Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tik Tak Teeth Vol. 1 (Libro Completo - Patreon Chispasrojas)
Tik Tak Teeth Vol. 1 (Libro Completo - Patreon Chispasrojas)
AMAZON.COM/ES
«Nos creó como nosferatu. página 97. Versículo 7». El libro se abrió,
y la página mostró el sello de antiguo estado nosferatu. De forma geomé
trica y tono esmeralda, contenía una afilada rosa con espinas enredada
sobre sí misma. Y se le hizo tan familiar como desconocida.
«Apartado I: Ella premia, y ella castiga», leyó Jungkook en voz baja,
comenzando la historia de su vida. Y de su muerte.
«Hace miles de años, los herederos de los greco-romanos crearon
una abominable enfermedad de sangre. Los brujos nigromantes
buscaban alcanzar la inmortalidad de su especie a través del dominio de
la magia elemental. Pero, tras una maldición de la naturaleza, sus
poderes se desarrollaron sin control alguno durante todo el siglo XI,
viéndose obligados a consumir carne humana y sangre fresca de manera
obsesiva, a cambio de habilidades extraordinarias. La humanidad de los
posteriores siglos les conoció como vampiros, cuyas razas se
fragmentaron a través del tiempo en dos claras e imperfectas formas de
vivir enfrentadas. Moroi y strigoi. Los vampiros moroi decidieron
respetar la vida humana, pero considerándose superiores al resto,
alzaron sus propios muros mágicos e irguieron la sociedad nosferatu,
con un orden establecido y un centro jerárquico sobre sí mismos. La
rosa de espinas se levantó como el sello de sus murallas. Tan hermosos
y tan lastimados por sus remordimientos. Los moroi buscaron
protegerse de la exposición ante la raza humana, tratando de erigir una
comunidad invisible y esencialmente pacífica por el bien de la especie.
Esperaron sobrevivir al castigo que la madre naturaleza les envió por
sus imperfectos crímenes del pasado. Por otro lado, muy distinto,
los vampiros strigoi despreciaron cualquier forma de vida habida y
por haber, considerándola inferior a su creación y embistiendo contra
todos con vehemencia y obsesión. Movidos por el hambre y la sed,
buscaron la destrucción de la especie moroi, como un tornado que
abatiría a cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Hasta
el punto de ser despojados de su alma... como castigo. (…)
Ella. Madre natura rechazó tales abominaciones, tan crueles y
perfectas. Se desvinculó de ellas, desplumando las capas de estos seres
de la preciada vida y bondad, brillante alma y cálido corazón capaz de
bombear sus venas… obligándoles a esconderse en la noche, y vivir con
pena».
Pues ella premia, y si es necesario, ella castiga.
«Pero, ¿sus vidas fueron realmente extinguidas?».
Capítulo 1. Compromiso
Flashback.
Horas antes, en el ala moroi.
—¿Y tú, por qué no te quedas fuera de la academia hasta que salga
el bendito sol de mediodía, Eunhyuk? —arrojó Taehyung colérico—.
Te vendrá bien algo de vitamina D.
Eunhyuk se dio la vuelta y sin decir ni media palabra, se largó del
ala ofreciéndoles la espalda. Jungkook presintió un escalofrío
recorriéndole.
—¿Qué le ha picado ese tipo?
Flashback
Seis años antes. Autopista A3 entre Bucheon e Incheon
Con la cabeza baja y los ojos llenos de una película brillante formada
por lágrimas saladas, Taehyung liberó el secreto que hasta entonces
había enterrado en su pecho. Temblando, con sus dos manos
entrelazadas con las de su compañero, Jungkook apretó sus dedos con
calidez, apartando el desagradable recuerdo que podían olvidar desde
aquel momento.
—Me trajiste… desde el otro lado…
—Yo no sabía qué estaba haciendo —emitió lastimeramente
Taehyung.
