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Capítulo 1

Comienzo original de Besos de Sangre

Nota de la autora: Los comienzos son mi cruz. Tiendo a sobrecargarlos y, por ello, a
cortar gran parte de mi primer borrador en la versión publicada. Besos de Sangre no fue
diferente. No solo lo sobrecargué, sino que crucé mercados porque el comienzo original
muestra a Cat como una adolescente ingenua, lo cual habría confundido a los editores y
agentes a pensar que esta era una novela para jóvenes adultos en lugar de un romance
paranormal para adultos. Además de eso, el antiguo comienzo es muy violento, puesto que
muestra a Cat encontrándose con su primer vampiro, así que no había mucho que pudiera
atraer a un editor o a un agente, incluso si se daban cuenta de que era un romance para
adultos. Esta es la razón por la que, después de varios rechazos, corté esta parte del
manuscrito tras darme cuenta que el tema de su inocencia perdida y encuentro con sus
tendencias homicidas no iban mucho con el resto de la novela. El principio original termina
en la primera oración de la versión publicada de Besos de Sangre.
Otra diferencia que los lectores verán es la edad de Cat. En esta versión sólo tiene
diecinueve años cuando conoce a Bones. Esto es debido a una combinación de intrusión del
autor y falta de conocimiento sobre la industria editorial. Me mudé y me casé con
diecinueve años, así que no pensaba que era una edad muy temprana para que mi heroína se
viera envuelta en una relación pasional. También sabía que Cat envejecería bastantes años
entre el primer y el segundo libro, así que no me preocupaba que fuera a tener esa edad
durante toda la historia. Sin embargo, el agente con el que firmé finalmente me dijo que
tenía que hacer a Cat más mayor porque era demasiado joven para ser una heroína en el
mercado adulto tradicional. Me comprometí a ello aumentando su edad a veinte y después
tuve que volver a aumentar su edad a veintidós cuando Harper Collins adquirió la novela.
No cambié mucho más en Cat para que armonizara con su nueva edad en la historia, así
que después algunos lectores señalaron correctamente en sus críticas que Cat parecía ser
menor de veintidós En el comienzo original, sin embargo, es una inocente chica de dieciséis
años que está a punto de toparse frente a frente con su primer vampiro.

Cuando dejé mi casa ese día, no tenía ninguna intención de matar a nadie.
Había estado buscando a mi novio, Danny. Lo conocí hace unas semanas cuando
su coche se descompuso cerca de la huerta de mis abuelos. Conducir de noche era
una de las formas en las que me escapaba de las burlas de otros chicos sobre mi
ilegitimidad. Así es como era este pequeño pueblo. A la gente aún le importaban
esas cosas.
Por supuesto, si comparas ser ilegitimo con que mi padre sea un vampiro,
apenas importaba.
No es que mis vecinos lo supieran. Tampoco lo hacían mis abuelos, con los
que vivíamos mi madre y yo. La gente no creía en vampiros. Solo mi madre sabía
lo que era. El hombre que la violó hace casi diecisiete años había re-definido el
término “besuqueo”. Al menos eso explicaba su naturaleza distante y recelosa
hacia todo el mundo, especialmente hacia mí. Mi madre odiaba a los vampiros con
una pasión patológica, y yo era medio vampiro, lo quisiera o no.
Danny no me había llamado en toda la semana. Lo llamé el lunes y le dejé un
mensaje. El martes volví a llamar. El miércoles le dejé un mensaje con mayor
preocupación. ¿Me habría llamado sin que mis abuelos me lo hubieran dicho?
Pensaban que era demasiado joven para salir con alguien, así que no me habría
sorprendido.
Para el jueves me imaginé todo tipo de cosas horribles que podrían haberle
pasado a Danny. Había sido víctima de robo, o un accidente de coche, comida
envenenada, en la cárcel por conducir mientras estaba borracho. Mi mente era un
suministro sin fin de malas posibilidades. Cuando llegó el viernes, estaba casi
enferma de preocupación. Sabía que había otras cosas más terribles que podían
haberle pasado a Danny. Cosas que ningún departamento policial común sabría.
Sin decir a mi madre dónde iba, me fui al apartamento de Danny. Vivía a una
hora en Columbus. Cuando paré en su edificio, salí volando de mi camión y
aporreé su puerta. No hubo respuesta, y su coche no estaba allí. Bueno, no había
habido suerte aquí, pero alguien tenía que saber si estaba bien. Después de algunos
intentos fallidos, encontré la fraternidad de su amigo George donde Danny me
había llevado el pasado fin de semana. Estacioné enfrente y caminé entre los chicos
universitarios.
Un chico me paró en mi camino hacia la habitación de George.
―¿Quién eres?
Le sonreí.
―Soy Catherine. Estoy buscando a George, estuve aquí la semana pasada. Él,
umm, me ayudó con mi carnet.
George era falsificador además de ser un estudiante universitario. El pasado
sábado me había hecho un carnet en el que ponía que tenía veintiuno. Danny ya
tenía uno. Por eso me lo hice, así podía ir a lugares a los que iba Danny.
―Espera aquí. Voy a ver si George todavía anda por aquí.
Después de unos minutos apareció George, mostrándose confuso y un poco
irritable.
―Cathy, ¿qué haces aquí? No habrás perdido tu identificación ya, ¿no?
―George. ―Mi voz se quebró un poco por la tensión―. ¿Has visto a Danny?
No he podido contactar con él en toda la semana. ¿Está bien?
Su cara transmitió algo que no podía nombrar.
―Sí, Danny está bien. De hecho está en el Galaxy, el club donde fueron la
semana pasada. ¿Recuerdas dónde está?
―Um, no llegamos a ir el fin de semana pasado. ―Sabía que mi cara estaba
roja, pero no dejé que eso me detuviera―. ¿Puedes decirme como llegar?
Se mostraba reacio, pero persistí. Cuando tuve las indicaciones, le di las
gracias y me fui, tan emocionada de saber que Danny estaba bien que olvidé
preguntarme por qué no me había llamado.

El Galaxy resultó ser enorme. Sus puertas estaban abiertas, el sonido de la


música se derramaba por el estacionamiento. Caminé hacia la entrada vacilante
pero con determinación, no iba a dejar que algo como los nervios me detuviera. En
la puerta el portero observó detenidamente mi carnet de conducir falso,
poniéndolo bajo la luz y comparándolo con mi cara. Intenté parecer indiferente y
sonreí como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. Lo único que me
hacía falta era ir a prisión por posesión de un carnet falso, pero finalmente me
condujo dentro. La música era atronadora, parecía como si cientos de cuerpos
girando estuvieran rodeándome.
Mi sencilla camiseta blanca tomó tonos de neón ante el brillo fluorescente de
las luces. Pasar a través de los bailarines era como caminar por aguas profundas.
Cuando encontré el camino hacia la barra más cercana, escudriñé a la gente de al
rededor. Aun no veía a Danny.
―¿Te compro una bebida? ―preguntó una voz detrás de mí.
Me giré sonriendo, pero no era Danny. Un desconocido con camisa roja me
sonrió.
―No gracias ―dije y volví a girarme hacia la multitud.
Desde mi posición, advertí que había varias barras en el club. Sobrepasando
nuevamente las barricadas vivientes, llegué al otro lado en lo que me había
parecido como una hora. Mi cabeza había empezado a latir junto a la música, y mis
ojos estaban doloridos de los destellos de luz de la habitación. La segunda y tercera
barra no fueron de mayor ayuda. La desesperación empezó a llevarme a pensar
que George estaba equivocado y Danny no estaba allí después de todo. Me apoyé
contra la pared, mirando al segundo piso del club. La gente estaba congregada en
torno a una barandilla que daba el piso principal. Mientras miraba, vi una cabeza
de color rubio rojizo.
―¡Danny! ―grité sin sentido, puesto que no habría escuchado ni un
megáfono con este ruido. Con alivio, me dirigí hacía las escaleras y las subí
corriendo hacia Danny.
La sonrisa abierta de bienvenida que llevaba desapareció de mi cara cuando
lo vi más claramente. Una chica rubia estaba delante de él, con sus manos en su
pecho. Estaba sonriendo mientras él se inclinaba para besarla. Observé
conmocionada que Danny subía sus brazos rodeando a la chica.
Después de un largo minuto, rompió el beso y, finalmente, se dio cuenta de
mi presencia.
―Mierda ―murmuró.
Lo escuché. No debería haberlo hecho con todo el ruido de fondo, pero mi
oído no era normal. Tampoco lo era mi vista, y absorbí todas las emociones de su
cara mientras miraba de ella hacia mí.
―¡Catherine! Esto… ¿qué haces aquí? ―Danny dio un paso atrás de la rubia
guapa, que me lanzó una mirada con menosprecio mientras se fijaba en mis
vaqueros, deportivas y camiseta.
―¿Esta es la chica de la que me hablabas, Danny? ¿Con la que acababas de
romper?
―¿Qué? ―Era un jadeo de coraje, no una pregunta. Mis manos formaron
puños, y respiré hondo varias veces para calmarme. Controla tu ira. No puedes dejar
que nadie sepa lo que eres.
―¿Puedes darme unos segundos? ―le preguntó Danny a la rubia.
Me lanzó otra mirada arrogante y después sonrió.
―Claro, estaré en la barra.
Danny esperó hasta que se había ido antes de volver a hablar.
―Catherine, iba a llamarte porque he estado pensando. Solo tienes dieciséis
años; yo tengo casi veinte. Eres demasiado joven… las cosas no funcionarían entre
nosotros.
Después de todo lo que me había dicho el fin de semana anterior no podía
creer lo que escuchaba.
―Me dijiste que te importaba, que nunca te habías sentido de esta manera,
que yo significaba mucho para ti… ―Enumeré todo siseando―. ¡Eso fue hace
cinco días, Danny! ¿Y ahora has cambiado de opinión? ―Mi ira cubrió el dolor que
crecía dentro de mí. Quería desesperadamente que retirara lo que acababa de decir.
Danny bajó la cabeza, parpadeando a un lado y a otro para ver si alguien más
ponía atención a la escena. El hoyuelo de su barbilla se arrugó cuando apretó los
labios, parecía estar intentando elegir sus palabras.
―Esto es así, Catherine ―empezó en un tono que nunca había usado
conmigo antes―. Pensé que podríamos divertirnos un poco, y tú también parecías
querer eso. Justo hasta que llegó el momento de pasarlo bien de verdad, y entonces
te volviste tímida y vacilante. Así que te dije lo que necesitabas escuchar. Supéralo,
no es para tanto. Ni siquiera fue tan bueno. Ahora vete a casa. ¿No ha pasado tu
toque de queda?
Danny se giró sin decir más palabra. Se fue hacia la barra, alzó un brazo
alrededor de la rubia que sonreía satisfecha, y se fue. Los vi irse, paralizada,
mientras las emociones me golpeaban. Había sido utilizada, así de sencillo. Usada
como la estúpida paleta de granja que aparentemente era. Durante toda la semana
había estado preocupada por Danny. Preocupada y feliz e ignorante y desechable.
Las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas. Cuando había empezado a salir
con Danny, había pensado que quizá había una posibilidad de vivir una vida
normal a pesar de lo que era. La imposibilidad de ello era mucho más dura
después de que me había permitido tener esperanza. Mi dolor pronto fue
sustituido por desesperación. Debía ser mi linaje. Quizá estaba siendo castigada
por el mal que había dentro de mí, no importaba que no fuese mi culpa que
estuviese ahí.
―No lo valía.
No sabía a quién pertenecía la voz detrás de mí, pero sin girarme asentí.
―Supongo que no. ―Mi voz era áspera. Prácticamente no la reconocía.
―Toma una bebida conmigo.
―Está bien.
Todavía no me giré, sino que mantuve mi mirada en Danny y su rubia hasta
que desaparecieron entre la multitud. Una mano fría tocó mi brazo, haciéndome
retroceder ante la punzada de electricidad estática. Dejé que el chico me dirigiera
hacia la barra más cercana y me senté en el taburete como aturdida. Mi escolta
desconocido pidió dos gin-tonic. Cuando un vaso frío presionó mi mano,
finalmente miré a mi nuevo acompañante.
Mi primer pensamiento fue me es familiar, lo conozco, antes de darme cuenta de
que su cara me era totalmente ajena. Cabello negro caía sobre sus hombros y su
piel tenía casi el mismo tono pálido que la mía Pero esa piel, lisa, opalescente…
como crema vertida sobre diamantes. Ojos avellana miraban fijamente los míos de
una forma que parecía clavarme a la silla. El aire a su alrededor retenía un leve
crujido, como si de alguna forma consiguiera utilizar un campo eléctrico como
abrigo.
Sí, se podría decir que supe de inmediato que el hombre que se sentaba a mi
lado era un vampiro.
―Estás mirándome fijamente. ―Lo dijo en tono de reprimenda, pero no
parecía molestarle.
―Sí, te estoy mirando fijamente. ―Asentí, el golpe me había hecho
insensible. Justo a mi lado, tomando una bebida, había un vampiro viviente, o algo
así. No podía dejar de mirarlo de arriba a abajo. Después de meses oyendo hablar
de vampiros, aquí había uno de carne y hueso. Mi madre había dicho que parecían
igual que la gente normal, pero estaba equivocada. Con la perfección de su piel y la
energía zumbante que salía de él, no podía entender cómo alguien podía pensar
que era humano.
De repente me invadió el miedo. ¿Sabría lo que yo era? ¿Por eso me había
parado? Mi estómago se sacudió de miedo. Agarré el gin-tonic tomándomelo de
un trago.
El vampiro me miro sorprendido antes de pedir otro.
―Estás sedienta, ¿no? ―remarcó.
―¿Tú no? ―deje escapar, después casi me ahogo. Muy lista, Catherine.
―Por supuesto. ―Se llevó su vaso a la boca y tomó un sorbo, después
sonrió―. Eso está mejor.
Evité burlarme, las palabras de mi madre sonaron en mi cabeza. Son demonios,
Catherine. Monstruos. Todo lo que quieren hacer es engañar a la gente para estar a solas y
matarlos. Ya lo veremos.
―¿Cómo te llamas? ―Mi tono era firme, pero los nervios me hicieron
engullir mi segunda bebida tan rápido como la primera. Se me había terminado
antes de que me contestara.
―Anthony.
―¿Anthony qué más? ―Lo miré fijamente a los ojos, desafiándolo. Una
extraña paz se apoderó de mí. Era una serenidad salvaje, pero con sentido. Danny
me había dejado, no tenía amigos, y mi vida era una fuente constante de vergüenza
para mi madre. ¿Qué tenía que perder? Este vampiro iba por sangre, tal vez podría
devolverle la pelota.
―Anthony Dansen. ¿Y tú como te llamas, preciosa?
Sabía que era probable que me hubiese dado un nombre falso, y después de
Danny, no quería que ningún otro hombre me llamase Catherine.
―Me llamo… Cat. ―Y tú eres mi ratón, o yo soy el tuyo. Que gane el mejor.
Sonrió, de manera confiada y depredadora.
―¿Cat qué más?
Miré a su cabello. Era tan oscuro que podría haber pertenecido al ala de un
pájaro.
―Raven.
―¿No es inusual? Una mitad en el lado opuesto que la otra.
Con una fría sonrisa como respuesta, terminé mi bebida, señalando al
camarero que quería otra.
―No tienes ni idea.

Después de otras nueve bebidas, dejé que Anthony me convenciera que no


podía conducir así. Estaba algo sorprendida de no estar borracha por todo ese
alcohol, pero por lo pronto iba bien. Anthony fue muy considerado, ayudándome
mientras fingía tambalearme hacia la salida. Incluso había sido un gran oyente
mientras le contaba cómo Danny me había dejado. ¿Por qué no? Uno de nosotros
iba a estar muerto para la salida del sol, así que no tenía que preocuparme sobre
que repitiese mi humillante confesión. Anthony también rezumaba simpatía. Era
una buena actuación. Si no supiera lo que era, la tonta de mí se lo habría creído.
Nos detuvimos en mi camioneta para que pudiese coger mi bolso, puesto que
había insistido en que no podía irme sin él. Lo que no sabía es que tenía una
sorpresa en él, algo que me había dado mi madre. Pronto averiguaría si era tan
efectiva como ella esperaba. Le di a Anthony indicaciones hacia el lado opuesto al
que vivía. Si moría, no quería que buscase a mi familia. Mi carnet de conducir era
falso, así que la dirección lo era también. En poco tiempo, estaba tan lista como lo
estaría nunca.
Cuando subí en su coche, un precioso Passat azul oscuro, puse mi bolso entre
mi cuerpo y la puerta interior. Entonces fingí cabecear mientras nos poníamos en
marcha, pero en realidad, estaba accediendo a mi bolso para rodear con mis dedos
una larga cruz de plata.
No estaba rezando; la cruz tenía una daga de plata escondida dentro.
Algunos chicos consiguieron coches nuevos en su dieciséis cumpleaños. Mi madre
me había dado una gran cruz que tenía una navaja secreta. Pronto averiguaría si la
plata mataba vampiros o si las cruces los repelían. Me habría gustado tener
también un trozo de madera afilado, por si acaso, pero no había pensado en
encontrarme con un vampiro.
Anthony condujo en silencio durante veinte minutos antes de desviarse de la
carretera hacia una calle secundaria. Lo sabía porque, aunque mis ojos estuvieran
cerrados, podía sentir que el suelo cambiaba de hormigón a suciedad y grava. Aun
así, continué fingiendo que dormía. Después de quince minutos Anthony se
detuvo. Mi mano apretó la cruz hasta que dolía. Como mi corazón latía de manera
que hasta yo podía oírlo, deje de fingir dormir y abrí los ojos.
Había filas de árboles delante de mí. Entre ellos, podía ver la plateada línea
de agua. Si quisieras chuparle la sangre a alguien y dejar su cuerpo en un lugar
retirado, este sitio era perfecto para ello.
―¿Dónde estamos? ―No tenía que fingir el temblor de mi voz. Estaba
completamente sola con un monstruo que seguramente iba a matarme.
―Quería salirme del camino y pasar algo de tiempo contigo. ¿No te gusta
como suena eso? ―Anthony hizo que su voz sonara vulnerable y sexy. Toda una
actuación, pero probablemente la práctica hacía la perfección.
―Quiero irme a casa. Estoy cansada, algo borracha y creo que deberíamos
irnos.
Ahí estaba. Lo había dicho firmemente. Si estaba loca y solo era un chico
normal buscando un buen rato, encendería el coche y nos iríamos. Sin daño no hay
castigo.
Para mi total falta de sorpresa, en su lugar sonrió y tocó mi mejilla.
―Eres preciosa, Cat. ―Se movió más cerca, apoyándose hasta que su boca
estaba a centímetros de la mía―. Bésame.
Su voz descendió a una octava más baja y profunda. Suave como el aire de
fuera. No espero a mi respuesta, sino que me besó, con su boca inclinándose sobre
la mía. Los labios de Anthony estaban más fríos que los míos, pero habría
asegurado que se sentiría frío y asqueroso, y estaba sorprendida de que no fuera
así. También se me pasó por la mente que era mejor besando que Danny. No
obstante eso era totalmente absurdo porque estábamos aquí para matarnos el uno
al otro.
―No, Anthony. ―Presioné sobre su pecho. No lo moví un milímetro Mi
mano derecha estrechó la cruz oculta―. Quiero irme a casa.
Dejó de besarme y levantó la cabeza. Grité sin poder evitarlo. Sus ojos, que
habían sido color avellana en la barra, ahora brillaban con un claro verde brillante.
Una sonrisa cruel coronaban su cara, y sí, sobresaliendo por sus labios había
dientes puntiagudos con aspecto asesino.
―Lo siento, Cat, pero no vas a ir a ninguna parte esta noche.
Su voz había perdido ese tono seductor. Mi corazón martilleó, pareciendo
estar atascado en algún lugar de mi garganta. Por un momento pareció
ensancharse, vi que Anthony se agachaba hacia mi cuello.
―Tus ojos brillan ―susurré―. ¿Adivina qué? Los míos también pueden.
―¿Qué?
Anthony me miró justo cuando yo ataqué. Mi mano voló, y con toda mi
fuerza, hundí la daga en forma de cruz en su espalda, apuntando donde supuse
que estaría el corazón.
Aulló tan alto que sacudió las ventanas. Entonces se erigió hacia atrás,
intentando alcanzar el arma que había en su cuerpo. Resistí sabiendo que si paraba
se acabaría todo. Con una ferocidad que no sabía que residía en mí, giré la cuchilla,
torciéndola fuertemente de lado a lado. Anthony me dio un revés tan fuerte que la
ventana se agrietó cuando le di con la cabeza. En el segundo que lo dejé, agarró el
cuchillo.
Le di una patada, mi cuerpo se apoyó contra la puerta. Como sus dos manos
estaban arañando su espalda, la cara de Anthony no estaba protegida. Mi pie
aterrizó con un golpe sordo, chasqueando su cabeza hacia atrás. Cuando arqueó su
puño hacia mí de nuevo, me eché hacia delante, agachándome para evitar su golpe
y tanteando por el cuchillo. Sus colmillos se hundieron en mi hombro. Grité
mientras Anthony intentaba masticar hacia mi cuello. Sus puños me golpearon en
la espalda hasta que todas mis costillas parecían rotas. El dolor era enorme, sabía
que en cualquier momento me desmayaría y no volvería a despertar. Pero incluso
si iba a morir, quizá, solo quizá, podría llevármelo conmigo.
Enfoqué todas las fuerzas que me quedaban en la daga, fallando dos veces
hasta que finalmente la alcancé de nuevo. Estaba manchada de sangre, y enrosqué
mis dedos alrededor de la manga de la cruz para asegurar mi agarre. Entonces
corté como una loca de izquierda a derecha, mi visión se volvió borrosa mientras
Anthony continuó rasgando mi hombro y aplastándome con sus puños. Con mi
último aliento, di a la daga una estocada final.
De repente la boca de Anthony se aflojó, sus brazos bajaron y cayó sobre mí
inconsciente. Incluso a través de la neblina de dolor aplastante, sonreí.
Mi último pensamiento antes de que llegara la oscuridad fue: Esto va por ti,
mamá.

Los sentimientos volvieron poco a poco. Me dolía la espalda. Había algo


pesado sobre mí. Mi pierna estaba girada. Me dolía el hombro. Me sabía la boca a
sangre. Aún estaba viva.
Eso me hizo abrir los ojos automáticamente. Lo primero que vi fue la cara de
Anthony. Su boca abierta, con la lengua colgando y sus rasgos que se habían, de
alguna forma, hundido y marchitado. Estaba encima de mí, y yo estaba retorcida
de forma extraña medio bajo la guantera. La sangre que había sentido en mi boca
era aparentemente suya, puesto que había corrido en un sendero asqueroso de la
hamburguesa de su espalda hacia mi cara.
La escupí aterrorizada porque, claramente, había bebido un poco. Empujé el
cuerpo de Anthony, pero no conseguí suficiente tracción para salir de debajo de él.
Manoteé, buscando a tientas detrás de mí el tirador de la puerta. Ah, ahí estaba.
Tiré una vez y la puerta se abrió. Fui hacia atrás, retorciéndome, hasta que hubo
espacio suficiente entre nosotros para darle una patada a Anthony y salir del
coche. Desde mi punto de vista, en la suciedad, el coche parecía la matanza de un
cerdo. La sangre estaba esparcida por el parabrisas, el salpicadero y los asientos.
Añade a eso un hombre hecho pedazos delante, y era imposible que pudiera
conducir esto hasta la ciudad para recuperar mi camioneta. De alguna forma, no
creía que la policía fuera a creerme si les dijera que lo que había matado ahí dentro
era un vampiro. “Pero, en serio, oficial, ¡intentó chuparme la sangre!” No, mejor no
intentar ser vista en público con esto.
Así que, a no ser que quisiera ir a prisión, tenía que deshacerme del coche y el
cuerpo. ¿Pero cómo?
Le di al cadáver de Anthony una mirada evaluadora. ¿Podría quemarlo? Sería
difícil intentar incendiarlo simplemente con la luz de un cigarro. Para ser sincera,
estaba algo sorprendida de que no hubiese ardido espontáneamente. Siempre lo
hacían en las películas. Quizás no estaba muerto realmente después de todo. El
pensamiento me dio escalofríos.
Está bien, primero lo primero. Tenía que asegurarme de que la cosa que había
en el coche era realmente un cadáver antes de preocuparme de cómo deshacerme
de él. Me levanté, inclinándome cautelosamente sobre la puerta abierta.
La daga aún estaba en la espalda de Anthony como un trofeo macabro. Con
una mueca, lo giré para que estuviera bocarriba.
Tuve náuseas. Anthony se veía incluso peor que antes. Su piel era como cuero
agrietado, sus labios estaban levantados sobre sus dientes, sus manos como garras,
su pecho parecía encogerse dentro de sí mismo. Si no estuviera muerto, estaría
haciendo una actuación digna de los Oscar. Aun así, quería estar segura, así que
busqué en el asiento trasero otra arma. Una parte de mí temía que si quitaba la
daga, Anthony saltaría y me atacaría.
El asiento trasero era inútil. No había nada, ni siquiera un mondadientes. En
la guantera no había otra cosa aparte de papeles del coche, que no eran de
Anthony Dansen sino de Felicity Summers. Dije una oración rápida y silenciosa
por Felicity, aunque sabía que era probable que fuera demasiado tarde. Entonces,
como último recurso, salí y abrí el maletero.
―Madre mía ―dije en voz alta, sorprendida de hacerlo. El maletero parecía
un kit de iniciación de Hannibal Lecter. Había un hacha, bolsas de basura enormes,
cinta adhesiva, una pala, ropa extra y toallitas de bebé. ¿Toallitas de bebé?
Mentalmente me estremecí al pensar en porqué estarían ahí. A pesar de lo
escalofriantes que aquellos objetos en el maletero eran, me iban que ni pintados
para mi propósito. Ya estaba pensando como un asesino.
Me invadió otro estremecimiento cuando me di cuenta, tardíamente, de que
estas cosas estaban aquí para mí. Hizo que se me helara la sangre saber que estos
objetos habrían sido usados a disposición de mi cuerpo si Anthony se hubiera
salido con la suya.
Un sentimiento de satisfacción vengativa me invadió. Nunca más alguien
sería desangrado y asesinado por este vampiro. Ahora, para estar segura de que
estaba efectivamente muerto, después de un momento de contemplación, tomé el
hacha. Dos horas después, había acabado. Se me había pegado el sudor, me sentía
como si, tras ducharme mil veces, todavía no fuera a estar limpia. Pero estaba
hecho. La cabeza de Anthony estaba enterrada a un medio kilómetro en el bosque.
Su cuerpo estaba escondido a medio kilómetro en la dirección contraria. Si eso no
asegurara que siguiese muerto, estaba sin ideas.
Después de debatir conmigo misma sobre qué hacer con el coche, decidí
limpiarlo lo mejor que pudiera con las toallitas. Entonces, abrí todas las ventanas y
lo empujé hacia la orilla del lago. Con suerte, se hundiría y no volvería a ser visto.
Tal y como había pensado, vi el coche ir hundiéndose en el agua por un momento
hasta que desapareció. Después me miré. Mi pantalón y camiseta estaban
estropeados. Me desnudé para ponerme la ropa extra que el que iba a ser mi
asesino me había proporcionado y entonces paré en seco, mirando mi hombro.
No había herida. Bueno, aún estaba rojo de sangre, mía y del vampiro, pero
debería haber habido perforaciones desordenadas de los dientes de Anthony, no
había nada excepto piel suave. Presa de los recuerdos, toqué mis costillas. Deberían
doler. De hecho, no debería haber sido capaz de hacer todas las cosas que había
hecho en las pasadas horas, no con la paliza que Anthony me había dado. Pero me
sentía… bien.
Me invadió el pánico. ¿Cómo me curaba tan rápido? Está bien, me curaba
más rápido que nadie cuando me raspaba las rodillas y me cortaba, pero nada
como esto me había pasado antes. O no. ¿Y si…?
Desesperada, presioné mis dedos contra mi garganta. Me sentí aliviada
cuando sentí mi pulso fuerte, aún latiendo. Entonces retuve mi aliento todo lo
posible antes de jadear y tragar aire. Bien, aún necesitaba respirar y mi corazón
todavía funcionaba, así que no, no me había convertido en un vampiro.
Por mi cabeza llovieron posibilidades. ¿Me podría haber afectado tanto su
mordisco? ¿O su sangre? ¿Cuánta había tragado cuando había goteado en mi boca?
Era demasiado perturbador para pensarlo. Después pensaría en ello. Ahora mismo
tenía un asesinato que tapar. Me puse la camisa de repuesto. Era demasiado larga,
pero el estilo era la última de mis preocupaciones. Después me puse el pantalón,
que me enrollé con el cinturón. Metí mi ropa arruinada y con sangre en una de las
bolsas de basura. Cuando estuviera lo suficientemente lejos la enterraría, pero no
demasiado cerca del cuerpo, de ninguna de sus partes.
Con la última de las toallitas, limpié la sangre de mis manos, cara y hombros.
Ya no dudaba por qué tenía Anthony las toallitas, servían muy bien. Finalmente,
metí el crucifijo en mi pantalón. Ya está. Me había desecho del cuerpo y ocultado
todo lo mejor que podía. Con suerte, nadie encontraría nunca los restos del
vampiro o el coche. Era el momento de irse. Me quedaba un largo camino.

Cuando finalmente llegué a la entrada de mi casa, se veían rayos de sol por el


horizonte. Me había tomado más de dos horas encontrar el camino hacia el club,
después otra hora y media para conducir a casa. Nunca, que yo recordase, había
estado tan agotada. El sonido de la camioneta debió despertar a mi familia, porque
uno por uno fue saliendo de la casa. Mis abuelos estaban en sus pijamas, pero mi
madre llevaba el mismo vestido que el día anterior. Era obvio que no se había ido a
la cama. La expresión de alivio de su cara cuando me vio cambio inmediatamente a
enfado, y estaba en la ventana de la camioneta antes de que me diese tiempo de
abrir la puerta.
―¿Dónde has estado? ¿Tienes idea de qué hora es? ¡Casi me matas del susto!
Igual que a tus abuelos. ¡Llamaron a la policía! ¿Qué…?
Se detuvo cuando vio mi extraña ropa mientras salía de la camioneta y
trastabillé hacia la casa. Su momento de silencio duro poco.
―¿De quién es esa ropa, Catherine? ¡Respóndeme!
Abrí la boca para explicarme cuando mi abuelo se acercó y me cogió por los
hombros, agitándome fuerte.
―¿Crees que puedes pasar por encima de todo y hacer solo Dios sabe qué?
¡No me traerás más vergüenza! Todo ha sido suficientemente complicado después
de lo que hizo tu madre. No me quedaré sentado mientras veo cómo eres una
vergüenza, tú…
Paró cuando tomé sus manos y las alejé de mí. Por un momento silencioso
nos miramos, de manera agotada con enfado, y él sorprendido por la fuerza de mi
agarre. Después le di la espalda y fui hacia mi madre, sujetándome el pantalón.
Había guardado un suvenir, solo para ella.
―Extiende la mano. ―Mi voz era dura, pero mis ojos no.
Me miró antes de extender la mano. En ella puse un objeto pequeño y duro.
―Esto es donde estaba y lo que estaba haciendo. Soy lo suficientemente
fuerte, y se cuánto cuesta, así que es lo que haré a partir de ahora, te lo prometo.
Miró al colmillo curvado que había en su mano por un rato, las lágrimas
llenaron sus ojos. Entonces estiró el brazo y tocó mi mejilla con más ternura de la
que nunca me había mostrado. Finalmente, cruzó los brazos.
Las lágrimas también brotaron en mis ojos. Al menos había hecho que
estuviera orgullosa de mí.
Mi abuelo zapateó.
―¿Qué demonios está pasando? Justina, todavía no he acabado con esa chica.
―Sí que lo has hecho. ―El tono de mi madre era tan vehemente que mi
abuelo la miró como si le hubiera salido otra cabeza. Ella acarició mis hombros
antes de volver a hablar―. Déjala en paz, estaba haciendo algo bueno. Soy su
madre, soy su responsable y digo que está bien.
Con su brazo aún a mí alrededor, me condujo dentro de casa. Mis abuelos se
quedaron boquiabiertos, pero no hicieron nada para pararnos. Mi madre nunca les
había hablado así o los había desautorizado, así que estaban incluso más
sorprendidos que yo. Sabía que siempre la recordaría alzándose en mi defensa,
pero no tenía energía para fijarme en eso. Tan pronto como llegué a mi habitación,
me caí en la cama y me desmayé.
Más tarde esa noche, me levanté y tomé la cena como si nada hubiera pasado,
y mis abuelos nunca volvieron a mencionarlo.
Como mi madre antes que yo, conseguí una beca para la Universidad Ohio
State y utilicé el dinero de mi trabajo en la huerta para comprar mis libros. A
diferencia de ella, el resto de dinero que utilicé como depósito para mi destartalado
apartamento fuera del campus vino de los vampiros. Más concretamente de
vampiros muertos. Por puro sentido práctico, me había acostumbrado a
embolsarme su efectivo después de matarlos, tomando la idea cuando uno de ellos
me robó antes de intentar morderme. Quien busca, encuentra, era su lema, y estaba
convirtiéndose rápidamente en el mío. En los tres años desde mi primero, había
matado otros cuatro. Me había hecho mejor en ello.
Para empezar, me di cuenta de que mi arma tenía que ser mayor. El primer
vampiro casi me mata porque tardé demasiado en destruir su corazón con la
delgada daga en forma de cruz de plata. La pregunta paso a ser cómo aumentar el
tamaño de mi arma sin mostrar que llevaba una. Mi respuesta vino al hacer
manzanas de caramelo.
Los vecinos más cercanos a mis abuelos tenían un huerto de manzanas. De
manera regular intercambiábamos fruta con ellos. Mientras estaba haciendo las
manzanas, deslizando la fruta en su palo de madera para facilitar su manejo, me
llegó la idea. Esconde la plata. Eso es lo que tenía que hacer. Ocultarla en algo de lo
que un vampiro no tenga miedo. Así nació la idea de mi estaca de plata cubierta de
madera.
Era un trabajo personalizado, naturalmente. Tomé todos mis ahorros y
compré una amplia hoja de plata, de trece centímetros de largo y puntiaguda. Era
pesada pero mortalmente afilada. Lo siguiente fue el disfraz. Con cuidado pegué
listones de madera sobre ella, manteniéndolos duros y suaves, contorneándose con
la forma de la plata. Cuando terminé tenía una estaca de madera que parecía
normal con una sorpresa dentro. Como la madera simple y vieja no mataba a los
vampiros (lo descubrí por las malas con mi segundo, acabando con un hombro
dislocado, el labio sangrando, una profunda perforación y una muñeca fracturada),
no le tenían miedo. De hecho, al que apuñalé en el corazón con solo madera miró a
su pecho divertido antes de sacarse de un tirón la estaca y apretarla contra mi
muslo. Si no fuera por mi cruz de plata con la daga de mano de accesorio, no
habría quedado nada de mí excepto un regusto amargo en mi boca.
Afortunadamente para mí, el vampiro pensó que como lo había atacado con
madera, no sabía lo que realmente funcionaba. No vio venir la plata.
Mi tercero fue casi demasiado sencillo. Ahora tenía un modelo. Iba a alguno
de los clubs a menos de tres horas conduciendo y examinaba detenidamente a los
clientes buscando al no muerto. Eran fáciles de localizar para mí, su piel era
demasiado perfecta comparada con la de los demás, y su energía crepitaba en el
aire a su alrededor. Mi falso deseo con los ojos abiertos funcionaba siempre,
especialmente cuando estaba combinado con mi consumo de suficiente alcohol
para derribar a un caballo. Las bebidas tenían poco efecto en mí, solo me hacían
estar más calmada en lugar de ebria. Parecían no tener efecto en mis compañeros
vampiros tampoco, así que supuse que era una inmunidad en la sucia sangre que
compartíamos.
Sin embargo, se estaba convirtiendo en algo demasiado arriesgado seguir
tirando coches en el lago; estaba destinada a ser atrapada. Era mucho más sencillo,
arrojarlos en su maletero, y conducir de vuelta hacia donde había estacionado mi
camionera en un área convenientemente resguardada. Una vez allí, movía el
cuerpo la camioneta, lo escondía con bolsas de cerezas y lo llevaba a casa para
enterrarlo en el extremo de la huerta. Sus coches los limpiaba y abandonaba.
Las huellas dactilares ya no me preocupaban demasiado; me aficioné a llevar
largos guantes de cuero negro. Los vampiros lo encontraban sexy, algo más para
mi discreto disfrute. También estaba el extra añadido de que nadie reportase la
desaparición de los vampiros. Supuse que no se quedaban demasiado tiempo en
un sitio así que pasaban desapercibidos cuando se iban.
Con mi quinto vampiro me encontré con un imprevisto. Todo había salido sin
sobresaltos, tanto como podía serlo matar no muertos al menos. Era un irlandés de
cabello castaño que continuaba contándome historias graciosas con acento cantarín
hasta que me había encandilado hasta los huesos. Casi di por sentado que lo había
etiquetado mal hasta que llegamos a su coche y me dio un revés tan fuerte que
incluso perdí la consciencia. Me puso en el asiento de atrás pensando que tendría
una bonita y larga siesta, y condujo hasta un estacionamiento vacío, Para mi
fortuna, había dejado de llevar mi estaca en el bolso y la llevaba guardada dentro
del bolsillo de los vaqueros que llevaba. Cuando se lanzó sobre mí en el asiento
trasero, se derrumbó en mi nuevo juguete. Estaba muerto antes de que sus
colmillos se extendieran por completo.
Después de retomar mi camioneta, lo tiré en la cama y lo cubrí con bolsas de
cerezas frescas. Cuando estaba a solo ocho kilómetros de casa, me tensé por las
luces azules y rojas que se encendían detrás de mí. No había manera en la que
pudiera explicar lo que había en la parte trasera de mi camioneta.
Capítulo 2
El incidente de la peluquería

Nota del autor: Esta escena originalmente tomaba lugar en el capítulo cinco, justo
después de que Bones le dice a Cat que ella ha alcanzado el momento de su entrenamiento
en donde él la va a convertir en una seductora. Me había divertido escribiéndola, pero
finalmente fue sacada en un intento de mantener el ritmo más rápido. Más por este punto,
asumí que los lectores estaban listos para llegar hasta el aspecto romántico de la novela, y
esta escena prolongó eso, aunque sí mostró a Cat empezando a considerar a Bones más un
hombre que un monstruo.

