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7.5 Outtakes From The Grave
7.5 Outtakes From The Grave
Nota de la autora: Los comienzos son mi cruz. Tiendo a sobrecargarlos y, por ello, a
cortar gran parte de mi primer borrador en la versión publicada. Besos de Sangre no fue
diferente. No solo lo sobrecargué, sino que crucé mercados porque el comienzo original
muestra a Cat como una adolescente ingenua, lo cual habría confundido a los editores y
agentes a pensar que esta era una novela para jóvenes adultos en lugar de un romance
paranormal para adultos. Además de eso, el antiguo comienzo es muy violento, puesto que
muestra a Cat encontrándose con su primer vampiro, así que no había mucho que pudiera
atraer a un editor o a un agente, incluso si se daban cuenta de que era un romance para
adultos. Esta es la razón por la que, después de varios rechazos, corté esta parte del
manuscrito tras darme cuenta que el tema de su inocencia perdida y encuentro con sus
tendencias homicidas no iban mucho con el resto de la novela. El principio original termina
en la primera oración de la versión publicada de Besos de Sangre.
Otra diferencia que los lectores verán es la edad de Cat. En esta versión sólo tiene
diecinueve años cuando conoce a Bones. Esto es debido a una combinación de intrusión del
autor y falta de conocimiento sobre la industria editorial. Me mudé y me casé con
diecinueve años, así que no pensaba que era una edad muy temprana para que mi heroína se
viera envuelta en una relación pasional. También sabía que Cat envejecería bastantes años
entre el primer y el segundo libro, así que no me preocupaba que fuera a tener esa edad
durante toda la historia. Sin embargo, el agente con el que firmé finalmente me dijo que
tenía que hacer a Cat más mayor porque era demasiado joven para ser una heroína en el
mercado adulto tradicional. Me comprometí a ello aumentando su edad a veinte y después
tuve que volver a aumentar su edad a veintidós cuando Harper Collins adquirió la novela.
No cambié mucho más en Cat para que armonizara con su nueva edad en la historia, así
que después algunos lectores señalaron correctamente en sus críticas que Cat parecía ser
menor de veintidós En el comienzo original, sin embargo, es una inocente chica de dieciséis
años que está a punto de toparse frente a frente con su primer vampiro.
Cuando dejé mi casa ese día, no tenía ninguna intención de matar a nadie.
Había estado buscando a mi novio, Danny. Lo conocí hace unas semanas cuando
su coche se descompuso cerca de la huerta de mis abuelos. Conducir de noche era
una de las formas en las que me escapaba de las burlas de otros chicos sobre mi
ilegitimidad. Así es como era este pequeño pueblo. A la gente aún le importaban
esas cosas.
Por supuesto, si comparas ser ilegitimo con que mi padre sea un vampiro,
apenas importaba.
No es que mis vecinos lo supieran. Tampoco lo hacían mis abuelos, con los
que vivíamos mi madre y yo. La gente no creía en vampiros. Solo mi madre sabía
lo que era. El hombre que la violó hace casi diecisiete años había re-definido el
término “besuqueo”. Al menos eso explicaba su naturaleza distante y recelosa
hacia todo el mundo, especialmente hacia mí. Mi madre odiaba a los vampiros con
una pasión patológica, y yo era medio vampiro, lo quisiera o no.
Danny no me había llamado en toda la semana. Lo llamé el lunes y le dejé un
mensaje. El martes volví a llamar. El miércoles le dejé un mensaje con mayor
preocupación. ¿Me habría llamado sin que mis abuelos me lo hubieran dicho?
Pensaban que era demasiado joven para salir con alguien, así que no me habría
sorprendido.
Para el jueves me imaginé todo tipo de cosas horribles que podrían haberle
pasado a Danny. Había sido víctima de robo, o un accidente de coche, comida
envenenada, en la cárcel por conducir mientras estaba borracho. Mi mente era un
suministro sin fin de malas posibilidades. Cuando llegó el viernes, estaba casi
enferma de preocupación. Sabía que había otras cosas más terribles que podían
haberle pasado a Danny. Cosas que ningún departamento policial común sabría.
Sin decir a mi madre dónde iba, me fui al apartamento de Danny. Vivía a una
hora en Columbus. Cuando paré en su edificio, salí volando de mi camión y
aporreé su puerta. No hubo respuesta, y su coche no estaba allí. Bueno, no había
habido suerte aquí, pero alguien tenía que saber si estaba bien. Después de algunos
intentos fallidos, encontré la fraternidad de su amigo George donde Danny me
había llevado el pasado fin de semana. Estacioné enfrente y caminé entre los chicos
universitarios.
Un chico me paró en mi camino hacia la habitación de George.
―¿Quién eres?
Le sonreí.
―Soy Catherine. Estoy buscando a George, estuve aquí la semana pasada. Él,
umm, me ayudó con mi carnet.
George era falsificador además de ser un estudiante universitario. El pasado
sábado me había hecho un carnet en el que ponía que tenía veintiuno. Danny ya
tenía uno. Por eso me lo hice, así podía ir a lugares a los que iba Danny.
―Espera aquí. Voy a ver si George todavía anda por aquí.
Después de unos minutos apareció George, mostrándose confuso y un poco
irritable.
―Cathy, ¿qué haces aquí? No habrás perdido tu identificación ya, ¿no?
―George. ―Mi voz se quebró un poco por la tensión―. ¿Has visto a Danny?
No he podido contactar con él en toda la semana. ¿Está bien?
Su cara transmitió algo que no podía nombrar.
―Sí, Danny está bien. De hecho está en el Galaxy, el club donde fueron la
semana pasada. ¿Recuerdas dónde está?
―Um, no llegamos a ir el fin de semana pasado. ―Sabía que mi cara estaba
roja, pero no dejé que eso me detuviera―. ¿Puedes decirme como llegar?
Se mostraba reacio, pero persistí. Cuando tuve las indicaciones, le di las
gracias y me fui, tan emocionada de saber que Danny estaba bien que olvidé
preguntarme por qué no me había llamado.
Nota del autor: Esta escena originalmente tomaba lugar en el capítulo cinco, justo
después de que Bones le dice a Cat que ella ha alcanzado el momento de su entrenamiento
en donde él la va a convertir en una seductora. Me había divertido escribiéndola, pero
finalmente fue sacada en un intento de mantener el ritmo más rápido. Más por este punto,
asumí que los lectores estaban listos para llegar hasta el aspecto romántico de la novela, y
esta escena prolongó eso, aunque sí mostró a Cat empezando a considerar a Bones más un
hombre que un monstruo.
Bones se apoyó contra la cabecera de la cama con ella en sus brazos, reacio a
separarse de su cuerpo pero deslizándose hacia fuera para que su polla descansara
justo debajo de su calidez en lugar de adentro de esta. El corazón de ella seguía
latiendo a un ritmo frenético y respiraba de manera entrecortada incluso mientras
sus ojos revoleteaban cerrados.
La sostuvo y respiró profundamente. Su sudor se pegó al suyo,
enmascarando su esencia con la de ella, como si ahora ella oliera más a él que a ella
misma. Esto creó una nueva esencia mixta que no era ni de ella ni de él, sino de
ambos y la inhaló de nuevo para absorberla.
He esperado tanto tiempo
Estaba sorprendido por el pensamiento, porque ocho semanas para lograr
tenerla en su cama no era tanto tiempo. Aun así, no podía negar la sensación de
gran alivio. Como si algo que le había sido negado al fin estaba aquí. No era la
relajación que sentía usualmente después de una follada sumamente satisfactoria
―y ella era tan apasionada como él soñó― sino algo más.
Él era feliz.
Eso sonaba como algo trivial, pero Bones no podía recordar la última vez que
fue realmente feliz. Oh, había estado satisfecho, contento, complacido, encantado,
estimulado, impresionado e inclusive emotivo con muchas de las mujeres en su
vida, pero este sentimiento de felicidad era tan ajeno a él que se preguntó si alguna
vez lo había sentido antes.
Su pasado destelló a través de su memoria, caras femeninas desdibujándose.
Cuando finalmente recordó la última vez que sintió algo cercano a esto, un bulto se
formó en su garganta.
Ahí está mi hermoso niño. Duerme ahora, Crispin, estoy aquí…
Su madre. Siendo un niño, él se quedaba despierto hasta que ella venía a la
cama, siempre con miedo de que si se quedaba dormido, algo malo podría pasarle
a ella. Solía odiar la noche, porque la oscuridad significada que lo mantendrían
abajo en la cocina o que lo enviarían fuera de la casa a esperar que fuera muy
tarde, cuando una de las otras damas lo llevaría a hurtadillas hasta arriba.
Entonces, tendría que esperar más tiempo, sus ojos pesados pero su corazón
palpitando, preguntándose si su madre tendría moretones de nuevo o si vendría a
la cama siquiera.
Cuando lo hacía, cuando no estaba herida, enferma o sufriendo de la
enfermedad que finalmente se la llevó, lo sostenía hasta que él se dormía. Le
acariciaba el cabello, tarareaba una canción y le susurraba que era el más hermoso
niño en todo Londres, y que algún día sería un príncipe. Él fue feliz en ese
entonces, sabiendo que su madre estaba a salvo y oyendo las encantadoras
mentiras que la juventud le permitió creer. Sí, mamá, seré un príncipe, y tu vivirás en
mi castillo y nunca tendrás que ver a esos hombres horribles de nuevo.
Pero no hubo un castillo. Sólo un burdel que fue su hogar aun después de
que su madre muriera de sífilis. Entonces él sería la puta, usando la misma belleza
de la que su madre habló como moneda de cambio para cualquier mujer con
dinero que gastar y una picazón que rascar. No había tenido más opción que
venderse a sí mismo, así como ella tampoco la tuvo. El convertirse en vampiro
cambió todo eso. Después de todo, podía escoger a quién dar placer y no había
escasez de mujeres. Pero ellas no lo habían hecho feliz. Nada pudo hacerlo… hasta
esto.
Ella suspiró. Su respiración se reguló. Así como su corazón, que ya no latía
contra su pecho como un pequeño pájaro tratando de salir libre. Sus ojos seguían
cerrados, y un pequeño estremecimiento la atravesó. Sin la pasión para calentarla,
el frío en la cueva estaba haciéndose notar.
Bones subió la manta, cubriéndolos a ambos. Ella se acurrucó más cerca
contra él con un murmuro ininteligible. Sus brazos colgaban flojos alrededor de su
cuello, lo que dejaba a su respiración hacerle cosquillas en su pecho con suaves
resoplidos. Inhaló una vez más, pensando que podría respirar toda la noche solo
para seguir obteniendo su esencia de manera más profunda dentro de él.
Te amo, Gatita.
Sonrió ante las palabras que aún no se atrevía a decir en voz alta. No
importaba que ella fuera demasiado joven, demasiado terca, de mente muy
cerrada, muy temperamental… la amaba. Si fuera practico, hubiera elegido a
alguien mucho más compatible. Pero el amor no era algo que escogías. Te escogía a
ti, probando que ser práctico no tenía nada que ver con ello. Todos esos siglos
creyendo que a él le faltaba el ingrediente que le permitía a la gente enamorarse
locamente, y aquí lo había encontrado a él cuando menos se lo esperaba. Era
suficiente para hacerle creer que el destino podía existir después de todo, incluso si
Cat era demasiado buena para él, a pesar de sus fallas.
Su valentía lo dejó asombrado, su sentido de lealtad fue directo al hueso, sus
agallas lo hicieron reír, y la vulnerabilidad que ella trató tan duro de esconder, lo
hizo querer decirle una y otra vez lo extraordinaria que era. Ella no lo veía, por
supuesto. Solo medía su valor de acuerdo a la cantidad de cadáveres de vampiros
que le llevaba a su madre, como si el amor de una madre era algo que necesitaba
ser adquirido con sangre. Algún día se daría cuenta o que su madre la amaba o que
no lo hacía, y si no lo hacía, ninguna cantidad de venganza podría inclinar la
balanza a su favor.
Ella se movió, susurró su nombre y luego empezó a roncar. Los sonidos
fuertes lo hicieron sonreír abiertamente. Millones de mujeres en el mundo y se
había enamorado de una mestiza que roncaba. Resultó que el Todopoderoso tenía
un gran sentido del humor. Si no creyera que podría asustarla y sacarla de la cama,
la despertaría y le diría cómo se sentía. Pero ella no estaba lista para oírlo. Un paso
a la vez, se recordó. Ella ya había dado pasos agigantados desde creer que todos los
vampiros eran escorias asesinas a caer dormida en sus brazos después de horas de
hacer el amor.
Pero mañana las cosas podrían ser diferentes.
El pensamiento envió un escalofrió a través de él que no tenía nada que ver
con la temperatura en la cueva. Ella no tenía la intención, cuando su noche
comenzó, de que terminara de esta manera. Demonios, ella ni siquiera le había
hablado en días. ¿Qué si mañana le dice que esto fue un error y que no podía pasar
de nuevo?
Bones empujó el pensamiento lejos. No había vivido tanto tiempo para
rendirse ante algo que quisiera, y nunca había querido a nada más que a ella. Si
ella se despertaba y lamentaba lo que pasó entre ellos, bueno entonces, solo tendría
que hacerle cambiar de opinión.
Porque no correrás lejos de mí, pensó, apartando su cabello de su cara. Te lo
prometo, Gatita… y me lo prometo a mí mismo.
Capítulo 4
Después de la mañana siguiente
Nota de la autora: Esta sección contiene una versión diferente de lo que pasó
después de que Cat, finalmente, sucumbiera a los encantos de Bones. En la versión
publicada, Bones y Cat van a Charlotte en busca del líder de la red de tráfico de humanos
que están intentando cerrar. En la versión original, se hablaría de la trata de humanos hasta
mucho después. En cambio, la primera mitad de la historia estaría más centrada en la
batalla emocional de Cat mientras lidia con enamorarse de un vampiro cuando sigue
creyendo que los vampiros son malvados. Sin embargo, terminé quitando mucho de eso y
agregando el arco del tráfico de humanos en lugar de esas escenas porque revelaba la trama
global exterior de la historia y su villano principal Hennessey, mucho antes.
Finalmente, esto también contiene una escena adicional de sexo. La eliminé porque
sentí que el libro ya tenía suficientes escenas sexuales. Para aquellos de ustedes a los que les
gustan más las cosas sexys, ahora podrán ver lo que no se vio en la versión publicada.
1
Snuff: Son grabaciones de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio, entre
otros crímenes reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) con la finalidad de
distribuirlas comercialmente para entretenimiento.
Con su altura, Eric fue el primero que atisbé. Bones no estaba bromeando
cuando dijo que era alto y delgado. Eric debía medir como dos metros
aproximadamente y pesaba no más de setenta y cinco kilos. Como su eso no fuera
suficiente, también estaba la dentada cicatriz en su rostro. Concursante número
uno. Situado a su lado estaba el que debía ser Ed. Él estaba cerca del metro y
medio. Como me lo habían descrito, había tatuajes decorando sus brazos como si
fueran ropa. Estaban en la pista de baile, aparentemente bailando entre sí. Ansiosa
por terminar cuanto antes, me encaminé hacia ahí.
Sorteando a las personas, comencé a bailar cerca de ellos. La verdad sea
dicha. Había descubierto que disfrutaba bailar. Era algo a lo que mi cuerpo
respondía que no involucraba despertar con un vampiro. Capté sus miradas y
sonreí, bailé cerca hasta que terminé, prácticamente, entre ellos. Para mi sorpresa,
no lucían interesados. Después de unos minutos, Eric le dio una mirada a Ed y se
movieron cerca de un tipo como de mi edad hasta posicionarlo en medio. El calor
en sus miradas al ver al otro hombre lo hizo todo perfectamente claro.
Rindiéndome, regresé al bar donde Bones estaba sentado. Él le dio un trago a su
whiskey seco. Me sorprende cómo los vampiros eran capaces de comer y beber
tanto como quieran incluso aunque sus cuerpos no trabajan como los humanos.
Dejándome caer a su lado, tomé su vaso y me tomé todo de un trago sin preguntar.
―Parece que hoy podré mantener mis bragas puestas ―comenté.
Una oscura ceja se alzó interrogativamente hacia mí.
―¿Me perdí algo?
―Sí, lo hiciste. Parece que tú serás el cebo hoy. Ellos no mirarán hacia mí.
Bones ordenó otra bebida y digirió la información. Finalmente, se encogió
ligeramente de hombros.
―La inteligencia de esos tipos solo llegó hasta este punto. Al menos, la
localización y el tiempo fueron correctos. Así que mantente ahí, vigilando. Cuando
salga por esa puerta trasera, te quiero detrás de mí en tres, ¿entiendes?
La sonrisa maliciosa que atravesó mi rostro pasó inadvertida. Era bueno ver a
alguien ser el cebo que no fuera yo.
―Estaré detrás de ti en tres ¿o lo estarán ellos?
Me dio una mirada.
―Sólo llega ahí.
―Oh, cariño ―lo llamé alegremente después de que se alejara. Él se detuvo,
arqueando una ceja―. ¡No olvides quitarte las bragas!
Riendo, ignoré las miradas extrañadas que recibí de las personas que estaban
al alcance del oído y en su lugar disfruté la mirada oscura que él me lanzó.
A su favor, él trabajó rápido. Después de unos pocos bailes con los chicos y
unas bebidas, ya estaban saliendo por la mal iluminada puerta trasera en menos de
veinte minutos. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos, ajusté mi reloj y
esperé, moviéndome para estar en el radio de acción cuando sonara. Contando los
últimos diez segundos, saqué las estacas de mis botas y las acomodé en ambas
manos para el momento en que el cronómetro llegó a cero.
El callejón detrás del club no estaba iluminado. Cerca de las dos de la
mañana, estaba desierto y completamente oscuro. Sin embargo, con mi mejorada
visión podía distinguir tres figuras cerca del basurero, que estaba ensombrecido
por las largas ramas de un árbol. Una de las figuras dejó escapar un grito que fue
abruptamente cortado.
Cargando hacia adelante, me impulsé a la espalda del vampiro más cercano,
que resultó ser Eric. Sintiendo mi ataque, volteó justo antes de que lo golpeara. Por
ese segundo, la estaca que estaba destinada a golpear su corazón se clavó
profundamente en su hombro. Dejó salir un aullido, que acallé lanzándole un
cuchillo justo en el centro de su garganta. Ahora lo que sonaba era un ruidoso
gorgoteo. Eric saltó hacia mí pero me moví a un lado y él no estaba preparado para
mi velocidad. Se incorporó rápidamente y lo golpeé con una dura patada,
haciéndolo caer de espaldas. Cuando estaba en el suelo, me lancé hacia él haciendo
un martinete con mi codo destrozándole las costillas. Inmediatamente, estrellé mi
rodilla en su entrepierna. Cuando instintivamente se dobló, la estaca en mi mano
izquierda encontró su objetivo y golpeó su corazón. Tres desgarradores giros y se
relajó permanentemente. Saltando sobre mis pies, miré alrededor para ver cómo le
había ido a Bones.
Estaba parado a una docena de pies lejos de mí, mirándome. Por la cabeza
yaciendo a sus pies, podía decir que él había sido más rápido que yo en acabar con
su objetivo. Mi adrenalina bombeaba, la sangre corría por mis venas debido al
salvajismo de la pelea y la rapidez con la que terminó. La cruda realidad era esta:
la pelea había terminado y yo quería más. Era mi primera probada de la sed de
sangre.
―Quédate aquí mientras voy por el auto ―gruñó.
En menos de dos minutos la camioneta se detuvo con las luces encendidas
tan cerca como pudo del estrecho callejón. Bones saltó y abrió el maletero. Retorció
la cabeza de Eric y lanzó lo restante de ambos cuerpos al basurero. Después lanzó
las dos cabezas por la ventana trasera y las cubrió con plástico que ya había
extendido. Había una gruesa manta sobre el plástico. Para cualquier observador
casual sería sólo chatarra lanzada en la parte de atrás. Tan pronto como cerró el
maletero, Bones me jaló hacia él y me besó con la agresividad residual que
quedaba en él.
Decir que le respondí es ponerlo suave. Aún tenía un exceso de energía, que
buscaba una manera de salir, y él era mejor que la violencia. Desgarré su chaleco.
Los botones volaron y enterré mis manos en su pecho y abrí mi boca para rastrillar
mi lengua con la suya. Su boca estaba sellada sobre la mía y mi mano libre se clavó
en su cintura para acercarlo más.
Después de un minuto, se separó.
―Es demasiado peligroso aquí afuera. No sabemos quién puede aparecer.
―¿Qué pasa si los cadáveres son descubiertos en el basurero? ―pregunté, mi
voz aún inestable por la avalancha de pasión y la adrenalina restante.
Él sonrió en mi dirección.
―Mañana dejaremos este estado, así que no importa. Las cabezas son la
razón por la que traje la caja con hielo seco. Serán enviadas mañanas al cliente.
Me pregunté qué haría el padre con los espeluznantes trofeos. El hombre
realmente no podía ponerla en la vitrina a lado de la cristalería.
―¿Pero qué pasa con la policía? ―persistí mientras nos alejábamos del
basurero, nuevo hogar de los cuerpos descabezados.
―¿La policía? Esa es la parte divertida, amor. Cuando un vampiro muere, su
cuerpo se descompone y muestra su verdadera edad. Esa es la razón por la que
algunas veces lucen como recientes momias. Sólo déjalos tratar de averiguar cómo
dos cadáveres de cincuenta años vestidos con ropa moderna terminaron en la
basura. Sólo la imagen de ellos rascándose la barbilla mientras lo piensan me hace
reír.
―¿En serio? ―Entre más aprendía, más me daba cuenta de lo poco que sabía.
―Sí, en serio.
Paramos en una luz roja. Se inclinó y me besó, entrelazando los dedos en mi
cabello. Amaba la manera en la que me besaba, como si estuviera bebiendo de mí y
aun así siguiera sediento.
Una bocina nos pitó para decirnos que la luz era verde. Él lo ignoró, incluso
aunque sonó varias veces más, hasta que terminó de explorar mi boca y mis labios
estaban ligeramente inflamados.
Bajando la ventanilla, le mostró el dedo como saludo al auto detrás de
nosotros y aceleró justo antes de que la luz se volviera roja de nuevo. Me recliné en
el asiento, con los ojos medio cerrados y mirando su perfil mientras él avanzaba a
través del escaso tráfico. Hicimos buen tiempo de regreso al hotel.
Tan pronto como estacionó, me jaló de nuevo hacia él. Dios, pero él podía
hacerme doler de necesidad, sin importar que yo sabía que estar con él era un
terrible error. Empujé sus hombros cuando sus manos comenzaron a deslizarse por
el corto dobladillo de mi vestido.
―Aquí no. ―Jadeé, que era lo más cerca a “para” que podía forzarme a decir.
Se apartó bruscamente y abrió de golpe su puerta. Salí también, agarrando el
abrigo que iba a usar antes para ocultar las manchas de sangre en mi vestido.
Después de todo, no me habría ayudado lucir como asesina enfrente de los
agradables empleados del hotel. Bones jaló su chaqueta de mezclilla sobre su
pecho desnudo y se mantuvo rodeándome con el brazo mientras nos
apresurábamos al vestíbulo. El mismo encargado que nos había recibido estaba
solo en el escritorio. Pobre hombre, aparentemente tenía el turno de la noche.
Cuando alcanzamos los ascensores, Bones me lanzó una mirada maliciosa
antes de hablarle al encargado.
―Para que conste, sí vamos a tener sexo esta noche.
Mortificada, lo abofeteé. Él se rió y me agarró, besándome tan sonoramente
que ni me di cuenta de cuándo me había metido al elevador. Las puertas se
cerraron ante la estupefacta cara del encargado que seguía mirándonos.
Apenas si logramos entrar a la habitación. Tan pronto como la puerta se
abrió, caímos en el suelo, tirando una mesa y estrellando una lámpara en el suelo.
Bones pateó la puerta mientras se deshacía de su pantalón, arrancándolo en su
impaciencia. Me deslicé en el suelo debajo de él. La alfombra raspaba mi piel
mientras él levantaba mi vestido a mi cintura y enterraba su cara entre mis piernas.
Estiré mis manos detrás de mí, inconscientemente buscando con los dedos algo
mientras él seguía con su erótico asalto a mi sensitiva carne. Algo sólido chocó con
mi mano, la lámpara de la mesa. Su lengua me acuchillaba y tomé la base de la
lámpara. Después de un momento se rompió y cortó mi palma. Ni siquiera sentí el
dolor. Solo registraba la sensación de su boca y eso me encendió como si él hubiera
alimentado fuego.
―Ahora. Ahora… ―Las palabras salieron entrecortadas por el deseo. Todo
me dolía por tenerlo dentro de nuevo.
―No ―gruñó, con la voz silenciada por mi piel y su lengua atormentándome
sin piedad con el placer.
―Sí. Ahora. ―Frustrada, mis uñas rasgaron la alfombra, mi espalda se
arqueaba con cada húmeda estocada.
―Dime que me deseas. Di las palabras. ―Se detuvo lo suficiente para
levantar su cabeza y ver mi rostro. Sus ojos perforaban los míos, implacables, y su
lengua chasqueaba burlonamente sobre mi temblorosa carne.
Destellos centellaban ante mis ojos.
―Sí, oh Dios, sí. Te deseo. Ahora. ―Si hubiera tenido algún secreto nacional
lo habría revelado. Lo que fuera para que siguiera.
Él arrastró su boca sobre mi estómago, deteniéndose para desgarrar mi
vestido y rodear cada pezón antes de que su cuerpo cubriera el mío. Abrí mis
piernas y gemí estremecedoramente conforme él se iba deslizando dentro de mí.
Rotó lentamente sus caderas y mis brazos se envolvieron alrededor de él para que
nada nos separara. Mi mano se dobló donde el vidrio se había deslizado sobre mi
palma. Él tomó mi muñeca y lamió la herida mientras seguía moviéndose dentro
de mí. Jalé mi mano y lo besé, saboreando mi sangre y otras cosas mientras su
lengua acariciaba la mía.
―No puedo tener suficiente de ti ―murmuró en mi boca.
Bien, pensé. Entonces no pararás.
Bones rodeó mi cintura con sus brazos y nos dio la vuelta, siendo yo la que
quedaba encima. Esto no había pasado antes y vacilé, insegura.
Los músculos de su estómago se flexionaban mientras él se sentaba. Sus
manos acariciaron mi espalda, ojos oscuros brillando verdes por la lujuria. Su
sensual arqueamiento debajo de mí para frotar su pelvis con la mía hizo que mi
timidez se esfumara.
―Bones ―gemí―. Te sientes tan bien que me volverás loca.
Él sonrió y dirigió su cabeza a mis pechos.
―Esa es la intención. Ahora es tu turno. Tan duro o gentil como quieras, tú
decides. Estás a cargo.
Repetí el movimiento que él había hecho. Su pelvis golpeaba repetidamente
mi punto más sensible, mandando resplandeciente calor a través de mí. Estar a
cargo nunca se había sentido tan bien.
―Veremos si puedo volverte loco a ti ―dije guturalmente y comencé a
moverme con un solo propósito en mente.
―¡Mierda!
La palabra brotó de mi boca cuando desperté con la luz del sol asomándose a
través de las pesadas cortinas y Bones se acurrucaba a mi lado. ¿Qué estaba mal
conmigo? Cuando el sol se escondía parecía llevarse mi sentido común con él.
―No de nuevo… ―murmuró Bones antes de apretar su agarre sobre mí e
hizo que casi saltara de la cama.
Me retorcí, consciente de que ambos estábamos desnudos y que el
frotamiento constante no era una buena idea.
―Suéltame.
Él pareció considerarlo por un momento y después me jaló más cerca.
―No.
―¡Vamos, Bones! Tenemos que parar con esto, ¿no lo ves? Esto no es bueno
para ninguno de los dos.
―Eres tú la que no se respeta en las mañanas ―contraatacó.
―Está bien, lo admito: Claramente estoy atraída por ti. ¿Por qué no lo
estaría? Eres hermoso e inteligente y divertido. Oh, y eres increíble en la cama. Ahí,
¿estás feliz? Ya tienes lo que quieres, ¡por qué no te vas como lo hizo él! ―Eso salió
antes de que me diera cuenta de lo que estaba diciendo.
Algo pasó por su rostro y luego su voz era baja y resonante.
―Yo no soy él. Harías bien en tratar de recordar eso.
―Pero eres un vampiro, Bones, y nada puede cambiar eso. No hay futuro para
nosotros. Tenemos que parar esto ya. ―Antes de que salga herida de nuevo. Antes de
que me importes más de lo que ya me importas.
―Me temo que no puedo hacer eso, amor ―contestó finalmente.
Mis uñas se enterraron en mis palmas.
―¿Por qué? Tú no me necesitas, puedes hacer el rastreo solo. ―La
desesperación me llenó, estaba demasiada asustada de no tener la suficiente fuerza
de voluntad para terminar esto.
Él tocó mi cara y la gentileza de ese gesto me traspasó.
―Porque estoy enamorado de ti, Gatita.
Mi boca colgó abierta y por un momento mi mente se despejó de todo
pensamiento.
―No, no lo estás. ―Porque la negación siempre era mi primera respuesta a
algo que me asustara.
Dejo salir un bufido.
―Ese es un hábito verdaderamente molesto el que tienes, decirme qué y qué
no siento. Después de vivir doscientos treinta años, creo que conozco mi propia
mente.
―No puedo creer que hayas caído así de bajo. ―Si él no me estuviera
sosteniendo, habría saltado en ultraje―. ¿No eres como Danny? Él también mintió
sobre sus sentimientos para conseguir algo de acción.
―¿Y por qué crees que no te lo había dicho antes? ―disparó de vuelta―.
Nunca quise que te preguntaras si sólo estaba usando parloteo sin sentido para
engatusarte para llevarte a la cama. Sin embargo, ya te tuve de espaldas y no fue
por declarar mi devoción por ti. Ahora simplemente ya no me importa ocultar mis
sentimientos más tiempo.
―Pero sólo me has conocido por dos meses. ―Ahora traté de argumentar
porque la negación aparentemente no funcionó.
Una ligera sonrisa curvó sus labios.
―Gatita, comencé a enamorarme de ti cuando me retaste a esa estúpida pelea
en la cueva. Ahí estabas, usando prácticamente nada, con sangre en tu cabello
donde te había golpeado, encadenada de manos y pies, cuestionando mi coraje.
¿Por qué crees que hice ese trato contigo? Oh, no me entiendas mal, terminaste
haciéndolo espléndidamente. Mucho mejor de lo que pensé pero como ya has
dicho, puedo hacerlo yo solo. Por cierto, ahora tú también puedes. Eres lo
suficientemente fuerte, rápida e inteligente. La verdad es, amor, que hice ese trato
para obligarte a pasar más tiempo conmigo. Sabía que no aceptarías de ninguna
otra manera. Después de todo, tenías tantos complejos sobre los vampiros. Tal
parece que aún los tienes.
―Bones… ―Mis ojos se humedecieron con su revelación y con el creciente
conocimiento de que estaba siendo serio―. Nunca funcionaríamos juntos.
Tenemos que parar esto ahora antes de que vaya más lejos.
―Sé lo que te hace decir eso. Miedo. Estás aterrada por la manera en que ese
imbécil te trató y ahora estás incluso más asustada de lo que tu querida mamá dirá,
sin mencionar que aún crees que los vampiros son malos. Pero somos quienes
somos, tanto hombres como vampiros. Así como tú decides cómo vivir, estás de
nuevo en la cama conmigo. Así que aunque creas que lo nuestro nunca podrá
funcionar…Bueno, yo no me rindo tan fácilmente.
Mientras hablaba, se aflojó el agarre de muerte que tenía sobre las sábanas y
la rigidez en mis miembros se relajó. Él nunca deja pasar una oportunidad, cerró la
distancia entre ambos y me besó cuando tenía la guardia baja. La repentina
sensación de su increíble piel presionándose a lo largo de mí, me hizo jadear. Esas
manos comenzaron a moverse sobre mí, buscando los lugares que él sabía eran mi
debilidad con infalible precisión.
―¿Ves? Te lo dije ―susurró mientras temblaba debajo de él―, no me doy por
vencido tan fácilmente.
Más tarde ordenamos el desayuno del servicio a cuarto. Bueno, para el
momento que lo ordenamos, era más el almuerzo, aunque aun así pedí los
panqueques y los huevos con tocino. Bones observó con diversión que devoraba la
comida, raspando el plato cuando estaba vacío.
―Gatita, ya sabes que siempre puedes pedir más. No tienes que masticar los
platos.
―No importa si lo hiciera. Creo que ya perdiste tu depósito ―repliqué
lanzando una significativa mirada a la destrozada lámpara, la mesa rota, la carpeta
manchada con sangre, el sillón tirado y los demás objetos que estaban en una
posición diferente a como los encontramos. Lucía como si una pelea hubiera tenido
lugar ahí. Bueno, sí hubo una especie de pelea. Una sensual.
Dejó escapar un ruido de satisfacción y se acomodó con sus brazos
extendidos descuidadamente sobre su cabeza.
―No te preocupes. Valió cada centavo.
―¿Qué es eso? ―Había una marca en la cara interna de su brazo izquierdo y
la seguí con un dedo―. No la había notado antes. Tibias cruzadas. Qué apropiado.
―El tatuaje solo tenía grabado el contorno y su pálida piel enfatizaba la tinta
negra―. ¿Cuándo te lo hiciste?
Extendió su mano y sostuvo la mía.
―Hace unos sesenta años. Más bien como una etiqueta de identificación. Un
compañero me lo hizo. Está muerto ahora, era un marine en la Segunda Guerra
Mundial.
Hablando de brechas generacionales. Ese tatuaje tenía como tres veces mi
edad.
Él había instalado su laptop en la habitación y Bones fue ahí y se metió en
línea mientras yo iba al baño. Cuando salí, él miraba con satisfacción la pantalla.
―Transferencia bancaria completada. Mañana mandaremos las cabezas antes
de abordar el avión y tendremos unos buenos cientos de dólares para nuestro lote.
Eso serían veinte mil dólares para ti, Gatita, y esta vez ni siquiera tuviste que besar
a ninguno de los dos. Nada mal para unos minutos de trabajo, ¿verdad?
―No quiero el dinero. ―La réplica fue inmediata. Ni siquiera tuve que
pensarla. Sin importar que la parte superficial y codiciosa de mi cerebro gritó en
protesta.
Levantó una oscura ceja en mi dirección.
―¿Por qué no? Te lo ganaste. Te dije que esto siempre sería parte del plan
incluso aunque esta vez no entraste directamente. ¿Cuál es el problema?
Suspirando mientras me sentaba pesadamente en el borde de la cama, traté
de ordenar el torbellino de emociones y emociones que eran mi consciencia.
―Porque no está bien. Una cosa era tomarlo cuando no estábamos
acostándonos pero no me quiero sentir como una mujer mantenida. No sé por qué
no puedo decirte que no ni apegarme a eso pero no seré tu novia y tu empleada al
mismo tiempo. En realidad, la elección es tuya. Págame y dejaré de acostarme
contigo. Mantén el dinero y continuaremos en la cama hasta que arregle mi cabeza
lo suficiente para resistirme a ti.
Él se rió abiertamente, viniendo hacia donde estaba sentada, poniendo su
cabeza en mi regazo mientras se deshacía de risa. Sus brazos rodearon mi cintura y
cuando finalmente se tranquilizó, sus ojos eran rosas por las lágrimas.
―Y te preguntas por qué te amo. En resumen, tú me estás pagando por
follarte, y en el momento que pare, te deberé veinte por ciento de cada contrato
que tome. Caramba, Gatita, me has convertido de nuevo en una puta.
―Eso… eso no… Demonios, ¡sabes a qué me refería!
Obviamente, no lo había pensado en esos términos. Traté de alejarme pero
sus brazos eran duros como el acero. Aunque radiante por el humor, había
definitivamente una chispa de algo más en sus ojos.
Orbes marrones comenzaron a tornarse verdes.
―No vas a ningún lado, amor. Tengo mil dólares que ganar y comenzaré a
trabajar por ellos ahora…
El avión aterrizó a las cinco treinta, justo a tiempo. Tomamos nuestras bolsas
y esperamos por un taxi. Bones era muy útil para eso, sólo tenía que echarles un
vistazo a los conductores con su mirada verde y los obligaba a parar. Lo hacían,
incluso aunque ya tuvieran pasajeros. Para mi vergüenza, eso pasó dos veces.