—Tae, escúchame… —le dijo Jungkook, tirando de sus manos hacia
sí mismo—. Yo soy quien te debe todo. Seguir vivo, el aire que respiro,
incluso mis latidos. Tú me diste una segunda oportunidad. Y ahora
debemos enfrentarnos a esto juntos.
Taehyung levantó la mirada de brillantes ojos, sus finos dedos se
deslizaron hasta una de sus muñecas, atrayéndole en un abrazo. Él
hundió su cabeza en el hombro de Jungkook, sabiendo que jamás
encontraría mayor recompensa que la de tenerle como compañero de
una vida incierta.
—Jungkook —pronunció apoyando su mejilla en el hombro del
dhampir— yo te querría igual, aunque no te convirtieses en mi guardián.
Jungkook frunció el ceño, y agarrando su rostro con una mano
derramó su mirada molesta sobre él, obviando el hecho de que acababa
de decirle que le quería.
—Pero yo voy a ser tu guardián —le aseguró con cierta ofensa.
Taehyung sonrió dulcemente, frotándose los ojos con el dorso de una
mano mientras el pelinegro soltaba su agarre.
—Qué, ¿acaso tienes mejores opciones que yo? —preguntó con
orgullo y recelo—. ¿Alguien más se ha propuesto sin que yo lo sepa?
—Huh… —Taehyung apretó los labios—. Jimin me dijo que…
—¿¡Jimin!? —chirrió su voz.
Jungkook maldijo interiormente al condenado idiota de su amigo.
—Pensé que estabas de acuerdo —se defendió el moroi alzando
ambas manos en señal de inocencia—. Siempre lo hablábamos de
pequeños.
El azabache se pasó la lengua por los dientes reconociéndoselo
mentalmente. Taehyung podía acceder por privilegios familiares a
obtener la potestad de más de un guardián, y Jimin y él habían bromeado
con «compartirle». Pero claro, entonces sólo era un juego de niños. No
era como si al orgullo leónido de Jungkook se le plantease de verdad
compartirle con alguien.
—¿Te lo ha pedido formalmente? —suspiró con voz ronca,
cruzándose de brazos.
—Eh, sí. Bueno —gesticuló Taehyung—. No es como si se hubiese
arrodillado, pero…
—Vale —le interrumpió Jungkook con recelo, humedeciéndose el
labio inferior con la lengua—. Me parece bien que esté con nosotros.
Pero yo soy el primero de los dos. Y el mejor. El líder del grupo —
sentenció por su propia cuenta.
Si no pudo mostrarse en desacuerdo era porque, técnicamente, Jimin
era uno de los mejores novicios de la academia por algo, y, además, era
la única persona de su edad a la que sabía que podría confiarle hasta su
propia sombra, tal y como haría con Namjoon. Aunque su insoportable
orgullo le susurró que él solito podía encargarse de sobra del futuro de
su moroi, sin ayudas.
—Eso no sería justo para Jimin, ¿no crees? —formuló Taehyung con
una sonrisa.
Jungkook presionó el interior de su propia mejilla con la lengua,
declarando que ya había tenido suficiente burla por su parte.
—Bien, pero yo sé cómo localizarte sin ninguna herramienta, ni
dispositivo —manifestó abiertamente, presumiendo como nadie—. Mi
conexión contigo es incuestionablemente más útil que las cualidades del
tonto de Jimin.
Taehyung abrió un poco los ojos, dudando de su referencia.
—¿Qué? —preguntó con ingenuidad—. ¿A qué te refieres?
El azabache volvió a mirarle, sintiéndose impulsado por el pálpito de
anhelo contárselo. Al principio se sintió algo tímido: casi como si
estuviera a punto de revelarle un secreto del que no se sentía muy
orgulloso. Taehyung se sentó cerca de la capilla, sobre el borde del
paredón de zócalo por el que se derramaban algunos arbustos y
hermosas enredaderas. El dhampir tomó una diminuta dama de noche
arrancándola de la compañía de otras, y se inclinó junto a su hombro
insertándola tras los mechones de cabello claro en su oreja.
