perdido.

― No puedo recordarlo todo. ― Ella frunció el ceño mientras los acontecimientos


de la noche regresaron, trayendo confusión y un bloque perdido de tiempo. ― ¿Qué
pasó?

― Una trampa. ― Su respuesta llegó con una voz gruesa, lívida ― Una trampa bien
planificada para matarnos a todos.

Sus latidos vacilaron, el pánico sustituyendo la dicha.

― No entiendo.

Él frunció el ceño como si estuviera dolido.

― Pronto lo harás. Estoy bloqueando tus vínculos con la manada. Quería venir a ti
esta mañana y solidificar nuestra conexión antes de explicarte lo que ha pasado.

― ¿Bloqueaste mi conexión con la manada?

Él asintió con la cabeza y le dio una débil sonrisa.

212
― También estoy bloqueando las tendencias animales que has heredado. Cuando te
entregaste a mí, me aceptaste como tu Alfa y compañero. Vamos a tener que
trabajar juntos para ayudarte a controlarlos.

El entendimiento la alcanzó.

― ¿Quieres decir... lo que sentí esta mañana...?

― Tú eres una parte de mí, así como yo soy una parte de ti. Nunca serás capaz de
cambiar, pero hay una parte salvaje dentro de ti, algo que hay que respetar. No
siempre va a ser fácil, pero vamos a superarlo juntos. ― Su expresión cambió,
convirtiéndose reflexivo. ― Eso es lo que tenemos ahora. No hay nada más
importante.

Él movió sus caderas y ella sintió su dura longitud todavía dentro de ella. Con una
tirada de su pelvis empezó a moverse, lentamente esta vez, retirándose sólo para
volver una vez más. Él le acarició la mejilla con los dedos, seguido por el dorso de
sus nudillos. Ella le correspondió al llevar sus manos alrededor, rozando sus dedos a
lo largo de sus hombros y la espalda.

― Nunca voy a alejarme de tu lado de nuevo. De aquí en adelante lo haremos todo


juntos.

― Eso podría ser difícil. ― Ella se quedó sin aliento cuando se estrelló contra su
coño y le frotó el clítoris.

― ¿Porqué es eso?

Era difícil hablar cuando él tomó un pezón en su boca y lo chupó suavemente.

― Porque tengo una vida propia, un trabajo, responsabilidades ...

Él soltó su pecho, acarició su piel y se llevó la mano a la hendidura de su culo.

― Tu vida está conmigo. Tu responsabilidad es la manada. Y tienes una parte de ti


misma para darme.

Al darse cuenta de sus intenciones, ella sintió su calor corporal y susurró:

― No puedes espera ...

213
Diskant selló sus labios con los suyos y silenció cualquier protesta. Los pensamientos
del futuro fueron vencidos, puestos a un segundo plano.
Era imposible pensar cuando tenía a un magnífico macho a su disposición, y sabía
como usar sus hábiles dedos, la boca y la malvada lengua juguetona a su favor.

****

Diskant se dirigía hacia el sonido del agua corriendo cuando alguien llamó desde la
puerta. Se asomó al cuarto de baño y vio como Ava se metía en la humeante bañera
y gemía con placer. Era sin dudas, el dolor, sus músculos aclimatándose a la nueva
flexibilidad y la fuerza que él había puesto a prueba sólo unos minutos antes.
Ella había aceptado la conexión de una manera que le excitaba más y más, dejando
a su polla en estado de alerta constante.

― Abajo, muchacho ― le regañó y se ajustó a sí mismo tratando de aliviar el dolor,


obligando a su mente en otra dirección. Este no era el momento de comportarse
como un adolescente cachondo. Pronto tendría que introducir a Ava plenamente en
la manada, lo que significaba que necesitaba reservar fuerzas para asegurarse de
que no estuviera con miedo, abrumada o asustada por la experiencia. Teniendo en
cuenta todo el ruido que escuchó proveniente del sótano, también sabía que pronto
se vería obligado a hacer frente al hombre que la manada había capturado en busca
de respuestas.

El golpe vino de nuevo, esta vez más fuerte, y cruzó la habitación. Había esperado
que alguien le trajera una pizza tan pronto como llegaron, así que cuando él no
detectó el delicioso olor de la carne, el queso y la salsa de tomate, sabía que algo
estaba pasando.
El demacrado rostro de Nathan lo saludó cuando abrió la puerta. En lugar de una
caja de pizza, llevaba un gran sobre de papel.

― El hermano Ava acaba de dejar esto. ― Él se lo ofreció y Diskant tomó el sobre,


estudiándolo. ― Será mejor que vuelva. El médico estará aquí pronto y Trey está en
pie de guerra. Está tomando todo lo que tengo para que él mantenga la calma, y la
manada está inquieta. Volveré cuando llegue la comida.

Diskant se quedó mirando fijamente el sobre cuando Nathan comenzó a bajar las
escaleras. Cerró la puerta, escudriñando el paquete. No había marcas en el papel,
pero el contenido era pesado y el sello a lo largo de taparte de atrás había sido roto.
Se dio la vuelta y levantó las pestañas metálicas pequeñas. Cuando abrió la tapa, vio
a un archivo que había dentro.

― ¿Diskant?
214
Él respiró hondo antes de caminar hacia el baño. Cuando entró, sintió lo que se
estaba convirtiendo en una inundación familiar de calidez en su mente, una caricia
suave que se producía cuando Ava se fusionaba completamente con él.

― ¿De Thomas? ― Le preguntó ella, sentándose en posición vertical.

Asintiendo con la cabeza, se acercó y colocó el paquete en sus manos. Se volvió


hacia su lado, equilibrando el sobre en el banco cercano apilado con toallas limpias.
Mientras sacaba el archivo un pedazo de papel cayó al suelo. Él se arrodilló junto a
la bañera para recuperarlo y se lo entregó a ella. Hubo una vacilación y él entendió
que se trataba de un conocimiento interno de que su hermano se las había
ingeniado para hacer algo malo, otra vez.
Tomando una respiración profunda, colocó el archivo y el sobre en las toallas, tomó
la nota y la abrió. Sus ojos recorrieron el periódico mientras leía las palabras en voz
alta.

― Ava. Este paquete llega a ti por cortesía de Craig Newlander. En él se explica


mucho. De hecho, se podría decir que pinta las cosas bajo una luz completamente
nueva. También incluyó otro paquete, que insistió en que te lo diera personalmente.
Me advirtió del peligro de no cumplir con sus instrucciones, pero simplemente no
me pude resistir. Cuando descubrí lo que estaba planeando darte, decidí guardarlo
para mí mismo. Considéralo un regalo de despedida, mi forma de ser un hermano
protector y mantenerte fuera de peligro. Estoy seguro que no esperabas nada
menos. Thomas.

Diskant sintió su ira, su desprecio.


Thomas tenía razón, ella no esperaba nada menos.
Dobló la nota y la colocó encima de las toallas y levantó el archivo.
Durante varios segundos de agonía, ella simplemente se quedó mirando la carpeta.
Entonces la abrió.

― Dios mío. ― Sus dedos temblaban mientras miraba en la página y comenzó a


pasar a través de las fotos que fueron grapadas en la parte superior.

Él se movió alrededor de la bañera hasta que pudo ver el interior. A pesar de que
nunca los había conocido, sabía que las fotos eran de sus padres. Ava se parecía a su
madre, rubia, pequeña y delicada. Su padre era lo opuesto, alto, ancho y oscuro.
Algunas de las imágenes eran de ellos riendo mientras caminaban por la calle a
plena luz del día. Otros eran de ellos en la noche, por supuesto, ahora escondidos ya
que ambos llevaban sombreros, ropa oscura y expresiones sombrías.

215
Pasó las páginas lentamente, una por una, para digerir la información con Diskant al
tanto de sus pensamientos y emociones. El Villati sabía que Harold Brisbane y Vivian
Lockhart, eran telépatas que se reunieron durante la universidad y finalmente se
casaron. No había nada significativo o fuera de lo común. Entonces Ava se dirigió a
una página con una foto de su hermano. Directamente debajo de tu fotografía y
fecha de nacimiento había una pequeña declaración escrita a máquina.

Hijo adoptivo, Thomas Harold Brisbane.

― Eso explica muchas cosas. De hecho, se podría decir que pinta las cosas en una luz
completamente nueva. ― repitió las palabras anteriores de Thomas. ― Jesús,
Diskant. ¿Cómo podían haber guardado algo como esto de nosotros?

Él envolvió una mano alrededor de su cuello y le acarició el golpeteo frenético de su


pulso con el pulgar.

― No lo sé. Sigue leyendo.

Leyó la información sobre Thomas, incluidos los registros de sus múltiples altercados
con la ley y sus coqueteos con notables figuras del crimen de la ciudad. También
hubo información de su adicción a los juegos de azar y cómo había comenzado a
tomar mayores riesgos. La última información era acerca de cómo él había
negociado el medallón de la familia con Villati a cambio de un gran pago de $
250.000 No había nada sobre sus padres biológicos, además un certificado de
nacimiento que llevaba el nombre de su madre, Helena Terrance, pero sin
mencionar a su padre.

La página siguiente tenía una foto de Ava en el Club Liminality grapada en la parte
superior. Ella estaba detrás de la barra, trabajando duro. No estaba enojada por la
información que estaba en el archivo hasta que llegaron a su vida personal. Sus
hermosos labios se fruncieron y una arruga apareció entre sus cejas. Ella comenzó a
leer la información que declaraba que tenía las mismas habilidades psíquicas de sus
padres y que se las había arreglado para mantener su talento en secreto. Había una
nueva información escrita en la parte inferior de la página, que indicaba que se la
vio salir de su lugar de trabajo con Diskant Black.

― Ellos tienen espías en el club. ― ella murmuró.

Pasando la página, ella se quedó inmóvil. Los recortes de la ruina de sus padres
estaban integrados perfectamente juntos. También estaba el obituario y un aviso de
la subasta para vender parte de sus pertenencias. Debajo de eso había una nota

216
arrugada con la escritura de Thomas, que indicaba el día y lugar para intercambiar el
medallón que había adquirido y la cantidad de dinero acordada.
Ella pasó sus dedos a través del papel.