El Spa Hot Hair era un salón de servicio completo. Faciales, envolturas


corporales, manicuras, pedicuras, cada tratamiento de cabello posible, y
depilaciones. Bones saludó a la recepcionista por el nombre, sonriendo
encantadoramente y preguntando por su familia. Ella estuvo a punto de tropezar
consigo misma por llevarnos atrás apresuradamente, echándole miradas
abiertamente admirativas a él mientras nos guiaba a través del moderno laberinto
de belleza. Yo estaba incrédula ante su comportamiento. Por Dios, ¿ella no podía
adivinar que él no era humano? Aparentemente no, y dejó muy en claro que le
ofrecería servicios por encima y más allá de lo que el spa anunciaba.
―¿Cómo conoces a esta gente? ―le susurré cuando doblamos otra esquina
de color espuma de mar.
Él me miró como si yo fuera lenta.
―Mi cabello, por supuesto. No pensaste que era natural, ¿verdad?
―No, no creía que fuera natural. ¡Pensé que simplemente dejabas caer una
botella de peróxido en tu cabeza cada noche! ―Mi nerviosismo me hizo insolente.
Bueno, más insolente de lo habitual.
―Querido, qué bueno verte ―chilló una mujer mayor perfectamente peinada
mientras lanzó sus brazos alrededor de Bones.
―Marlena, mi dulce, siempre encantado de verte ―le respondió.
Ella palmeó su pecho de una manera reprobadoramente burlona.
―¿Qué puedo hacer por ti, cariño? Dijiste que era una emergencia.
Le lancé una mirada molesta al escuchar eso, pero Bones me ignoró.
―Hago un llamado a tu genio para hacer un milagro. Mi prima aquí ―hizo
un gesto en mi dirección y la cabeza de ella se giró hacia mí―, mi prima necesita
desesperadamente tu ayuda. Tiene un sinnúmero de puntas abiertas, sus uñas son
una vergüenza, las cejas necesitan depilación, y ni siquiera quiero decirte sobre las
uñas de sus pies.
Marlena me miró como si acabara de arrastrarme del más profundo y más
oscuro pantano, y tuviera algas recubriéndome para probarlo. Mi cara ardía, y una
vez más fantasee sobre mí, Bones, y una larga y puntiaguda estaca de plata.
―Ah, mi querido, veo lo que quieres decir. Pero qué linda piel tiene. Estoy
segura de que podemos salvarla.
¿Salvarla? ¿Por qué ese arrogante, creído…?
―Si alguien puede hacerlo ―dijo él, interrumpiendo mi tren mental de
insultos―, eres tú. No repares en gastos. La quiero deslumbrante cuando se vaya.
Marlena lanzó una mirada dudosa primero a mí y luego de nuevo a él.
―Vuelve en cinco horas. Veremos lo que podemos hacer.

Cuando Marlena-la–malvada-señora-del-infierno había terminado conmigo,


tenía una comprensión exacta de lo que era pasar por la lavadora y secadora. Fui
lavada, encerada, removida, cortada con tijeras, secada, echa manicura y pedicura,
pintada, desgarrada, exfoliada, encrespada, vestida cuidadosamente, y finalmente
cubierta en diferentes tonos de maquillaje. Mi cabeza golpeaba mortalmente para
el momento en que ella había terminado, pero Marlena aplaudió con el deleite de
un niño.
―¡Mírate! Estás deslumbrante.
Ella giró mi silla hacia el espejo y finalmente miré la imagen que yo había
evitado todo el día.
―Me veo… falsa ―logré decir, mirando en el espejo mi cabello perfecto,
maquillaje, cejas, y uñas de los dedos y pies a juego.
―Tonterías ―dijo ella, apartándome el cabello ya que sus tijeras habían
cortado capas en mis largos bucles―. Te ves preciosa. Ahora, tú debes recordar
todo lo que Charleen te dijo de cómo aplicar el contorno correcto en tus mejillas y
ojos. Bones fue muy específico, quería asegurarse de que supieras cómo hacer esto
cuando hubiéramos terminado. Oh, no puedo esperar a que te vea. Va a estar tan
satisfecho.
―Estoy satisfecho.
Su voz me hizo saltar casi fuera de mi silla cuando apareció en el espejo
detrás de mí. Sí, los vampiros tenían reflejo. Me miró de la manera más inusual,
pasando su lengua a lo largo del interior de su labio como lo hacía cuando
contemplaba algo peligroso. Encontré sus ojos y luego miré a otro lado, no
queriendo ver lo que había en ellos.
―Marlena, eres una diosa ―la elogió, besando sus manos y luego cada
mejilla. Ella sonrió cuando había terminado, su cara sonrojada.
―Debajo de todas esas trampas campesinas había una hermosa niña
esperando ser revelada. Ni siquiera tuvimos que blanquear sus dientes.
Por primera vez en mi vida, fervientemente deseé tener un par de colmillos
de vampiro. Habría arrancado la mirada de suficiencia de su cara.
―Ya ajusté cuentas con Lisa en el mostrador. Eres demasiado tacaña con tus
honorarios. Por el trabajo que hiciste con ella, deberías haberme cobrado el doble.
¡Cerdo!, pensé. Marlena era o ajena, o no se preocupaba por mi evidente
incomodidad al estar discutiendo sobre mí como si yo fuera un Buick al que habían
acabado de hacerle algunas reparaciones.
―Sabes que te doy un precio especial. Después de todo, si no fuera por ti,
todavía estaríamos en rojo por esa erupción de robos.
―No fue nada, dulce ―le aseguró―. Sólo chicos pensando que son rudos.
Les di una buena charla, y vieron el error en sus caminos.
Me pregunté si Marlena tenía alguna idea de cuál era su versión de una
“buena charla”. Esos chicos probablemente habían tenido horribles y vociferantes
muertes.
―Y no olvides tu bolsa, Bones. No podemos tener a esta encantadora chica
yéndose sin todos sus nuevos amigos, ¿verdad? ―Le dio una gran bolsa del
tamaño de una tienda por departamento, repleta de Dios sabe qué.
Él le dio las gracias de nuevo, los ojos oscuros crepitando con coqueta
energía. Casi la tenía temblando sobre sus pies. Sentí lástima por ella.
―Vuelve pronto. Te extrañamos.
Con esas palabras de despedida, Marlena nos acompañó a través de las
puertas de su salón. Era ya el atardecer, y sentí su vibra del otro mundo
incrementarse grado a grado. Él había estado en lo cierto acerca de que la noche
aumenta el poder de un vampiro. Durante el día, casi se sentía normal, cuando
estaba cerca de él.
―¿Feliz con tu nueva apariencia?- Preguntó cuando regresamos a mi camión,
evitando su motocicleta por razones obvias.
Se me ocurrió que la última vez que estuvimos en mi camioneta por la noche,
habíamos estado tratando de matarnos el uno al otro. Un repentino recuerdo de él
bajando el cierre de su pantalón, y el vistazo de ese tenso y pálido vientre revoloteó
en mi mente antes de que pudiera aplastarlo.
―¿Un penique por tus pensamientos? ―Él tenía una sonrisa astuta en sus
labios, que me dejaba saber que muy bien podía adivinar lo que yo había estado
pensando. Bueno, algo de eso.
Puse la camioneta en marcha y hablé sin mirarlo, concentrándome en las
carreteras.
―Solo recordando la última vez que estuvimos en esta camioneta después de
oscurecer. Casi hiciste un agujero a través de mi cabeza. Puede que no quieras
hacer eso esta vez. Arruinaría mi cabello, y acabas de pagar mucho por este.
Él soltó una risita baja.
―¿Aún sentida por eso? Caray, deberías haber visto cómo me mirabas esa
noche. Tan sacudida como una serpiente en una caja llena de mangostas, así
estabas. Pensé que saltarías fuera de tu piel cuando bajé mi pantalón. No me
extraña que te hubiera tomado por una inocente. He conocido monjas que eran
más promiscuas.
Mis nudillos se pusieron blancos sobre el volante, mientras severamente me
decía que no era prudente clavar de golpe mis frenos en medio del tráfico. Viendo
mi reacción, se rió de nuevo.
―La única cosa que siempre quiero hacer con un vampiro es matarlos, Bones.
Podría estar obligada a besarlos y hacerles tener una idea, pero todo en lo que
estoy pensando es en el momento en que voy a enterrar mi estaca en ellos.
―Es gracioso que dijeras eso. Estoy seguro de que ellos están pensando justo
en esas líneas también.
No voy a sonrojarme, no voy a sonrojarme, lo odio tanto, no voy a sonrojarme.
―Sí, bueno, el mejor puede marcar el camino, ¿verdad?
Sus ojos brillaban cuando miré para ver el efecto de mis palabras, y él
chasqueó la lengua.
―Bien, bien, amor. Aún podríamos hacer de ti una mujer caída. Vas a tener
que acostumbrarte a mucha charla sucia y ser capaz de responder a eso. Un simple
“¿Quieres follar?” no va a funcionar, con lo pintoresca sin embargo que la frase
puede ser.
―Puedo manejarlo. ―Para ocultar mi malestar por él lanzando mis
anteriores palabras en mi cara, me concentré en unirme a la autopista.
―Me alegra oírlo. Durante los próximos seis días, vamos a vestirte de la
forma en que un vampiro espera que una chica fácil se vista. Y vamos a trabajar en
tus habilidades de coqueteo. Por último, aprenderás cómo hablar con los tipos no
muertos más depravados, y enloquecidos de lujuria, que hay ahí fuera. Voy a
hacerte decir cosas que nunca has pensado siquiera. La noche de apertura es el
próximo viernes, y tú estarás lista.
Capítulo 3
Punto de vista de Bones después de la
“Primera Vez”

Nota de la Autora: Frecuentemente, los lectores me preguntan que si alguna vez


voy a volver a escribir Halfway to the Grave desde el punto de vista de Bones. La respuesta
es que probablemente no. Para empezar, cuando estás dentro de la cabeza de un personaje,
ese personaje pierde mucho de su misterio para el lector porque los lectores saben lo que él o
ella está pensando o sintiendo. Segundo, también he descubierto que al estar dentro de la
cabeza de un personaje, los lectores los ven bajo una luz más dura. Los lectores no sólo
conocen al personaje a través del diálogo y la acción, ellos escuchan todo lo que el personaje
no dice, y los pensamientos sin filtro pueden ser feos a veces. Así que si volviera a escribir
Halfway to the Grave desde el punto de vista de Bones, temo que Bones perdería parte de su
encanto sensual y místico. Después de todo, Cat pudo haber pensado que Bones era sexy e
irresistible, pero Bones nunca pensaría tal cosa de sí mismo. ¿Qué personaje lo haría? Oh,
bien, Ian lo haría, pero ese es otro tema *Guiño*.
Sin embargo, hace años sí hice el intento de escribir una escena de Halfway to the
Grave desde el punto de vista de Bones y la incluyo más abajo. Toma lugar inmediatamente
después de que Cat y Bones durmieran juntos, y me sorprendí por cuán introspectivo
resultó ser Bones.

Bones se apoyó contra la cabecera de la cama con ella en sus brazos, reacio a
separarse de su cuerpo pero deslizándose hacia fuera para que su polla descansara
justo debajo de su calidez en lugar de adentro de esta. El corazón de ella seguía
latiendo a un ritmo frenético y respiraba de manera entrecortada incluso mientras
sus ojos revoleteaban cerrados.
La sostuvo y respiró profundamente. Su sudor se pegó al suyo,
enmascarando su esencia con la de ella, como si ahora ella oliera más a él que a ella
misma. Esto creó una nueva esencia mixta que no era ni de ella ni de él, sino de
ambos y la inhaló de nuevo para absorberla.
He esperado tanto tiempo
Estaba sorprendido por el pensamiento, porque ocho semanas para lograr
tenerla en su cama no era tanto tiempo. Aun así, no podía negar la sensación de
gran alivio. Como si algo que le había sido negado al fin estaba aquí. No era la
relajación que sentía usualmente después de una follada sumamente satisfactoria
―y ella era tan apasionada como él soñó― sino algo más.
Él era feliz.
Eso sonaba como algo trivial, pero Bones no podía recordar la última vez que
fue realmente feliz. Oh, había estado satisfecho, contento, complacido, encantado,
estimulado, impresionado e inclusive emotivo con muchas de las mujeres en su
vida, pero este sentimiento de felicidad era tan ajeno a él que se preguntó si alguna
vez lo había sentido antes.
Su pasado destelló a través de su memoria, caras femeninas desdibujándose.
Cuando finalmente recordó la última vez que sintió algo cercano a esto, un bulto se
formó en su garganta.
Ahí está mi hermoso niño. Duerme ahora, Crispin, estoy aquí…
Su madre. Siendo un niño, él se quedaba despierto hasta que ella venía a la
cama, siempre con miedo de que si se quedaba dormido, algo malo podría pasarle
a ella. Solía odiar la noche, porque la oscuridad significada que lo mantendrían
abajo en la cocina o que lo enviarían fuera de la casa a esperar que fuera muy
tarde, cuando una de las otras damas lo llevaría a hurtadillas hasta arriba.
Entonces, tendría que esperar más tiempo, sus ojos pesados pero su corazón
palpitando, preguntándose si su madre tendría moretones de nuevo o si vendría a
la cama siquiera.
Cuando lo hacía, cuando no estaba herida, enferma o sufriendo de la
enfermedad que finalmente se la llevó, lo sostenía hasta que él se dormía. Le
acariciaba el cabello, tarareaba una canción y le susurraba que era el más hermoso
niño en todo Londres, y que algún día sería un príncipe. Él fue feliz en ese
entonces, sabiendo que su madre estaba a salvo y oyendo las encantadoras
mentiras que la juventud le permitió creer. Sí, mamá, seré un príncipe, y tu vivirás en
mi castillo y nunca tendrás que ver a esos hombres horribles de nuevo.
Pero no hubo un castillo. Sólo un burdel que fue su hogar aun después de
que su madre muriera de sífilis. Entonces él sería la puta, usando la misma belleza
de la que su madre habló como moneda de cambio para cualquier mujer con
dinero que gastar y una picazón que rascar. No había tenido más opción que
venderse a sí mismo, así como ella tampoco la tuvo. El convertirse en vampiro
cambió todo eso. Después de todo, podía escoger a quién dar placer y no había
escasez de mujeres. Pero ellas no lo habían hecho feliz. Nada pudo hacerlo… hasta
esto.
Ella suspiró. Su respiración se reguló. Así como su corazón, que ya no latía
contra su pecho como un pequeño pájaro tratando de salir libre. Sus ojos seguían
cerrados, y un pequeño estremecimiento la atravesó. Sin la pasión para calentarla,
el frío en la cueva estaba haciéndose notar.
Bones subió la manta, cubriéndolos a ambos. Ella se acurrucó más cerca
contra él con un murmuro ininteligible. Sus brazos colgaban flojos alrededor de su
cuello, lo que dejaba a su respiración hacerle cosquillas en su pecho con suaves
resoplidos. Inhaló una vez más, pensando que podría respirar toda la noche solo
para seguir obteniendo su esencia de manera más profunda dentro de él.
Te amo, Gatita.
Sonrió ante las palabras que aún no se atrevía a decir en voz alta. No
importaba que ella fuera demasiado joven, demasiado terca, de mente muy
cerrada, muy temperamental… la amaba. Si fuera practico, hubiera elegido a
alguien mucho más compatible. Pero el amor no era algo que escogías. Te escogía a
ti, probando que ser práctico no tenía nada que ver con ello. Todos esos siglos
creyendo que a él le faltaba el ingrediente que le permitía a la gente enamorarse
locamente, y aquí lo había encontrado a él cuando menos se lo esperaba. Era
suficiente para hacerle creer que el destino podía existir después de todo, incluso si
Cat era demasiado buena para él, a pesar de sus fallas.
Su valentía lo dejó asombrado, su sentido de lealtad fue directo al hueso, sus
agallas lo hicieron reír, y la vulnerabilidad que ella trató tan duro de esconder, lo
hizo querer decirle una y otra vez lo extraordinaria que era. Ella no lo veía, por
supuesto. Solo medía su valor de acuerdo a la cantidad de cadáveres de vampiros
que le llevaba a su madre, como si el amor de una madre era algo que necesitaba
ser adquirido con sangre. Algún día se daría cuenta o que su madre la amaba o que
no lo hacía, y si no lo hacía, ninguna cantidad de venganza podría inclinar la
balanza a su favor.
Ella se movió, susurró su nombre y luego empezó a roncar. Los sonidos
fuertes lo hicieron sonreír abiertamente. Millones de mujeres en el mundo y se
había enamorado de una mestiza que roncaba. Resultó que el Todopoderoso tenía
un gran sentido del humor. Si no creyera que podría asustarla y sacarla de la cama,
la despertaría y le diría cómo se sentía. Pero ella no estaba lista para oírlo. Un paso
a la vez, se recordó. Ella ya había dado pasos agigantados desde creer que todos los
vampiros eran escorias asesinas a caer dormida en sus brazos después de horas de
hacer el amor.
Pero mañana las cosas podrían ser diferentes.
El pensamiento envió un escalofrió a través de él que no tenía nada que ver
con la temperatura en la cueva. Ella no tenía la intención, cuando su noche
comenzó, de que terminara de esta manera. Demonios, ella ni siquiera le había
hablado en días. ¿Qué si mañana le dice que esto fue un error y que no podía pasar
de nuevo?
Bones empujó el pensamiento lejos. No había vivido tanto tiempo para
rendirse ante algo que quisiera, y nunca había querido a nada más que a ella. Si
ella se despertaba y lamentaba lo que pasó entre ellos, bueno entonces, solo tendría
que hacerle cambiar de opinión.
Porque no correrás lejos de mí, pensó, apartando su cabello de su cara. Te lo
prometo, Gatita… y me lo prometo a mí mismo.
Capítulo 4
Después de la mañana siguiente

Nota de la autora: Esta sección contiene una versión diferente de lo que pasó
después de que Cat, finalmente, sucumbiera a los encantos de Bones. En la versión
publicada, Bones y Cat van a Charlotte en busca del líder de la red de tráfico de humanos
que están intentando cerrar. En la versión original, se hablaría de la trata de humanos hasta
mucho después. En cambio, la primera mitad de la historia estaría más centrada en la
batalla emocional de Cat mientras lidia con enamorarse de un vampiro cuando sigue
creyendo que los vampiros son malvados. Sin embargo, terminé quitando mucho de eso y
agregando el arco del tráfico de humanos en lugar de esas escenas porque revelaba la trama
global exterior de la historia y su villano principal Hennessey, mucho antes.
Finalmente, esto también contiene una escena adicional de sexo. La eliminé porque
sentí que el libro ya tenía suficientes escenas sexuales. Para aquellos de ustedes a los que les
gustan más las cosas sexys, ahora podrán ver lo que no se vio en la versión publicada.

Nunca había estado en un aeropuerto antes y mucho menos en un avión. Era


emocionante pero luché por no mostrarlo, cuidando que mi expresión se
mantuviera taciturna y enojada. No todo era un acto; estaba furiosa con Bones por
forzarme a ir. Ahora que habíamos abordado y estábamos esperando para
despegar, mi expresión ceñuda comenzó a esfumarse.
Él había reservado boletos en primera clase. Los asientos eran espaciosos y de
piel. También se reclinaban pero ahora estaban en posición vertical ya que el avión
se deslizaba por la pista. Echando un vistazo a mi derecha, vi a Bones cerrar sus
ojos cuando el avión comenzó a tomar velocidad. Con un increíble surgimiento de
poder, el avión dejó el suelo, sonidos de los motores quejándose por el esfuerzo y
mi cara jalada hacia mi cráneo. Fue grandioso y sin darme cuenta, sonreí.
Tenía el asiento de la ventana y mis ojos estaban pegados a la granulada
imagen del suelo desapareciendo de la vista. Las luces del anochecer guiñaban
hacia nosotros y algunos minutos después el avión se puso en posición horizontal
y la luz de “Abroche su cinturón” se apagó. Los asistentes de vuelo desabrocharon
sus cinturones y se escabulleron hacia los carritos de bebidas.
―¿Estás disfrutando, mascota? ―Bones me había estado observando
mientras contemplaba fascinada la vista.
Me recuperé, desaparecí la sonrisa de mi rostro y fruncí el ceño.
―No.
Resopló con sorna.
―Sí, luces muy desgraciada.
Ignorando eso, acepté la oferta de bebida de la asistente de vuelo. Cuando
pasó nuestro asiento, bajé mi voz para que sólo él pudiera escucharme.
―¿Por qué viniste a mi casa antes de que te viera en la cueva como se
suponía? ¿Cómo sabías que no tenía intención de ir?
Esos oscuros ojos cafés miraron desapasionadamente los míos.
―Vi tu rostro cuando te fuiste en la mañana. Lucías como si alguien acabara
de caminar sobre tu tumba. Dame algo de crédito por conocer a las mujeres
después de más de doscientos años.
―Mantén tu voz baja. ―Miré alrededor para ver si alguien lo había
escuchado pero todos parecían estar ocupados en sus propios asuntos―. Sabes que
eso no puedo volver a pasar, Bones. Cometí un terrible error anoche pero ahora he
aprendido de él. Tienes que respetar eso.
―Buen discurso ―comentó―. ¿Trabajaste mucho en él?
Le di un fuerte codazo en su brazo.
―¡Es en serio! Dios, ¿qué estaba pensando? ―La última parte solo era para
mi cabeza pero las palabras salieron volando.
Bones saltó sobre ellas.
―Te diré qué estabas pensando. Estabas pensando que eres una mujer, una
joven, y yo un hombre, y por una vez en tu sangrienta vida no estabas consumida
por la angustia sobre tu herencia. Tomaste un pequeño viaje fuera de tu pedestal y
descubriste que amas caminar en el suelo.
―¡Como sea! ―chasqueé.
Extendió la mano y suavemente acarició mi cuello donde se veían los
chupetones. Tonta de mí, olvidé usar una camiseta de cuello alto.
―Las marcas que tú dejaste en mi piel ya se curaron. Desearía que no fuera
así. Si pudiera mantendría la prueba de tu respuesta hacia mí por siempre.
―Entonces gracias a Dios por los poderes mejorados de recuperación
―murmuré por el aguijonazo del recuerdo que se disparó a través de mí. Las
marcas que él dejó en mí eventualmente sanarían también pero yo nunca olvidaría
qué pasó cuando fueron hechas.
Gruñó con hastío.
―Dite a ti misma lo que sea que te haga feliz, mascota. Anoche puedes
haberte alejado de mí pero no lo hiciste. Yo lo sé y ahora tú lo sabes también. El
resto es pura pose.
Cerró sus ojos de nuevo y reclinó el asiento, dejándome pasando
miserablemente las hojas de las revistas del vuelo.
Había pasado menos de una hora y media cuando aterrizamos. Es increíble lo
rápido que uno puede cruzar estados en el aire. Recogimos nuestro equipaje y
fuimos al área donde se rentaban autos. Bones había reservado una camioneta y
después de llenar el papeleo necesario, estábamos fuera. Él manejó, por supuesto,
ya que yo no tenía idea de dónde nos íbamos a hospedar o cómo llegar. Los
formularios de registro estaban a nombre de Phillip Arthur. No era la única
usando una identificación falsa.
Llegamos al Charlotte Towers alrededor de las once y media. Cuando Bones
firmó las hojas de registro vi que sólo había reservado una habitación.
―¿Tienes un paquete esperando por mí? ―inquirió inmediatamente.
El hombre detrás del escritorio le tendió una caja de FedEx y Bones la puso
bajo su brazo.
―Hay dos camas en esa habitación, ¿verdad? ―le pregunté al encargado.
El hombre le dio una mirada nerviosa a sus papeles mientras Bones arqueaba
una oscura ceja hacia mí.
―Um, veamos… No, la reservación requería una cama King size, no dos
Queens. Ah, ¿es eso satisfactorio?
―No, no lo es ―comencé pero Bones apretó mi mano en advertencia.
―¿Causando una escena, cariño? ¿Por qué no publicas un anuncio en el
periódico ya que estás en ello? Hazles saber a todos que estamos en la ciudad. Yo
amo una buena pelea pero tú tiendes a preferir las que son más seguras. Aun así, si
insistes…
Derrotada, arranqué mi mano de la suya y miré directamente al consternado
encargado.
―No vamos a tener sexo. ―Ahí estaba. Tenía que decirle a alguien.
Él asintió bruscamente y nos pasó las llaves del cuarto.
―Disfruten su estadía.
―Gracias ―replicó Bones, sus ojos brillando peligrosamente hacia mí.
Con la cabeza alta, lo seguí al elevador. El hotel era hermoso. Era el más
bonito que jamás había visto, aunque era el único en el que me había quedado
nunca. La estancia estaba decorada opulentamente y el cuarto estaba en el piso
más alto con unas adorables vistas a la ciudad. Si solo Bones no estuviera aquí,
habría llorado de alegría. Por supuesto, si no estuviera aquí con él, nunca me
habría podido permitir tal lujo. Pagas tu placer con dolor, es lo que mi madre
siempre ha dicho. Un lema sombrío pero certero.
Bones, siempre práctico, comenzó a desempacar. Yo me ocupé en descubrir
las delicias y bocadillos que había en el mini bar.
―¡Comida! ¡Y licor! ―En mi entusiasmo, rompí mi terco silencio y escuché
una risotada en respuesta.
―¿Esa es la manera de llegar a tu corazón? Habría instalado un mini bar en la
cueva hace mucho de haber sabido lo fácil que eres de complacer.
―Para tu información, no he comido en todo el día.
Él terminó con las bolsas y se paseó.
―Apresúrate, mascota. Podemos alimentarte después de que terminemos.
Tienes que vestirte.
―¿Lo estamos haciendo ahora? ―El desaliento me llenó; había esperado una
tranquila noche en el sofá atiborrándome.
Me dio un sugerente meneo de cejas.
―Bueno, realmente deberíamos ir inmediatamente pero sé que puedes
persuadirme…
―Eso no, el trabajo. Pero es ―revisé el reloj―, medianoche
―Sí, medianoche, y tiempo de matar algunos vampiros. Vamos, amor. Trae
tus estacas y cuchillos del paquete que recogí en el escritorio. Vístete en tus
pequeñas y apretadas ropas y hazlos babear. Cuando los estaques, siempre puedes
pretender que soy yo.
Inmediatamente dejé caer mis bocadillos.
―Eso funciona.

Las afueras de Charlotte eran mucho más concurridas que Columbus o


Newark. Había calles llenas de clubs y tiendas, todos abiertos hasta las dos de la
mañana o más tarde. Cuando llegamos al Club Flame, Bones tenía un plan mucho
más ambicioso que el que habíamos implementado previamente. Ya no iba a
seducir a mi víctima para que me llevara a dar una vuelta pero sí iba a guiarlos al
exterior e ir por ellos ahí. También habría una buena captura. Había dos de ellos.
Uno para mí y otro para Bones. Ambos necesitaban ser despachados limpiamente
y ponerlos en la camioneta antes de que alguien notara el asesinato que había
ocurrido. Personalmente, creí que ambos iríamos a la cárcel.
Me puse un vestido morado, de corte alto en los muslos y con correas
entrecruzadas cubriendo mi espalda. En mi opinión, era el más indecente de mis
vestidos pero ya que estaba actuando para conseguir a dos hombres a la vez… Ahí
lo tienes. Bones fue conmigo diciendo que no lo conocían, por lo que no lo
reconocerían. Jugaríamos a ser una pareja swinger. Qué romántico.
Bones lucía sórdido también, usaba un chaleco negro de cuero que hacían
lucir a sus pálidos brazos y pecho como recién salidos de fábrica. De hecho, usó un
pantalón que no era blanco sino morado oscuro para que combinara con mi
vestido. A mi parecer, lucíamos como una pareja de bichos raros. Una vez había
dicho que ni muerta sería atrapada luciendo así pero ahora sabía que estaba
tentando al destino con tales palabras provocativas. Nunca sabes en lo que serás
atrapado.
Una vez adentro, nos separamos, no queríamos lucir demasiado
acaramelados. Eso me iba perfecto. Entre menos tiempo con Bones, mejor. En el
bar, ordené un gin-tonic y observe paranoicamente que nadie más que el cantinero
se acercara al vaso. Incluso cuando miraba alrededor, mi mano cubría el borde.
Engáñame una vez, la culpa es tuya y todo eso.
Bones me había llenado con detalles sobre los dos vampiros mientras
estábamos en el auto. El alto y delgado era Eric y su bajo amigo de cabello castaño
era Ed. Eric se suponía que sería muy distinguible por una cicatriz en su cara que
iba de su nariz a su mandíbula, y Ed lo sería por sus tatuajes. Tranquilízate, corazón
palpitante. Cuando le pregunté qué habían hecho para molestar a la persona que lo
contrató, me respondió que habían hecho un vídeo snuff 1protagonizado por el hijo
de catorce años de su cliente, quien era humano y había sido secuestrado en la
calle por pura mala suerte. El financiador también era humano y había conseguido
el nombre de Bones por una elaborada red de referencia de asesinos a sueldo.
Supuestamente, los vampiros no tenían más de cincuenta años cada uno, esa era la
razón de su falta de preocupación por sus habilidades de combate.

1
Snuff: Son grabaciones de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios, necrofilia, infanticidio, entre
otros crímenes reales (sin la ayuda de efectos especiales o cualquier otro truco) con la finalidad de
distribuirlas comercialmente para entretenimiento.
Con su altura, Eric fue el primero que atisbé. Bones no estaba bromeando
cuando dijo que era alto y delgado. Eric debía medir como dos metros
aproximadamente y pesaba no más de setenta y cinco kilos. Como su eso no fuera
suficiente, también estaba la dentada cicatriz en su rostro. Concursante número
uno. Situado a su lado estaba el que debía ser Ed. Él estaba cerca del metro y
medio. Como me lo habían descrito, había tatuajes decorando sus brazos como si
fueran ropa. Estaban en la pista de baile, aparentemente bailando entre sí. Ansiosa
por terminar cuanto antes, me encaminé hacia ahí.
Sorteando a las personas, comencé a bailar cerca de ellos. La verdad sea
dicha. Había descubierto que disfrutaba bailar. Era algo a lo que mi cuerpo
respondía que no involucraba despertar con un vampiro. Capté sus miradas y
sonreí, bailé cerca hasta que terminé, prácticamente, entre ellos. Para mi sorpresa,
no lucían interesados. Después de unos minutos, Eric le dio una mirada a Ed y se
movieron cerca de un tipo como de mi edad hasta posicionarlo en medio. El calor
en sus miradas al ver al otro hombre lo hizo todo perfectamente claro.
Rindiéndome, regresé al bar donde Bones estaba sentado. Él le dio un trago a su
whiskey seco. Me sorprende cómo los vampiros eran capaces de comer y beber
tanto como quieran incluso aunque sus cuerpos no trabajan como los humanos.
Dejándome caer a su lado, tomé su vaso y me tomé todo de un trago sin preguntar.
―Parece que hoy podré mantener mis bragas puestas ―comenté.
Una oscura ceja se alzó interrogativamente hacia mí.
―¿Me perdí algo?
―Sí, lo hiciste. Parece que tú serás el cebo hoy. Ellos no mirarán hacia mí.
Bones ordenó otra bebida y digirió la información. Finalmente, se encogió
ligeramente de hombros.
―La inteligencia de esos tipos solo llegó hasta este punto. Al menos, la
localización y el tiempo fueron correctos. Así que mantente ahí, vigilando. Cuando
salga por esa puerta trasera, te quiero detrás de mí en tres, ¿entiendes?
La sonrisa maliciosa que atravesó mi rostro pasó inadvertida. Era bueno ver a
alguien ser el cebo que no fuera yo.
―Estaré detrás de ti en tres ¿o lo estarán ellos?
Me dio una mirada.
―Sólo llega ahí.
―Oh, cariño ―lo llamé alegremente después de que se alejara. Él se detuvo,
arqueando una ceja―. ¡No olvides quitarte las bragas!
Riendo, ignoré las miradas extrañadas que recibí de las personas que estaban
al alcance del oído y en su lugar disfruté la mirada oscura que él me lanzó.
A su favor, él trabajó rápido. Después de unos pocos bailes con los chicos y
unas bebidas, ya estaban saliendo por la mal iluminada puerta trasera en menos de
veinte minutos. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos, ajusté mi reloj y
esperé, moviéndome para estar en el radio de acción cuando sonara. Contando los
últimos diez segundos, saqué las estacas de mis botas y las acomodé en ambas
manos para el momento en que el cronómetro llegó a cero.
El callejón detrás del club no estaba iluminado. Cerca de las dos de la
mañana, estaba desierto y completamente oscuro. Sin embargo, con mi mejorada
visión podía distinguir tres figuras cerca del basurero, que estaba ensombrecido
por las largas ramas de un árbol. Una de las figuras dejó escapar un grito que fue
abruptamente cortado.
Cargando hacia adelante, me impulsé a la espalda del vampiro más cercano,
que resultó ser Eric. Sintiendo mi ataque, volteó justo antes de que lo golpeara. Por
ese segundo, la estaca que estaba destinada a golpear su corazón se clavó
profundamente en su hombro. Dejó salir un aullido, que acallé lanzándole un
cuchillo justo en el centro de su garganta. Ahora lo que sonaba era un ruidoso
gorgoteo. Eric saltó hacia mí pero me moví a un lado y él no estaba preparado para
mi velocidad. Se incorporó rápidamente y lo golpeé con una dura patada,
haciéndolo caer de espaldas. Cuando estaba en el suelo, me lancé hacia él haciendo
un martinete con mi codo destrozándole las costillas. Inmediatamente, estrellé mi
rodilla en su entrepierna. Cuando instintivamente se dobló, la estaca en mi mano
izquierda encontró su objetivo y golpeó su corazón. Tres desgarradores giros y se
relajó permanentemente. Saltando sobre mis pies, miré alrededor para ver cómo le
había ido a Bones.
Estaba parado a una docena de pies lejos de mí, mirándome. Por la cabeza
yaciendo a sus pies, podía decir que él había sido más rápido que yo en acabar con
su objetivo. Mi adrenalina bombeaba, la sangre corría por mis venas debido al
salvajismo de la pelea y la rapidez con la que terminó. La cruda realidad era esta:
la pelea había terminado y yo quería más. Era mi primera probada de la sed de
sangre.
―Quédate aquí mientras voy por el auto ―gruñó.
En menos de dos minutos la camioneta se detuvo con las luces encendidas
tan cerca como pudo del estrecho callejón. Bones saltó y abrió el maletero. Retorció
la cabeza de Eric y lanzó lo restante de ambos cuerpos al basurero. Después lanzó
las dos cabezas por la ventana trasera y las cubrió con plástico que ya había
extendido. Había una gruesa manta sobre el plástico. Para cualquier observador
casual sería sólo chatarra lanzada en la parte de atrás. Tan pronto como cerró el
maletero, Bones me jaló hacia él y me besó con la agresividad residual que
quedaba en él.
Decir que le respondí es ponerlo suave. Aún tenía un exceso de energía, que
buscaba una manera de salir, y él era mejor que la violencia. Desgarré su chaleco.
Los botones volaron y enterré mis manos en su pecho y abrí mi boca para rastrillar
mi lengua con la suya. Su boca estaba sellada sobre la mía y mi mano libre se clavó
en su cintura para acercarlo más.
Después de un minuto, se separó.
―Es demasiado peligroso aquí afuera. No sabemos quién puede aparecer.
―¿Qué pasa si los cadáveres son descubiertos en el basurero? ―pregunté, mi
voz aún inestable por la avalancha de pasión y la adrenalina restante.
Él sonrió en mi dirección.
―Mañana dejaremos este estado, así que no importa. Las cabezas son la
razón por la que traje la caja con hielo seco. Serán enviadas mañanas al cliente.
Me pregunté qué haría el padre con los espeluznantes trofeos. El hombre
realmente no podía ponerla en la vitrina a lado de la cristalería.
―¿Pero qué pasa con la policía? ―persistí mientras nos alejábamos del
basurero, nuevo hogar de los cuerpos descabezados.
―¿La policía? Esa es la parte divertida, amor. Cuando un vampiro muere, su
cuerpo se descompone y muestra su verdadera edad. Esa es la razón por la que
algunas veces lucen como recientes momias. Sólo déjalos tratar de averiguar cómo
dos cadáveres de cincuenta años vestidos con ropa moderna terminaron en la
basura. Sólo la imagen de ellos rascándose la barbilla mientras lo piensan me hace
reír.
―¿En serio? ―Entre más aprendía, más me daba cuenta de lo poco que sabía.
―Sí, en serio.
Paramos en una luz roja. Se inclinó y me besó, entrelazando los dedos en mi
cabello. Amaba la manera en la que me besaba, como si estuviera bebiendo de mí y
aun así siguiera sediento.
Una bocina nos pitó para decirnos que la luz era verde. Él lo ignoró, incluso
aunque sonó varias veces más, hasta que terminó de explorar mi boca y mis labios
estaban ligeramente inflamados.
Bajando la ventanilla, le mostró el dedo como saludo al auto detrás de
nosotros y aceleró justo antes de que la luz se volviera roja de nuevo. Me recliné en
el asiento, con los ojos medio cerrados y mirando su perfil mientras él avanzaba a
través del escaso tráfico. Hicimos buen tiempo de regreso al hotel.
Tan pronto como estacionó, me jaló de nuevo hacia él. Dios, pero él podía
hacerme doler de necesidad, sin importar que yo sabía que estar con él era un
terrible error. Empujé sus hombros cuando sus manos comenzaron a deslizarse por
el corto dobladillo de mi vestido.
―Aquí no. ―Jadeé, que era lo más cerca a “para” que podía forzarme a decir.
Se apartó bruscamente y abrió de golpe su puerta. Salí también, agarrando el
abrigo que iba a usar antes para ocultar las manchas de sangre en mi vestido.
Después de todo, no me habría ayudado lucir como asesina enfrente de los
agradables empleados del hotel. Bones jaló su chaqueta de mezclilla sobre su
pecho desnudo y se mantuvo rodeándome con el brazo mientras nos
apresurábamos al vestíbulo. El mismo encargado que nos había recibido estaba
solo en el escritorio. Pobre hombre, aparentemente tenía el turno de la noche.
Cuando alcanzamos los ascensores, Bones me lanzó una mirada maliciosa
antes de hablarle al encargado.
―Para que conste, sí vamos a tener sexo esta noche.
Mortificada, lo abofeteé. Él se rió y me agarró, besándome tan sonoramente
que ni me di cuenta de cuándo me había metido al elevador. Las puertas se
cerraron ante la estupefacta cara del encargado que seguía mirándonos.
Apenas si logramos entrar a la habitación. Tan pronto como la puerta se
abrió, caímos en el suelo, tirando una mesa y estrellando una lámpara en el suelo.
Bones pateó la puerta mientras se deshacía de su pantalón, arrancándolo en su
impaciencia. Me deslicé en el suelo debajo de él. La alfombra raspaba mi piel
mientras él levantaba mi vestido a mi cintura y enterraba su cara entre mis piernas.
Estiré mis manos detrás de mí, inconscientemente buscando con los dedos algo
mientras él seguía con su erótico asalto a mi sensitiva carne. Algo sólido chocó con
mi mano, la lámpara de la mesa. Su lengua me acuchillaba y tomé la base de la
lámpara. Después de un momento se rompió y cortó mi palma. Ni siquiera sentí el
dolor. Solo registraba la sensación de su boca y eso me encendió como si él hubiera
alimentado fuego.
―Ahora. Ahora… ―Las palabras salieron entrecortadas por el deseo. Todo
me dolía por tenerlo dentro de nuevo.
―No ―gruñó, con la voz silenciada por mi piel y su lengua atormentándome
sin piedad con el placer.
―Sí. Ahora. ―Frustrada, mis uñas rasgaron la alfombra, mi espalda se
arqueaba con cada húmeda estocada.
―Dime que me deseas. Di las palabras. ―Se detuvo lo suficiente para
levantar su cabeza y ver mi rostro. Sus ojos perforaban los míos, implacables, y su
lengua chasqueaba burlonamente sobre mi temblorosa carne.
Destellos centellaban ante mis ojos.
―Sí, oh Dios, sí. Te deseo. Ahora. ―Si hubiera tenido algún secreto nacional
lo habría revelado. Lo que fuera para que siguiera.
Él arrastró su boca sobre mi estómago, deteniéndose para desgarrar mi
vestido y rodear cada pezón antes de que su cuerpo cubriera el mío. Abrí mis
piernas y gemí estremecedoramente conforme él se iba deslizando dentro de mí.
Rotó lentamente sus caderas y mis brazos se envolvieron alrededor de él para que
nada nos separara. Mi mano se dobló donde el vidrio se había deslizado sobre mi
palma. Él tomó mi muñeca y lamió la herida mientras seguía moviéndose dentro
de mí. Jalé mi mano y lo besé, saboreando mi sangre y otras cosas mientras su
lengua acariciaba la mía.
―No puedo tener suficiente de ti ―murmuró en mi boca.
Bien, pensé. Entonces no pararás.
Bones rodeó mi cintura con sus brazos y nos dio la vuelta, siendo yo la que
quedaba encima. Esto no había pasado antes y vacilé, insegura.
Los músculos de su estómago se flexionaban mientras él se sentaba. Sus
manos acariciaron mi espalda, ojos oscuros brillando verdes por la lujuria. Su
sensual arqueamiento debajo de mí para frotar su pelvis con la mía hizo que mi
timidez se esfumara.
―Bones ―gemí―. Te sientes tan bien que me volverás loca.
Él sonrió y dirigió su cabeza a mis pechos.
―Esa es la intención. Ahora es tu turno. Tan duro o gentil como quieras, tú
decides. Estás a cargo.
Repetí el movimiento que él había hecho. Su pelvis golpeaba repetidamente
mi punto más sensible, mandando resplandeciente calor a través de mí. Estar a
cargo nunca se había sentido tan bien.
―Veremos si puedo volverte loco a ti ―dije guturalmente y comencé a
moverme con un solo propósito en mente.