—Desde esa noche… conecté contigo a un nivel distinto —dijo ante
la atenta mirada de su compañero—. Tus emociones y pensamientos se
abrieron para mí a través de… un vínculo que a veces he observado.
Como un hilo conductor… como si… pudiera percibir lo que sientes, y
a veces, al cerrar los ojos, ver a través de los tuyos.
Él se distanció para ver cómo le quedaba aquella flor en el pelo.
Creyendo que tal vez, si le hiciera una corona de esas, podría parecer un
príncipe griego.
—Q-qué, ¿qué? —Taehyung se mostró furiosamente ruborizado—.
¡Un momento, Jeon Jungkook! ¡¿estás diciendo que lees mis
pensamientos desde hace un siglo?!
Jungkook sonrió divertido.
—No, no. Yo nunca lo he hecho voluntariamente, aunque a veces
durante las vacaciones sí… —reconoció tímidamente—, pero eso era
porque te echaba de menos. Es como viajar dentro de ti, ¿sabes…?
—¡¡¡Jungkook!!! —El moroi se levantó precipitadamente. Le lanzó
la florecilla a la cara, y le dirigió a él todo el bochorno e indignación de
su persona—. ¿Por qué no me lo habías dicho? ¡¿Por qué te lo has
callado todo este tiempo?!
Jungkook intentó cubrirse de su zarandeo, mientras Taehyung se
sentía brutalmente perturbado por aquel dato.
—¡Te prometo que al principio lo hacía sin querer, no sabía cómo
controlarlo! —se defendió el dhampir cómicamente—. Pero ahora
intento darte tu espacio privado, lo juro.
—¿Sabías todo lo que sentía cuando llegué a la academia? —
interrogó él.
Jungkook se encogió lentamente de hombros.
—Sí —contestó.
Taehyung le soltó y se tapó el rostro con ambas manos, sintiéndose
sofocado.
—No me puedo creer que jamás me dijeras eso —se quejó con voz
amortiguada—, ¡estúpido, estúpido, estúpido!
—Oye —Jungkook liberó unas carcajadas despreocupadas,
aprovechando la situación para burlarse—, lo dices como si hubiera
algo que no te gustaría que supiese que sientes. ¿Escondes alguna
emoción prohibida, Taehyung?
El moroi le miró con un profundo desprecio.
—Tengo que aprender a controlar esto —soltó ignorando su último
comentario—, puedo controlarlo, ¿verdad? Tiene que haber alguna
forma de cerrar ese vínculo a conciencia.
Su compañero azabache continuó riéndose con una agradable risita.
—No es justo que yo no pueda saber o sentir algo que salga de ti
mismo, ¿por qué eso sólo te ha pasado a ti? —añadió Taehyung en su
reclamación—. ¡Es muy injusto!
Jungkook se aproximó a Taehyung, eliminando la sugestiva
distancia entre ambos. Agarró sus dos mejillas acercando sus rostros a
tan sólo unos centímetros.
—No te avergüences por eso, sabes que yo también te quiero
muchísimo —aseguró, sin olvidar el detalle de que, por primera vez, él
también se lo había dicho.
—N-no se trata de eso —farfulló entre sus manos, desviando sus iris
hacia otro lado—, bobo.
Se liberó de Jungkook apartando su rostro en una evidente timidez
por su cercanía. El dhampir se rio con dulzura.
—Hmnh, oye… —añadió Jungkook—. Sé que esto de que sea algo
unilateral puede llegar a ser desconcertante, pero, ¿recuerdas la historia
de Saint Anna, y lo que me dijiste en la biblioteca?
Taehyung volvió a mirarle, apoyándose en el borde del paredón con
los brazos cruzados y pómulos aún sonrosados.