― Maldito bastardo.

Diskant la animó a pasar a la página siguiente. Esta tenía algunas notas escritas a
mano y un esbozo de una espada con una piedra en el centro del mango. Más fotos
seguidas, con la misma piedra de relieve, una piedra que su compañero reconoció.

El medallón de Brisbane.

Ella tomó la nota adjunta a la foto, el sello de cera con el símbolo de Villati ya roto, y
le entregó el archivo. Ella comenzó a leer en ese momento las palabras salieron,
susurrando cada oración.
El medallón no era un medallón en absoluto, sino algo llamado céfiro. Con él su
telepatía se mejoraría significativamente, hasta el punto de que ella podría leer a la
gente a kilómetros de distancia. Por desgracia, el Villati no era el único que sabía de
él y, por lo tanto, su propietario estaría en gran peligro. Esa fue la razón por la que
Craig le había dado a Thomas para que se lo llevaran a ella. Él todavía quería
reunirse con ella para discutir los detalles y terminó la nota rogándole que se
pusiera en contacto con él tan pronto como sea posible.

― Maldita sea, Thomas. ― Cerró la nota. ― Vas a hacer que te maten.

En ese momento Diskant se dio cuenta que ella amaba a su hermano, sin importar lo
bastardo egoísta que fuera. En su mente los buenos recuerdos, de ellos cuando eran
niños, adolescentes y estudiantes de la universidad, asfixiaron el malestar,
llevándola de nuevo a una época en la que no era un jugador y en realidad era un
hombre decente.

― Puedo obtener ayuda de la manada. ― ofreció, acariciándole el pelo. ― Puede


ser que sean capaces de seguirle la pista.

― No. ― Ella suspiró. ― No puedo seguir rescatando a Thomas. Por mucho que me
preocupe por él, tendrá que empezar a cuidar de sí mismo. No soy más su guardián
y tengo otras personas en las que pensar.

Su mano se calmó cuando se dio cuenta de que a pesar de que estaba bloqueando
su vínculo con la manada para reducir el impacto de su pérdida, ella era muy
consciente del uso de su telepatía. Su corazón era fuerte, con la mente en sintonía

217
con él, tratando de eliminar el dolor en el pecho y reemplazarlo con la promesa de
algo mejor.

― Ava... ― Él trató de extender su comodidad, pero no podía encontrar las


palabras, incapaz de decir exactamente cómo se sentía.

Ella se volvió hacia él, ofreció una pequeña sonrisa y se inclinó sobre la bañera para
poner la nota en el archivo que dejó caer en el suelo. Ella rozó sus labios contra los
suyos, preparados para aliviar su dolor. Un golpe vino de la habitación, y ella se
apartó, mirándolo con los ojos llenos de deseo y amor.

― Va a estar bien. ― dijo en voz baja, leyendo sus pensamientos con facilidad, y se
levantó del agua como Venus, gotas de agua corrían a lo largo de su blanca piel,
viajando por los valles de sus pechos y el abdomen. Ella llegó hasta él, envolviendo
sus brazos alrededor de su torso desnudo y presionó su pecho mojado contra el
suyo.

― D. ― Nathan llamó a través de la puerta.

Ava le dio un beso rápido, desenrolló de sus brazos y cogió una toalla.

― Adelante ― dijo ella mientras levantaba el pie, lo colocó en el borde de la bañera


y comenzó a fregar y secar las piernas, revelando destellos fugaces del suave
montículo color rosa en el vértice de sus muslos. ― Voy a estar justo detrás de ti.

Diskant se alejó de la tentación y salió del cuarto de baño. Podía sentir la agitación
que irradiaba a través de la puerta, podía sentir
la preocupación de sus compañeros de manada mucho antes de que agarrara la
manija y se pusiera delante de Nathan.

El Beta no perdió el tiempo.

― Si aún deseas que Ava vea a ese imbécil del Pastor que capturamos, llévala al
sótano ahora. El hijo de puta anda suelto de boca y Trey finalmente se va a perder y
matará a su culo sin valor.

― ¿Por qué no lo amordazada?

Nathan levantó la mano. Había una enorme herida abierta en la parte carnosa entre
el dedo índice y el pulgar. La lesión comenzaba a sanar, pero era evidente por el
colgajo de piel que faltaba que un gran trozo había sido retirado.

218
― ¿Él te mordió?

Nathan asintió y bajó la mano.

― Ha sido un absoluto muerde―pollas desde que llegó. Trató de morder a todos los
que se le acercan. Su ojo está cerrado por la hinchazón y yo diría que más de una de
sus costillas se rompieron, ya que está teniendo problemas para respirar. Pero
todavía no está dispuesto a renunciar.

― ¡Estúpido de mierda! ― Diskant espetó.

― ¿Nathan? ― Ava habló justo detrás Diskant y luego él sintió su mano contra su
espalda. Se volvió un poco y ella llegó, vestida con una de sus camisas, que caían por
debajo de sus rodillas. ― ¿Está todo bien?

Diskant se preguntó si ella estaba sintonizada con Nathan, escuchando sus


pensamientos, pero se dio cuenta de que no lo estaba cuando su mirada
preocupada se volvió hacia él.

― Tenemos que ir abajo ― Diskant respondió antes de que Nathan pudiera. ―


Necesitamos que obtengas cualquier información que puedas del hombre que
trajimos con nosotros. ¿Puedes hacer eso?

Cuando ella asintió con la cabeza, los hombros de Nathan se relajaron.

― Será mejor que te des prisa. Doc dijo que al Pastor no le queda mucho tiempo
con la cantidad de sangre que está perdiendo.

Ava palideció. ― ¿Perdida de sangre?

― Vas a estar bien. ― Diskant le pasó un brazo alrededor de su cintura. ― No vas a


enfrentarte a él sola, bebé.

― Por mucho que odie apurarte, es mejor darse prisa. ― Nathan interrumpió y se
volvió hacia las escaleras. ― Si Trey no puede matarlo, va a terminar derribando una
pared o dos. No estoy seguro de cuánto tiempo más será capaz de resistir.

219
Capítulo 22

― ¿Dónde están? ― Trey miró a la cara ensangrentada del hombre, quien no se


inmutó o dio una pulgada. ― Me dirás lo que sabes o te haré desear no haber
nacido. Podemos hacer esto de la manera fácil o por las malas.

El idiota masoquista sonrió, le escupió en la cara y se burló:

― Que te jodan.

Trey había levantado la mano, listo para asestar un golpe que podría aplastar el ojo
del lado de la cara que no estaba tan estropeado del bastardo cuando una mano se
envolvió alrededor de su muñeca.

― Detente, hermano. ― dijo Emory en un tono tranquilo aunque su voz era áspera.
― Los Pastores se han ido. Creo que todo el mundo sabe que nunca tuvieron la
intención de quedarse.

Emory asintió a su antiguo amigo y compañero de manada, Brian.

― Hazle callar.

Brian se puso detrás del hombre atado a la silla en el centro de la habitación y cogió
un paño de cocina que habían sido obligados a utilizar como mordaza. El hombre
luchó cuando Brian forzó el material en su boca.
Trey gruñó su indignación. No quedaban muchas cosas intactas en el sótano ahora.
En un esfuerzo por controlar su temperamento, Trey destruyó casi todos los objetos
de la habitación, en un intento de dar rienda suelta a su ira y disminuir el inmenso
dolor en el pecho. Como Diskant, sintió la pérdida de sus compañeros de manada,
era consciente del momento exacto en que sus vidas se habían extinguido de la
existencia.
Mirando alrededor de la habitación, estudió los rostros pensativos de aquellos que
perdieron a sus seres queridos. Algunos tuvieron suerte, habiendo perdido
solamente amigos cercanos y conocidos ya que sus familias habían optado por
permanecer fuera de la ciudad, en las zonas más rurales y menos pobladas. Otros,
sin embargo, estaban en las garras del sufrimiento.
Su atención se desvió hacia dos de los hombres que se aparearon y habían perdido a
sus hembras en la explosión.
Uno de ellos fue acoplado recientemente a una mujer lobo, lo que significaba que
podía sobrevivir a la pérdida. No había vínculo de la sangre, que pudiera complicar
las cosas.
Lo mismo no puede decirse del otro.
220
Trey centró su mirada en Zach, que ahora era un cambia-formas muerto caminando,
desprendido de todo lo que le rodea. Se sentó inmóvil, mirando ciegamente a través
del cuarto. A pesar de que sólo había estado en la segunda etapa de la unión con
Katie, era suficiente para que probablemente no pudiera sobrevivir a la pérdida.
Mierda, si esto no lo ponía furioso. Tan malditamente enojado que quería romper al
Pastor desde la garganta hasta el culo. El vacío era bastante malo y sin lo que podría
ocurrir como consecuencia de las secuelas. Si Zach no mejorara, lo más
misericordioso que podrían hacer sería sacarlo de su miseria. Una maldita bondad
que se esperaría de Trey como Alfa.
Un ruido cambió el enfoque de su mirada para ver a Kinsley bajar por las escaleras
con Nathan sobre sus talones. La expresión de su cara lo decía todo, recordando a la
manada que aunque no era uno de ellos, su lealtad era fuerte e inquebrantable.

― Tuve que besar un montón de culos, pero los del Orgullo acordaron turnarse para
vigilar la ciudad, si tú decides localizar a los Pastores responsables de lo ocurrido.

― ¿Estás seguro que podemos confiar en ellos? ― Nathan preguntó mientras


caminaba hacia Trey.

― Ellos saben que esto no es algo que se puede dar la espalda. ― respondió Kinsley.
― Una vez que los Pastores deciden hacer una declaración de este tipo, es sólo una
cuestión de tiempo antes de que vuelvan. El Orgullo no se arriesgará. Ellos se unirán
ahora. No quieren estar solos cuando la mierda golpee el ventilador.

― Quiero su maldita sangre. ― Trey giró en un círculos hasta que encontró a Emory.
Miró a su hermano a los ojos, con ganas de ser claro. ― Recuperar a tu compañera
es sólo el comienzo.

Los iris de Emory se encendieron, pasando de caramelo para el ámbar, y asintió.