―¡Mierda!
La palabra brotó de mi boca cuando desperté con la luz del sol asomándose a
través de las pesadas cortinas y Bones se acurrucaba a mi lado. ¿Qué estaba mal
conmigo? Cuando el sol se escondía parecía llevarse mi sentido común con él.
―No de nuevo… ―murmuró Bones antes de apretar su agarre sobre mí e
hizo que casi saltara de la cama.
Me retorcí, consciente de que ambos estábamos desnudos y que el
frotamiento constante no era una buena idea.
―Suéltame.
Él pareció considerarlo por un momento y después me jaló más cerca.
―No.
―¡Vamos, Bones! Tenemos que parar con esto, ¿no lo ves? Esto no es bueno
para ninguno de los dos.
―Eres tú la que no se respeta en las mañanas ―contraatacó.
―Está bien, lo admito: Claramente estoy atraída por ti. ¿Por qué no lo
estaría? Eres hermoso e inteligente y divertido. Oh, y eres increíble en la cama. Ahí,
¿estás feliz? Ya tienes lo que quieres, ¡por qué no te vas como lo hizo él! ―Eso salió
antes de que me diera cuenta de lo que estaba diciendo.
Algo pasó por su rostro y luego su voz era baja y resonante.
―Yo no soy él. Harías bien en tratar de recordar eso.
―Pero eres un vampiro, Bones, y nada puede cambiar eso. No hay futuro para
nosotros. Tenemos que parar esto ya. ―Antes de que salga herida de nuevo. Antes de
que me importes más de lo que ya me importas.
―Me temo que no puedo hacer eso, amor ―contestó finalmente.
Mis uñas se enterraron en mis palmas.
―¿Por qué? Tú no me necesitas, puedes hacer el rastreo solo. ―La
desesperación me llenó, estaba demasiada asustada de no tener la suficiente fuerza
de voluntad para terminar esto.
Él tocó mi cara y la gentileza de ese gesto me traspasó.
―Porque estoy enamorado de ti, Gatita.
Mi boca colgó abierta y por un momento mi mente se despejó de todo
pensamiento.
―No, no lo estás. ―Porque la negación siempre era mi primera respuesta a
algo que me asustara.
Dejo salir un bufido.
―Ese es un hábito verdaderamente molesto el que tienes, decirme qué y qué
no siento. Después de vivir doscientos treinta años, creo que conozco mi propia
mente.
―No puedo creer que hayas caído así de bajo. ―Si él no me estuviera
sosteniendo, habría saltado en ultraje―. ¿No eres como Danny? Él también mintió
sobre sus sentimientos para conseguir algo de acción.
―¿Y por qué crees que no te lo había dicho antes? ―disparó de vuelta―.
Nunca quise que te preguntaras si sólo estaba usando parloteo sin sentido para
engatusarte para llevarte a la cama. Sin embargo, ya te tuve de espaldas y no fue
por declarar mi devoción por ti. Ahora simplemente ya no me importa ocultar mis
sentimientos más tiempo.
―Pero sólo me has conocido por dos meses. ―Ahora traté de argumentar
porque la negación aparentemente no funcionó.
Una ligera sonrisa curvó sus labios.
―Gatita, comencé a enamorarme de ti cuando me retaste a esa estúpida pelea
en la cueva. Ahí estabas, usando prácticamente nada, con sangre en tu cabello
donde te había golpeado, encadenada de manos y pies, cuestionando mi coraje.
¿Por qué crees que hice ese trato contigo? Oh, no me entiendas mal, terminaste
haciéndolo espléndidamente. Mucho mejor de lo que pensé pero como ya has
dicho, puedo hacerlo yo solo. Por cierto, ahora tú también puedes. Eres lo
suficientemente fuerte, rápida e inteligente. La verdad es, amor, que hice ese trato
para obligarte a pasar más tiempo conmigo. Sabía que no aceptarías de ninguna
otra manera. Después de todo, tenías tantos complejos sobre los vampiros. Tal
parece que aún los tienes.
―Bones… ―Mis ojos se humedecieron con su revelación y con el creciente
conocimiento de que estaba siendo serio―. Nunca funcionaríamos juntos.
Tenemos que parar esto ahora antes de que vaya más lejos.
―Sé lo que te hace decir eso. Miedo. Estás aterrada por la manera en que ese
imbécil te trató y ahora estás incluso más asustada de lo que tu querida mamá dirá,
sin mencionar que aún crees que los vampiros son malos. Pero somos quienes
somos, tanto hombres como vampiros. Así como tú decides cómo vivir, estás de
nuevo en la cama conmigo. Así que aunque creas que lo nuestro nunca podrá
funcionar…Bueno, yo no me rindo tan fácilmente.
Mientras hablaba, se aflojó el agarre de muerte que tenía sobre las sábanas y
la rigidez en mis miembros se relajó. Él nunca deja pasar una oportunidad, cerró la
distancia entre ambos y me besó cuando tenía la guardia baja. La repentina
sensación de su increíble piel presionándose a lo largo de mí, me hizo jadear. Esas
manos comenzaron a moverse sobre mí, buscando los lugares que él sabía eran mi
debilidad con infalible precisión.
―¿Ves? Te lo dije ―susurró mientras temblaba debajo de él―, no me doy por
vencido tan fácilmente.
Más tarde ordenamos el desayuno del servicio a cuarto. Bueno, para el
momento que lo ordenamos, era más el almuerzo, aunque aun así pedí los
panqueques y los huevos con tocino. Bones observó con diversión que devoraba la
comida, raspando el plato cuando estaba vacío.
―Gatita, ya sabes que siempre puedes pedir más. No tienes que masticar los
platos.
―No importa si lo hiciera. Creo que ya perdiste tu depósito ―repliqué
lanzando una significativa mirada a la destrozada lámpara, la mesa rota, la carpeta
manchada con sangre, el sillón tirado y los demás objetos que estaban en una
posición diferente a como los encontramos. Lucía como si una pelea hubiera tenido
lugar ahí. Bueno, sí hubo una especie de pelea. Una sensual.
Dejó escapar un ruido de satisfacción y se acomodó con sus brazos
extendidos descuidadamente sobre su cabeza.
―No te preocupes. Valió cada centavo.
―¿Qué es eso? ―Había una marca en la cara interna de su brazo izquierdo y
la seguí con un dedo―. No la había notado antes. Tibias cruzadas. Qué apropiado.
―El tatuaje solo tenía grabado el contorno y su pálida piel enfatizaba la tinta
negra―. ¿Cuándo te lo hiciste?
Extendió su mano y sostuvo la mía.
―Hace unos sesenta años. Más bien como una etiqueta de identificación. Un
compañero me lo hizo. Está muerto ahora, era un marine en la Segunda Guerra
Mundial.
Hablando de brechas generacionales. Ese tatuaje tenía como tres veces mi
edad.
Él había instalado su laptop en la habitación y Bones fue ahí y se metió en
línea mientras yo iba al baño. Cuando salí, él miraba con satisfacción la pantalla.
―Transferencia bancaria completada. Mañana mandaremos las cabezas antes
de abordar el avión y tendremos unos buenos cientos de dólares para nuestro lote.
Eso serían veinte mil dólares para ti, Gatita, y esta vez ni siquiera tuviste que besar
a ninguno de los dos. Nada mal para unos minutos de trabajo, ¿verdad?
―No quiero el dinero. ―La réplica fue inmediata. Ni siquiera tuve que
pensarla. Sin importar que la parte superficial y codiciosa de mi cerebro gritó en
protesta.
Levantó una oscura ceja en mi dirección.
―¿Por qué no? Te lo ganaste. Te dije que esto siempre sería parte del plan
incluso aunque esta vez no entraste directamente. ¿Cuál es el problema?
Suspirando mientras me sentaba pesadamente en el borde de la cama, traté
de ordenar el torbellino de emociones y emociones que eran mi consciencia.
―Porque no está bien. Una cosa era tomarlo cuando no estábamos
acostándonos pero no me quiero sentir como una mujer mantenida. No sé por qué
no puedo decirte que no ni apegarme a eso pero no seré tu novia y tu empleada al
mismo tiempo. En realidad, la elección es tuya. Págame y dejaré de acostarme
contigo. Mantén el dinero y continuaremos en la cama hasta que arregle mi cabeza
lo suficiente para resistirme a ti.
Él se rió abiertamente, viniendo hacia donde estaba sentada, poniendo su
cabeza en mi regazo mientras se deshacía de risa. Sus brazos rodearon mi cintura y
cuando finalmente se tranquilizó, sus ojos eran rosas por las lágrimas.
―Y te preguntas por qué te amo. En resumen, tú me estás pagando por
follarte, y en el momento que pare, te deberé veinte por ciento de cada contrato
que tome. Caramba, Gatita, me has convertido de nuevo en una puta.
―Eso… eso no… Demonios, ¡sabes a qué me refería!
Obviamente, no lo había pensado en esos términos. Traté de alejarme pero
sus brazos eran duros como el acero. Aunque radiante por el humor, había
definitivamente una chispa de algo más en sus ojos.
Orbes marrones comenzaron a tornarse verdes.
―No vas a ningún lado, amor. Tengo mil dólares que ganar y comenzaré a
trabajar por ellos ahora…

―Despierta, Gatita. Tenemos que estar en el aeropuerto en una hora.


No recordaba quedarme dormida. Pero de nuevo, mi cerebro no había estado
funcionado después del tercer aplastante clímax, ¿o era el cuarto?
―¿A dónde vamos? ―pregunté, sentándome. Parecía que siempre estábamos
en movimiento y todo lo que quería ahora era dormir.
―A casa.
―Oh, no. Nunca llamé a mi madre.
Bones me lanzó una sonrisa de soslayo.
―¿Le dirás lo mucho que disfrutaste estudiar la Biblia? Recuerdo que esta
tarde gritaste el nombre del Señor varias veces.
―Eres un cerdo.
Él lo era también. Un arrogante, sucio e insaciable cerdo, y que Dios me
ayudara, me deleitaba en ello cuando estábamos solos.
―Le diré la verdad. ―Su ceja se alzó por la sorpresa antes de que
rápidamente rectificara―: Er, algo de la verdad. Le diré que fui con un amigo a
hacer un trabajo. Gracias a las marcas en mi cuello, ella sabe que duermo con
alguien. Te divertirá escuchar que el día que viniste a recogerme, ella estaba a
punto de salir para comprarme condones.
―¿En serio? ―dijo con una risa―. Qué considerado de su parte. ¿Los vas a
traer para que ella crea que estás teniendo sexo seguro?
Algo entre deseo y desesperación se disparó en mí.
―Cualquier tipo de sexo contigo no es seguro, sin importar el número de
condones involucrados.
Se inclinó más cerca hasta que su boca casi tocaba mi oreja.
―¿Desde cuándo te gusta hacer cualquier cosa segura? ―Sus dientes
atraparon mi lóbulo por un momento y después se alejó. El simple roce de él
contra mí me hacía estremecer, no había nada seguro en eso.
―¿Qué harás, Bones, el día en que finalmente diga que no en serio? ―Incluso
yo reconocía lo lúgubre de mi tono.
Me miró agudamente por un momento y después se encogió de hombros.
―Aparentemente, darte un cheque. Y después, trabajaría para hacerte
cambiar de opinión.

El avión aterrizó a las cinco treinta, justo a tiempo. Tomamos nuestras bolsas
y esperamos por un taxi. Bones era muy útil para eso, sólo tenía que echarles un
vistazo a los conductores con su mirada verde y los obligaba a parar. Lo hacían,
incluso aunque ya tuvieran pasajeros. Para mi vergüenza, eso pasó dos veces.
Finalmente, nos subimos a uno que estaba desocupado y fuimos a mi casa. Él había
estado extrañamente tranquilo desde nuestra pequeña charla. Cuando estábamos a
menos de cinco minutos de llegar, repentinamente le dijo al conductor que parara.
―¿Qué? ―Me giré a verlo y vi que sus ojos eran verdes de nuevo. Genial,
¿ahora qué?
―Siéntate y mira hacia delante. Todo lo que ves es el camino. Todo lo que
escuchas es música.
Él usó su voz resonante de nuevo, la que causaba que se me pusieran de
punta los vellos del cuello pero no me hablaba a mí. El conductor asintió con la
mirada hacia delante y los ojos vidriosos.
―No voy a tener sexo contigo en el asiento trasero, Bones. ¿Sabes lo poco
higiénico que sería?
Él se rió entre dientes y puso sus brazos alrededor de mí.
―Esa no era la idea. No que no me pudieras convencer de eso, por supuesto.
De hecho, estaba pensando en tu familia. Entiendo que ¿no quieres que te
acompañe a la puerta y te dé un beso de despedida enfrente de ellos? Como dije,
puedo convencer a tus abuelos que soy la chica que ellos vieron pero eso deja a tu
mamá. Por alguna razón no creo que me dejes sostenerla, beber su sangre y
convencerla de que crea lo que sea que le diga.
―Absolutamente no. ―El simple pensamiento de él conociendo a mi madre
hacía que sintiera escalofríos de horror bajar por mi espalda.
La mirada que me dio, me dijo que no apreciaba la vehemencia de mi
respuesta.
―Como dije, tus abuelos piensan que has estado estudiando la Biblia con otra
chica, así que eso es lo que le dijeron a tu madre. Aun así, sigues teniendo marcas
en tu cuello. A menos que sea un estudio lésbico de la Biblia, gustos que requieran
control de masas, esas dos cosas no encajan.
―Tal vez no deberías seguir dejando marcas en mí. Entonces no estaríamos
teniendo estos problemas.
El tono remilgado de mi voz hasta a mí me sonaba cómico. ¿A quién
engañaba?
Una sonrisa conocedora curvó sus labios.
―Gatita, si no me curara tan rápido, mi espalda sería un río de cicatrices por
tus uñas y estaría lleno de marcas de mordidas.
Mi cara se sonrojó y le lancé una mirada de pánico al conductor, que seguía
canturreando para sí mismo.
―¿Cuándo te quejaste por eso? ―siseé.
―No lo hago ―vino su respuesta inmediata―. El punto es que a ti no te
gusta que tu familia vea esas marcas en ti. Un remedio fácil: toma algo de mi
sangre y se irán esos horribles recordatorios de que te follaste un no-muerto. En
serio, mascota, estoy siendo considerado. No me molesta ni un poco que parezca
que tienes un collar de moretones. De hecho, disfruto mucho…
―¡Ya dejaste claro tu punto! ―Exasperada, lo pinché. Él sólo miró el lugar y
sonrió.
―¿Mensaje subliminal? ¿Buscando echar un polvo2? Todo lo que tenías que
hacer era decirlo. Tal vez no te guste el asiento trasero pero podemos ir hacia esos
árboles y…
Llena de frustración, lo besé, porque al menos eso siempre funcionaba para
callarlo. Bones respondió sin vacilación, jalándome más cerca de él mientras su
boca se movía sobre la mía en una manera perfeccionada por siglos que dejaba mi
cabeza dando vueltas. Mis brazos se alzaron hacia él antes de que supiera lo que
estaba haciendo. Entonces, arranqué mi boca de la suya, e intenté regular mi
agitada respiración.
―¿Cómo?
Me atrajo de nuevo hacia él y se echó hacia atrás hasta que estaba casi
reclinada.
―Bésame de nuevo, Gatita.
Su voz era ronca y sus ojos esmeraldas, diciéndome que él sentía la misma
pasión que yo.
Lentamente, bajé mi boca a la suya, y justo antes de que nuestros labios se
tocaran, vi el destello de un colmillo. Cuando su lengua se deslizó sobre mi boca,
probé sangre. Eso debería repelerme, en cambio, se me hizo perturbadoramente
sensual succionar la sangre de su lengua mientras nos besábamos.
Bones corrió sus manos por mi espalda, hasta mis caderas. Su lengua dejó de
sangrar pero yo no había parado de besarlo. Sus colmillos estaban completamente
extendidos ahora, así como otras partes de su cuerpo pero yo tampoco podía parar
ni dejarlo que me sacara del auto para terminar esto en los árboles cercanos.
―Bones, no. ―La castidad ganó este round, y me alejé de él.
―Quiero verte esta noche. ―El calor en sus ojos me dijo que no sería para
entrenar. Bueno, no entrenamiento de combate.

2
Hace un juego de palabras con “poke” que significa tanto pinchar a alguien como echar un polvo.
―No, acabo de regresar. Ya casi no estoy en casa. Este fin de semana me
mudo a mi nuevo apartamento. Estos pocos días con mi familia serán todo lo que
tenga por un tiempo. Algo me dice que mis abuelos no me visitarán seguido.
―¿Dónde está el apartamento?
Oh, había olvidado mencionarlo. Tonta de mí por olvidar lo pronto que
tendría mi propio lugar donde nadie vigilaría sus visitas.
―Cerca del campus, a unos siete kilómetros.
Una luz iluminó sus ojos.
―Entonces, estarás a veinte minutos de la cueva. ―Qué conveniente.
Bones no dijo la última parte. No tenía que hacerlo.
―Iré a verte esta noche. Nadie me verá.
―No. Te llamaré con la dirección el viernes. Puedes venir tarde después de
que se vaya mi madre. No antes. Lo digo en serio, Bones. Dame un poco de tiempo.
Ya es lunes.
Tomó mi mano y la besó, sosteniéndola en la suya mientras en esa luz verde
seguía iluminando su mirada.
―El viernes, entonces. Te lo recordaré. No más correr.
―¿Correr? ―¿Por qué? Ciertamente no me sentía de humor para trotar.
Entonces, entendí el significado. En cuanto llegara a casa y mirara los ojos de
mi madre, repensaría mi relación con él, lo sabía. Él también debía saberlo. Pero
ahora mismo la única cara que veía era la suya.
―No, estoy muy cansada para tratar de correr y tú eres muy rápido. Sólo me
atraparías.
―Muy cierto, amor. ―Suave pero con una inflexible resonancia―. Si corres,
te perseguiré. Y te encontraré.

Fue una semana ocupada. Había registros finales para las clases, libros que
recoger y el depósito y acuerdo de renta que firmé con mi nuevo casero. Cuando el
viernes llegó, mi madre de hecho lloró, estrujándome en sus brazos y sollozando
que esa noche sería la primera vez que dormiría sola desde hace diecinueve años.
Desearía poder haber dicho lo mismo.
Había muy pocas cosas por empacar. Había comprado el somier y un
colchón, y un armario para mi ropa. Agrega unas pocas lámparas y un viejo
escritorio para estudiar, y ahí estaba toda la enchilada. Guardé tanto dinero como
pude sabiendo que tendría que conseguir un trabajo a tiempo parcial para llegar a
fin de mes. Bones se alteraría cuando se enterara.
Él había estado en mis pensamientos toda la semana. Para mi horror, una
mañana mi madre me preguntó si había tenido una pesadilla la noche anterior.
Aparentemente, había estado diciendo la palabra “bones3” en mis sueños. Sí, había
tenido una pesadilla pero no como ella creía. Murmurando algo sobre cementerios,
me la quité de encima pero la realidad se mantuvo. El viernes llegó muy rápido,
demasiado.
Mis abuelos me dejaron conservar la camioneta, lo que fue un lindo gesto de
su parte. Últimamente, habían estado menos que complacido conmigo pero recibí
un tenso abrazo de cada uno cuando llegó la hora de irme. Había estado esperando
hasta el último momento para llamar a Bones con la dirección porque el mero
pensamiento de verlo de nuevo hacía que se me debilitaran las piernas. ¿Cómo
podría terminar con esto?
―Asegúrate de aprender, niña ―murmuró el abuelo Joe con brusquedad
cuando comenzaba a alejarme.
Mis ojos picaban por las lágrimas porque iba a dejar el único hogar que había
conocido.
―Los amo a los dos ―sollocé, parpadeando para desaparecer la humedad
que amenazaba con salir de mis ojos.
―No olvides seguir estudiando la Biblia con esa agradable jovencita ―me
instruyó severamente mi abuela. Si sólo supiera lo que estaba diciendo.
―Oh, estoy segura que la veré pronto. ―Muy pronto.

Me senté en el piso de mi nuevo apartamento, mirando el teléfono antes de


que finalmente lo tomara y marcara.
El llamado a la puerta sonó menos de veinte minutos después. Sin saber qué
hacer conmigo misma mientras tanto, había tomado una ducha y me había puesto
nueva ropa. Esta semana permaneciendo separados, había reconstruido mi
determinación por cesar todas las actividades con Bones que no involucrara una
estaca. Estar con mi madre había ayudado con el proceso. Ella no había parado de
hablar sobre que los vampiros eran demonios del infierno que merecían morir,

3
Bones: Huesos en español.
entre advertencias de que estudiara. Mi cabello seguía húmedo cuando lo escuché
en la puerta. Dios, era rápido.
Abrí la puerta… y toda mi fuerza, buenas intenciones se desvanecieron
cuando lo vi. Bones entró por ella, cerrándola mientras me jalaba hacia sus brazos.
Dios, él era hermoso con esos pómulos cincelados y su pálida piel, su duro cuerpo.
Su boca cubrió la mía antes de que consiguiera tomar aliento y después ya no lo
necesitaba porque estaba demasiado ocupada besándolo. Mis manos temblaban
cuando se alzaron para agarrar sus hombros y se cerraron cuando él llegó debajo
de mi cintura para sentir el interior.
―No puedo respirar. ―Jadeé y alejé mi cabeza.
Su boca fue a mi garganta, moviéndose sobre la sensitiva piel mientras
doblaba mi espalda hasta que sólo eran sus brazos los que me sostenían.
―Te he extrañado, Gatita ―gruño, deshaciéndose de mi ropa.
Todas mis cuidadosamente ensayadas palabras sobre que no podíamos
continuar con esto se fueron volando. Corrí mis manos enfrente de su camisa y la
saqué de su pantalón.
Me cogió en brazos e hizo una sola pregunta.
―¿Dónde?
Moví mi cabeza hacia mi habitación, demasiado ocupada en su piel para
responder. Me cargó hasta el pequeño cuarto y casi me arrojó encima de la cama.

―Bueno, amor, quería ver tu lugar antes de comprarte un regalo de


bienvenida. Poco sabía que en realidad necesitabas todo un sangriento
apartamento.
Bones estaba tendido desnudo en la cama, luciendo como un ángel caído. Se
quedó mirando la desvencijada habitación con ligero desdén.
―Debería machacar a tu casero por cobrarte por este cuchitril ―continuó
diciendo.
No estaba completamente segura de que estaba bromeando pero por el
momento me sentía demasiado lánguida como para estar ofendida.
―Lo dice el hombre que vive en una cueva. Difícilmente el Hilton, ¿no es así?
Él sonrió.
―Lamento decírtelo pero mi cueva es mucho mejor que esto. En cualquier
momento en el que te quieras retractar de tu tonta negativa a tomar tu parte del
dinero, dímelo. No temas, no dejaré de follarte sin importar los cheques que tenga
que escribir.
―¿En serio tienes una cuenta bancaria? ―Eso era tan… normal.
―Muchas. ¿Por qué, quieres tratar de obtener mi dinero? ¿Robar mis
números de cuenta y robarme a ciegas?
―No, pero si tienes dinero escondido, ¿por qué vives en una cueva?
Concedido, tiene muchas más comodidades que esto pero es como es. ―Nunca
había pensado en sus finanzas pero ya que el tema estaba abierto, me sentía
curiosa.
Él se estiró.
―Seguridad, para empezar. Puedo escucharte llegar desde un kilómetro de
distancia. Una buena advertencia si algún bicho quiere tomar una estaca por
venganza por algún trabajo que he hecho. O una de las cosas que hago gratis.
Además, se suponía que sería temporal. No planeaba quedarme tanto tiempo.
―¿Qué cambió? ―Tan pronto como las palabras salieron de mis labios, lo
lamenté.
―Ya sabes por qué ―contestó suavemente Bones.
Tomó mis hombros y me forzó a mirarlo. Miré fijamente su clavícula, no
queriendo ver sus ojos. Él trazó delicadamente mi rostro con sus dedos, como si me
fuera a romper. Qué cierto era eso.
―No te escondas, Gatita. Mírame.
Aunque quería negarme, mi orgullo no me dejaría irme tan cobardemente. El
orgullo siempre precede la caída.
Sus ojos eran marrones y algo sobre la falta de su verde brillo vampírico me
afectó más que si hubiera intentado nublar mi mente con su poder. Quizá ya lo
había hecho. Quizá por eso no podía resistirme a él.
―Era en serio lo que dije antes. Te amo.
Era increíble como dos pequeñas palabras podían estrellarse contra mí como
una bola de demolición y lo injusto que era que no pudieran cambiar lo que él era.
―Desearía que no dijeras eso. ―Mi voz era apenas un susurro.
―Desearía que tú las dijeras ―replicó.
Dejé caer mi cabeza en su hombro en señal de derrota.
―¿No es suficiente que no pueda decirte que no? ¿Que le he dado la espalda
a todo lo que creía al estar aquí contigo? Dios, no tienes idea de cómo cada vez
que me alejo de ti, me rehago para ser fuerte y todo se estrella tan pronto como te
veo. ¿Tienes idea de lo duro que es ver a mi madre a los ojos sabiendo que estoy
durmiendo con la misma clase de criatura que la violó?
―No te atrevas a compararme con él ―espetó. Parpadeé porque lucía más
furioso de lo que lo había visto nunca y aquí estaba yo siendo hiriente. Inteligente,
muy inteligente. ―¿Acaso te hago responsable de cada cosa mala que hacen los
humanos? No, porque eso sería absurdo. Además, aunque trates de olvidarlo, eres
mitad vampiro. ¿Eso no te hace responsable de la mitad de la miseria que los malos
provocan? No, porque solo se te cuentan las cosas que tú haces. Cuando finalmente
te metas eso en la cabeza, serás una persona más feliz, si vives lo suficiente.
Bones saltó fuera de la cama. Boquiabierta, lo observé mientras tiraba de su
pantalón y pasaba su camisa sobre su cabeza.
―¿Te vas? ―Era la primera vez. Usualmente era yo la que se iba pisoteando
indignada.
―Sí. ―Crispadamente―. Ahora puedes dormir cómodamente sin tener que
preocuparte por despertar junto a una criatura.
Mi boca seguía abierta por la incredulidad cuando azotó la puerta detrás de
sí.
Los remordimientos me llegaron, seguidos rápidamente por la
racionalización. Está bien, tal vez estuve fuera de lugar al llamarlo criatura pero la
verdad es que le había dicho cosas peores antes.
No después de que te dijera que te ama, susurró mi consciencia.
Está bien, fue inoportuno. Pero ¿cuándo era un buen momento para llamar a
alguien criatura? ¿Antes o después de romper el colchón? Además, ¿cómo se
supone que me refiera a su especie?, ¿los anteriormente vivos?
Cualquier nombre excepto criatura, monstruo o cualquiera de los otros nombres con
los que tu madre los llama, esa voz interior siguió hasta que sentí que tenía un ángel
en un hombro y un diablo en el otro.
No te sientas mal. Bones es un vampiro que te golpeó en la cabeza la noche que se
conocieron…
Porque yo trataba de matarlo.
Te forzó a soportar un despiadado entrenamiento…
Eso probablemente salve mi vida en el futuro.
¡Y qué! Te sedujo, se aprovechó de ti…
Sí, yo realmente estaba luchando por quitármelo de encima.
No puedes confiar en él…
Pero él no me ha defraudado aún.
¡Te está usando, tonta, tal y como lo hizo Danny!
Entonces, ¿por qué no actúa PARA NADA como él?
Miserable, me enterré en las cobijas, el dolor en mi pecho crecía al ver lo
grande, solitaria y vacía que ahora lucía la cama. La verdad era esta:
independientemente de que Bones era un vampiro completo, lo había tratado
mucho peor de lo que él me trató a mí. De nuevo, había estado equivocada, tan
equivocada. Pero ¿era lo mejor dejar las cosas así? Inicié el día de hoy con la meta
de terminar las cosas entre Bones y yo, y lucía como que había hecho un cojonudo
trabajo lográndolo.
Pero el pensamiento de nunca verlo de nuevo hizo que el dolor en mi pecho
creciera hasta que sentía que no podía respirar. Incluso aunque él haya tenido
suficiente y su marcha sea para bien, se meceré una disculpa de mi parte, decidí, el dolor
en el pecho calmándose al pensar en llamarlo. Era lo menos que podía hacer. Eso
era lo que me decía mientras me paraba y tomaba mi bata. Sí. Por eso es que lo
tengo que llamar ahora.
Pero cuando entré a la cocina y miré mi teléfono, me paré. Probablemente
debería tomar un tiempo para realmente pensar sobre lo que iba a decir antes de
hablar. Si lo hubiera hecho antes, no estaría en esta situación. Me quedé ahí
durante varios minutos, sosteniendo el teléfono en un apretado agarré mientras
revisaba mi lista mental de posibles disculpas. Si solo hubiera una linda y elegante
manera de decir, Oye, ¿sabes qué? Fui una completa idiota y tenías todo el derecho a irte.
Pero no podía encontrar una manera de embellecer los fríos y duros hechos, y
estaba tan concentrada en tratar de encontrarla que no noté los golpes en la puerta
hasta el segundo.
Lancé un vistazo al reloj de mi teléfono. Casi medianoche y no conocía a
ninguno de mis vecinos.
¿Quién más podía ser?
Abrí la puerta y dejé entrar a Bones. Con una casi avergonzada mirada en su
rostro, empujó un ramo de flores en mis manos. Habiéndome quedado sin habla,
las tomé.
―Lamento haberme ido así, Gatita. Eres condenadamente joven y a veces
olvido que a esa edad todo luce blanco y negro.
Mi parte egoísta estaba aliviada y quería dejarlo así. Yipee, ¡él lo siente, así
que yo no tengo que hacerlo! Pero esa maldita vocecita de mi consciencia no se
callaba.
―No, Bones. Yo estaba equivocada. Muy, muy equivocada y no merecía eso,
así que soy yo la que lo siente.
Con una sonrisa, puso una gentil mano sobre mi frente.
―No tienes fiebre pero debes estar alterada como para haber dicho tal cosa.
O ¿te tomaste toda una botella de ginebra y es un discurso de borracho?
Ese malicioso brillo estaba de vuelta en sus ojos y me encantó verlo aunque
pretendiera frivolidad.
―No hay nada de alcohol en este lugar, muchas gracias. ¿Y qué hiciste?
¿Arrollaste un florista?
Mientras hablaba, miraba alrededor buscando un lugar en el que poner las
flores. El gesto me había conmovido, temía avergonzarme por completo y echarme
a llorar enfrente de él. Eran las primeras flores que había recibido.
Bones vino detrás de mí. Cuando sentí sus brazos rodearme, me recargue en
ellos como el metal a un imán.
―Hay una tienda abierta toda la noche en el camino ―dijo suavemente―.
Estaba a la mitad de manejar a casa cuando lo vi y decidí entrar un rato. Era
comprar las flores o destruir el lugar pero tenía que hacer algo.
―Me gustan las flores ―murmuré, girándome y deleitándome en sentir
cómo me apretaba más fuerte―. Pero, más que nada, estoy contenta de que hayas
regresado.
Danny no lo había hecho, incluso cuando no había hecho nada para merecer
que se fuera. Bones sí, y le había dado más que suficientes razones para irse.
Envolví mis brazos alrededor de él, el dolor en mi pecho regresando mientras
inhalaba su esencia y cerrando los ojos mientras él pasaba sus labios por mi cuello.
No importaba que yo fuera la única de los dos que técnicamente estaba viva. Él no
necesitaba respirar porque yo lo hacía por él y mi pulso seguramente empujó la
sangre por sus venas así como lo hacía con las mías.
Así, en sus brazos, él era tan humano como necesitaba serlo.
Capítulo 5
Muerte e impuestos.

Nota del autor: esta escena eliminada ocurre durante el capítulo quince en
Halfway to the Grave, justo después de que Bones conoce a Timmie y justo antes de que
Cat se encuentre con Spade en la caverna. Fue cortada porque mi editor no sintió que
revelara nada nuevo en la historia y así ralentizaría el ritmo. Para dar una breve
explicación, Cat y Bones están investigando para ver si una chica cuya denuncia de
desaparecida fue retirada era otra de las víctimas de Hennessey.