Finalmente, nos subimos a uno que estaba desocupado y fuimos a mi casa. Él había
estado extrañamente tranquilo desde nuestra pequeña charla. Cuando estábamos a
menos de cinco minutos de llegar, repentinamente le dijo al conductor que parara.
―¿Qué? ―Me giré a verlo y vi que sus ojos eran verdes de nuevo. Genial,
¿ahora qué?
―Siéntate y mira hacia delante. Todo lo que ves es el camino. Todo lo que
escuchas es música.
Él usó su voz resonante de nuevo, la que causaba que se me pusieran de
punta los vellos del cuello pero no me hablaba a mí. El conductor asintió con la
mirada hacia delante y los ojos vidriosos.
―No voy a tener sexo contigo en el asiento trasero, Bones. ¿Sabes lo poco
higiénico que sería?
Él se rió entre dientes y puso sus brazos alrededor de mí.
―Esa no era la idea. No que no me pudieras convencer de eso, por supuesto.
De hecho, estaba pensando en tu familia. Entiendo que ¿no quieres que te
acompañe a la puerta y te dé un beso de despedida enfrente de ellos? Como dije,
puedo convencer a tus abuelos que soy la chica que ellos vieron pero eso deja a tu
mamá. Por alguna razón no creo que me dejes sostenerla, beber su sangre y
convencerla de que crea lo que sea que le diga.
―Absolutamente no. ―El simple pensamiento de él conociendo a mi madre
hacía que sintiera escalofríos de horror bajar por mi espalda.
La mirada que me dio, me dijo que no apreciaba la vehemencia de mi
respuesta.
―Como dije, tus abuelos piensan que has estado estudiando la Biblia con otra
chica, así que eso es lo que le dijeron a tu madre. Aun así, sigues teniendo marcas
en tu cuello. A menos que sea un estudio lésbico de la Biblia, gustos que requieran
control de masas, esas dos cosas no encajan.
―Tal vez no deberías seguir dejando marcas en mí. Entonces no estaríamos
teniendo estos problemas.
El tono remilgado de mi voz hasta a mí me sonaba cómico. ¿A quién
engañaba?
Una sonrisa conocedora curvó sus labios.
―Gatita, si no me curara tan rápido, mi espalda sería un río de cicatrices por
tus uñas y estaría lleno de marcas de mordidas.
Mi cara se sonrojó y le lancé una mirada de pánico al conductor, que seguía
canturreando para sí mismo.
―¿Cuándo te quejaste por eso? ―siseé.
―No lo hago ―vino su respuesta inmediata―. El punto es que a ti no te
gusta que tu familia vea esas marcas en ti. Un remedio fácil: toma algo de mi
sangre y se irán esos horribles recordatorios de que te follaste un no-muerto. En
serio, mascota, estoy siendo considerado. No me molesta ni un poco que parezca
que tienes un collar de moretones. De hecho, disfruto mucho…
―¡Ya dejaste claro tu punto! ―Exasperada, lo pinché. Él sólo miró el lugar y
sonrió.
―¿Mensaje subliminal? ¿Buscando echar un polvo2? Todo lo que tenías que
hacer era decirlo. Tal vez no te guste el asiento trasero pero podemos ir hacia esos
árboles y…
Llena de frustración, lo besé, porque al menos eso siempre funcionaba para
callarlo. Bones respondió sin vacilación, jalándome más cerca de él mientras su
boca se movía sobre la mía en una manera perfeccionada por siglos que dejaba mi
cabeza dando vueltas. Mis brazos se alzaron hacia él antes de que supiera lo que
estaba haciendo. Entonces, arranqué mi boca de la suya, e intenté regular mi
agitada respiración.
―¿Cómo?
Me atrajo de nuevo hacia él y se echó hacia atrás hasta que estaba casi
reclinada.
―Bésame de nuevo, Gatita.
Su voz era ronca y sus ojos esmeraldas, diciéndome que él sentía la misma
pasión que yo.
Lentamente, bajé mi boca a la suya, y justo antes de que nuestros labios se
tocaran, vi el destello de un colmillo. Cuando su lengua se deslizó sobre mi boca,
probé sangre. Eso debería repelerme, en cambio, se me hizo perturbadoramente
sensual succionar la sangre de su lengua mientras nos besábamos.
Bones corrió sus manos por mi espalda, hasta mis caderas. Su lengua dejó de
sangrar pero yo no había parado de besarlo. Sus colmillos estaban completamente
extendidos ahora, así como otras partes de su cuerpo pero yo tampoco podía parar
ni dejarlo que me sacara del auto para terminar esto en los árboles cercanos.
―Bones, no. ―La castidad ganó este round, y me alejé de él.
―Quiero verte esta noche. ―El calor en sus ojos me dijo que no sería para
entrenar. Bueno, no entrenamiento de combate.
2
Hace un juego de palabras con “poke” que significa tanto pinchar a alguien como echar un polvo.
―No, acabo de regresar. Ya casi no estoy en casa. Este fin de semana me
mudo a mi nuevo apartamento. Estos pocos días con mi familia serán todo lo que
tenga por un tiempo. Algo me dice que mis abuelos no me visitarán seguido.
―¿Dónde está el apartamento?
Oh, había olvidado mencionarlo. Tonta de mí por olvidar lo pronto que
tendría mi propio lugar donde nadie vigilaría sus visitas.
―Cerca del campus, a unos siete kilómetros.
Una luz iluminó sus ojos.
―Entonces, estarás a veinte minutos de la cueva. ―Qué conveniente.
Bones no dijo la última parte. No tenía que hacerlo.
―Iré a verte esta noche. Nadie me verá.
―No. Te llamaré con la dirección el viernes. Puedes venir tarde después de
que se vaya mi madre. No antes. Lo digo en serio, Bones. Dame un poco de tiempo.
Ya es lunes.
Tomó mi mano y la besó, sosteniéndola en la suya mientras en esa luz verde
seguía iluminando su mirada.
―El viernes, entonces. Te lo recordaré. No más correr.
―¿Correr? ―¿Por qué? Ciertamente no me sentía de humor para trotar.
Entonces, entendí el significado. En cuanto llegara a casa y mirara los ojos de
mi madre, repensaría mi relación con él, lo sabía. Él también debía saberlo. Pero
ahora mismo la única cara que veía era la suya.
―No, estoy muy cansada para tratar de correr y tú eres muy rápido. Sólo me
atraparías.
―Muy cierto, amor. ―Suave pero con una inflexible resonancia―. Si corres,
te perseguiré. Y te encontraré.
Fue una semana ocupada. Había registros finales para las clases, libros que
recoger y el depósito y acuerdo de renta que firmé con mi nuevo casero. Cuando el
viernes llegó, mi madre de hecho lloró, estrujándome en sus brazos y sollozando
que esa noche sería la primera vez que dormiría sola desde hace diecinueve años.
Desearía poder haber dicho lo mismo.
Había muy pocas cosas por empacar. Había comprado el somier y un
colchón, y un armario para mi ropa. Agrega unas pocas lámparas y un viejo
escritorio para estudiar, y ahí estaba toda la enchilada. Guardé tanto dinero como
pude sabiendo que tendría que conseguir un trabajo a tiempo parcial para llegar a
fin de mes. Bones se alteraría cuando se enterara.
Él había estado en mis pensamientos toda la semana. Para mi horror, una
mañana mi madre me preguntó si había tenido una pesadilla la noche anterior.
Aparentemente, había estado diciendo la palabra “bones3” en mis sueños. Sí, había
tenido una pesadilla pero no como ella creía. Murmurando algo sobre cementerios,
me la quité de encima pero la realidad se mantuvo. El viernes llegó muy rápido,
demasiado.
Mis abuelos me dejaron conservar la camioneta, lo que fue un lindo gesto de
su parte. Últimamente, habían estado menos que complacido conmigo pero recibí
un tenso abrazo de cada uno cuando llegó la hora de irme. Había estado esperando
hasta el último momento para llamar a Bones con la dirección porque el mero
pensamiento de verlo de nuevo hacía que se me debilitaran las piernas. ¿Cómo
podría terminar con esto?
―Asegúrate de aprender, niña ―murmuró el abuelo Joe con brusquedad
cuando comenzaba a alejarme.
Mis ojos picaban por las lágrimas porque iba a dejar el único hogar que había
conocido.
―Los amo a los dos ―sollocé, parpadeando para desaparecer la humedad
que amenazaba con salir de mis ojos.
―No olvides seguir estudiando la Biblia con esa agradable jovencita ―me
instruyó severamente mi abuela. Si sólo supiera lo que estaba diciendo.
―Oh, estoy segura que la veré pronto. ―Muy pronto.
3
Bones: Huesos en español.
entre advertencias de que estudiara. Mi cabello seguía húmedo cuando lo escuché
en la puerta. Dios, era rápido.
Abrí la puerta… y toda mi fuerza, buenas intenciones se desvanecieron
cuando lo vi. Bones entró por ella, cerrándola mientras me jalaba hacia sus brazos.
Dios, él era hermoso con esos pómulos cincelados y su pálida piel, su duro cuerpo.
Su boca cubrió la mía antes de que consiguiera tomar aliento y después ya no lo
necesitaba porque estaba demasiado ocupada besándolo. Mis manos temblaban
cuando se alzaron para agarrar sus hombros y se cerraron cuando él llegó debajo
de mi cintura para sentir el interior.
―No puedo respirar. ―Jadeé y alejé mi cabeza.
Su boca fue a mi garganta, moviéndose sobre la sensitiva piel mientras
doblaba mi espalda hasta que sólo eran sus brazos los que me sostenían.
―Te he extrañado, Gatita ―gruño, deshaciéndose de mi ropa.
Todas mis cuidadosamente ensayadas palabras sobre que no podíamos
continuar con esto se fueron volando. Corrí mis manos enfrente de su camisa y la
saqué de su pantalón.
Me cogió en brazos e hizo una sola pregunta.
―¿Dónde?
Moví mi cabeza hacia mi habitación, demasiado ocupada en su piel para
responder. Me cargó hasta el pequeño cuarto y casi me arrojó encima de la cama.
Nota del autor: esta escena eliminada ocurre durante el capítulo quince en
Halfway to the Grave, justo después de que Bones conoce a Timmie y justo antes de que
Cat se encuentre con Spade en la caverna. Fue cortada porque mi editor no sintió que
revelara nada nuevo en la historia y así ralentizaría el ritmo. Para dar una breve
explicación, Cat y Bones están investigando para ver si una chica cuya denuncia de
desaparecida fue retirada era otra de las víctimas de Hennessey.
Bones se sentó junto a mí. Vestía traje y corbata. Un maletín estaba a sus pies,
justo al lado de sus brillantes zapatos de negocios. En su conjunto profesional, con
delgadas gafas sin montura, parecía la imagen misma de la respetabilidad
mundana. Hablando de un disfraz.
―Como verá, señora Phillips, por eso creímos que esto era lo suficientemente
importante para interrumpirla en su lugar de trabajo ―decía Bones―. Nosotros en
el Servicio de Impuestos Internos tomamos la evasión de impuestos muy
seriamente.
―Por supuesto que lo hacen. ―La morena sentada en su escritorio opuesta a
nosotros estuvo de acuerdo. Ella siguió retorciendo sus perlas falsas alrededor de
su cuello. Madeline Phillips era una agente de bienes raíces en el Condado de
Hocking. Su oficina era ordenada, con muchas fotografías de ella y una sonriente
Amanda Phillips en la habitación.
―Ahora, si la estoy entendiendo correctamente… ―Bones consultó el
papeleo en sus manos, que no tenían nada que ver con las leyes fiscales―. Usted
presentó el año pasado que su hija Amanda estaba viviendo en casa, siendo una
dependiente, y asiste a la Escuela Comunitaria Hocking. ¿Es esa su condición de
este año también?
Asintió firmemente.
―Sí.
Mi cabeza golpeó más fuerte. Las medias que llevaba se sentían como si
llevara una camisa de fuerza en la parte inferior de mi cuerpo. Nunca había usado
unas antes, y no iba a hacerlo un hábito. Iban bien con mi falda larga de lana y la
chaqueta a juego, sin embargo.
Bones se inclinó hacia adelante.
―Señora Phillips. Usted llamó a la policía el pasado julio para reportar que
su hija no había regresado a casa. Luego nunca continuó con ello. ¿Está diciéndome
que Amanda vive con usted, incluso hasta el día de hoy?
Sus dedos tamborilearon en el escritorio.
―Sí. Por supuesto, ella me había preocupado aquella noche, pero se disculpó
y no lo ha hecho desde entonces. Usted es muy joven para tener un hijo de veinte
años, pero déjeme decirle, son pocos. Ella siempre está estudiando.
Madeline Phillips estaba mal en ambos aspectos. Bones podía ser un tatara–
tatara–tatara–abuelo si los vampiros se reprodujeran, y Amanda no había estado
para nada estudiando últimamente. Ella estaba muerta. Y si eso no fuera lo
suficientemente malo, de acuerdo a Winston, había estado muerta por más de un
mes.
Me levanté y cerré las persianas, sin que nadie me lo pidiera. Nuestra farsa de
ser agentes de la IRS con el fin de tener un encuentro privado con la señora Phillips
había terminado. Era tiempo de ir al brillo verde y encontrar si esta mujer era la
perra más fría en el planeta… o la más engañada.
Cuando di la vuelta, mirando la puerta como última precaución, Bones ya
tenía sus luces encendidas. Se inclinó sobre el escritorio hacia Madeline, con sus
innecesarios lentes fuera.
―Mira más profundamente, eso es… Ahora dime, ¿cuándo fue la última vez
que realmente viste a Amanda?
Tenía sus ojos azul cristalino paralizados en los de él.
―Yo–yo no lo sé… ¡no lo sé!
―Gatita, es posible que desees dar la vuelta.
―¿Por qué? ―Dios, él no iba a empezar a sacar la mierda fuera de ella, ¿o sí?
―Ella ha sido mordida, puedo sentirlo ―respondió rotundamente―. Tengo
que beber de ella para traer su pasado. De otra manera no va a responderme con la
verdad.
Oh. Aclaré mi garganta. No, no me importaba ver a Bones alimentándose, él
estaba en lo cierto acerca de eso. Pero por otro lado parecía cobarde de dar la
vuelta.
―Adelante, haz lo que tengas que hacer.
Bones encontró brevemente mis ojos, luego rodeó el escritorio donde
Madeline estaba sentada. Su cabello ya estaba recogido en un moño, así que él no
tuvo que molestarse con eso. Desabrochó un botón de su blusa, exponiendo más su
cuello, y se inclinó hacia su garganta.
Sólo veía la parte de atrás de la cabeza de él y el rostro de ella. Escuché su
leve inhalación, vi su boca abierta para hacer un sonido, y luego vi sus párpados
cerrarse lentamente. Cuando estuvieron cerrados completamente, él se hizo atrás,
abrochando su blusa y poniéndose de rodillas frente a ella.
―No marcas ―dije, sintiendo muy extraño y recordando que no había
habido ninguna en la otra chica con la que me topé de la que él se había
alimentado hace semanas―. ¿Cómo, ah… cómo cierras los agujeros?
―Ya lo sabes.
Apreté mis dedos, lo cual era ridículo. Sí, había tenido una buena idea, pero
escucharlo confirmarlo no me hacía nada feliz. Él se había cortado la lengua con la
punta de un colmillo y lo sostuvo sobre la marca hasta que sanó. Desde que
habíamos dormido juntos, mi método de tragar su sangre había pasado de lamer
de sus dedos a succionarla de su lengua después de que lo hiciera cuando nos
besamos. No era una sorpresa descubrir que tenía más de un uso para ello y
aprender de dónde había sacado la idea.
―No es lo mismo ―dijo en voz baja, estudiando mi rostro.
―Tenemos cosas más importantes ahora. Pregúntale acerca de su hija, por el
amor de Dios. ―Mi voz fue más dura de lo que merecía que fuera, porque no
estaba realmente enojada con él. Estaba enferma sobre todo esto. Muchas chicas
desaparecidas o muertas, y nosotros seguíamos sin saber cuántas personas estaban
involucradas. Antes de venir, buscamos los otros nombres que Winston me había
dado. Aparte de Violet Perkins, quien su novio humano la había estrangulado en
una rabia mezcalina inducida, ninguna de las otras había sido reportada
desaparecida. Todas estaban muertas, y nadie, ni siquiera sus familias, sabían algo
sobre ello.
Él me miró un segundo más antes de volver a ver a Madeline.
―Ahora dime, no ocultes nada por más tiempo, ¿cuándo fue la última vez
que viste a Amanda? No tienes por qué estar asustada. Nadie va hacerte daño.
Ella empezó a temblar. Lágrimas florecieron, y su rostro se transformó en una
expresión de agonía.
―¡No sé dónde está mi pequeña! Se fue antes de su cumpleaños en julio, hace
meses, ¡y nunca llegó a casa! ―Elevó su voz―. ¡Nunca llegó a casa!
Bones puso su dedo sobre sus labios.
―Tranquila ahora, Madeline. Shhh. Voy a ayudarte, así que no te preocupes.
¿Quién te hizo creer que Amanda estaba en casa? ¿Cuándo pasó?
En tono más firme, ella relató como el día después de que su hija no había
vuelto a casa, alguien más lo hizo. Madeline no pudo decirnos cómo era. Había
sido golpeada con los ojos demasiado rápido, pero sabía que fue un hombre, por la
poca información que obtuvo. Había puesto en ella que Amanda estaba bien, que
la había visto, e hizo que siguiera su rutina habitual y que no hiciera nada más con
la policía. Había ayudado que su ex esposo fuera un perdedor que ninguna de ellas
había visto en años. Los padres de Madeline habían muerto, y ella no tenía otros
niños. Para cualquier amigo de Amanda que llamara, Madeline fue programada
para decir que se había mudado. Justo como los Spencers, aunque su misma hija se
los había dicho, y el jurado todavía seguía viendo si Natalie había sido la víctima o
el villano.
Así que Madeline continuó pagando por una educación que no estaba siendo
utilizada, manteniendo al día el seguro de Amanda en un vehículo que no estaba
allí, y era inconsciente del hecho de que nunca había visto a su hija de nuevo.
―Muy bien, Madeline ―dijo Bones cuando ella terminó―. Quiero que mires
el reloj. Faltan tres minutos para las cinco. Cuando sean las cinco en punto, no
recordarás nada de lo que acabas de decir. O nada de lo que acabo de preguntarte.
Nosotros solo somos agentes del IRS que vinieron a consultarte sobre tus
declaraciones, y ahora ya no vas a mentir sobre tus impuestos. No hablamos de
ninguna otra cosa, y nada ha cambiado sobre tu hija.
―¿Qué? ―jadeé.
―Ella sale de la habitación diciendo otra cosa ¿y que crees que pasará? ―me
preguntó sin apartar la vista―. Ellos saben quién es ella. Ella tendrá mucha suerte
si sólo la matan, pero con toda seguridad, ellos no tienen una actitud de malgastar.
¿Quieres condenarla a eso? Yo diría que ya tiene suficiente crueldad en ella.
―Pero… pero es… ―No habían suficientes palabras para describir lo mal
que me sentía, dejándola sola en su estado de ilusiones inculcadas.
―No hasta que ellos estén muertos, Gatita. Es la única manera en la que ella
estará a salvo.
No había otro punto que yo pudiera argumentar. Él estaba en lo correcto.
Seguía estando mal, pero en este caso, lo incorrecto era lo mejor que podíamos
hacer por ella.
Segundo a segundo pasaba. Bones se alejó y se sentó de nuevo cuando el reloj
marcó las cinco. Madeline parpadeó, y entonces sus rasgos volvieron a acomodarse
con educada cautela sin una pizca de su antiguo dolor.
―Gracias por su tiempo, señora Phillips ―dijo―. Nosotros nos iremos ahora.
Ella se levantó también, inconsciente de las lágrimas que todavía se secaban
en su rostro.
―Tendré a mi contador yendo con más cuidado sobre esas cuentas la
próxima vez.
Él asintió.
―No necesitamos regresar si lo hace, estoy seguro.
Me fui sin decir nada. ¿Qué podía decir? ¿Qué tengas un buen día?
Bones puso una mano en mi espalda mientras dejábamos el edificio. Su toque
era ligero, apenas discernible, sin embargo mantuvo mis piernas firmes mientras
caminábamos. Quería llorar. Quería matar a alguien. No quería saber más que
cosas como estas en realidad podían pasar.
―Ellos la mantuvieron viva por dos meses ―fue lo que dije cuando llegamos
al coche de alquiler.
Bones no reparó en ello. Sólo me miró.
―Tú ya hiciste mucho para salvar esas chicas. Más de lo esperado. No hay de
que avergonzarse si me dejas tomar el resto del camino. No las estarás
abandonando.
Consideré la posibilidad de abandonar por un débil segundo egoísta.
Entonces negué con la cabeza.
―Estoy en esto hasta que termine. Sin importar cuánto tiempo tome.
Puso la llave en el contacto y no dijo nada más. Me recosté sobre el asiento y
cerré mis ojos.
Después de varios minutos, algo que no se relacionaba me inquietaba.
―¿Por qué le dijiste a Madeline que dejara de manipular los números en sus
impuestos?
―Vamos, Gatita ―dijo Bones con su conocido gruñido―. ¿Quién no?
Capítulo 6
La chica perdida que llamaba a casa
Nota del autor: Esta escena solía estar en el medio del capítulo quince en la versión
publicada de Halfway to the Grave; En ella, Cat y Bones tratan de descubrir quién era la
otra chica con Emily (la chica rescatada de Charlotte) cuando Emily fue llevada a la casa del
misterioso hombre enmascarado, fue sacada en la revisión final porque mi editor pensó que
Cat y Bones ya habían perseguido suficientes pistas pertenecientes a la trama, cuando la
borré, tuve que retroceder y cambiar la anterior escena de Tara en el capítulo catorce, donde
originalmente había escrito que Emily dijo que había otra chica con ella cuando fue llevada
a la casa del hombre enmascarado, entonces también tuve que ir más adelante y cambiar la
escena climática al final cuando Cat confronta al gobernador en su casa; en mi versión
original Cat encuentra a la chica de esta escena viva y encadenada en el sótano del
gobernador. Como pueden ver, borrar hasta una pequeña escena puede causar un efecto
dominó de cambios a través de diversas partes del libro.
―¿Este es el lugar?
Bones había bajado la velocidad de la motocicleta lo suficiente para que su
discurso fuera productivo, aunque estaba miranda su espalda, podía sentirlo
revisando el área con su mirada.
―Segunda casa a la izquierda.
Han pasado casi doce horas desde mi café mañanero con Timmie, Bones
había llegado a mi departamento justo al atardecer, había olfateado una vez el
departamento y me pregunto con una cuestionable cortesía cuánto me gustaba mi
vecino, esa nariz pondría a un sabueso en vergüenza, pero entonces Bones era un
verdadero sabueso, en cada sentido de la palabra.
―Recuerda amor, no uses tu verdadero nombre.
Bueno eso era fácil, ya casi ni me conocía a mí misma.
Bones estacionó en camino al garaje de la modesta casa de un piso, y yo fui la
que se bajó, él se quedó dónde estaba, casualmente descansando la moto hacia
arriba, una joven chica a iba parecer mucho menos ominoso para los Spencer de lo
que él lo haría después de las nueve de la noche.
Mi toqué fue respondido con ligeros gruñidos, pero entonces un hombre en
sus cincuenta respondió a la puerta:
―¿Hola?
Le di una sonrisa brillante.
―Señor Spencer, es Suzy, disculpe que venga tan tarde, y usted
probablemente ni siquiera me reconozca con este color de cabello, ¿Dios han sido
años, eh? Pero cuando volví a la ciudad tenía que venir y ver si Natalie estaba en
casa, la casa luce maravillosa en todo caso, me encanta el nuevo color.
Bones no era nada sino completo, cuando dijo que había investigado a los
Spencers, en verdad los había investigado, me mordí la urgencia de decir:
¡encantada que su asunto con la próstata esté solucionado! Los Spencers han vivido en
Bethel por veinte años, y dado el hecho de que no eran ricos ni influyentes, hubo
un cambio del típico patrón con Natalie; ella no era una solitaria, en drogas o
propensa a meterse en problemas, por eso es que estábamos procediendo con
cautela, no había necesidad de dar el ojo verde a esta gente si era el número
equivocado.
George Spencer se restregó los ojos y pestañeó.
―Uhm… Suzy, que, ahm, bueno verte de nuevo.
Si había una cosa que mis jóvenes años me habían enseñado era que a los
hombres no les agrada asumir que no conocen a alguien que dice conocerlos, si la
Sra. Spencer hubiera abierto la puerta, habría usado una estrategia diferente para
conseguir entrar.
―Me gustaría que conociera a mi novio, Chris ―dije señalando a Bones,
quien pretendía ser vacilante, baje mi voz como diciendo un secreto―: ¿Puede
creer que haya enganchado un chico tan lindo? ¿No le diga lo idiota que solía ser,
está bien?
George Spencer parecía medianamente mareado, lo vi mirar arriba hacia las
escaleras, y sabía que si tuviera telepatía le oiría gritar: ¡cariño! ¡Ven aquí y sálvame
de esta conversadora!
―Natalie no está aquí ―dijo con un ojo en Bones mientras él se acercaba, su
mano se apretó en la puerta―. Se mudó a Los Ángeles dos semanas atrás, dijo que
algún agente la iba a convertir en la próxima Nicole Kidman, tal vez tú puedas
meter algo de sentido común en ella, no escucha a la razón viniendo de sus padres.
―¿Quién es, George? ―dijo una voz de mujer escaleras arriba, debía ser la
señora Spencer.
―¡Suzy, la amiga de Natalie! ―gritó de vuelta, sonaba impaciente y alerta.
―¿Suzy? ―La voz sonaba cerca, y entonces una rubia encanecida, bajó las
escaleras con sus cejas surcadas por la perplejidad―. Natalie no tiene ninguna
amiga llamada Suzy.
Bones golpeó a ambos con su mirada justo en ese momento, empujando más
allá de George Spencer mientras yo cerraba la puerta detrás de nosotros.
―No griten ―les ordenó en esa voz suya que erizaba los vellos, dos pares de
ojos instantáneamente se fijaron en sus brillantes ojos―. ¿Cuándo fue la última vez
que vieron a Natalie?
―Hace dos semanas ―respondieron al unísono.
―¿Y les dijo que se iba a Los Ángeles?, responde sólo tú, mamá.
―No ―respondió Liz.
―¿Cuándo fue la primera vez que oyeron eso?”
―La noche siguiente a que la viera, llamó y dijo que no vendría a casa.
Hasta ahí, justo igual que Emily.
―¿Y esa fue la última vez que oyeron de ella? ―preguntó Bones golpeándose
la mejilla.
―No.
Esa respuesta nos sorprendió a ambos, él dejó de golpear su mejilla.
―¿De verdad?
―Llamó ayer ―fue la inesperada respuesta―. No quería que nos
preocupáramos, y dijo que iba a instalar un teléfono en su apartamento pronto, así
tendríamos su número, ha estado llamando desde un teléfono público.
Ahora eso no tenía sentido, tal vez esto era verdad. Por lo que parecía,
Natalie Spencer había ido a Los Ángeles a perseguir su sueño de actriz, no veía a
nadie de la gente de Hennessey dejándola llamar a sus padres desde su
confinamiento forzado sólo para conversar.
―Consíganme una foto reciente de ella ―exigió Bones.
Liz fue a una imagen de la chimenea y se la entregó sin ninguna palabra,
Bones la sacó del cuadro y la metió en su chaqueta.
―Escúchenme bien, ustedes dos ―dijo, poniendo una mano en cada uno de
ellos, el brillo de su mirada se iluminó aún más―. Nunca estuvimos aquí, han
estado en sus habitaciones como estaban antes, y nadie vino a su puerta, si alguna
vez me ven de nuevo, o a ella ―con un movimiento de su cabeza me indicó―, no
nos recordarán, una vez que nos vayamos, nunca venimos.
Ambos asintieron, y yo me removí inquieta en mis pies, sí, esto era
conveniente, pero aún era terrorífico que las mentes de las personas pudieran ser
modificadas tan fácilmente.
―Gatita. ―Bones se giró hacía mí―. Vámonos.
―Usaremos mi camioneta la próxima vez ―fue lo primero que dije cuando
caminamos afuera.
Bones dejo salir un bufido.
―No es probable. Primero, podría muy bien descomponerse en el camino a
donde sea que vayamos, Segundo, es tan manejable como un bus si nos
encontramos con un poco de problemas, y tercero, está registrado a tu nombre, y
no quiero a alguien del lado de Hennessey simplemente copiando un número de
licencia y descubriendo quién eres.
Los tres eran puntos válidos, maldito fuera por usar la lógica cuando
discutíamos.
―¿Qué piensas de las llamadas de Natalie? ―dije luego, derrotada en mi
intento de nunca más subirme a su motocicleta.
―No estoy seguro, por eso tomé la fotografía, quiero mostrársela a Emily
para estar seguros que ella es la chica que vio cuando fue llevada al hombre con la
máscara.
Subimos a su motocicleta, señalando el final de nuestra conversación; incluso
si Bones aceleraba no iba a tener tiempo de bañarme antes de ir a clases, tendría
suerte de llegar si sólo paraba en el departamento y cambiaba mi ropa.
―Tengo que dejar algo con Ted ―me dijo cuando llegamos al complejo de
apartamentos y al fin pude bajar de la motocicleta―. Debería volver más tarde en
la noche.
―Estaré dormida ―murmuré―. Tendremos que…
―¡Hola Cathy! ―Timmie abrió la puerta de su departamento con una gran
sonrisa, debe haberme visto por la ventana.
Bones le dio a Timmie una mirada que congeló la sonrisa en la cara del joven.
―Lo siento, no sabía que tenías compañía ―se disculpó Timmie casi
escurriéndose en su departamento.
Disparé a Bones una mirada igual de hostil por asustar a mi ya nervioso
vecino.
―Está bien ―dije sonriéndole a Timmie―. Él no es realmente “compañía” de
todas formas.
―Oh. ―Timmie le dio a Bones una mirada―. ¿Eres el hermano de Cathy?
-¿Qué demonios te daría la idea de que soy su maldito hermano? ―le espetó
Bones.
Timmie retrocedió tan rápido que su cabeza se golpeó con el marco de la
puerta.
―¡Perdón! ―Suspiro y se golpeó en la puerta de nuevo antes de poder
meterse en el apartamento.
Pisoteé hasta Bones y metí mi dedo en su pecho, me consideró con lo que
habría llamado hosquedad… si no hubiera tenido más de doscientos.
―Tienes una elección ―le dije, forzando cada palabra―. O le das una muy
sincera disculpa a Timmie, o te vas y te arrastras de vuelta a la cueva como el saco
de bolas supurantes que acabas de actuar, no sé qué se te metió dentro, pero él es
un chico decente, y probablemente lo hiciste orinarse en el pantalón, tu decisión
Bones, la una o la otra.
Una ceja oscura se me levantó.
Moví mi pie.
―Uno, dos…
Murmuró algo feo y subió las escaleras tocando dos veces la puerta de
Timmie.
―Correcto entonces, amigo, lamento mucho mi indecible rudeza y pido tu
perdón ―dijo con admirable humildad en cuanto Timmie entreabrió la puerta,
sólo yo pude coger el filoso tono de su voz cuando continúo―: Sólo puedo decir
que fue causado por la afrenta natural a la noción de ella como mi hermana, como
me la voy a estar follando esta noche, te puedes imaginar cuán de afligido estaré al
pensamiento de cogerme a mi hermana.
―¡Tú, estúpido! ―Las palabras salieron de mí mientras la mandíbula de
Timmie caía abierta―. ¡La única cosa que vas a follar esta noche será a ti mismo!
―Querías sinceridad ―contrarrestó―. Bueno, amor, fui sincero.
―Puedes volver ahora mismo a tu motocicleta, te veré después, si no estás
siendo tan imbécil.
La cabeza de Timmie se movía hacia atrás y adelante, entre nosotros, su
mandíbula aún se movía abierta, Bones le dio una sonrisa que era mucho más que
una muestra de sus dientes.
―Encantado de conocerte, colega, y aquí hay un consejo: Ni siquiera lo
pienses. Intentas algo con ella y te neutralizaré sólo con mis manos.
―¡Largo! ―Zapateé para darle énfasis.
Él paso por mi lado y luego retrocedió besándome fuerte en la boca y luego
retrocedió para evitar mi gancho derecho.
―Te veo luego, Gatita.
Timmie esperó hasta que Bones estaba fuera de vista antes de atreverse a
hablar.
―¿Ese es tu novio?
Deje salir un gruñido que se suponía era afirmativo.
―A él realmente no le agrado ―dijo casi en un susurro.
Di un último vistazo en la dirección en la que Bones había desaparecido antes
de mover la cabeza a su comportamiento salvaje.
―No, Timmie, supongo que no.
Capítulo 7
Medicina de sonido4
Nota de la autora: Esta escena del entrenamiento tiene lugar al final del capítulo
dieciséis de Halfway to the Grave. Se eliminó porque el libro se estaba engrosando y mi
editor me dijo que debíamos ser implacables y mantener sólo las escenas relacionadas
directamente con la trama principal. Esta escena tal vez no agregue nueva información
crucial pero a mí me gusta porque muestra a Cat comenzando a relajarse en su nueva
relación con Bones y también muestra a Bones continuando trabajando con Cat para
perfeccionar sus habilidades.
El entrenamiento de Cat no fue muy mencionado después del primer veinte por ciento
de la novela, pero continuó hasta que Bones le dio a Cat las habilidades necesarias para que
sobreviviera sin él. Y como muestra esta escena, con la nueva relación de Cat y Bones,
ambos ahora disfrutan mucho más de sus sesiones de entrenamiento.
4
Medicina de sonido: Es medicina alternativa que utiliza la medicina de la energía y de la
vibración, trabaja con la energía subyacente del cuerpo.
Había recibido ese doloroso golpe en la costilla cuando me incliné para ver si
la estaca que había enterrado en su pecho lo había lastimado demasiado. Aun
cuando sólo era madera, por poco había errado su corazón.
―¿Cuántas veces te he dicho que cuando alguien está en el suelo, lo patees?
No les preguntas si están sangrientamente bien ―disparó de vuelta―. No se
supone que estén bien ¿o sí? No, esa es la razón por la que es llamada una pelea no
una charla. Un día vas a hacer que te maten por estar revisando si alguien está
realmente herido. ¿Cuándo aprenderás que alguien no está realmente herido a
menos que esté muerto?
Él me rodeó, haciendo crujir sus nudillos y girando su cabeza sobre sus
hombros. Mis ojos se estrecharon. Con que había tomado ventaja de mi
preocupación por él. Ya veremos.
Como si la ira por sus palabras me hubiera vuelto imprudente, cargué hacia
delante, golpeándolo con los puños y los pies. A cambio recibí un sonido sordo.
Pero cuando él iba a lanzar su tradicional puñetazo a la cabeza que me dejaba
viendo estrellas, me preparé, siguiendo el movimiento como si no lo hubiera visto
venir.
Su puño conectó y yo caí al suelo, sin moderarme en la caída. Mi cara rebotó
contra las rocas lo suficientemente duro como para dejar un moretón pero
permanecí tumbada donde estaba, inmóvil.
―De nuevo en el suelo. Bueno, estaba molido de todas formas ―murmuró
mientras se arrodillaba junto a mí.
Cuando lo escuché sacar su cuchillo para rajar su palma y darme sangre,
golpeé, robando su arma mientras estaba distraído. La enterré en su abdomen
antes de que pudiera reaccionar, entonces, ignorando su gemido de dolor, dirigí mi
mano derecha con la estaca de madera hacia su corazón. Si hubiera sido de plata, él
estaría muerto.
Por fin le había ganado un asalto.
―Bien por ti, moza desagradable ―dijo Bones, sus palabras más irregulares
de lo normal―. Ahora sácala, duele como el infierno.
La sangre fluyó brevemente de su pecho cuando arranqué la estaca. No tiene
caso ser delicado con un vampiro.
―Creo que me rompiste una costilla, tal vez dos ―repliqué cuando tomó el
cuchillo por sí mismo. Esa herida también liberó un flujo de sangre antes de
cerrarse como una cremallera invisible. Hay algunas cosas a las que no te
acostumbras a ver y la curación instantánea era una de ellas.
Bones me dio una sonrisa torcida.