― No se puede declarar la guerra a los Pastores. ― dijo Kinsley, leyendo entre líneas
― Cómo Alfa, traerás peligro para las manadas.

― Tienes razón. ― Trey comentó secamente. ― Es por eso que voy a renunciar a mi
lugar antes de irnos.

― ¿Qué? ― Todo el mundo en la sala cuestionó al unísono, sus miradas incrédulas


cayeron sobre él.

― He perdido a más de la mitad de mi manada esta noche. ― Su voz casi rota, tensa
por la emoción. ― Algunos de ellos eran amigos, algunos eran familiares. Tengo que
asegurarme de que algo como esto no vuelva a suceder. No podemos seguir
221
permitiendo que los Pastores elijan el campo de batalla y nos maten como les
convenga. Hemos estado neutral durante demasiado tiempo. Esto significa que
algunas decisiones difíciles tienen que tomarse. Es el mejor momento para
apartarme y dejar que otro tome mi lugar para que la transición se haga sin
problemas.

Nadie hablaba todavía, pero Trey podía oír la pregunta no formulada. Lo que
quedaba de la manada quería saber quién estaría a cargo cuando se fuera, quien
tomaría el control de reconstruir y poner las cosas en orden. Cada Alfa elegía a su
sucesor. Aunque podría haber desafíos de lucha por la posición, una práctica común
era aceptar al sucesor designado, como una muestra de respeto, para honrar a la
decisión del Alfa en la materia.

Tomando una respiración profunda, decidió que no había mejor momento que el
presente para hacer conocer sus intenciones. A pesar de que no había hablado con
quien planeaba entregar el cargo, se mostró confiado en que aceptaría. No estaba
sólo su ciudad en juego, sino todas las razas. Así que nadie mejor que un Omega
para cuidar de la situación.

― Tengo la intención de pedir a Diskant que tome mi lugar como legítimo Alfa.
Nació en mi manada, creció en mi manada, y si no tuviera la marca del Omega, sin
duda se habría convertido en el Alfa. ― Un silencio de asombro se extendió a través
de la habitación y esperó unos segundos antes de continuar. ― Diskant querrá
permanecer aquí con su compañera. Están totalmente vinculados por sangre ahora,
lo que significa que tendrá que establecer un refugio seguro para Ava y su familia.

― Pero él es un Omega. ― comentó Brian cauteloso.

― Así como Ewan McCormick. ― dijo Kinsley, tomando pasos lentos y deliberados
por la habitación. ― Él maneja el Orgullo Jaguar en Nueva Orleans y reside en las
manadas de los alrededores. Un cambia-formas puede ser tanto Omega como Alpha
de su manada. Si Diskant está dispuesto a asumir la responsabilidad, puede hacer las
dos cosas.

― ¿De verdad crees que lo va a considerar? ― Preguntó Nathan.

― Sí, lo creo. ― respondió Trey. ― Quiere construir un entorno seguro y estable


para su compañera. No hay mejor manera que hacerlo que siendo el líder de la
manada.

― A menos que decida mudarse a Alaska, donde no pueden ser localizados. ―


respondió Nathan.
222
― ¿Cómo no discutes la situación conmigo en lugar de especular acerca de lo que
voy o no voy a hacer? ― Diskant apareció en lo alto de la escalera, vestido con nada
más que los pantalones vaqueros azules y una triste sonrisa, su compañera estaba a
su lado.

Trey le observaba descender por las escaleras con el duendecillo rubio. La mirada de
Diskant buscando al Pastor atado a una silla, las correas en sus muñecas manchadas
de rojo brillante por la sangre, y por un momento sus ojos se volvieron de oro,
dejando al descubierto al lobo. Se detuvo a varios metros de distancia y se quedó
mirando al hombre, sin decir nada, sólo lo miraba con los ojos de un cazador. Trey
podía entender el impulso que estaba experimentando. Su deseo era dejar suelto al
idiota y darle caza, pero eso no podía suceder.
Aún no.

― Debería torturarte lentamente, ya sabes. ― Diskant dijo finalmente en tono


amenazante, acercándose mientras Ava se quedó clavada en el suelo. ― Teniendo
en cuenta lo que eres y lo que haces a nuestra especie, estoy seguro de que eres
conscientes de cuánto tiempo se puede mantener a una persona viva, si realmente
quieres. Hay tantas maneras en que podemos prolongar tu sufrimiento. Tal vez
podríamos empezar de forma sencilla, al romper los dedos en los nudillos. Nosotros
los restauraríamos, por supuesto, para que pudiéramos hacerlo todo de nuevo. O tal
vez podríamos utilizar algunas agujas de la tienda de tatuajes que Brian posee.
Siempre me he preguntado cuánto dolería cuando tu polla es perforada como un
alfiletero de mierda.

El hombre permaneció en silencio y duras líneas aparecieron alrededor de su boca


mientras obligaba a sus labios apretados, como si quisiera que todos supieran que
no importaba cuán brutal fuera el castigo no revelaría nada. Al maldito hijo de puta
se le advirtió que sería torturado independientemente de su cooperación, su dolor
se utilizaría como un bálsamo para nutrir y solidificar los lazos de la manada. Cuando
hubieran conseguido la información que querían, se le proporcionaría la
oportunidad de huir, una puta oveja en medio de una manada de lobos. Ellos lo
cazarían. Le seguirían. Y cuando lo encontraran, lo atacarían como un grupo, se
darían un festín con su sangre mientras él era destrozado miembro a miembro.

― ¿Nada que decir? ― Preguntó Diskant. ― Eso está bien. Vamos a llegar allí.
Tenemos todo el tiempo del mundo. ― Doblándose hacia adelante, se acercó al
hombre, lo que le obligó a mover la cabeza hacia atrás o sus narices corrían el riesgo
de chocar. ― Has jodido con la manada equivocada, Pastor.

― ¿Eso es un sí? ― Preguntó Trey, dando un paso más cerca. ― ¿Vas a ascender?
223
Diskant gruñó en la cara del hombre frente a él, sus dientes ya no eran humanos,
caninos grandes, afilados y prominentes.

― Me encargaré de ti pronto. ― prometió. Sus facciones volvieron a la normalidad


mientras se alejaba del hombre atado y miró a Trey.

Había una enorme cantidad de dolor en sus ojos, pero también había algo más. Algo
que eliminó espeso repugnante en la boca del estómago de Trey, proporcionando la
primera mirada de alivio que había experimentado desde que había tomado la
decisión de cazar y matar a cada Pastor, para que nunca pudieran amenazar a otro
cambia-formas.

― Ava mía... ― la voz de Diskant cambió cuando se dirigió a su compañera, dejando


la pregunta de Trey sin respuesta. ― ...Ven aquí.

Ella caminó hacia él, con los pies descalzos en silencio en la alfombra, y se detuvo a
su lado. Su atención ahora se centró por completo en el Pastor, un pliegue visible
estropeando su frente. La expresión del Pastor cambió de repente. Sus ojos se
volvieron nublado y los músculos faciales relajados. Era como si le hubieran dado
una fuerte droga de algún tipo, borrando toda preocupación, la duda y el miedo
evidente en su expresión.
Ava se llevó inesperadamente la mano derecha a la boca, el índice y el pulgar
descansando a cada lado de la nariz, y cerró los ojos. Incluso desde donde estaba,
Trey pudo ver que estaba temblando. Diskant puso la mano en la parte posterior de
su cuello, sus dedos capaces de cubrir toda la circunferencia de su cuello. Ella
respiró hondo varias veces antes de abrir los ojos y movió su mano hasta que sus
dedos se posaron sobre los suyos.

― Ellos querían matar el mayor número posible de ustedes. ― Su voz temblaba y


Trey podía sentir el olor picante de la ansiedad y el miedo que irradiaba de su piel.
― Ellos han estado planeando esto durante semanas.

― ¿Planeando qué?

Ella levantó la cabeza y miró a Diskant.

― Dejar un agujero en el corazón de la población de cambia-formas, asegurándose


de que te maten.

― ¡Maldito infierno! ― Diskant murmuró y la tomó en sus brazos.

224
― ¿Y Mary? ― Emory preguntó con ansiedad.

― Ella está en la granja de su tío. ― La respuesta de Ava fue amortiguada contra el


pecho de Diskant. ― Ella ha estado en confinamiento desde que la encontraron
contigo.

Ava miró hacia Diskant y sus miradas se encontraron. Se quedaron así durante varios
segundos, como si se estuvieran comunicando de alguna manera. El rostro de
Diskant se convirtió en una máscara de furia e indignación.

― ¡Doc! ― Diskant gruñó, sin apartar su atención de la pequeña rubia que lo


estudiaba con una expresión cada vez más triste.

El médico de la manada salió de su lugar detrás de la barra, apareciendo de manera


tan diferente del profesional que practica la medicina de familia en el mundo
humano. Su aspecto normalmente ordenado estaba arruinado por la ropa arrugada
y manchada de sangre.

― ¿Jefe? ― Doc preguntó cuando se detuvo junto al Pastor, que ya no estaba en


trance, miró boquiabierto a Ava con horror, temblando violentamente, el olor de su
terror ardía en la nariz de Trey.

― ¿Cuánto tiempo hasta que se pierda toda la sangre?

― Un par de horas, tal vez más. Él ha estado cayendo en estado de shock desde que
lo trajimos.

― Diskant. ― La voz de Ava parecía tan fuera de lugar, tan increíblemente


incorrecta en la furia violenta que impregnaba la habitación. Ella apoyó los dedos su
mejilla. ― No seas el animal que ellos creen que eres. Eres mejor que eso.

El dolor cruzó por el rostro de Diskant mientras miraba a su mujer, y Trey sabía que
a pesar de que Diskant quiera darle lo que ella quería, él no sería capaz de hacerlo.
La ley de la manada dictó la venganza y la consecuencia.

― Ella no debería estar aquí, D. Es demasiado, demasiado pronto. ― dijo Trey. ―


Que tome la información que necesitamos y que se vaya al piso de arriba.