Bones se sentó junto a mí. Vestía traje y corbata. Un maletín estaba a sus pies,
justo al lado de sus brillantes zapatos de negocios. En su conjunto profesional, con
delgadas gafas sin montura, parecía la imagen misma de la respetabilidad
mundana. Hablando de un disfraz.
―Como verá, señora Phillips, por eso creímos que esto era lo suficientemente
importante para interrumpirla en su lugar de trabajo ―decía Bones―. Nosotros en
el Servicio de Impuestos Internos tomamos la evasión de impuestos muy
seriamente.
―Por supuesto que lo hacen. ―La morena sentada en su escritorio opuesta a
nosotros estuvo de acuerdo. Ella siguió retorciendo sus perlas falsas alrededor de
su cuello. Madeline Phillips era una agente de bienes raíces en el Condado de
Hocking. Su oficina era ordenada, con muchas fotografías de ella y una sonriente
Amanda Phillips en la habitación.
―Ahora, si la estoy entendiendo correctamente… ―Bones consultó el
papeleo en sus manos, que no tenían nada que ver con las leyes fiscales―. Usted
presentó el año pasado que su hija Amanda estaba viviendo en casa, siendo una
dependiente, y asiste a la Escuela Comunitaria Hocking. ¿Es esa su condición de
este año también?
Asintió firmemente.
―Sí.
Mi cabeza golpeó más fuerte. Las medias que llevaba se sentían como si
llevara una camisa de fuerza en la parte inferior de mi cuerpo. Nunca había usado
unas antes, y no iba a hacerlo un hábito. Iban bien con mi falda larga de lana y la
chaqueta a juego, sin embargo.
Bones se inclinó hacia adelante.
―Señora Phillips. Usted llamó a la policía el pasado julio para reportar que
su hija no había regresado a casa. Luego nunca continuó con ello. ¿Está diciéndome
que Amanda vive con usted, incluso hasta el día de hoy?
Sus dedos tamborilearon en el escritorio.
―Sí. Por supuesto, ella me había preocupado aquella noche, pero se disculpó
y no lo ha hecho desde entonces. Usted es muy joven para tener un hijo de veinte
años, pero déjeme decirle, son pocos. Ella siempre está estudiando.
Madeline Phillips estaba mal en ambos aspectos. Bones podía ser un tatara–
tatara–tatara–abuelo si los vampiros se reprodujeran, y Amanda no había estado
para nada estudiando últimamente. Ella estaba muerta. Y si eso no fuera lo
suficientemente malo, de acuerdo a Winston, había estado muerta por más de un
mes.
Me levanté y cerré las persianas, sin que nadie me lo pidiera. Nuestra farsa de
ser agentes de la IRS con el fin de tener un encuentro privado con la señora Phillips
había terminado. Era tiempo de ir al brillo verde y encontrar si esta mujer era la
perra más fría en el planeta… o la más engañada.
Cuando di la vuelta, mirando la puerta como última precaución, Bones ya
tenía sus luces encendidas. Se inclinó sobre el escritorio hacia Madeline, con sus
innecesarios lentes fuera.
―Mira más profundamente, eso es… Ahora dime, ¿cuándo fue la última vez
que realmente viste a Amanda?
Tenía sus ojos azul cristalino paralizados en los de él.
―Yo–yo no lo sé… ¡no lo sé!
―Gatita, es posible que desees dar la vuelta.
―¿Por qué? ―Dios, él no iba a empezar a sacar la mierda fuera de ella, ¿o sí?
―Ella ha sido mordida, puedo sentirlo ―respondió rotundamente―. Tengo
que beber de ella para traer su pasado. De otra manera no va a responderme con la
verdad.
Oh. Aclaré mi garganta. No, no me importaba ver a Bones alimentándose, él
estaba en lo cierto acerca de eso. Pero por otro lado parecía cobarde de dar la
vuelta.
―Adelante, haz lo que tengas que hacer.
Bones encontró brevemente mis ojos, luego rodeó el escritorio donde
Madeline estaba sentada. Su cabello ya estaba recogido en un moño, así que él no
tuvo que molestarse con eso. Desabrochó un botón de su blusa, exponiendo más su
cuello, y se inclinó hacia su garganta.
Sólo veía la parte de atrás de la cabeza de él y el rostro de ella. Escuché su
leve inhalación, vi su boca abierta para hacer un sonido, y luego vi sus párpados
cerrarse lentamente. Cuando estuvieron cerrados completamente, él se hizo atrás,
abrochando su blusa y poniéndose de rodillas frente a ella.
―No marcas ―dije, sintiendo muy extraño y recordando que no había
habido ninguna en la otra chica con la que me topé de la que él se había
alimentado hace semanas―. ¿Cómo, ah… cómo cierras los agujeros?
―Ya lo sabes.
Apreté mis dedos, lo cual era ridículo. Sí, había tenido una buena idea, pero
escucharlo confirmarlo no me hacía nada feliz. Él se había cortado la lengua con la
punta de un colmillo y lo sostuvo sobre la marca hasta que sanó. Desde que
habíamos dormido juntos, mi método de tragar su sangre había pasado de lamer
de sus dedos a succionarla de su lengua después de que lo hiciera cuando nos
besamos. No era una sorpresa descubrir que tenía más de un uso para ello y
aprender de dónde había sacado la idea.
―No es lo mismo ―dijo en voz baja, estudiando mi rostro.
―Tenemos cosas más importantes ahora. Pregúntale acerca de su hija, por el
amor de Dios. ―Mi voz fue más dura de lo que merecía que fuera, porque no
estaba realmente enojada con él. Estaba enferma sobre todo esto. Muchas chicas
desaparecidas o muertas, y nosotros seguíamos sin saber cuántas personas estaban
involucradas. Antes de venir, buscamos los otros nombres que Winston me había
dado. Aparte de Violet Perkins, quien su novio humano la había estrangulado en
una rabia mezcalina inducida, ninguna de las otras había sido reportada
desaparecida. Todas estaban muertas, y nadie, ni siquiera sus familias, sabían algo
sobre ello.
Él me miró un segundo más antes de volver a ver a Madeline.
―Ahora dime, no ocultes nada por más tiempo, ¿cuándo fue la última vez
que viste a Amanda? No tienes por qué estar asustada. Nadie va hacerte daño.
Ella empezó a temblar. Lágrimas florecieron, y su rostro se transformó en una
expresión de agonía.
―¡No sé dónde está mi pequeña! Se fue antes de su cumpleaños en julio, hace
meses, ¡y nunca llegó a casa! ―Elevó su voz―. ¡Nunca llegó a casa!
Bones puso su dedo sobre sus labios.
―Tranquila ahora, Madeline. Shhh. Voy a ayudarte, así que no te preocupes.
¿Quién te hizo creer que Amanda estaba en casa? ¿Cuándo pasó?
En tono más firme, ella relató como el día después de que su hija no había
vuelto a casa, alguien más lo hizo. Madeline no pudo decirnos cómo era. Había
sido golpeada con los ojos demasiado rápido, pero sabía que fue un hombre, por la
poca información que obtuvo. Había puesto en ella que Amanda estaba bien, que
la había visto, e hizo que siguiera su rutina habitual y que no hiciera nada más con
la policía. Había ayudado que su ex esposo fuera un perdedor que ninguna de ellas
había visto en años. Los padres de Madeline habían muerto, y ella no tenía otros
niños. Para cualquier amigo de Amanda que llamara, Madeline fue programada
para decir que se había mudado. Justo como los Spencers, aunque su misma hija se
los había dicho, y el jurado todavía seguía viendo si Natalie había sido la víctima o
el villano.
Así que Madeline continuó pagando por una educación que no estaba siendo
utilizada, manteniendo al día el seguro de Amanda en un vehículo que no estaba
allí, y era inconsciente del hecho de que nunca había visto a su hija de nuevo.
―Muy bien, Madeline ―dijo Bones cuando ella terminó―. Quiero que mires
el reloj. Faltan tres minutos para las cinco. Cuando sean las cinco en punto, no
recordarás nada de lo que acabas de decir. O nada de lo que acabo de preguntarte.
Nosotros solo somos agentes del IRS que vinieron a consultarte sobre tus
declaraciones, y ahora ya no vas a mentir sobre tus impuestos. No hablamos de
ninguna otra cosa, y nada ha cambiado sobre tu hija.
―¿Qué? ―jadeé.
―Ella sale de la habitación diciendo otra cosa ¿y que crees que pasará? ―me
preguntó sin apartar la vista―. Ellos saben quién es ella. Ella tendrá mucha suerte
si sólo la matan, pero con toda seguridad, ellos no tienen una actitud de malgastar.
¿Quieres condenarla a eso? Yo diría que ya tiene suficiente crueldad en ella.
―Pero… pero es… ―No habían suficientes palabras para describir lo mal
que me sentía, dejándola sola en su estado de ilusiones inculcadas.
―No hasta que ellos estén muertos, Gatita. Es la única manera en la que ella
estará a salvo.
No había otro punto que yo pudiera argumentar. Él estaba en lo correcto.
Seguía estando mal, pero en este caso, lo incorrecto era lo mejor que podíamos
hacer por ella.
Segundo a segundo pasaba. Bones se alejó y se sentó de nuevo cuando el reloj
marcó las cinco. Madeline parpadeó, y entonces sus rasgos volvieron a acomodarse
con educada cautela sin una pizca de su antiguo dolor.
―Gracias por su tiempo, señora Phillips ―dijo―. Nosotros nos iremos ahora.
Ella se levantó también, inconsciente de las lágrimas que todavía se secaban
en su rostro.
―Tendré a mi contador yendo con más cuidado sobre esas cuentas la
próxima vez.
Él asintió.
―No necesitamos regresar si lo hace, estoy seguro.
Me fui sin decir nada. ¿Qué podía decir? ¿Qué tengas un buen día?
Bones puso una mano en mi espalda mientras dejábamos el edificio. Su toque
era ligero, apenas discernible, sin embargo mantuvo mis piernas firmes mientras
caminábamos. Quería llorar. Quería matar a alguien. No quería saber más que
cosas como estas en realidad podían pasar.
―Ellos la mantuvieron viva por dos meses ―fue lo que dije cuando llegamos
al coche de alquiler.
Bones no reparó en ello. Sólo me miró.
―Tú ya hiciste mucho para salvar esas chicas. Más de lo esperado. No hay de
que avergonzarse si me dejas tomar el resto del camino. No las estarás
abandonando.
Consideré la posibilidad de abandonar por un débil segundo egoísta.
Entonces negué con la cabeza.
―Estoy en esto hasta que termine. Sin importar cuánto tiempo tome.
Puso la llave en el contacto y no dijo nada más. Me recosté sobre el asiento y
cerré mis ojos.
Después de varios minutos, algo que no se relacionaba me inquietaba.
―¿Por qué le dijiste a Madeline que dejara de manipular los números en sus
impuestos?
―Vamos, Gatita ―dijo Bones con su conocido gruñido―. ¿Quién no?
Capítulo 6
La chica perdida que llamaba a casa

Nota del autor: Esta escena solía estar en el medio del capítulo quince en la versión
publicada de Halfway to the Grave; En ella, Cat y Bones tratan de descubrir quién era la
otra chica con Emily (la chica rescatada de Charlotte) cuando Emily fue llevada a la casa del
misterioso hombre enmascarado, fue sacada en la revisión final porque mi editor pensó que
Cat y Bones ya habían perseguido suficientes pistas pertenecientes a la trama, cuando la
borré, tuve que retroceder y cambiar la anterior escena de Tara en el capítulo catorce, donde
originalmente había escrito que Emily dijo que había otra chica con ella cuando fue llevada
a la casa del hombre enmascarado, entonces también tuve que ir más adelante y cambiar la
escena climática al final cuando Cat confronta al gobernador en su casa; en mi versión
original Cat encuentra a la chica de esta escena viva y encadenada en el sótano del
gobernador. Como pueden ver, borrar hasta una pequeña escena puede causar un efecto
dominó de cambios a través de diversas partes del libro.

―¿Este es el lugar?
Bones había bajado la velocidad de la motocicleta lo suficiente para que su
discurso fuera productivo, aunque estaba miranda su espalda, podía sentirlo
revisando el área con su mirada.
―Segunda casa a la izquierda.
Han pasado casi doce horas desde mi café mañanero con Timmie, Bones
había llegado a mi departamento justo al atardecer, había olfateado una vez el
departamento y me pregunto con una cuestionable cortesía cuánto me gustaba mi
vecino, esa nariz pondría a un sabueso en vergüenza, pero entonces Bones era un
verdadero sabueso, en cada sentido de la palabra.
―Recuerda amor, no uses tu verdadero nombre.
Bueno eso era fácil, ya casi ni me conocía a mí misma.
Bones estacionó en camino al garaje de la modesta casa de un piso, y yo fui la
que se bajó, él se quedó dónde estaba, casualmente descansando la moto hacia
arriba, una joven chica a iba parecer mucho menos ominoso para los Spencer de lo
que él lo haría después de las nueve de la noche.
Mi toqué fue respondido con ligeros gruñidos, pero entonces un hombre en
sus cincuenta respondió a la puerta:
―¿Hola?
Le di una sonrisa brillante.
―Señor Spencer, es Suzy, disculpe que venga tan tarde, y usted
probablemente ni siquiera me reconozca con este color de cabello, ¿Dios han sido
años, eh? Pero cuando volví a la ciudad tenía que venir y ver si Natalie estaba en
casa, la casa luce maravillosa en todo caso, me encanta el nuevo color.
Bones no era nada sino completo, cuando dijo que había investigado a los
Spencers, en verdad los había investigado, me mordí la urgencia de decir:
¡encantada que su asunto con la próstata esté solucionado! Los Spencers han vivido en
Bethel por veinte años, y dado el hecho de que no eran ricos ni influyentes, hubo
un cambio del típico patrón con Natalie; ella no era una solitaria, en drogas o
propensa a meterse en problemas, por eso es que estábamos procediendo con
cautela, no había necesidad de dar el ojo verde a esta gente si era el número
equivocado.
George Spencer se restregó los ojos y pestañeó.
―Uhm… Suzy, que, ahm, bueno verte de nuevo.
Si había una cosa que mis jóvenes años me habían enseñado era que a los
hombres no les agrada asumir que no conocen a alguien que dice conocerlos, si la
Sra. Spencer hubiera abierto la puerta, habría usado una estrategia diferente para
conseguir entrar.
―Me gustaría que conociera a mi novio, Chris ―dije señalando a Bones,
quien pretendía ser vacilante, baje mi voz como diciendo un secreto―: ¿Puede
creer que haya enganchado un chico tan lindo? ¿No le diga lo idiota que solía ser,
está bien?
George Spencer parecía medianamente mareado, lo vi mirar arriba hacia las
escaleras, y sabía que si tuviera telepatía le oiría gritar: ¡cariño! ¡Ven aquí y sálvame
de esta conversadora!
―Natalie no está aquí ―dijo con un ojo en Bones mientras él se acercaba, su
mano se apretó en la puerta―. Se mudó a Los Ángeles dos semanas atrás, dijo que
algún agente la iba a convertir en la próxima Nicole Kidman, tal vez tú puedas
meter algo de sentido común en ella, no escucha a la razón viniendo de sus padres.
―¿Quién es, George? ―dijo una voz de mujer escaleras arriba, debía ser la
señora Spencer.
―¡Suzy, la amiga de Natalie! ―gritó de vuelta, sonaba impaciente y alerta.
―¿Suzy? ―La voz sonaba cerca, y entonces una rubia encanecida, bajó las
escaleras con sus cejas surcadas por la perplejidad―. Natalie no tiene ninguna
amiga llamada Suzy.
Bones golpeó a ambos con su mirada justo en ese momento, empujando más
allá de George Spencer mientras yo cerraba la puerta detrás de nosotros.
―No griten ―les ordenó en esa voz suya que erizaba los vellos, dos pares de
ojos instantáneamente se fijaron en sus brillantes ojos―. ¿Cuándo fue la última vez
que vieron a Natalie?
―Hace dos semanas ―respondieron al unísono.
―¿Y les dijo que se iba a Los Ángeles?, responde sólo tú, mamá.
―No ―respondió Liz.
―¿Cuándo fue la primera vez que oyeron eso?”
―La noche siguiente a que la viera, llamó y dijo que no vendría a casa.
Hasta ahí, justo igual que Emily.
―¿Y esa fue la última vez que oyeron de ella? ―preguntó Bones golpeándose
la mejilla.
―No.
Esa respuesta nos sorprendió a ambos, él dejó de golpear su mejilla.
―¿De verdad?
―Llamó ayer ―fue la inesperada respuesta―. No quería que nos
preocupáramos, y dijo que iba a instalar un teléfono en su apartamento pronto, así
tendríamos su número, ha estado llamando desde un teléfono público.
Ahora eso no tenía sentido, tal vez esto era verdad. Por lo que parecía,
Natalie Spencer había ido a Los Ángeles a perseguir su sueño de actriz, no veía a
nadie de la gente de Hennessey dejándola llamar a sus padres desde su
confinamiento forzado sólo para conversar.
―Consíganme una foto reciente de ella ―exigió Bones.
Liz fue a una imagen de la chimenea y se la entregó sin ninguna palabra,
Bones la sacó del cuadro y la metió en su chaqueta.
―Escúchenme bien, ustedes dos ―dijo, poniendo una mano en cada uno de
ellos, el brillo de su mirada se iluminó aún más―. Nunca estuvimos aquí, han
estado en sus habitaciones como estaban antes, y nadie vino a su puerta, si alguna
vez me ven de nuevo, o a ella ―con un movimiento de su cabeza me indicó―, no
nos recordarán, una vez que nos vayamos, nunca venimos.
Ambos asintieron, y yo me removí inquieta en mis pies, sí, esto era
conveniente, pero aún era terrorífico que las mentes de las personas pudieran ser
modificadas tan fácilmente.
―Gatita. ―Bones se giró hacía mí―. Vámonos.
―Usaremos mi camioneta la próxima vez ―fue lo primero que dije cuando
caminamos afuera.
Bones dejo salir un bufido.
―No es probable. Primero, podría muy bien descomponerse en el camino a
donde sea que vayamos, Segundo, es tan manejable como un bus si nos
encontramos con un poco de problemas, y tercero, está registrado a tu nombre, y
no quiero a alguien del lado de Hennessey simplemente copiando un número de
licencia y descubriendo quién eres.
Los tres eran puntos válidos, maldito fuera por usar la lógica cuando
discutíamos.
―¿Qué piensas de las llamadas de Natalie? ―dije luego, derrotada en mi
intento de nunca más subirme a su motocicleta.
―No estoy seguro, por eso tomé la fotografía, quiero mostrársela a Emily
para estar seguros que ella es la chica que vio cuando fue llevada al hombre con la
máscara.
Subimos a su motocicleta, señalando el final de nuestra conversación; incluso
si Bones aceleraba no iba a tener tiempo de bañarme antes de ir a clases, tendría
suerte de llegar si sólo paraba en el departamento y cambiaba mi ropa.
―Tengo que dejar algo con Ted ―me dijo cuando llegamos al complejo de
apartamentos y al fin pude bajar de la motocicleta―. Debería volver más tarde en
la noche.
―Estaré dormida ―murmuré―. Tendremos que…
―¡Hola Cathy! ―Timmie abrió la puerta de su departamento con una gran
sonrisa, debe haberme visto por la ventana.
Bones le dio a Timmie una mirada que congeló la sonrisa en la cara del joven.
―Lo siento, no sabía que tenías compañía ―se disculpó Timmie casi
escurriéndose en su departamento.
Disparé a Bones una mirada igual de hostil por asustar a mi ya nervioso
vecino.
―Está bien ―dije sonriéndole a Timmie―. Él no es realmente “compañía” de
todas formas.
―Oh. ―Timmie le dio a Bones una mirada―. ¿Eres el hermano de Cathy?
-¿Qué demonios te daría la idea de que soy su maldito hermano? ―le espetó
Bones.
Timmie retrocedió tan rápido que su cabeza se golpeó con el marco de la
puerta.
―¡Perdón! ―Suspiro y se golpeó en la puerta de nuevo antes de poder
meterse en el apartamento.
Pisoteé hasta Bones y metí mi dedo en su pecho, me consideró con lo que
habría llamado hosquedad… si no hubiera tenido más de doscientos.
―Tienes una elección ―le dije, forzando cada palabra―. O le das una muy
sincera disculpa a Timmie, o te vas y te arrastras de vuelta a la cueva como el saco
de bolas supurantes que acabas de actuar, no sé qué se te metió dentro, pero él es
un chico decente, y probablemente lo hiciste orinarse en el pantalón, tu decisión
Bones, la una o la otra.
Una ceja oscura se me levantó.
Moví mi pie.
―Uno, dos…
Murmuró algo feo y subió las escaleras tocando dos veces la puerta de
Timmie.
―Correcto entonces, amigo, lamento mucho mi indecible rudeza y pido tu
perdón ―dijo con admirable humildad en cuanto Timmie entreabrió la puerta,
sólo yo pude coger el filoso tono de su voz cuando continúo―: Sólo puedo decir
que fue causado por la afrenta natural a la noción de ella como mi hermana, como
me la voy a estar follando esta noche, te puedes imaginar cuán de afligido estaré al
pensamiento de cogerme a mi hermana.
―¡Tú, estúpido! ―Las palabras salieron de mí mientras la mandíbula de
Timmie caía abierta―. ¡La única cosa que vas a follar esta noche será a ti mismo!
―Querías sinceridad ―contrarrestó―. Bueno, amor, fui sincero.
―Puedes volver ahora mismo a tu motocicleta, te veré después, si no estás
siendo tan imbécil.
La cabeza de Timmie se movía hacia atrás y adelante, entre nosotros, su
mandíbula aún se movía abierta, Bones le dio una sonrisa que era mucho más que
una muestra de sus dientes.
―Encantado de conocerte, colega, y aquí hay un consejo: Ni siquiera lo
pienses. Intentas algo con ella y te neutralizaré sólo con mis manos.
―¡Largo! ―Zapateé para darle énfasis.
Él paso por mi lado y luego retrocedió besándome fuerte en la boca y luego
retrocedió para evitar mi gancho derecho.
―Te veo luego, Gatita.
Timmie esperó hasta que Bones estaba fuera de vista antes de atreverse a
hablar.
―¿Ese es tu novio?
Deje salir un gruñido que se suponía era afirmativo.
―A él realmente no le agrado ―dijo casi en un susurro.
Di un último vistazo en la dirección en la que Bones había desaparecido antes
de mover la cabeza a su comportamiento salvaje.
―No, Timmie, supongo que no.
Capítulo 7
Medicina de sonido4

Nota de la autora: Esta escena del entrenamiento tiene lugar al final del capítulo
dieciséis de Halfway to the Grave. Se eliminó porque el libro se estaba engrosando y mi
editor me dijo que debíamos ser implacables y mantener sólo las escenas relacionadas
directamente con la trama principal. Esta escena tal vez no agregue nueva información
crucial pero a mí me gusta porque muestra a Cat comenzando a relajarse en su nueva
relación con Bones y también muestra a Bones continuando trabajando con Cat para
perfeccionar sus habilidades.
El entrenamiento de Cat no fue muy mencionado después del primer veinte por ciento
de la novela, pero continuó hasta que Bones le dio a Cat las habilidades necesarias para que
sobreviviera sin él. Y como muestra esta escena, con la nueva relación de Cat y Bones,
ambos ahora disfrutan mucho más de sus sesiones de entrenamiento.

―¿Eso es todo lo que tienes? ―se burlaba Bones.


Le lancé una mirada mientras me doblaba en el rocoso suelo de la cueva.
Tenía un corte en el labio y mis costillas dolían como si hubieran sido golpeadas
con martillos invisibles. Tú creerías que como ahora dormíamos juntos, Bones sería
un poco más gentil con la mercancía. Difícilmente.
Aún entrenábamos juntos regularmente y en todo caso, él me empujaba más
duramente que cuando peleábamos. Yo seguía insistiendo en unirme a su lucha
contra Hennessey y Bones estaba completamente paranoico sobre que algo me
pasara. Por eso estaba intentando asegurarse que yo podría hacer frente a
Hennessey y sus hombres si tenía la oportunidad de luchar contra ellos.
Aun así, eso no excusaba lo que acababa de hacer.
―Tú, idiota, me golpeaste cuando creí que te había lastimado.

4
Medicina de sonido: Es medicina alternativa que utiliza la medicina de la energía y de la
vibración, trabaja con la energía subyacente del cuerpo.
Había recibido ese doloroso golpe en la costilla cuando me incliné para ver si
la estaca que había enterrado en su pecho lo había lastimado demasiado. Aun
cuando sólo era madera, por poco había errado su corazón.
―¿Cuántas veces te he dicho que cuando alguien está en el suelo, lo patees?
No les preguntas si están sangrientamente bien ―disparó de vuelta―. No se
supone que estén bien ¿o sí? No, esa es la razón por la que es llamada una pelea no
una charla. Un día vas a hacer que te maten por estar revisando si alguien está
realmente herido. ¿Cuándo aprenderás que alguien no está realmente herido a
menos que esté muerto?
Él me rodeó, haciendo crujir sus nudillos y girando su cabeza sobre sus
hombros. Mis ojos se estrecharon. Con que había tomado ventaja de mi
preocupación por él. Ya veremos.
Como si la ira por sus palabras me hubiera vuelto imprudente, cargué hacia
delante, golpeándolo con los puños y los pies. A cambio recibí un sonido sordo.
Pero cuando él iba a lanzar su tradicional puñetazo a la cabeza que me dejaba
viendo estrellas, me preparé, siguiendo el movimiento como si no lo hubiera visto
venir.
Su puño conectó y yo caí al suelo, sin moderarme en la caída. Mi cara rebotó
contra las rocas lo suficientemente duro como para dejar un moretón pero
permanecí tumbada donde estaba, inmóvil.
―De nuevo en el suelo. Bueno, estaba molido de todas formas ―murmuró
mientras se arrodillaba junto a mí.
Cuando lo escuché sacar su cuchillo para rajar su palma y darme sangre,
golpeé, robando su arma mientras estaba distraído. La enterré en su abdomen
antes de que pudiera reaccionar, entonces, ignorando su gemido de dolor, dirigí mi
mano derecha con la estaca de madera hacia su corazón. Si hubiera sido de plata, él
estaría muerto.
Por fin le había ganado un asalto.
―Bien por ti, moza desagradable ―dijo Bones, sus palabras más irregulares
de lo normal―. Ahora sácala, duele como el infierno.
La sangre fluyó brevemente de su pecho cuando arranqué la estaca. No tiene
caso ser delicado con un vampiro.
―Creo que me rompiste una costilla, tal vez dos ―repliqué cuando tomó el
cuchillo por sí mismo. Esa herida también liberó un flujo de sangre antes de
cerrarse como una cremallera invisible. Hay algunas cosas a las que no te
acostumbras a ver y la curación instantánea era una de ellas.
Bones me dio una sonrisa torcida.
―Nunca olvides tu propio consejo ¿hmm? Sangriento infierno, estoy
realmente orgulloso de ti. Estaría viendo mi cuerpo desde muy lejos si hubiera sido
real.
―Qué bueno que lo apruebas ―dije y me acosté a su lado en el duro piso de
la cueva.
Él se removió hasta que puso su brazo debajo de mi cabeza y yo me moví más
cerca de él. Qué extraña, extraña relación era esta. Sacando la mierda del otro y
acurrucarnos después. No sabría lo que es normal ni aunque me golpeara en el
trasero.
Vamos a volver a salir esta noche. No la tradicional cena y película sino algo
mucho menos romántico. Bones había pasado la información que tenía sobre
Switch a sus contactos pero tampoco tenían nada. Era la misma historia cuando se
trataba de localizar a Hennessey. Nadie sabía dónde estaba Hennesey o si lo
sabían, no lo decían. Bueno, hay más de una manera de pelar un gato y esta cat5
estaba en esto para ganar.
Gracias a Charlie sabíamos que Hennessey y el misterioso Switch necesitaban
reabastecer su suministro de humanos y había habido una serie de desapariciones
en todo el noreste de Ohio. Bones lo supo después de piratear el servidor de la
policía. Los policías ni siquiera estaban investigando la mayoría de los casos.
Generalmente, si nadie les insistía que buscaran a las chicas, no lo hacían. El
inusual número de personas desaparecidas en la misma zona geográfica olía a que
Hennessey estaba involucrado. Después de reunir tanta información como
pudimos de los conocidos de las chicas, nos las arreglamos para obtener los
nombres de los lugares que frecuentaban. Cuando encontramos aquellos que se
cruzaban, listo. Teníamos una posible ubicación de una zona de alimentación.
Bones había discutido hasta que necesitó respirar para conseguir oxígeno sólo
para discutir más pero yo no había cedido de mi intención de ir con él. En
resumidas cuentas, cuando quieres atrapar algo que no quiere ser atrapado,
necesitas un cebo. Alguien tenía que mostrarse para tentar al desconocido Switch o
Hennessey para intentar agarrarlos. Hennessey, por supuesto, iría directo hacia mí
en cuanto me viera. Después de todo, era la que se le escapó, aunque sólo sabía
sobre esa ocasión y no que justo una semana después de eso había estado cerca de
ser atrapada por Stephanie. Él no esperaría que peleara tampoco, ya que lo único
que había logrado había sido deslumbrarlo con mis habilidades vomitando.

5
Juego de palabras con su nombre. Cat = gato.
Si terminaba siendo Switch con quien me topara, bueno, serviría igual.
Entonces Bones averiguaría su verdadera identidad, obtendría los nombres de los
que estaban en su ilícito círculo del crimen y encontraría dónde se escondía
Hennessey. Ambas posibilidades valían el que tuviera que ponerme mi sórdida
ropa y merodear los bares y clubs pescando colmillos, a pesar de que Bones
creyera que era inseguro. Él estaría cerca y esos chicos tenían un montón de
deudas que pagar.
―Vamos a un lugar más suave, mascota ―dijo, urgiéndome a pararme―.
Necesitas curarte y yo te necesito a ti.
Aun cuando le había hecho tres diferentes hoyos, él estaba de humor. De una
manera enferma, eso era admirable.
―¿No puedes fingir impotencia y tomar una siesta? Realmente me aporreaste
las costillas. Espero que tu pecho aún duela. Te lo mereces.
Él sonrió.
―Vamos, eso es lo que estaba tratando de hacer cuando me engañaste con tu
falso desmayo. Brillante, por cierto. Nunca lo vi venir.
Con el mismo cuchillo que había tenido recientemente en el estómago, trazó
una delgada línea en su palma y la puso contra mis labios. Aunque lo seguía
encontrando repugnante, tragué su sangre sin una queja. Necesitaría energía esta
noche. Y mi costilla se acomodó.
Casi inmediatamente me sentí mejor. Nunca dejaba de asombrarme el
increíble poder de curación de la sangre vampírica. Bones me había dicho
casualmente que entre más viejo y fuerte fuera el vampiro, más potente era la
sangre. Aparentemente, en ese aspecto era similar al vino y Bones era un clásico.
Aun así seguía prefiriendo un gin-tonic.
Él me recogió y me cargó, aun protestando pero con poca fuerza detrás de
mis palabras, hacia su habitación. Bones era un firme creyente de besar algo para
hacerlo sentir mejor. Y mejor y mejor.
¿Quién era yo para argumentar con la medicina del sonido?
Capítulo 8
El otro Renfield

Nota de la autora: Esta es una versión alternativa de la primera mitad del capítulo
veinticuatro, donde el policía “Renfield”, era alguien más que el teniente Isaac; el teniente
Isaac, como que apareció de la nada, pero en mi escrito original era el compañero del
detective Mansfield, el detective Black; esa versión terminó siendo modificada por
estimulantes preocupaciones, ya que el clímax de la novela era ya demasiado largo y mi
editor quería que Cat llegara a la casa del gobernador más rápido.
He incluido un poco de la versión publicada para darle contexto a la escena, y algunos
de los diálogos son los mismos también, pero la persona a la que Cat le habla es distinta.
Oh la escena en la que la enfermera trata de matar a Cat poniendo veneno a través de
su IV estaba totalmente inspirada en la escena de Kill Bill, amo esa película y el personaje
6

de Daryl Hannah alegremente silbando mientras usa el traje de enfermera y trata de matar
al personaje de Uma Truman era tan cómica que la incluí en esta versión como un
homenaje.

Ellos me esposaron a la camilla y me llevaron inmediatamente al hospital en


una ambulancia, en nada de tiempo el área estaba cubierta de destacamentos de
policía e investigadores de escenas de crimen, todo un circo; nada de esto me
importaba porque había visto dos cosas que me llenaron de gratitud, una de ellas
fue mi madre, bolsa intravenosa pegada, siendo metida a otra ambulancia que
esperaba, la otra era Bones, corriendo sin ningún daño después de cambiar; las
heridas de bala sanarían y él lo atraparía, cada célula de mi cuerpo lo creía. ¿Qué
era un pequeño asesinato múltiple comparado con eso?
Un oficial con la cara pálida me leyó mis derechos y después rompió a llorar,
supongo que ver a los muertos vivientes absorbiendo balas como burbujas y aún
seguir sacando gargantas lo sacaba de sus casillas; sin mencionar a los otros
vampiros convertidos en momias desgastadas ante sus ojos, en mi rápida mirada,
dos se habían escapado a Switch, pero no me preocupaba por ellos, los tendríamos

6
IV: Línea Intravenosa por la que se introducen los medicamentos o suero en las unidades médicas.
después, no debería ser muy difícil ya que Bones sabía quiénes eran; Switch era
nuestra primera prioridad, y Bones no lo dejaría escapar, me había prometido
venganza y yo sabía que cumpliría.
Los rescatistas que me trataban estaban perplejos por mi condición, estaba
cubierta por muchos cortes, puñaladas, mordidas, moretones, costillas rotas,
raspones, y ah, sí, una herida de bala; aun así cuando el joven asistente vino a
tomar mis signos, palideció de confusión.
―Ritmo cardíaco… normal, presión sanguínea… normal, pulso… normal,
esto no puede estar bien.
―Perdón colega ―murmuré, disfrutando los analgésicos que habían
inyectado a mi IV, mientras que la medicación no me afectaba tan profundamente
como debía, aún sentía el borde del dolor.
―Mira tú brazo, la bala está saliendo por el orificio de entrada, ¡Santa
Mierda! ¡Tom, ven a ver esto! ―Olvidando su profesionalismo, el técnico estaba
apuntando directo a mi hombro.
Otra cara miraba la herida.
―No es posible ―aseguró Tom llanamente.
Una extraña risa escapó de mí.
―Eso es lo que he venido diciendo toda mi vida, colegas.
―¡Puedo ver la maldita bala coronando! Dame algunos parches estériles.
Aun en el medio de su asombro seguían trabajando, admirable cualidad. La
bala fue liberada de mi carne. Cuando me descargaron en el hospital, bajo guardia,
aún podía oírlos murmurar, para sí mismos asombrados.
―¿Viste eso? El tejido ya estaba sanando en los bordes. ¡El maldito tejido ya
estaba sanando en los bordes, Tom!
La luz del día aclaraba con rayos de colores malva y ámbar. Amanecer. En los
breves momentos antes de que las puertas automáticas de la sala de emergencias le
sacaran de mi vista, miré hacia el horizonte y sonreí, habíamos sobrevivido a la
noche después de todo, todos nosotros. Era el amanecer más hermoso que he visto.

Ahora sabía cómo se sentía una celebridad cuando necesitaba algún cuidado
hospitalario, había múltiples guardias apostados en mi habitación, y doctores
venían en manadas para observarme y quedarse boquiabiertos. Si no hubiera
estado esposada a la cama, habría sido halagador.
El amanecer trajo alerta y refuerzos, empujones, pinchazos y los fútiles
intentos de puntos, que fueron prontamente removidos cuando las heridas se
cerraban sobre las suturas, con mi aterrador ritmo acelerado de sanación; nada de
esto me preocupaba, Bones iba a venir por mí, déjenlos abrir sus bocas en sorpresa
y rascar sus cabezas mientras aún tuviera oportunidad.
Resultó que para la tarde tenía mi primer visitante, y no era mí no-muerto
amante. El detective Black entró en la habitación con una enfermera a su lado, me
sonrío al verme,
―Hola de nuevo, Catherine. ―Sus dos muñecas estaban vendadas donde
mis cuchillos lo habían atravesado, honestamente, estaba sorprendida de verlo, sin
hablar de su buen humor.
―Bueno, holaaaa ―dije, notando someramente que la enfermera llenaba una
jeringa de una pequeña botella en su camino.
―No sabía que podías hablar, detective Black, no dijiste nada ayer, lo siento
por tus muñecas, pero no me sentía con ánimos de ser disparada; cosa que pasó de
todas maneras, como puedes ver. ¿Cómo está mi madre?
Él se acercó a mi cama, la enfermera le dio una mirada mientras golpeaba la
jeringa de una manera profesional para sacar las burbujas.
―Sin malos sentimientos, Catherine ―dijo genialmente, sosteniendo sus
pesadamente vendadas muñecas, sus ojos estaban un poco grises y no tan amables
como su tono―. Me va a promover gracias a ti, mi carrera está en la línea rápida,
pero Mansfield ya te mencionó eso. Mierda, ¿no es molesto ese viejo hombre? No
podía esperar a que se retirara, y gracias a ti, finalmente lo ha hecho.
―¿Mi madre? ―pregunté, nerviosa de repente por como él olía, había algo
familiar en ese olor, no estaba acostumbrada a diagnosticar cosas por su esencia,
sin embargo, no podía ubicarlo.
―Ella es nuestra siguiente parada ―fue su respuesta.
La enfermera lo movió fuera de la vía de mi IV, irritablemente me pregunté
con qué me estaban inyectando ahora, incluso me habían puesto la vacuna del
tétanos.
El me miró.
―Ella y las otras cinco chicas que sacaron de esa casa están en el piso de
abajo, ya que ninguna de ellas fue arrestada, como tú, ¿trágico no? Cómo una chica
joven como tú descubre un anillo de tráfico humano, e incluso matan a tus abuelos
para encubrirlo.
Eso me molestó.
―Ni siquiera deberían darte el título de detective, ya que obviamente eres un
idiota, mis abuelos fueron asesinados cerca del mismo tiempo que tú y Mansfield
estaban hablándome, como el examinador médico confirmará pronto…
Sus dedos estaban golpeando impacientes en su pierna mientras la enfermera
cuidadosamente metía la jeringa en mi puerto de catéter, miré sus dedos, mi
mirada entrecerrándose, y de pronto todo encajó en su lugar, no había forma en
que él tuviera esa destreza a menos de un día de ser empalado en los tendones, y
ahora sabía lo que era ese aroma. Vampiro.
Me saqué la IV del brazo incluso mientras ese brillante liquido rosa estaba
serpenteando en mi vena, con toda mi nueva velocidad, me catapulté fuera de la
cama, aterrizando detrás de ambos y ahorcando a Black con una mano mientras
empujaba la medio vacía jeringa en la enfermera con la otra.
La fuerza de esa acción la vació en ella, y observé con una dura satisfacción
cuando cayó, su corazón se había detenido incluso antes de que golpeara el suelo.
―Pero bueno, detective. ―Mi agarré se apretó para prevenir que gritara,
después de todo, un guardia estaba parado fuera de mi puerta―. Parece que me
trajiste una doctora Kevorkian femenina; esa droga debe haber sido potente, está
tan muerta como Hennessey, o ¿no sabías eso? Todos los vampiros lucen iguales
cuando están marchitos.
―… oossee ddeeqq eeblaas…
Salía cortado, relaje mi agarré sólo un poco.
―Hablas más fuerte que un susurro y te llevas el resto de lo que hay en la
botella ―susurré, pateando el contenedor de vidrio para darle énfasis―. Bonito
disfraz con esas vendas en tus muñecas, apuesto a que no tienes ni un rasguño bajo
ellas; alguien te llenó de sangre vampiresa, apestas a ella; ¿quién te envió?
―Jódete.
Al menos lo dijo suavemente, sonreí.
―¿Jódete? ¿Estás de humor? Vamos a ver.
Y bajé y apreté sus pelotas como si fueran bolas de relajación. Sabiendo cómo
iba a reaccionar, puse una mano en su boca al mismo tiempo, todo lo que salió de
entre mis dedos fue un suave, y atormentado suspiró, el policía afuera ni siquiera
se inmutó.
―¡Oh! Jugoso ―dije sin misericordia―. Ahora voy a preguntarte de nuevo y
no me decepciones. ¿Quién te envió?
―Oliver ―salió la adolorida respuesta―. ¡Fue Oliver!
Ese no era el nombre del mayor, de hecho, no era el nombre de nadie en
nuestra lista de humanos o vampiros sospechosos.
―Será mejor que me conviertas en creyente. ¿Qué Oliver?
No había dejado ir sus partes, probablemente por eso su voz salió tres octavas
más altas cuando me respondió.
―¡Ethan Oliver!
Me congelé, sorprendida.
Black dejó salir un ruido ahogado.
―¿No lo sabías? Hennessey estaba seguro que Francesca le dijo a Bones, él se
preguntaba por qué no se habían movido sobre él aún, no sabíamos lo que
planeaba, y nos moríamos por cualquier pedazo de información que pudiéramos
obtener, incluso cuando encontré el parte policial de Danny, sabía que un vampiro
lo había hecho. Y cuando Danny lo describió y a su exnovia, sabíamos que por lo
menos teníamos a Bones.
―Ethan Oliver ―susurré―. ¿El gobernador Ethan Oliver? ¡Dios mío, voté por
él! ¿Él es el socio oscuro de Hennessey? ¿Por qué?
―¡Suelta mis pelotas! ―gruño Black.
En vez de eso, afirmé mi agarre.
―Las dejaré ir, cuando esto tenga sentido, y el reloj está sonando, cada
minuto que pase, las apretaré más fuerte, no tendrás nada adentro después de
cinco.
―Él quiere competir para presidente, y está usando Ohio como su pódium
―soltó en un susurro apresurado Black―. Se cruzó con Hennessey hace unos
años. Pienso que era cuando estaba comprando chicas para pasarla bien.
Hennessey llegó con la idea de cosechar gente para la alimentación, como hizo en
México, y Oliver lo amó. El problema es, sólo las chicas bonitas se venden mejor,
pero las cosas se vuelven complicadas cuando un montón de ellas se pierde; así
que hicieron un trato. Hennessey limpia las calles de los sin hogar, narcos,
prostitutas y degenerados como su parte del trato y Oliver se asegura que el
papeleo desaparece en cualquier cola final que Hennessey necesita para mantener
a sus clientes felices, pero eso era un montón de trabajo, así que Hennessey
comenzó a obtener las direcciones de las chicas, y detener los reportes antes de que
comenzaran. Hizo mi trabajo más fácil, los índices de crimen bajó, la economía
subió, los votantes estaban más felices, Oliver luce como el salvador de Ohio… y
Hennessey tiene su paquete.
Estaba sacudiendo mi cabeza en desconfianza a la insensibilidad pura de
todo esto, honestamente no sabía quién era peor, Hennessey por hacerlo u Oliver
por hacerse el héroe en los huesos de cientos de víctimas.
―¿Y esta tarde? Oliver obviamente te envió a matarme. ¿Qué hay de mi
madre y las otras cinco chicas? ¿Qué ibas a hacer con ellas? Y te desafío a mentirme.
Mi nuevo apretón sacó un ahogo de él, pero también hizo mi punto, lo que
me dijo a continuación no estaba endulzado, o prefabricado.
―Había planeado una bomba en el segundo piso ―gruño―. En el ala trasera
donde están todos, después Oliver culparía a los musulmanes extremistas, dejar
una nota, etc. Él vio cuánto subieron los números de Bush después del 11-9. Pensó
que lo impulsaría a la punta como el próximo candidato presidencial.
―Tú, maldito ―gruñí―. ¿Dónde está la bomba?
―En la morgue, Shelly la escondió ahí. La obtendríamos después de que
alguien te encontrará, nadie va ahí, al menos nadie que hable.
Pensé rápidamente, Oliver estaría esperando un kaboom, dentro de algunas
horas, y cuando no ocurriera, enviaría a alguien a terminar el trabajo, un hombre
como ese no deja cabos sueltos.
―Black ―dije en un tono placentero―. Vienes conmigo, revoco mi voto.
Sus ojos se deslizaron en los míos y entonces hacia la puerta.
―Nunca lo lograrás.
Reí pesadamente.
―Tienes razón, de esa forma no lo lograremos, recoge a tu chica. ¿Cuál es su
nombre? ¿Shelly? ―Apunté a la enfermera.
Su boca se curvó en disgusto.
―Ew, está muerta.
Eso me hizo reír aún más viciosamente.
―¿Quieres unirte a ella? Si tengo que decírtelo de nuevo, lo harás.
Se agachó lentamente, en heridos movimientos, ya que yo aún tenía sus
pelotas; cuando la tenía levantada en sus brazos, cambie mi agarré para abrazarlo
por detrás.
―¿Alguna vez has saltado en Bungee?
Su cabeza se giró.
―¿Qué?
―Tampoco yo. ―Y seguí―. ¿Además quién necesita un cordel de bungee?
Digo que eso es para nenas. ―Lo llevé hacia la ventana vertical sumando
velocidad a medida que comenzaba a gritar; la puerta se abrió detrás de nosotros,
justo cuando Shelly, Black y yo chocábamos con la ventana cayendo libremente
hacia el pasto debajo.
Aterrizamos en Shelly, o al menos eso hizo Black, yo aterricé en él para ser
específica, rodándonos inmediatamente para limitar el impacto, había vidrio por
todos lados a nuestro alrededor, y más de algunos mirones empezaron a gritar más
fuerte de lo que lo estaba haciendo Black.
―¡Tú, perra loca! ¡Tú, lunática…!
Salía en ruidos nasales, probablemente sus costillas estaban rotas, no podía ni
siquiera aparentar que me importara.
―Mueres tan pronto como pierdas utilidad, así que te sugiero que nos lleves
a tu auto ahora mismo.
―Al otro lado… al otro lado de la fuente. ¡Ohh mi pierna, mi pierna!
En el interés por ganar tiempo lo colgué de mi hombro, dejando a Shelly
donde estaba, mi bata de hospital le dio a los mirones algo más que ver mientras
me borraba en dirección a la fuente, Black estaba llorando con cada paso, llegamos
a su auto en menos de un minuto, y fue su buena suerte que había roto su pierna
izquierda en vez de la derecha, porque lo hice conducir.
Capítulo 9
La historia corta que nunca fue