―Nunca olvides tu propio consejo ¿hmm? Sangriento infierno, estoy
realmente orgulloso de ti. Estaría viendo mi cuerpo desde muy lejos si hubiera sido
real.
―Qué bueno que lo apruebas ―dije y me acosté a su lado en el duro piso de
la cueva.
Él se removió hasta que puso su brazo debajo de mi cabeza y yo me moví más
cerca de él. Qué extraña, extraña relación era esta. Sacando la mierda del otro y
acurrucarnos después. No sabría lo que es normal ni aunque me golpeara en el
trasero.
Vamos a volver a salir esta noche. No la tradicional cena y película sino algo
mucho menos romántico. Bones había pasado la información que tenía sobre
Switch a sus contactos pero tampoco tenían nada. Era la misma historia cuando se
trataba de localizar a Hennessey. Nadie sabía dónde estaba Hennesey o si lo
sabían, no lo decían. Bueno, hay más de una manera de pelar un gato y esta cat5
estaba en esto para ganar.
Gracias a Charlie sabíamos que Hennessey y el misterioso Switch necesitaban
reabastecer su suministro de humanos y había habido una serie de desapariciones
en todo el noreste de Ohio. Bones lo supo después de piratear el servidor de la
policía. Los policías ni siquiera estaban investigando la mayoría de los casos.
Generalmente, si nadie les insistía que buscaran a las chicas, no lo hacían. El
inusual número de personas desaparecidas en la misma zona geográfica olía a que
Hennessey estaba involucrado. Después de reunir tanta información como
pudimos de los conocidos de las chicas, nos las arreglamos para obtener los
nombres de los lugares que frecuentaban. Cuando encontramos aquellos que se
cruzaban, listo. Teníamos una posible ubicación de una zona de alimentación.
Bones había discutido hasta que necesitó respirar para conseguir oxígeno sólo
para discutir más pero yo no había cedido de mi intención de ir con él. En
resumidas cuentas, cuando quieres atrapar algo que no quiere ser atrapado,
necesitas un cebo. Alguien tenía que mostrarse para tentar al desconocido Switch o
Hennessey para intentar agarrarlos. Hennessey, por supuesto, iría directo hacia mí
en cuanto me viera. Después de todo, era la que se le escapó, aunque sólo sabía
sobre esa ocasión y no que justo una semana después de eso había estado cerca de
ser atrapada por Stephanie. Él no esperaría que peleara tampoco, ya que lo único
que había logrado había sido deslumbrarlo con mis habilidades vomitando.
5
Juego de palabras con su nombre. Cat = gato.
Si terminaba siendo Switch con quien me topara, bueno, serviría igual.
Entonces Bones averiguaría su verdadera identidad, obtendría los nombres de los
que estaban en su ilícito círculo del crimen y encontraría dónde se escondía
Hennessey. Ambas posibilidades valían el que tuviera que ponerme mi sórdida
ropa y merodear los bares y clubs pescando colmillos, a pesar de que Bones
creyera que era inseguro. Él estaría cerca y esos chicos tenían un montón de
deudas que pagar.
―Vamos a un lugar más suave, mascota ―dijo, urgiéndome a pararme―.
Necesitas curarte y yo te necesito a ti.
Aun cuando le había hecho tres diferentes hoyos, él estaba de humor. De una
manera enferma, eso era admirable.
―¿No puedes fingir impotencia y tomar una siesta? Realmente me aporreaste
las costillas. Espero que tu pecho aún duela. Te lo mereces.
Él sonrió.
―Vamos, eso es lo que estaba tratando de hacer cuando me engañaste con tu
falso desmayo. Brillante, por cierto. Nunca lo vi venir.
Con el mismo cuchillo que había tenido recientemente en el estómago, trazó
una delgada línea en su palma y la puso contra mis labios. Aunque lo seguía
encontrando repugnante, tragué su sangre sin una queja. Necesitaría energía esta
noche. Y mi costilla se acomodó.
Casi inmediatamente me sentí mejor. Nunca dejaba de asombrarme el
increíble poder de curación de la sangre vampírica. Bones me había dicho
casualmente que entre más viejo y fuerte fuera el vampiro, más potente era la
sangre. Aparentemente, en ese aspecto era similar al vino y Bones era un clásico.
Aun así seguía prefiriendo un gin-tonic.
Él me recogió y me cargó, aun protestando pero con poca fuerza detrás de
mis palabras, hacia su habitación. Bones era un firme creyente de besar algo para
hacerlo sentir mejor. Y mejor y mejor.
¿Quién era yo para argumentar con la medicina del sonido?
Capítulo 8
El otro Renfield
Nota de la autora: Esta es una versión alternativa de la primera mitad del capítulo
veinticuatro, donde el policía “Renfield”, era alguien más que el teniente Isaac; el teniente
Isaac, como que apareció de la nada, pero en mi escrito original era el compañero del
detective Mansfield, el detective Black; esa versión terminó siendo modificada por
estimulantes preocupaciones, ya que el clímax de la novela era ya demasiado largo y mi
editor quería que Cat llegara a la casa del gobernador más rápido.
He incluido un poco de la versión publicada para darle contexto a la escena, y algunos
de los diálogos son los mismos también, pero la persona a la que Cat le habla es distinta.
Oh la escena en la que la enfermera trata de matar a Cat poniendo veneno a través de
su IV estaba totalmente inspirada en la escena de Kill Bill, amo esa película y el personaje
6
de Daryl Hannah alegremente silbando mientras usa el traje de enfermera y trata de matar
al personaje de Uma Truman era tan cómica que la incluí en esta versión como un
homenaje.
6
IV: Línea Intravenosa por la que se introducen los medicamentos o suero en las unidades médicas.
después, no debería ser muy difícil ya que Bones sabía quiénes eran; Switch era
nuestra primera prioridad, y Bones no lo dejaría escapar, me había prometido
venganza y yo sabía que cumpliría.
Los rescatistas que me trataban estaban perplejos por mi condición, estaba
cubierta por muchos cortes, puñaladas, mordidas, moretones, costillas rotas,
raspones, y ah, sí, una herida de bala; aun así cuando el joven asistente vino a
tomar mis signos, palideció de confusión.
―Ritmo cardíaco… normal, presión sanguínea… normal, pulso… normal,
esto no puede estar bien.
―Perdón colega ―murmuré, disfrutando los analgésicos que habían
inyectado a mi IV, mientras que la medicación no me afectaba tan profundamente
como debía, aún sentía el borde del dolor.
―Mira tú brazo, la bala está saliendo por el orificio de entrada, ¡Santa
Mierda! ¡Tom, ven a ver esto! ―Olvidando su profesionalismo, el técnico estaba
apuntando directo a mi hombro.
Otra cara miraba la herida.
―No es posible ―aseguró Tom llanamente.
Una extraña risa escapó de mí.
―Eso es lo que he venido diciendo toda mi vida, colegas.
―¡Puedo ver la maldita bala coronando! Dame algunos parches estériles.
Aun en el medio de su asombro seguían trabajando, admirable cualidad. La
bala fue liberada de mi carne. Cuando me descargaron en el hospital, bajo guardia,
aún podía oírlos murmurar, para sí mismos asombrados.
―¿Viste eso? El tejido ya estaba sanando en los bordes. ¡El maldito tejido ya
estaba sanando en los bordes, Tom!
La luz del día aclaraba con rayos de colores malva y ámbar. Amanecer. En los
breves momentos antes de que las puertas automáticas de la sala de emergencias le
sacaran de mi vista, miré hacia el horizonte y sonreí, habíamos sobrevivido a la
noche después de todo, todos nosotros. Era el amanecer más hermoso que he visto.
Ahora sabía cómo se sentía una celebridad cuando necesitaba algún cuidado
hospitalario, había múltiples guardias apostados en mi habitación, y doctores
venían en manadas para observarme y quedarse boquiabiertos. Si no hubiera
estado esposada a la cama, habría sido halagador.
El amanecer trajo alerta y refuerzos, empujones, pinchazos y los fútiles
intentos de puntos, que fueron prontamente removidos cuando las heridas se
cerraban sobre las suturas, con mi aterrador ritmo acelerado de sanación; nada de
esto me preocupaba, Bones iba a venir por mí, déjenlos abrir sus bocas en sorpresa
y rascar sus cabezas mientras aún tuviera oportunidad.
Resultó que para la tarde tenía mi primer visitante, y no era mí no-muerto
amante. El detective Black entró en la habitación con una enfermera a su lado, me
sonrío al verme,
―Hola de nuevo, Catherine. ―Sus dos muñecas estaban vendadas donde
mis cuchillos lo habían atravesado, honestamente, estaba sorprendida de verlo, sin
hablar de su buen humor.
―Bueno, holaaaa ―dije, notando someramente que la enfermera llenaba una
jeringa de una pequeña botella en su camino.
―No sabía que podías hablar, detective Black, no dijiste nada ayer, lo siento
por tus muñecas, pero no me sentía con ánimos de ser disparada; cosa que pasó de
todas maneras, como puedes ver. ¿Cómo está mi madre?
Él se acercó a mi cama, la enfermera le dio una mirada mientras golpeaba la
jeringa de una manera profesional para sacar las burbujas.
―Sin malos sentimientos, Catherine ―dijo genialmente, sosteniendo sus
pesadamente vendadas muñecas, sus ojos estaban un poco grises y no tan amables
como su tono―. Me va a promover gracias a ti, mi carrera está en la línea rápida,
pero Mansfield ya te mencionó eso. Mierda, ¿no es molesto ese viejo hombre? No
podía esperar a que se retirara, y gracias a ti, finalmente lo ha hecho.
―¿Mi madre? ―pregunté, nerviosa de repente por como él olía, había algo
familiar en ese olor, no estaba acostumbrada a diagnosticar cosas por su esencia,
sin embargo, no podía ubicarlo.
―Ella es nuestra siguiente parada ―fue su respuesta.
La enfermera lo movió fuera de la vía de mi IV, irritablemente me pregunté
con qué me estaban inyectando ahora, incluso me habían puesto la vacuna del
tétanos.
El me miró.
―Ella y las otras cinco chicas que sacaron de esa casa están en el piso de
abajo, ya que ninguna de ellas fue arrestada, como tú, ¿trágico no? Cómo una chica
joven como tú descubre un anillo de tráfico humano, e incluso matan a tus abuelos
para encubrirlo.
Eso me molestó.
―Ni siquiera deberían darte el título de detective, ya que obviamente eres un
idiota, mis abuelos fueron asesinados cerca del mismo tiempo que tú y Mansfield
estaban hablándome, como el examinador médico confirmará pronto…
Sus dedos estaban golpeando impacientes en su pierna mientras la enfermera
cuidadosamente metía la jeringa en mi puerto de catéter, miré sus dedos, mi
mirada entrecerrándose, y de pronto todo encajó en su lugar, no había forma en
que él tuviera esa destreza a menos de un día de ser empalado en los tendones, y
ahora sabía lo que era ese aroma. Vampiro.
Me saqué la IV del brazo incluso mientras ese brillante liquido rosa estaba
serpenteando en mi vena, con toda mi nueva velocidad, me catapulté fuera de la
cama, aterrizando detrás de ambos y ahorcando a Black con una mano mientras
empujaba la medio vacía jeringa en la enfermera con la otra.
La fuerza de esa acción la vació en ella, y observé con una dura satisfacción
cuando cayó, su corazón se había detenido incluso antes de que golpeara el suelo.
―Pero bueno, detective. ―Mi agarré se apretó para prevenir que gritara,
después de todo, un guardia estaba parado fuera de mi puerta―. Parece que me
trajiste una doctora Kevorkian femenina; esa droga debe haber sido potente, está
tan muerta como Hennessey, o ¿no sabías eso? Todos los vampiros lucen iguales
cuando están marchitos.
―… oossee ddeeqq eeblaas…
Salía cortado, relaje mi agarré sólo un poco.
―Hablas más fuerte que un susurro y te llevas el resto de lo que hay en la
botella ―susurré, pateando el contenedor de vidrio para darle énfasis―. Bonito
disfraz con esas vendas en tus muñecas, apuesto a que no tienes ni un rasguño bajo
ellas; alguien te llenó de sangre vampiresa, apestas a ella; ¿quién te envió?
―Jódete.
Al menos lo dijo suavemente, sonreí.
―¿Jódete? ¿Estás de humor? Vamos a ver.
Y bajé y apreté sus pelotas como si fueran bolas de relajación. Sabiendo cómo
iba a reaccionar, puse una mano en su boca al mismo tiempo, todo lo que salió de
entre mis dedos fue un suave, y atormentado suspiró, el policía afuera ni siquiera
se inmutó.
―¡Oh! Jugoso ―dije sin misericordia―. Ahora voy a preguntarte de nuevo y
no me decepciones. ¿Quién te envió?
―Oliver ―salió la adolorida respuesta―. ¡Fue Oliver!
Ese no era el nombre del mayor, de hecho, no era el nombre de nadie en
nuestra lista de humanos o vampiros sospechosos.
―Será mejor que me conviertas en creyente. ¿Qué Oliver?
No había dejado ir sus partes, probablemente por eso su voz salió tres octavas
más altas cuando me respondió.
―¡Ethan Oliver!
Me congelé, sorprendida.
Black dejó salir un ruido ahogado.
―¿No lo sabías? Hennessey estaba seguro que Francesca le dijo a Bones, él se
preguntaba por qué no se habían movido sobre él aún, no sabíamos lo que
planeaba, y nos moríamos por cualquier pedazo de información que pudiéramos
obtener, incluso cuando encontré el parte policial de Danny, sabía que un vampiro
lo había hecho. Y cuando Danny lo describió y a su exnovia, sabíamos que por lo
menos teníamos a Bones.
―Ethan Oliver ―susurré―. ¿El gobernador Ethan Oliver? ¡Dios mío, voté por
él! ¿Él es el socio oscuro de Hennessey? ¿Por qué?
―¡Suelta mis pelotas! ―gruño Black.
En vez de eso, afirmé mi agarre.
―Las dejaré ir, cuando esto tenga sentido, y el reloj está sonando, cada
minuto que pase, las apretaré más fuerte, no tendrás nada adentro después de
cinco.
―Él quiere competir para presidente, y está usando Ohio como su pódium
―soltó en un susurro apresurado Black―. Se cruzó con Hennessey hace unos
años. Pienso que era cuando estaba comprando chicas para pasarla bien.
Hennessey llegó con la idea de cosechar gente para la alimentación, como hizo en
México, y Oliver lo amó. El problema es, sólo las chicas bonitas se venden mejor,
pero las cosas se vuelven complicadas cuando un montón de ellas se pierde; así
que hicieron un trato. Hennessey limpia las calles de los sin hogar, narcos,
prostitutas y degenerados como su parte del trato y Oliver se asegura que el
papeleo desaparece en cualquier cola final que Hennessey necesita para mantener
a sus clientes felices, pero eso era un montón de trabajo, así que Hennessey
comenzó a obtener las direcciones de las chicas, y detener los reportes antes de que
comenzaran. Hizo mi trabajo más fácil, los índices de crimen bajó, la economía
subió, los votantes estaban más felices, Oliver luce como el salvador de Ohio… y
Hennessey tiene su paquete.
Estaba sacudiendo mi cabeza en desconfianza a la insensibilidad pura de
todo esto, honestamente no sabía quién era peor, Hennessey por hacerlo u Oliver
por hacerse el héroe en los huesos de cientos de víctimas.
―¿Y esta tarde? Oliver obviamente te envió a matarme. ¿Qué hay de mi
madre y las otras cinco chicas? ¿Qué ibas a hacer con ellas? Y te desafío a mentirme.
Mi nuevo apretón sacó un ahogo de él, pero también hizo mi punto, lo que
me dijo a continuación no estaba endulzado, o prefabricado.
―Había planeado una bomba en el segundo piso ―gruño―. En el ala trasera
donde están todos, después Oliver culparía a los musulmanes extremistas, dejar
una nota, etc. Él vio cuánto subieron los números de Bush después del 11-9. Pensó
que lo impulsaría a la punta como el próximo candidato presidencial.
―Tú, maldito ―gruñí―. ¿Dónde está la bomba?
―En la morgue, Shelly la escondió ahí. La obtendríamos después de que
alguien te encontrará, nadie va ahí, al menos nadie que hable.
Pensé rápidamente, Oliver estaría esperando un kaboom, dentro de algunas
horas, y cuando no ocurriera, enviaría a alguien a terminar el trabajo, un hombre
como ese no deja cabos sueltos.
―Black ―dije en un tono placentero―. Vienes conmigo, revoco mi voto.
Sus ojos se deslizaron en los míos y entonces hacia la puerta.
―Nunca lo lograrás.
Reí pesadamente.
―Tienes razón, de esa forma no lo lograremos, recoge a tu chica. ¿Cuál es su
nombre? ¿Shelly? ―Apunté a la enfermera.
Su boca se curvó en disgusto.
―Ew, está muerta.
Eso me hizo reír aún más viciosamente.
―¿Quieres unirte a ella? Si tengo que decírtelo de nuevo, lo harás.
Se agachó lentamente, en heridos movimientos, ya que yo aún tenía sus
pelotas; cuando la tenía levantada en sus brazos, cambie mi agarré para abrazarlo
por detrás.
―¿Alguna vez has saltado en Bungee?
Su cabeza se giró.
―¿Qué?
―Tampoco yo. ―Y seguí―. ¿Además quién necesita un cordel de bungee?
Digo que eso es para nenas. ―Lo llevé hacia la ventana vertical sumando
velocidad a medida que comenzaba a gritar; la puerta se abrió detrás de nosotros,
justo cuando Shelly, Black y yo chocábamos con la ventana cayendo libremente
hacia el pasto debajo.
Aterrizamos en Shelly, o al menos eso hizo Black, yo aterricé en él para ser
específica, rodándonos inmediatamente para limitar el impacto, había vidrio por
todos lados a nuestro alrededor, y más de algunos mirones empezaron a gritar más
fuerte de lo que lo estaba haciendo Black.
―¡Tú, perra loca! ¡Tú, lunática…!
Salía en ruidos nasales, probablemente sus costillas estaban rotas, no podía ni
siquiera aparentar que me importara.
―Mueres tan pronto como pierdas utilidad, así que te sugiero que nos lleves
a tu auto ahora mismo.
―Al otro lado… al otro lado de la fuente. ¡Ohh mi pierna, mi pierna!
En el interés por ganar tiempo lo colgué de mi hombro, dejando a Shelly
donde estaba, mi bata de hospital le dio a los mirones algo más que ver mientras
me borraba en dirección a la fuente, Black estaba llorando con cada paso, llegamos
a su auto en menos de un minuto, y fue su buena suerte que había roto su pierna
izquierda en vez de la derecha, porque lo hice conducir.
Capítulo 9
La historia corta que nunca fue
Nota del autor: Esta es la historia corta original que había empezado a escribir para
la antología Weddings from Hell, pero cuando llevaba aproximadamente veinticinco por
ciento de ella, me di cuenta de que era incorrecta para el tema de la antología. Así que
escribí Happily Never After en su lugar, la historia de Chance e Isa. El tiempo en que se
ubica la historia es después de Halfway to the Grave y antes de One Foot in the Grave.
Desde que originalmente se suponía que sería una historia de antología nueva, habrá algo
de historia de fondo con reconstrucción del mundo y explicación de eventos importantes de
Halfway to the Grave. También conseguirán ver la primera vez que Cat conoció a Denise,
así como también lo que le ocurrió a Juan la primera vez que cometió el error de llamar a
Cat “Gatita”.
El sobre color vainilla aterrizó frente a Don. Tomé asiento y apoyé mis pies
sobre el borde de su escritorio. Pocas cosas molestaban a Don tanto como esa, que
era por supuesto la razón por la que lo hacía. No es que me preocupara que me
fueran a despedir. Por Dios, ese era mi sueño.
―¿Te importa? ―pregunto Don ácidamente.
Sonreí.
―Estoy cómoda de este modo, así que ¿por qué?
Me dio una mirada mordaz, pero recogió el sobre y no comentó de nuevo
sobre la ubicación de mis pies.
―Desde que son casi las seis p.m., ¿asumo que hiciste una evaluación
extensiva del material aquí?
Asentí, balanceándome en mi silla tan solo para ver qué tan bajo podía
fruncir el ceño.
―Encontraste una criatura en el asunto, muy bien. Siete notorios esposos
desaparecieron exactamente después de sus bodas, para no ser vistos de nuevo… a
menos que cuentes los miembros al azar.
―Coincidentemente, sus esposas se ven todas como la misma mujer, excepto
el cambio de estilo de cabello y ropas, pero oye, no puedes esperar que la moda se
mantenga por cien años, ¿no es así?
Don se recargó hacia atrás con una expresión satisfecha en su arrugado
rostro.
―Justo como lo pensé. Es un vampiro, alimentándose de esos hombres tras
casarse con ellos.
―No tan rápido ―dije―. Ella no es un vampiro. Es un ghoul.
Don levantó su ceja. Difícilmente tenía un cabello restante al final de esta.
―¿Estás segura?
―Segura como la muerte ―repliqué―. La mayoría de esas fotos son viejas,
ella obviamente fue inteligente como para evitar la cámara a medida que la calidad
se mejoró, pero las más nuevas muestran más detalles. Ella luce exactamente
humana. Sin indicador de claridad de cristal en su carne, así que a menos que esta
chica use la fuente de la juventud para su baño diario, tiene que ser un vampiro.
Don digirió esto. Los ghouls no eran nuestro fuerte en operación,
principalmente porque no eran mi fuerte. Bones me había enseñado todo lo que
había que saber sobre vampiros, ¿pero ghouls? Bones tan solo había cubierto lo
más esencial allí. Es decir, cómo matarlos. Decapitación. Y no partían fácilmente
con sus cabezas.
―¿Qué tanto problema esto representa? ―preguntó Don finalmente.
Me encogí de hombros.
―Por el lado positivo los ghouls no tienen poder en su mirada, así que no
tendremos que preocuparnos por ella hipnotizando a nadie. Pero el resto está todo
del lado negativo. Punto uno, esta chica va solo por hombres. Tú me has puesto en
muchos disfraces, pero a menos que tengas a alguien seriamente talentoso en el
guardarropa, no podre fingir eso. Número dos, no está solamente pescando en
bares buscando por una comida fácil. Va tras hombres ricos que no tienen mucha
visibilidad pública y aún menos familiares. Tres, no solo se los come y corre, se
casa con ellos primero. Estoy asumiendo que es para poner sus manos en sus
herencias, pero lanza una verdadera bola curva en nuestros planes. No podemos
solo revisar los anuncios publicados de compromisos para atraparla antes de que
se coma a su próximo marido.
Don levantó aún más su ceja. Resistí la urgencia de señalarle las tijeras para
que pudiera arreglársela de una vez por todas.
―¿Estás diciendo que no puede hacerse?
Había estado haciéndome la misma pregunta desde que me di cuenta con qué
estábamos lidiando. Por un lado, como Bones habría dicho, teníamos que luchar
las batallas que pudiéramos ganar. Era imposible traer a cada asesino a la justicia
sin importar qué tanto él o ella lo mereciera, así que algunas veces teníamos que
caminar lejos. Vivir para pelear otro día y todo eso. Por el otro lado…
―Implicará una operación a largo plazo del tipo para el que nuestro equipo
no está apropiadamente preparado ―dije tras una pausa―. Pero sí. Puede hacerse.
Don asintió, satisfecho.
―Entonces empecemos.
Nota del autor: He mencionado antes que tiendo a sobrescribir mis inicios, y por lo
tanto mucho se corta de ellos después. “One Foot in the Grave” no fue la excepción. En
todo caso, tuve que cortar más de esta novela de lo que corté en el principio original de
“Halfway to the Grave”. En estos capítulos originales, ven mucho más de Cat
interactuando con su equipo. Tate, Juan, Dave y Don se han convertido en una especie de
familia sustituta para ella, y además de eso, ella usaba el salvar a las personas como una
manera de auto medicarse contra el dolor que aún sentía por dejar a Bones. Sin embargo, a
pesar de lo mucho que Cat creció durante los años que ella y Bones estuvieron separados (y
los lectores espabilados notaran la diferencia en estos años de esta versión de la que se
publicó) todavía no había superado su tendencia innata hacia la imprudencia.
―Caballeros. ―La voz de Tate resonó a través de las gruesas paredes detrás
de las que esperaba. Realmente se adentraba en sus discursos―. Todos ustedes
representan lo mejor en su campo en armas, combate, espionaje, o infiltración.
Vienen de diferentes ramas del ejército, El Buró, la CIA e incluso el Sistema de
Justicia Criminal. Caballeros ustedes son lo más rudo que hay. ―Tate hizo una
pausa para efecto dramático. Rodé mis ojos―. Y todos ustedes van a fallar.-
Incluso a través del macizo hormigón y metal, oí un ligero arrastrar de pies
de los hombres ante este anuncio. No debería ser capaz de oír nada, pero mi
audición estaba lejos de ser normal. Diablos, yo estaba lejos de ser normal, como
estos hombres estaban a punto de descubrir. Si Tate se diera prisa ya.
-―Fuera de la veintena de los que entran en esta habitación, sólo esperamos
que unos pocos logren superar la prueba. No retiren cualquiera de su equipo de
protección. Una vez que estas puertas se cierran detrás de ustedes, no se abrirán de
nuevo hasta que el ejercicio haya terminado. Recuerden, la participación es
voluntaria. Cualquiera de ustedes que elija declinar, dé un paso adelante. Esta es
su última oportunidad.
Más pies arrastrándose, pero nadie se acobardó. Por lo general, nadie lo
hacía, no si han llegado tan lejos.
―Hombres ―concluyó Tate, y la alegría en su voz casi me hizo sonreír. Esta
era su parte favorita―. -Ustedes tienen un solo objetivo en este ejercicio. ¡Derrotar
al enemigo!
Las puertas se abrieron para revelar una gran habitación cuadrada forrada
con relleno de arriba a abajo. Tal aislamiento permitía que las sesiones de
entrenamiento fueran más largas, pero de alguna manera yo no creía que fuera
apreciado por completo.
Hubo un silencio impresionado. Tate estaba sonriendo ahora. Mis otros dos
capitanes, Juan y Dave, llevaban sonrisas similares.
Uno de los reclutas potenciales miró a ellos en confusión.
―¿Señor…? Hay, um, nada aquí, excepto una mujer, señor.
Bueno, punto para él por decir lo obvio.
―Lección uno, soldado ―dijo Tate con firmeza―. No crean por un momento
que porque algo parece inofensivo es inofensivo. ¿Cuál es el problema con ustedes
soldados? Ella es el enemigo. ¡Derroten al enemigo!
―Vengan por mí, muchachos ―me burlé, ansiosa por empezar.
Un bramido colectivo surgió del grupo, mientras se lanzaban contra mí.
Cuando los primeros pocos se acercaron lo suficiente, simplemente empecé a
lanzarlos al aire. Había sonidos apagados de cuerpos golpeando contra las paredes
acolchadas, seguido de gritos de sorpresa. Uno tras otro, los tiré, hasta que los
veinte habían experimentado la alegría dudosa del vuelo.
Los hombres que rodaban por el suelo me miraron con incredulidad.
Supongo que no habían pensado que una chica de metro setenta con una
estructura media podría tirarlos a través del cuarto.
―Cat ―llamó Dave―. Enséñales a estos despojos cuál es la lección número
dos.
Para demostrar, agarré el soldado más cercano y rápidamente le rompí la
nariz. Ocurrió tan rápido que estaba sangrando antes de que supiera que me había
movido.
―La lección número dos, es tomar cada golpe sucio.
Alguien murmuró:
―¿Viste eso? ―Como si necesitara confirmación. Tiempo para la tercera
instrucción.
―Y la lección tres es tomar cada golpe bajo.
Una dura patada en la ingle de uno de los hombres le hizo bramar de dolor.
Muecas de dolor compasivas aparecieron en todos los rostros masculinos. Aquel
cuyas bolas fueron jodidas rodaba en el suelo, enroscado alrededor de sus partes.
―Pero la más divertida es la lección cuatro. Siempre, siempre patear a
alguien cuando están abajo.
Para puntuar el punto, retrocedí mi pie y lo clavé en el mismo pobre recluta,
sintiendo tres de sus costillas romperse con el contacto.
―¡Vamos por la perra! ―gritó alguien.
Si tan sólo tuviera un centavo por cada vez que he oído eso.
La lucha comenzó en serio y duró diez minutos. Después de todo, las
cámaras estaban rodando. Me habían criticado antes por ser demasiado rápida y
no dejar suficiente material. Mi jefe, Don Williams, siempre se quejaba de algo.
Cuando todo terminó, todos los reclutas potenciales estaban o inconscientes o
agitándose en el suelo. Mis tres capitanes, Tate, Dave, Juan y yo seleccionamos a
través de ellos para elegir a los nuevos miembros.
―No, no ese no. Se mojó a sí mismo. Gracias a Dios estas alfombras son
lavables.
Empujé al siguiente en la cara con el dedo del pie y obtuve una mirada
asesina inyectada en sangre a cambio mientras el hombre me daba una palmada en
el pie.
―Ese. ―Juan asintió al hombre a mis pies.
Un asentimiento mío mandó a personal especializado a recuperarlo.
―¿Qué pasa con él? ―preguntó a Dave cuando llegamos a uno que ni
siquiera se inmutó. Había sido arrojado por el aire siete veces antes de quedar
inconsciente.
―Buena elección ―le dije―. Él sólo seguía volviendo. ―Otra sacudida de mi
cabeza y él también fue acarreado.
―Jodido monstruo ―susurró una voz baja.
Caminé hacia su dirección. Los otros no lo habían oído, pero me siguieron.
―¿Estás seguro de que quieres estar diciendo eso? ―pregunté mientras
molía mi tacón en su golpeada caja torácica, obligando a un silbido de aire a salir
de él. Ojos marrones me miraron con furia desde una cara que parecía de mulato.
―Jódete ―escupió el hombre.
Me volví hacia Tate.
―Oh, me gusta este ―le dije―. Él lo hará.
Tate rió su acuerdo y Boca Repugnante se fue lejos, maldiciéndome todo el
tiempo.
―¿Alguien más? ―Miraron a su alrededor mientras me tronaba la espalda
para aliviar una torcedura―. Correcto, entonces. Tres. Bueno, eso contrarrestará la
pérdida por lo menos.
No habíamos tenido un mes excepcional. Uno en nuestra unidad había
muerto una muerte espantosa. Dos más abandonaron justo después, incapaz de
manejar el horror de ser testigo de ello.
―Esperemos que duren ―añadió David.
Me encogí de hombros.
―Ya veremos. Jugamos la mano que nos dan. ―Oh, si supieran quién me
había enseñado la mayoría de los consejos que ahora dispensaba―. Me voy a las
duchas. Tengo sangre en mi cabello.
La sangre era sólo unos tonos más oscuros que mi cabello en sí, que era de un
rojo carmesí puro. Junto con mi piel y mis ojos gris pálido, me veía exactamente
igual que mi padre, o eso es lo que mi madre había dicho. No lo había querido
decir como un cumplido.
Juan y Dave se despidieron, pero Tate caminó conmigo. Tenía una sonrisa
lejana en su rostro.
―¿En qué estás pensando?
―Estaba recordando el día en que nos conocimos. Cada vez que veo las caras
de los reclutas cuando esas puertas se abren, me recuerda a mí mismo. Cuando
Don me dijo que eras más que un humano, no le creí. No hasta que me rompiste el
brazo y amenazaste con volarme los sesos con mi propia arma.
Una punzada de dolor pasó a través de mí que cuidadosamente oculté. Tenía
vívidos recuerdos de ese día también, pero no de él. No, no de él.
―Si rememoras un poco más recordarás que estabas a punto de dispararme
―señalé―. Sólo me estaba defendiendo. Ahora en cuanto a Don, bueno, está bien.
Rompí sus rodillas por despecho.
―No puedo creer que hayan pasado seis años ―se maravilló Tate―. Don
pensó que te volverías contra nosotros, y que tendría que matarte antes de seis
meses.
―Voy a tener esto en cuenta cuando compre su próximo regalo de Navidad.
―Mi voz era seca, pero esto no era nuevo para mí.
―Bueno, tienes tiempo para sostener ese rencor. Será mejor que le beses el
trasero en su cumpleaños en abril.
Llegamos a mi vestuario. Debido a mi género, el mío era independiente. Yo
era la única mujer en nuestra unidad. Don una vez había dicho que no quería
ningún "conflictos de interés" interno, pero pensé que estaba siendo un cerdo
machista.
―Si te hace sentir mejor, pensé muy poco de ti también cuando nos
encontramos por primera vez. ¿Quién sabría que serías con el que contaría más?
Tate sonrió.
―¿Quién sabría que serías la más valiente, mala y perra con la que jamás
había servido? Me alegro de que no me dispararas. Me lo habría perdido.
Le devolví la sonrisa.
―Me alegro de que no te disparara también, porque probablemente estaría
muerta si lo hubiera hecho.
Él se rió de eso.
―No, no lo estarías. Sólo soy lo suficientemente bueno como para derribar a
los que son demasiado fáciles para ti. Haces todo el trabajo duro.
Negué con la cabeza, pero no respondí a medida que iba dentro. No entendía.
Si no fuera por él, Dave, y Juan, habría renunciado hace años.
No era fácil ser una casualidad genética. A todos los que dicen que no hay
cosas que asustan en la noche, les digo que echen un vistazo más de cerca. Mi
madre no creía en vampiros, tampoco, hasta que una cita a ciegas tomó un
horrible y dentado giro. Ese vampiro no solo la mordió, también la violó, y luego
de varios meses más tarde ahí estaba yo. Decir que tuve una infancia extraña era
decirlo suavemente. Ni siquiera había sabido por qué yo era diferente hasta que
cumplí dieciséis años y mi madre me dijo la verdad acerca de mi padre. Sobre la
única cosa que no había heredado de mi viejo y muerto papá eran dientes
puntiagudos y la necesidad de una dieta líquida.
Don me encontró a los veintidós años cuando tuve a un pequeño problema
con la ley. Ya sabes, las cosas juveniles habituales. Matar al gobernador de Ohio y
varios de sus colaboradores, pero bueno, ellos se lo buscaron. Después de que fui
arrestada, mis informes de patología inusuales me delataron por no ser totalmente
humana. Don me quebró para liderar una rama de su oficina de "Seguridad
Nacional " por darme la oferta por excelencia que no podía rechazar. O amenaza
de muerte, para ser más exactos. Había tomado el trabajo. ¿Qué otra opción tenía?
Capítulo 11
Cuando Cat conoce a Belinda, alias
Sunshine
Nota de la autora: Algunos lectores podrían recordar que Belinda fue uno de los
vampiros que Don había mantenido cautiva en el complejo así sus científicos tendrían un
suministro estable de sangre de vampiro en orden para hacer Brams. Los lectores también
podrían recordar que Bones tenía una historia con Belinda, y Cat no estuvo feliz cuando
averiguó sobre eso. La escena donde Cat primero atrapo a Belinda fue en la versión original
de One Foot in the Grave, pero término siendo cortada porque pensé que los lectores
preferirían tener a Bones apareciendo en la página más pronto que ver a Cat en otra cacería
con su equipo. Como sea, amé las interacciones de Cat con Tate, Juan, Dave y el resto de su
equipo, así que estoy contenta que guarde esto en un archivo en lugar de borrarlo
completamente.
La sala de ejercicios era más que un gimnasio. Era una extravagancia de una
carrera de obstáculos, completo con cuerdas para balancearse, caída de escombros,
suelo que se movía bajo tus pies, y montones de espacio para correr. Bones me
había entrenado en una cueva y en los bosques. Esta era una versión más moderna,
pero los mismos principios se mantenían. Conducir un recluta hasta que se
desmayé, entonces despertarlos y empujarlos más. El campamento de Boot era una
crucero de placer comparado a esto, o así me habían dicho en un profano y
explicito lenguaje en numerosas veces. Cuando entré, vi a Tate y Juan regañando a
un soldado exhausto desde ayer. Oh sí, el de la boca sucia. Incluso aunque yo
estaba a la distancia de un campo de fútbol y había un enorme ruido de la
actividad, escuché cada palabra claramente.
―¡Tú no estás parando, Cooper! ¡De regreso a las cuerdas! Si piensas que
estamos siendo rudos contigo, solo espera a que Cat venga. Ella te hará desear
tener tu biberón y tu cobijita.