Diskant se inclinó y le susurró algo al oído. Ella asintió con la cabeza y se volvió hacia
el idiota que seguía siendo un misterio para todos. Tan pronto como ella se acercó a
él, comenzó a luchar abriendo y cerrando los puños, tratando de girar las muñecas y
liberarse de las restricciones. Su buen ojo reducido, una línea de saliva se filtraba
225
más allá de la mordaza y caía por su barbilla. Sus palabras fueron ahogadas, pero su
enojo era evidente, su furia tan fuerte que la manada comenzó a arrastrarlo
alrededor de la habitación.
A mitad de camino hacia el hombre, Ava se detuvo. Una inhalación suave de aire fue
seguido por un inquietante susurro:

― ¡Oh, Dios mío!

Ella abrió la boca y se dejó caer al suelo. El gran cuerpo de Diskant la cubría como un
escudo mientras ponía su mano en la parte baja de la espalda y la siguió hacia abajo.
Ella vomitó mientras se agachaba en sus manos y rodillas, el sonido de sus arcadas
eran fuertes dentro de la habitación demasiado tranquila. Ella continuó hasta que
los ruidos de las arcadas desaparecieron y su respiración comenzó a normalizarse.
Poco a poco, volvió la cabeza, miró más allá del brazo de Diskant y contempló al
Pastor. La hermosa hechicera había desaparecido, reemplazada por una mujer que
había visto claramente algo tan inquietante que no podía soportar. Sus iris
cambiaron de color, dejando al descubierto su vínculo de sangre para la manada por
primera vez.

― No es más que eso. ¿No, Moisés? ― Ella se puso en pie, encogiéndose de


hombros a un lado de la mano de Diskant cuando trató de ayudarla.

Se acercó al Pastor sin dudarlo, le puso la mano en su cara cuando él comenzó a


retorcerse y cerró los ojos. Sólo tomó un momento para que ella lo soltara, y cuando
lo hizo, ella inmediatamente se agachó y exhaló, usando el respaldo de la silla donde
el Pastor estaba sentado para mantener el equilibrio.

― ¿Ava? ― Diskant fue a ella de nuevo y esta vez aceptó su ayuda, apoyándose en
él cuando pasó un brazo alrededor de su cintura. Ella pasó el dorso de su mano por
la boca y se quedó mirando al Pastor, sus ojos de zafiro rebosante de odio e
indignación.

― Los cambia-formas en esta sala no son a los que debes tener miedo. En realidad
no. Ellos quieren que te mueras, pero no te condenarán al infierno.

Sus palabras hicieron que el Pastor palideciera, pero tuvo el efecto contrario en el
hombre a través del cuarto. Comenzó a mover su cuerpo hasta que las patas de la
silla comenzaron a tambalearse. Brian se adelantó y puso su mano en la parte de
atrás, manteniéndolo en su lugar. La tensión creció en el interior del espacio
confinado hasta que los cambia-formas comenzaron a gruñir en respuesta.

226
― Dile, lastimoso saco de mierda ― susurró maliciosamente, mirando al Pastor.
Cuando él se mantuvo en silencio, ella amenazó: ― Dile, o lo haré yo.

Aún así permaneció como estaba, negándose a hablar, los labios firmemente
apretados.

― Ya sabes... ― ella se alejó del abrazo de Diskant, ― ... les habría pedido que
mostraran un poco de misericordia. Ahora vas a desear haber hecho lo correcto,
mientras tuviste la oportunidad.

Ella caminó hacia el hombre que gruñía y luchaba en la silla, pero él se mantuvo
firme en su lugar. Cuando por fin llegó ella provocó exclamaciones de asombro de
varios miembros de la manada cuando extendió la mano y le acarició la frente de un
mechón de pelo, su toque inmerecidamente suave. Si su intención era calmar al
hombre, sólo consiguió empeorar. Tiró de su mano, alejándose lo más que pudo.

― ¡Ava! ― dijo Diskant entre dientes, con un tono de advertencia. ―¿Qué


demonios estás haciendo?

― Todo el mundo tiene que irse. ― dijo y miró sobre su hombro para mirar a
Diskant.

Una vez más se miraron el uno al otro durante varios segundos angustiosos, donde
la intuición de Trey le dijo que estaban hablando entre sí de alguna manera. Diskant
miró al hombre fuera del alcance de Ava antes de volverse para estudiar al Pastor.
Trey iba hacia adelante, pero se detuvo cuando Diskant negó con la cabeza.

― Tenemos mucho que discutir, pero no ahora. ― Diskant miró las caras dentro de
la habitación. ― Todos, fuera.

Kinsley obedeció sin hacer comentarios, subiendo las escaleras de dos en dos, pero
cada cambia-formas lobo en la habitación se quedó en silencio del asombro, a la
espera del consentimiento de Trey. Diskant podría ser el Omega, pero como su Alfa,
la orden de Trey era la que seguían.

― D... ― Trey comenzó a discutir, pero Diskant le interrumpió.

― ¿Quieres que tome tu lugar? Confía en mí lo suficiente como para hacer lo que
digo sin cuestionar.

Maldita sea.

227
Trey sabía la decisión que tomara aquí definiría su futuro. Diskant apenas había
asumido su lugar como Alfa, dando a Trey una orden en lugar de una petición. Si
quería continuar con sus planes, tenía que cumplir la decisión de Diskant delante de
la manada, solidificando su fe en el cambia-formas que había elegido para dirigirlos
y protegerlos.

― Han oído al hombre ― Trey gruñó con frustración y toda la manada salió a la vez.
Él subió el pulgar en dirección a las escaleras y así mirando a Diskant le advirtió: ―
Tan pronto como tu culo venga arriba, vamos a tener una buena, larga conversación.

― Guárdanos un poco de pizza. ― dijo Diskant, atrapándolo con la guardia baja, y se


fue antes de que Trey pudiera decir nada más.

― Jodido culo inteligente. ― Trey gruñó mientras tomaba cuatro zancadas y


empezó a subir las escaleras.

El dolor era increíble, consumiéndola tanto que era difícil para Ava respirar. Se
envolvía a su alrededor, envolviéndola en un capullo de la miseria. Ella seguía
acariciando la frente del hombre torturado delante de ella, incapaz de soportar su
dolor, y sintió que su corazón se rompía cuando vislumbró el hecho de que nadie
había puesto una mano amorosa en él desde que su esposa había muerto un año
antes.

Su esposa, Andrea.

La enormidad de su pérdida, su esposa e hija por nacer, era igual a la que la manada
estaba experimentando, aunque sabía que algunos no estarían de acuerdo. Algunos
podrían argumentar que el impacto y la devastación eran agravado por el gran
número de cambia-formas que murieron, pero desde que ella también sabía lo que
significaba amar y necesitar a alguien tan absolutamente y completamente, que la
consume, se dio cuenta que la comparación sería un error. Este hombre había
perdido lo más importante para él, así como una parte de él que nunca había tenido
la oportunidad de conocer, abrazar, adorar.

― Será mejor que empieces a explicar. ― Diskant tiró de ella fuera del hombre y, al
hacerlo cortó la conexión entre ellos, obligándola a agarrar el brazo de Diskant para
mantener el equilibrio mientras se acercaba, su gran cuerpo frotándose con el de
ella. ― Deja de hacerme a un lado. Es desconcertante, y no me gusta sentir tu dolor
cuando yo no entiendo lo que lo está causando.

― Lo siento, sé que no quieres que nadie sepa que puedo leer sus pensamientos o
compartir los tuyos y no estaba segura de que hacer. Esto era demasiado
228
importante. ― Ella echó las palabras de prisa, manteniendo su voz baja. ― Sólo
buscaba las respuestas que me pediste, mirando en la mente de Moisés para ver lo
que estaban planeando para los cambia-formas, Emory y Mary. No puedo hacer una
búsqueda a ciegas, por lo que necesito saber que estoy buscando, y cuando empecé
a leer a Caden me di cuenta que es mucho más complicado.

En lugar de responder a cualquier otra pregunta, Ava abrió el vínculo entre ellos y se
dejó caer en sus brazos mientras las imágenes terribles y desgarradoras pasaron por
su mente.
Una vez más sintió el olor oxidado de la sangre que le revolvía el estómago, así
como la orina, las heces y la decadencia. Pero no era nada en comparación con la
imagen mental de la mujer embarazada descansando en el suelo, cubierto de
sustancias secas, su estómago destrozado por lo que parecía ser marcas de garras.
Su rostro tenía una herida similar que iba desde su sien izquierda hacia el otro lado,
la nariz desaparecida por completo junto con su labio superior. Y saliendo de una de
las heridas del abdomen estaba una pequeña mano claramente visible, pero
perfectamente formada ...

― Santo jodido Cristo ― Diskant gruñó y Ava lo sintió cambiar lentamente,


consciente a través de su conexión que estaba estudiando al hombre ― Caden ― de
una manera completamente diferente ahora.

― Eso no es todo.― Ella se preparó para absorber el resto, permitiendo a Diskant


ver todo. Las siguientes imágenes no eran tan amplias, ya que había dejado la
búsqueda de detalles desde que había descubierto la verdad. No era necesario
presenciar el evento en su totalidad, no cuando las partes ya fueron presentadas por
ella para colocarlas juntas. Por alguna razón, el karma, el azar o la suerte de mierda,
Moisés había sido parte del equipo que mató a Andrea Stone, la esposa de Caden
Stone. ― Ellos nunca pensaron que podría ser una amenaza, no una vez que lo
convencieron de que un cambia-formas había matado a su esposa. Con las pruebas
que le dieron, él nunca se molestó en cuestionar la evidencia.

Apartándose de Diskant miró a Caden. Él no estaba luchando más, sentado tranquilo


y quieto mientras escuchaba la conversación. Él había estado matando cambia-
formas durante meses, la venganza y el dolor conducía sus acciones, sin
preocuparse por la sangre que había derramado. Ahora pensaba en la gente que
mató, y los recuerdos fusionados con los de su esposa fallecida.

― Si podemos conseguir que vea la verdad ― le dijo telepáticamente a Diskant, ―


serás capaz de ganar mucho más de lo que puedo dar. Él ha estado dentro de su
círculo íntimo y sabe cosas que yo no creo que se vea. ― Ella vaciló, proyectando su

229
intención, revelando cómo el hombre podría ser de vital importancia para ayudar a
localizar a Mary, para ayudar a Trey y ayudar a la manada. ―
Él puede ayudarte.