—Oh, ¿te refieres a lo de su elemento? —recordó lentamente.
—Namjoon me ayudó a entrar en la zona restringida de la biblioteca
esa noche —asintió—, y estuve investigando sobre algo después de que
Yeong-Su mencionara que… —trató de explicarle, emitiendo un
suspiro—. Verás, Anna de Blanche fue más especial de lo que pensaba.
Tal vez, vosotros dos, compartís más similitudes de lo que podríamos
llegar a entender. Y su conexión con el dhampir que le acompañaba, se
asemeja a la nuestra. Salvó su vida.
—Saint Anna… ¿tenía…? ¿cómo lo llamabas? —dudó el moroi—.
¿El espíritu?
—Sí. Espíritu, Akash, quintaesencia, éter… ¿se te ocurre alguna otra
forma de llamar a tu forma de convencer a la gente? —bromeó
Jungkook—. Y tú que pensabas que sería por tu cara bonita.
Taehyung esbozó una mueca enfurruñada.
—No me siento orgullo de eso, n-no quiero obligar a nadie a hacer
algo en contra de su voluntad, ¿sabes?
—Lo sé. Tae —pronunció el dhampir cálidamente—, lo que te ha
ocurrido estos días… el espíritu consume la fuerza de su portador. Creo
que lo sucedido nos lo confirma… andaremos con cuidado.
—Mmnh —asintió lentamente—. Se trata de un quinto elemento. No
sabemos cuál es la naturaleza de mi poder, ¿no es así? Qué potencia
podría tener, o los efectos que podría causarme…
—Lo averiguaremos. Sabemos que Saint Anna abusaba de su poder
—razonó Jungkook—, y eso terminó venciéndola psicológicamente.
Por eso acabó con su vida.
Taehyung se mordisqueó el labio inferior en silencio, y Jungkook
volvió a mirarle con afecto, transmitiéndole de alguna forma que ellos
podrían controlarlo.
—No quiero que tengas miedo por eso —le dijo.
—No… no lo tengo —reconoció esporádicamente—. Lo tuve hace
dos noches. Y ayer, cuando tú…
El silencio nocturno se extendió entre ambos tan sólo acompañado
por el canto de un lejano grillo.
—Jungkook. Todo este tiempo no llegué a comprender qué era lo
que me pasaba. Pensé que la magia me había abandonado. Que había
nacido sin ella —dijo dando una vuelta sobre sí mismo, desviando sus
irises en dirección al espacio que les rodeaba—, y quizá suene egoísta,
pero de alguna forma… ahora m-me siento feliz por saber que existe
algo dentro de mí —reconoció tocando su propio pecho—. Aunque no
sepa la magnitud de lo que significa esto.
Jungkook se sintió feliz por él.
—Siempre te ha acompañado. Lo sé… —musitó—, tus padres, una
vez… compartieron conmigo que eras un ángel. Tal vez ellos lo
entendieron a un nivel diferente.
Taehyung le miró con una emoción en el pecho capaz de empañar su
mirada. Pero contra pronóstico, se dibujó una sonrisa en sus labios.
—¿De verdad te dijeron eso? —formuló profundamente
emocionado.
—Sí —contestó con otra sonrisa.
Y pese a que Taehyung no sintiera aquel vínculo de la misma forma
en la que lo hacía Jungkook. Sí que sentía algo. Sabía que… sabía que
él estaba ahí… ligado a sí mismo. Pues podía sentirle muy vivo. El
moroi le agarró del brazo mientras regresaban a la academia esperando
churros y chocolate, y dejando a un lado toda la tristeza y desconcierto
que una vez habían pasado, se sintieron acompañados en aquella calma
esperada antes de la tempestad. El corazón del moroi se vio satisfecho
esa noche, y no sólo por compartir con Jungkook los hechos que tanto
temor les causó a ambos en el pasado, sino porque desde esa noche, tocó
atravesar la línea hacia un futuro incierto en donde pudieran sentirse a
salvo. Y en los oídos de Taehyung aún resonaba el «te quiero
muchísimo» de Jungkook, que calentaba su corazón y agitaba a su
espíritu.