La voz de Tate cortó a través de la conmoción y Cooper, obviamente su
nombre, jadeaba fuerte.
―No creo esta mierda. No lo creo. Ayer veinte de mis huesos fueron rotos, y
hoy estoy corriendo un jodido maratón. Vampiros, ¿quién en el mundo lo
adivinaría?
―Nadie, amigo, y esa es la forma en que se queda. ¿Crees que estás
asombrado ahora? Mira cómo te sientes cuando uno de ellos venga por tu
garganta. Estarás contento por tus esfuerzos aquí. Salvaran tu vida después.
Tate hablaba por experiencia. Él había estado en al menos unas cien misiones
conmigo y estado comatoso sobre una docena de veces para exhibirlo. Él era un
humano difícil. Sin los beneficios recuperativos de la sangre que había cosechado,
habría estado muerto hace años. Al menos algo bueno había venido de dolor.
―¿Y ellos me dicen que esa perra es mitad de ellos? Cómo puedes seguir un
jodido…
La oración abruptamente terminó con el puño de Juan en su cara. Cooper
cayó a sus rodillas. Juan era bastante dulce también.
―Nadie habla sobre Cat de esa forma enfrente de mí. ―El acento español
parecía enfatizar la declaración.
Cooper lo miró boquiabierto.
―¿Por qué? Ella está a cargo, pero tú debes vigilar su espalda. Un día ella
podría romperse.
Juan sacudió su cabeza en una diversión irónica.
―Sí, vigilamos nuestras espaldas si estamos inconscientes. Ella ha arrastrado
mi trasero medio muerto fuera de demasiadas casas de horror, no puedo siquiera
contarlas. Cuando ella va de nuevo dentro de un lugar lleno con vampiros para
sacar tu cuerpo ignorante, pararas de insultarla también.
―Eso nunca sucederá. Sin importar lo que digas, ella es un fenómeno.
―Oye, jodido tonto, ella puede escucharte. ―Tate hizo señas en mi dirección
y saludé.
―Mierda. Nadie puede escucharnos desde esa distancia en este jaleo ―dijo
Cooper con absoluta convicción.
Chico, él tiene un montón para aprender.
Juan le sonrió.
―Vamos, susúrrame algo, y cuando nos alcance, ella te lo repetirá. Puede
escucharte desde un kilómetro de distancia. Diablos, si te tiras un pedo, ella lo oirá
antes de que cualquiera lo huela.
Oh, encantador. Juan tenía una manera con las palabras.
―Está bien, jugaré. ―Cooper se inclinó y susurró a Juan, quien asintió y me
miró expectante. Ellos amaban exhibir mis habilidades.
Camine hacia ellos, y Cooper me miro en desafío.
―No estás circuncidado ―anuncié. Divertido lo que las personas pensaban
decir.
Tate y Juan se rieron a la expresión asombrada en el rostro de Cooper.
―De ninguna jodida manera ―jadeó Cooper.
Le arqueé mi ceja.
―Oh, muy jodida manera. Ten respeto por los fenómenos alrededor de ti. Al
minuto que no lo hagas, uno te romperá en pedazos. Créeme, lo he visto.
―Diablos, lo había hecho, pero esa era más información de la que él necesitaba
justo ahora―. Tate, Juan, consigan a Dave y encuéntreme afuera. Estamos
encendidos esta noche.
―Hora del espectáculo ―murmuró Tate.
Juan gruñó en una decepción burlesca.
―¡Me perderé mi programa de nuevo!
―Grábalo como una persona normal ―lancé sobre mi hombro mientras me
iba.
Cuando estuve lo suficientemente lejos para que incluso Tate pensara que no
podía oírlo, se dirigió a Cooper de nuevo.
―Una cosa más. Consejo de seguridad crítico. Lo que sea que hagas, nunca la
llames Gatita.
―¿Por qué no? ―Cooper sonaba intrigado.
―Tomaré esa. ―Juan intervino, con menos seriedad en su tono―. Porque si
lo haces, cuando despiertes tres días después… todo aún dolerá.
Nuestro equipo viajo en dos aviones. Ellos nunca tenían a mis tres líderes y a
mí en el mismo vuelo, fuera de paranoia si el avión se iba abajo. Alguien aún
tendría que encabezar las unidades y entrenar los reemplazos. A mi petición, Juan
estaba en el otro con los hombres de respaldo en el segundo avión. Él aún estaba
demasiado feliz sobre esta noche para mi paciencia. Al menos podría contar con él
para reunir a los hombres. Juan era un líder excelente.
―¿Cat, y si el lunes agarramos algo de comida china y jugamos cartas?
―sugirió Dave―. Todavía tengo que ganar esos cincuenta que me robaste la
semana pasada.
Me giré para sonreírle a Dave. Mi casa una un lugar para pasar el rato
favorito después del trabajo. Como yo, todo el mundo en nuestro equipo estaba
jurado a mantener el secreto sobre nuestro trabajo. No siendo capaz de relajarse
alrededor de personas normales por causa de tu ocupación hacía las cosas muy
solitarias. Por consiguiente, el póquer era un pasatiempo favorito en mi casa,
aunque por qué los chicos seguían viniendo de regreso por más estaba más allá de
mí. Los golpeaba el noventa por ciento de las veces. Todos ellos amaban el minibar
apilado en la habitación familiar sin embargo. Increíble lo que un suministro sin fin
de licor podía lograr.
―No puedo el lunes. Tengo… er, no puedo.
Tropecé con mi respuesta, casi admitiendo que tenía una cita. El hecho que
nunca había salido no se había escapado de ser notado por nadie. Juan me llamaba
una solterona. Dave podría no ser dotado con mis poderes extras perceptivos pero
cuando aparté la mirada avergonzada, saltó.
―¡Tú vas, Cat!
―¿Eh? ―Tate fue más lento en el sorteo.
―Cat tiene una cita.
Tate pareció aturdido.
―De ninguna forma. ¿Vas a salir con alguien? ¿En serio?
—Oh, detente. No es así. Él es un veterinario, nuevo en la ciudad, y me ayudó
anoche con este gato que accidentalmente golpeé. Así que como favor voy a… no
lo sé, tener una cena. Ver una película.
―La gente de por aquí llama a eso una cita, señorita. ―Dave arrastró en un
falso acento sureño.
Tate todavía parecía conmocionado.
―¿Ha corrido Don una verificación en este tipo? Podría ser una trampa.
Eso levantó mis vellos de punta. De ninguna forma iba a pedir permiso para
ir en una simple cita como si tuviera catorce. Por Dios, ahora me gustaría a dos
solo por despecho.
―¿Tate, verificas con Don cada vez antes de acostarte? ¿Lo hace Dave? ¿Lo
hace Juan? Por supuesto que no, o Don tendría que contratar un personal separado
solo para manejar la vida amorosa de Juan. Creo que soy lo suficiente mayor para
manejar estoy por mi cuenta, así que ¡jódete!
Ocasionalmente las expresiones de Bones se filtraban en mi conversación. Él
había sido ingles por nacimiento y australiano por renacimiento vampírico
después de que fuera uno de los desafortunados prisioneros enviado a Nueva
Gales del Sur colonia penal. Por supuesto, eso fue atrás en 1789. De acuerdo, así
que era un poco mayor que yo.
―¿Ahora vas a tener sexo con este tipo? ¡Pensé que dijiste que solo era una
cita!
―Tranquilo, hombre ―advirtió Dave a Tate, viendo mis rasgos
oscurecerse―. Este tipo podría meter su nariz en la cena y luego dejarla con la
factura. No cargues la escopeta todavía.
Esta imagen pareció calmar a Tate, porque se calló y giró su atención al
papeleo enfrente de él. Allí había fotos de las escenas de crimen, reportes de
autopsias, y declaraciones de testigos. Ya sabes, el material de lectura ligero de
costumbre. La mayoría de las víctimas o eran lesbianas o bisexuales y fueran vistas
por última vez con una mujer asiática con largo cabello negro. Tres de las víctimas
habían salido del mismo bar, Ophelia’s, así que era donde nos dirigíamos.
―¿Qué opinas? ―pregunto Tate finalmente después de darle vueltas a los
reportes por media hora.
Golpeteé un dedo en una de las fotos.
―Dos hombres dentro, haciéndose pasar por pareja. Dos alrededor del fondo
como vigilancia. Los otros seis se dividen en dos grupos con vehículos separados.
Sin cables dentro, solo en la camioneta. Si salgo con el objetivo, cambien a la cola
así ella no sospechara. Una vez en su casa base, esperen por mi señal, entonces
entren llameando. Ten a alguien esperando en la camioneta para sacar la capsula
inmediatamente para transporte. Debería ser rápido y limpio.
―Oh, podría ser rápido, pero nunca limpio ―comentó Dave.
Me encogí de hombros. Era cierto que normalmente parecía como si algo
fuera de la película de horror Carrie después de una de nuestras misiones. Este no
era un trabajo para los remilgados.
―Tate, puedes elegir el par de adentro. Pero absolutamente no Juan. Él estará
demasiado ocupado golpeando su carne para ser algún bien como respaldo.
Dave se rió, tranquilizando la tensión que aún colgaba de antes.
―¿Cat, estás segura que nunca estuviste en la marina? Tienes la boca más
sucia que cualquier chica que he conocido. ¿Quién te enseñó a hablar de esa forma?
Una punzada me atravesó, y lo empujé de nuevo abajo con todos los otros
recuerdos de Bones que no podía soportar detenerme.
―Solo viene naturalmente, supongo.
Ophelia’s era bastante exclusivo. Sofás de terciopelo, mesas de alta gama y
excelentes bebidas. Se jactaban de una pista de baile más pequeña que estaba en su
mayoría llena con parejas del mismo sexo. Yo vestía un apretado vestido escarlata
sin tirantes que abrazaba mis senos para permanecer arriba. Llevaba un pequeño
bolso que sostenía sola mi identificación falsa y cosméticos porque todas mis armas
estaban metidas en mis especialmente hechas botas de cuero hasta la rodilla.
Tan pronto como Juan me vio en mi corte bajo, apretado vestido, comenzó a
protestar su asignación fuera del club.
―Cat, nunca me dejas tener nada de diversión. Besaré de lengua a quien
quieras si me dejas dentro. Madre de Dios, pareces como fresas y crema, mi
favorito…
Lo bofeteé. Él se meció hacia atrás sobre sus talones, pero la sonrisa nunca
dejo su cara. Tal vez porque lo toleraba, además de su efectividad como un
luchador, era porque me recordaba a otro pervertido. Cambia el acento español a
uno inglés, y sería como estar escuchando a Bones.
―Eso es exactamente por qué no estás viniendo dentro, así que cállate y
ponte serio.
Dejamos a Juan ponerse serio en la camioneta mientras yo iba dentro,
esperando ser afortunados con una vampiro femenina asesina quien podría o no
presentarse. Si ella no venía esta noche, siempre estaba mañana. Si al principio no
tenías éxito y todo eso.
Tate y Peter me siguieron dentro, pretendiendo ser una pareja amorosa. Una
vez en el club, no hicimos contacto con el otro. No teníamos que. Cada vez más a
menudo, uno de ellos susurraba “Todo limpio”, y yo los escuchaba. Cables no
eran necesarios cuando podría detectar sus respiraciones más ligeras. Siendo
medio monstruo tenía sus ventajas.
Unas pocas veces una mujer diferente me pedía bailar. Aceptaba, queriendo
mezclarme. Mi actual pareja parecía estar en sus tempranos treintas con cabello
marrón rizado y grandes ojos marrones. Bones me había enseñado como bailar,
uno de las incontables cosas que me había mostrado, así que allí no había nada
casto sobre la forma en que me movía. Mi pareja parecía gustarle. Cuando esta
trató de besarme, sin embargo, me retiré. No existe ningún punto en ella
poniéndose posesiva si la vampiro se presentaba.
―No tan rápido, cariño ―digo―. Estoy manteniendo mis opciones abiertas
esta noche.
―Tu perdida ―contestó, alejándose.
Ahogo un resoplido. Tenía que amar a una chica con confianza.
―Nunca te has visto mejor ―escuché a Tate decirle a Peter, y me puse alerta.
Esa era la señal de que habían ubicado a alguien que podría ser nuestro objetivo.
―Vamos a bailar ―anuncié a la chica a mi izquierda, quien había estado
mirándome por la pasada media hora. Ella aceptó con prontitud y encendí las
cosas un nivel superior, girando agresivamente contra ella. Entonces agarré sus
caderas y la giré, mordisqueando la parte posterior de su cuello. Ella jadeó y se
arqueó contra mí, moldeando su trasero a mi entrepierna.
―Juan estaría babeando en su pantalón para ahora ―escuché a Peter decir.
Tate mantuvo su conversación en negocios.
―Objetivo aproximándose a tu izquierda.
Por el rabillo del ojo, vi un chasquido de cabello negro a la altura de la
cintura, lacio y grueso. Luego ojos de color almendrado encontraron los míos por
un instante antes de que yo mirara lejos.
Eso debe haber sido suficiente para ella porque la sentí aproximarse.
Juzgando por la vibra que despedía, había sido una no muerta por probablemente
alrededor de cincuenta o sesenta años. Los vampiros más viejos despedían una
corriente más fuerte, como electricidad estática súper cargada. Los maestros
vampiros eran incluso más raros. Positivamente vibraban el aire alrededor de ellos.
Bones había sido uno de esos. Él crujía con energía como un rayo andante. No es
de extrañar que él fuera la persona que los vampiros llamaban cuando querían
matar a uno de los suyos. Bones había sido un caza recompensas, para ponerlo
bonito. Asesino sería un término más apropiado desde que la mayoría de las
criaturas que había enviado habían perdido sus cuerpos a partir del cuello. Debería
saberlo, por una vez, había sido su asistente.
Ojos almendrados todavía estaba observándome, podía sentirlo. Por efecto,
levanté mis brazos y dejé mi cabeza caer atrás como si estuviera absorbida en el
ritmo de la música, exhibiendo mi cuello para máxima ventaja.
Mi vestido escarlata sería un contraste sorprendente contra mi piel pálida,
que tenía uno débil, casi imperceptible incandescencia. Mi piel me había cosechado
los más altos elogios de mis víctimas. Bones una vez lo había equiparado a un
radiofaro para vampiros.
Al parecer todavía funcionaba, porque ella se dirigió directo hacia mí, y su
aura partió el aire ante ella. Cuando una mano fría tocó mi hombro, levanté la
mirada como sorprendida.
―Me gustas ―ronroneó un tono suave, sin acento.
Mi pareja de baile le gruñó.
―Oye, espera solo un minuto.
La vampiro la empujó a un lado tan casualmente como si estuviera
palmeando atrás como una maldita mosca. Los vampiros eran tan discretos como
un toro arrasando cuando iban a algo que querían.
―Lo siento, dulzura, —dije a la chica que hacia puchero y luego puse mis
brazos alrededor de la vampiro. Ella era de mi altura y nuestros rostros estaban a
nivel cuando comenzamos a bailar. Ella empujó mis caderas firmemente contra las
suyas y luego las torció para máxima fricción―. ¿Cuál es tu nombre, amor?
―murmuro, lamiendo sus labios.
Sonreí de regreso y lamí los míos también, pero más relajada.
―Cat.
―Ahhh… ―Arrastró el sonido mientras la música continuaba para otra
canción―. La curiosidad mato al gato, o eso dicen.
Un oscuro sentido de humor. Mi favorito.
―Y la satisfacción lo trajo de regreso ―repliqué a la vez.
Ella dio una risa gutural.
―No haba escuchada eso antes. ¿Lo crees?
―Oh, sí ―dije y la besé.
Era la primera vez que besaba a una mujer. Cuando comparas manzanas a
naranjas, no era nada diferente. Labios, lengua, bocas, todo lo mismo. Garantizado,
no estaba acostumbrada a probar labial, ¿pero entonces qué podías esperar?
Ninguno de los hombres que había besado había usado ninguno.
Ella extendió sus brazos y apretó mi trasero. Ser manoseada era una
desafortunada necesidad cuando se interpretaba la parte del cebo, pero solo
dejamos este tipo de actividad ir así de lejos. Si iba más allá de mi tolerancia,
simplemente sacaba la plata. La vista de una larga, hoja letal era suficiente para
apagar cualquier lujuria de vampiro, particularmente cuando esa hoja pronto los
ensartaría en el corazón.
Entonces alguien rudamente nos apartó. Levanté la mirada para ver a un
hombre, más o menos de cuarenta años, con una constitución media y usando una
chaqueta que no se ajusta bien.
―Discúlpeme, señorita ―dijo a la vampiro―. Soy el detective Avery, y me
gustaría hacerle unos cuantas preguntas.
Así que mi gente no eran las únicas acosando fuera de Ophelia’s buscando
por una asiática sospechosa de asesinato. Gloria a la fuerza de la ley local por hacer
su tarea y tomar la iniciativa. No que les haría algún bien. No podías exactamente
leer a vampiros sus derechos.
―¿Detective? ―Su voz era toda inocencia―. Por supuesto. Un momento.
―Luego se giró de regreso hacia mí y su apasionada expresión regresó―. Ve a
conseguir una bebida, preciosa. Ya vuelvo.
Mierda. Esperaba que no lo llevara afuera y lo rompiera por la mitad. Walter
estaba allí fuera, pero si intervenía, eso nos alejaría. Afortunadamente, parecía que
había decidido que la discreción era la mejor parte de valor. Llevó al detective a un
rincón en el bar, encarándolo así que su espalda estaba hacia la mayoría de las
personas.
Con mi visión mejorada, vi un parpadeó de verde y la escuché hablarle con
una resonancia inhumana, diciéndole que no había visto nada y fuera a casa. Truco
mental Nosferatu. Ellos trabajaban en humanos como un encanto. El detective se
dirigió por la puerta sin una mirada atrás.
Ella tomo su lugar junto a mí momentos después.
―¿Sobre qué fue eso? ―pregunté, igual que una persona normal haría.
Ella pasó su mano a través de mis hombros desnudo.
―Ola de robos de autos. Quería saber si había visto algo sospechoso. ―La
mentira se deslizo de sus labios sin pausa―. Tienes los ojos grises más hermosos
que nunca he visto, Cat. Como plata oscurecida, y tu piel… eres impresionante.
Quiero estar sola contigo.
Dios, pero ella era rápida. Ni siquiera habíamos compartido una bebida aún.
―No me has dicho tu nombre ―señalé como si picara.
Ella siguió tocándome mientras respondía.
―Jade.
—Jade. ―Cubrí su mano con la mía―. Me encantaría estar sola contigo.
El valet fue a conseguir su auto. Jade hizo buen uso del tiempo para besarme
profundamente. Desde un bloque de distancia, pude escuchar a Juan gemir. Este
era su sueño hecho realidad. Afortunadamente, ella no le prestó atención al ruido,
y el valet no tomo mucho tiempo para traer su brillante Corvette plateado.
―Espero que vivas cerca ―dije cuando subí en el asiento del pasajero.
Ella me sonrió.
―No lejos, preciosa.
Después de casi diez minutos, Jade estación en una casa de tres piso en una
vecindario exclusivo. Su casa estaba rodeada por una cerca alta de hierro que se
abría electrónicamente con un dispositivo en su auto. Era bien pasada medianoche,
pero había luces encendidas en el interior de su casa.
―Tu casa es tan grande ―comenté mientras contaba el número de latidos
que escuché venir desde la estructura. Tres humanos al menos, y ellos podrían ser
presa… o mascotas. Sobre los años, me había dado cuenta de lo que Bones había
trato de decirme repetidamente. Tener un pulso no hace a alguien
automáticamente mejor, solo los hacía automáticamente más calientes. Había
atestiguado de primera mano cuán cruel los humanos podían ser, e igualaban a los
no muertos cualquier día en viciosidad.
―Unos cuantos amigos míos se quedan conmigo ―contestó Jade mientras
entrabamos por la puerta principal.
―No puedo esperar para conocerlos ―digo, que era la absoluta verdad.
Caminamos a través de un encantador vestíbulos y entré en una gran sala de
estar. Conté siete vampiros más, cuatro mujeres y tres hombres. Una mujer
humana se sentaba en el regazo de uno de los masculinos, y aparte de la cantidad
impresionante de joyería que llevaba, no tenía nada más encima. Medí la energía
de otro mundo en el aire e hice una rápida estimación que ninguno de los
vampiros estaba sobre los cientos años de edad. Tal vez no necesitaría el equipo
como respaldo después de todo.
―¿Qué piensas que estás sonriendo? ―demandó una bonita rubia pequeña
mientras se levantaba de su silla.
Entonces Jade me agarró desde detrás. No hice ningún esfuerzo en luchar. En
cambio, dejé salir una risa.
―¿Qué es tan divertido, preciosa? ―murmuró Jade mientras sus labios
rozaron mi oreja.
―Tú ―repliqué―. Pensaste que estabas trayendo a casa comida para llevar,
¿no es así?
―¿Qué? ―En su arrogancia, me dejo ir y me enfrentó. Había quitado su
disfraz humano, y sus ojos brillaban con pura luz esmeralda mientras sus colmillos
se extendían como dagas―. Has entrado al reino de la muerte ―declaró Jade―.
Ahora mira a mis ojos.
Eso me hizo reír más duro. Ella era tan cliché.
―No, ¿pero qué tal si tú miras en los míos? ―Y desaté la luz esmeralda en mi
propia mirada. Ella jadeó en incredulidad.
―¡Tú!
Oh, así que había escuchado sobre mí. Era lindo tener fans.
En la fracción de segundo que se congeló con asombro, golpeé, retorciendo su
cabeza fuera antes de que pudiera retroceder. Luego me lancé al primer vampiro
que se lanzó hacia mí. Que me compró otro segundo, y tiré mis cuchillos de mis
botas. Muchas hojas se hundieron en casa, y dos vampiros más fueron abajo para
bien. Otro saltó sobre mí, y en lugar de moverme fuera del camino, la atrapé. Ella
no estaba preparada para mi fuerza, y con un chasquido brutal, rompí su espalda
sobre mi rodilla. La columna se rompió y ella colapsó. Antes de que tuviera tiempo
para sanar, hundí un cuchillo en su corazón y lo torcí. Ella comenzó a marchitarse
a la vez.
En lugar de atacar, el cuarto trató de correr. Esto era donde mi equipo
vendría bien. Le di persecución, agarrando al vampiro más cercano y apuñalando
su corazón con un cuchillo de plata antes de arrojarlo fuera de la ventana.
Eso era la señal que ellos habían estado esperando. Momentos después, la
camioneta impactó a través de las puertas de metal, y escuché a los chicos gritando
mientras se aproximaban a la casa.
―¡Consigan al humano! ―gruñí a quien sea que estuviera lo suficientemente
cerca para escucharme mientras espiaba a la chica desnuda tratando de escapar
por la puerta lateral. Para asegurarme que no llegara lejos, lancé uno de mis
cuchillos y se ensartó en el tendón de la corva. Ella cayó con un grito, pero fue
afortunada que no había estado tratando de ir por un arma o le habría apuntado a
matar. Mi cuenta de cuerpos humanos iba arriba que la de vampiros.
Los tres vampiros restantes corrieron escaleras arriba. Seguí en caliente
persecución, mi adrenalina fluyendo. Era una triste realidad que la única vez que
realmente me sentía viva era cuando estaba en una lucha a muerte.
Ruido detrás de la puerta a mi derecha me hizo ralentizar y patearla abierta.
Rodé a través de la entrada, evitando los brazos que golpearon aire vacío en lugar
de mí ya que estaba cerca al suelo. Entonces enterré mi daga en la parte del cuerpo
más cercana, que resultó ser la entrepierna de mi atacante. Chillidos que te
levantan los pelos llenaron la habitación, y tiré el cuchillo fuera y lo empujé a
través del corazón del siguiente vampiro, tirándolo brutalmente.
Dos más para ir.
En el tercer piso, escuché sollozos y movimiento. Ascendí las escaleras tan
rápidamente como pude y pateé a través de la única puerta en la cima del rellano.
Una mirada revelo que era una prisión. Mis dos vampiros estaban allí dentro, pero
también estaban desnudos, chicas llorando, y los vampiros las tenían por las
gargantas. Marcas de mordidas y magulladuras cubrían los cuerpos humanos,
confirmando que ellos habían sido la versión vampiro de un bocadillo en casa.
Incluso aunque había visto este tipo de cosas antes, todavía me llenaba con una
rabia abrasadora.
―¿Quieres verlas morir? ―me siseó la vampiro bonita de cabello rubio. No
parecía asustada, pero el otro vampiro, un hombre de cabello marrón, me miró con
una fascinación escalofriante―. Ven más cerca, y lo harán ―siguió―. Vete, y
vivirán.
―Tengo otra proposición. ―Mientras hablaba pude oír a uno de mis chicos
venir escaleras arriba, así que seguí hablando para enmascarar el sonido de sus
pisadas―. La primera que dejes a esas humanas irse vivas. La que no muere.
¿Bien? ¿Quién se siente como vivir para morder otro día?
―He escuchado de ti ―dijo el vampiro musculoso con un gemido―. Eres la
Red Reaper. Le dijimos a Jade que no trajera ninguna pelirroja a casa, pero ella
pensó que eras un mito.
―¡Cállate, Taylor! ―gruñó la rubia.
―No soy un mito, Taylor ―dije. Más pisadas comenzaron sobre la escalera.
Hablé más alto, más rápido―. ¿Sabes cuántos de tu tipo he matado? Cientos.
―Ahora eso era una gran exageración, pero tuve el efecto deseado. Taylor
visiblemente se amedrantó.
La rubia se volvió hacia él con furia, y lo aproveché. Tres de mis hojas
volaron por la habitación y la clavé su mano a la pared, lejos del cuello de la chica
indefensa. Tate irrumpió en la habitación al mismo tiempo y disparó, golpeando a
Taylor varias veces. Tate era un excelente tirador y su arma estaba llena con balas
de plata, por lo que Taylor golpeó el piso. Para el momento en que la rubia jaló su
mano libre, ya la tenía agarrada en mis brazos, y mi cuchillo final en su pecho.
―Ni siquiera pienses en moverte, Rayito de Sol, o esta plata hará trizas tu
corazón ―advertí.
Ojos azul aciano miraron en los míos.
―¿Qué eres?
―Seguridad Nacional ―contesté y lo dejé en eso.
Juan y Peter entraron en la habitación mientras sirenas comenzaron a gemir
en la distancia. Los disparos sin duda habían molestado la paz de este opulento
vecindario, no que estuviera preocupada. Los otros miembros del equipo
sostendrían a la policía regular hasta que la escena fuera contenida.
―Tenemos un helicóptero viniendo para llevar a estar chicas a un hospital
―me informo Peter mientras rompía las cadenas alrededor de sus muñecas. Sin
sorpresa que ambas mujeres estaban histéricas. Él miró alrededor de la habitación
por algo con que cubrirlas, pero no había nada.
―Sábanas, en el piso inferior ―dije.
Juan fue a buscarlas. Luego Arnold y John se metieron en la habitación.
―La capsula esta lista.
―De acuerdo, Tate, cúbreme. La traeré escaleras abajo, y dispararas si ella
siquiera parece como si está pensando en buscar una oportunidad.
La vampiro rubia continúo mirándome con odio, pero no intentó nada
mientras lentamente bajamos por las escaleras y luego salimos por la puerta
principal. Un tráiler había retrocedido tan cerca como pudo llegar a la casa, y
cuando mis hombres me vieron, deslizaron la puerta arriba.
La capsula estaba abierta, y el interior parecía un capullo escapado del
infierno. Cuatro largas púas de plata estratégicamente ubicadas sobresalían desde
la puerta de la capsula, enfrentando el interior. Cinco juegos de pinzas reforzadas
con titanio estaban esperando la cintura del vampiro, muñecas, piernas, tobillos, y
cuello. La capsula era a prueba de sonido, hermética y a prueba de explosión, así
que una vez estuviera en el interior, estaría verdaderamente indefensa. Ella debe
haberse dado cuenta de eso porque cuando consiguió una buena mirada de ello, la
vampiro comenzó a gritar.
Luego trató el control mental, que no funcionó en mí, y mis hombros habían
sido entrenados para nunca mirar a un vampiro a los ojos. Aun así, como una
precaución, ellos bajaron los visores opacos de sus cascos así sus ojos estaban
cubiertos. Ahora ellos no podían ver, pero habíamos repasado esto tantas veces
que no lo necesitaban. Conocían esta parte de memoria.
Empujé a la vampiro rubia dentro de la capsula y comencé a asegurar los
cierres. En menos de un minuto, cerré la puerta, cortando sus quejidos cuando las
púas de plata se empujaron en su torso. También mucha lucha de su parte, y ellas
rasgarían a través de su corazón. Así es como nos aseguramos llevar a los
vampiros sin arruinar nuestro transporte en nuestro camino al complejo.
Una vez la capsula estuvo seguramente cargada en el tráiler, Tate se quitó su
casco.
―Don estará haciendo volteretas sobre tener una vampiro femenina. Solo
hemos traído a casa hombres antes.
―No creo que haya ninguna diferencia en su sangre ―murmuré.
Juan me dio una sonrisa maliciosa mientras se quitaba sus guantes y
flexionaba sus dedos.
―Cat, esta noche fue el mejor trabajo que hemos hecho. Verte jugar a las
amígdalas con esa hermosa chupasangre hizo mi año. Voy a quemar nuevos callos
en mi mano solo recordándolo. Oye, ¿crees que podrías préstame ese vestido…?
Un golpe a la mandíbula lo detuvo de decir cualquier cosa más, y se frotó la
cara. Dave tosió para cubrir su risa, pero la escuché de todos modos. Incluso Tate,
normalmente más circunspecto, había curvado sus labios, pero luego se puso serio.
―Ese vampiro dijo que no debían llevar a casa ninguna pelirroja por causa de
tu reputación. ¿Piensas que va a convertirse en un problema?
Mi frente se arrugó por un momento, luego me encogí de hombros.
―Creo que significa que voy a ir al salón.
Capítulo 12
Cat y Noah: ¿Su más grande error?
(Nota adicional de la autora: Para salvarte de leer una gran cantidad de la versión
publica, corté los capítulos donde Cat y su equipo que no era Bones quien la llevó de nuevo
a Ohio sino un vampiro asesino llamado Lazaro. Durante una pelea, Lazaro asesina a Dave,
y Cat se culpa por no matar a Lazaro cuando tuvo la oportunidad. Regresa del viaje
golpeada por el dolor y la culpa, y Don la fuerza a tomarse tiempo para recuperarse. Esto es
donde la siguiente escena borrada comienza).
―¿Tú qué?
La voz de Don era casi cómica en su incredulidad. Él era mi segunda llamada
después de mi madre. Ella había llorado de felicidad.
Repetí la oración lentamente y claramente.
―Me comprometí con Noah y despegamos a las cataratas del Niagara para
celebrarlo.
Nada sino silencio mientras él digería la noticia. Solo podría imaginarlo
tirando locamente a sus cejas.
―Ya veo ―contestó al fin―. Felicidades, supongo, aunque tomaste mi
consejo de comenzar a vivir un poco literalmente, ¿no es así?
Estúpido.
―Siempre me dices que preste atención, Don.
Otra pausa.
―¿Estás segura sobre esto?
―Le diré a Noah que ofreciste tus felicitaciones ―lo corté, luego colgué. Por
una vez, había sido más lindo hablarle a mi madre. Eso daba miedo.
―¿Ese fue tu jefe? ―inquirió Noah en un tono cuidadoso.
Me incliné atrás.
―Sí, lo fue.
―¿Lo conoceré alguna vez? ―De nuevo, sonaba como si estuviera eligiendo
sus palabras.
―No si tienes suerte ―murmuré y me di la vuelta para darle un beso.
El sexo con Noah todavía no me excitaba, pero él no sabía eso. Me dije que un
día podría sentir a Noah dentro de mí y no desear que fuera alguien más. Cuán
fáciles las mentiras venían.
Había desarrollado un mecanismo de autodefensa desde que Dave había sido
asesinado. Piensa en nada. Reacciona a ciegas. A la mierda las consecuencias. Vimos que
funcionó. Noah ciertamente no estaba quejándose. Estaba demasiado ocupado
gimiendo y arqueando su espalda.
Miré abajo a él y supe que no tenía que preocuparme sobre mis ojos
cambiando de color. Mi naturaleza vampiro no había sido llamada ni una vez. Ves,
allí había algunas ventajas en no estar satisfecha con mi nuevo prometido. Solo
tenía que mirar el lado brillante.
Nota del autor: “El más grande error” de Cat tuvo un efecto domino en otros
lugares en el libro, tanto como la escena donde ella y Bones finalmente se veían el uno al
otro de nuevo en la boda de Denise. La versión original a continuación difiere de la
publicada por causa de esto, Cat está comprometida con Noah en lugar de meramente
saliendo con él. Y Bones no está feliz sobre eso, como puedes imaginar. Como tuve que hacer
antes en algunos lugares, incluí algunas partes de la versión publicada con esta versión
alternativa. De otra forma esta sección consistiría en un montón de nuevas oraciones sin
ningún contexto.
Felicity estaba encantada de tener a Bones como su pareja de boda para las
fotos. Se las había arreglado para apretarse a sí misma indecentemente cerca de él
con cada toma. Mi mandíbula dolía de cuán duro tenía que apretar mis dientes
para evitar abofetearla. Para hacer las cosas peor, él estaba siendo encantador, y
ella se lo comió.
Cuando no pude soportarlo más tiempo, giré mi cabeza para enfrentar una
pared y hablar entre dientes así solo él podría escucharme.
―Sigue así y ella necesitara un nuevo par de bragas.
―¿Celosa, amor? ―dijo él, cubriendo sus palabras con una tos falsa.
Diablos sí. Incluso aunque mi prometido esperaba por mí, mis sentimientos
no tenían sentido de justicia. Así que tomé la ofensiva, como normalmente hacía
cuando estaba molesta.
―No, en absoluto. ¿Por qué no la llevas por ahí y la follas realmente rápido?
Entonces tal vez se va a calmar y dejar de actuar como una puta.
―Ah, Gatita ―dijo mientras recolocaba la rosa en la solapa así nadie vería
sus labios moverse―. Sabes que me gusta tomarme mi tiempo…
―Solo el grupo de boda ―dijo el fotógrafo y nos apresuró a estar de pie
juntos.
Pisoteé hacia allí sin gracia.
―Muévete más cerca, eso es, un poco más cerca. Ahora sonríe y piensa sobre
aquel que amas.
Justo cuando el flash se fue, levanté la mirada y vi a Bones mirándome. Él no
estaba sonriendo, y tampoco yo. Pero nos miramos el uno al otro y nada más.
Caminé recto hacia la barra justo después del último clic de la cámara. Allí
solo había una cosa que podría ayudarme esta noche, y eso era ginebra. Montones
de ginebra. Bajé la primera copa sin moverme de enfrente del camarero.
―Otro.
El camarero me dio una mirada inquisitiva pero sirvió otra ginebra y tónico.
Miré el nivel que él había seleccionado y le di una mirada sucia.
―Más alcohol ―dije sucinta.
―Whiskey sería estupendo cuando haya terminado con la dama ―dirigió
una voz familiar detrás de mí―. ¿Ahogando tus dolores, Gatita?
―Sígueme ―contesté, harta. De una forma u otra tenía que averiguar lo que
él quería. Pasé junto a la mesa de mi madre para susurrarle―: Mantén a Noah
ocupado. Voy a tener una conversación.
―No lo hagas, Catherine ―rogó, llamándome por el nombre equivocado de
nuevo.
Caminé fuera al patio antes de que ella pudiera decir más.
El club de campo estaba rodeado por árboles con ramas bajas. La luz se
convirtió en sombras cuando el sol se puso. Escuché a Bones aproximarse pero
seguí mirando a los últimos rayos del sol.
―Dime, ¿por qué estás aquí? Es porque tú… ¿aún tienes sentimientos por
mí?
Él dejó escapar un gruñido áspero.
―Creo que tú deberías responder eso primero. Después de todo, eres la que
me dejó en una casa vacía y una sangrienta nota Querido John.
No podía mirarlo, porque me odiaba a mí misma por lo que había hecho.
―Era la única forma ―murmuré.
―Mentiras ―espetó de regreso.
―Ellos sabían lo yo era, Bones. ―Ahora lo encaré y traté de mantener mi
compostura―. El hombre quien vino al hospital ese día, sabían todo desde mis
reportes patológicos. Y sabían sobre los vampiros. El que está a cargo…
―¿Don? ―suministró.