Nota del autor: Esta es la historia corta original que había empezado a escribir para
la antología Weddings from Hell, pero cuando llevaba aproximadamente veinticinco por
ciento de ella, me di cuenta de que era incorrecta para el tema de la antología. Así que
escribí Happily Never After en su lugar, la historia de Chance e Isa. El tiempo en que se
ubica la historia es después de Halfway to the Grave y antes de One Foot in the Grave.
Desde que originalmente se suponía que sería una historia de antología nueva, habrá algo
de historia de fondo con reconstrucción del mundo y explicación de eventos importantes de
Halfway to the Grave. También conseguirán ver la primera vez que Cat conoció a Denise,
así como también lo que le ocurrió a Juan la primera vez que cometió el error de llamar a
Cat “Gatita”.

El vampiro se sentó a mi lado en el bar. Yo bebía un gin-tonic, ligero de


tónico. Era mi cuarto desde que el Sr. Correcto había entrado hacia veinte minutos.
Había perdido la cuenta de cuántos había tomado en las previas dos horas
mientras lo esperaba.
―¿Te compro otra bebida? ―pregunto, sus ojos barriendo sobre mi corto y
apretado vestido.
Podría decir que sí. Hacer una pequeña charla con él, pedirle bailar, o
coquetear por un rato antes de tenerlo solo. ¿Pero por qué desperdiciar tiempo?
―Tengo una mejor idea. ―Mi voz era baja y seductora―. ¿Qué tal si
derramo lo que hay en este vaso sobre tu piel y lo lamo? Tú escoges en que parte.
Él lanzó algo de dinero en la barra por mi cuenta sin siquiera contarlo.
―Vámonos.
Vampiros. Si la calentura fuese un crimen, todos estarían bajo arresto.
Por supuesto, yo no iba a arrestarlo, y la calentura no era su crimen. Tampoco
lo era ser un vampiro, en mi opinión. Pero de acuerdo a la información que mi jefe,
Don, reunió, el hombre que ahora me guiaba al estacionamiento había asesinado a
cinco personas en el pasado mes.
Eso no era algo que fuese a permitir. Los vampiros no necesitaban matar para
alimentarse, así que este idiota lo hacía por diversión. Bueno, yo tenía mi propia
versión de diversión, e incluía los cuchillos de plata ocultos en mis botas altas
hasta los muslos.
―Desde el momento en que te vi, supe que tenía que tenerte ―dijo,
tomándome en sus brazos. Estábamos en el lejano final del estacionamiento. La
zona más oscura. Dos de los cuerpos habían sido hallados en el contenedor de
basura no a más de cuatro metros de aquí.
Yo sonreí.
―Exactamente mis pensamientos.
Luego me deslice en mis rodillas, dándole una mirada conocedora mientras
ponía mi bebida abajo y alcanzaba la parte delantera de su pantalón. Él gimió y
cerró los ojos, pero no antes de que viera un destello de verde en ellos. Si su boca
no hubiese estado cerrada, sabía que también vería colmillos donde antes habían
estado dientes cuadrados y normales. Lujuria o alimentación causaban que los
vampiros se despojaran de su disfraz humano. Yo era una de las pocas personas
con un latido de corazón que podía reconocerlos sin eso. Su cremosa y luminosa
piel era un regalo de muerte para mí, juego de palabras a propósito, además podía
sentir su poder en el aire.
Ser medio muerta tenía sus ventajas.
El vampiro estaba poniéndose impaciente. Sus manos se enredaron en mi
cabello, trayendo mi cara más cerca. Sofoqué un gruñido enojado y pretendí buscar
a tientas su cierre mientras mi otra mano se deslizaba en mi bota. Tenía un buen
truco para él, pero no era el que él estaba esperando. Aun así, era una treta efectiva
para distraerlo. Aún tenía que conocer a un vampiro que rechazara una potencial
mamada, aun si él pretendía asesinarme después de todo. Era probablemente su
creencia que una buena chupada merecía otra.
Estaba justo por extraer mi daga de mi bota cuando una ruidosa voz rompió
el silencio.
―¡Quietos!
―¿Qué demonios? ―preguntamos el vampiro y yo al unísono.
Aproximadamente a seis metros de distancia, un hombre salió detrás de uno
de los autos. Parecía estar a mediados de los cuarenta con un respetable y
apropiado cabello gris abrazando sus sienes. Sin embargo, lo que capturó mi
atención principalmente, fue el arma con la que nos apuntaba. O más bien,
apuntaba sobre mi cabeza al vampiro detrás de mí.
―¡Oficial de policía, no se mueva! ―dijo, levantando la voz.
Mis dedos se apretaron en mi cuchillo oculto. Ahí iban mis planes de un
juego de sacudirlo y estacarlo privadamente.
El vampiro se recuperó de su sorpresa lo suficiente como para reír.
―Ah, detective Morrows. ¿Está vigilando este bar de nuevo? Tal vez te deje
ver esta vez, no es como si fueras a recordarlo después.
Esto aún puede manejarse calladamente, pensé. Si pudiera hacer que el chico
colmillos hipnotizara al policía en placida inmovilidad, le atascaría el corazón con
plata y llevaría su cuerpo lejos antes de que el policía saliera del trance. Agradable,
rápido y limpio.
No podría ser. Una docena de hombres vestidos de negro usando densos
cascos con viseras se diseminaron alrededor del estacionamiento, apuntándonos
con armas automáticas a los tres.
―Deja caer el arma, oficial ―dijo uno de ellos, con un acento hispano
resaltando sus palabras.
―Jesús, María, y José ―escupí, poniéndome de pie―. ¿Están de broma?
El vampiro miró a su alrededor con una expresión de diversión, pero sin
miedo.
―¿Trajiste al equipo SWAT, Morrows? ―le preguntó al policía.
Morrows boqueaba mientras negaba con la cabeza.
―No sé quiénes son estos tipos.
―Oh. ―El vampiro se encogió de hombros, luego una ráfaga de verde se
disparó de sus ojos―. Bueno, no te quedes ahí parado. ¡Dispárales!
Morrows, instantáneamente hipnotizado por el poder de su mirada
esmeralda, apunto a los hombres. Ellos abandonaron su formación y saltaron tras
varios autos mientras Morrows les disparaba con robótica obediencia.
Ya había tenido suficiente. Saqué la daga de mi bota y la giré rápidamente,
haciéndola chocar contra el pecho del vampiro. Él me agarró, con los colmillos
fuera cerca de mi garganta, pero la fuerza en su agarre y la luz en sus ojos se
desvanecieron mientras yo retorcía la cuchilla varias veces. La plata en el corazón
era la kryptonita de los vampiros.
Él cayó a mis pies mientras las puertas del bar se abrían de golpe. A los
mirones se les abrían los ojos con la visión del policía que todavía disparaba a las
oscuras figuras que se habían cubierto tras los autos. Le di al oficial una mirada
irritada y saqué más cuchillos de mis botas, mucho más cortas que la daga de
veinte centímetros con la que ensarté al chico colmillos. Estas eran suaves
curveadas cuchillas de plata, sin empuñadura, perfectamente balanceadas. Se las
lancé de golpe a Morrows, enterrándoselas en el nervio braquial de su brazo. El
arma cayó de su mano mientras gritaba. Antes de que tuviera oportunidad de
recoger el arma con su otra mano, salté frente a él y lo golpeé a un lado de su
cabeza. Cayó redondo.
Luego marché hacia el hombre que salió de detrás de uno de los autos
cercanos. Se sacó el casco, revelando cabello negro hasta los hombros recogido en
una coleta.
―¿Qué te he dicho sobre mantener el perímetro limpio, Juan? ―le pregunté
rechinando los dientes.
Él tragó.
―Pero… parecía que estabas en peligro, querida.
Apreté los puños. No fue por el apelativo cariñoso; Juan siempre estaba
llamándome con ellos, pero usualmente lo hacía mientras seguía órdenes. No
mientras tomaba los asuntos en sus propias manos en una idiota y equivocada
forma de caballerosidad que por poco hace que asesinen personas.
―Cat. ―Otro de los hombres vestidos de negro se acercó, también sacándose
el casco―. Tus ojos.
Cierto. Tomé una respiración, forzando a bajar el surgimiento de adrenalina
que había tocado mis inhumanos rasgos. Para el momento en que parpadeé, sabía
que el brillo verde se había ido de mi mirada y mis ojos eran de su normal color
gris de nuevo. Años de práctica habían perfeccionado el control de mis partes
vampíricas.
La mayor parte de las personas estaban felizmente ignorantes de la existencia
de los vampiros. Era mi trabajo mantenerlo de esa forma mientras los protegía de
los más revoltosos miembros de la sociedad no muerta. No había pedido este
trabajo, había sido forzada a él por mi herencia. Tampoco había pedido eso.
Gracias, papá, pensé mordazmente. Un día te encontraré. Y luego te asesinaré por violar
a mi madre.
Podrías decir que tenía problemas familiares.
―Lleven a estas personas dentro de nuevo y contengan el área ―ordenó mi
segundo al mando, Tate. Más cascos se desprendieron mientras el resto del equipo
obedecía. Los cascos tenían filtros infrarrojos especialmente diseñados para
bloquear noventa y nueve por ciento de la mirada brillante e hipnotizadora de un
vampiro. ¿Cuál era el propósito restante del casco? Bueno, había salvado más de
unos pocos cráneos de romperse tras un tiempo de vuelo improvisado. Los
vampiros eran lo suficientemente fuertes como para lanzar autos si querían. ¿Los
humanos? Ellos podían ser lanzados aún más lejos.
Mientras Tate se aseguraba de que los espectadores fuesen apresurados a
entrar de nuevo, otros miembros del equipo fueron a llevarse el cuerpo del
vampiro. Yo regresé mi atención a Juan.
―Esta fue tu primera vez comandando una operación táctica, ¿y qué fue lo
que hiciste? Permitiste al oficial de policía entrar al área de contención donde
estaba con el vampiro. Después trajiste al equipo de su escondite para confrontar a
dicho policía. Y luego no intentaste neutralizar a dicho policía cuando empezó a
disparar a todo el lugar. Mi Dios, Juan, lo único que te faltó hacer fue encender
bengalas mientras llamabas a los medios.
―Estabas justo detrás del policía, querida. No quería arriesgarme a que te
disparara ―dijo Juan, defendiéndose. Su acento hispano era más espeso de lo
normal, una señal clara de que estaba en ello.
―¿En serio? ―me burlé―. Has estado en este equipo por tres meses, ¿y aún
crees que no podría moverme a tiempo?
―Por favor. Eres rápida, pero no tan rápida.”
―Juan. ―No lo zarandeé, pero estaba tentada―. No conseguí ser líder de
este equipo por hablar dulcemente al funcionario secreto correcto de gobierno. Lo
conseguí por mi alto conteo de cuerpos no muertos. Ahora no vuelvas a
desobedecer órdenes de nuevo, o lanzaré tu culo fuera de este equipo. ¿Estamos
claros?
Él sonrió.
―Claros como el cristal, Gatita…
A esa única palabra, todas las emociones que había enterrado los pasados
quince meses regresaron rugiendo a la superficie. En una oleada de dolor, arrojé a
Juan hacia atrás. Demasiado fuerte; olvidé controlar mi fuerza. Él abolló el auto en
el que aterrizó. Luego su cabeza se estrelló contra el concreto cuando golpeó el
suelo.
Tate oscilaba alrededor mientras me daba una mirada incrédula. Igual que los
otros miembros del equipo que aún estaban fuera.
Me sumí en la culpa, resistiendo la urgencia de correr hacia Juan y revisarlo.
Él estaría bien, le daría algo de sangre de vampiro más tarde para asegurar eso.
Pero por ahora… mejor que los chicos pensaran que era una bruja sin corazón que
mostrarles debilidad y acrecentar su preocupación de que no era lo
suficientemente dura para ser su líder.
―Detesto ese sobrenombre ―fue todo lo que dije―. Ahora tal vez Juan lo
recordara.

Caminé atreves del cementerio, sin necesitar que la brillante luna


disminuyera la oscuridad para mí. Había lapidas desmoronándose con
inscripciones desvanecidas grabadas en ellas a mi alrededor. Un gran árbol de hoja
perene en medio del cementerio. A varios metros de distancia, un árbol lleno de
cicatrices se extendía sobre un acantilado como un fantasma inclinado sobre el
borde de la eternidad.
Miré alrededor con indiferencia deliberada, detectando que ya no estaba sola.
Una ráfaga de aire cargado parecía acariciar mi espalda, anunciando la
aproximación de un vampiro. Ven más cerca, pensé, apretando mi agarre del
cuchillo en mi bolsillo.
El vampiro vino hacia mí desde atrás tan silencioso como una sombra. Esperé
hasta que casi pude sentir el roce de su mano en mi piel antes de girar
rápidamente, mi cuchillo alzado para atacar. Luego vi su rostro… y mi arma cayó
al suelo.
―Bones.
Su cabello parecía casi blanco bajo la luz de la luna, y esos profundos ojos
marrones se trabaron en los míos.
―Me dejaste ―murmuró, pero la acusación en su voz pudo muy bien ser un
grito.
Deje caer la mirada.
―Yo… yo tenía que hacerlo.
Él se rio, bajo y mordazmente.
―¿En serio?
Trate de llegar a él, una puñalada de dolor me recorrió cuando se retiró.
―La ley me perseguía, otros vampiros nos seguían a ambos, y luego la
versión del FBI del escuadrón fantasma se dio cuenta de que no era totalmente
humana. Habrías estado en demasiado peligro tratando de esconderme a mí y a mi
madre. No podía dejarte morir, Bones.
―No me diste elección ―disparó devuelta, sus ojos destellaban verde―. Me
dejaste con solo una sangrienta nota. ¿Cómo pudiste hacerlo? Decías que me
amabas.
―Lo hago ―dije con la voz quebrada.
Bones me tomó de los hombros, acercándome más.
―Te dije que te encontraría si corrías de mí, Gatita. Lo he hecho, y nunca más
huiras de mí, ¿lo entiendes? Dilo.
Lo mire fijamente con el corazón roto.
―No puedo.
Él empezó a desvanecerse. Yo me aferré a él, pero era como si él se volviera
humo en mis manos. Trataba de agarrarlo desesperadamente, pero entre más lo
apretaba, más se desmaterializaba.
―Bones ―grité, de pronto dispuesta a decir cualquier cosa, hacer cualquier
cosa, para mantenerlo conmigo―. No me iré de nuevo, lo prometo. ¡Te amo, por
favor vuelve…!
El suelo se alzó para golpearme y desperté en el piso de mi recamara. No
había cementerio, ni luna, ni Bones. Solo yo atormentándome a mí misma con otro
sueño sobre él.
―Maldita sea ―murmuré, el corazón me golpeteaba. Debí caer de la cama
durante mi sueño, persiguiendo a alguien a quien nunca podría tener. Tras
haberme ido por más de un año, debería de tener un mejor control de mis
emociones, pero no lo tenía. No, aun extrañaba a Bones con el mismo desgarrador
dolor que tenía el día que lo deje.
Una cosa se podía contar como ayuda. Me duché, luego me vestí y fui al
trabajo. El recinto militar que Don había renovado recientemente estaba a treinta
minutos de mi casa. Para el momento en que me puse de camino, usualmente
llegaba a la hora del almuerzo. Era mi sangre de vampiro lo que hacía que las
mañanas no fueran lo mío, además podías decir con seguridad que la mayoría de
mis actividades del trabajo se llevaban a cabo en la noche.
Tras mi obligatoria detención en los tres ―cuéntenlos, tres― puntos de
seguridad que guiaban al recinto, llegue al edificio. La mayor parte de los niveles
se encontraban bajo tierra, completando la imagen de “¡nada extraño ocurre aquí,
gente!” que Don quería proyectar.
Él estaba esperando en su oficina por mí. Era mi rutina parar allí primero, ir a
los reportes de las actividades de la noche pasada, y luego regresar a entrenar al
equipo. A menos que hubiera otra sarta de muertes sospechosas que discutir, por
supuesto. Luego sería volar a la escena de cualquier horrible evento para averiguar
si estábamos lidiando con la ira de humanos contra humanos… o algo más.
La cabeza gris de Don estaba doblada hacia su laptop cuando entre. No se
molestó en mirar hacia arriba mientras me sentaba en la silla frente a él.
―Juan todavía está en medicina, Cat ―dijo a modo de saludo―. Los doctores
dicen que estará inconsciente por otro día.
La culpa me pinchó por mi injustificada reacción al nombre que solo permitía
a una persona llamarme.
―Estaría de vuelta al cuarto de entrenamiento hoy si tan solo torcieras tus
estúpidas reglas. Entre mi sangre y la sangre del cadáver del vampiro de la otra
noche, Juan podría estar como nuevo ―repliqué.
Los ojos de Don eran casi la misma sombra de gris que su cabello.
―No permitiré que los hombres se vuelvan descuidados porque crean que la
sangre de vampiro los vuelve invencibles. Y no los tendré volviéndose adictos a los
otros efectos que tendrá en ellos.
Don creía que los vampiros eran malvados, simple y llano. Si no fuera por mi
utilidad a su operación, estaba bastante segura de que Don estaría feliz de verme
muerta. Una plaga menos en la sociedad y todo eso, considerando mi linaje mixto.
Me encogí de hombros.
―Tu llamada, jefe, pero luego no me culpes porque tienes miedo de usar los
recursos que tienes disponibles.
―¿Cómo está tu madre? ―preguntó Don, cambiando el tema.
Lo miré con el ceño fruncido. Chico, iría por los golpes bajos.
―Bien, gracias. Dice que te extrañó en su última fiesta del orgullo de los no
muertos.
Una débil sonrisa tocó sus labios. Don sabía que mi madre era aún más
prejuiciosa contra los vampiros de lo que él era.
―Tenemos un posible caso que quiero que revises ―dijo Don, volviendo al
tema de los negocios―. Aquí hay varias copias de los expedientes, microfilm de
los periódicos y disquetes para revisar. ―Empujó un pesado sobre manila a través
de su escritorio para mí―. Quiero tu informe para mañana sobre si crees que hay
algo sobrenatural envuelto.
―¿Cuál es el apuro? Si me tienes clasificando viejos films de periódicos y
disquetes en lugar de cuerpos frescos, ¿por qué no tengo más tiempo para hacer
una evaluación apropiada?
Don me dio una delgada sonrisa.
―Solo ten el reporte listo cuando vengas mañana.
Me puse de pie. Qué mal para él que no especifico a qué hora mañana,
porque estaba sintiendo un empezar tardío venir.
―Como digas, jefe.

Tras un día de hematomas y hacer correr a mi equipo por ejercicios


escalonados y combate mano a mano, dejé el recinto a las diez. Se me ocurrió que
no había comido nada, así que, en lugar de dirigirme directo a casa, me detuve en
un lugar de comida rápida. Hacía frío afuera, pero a pesar de eso, decidí comer mi
hamburguesa y papas, sentada en una banca cerca de un parque en lugar de en mi
carro. Era tan raro estar fuera en la noche a menos que estuviera cazando algo.
Incluso más raro estar sin alguien de mi equipo espiándome.
Don no sabía que podía oír a los equipos que me puso y el débil click en mi
teléfono que revelaba el alambrado extra. Él sabía mucho sobre mis inhumanas
habilidades, pero le retuve unas cuantas cosas. Como qué tan lejos mi rango de
audición se extendía de verdad. Yo no estaba planeando nada intrincado a pesar
de la desconfianza de Don, pero algunas cosas era mejor dejarlas sin revelar. Don
se había relajado un poco en los pasados meses, para darle crédito. Ahora
solamente era seguida unas pocas veces en la semana en lugar de cada día.
Mastiqué la salada bondad de mis papas fritas y me pregunté por millonésima vez
qué era lo que estaba haciendo Bones en ese momento. Sea lo que fuera, esperaba
que estuviera bien. Él podría estar no muerto, pero eso no lo hacía imposible de
matar, en su línea de trabajo, mucha gente lo quería marchito. Por favor, Dios,
mantenlo a salvo, pensé. Permítele entender por qué hice lo que hice y que no me odie por
ello. O déjalo odiarme si eso lo hace feliz. Tan solo déjalo estar bien.
Un grito ahogado se estrelló en mi cabeza. Posicioné mi mirada en su
dirección, moviéndome hacia el sonido. Allí. Tras el grueso grupo de árboles cerca
de cien metros dentro del parque. Saqué uno de los cuchillos de plata que siempre
mantenía en mi chaqueta, ocultos en mis mangas.
―¿Alguien está herido? ―grité. Tal vez el ruido era el apagado grito de
pasión durante una cita clandestina. O algo más de naturaleza humana. Me deslicé
más cerca.
No hubo respuesta a mi pregunta excepto el sonido de sorber. Conocía ese
sonido.
Cuando irrumpí atreves de los árboles, el vampiro ni siquiera levantó la
cabeza del cuello de la chica.
Dos cosas se registraron en mí al instante. Él no se está alimentando para tener
un bocado inofensivo, sus dientes estaban hundidos demasiado profundos. Y ni siquiera se
molestó en ponerla bajo hipnosis.
Los ojos muy abiertos de la chica se encontraron con los míos, suplicando
silenciosamente. Esto no era un intercambio de sangre consensual. Si lo hubiese
sido, me habría dado la vuelta y caminado lejos, igual que lo había hecho muchas
veces antes. Esto era diferente, como sea. Era un intento de asesinato.
―Oye, amigo ―dije―. Tengo mejor sabor. Ven a ver.
El vampiro se rio, el sonido se ahogó contra el cuello de la chica. Él no estaba
alarmado. ¿Por qué lo estaría? Yo tenía un latido de corazón, respiraba, y estaba
completamente sola. Ningún no muerto que estuviera bien de la cabeza
encontraría una amenaza en esa combinación… que es por lo que era un perfecto
disfraz.
Su mirada esmeralda perforó en la mía mientras levantaba la cabeza. Bien.
Sus colmillos no estaban más en su arteria donde podían rasgarla.
―Tendré que hacer eso.
Me lancé hacia él en borrosa velocidad. Cara de colmillos ni siquiera tuvo
tiempo de verse sorprendido antes de que mi cuchilla de plata se hundiera en su
corazón. Uno, dos, tres vueltas, y toda la fuerza lo abandonó para bien.
Sabía que me hacía una bruja homicida, pero oh Dios, ¡cómo lo disfrutaba!
Había pocas cosas que me hicieran feliz estos días, pero cambiar el marcador
contra bastardos asesinos como él me hacía sentir que aún había una razón para
vivir. No podía estar con Bones, pero podía salvar a unas pocas personas. Tenía
eso para mantenerme siguiendo.
La chica me miraba fijamente con incredulidad, balanceándose en sus pies.
Una corriente roja fluía de los dos agujeros en su cuello, con un estable y rítmico
bombeo. Le di a ese flujo un rápido vistazo calculador antes de inclinarme y
cercenar la mano del vampiro con una rebanada dura.
Sus ojos se desorbitaron. Antes de que pudiera hacer cualquier cosa estúpida,
como correr mientras su arteria estaba perforada, la sujeté. Luego sostuve el
cortado final de la mano del vampiro contra los agujeros en su cuello, sosteniendo
mi otra mano contra su boca para que no pudiera gritar.
Su corazón era un gran staccato en mis oídos mientras ella forcejeaba. Le di a
la mano libre unos cuantos buenos apretones para sacar la sangre restante de ella
puesto que estaba empezando a marchitarse. Tras un momento, quité el muñón de
su cuello para examinar su herida.
Su sangrado se había detenido y esos dos agujeros de colmillos se habían ido.
Satisfecha, dejé caer la mano cortada del vampiro.
―Funciona como un hechizo ―murmuré. Estúpido Don y sus prejuicios.
Nada, pero nada sana como la sangre de vampiro.
Después quité mi mano de su boca y la dejé ir, estaba a punto de darle mi
ensayado discurso sobre cómo un trauma puede hacer a las personas ver cosas que
no están ahí.
―Era un vampiro, ¿no es así? ―preguntó cómo dándolo por un hecho.
La consideré cautelosamente, preguntándome si esto era el preludio de una
histeria en toda regla.
―Señorita, está confundida. Algunas veces, cuando las personas atraviesan
experiencias traumáticas, la mente les juega trucos…
―Tú seguro le sacaste la mierda matándolo ―me interrumpió―. Quiero decir,
wow. Te debo una cerveza por lo menos.
La miré fijamente con la misma incredulidad que ella me había otorgado más
temprano. La mayoría de las personas tras tener sus cuellos masticados y luego ver
a sus colmilludos atacantes estacados hasta la muerte, estaban bastante nerviosos.
No hurgando en el vampiro muerto con el pie y murmurando que ni siquiera le
compró una bebida antes de tomar una de ellos mismos.
Me moví en mis pies, dividida. El protocolo demandaba que la mantuviera
aquí, llamara al equipo, y dejara a Don arreglar una pequeña sesión de alteración
de memoria entre ella y su equipo altamente calificado, siempre listos hipnotistas.
Después de todo, no podíamos tener personas corriendo alrededor gritando,
“¡Nosferatu!” y reuniendo a los aldeanos, ¿no es así?
―Tengo que hacer esta llamada ―dije―. Remover el cuerpo, reunir la
evidencia… ―¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué estaba admitiendo eso?
Ella asintió como si tuviera sentido y luego se sentó. Su pulso era estable
ahora. Aunque un poco más débil de lo que debía ser. Aun así, unas píldoras de
hierro y descanso y debía estar como nueva.
―¿Este es tu trabajo o algo?
¿Por qué no estaba ella actuando como cualquier otra víctima con la que me
hubiera cruzado, femenina o masculina? ¡Casi es comida por un vampiro! Debería
estar gritando, llorando, o exigiendo hablar con su abogado. Lo usual.
―¿Has estado alrededor de vampiros antes? ―le pregunté suspicazmente.
Eso lo explicaría.
Ella sacudió la cabeza.
―No, esto fue definitivamente una primera vez para mí.
―Entonces ¿por qué estás tan calmada? ―No pude evitar decirlo
bruscamente.
Ella me dio una mirada hastiada.
―Me acabo de mudar aquí de Nueva york y mi antiguo novio era un taxista
allí. ¿Eso responde tu pregunta?
Atrapada con la guardia baja, me reí. Sí, ahora su relativa indiferencia al
descubrir la existencia de los no muertos tenía sentido.
―Soy Denise ―dijo―. ¿Cuál es tu nombre?
Le respondí con el nombre falso con el que iba.
―Cristine.
Ella sonrió. Aunque poco y vacilante, era genuina.
―Cristine, estoy encantada de conocerte.

El sobre color vainilla aterrizó frente a Don. Tomé asiento y apoyé mis pies
sobre el borde de su escritorio. Pocas cosas molestaban a Don tanto como esa, que
era por supuesto la razón por la que lo hacía. No es que me preocupara que me
fueran a despedir. Por Dios, ese era mi sueño.
―¿Te importa? ―pregunto Don ácidamente.
Sonreí.
―Estoy cómoda de este modo, así que ¿por qué?
Me dio una mirada mordaz, pero recogió el sobre y no comentó de nuevo
sobre la ubicación de mis pies.
―Desde que son casi las seis p.m., ¿asumo que hiciste una evaluación
extensiva del material aquí?
Asentí, balanceándome en mi silla tan solo para ver qué tan bajo podía
fruncir el ceño.
―Encontraste una criatura en el asunto, muy bien. Siete notorios esposos
desaparecieron exactamente después de sus bodas, para no ser vistos de nuevo… a
menos que cuentes los miembros al azar.
―Coincidentemente, sus esposas se ven todas como la misma mujer, excepto
el cambio de estilo de cabello y ropas, pero oye, no puedes esperar que la moda se
mantenga por cien años, ¿no es así?
Don se recargó hacia atrás con una expresión satisfecha en su arrugado
rostro.
―Justo como lo pensé. Es un vampiro, alimentándose de esos hombres tras
casarse con ellos.
―No tan rápido ―dije―. Ella no es un vampiro. Es un ghoul.
Don levantó su ceja. Difícilmente tenía un cabello restante al final de esta.
―¿Estás segura?
―Segura como la muerte ―repliqué―. La mayoría de esas fotos son viejas,
ella obviamente fue inteligente como para evitar la cámara a medida que la calidad
se mejoró, pero las más nuevas muestran más detalles. Ella luce exactamente
humana. Sin indicador de claridad de cristal en su carne, así que a menos que esta
chica use la fuente de la juventud para su baño diario, tiene que ser un vampiro.
Don digirió esto. Los ghouls no eran nuestro fuerte en operación,
principalmente porque no eran mi fuerte. Bones me había enseñado todo lo que
había que saber sobre vampiros, ¿pero ghouls? Bones tan solo había cubierto lo
más esencial allí. Es decir, cómo matarlos. Decapitación. Y no partían fácilmente
con sus cabezas.
―¿Qué tanto problema esto representa? ―preguntó Don finalmente.
Me encogí de hombros.
―Por el lado positivo los ghouls no tienen poder en su mirada, así que no
tendremos que preocuparnos por ella hipnotizando a nadie. Pero el resto está todo
del lado negativo. Punto uno, esta chica va solo por hombres. Tú me has puesto en
muchos disfraces, pero a menos que tengas a alguien seriamente talentoso en el
guardarropa, no podre fingir eso. Número dos, no está solamente pescando en
bares buscando por una comida fácil. Va tras hombres ricos que no tienen mucha
visibilidad pública y aún menos familiares. Tres, no solo se los come y corre, se
casa con ellos primero. Estoy asumiendo que es para poner sus manos en sus
herencias, pero lanza una verdadera bola curva en nuestros planes. No podemos
solo revisar los anuncios publicados de compromisos para atraparla antes de que
se coma a su próximo marido.
Don levantó aún más su ceja. Resistí la urgencia de señalarle las tijeras para
que pudiera arreglársela de una vez por todas.
―¿Estás diciendo que no puede hacerse?
Había estado haciéndome la misma pregunta desde que me di cuenta con qué
estábamos lidiando. Por un lado, como Bones habría dicho, teníamos que luchar
las batallas que pudiéramos ganar. Era imposible traer a cada asesino a la justicia
sin importar qué tanto él o ella lo mereciera, así que algunas veces teníamos que
caminar lejos. Vivir para pelear otro día y todo eso. Por el otro lado…
―Implicará una operación a largo plazo del tipo para el que nuestro equipo
no está apropiadamente preparado ―dije tras una pausa―. Pero sí. Puede hacerse.
Don asintió, satisfecho.
―Entonces empecemos.

Los cuarenta y dos miembros de mi equipo me miraron fijamente con varios


grados de sorpresa. No que los culpara. No era como si les preguntara cada día
quién se ofrecía voluntario para ser el chico juguete de un ghoul y ser juguete
masticable.
Don estaba parado tras de mí, una rareza. Normalmente me dejaba dar los
detalles de la misión al equipo sola, a menos que contaras esas sesiones secretas en
las que escogía de quién era el turno de espiarme. Pero en este caso, su presencia
era una muestra de apoyo a mi peligroso, y altamente improbable plan.
―Yo lo haré ―dijo Tate. Su mirada azul oscura se deslizó por los hombres―.
Soy el segundo al mando, así que es mi riesgo para tomar.
Mi opinión de Tate había subido mucho a lo largo de los pasados quince
meses. La primera vez que nos conocimos, creí que Tate era un culo apretado
quien no había tenido un gramo de inspiración desde que era un bebé
decidiéndose entre una teta o la otra. Ahora sabía que Tate era alguien que
caminaría atreves del fuego para salvar a uno de sus hombres si se necesitaba.
Infiernos, la única razón por la que Juan dirigió la última misión fue porque Tate
aún tenía sangrado interno por la última anterior a esa, tras tratar de salvar a un
recluta nuevo. A Tate casi se le ponen las entrañas en su espalda tras un duro
golpe de un no muerto. El recluta murió de todos modos. Una vez que la garganta
de alguien se ha ido, no hay cómo salvarlos. Pero el punto es, que Tate había
tratado.
Sí, Tate era audaz y duro. Que era justo por lo que él no podía ser el
voluntario.
―No ―dije cortamente―. Estás en lo correcto, Tate, eres segundo al mando,
así que el riesgo cae en ti. Pero es el riesgo de dirigir a estos hombres si yo caigo
fuera de combate. No para ser cebo de ghoul en esta misión.
―Juan sería perfecto para esto… una vez que se levante. ―Un recluta
llamado Dave rió.
Hubo más risa incluso mientras me encogía por la culpa por la condición de
Juan. Sí, juan era un verdadero mujeriego, para ponerlo de una forma suave.
Llamarlo vagabundo sería más preciso.
Pensándolo bien, noquear a Juan por un par de días podría hacerle a Juan un
mundo de bien. Pero si no despierta para mañana, me prometí, le daré una pinta de mi
sangre, las reglas de Don pueden condenarse.
Tres más de los hombres se ofrecieron. Espere, pero no hubo más reservas.
Luego le di a los tres chicos una fría, evaluadora mirada. No, Peter no. Demasiado
prejuicioso contra los no muertos; vomitara en la boca del ghoul la primera vez que trate de
besarlo. Jeff, mmm. Es un buen soldado. De mente abierta suficiente para el trabajo
también, pero… oh, olvídalo. ¡Es tan sexy como un sándwich de vegetales!
Eso nos deja a Edward. Era un recluta nuevo, lo que me hacía dudar, pero
actuaba bien en el campo, no tenía un odio patológico hacia los no muertos, y era
lo suficientemente agradable a los ojos.
―Tú, Edward ―fue todo lo que dije.
Él trago saliva y asintió.
―Sí, señora.
Ahora a convertir a Edward en una irresistible carne de hombre que ningún
caza-herencias ghoul podría rechazar…
Capítulo 10
Comienzo original de One Foot in the
Grave

Nota del autor: He mencionado antes que tiendo a sobrescribir mis inicios, y por lo
tanto mucho se corta de ellos después. “One Foot in the Grave” no fue la excepción. En
todo caso, tuve que cortar más de esta novela de lo que corté en el principio original de
“Halfway to the Grave”. En estos capítulos originales, ven mucho más de Cat
interactuando con su equipo. Tate, Juan, Dave y Don se han convertido en una especie de
familia sustituta para ella, y además de eso, ella usaba el salvar a las personas como una
manera de auto medicarse contra el dolor que aún sentía por dejar a Bones. Sin embargo, a
pesar de lo mucho que Cat creció durante los años que ella y Bones estuvieron separados (y
los lectores espabilados notaran la diferencia en estos años de esta versión de la que se
publicó) todavía no había superado su tendencia innata hacia la imprudencia.