― No serás capaz de convencerle, e incluso si pudieras, probablemente no deberías.


― La respuesta de Diskant estaba cargada de simpatía y dudas. ― Él es un hombre
muerto viviente, Ava. Él come, respira, existe, pero no está vivo. No hay nada en él
que le produzca alegría o paz. Está impulsado por un solo propósito, matar a los
responsables de arruinar su vida y vengar a su esposa e hijo. No vas a encontrar a un
hombre dentro de él, pero sí un monstruo. Esto es en lo que se ha convertido.

Lo que Diskant decía era cierto y hacía que el dolor en el pecho sea peor.

― Después de todo lo que ha sufrido, se merece una oportunidad. Si no está


dispuesto a cooperar una vez que le ofrezcamos lo que más desea, puedes hacer lo
que hay que hacer.
Los dedos de Diskant presionaban en la suavidad de sus caderas.

― ¿Qué estás planeando?

― Esto.

Se deslizó de los brazos de Diskant y se enfrentó al hombre cuyo ojo ahora estaba
cerrado por la hinchazón. En su mente ya no había necesidad de maldecir y
escupirle, para arremeter contra ella, porque era una mujer involucrada con un
animal asesino. Ahora estaba intrigado, cauteloso, pero sin duda curioso, lo que era
una buena cosa. Cuando ella se acercó a él le sacó la mordaza de la boca y dio un
paso atrás.

― Su esposa era una periodista del The United Herald, ¿no? Así fue como se
conocieron. Ella estaba investigando una historia en Memphis y sus caminos se
cruzaron.

― ¿Cómo sabes eso? ― Su pregunta le dio escalofríos, pronunciadas en un tono tan


inquietante que dudó por un momento.

― Porque he visto lo que pasó con ella, lo que le hicieron a ella. ― respondió, y
cruzó los brazos sobre el pecho. ― Sé cómo murió.

― No escuches nada de lo que dice. ― Moisés rompió su silencio, aunque sus


palabras eran inestables. ― Ella se acuesta de buena gana en la cama del diablo y va
a decir y hacer cualquier cosa para protegerlos.
230
El trapo en la mano de Ava fue arrancado y ella vio como Diskant caminó hacia el
Pastor, agarró un puñado de pelo en la base del cuello y empujó la tela manchada
de sangre y saliva en la boca.

― Si queremos tu opinión ... ― Diskant dijo mientras soltaba la cabeza de Moisés


con un fuerte empujón, que envió a la barbilla contra su pecho. ― ... te la vamos a
pedir.

― Dime. ― El dolor en la apelación de Caden hizo que apartara sus ojos de Diskant
hasta que su atención se centró por completo en él. La desesperación en su rostro
era desgarradora, tan malditamente agonizante que dolía.

― Asegúrate de que es lo que quieres. Estar absolutamente seguro de que esto es


algo que tienes que ver.

― ¿Para ver?

― Para ver cómo murió, Caden.

Ava se vio obligada a romper cualquier conexión que compartía con el hombre de
duelo en ese punto. Estaba demasiado confundido, su mente era un caos. Varias
emociones parpadearon en su rostro: la ira, el dolor, la rabia, hasta que él la miró, la
determinación grabada en su firme mandíbula y el brillo en sus ojos.

― Muéstrame.

― Tráelo mas cerca. ― Ava miró a Moisés y señaló el lugar a su lado.

Diskant dio un paso detrás de la silla, agarró la parte posterior hasta hacer equilibrio
sobre dos patas y lo arrastró por la habitación. Se detuvo junto a Ava y lo dejó, a la
espera de sus instrucciones. Ella respiró hondo. Sólo había intentado de lo que
estaba a punto de hacer, una vez con su madre y su padre. No había sido una
experiencia totalmente agradable, y se armó de valor.

― No puedo cortar la conexión una vez que empiezo. Tendrás que asegurarte de
que no caigo. ― le susurró a Diskant mientras extendía sus manos ― una para
Caden y otra para Moisés ― y cerró los ojos.

En el momento en que entró en contacto con cada uno, con las manos descansando
encima de sus cabezas, abrió un vínculo entre ellos, profundizando en sus
subconscientes para acceder a los recuerdos, pasando a través de cada uno hasta
231
encontrar el momento exacto en el tiempo que buscaba antes de permitir que sus
mentes se unieran.
Diskant la cogió mientras se tambaleaba, las horribles imágenes no menos difícil de
digerir la segunda vez. A diferencia de antes que no podía detener el flujo de
pensamientos o dejar de ahondar, y se vio obligado a revivir eventos pasados, como
si fuera un participante más que un observador. Las manos de Moisés se
convirtieron en sus manos, sus ojos eran los que guió a ella y sus pies hicieron el
mismo camino dentro de la oscura cocina en la que estaba una mujer atrapada
rogando por su vida y la vida de su hijo por nacer.
Moisés miró a Andrea mientras se alejaba, sus ojos siguiendo sus movimientos
dentro de la habitación de la que no había escapatoria. La luz de la luna brillaba a
través de la única ventana situada sobre el fregadero, adornado con cortinas de
encaje. Ella tropezó con sus pies, con su vientre protuberante tratando de mantener
el equilibrio y cayó al suelo.
Una sombra apareció a la izquierda, cada vez más grande, hasta que la forma de
otro hombre apareció a la vista de Moisés. Estaba vestido de negro de pies a cabeza,
con la mano derecha enguantada dentro de un guante con grandes extensiones,
como garras.

― Deberías haberte ido cuando tuviste la oportunidad. ― La voz ronca del hombre
resonó a través de la cocina, haciendo eco detrás de Moisés.

― Por favor. ― suplicó Andrea, las manos sosteniendo su abdomen hinchado. ― Me


iré. Voy a conseguir mis cosas y me voy. No voy a decir nada a nadie.

― ¿Y tu marido? ― La voz se burló. ― ¿Crees que el buen detective te dejará ir sin


preguntar? Espera que creamos que no sabe lo que has descubierto?

― No sabe nada. ― Las palabras de Andrea estaban obstruidas por las lágrimas. ―
Nunca le dije nada, lo juro.

― Será mejor que sea cierto. ― La voz se acercó más hasta que el hombre que
estaba hablando se situó al otro lado de Moisés. ― O va a visitarte pronto.

Los ojos de Andrea se abrieron cuando se dio la vuelta el hombre que hablaba y se
enfrentó a la amenaza que viene de su derecha. La sombría figura vestida de negro,
con su mano como una garra, avanzaba un pie delante del otro.
Moisés se volvió después de que el primer golpe aterrizó, rasgando a través de la
suavidad de su estómago y las manos que lo protegían enviando salpicaduras de
sangre en el suelo de marfil y los armarios. Las náuseas rodaron a través de Ava,
Caden y Diskant, su dolor e incapacidad para procesar la muerte de un inocente,
demasiado difícil de presenciar.
232
Moisés salió corriendo de la habitación, tratando de bloquear los gritos
desesperados. Cruzó el umbral de la puerta de atrás, dando grandes pasos hacia los
arbustos que rodeaban la casa y donde podía vaciar el estómago. Una mezcla de
sopa de verduras y pan de maíz de la cena cubrió el suelo. Vomitó hasta que no
quedaba nada para vomitar, él estaba escupiendo baba y sus músculos de su
estómago protestaban.
Cuando pasó el último espasmo, dejándolo sin aliento, los gritos desde el interior de
la casa se habían detenido.
Asesino. La palabra resonó en la mente de Moisés. Golpeándolo, gritando en sus
oídos. Los hombres de Dios no mataban a mujeres y niños. Incluso si fueran un
peligro para su congregación.
Era un pecado.
Era en contra de los mandamientos.

Incluso si él no mató a la mujer, cuyo único delito fue descubrir información sobre
su gente ― desenterrando la vida secreta de los Pastores ― él era igualmente
culpable. Él había guiado al asesino contratado para derramar su sangre, ya que los
Pastores no se manchaban las manos, lo llevó hasta la puerta principal de Andrea
Stone, y se quedó de brazos cruzados mientras la vida que se le concedió era
extinguida junto con el alma tan inocente que ni siquiera había dado su primera
respiración.

El sonido de la puerta al abrirse y después cerrarse, llegó acompañado por el sonido


de la grava siendo pisoteada. Los pasos se acercaban más y más ...

Una mano firme agarró la camisa entre los omóplatos de Moisés, lo que le obligó a
estar en posición vertical, y él miró a la cara del hombre que conocía sólo como el
señor Pink. Su apariencia era engañosa. Miró al empresario educado y refinado,
nada como un asesino despiadado. Tenía el pelo negro peinado hacia atrás, su
rostro cuidadosamente afeitado y su traje impecablemente planchado. Moisés se
fijó en su aterradora mirada oscura antes de mirar hacia otro lado.
Mirar a los ojos al señor Pink era una invitación a la muerte.
La mano en su espalda desapareció y Moisés se tambaleó mientras se limpiaba las
almohadillas de los dedos por la boca. El
amargo hedor de la bilis y el ácido del estómago se elevó a su nariz, haciendo que se
revolviera una vez más.

― Pon tu mierda en orden. ― La voz del señor Pink no reveló nada sobre el estado
de ánimo del hombre. ― Quiero que te metas en tu camión, conduzcas y no mires
hacia atrás. Cuando llegues a casa, dile a tu jefe que el trabajo para el que me
contrató se ha hecho de manera satisfactoria. Espero que mi dinero se entregue en
el lugar convenido antes de que salga el sol.
233
Moisés tropezó con su camión, estacionado junto a un reluciente Camaro negro,
mirando el reflejo de la luna llena en la superficie del vehículo antiguo. Él miró hacia
otro lado mientras entraba en su vehículo igualmente antiguo, pero no tan bien
mantenido. Las llaves estaban esperando en el encendido, tintineaban juntas
cuando la cabina se movió para soportar el peso de Moisés.
Cuando arrancó el motor y se alejó, miró por el espejo retrovisor. El señor Pink se
quedó allí mirando, en la misma posición que Moisés le había dejado ...