Oh, así que había hecho su tarea.
―Sí, Don. Dijo que había buscado su vida entera por alguien quien fuera lo
suficientemente fuerte para luchar contra vampiros pero quien no fuera uno de
ellos. Y mi querida madre les informó que yo había estado durmiendo con uno, así
que ellos sabían sobre ti también. Don me ofreció un trato. Él nos recolocaría, y yo
lideraría su equipo. A cambio, el prometió dejarte solo. Entonces tú nos atrapaste
en nuestro camino al aeropuerto y demoliste quince kilómetros cuadrados de
carretera. ¡Pusiste cinco agentes en coma, Bones! Si no hubiera tomado el trato,
habríamos sido cazados como animales, y conoces a mi madre, preferiría morir que
ser protegida por ti. Ella también prefería verme muerta que convertida en un
vampiro, y seamos sinceros, ¡eso es lo que eventualmente habrías querido que
hiciera!
Bones pasó una mano a través de su cabello en exasperación.
―¿Es eso lo que toda esta sangrienta cosa era? ¿Tu mamá diciéndote que te
convertiría en un vampiro? Sangriento infierno, Gatita, ¿cuándo alguna vez te he
forzado a hacer algo que no querías? Deberías haber confiado en mí. Confié en ti.
Nunca lo vi venir cuando huiste sin una palabra.
Tuve que apartar la mirada a eso.
Él comenzó a pasearse, en cortar, zancadas molestas.
―¿Realmente creíste que no podría manejar lo que sea que tu gobierno
tratara de hacer? ―siguió―. Tipos como ese me han perseguido la mayoría de mi
vida no muerto, sin embargo todavía estoy aquí mientras ellos no. Pero no, tenías
que ser un héroe y tomar la caída. ¿Aún te amo? No mereces saber, pero te diré
esto. ―De repente estaba tan cerca que el aliento de sus palabras cayó sobre mis
labios―. Aún te quiero, Gatita. Cuando te miro… todo lo que quiero hacer es
rasgar tus ropas y escucharte gritar mientras estoy dentro de ti.
―Estoy comprometida ―estallé para cubrir mi pulso por las nubes. No podía
dejar de mirar los planos cincelados de sus pómulos o cuán cerca su boca estaba de
la mía. Esa boca se torció a mi respuesta.
―Sí, lo sé. Me lanzaste esa bien, lo hiciste. ¿Es por eso que no viniste a
Chicago en abril? ¿Por causa de ese veterinario mascota?
La forma burlona en que habló acerca de Noah tensó mi columna.
―¿Quieres decir cuando secuestraste y asesinaste a Danny Milton? Me
juraste que nunca tocarías a Danny, pero no supongo que él está en México
bebiendo margaritas, ¿o sí?
Bones se enderezó.
―Me hiciste jurar no matarlo, mutilarlo, lisiar, desmembrar, cegar, torturar,
sangrar, u otra forma de infligir cualquier herida en Danny Milton. O estar al
margen mientras alguien más lo hacía. Deberías guardar tu tristeza para alguien
que la valga. Danny renunció a ti como un mal hábito inmediatamente. Sabes que
ese pútrido lavado de cerebro no se mantiene bajo la mirada de un maestro
vampiro. Al menos el carbón fue finalmente útil. Me dijo dónde vivías. Virginia.
Tuve que reducirte a tres estados, y él me ahorró algo de tiempo. Eso es el por qué
le dije a Rodney para matarlo rápido y sin dolor, y no me quedé a observar.
―Bastardo ―logré decir.
Se encogió de hombros.
―Tomó eso para saberlo, amor.
Bajé mi cabeza y lo froté, pensando en Dave. Cuán innecesariamente había
muerto. Cuán absolutamente era mi culpa, primero yo rescatando a Danny en
lugar de matar a Lazaro, luego yo gritándoles que no disparara. Podría también
haber rasgado la garganta de Dave yo misma.
Bones me miró.
―¿Realmente estás llorando a ese imbécil? Ese bruto habría conseguido
matarte un día, no te equivoques sobre ello. No podía dejarlo vivir. Tu jefe podría
haber hecho un trabajo muy bueno ocultándolo lejos, pero yo lo encontré en tres
días.
―No estoy de duelo por él. ―Mi voz estaba llena con auto recriminación―.
Perdí a un amigo ese día. Y para que conste, no supe sobre Chicago hasta hace un
mes. Don me había dado algo de tiempo fuera para tratar con mi culpa, así que
envió a alguien más a Chicago cuando Danny estuvo perdido. Sólo me dijo sobre
ello cuando Ian se escapó. ―Di una risa seca, sin humor y lo miré―. Cuando
escuché, demandé ver toda la evidencia del hospital. Encontré el reloj y supe que
era tuyo. Diré esto; no me preocupe sobre Danny después de eso.
Bones sostuvo mi mirada, y me estremecí a pesar de que el aire afuera era
cálido. Había un sentido de irrealidad por estar aquí de pie y hablándole a él.
Alguna parte de mí pensaba que despertaría y todo esto sería un sueño.
―¿Habrías venido? ―preguntó suavemente.
Esa era una pregunta peligrosa, pero él merecía un poco de honestidad,
incluso si no podía decirle la mayoría de lo que estaba sintiendo.
―En el estado mental en el que estaba, masticada por el dolor y buscando por
cualquier fuente de consuelo, sí. Habría ido a ti. Habría sido un error, por
supuesto, porque nada sobre nuestra situación ha cambiado y todo se habría ido a
la mierda, pero sí. Después de que me comprometí con Noah, no. Hice un
compromiso, Bones. Eso significa algo, a pesar…
―¿A pesar del hecho que no lo amas? ―terminó brutalmente.
―¡Eso no es cierto! De todos modos, no importa. Tú y yo hemos acabado.
―Las palabras sabían vil, pero las dije. Las siguientes positivamente me ahogaron,
pero tenían que ser pronunciadas también―. Yo… ―miré lejos―… no te amo más.
―¡Allí estás! ―gritó Noah desde el otro lado del patio―. Querida, las
personas están preguntándose dónde estabas. ¿Qué estás haciendo aquí afuera?
La mentira vino rápidamente.
―Mi tobillo estaba molestándome de mi desliz en el pasillo. Solo estaba
estirándolo, no quise hacer un alboroto.
―No nos hemos conocido ―dijo Bones, y le extendió su mano a Noah. Lo
miré, recordando que había paralizado la mano de Danny de esta misma forma―.
Mi nombre es Cris. Cris Pin.
Cris. Pin. ¿Por qué no había mirado claramente a las invitaciones cuando
ayude a enviarlas?
―Noah Rose ―contestó mi prometido, sacudiendo la mano de Bones. Solté
un suspiro de alivio cuando la dejo ir y ningún hueso estaba roto―. Esta es mi
prometida, Cristine, en caso que no la hayas conocido.
―Nos hemos conocido antes ―dijo Bones con una mirada conocedora en mi
dirección―. De hecho, ella solo estaba contándome la historia detrás de su
apellido.
Gemí interiormente. Noah frunció el ceño.
―¿Russel? No sabía que había una historia detrás de tu apellido, Cristine.
¿Cuál es?
¿Pues bien, qué esperaba? Prácticamente me había llamado por Bones cuando
cambie identidades. ¿Pensé que no lo mencionaría?
―Um, er… el nombre de soltera de la mamá de Cris también era Russell, eso
es todo. ¿Dices que la gente está buscándome? Vamos a regresar a la fiesta. Mi
tobillo se siente mejor.
Me alejé tan rápido que Noah tuvo que trotar para alcanzarme. Incluso así, la
voz de Bones siguió tras de mí, demasiado bajo para que Noah escuchara.
―Gatita, cuando dijiste que no me amabas más… estabas mintiendo.
La cena fue un infierno viviente. Felicity mantuvo una corriente de
conversación sugestiva con Bones que me tuvo enterrando mis uñas en mis palmas
hasta que saqué sangre. Peor, su mano siguió encontrando su camino sobre su
muslo cuando fuera que ella se inclinara para susurrarle algo a él. Y él no hizo
nada para detenerla.
Incapaz de observar más, me giré y ensarté mi rollo viciosamente. Por el
rabillo del ojo, vi a Bones mirarme y reír.
―Tengo que ir a empolvar mi nariz. Ya vuelvo ―arrulló Felicity, rozando sus
senos contra su hombre cuando se inclinó para recuperar su bolsa de mano.
Él le guiño el ojo cuando ella se alejó, el bastardo. Torcí mi cuchillo en mi
indefenso rollo e imaginé que era el corazón de él.
―¿Tratando de advertirme sobre algo? ―preguntó con una mirada
conocedora a mi rollo.
―Solo una ilusión ―repliqué maliciosamente.
Bones tomó su propio rollo y partió el centro, poniéndole mantequilla. Luego,
bajó su cabeza, corrió su lengua a lo largo del centro hasta que lamió cada gota de
humedad. El aire dejó mis pulmones rápidamente mientras observaba.
―Ilusiones―murmuró, mandándome una mirada caliente.
Me puse de pie tan precipitadamente que mi silla se volcó, y mi cara
quemaba con un rubor carmesí que no tenía nada que ver con causar una
distracción entre los invitados a la boda de nuevo.
―Um, un brindis a la novia y el novio ―improvisé―. Denise, Randy, podría
recordar por siempre el compromiso que hicieron el uno al otro hoy. El
matrimonio es la promesa de que pase lo que pase, ustedes permanecerán juntos y
no serán golpeados por lo que la vida les lance. Hoy y siempre, les deseo fuerza,
valor, y tenacidad para superar cualquier obstáculo que amenace su relación. Una
vez más, felicidades.
Un puñado de aplausos sonó, con más que unas cuantas miradas de soslayo.
Está bien, así que tal vez soné como un sargento, pero estaba tratando de mantener
mi cabeza sobre el agua aquí.
Randy se acercó para darme un beso, al igual que Denise, y me senté
sintiéndome ligeramente mejor.
Entonces Randy se puso de pie y levantó la copa.
―Me gustaría agradecer a Cristine por recordarnos fuertemente a todos la
seriedad del matrimonio. Desde que ella esta normalmente armada, no voy a estar
en desacuerdo con ella.
Su declaración obtuvo autentica risas y aplausos. La mayoría de los invitados
sabían que yo trabaja para el gobierno de alguna manera, y sabían que no eran
deberes secretariales. Pobres tontos, si tuvieran alguna idea real.
―Pero déjame desviarme un poco ―continuó Randy―. Denise y yo nos
hemos conocido el uno al otro por solo seis semanas, un muy corto periodo de
tiempo, muchos dirán, y podrían estar en lo correcto. Tenemos diferentes
antecedentes, diferentes crianza, y diferentes creencias religiosas. Nada de eso
importa. La primera noche que la conocí, supe que ella era la única para mí. La
noche antes de que le pedí casarse conmigo, tuve una conversación con mi amigo,
Cris.
Randy hizo un gesto hacia mi derecha y me tensé, asustada de escuchar más.
―La mayoría de ustedes no conocen a Cris, pero nos conocimos hace seis
meses, y le pregunté si pensaba que estaba apresurando las cosas por proponerme
a una mujer con la que solo había salido por dos semanas. Quiero compartir con
todos ustedes lo que Cris dijo, porque creo que vale la pena repetirlo.
Randy se movió para estar de pie detrás de Bones, y mis nudillos se pusieron
blancos sobre el borde de la mesa. Algo me decía que no quería escuchar lo que
venía.
―Dijo, “Randy, amigo, no importa cuánto tiempo has conocido a esta chica si
la amas. El tiempo no tiene dominio sobre el amor. El amor es la única cosa que
trasciende el tiempo”.
Hubo exclamaciones sentimentales de oohs y ahhs de los invitados. No me
atreví a mirar a mi derecha, porque lágrimas cursaban un lento camino estable por
mis mejillas. Cuánta razón tenía Bones. Nuestro amor trascendió el tiempo, porque
mi corazón estaba rompiéndose tanto ahora como el día que lo dejé.
―Me gustaría agradecerles a los nuevos amigos y viejos, familia y familia
extendida, por compartir el más feliz día de mi vida con la mujer que amo
―terminó Randy.
Aplausos sinceros rompieron cuando Randy y Denise se besaron.
Cuando se separaron, sus ojos se abrieron cuando ella me vio sobre el
hombro de Randy.
―¡Cristine! Estás llorando. Nunca te he visto llorar antes.
Sonreí y mentí a través de una garganta casi cerrada de emoción.
―Solo estoy tan feliz por ustedes, eso es todo.
Sombríamente juré que pasaría por la recepción entera. Pero me senté más
cerca de Randy de lo que Denise lo hacía en mi vano intento de poner tanta
distancia entre Bones y yo como fuera posible.
Felicity, perra como era, le echó un vistazo a la ginebra que seguí
consumiendo y fingió un jadeo asombrado.
―¿Cristine, no puedes mantener una tapa en tu bebida? ―siseó detrás de la
espalda de Bones―. Esta es la boda de mi primo, por el amor de Dios.
Su tono remilgado me hizo apretar mi bebida tan duro que se rompió.
Ginebra se derramó en el frente de mi vestido, y mi palma comenzó a sangrar.
―¡Hijo de puta! ―grité.
Cada cabeza giró. Bones sofocó una risa fingiendo una tos repentina.
―¿Estás bien? ―Randy me miró con preocupación y envolvió su servilleta
alrededor de mi mano. Miró a Bones, quien le dio un inocente encogimiento de
hombros.
―Estoy bien, Randy ―grité, mortificada.
Denise asomó su cabeza alrededor de su nuevo esposo.
―¿Quieres que cambiemos de asientos? ―murmuró suavemente.
Ellos pensaban que estaba sacudida por causa de que Bones era un vampiro.
Esa era la menor de mis preocupaciones. Su cercanía estaba triturando mi control,
y la recepción no había acabado aún.
―¡Querida! ―Noah vino a la mesa y quitó la servilleta de mi mano―. ¿Es
malo?
―Estoy bien ―espeté con dureza. Su cara dolida me hizo encogerme con
culpa―. Solo avergonzada ―cubrí―. Primero el viaje, ahora rompo copas y grito
obscenidades. Estaré bien. Ve de regreso a tu asiento. No vamos a hacerlo peor.
Noah parecía aplacado y fue de regreso a su mesa. Recogí los pedazos de
copa y comencé a apilarlos sobre la sangrienta servilleta.
―Voy al baño de damas para lavar esto y tirar los cristales ―le dije a Denise.
―Iré contigo ―ofreció.
―No. ―Di una mirada a mi derecha a Bones y luego de regreso a ella de
nuevo. Sus ojos se abrieron, y comprendió. Parte de ella, de todos modos.
―Cris ―se dirigió a él―. ¿Te importaría acompañar a Cristine y ver si tienen
vendas? Randy dice… ―Se detuvo y luego continúo con malicia―: Randy dice
que tienes un gran trato de experiencia con heridas sangrantes.
―¿Eres médico? ―susurró Felicity.
Bones se puso de pie y le dio a Denise una sonrisa apreciativa a su elección de
palabras.
―Atrás en Inglaterra fui muchas cosas ―respondió a Felicity evasivamente.
―Mantén a Noah ocupado ―le susurré a Denise, y ella asintió. Dios sabía
que ella haría un mejor trabajo del que mi madre hizo.
Hice una parada en el bar primero. El camarero dio una mirada de ojos
abiertos a mi servilleta manchada de rojo.
―Ginebra. Sin copa, solo la botella ―dije sin rodeos.
―Um, señorita, tal vez debería…
―Dele a la dama la botella, compañero ―interrumpió Bones, sus ojos
parpadeando verdes.
Sin demora, una botella sin abrir fue empujada en mi aún sangrante mano.
Torcí la tapa para abrirla, boté la copa rota y la servilleta sangrienta, y tomé un
largo trago. Luego llevé a Bones a la esquina lejana del estacionamiento donde
había menos autos. Él esperó pacientemente mientras bebí de nuevo. Estaba
manchando de sangre todo el exterior de la botella, pero no me importaba.
―¿Mejor? ―preguntó cuándo me detuve para tomar aire. Sus labios torcidos
con diversión suprimida.
―Difícilmente ―contesté―. Mira, no sé cuánto tiempo mi madre se
mantendrá callada, pero en caso que no lo hayas notado, te odia. Llamará a las
tropas y tratará de tenerte ensartado sobre una llama abierta con una estaca de
plata. Tienes que irte.
—No.
—¡Maldición, Bones! ―Mi temperamento explotó. ¿Por qué tenía que ser tan
hermoso, por qué tenía que estar de pie tan cerca, y por qué lo amaba tanto aún?―.
Trabajo para el gobierno matando vampiros, ghouls, e incluso humanos cuando es
necesario. Ellos poseen mi trasero por otros trece años si no muero primero, y eso
es un gran sí. No puedes estar aquí. Te dije que no te amo más. Podría tener
algunos… algunos sentimientos residuales de atracción por ti, pero es solo porque
tengo ojos y eres impresionante. Ahora por favor, ¿antes de que esto se ponga feo,
sólo te irías?
Ladeó su cabeza. Una ligera brisa agitó los rizos en su cabello, y en su
esmoquin, él era as que impresionante. Era devastador.
―¿No me amas? ¿Entonces por qué no mataste a Ian? Tenías un cuchillo en
su corazón. Todo lo que tenías que hacer era girarlo. Lo dijiste tú misma, tu trabajo
es matar vampiros, aun así lo dejaste ir. Podrías también haberme enviado un
radiante Valentín.
―Sentimentalismo. ―Me agarré a un clavo ardiendo―. Por los viejos
tiempos.
―Cierto. ―Bones dejó ir esa―. Bueno, amor, deberías haberlo matado,
porque ahora está buscándote. Hiciste una gran impresión. Mientras yo nunca te
forzaría a hacer nada contra tu voluntad, Ian quiere encontrarte para hacer justo
eso.
―¿De qué estás hablando?
Bones sonrió, pero no era una sonrisa complacida.
―Él está enamorado, por supuesto. Ian es un coleccionista de cosas raras, y
no hay nadie más raro que tú, mi hermosa mestiza. Estás en peligro. Él no sabe que
te encontré, pero te encontrara lo suficientemente pronto.
Reflexioné sobre eso mientras tomaba otro trago.
―No importa. Vencí a Ian antes y puedo hacerlo de nuevo.
―No de la forma en que jugará. ―Había algo en su voz que me hizo mirarlo
fijamente―. Ian no va a venir a ti en una noche y tratara de tomarte en una pelea
justa. Agarrara a todos los que amas primero e ira directo a un trato, sus términos.
Créeme, no van a gustarte. Ahora, tu única ventaja soy yo. Porque por tu pequeña
descripción inteligente de nuestras relación, Ian cree que me odias y viceversa.
Lindo toque, eso. Especialmente la parte del dinero. ¿Todavía quieres un cheque?
―Te escribiré uno si te vas ―murmuré.
Bones ignoró eso y se movió más cerca, sosteniendo su mano extendida.
―¿Te importa si tengo una gota de tu botella?
Le entregué la botella, cautelosa de no dejar que mis dedos rocen los suyos.
En lugar de beber de ella, me miró a los ojos y lamió mi sangre de la suave
superficie de cristal. Su lengua curvada alrededor de cada contorno de la botella, y
calor llameó a través de mí mientras observaba, hechizada. Cuando no quedó ni
una gota en ella, me la pasó de regreso a mi de repente mano temblorosa.
―¿Atracción residual? ―Su voz se profundizó―. Oh, Gatita, sólo estás
engañándote a ti misma.
¡Piensa en Noah!, gritó mi cerebro. ¡Piensa en cualquier cosa menos en cómo esa
lengua se siente sobre tu piel!
―Aprecio tu advertencia sobre Ian. ―Traté de sonar firme, pero mi voz salió
entrecortada―. Pero manejaré esto. Si es necesario, me recolocaré con Noah y mi
madre. Noah me ama. Él ira donde yo vaya.
Me dio una dura, breve risa y sus ojos brillaron verdes. Ira o pasión, no estaba
segura.
―Sostén a Noah como un escudo, pero él es tu vínculo más débil. Vamos a
hablar sobre tu prometido, desde que eres tan rápida en mencionarlo cada vez que
sientes tu fuerza de voluntad debilitándose. Dime, ¿cómo tomó la noticia que eras
mitad vampiro? Te apoyó, ¿no es así? ¿O qué sobre cómo arriesgas tu vida para
matar a los no muertos? ¿Te da un beso y te dice que estaques uno para él? Tu
mamá tiene bolas más grandes que Noah.
―¡Sus bolas están bien! ―¿Dios, acabo de decir eso?
Se movió a matar.
―Vamos a hablar sobre eso también. No es de extrañar que estás caliente
como un petardo a mi alrededor. La mejor picadura que has tenido todos estos
años ha sido indudablemente tú misma. ―Entonces se inclinó adelante hasta que
su boca estaba a meros centímetros de mi oreja―. Sabes, amor, he estado
preguntándome algo desde que averigüe que estabas comprometida. ¿Qué es más
frustrante para ti? ¿Tener que ocultar tus ojos cada vez que Noah está dentro de ti
así no ve su brillo… o no necesitar cerrarlos en absoluto?
Bastardo. Balanceé la botella a su cabeza, y la atrapó en un borrón de
velocidad. Tan pronto como sentí sus dedos cerca de los míos, la dejé caer, y se
rompió a nuestros pies.
Bones sonrió con cruel satisfacción y retrocedió un paso.
―Eso fue lo que pensé.
―¡Muérdeme! ―gruñí venenosamente y oh, cuán estúpidamente.
Sus ojos brillaron.
―He estado soñando con eso por años. Voy a mantener tu oferta.
―Forma de hablar, Bones ―dije mientras retrocedía hacia la seguridad de la
casa club, aunque ninguna parte sería segura ahora. Su expresión me dijo eso.
―No para un vampiro, por respeto a Randy, dejaré ir esto por ahora. Tú y yo
terminaremos esto después.
―No, no lo haremos. Hazme un favor. Ve a joder a Felicity y déjame sola.
―¿Crees que no te perturbo? ―gritó cuando alcancé la puerta de la casa
club―. Ya veremos.
Corrí dentro y no respondí.
Capítulo 14
Bones descubre el tatuaje de tibias
cruzadas de Cat
Nota del autor: Corté el resto de la escena de boda y la escena donde Bones sigue a
Cat al club porque no había mucho material nuevo. La siguiente sección es una versión
revisada de lo que pasa después de que Cat mata al vampiro en el club e incluye una sección
eliminada donde Bones ve por primera vez el tatuaje de tibias cruzadas sobre la cadera de
Cat. Honestamente no recuerdo por qué esta parte no salió en la versión publicada. Debe
haber sido que pensé que estaba ahí pero fue accidentalmente borrada en una de mis muchas
revisiones. Y sí, hubo muchas revisiones, como ahora pueden ver.
―Olvidaste uno.
Estaba a punto de arrojar más cuchillos cuando su voz me detuvo. Bones
entró y echó una mirada a fondo a la matanza. A la mayoría de los vampiros que
despachaba con mis cuchillos, pero aquellos que mataban niños, los destrozaba con
mis manos desnudas. Era lo menos que podía hacer.
―¿En serio? ¿Quién?
Su sonrisa era placentera.
―La pequeña perra que estaba hurgando por un arma, pero ya no lo está
haciendo.
Debió haber sido Brandy con las uñas de los pies rosa. Su expresión benigna
no me engañaba. Conociéndolo, ella estaría usando ese color en el infierno.
―Dos de estas chicas aún están vivas. Dales sangre. La tuya trabajará más
rápido de lo que yo tengo para ofrecer.
Todo lo que tenía era la mía, pero con mi humanidad, era débil cuando se
trataba de sanar. Y no tenía ningún Brams encima porque se suponía que esta no
era una noche de trabajo.
Bones tomó el cuchillo que le tendí y rebanó su palma, yendo hacia cada
chica y haciéndolas tragar su sangre.
―¿Estará bien? ―preguntó el fantasma, cerniéndose sobre su novia.
Gradualmente escuché su pulso regresar a un ritmo estable mientras la
sangre de Bones trabajaba en ella. Después de un momento, sonreí.
―Sí, ahora lo estará.
Sonrió de vuelta, mostrando que en vida había tenido hoyuelos. ¡Dios, era tan
joven! Entonces comenzó a desvanecerse en los bordes, haciéndose apenas visible
hasta que ya no hubo nada más de él.
Me quedé mirando en silencio. Después…
―¿Se ha… ido?
Bones sabía a lo que me refería.
―Eso espero. Logró lo que quería y ha seguido adelante. A veces, unas pocas
personas tercas aguantan para hacer una última cosa. Debió haberla amado de
verdad.
Amor verdadero. Eso me trajo de vuelta a mi pésimo humor.
―¿Por qué estás aquí? ¿Terminaste con Felicity tan pronto? Eso difícilmente
está al corriente de tu usual desempeño.
Una de sus cejas se alzó.
―No tenía intención de follarme a Felicity. Solo la besé para probar que te
importa más de lo que quieres admitir.
Estaba tan contenta de que nada más hubiera pasado con ella que casi sonreí.
Entonces me contuve.
―No me importa.
Bones resopló y dio otra mirada a las paredes salpicadas de sangre.
―Seguro. Estás tan fresca como un pepino.
Había dejado la chaqueta del esmoquin en algún otro lado pero aún usaba la
camisa y el pantalón de la boda. Su corbata también estaba perdida, y su camisa
estaba casualmente abierta en el cuello. Encima de eso, tenía puesto un largo
abrigo de cuero negro que arrastraba hasta sus pantorrillas…
―Santa mierda, ¿Es eso lo que creo que es? ―solté abruptamente.
Bones dio una vuelta.
―¿Te gusta cómo se me ve? Después de todo, te quedaste con tu regalo de
Navidad. Solo me parecía justo recuperar el mío, especialmente desde que te
llevaste mi otra chaqueta.
El abrigo de cuero que le había comprado como regalo de Navidad hace casi
seis años le quedaba perfectamente. Cuando le dije dónde estaba el día antes de
que lo dejara, nunca se me ocurrió que regresaría por él. Pero bueno, nunca se me
ocurrió que me buscara todo este tiempo.
Sacudí la cabeza para aclarar imágenes. Tenía que alejarme de Bones. Cuando
estaba cerca de él, no podía pensar correctamente. Trabajo, concéntrate en el trabajo.
―Tengo que reportar esto, ¿traes un teléfono? ―Todo lo que tenía conmigo
era mi ropa interior, sangre y algunos cuchillos.
Bones sacó uno de su bolsillo y me lo pasó.
―Tate, es Cat. Necesito un equipo de limpieza en el bar GiGi. Tengo un
montón de vampiros muertos y algunas víctimas que necesitan atención médica y
memorias nuevas. Un par de cuerpos humanos también, desafortunadamente.
―¿Por qué no estás en la boda? El bar GiGi se suponía que era con nosotros,
mañana.
Por su tono, Tate estaba enojado, pero no estaba de humor para discutir con
otro hombre.
―¿Me vas a reprender o vas a conseguir al equipo?
―¿De qué número estás llamando? Este no es tu celular.
―Le robé el teléfono a alguien ―mentí―. Lo voy a devolver ahora.
Apúrense, este lugar está trepando de gente.
Colgué sin decir adiós.
―Tienes que irte ―dije por lo que seguramente era la décima vez―. Los
chicos estarán aquí pronto.
―No tengo ninguna prisa ―replicó, su voz ronca.
Tardíamente, se me ocurrió que estaba de pie a solo dos metros de distancia
de Bones ataviada con solo mi sostén y mi ropa interior. Por sentado, estaba
cubierta de sangre, pero eso nunca apagaba a un vampiro. Era su equivalente a
crema batida.
No se había perdido ni una sola cosa, y sus ojos se deslizaron sobre mí con la
intimidad de un toque.
―Eres exquisita, Gatita.
Avanzó hacia mí, pero salté hacia atrás. Algo pasó a través de su rostro y sus
ojos se entrecerraron mientras miraba mi cadera desnuda. Uh-oh. Me había
olvidado de eso.
―De verdad duplicaste mi tatuaje. Ian me dijo que lo habías hecho, pero no
le creí. Sin embargo aquí está, grabado en tu piel. ―Había un vago asombro en su
voz.
―No me toques. No. ―Mi voz tembló porque sabía que si lo hacía, habría
terminado todo.
―Quieres que lo haga. Lo veo en tus ojos, y tu aroma te traiciona. ―El tono
plano y hambriento de la voz de Bones me asustó. Sus siguientes palabras lo
hicieron aún más―. Sin embargo te dije hace mucho, no entro si no me invitan. Tú
serías la primera en ponerme las manos encima, y no iré a ningún lado. ¿Quieres
deshacerte de mí? Entonces tendrás que matarme.
Oh, mierda. Él sabía que no podía hacer eso. Diablos, no había sabido si
podría matarlo aun pensando que había masacrado a una familia entera.
―Entonces me iré ―dije―. Don me escondió una vez, puede hacerlo otra
vez.
―Te reto a que lo intentes ―dijo amenazadoramente―. Tenemos asuntos
inconclusos, y los resolveremos, estés lista o no. Después de cerca de siete malditos
años, has tenido tiempo suficiente. Fija una hora, amor, termina aquí si lo deseas,
pero no esperaré otro día. Si tengo que seguirte a tu casa y sacarlo todo enfrente de
Noah, lo haré. No me molestará en absoluto sacarle el algodón de los ojos en
cuanto a la persona con la que espera casarse. ¿Qué es lo que será? Privado o
público, escoge.
No estaba blofeando, nunca blofeaba, y no había manera en que lo dejaría
llegar cerca de Noah si podía evitarlo. El hecho de que no lo hubiera asesinado ya
me asombraba.
―Está bien, ¿quieres que escoja una hora? El amanecer.
Sus labios se curvaron ante la malicia de mi elección. Un vampiro era más
débil al amanecer. También lo era yo, pero en esta instancia, mi humanidad me
ayudaría en vez de entorpecerme. Toma cualquier golpe sucio, cada golpe bajo. Él
me había enseñado eso.
―¿Dónde?
Pensé por un minuto.
―Hay un parque sin terminar en las afueras de Richmond llamado
AdventureLand. La construcción ha sido detenida debido a licencias, así que está
vacío. Encuéntrame en el puente que conecta el campo de golf con el extremo
verde. No llegues tarde, no te esperaré.
Sonrió y dio una última, larga mirada a lo largo de mi cuerpo.
―No llegaré tarde, Gatita. Puedes contar con eso.
Capítulo 15
Versión revisada de la pasión reavivada
de Bones y Cat
Nota del autor: En la versión publicada de One Foot in the Grave, Bones y Cat
salen en varias citas antes de sucumbir a su pasión. En un punto cercano después del
regreso de Bones, Cat incluso le dice algo como “No voy a tirarme de espaldas con las
piernas abiertas mientras declaro mi eterno amor por ti”. *Sonrisa* Esa línea era yo siendo
una listilla con mi editora, porque en la versión original de abajo, eso es exactamente lo que
pasa. Cat nunca ha dejado de amar a Bones, y ella misma se hizo un miserable y
autodestructivo embrollo sin él, así que no podía imaginarla poniendo a Bones a distancia
por cualquier periodo de tiempo una vez que él estaba de regreso en su vida. Tampoco podía
imaginarme a Bones queriendo tomarse las cosas despacio ahora que finalmente la había
encontrado. Él es un hombre paciente, pero no TAN paciente.
Sin embargo, terminé reescribiendo lo que pasó cuando Bones regresó porque mi
editora me recordó que los nuevos lectores que empezaron con One Foot nunca han
“conocido” a Bones y por consiguiente no tenían ningún trasfondo para su romance.
Teniendo a Cat y Bones saltando a la cama tendría por lo tanto una disminución de la
tensión sexual que de otra manera podría ser usada para introducirlos a la relación de Cat y
Bones. Desde que había escrito esto mucho antes de tener algún lector, ese pensamiento
nunca se me había ocurrido, pero podía ver su punto, así que lo revisé. Sí usé algunas
partes de la escena original de sexo abajo en la versión publicada, pero cambié el escenario
como también lo que inspiró a Bones a morderla. Así que, en esta versión, van a ver ambas,
una versión cambiada de su primera escena de sexo como también el estado de ánimo de
Bones concerniente a Noah.
Nota del autor: A lo largo de los años, muchos lectores me han preguntado qué
escribió Cat en la nota que le dejó a Bones al final de Halfway to the Grave. En esta sección
eliminada, lo descubrirán, como también descubrirán algún chismorreo. Esta escena
eliminada habría tomado lugar antes del capítulo treinta y nueve en la versión publicada,
para referencia. Termino siendo eliminada para que los lectores llegaran a la escena en el
cementerio donde Dave es resucitado más rápido.
Nota del autor: En la versión publicada de One Foot, Bones permite que Justina
haga que el equipo de Cat lo capturé porque quiere infiltrarse en el recinto de Don. Justina
había pensado que había arreglado que a Bones lo asesinaran, pero en realidad, estaba
haciendo lo que Cat y Bones querían. One Foot termina sin que los lectores vean cómo tomó
Justina la noticia de que habían sido más listos que ella, pero en la versión no publicada,
había escrito todo eso. Así que aquí está el final original de One Foot In The Grave, que
incluye un capítulo adicional para mostrar a Bones dando a Justina el justo castigo que
tanto merece.
Nota del autor: Una vez más, tuve que cortar el primer par de capítulos de mi
novela con el propósito de empezar con más “acción”. Por eso las escenas siguientes no son
tan pesadas en drama de vida o muerte. En su lugar, están cargadas en interacción de los
personajes. Ellas muestran a Cat tratando de ampliar sus habilidades, cómo maneja algo del
prejuicio vampírico de su equipo, y una escena de sexo adicional entre ella y Bones. Es
irónico: las quejas más comunes que escucho de los lectores es que tengo demasiadas escenas
de sexo o no suficientes de ellas. Para aquellos de ustedes que caen en la primera categoría,
de hecho, no público muchas de las escenas de sexo que escribo, así que lo que está en los
libros es la versión con menos sexo. Para aquellos que caen en la segunda categoría, bueno,
feliz lectura (guiño).
Horas después me estiré, agarrando vacío aire donde debería haber carne
fresca. Mis ojos se abrieron de golpe, y por un segundo, pensé que estaba en la
cama en mi antigua casa en Richmond antes de que Bones me encontrara. Sola,
como había estado por años.
La puerta voló abierta y ahí estaba Spade.
―¿Qué es lo que está mal?
―¿Eh? ―Miré alrededor, completamente consiente ahora y recordando por
qué estaba en la cama sola. Spade se relajó cuando vio que mi cubículo estaba
vacío.
―¿Mal sueño? ―preguntó.
―¿Cómo es que tú…? ―Empecé, luego me detuve―. Mi ritmo cardiaco,
¿cierto? Dios, estás siendo atento. ¿Has estado escuchando mientras duermo?
Espero no haber estado hablando también.
Sus labios se torcieron.
―Podrías haberlo estado. Los ronquidos pueden haber ahogado eso.
Resoplé de una manera nada femenina.
―¿Bones te dijo que dijeras eso? Él siempre se está burlando de mis
ronquidos, pero personalmente creo que es mentira. Mi madre nunca me dijo que
roncaba.
Él rió abiertamente.
―Entonces estaba siendo cortes.
Me detuve a medio estirar, me detuve para darle una mirada cansada.
―Claramente no la conoces para haber asumido eso. ¿Bones nunca te conto
sobre ella?
Su risa se volvió suave.
―No en algún término que repetiría.
No me ofendió. Cualquier cosa que Bones la haya llamado, ella lo merecía.
Haber tratado de asesinarlo dos veces le daba derecho a unos cuantos comentarios
desagradables en lo que a ella refería.
―Me voy a duchar y luego a la sala de naufragio así es como llamamos al
cuarto de entrenamiento. Asumo que vienes.
Asintió.
―Por supuesto.
Treinta minutos después, sentí un estímulo surgir mientras el sol se ponía y la
oscuridad caía. Algunas cosas de mí eran más vampiro que humanas, y mi
afinidad por la noche era una de ellas. Incluso de niña, tenía un momento difícil
yendo a dormir hasta que era cercano el amanecer. Le di un vistazo a mi reloj
mientras entrabamos a la sala de naufragio. La mayor parte del equipo estaba
dentro entrenando. Mantenían horarios nocturnos debido a la naturaleza de lo que
cazábamos.