―Caballeros. ―La voz de Tate resonó a través de las gruesas paredes detrás
de las que esperaba. Realmente se adentraba en sus discursos―. Todos ustedes
representan lo mejor en su campo en armas, combate, espionaje, o infiltración.
Vienen de diferentes ramas del ejército, El Buró, la CIA e incluso el Sistema de
Justicia Criminal. Caballeros ustedes son lo más rudo que hay. ―Tate hizo una
pausa para efecto dramático. Rodé mis ojos―. Y todos ustedes van a fallar.-
Incluso a través del macizo hormigón y metal, oí un ligero arrastrar de pies
de los hombres ante este anuncio. No debería ser capaz de oír nada, pero mi
audición estaba lejos de ser normal. Diablos, yo estaba lejos de ser normal, como
estos hombres estaban a punto de descubrir. Si Tate se diera prisa ya.
-―Fuera de la veintena de los que entran en esta habitación, sólo esperamos
que unos pocos logren superar la prueba. No retiren cualquiera de su equipo de
protección. Una vez que estas puertas se cierran detrás de ustedes, no se abrirán de
nuevo hasta que el ejercicio haya terminado. Recuerden, la participación es
voluntaria. Cualquiera de ustedes que elija declinar, dé un paso adelante. Esta es
su última oportunidad.
Más pies arrastrándose, pero nadie se acobardó. Por lo general, nadie lo
hacía, no si han llegado tan lejos.
―Hombres ―concluyó Tate, y la alegría en su voz casi me hizo sonreír. Esta
era su parte favorita―. -Ustedes tienen un solo objetivo en este ejercicio. ¡Derrotar
al enemigo!
Las puertas se abrieron para revelar una gran habitación cuadrada forrada
con relleno de arriba a abajo. Tal aislamiento permitía que las sesiones de
entrenamiento fueran más largas, pero de alguna manera yo no creía que fuera
apreciado por completo.
Hubo un silencio impresionado. Tate estaba sonriendo ahora. Mis otros dos
capitanes, Juan y Dave, llevaban sonrisas similares.
Uno de los reclutas potenciales miró a ellos en confusión.
―¿Señor…? Hay, um, nada aquí, excepto una mujer, señor.
Bueno, punto para él por decir lo obvio.
―Lección uno, soldado ―dijo Tate con firmeza―. No crean por un momento
que porque algo parece inofensivo es inofensivo. ¿Cuál es el problema con ustedes
soldados? Ella es el enemigo. ¡Derroten al enemigo!
―Vengan por mí, muchachos ―me burlé, ansiosa por empezar.
Un bramido colectivo surgió del grupo, mientras se lanzaban contra mí.
Cuando los primeros pocos se acercaron lo suficiente, simplemente empecé a
lanzarlos al aire. Había sonidos apagados de cuerpos golpeando contra las paredes
acolchadas, seguido de gritos de sorpresa. Uno tras otro, los tiré, hasta que los
veinte habían experimentado la alegría dudosa del vuelo.
Los hombres que rodaban por el suelo me miraron con incredulidad.
Supongo que no habían pensado que una chica de metro setenta con una
estructura media podría tirarlos a través del cuarto.
―Cat ―llamó Dave―. Enséñales a estos despojos cuál es la lección número
dos.
Para demostrar, agarré el soldado más cercano y rápidamente le rompí la
nariz. Ocurrió tan rápido que estaba sangrando antes de que supiera que me había
movido.
―La lección número dos, es tomar cada golpe sucio.
Alguien murmuró:
―¿Viste eso? ―Como si necesitara confirmación. Tiempo para la tercera
instrucción.
―Y la lección tres es tomar cada golpe bajo.
Una dura patada en la ingle de uno de los hombres le hizo bramar de dolor.
Muecas de dolor compasivas aparecieron en todos los rostros masculinos. Aquel
cuyas bolas fueron jodidas rodaba en el suelo, enroscado alrededor de sus partes.
―Pero la más divertida es la lección cuatro. Siempre, siempre patear a
alguien cuando están abajo.
Para puntuar el punto, retrocedí mi pie y lo clavé en el mismo pobre recluta,
sintiendo tres de sus costillas romperse con el contacto.
―¡Vamos por la perra! ―gritó alguien.
Si tan sólo tuviera un centavo por cada vez que he oído eso.
La lucha comenzó en serio y duró diez minutos. Después de todo, las
cámaras estaban rodando. Me habían criticado antes por ser demasiado rápida y
no dejar suficiente material. Mi jefe, Don Williams, siempre se quejaba de algo.
Cuando todo terminó, todos los reclutas potenciales estaban o inconscientes o
agitándose en el suelo. Mis tres capitanes, Tate, Dave, Juan y yo seleccionamos a
través de ellos para elegir a los nuevos miembros.
―No, no ese no. Se mojó a sí mismo. Gracias a Dios estas alfombras son
lavables.
Empujé al siguiente en la cara con el dedo del pie y obtuve una mirada
asesina inyectada en sangre a cambio mientras el hombre me daba una palmada en
el pie.
―Ese. ―Juan asintió al hombre a mis pies.
Un asentimiento mío mandó a personal especializado a recuperarlo.
―¿Qué pasa con él? ―preguntó a Dave cuando llegamos a uno que ni
siquiera se inmutó. Había sido arrojado por el aire siete veces antes de quedar
inconsciente.
―Buena elección ―le dije―. Él sólo seguía volviendo. ―Otra sacudida de mi
cabeza y él también fue acarreado.
―Jodido monstruo ―susurró una voz baja.
Caminé hacia su dirección. Los otros no lo habían oído, pero me siguieron.
―¿Estás seguro de que quieres estar diciendo eso? ―pregunté mientras
molía mi tacón en su golpeada caja torácica, obligando a un silbido de aire a salir
de él. Ojos marrones me miraron con furia desde una cara que parecía de mulato.
―Jódete ―escupió el hombre.
Me volví hacia Tate.
―Oh, me gusta este ―le dije―. Él lo hará.
Tate rió su acuerdo y Boca Repugnante se fue lejos, maldiciéndome todo el
tiempo.
―¿Alguien más? ―Miraron a su alrededor mientras me tronaba la espalda
para aliviar una torcedura―. Correcto, entonces. Tres. Bueno, eso contrarrestará la
pérdida por lo menos.
No habíamos tenido un mes excepcional. Uno en nuestra unidad había
muerto una muerte espantosa. Dos más abandonaron justo después, incapaz de
manejar el horror de ser testigo de ello.
―Esperemos que duren ―añadió David.
Me encogí de hombros.
―Ya veremos. Jugamos la mano que nos dan. ―Oh, si supieran quién me
había enseñado la mayoría de los consejos que ahora dispensaba―. Me voy a las
duchas. Tengo sangre en mi cabello.
La sangre era sólo unos tonos más oscuros que mi cabello en sí, que era de un
rojo carmesí puro. Junto con mi piel y mis ojos gris pálido, me veía exactamente
igual que mi padre, o eso es lo que mi madre había dicho. No lo había querido
decir como un cumplido.
Juan y Dave se despidieron, pero Tate caminó conmigo. Tenía una sonrisa
lejana en su rostro.
―¿En qué estás pensando?
―Estaba recordando el día en que nos conocimos. Cada vez que veo las caras
de los reclutas cuando esas puertas se abren, me recuerda a mí mismo. Cuando
Don me dijo que eras más que un humano, no le creí. No hasta que me rompiste el
brazo y amenazaste con volarme los sesos con mi propia arma.
Una punzada de dolor pasó a través de mí que cuidadosamente oculté. Tenía
vívidos recuerdos de ese día también, pero no de él. No, no de él.
―Si rememoras un poco más recordarás que estabas a punto de dispararme
―señalé―. Sólo me estaba defendiendo. Ahora en cuanto a Don, bueno, está bien.
Rompí sus rodillas por despecho.
―No puedo creer que hayan pasado seis años ―se maravilló Tate―. Don
pensó que te volverías contra nosotros, y que tendría que matarte antes de seis
meses.
―Voy a tener esto en cuenta cuando compre su próximo regalo de Navidad.
―Mi voz era seca, pero esto no era nuevo para mí.
―Bueno, tienes tiempo para sostener ese rencor. Será mejor que le beses el
trasero en su cumpleaños en abril.
Llegamos a mi vestuario. Debido a mi género, el mío era independiente. Yo
era la única mujer en nuestra unidad. Don una vez había dicho que no quería
ningún "conflictos de interés" interno, pero pensé que estaba siendo un cerdo
machista.
―Si te hace sentir mejor, pensé muy poco de ti también cuando nos
encontramos por primera vez. ¿Quién sabría que serías con el que contaría más?
Tate sonrió.
―¿Quién sabría que serías la más valiente, mala y perra con la que jamás
había servido? Me alegro de que no me dispararas. Me lo habría perdido.
Le devolví la sonrisa.
―Me alegro de que no te disparara también, porque probablemente estaría
muerta si lo hubiera hecho.
Él se rió de eso.
―No, no lo estarías. Sólo soy lo suficientemente bueno como para derribar a
los que son demasiado fáciles para ti. Haces todo el trabajo duro.
Negué con la cabeza, pero no respondí a medida que iba dentro. No entendía.
Si no fuera por él, Dave, y Juan, habría renunciado hace años.
No era fácil ser una casualidad genética. A todos los que dicen que no hay
cosas que asustan en la noche, les digo que echen un vistazo más de cerca. Mi
madre no creía en vampiros, tampoco, hasta que una cita a ciegas tomó un
horrible y dentado giro. Ese vampiro no solo la mordió, también la violó, y luego
de varios meses más tarde ahí estaba yo. Decir que tuve una infancia extraña era
decirlo suavemente. Ni siquiera había sabido por qué yo era diferente hasta que
cumplí dieciséis años y mi madre me dijo la verdad acerca de mi padre. Sobre la
única cosa que no había heredado de mi viejo y muerto papá eran dientes
puntiagudos y la necesidad de una dieta líquida.
Don me encontró a los veintidós años cuando tuve a un pequeño problema
con la ley. Ya sabes, las cosas juveniles habituales. Matar al gobernador de Ohio y
varios de sus colaboradores, pero bueno, ellos se lo buscaron. Después de que fui
arrestada, mis informes de patología inusuales me delataron por no ser totalmente
humana. Don me quebró para liderar una rama de su oficina de "Seguridad
Nacional " por darme la oferta por excelencia que no podía rechazar. O amenaza
de muerte, para ser más exactos. Había tomado el trabajo. ¿Qué otra opción tenía?
Capítulo 11
Cuando Cat conoce a Belinda, alias
Sunshine

Nota de la autora: Algunos lectores podrían recordar que Belinda fue uno de los
vampiros que Don había mantenido cautiva en el complejo así sus científicos tendrían un
suministro estable de sangre de vampiro en orden para hacer Brams. Los lectores también
podrían recordar que Bones tenía una historia con Belinda, y Cat no estuvo feliz cuando
averiguó sobre eso. La escena donde Cat primero atrapo a Belinda fue en la versión original
de One Foot in the Grave, pero término siendo cortada porque pensé que los lectores
preferirían tener a Bones apareciendo en la página más pronto que ver a Cat en otra cacería
con su equipo. Como sea, amé las interacciones de Cat con Tate, Juan, Dave y el resto de su
equipo, así que estoy contenta que guarde esto en un archivo en lugar de borrarlo
completamente.

Don estaba en su oficina y fui directamente allí. Él era mi primera parada


cada día. La rutina era que era informada en cualquier inteligencia y luego yo la
compartía con mis líderes de equipo Tate, Dave y Juan.
Don levanto la mirada de su computadora cuando entré.
―Cat. Buenas tardes.
Miré al reloj. Sí, era después de las doce ya.
―Don. ―Sin invitación me senté y estiré mis piernas. Él me miró cuando
puse mis pies en el asiento opuesto a mí, pero no dijo nada. Tuvimos la
conversación sobre el pie en el mobiliario muchas veces antes, y él finalmente se
rindió.
―Noticias llegaron anoche de algunas muertes relacionadas en Phoenix.
Muertes con extrañas heridas en la garganta, pérdida de sangre pero ninguna
sangre en la escena. La policía cree que fueron asesinadas en alguna parte más y
los cuerpos fueron botados. Sin necesidad de decir, estoy en desacuerdo.
―¿Qué piensas? ¿Uno o más vampiros? ―La pérdida de sangre solo
significaba no ghouls o comedores de carne. Ellos dejaban cuerpos muy distintos
detrás cuando estaban demasiado llenos para comer todo.
Dron frunció el ceño.
―Más que uno. El área es justamente estrecha, pero allí hay demasiado para
que solo un vampiro esté alimentándose. Mi suposición es que descubrirás un
nido. Vamos a ponerlo fuera de negocios.
Bostecé pero no cubrí mi boca. Algunas veces hacía cosas como esa solo para
agravarlo. Como los pies. Incluso aunque había superado mi resentimiento de él,
un pequeño diablo dentro de mí disfrutaba molestarlo. Ver su cara oscurecida
hacía que todo valiera la pena.
―¿Estoy manteniéndote despierta, Cat? ―Allí definitivamente había un
borde en su tono.
Hice caso omiso de la pregunta.
―¿Están los tres reclutas de ayer remendados? ¿Listos para más
entrenamiento hoy?
Eso hizo a Don inclinarse hacia delante con más entusiasmo. Era la única cosa
que siempre lo pondría de buen humor.
―Les fue dadas transfusiones inmediatamente después de removerlos de la
Habitación de la Ruina. ―Ah, el lindo apodo que les dieron al lugar donde los
potenciales me conocían primero. Alguien aquí tenía sentido de humor―. Esa
última cepa que trajiste fue un suministro decente. Con algo de suerte, esta noche
puedas obtener más. Estamos corriendo bajos los niveles con los que estoy
cómodo.
―Sin mí ni siquiera sabrías con qué niveles estás cómodo, Don. ―En eso
había probado mi valía en oro. Antes de mí, ellos nunca sabrían incluso que la
sangre de vampiro sanaba.
Seis años y un equipo de brillantes científicos después, ellos filtraron a través
de los componentes de sangre no muerta y llegaron a formas para preservarla.
Ahora el equipo y cualquier recluta eran remendados en un día o así, cortesía de
los vampiros que traía de regreso vivos para ser donadores temporales. La parte
difícil era que solo los más jóvenes eran fáciles para dañar lo suficiente y
transportarlos sin matarlos. Allí había una desventaja. Entre más jóvenes eran, más
débil era el poder en su sangre. Los más viejos eran más potentes. Especialmente si
era un maestro vampiro. Esos eran extremadamente difíciles de traer dentro vivos.
Diablos, era suficiente un trabajo matarlos. Don salivaba al pensamiento de un
antiguo, vampiro fuerte en su custodia. Podría concentrar el suero en la sangre y
estirarla diez veces más.
―Has cumplido tu parte de nuestro acuerdo admirablemente.
Eso causo que lo mirara dos veces. Era la forma más alta de alabanza que
jamás me había dedicado.
―¿Estás sintiéndote bien, Don? ¿No estás borracho, o sí?
Otra sonrisa delgada apareció en su rostro, que estaba arrugado por sus años.
―No, solo recordando el día que te trajimos dentro. En mis más grandes
imaginaciones no pensé que esto resultaría así de bien.
Bufe groseramente.
―Síp, Tate mencionó eso ayer. Nostalgia debe estar en el aire alrededor de
aquí. Él dijo que tú estabas seguro que lo tendrías disparándome dentro de un año.
Don se encogió de hombros. Podríamos haber estado discutiendo el
almuerzo.
―No confiaba en ti. Estás llena con salvaje poder sin comprobar. Pensé que
tratarías de huir en tu primera misión y advertir a los vampiros sobre nosotros.
Tate sabía qué hacer si eso sucedía.
Ahora empujé mi pie fuera de la silla y me puse de pie. Estos eran
demasiados viajes por la línea de recuerdo para mí.
―Mantengo mis promesas. Si no sabías eso entonces, deberías haberte dado
cuenta ahora. Me voy a la unidad de ejercicios para encontrarme con los chicos.
¿Cualquier cosa más que debería saber sobre esta noche?
―Solo que te vas en cinco horas. Con el cambio de horario allí nos conseguirá
dos horas extras para prepararnos. Oh, y una cosa más. La última persona vista
viva con las cinco víctimas era una mujer. Parecía muy amistosa con ellas. Puedes
revisar el resto de la información en el avión. Trata de traer el menos uno vivo.
―¡Señor, sí, señor! ―Mi mano se levantó a un saludo burlesco y él gruñó de
nuevo.
Tres miradas sucias en treinta minutos. Tal vez hoy sería un buen día.

La sala de ejercicios era más que un gimnasio. Era una extravagancia de una
carrera de obstáculos, completo con cuerdas para balancearse, caída de escombros,
suelo que se movía bajo tus pies, y montones de espacio para correr. Bones me
había entrenado en una cueva y en los bosques. Esta era una versión más moderna,
pero los mismos principios se mantenían. Conducir un recluta hasta que se
desmayé, entonces despertarlos y empujarlos más. El campamento de Boot era una
crucero de placer comparado a esto, o así me habían dicho en un profano y
explicito lenguaje en numerosas veces. Cuando entré, vi a Tate y Juan regañando a
un soldado exhausto desde ayer. Oh sí, el de la boca sucia. Incluso aunque yo
estaba a la distancia de un campo de fútbol y había un enorme ruido de la
actividad, escuché cada palabra claramente.
―¡Tú no estás parando, Cooper! ¡De regreso a las cuerdas! Si piensas que
estamos siendo rudos contigo, solo espera a que Cat venga. Ella te hará desear
tener tu biberón y tu cobijita.
La voz de Tate cortó a través de la conmoción y Cooper, obviamente su
nombre, jadeaba fuerte.
―No creo esta mierda. No lo creo. Ayer veinte de mis huesos fueron rotos, y
hoy estoy corriendo un jodido maratón. Vampiros, ¿quién en el mundo lo
adivinaría?
―Nadie, amigo, y esa es la forma en que se queda. ¿Crees que estás
asombrado ahora? Mira cómo te sientes cuando uno de ellos venga por tu
garganta. Estarás contento por tus esfuerzos aquí. Salvaran tu vida después.
Tate hablaba por experiencia. Él había estado en al menos unas cien misiones
conmigo y estado comatoso sobre una docena de veces para exhibirlo. Él era un
humano difícil. Sin los beneficios recuperativos de la sangre que había cosechado,
habría estado muerto hace años. Al menos algo bueno había venido de dolor.
―¿Y ellos me dicen que esa perra es mitad de ellos? Cómo puedes seguir un
jodido…
La oración abruptamente terminó con el puño de Juan en su cara. Cooper
cayó a sus rodillas. Juan era bastante dulce también.
―Nadie habla sobre Cat de esa forma enfrente de mí. ―El acento español
parecía enfatizar la declaración.
Cooper lo miró boquiabierto.
―¿Por qué? Ella está a cargo, pero tú debes vigilar su espalda. Un día ella
podría romperse.
Juan sacudió su cabeza en una diversión irónica.
―Sí, vigilamos nuestras espaldas si estamos inconscientes. Ella ha arrastrado
mi trasero medio muerto fuera de demasiadas casas de horror, no puedo siquiera
contarlas. Cuando ella va de nuevo dentro de un lugar lleno con vampiros para
sacar tu cuerpo ignorante, pararas de insultarla también.
―Eso nunca sucederá. Sin importar lo que digas, ella es un fenómeno.
―Oye, jodido tonto, ella puede escucharte. ―Tate hizo señas en mi dirección
y saludé.
―Mierda. Nadie puede escucharnos desde esa distancia en este jaleo ―dijo
Cooper con absoluta convicción.
Chico, él tiene un montón para aprender.
Juan le sonrió.
―Vamos, susúrrame algo, y cuando nos alcance, ella te lo repetirá. Puede
escucharte desde un kilómetro de distancia. Diablos, si te tiras un pedo, ella lo oirá
antes de que cualquiera lo huela.
Oh, encantador. Juan tenía una manera con las palabras.
―Está bien, jugaré. ―Cooper se inclinó y susurró a Juan, quien asintió y me
miró expectante. Ellos amaban exhibir mis habilidades.
Camine hacia ellos, y Cooper me miro en desafío.
―No estás circuncidado ―anuncié. Divertido lo que las personas pensaban
decir.
Tate y Juan se rieron a la expresión asombrada en el rostro de Cooper.
―De ninguna jodida manera ―jadeó Cooper.
Le arqueé mi ceja.
―Oh, muy jodida manera. Ten respeto por los fenómenos alrededor de ti. Al
minuto que no lo hagas, uno te romperá en pedazos. Créeme, lo he visto.
―Diablos, lo había hecho, pero esa era más información de la que él necesitaba
justo ahora―. Tate, Juan, consigan a Dave y encuéntreme afuera. Estamos
encendidos esta noche.
―Hora del espectáculo ―murmuró Tate.
Juan gruñó en una decepción burlesca.
―¡Me perderé mi programa de nuevo!
―Grábalo como una persona normal ―lancé sobre mi hombro mientras me
iba.
Cuando estuve lo suficientemente lejos para que incluso Tate pensara que no
podía oírlo, se dirigió a Cooper de nuevo.
―Una cosa más. Consejo de seguridad crítico. Lo que sea que hagas, nunca la
llames Gatita.
―¿Por qué no? ―Cooper sonaba intrigado.
―Tomaré esa. ―Juan intervino, con menos seriedad en su tono―. Porque si
lo haces, cuando despiertes tres días después… todo aún dolerá.

Después, cuando les expliqué la misión de esta noche, el rostro de Juan


parecía el de un niño en la mañana de Navidad cuando se confrontaba con una
pila de regalos.
―¿Estás diciéndome que vamos tras una vampiro lesbiana? Cat, si me dejas
observar, ella puede chupar toda mi sangre como diversión. Moriré como un
hombre feliz.
―Esto es serio ―espeté. Juan y su perpetua erección. Si no fuera tan buen
luchador, lo habría matado yo misma para ahora―. Sobre una docena de mujeres
están muertas, ¿recuerdas?
―¿Vas a ser el cebo o el gancho esta noche, Cat? ―pregunto Dave.
Era un alivio cambiar el tema de las fantasías de Juan.
―Con suerte ambos. Si ella ya ha elegido su regalo para la noche, veré si
puedo ir sobre eso. Si no, la seguiremos. Necesitamos encontrar el nido.
Probablemente hay unos pocos vampiros, juzgando la cuenta de cuerpos.
―Un trío. ―Juan suspiró en éxtasis.
―Juan, lo juro. Si lo jodes esta noche, empujaré tu arma en tu trasero y
dispararé. ¿Me entiendes?
―Alto y claro, querida. ―Sonrió, sin arrepentimiento como siempre. Tenía
lastima de la pobre tonta quien alguna vez se casara con él.
―De acuerdo, entonces. Tate, recogerá diez hombres más; necesitaremos un
equipo sólido. Don quiere otro relleno en su suministro de sangre vampiro.
―Odio embolsarlos y etiquetarlos ―murmuro Dave.
Yo lo hacía también. Así es como perdimos el último miembro de nuestro
equipo. Uno de ellos fue descuidado por un instante. Antes de que cualquier cosa
pudiera ser hecha, su garganta estaba faltando. Incluso yo no podía arreglar eso.
―Tenemos la nueva capsula, Dave ―le recordé, orgullosa de mi contribución
a su invención―. Ese error no sucederá de nuevo.
―Vamos a esperar que no ―murmuró Tate.
Justo antes de que fuera a abordar el avión, me detuve en la oficina de Don.
Él pareció sorprendido de verme. Normalmente una visita al día era suficiente
para ambos a menos que algo mayor sucediera.
―Don, necesito que me hagas un favor.
Su frente se arrugó. Esas eran palabras que nunca había escuchado de mí.
―¿Qué es?
―Um, si no regreso esta noche, adopté una gatita. ¿Te asegurarías que vaya a
un buen hogar? ―Odiaba el sonido tan patético, pero mi madre odiaba los gatos y
Denise era alérgica.
Su expresión se tranquilizó en una sonrisa. Claramente había esperado algo
más involucrado.
―Por supuesto. Pero no voy a necesitarlo. Serás magnifica, como siempre.
―Sí, bueno, el día eventualmente vendrá cuando esté contra alguien más
magnifica.
―No tú ―dijo con confianza―. Eres única. Lo supe desde el momento que te
vi.
Y me llevaste lejos de Bones. Profundo en mi corazón, nunca lo perdonaría por
eso. Aun lo haría de nuevo y lo sostendría.
―Te veo luego, Don, si mi trasero aún apunta al suelo.
―¿Disculpa?
Sonreí.
―Una expresión australiana. Significa si aún estoy de pie. Realmente,
actualiza tu jerga.

Nuestro equipo viajo en dos aviones. Ellos nunca tenían a mis tres líderes y a
mí en el mismo vuelo, fuera de paranoia si el avión se iba abajo. Alguien aún
tendría que encabezar las unidades y entrenar los reemplazos. A mi petición, Juan
estaba en el otro con los hombres de respaldo en el segundo avión. Él aún estaba
demasiado feliz sobre esta noche para mi paciencia. Al menos podría contar con él
para reunir a los hombres. Juan era un líder excelente.
―¿Cat, y si el lunes agarramos algo de comida china y jugamos cartas?
―sugirió Dave―. Todavía tengo que ganar esos cincuenta que me robaste la
semana pasada.
Me giré para sonreírle a Dave. Mi casa una un lugar para pasar el rato
favorito después del trabajo. Como yo, todo el mundo en nuestro equipo estaba
jurado a mantener el secreto sobre nuestro trabajo. No siendo capaz de relajarse
alrededor de personas normales por causa de tu ocupación hacía las cosas muy
solitarias. Por consiguiente, el póquer era un pasatiempo favorito en mi casa,
aunque por qué los chicos seguían viniendo de regreso por más estaba más allá de
mí. Los golpeaba el noventa por ciento de las veces. Todos ellos amaban el minibar
apilado en la habitación familiar sin embargo. Increíble lo que un suministro sin fin
de licor podía lograr.
―No puedo el lunes. Tengo… er, no puedo.
Tropecé con mi respuesta, casi admitiendo que tenía una cita. El hecho que
nunca había salido no se había escapado de ser notado por nadie. Juan me llamaba
una solterona. Dave podría no ser dotado con mis poderes extras perceptivos pero
cuando aparté la mirada avergonzada, saltó.
―¡Tú vas, Cat!
―¿Eh? ―Tate fue más lento en el sorteo.
―Cat tiene una cita.
Tate pareció aturdido.
―De ninguna forma. ¿Vas a salir con alguien? ¿En serio?
—Oh, detente. No es así. Él es un veterinario, nuevo en la ciudad, y me ayudó
anoche con este gato que accidentalmente golpeé. Así que como favor voy a… no
lo sé, tener una cena. Ver una película.
―La gente de por aquí llama a eso una cita, señorita. ―Dave arrastró en un
falso acento sureño.
Tate todavía parecía conmocionado.
―¿Ha corrido Don una verificación en este tipo? Podría ser una trampa.
Eso levantó mis vellos de punta. De ninguna forma iba a pedir permiso para
ir en una simple cita como si tuviera catorce. Por Dios, ahora me gustaría a dos
solo por despecho.
―¿Tate, verificas con Don cada vez antes de acostarte? ¿Lo hace Dave? ¿Lo
hace Juan? Por supuesto que no, o Don tendría que contratar un personal separado
solo para manejar la vida amorosa de Juan. Creo que soy lo suficiente mayor para
manejar estoy por mi cuenta, así que ¡jódete!
Ocasionalmente las expresiones de Bones se filtraban en mi conversación. Él
había sido ingles por nacimiento y australiano por renacimiento vampírico
después de que fuera uno de los desafortunados prisioneros enviado a Nueva
Gales del Sur colonia penal. Por supuesto, eso fue atrás en 1789. De acuerdo, así
que era un poco mayor que yo.
―¿Ahora vas a tener sexo con este tipo? ¡Pensé que dijiste que solo era una
cita!
―Tranquilo, hombre ―advirtió Dave a Tate, viendo mis rasgos
oscurecerse―. Este tipo podría meter su nariz en la cena y luego dejarla con la
factura. No cargues la escopeta todavía.
Esta imagen pareció calmar a Tate, porque se calló y giró su atención al
papeleo enfrente de él. Allí había fotos de las escenas de crimen, reportes de
autopsias, y declaraciones de testigos. Ya sabes, el material de lectura ligero de
costumbre. La mayoría de las víctimas o eran lesbianas o bisexuales y fueran vistas
por última vez con una mujer asiática con largo cabello negro. Tres de las víctimas
habían salido del mismo bar, Ophelia’s, así que era donde nos dirigíamos.
―¿Qué opinas? ―pregunto Tate finalmente después de darle vueltas a los
reportes por media hora.
Golpeteé un dedo en una de las fotos.
―Dos hombres dentro, haciéndose pasar por pareja. Dos alrededor del fondo
como vigilancia. Los otros seis se dividen en dos grupos con vehículos separados.
Sin cables dentro, solo en la camioneta. Si salgo con el objetivo, cambien a la cola
así ella no sospechara. Una vez en su casa base, esperen por mi señal, entonces
entren llameando. Ten a alguien esperando en la camioneta para sacar la capsula
inmediatamente para transporte. Debería ser rápido y limpio.
―Oh, podría ser rápido, pero nunca limpio ―comentó Dave.
Me encogí de hombros. Era cierto que normalmente parecía como si algo
fuera de la película de horror Carrie después de una de nuestras misiones. Este no
era un trabajo para los remilgados.
―Tate, puedes elegir el par de adentro. Pero absolutamente no Juan. Él estará
demasiado ocupado golpeando su carne para ser algún bien como respaldo.
Dave se rió, tranquilizando la tensión que aún colgaba de antes.
―¿Cat, estás segura que nunca estuviste en la marina? Tienes la boca más
sucia que cualquier chica que he conocido. ¿Quién te enseñó a hablar de esa forma?
Una punzada me atravesó, y lo empujé de nuevo abajo con todos los otros
recuerdos de Bones que no podía soportar detenerme.
―Solo viene naturalmente, supongo.
Ophelia’s era bastante exclusivo. Sofás de terciopelo, mesas de alta gama y
excelentes bebidas. Se jactaban de una pista de baile más pequeña que estaba en su
mayoría llena con parejas del mismo sexo. Yo vestía un apretado vestido escarlata
sin tirantes que abrazaba mis senos para permanecer arriba. Llevaba un pequeño
bolso que sostenía sola mi identificación falsa y cosméticos porque todas mis armas
estaban metidas en mis especialmente hechas botas de cuero hasta la rodilla.
Tan pronto como Juan me vio en mi corte bajo, apretado vestido, comenzó a
protestar su asignación fuera del club.
―Cat, nunca me dejas tener nada de diversión. Besaré de lengua a quien
quieras si me dejas dentro. Madre de Dios, pareces como fresas y crema, mi
favorito…
Lo bofeteé. Él se meció hacia atrás sobre sus talones, pero la sonrisa nunca
dejo su cara. Tal vez porque lo toleraba, además de su efectividad como un
luchador, era porque me recordaba a otro pervertido. Cambia el acento español a
uno inglés, y sería como estar escuchando a Bones.
―Eso es exactamente por qué no estás viniendo dentro, así que cállate y
ponte serio.
Dejamos a Juan ponerse serio en la camioneta mientras yo iba dentro,
esperando ser afortunados con una vampiro femenina asesina quien podría o no
presentarse. Si ella no venía esta noche, siempre estaba mañana. Si al principio no
tenías éxito y todo eso.
Tate y Peter me siguieron dentro, pretendiendo ser una pareja amorosa. Una
vez en el club, no hicimos contacto con el otro. No teníamos que. Cada vez más a
menudo, uno de ellos susurraba “Todo limpio”, y yo los escuchaba. Cables no
eran necesarios cuando podría detectar sus respiraciones más ligeras. Siendo
medio monstruo tenía sus ventajas.
Unas pocas veces una mujer diferente me pedía bailar. Aceptaba, queriendo
mezclarme. Mi actual pareja parecía estar en sus tempranos treintas con cabello
marrón rizado y grandes ojos marrones. Bones me había enseñado como bailar,
uno de las incontables cosas que me había mostrado, así que allí no había nada
casto sobre la forma en que me movía. Mi pareja parecía gustarle. Cuando esta
trató de besarme, sin embargo, me retiré. No existe ningún punto en ella
poniéndose posesiva si la vampiro se presentaba.
―No tan rápido, cariño ―digo―. Estoy manteniendo mis opciones abiertas
esta noche.
―Tu perdida ―contestó, alejándose.
Ahogo un resoplido. Tenía que amar a una chica con confianza.
―Nunca te has visto mejor ―escuché a Tate decirle a Peter, y me puse alerta.
Esa era la señal de que habían ubicado a alguien que podría ser nuestro objetivo.
―Vamos a bailar ―anuncié a la chica a mi izquierda, quien había estado
mirándome por la pasada media hora. Ella aceptó con prontitud y encendí las
cosas un nivel superior, girando agresivamente contra ella. Entonces agarré sus
caderas y la giré, mordisqueando la parte posterior de su cuello. Ella jadeó y se
arqueó contra mí, moldeando su trasero a mi entrepierna.
―Juan estaría babeando en su pantalón para ahora ―escuché a Peter decir.
Tate mantuvo su conversación en negocios.
―Objetivo aproximándose a tu izquierda.
Por el rabillo del ojo, vi un chasquido de cabello negro a la altura de la
cintura, lacio y grueso. Luego ojos de color almendrado encontraron los míos por
un instante antes de que yo mirara lejos.
Eso debe haber sido suficiente para ella porque la sentí aproximarse.
Juzgando por la vibra que despedía, había sido una no muerta por probablemente
alrededor de cincuenta o sesenta años. Los vampiros más viejos despedían una
corriente más fuerte, como electricidad estática súper cargada. Los maestros
vampiros eran incluso más raros. Positivamente vibraban el aire alrededor de ellos.
Bones había sido uno de esos. Él crujía con energía como un rayo andante. No es
de extrañar que él fuera la persona que los vampiros llamaban cuando querían
matar a uno de los suyos. Bones había sido un caza recompensas, para ponerlo
bonito. Asesino sería un término más apropiado desde que la mayoría de las
criaturas que había enviado habían perdido sus cuerpos a partir del cuello. Debería
saberlo, por una vez, había sido su asistente.
Ojos almendrados todavía estaba observándome, podía sentirlo. Por efecto,
levanté mis brazos y dejé mi cabeza caer atrás como si estuviera absorbida en el
ritmo de la música, exhibiendo mi cuello para máxima ventaja.
Mi vestido escarlata sería un contraste sorprendente contra mi piel pálida,
que tenía uno débil, casi imperceptible incandescencia. Mi piel me había cosechado
los más altos elogios de mis víctimas. Bones una vez lo había equiparado a un
radiofaro para vampiros.
Al parecer todavía funcionaba, porque ella se dirigió directo hacia mí, y su
aura partió el aire ante ella. Cuando una mano fría tocó mi hombro, levanté la
mirada como sorprendida.
―Me gustas ―ronroneó un tono suave, sin acento.
Mi pareja de baile le gruñó.
―Oye, espera solo un minuto.
La vampiro la empujó a un lado tan casualmente como si estuviera
palmeando atrás como una maldita mosca. Los vampiros eran tan discretos como
un toro arrasando cuando iban a algo que querían.
―Lo siento, dulzura, —dije a la chica que hacia puchero y luego puse mis
brazos alrededor de la vampiro. Ella era de mi altura y nuestros rostros estaban a
nivel cuando comenzamos a bailar. Ella empujó mis caderas firmemente contra las
suyas y luego las torció para máxima fricción―. ¿Cuál es tu nombre, amor?
―murmuro, lamiendo sus labios.
Sonreí de regreso y lamí los míos también, pero más relajada.
―Cat.
―Ahhh… ―Arrastró el sonido mientras la música continuaba para otra
canción―. La curiosidad mato al gato, o eso dicen.
Un oscuro sentido de humor. Mi favorito.
―Y la satisfacción lo trajo de regreso ―repliqué a la vez.
Ella dio una risa gutural.
―No haba escuchada eso antes. ¿Lo crees?
―Oh, sí ―dije y la besé.
Era la primera vez que besaba a una mujer. Cuando comparas manzanas a
naranjas, no era nada diferente. Labios, lengua, bocas, todo lo mismo. Garantizado,
no estaba acostumbrada a probar labial, ¿pero entonces qué podías esperar?
Ninguno de los hombres que había besado había usado ninguno.
Ella extendió sus brazos y apretó mi trasero. Ser manoseada era una
desafortunada necesidad cuando se interpretaba la parte del cebo, pero solo
dejamos este tipo de actividad ir así de lejos. Si iba más allá de mi tolerancia,
simplemente sacaba la plata. La vista de una larga, hoja letal era suficiente para
apagar cualquier lujuria de vampiro, particularmente cuando esa hoja pronto los
ensartaría en el corazón.
Entonces alguien rudamente nos apartó. Levanté la mirada para ver a un
hombre, más o menos de cuarenta años, con una constitución media y usando una
chaqueta que no se ajusta bien.
―Discúlpeme, señorita ―dijo a la vampiro―. Soy el detective Avery, y me
gustaría hacerle unos cuantas preguntas.
Así que mi gente no eran las únicas acosando fuera de Ophelia’s buscando
por una asiática sospechosa de asesinato. Gloria a la fuerza de la ley local por hacer
su tarea y tomar la iniciativa. No que les haría algún bien. No podías exactamente
leer a vampiros sus derechos.
―¿Detective? ―Su voz era toda inocencia―. Por supuesto. Un momento.
―Luego se giró de regreso hacia mí y su apasionada expresión regresó―. Ve a
conseguir una bebida, preciosa. Ya vuelvo.
Mierda. Esperaba que no lo llevara afuera y lo rompiera por la mitad. Walter
estaba allí fuera, pero si intervenía, eso nos alejaría. Afortunadamente, parecía que
había decidido que la discreción era la mejor parte de valor. Llevó al detective a un
rincón en el bar, encarándolo así que su espalda estaba hacia la mayoría de las
personas.
Con mi visión mejorada, vi un parpadeó de verde y la escuché hablarle con
una resonancia inhumana, diciéndole que no había visto nada y fuera a casa. Truco
mental Nosferatu. Ellos trabajaban en humanos como un encanto. El detective se
dirigió por la puerta sin una mirada atrás.
Ella tomo su lugar junto a mí momentos después.
―¿Sobre qué fue eso? ―pregunté, igual que una persona normal haría.
Ella pasó su mano a través de mis hombros desnudo.
―Ola de robos de autos. Quería saber si había visto algo sospechoso. ―La
mentira se deslizo de sus labios sin pausa―. Tienes los ojos grises más hermosos
que nunca he visto, Cat. Como plata oscurecida, y tu piel… eres impresionante.
Quiero estar sola contigo.
Dios, pero ella era rápida. Ni siquiera habíamos compartido una bebida aún.
―No me has dicho tu nombre ―señalé como si picara.
Ella siguió tocándome mientras respondía.
―Jade.
—Jade. ―Cubrí su mano con la mía―. Me encantaría estar sola contigo.