Un te quiero a salvo, en el que Taehyung reconoció mentalmente el
límite que jamás podría atravesar con su querido Jungkook. El primer y
único
«te quiero» seguro entre ellos, bajo las decenas de emociones
encerradas bajo llave que jamás podrían permitirse. Taehyung fue
consciente ese día en la feliz compañía de sus otros dos amigos,
mientras tomaban el clásico chocolate caliente de inicios de invierno de
Incheon.
Y entre toda aquella epifanía que silenció deseando que Jungkook
jamás pudiera percibirlo, jamás creyó que fuera cuestión de tiempo para
que el dhampir se sintiera igual de restringido.
Capítulo 17. Mordiscos
Instantes antes
⛥
—Sí. Sí… le llamaré por la noche de nuevo. No se preocupe, está
todo resuelto —Namjoon colgó la llamada y guardó su teléfono en el
bolsillo.
El pelinegro estaba buscando a alguien, con un actual brote de
nervios, y cuando sus ojos se posaron sobre el moroi, no pudo evitar
pensarlo: El otro Kim.
«Taehyung, Jimin y él tenían ese acuerdo desde hacía tiempo», se
dijo Jungkook. «¿Cómo iba a Jimin a abandonarles? ¿Cómo iría a
traicionarles cerrando su contrato con otra persona?».
—Namjoon, ¿has visto a Jimin? —preguntó directamente.
—Ten. Es tu regalo de graduación —le ofreció formalmente,
ignorando su pregunta—. Se trata de una daga de plata, con mi primer
encantamiento elemental. Es para ti.
Jungkook bajó la cabeza contemplando una pequeña caja rectangular
de terciopelo zafiro.
«¿Es que no podían dejar de regalarle cosas?».
—Ahórratelo —rechazó crispado—. ¿Dónde está Jimin?
Namjoon apretó la mandíbula, y después de desviar su mirada hacia
su alrededor, bajó el tono de voz y se aproximó unos pasos.
—Escucha, Jungkook… tenemos que hablar sobre eso —intentó
excusarse—. Hablé con él. Le pareció que estaba en lo correcto. Todo
ha sido muy precipitado, y hemos pensado que tal vez podríamos aclarar
lo del contrato en-
Jungkook levantó precipitadamente un puño y golpeó en su
mandíbula que giró toda su cabeza y le hizo tambalearse. La gente que
pasaba por el Hall les miró a ambos, percatándose del impacto.
—V-vaya… y mira que Jimin mencionó lo de que nos golpearías —
masculló sintiéndose sorprendido, pero no decepcionado.
—¿Has cerrado el contrato con él, traidor? ¡Sabías perfectamente
que Jimin serviría a Taehyung! ¡Se lo prometió! —exclamó—. ¡Me lo
prometió a mí! ¡Éramos pequeños cuando lo hizo!
—J-Jungkook… escúchame, por favor —le suplicó con un propenso
dolor de mandíbula.
Él clavó sus ojos oscuros sobre Namjoon, con una impenetrable capa
de dolor y desconsuelo, mezclada con ira.
—Hijo de puta… Te lo has guardado todo este tiempo, ¿Cuándo
cambió de opinión Jimin?
—¡Imbécil! —soltó zarandeando su brazo—. ¡Te acabo de hacer un
favor ahí afuera! ¡Acabo de zanjar uno de tus problemas!
—Sí, me has hecho un favor, ¿verdad? —repitió Jungkook con
sarcasmo, liberando unas exageradas carcajadas frente al otro—. ¿A
mí?
—Sí, a ti —manifestó Namjoon con firmeza—. A Jimin y a ti. A
vuestro vínculo parabatai, y a tu relación con Kim Taehyung.