―Querida ―me saludó Juan, deteniendo lo que estaba haciendo y viniendo
hacia a mí―. Tate me dijo que te estarás quedando con nosotros por unos pocos
días. Qué bueno, te extraño desde que siempre te vas con ese pálido hombre sin
pulso. Sin ofender, amigo.
Juan se había suavizado considerablemente en cuanto a los vampiros desde
que se había familiarizado con Bones. Ahora lo acosaba constantemente por
consejos sobre cómo seducir mujeres. Bones hablaba español; yo no. Me asustaba
pensar todas las conversaciones obscenas que tenían lugar bajo mi nariz, pero
Bones riendo se había negado a mis intentos para desanimarlo de ser tutor de Juan
en esa área.
“Gatita, si él va a follar a toda mujer que se mantenga quieta el tiempo suficiente, por
lo menos debería hacerlo apropiadamente. El cielo sabe que lo estoy ayudando a él más de lo
que me estoy ayudando a mí,” fue su respuesta a mi indignada protesta.
Dios, estaba en problemas si ese recuerdo era suficiente para hacerme
extrañarlo de nuevo.
Spade miró alrededor del área de entrenamiento con interés. Era
aproximadamente del tamaño de dos campos de fútbol, completada con trayectos
de obstáculos que hacían el terreno cambiante, cuerdas para escalar falsos lados de
edificios, improvisando ataques fingidos y apagones repentinos.
Aproximadamente la mitad de los sesenta soldados que componían mi equipo
estaban aquí, a una jadeante distancia bajo los implacables ojos de mis cuatro
capitanes.
―¿Quién es ese? ―susurró uno de los reclutas nuevos, Jeffrey, al sudado tipo
junto a él. Ambos estaban del otro lado de la enorme habitación, y ninguno de los
viejos miembros de mi equipo estaba cerca para advertirle que podía oírlos.
―Tiene que ser otro monstruo, mira su piel. Es como la de ella. Hombre,
seguro que le gusta su polla a temperatura ambiente.
―No ―dije, agarrando el brazo de Spade cuando intentó hacer algo sobre
eso―. Ellos no saben que puedo oírlos. Veamos qué tan lejos lo llevan.
―Este es moreno ―siguió Jeffrey, sin atención―. ¿Tú qué crees? ¿Drácula…
o su compañero del colegio?
Ambos rieron disimuladamente. Cretinos tontos, ni siquiera vieron alrededor
para ver quién estaba. Ya aprenderían.
―Cat, estaba hablando con Cooper, y… ¿qué es lo que están mirando?
―Subió Tate, dándome una mirada curiosa.
Mi mano aún estaba en el brazo de Spade, solo por si acaso.
―¿Quién es el chico con Jeffrey? Aparentemente ninguno de ellos creyó las
lecciones sobre sentidos avanzados, ya que están ahí parloteando como dos
adolescentes. Concéntrate. Trata de escucharlos.
Tate ladeó la cabeza. Con la sangre diaria que había estado tomando, debería
ser capaz de oírlos si mentalmente subía el volumen en su dirección y se las
arreglaba para filtrar los otros ruidos fuera.
―¿Estás prestando atención a eso? ―preguntó Dave, avanzando
furtivamente hacia mí.
―¡Shh! ―dijo Tate con impaciencia.
―… por lo menos ahora podemos revisar su trasero sin que nos lancen al
aire. Bones tiene un radar cuando se trata de alguien viendo su todo-lo-que-
puedas-comer trato. Ella es un menú completo para él… sangre para la cena, coño
para el postre. Apuesto que ella…
―¿Están locos? ―los interrumpió Angus, uno de mis miembros de equipo
expertos―. Lo siento Cat, estaban tomando un respiro ―añadió para mí―. No
estarán haciendo eso pronto de nuevo.
Angus no alzó la voz cuando cambió de hablar con Jeffrey para hablar
conmigo. Los reclutas nuevos lo miraron fijamente, desconcertados.
―¡Ella está todo el camino hasta allá, no puede oírnos!
Angus meneó la cabeza.
―Ella escucha cada palabra que dices. ¿Ves su mano en el vampiro?
Probablemente está lamiéndose los labios, decidiendo de cuál de ustedes dos va a
beber primero. Las sobras van para Dave.
―Pero… ―empezó el que se llama Toby y lo golpearon en la parte de atrás
de la cabeza.
―Muévete soldado.
Angus hizo marchar a los dos reacios hombres hacia nosotros. Juan había
sido informado de su diálogo por Dave mientras ellos se acercaban, ya que no
podía oírlos él mismo.
―Bueno, hola chicos ―dije arrastrando las palabras cuando Angus los
empujó los últimos pasos―. Algunos reclutas no estaban prestando atención a
quién estaba alrededor cuando dejaron ir su boca, ¿cierto? Así que ustedes dos
piensan que soy un todo-lo-que-pueda-comer trato, ¿cierto? Eso es divertido,
porque para un vampiro o un ghoul, ustedes son comida. Comida tonta, pero oye,
¿quién se niega a comerse una hamburguesa porque la vaca era estúpida, cierto?
Ellos miraron fijamente al suelo, evitando cuidadosamente mis ojos. Ahora la
parte divertida.
―¡Hombres, rompan filas! ―rugí. Los más de treinta soldados cesaron sus
actividades y vinieron a ponerse en hileras frente a mí―. Muy bien hombres, Jeff y
Toby aquí tienen preocupaciones. Ahora, ¿quién más aquí ha estado
fanfarroneando sobre mí durmiendo con un vampiro? ¡Vamos, dé un paso al
frente!
Nadie se movió. Hubo algún arrastramiento de pies y unas cuantas toses,
pero ningún comprador. Sonreí.
―Conseguiré los nombres de los otros bocones, créanme, y quien sea que
fuera no dio un paso al frente, ahora conseguirá ambas piernas rotas y una severa
paliza. ¿No lo saben? La cobardía los lastimara más. Y para ustedes dos. ―De
regreso a Tony y Jeff―. Les gusta mi trasero, ¿cierto? ¡Están a punto de
familiarizarse realmente con él pateándoles el suyo!
Le di un puñetazo a ambos en la boca para acentuar mi punto. Esta clase de
mierda tenía que parar antes de que alguien saliera lastimado. O peor. La muerte
se llevaba a todos, incluso a los imbéciles.
―Muy bien, chicos… ―Hice un gesto para que ellos formaran un circulo,
luego troné mis nudillos y rodé mi cabeza alrededor de mis hombros―.
Empecemos.
Nota adicional del autor: Si te estás preguntando por qué Bones fue a Australia en
esta versión, fue ahí a recoger el anillo de compromiso de diamante rojo. Se le declaró a Cat
justo después de esta escena, y la aceptación de Cat, así como Bones llamando a su madre
para darle la noticia, permaneció sin muchos cambios de la versión original a la publicada.
Capítulo 19
La tienda de ropa
Nota del autor: Esta sección borrada muestra a Cat, Denise, Annette, y Justina
yendo de compras del vestido para la próxima boda de Cat. ¿Suena como una receta para el
desastre? *sonríe* Lo fue. Terminó siendo cortada porque mi editor pensó que era divertida,
pero ella quería llegar a la trama principal más rápido. Como puedes adivinar, un montón
de escenas fueron cortadas en un intento de mantener el ritmo tan fuerte como podría serlo.
Entiendo el razonamiento, pero admito que odiaba cortar escenas como esta. Me encanta
mostrar a los personajes haciendo cosas “normales”, o al menos, intentarlo, y en
retrospectiva, creo que en At Grave’s End podría haber usado unas pocas escenas más
ligeras para equilibrar las más oscuras.
Nos llevamos mi coche ya que era el único con vidrio a prueba de balas.
Detrás de nosotros vi a Dave y Cooper siguiéndonos a una distancia discreta.
Bones se había negado rotundamente a dejarme conducir sin algún tipo de escolta,
y ellos habían elegido permanecer invisibles. Hombres inteligentes. Después de
todo, habían conocido a mi madre antes.
Fuimos a Magdalena’s, una encantadora tienda de ropa que se especializaba
en vestidos de novia hechos a mano. Yo simplemente lo habría comprado en una
tienda regular y mandado a ajustar, pero Bones me había mirado como si hubiera
perdido la cabeza cuando sugerí eso. El avaro en mí protestó ante el gasto de todo
el dinero extra sólo para los accesorios personales y la selección de la tela. Aun así,
esto lo hacía feliz, así que estaba aquí.
El nombre de la propietaria era Elise, a pesar del nombre de la tienda, y nos
saludó cálidamente cuando entramos.
―Entren, por favor, tú debes ser Cat. ¡Que hermosa eres, que colorido!
Oh, mierda, mala manera de empezar. Los labios de mi madre se retorcieron
con un millar de comentarios punzantes, pero se las arregló para no hacer más que
gruñir. Mi apariencia venía de mi padre, además de mi piel luminiscente que era
sólo un tono demasiado cremoso para ser de humano.
Elise continuó, sin hacer caso.
―¿Quién de ustedes bellas damas es la madre? ¡Por su piel pálida y cabello
rubio fresa, yo supondría que eres tú! ―dijo alegremente a Annette.
Denise se rió y luego comenzó a toser para cubrirlo.
Mi madre se encrespó.
―Yo soy su madre ―le espetó.
Elise intentó cubrir el desliz y en su lugar lo hizo peor.
―Oh por supuesto. ¿Ustedes dos señoras son hermanas, entonces? ―Señaló a
Annette con una inclinación de cabeza. Denise lo perdió de nuevo.
―¡Mira, mamá, guantes! ―Tiré de mi madre con seguridad lejos de la dueña
y gruñí una advertencia entre los dientes apretados―. Ni siquiera lo intentes. Es
un largo camino de regreso, ¿recuerdas?
En realidad no era culpa de Elise su identificación errónea. Llegando a
pensarlo, probablemente sí me parecía a Annette más que a mi madre. Por
supuesto, Annette era diez centímetros más pequeña y mucho más voluptuosa,
pero aun así. Las similitudes de nuestra piel y cabello estaban allí. La observación
de lo de hermana no había sido sin razón, tampoco. Annette y mi madre parecían
de la misma edad, a pesar de que en años humanos Annette era más joven. Ya que
ellas estaban de compras con la novia, había sido un error de buena fe.
―Ellas no están relacionadas ―le murmuró Dense apresuradamente a Elise
cuando ella dejó de reír―. Um, esta es una amiga del novio. La madre de Cat lo
desaprueba a él un poco, así que ignora cualquier obscenidad.
―Ah. ―Una sonrisa conocedora. Al parecer, había tratado con este tipo de
cosas antes, pero en una escala mucho más baja, apostaría―. Bueno, señoras
―continuó, acercándose y tomando mi brazo―. Vamos a mirar las telas, ¿de
acuerdo? ¿Estás interesada en blanco, crudo, crema, cáscara de huevo, madreperla,
alabastro, u otro color?
―No tengo ni idea. ―Suspiré―. Vamos a verlas todas.
Bones salió por la puerta principal antes de que llegáramos a detenernos por
completo en el camino de entrada de la casa de Denise. Cómo él llegó allí, no lo
sabía. Randy podría haberlo recogido, o podría haber volado desde el complejo,
supongo.
Annette se enderezó en su asiento y se pasó una mano por el cabello. Mi
madre, quien no lo había visto en casi dos meses, murmuró algo acerca de los
buitres.
Bones simplemente le dio una sonrisa alegre y dio un golpecito en su
ventana.
―Justina, ¿mira si no te ves atractiva? Si no estuvieras a punto de ser mi
suegra, estaría tentado a robarte un beso.
―¡Apuesto a que lo harías, tú, hijo de puta depravado! ―respondió ella,
indignada. Con su coche disponible, ya no estaba preocupada por caminar a
casa―. ¡Y yo aquí que pensaba que sólo te aprovechabas de las jóvenes, pero
claramente tu libertinaje recorre toda la gama completa de edades femeninas!
Bones arqueó una ceja mientras abría la puerta de mi coche.
―¿Ustedes damas no tuvieron una charla interesante? Annette, no has estado
entreteniendo a tus compañeras con cuentos de mí otra vez, ¿verdad?
Había una amenaza ligeramente velada en su tono. A pesar de que una
pequeña parte de mí disfrutaba de su descontento con ella, hablé en su defensa.
―Ella no lo soltó, yo lo hice. Junto con algunos otros puntos de interés con
respecto a tu pasada vida amorosa. Podría haber bajado la opinión de mi madre
sobre ti, me temo.
―Eso no sería posible ― gruñó ella y se dirigió pisando fuerte hacia su coche.
―Encantada de conocerte ―gritó Annette detrás de ella.
Un grosero insulto fue la respuesta de mi madre mientras se marchaba sin
siquiera decirme adiós a mí. Típico.
―Crispin, eso fue una cosa particularmente horrible para que la hicieras
―dijo Annette―. Esa mujer te dijo más insultos de los que yo he soportado
escuchar sin matar a alguien. Ella va a destruir tu boda.
―Oye, Annette, bien que lo merecías. No te preocupes por mi boda, ella va a
comportarse. Ama a su hija. Solo que no sabe cómo expresarlo.
Él está dándole más crédito de lo que se merece, pensé sombríamente. En lugar de
tirar arroz, mi madre probablemente lanzaría cuchillos de plata.
Annette sacudió una pelusa de la camisa oscura de él, su mano quedándose
un segundo más de lo necesario.
―Te ves bien.
Bones me atrajo más cerca.
―Soy muy feliz ―dijo simplemente.
Casi tuve pena por ella. Lo amaba, y debe doler como un hijo de puta verlo
conmigo. Si yo fuera honesta, admitiría que no la culpaba por su previo intento de
sabotearnos. Si ella no se preocupara por él lo suficiente como para pelear sucio
para tratar de mantenerlo, no la respetaría en absoluto.
―¿Dónde te estás quedando, Annette? ―pregunté. Respeto a un lado, yo no
iba a tenerla encima por las próximas semanas hasta la boda.
Ella miró a Bones y vaciló.
―Ella se está quedando con Tate, Gatita ―respondió él por ella―.
Ayudándolo con el aprendizaje de nuestras costumbres y esas cosas. Una
oportunidad invaluable para él, de verdad. Va a aprender mucho más con ella de
lo que lo haría conmigo.
Mi mano se tensó sobre la suya. Tate había dormido con ella antes, sobre todo
para molestarme, ya que Bones y yo habíamos estado en la misma casa en ese
momento, y al parecer Annette pensó que él había sido digno de una repetición de
la actuación.
Levanté una ceja.
―Oh, estoy seguro de que va a aprender un montón de nuevos trucos.
―Espera hasta que consiga atrapar a Tate más tarde, ese hijo de puta hipócrita. Él
no me había dicho ni una palabra.
Annette pasó por alto mi intencionada observación.
―Él va a hacerse un vampiro fuerte, Crispin, pero un día va a ser un
problema para ti debido a ella.
Bones se encogió de hombros.
―Tengo mis razones, aparte de mi promesa a su tío. No estoy preocupado.
―¿Vienen dentro o se van? ―nos preguntó Denise, dirigiéndose a la puerta.
―Nos vamos, lamentablemente. ―Sonrió Bones―. El deber llama. El jefe de
Gatita quiere conocer a Annette. Creo que está preocupando de que ella vaya a
tomar un bocado de su soldado superior si se queda con él.
Denise se rió.
―¿No lo hizo ya? ―Está bien, así que yo le dije todo.
―Te quiero, gracias por tu ayuda ―dije.
Annette subió a su coche para seguirnos al complejo, y Denise estaba en el
proceso de cerrar la puerta de entrada, pero luego la jaló abriéndola de nuevo con
un golpe.
―¡Espera! ―Denise empezó a reír tan fuerte que apenas podía hablar―. No
te olvides del presente de cumpleaños de Bones en el baúl de Annette. ¡Podría
quedarse sin oxígeno!
Ella terminó con un ataque de risa que la dobló. Bones me miró con asombro.
―¿Cuánta ginebra bebiste?
Me deslicé en el coche y aseguré mi cinturón de seguridad.
―Toda la botella. Pero esa parte se me escapó antes de que yo la tocara.
Annette me dijo que le recordara que tu presente estaba en el maletero, y le dije
que mejor no tuviera un coño. Lo siento, solo se escapó.
Él soltó una risa.
―Te amo, Gatita.
Le devolví la sonrisa.
―Yo también te amo.
Capítulo 20
Después del S&M Club
Nota de la autora: Originalmente esta escena tenía lugar al final del capítulo doce
en At Grave’s End. Posteriormente fue cortada porque consideré que la escena de sexo sería
de algún modo gratuita y podría arruinar el ritmo. ¿Entonces por qué la escribí para
empezar? En esta versión, Bones pretendía dejar a Cat en el recinto durante unos cuantos
días mientras salía de la ciudad para comprobar en secreto una pista sobre Patra, así que el
sexo de “despedida” tenía sentido. Ya que Bones no se va en la versión publicada del libro,
hacerlos detenerse para un revolcón desinhibido parecía como si le restara seriedad a lo que
Bones y Cat estaban afrontando en ese momento, y eliminé la escena.
Nota de la autora: No puedo contar el número de veces que los lectores me han
preguntado si Cat y Bones alguna vez tendrán una boda “real”. En los libros publicados,
sólo tienen la ceremonia vampírica porque sus planes para una boda tradicional se
arruinaron por lo que pasó en At Grave’s End pero en la versión original, sí la tuvieron. Se
eliminó porque ―lo adivinaste― rompía con el ritmo de la historia, y también porque mi
editor sintió que implicaba un y-fueron-felices-para-siempre aunque la historia estaba lejos
de acabar. Intenté poner esto en el libro siguiente pero no pude encontrar dónde encajarlo.
Eventualmente, decidí no ponerlo en los últimos libros porque parecía trivializar su previa
ceremonia de unión de sangre. Bones siempre la consideró como la única boda que contaba.
Le tomó a Cat un poco más de tiempo para sentirse de la misma manera, pero lo logró. En la
escena en la que Don muere en This Side of the Grave, ella piensa en cómo ese extraño y
poco convencional ritual de unión de sangre era mucho más importante que un vestido
elegante y una fiesta extravagante pero ambas pasan en estas escenas eliminadas y estoy
contenta de, finalmente, poder compartirlas con ustedes.
El final de esta sección también contiene una escena de sexo que nunca había sido
publicada donde rompí una regla de la creación de mundos de ficción, así que si al leerla
piensas que lo que hacen Bones y Cat no es posible según lo que previamente se conocía de
las habilidades vampíricas, estás es lo correcto. Es por eso que nunca intenté duplicar esta
escena en ningún otro libro. Y para aquellos de ustedes que estén pensando “¿otra escena de
sexo?”, esto muestra que, probablemente, terminaré eliminando más escenas de este tipo de
las que público. Cuando escribo, dejo que los personajes me dirijan y después sólo edito lo
que pienso que es innecesario.
8
Blue Ridge: La Cordillera Blue o Montañas Blue Ridge, es una sección de los Apalaches ubicada al
este de los Estados Unidos.
9Jackson Hole: Es un valle interior resguardado de las Montañas Rocosas, en Estados Unidos,
Nota de la autora: Esto es más un extracto que una escena pero la estoy incluyendo
porque muchos lectores que lo habían visto previamente en mi sitio web dijeron que
realmente les gustó lo que Bones le dijo a Cat. Por eso, siento profundamente no haberlo
incluido en la versión publicada de At Grave’s End. En ese momento creía que ya había
demasiadas declaraciones emocionales y no quería arriesgarme a caer en algo demasiado
florido o cursi, así que la dejé fuera. En retrospectiva, eso fue un error. Las emociones
deberían estar sobrecargadas cuando te das cuenta de que casi pierdes a la persona que más
amas y he tratado de recordar eso cuando escribo el resto de mis historias. Para dar un poco
de contexto, he incluido algunas oraciones de la versión publicada, empieza cuando Cat y
Bones finalmente están solos después de que Bones regresa de la “muerte.”
―Tu cuerpo envejeció casi al punto de estar realmente muerto. Es por eso
que tu cabello es blanco ¿verdad?
―Sí. Esperaba eso.
Entonces me golpeó, mirando a su bello rostro sin arrugas y ese cabello
completamente blanco enmarcándolo que ninguno de los debería estar vivo. Él casi
fue asesinado por un cuchillo en su corazón y agrega un paso más en un saliente
rocoso para mí, y Bones habría regresado encontrándose a mi cuerpo roto y más
allá de la resurrección.
Sus manos se cerraron alrededor de mi rostro y todo su cuerpo se tensó.
―¿Qué estabas recordando?
Dejé que el recuerdo llegara, sin restringir nada, oyendo de nuevo las
despiadadas reprimendas de Vlad y la pregunta final que salvó mi vida. ¿Qué eres?
Bones dejó salir un aullido y me apretó más contra él. Líquido rosa se
derramaba de sus ojos, combinando con mis propias lágrimas en cantidad si no en
color.
―Si hubiera vuelto y visto eso, Gatita, me habría matado más eficazmente
que cualquier plata en mi corazón. Prométeme, prométeme, prométeme que nunca
harás una cosa así. Si muero, esperaré por ti, ¿entiendes? No importa cuánto tome.
Te veré desde el más allá para asegurarme de que vives cada año que tienes a todo
lo que da y entonces tendremos mucho de que hablar cuando te vuelva a
ver…Prométemelo ahora, Catherine.
Lo sostuve tan apretadamente como pude incluso mientras dejaba salir una
risa.
―¿Olvidaste esa parte? Mi nombre no es Catherine, es Cat.
Capítulo 24
Perteneciente originalmente a Destined
for an Early Grave
Nota de la autora: este es el inicio original de Destined for an Early Grave, cortado
para llegar al punto de la trama de los sueños de Cat; también está ambientado cerca de un
mes antes que Cat y Bones hagan el viaje en bote y presentamos el primer encuentro de
Bones con Geri, la mujer que termino reemplazando a Cat como “carnada” en el equipo de
Don. Amé escribir esta escena porque pude mostrar a Cat y Bones teniendo un poco de
diversión con la nueva recluta, como he dicho antes, un montón de las escenas “sólo por
diversión” fueron cortadas en nombre de la estimulación, pero no todo era sangre, peligro,
celos y desesperación en el trabajo anterior de Cat, y esta escena nos muestra alguno de los
momentos más luminosos entre Cat, Bones y su equipo. Hasta Denisse viene a ayudar y
como pueden ver, Denisse tuvo un gran momento pluriempleo como un miembro temporal
de equipo.
La rubia se sentó en el bar, sus dedos tocaban con ritmo el vaso, estaba
bebiendo whisky con gaseosa, con poco whisky, la gaseosa era light, incluso su
sabor me hacía poner muecas, lo mío era más el ginebra con tónica.
Ella seguía mirando al hombre que estaba al otro lado del bar, su cabello era
de un rubio sucio con raíces oscuras, y bajo la iluminación de las estroboscópicas,
las mechas más claras brillaban, lo mismo hizo su piel con su textura de cristal
pálido, sus ojos estaban en fuerte contraposición a sus colores, lo mismo con sus
cejas, ambos eran de un café tan oscuro que podrían haber sido confundidos con
negro.
Desde mi posición mirando el bar desde la altura di una sonrisa interna,
¿glorioso, cierto? Sigue, observa esos altos pómulos esos lindos hombros anchos, si te
gusta eso, sólo espera hasta que veas su trasero.
Una hermosa mujer con cabello rojo fresa bajó las escaleras, y fue directo
hacía el rubio.
―Dime que eres hetero, estás ardiendo y quieres bailar ―dijo ella con un
acento británico―. Después de eso, la conversación es opcional.
No debería haber sido capaz de escucharla con toda la gente, la música
sonando y la distancia, pero sus palabras eran tan claras para mí como si hubiera
hablado en mi oído, ser medio vampiro tiene sus ventajas.
El labio del hombre se curvo con sorpresa, haciéndolo aún más atractivo.
―Sí a todo lo anterior, cariño ―respondió con un acento igual al suyo.
La rubia del bar los miraba con la boca convertida en una línea, pagó sus
cuenta, manteniendo un ojo en la pareja mientras iban a la zona de bailarines, el
hombre giró a la mujer unas cuantas vueltas, moviéndose con una gracia
predadora, todo era energía y sensualidad contenida apoyándose en un paquete
duro como la piedra; cerca de él todos los demás se veían torpes en comparación.
La rubia del bar se movió hacia ellos, yendo a través de los otros bailarines.
―¿Puedo interrumpir? ―preguntó directamente, dando a la otra mujer una
mirada poco amistosa.
―¿Por qué? ―preguntó el hombre, en un tono casual, frío―. ¿Qué me
puedes ofrecer tú, que esta mujer no?
La rubia titubeó.
―Uhm, bueno… yo puedo, eh…
―Ya me aburrí ―dijo él, cortándola―. Muévete.
Su compañera de baile rió.
―Sigue. ―Sonrió.
El hombre le dio la espalda y siguió bailando, dejando a la rubia mirándolo
con incredulidad antes de caminar lejos con pasos enérgicos y rabiosos.
―Imbécil. ―La oí murmurar.
Después de unos minutos, vi a la pareja empezar a moverse lejos de la pista,
hacia la salida, la rubia los vio salir también, y casi empuja a la gente en su deseo
de seguirlos, los seguí también, pero de una forma más discreta, tomando la
vuelta larga.
El callejón detrás del club era oscuro y apretadamente estrecho, perfecto para
un apartado, si es que no privado, rapidito.
O un lugar maravilloso en que un vampiro tuviera un bocado de una donante
desconocida.
El hombre tomo a su compañera de baile detrás de una escalera de incendios
que colgaba del tercer piso del club como una telaraña, me acerqué con mucha más
discreción que la cargante rubia, mirando mientras envolvía a la mujer con sus
brazos con su boca yendo hacia la garganta de la mujer, la cabeza de la mujer cayó
hacia atrás mientras cerraba sus ojos.
―Aléjate de ella, imbécil ―gruñó la rubia mientras empujaba la puerta
lateral abierta, tenía un arma enfocada en él.
El hombre levantó su cabeza, colmillos visibles y perlas de rojo en sus labios.
―¿Realmente quieres ese baile, no? ―Rió―. Dame un momento y estaré
contigo en un segundo.
La rubia disparó, también lo hicieron los tres hombres que aparecieron
detrás de ella en formación de flanqueo, entonces lo cuatro miraron al espacio
vacío donde él había estado, viendo nada ahora.
―¡Aseguren el perímetro! ―gritó la rubia―. Quiero…
Su voz fue cortada por un crujido de perforación mientras la escalera metálica
contra incendios caía en ellos cuatro, aterrizó con un giro chillón que silenció sus
gritos, tapando la puerta lateral al club con el derrumbe, de principio a fin, en
menos de cinco segundos.
De las sombras, un ghoul se movió hacia mí.
―Hicks se ve furiosa.
Sonreí.
―Debiste ver cuán enfadada estaba la primera vez que choque con Bones,
desperté con una contusión y encadenada a la pared de una cueva, con él riéndose
de mí, creo que estaba más enfadada que asustada.
―Estabas muy definitivamente furiosa ―respondió Bones mientras bajaba
del techo con Annette bajo su agarre―. Me llamaste un cobarde, y me dijiste que
me ahogara en tu sangre, ¿fue alguna sorpresa que me enamorara?
Dave, el ghoul gruñó:
―La gente se excita de formas extrañas, si me preguntas.
―Maldito… chupasangres. ―El dolorido insulto vino de debajo de los
escombros
Bones acechó y levantó una pieza de metal para revelar la sucia y sangrante
cara de la rubia.
―Eres tan descerebrada como tus colegas cuando se trata de manejar a los no
muertos.
Bones pateó una pila cercana de la escalera de escape, un gemido bajo fue la
respuesta, entonces Bones gesticuló hacia Annette con una sacudida de disgusto de
su cabeza.
―En vez de a mí, le dispararon a ella, ¿ves tu blusa?
Un hombre con cabello comenzando a ponerse gris y una cara acorde a su
edad camino por el callejón, un levantamiento de su ceja precedió a su respuesta.
―¿Creían que Cat sería tan fácil de reemplazar? ―preguntó mi jefe y tío, Don
Williams, secamente.
Bufé.
―No trates de culpabilizarme, Don, no me quedaré a causa de este fiasco.
―… no puedo… sentir… mis piernas ―jadeó la rubia.
―Malditamente obvio que no puedes, tu espalda está rota ―notó Bones―.
Tus brazos también, sospecho.
Sirenas sonaron en la distancia, ninguno de nosotros les prestó atención, con
nuestras credenciales la policía no tenía permitido ni siquiera mirar pasados los
soldados en ambos lados del callejón y los techos, mi tío dirigía una rama especial
de “Seguridad Nacional” que superaba en rango a la policía local, FBI, CIA e
incluso los militares.
Me paré cerca del metal enredado ignorando los gemidos de dolor que salían
de debajo de ello.
―Está bien, presta atención, ese vampiro ―dije con un reconocimiento a
Bones―, podría estar sacando sus gargantas ahora e invitando a sus amigos a
comer las sobras, cuando tienes un vampiro en tu vista, no le das una advertencia,
disparas antes que él sepa que eres una amenaza, y tal vez necesitas reconocer el
término “espectador”.
Moví mi mano hacía Annette, iluminada bajo las luces callejeras, sin heridas
por las balas porque había estado muerta con centurias.
―Un espectador es alguien que sacas del camino, si no lo haces, ellos se
quedan y arruinan las cosas, ciertamente no quieres dispararles porque estás
demasiado impresionada por el vampiro para apuntarle apropiadamente.
―¿Quién… eres?
La pregunta salió de la teniente Geri Hicks, la rubia del bar que se suponía
llenaría mi espacio como carnada para el equipo, me agaché delante de ella,
moviendo algunas piezas de metal que la estaban presionando.
―Soy Cat.
Geri me estudió mientras nos apilábamos en la camioneta que nos esperaba,
hizo sonar su espalda y flexionó sus dedos con incertidumbre en su cara.
―Ni siquiera duele ―se maravilló.
―La sangre de vampiro es un poderoso agente sanador pero no olvides que
también es muy peligroso”.
―Así, que… ―Geri dejo de mover sus partes para mirarme―, tú eres ella.
La fenómeno.
Ella no lo dijo, y a diferencia de Bones, no podía leer mentes, así que a lo
mejor no lo había pensado, aun así después de crecer atrapada entre dos mundos
era como me consideraba a mí misma, tenía la fuerza, la velocidad, visión,
audición y los brillantes ojos de un Nosferatu pero otras partes de mí eran muy
humanas, mis dientes por ejemplo, sin colmillos.
―Sí, soy la mestiza.
Sus labios se curvaron.
―¿Era todo esto una trampa? ¿No había vampiros cazando en Bellissima, no
había dos chicas encontradas en el callejón?
Bones silbó.
―¿Las atrapas rápidamente, no?
Ella abrió la boca para decir algo, luego la cerró de nuevo.
Él rió.
―Eso es la primera cosa inteligente que te he visto hacer en toda la noche.
Geri lo miró, esa conocida, arrogante curva de su boca no decayó. Debe estar
maldiciéndote de un lado al otro, pensé hacia Bones con sorpresa.
―Está bien. ―Geri levanto la barbilla―. Dime qué debería haber hecho de
forma distinta.
Bones se movió adelante.
―Primero, esperaste malditamente mucho en el bar, si un vampiro está
buscando sangre, él o ella estarán impacientes, no esperes a que alguien más
obtenga su atención como Annette hizo.
―Yo estaba a punto de… ―comenzó.
Él movió una mano.
―Entonces fallaste en atraer mi atención cuando nos interrumpiste, tenías
una oportunidad de deshacerte de la otra chica y moverme a gusto, y aun así
titubeaste, si un vampiro te pregunta qué tienes que ofrecer, ¡dale una respuesta!
Hazlo memorable.
―¿Cómo? ―se mofó ella.
―Yo tomo eso ―respondí con una sonrisa―. Con un vampiro, memorable
significa sucio, “Podría lamer toda la piel hasta tu pene” probablemente habría
funcionado, también. “Arrodíllame y sabrás por qué soy mejor”, si esas dos no
funcionan entonces toma la pierna de la otra mujer y tuerce su tobillo, entonces tu
ventaja es que eres la que no está cojeando.
Dave se ahogó, también lo hizo Bones, mi tío Don lucía un poco incómodo,
pero no dijo nada para no estar de acuerdo― ¿Cómo podría? Tenía casi un record
imbatible cuando se trataba de mis objetivos.
―No pienso que debería agacharme para cumplir mis objetivos ―dijo Geri
ácidamente―. Soy un soldado, no una puta.
Uh-oh, mala elección de palabras.
―¿Tienes algo contra las prostitutas? ―preguntó Bones en una voz sedosa―.
Ten cuidado, es mi profesión previa, ¿otros prejuicios de los que debamos saber?
Ella miró hacia mí y Don, me encogí de hombros, mi tío junto sus cejas y
miró lejos.
―Orgullo y prejuicio son dos lujos que no podemos mantener en este trabajo
―dije―. Las vidas de la gente están en la línea, eso tiene que significar más que tu
nivel de comodidad.
―Si significa tanto para ti ―preguntó Geri―. ¿Por qué lo estás dejando?
Mi tío suspiró mientras pálidos dedos se apretaban en mi brazo.
―Soy muy reconocible ahora, así que mi posición tiene que ser llenada por
alguien más.
Esa era una de muchas razones, había más pero no iba a compartirlas todas
con ella.
Geri digirió la información, ella había sido seleccionada de cientos de
soldados, agentes de campo, fantasmas y mujeres policías, el criterio era pesado,
tenía que tener la fortaleza mental de lidiar con lo sobrenatural, y físicamente tenía
que ser atractiva y fuerte.
Al fin, Geri sonrió, pero no a mí, a Bones.
―¿En verdad eras prostituto?
El arqueo una ceja desafiante.
―Sí.
―¿Hombres o mujeres?
No sabía dónde iba esto pero Bones no dudo.
―Mujeres.
―¿Eras algo de bueno en ello?
Reí, mi tío lucía como si hubiera tragado algo puntiagudo.
Bones lucía el fantasma de una sonrisa.
―Eso me han dicho, sí.
Geri asintió.
―Bien, ¿tal vez puedas salir con mi novio por unos tragos? Es un chico dulce
y es genial en todo, excepto en el sexo, ¿podrías tirarle algunas pistas
casualmente…?
Mis costado me dolían de aguantar la risa, Bones asintió con completa
seriedad.
―Dile que espere mi llamada, no te asustes, le informaré de una manera que
no sabrá que está siendo instruido, no es la primera petición como esta que tengo.
―Creo que ella lo hará bien ―le susurré a mi tío mientras Bones seguía, con
los detalles sobre el novio de Geri.
Don me dio una mirada con solemnidad en su rostro que de ninguna forma
reflejaba la mía.
―No será lo mismo sin ti.
Estábamos casi en el complejo, suspiré.
―Eventualmente todo termina, Don.
Capítulo 25
Flashback eliminado de cuando Cat tenía
dieciséis anños
Nota de autor: Este fue el comienzo original del flashback cuando el recuerdo de Cat
de su tiempo con Gregor fue finalmente restaurado. Fue cortado debido a —¡todos juntos
ahora!—pasando preocupaciones. En él, vas a ver a un joven e ingenuo Cat que es
manipulado por Gregor y Cannelle. Gregor era cruel, por supuesto, usando el encanto y la
amenaza implícita para conseguir lo que quería, pero a Cannelle no le faltó crueldad. Al
igual que en el libro, este flashback tiene lugar justo antes de que Cat conociera a Danny y
el curso de su vida cambiara, poniéndola en un camino directo a su identidad futura como
la Red Reaper y su encuentro con Bones. Algunas cosas están destinadas a encontrarse,
¿no?
10
Ma chéri: mi querida.
El rostro de Gregor se arrugó en una sonrisa. —Sí.
—Y yo... —Respiré profundamente—. ¿No soy completamente humana
porque mi padre era un vampiro? ¿Por eso hay algo mal conmigo? ¿Por qué no soy
normal?
—Oui11, eso es así. —Sin inmutarse.
Aún no me había dejado ir. No sabía si debía preguntar, empujarlo o
simplemente quedarme allí estúpidamente.
—Tú, ah, tienes tus colmillos cerca de mi garganta —dije con una risa auto-
despreciativa, tratando con humor en lugar de exigirle—. ¿Debería interpretar a la
víctima desmayada o a la doncella indignada? Me siento como un actor que no
conoce sus líneas.