La visión se desvaneció y Ava apartó sus manos, cortando la conexión.


Ella habría caído si el brazo de Diskant no la hubiera mantenido a su lado, sus
piernas líquidas como el agua.

Maldición.

Ella no iba a permanecer consciente durante mucho tiempo. Había sido demasiado y
había requerido una energía que ella no tenía. Se quedó sin aliento cuando Diskant
se inclinó y la tomó en sus brazos, sosteniéndola contra su pecho. Sus párpados
revolotearon hacia abajo mientras luchaba contra la somnolencia y negó con la
cabeza, mirando a los hombres con los que había compartido el pasado y ahora
tocaba ajustar cuentas entre ellos.
Moisés se quedó en silencio, con la cabeza inclinada para que la barbilla se apretara
contra su pecho. La posición defensiva no ocultó las lágrimas que corrían por sus
mejillas o los sollozos silenciosos que sacudían su cuerpo. Ava sabía algo que ella no
había compartido con Caden, algo que ella sintió cuando irrumpió en la mente de
Moisés por primera vez. El Pastor estaba cargado de culpa, y había sido aún peor
cuando sus hermanos habían convencido al hombre que investigaba el asesinato de
su esposa, que los cambia-formas habían sido los responsables de su muerte. No fue
difícil convencerlo. La escena del crimen era consistente con el ataque de un animal.
Como una forma de poner a prueba la fidelidad de Moisés, fue instruido para
ganarse la confianza de Caden y permanecer junto a el hombre que era un
constante recordatorio de los horrores que había presenciado, un virtual demonio
que se cierne sobre su hombro.
Ninguna cantidad de oración aliviaba su conciencia. Ni tampoco la garantía de que
había hecho lo que era necesario.
Moisés había tenido la esperanza de que cuando los cambia-formas atacaran las
camionetas pondrían fin a su sufrimiento, manteniendo su vergüenza en secreto.
Ahora sabía que iba a morir con la verdad revelada, marginado como quien y que
era.

Un asesino.

234
Y los asesinos, como todos los cristianos sabían, pasaban la eternidad ardiendo en el
infierno.
Los párpados de Ava se sumergían y ella negó con la cabeza de nuevo. Cuando abrió
los ojos, miró a Caden. No hubo lágrimas. Todas habían sido derramadas cuando
llegó a casa varios días después del asesinato y encontró el cuerpo en
descomposición de su esposa en el piso de la cocina.

― ¿Cómo puedo saber que me estás diciendo la verdad? ― Preguntó en voz baja. ―
¿Cómo puedes demostrar que esto no es más que otra mentira o un truco?

― No puedo. ― Ella luchó para mantenerse despierta. ― Pero si estás dispuesto a


escuchar puedes descubrirlo por ti mismo. Aquí nadie quiere hacerte daño. Ellos te
necesitan tanto como tú los necesitas.

― No estoy seguro acerca de todo eso, pero voy a escuchar ... por un precio. ― Los
ojos de Caden eran grises como el acero cuando se estrecharon y se desvió de Ava a
Moisés, quien mantuvo la barbilla en el pecho. No había más que una promesa de
muerte en esa mirada y la intensidad de la misma la obligó a mirar hacia otro lado.

― Él es tuyo. ― dijo Diskant, su voz inusualmente profunda y reflexiva. ― La


primera persona en sufrir una pérdida es siempre la que tiene el derecho de aplicar
el primer castigo. Esa es nuestra ley. Aquí nadie va a disputarlo.

Identificando la causa del cambio en el estado de ánimo de Diskant, Ava puso su


mano sobre su corazón y pensó: ― Nadie puede hacerme daño ahora. Estás aquí.
Estamos a salvo. Todo está bien ahora.

― Y tengo la intención de que se mantenga de esa manera. Nunca voy a ponerte en


peligro otra vez. Por nada ni por nadie.

Diskant comenzó a cruzar la habitación hacia las escaleras cuando un gruñido de


Caden lo detuvo.

― Quiero tu palabra. Voy a escuchar lo que tengas que decir y si la información es lo


suficientemente sólida, voy a responder a tus preguntas. Pero a cambio me lo
entregarás. Una vez que nos quitemos los guantes, es mío para hacer lo que me
plazca.

Ava se acurrucó en el pecho de Diskant y levantó las barreras mentales de


protección que mantenían a las emociones de Caden, así como las de Moisés,
apartadas de ella. Su parte se hizo. Ella prometió ayudar a la manada y ahora le

235
tocaba a ellos tomar la información que había proporcionado y utilizarla para su
ventaja.

― Él es tuyo ― Diskant repitió y reanudó su caminata, hablando por encima de su


hombro: ― No importa lo que pase a partir de este momento en adelante, podrás
decidir como irá. Te doy mi palabra.

****

― Gracias por elegir la Compañía Delta. Disfrute de su vuelo.

Thomas aceptó su boleto, asintió con la cabeza al empleado y comenzó el corto


paseo por el estrecho pasillo lleno de pasajeros parloteando. Cuando llegó al avión
y se dirigió a su asiento en primera clase, sacó una caja de su bolsillo antes de poner
su maleta en el compartimiento de arriba y se sentó. Las personas pasaban de un
lado a otro, pero no les prestaba atención a ellos. Su mente estaba en una cosa y
sólo una cosa.
Abrió la tapa, dejando al descubierto la clave para su futuro. El medallón brilló
cuando la luz superior golpeó la superficie, las líneas grabadas prominente. Una
sombra cayó sobre él, y él miró a la azafata que le sonreía.

― ¿Es un regalo para alguien especial?

Él le devolvió la sonrisa, cerró la caja y se sentó de nuevo.

― Podrías decir eso.

La segunda afluencia de pasajeros comenzó a embarcar y cuando se volvió para


saludarlos Thomas miró por la ventana y se quedó mirando el aterrizaje de un avión
en la distancia.
Durante años había existido a la sombra de Ava, como el hermano
que nunca podría hacerlo tan bien como su hermana menor, mientras ella recibía las
alabanzas y la adulación. Probablemente
derivada del ADN y la genética. Después de todo, ¿cuánto podría amar a un niño
que no era realmente su propio hijo? Obviamente, no mucho.
Si tan sólo sus padres pudieran verla ahora.
Incluso después de leer el archivo, no podía creer que Ava estuviera unida a un
cambia-formas, un maldito hombre lobo. Parecía absolutamente improbable, pero a
la luz de todo lo demás, no era imposible. Sus padres siempre habían sido
peculiares, sus hábitos perpetuamente reservados.

236
― Disculpe.

Thomas se apartó de la ventana hacia la voz enérgica y se encontró cara a cara con
un hombre obeso vestido con un traje de negocios caro. Su vientre redondeado casi
se puso en contacto con el hombro de Thomas mientras se esforzaba por poner su
equipaje de mano en el compartimiento superior, el bulto fláccido temblando
mientras luchaba.
Hasta aquí el sueño que había tenido de que una hermosa y educada mujer se
sentara en el asiento vacío a su lado.
El hombre de gran tamaño con el tiempo logró almacenar tus cosas y dejó caer su
amplia circunferencia en el asiento contiguo. Se retorció un poco, tratando de
distribuir su peso uniformemente, Thomas lo asumió, y cogió la bolsa que había
colocado en el suelo. Su respiración pesada le recordó a Thomas un cerdo obligado a
hacer una carrera para escapar de la masacre.

― ¿Puedo ofrecerle algo de beber? ― La azafata se vio obligada a inclinarse sobre el


hombre sentado en el pasillo cuando él gruñó y le dijo lo que quería. Luego se volvió
hacia Thomas.

― No, gracias. ― Thomas trató de ofrecer una sonrisa, pero produjo una mueca fina
en su lugar.

Una fuerte vibración sacó su atención de la azafata y levantó sus caderas para tirar
de su teléfono móvil del bolsillo. El nombre en la pequeña pantalla cambió su mueca
por una sonrisa. Bueno, sorpresa, sorpresa. Apretó la tecla roja pequeña y esperó
hasta que el teléfono se apagó por completo antes de deslizarlo de nuevo en el
bolsillo.
No había manera de que Aldon supiera que lo tenía, pero ahora Thomas entendía
por qué el extraño hombre―vampiro tenía tanto interés en él. Recordó la apuesta
que perdió durante un juego de cartas muy largo con Aldon, le había obligado a
robar el relicario de su hermana y venderlo a Craig Newlander.
Un par de escalas, y estaría en un lugar seguro en México. El dinero que había
obtenido por vender la casa a Ava le permitiría vivir cómodamente hasta que
pudiera poner el medallón en el mercado y esperar a que el mejor postor reclamara
su premio. Después de eso, él tomaría su fortuna y se trasladaría a un lugar donde
nunca, nunca lo encontrarían. Por una vez, tendría la oportunidad de empezar de
nuevo, para vivir una buena vida, para convertirse en una persona importante.
La voz del capitán llegó por el intercomunicador y le transmitió el clima y la hora
prevista de llegada a su destino.
Colocando el medallón dentro del bolsillo vacío, Thomas se relajó en su asiento,
cerró los ojos y comenzó a soñar con su futuro brillante y feliz.

237
Epílogo

― Date prisa con esas bebidas, holgazán. ― Ava golpeó a Brett con el paño para
limpiar el mostrador que había birlado de debajo de la barra, aterrizando de un
golpe directo en la mejilla de su culo, y un gruñido de advertencia hizo eco en su
cabeza.

¿No te he advertido sobre tocar otros machos, compañera?

Volviendo su atención a la amiga de pie a su lado, se encontró con la mirada letal de


los dulces ojos imponentes que se levantaba de su asiento entre su manada recién
adquirida y comenzó a acosarla desde el otro lado del club.

Técnicamente no lo toqué.

Incluso a través de la distancia podía ver el ceño molesto de Diskant. Estaba lo


suficientemente cerca.
Brett interrumpió, sin saberlo, su conversación, sin saber que él estaba en la línea de
fuego.

― Desde que mi mejor barman me dejó en la estacada, soy el único camarero y me


temo que te vas a tener que aguantar.

― Bueno, si tú lo dices. ― ella respondió rápidamente y salió de la barra, corriendo


para interceptar los casi noventa kilos de posesivo Omega dando zancadas en su
dirección.