Jungkook parpadeó, retrocediendo unos pasos. La mandíbula de
Namjoon refleja lentamente la marca de su golpe, dibujándose
lentamente.
—¿Qué mierda estás diciendo?
—Lo de anoche fue un ataque premeditado, Jungkook —expresó
Namjoon duramente—. Ahí afuera, hay alguien que quiere algo. Y no
sé si se trata de ti, de Taehyung, o qué demonios es lo que está pasando.
Pero créeme, no es casualidad. Y sabes perfectamente que has pensado
lo mismo que yo.
Jungkook se cruzó de brazos, sin apartar su afilada mirada.
—¿Y qué tiene que ver eso con el contrato? Namjoon exhaló su
aliento.
—Mira, no voy a hablar de lo que le pasa a Taehyung, decírtelo o no
es su decisión —aludió sobre sus sentimientos, pese a que Jungkook no
lo entendiese—. Pero Jimin te quiere, Jungkook, para él tú eres su única
ancla…
—Para mí también es importante —se defendió Jungkook—. ¿Qué
piensas? ¿Qué yo le hubiera abandonado en el bosque para que muriese?
—No, pero para él eres más importante que un moroi, ¿entiendes?
— dijo—. No salvaría el culo de Taehyung si tiene que salvar el tuyo
primero. Porque él piensa en protegerte.
—¿En protegerme…?
—Jungkook, no estás con un moroi cualquiera, has firmado un
contrato con un príncipe, el hermano pequeño del rey y el heredero de
la monarquía nosferatu —le recordó—. Jimin le prometió lealtad a
Taehyung porque quería estar contigo, ¡no con Taehyung! ¡contigo!
Jungkook se sintió golpeado por sus palabras. Él también quería estar
con Jimin, y no tenía dudas sobre ello. Pero un momento, llegó a pensar
en que Namjoon se refería a algo más.
—Se trata de prioridades. Eso que todos tenemos —prosiguió—. Si
una habitación se estuviese llenando de agua contigo dentro, ¿a quién
le entregarías tu oxígeno? Porque Jimin lo haría contigo, y eso está
prohibido, Jungkook. Dos guardianes no pueden sacrificar a un moroi
por protegerse mutuamente; el moroi siempre debe de está por encima,
incluso aunque el otro sea tu parabatai —respiró agitadamente—. Llevo
viéndoos juntos desde hace años… y sé que tú darías tu vida por Kim
Taehyung porque estás loco por él; pero Jimin la daría por ti, y si
Taehyung muere… a él le ejecutarían… en el mejor de los casos. Porque
en el peor de todos, le encerrarían bajo tierra para torturarle. Y te
obligarían a verlo.
—No puedes estar diciéndome esto. No ahora —murmuró
Jungkook—. No puedes decirme que a Jimin le ha parecido bien esto.
No puedo creer que aceptase… firmar otro contrato…
—Pues lo ha hecho —respondió Namjoon con aspereza—. Oye, sólo
os estoy protegiendo, ¿vale? Tal vez ahora me odies, o le odies, pero me
darás las gracias cuando entiendas que ser guardián significa esto:
perderlo todo, incluso lo que creías que mantendrías.
Jungkook apretó los párpados, exhala una sonrisa nada divertida.
—Que te jodan, Nam —le dedicó en un gruñido—. Que te jodan
muchísimo… Que os jodan a los dos…
Namjoon le agarró del brazo cuando trató de pasar por su lado.
—Las relaciones amorosas con alguien de la realeza moroi están
penadas con más de 50 años de aislamiento —masculló en su oreja—.