No volvió a sonreír. La luz brillaba más en sus ojos, y se inclinó para susurrar
contra mi cuello tembloroso. —No te voy a morder, Catherine —respondió él. Sus
manos cayeron y me dejó dar un paso rápido—. Aún no.
11
Oui : Sí.
dormir la siesta. Estaba igual de bien. No sabía ni una sola cosa que decir. Oh, yo
tenía preguntas. Miles de ellas. No sabía si él me respondería.
Cuando salimos del avión en la luz del sol de la tarde y él no estalló en
llamas, hubo un misterio disipado. En la puerta fue recibido por dos hombres de
piel pálida con gafas de sol oscuras y acentos igualmente gruesos. Cada uno me
dio una evaluación, una vez más eso me hizo sentir incómoda. Gregor no se
molestó en presentarlos. Él simplemente agarró mi hombro y me empujó hacia la
salida. Un coche estaba esperándonos, y me volví hacia él con sorpresa cuando
subimos en la parte de atrás y dejamos a los demás de pie allí.
—¿No van a venir esos hombres con nosotros?
Gregor le dijo algo en francés al conductor y luego volvió su atención hacia
mí. —Están recogiendo mis maletas y nos seguirán después. No te preocupes.
Tengo todo arreglado.
En otras palabras, cierra la boca. Reprimí un suspiro frustrado y recordé que
mi madre dijo que confíe en él. Como ella no confiaba en nadie, Gregor tenía que
ser realmente alguien importante.
Me preguntaba por qué estaba interesado en mí. ¿Había un plan de estudios
de Vampiro que tenía que aprender? ¿Me encontraría con otras razas semejantes a
mí? Sería tan agradable tener un amigo. Tal vez aquí no sería considerada extraña.
Tal vez aquí a nadie le importara que fuera ilegítima. El pensamiento me animó.
Ciertamente aquello parecía diferente. Nunca había estado en una gran
ciudad, y París era magnífica. La arquitectura, un sinnúmero de personas,
edificios... quedé deslumbrada. Pronto me olvidé de reflexionar sobre mi situación
y me quedé absorta en las vistas mientras el coche pasaba a toda velocidad.
—Es hermoso, ¿no? —dijo Gregor. Tenía una pequeña sonrisa cuando lo miré
de nuevo—. Vamos a ver más de eso esta noche.
—¿Cómo es eso?
Pero él sólo me dio una sonrisa secreta y se negó a explicarse detalladamente.
Treinta minutos más tarde llegamos a un edificio alto e imponente de piedra
gris oscuro. Gregor asintió ante la estructura y el conductor se apresuró a abrir mi
puerta.
—Aquí es donde nos quedaremos, Catherine.
¿Qué debería decir? ¿Parece acogedor? No lo parecía. Parecía grande e
intimidante, muy parecido al hombre que estaba a mi lado.
—¿Cu- cuánta gente se está quedando aquí?
Él sostuvo mi mirada. —Sólo nosotros y algunos de mis empleados.
¡Oh! Inmediatamente me sentí incómoda y traté de calmar mis temores. ¿Este
tipo es mucho mayor que tú? Décadas, por lo menos. Es grande, rubio, guapo, y
probablemente tiene diez novias. Tienes quince, eres fea y rústica. Demonios, él podría estar
cumpliendo alguna promesa a tu padre muerto hace mucho tiempo y no puede esperar para
descargarte.
—Es bonita. —Gracias a Dios mi voz no vaciló—. ¿Cuánto tiempo estaremos
aquí? —No pregunté lo que realmente quería saber. ¿Cuándo podré irme a casa?
Algo se cerró de golpe en su rostro e hizo un gesto hacia la puerta abierta. —
El tiempo que requiera. Ahora entra.
No me quedaba otra opción, tomé la mano que me ofrecieron y me fui a su
casa.
Una mujer con generoso cabello castaño y exuberantes curvas esperaba justo
adentro. Ella sonrió cuando vio a Gregor, juntaron sus manos y se dieron un beso
en ambas mejillas de regreso.
—Cannelle, ¿está todo listo? —murmuró, trayéndome de vuelta cuando me
obligué a alejarme.
—Oui —respondió ella, analizándome con su mirada—.Mon Dieu,¿es ella?
¡Très es le enfant!
No sabía lo que eso significaba, pero no se parecía a un Hola, ¿cómo estás? —
Soy Catherine. —Me presenté, disgustándome por la forma en que me miraba—.
Encantada de conocerte.
Ella aceptó mi mano después de sólo un segundo de vacilación. Tan pronto
como sus cálidos dedos tocaron los míos, tuve mi confirmación.
—Ella es humana —le dije lo obvio a Gregor—. ¿Eres el único... um,
solamente somos nosotros dos aquí?
Se me ocurrió de repente que yo debería de tener cuidado con lo que decía.
¿Quién sabía si su estado de no-muerto era un secreto?
—¿Estás muy segura de qué es? —me dijo, observándome atentamente.
Consideré a la mujer delante de mí. Después de una pausa, asentí. —No hay
ningún brillo en su piel, su vena está saltando en su cuello, ella está caliente... y
también, no emite un ambiente como usted lo hace. Estoy cien por ciento segura.
Gregor dejó escapar una risita satisfecha ante el asombro en el rostro de
Cannelle. —¿Lo ves? Ella puede sentir mi esencia. Tú no. —Luego se volvió y de
repente agarró mis brazos desnudos. Sus ojos brillaban con diminutas luces—.
Describe lo que sientes, Catherine.
La intensidad de su voz me asustó. Entonces me miró de la manera en que él
me miraba. Por la curvatura en sus labios, le gustó mi reacción. Eso me asustó aún
más.
—Se... Se siente como si me estuvieras chocando —respondí, luchando por
mantener la calma—. Tu piel hormiguea y vibra.
—Sí... —Fue casi un silbido—. Sin embargo, no siento nada de eso de ti, chéri.
Te sientes completamente... humana.
La forma en que dijo eso podría haber sido despectiva. Me alegré cuando me
dejó ir.
—Cannelle te mostrará tu habitación —dijo. Con eso, se alejó, dejándome
todavía temblando un poco desde el encuentro.
Una vez que se fue, Cannelle me miró con el ceño fruncido. —Sígame. —
Estaba echada sobre su hombro—. Mon Dieu, pero necesitas un baño.
Me quedé boquiabierta ante la insinuación. La ira reemplazó mi confusión, y
resistí el impulso de plantar mi pie en su trasero. En su lugar, me recordé que aquí
era donde mi madre me quería y la seguí por las sinuosas escaleras.
El dormitorio al que me condujo era tan hermoso que me olvidé de estar
furiosa. Había un dosel sobre la cama circular, todos los muebles parecían
elegantes, y la habitación era tan grande como la casa entera de mi abuelo.
—Esto es impresionante —suspiré, extendiendo la mano para tocar el tapiz
en la pared—. ¿Todo esto pertenece a Gregor?
—¿De quién más? —La breve respuesta de Cannelle vino desde el baño—.
Quítate la ropa. Te voy a lavar.
¿Huh? Eso me hizo volver a la realidad. Los europeos deben de tener una
forma divertida de mostrar hospitalidad.
—Er, gracias, pero lo tengo cubierto.
Ella salió con las manos en las caderas. —He sido criada de una dama
durante cincuenta años, y Gregor me ha ordenado que te sirva. No me hagas
volver a él y decirle que he fallado en una tarea tan simple. No lo entenderá.
La manera ominosa en que terminó esa última frase decía mucho. Claro,
estaba avergonzada, pero incluso si yo no pensaba que seríamos amigas, no quería
meterla en el tipo de problemas que ella estaba implicando.
—¿Puedes, ah, dejarme usar el baño? Estoy segura de que no le importará
que lo haga por mi cuenta.
Cannelle se encogió de hombros y salió de la habitación, cerrando la puerta
detrás de ella. La bañera se llenó rápidamente con agua mientras aprovechaba a las
instalaciones. Cuando terminé, me desvestí y me hundí en la bañera, abrazando
mis rodillas contra mi pecho.
—Mira, estoy lista, así que no necesitas...
Cannelle se precipitó adentro y se detuvo cuando me vio. —¡Sacre bleu! Te ves
aún más delgada desnuda. ¡Usted apenas tiene pechos en absoluto!
Ahora estaba humillada y me hundí más en el agua. Jeez, ¿por qué no me
llamó una fea bastarda a continuación? Quitando el acento francés, era como
escuchar a mis compañeros de clase.
—Soy un talla cinco —respondí defensivamente—. Eso no es tan delgado. Y
yo soy... pequeña en el área del pecho, pero todavía podría crecer.
Me dirigió una mirada que decía claramente que lo dudaba, pero se enrolló
las mangas y se apoyó en sus rodillas junto a la bañera.
—Le lavaremos el cabello —anunció—. Luego ponga una máscara en su cara
mientras se remoja. Y debemos afeitarte de inmediato. Eres tan peluda, Catherine;
¿No te afeitas la vagina en absoluto?
Sentí a mis mejillas arder. Oh no, ella no dijo precisamente eso.
—Cannelle —contesté con los dientes apretados—, esto no va a funcionar.
Simplemente siéntese en la otra habitación y le diremos a Gregor que usted me
frotó como una mancha en las togas del Papa. Pero no lo estarás, repito, ¡no
pondrás una mano en mis... cosas!
—Si me mandas lejos, él lo sabrá —dijo ella tristemente—. Incluso ahora, nos
escucha. No podemos engañar a Gregor.
Ante eso, azoté mi cabeza antes de soltar un gemido humillado. Estupendo.
¿Gregor podía oír todo? ¡Entonces él había atrapado a Cannelle diciendo en voz
alta que yo era una maravilla esquelética sin titulo, con una entrepierna semejante
a una Pie Grande femenina!
—Terminemos con esto. Hablaré con él sobre esto más tarde —murmuré,
entregándole el champú y maldiciendo mentalmente al asalto—. Puedes ayudarme
a lavarme el pelo, pero no te acercas a mis mercancías, ¿entiendes? Algunas cosas
no están sucediendo, no importa lo que pienses de mis hábitos de afeitar.
—Como digas —contestó con desdén antes de atacarme la cabeza como si la
hubiese ofendido—. Después de todo, estoy para obedecer tus órdenes.
—…oui…
El grito apagado me despertó. Me había quedado dormida con sorprendente
rapidez, pero de nuevo, no había dormido el día anterior. Una mirada al reloj de la
pared mostraba las cuatro de la madrugada. Aún estaba oscuro.
Un gemido sonó después, bajo y gutural. Me senté en la cama. En algún lugar
del primer piso, una mujer sollozaba. Estaba a mitad de camino hacia la puerta
cuando la siguiente serie de ruidos me detuvo y mi cara se ruborizó. Oh.
El sonido metálico de una cama crujiendo hizo que me tape los oídos, pero no
fue suficiente. Todavía podía distinguir los jadeos femeninos y los gemidos
masculinos de una pareja en el dormitorio de la planta baja. No me tomó más que
un instante para reconocer las voces. Cannelle y Gregor.
Volví a la cama, sabiendo que debía poner las almohadas sobre mis oídos y
tratar de dormir, pero no lo hice. Al menos hablaban en francés cuando usaban las
palabras, así que no sabía lo que decían. Gregor probablemente le decía a Cannelle
que era hermosa. Sexy. Con tetas grandes y afeitada como la cola de un bebé. Me
quedé escuchando, viendo el tiempo pasar con creciente temor. Jeez. Realmente se
están poniendo sobre un trabajo de día completo, ¿no?
Finalmente, dos horas más tarde, él soltó un gemido culminante y la cama se
quedó en silencio. Cannelle murmuró algo ininteligible, y entonces oí que una
puerta se abrió y se cerró.
Unas pisadas sonaron en las escaleras, llenando el pasillo, en el mismo piso
en el que yo estaba. Miré el pomo de la puerta con creciente temor, dispuesta a que
mi latido del corazón se mantuviera lento. ¿Gregor sabía que había estado
escuchando? Por favor, no dejes que lo sepa.
Afortunadamente esos pasos sólo se detuvieron por mi puerta antes de pasar
al otro extremo del pasillo. Hubo otra puerta abriéndose y cerrándose, y luego,
silencio en toda la casa.
Me quedé donde estaba, agarrando mi almohada hasta que el cansancio hizo
que mis párpados fueran pesados y me quedé dormida aún de cara a la puerta.
—Buenos días, Catherine. ¿Dormiste bien?
Mi cabeza se sacudió culpablemente, pero no hubo ningún sarcasmo en la
cara de Gregor.
Hizo un gesto hacia el plato lleno frente a él en la mesa. —Come algo.
Cannelle hizo blintzes y huevos escalfados.
—Ella es talentosa, ¿eh? —Salió antes de que pudiera frenarlo.
Inmediatamente me arrepentí. No es asunto tuyo, me recordé mientras me sentaba.
Esa cicatriz cerca de su ceja se contrajo con su ceño fruncido. —¿No quieres a
Cannelle? ¿Te ha ofendido?
—No. —Genial, ¿cómo salgo de esto?—. Ella está bien. Quiero decir, ella es
agradable. En cierto modo. ¡No me gusta que me dé un baño! —Terminé con
vehemencia.
Un bucle divertido se formó en su boca. —Oui. Lo he deducido ayer.
Fue todo lo que pude hacer para no defender mi tamaño de pecho, el peso y
la supuesta virilidad. —Y no es apropiado de todos modos, ya que ella...
Me detuve, maldiciéndome de nuevo. No puedes callarte, ¿verdad?
—¿Ya que ella qué? —exclamó con inquebrantable resonancia.
No vale la pena tratar de sacar la comadreja fuera de ella. La manera en que
los ojos de Gregor me clavaron en mi asiento, no podía cambiar el tema. —Ella no
debería de estar sirviéndome como una sirvienta ya que ella es tu, um, novia.
Si pensé que él se molestaría, yo estaba equivocada.
Gregor se rió como si le hubiera contado una broma. —¿Qué te dio esa idea?
El marco de la cama chirriando continuamente. —Oh, um, es sólo una sensación
que tengo.
—Estás mintiendo —declaró rotundamente—. No me mientas; Lo puedo oler.
Contéstame o Cannelle lo hará.
La forma en que lo dijo me hizo recordar la extraña conducta de ella cuando
dijo que Gregor no entendería si no cumplía con su "deber". Ella estaba durmiendo
con él; él realmente no sería malo con ella. ¿Lo sería?
—Te escuché esta mañana. —Tuve que apartar la mirada cuando lo dije,
avergonzada hasta el hueso—. No fue mi intención. Escuchar cosas que no debería
haber escuchado. Créeme, me ha metido en problemas toda mi vida...
—¿Nos has oído en la cama? —preguntó sin rodeos—. ¿Tres pisos abajo al
otro lado de la casa?
Mis mejillas estaban calientes. Con la cabeza todavía inclinada, asentí.
—Ya veo... —Lo sacó pensativo, luego su voz cambió. Se hizo poderoso,
levantando el pelo en mi cuello y brazos—. Mírame, Catherine.
Levanté la cabeza para encontrarme con sus ardientes ojos esmeralda.
Parecían sostener los míos en un apretón. —No has oído nada esta mañana.
Estabas soñando —dijo, su voz vibraba con poder.
Parpadeé, sorprendida por su intensidad. —Bueno. De todos modos, no es
asunto mío.
Eso hizo que ladeé la cabeza, como si yo acabara de decir algo increíble.
Gregor me miró fijamente, casi desconcertado, y de repente se encontró frente a mí.
Sus manos agarraron mi cara y no me dejaba girar.
—Dije: “No has oído nada esta mañana. Estabas soñando.” — Su voz
prácticamente resonó y si sus ojos brillaran un poco más, ellos dejarían
quemaduras sobre mi piel.
—¡Muy bien, has hecho tu punto! Olvidaré que los escuché. No tienes que
ponerte todo brillante y ruidoso.
Se sentó de nuevo sobre sus caderas con una expresión aturdida, sus ojos
volviendo a su normal gris-verde. Se le escapó una risa aguda. —Extraordinario —
murmuró.
—¿Qué? —¿Estaba realmente en problemas por escuchar?
Gregor sacudió la cabeza y fijó una mirada desconcertada hacia mí antes de
volver a su silla. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa blanca.
—No era para tus oídos —dijo por fin.
Controlé el deseo rudo de bufar, No, mierda.
—No me di cuenta de que tus habilidades estaban en tal grado, y ahora debo
explicarte.
—No tienes que hacerlo. —Yo y mi gran bocota.
—Pero lo voy a hacer. —Suavemente—. No quiero que mal interpretes.
Cannelle y yo somos, digamos, no más. Ella está para mi administración y en
ocasiones, le he permitido ir más lejos, pero esta mañana fue... un adiós. Ella se
quedará aquí, pero nuestra relación no cambiará de empleado a patrón de nuevo.
¿Lo entiendes?
Si, lo hacía. Un extraño alivio se extendió sobre mí, mezclado con aprensión.
Me sentí muy intimidada por el vampiro sentado frente a mí. Podía pasar de jovial
a monstruoso en un instante, y yo sentía más que un poco de miedo hacia él. Pero
aún…
—¿Porqué me estás diciendo esto?
Gregor se inclinó hacia adelante, y allí estaba esa manada de mariposas en mi
estómago.
—¿Por qué piensas?
Mi boca se secó. Sin pensar, me lamí los labios, casi me caí de mi asiento
cuando él lentamente lamió el suyo. Era como besar sin tocar, y era mucho para
manejar para mí, pasando de ser rechazada por todos los chicos de mi edad a
desayunar con un vampiro magnífico que me miraba como si fuera un postre. Esto
iba demasiado rápido, y nada había ocurrido.
—Um, ¿dijiste que habían blintzes? —Quería romper el pesado silencio y
agarrar el plato como si fuera una balsa salvavidas—. Estupendo. Estoy
hambrienta.
Gregor se acomodó en su silla. Tenía una expresión ligeramente superior y
complacida. —Igual que yo.
Capítulo 26
Versión alternativa de la “mitad” de
Destined for an Early Grave
Nota del autor: Este es el último y más largo de los capítulos. Contiene
aproximadamente treinta mil palabras, o la longitud de una novela larga. En esta versión
de Destined for an Early Grave, cuando Bones deja a Cat después de la infame “escena del
piano” para ir a Nueva Orleans, Gregor encontró una forma de borrar los recuerdos de Cat
de Bones, similar a como Mencheres había borrado los recuerdos de Gregor de Cat cuando
era una adolescente. Como te puedes imaginar, haber borrado a Cat de su mente cambió
drásticamente el comportamiento de Bones, y por lo tanto la mitad original de la novela era
muy diferente de la versión que fue publicada más tarde. Yo decidí tomar esa sub-trama
porque tanto ya le había pasado a Cat y Bones en DFAEG que la pérdida de memoria
parecía demasiado responsabilidad. Sin embargo, soy sentimental, lo cual es el porqué tomé
el pedazo del manuscrito final, pero no lo borre de mi computadora.
Por lo tanto, si deseas ver a Cat y Bones interactuando entre sí, mientras Bones no
tiene recuerdos de su vida anterior, sigue leyendo. Para el contexto, esta versión alternativa
de la “mitad” comienza en la página 207 de la versión publicada de Destined for an Early
Grave. Verás alguna escena superpuesta con sólo pequeños cambios en un primer momento,
luego el nuevo contenido comienza después de que Cat llega a la base militar. En caso de
que te estés preguntando, la totalidad de la “mitad” alternativa termina justo antes de que
Cat se convierta en un vampiro. Después de eso, la historia era prácticamente la misma que
en la versión publicada, por lo que llamo a esto una sección suprimida de la “mitad” de
DFAEG. También, entre otras diferencias notables, Spade y Denise ya son una pareja en
esta versión. Su romance originalmente ocurrió fuera de página, lo que cambió cuando
conseguí luz verde para escribir First Drop of Crimson.
Advertencia a las fanáticas de Bones: Su memoria de Cat ha sido robada, como se
ha indicado anteriormente, por lo que comienza con Bones actuando como solía hacerlo
antes de conocer a Cat *tos, zorra, tos*. Si no deseas ver a Bones de esa manera, no leas esto.
Esperé hasta que Bones había sido transferido al avión de Spade como estaba
previsto antes de desenganchar mi casco.
Geri probablemente estaba encantada de no tener ya mi voz saltando más en
su tímpano. Solo Bones estaba haciendo el salto aéreo; ella y Cinnamon se estaban
quedando en el helicóptero. El avión de Spade se suponía que se encontrara
conmigo en uno de los lugares de Don, pero eso no era necesariamente ahora.
Llamé a mi tío.
―Cambia el plan de vuelo de Bones ―dije―. No me diga a dónde, pero no lo
lleves a donde voy a estar.
Mi tío no hizo preguntas innecesarias.
―Muy bien, Cat.
Colgué. Vlad me había estado observando todo el tiempo.
Me las arreglé para reunir lo que tenía que ser una terrible imitación de una
sonrisa.
―Esto responde eso.
―Ni siquiera te recuerda, y no es como si sus anteriores hábitos fueran
desconocidos para ti ―respondió Vlad, ninguna falsa simpatía en su voz.
No, no lo eran. Pero no había esperado escuchar mientras Cinnamon
encontraba el suave centro masticable de la chupeta de Bones. Él había estado en el
otro avión por más de dos horas ahora. Spade había llamado a mi celular varias
veces, pero no respondí. Yo sabía que estaban a salvo. Nada más necesitaba ser
dicho.
Finalmente aterrizamos en una base, aunque no sabía dónde. Desde el
exterior, la mayoría de las instalaciones militares parecían iguales de todos modos,
no es que yo estuviera mirando. Tenía los ojos cerrados y la mano en el brazo de
Vlad mientras me bajaba del avión.
―Hola, comandante ―dijo una voz masculina.
Sonreí con los ojos todavía cerrados.
―Cooper, yo diría que es bueno verte, pero dame un minuto.
Él gruñó, lo que era su versión de una carcajada, y pronto yo estaba dentro de
la instalación.
―Puedes abrir los ojos ahora ―dijo Cooper.
Su cara familiar fue lo primero que vi, piel oscurecida y con el cabello incluso
más corto que el de Tate. Le di un breve abrazo, lo que pareció sorprenderlo, pero
estaba sonriendo cuando lo dejé ir.
―Te extrañé, monstruo ―dijo.
Me reí a pesar de que esta era ronca.
―A ti también, Coop. ¿Cuáles son las noticias?
―El helicóptero de Geri llegó hace treinta minutos. La prisionera fue
asegurada y está despierta. Ian está aquí. Ha estado interrogando a la prisionera.
Eso me hizo sonreír de verdad. Había hecho a Ian volar hasta aquí porque era
un bastardo de sangre fría, y en este momento, me gustaba eso de él.
―Puedes quedarte aquí o venir conmigo, es decisión tuya―le dije a Vlad.
―Iré ―respondió él, dándole a Fabián, quien acababa de flotar, una simple
mirada. El fantasma se cernía sobre el suelo junto a Cooper, quien como un
humano no podría verlo.
―Fabián, has estado increíble ―le dije―. No importa qué, yo me encargaré
de ti. Siempre tendrás un lugar para quedarte.
―Gracias ―dijo, rozando su mano a través de la mía como muestra de
afecto―. Lo siento, Cat.
No le hacía falta decir por qué. Eso era evidente.
Mi sonrisa se volvió frágil.
―El que dijo que la ignorancia era una bendición era miope, si me preguntas.
Pero lo que está hecho, hecho está, y ahora tengo un conocido que saludar.
El fantasma pareció momentáneamente esperanzado.
―¿Bones?
―No. La pequeña zorra dentro, y puede que no quieras seguirme para éste.
Se va a poner feo.
No tuve que decírselo dos veces. En un remolino, Fabián desapareció. Buen
truco. Apestaba tener que ser un fantasma para hacerlo.
Vlad me dio una mirada sesgada.
―¿No tienes la intención de verlo en absoluto, entonces?
―No. No tenemos ninguna atadura oficial ya, y ahora él ni siquiera sería
capaz de reconocerme de una línea de reconocimiento. Además soy un rastreador
andante para el vampiro que quiere nada más que matar a Bones. Diría que lo
mejor que podría hacer es alejarme de Bones… y volver con Gregor.
Vlad me miró como si de repente me hubiera brotado una segunda cabeza.
―No seas tonta. No puedes confiar en Gregor.
Dejé escapar un ruido que nadie podría interpretaría erróneamente como una
risa.
―No lo hago. Pero confío en que puedo mantener a Gregor ocupado lo
suficiente para alejar a Bones hasta que él y Mencheres puedan averiguar cómo
arreglar la mente de Bones.
―Puedes quedarte conmigo. Gregor no se atreverá a atacarme para
recuperarte; él tiene suficientes enemigos poderosos, como está.
Toqué su mano con una sonrisa triste.
―Aprecio la oferta, de verdad. Pero, entonces, Gregor sólo utilizará a Bones
para sacarme, y no importa lo molesta que estoy con él, va a funcionar.
Vlad no dijo nada, simplemente me miró con una mirada que yo no podía
descifrar. No quería escuchar más argumentos, por lo que me dirigí hacia el
despacho de mi tío sin esperar a ver si Vlad me seguía.
Resultó que Don me estaba esperando en el pasillo. Se veía… mal.
―¿Pasa algo malo? ―le pregunté, al instante, preocupada. ¿El avión de Bones
había sido seguido, o atacado, o algo peor?
―No. ―Tosió―. Sólo tengo un resfriado.
―Oh. ―Le di un abrazo de saludo. Me sorprendió cuando él devolvió el
apretón y lo mantuvo. No éramos una familia de arrumacos.
Vlad olfateó el aire.
―¿Un resfriado?
Don me soltó y le lanzó una mirada molesta.
―Eso es correcto. No te preocupes. No soy contagioso para tu especie.
Lo dijo con dureza. Por Dios, tal vez Don realmente se sentía como una
mierda. Mi tío no era normalmente tan rudo, a pesar de que los vampiros no eran
su grupo favorito de gente.
Vlad lo miró de arriba abajo y se encogió de hombros, sacando su teléfono
celular para dar a entender que Don no merecía una respuesta. Sus dedos volaban
sobre este, escribiendo los mensajes de texto más rápido que he visto.
Don fue directo al grano. Era su característica definitoria.
―Dave dijo por radio que confirma que la memoria de Bones de ti ha sido
borrada por completo. Él estaba sorprendido de escuchar que estaba casado, y
ahora está insistiendo en verte. Dave ha solicitado permiso para venir aquí.
―No ―le dije de una vez―. Dile a Dave que se olvide de cambiar el rumbo.
Si Bones intenta satisfacer su curiosidad sobre mí, alguien puede darle una imagen.
Gregor va a estar molesto como el diablo tan pronto como se dé cuenta que Bones
ha volado de la jaula, y si estoy con él, esto sólo va a hacer que Bones sea más fácil
de rastrear para Gregor.
―¿Es esa la única razón? ―preguntó Don en un tono tranquilo.
Tuve que mirar hacia otro lado y parpadear para aclarar mi visión de repente
empañada.
―Cualquier oportunidad que podríamos haber tenido, la cual ya era poca de
todos modos, teniendo en cuenta que Bones me dejó y dijo todo, pero en buena
medida, está acabada ahora. No sé cómo lo hizo Gregor, pero cuando me arrancó
de la mente de Bones, mató cualquier esperanza de un futuro para nosotros. Tú no
puedes lamentar la pérdida de alguien que ni siquiera recuerdas, por lo… eso es
eso.
Mi tío no discutió a pesar de que su expresión decía que estaba dudoso.
―Ian ha estado interrogando a la prisionera sobre cómo Gregor lo hizo. Ella
no ha sido muy cooperativa.
Oh, ¿no lo ha sido?
―Entonces es el momento para que vea a mi vieja amiga.
La casa era grande. Tal vez incluso un rancho, a partir de los caballos que oí
en el exterior. La buena noticia era, que más allá de eso, yo no tenía la menor idea
de dónde estábamos.
Mencheres puso a Bones en la habitación contigua a la mía, así que lo escuché
alimentarse de dos personas antes de que él fuera a dormir. Un macho y una
hembra, o como yo mentalmente los llamé, la cena y el postre. Eso también me dijo
que esta era una residencia comunitaria. O bien que tenía un gran sótano o había
una casa contigua, pero Mencheres tenía aperitivos viviendo cerca. Los parientes
vampiros me ponían un poco incómoda con su salto atrás al feudalismo, no que yo
tuviera ningún derecho a quejarme. Los seres humanos mantienen a sus alimentos
al alcance también.
A pesar de sentirme cansada, no tuve un sueño reparador, tendiendo a ir a la
deriva sólo para despertar una y otra vez. Eso era surrealista por estar tan cerca de
Bones, y sin embargo, a kilómetros de distancia emocionalmente. Él seguía siendo
el amor de mi vida; yo solo era una chica extraña que él había encontrado ayer a la
que estaba pegado.
La puerta se abrió de golpe, revelando a una adolescente morena con coletas
en la puerta.
―¡Hola! Soy Heather, y estoy aquí para conseguirte tu desayuno. ¿Eres
sangre, cuerpo o respirador?
Ella me estaba sonriendo de la manera más amigable. Mientras tanto, yo
acababa de poner mi cuchillo de nuevo en el vestidor.
―¿Qué?
Ella entró sin ser invitada. Por otra parte, no había sido invitada a abrir la
puerta tampoco.
―Debes ser un respirador ―anunció―. Los demás saben exactamente lo que
quiero decir. De acuerdo, alimento humano, ¿que va a ser? Te garantizo que lo
tenemos.
Su pregunta inicial finalmente tenía sentido. Sí, supongo que sería el primer
problema cuando determinas lo que alguien quería para el desayuno.
―Solo señala la cocina y me encargaré de eso yo misma.
Ella se echó a reír como si hubiera dicho una broma.
―Eres pariente. No puedes conseguir tu propio alimento. Sólo dime lo que
deseas y si lo quieres aquí o en otro lugar.
Era similar a estar en casa de Vlad, sólo que si yo estuviera allí, habría
acarreado el refrigerador con ella.
―¿No puedes simplemente señalarme la cocina?
Una firme sacudida de su cabeza.
―Correcto. ―Suspiré―. Huevos y tostadas, no me importa cómo se cocinan
o qué tipo de pan. Café, crema y azúcar. ¿Dónde más puedo comer aparte de esta
habitación?
―Oh, dondequiera que desees, pero el balcón es lo más agradable.
―¿Dónde está?
―Al final del pasillo a tu derecha ―trinó.
La detuve en su salida.
―Oh, por cierto, soy…
―No me digas tu nombre ―dijo ella, la sonrisa borrada de su rostro―. Te
llamaré Roja, pero no mencionamos los nombres reales. De esa manera no
podemos repetir lo que no sabemos.
Buen Dios.
―Heather, ¿estás de acuerdo con estar aquí? Eres menor de edad, supongo, y
yo podría arreglar que vivas en otro lugar, con tu propia especie… ―Mi voz se
apagó porque de repente ella parecía enferma.
―Por favor, no lo haga. Esta es la mejor casa que he tenido. Ellos cuidan de
mí, voy a la escuela en línea, y todo el mundo es agradable. No quiero volver a una
casa hogar, nunca. Por favor, no le digas a nadie dónde estoy.
Había tratado de ser agradable y en su lugar la había asustado muchísimo.
―No lo haré. Está bien. Estás haciéndolo estupendo. Yo sólo… soy una tonta.
Ella perdió esa mirada asustada, pero todavía estaba un poco cautelosa.
―No te preocupes. Eres pariente, por lo que puedes decir cualquier cosa. Un
día voy a ser pariente también.
¿Cómo podría responder a eso? ¿Sigue trabajando duro y va a suceder?
Finalmente todo lo que dije fue:
―Pariente no garantiza la felicidad.
Ella sonrió, luminosa y soleada, una vez más.
―No, pero significa que alguien va a traerme el desayuno.
El balcón era hermoso, como prometió. Esta miraba a una piscina de natación
rodeada de jardines.
Donde sea que fuera esto, esperaba que estuviéramos alojados un tiempo, a
pesar de la rareza de ser “pariente”. Si pudiera moverme hacia fuera, tal vez nadar
o tomar un paseo, estaría encantada.
―¿Tienes algo de espacio en ese banco?
Mi cabeza se giró hacia arriba.
―¡Denise!
Mi mejor amiga se tambaleó hacia atrás, riendo, cuando me lancé hacia ella.
Yo todavía estaba balbuceando una disculpa sobre Vlad quemando la casa y los
coches cuando ella me hizo callar.
―Sin daño, no hay falta. Spade le cobró, ¿no es divertido? Tres días más tarde
Vlad envió un cheque. Oh, pero no pagó por el techo que él había arrojado por
accidente hacia Tate, por considerar que fue culpa de Spade por no controlar a su
huésped. Vampiros, ¿verdad?
Me reí también, con cómica incredulidad ante el protocolo de los no muertos.
Luego Denise tiró de mi brazo.
―He conseguido algo para ti. Es una de las razones de porqué yo no estaba
aquí anoche. Ven conmigo.
La seguí a una habitación del segundo piso, aunque la cama estaba casi oculta
por todas las cosas sobre esta.
―¡Ropa! ―anunció Denise―. Toda de tu talla, todo nuevo. Debes haberte
sentido como una modelo de moda del ejército de salvación, siempre usando cosas
que no eran tuyas.
Estaba impresionada por el delicado gesto. No parecía posible que algo tan
trivial como la ropa podría hacerme sentir mejor, pero lo hizo. Tal vez era el ADN
de chica.
―También traje algunas fotos y DVD, pero esos son para Bones
―continuó―. Esa es la buena noticia. La mala noticia es… ―Se inclinó y susurró
algo.
―¡Oh, mierda! ―estallé.
―Esto en cuanto a la sutileza. ―Denise dejó de tratar de bajar la voz―.
Spade pensó que ya que ella ha… ejem… conocido a Bones más tiempo, él se
sentiría más cómodo con ella aquí.
―No, Spade todavía está enojado conmigo y es un hijo de puta astuto
―murmuré, levantando una mano para evitar su argumento―. Señálame la
habitación de lady Ormsby. No quiero averiguar sus intenciones después de que
esté sacándola por la puerta de Bones.
Denise me dio una mirada que decía, No deberías ir, pero sé que lo harás.
―Un piso más abajo, tercera puerta a tu derecha.
―Voy a estar de regreso pronto.
Un piso más abajo y la tercera entrada a la derecha después, golpeé la puerta.
―¡Annette! Necesito hablar contigo. Despierta o deja de hacer lo que estás
haciendo.
Sonidos susurrantes llegaron desde el interior, y luego su malhumorada
respuesta.
―¿No puede esperar? Estoy hecha polvo.
Abrí la puerta. Oye, le advertí.
―No, no puede.
Annette estaba tumbada desnuda en la cama. Una sábana cubría una pierna
que ella no se molestó en jalar una vez que me vio. Es cierto que, aparte de todos
los demás, ella había conocido Bones desde los días de su humanidad, cuando era
un gigoló y Annette había sido su mejor cliente.
Sus ojos claros me consideraron torvamente.
―He volado una cantidad considerable de tiempo para estar aquí, y estoy
volviendo a mi sueño inmediatamente después de que salgas.
―¿Vas a tratar de seducir a Bones ahora que no me recuerda? ―le pregunté,
ignorando eso.
Ella rodó sobre su espalda.
―Siempre directa, ¿verdad? Otra mujer podría haberme invitado a tomar té,
jugado a ser mi amiga, y tratado de disuadirme con la culpa, pero no tú. ¿Trajiste
tu cuchillo?
―Está arriba, y tú estás andando con evasivas. Responde la pregunta.
―¿Me consideras una amenaza?
Le di a su figura una evaluación contundente. Los pechos de Annette estaban
llenos, aunque sin la perfecta redondez de la juventud. Débiles marcas de estrías
estropeaban sus costados, evidencia de cuando una vez había estado embarazada
con lo que probablemente fue el hijo de Bones. Sus caderas y piernas eran bien
formadas y generosas, exactamente de la manera en que la moda dictaba que una
mujer debería verse antes en los pasados cien años. También emanaba una sensual
decadencia, haciendo sus defectos de alguna manera más atractivos. Cuando era
joven, Annette debe haber sido asombrosa hasta el punto de la intimidación, pero
ahora se veía preciosa, así como muy accesible.
―Asustada como el infierno, perra. ¿Halagada?