Todavía era difícil de creer que sólo dos semanas habían pasado desde que Diskant
había tomado el control de la manada en la que había nacido convirtiéndose en Alfa,
asumiendo la responsabilidad de los lobos que habían decidido quedarse en lugar de
seguir adelante con Trey para erradicar a los responsables por diezmarlos a la mitad.
Mucho había cambiado en un corto espacio de tiempo, de manera que nunca
hubiera creído posible un mes antes, y era sólo el comienzo.
Debería ponerte sobre mis rodillas y enrojecer ese bonito culo tuyo delante de todos.
Si no te conociera, diría que está intencionalmente provocándome.

No estoy provocándote, Neandertal. Y no te atreverías.

Se encontraron a mitad de camino, una colisión de brazos a tientas, manos ansiosas


y bocas hambrientas. Hace tiempo que ese atributo sagrado conocido como la
vergüenza había desaparecido, reemplazado por un hambre que no podía y no
238
quería controlar. Cuando Diskant la tocaba no había nada más. Ella no tenía orgullo,
sin restricciones, ningún concepto de lo correcto e incorrecto. Él se centraba en ella,
para complacerla, para ofrecerle todas las cosas que necesitaba, incluso cuando no
estaba segura de lo que eran.

Diskant gimió. Me estás volviendo loco.

Sus grandes manos ahuecaron su culo, amasando los globos. La levantó y ella
envolvió sus piernas alrededor de su cintura, moviéndose contra él, disfrutando de
la sensación de su polla totalmente erecta presionando contra ella. Maldita sea si
ella no lo quería aquí y ahora. No le importaba quien los viera. Este hombre era todo
de ella y ella quería que todos lo supieran. Nunca habría otra para él, como nunca
habrá otro para ella.

― Dios mío, Ava. ― La profunda voz de desaprobación de Delmar rompió a través


de la neblina sexual. ― Consigue una maldita habitación.

Diskant se echó hacia atrás y clavó una mirada molesta al gorila de seguridad. Luego
se volvió, caminando de regreso a la mesa, manteniéndola atrapada en sus brazos.
Escuchó las risas de la manada mientras se acercaba. Ellos se burlaban con burlas
familiares, mostrando la camaradería que compartían. Eran más que una unidad, su
conexión era mucho más fuerte.

― Ya están aquí. ― dijo Nathan en un tono que era cualquier cosa menos en broma,
haciendo que el grupo se tranquilizara.

Diskant se volvió y la bajó al suelo, lo que permitió que Ava pudiera ver a Trey,
Emory y los lobos que los acompañaban. Había más de una docena de ellos, algunos
de los cuales eran hombres que habían perdido a sus compañeras en la explosión.
Sus expresiones eran sombrías, las líneas de los contornos de la boca, la mandíbula y
la barbilla sombreadas por un rastrojo espeso. Caden estaba detrás, manteniéndose
cerca pero separados, como lo ha hecho desde que él y la manada habían llegado a
un entendimiento, conviniendo una tregua provisional, trabajando juntos para cazar
a los Pastores responsables de la muerte de su esposa.

La mirada de Ava inevitablemente derivó hacia Zach. Ya no era el cambia-formas


juguetón que había arrebatado a Katie por la cintura y le susurró promesas dulces al
oído de su compañera. Ella sintió su dolor, su angustia, e intuitivamente se acercó
con su mente a través de la conexión que tenía con la manada, calmándolo, a pesar
de que él no era consciente de ello, calmando al lobo y proporcionando una
pequeña semblanza de paz. Su ceño fruncido disminuyó y se detuvo por un
momento, sin duda sorprendido por su cambio en los sentimientos.
239
Me gustaría que no se fuera. La idea salió antes de que pudiera detenerla, su
conexión con Diskant era tan fuerte que era casi imposible protegerse
completamente de ella.

Le ayudaste a sobrevivir las primeras dos semanas. Diskant envolvió sus brazos
alrededor de ella y la atrajo hacia sí. Le corresponde a él decidir si quiere dar vida a
otra oportunidad.

Aunque la manada estaba más unida que nunca, la reunión en Liminality era un
último adiós a su antiguo Alfa. Las tensiones continuaban siendo grandes y todos
ellos estaban en alerta máxima. Ella arriesgó una mirada en el bar, sintiendo el peso
de la mirada de Brett. Estaba estudiándolos a todos con cuidado, mientras limpiaba
el mostrador. La bandeja con bebidas estaba lista, esperando en la esquina.
Se puso de puntillas y besó el hueco de la garganta de Diskant.

― Voy a conseguir las bebidas.

― No te acerques demasiado al brujo. ― Diskant gruñó bajo en su oído y la hizo


sonreír. ― No quieres que la noche termine en una reyerta, Pinkie.

Ella se rió, calentada por declaración verbal de la posesión y el dominio. La bofetada


que le dio en el culo mientras se alejaba la hizo chillar y le clavó una mirada que
prometía venganza. Él sonrió, esos labios carnosos curvados en las esquinas de una
manera que ella adoraba.
Delmar estaba sacudiendo la cabeza mientras cruzaba la sala, pero su sonrisa de
buen humor estaba intacta. El club estaba lleno, los suelos inundados con la gente.
La mayoría de ellos eran clientes humanos, pero como de costumbre, había cambia-
formas.

Dirigiendo su atención a la planta superior, vio a miembros del Orgullo sentados en


su lugar habitual, como si estuvieran en la cima del mundo. Uno en particular,
levantó su copa hacia ella, sus ojos verdes brillando a través de la distancia. Kinsley
había conseguido que los cambia-formas gatos se unieran, con la promesa de
ayudar a Diskant en su transición a Alfa. No fue una tarea fácil, sin embargo. Las
razas de gatos no se preocupan por cualquier otro tipo de cambia-formas, sino de sí
mismos. Con la excepción de Kinsley, eran un grupo extremadamente arrogante y
elitista.

¿Me estás llamando elitista, Ava mía? Ella podría haber jurado que escuchó a
Diskant reír en su pensamiento. El bastardo entrometido.

240
Ella sonrió, pero no se volvió.

Si el zapato encaja.

Vas a pagar por ello. Tan pronto como llegue a casa voy a atarte a la cama y
torturarte hasta que jures tratarme como me merezco.

La idea la puso húmeda, tan caliente que era difícil respirar. Él atándola a la cama y
cubriendo cada centímetro de su cuerpo con besos y lamidas calientes, entre otras
cosas también placenteras igualmente deliciosas.

Toma las bebidas y vuelve pronto. Es demasiado perturbador cuando no estás a mi


lado.

Ella se apresuró, pero no tenía nada que ver con su orden, sino con el deseo de estar
cerca de él, escucharlo, olerlo y tocarlo. Estar lejos de Diskant, bajo cualquier
circunstancia, era el infierno, algo que ninguno de ellos disfrutaba. En las dos
últimas semanas había recibido un curso acelerado sobre lo que significaba ser un
Omega, un Alfa, y la compañera de uno de los cambia-formas más importantes de la
ciudad. Siempre estaban juntos, completamente inseparables, con excepción de los
momentos en los que se reunía con los Alfas que exigían una audiencia privada.
Privada. Ahora esa fue una idea ridícula.
Si los Alfas supieran que estaba al tanto de todo, que era capaz de escuchar no sólo
sus palabras, sino sus pensamientos. No importaba si estaba en otra habitación, otro
vehículo u otro lugar. Si se concentraba, su conexión mental con Diskant era tan
fuerte que podían comunicarse incluso aunque estuvieran a kilómetros de distancia
el uno del otro.

Brett levantó la vista cuando se acercó, pero pronto volvió a la limpieza de la barra.
Ella no interfirió en su cabeza, pero era capaz de sentir su disgusto por sus actuales
compañías. Cuando ella estuvo en el club, una semana antes, junto con Diskant para
anunciar que dejaba el trabajo Brett estaba demasiado sorprendido y exigió saber
qué diablos estaba pasando. Ella sabía que no era completamente humano. Ella
decidió tener una conversación muy franca con él, aunque también era extraño y
surrealista. Su amistad había sido muy tensa desde entonces, no importaba cuántas
veces había tratado de llegar a él.
Se detuvo en el mostrador, estudiando las bebidas en la bandeja. El peso de las
copas no era un problema, pero con su pequeño tamaño alguien podría notar y
preguntarse qué estaba comiendo para el desayuno en estos días.

― ¡JT! ― Brett gritó y dejó de limpiar.

241
― ¿Jefe? ― JT salió por el otro lado de la barra, limpiándose las manos en el
delantal en la cintura.

Brett tomó la bandeja y se la entregó a JT.

― Lleva esto a la mesa doce.

Cuando JT se escabulló ella puso sus codos sobre el mostrador y trató de entablar
conversación por segunda vez.

― Gracias.

La respuesta de Brett fue un gruñido, un movimiento de cabeza y la presentación de


su espalda mientras se giraba hacia el telón del fondo y fingió ocuparse de la
limpieza de los estantes. No, todavía no estaba contento con ella.
Soltando un suspiro abatido, se dio la vuelta para regresar a la mesa cuando un
destello de mechones rubios atrapó su atención. La mujer estaba de pie cerca del
pasillo a los cuartos de baño, vestida de pies a cabeza de negro, y su mirada estaba
fija en toda la habitación.
Los recuerdos llegaron a Ava, llevándola de vuelta al callejón, el cielo lleno de humo
y la cara angelical que se puso sobre ella, cuando Nathan sostuvo su cuerpo herido
en sus brazos. Ava siguió la dirección de la mirada de la mujer hasta que sus ojos se
posaron en Trey y Emory. Ella no era consciente de que había empezado a caminar
hacia la mujer hasta que oyó a Diskant en su cabeza, enojado y asustado.

Detente, Ava mía.

Ella no escuchó y continuó hacia adelante.

Si quisiera hacerme daño, me habría matado en el callejón.

Por lo menos espérame, no te acerques a ella sola.

Podría irse si hacemos eso. No estuviste exactamente amable con ella después de lo
que hizo por mí, si te acuerdas.