Y adivina qué. Cincuenta años es toda tu vida echada a perder. Sabes
perfectamente que amarle es una locura. Sólo te castigarán a ti por
hacerlo. Por favor… olvida a tu corazón…
Jungkook se deshizo de su brazo y agarró el cuello de su camisa con
un fuerte tirón capaz de levantar al moroi. Frente al rostro del otro, y
con sus respectivas narices a punto de rozarse, recibió la primera
amenaza de su vida:
—No quiero volver a verte, ni a ti, ni a Jimin. Podéis pudriros juntos
el infierno.
Namjoon recuperó su respiración cuando el dhampir le soltó
bruscamente. Jungkook le ofreció su espalda con una gran cólera
penetrándole. ¿Jimin y él eran demasiado buenos amigos, y por eso
debían distanciarse? ¿Estaba mal amar a Taehyung como lo hacía?
«Estupideces», se dijo.
Aunque lo de Taehyung podía ser cierto, pero él llevaba un año
completo trabajando en cómo aislar sus sentimientos, pese a que…
hubieran estado a punto de besarse por la mañana en la enfermería… ¿o
lo había malinterpretado?
Sin embargo, Namjoon le parecía hipócrita. Él había mantenido una
relación esporádica y de carácter sexual con Irissa, dhampir ya fallecida.
Su maldita raza moroi seguía engendrando dhampir cuando nadie
miraba, abandonando bebés híbridos sin que nadie dijera nada. Y era
asqueroso. Odiaba pensar en ello, y odiaba saber lo poco que su
existencia significaba.
Jungkook atravesó un ala y encontró a Taehyung junto a unos
ventanales. Sus claros iris estaban brillantes, como si hubiese estado
tragándose sus lágrimas durante demasiado tiempo. Jimin estaba a su
lado, compartiendo previamente algún tipo de conversación similar a la
que Jungkook necesitaba. Pero en ese momento, Jungkook se dirigió
hacia Jimin con puro fuego en sus ojos. Taehyung le vio aproximarse,
percibiendo el intenso bombeo de su corazón deseando escapar por su
garganta. El aroma de la adrenalina mezclándose en sus venas, y la
traición dibujada en sus pupilas.
—¡Hijo de puta, traidor! —le gritó tratando de abalanzarse sobre el
que consideró a su amigo.
Taehyung se interpuso entre ambos, posando una mano en el pecho
de Jungkook.
—Sshh, Jungkook… —pronunció Taehyung para tranquilizarle—.
Ya está hecho… no podemos hacer nada…
Jungkook exhaló una sonrisa por encima del hombro de Taehyung,
con los ojos clavados en el dhampir. Como una pantera deseando
morderle, si Taehyung no le sirviese como barricada.
—Lo siento, Kook… —se lamentó Jimin—. Yo no-
—¿El qué sientes, Jimin? —le arrojó el azabache—. ¿Habernos
abandonado? ¿Traicionar tu lealtad hacia Taehyung? ¿Romper nuestra
amistad?
Jimin se encogió por sus palabras. Él no quería romper su amistad,
pero Jungkook había entrado en cólera.
—Kookie —Taehyung sostuvo sus mejillas, dirigiendo sus iris
castaños hasta los propios—. Seguiremos juntos, ¿vale? Lo hemos
hablado.
—P-podemos vernos los cuatro —se excusó Jimin lastimeramente.
Jungkook agarró las muñecas de Taehyung y las apartó de su rostro. Sin
soltar una de ellas, la sostuvo entre sus dedos antes de llevárselo
consigo.
—¿Sabes qué? Me alegra que cambiaras de idea, así dejas de
molestarnos —le dijo a Jimin por última vez, con carácter hiriente—.
Era ridículo pensar que le jurases a Taehyung cuando sabías que
nosotros estábamos comprometidos desde niños. Él no te necesita, y yo
tampoco… yo nunca te he necesitado…
Jimin sintió un nudo en la garganta percibiendo la furia de su amigo.
Cuando él arrastró a Taehyung lejos de su vista, sus ojos se llenaron de
lágrimas que desgarraron su pecho.
Capítulo 22. Tapar el sol con un dedo