El valet fue a conseguir su auto. Jade hizo buen uso del tiempo para besarme
profundamente. Desde un bloque de distancia, pude escuchar a Juan gemir. Este
era su sueño hecho realidad. Afortunadamente, ella no le prestó atención al ruido,
y el valet no tomo mucho tiempo para traer su brillante Corvette plateado.
―Espero que vivas cerca ―dije cuando subí en el asiento del pasajero.
Ella me sonrió.
―No lejos, preciosa.
Después de casi diez minutos, Jade estación en una casa de tres piso en una
vecindario exclusivo. Su casa estaba rodeada por una cerca alta de hierro que se
abría electrónicamente con un dispositivo en su auto. Era bien pasada medianoche,
pero había luces encendidas en el interior de su casa.
―Tu casa es tan grande ―comenté mientras contaba el número de latidos
que escuché venir desde la estructura. Tres humanos al menos, y ellos podrían ser
presa… o mascotas. Sobre los años, me había dado cuenta de lo que Bones había
trato de decirme repetidamente. Tener un pulso no hace a alguien
automáticamente mejor, solo los hacía automáticamente más calientes. Había
atestiguado de primera mano cuán cruel los humanos podían ser, e igualaban a los
no muertos cualquier día en viciosidad.
―Unos cuantos amigos míos se quedan conmigo ―contestó Jade mientras
entrabamos por la puerta principal.
―No puedo esperar para conocerlos ―digo, que era la absoluta verdad.
Caminamos a través de un encantador vestíbulos y entré en una gran sala de
estar. Conté siete vampiros más, cuatro mujeres y tres hombres. Una mujer
humana se sentaba en el regazo de uno de los masculinos, y aparte de la cantidad
impresionante de joyería que llevaba, no tenía nada más encima. Medí la energía
de otro mundo en el aire e hice una rápida estimación que ninguno de los
vampiros estaba sobre los cientos años de edad. Tal vez no necesitaría el equipo
como respaldo después de todo.
―¿Qué piensas que estás sonriendo? ―demandó una bonita rubia pequeña
mientras se levantaba de su silla.
Entonces Jade me agarró desde detrás. No hice ningún esfuerzo en luchar. En
cambio, dejé salir una risa.
―¿Qué es tan divertido, preciosa? ―murmuró Jade mientras sus labios
rozaron mi oreja.
―Tú ―repliqué―. Pensaste que estabas trayendo a casa comida para llevar,
¿no es así?
―¿Qué? ―En su arrogancia, me dejo ir y me enfrentó. Había quitado su
disfraz humano, y sus ojos brillaban con pura luz esmeralda mientras sus colmillos
se extendían como dagas―. Has entrado al reino de la muerte ―declaró Jade―.
Ahora mira a mis ojos.
Eso me hizo reír más duro. Ella era tan cliché.
―No, ¿pero qué tal si tú miras en los míos? ―Y desaté la luz esmeralda en mi
propia mirada. Ella jadeó en incredulidad.
―¡Tú!
Oh, así que había escuchado sobre mí. Era lindo tener fans.
En la fracción de segundo que se congeló con asombro, golpeé, retorciendo su
cabeza fuera antes de que pudiera retroceder. Luego me lancé al primer vampiro
que se lanzó hacia mí. Que me compró otro segundo, y tiré mis cuchillos de mis
botas. Muchas hojas se hundieron en casa, y dos vampiros más fueron abajo para
bien. Otro saltó sobre mí, y en lugar de moverme fuera del camino, la atrapé. Ella
no estaba preparada para mi fuerza, y con un chasquido brutal, rompí su espalda
sobre mi rodilla. La columna se rompió y ella colapsó. Antes de que tuviera tiempo
para sanar, hundí un cuchillo en su corazón y lo torcí. Ella comenzó a marchitarse
a la vez.
En lugar de atacar, el cuarto trató de correr. Esto era donde mi equipo
vendría bien. Le di persecución, agarrando al vampiro más cercano y apuñalando
su corazón con un cuchillo de plata antes de arrojarlo fuera de la ventana.
Eso era la señal que ellos habían estado esperando. Momentos después, la
camioneta impactó a través de las puertas de metal, y escuché a los chicos gritando
mientras se aproximaban a la casa.
―¡Consigan al humano! ―gruñí a quien sea que estuviera lo suficientemente
cerca para escucharme mientras espiaba a la chica desnuda tratando de escapar
por la puerta lateral. Para asegurarme que no llegara lejos, lancé uno de mis
cuchillos y se ensartó en el tendón de la corva. Ella cayó con un grito, pero fue
afortunada que no había estado tratando de ir por un arma o le habría apuntado a
matar. Mi cuenta de cuerpos humanos iba arriba que la de vampiros.
Los tres vampiros restantes corrieron escaleras arriba. Seguí en caliente
persecución, mi adrenalina fluyendo. Era una triste realidad que la única vez que
realmente me sentía viva era cuando estaba en una lucha a muerte.
Ruido detrás de la puerta a mi derecha me hizo ralentizar y patearla abierta.
Rodé a través de la entrada, evitando los brazos que golpearon aire vacío en lugar
de mí ya que estaba cerca al suelo. Entonces enterré mi daga en la parte del cuerpo
más cercana, que resultó ser la entrepierna de mi atacante. Chillidos que te
levantan los pelos llenaron la habitación, y tiré el cuchillo fuera y lo empujé a
través del corazón del siguiente vampiro, tirándolo brutalmente.
Dos más para ir.
En el tercer piso, escuché sollozos y movimiento. Ascendí las escaleras tan
rápidamente como pude y pateé a través de la única puerta en la cima del rellano.
Una mirada revelo que era una prisión. Mis dos vampiros estaban allí dentro, pero
también estaban desnudos, chicas llorando, y los vampiros las tenían por las
gargantas. Marcas de mordidas y magulladuras cubrían los cuerpos humanos,
confirmando que ellos habían sido la versión vampiro de un bocadillo en casa.
Incluso aunque había visto este tipo de cosas antes, todavía me llenaba con una
rabia abrasadora.
―¿Quieres verlas morir? ―me siseó la vampiro bonita de cabello rubio. No
parecía asustada, pero el otro vampiro, un hombre de cabello marrón, me miró con
una fascinación escalofriante―. Ven más cerca, y lo harán ―siguió―. Vete, y
vivirán.
―Tengo otra proposición. ―Mientras hablaba pude oír a uno de mis chicos
venir escaleras arriba, así que seguí hablando para enmascarar el sonido de sus
pisadas―. La primera que dejes a esas humanas irse vivas. La que no muere.
¿Bien? ¿Quién se siente como vivir para morder otro día?
―He escuchado de ti ―dijo el vampiro musculoso con un gemido―. Eres la
Red Reaper. Le dijimos a Jade que no trajera ninguna pelirroja a casa, pero ella
pensó que eras un mito.
―¡Cállate, Taylor! ―gruñó la rubia.
―No soy un mito, Taylor ―dije. Más pisadas comenzaron sobre la escalera.
Hablé más alto, más rápido―. ¿Sabes cuántos de tu tipo he matado? Cientos.
―Ahora eso era una gran exageración, pero tuve el efecto deseado. Taylor
visiblemente se amedrantó.
La rubia se volvió hacia él con furia, y lo aproveché. Tres de mis hojas
volaron por la habitación y la clavé su mano a la pared, lejos del cuello de la chica
indefensa. Tate irrumpió en la habitación al mismo tiempo y disparó, golpeando a
Taylor varias veces. Tate era un excelente tirador y su arma estaba llena con balas
de plata, por lo que Taylor golpeó el piso. Para el momento en que la rubia jaló su
mano libre, ya la tenía agarrada en mis brazos, y mi cuchillo final en su pecho.
―Ni siquiera pienses en moverte, Rayito de Sol, o esta plata hará trizas tu
corazón ―advertí.
Ojos azul aciano miraron en los míos.
―¿Qué eres?
―Seguridad Nacional ―contesté y lo dejé en eso.
Juan y Peter entraron en la habitación mientras sirenas comenzaron a gemir
en la distancia. Los disparos sin duda habían molestado la paz de este opulento
vecindario, no que estuviera preocupada. Los otros miembros del equipo
sostendrían a la policía regular hasta que la escena fuera contenida.
―Tenemos un helicóptero viniendo para llevar a estar chicas a un hospital
―me informo Peter mientras rompía las cadenas alrededor de sus muñecas. Sin
sorpresa que ambas mujeres estaban histéricas. Él miró alrededor de la habitación
por algo con que cubrirlas, pero no había nada.
―Sábanas, en el piso inferior ―dije.
Juan fue a buscarlas. Luego Arnold y John se metieron en la habitación.
―La capsula esta lista.
―De acuerdo, Tate, cúbreme. La traeré escaleras abajo, y dispararas si ella
siquiera parece como si está pensando en buscar una oportunidad.
La vampiro rubia continúo mirándome con odio, pero no intentó nada
mientras lentamente bajamos por las escaleras y luego salimos por la puerta
principal. Un tráiler había retrocedido tan cerca como pudo llegar a la casa, y
cuando mis hombres me vieron, deslizaron la puerta arriba.
La capsula estaba abierta, y el interior parecía un capullo escapado del
infierno. Cuatro largas púas de plata estratégicamente ubicadas sobresalían desde
la puerta de la capsula, enfrentando el interior. Cinco juegos de pinzas reforzadas
con titanio estaban esperando la cintura del vampiro, muñecas, piernas, tobillos, y
cuello. La capsula era a prueba de sonido, hermética y a prueba de explosión, así
que una vez estuviera en el interior, estaría verdaderamente indefensa. Ella debe
haberse dado cuenta de eso porque cuando consiguió una buena mirada de ello, la
vampiro comenzó a gritar.
Luego trató el control mental, que no funcionó en mí, y mis hombros habían
sido entrenados para nunca mirar a un vampiro a los ojos. Aun así, como una
precaución, ellos bajaron los visores opacos de sus cascos así sus ojos estaban
cubiertos. Ahora ellos no podían ver, pero habíamos repasado esto tantas veces
que no lo necesitaban. Conocían esta parte de memoria.
Empujé a la vampiro rubia dentro de la capsula y comencé a asegurar los
cierres. En menos de un minuto, cerré la puerta, cortando sus quejidos cuando las
púas de plata se empujaron en su torso. También mucha lucha de su parte, y ellas
rasgarían a través de su corazón. Así es como nos aseguramos llevar a los
vampiros sin arruinar nuestro transporte en nuestro camino al complejo.
Una vez la capsula estuvo seguramente cargada en el tráiler, Tate se quitó su
casco.
―Don estará haciendo volteretas sobre tener una vampiro femenina. Solo
hemos traído a casa hombres antes.
―No creo que haya ninguna diferencia en su sangre ―murmuré.
Juan me dio una sonrisa maliciosa mientras se quitaba sus guantes y
flexionaba sus dedos.
―Cat, esta noche fue el mejor trabajo que hemos hecho. Verte jugar a las
amígdalas con esa hermosa chupasangre hizo mi año. Voy a quemar nuevos callos
en mi mano solo recordándolo. Oye, ¿crees que podrías préstame ese vestido…?
Un golpe a la mandíbula lo detuvo de decir cualquier cosa más, y se frotó la
cara. Dave tosió para cubrir su risa, pero la escuché de todos modos. Incluso Tate,
normalmente más circunspecto, había curvado sus labios, pero luego se puso serio.
―Ese vampiro dijo que no debían llevar a casa ninguna pelirroja por causa de
tu reputación. ¿Piensas que va a convertirse en un problema?
Mi frente se arrugó por un momento, luego me encogí de hombros.
―Creo que significa que voy a ir al salón.
Capítulo 12
Cat y Noah: ¿Su más grande error?

Nota de la autora: Cuando combinamos con el dolor de la pérdida de un amigo y los


años adicionales apartada de Bones, la imprudencia inherentemente de Cat la hizo cometer
un colosal error. Esto nunca lo hizo dentro de One Foot in the Grave porque mi editor de
plano me dijo que no podía escribir una trama tal en una novela romántica. En ese
momento, no entendí por qué. Había sido una lectora de romance por largo tiempo, pero no
me di cuenta que el género tenía ciertas reglas. Después que mi primer libro salió, no me
tomó mucho tiempo aprender esas reglas, y en retrospectiva, estoy infinitamente feliz que
edité el “más grande error” de Cat. Verás una versión suavizada de ello en estas escenas
borradas, como sea, y estoy preparándome para el correo de odio.
Esta versión alternativa también contiene una pequeña parte de lo que hizo en One
Foot in the Grave porque el contexto es esencial para comprender la mentalidad de Cat en el
momento.

Mi madre se sentó a la mesa, y vibraba con emoción. Yo estaba menos


entusiasta. Noah y yo habíamos estado saliendo por dos meses ahora, y el pobre
idiota dijo que quería conocerla. Ella había estado sobre la luna por averiguar que
tenía un novio quien estaba vivo y no en el ejército. Su cabello castaño estaba
peinado en un moño e incluso usaba un traje que no era poco elegante. Para ella
tuviera cuidado con su apariencia hablaba a gritos para mí. Aunque ella solo tenía
cuarenta y cuatro, a menudo se vestía como si tuviera ochenta y cuatro. Era un
desperdicio porque era una mujer atractiva. Que yo supiera, nunca había estado en
una cita desde la noche que fue violada. Lástima que tenía un duro tiempo dejando
atrás el pasado como yo lo hice.
―¡Catherine, estoy tan feliz por ti! ―dijo por quinta vez.
―Cristine ―le corregí. Ella siempre volvía de nuevo a mi nombre original,
probablemente porque ella me lo dio.
Ondeó una mano en disculpa.
―Oh, cierto. Dios, espero no se me deslicé enfrente de Noah. Él podría
pensar que algo extraño está pasando.
Eso hizo mis labios curvarse. No, no debemos dejar a Noah estar confundido
por el hecho que allí siempre estaban sucediendo cosas extrañas.
Él me había hecho increíblemente difícil crear una excusa para dejar de verlo
en el pasado par de meses. Cada vez que mi busca sonaba y tenía que salir
corriendo en el medio de la cena, simplemente tenía al mesero empacando mi
comida para llevar y decirme que no olvidara comer. Si tenía que cancelar al
último minuto, no se quejaba sobre ser plantado. Cuando Tate y los chicos
esperaban en mi casa una noche después de que mi teléfono celular murió y un
vampiro fue ubicado a tres estados de distancia, Noah sacudió sus manos y les dijo
cuán contento estaba de conocer a mis compañeros. El hecho que yo había subido
en una camioneta llena con cinco atléticos, hombres musculosos no pareció
perturbarlo. Si el zapato estuviera sobre el otro pie, yo habría demandado ver su
identificación.
No, Noah era el caballero perfecto. Incluso Don, quien corrió una verificación
completa sobre él sin mi conocimiento, estaba feliz con él. Para darle crédito, Noah
quitó el borde de mi soledad. Era un tipo genial y me gustaba tremendamente.
Pero… todavía lloraba en la noche cuando pensaba en Bones. Todos los
cálidos, amigables sentimientos en el mundo no podía sostener una vela por el
hecho que mi corazón aún le pertenecía solo a él. Tal vez continuaría sintiendo
como si tuviera un agujero en medio de mí por el resto de mi vida. Al menos podía
decir que lo intenté.
Un auto se estacionó en el camino de entrada y mi madre salió disparada de
su silla.
―¡Está aquí!
―Cálmate. Vamos, verifica el asado. Iré a la puerta. ―Me limpié las manos
en una toalla y abrí la puerta para dejar entrar a Noah.
Él me dio un rápido beso antes de extender su mano a mi madre.
―Señora Russell, que placer conocerla. Cristine me ha hablado tanto sobre
usted, siento como si ya la conociera.
Le dije mentiras, por supuesto. Allí no había ni una pizca de verdad que
pudiera compartir con Noah. Él pensaba que mi padre había muerto cuando yo era
un bebé y que el matrimonio de mis padres no había sido uno feliz. En mi vida
pretendida, yo no era ilegitima. Entonces de nuevo, no era medio vampiro,
tampoco. Él también pensaba que era irlandesa. Diablos, por todo lo que sabía,
podría serlo. Con todos los recursos del gobierno de los Estados Unidos a mi
disposición, todavía no había sido capaz de averiguar la identidad de mi
verdadero padre.
―Llámame Jussie ―dijo mi madre.
Ella se había tomado menos libertad con su nombre que yo y simplemente lo
abrevió. También no tenía idea que Russel era el apellido de Bones. Si lo hiciera, mi
madre habría rechazado de plano utilizarlo para su alias.
―Jussie, entonces. ¿Puedo ayudarla con algo?
―No, en absoluto, Noah ―le aseguro ella―. Ca… Er, Cristine y yo lo
tenemos bajo control. Toma asiento y cuéntame sobre ti.
Mi gato eligió ese momento para saltar sobre el mostrador y mirar
ociosamente el puré de patatas. Le entregué a Noah y a mi madre una bebida
mientras le daba manotazos para alejarlo. Se sentó en el piso, observando todo con
brillantes ojos verdes que eran casi idénticos a los míos cuando mi otra naturaleza
llameaba. Mi madre le frunció el ceño al gatito. Ella rara vez me visitaba en casa
más por causa de él, que podría ser por qué había llegado a amar tanto al gato.
―Cristine, ¿no puedes encerrar ese… bicho en tu habitación? ―dijo con un
resoplido en la dirección del gato―. Es indecoroso.
Di una corta risa.
―Mamá, Noah es veterinario, así que a la única persona que mi gato está
ofendiendo es a ti. Supéralo. Él se queda.
Resoplo a eso pero se rindió. Todavía debía estar tratando de hacer una
buena impresión en Noah, o me habría discutido por al menos otros pocos
minutos.
―¿Por qué no le has puesto su collar, Cristine? ―me preguntó Noah,
acariciando a mi gato. Él ronroneó antes de irse con un movimiento de su cola. El
felino era voluble en sus afectos.
―Lo sigo olvidando ―mentí―. Nunca sale, así que no es como si se perdería.
La verdad, no podía porque Noah aún pensaba que el nombre de mi gato era
Bones. No tenía el corazón para decirle que había entendido mal porque me había
escuchado diciendo ese nombre para mí, y no había inventado un nombre
diferentes para el gatito aún.
―¿Qué collar? ―preguntó mi madre.
Le dirigí una mirada que decía que lo dejara estar. Ella me ignoró, como
siempre.
―Le di a Cristine un collar para su gato en nuestra primera cita, pero nunca
recuerda ponérselo ―dijo Noah con una sonrisa indulgente hacia mí. Era
imposible de enojarse.
Mi madre no lo era.
―¡Cristine, eso es tan grosero! Cuando alguien te da un regalo, no lo dejas
languidecer. Que gesto considerado, Noah. ¿Dónde está el collar? Lo voy a poner
en el felino sarnoso yo misma.
Oh, vamos, ahora ella iba a conseguirlo.
―En el cajón a mano derecha, junto al horno.
Observé con oscura satisfacción cuando fue a buscar el collar y se aproximó a
mi gato. Él la observó torvamente, su cola moviéndose atrás y adelante.
―Vamos a ver ahora ―murmuró para sí―. Aquí está la hebilla y aquí está la
correa. Oh mira, tiene su nombre en él. Cristine, no sabía cómo lo llamas. ¿Qué…?
El nombre finalmente se registró, y mi madre cayó hacia delante medio
agachada. Mi gato rasguñó su mano con sus garras antes de saltar lejos con un
siseo. Noah parpadeó a la palabra sucia que ella gritó cuando cayó sobre el piso.
Sacudí mi cabeza sin simpatía. Ella pidió por ello.
―¡Déjame ayudarte a levantarte, Jussie! ―dijo Noah, recobrándose de su
sorpresa―. ¿Estás bien?
Mi madre lo dejó ayudarla a levantarse y luego me dio una mirada
fulminante.
―Que perfecto nombre para un animal, Cristine. Encaja con la horrible bestia.
―¿Eh? ―Noah no lo entendió.
Yo sí, y vapor casi se vertió de mis orejas.
―Ves, algo malo siempre sucede cuando jodes con Bones. ¿Ese rasguño
duele? Espero que no deje una marca como la que conseguí la última vez que
acaricié a Bones. Prácticamente me mantuvo arriba toda la noche lamiéndolo.
Noah miró atrás y adelante entre nosotras, sintiendo la tensión, pero sin
saber el motivo. El rostro de mi madre llameó en furiosa vergüenza, pero no me
importaba. Un comentario bajo merecía otro.
Noah tosió, tratando de calmar la situación.
―Déjame verificar el horno. Algo seguro huele bien allí dentro.

El resto de la cena pasó sin más incidentes. Ocasionalmente levantaba la


mirada y veía a mi madre darme una mirada mordaz, pero dejó caer todo el asunto
del tocayo del gato. Noah era encantador, como de costumbre. Serías raro si no te
gustaba él. Pronto la había llevado a donde ella estaba riendo de nuevo. Para el
postre, renunció a las miradas sucias y en cambio estaba obviamente complacida
con mi elección de novio. Tan complacida, de hecho, que falsificó varios bostezos
incluso aunque solo eran las ocho en punto y estuvo fuera de la puerta en tiempo
record. Normalmente tenía que forzarla para irse cuando me visitaba.
―No sé por qué dudabas sobre dejarme conocerla, Cristine ―remarcó―. Tu
mamá es estupenda. Realmente no le gusta el gato, pero nadie es perfecto.
Le di una mirada.
―Ella estaba comportándose, Noah. Créeme, puede ser una verdadera perra,
pero te amó. Estoy asombrada que no agarrara tu trasero mientras salía.
Él se rió.
―Eso habría sido diferente, pero entonces las cosas siempre son
impredecibles alrededor de ti. Es lo que más me gusta.
Puso sus brazos alrededor de mí y me besó. Respondí, pero solo a un nivel
superficial. No habíamos dormido juntos, pero era definitivamente al escenario
donde era inevitable a menos que rompiéramos. Besar a Noah era agradable, pero
difícilmente me inflamaba de pasión.
Él había trabajado sobre ello, juzgando por su respiración acelerada y el
endurecimiento de su cuerpo. Continué besándolo mientras una fría lista de pros y
contras corría a través de mi mente. Me gustaba Noah, pero no estaba excitada por
él. La verdad era, no había estado excitada por ningún hombre en más de seis
años. Finalmente, mi elección se reducía a una sola pregunta: ¿Quería ir a la cama
esta noche con mi soledad o con Noah? Él no era el hombre que amaba. Ni siquiera
cerca, pero allí estaba alguien presionándose contra mí en lugar de nadie, y en ese
momento, era mejor que estar sola.
Retrocedí para susurrar contra sus labios:
―No tienes que ir a casa esta noche, Noah.
Miró abajo hacia mí mientras sus manos se apretaron en mi espalda.
―¿Estás segura?
Lo besé y me estiré hacia abajo, tirando su camisa fuera de su pantalón. Jadeó
cuando mis palmas trazaron su estómago desnudo y luego me moví más abajo.
―Estoy segura.
A la mañana siguiente, me desperté al oírlo silbando mientras hacía ruidos
alrededor haciendo el desayuno. Sería para alguien un maravilloso esposo un día
con lo domestico que era. Por unos pocos minutos, me quedé en la cama y
luchando con las inevitables comparaciones.
En la columna de pros, él era kilómetros mejor de lo que Danny había sido,
ese idiota sin valor. En el otro lado, había ganado casi tanta satisfacción de las dos
veces anoche cuando lo hice después de un buen gin-tonic. Aun así, había
despertado en el medio de la noche con una forma cálida junto a mí que no era
solo el gato. Orgasmos no era todo. Después de todo, podría haber tenido esos
sola.
―El desayuno está listo, Cristine ―gritó―. Ven abajo antes de que se enfrié.
El reloj mostraba las 9:00 a.m. nunca despertaba así de temprano si podía
evitarlo. Lo que un sádico de armario debe ser. Me dirigí directo al baño y estaba
ocupada cuando el teléfono sonó. Nadie me llamaba a esta hora a menos que fuera
problemas. ¿Ahora qué?
―¡Noah, consigue esa por mí! —grité.
Él respondió y lo escuché decirle a la persona que llamaba que esperara. Una
vez dejé el baño, agarré el teléfono junto a la cama.
―Noah, cuelga. Lo tengo.
Mi tono era ligero y él cumplió sin comentar. Hubo un segundo de silencio en
el otro lado de la línea, luego la voz de Tate.
―¿Él está fuera?
―Sí. ¿Qué está mal?
―¿Qué está haciendo ahí tan temprano, Cat? ―Había un borde en sus
palabras.
―¿Me llamaste por una razón? ¿O mi madre renunció y tú te hiciste cargo? —
Tate era la única persona quien no parecía feliz con Noah, incluso aunque solo lo
había visto dos veces.
―Sí, llamé por una razón. Necesitas venir en este momento. Don está
llamando a Juan y Dave también. Ya estoy en camino a tu casa; estaré allí en cinco
minutos.
Tate vivía cerca, y mi casa estaba de camino al complejo, pero aun así me
molestaba. Noah se quedó en la puerta y su rostro cayó cuando vio mi expresión.
Era una que reconocía bien para ahora, la que decía que yo me iba.
―Correcto. ―Colgué sin decir adiós y comencé a sacar algunas ropas.
―Te vas. ―Era una declaración, y le disparé una mirada.
―Noah, esta es la parte donde te recuerdo que no vivo una vida normal. Si
no puedes manejar eso, déjame decirte que deberías reconsiderar salir conmigo.
Confía en mí, comprendo.
Vino adelante cuando me dejé caer al piso para ponerme mis botas.
―¿Cómo crees que solo me alejaría después de anoche? No quiero
presionarte o moverme demasiado rápido, pero creo que estoy enamorado de ti.
Oh no, no, no.
―Noah, por favor… te dije que no soy normal. ―Mis botas estaban puestas
como mi ropa. Me eché agua en la cara y comencé a cepillar mis dientes.
―Sé lo que me dijiste. Sí, recuerdo eso cuando estoy contigo. Pero no me
importa. Cristine, ¿qué sientes por mí? ¿Es esto solo… casual para ti?
Parecía tan vulnerable con su cabello negro alborotado y sus ojos azul
grisáceo rogando. Me sentí como una idiota por utilizarlo para aliviar mi triste
existencia. Un golpe abrupto en la puerta me salvó de contestar. Rocé a Noah
cuando lo pasé, corriendo escaleras abajo para responder.
―Hablaremos después ―lancé sobre mi hombro―. Puedes quedarte aquí
tanto tiempo como quieras. Solo cierra la perilla inferior al salir y pon la alarma.
Tengo que irme.
Tate positivamente me fulminó cuando abrí la puerta. Su mirada índigo tomó
nota de la camisa de Noah yaciendo sobre la alfombra, su pantalón descansando
sobre la barandilla, y finalmente Noah mismo, vestido solo con bóxers.
―Lamento interrumpir ―dijo sarcásticamente.
Le di una mirada peligrosa de luz esmeralda en mis ojos como advertencia.
―Te llamaré después, Noah ―dije, y me fui sin una mirada atrás.
Tate comenzó tan pronto como el auto estuvo cerrado.
―¿Pensé que dijiste que no estabas en serio con él?
―Déjalo estar, Tate. ¿Sabes qué está sucediendo? ¿Por qué Don no me llamó
primero? ―Eso me ofendió, porque yo era la líder de esta banda de luchadores
fenómeno, y había ganado mi lugar en el orden jerárquico.
Él bufó.
―Quería preguntar mi opinión de la situación antes de hablar contigo. Hay
algunos asesinatos anoche en Ohio. Unos bastante gráficos, ningún intento de
ocultar los cuerpos. De hecho, podrías decir que fueron exhibidos.
―¿Qué es tan inusual sobre eso? ―Nosotros no volábamos alrededor a cada
escena del crimen desagradable en la nación o nunca seríamos capaces de cubrirlas
todas.
―Dejaré que Don te llene con el resto. Mi trabajo era recogerte. Supongo que
me alegra haber llamado primero. Si solo hubiera utilizado mi llave, podría haber
caminado sobre ustedes dos.
Él solo tenía una llave en caso de que muriera, pero aun así.
―¿Desde cuándo has irrumpido sin llamar? Dios, Tate, si no lo supiera mejor,
diría que suenas celoso.
Los guardias nos dejaron pasar las puertas en el complejo. Tate y yo éramos
una vista tan común que no teníamos que mostrar nuestra identificación más.
Ambos conocíamos a prácticamente todos los guardias por nombre, rango y
números de serie.
―Tal vez no sabes tanto como piensas ―respondió.

(Nota adicional de la autora: Para salvarte de leer una gran cantidad de la versión
publica, corté los capítulos donde Cat y su equipo que no era Bones quien la llevó de nuevo
a Ohio sino un vampiro asesino llamado Lazaro. Durante una pelea, Lazaro asesina a Dave,
y Cat se culpa por no matar a Lazaro cuando tuvo la oportunidad. Regresa del viaje
golpeada por el dolor y la culpa, y Don la fuerza a tomarse tiempo para recuperarse. Esto es
donde la siguiente escena borrada comienza).

Noah me llamaba cada día. No le llamaba de regreso. Las únicas dos


personas a las que hablaba fuera del trabajo eran Denise y mi madre. Denise había
conocido a Dave en unas pocas ocasiones, y yo una vez incluso me había
entretenido con la idea de emparejarlos. Ella declinó, declarando que no podría
manejar el estrés de estar con alguien quien arriesgaba su vida cada vez que iba al
trabajo. Desde que él estaba muerto ahora, estaba contenta que no habían estado
involucrados. Al menos no había contribuido a su miseria también. Cuando le dije
que él murió, ahorrando cualquier otro detalle, ella colgó el teléfono y vino directo.
Trajo una botella de ginebra de alta calidad y sostuvo mi mano mientras la
terminaba. Denise era una verdadera amiga quien no necesitaba presionar por más
que lo estaba dispuesta a decirle. Al final no había divulgada nada más que su
muerte. Mejor para ella no saber los detalles. Los detalles podrían ponerla en
peligro, y ella sabía demasiado ya.
La cuarta noche después de la muerte de Dave, hubo un golpe en la puerta.
Era después de las diez de la noche, y mi única compañía era el gato y una pinta de
Häagen-Dazs. Denise estaba fuera en una cita y mi madre era más daño que
ayuda. Ella nunca quiso escuchar sobre los rigores de mi trabajo, contenta con
saber que venía de regreso viva y los vampiros no. En ese sentido era fácil de
complacer.
Solo había tres personas quienes podrían venir sin llamar: Tate, Juan o Noah.
Noah era mi visitante no planificado y estaba de pie fuera en el porche frontal bajo
la luz de la puerta. No lo había visto en casi una semana y no lo había extrañado.
De hecho, apenas había gastado un pensamiento en él. La depresión me convertía
en un monstruo egoísta. Habría vendido mi alma por una noche de dicha
sinsentido dentro de los pálidos, cincelados brazos que habían sido mi única fuente
de consuelo.
La condena que sentía por la muerte de Dave corría incluso con el
tambaleante conocimiento que Bones estaba ciertamente perdido para mí. De
alguna forma lo imaginaba aún en esa cueva, esperando allí si alguna vez me
decidía a regresar. Ilógico, irracional, e incorrecto, como resulto. Él hace tiempo se
había ido. El olor de él para mi nariz mejorada era tan débil como para ser casi
inexistente. Bones no había estado allí por años. Aun así el pequeño olor que
colgaba en el dormitorio con el colchón diezmado había sido suficiente para
nivelarme emocionalmente. Tal vez podría haber corrido lo suficientemente rápido
para salvar a Dave de Lazaro si me hubiera concentrado más. De cualquier forma,
era mi culpa. Sin importar lo que Don diga.
―¿Puedo entrar? ―Se movió sobre sus pies y me miró escrutándome.
No había razón por la que no debería quererlo. Era amable, gentil, sincero,
considerado, y guapo. Eso significaba, por supuesto, que no sentía nada más allá
del afecto benigno que le daba a Tate y Juan. Menos que eso, en realidad. Con ellos
había un vínculo más profundo de enfrentar la muerte juntos regularmente y el
sentido acompañado de responsabilidad. Noah no tenía ninguna de esas ataduras
conmigo. En ese momento, como sea, me ofreció una cosa que ellos no podían.
Escape. Allí no había ninguna realidad con él. No muerte, no vampiros, no
ghouls, no cuerpos enterrados de amigos cercanos quienes habían confiado en mí
para protegerlos. Yo podría ser Cristine, la investigadora y analista de campo que
era completamente humana y trabajaba a extrañas horas.
―Entra.
Las manos ahogándose se aferran a cualquier cosa, y Noah era mi agarre final
de oxígeno antes de tomar ese salto mortal. Cerré la perta detrás de él y no me
opuse cuando envolvió en sus brazos.
―He reconsiderado lo que te dije antes, Cristine. No creo que te amo. Sé que
lo hago. No me importa si esto está moviéndose demasiado rápido, he estado loco
toda la semana sin ti. Puedes lanzarme fuera después si quieres, voy a decir esto de
todos modos. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, sin importar cuántas veces
tu trabajo nos interrumpa. Cásate conmigo, Cristine. No tienes que decir nada justo
ahora, pero dame una oportunidad para probar que puedo hacerte feliz.
Mi cabeza giraba con pensamientos demasiado fugaces para aferrarse. Por
encima de ellos estaba una advertencia: No lo hagas. La sangre de Dave salpicando
mis manos mientras trataba de contener el flujo… no lo hagas… las últimas palabras de
Bones para mí. “No te preocupes, amor, estaré de regreso antes de que lo sepas.”… No lo
hagas… Mi vieja casa llena con nuevas partes de cuerpos… no lo hagas… El rostro de mi
madre cuando me llamó una puta por dormir con un vampiro… no lo hagas… la sonrisa
de Don cuando me forzó a venir a trabajar para él… no lo hagas… la lápida que había
visto antes de dejar Ohio, grabado con el nombre de Catherine Crawfield y fechada hace seis
años…
―Sí, Noah. Me casare contigo.

―¿Tú qué?
La voz de Don era casi cómica en su incredulidad. Él era mi segunda llamada
después de mi madre. Ella había llorado de felicidad.
Repetí la oración lentamente y claramente.
―Me comprometí con Noah y despegamos a las cataratas del Niagara para
celebrarlo.
Nada sino silencio mientras él digería la noticia. Solo podría imaginarlo
tirando locamente a sus cejas.
―Ya veo ―contestó al fin―. Felicidades, supongo, aunque tomaste mi
consejo de comenzar a vivir un poco literalmente, ¿no es así?
Estúpido.
―Siempre me dices que preste atención, Don.
Otra pausa.
―¿Estás segura sobre esto?
―Le diré a Noah que ofreciste tus felicitaciones ―lo corté, luego colgué. Por
una vez, había sido más lindo hablarle a mi madre. Eso daba miedo.
―¿Ese fue tu jefe? ―inquirió Noah en un tono cuidadoso.
Me incliné atrás.
―Sí, lo fue.
―¿Lo conoceré alguna vez? ―De nuevo, sonaba como si estuviera eligiendo
sus palabras.
―No si tienes suerte ―murmuré y me di la vuelta para darle un beso.
El sexo con Noah todavía no me excitaba, pero él no sabía eso. Me dije que un
día podría sentir a Noah dentro de mí y no desear que fuera alguien más. Cuán
fáciles las mentiras venían.
Había desarrollado un mecanismo de autodefensa desde que Dave había sido
asesinado. Piensa en nada. Reacciona a ciegas. A la mierda las consecuencias. Vimos que
funcionó. Noah ciertamente no estaba quejándose. Estaba demasiado ocupado
gimiendo y arqueando su espalda.
Miré abajo a él y supe que no tenía que preocuparme sobre mis ojos
cambiando de color. Mi naturaleza vampiro no había sido llamada ni una vez. Ves,
allí había algunas ventajas en no estar satisfecha con mi nuevo prometido. Solo
tenía que mirar el lado brillante.