Una cadena de maldiciones sonaba en su mente y sabía que Diskant hacia su camino
entre la multitud. Ella se movió más rápido, haciendo a un lado a la gente en su
camino, hasta que se situó al lado de la alta y hermosa criatura, con ojos tan claros
que parecían translúcidos. Esos ojos azules se volvieron hasta que ya no estaban
centrados en Trey y Emory, pero descansaban sobre Ava. Sus miradas se
encontraron, azul en azul, una fusión de mentes y voluntades que ocurren cuando
242
su telepatía se encendió y la tocó. Entonces Ava sintió el poder de la mujer, lo
reconoció. Sabía que era un vampiro, había escuchado cuando Nathan contó la
historia de su rescate a Diskant después de que los Pastores trataran de terminar lo
que empezaron fuera de Dougan's.
Ava no sabía que ella era también algo más, algo diferente.

¿Lo sientes, hermana? ― Preguntó el vampiro. Es la forma en que se les dio la


capacidad de leer y comunicarse mentalmente, como floreció dentro de ti.

El corazón de Ava empezó a correr, los golpes salvajemente dolorosa dentro de su


pecho.

― ¿Magia?

En cierto modo. Tus padres eran descendientes de los magos.

― ¿Magos?

El vampiro le agarró su antebrazo en un suave apretón, sus dedos suaves como la


seda.

Permíteme un regalo de despedida.

No había manera de describir lo que sucedió después.


En un instante Ava no era consciente de la importancia del linaje de sus padres. Al
siguiente ella entendió todo cuando se le dio una explosión instantánea de la
información, absorbida y procesada. La percepción extrasensorial era una
característica de la magia blanca, algo que se transmite de generación en
generación. Es más fuerte en unos que en otros, algunas personas además tenían el
don de la telequinesis, pero estaba siempre presente.
Los regalos que sus padres le dieron, se hicieron más poderosos en ella por los
genes transmitidos.
La mano en su muñeca desapareció, el mundo entró en un enfoque nítido y Ava
tropezó ligeramente. Maldiciones amortiguadas y voces airadas trajeron su atención
hacia el suelo, más allá de las cabezas de los que se desplazaban fuera del camino.
Diskant estaba arando a través de las desafortunadas víctimas en su camino como si
no existieran. Directamente al lado de él estaba Trey, y su expresión era igual de
aterradora, mirando a la hermosa vampiro rubia de pie junto a ella.

Hora de irse. Ten cuidado, Ava Brisbane.

243
Ava se volvió para preguntar al vampiro como sabía tanto sobre ella, sus padres y su
conexión. Cuando lo hizo un pasillo vacío la saludó. Ella abrió la boca en el espacio
vacío, sorprendida de encontrar que estaba sola.

― Maldita sea, Ava ― el gruñido en voz alta de Diskant fue la única advertencia que
tuvo antes de ser levantada del suelo y apretada contra su pecho.

Trey pasó más allá de ellos, sus fosas nasales dilatadas capturaron la esencia que
estaba en el aire. Un fuerte gruñido lo llevó por el pasillo y cuando Diskant se giró
para ver de qué se trataba, Ava se congeló. El ex Alfa parecía absolutamente salvaje,
sus colmillos prominentes, ojos afilados y garras visibles. Él giró en un círculo en el
punto exacto que el vampiro había dejado vacante.

― ¿Dónde estás? ― Trey continuó a su vez, los ojos salvajes.

― Trey. ― Diskant advirtió.

― Yo sé que ella todavía está aquí. ― Dejó de moverse y se enfrentó a ellos,


abriendo y cerrando los puños. ― Puedo olerlo, maldita sea.

Ava, Diskant susurró en su mente, preparándola para lo que estaba a punto de


hacer.

Ella reaccionó como esperaba y abrió la conexión entre ellos. Diskant era un Alfa
pero su verdadero poder residía en su capacidad como Omega. Era, para todos los
efectos, una fuerza de paz y podía manipular las emociones para calmar a la bestia
dentro de los que le rodean. Ahora, con su ayuda, podría sustituir a la ira y el odio
con la serenidad, la paz y la calma.

― No te atrevas, maldita sea. ― Trey gruñó mientras el poder de Diskant corría a


través de él extendiéndolo hacia el exterior.

― Lo siento, hombre. ― dijo Diskant.

El iris de Trey de tono ámbar cambió lentamente, convirtiéndose en un color marrón


whisky. Las garras en las puntas de los dedos retrocedieron, al igual que sus caninos,
y sus hombros pasaron de tenso a relajado.

Odio cuando hacen eso. El pensamiento privado de Trey sonaba tan agotado como
parecía. Se apartó de ellos sin decir palabra y se dirigió hacia la barra.
Diskant bajó a Ava al suelo y se inclinó sobre ella, un destello de ira en sus ojos.

244
― Juro por Cristo, si no empiezas a escucharme voy a broncear tu dulce piel follando
delante de Dios y de todos.

― Ella no quería hacerme ningún daño. Vas a tener ... ― Ella gritó cuando él la
arrastró fuera de sus pies y comenzó a caminar por el pasillo, hacia el baño. ― ¿Qué
crees que estás haciendo? ― Ella le espetó, retorciéndose en su hombro.

Él permaneció en silencio mientras caminaba hacia el baño, entró y cerró la puerta


tras de sí. La mirada en sus ojos lo decía todo, pero fue su voz la que hizo hervir su
sangre haciendo que su cuerpo chisporroteara.
Se acercó a ella lentamente acechándola dentro de la pequeña habitación.

― Estoy a punto de mostrarte quién es el jefe, bebé.

Ava aceptó el desafío con una sonrisa, avanzó hacia él del mismo modo intencional y
puso sus manos sobre su pecho caliente.

― Eres más que bienvenido a probar, querido.

****

Trey se quedó mirando la puerta del baño de hombres, donde su mejor amigo
estaba innegablemente consiguiendo su coño, mientras él bebía el resto de su
cerveza, pero sin sentir ningún sabor, ahogando una extraña emoción que no podía
describir. Incluso con la ayuda de Diskant aún sentía que algo le faltaba, una
presencia flotando en el aire, pero fuera de su alcance, y aunque podía percibirla no
podía tocarla.
Cerró los ojos cuando sintió una extraña presión de una mano fantasmal contra su
cuello, acariciándolo como si fuera un niño que necesitaba consuelo. Los dedos no
eran más que susurros en su cuello, bajando por su columna vertebral, hasta que
desaparecieron por un momento y volvieron a repetir la caricia.

¿Caricia? ¿Quién era él bromeando? La sensación no era más que un producto de su


imaginación. Una maldita ilusión. Tal vez estaba perdiendo la cabeza. Tal vez la
pérdida de sus hermanos era demasiado.

No, la suave voz femenina que él conocía tan bien de sus sueños argumentó. No
estás perdiendo tu mente.

Entonces, ¿por qué se sentía así? ¿Por qué estaba tan desquiciado? Tan
desesperado por encontrar un fantasma que no existe? Inesperadamente, sus
pensamientos se dirigieron a la mujer que se atrevió a tocar a la compañera de
245
Diskant. Él la había visto sólo una vez antes, y había asumido erróneamente que ella
era ...

Bueno, algo que un vampiro nunca podría ser.

― Tómalo con calma, hermano. ― La voz profunda de Emory le sacó de sus


pensamientos y Trey levantó la cabeza a tiempo para verlo deslizarse en el asiento
de al lado. ― Tenemos un largo viaje mañana.

― El último. ― Trey murmuró y bebió lo que quedaba en la copa, sosteniendo que


regusto amargo en la boca. Hablando de las vueltas que da la vida. ¿Quién hubiera
imaginado que Emory estaría ahora en calma mientras que él estaba con el tornillo
suelto?

― ¿No vas a volver conmigo una vez que se asiente el polvo? ― Emory preguntó,
mirando al frente.

La sensación fantasmal de dedos rozando su cuello se detuvo, como si el fantasma a


su espalda estuviera ansioso por saber también la respuesta. Se estremeció ante la
pérdida de contacto y rápidamente se maldijo por caer en la demencia, una vez más
y hacerlo de buena gana.

― Ya sabes la respuesta a esa pregunta. ― Levantando la mano, Trey hizo una seña
al camarero que quería otra cerveza, levantando su vaso.

Emory volvió los ojos hacia los afectados en su dirección.

― Pensé que habías dicho que era la última.

Trey estuvo tentado de decirle a su hermano que no era sólo la última copa, sino la
última celebración también. La manada estaba diciéndole adiós, pero lo que no
sabían era que él estaba diciendo adiós también. No había ninguna posibilidad de
que regresara, no después de lo que pensaba hacer. Los Pastores no tenían idea de
lo que habían hecho, no tenían ni idea del infierno que estaba a punto de caer sobre
ellos. Esperaba que continuaran diciendo sus oraciones, porque cuando él
comenzara a hacer su justicia, no tenía la intención de salvar a ninguno de ellos.

Ni uno solo.

― Lo hice ― dijo Trey, aceptando la nueva bebida espumosa. ― ¿No?

― Trey...
246
― Déjame disfrutar de mi cerveza, Emory. ― Se llevó el vaso a los
labios.

Después de un momento Emory se levantó y Trey lo vio caminar en medio de la


multitud y desaparecer cuando se reincorporó a la manada.
Lo que un miserable puño de mierda se había convertido. Había soñado con
momentos como el que él podría haber simplemente compartido con su hermano,
sin luchas, sin recriminaciones, pero estaba demasiado retorcido de la cabeza para
mantener cualquier tipo de conversación informal. Si no estaba con espuma en la
boca por la sangre, estaba babeando por el rastro del olor de un maldito vampiro.
Cuando ese toque reconfortante regresó a su piel, suave y pacificador, se permitió
disfrutar de la cálida caricia por un momento, antes de que él se diera un manotazo
en el cuello hasta que no había nada que lo distraiga, sólo el calor del club, el sonido
de la música y la frialdad del vaso en su mano.

Pronto dejaría todo esto atrás.

Pronto pondría a todos a descansar.

Levantó el vaso, se lo llevó a los labios y ahogó los contenidos.

Pronto...

247
Traducido, corregido y diseñado
en...

EroticBooks
248

También podría gustarte