Una sonrisa curvó su boca.
―De hecho, lo estoy.
―¿Halagada? ¿O vas detrás de Bones ahora que es tu mejor oportunidad?
Ella se incorporó y dejó escapar un suspiro.
―No, no voy a estar persiguiendo a Crispin. Oh, me gustaría. Pensé en ello
todo el maldito vuelo, de hecho, pero no puedo. Si los recuerdos de Crispin
regresan, él me despreciaría. Nada vale eso, querida. Lo amo demasiado como
para arriesgarme a su odio.
Cualquier otra explicación, me habría puesto en duda. Esa sonaba a verdad.
Ella puede tener fallas, un montón de ellas, pero amaba a Bones.
―Annette, si no creyera que lo tomarías de la forma equivocada, te besaría.
La verdad era que sería una formidable competencia. Bones no había seguido
regresando a ella por cientos de años porque lo aburría. Annette me superaba en
muchas, muchas formas, por lo que, francamente, yo estaba aliviada.
―Si me besas, prometo que lo tomo de la forma equivocada ―respondió ella,
la diversión clara en su tono―. Ahora déjame descansar.
―Sí, feliz sueño. ―Ya que tenía la respuesta que quería, estaba apresurada
por salir, especialmente después de su último comentario.
Bones regresó bastante después del anochecer. Las cosas debían haber
durado hasta tarde, o tal vez él estaba limitando el tiempo que tendría que lidiar
conmigo. Dios sabe que yo estaría haciendo tiempo si estuviera en su lugar. Si
Denise no hubiera estado conmigo hoy, yo podría haber escalado las paredes.
En su lugar, hice cosas femeninas. Me probé mi ropa nueva. Tomé turnos con
Denise, dándonos a cada una manicura y pedicura, luego tratamientos faciales. La
dejé arreglar mi cabello en diferentes estilos. Denise estaba en el cielo femenino.
No dije nada, pero yo no lo estaba. ¿Era esto lo que se suponía que
disfrutaría? Claro, era agradable, y estaba tan contenta de que mi amiga estuviera
allí, pero otro día de jugar a ser una Barbie me enviaría corriendo por mis
cuchillos. ¿Que estaba mal conmigo? Mientras que rizos estaban siendo hechos en
mi cabello, yo estaba recordando las peleas sangrientas y escapes cercanos a la
muerte.
Por eso es que me sentí aliviada de escuchar a Bones regresar. Infierno, casi
me había tirado por las escaleras para verlo antes de que me diera cuenta que él
podría querer solo dormir. ¿Era grosero recibirlo si estaba realmente cansado o no
era grosero? ¿Qué era peor, ser percibido como una araña saltadora o la esposa al
margen? Debería haber un puto manual para esto.
Opté por el cobarde Plan C: Me apresuré al balcón del piso superior y ver si él
me buscaba. No estaba encerrándome en una habitación, pero no estaba moviendo
mi cola por la puerta tampoco. Si tan solo hubiera agarrado un libro, podría
parecer legítimamente ocupada. Como era, no tenía nada que hacer más que mirar
el cielo nocturno.
En la planta baja, oí a Bones saludar a Annette. Spade presentó a Dense como
su novia ya que por supuesto Bones no se acordaba de ella. Cuando preguntó:
―¿Dónde está Catherine? ―Mi corazón saltó. Cuán patético ser tan
emocional por una simple consulta.
―Ella escapó cuando entraste ―dijo Annette alegremente.
Perra, pensé con un gemido interior.
―¿Lo hizo en verdad? ―respondió Bones―. ¿A dónde?
―Balcón exterior del tercer piso. ―Una vez más suministrado por Annette.
Mejor que bloqueara su puerta esta noche.
―¿Si me disculpan?
Hubo un murmullo general de aceptación, y luego sus ligeros y rápidos pasos
por las escaleras, hasta el final del pasillo, y fuera por los ventanales abiertos al
balcón. Me puse de pie y di la vuelta.
―Sólo te estaba dando la oportunidad de relajarte… ―empecé, luego me
detuve. La forma en que me miraba me puso más nerviosa―. ¿Qué?
―Me dijiste que sin adulación, pero no puedo evitarlo. Eres
extraordinariamente hermosa.
Bones siguió mirándome, sus ojos parpadeando de mi cara a mi vestido y de
vuelta a empezar. Me senté porque no sabía qué más hacer. Por Dios, el cortejo
había sido más fácil cuando nos conocimos por primera vez. Yo había gruñido y
planeado matarlo; él me había golpeado y burlado de mi progreso en el
entrenamiento.
Entonces, ¿cómo manejaba nuestras nuevas y tensas circunstancias? Con
balbuceo. Idiota e incesante balbuceo.
―Denise arregló mi cabello, las uñas y el resto de esto. Y la ropa es nueva, lo
cual es agradable. No tengo que preguntarme quién llevaba la ropa interior antes
de mí. No importa si sabes que están limpias, hay algo repulsivo sobre usar la ropa
interior de otra chica…
Buen Dios, ¿estás hablando realmente de ropa interior?, chilló la parte lógica de mi
mente. ¡Deja de hablar ahora, imbécil! Pero parecía que no podía callarme.
―… aunque nunca me molesto en hacer todo esto normalmente. De hecho, la
mayoría de las veces apenas uso maquillaje, y sólo arreglo mi cabello si voy a
matar a alguien, lo cual, desde que dejé mi trabajo, ya no es mucho. No sé por qué
dejé que Denise me convenciera de esto, porque cuando no lo haga de nuevo vas a
preguntarte por qué sólo lo hice al principio y todo el mundo te dirá, “Oh, las cosas
cambian cuando la chica se pone cómoda, eso es el matrimonio para ti”, y… ¡Oh,
diablos, tengo que irme!
Con eso, me lancé a correr desde el balcón y fui directamente a mi habitación,
cerrando la puerta. Incluso eso no era lo suficientemente lejos. Fui al baño y abrí la
ducha, saltando bajo el chorro aún completamente vestida mientras me maldecía
por ser diez sombras de una imbécil. Solo podía imaginar la conversación en voz
baja de Bones más tarde esta noche con Spade.
¿Alguna vez ha sido tratada por esquizofrenia? ¿No? Supervisión, compañero. Voy a
llegar justo a eso.
Mi cabeza golpeó contra la baldosa. Un par más de episodios como ese y
Bones estaría entregándome a Gregor con un gran lazo rojo. Tal vez debería
conservarlo. Al menos entonces él estaría más seguro.
De acuerdo con mi nueva ridiculez, me quedé en mi habitación y no salí.
Denise llamó después de una hora, pero la despedí con una pobre excusa de un
dolor de cabeza. Ella no presionó. Después de varias inútiles horas más mirando al
techo, reprendiéndome por comportarme como una loca delante de Bones, me
quedé dormida.
Por supuesto, ahí fue cuando Gregor apareció.
El agua se precipitó a mi alrededor, demasiada pesada para nadar. ¿Cómo
llegué al océano? ¿Por qué no podía nadar? ¿Dónde estaba todo el mundo?
―¡Alguien ayuda!
Mi grito quedó sin respuesta. El agua parecía estar tirando de mí por debajo.
Jadee, ahogada, y sentí la quemadura de esta en mis pulmones. Así era como iba a
morir. Sola y ahogada. Divertido, siempre había pensado que moriría en una
pelea…
―Toma mi mano.
Ciegamente extendí la mano, y luego la comprensión me golpeó y tiré mis
brazos hacia atrás.
―¡Maldito seas, Gregor, déjame en paz!
Él se materializó frente a mí, flotando justo por encima del agua. Un viento
invisible sopló su cabello rubio ceniza, y esos ahumados ojos verdes estaban
brillando esmeralda. Las olas lamían sus pies, pero no lo hundían. Esa implacable
resaca era sólo para mí.
―No eres nada para Bones sino una carga no deseada ahora. ¿Cómo se
siente, sabiendo lo que él preferiría estar haciendo y con todas las mujeres con las
que preferiría estar haciéndolo?
―Hay una menos de esas ahora, ¿no es verdad? ―dije bruscamente, tratando
de mantener mi cabeza por encima de esa espesa agua.
―Oui, eso fue inesperado. Te arrepentirás, mon amour. Ven a mí ahora, y
puedes ahorrarles a los demás mi ira.
―No lo creo, Gregor. La única forma en que vas a conseguirme es muerta.
―Por qué haces esto ―gritó, renunciando a su falsa calma―. ¡Te ofrezco
todo, y tú prefieres ser la puta de una puta!
Algo estaba en el agua conmigo. Se sentía como si manos se envolvieran
alrededor de mis tobillos, tirando de mí hacia abajo. Tal vez Gregor en realidad
podría matarme en mi sueño. Después de todo, Patra casi lo hizo.
―Porque soy más feliz siendo la puta de una puta que estando contigo.
Después de que lo dije, dejé de luchar. Me permití hundirme y el agua se
cerró sobre mi cabeza. De una manera extraña, se sentía como ser lanzada por el
inodoro, porque, de repente, me estaba moviendo hacia abajo muy rápido y
entonces…
―¡Despierta, Catherine! ―Bones me estaba sacudiendo.
Instintivamente tosí, pero no había agua en mis pulmones. Estaba en la cama,
y la única cosa húmeda sobre mí era mi propio sudor.
―Estoy despierta ―le susurré a Bones para que me liberara, y fue ahí cuando
me di cuenta de que mi mejilla picaba. Supongo que él había estado haciendo más
que sacudirme.
―Dijiste que no más golpes ―bromeé, para quitar la tensión por lo
estremecida que el sueño de Gregor me había dejado.
Bones dejó salir una risa de alivio.
―Me hiciste romper una promesa rápidamente, ¿verdad? Charles me dijo
cómo se vería si Gregor conectaba contigo en tu sueño, pero es lo más horrible de
ver. Es como si estuvieras muerta, sólo que puedo oír tu corazón latiendo. ―Bones
se inclinó más cerca, limpiando la fina capa de sudor de mi frente―. Esto es
hechura de Gregor, ¿verdad? Despreciable inmundicia.
―Estoy bien. ―Me senté, empujando las mantas sobre mí de donde yo las
había pateado.
Él observó sin parpadear.
―Estabas gritando que te estabas ahogando. Eso está muy lejos de estar bien.
Una mirada al reloj mostraba que eran casi las cinco de la mañana.
―Él no puede intentarlo hoy de nuevo. Tarda unos pocos días antes de que
sea lo suficientemente fuerte como para intentar otra oportunidad conmigo, así
que estoy bien. De verdad.
Bones se movió lentamente, sin apartar los ojos de mí. Esto me hizo
retroceder a cuánto tiempo había pasado desde que habíamos estado juntos en la
cama. ¿Semanas? ¿Más? Cobardemente, cerré los ojos, abrazando la almohada
contra mi mejilla como si estuviera agotada.
―Puedes volver a la cama, Bones. Como dije, estoy bien.
Nada más que un cargado silencio se asentó por un momento, y finalmente le
oí levantarse y salir, cerrando la puerta detrás de él.
Abrí los ojos y dejé escapar un suspiro de frustración. Maldito Gregor, y
condenada yo por ser una tonta que lo había dejado arrebatarme el sueño antes. Lo
que no daría por retroceder todo y no haber ido con él ese día. Bones, el viejo
Bones, habían tenido razón. No debería haberme preocupado por mis recuerdos
perdidos. No era como que ellos también hubieran robado mi fuerza y me dejaran
peligrosamente vulnerable como la pérdida de recuerdos de Bones había hecho.
¿Quién hubiera imaginado que un día él necesitaría la sangre de Gregor para
desbloquear lo que fue robado de su mente? Lástima que yo no había empacado
un frasco extra de la sangre Gregor para el camino cuando bebí de él ese día…
―¡Eso es!
Salté de la cama, mi mente corriendo por un repentino aumento de la
esperanza. Yo había bebido la sangre de Gregor. ¿Había bastante de esta todavía en mi
sistema para ayudar a Bones?
Entré directo a la habitación de Bones sin llamar. Él estaba acomodándose en
la cama, y en mi estado excitado, seguí adelante sin previsión.
―Cómeme, rápido. ¡Puede que no sea demasiado tarde!
En vez de ir por mi cuello, Bones me llevó hacia la cama y bajó mi pantalón
del pijama.
―¿Cuál es tu problema? ―Jadeé, abofeteándolo. Entonces subí mi pantalón
de nuevo. Él los había sacado en un abrir y cerrar de ojos.
Bones estaba sentado en cuclillas y tocó su cara con incredulidad.
―¿Cuál es el tuyo, amor?
De repente, me di cuenta de su interpretación. En lugar de estar
disculpándome, yo estaba incrédula.
―Quise decir cómeme como en muérdeme. Vaya, ni siquiera me conoces, pero
tú sólo… sólo te habrías zambullido, ¿eh? ¿Vamos, una virtual desconocida se
mete aquí y dice “cómeme” y ni siquiera protestas? ¡Deberías haber exigido un
trabajo de mano por lo menos!
Bones simplemente me miró y luego dejó caer su mano de su mejilla.
―Me confundes, Catherine.
Eso desinfló un poco mi enojo. Bueno, eso y la forma en que las sábanas
apenas cubrían su regazo.
―¿Estás desnudo? ―pregunté antes de contenerme.
Él me observó con recelo.
―¿Es esta otra pregunta con trampa?
―No, no importa. Mira, esto es lo que quería decir, bebe mi sangre. Yo tomé la
sangre de Gregor hace un par de semanas, por lo que algo de esta aún puede estar
en mí. Tal vez lo suficiente como para hacer una diferencia. ¿Entiendes?
La expresión de Bones se endureció y él me hizo un gesto con un movimiento
impaciente.
―Ven acá.
Oh, ahora él era todo negocio.
―No puedo creer que me hubiera dejado ordenarte que me mordieras ―me
quejé, rodeando la cama para sentarme junto a él.
Su mano se disparó, acercándome más.
―Teniendo en cuenta lo que escuchaste el otro día, calculo que es lo menos
que podía hacer.
No tuve la oportunidad de responder. Su boca fue a mi garganta, sentí su
lengua buscando el lugar correcto, y luego mordió.
El calor me golpeó casi inmediatamente. Los brazos de Bones me sostuvieron,
detectando cuando mi columna vertebral se volvió jalea. Succiones profundas y
estables curvaron mis dedos de los pies mientras calor caía en cascada a través de
mí. Yo sabía que estaba haciendo pequeños sonidos jadeantes, pero maldita sea si
podía evitarlo. Esto no sólo se sentía caliente, bueno, y sensual. Se sentía necesario.
Como que si él no bebía de mí, de alguna manera yo sería la que estaría muriendo
de hambre.
Gemí su nombre, estirando una mano para tocarlo. Él cogió mis manos,
manteniéndolas a mis costados mientras se apartaba y cerraba los pinchazos con su
sangre. Me balancee sin su apoyo, contenta de que estuviera sentada o podría
haberme caído.
―¿Bones? ―Hice de su nombre una pregunta esta vez, no una exhalación de
disfrute.
―Esto no hizo nada, Catherine. Mejor te vas ahora.
Miró hacia otro lado cuando lo dijo, con los hombros rígidos. Todo en él era
distante y casi enojado.
Me levanté, maldiciéndome por no pensar en probar esto antes. ¿Qué si un
par de días más habría hecho toda la diferencia?
―Lo siento ―susurré, y volví a mi habitación tan rápido como la había
dejado.
Al día siguiente, la cosa adulta hubiera sido ir abajo, actuar como si nada
hubiera sucedido, y proceder con mi asunto.
Bien, ¿quién me había acusado alguna vez de actuar como un adulto?
Fingí dormir hasta el mediodía, tomé el almuerzo en mi habitación, y luego vi
películas con la fortaleza de un perezoso profesional. Declararía otro dolor de
cabeza a cualquiera que se atreviera a llamar y preguntar. La única actividad con la
que me di el gusto fue una ducha, habiendo vuelto a ensamblar la mía en la tarde
la noche anterior. Fue una fría también, mis manos utilizadas sólo con fines de
higiene.
Cuando la noche finalmente llegó y Bones volvió, su pregunta sobre mi
paradero se encontró con una risa instantánea de Spade.
―Dolor de cabeza, compañero. ―Spade no se molestó en reprimir sus
continuas risas―. Podrías querer tomar mi palabra en esto. No la quieres
lastimándose por botarte de su habitación esta vez.
―Guárdatelo, Charles. ―Bones sonaba tan divertido como me sentía yo―. Si
alguien me necesita, estaré en mi habitación.
Me quedé en la cama, sin querer hacer mi mentira más evidente al andar por
el piso superior. La pequeña parte, todavía-cuerda, de mí discutió que no podía
seguir con esto. Bones necesitaba apoyo, no que me escondiera.
Teniendo en cuenta su historial sexual, un poco de frotarse-en-la-bañera
probablemente ni siquiera se registra en su sucio-metro.
Se necesitaron tres horas de reproches mentales antes de que saliera de la
cama. Otros cuarenta y cinco minutos de reprimenda similar en el cuarto de baño,
lavando mi cara y cepillándome los dientes hasta un nivel ridículo.
Veinte minutos para ensayar las líneas de apertura de nuestra conversación.
Otra hora de dar marcha atrás antes de decidir ir por ello. Para entonces, sin
embargo, pensé que era demasiado tarde. Bones tenía que estar dormido por
ahora.
Eso me hizo volver a mirar el techo. Tenía cada mancha por desprendimiento
de este memorizada.
A esta hora, las parejas en la casa estaban empezando a ponerse activas.
Tratando de no prestarle atención a los diversos ruidos sólo resaltados por mi
soledad. Estaba tan absorta en mis intentos de hacer caso omiso de cualquier
gruñido o sonido chirriante, que me tomó unos minutos más para darme cuenta de
que algunos de ellos provenían de la habitación de al lado.
En ese momento, me disparé de la cama. Presioné mi oreja a la pared y me
esforcé por escuchar. ¡Hijo de puta, ahí estaba! Oh, contenidos, seguro. Muy
silenciosos, pero inconfundibles jadeos femeninos se mezclaban con los gemidos
de Bones.
Como en un sueño, me vi calmadamente agarrando mi cuchillo, caminando
la corta distancia a su habitación, y pateando su puerta sacándola justo de las
bisagras.
―¿Qué demonios?
Bones estaba en la cama. Solo, así que él o la puta deben haberme oído venir.
Sus sábanas estaban revueltas y el televisor estaba encendido, pero mantuve mi
atención principal en la búsqueda de mi presa.
―¿Donde está ella?
Su mirada cayó sobre el cuchillo en mi mano y luego a la puerta rota cerca de
mis pies.
―¿Has perdido tu razón por completo?
―¿Vas a jugarlo de esa manera? Bien.
Me lancé hacia adelante, comprobando debajo de la cama. Nada. Entonces
abrí de un tirón las puertas del armario, desgarrando una con mi contundencia.
Ahí iba otro artículo de la casa, pero nadie se había escondido en el armario.
Cuando me dirigía hacia el baño, Bones había cruzado sus brazos sobre el
pecho, mirándome con más que un toque de ira.
―¿Te importa jugar al caliente o frío? Déjame darte una pista: te estés
congelando.
Le lancé una mirada venenosa y comprobé el baño de todos modos,
manteniendo un ojo cauteloso sobre la puerta de la habitación. Ninguna perra iba a
colárseme. Tenía que ser un vampiro o un ghoul. No oí ningún latido del corazón,
excepto el mío.
No había nadie en el cuarto de baño tampoco. O en el armario de la ropa, que
parecía demasiado pequeño, pero lo comprobé de todas formas. Incluso golpeé el
cesto de la ropa sucia de mimbre. Sólo ropa. Entonces di la vuelta a la cama de
nuevo, buscando cualquier escondite que podría haberme perdido.
―Te estás poniendo caliente, mascota.
Una gran unidad de pared estaba frente a la cama y tenía secciones cerradas.
Bones asintió en esa dirección y yo tensé mi agarre en el cuchillo. Si alguien fuera a
doblarse verdaderamente pequeño…
―Estás que ardes.
Para alguien que acababa de ser sorprendido engañando, Bones no sonaba
culpable o disculpándose. En su lugar, sonaba molesto y más que un poco
disgustado.
Me dirigí hacia la unidad de pared. Ruidos venían de la misma. Gemidos,
jadeos, gruñidos. Entonces eché un vistazo a la televisión. ¿Qué…?
―¿Estás viendo porno? ―Me volví hacia él, los inicios de la duda
arrastrándose.
―Echa un vistazo más de cerca ―dijo él con ese mismo borde áspero en su
voz.
Le di otra mirada superficial a la pantalla del televisor antes de fijarme en el
macho desnudo con asombro.
―¿Estás reproduciendo viejas cintas de sexo de ti mismo? ¿Qué clase de
enfermo…?
―Cuidado. ―La voz de Bones fue como un latigazo ahora―. Acúsame
falsamente de nuevo, y te voltearé justo encima de mi rodilla.
Me enderecé con indignación.
―Te reto a probar, tú, evocador de porno, perver… ¡Uf!
Algunas cosas el tiempo y la familiaridad las habían embotado. Lo que
debería habérseme ocurrido mientras hacía mi burlona declaración era que Bones
nunca engañaba. Nunca.
Yo estaba boca abajo en la cama con mi boca llena de mantas antes de que
pudiera gritar. ¡Pam! Fue el duro golpe directo en mi culo.
Entonces Bones me dio la vuelta y agarró mis muñecas, moviendo su rostro
sólo a centímetros de distancia del mío.
―Ahora, tal vez me dejarás explicarme Si tuvieras la más mínima pizca de
confianza, habrías hecho eso antes. En cambio, a pesar de mis repetidas promesas,
pensaste que estaba revolcándome con otra mujer justo debajo de tu nariz, o en el
mejor de los casos divirtiéndome con cintas de amantes anteriores. He matado a
gente por insultos menores, pero ya que eres mi esposa, todo lo que consigues es
un culo adolorido. ¡Ahora mira a la chica de la tele, Catherine!
Él usó mi cabello como manija para inclinar mi cabeza. Dejada con pocas
opciones, me quedé mirando la pantalla.
Hum, una pelirroja, figuras. Espera un minuto…
―¡Esa soy yo!
Bones salió de la cama con una sacudida de su cabeza.
―Esto, amor, estaba en los DVD que Denise me dio, por lo que el único delito
que he cometido esta noche es comerme con los ojos a mi propia esposa. Fuera de
tema, eres absolutamente impresionante desnuda. Pensé en decirte lo mismo
anoche, pero los muchos objetos golpeándome en la cara me distrajeron.
Todavía estaba tumbada en la cama, y sí, mi culo estaba adolorido. Él lo había
golpeado con autoridad. Por unos asombrados momentos, no podía decidir si
estaba enojada con él por atreverse a pegarme, a pesar de acusarlo falsamente de
adulterio, o halagada por su último cumplido.
Mis propios gemidos desde la cinta llevaron mi atención de nuevo a la
televisión. Me sonrojé. Después de hacer esto en un capricho durante nuestro viaje
en barco a París, yo no lo había visto. Francamente, con todo pasando, me había
olvidado de ello. ¡Maldición, esto era gráfico! Parecíamos un par de estrellas porno
vueltos locos por la cocaína.
―No quiero que veas esto ―dije, tratando de perder mi feroz rubor.
Una sola ceja se arqueó.
―¿Por qué no?
―¡Porque no! ―Yo estaba a punto de detallar mi objeción de una manera
más razonable cuando algo nuevo en la pantalla me llamó la atención. Mi mirada
se estrechó―. Espera un minuto. No se supone que esto esté aquí. Te dije que
apagaras la cámara. ¡Dijiste que la habías apagado!
Bones se rió de eso, moviéndose hasta quedar de pie junto a la televisión.
―No, de hecho no lo hice. Rebobiné esta parte un par de veces, lo confieso.
Tú dices, “No voy a hacer eso con la cámara corriendo”, y yo respondo, “No voy a
dejar que una maldita cámara nos impida hacer algo”. Entonces voy hasta la
cámara, la toco, vuelvo, y digo, “Ahí está. ¿Te sientes mejor?”, y, ah, tú pareces
sentirte mejor, amor. Pero en ninguna parte en realidad verbalicé que la he
apagado.
Mi boca colgó más abierta.
Bones tocó la pantalla para darle énfasis.
―Vamos a rebobinarla, si lo deseas. No me importa.
No importaba que el hombre riéndose de mí técnicamente no había sido el
que me engañó.
―¡Tú, cabrón escurridizo, sabías que pensaba que estaba apagada! ―farfullé.
―Vamos, Catherine, puede que no recuerde tomar esa decisión, pero déjame
asegurarte, voy a reclamarla. Y pararme junto a esta orgullosamente.
Ese brillo estaba de nuevo en sus ojos. El que decía que él estaba pensando en
mil cosas sucias, y que me encantarían todas. Con retraso, se me ocurrió que estaba
desnudo. ¿Cómo pude haberme perdido de eso?
Tener mi culo golpeado y luego ver una película porno protagonizada por mí
eran mis dos principales razones.
Incapaz de evitarlo, tomé una buena y larga mirada. Mi Dios, pero era
precioso. Su piel cremosa estirada sobre sus músculos duros como si esta no
pudiera tener suficiente de tocarlos. Luego esos amplios hombros, brazos
ondulantes y pecho, estómago plano y por supuesto más abajo…
―Si sigues mirándome y lamiendo tus labios, voy a tener ciertas ideas ―dijo
él, su voz como la seda―. ¿Son las ideas equivocadas?
¿Había estado lamiendo mis labios? Bueno, ¿quién podría culparme?
―Lo siento, no fue mi intención comerte con los ojos. Es que, er, han pasado
más semanas de las que puedo contar, así que… ―¡Deja de hablar!, gemí
interiormente. ¡Es como que tienes diarrea verbal!
―¿Semanas? ―Eso arqueó su ceja más alto.
Dejé escapar un suspiro y traté de mantener mi mirada por encima de su
cintura.
―No corregí tu errada aseveración antes porque, bueno, yo estaba molesta.
Vlad y yo nunca tuvimos sexo. Dormimos juntos, pero como amigos, nada más.
Así que sí, han sido semanas, y la última vez fue contigo.
Bones apagó el televisor. Supongo que tenía toda su atención ahora.
―En primer lugar, gracias por decírmelo. Había creído lo contrario, por
supuesto, por lo que había dicho Charles sobre interrumpirlos a los dos en la cama.
―La única cosa que Spade interrumpió fue sueño ―dije, encogiéndome de
hombros―. Pero, por supuesto, él no llegó a esa conclusión.
―Yo tampoco lo haría ―dijo Bones, sonando casi como si no me creyera.
―Sí, bueno, no dormí con Vlad porque no eras tú. ―Tan pronto como lo dije,
quise arrepentirme. Era demasiado honesto, demasiado crudo, y, a su propia
manera, más expuesto que el vídeo que acababa de ver.
Corrí una mano por mis ojos repentinamente escociendo y traté de
quitármelo de encima.
―Además no soy tan fácil. ―Falsa y desigual risa―. Te hice esperar meses
antes de que me metieras en la cama la primera vez, lo que probablemente fue un
record de celibato para ti.
Bones todavía no había dicho nada. Solo se quedó allí parado. Luz de la luna
se asomaba a través de las ventanas, acariciando partes de su cuerpo con la luz,
mientras el resto quedaba envuelto en las sombras.
Tenía que irme antes de decir cualquier otra cosa de la que me arrepintiera.
Salí de la cama.
―Lo siento por tu puerta y tu armario y…
―Vuelve a la cama.
―¿Qué?
Él se acercó más.
―Vuelve a la cama. Estoy harto de andar alrededor, sin poder dormir porque
te escucho, sin embargo, estás tan lejos. Sólo han pasado cinco noches, pero se
siente como un maldito año. No estoy pidiendo sexo, Catherine. Sólo quiero
abrazarte mientras duermo.
Me dije que era lo mínimo que podía hacer después de irrumpir en su
habitación como una enojada Hulka para acusarlo de engañar. Además, había
admitido una fiesta de pijamas con Vlad, así que se vería miserable si le negaba la
misma petición a Bones. Ninguna de esas razones era la razón por la que estuve de
acuerdo y me arrastré debajo de las sábanas, sin embargo. En el fondo, necesitaba
sentir sus brazos alrededor. Había estado a través de un repique emocional sin
parar las últimas semanas que me habían agotado tanto física como mentalmente.
Ahora mismo, ser abrazada por Bones sonaba como la única cosa que me haría
atravesar la noche, y de hecho cualquier otra cosa siguiente que nos fuera lanzada.
Después de que me acomodé en la cama, puse mi cuchillo en la mesa de
noche. Había estado en mi mano todo este tiempo; que loca estaba. Bones le dio
una breve sonrisa y luego se metió en la cama, agarrándome con seguridad desde
atrás. Nuestros cuerpos sólo estaban separados por mi pijama, y sentirlo
presionado a lo largo de mi espalda me llenó con la mezcla más rara de
comodidad, deseo y seguridad completa. Esto no era nada parecido a lo que había
sentido durante mi fiesta de pijamas con Vlad. Iba más profundo en todos los
sentidos.
―Me alegro de que no discutieras conmigo ―dijo, su voz profunda más baja
mientras descansaba su cabeza junto a la mía.
No se dio cuenta, pero esta era la misma forma en que habíamos caído
dormidos en innumerables ocasiones, yo en sus brazos con su cuerpo curvado
alrededor de la parte posterior del mío. Mis emociones todavía pueden estar en
estado de agitación, pero la memoria muscular parecía tomar el relevo. La
satisfacción se apropió de mis miembros, relajando mi cuerpo en una manera que
yo habría considerado imposible hace tan sólo unos minutos.
―Estoy cansada de luchar contigo―le contesté, sorprendida de que las
palabras salieron con soñolienta lentitud. ¿Cuando había cerrado los ojos? ¿Y por
qué de repente era imposible abrirlos?
―Bien. ―Algo rozó mi cuello que era o sus dedos o sus labios―. Esto es todo
lo que quiero ahora, pero mañana por la noche, Catherine, voy a seducirte.
Solté una risa soñolienta por su brusquedad, por no hablar de su exceso de
confianza.
―¿Es eso una advertencia?
Ahora estaba segura de que eran sus labios, porque lo hizo de nuevo, más
lento y deliberadamente.
―Una promesa.
La siguiente vez que Bones vino a casa, yo no estaba escondida arriba. Estaba
en una silla junto al vestíbulo, un vaso medio lleno de ginebra con tónica a mi lado.
Había estado bebiendo de manera conservadora, lo cual no era lo que quería hacer.
Habría bajado dos botellas de ginebra pura, y actuado de acuerdo a mis propias
inclinaciones, pero oler a licor no se prestaba a un estado de ánimo romántico.
Él me vio cuando se quitó el abrigo, acercándose más con este doblado sobre
su brazo en vez de ponerlo en el armario. Llevaba una camisa azul rey, el profundo
color resaltando su piel cremosa. Su pantalón eran negros, pero esa era su norma.
Hace años, me había dicho que tenía mejores cosas que hacer que mezclar y
combinar sus camisas con los pantalones.
―Catherine.
Sólo la forma en que dijo mi nombre hizo que mi ritmo cardíaco se acelerara.
Cuando se inclinó, rozando sus labios a través de mi mejilla, este se aceleró aún
más.
Dondequiera que él y Mencheres fueron durante el día, tenía ducha. Él estaba
recién bañado y olía a jabón, macho, y su propio olor natural. La combinación era
mejor que la colonia.
Detrás de él, Mencheres me dio un rápido y aprobador gesto. Probablemente
había sacado de mi mente cuáles eran mis intenciones. Luego el vampiro egipcio
desapareció por las escaleras sin decir una palabra.
Spade y Denise estaban en el otro lado de la casa, y Annette estaba fuera
viendo una película. ¿Quien dijo que ella no podía ser cortes de vez en cuando?
―Yo, ah, quería hablar contigo ―le dije mientras me levantaba y le indicaba
la habitación cercana.
―Por supuesto.
Él entrelazó sus dedos con los míos mientras caminábamos. Si sólo esto no se
sintiera tan incómodo. O si estuviera desgarradoramente borracha.
―Es bueno verte ―siguió Bones―. He pensado en ti todo el día, como de
costumbre.
―Para. ―Liberé mi mano mientras cerraba la puerta de la habitación detrás
de nosotros.
―¿Parar qué?
―No tienes que decir eso. Lo que quiero decir es, no tienes que tratar de
seducirme. He decidido, um, dejarte salir de la caseta del perro.
Parte de mí había pensado que él oiría eso, me lanzaría por encima de su
hombro, y correría a la cama más cercana.
O, como había ocurrido antes, simplemente ponerse a trabajar justo donde
estábamos. Bones no lo hizo tampoco.
En su lugar, una sonrisa tiró de su boca.
―Agitando la bandera blanca, ¿verdad?
Alcé las manos.
―Simplemente parece justo. Tú podrías morir por estar cerca de mí, y ya
estás muy consciente de ello. Caray, yo estaría exigiendo alguna recompensa, si
fuera tú. Y sé que no eres célibe por preferencia, por lo… el bar está abierto.
Eso atrajo risa pura y simple. En el momento en que se refrenó, mi pie estaba
dando golpecitos por la irritación.
―Me disculpo, amor, pero eso no tiene precio. ¿El bar está abierto? Tendré
eso en cuenta. ¿Tienes hambre?
Mi pie paró de golpear.
―¿Estás siendo vergonzante y metafórico?
Él no se echó a reír de nuevo, pero por su boca retorciéndose, estaba cerca.
―No, me refiero a literalmente. ¿Has cenado ya?
―Bueno, no. ―Con toda mi aprensión, me había saltado eso.
Él me dio una mirada evaluadora, su lengua recorriendo dentro de su labio
inferior.
―Bien, entonces, vamos a salir.
Me tomó la mano y me llevó fuera de la habitación. Cuando llegamos a la
puerta delantera, me detuve.
―¿Qué estás haciendo?
Él me dio una mirada tolerante.
―Ni siquiera puedo recordar la última vez que salimos por diversión, ¿tú sí?
No es de extrañar que te veas tan confusa. Te estoy llevando a cenar, Catherine.
Solos.
Esa última palabra fue prácticamente una advertencia para cualquier persona
en la casa que tratara de detenerlo. Así que jugué la parte de Spade y Mencheres.
―No podemos, no es seguro. Alguien podría ubicarnos y contarle a Gregor,
por no hablar de que no puedo saber dónde estamos. ¡Por Dios, si no estás en el
estado de ánimo, sólo dime! No tienes que volverte todo loco.
Se rió de nuevo, pero esta vez esta estaba llena con más que humor. El verde
establecido claramente en sus ojos y se acercó más hasta que mi retirada fue
bloqueada por la puerta.
―Mi querida y dulce esposa, te deseo terriblemente. En cuanto a los peligros
de salir, has estado bien al mantener los ojos cerrados. Si hay problemas
inmediatos, tengo mi teléfono celular y no vamos a estar lejos. Además ―su
sonrisa se volvió malvada―, ni siquiera hemos tenido una cita adecuada todavía.
¿Qué tipo molesta sin eso? Caray, no sé de qué forma crees que soy.
Nota del autor: Este es el final de la “mitad” alternativa borrada de Destined for an
Early Grave. El resto de la historia habría seguido más o menos como la versión publicada,
con Cat convirtiéndose en un vampiro y Gregor secuestrando y luego cambiando a la fuerza
a su madre. Yo había planeado tener a Bones recuperando su memoria durante la escena
culminante de la pelea con Gregor al final. En esa, Gregor habría usado un cuchillo
secretamente lleno con su sangre, intentando matar a Bones en esos momentos vulnerables
cuando sus recuerdos regresaran de vuelta. La reacción de Cat habría sido la misma:
explotar la cabeza de Gregor cuando se diera cuenta de que Bones estaba a punto de morir.
Cat habría salido libre al interferir en su duelo de la misma manera en que lo hizo en la
versión publicada: Veritas habría examinado el cuchillo y encontrado el dispositivo secreto
en este, confirmando que Gregor había hecho trampa. La confirmación de Cat que la
memoria de Bones había regresado habría llegado justo después, la primera vez que él la
llamara Gatita de nuevo.
Créditos
Moderadora:
Ivonne Guevara
Traductores
Silviaalonizca K2993
Rihano Albasr11
Katra_9 Jhosel
Alysa_dampiressa Sidonie
-Marlene-2207- Dayi Cullen
Helena
Diseño:
Dabria Rose