El teléfono de la habitación de hotel sonó treinta minutos después. Contesté,


que fue una buena cosa desde que las primeras palabras de Tate fueron:
―¿Estás fuera de tu jodida mente?
―No tomo mucho tiempo para que Don rastreara la llamada, eh? ―Sin
sorpresa que él habida revuelto para encontrar en que hotel estaba.
―NO lo amas ―siguió Tate como si no hubiera hablado―. ¡Ni siquiera lo
conoces! Dudo que incluso sepas su jodido segundo nombre. Y él seguro como el
infierno no sabe el tuyo. Se cagarria en su pantalón si conociera a la verdadera tú.
Mira, todos estamos molestos sobre Dave, pero no crees que Dave quería que tú
fueras e hicieras algo estúpido como comprometerte a algún tonto que ni siquiera
conocería el lado peligroso de un arma si no fuera empujada en su…
Colgué. De acuerdo, así que tal vez esto había sido precipitado, pero iba a
llevarlo a cabo. Después de todo, no podía ser el peor error que hubiera hecho. Mi
vida era una cuenta gloriosa de una mala decisión tras otra, y normalmente esas
decisiones terminaban con alguien muerto, como mis abuelos. O Dave. ¿Qué era
un compromiso rápido comparado a eso?
Junto a mí, Noah comenzó a estirarse. El sexo era como un sedante para él.
No sabía si estar halagada u ofendida. Desde que estaba tratando de pensar
positivo, elegí halagada.
―¿Quién fue ese? ¿El teléfono sonó? ―pregunto somnoliento.
―Solo Tate, deseándonos lo mejor. ―Cuán fácilmente las mentiras venían.
Noah me besó y salió de la cama, dirigiéndose al baño. Momentos después, la
ducha se abrió y lo escuché silbando mientras entraba. Agarré una almohada y la
abracé a mí. Por favor, oré, por favor déjame haber hecho lo correcto al aceptar casarme
con él.
―Te amo, futura señora Rose ―gritó Noah.
―Te amo también, señor Rose ―contesté inmediatamente.
Cuán fácilmente venían las mentiras.
Capítulo 13
Versión alternativa de la reunión de Cat
y Bones.

Nota del autor: “El más grande error” de Cat tuvo un efecto domino en otros
lugares en el libro, tanto como la escena donde ella y Bones finalmente se veían el uno al
otro de nuevo en la boda de Denise. La versión original a continuación difiere de la
publicada por causa de esto, Cat está comprometida con Noah en lugar de meramente
saliendo con él. Y Bones no está feliz sobre eso, como puedes imaginar. Como tuve que hacer
antes en algunos lugares, incluí algunas partes de la versión publicada con esta versión
alternativa. De otra forma esta sección consistiría en un montón de nuevas oraciones sin
ningún contexto.

Felicity estaba encantada de tener a Bones como su pareja de boda para las
fotos. Se las había arreglado para apretarse a sí misma indecentemente cerca de él
con cada toma. Mi mandíbula dolía de cuán duro tenía que apretar mis dientes
para evitar abofetearla. Para hacer las cosas peor, él estaba siendo encantador, y
ella se lo comió.
Cuando no pude soportarlo más tiempo, giré mi cabeza para enfrentar una
pared y hablar entre dientes así solo él podría escucharme.
―Sigue así y ella necesitara un nuevo par de bragas.
―¿Celosa, amor? ―dijo él, cubriendo sus palabras con una tos falsa.
Diablos sí. Incluso aunque mi prometido esperaba por mí, mis sentimientos
no tenían sentido de justicia. Así que tomé la ofensiva, como normalmente hacía
cuando estaba molesta.
―No, en absoluto. ¿Por qué no la llevas por ahí y la follas realmente rápido?
Entonces tal vez se va a calmar y dejar de actuar como una puta.
―Ah, Gatita ―dijo mientras recolocaba la rosa en la solapa así nadie vería
sus labios moverse―. Sabes que me gusta tomarme mi tiempo…
―Solo el grupo de boda ―dijo el fotógrafo y nos apresuró a estar de pie
juntos.
Pisoteé hacia allí sin gracia.
―Muévete más cerca, eso es, un poco más cerca. Ahora sonríe y piensa sobre
aquel que amas.
Justo cuando el flash se fue, levanté la mirada y vi a Bones mirándome. Él no
estaba sonriendo, y tampoco yo. Pero nos miramos el uno al otro y nada más.
Caminé recto hacia la barra justo después del último clic de la cámara. Allí
solo había una cosa que podría ayudarme esta noche, y eso era ginebra. Montones
de ginebra. Bajé la primera copa sin moverme de enfrente del camarero.
―Otro.
El camarero me dio una mirada inquisitiva pero sirvió otra ginebra y tónico.
Miré el nivel que él había seleccionado y le di una mirada sucia.
―Más alcohol ―dije sucinta.
―Whiskey sería estupendo cuando haya terminado con la dama ―dirigió
una voz familiar detrás de mí―. ¿Ahogando tus dolores, Gatita?
―Sígueme ―contesté, harta. De una forma u otra tenía que averiguar lo que
él quería. Pasé junto a la mesa de mi madre para susurrarle―: Mantén a Noah
ocupado. Voy a tener una conversación.
―No lo hagas, Catherine ―rogó, llamándome por el nombre equivocado de
nuevo.
Caminé fuera al patio antes de que ella pudiera decir más.
El club de campo estaba rodeado por árboles con ramas bajas. La luz se
convirtió en sombras cuando el sol se puso. Escuché a Bones aproximarse pero
seguí mirando a los últimos rayos del sol.
―Dime, ¿por qué estás aquí? Es porque tú… ¿aún tienes sentimientos por
mí?
Él dejó escapar un gruñido áspero.
―Creo que tú deberías responder eso primero. Después de todo, eres la que
me dejó en una casa vacía y una sangrienta nota Querido John.
No podía mirarlo, porque me odiaba a mí misma por lo que había hecho.
―Era la única forma ―murmuré.
―Mentiras ―espetó de regreso.
―Ellos sabían lo yo era, Bones. ―Ahora lo encaré y traté de mantener mi
compostura―. El hombre quien vino al hospital ese día, sabían todo desde mis
reportes patológicos. Y sabían sobre los vampiros. El que está a cargo…
―¿Don? ―suministró.
Oh, así que había hecho su tarea.
―Sí, Don. Dijo que había buscado su vida entera por alguien quien fuera lo
suficientemente fuerte para luchar contra vampiros pero quien no fuera uno de
ellos. Y mi querida madre les informó que yo había estado durmiendo con uno, así
que ellos sabían sobre ti también. Don me ofreció un trato. Él nos recolocaría, y yo
lideraría su equipo. A cambio, el prometió dejarte solo. Entonces tú nos atrapaste
en nuestro camino al aeropuerto y demoliste quince kilómetros cuadrados de
carretera. ¡Pusiste cinco agentes en coma, Bones! Si no hubiera tomado el trato,
habríamos sido cazados como animales, y conoces a mi madre, preferiría morir que
ser protegida por ti. Ella también prefería verme muerta que convertida en un
vampiro, y seamos sinceros, ¡eso es lo que eventualmente habrías querido que
hiciera!
Bones pasó una mano a través de su cabello en exasperación.
―¿Es eso lo que toda esta sangrienta cosa era? ¿Tu mamá diciéndote que te
convertiría en un vampiro? Sangriento infierno, Gatita, ¿cuándo alguna vez te he
forzado a hacer algo que no querías? Deberías haber confiado en mí. Confié en ti.
Nunca lo vi venir cuando huiste sin una palabra.
Tuve que apartar la mirada a eso.
Él comenzó a pasearse, en cortar, zancadas molestas.
―¿Realmente creíste que no podría manejar lo que sea que tu gobierno
tratara de hacer? ―siguió―. Tipos como ese me han perseguido la mayoría de mi
vida no muerto, sin embargo todavía estoy aquí mientras ellos no. Pero no, tenías
que ser un héroe y tomar la caída. ¿Aún te amo? No mereces saber, pero te diré
esto. ―De repente estaba tan cerca que el aliento de sus palabras cayó sobre mis
labios―. Aún te quiero, Gatita. Cuando te miro… todo lo que quiero hacer es
rasgar tus ropas y escucharte gritar mientras estoy dentro de ti.
―Estoy comprometida ―estallé para cubrir mi pulso por las nubes. No podía
dejar de mirar los planos cincelados de sus pómulos o cuán cerca su boca estaba de
la mía. Esa boca se torció a mi respuesta.
―Sí, lo sé. Me lanzaste esa bien, lo hiciste. ¿Es por eso que no viniste a
Chicago en abril? ¿Por causa de ese veterinario mascota?
La forma burlona en que habló acerca de Noah tensó mi columna.
―¿Quieres decir cuando secuestraste y asesinaste a Danny Milton? Me
juraste que nunca tocarías a Danny, pero no supongo que él está en México
bebiendo margaritas, ¿o sí?
Bones se enderezó.
―Me hiciste jurar no matarlo, mutilarlo, lisiar, desmembrar, cegar, torturar,
sangrar, u otra forma de infligir cualquier herida en Danny Milton. O estar al
margen mientras alguien más lo hacía. Deberías guardar tu tristeza para alguien
que la valga. Danny renunció a ti como un mal hábito inmediatamente. Sabes que
ese pútrido lavado de cerebro no se mantiene bajo la mirada de un maestro
vampiro. Al menos el carbón fue finalmente útil. Me dijo dónde vivías. Virginia.
Tuve que reducirte a tres estados, y él me ahorró algo de tiempo. Eso es el por qué
le dije a Rodney para matarlo rápido y sin dolor, y no me quedé a observar.
―Bastardo ―logré decir.
Se encogió de hombros.
―Tomó eso para saberlo, amor.
Bajé mi cabeza y lo froté, pensando en Dave. Cuán innecesariamente había
muerto. Cuán absolutamente era mi culpa, primero yo rescatando a Danny en
lugar de matar a Lazaro, luego yo gritándoles que no disparara. Podría también
haber rasgado la garganta de Dave yo misma.
Bones me miró.
―¿Realmente estás llorando a ese imbécil? Ese bruto habría conseguido
matarte un día, no te equivoques sobre ello. No podía dejarlo vivir. Tu jefe podría
haber hecho un trabajo muy bueno ocultándolo lejos, pero yo lo encontré en tres
días.
―No estoy de duelo por él. ―Mi voz estaba llena con auto recriminación―.
Perdí a un amigo ese día. Y para que conste, no supe sobre Chicago hasta hace un
mes. Don me había dado algo de tiempo fuera para tratar con mi culpa, así que
envió a alguien más a Chicago cuando Danny estuvo perdido. Sólo me dijo sobre
ello cuando Ian se escapó. ―Di una risa seca, sin humor y lo miré―. Cuando
escuché, demandé ver toda la evidencia del hospital. Encontré el reloj y supe que
era tuyo. Diré esto; no me preocupe sobre Danny después de eso.
Bones sostuvo mi mirada, y me estremecí a pesar de que el aire afuera era
cálido. Había un sentido de irrealidad por estar aquí de pie y hablándole a él.
Alguna parte de mí pensaba que despertaría y todo esto sería un sueño.
―¿Habrías venido? ―preguntó suavemente.
Esa era una pregunta peligrosa, pero él merecía un poco de honestidad,
incluso si no podía decirle la mayoría de lo que estaba sintiendo.
―En el estado mental en el que estaba, masticada por el dolor y buscando por
cualquier fuente de consuelo, sí. Habría ido a ti. Habría sido un error, por
supuesto, porque nada sobre nuestra situación ha cambiado y todo se habría ido a
la mierda, pero sí. Después de que me comprometí con Noah, no. Hice un
compromiso, Bones. Eso significa algo, a pesar…
―¿A pesar del hecho que no lo amas? ―terminó brutalmente.
―¡Eso no es cierto! De todos modos, no importa. Tú y yo hemos acabado.
―Las palabras sabían vil, pero las dije. Las siguientes positivamente me ahogaron,
pero tenían que ser pronunciadas también―. Yo… ―miré lejos―… no te amo más.
―¡Allí estás! ―gritó Noah desde el otro lado del patio―. Querida, las
personas están preguntándose dónde estabas. ¿Qué estás haciendo aquí afuera?
La mentira vino rápidamente.
―Mi tobillo estaba molestándome de mi desliz en el pasillo. Solo estaba
estirándolo, no quise hacer un alboroto.
―No nos hemos conocido ―dijo Bones, y le extendió su mano a Noah. Lo
miré, recordando que había paralizado la mano de Danny de esta misma forma―.
Mi nombre es Cris. Cris Pin.
Cris. Pin. ¿Por qué no había mirado claramente a las invitaciones cuando
ayude a enviarlas?
―Noah Rose ―contestó mi prometido, sacudiendo la mano de Bones. Solté
un suspiro de alivio cuando la dejo ir y ningún hueso estaba roto―. Esta es mi
prometida, Cristine, en caso que no la hayas conocido.
―Nos hemos conocido antes ―dijo Bones con una mirada conocedora en mi
dirección―. De hecho, ella solo estaba contándome la historia detrás de su
apellido.
Gemí interiormente. Noah frunció el ceño.
―¿Russel? No sabía que había una historia detrás de tu apellido, Cristine.
¿Cuál es?
¿Pues bien, qué esperaba? Prácticamente me había llamado por Bones cuando
cambie identidades. ¿Pensé que no lo mencionaría?
―Um, er… el nombre de soltera de la mamá de Cris también era Russell, eso
es todo. ¿Dices que la gente está buscándome? Vamos a regresar a la fiesta. Mi
tobillo se siente mejor.
Me alejé tan rápido que Noah tuvo que trotar para alcanzarme. Incluso así, la
voz de Bones siguió tras de mí, demasiado bajo para que Noah escuchara.
―Gatita, cuando dijiste que no me amabas más… estabas mintiendo.
La cena fue un infierno viviente. Felicity mantuvo una corriente de
conversación sugestiva con Bones que me tuvo enterrando mis uñas en mis palmas
hasta que saqué sangre. Peor, su mano siguió encontrando su camino sobre su
muslo cuando fuera que ella se inclinara para susurrarle algo a él. Y él no hizo
nada para detenerla.
Incapaz de observar más, me giré y ensarté mi rollo viciosamente. Por el
rabillo del ojo, vi a Bones mirarme y reír.
―Tengo que ir a empolvar mi nariz. Ya vuelvo ―arrulló Felicity, rozando sus
senos contra su hombre cuando se inclinó para recuperar su bolsa de mano.
Él le guiño el ojo cuando ella se alejó, el bastardo. Torcí mi cuchillo en mi
indefenso rollo e imaginé que era el corazón de él.
―¿Tratando de advertirme sobre algo? ―preguntó con una mirada
conocedora a mi rollo.
―Solo una ilusión ―repliqué maliciosamente.
Bones tomó su propio rollo y partió el centro, poniéndole mantequilla. Luego,
bajó su cabeza, corrió su lengua a lo largo del centro hasta que lamió cada gota de
humedad. El aire dejó mis pulmones rápidamente mientras observaba.
―Ilusiones―murmuró, mandándome una mirada caliente.
Me puse de pie tan precipitadamente que mi silla se volcó, y mi cara
quemaba con un rubor carmesí que no tenía nada que ver con causar una
distracción entre los invitados a la boda de nuevo.
―Um, un brindis a la novia y el novio ―improvisé―. Denise, Randy, podría
recordar por siempre el compromiso que hicieron el uno al otro hoy. El
matrimonio es la promesa de que pase lo que pase, ustedes permanecerán juntos y
no serán golpeados por lo que la vida les lance. Hoy y siempre, les deseo fuerza,
valor, y tenacidad para superar cualquier obstáculo que amenace su relación. Una
vez más, felicidades.
Un puñado de aplausos sonó, con más que unas cuantas miradas de soslayo.
Está bien, así que tal vez soné como un sargento, pero estaba tratando de mantener
mi cabeza sobre el agua aquí.
Randy se acercó para darme un beso, al igual que Denise, y me senté
sintiéndome ligeramente mejor.
Entonces Randy se puso de pie y levantó la copa.
―Me gustaría agradecer a Cristine por recordarnos fuertemente a todos la
seriedad del matrimonio. Desde que ella esta normalmente armada, no voy a estar
en desacuerdo con ella.
Su declaración obtuvo autentica risas y aplausos. La mayoría de los invitados
sabían que yo trabaja para el gobierno de alguna manera, y sabían que no eran
deberes secretariales. Pobres tontos, si tuvieran alguna idea real.
―Pero déjame desviarme un poco ―continuó Randy―. Denise y yo nos
hemos conocido el uno al otro por solo seis semanas, un muy corto periodo de
tiempo, muchos dirán, y podrían estar en lo correcto. Tenemos diferentes
antecedentes, diferentes crianza, y diferentes creencias religiosas. Nada de eso
importa. La primera noche que la conocí, supe que ella era la única para mí. La
noche antes de que le pedí casarse conmigo, tuve una conversación con mi amigo,
Cris.
Randy hizo un gesto hacia mi derecha y me tensé, asustada de escuchar más.
―La mayoría de ustedes no conocen a Cris, pero nos conocimos hace seis
meses, y le pregunté si pensaba que estaba apresurando las cosas por proponerme
a una mujer con la que solo había salido por dos semanas. Quiero compartir con
todos ustedes lo que Cris dijo, porque creo que vale la pena repetirlo.
Randy se movió para estar de pie detrás de Bones, y mis nudillos se pusieron
blancos sobre el borde de la mesa. Algo me decía que no quería escuchar lo que
venía.
―Dijo, “Randy, amigo, no importa cuánto tiempo has conocido a esta chica si
la amas. El tiempo no tiene dominio sobre el amor. El amor es la única cosa que
trasciende el tiempo”.
Hubo exclamaciones sentimentales de oohs y ahhs de los invitados. No me
atreví a mirar a mi derecha, porque lágrimas cursaban un lento camino estable por
mis mejillas. Cuánta razón tenía Bones. Nuestro amor trascendió el tiempo, porque
mi corazón estaba rompiéndose tanto ahora como el día que lo dejé.
―Me gustaría agradecerles a los nuevos amigos y viejos, familia y familia
extendida, por compartir el más feliz día de mi vida con la mujer que amo
―terminó Randy.
Aplausos sinceros rompieron cuando Randy y Denise se besaron.
Cuando se separaron, sus ojos se abrieron cuando ella me vio sobre el
hombro de Randy.
―¡Cristine! Estás llorando. Nunca te he visto llorar antes.
Sonreí y mentí a través de una garganta casi cerrada de emoción.
―Solo estoy tan feliz por ustedes, eso es todo.

Sombríamente juré que pasaría por la recepción entera. Pero me senté más
cerca de Randy de lo que Denise lo hacía en mi vano intento de poner tanta
distancia entre Bones y yo como fuera posible.
Felicity, perra como era, le echó un vistazo a la ginebra que seguí
consumiendo y fingió un jadeo asombrado.
―¿Cristine, no puedes mantener una tapa en tu bebida? ―siseó detrás de la
espalda de Bones―. Esta es la boda de mi primo, por el amor de Dios.
Su tono remilgado me hizo apretar mi bebida tan duro que se rompió.
Ginebra se derramó en el frente de mi vestido, y mi palma comenzó a sangrar.
―¡Hijo de puta! ―grité.
Cada cabeza giró. Bones sofocó una risa fingiendo una tos repentina.
―¿Estás bien? ―Randy me miró con preocupación y envolvió su servilleta
alrededor de mi mano. Miró a Bones, quien le dio un inocente encogimiento de
hombros.
―Estoy bien, Randy ―grité, mortificada.
Denise asomó su cabeza alrededor de su nuevo esposo.
―¿Quieres que cambiemos de asientos? ―murmuró suavemente.
Ellos pensaban que estaba sacudida por causa de que Bones era un vampiro.
Esa era la menor de mis preocupaciones. Su cercanía estaba triturando mi control,
y la recepción no había acabado aún.
―¡Querida! ―Noah vino a la mesa y quitó la servilleta de mi mano―. ¿Es
malo?
―Estoy bien ―espeté con dureza. Su cara dolida me hizo encogerme con
culpa―. Solo avergonzada ―cubrí―. Primero el viaje, ahora rompo copas y grito
obscenidades. Estaré bien. Ve de regreso a tu asiento. No vamos a hacerlo peor.
Noah parecía aplacado y fue de regreso a su mesa. Recogí los pedazos de
copa y comencé a apilarlos sobre la sangrienta servilleta.
―Voy al baño de damas para lavar esto y tirar los cristales ―le dije a Denise.
―Iré contigo ―ofreció.
―No. ―Di una mirada a mi derecha a Bones y luego de regreso a ella de
nuevo. Sus ojos se abrieron, y comprendió. Parte de ella, de todos modos.
―Cris ―se dirigió a él―. ¿Te importaría acompañar a Cristine y ver si tienen
vendas? Randy dice… ―Se detuvo y luego continúo con malicia―: Randy dice
que tienes un gran trato de experiencia con heridas sangrantes.
―¿Eres médico? ―susurró Felicity.
Bones se puso de pie y le dio a Denise una sonrisa apreciativa a su elección de
palabras.
―Atrás en Inglaterra fui muchas cosas ―respondió a Felicity evasivamente.
―Mantén a Noah ocupado ―le susurré a Denise, y ella asintió. Dios sabía
que ella haría un mejor trabajo del que mi madre hizo.
Hice una parada en el bar primero. El camarero dio una mirada de ojos
abiertos a mi servilleta manchada de rojo.
―Ginebra. Sin copa, solo la botella ―dije sin rodeos.
―Um, señorita, tal vez debería…
―Dele a la dama la botella, compañero ―interrumpió Bones, sus ojos
parpadeando verdes.
Sin demora, una botella sin abrir fue empujada en mi aún sangrante mano.
Torcí la tapa para abrirla, boté la copa rota y la servilleta sangrienta, y tomé un
largo trago. Luego llevé a Bones a la esquina lejana del estacionamiento donde
había menos autos. Él esperó pacientemente mientras bebí de nuevo. Estaba
manchando de sangre todo el exterior de la botella, pero no me importaba.
―¿Mejor? ―preguntó cuándo me detuve para tomar aire. Sus labios torcidos
con diversión suprimida.
―Difícilmente ―contesté―. Mira, no sé cuánto tiempo mi madre se
mantendrá callada, pero en caso que no lo hayas notado, te odia. Llamará a las
tropas y tratará de tenerte ensartado sobre una llama abierta con una estaca de
plata. Tienes que irte.
—No.
—¡Maldición, Bones! ―Mi temperamento explotó. ¿Por qué tenía que ser tan
hermoso, por qué tenía que estar de pie tan cerca, y por qué lo amaba tanto aún?―.
Trabajo para el gobierno matando vampiros, ghouls, e incluso humanos cuando es
necesario. Ellos poseen mi trasero por otros trece años si no muero primero, y eso
es un gran sí. No puedes estar aquí. Te dije que no te amo más. Podría tener
algunos… algunos sentimientos residuales de atracción por ti, pero es solo porque
tengo ojos y eres impresionante. Ahora por favor, ¿antes de que esto se ponga feo,
sólo te irías?
Ladeó su cabeza. Una ligera brisa agitó los rizos en su cabello, y en su
esmoquin, él era as que impresionante. Era devastador.
―¿No me amas? ¿Entonces por qué no mataste a Ian? Tenías un cuchillo en
su corazón. Todo lo que tenías que hacer era girarlo. Lo dijiste tú misma, tu trabajo
es matar vampiros, aun así lo dejaste ir. Podrías también haberme enviado un
radiante Valentín.
―Sentimentalismo. ―Me agarré a un clavo ardiendo―. Por los viejos
tiempos.
―Cierto. ―Bones dejó ir esa―. Bueno, amor, deberías haberlo matado,
porque ahora está buscándote. Hiciste una gran impresión. Mientras yo nunca te
forzaría a hacer nada contra tu voluntad, Ian quiere encontrarte para hacer justo
eso.
―¿De qué estás hablando?
Bones sonrió, pero no era una sonrisa complacida.
―Él está enamorado, por supuesto. Ian es un coleccionista de cosas raras, y
no hay nadie más raro que tú, mi hermosa mestiza. Estás en peligro. Él no sabe que
te encontré, pero te encontrara lo suficientemente pronto.
Reflexioné sobre eso mientras tomaba otro trago.
―No importa. Vencí a Ian antes y puedo hacerlo de nuevo.
―No de la forma en que jugará. ―Había algo en su voz que me hizo mirarlo
fijamente―. Ian no va a venir a ti en una noche y tratara de tomarte en una pelea
justa. Agarrara a todos los que amas primero e ira directo a un trato, sus términos.
Créeme, no van a gustarte. Ahora, tu única ventaja soy yo. Porque por tu pequeña
descripción inteligente de nuestras relación, Ian cree que me odias y viceversa.
Lindo toque, eso. Especialmente la parte del dinero. ¿Todavía quieres un cheque?
―Te escribiré uno si te vas ―murmuré.
Bones ignoró eso y se movió más cerca, sosteniendo su mano extendida.
―¿Te importa si tengo una gota de tu botella?
Le entregué la botella, cautelosa de no dejar que mis dedos rocen los suyos.
En lugar de beber de ella, me miró a los ojos y lamió mi sangre de la suave
superficie de cristal. Su lengua curvada alrededor de cada contorno de la botella, y
calor llameó a través de mí mientras observaba, hechizada. Cuando no quedó ni
una gota en ella, me la pasó de regreso a mi de repente mano temblorosa.
―¿Atracción residual? ―Su voz se profundizó―. Oh, Gatita, sólo estás
engañándote a ti misma.
¡Piensa en Noah!, gritó mi cerebro. ¡Piensa en cualquier cosa menos en cómo esa
lengua se siente sobre tu piel!
―Aprecio tu advertencia sobre Ian. ―Traté de sonar firme, pero mi voz salió
entrecortada―. Pero manejaré esto. Si es necesario, me recolocaré con Noah y mi
madre. Noah me ama. Él ira donde yo vaya.
Me dio una dura, breve risa y sus ojos brillaron verdes. Ira o pasión, no estaba
segura.
―Sostén a Noah como un escudo, pero él es tu vínculo más débil. Vamos a
hablar sobre tu prometido, desde que eres tan rápida en mencionarlo cada vez que
sientes tu fuerza de voluntad debilitándose. Dime, ¿cómo tomó la noticia que eras
mitad vampiro? Te apoyó, ¿no es así? ¿O qué sobre cómo arriesgas tu vida para
matar a los no muertos? ¿Te da un beso y te dice que estaques uno para él? Tu
mamá tiene bolas más grandes que Noah.
―¡Sus bolas están bien! ―¿Dios, acabo de decir eso?
Se movió a matar.
―Vamos a hablar sobre eso también. No es de extrañar que estás caliente
como un petardo a mi alrededor. La mejor picadura que has tenido todos estos
años ha sido indudablemente tú misma. ―Entonces se inclinó adelante hasta que
su boca estaba a meros centímetros de mi oreja―. Sabes, amor, he estado
preguntándome algo desde que averigüe que estabas comprometida. ¿Qué es más
frustrante para ti? ¿Tener que ocultar tus ojos cada vez que Noah está dentro de ti
así no ve su brillo… o no necesitar cerrarlos en absoluto?
Bastardo. Balanceé la botella a su cabeza, y la atrapó en un borrón de
velocidad. Tan pronto como sentí sus dedos cerca de los míos, la dejé caer, y se
rompió a nuestros pies.
Bones sonrió con cruel satisfacción y retrocedió un paso.
―Eso fue lo que pensé.
―¡Muérdeme! ―gruñí venenosamente y oh, cuán estúpidamente.
Sus ojos brillaron.
―He estado soñando con eso por años. Voy a mantener tu oferta.
―Forma de hablar, Bones ―dije mientras retrocedía hacia la seguridad de la
casa club, aunque ninguna parte sería segura ahora. Su expresión me dijo eso.
―No para un vampiro, por respeto a Randy, dejaré ir esto por ahora. Tú y yo
terminaremos esto después.
―No, no lo haremos. Hazme un favor. Ve a joder a Felicity y déjame sola.
―¿Crees que no te perturbo? ―gritó cuando alcancé la puerta de la casa
club―. Ya veremos.
Corrí dentro y no respondí.
Capítulo 14
Bones descubre el tatuaje de tibias
cruzadas de Cat

Nota del autor: Corté el resto de la escena de boda y la escena donde Bones sigue a
Cat al club porque no había mucho material nuevo. La siguiente sección es una versión
revisada de lo que pasa después de que Cat mata al vampiro en el club e incluye una sección
eliminada donde Bones ve por primera vez el tatuaje de tibias cruzadas sobre la cadera de
Cat. Honestamente no recuerdo por qué esta parte no salió en la versión publicada. Debe
haber sido que pensé que estaba ahí pero fue accidentalmente borrada en una de mis muchas
revisiones. Y sí, hubo muchas revisiones, como ahora pueden ver.

―Olvidaste uno.
Estaba a punto de arrojar más cuchillos cuando su voz me detuvo. Bones
entró y echó una mirada a fondo a la matanza. A la mayoría de los vampiros que
despachaba con mis cuchillos, pero aquellos que mataban niños, los destrozaba con
mis manos desnudas. Era lo menos que podía hacer.
―¿En serio? ¿Quién?
Su sonrisa era placentera.
―La pequeña perra que estaba hurgando por un arma, pero ya no lo está
haciendo.
Debió haber sido Brandy con las uñas de los pies rosa. Su expresión benigna
no me engañaba. Conociéndolo, ella estaría usando ese color en el infierno.
―Dos de estas chicas aún están vivas. Dales sangre. La tuya trabajará más
rápido de lo que yo tengo para ofrecer.
Todo lo que tenía era la mía, pero con mi humanidad, era débil cuando se
trataba de sanar. Y no tenía ningún Brams encima porque se suponía que esta no
era una noche de trabajo.
Bones tomó el cuchillo que le tendí y rebanó su palma, yendo hacia cada
chica y haciéndolas tragar su sangre.
―¿Estará bien? ―preguntó el fantasma, cerniéndose sobre su novia.
Gradualmente escuché su pulso regresar a un ritmo estable mientras la
sangre de Bones trabajaba en ella. Después de un momento, sonreí.
―Sí, ahora lo estará.
Sonrió de vuelta, mostrando que en vida había tenido hoyuelos. ¡Dios, era tan
joven! Entonces comenzó a desvanecerse en los bordes, haciéndose apenas visible
hasta que ya no hubo nada más de él.
Me quedé mirando en silencio. Después…
―¿Se ha… ido?
Bones sabía a lo que me refería.
―Eso espero. Logró lo que quería y ha seguido adelante. A veces, unas pocas
personas tercas aguantan para hacer una última cosa. Debió haberla amado de
verdad.
Amor verdadero. Eso me trajo de vuelta a mi pésimo humor.
―¿Por qué estás aquí? ¿Terminaste con Felicity tan pronto? Eso difícilmente
está al corriente de tu usual desempeño.
Una de sus cejas se alzó.
―No tenía intención de follarme a Felicity. Solo la besé para probar que te
importa más de lo que quieres admitir.
Estaba tan contenta de que nada más hubiera pasado con ella que casi sonreí.
Entonces me contuve.
―No me importa.
Bones resopló y dio otra mirada a las paredes salpicadas de sangre.
―Seguro. Estás tan fresca como un pepino.
Había dejado la chaqueta del esmoquin en algún otro lado pero aún usaba la
camisa y el pantalón de la boda. Su corbata también estaba perdida, y su camisa
estaba casualmente abierta en el cuello. Encima de eso, tenía puesto un largo
abrigo de cuero negro que arrastraba hasta sus pantorrillas…
―Santa mierda, ¿Es eso lo que creo que es? ―solté abruptamente.
Bones dio una vuelta.
―¿Te gusta cómo se me ve? Después de todo, te quedaste con tu regalo de
Navidad. Solo me parecía justo recuperar el mío, especialmente desde que te
llevaste mi otra chaqueta.
El abrigo de cuero que le había comprado como regalo de Navidad hace casi
seis años le quedaba perfectamente. Cuando le dije dónde estaba el día antes de
que lo dejara, nunca se me ocurrió que regresaría por él. Pero bueno, nunca se me
ocurrió que me buscara todo este tiempo.
Sacudí la cabeza para aclarar imágenes. Tenía que alejarme de Bones. Cuando
estaba cerca de él, no podía pensar correctamente. Trabajo, concéntrate en el trabajo.
―Tengo que reportar esto, ¿traes un teléfono? ―Todo lo que tenía conmigo
era mi ropa interior, sangre y algunos cuchillos.
Bones sacó uno de su bolsillo y me lo pasó.
―Tate, es Cat. Necesito un equipo de limpieza en el bar GiGi. Tengo un
montón de vampiros muertos y algunas víctimas que necesitan atención médica y
memorias nuevas. Un par de cuerpos humanos también, desafortunadamente.
―¿Por qué no estás en la boda? El bar GiGi se suponía que era con nosotros,
mañana.
Por su tono, Tate estaba enojado, pero no estaba de humor para discutir con
otro hombre.
―¿Me vas a reprender o vas a conseguir al equipo?
―¿De qué número estás llamando? Este no es tu celular.
―Le robé el teléfono a alguien ―mentí―. Lo voy a devolver ahora.
Apúrense, este lugar está trepando de gente.
Colgué sin decir adiós.
―Tienes que irte ―dije por lo que seguramente era la décima vez―. Los
chicos estarán aquí pronto.
―No tengo ninguna prisa ―replicó, su voz ronca.
Tardíamente, se me ocurrió que estaba de pie a solo dos metros de distancia
de Bones ataviada con solo mi sostén y mi ropa interior. Por sentado, estaba
cubierta de sangre, pero eso nunca apagaba a un vampiro. Era su equivalente a
crema batida.
No se había perdido ni una sola cosa, y sus ojos se deslizaron sobre mí con la
intimidad de un toque.
―Eres exquisita, Gatita.
Avanzó hacia mí, pero salté hacia atrás. Algo pasó a través de su rostro y sus
ojos se entrecerraron mientras miraba mi cadera desnuda. Uh-oh. Me había
olvidado de eso.
―De verdad duplicaste mi tatuaje. Ian me dijo que lo habías hecho, pero no
le creí. Sin embargo aquí está, grabado en tu piel. ―Había un vago asombro en su
voz.
―No me toques. No. ―Mi voz tembló porque sabía que si lo hacía, habría
terminado todo.
―Quieres que lo haga. Lo veo en tus ojos, y tu aroma te traiciona. ―El tono
plano y hambriento de la voz de Bones me asustó. Sus siguientes palabras lo
hicieron aún más―. Sin embargo te dije hace mucho, no entro si no me invitan. Tú
serías la primera en ponerme las manos encima, y no iré a ningún lado. ¿Quieres
deshacerte de mí? Entonces tendrás que matarme.
Oh, mierda. Él sabía que no podía hacer eso. Diablos, no había sabido si
podría matarlo aun pensando que había masacrado a una familia entera.
―Entonces me iré ―dije―. Don me escondió una vez, puede hacerlo otra
vez.
―Te reto a que lo intentes ―dijo amenazadoramente―. Tenemos asuntos
inconclusos, y los resolveremos, estés lista o no. Después de cerca de siete malditos
años, has tenido tiempo suficiente. Fija una hora, amor, termina aquí si lo deseas,
pero no esperaré otro día. Si tengo que seguirte a tu casa y sacarlo todo enfrente de
Noah, lo haré. No me molestará en absoluto sacarle el algodón de los ojos en
cuanto a la persona con la que espera casarse. ¿Qué es lo que será? Privado o
público, escoge.
No estaba blofeando, nunca blofeaba, y no había manera en que lo dejaría
llegar cerca de Noah si podía evitarlo. El hecho de que no lo hubiera asesinado ya
me asombraba.
―Está bien, ¿quieres que escoja una hora? El amanecer.
Sus labios se curvaron ante la malicia de mi elección. Un vampiro era más
débil al amanecer. También lo era yo, pero en esta instancia, mi humanidad me
ayudaría en vez de entorpecerme. Toma cualquier golpe sucio, cada golpe bajo. Él
me había enseñado eso.
―¿Dónde?
Pensé por un minuto.
―Hay un parque sin terminar en las afueras de Richmond llamado
AdventureLand. La construcción ha sido detenida debido a licencias, así que está
vacío. Encuéntrame en el puente que conecta el campo de golf con el extremo
verde. No llegues tarde, no te esperaré.
Sonrió y dio una última, larga mirada a lo largo de mi cuerpo.
―No llegaré tarde, Gatita. Puedes contar con eso.
Capítulo 15
Versión revisada de la pasión reavivada
de Bones y Cat

Nota del autor: En la versión publicada de One Foot in the Grave, Bones y Cat
salen en varias citas antes de sucumbir a su pasión. En un punto cercano después del
regreso de Bones, Cat incluso le dice algo como “No voy a tirarme de espaldas con las
piernas abiertas mientras declaro mi eterno amor por ti”. *Sonrisa* Esa línea era yo siendo
una listilla con mi editora, porque en la versión original de abajo, eso es exactamente lo que
pasa. Cat nunca ha dejado de amar a Bones, y ella misma se hizo un miserable y
autodestructivo embrollo sin él, así que no podía imaginarla poniendo a Bones a distancia
por cualquier periodo de tiempo una vez que él estaba de regreso en su vida. Tampoco podía
imaginarme a Bones queriendo tomarse las cosas despacio ahora que finalmente la había
encontrado. Él es un hombre paciente, pero no TAN paciente.
Sin embargo, terminé reescribiendo lo que pasó cuando Bones regresó porque mi
editora me recordó que los nuevos lectores que empezaron con One Foot nunca han
“conocido” a Bones y por consiguiente no tenían ningún trasfondo para su romance.
Teniendo a Cat y Bones saltando a la cama tendría por lo tanto una disminución de la
tensión sexual que de otra manera podría ser usada para introducirlos a la relación de Cat y
Bones. Desde que había escrito esto mucho antes de tener algún lector, ese pensamiento
nunca se me había ocurrido, pero podía ver su punto, así que lo revisé. Sí usé algunas
partes de la escena original de sexo abajo en la versión publicada, pero cambié el escenario
como también lo que inspiró a Bones a morderla. Así que, en esta versión, van a ver ambas,
una versión cambiada de su primera escena de sexo como también el estado de ánimo de
Bones concerniente a Noah.

El amanecer justo había despuntado cuando subí al puente. No había


dormido ni un solo minuto en toda la noche.
Bones ya estaba junto al puente, esperándome. Alguna parte idiota de mí
esperaba que se hubiera quedado dormido, pero no. De hecho, desde mi mirada
empañada, él lucía tan descansado como se podía estar. Vestía un suéter azul
marino y jeans azules, y mi corazón comenzó con ese acelerado latido cuando
encontró mi mirada. Había escogido un lugar abierto deliberadamente. Aunque
estaba desierto, era difícilmente privado.
Se rió abiertamente cuando me bajé de mi coche. Está bien, así que tal vez me
había ido un poco sobre la borda en mi intento por lucir desaliñada. Incluso debatí
si bañarme o no lavarme los dientes, pero la higiene había ganado. Tenía puesto un
overol suelto, una blusa con cuello de tortuga y mangas largas, y tres pares de ropa
interior por debajo del overol. Mi cabello colgaba en hebras salvajes después de
que lo había secado duramente con la toalla después de mi ducha. Ni siquiera me
había molestado en peinarlo.
―¿Dónde está tu cinturón de castidad? ―dijo como saludo, todavía riendo―.
Debes estar bastante preocupada por tu fuerza de voluntad. Estoy halagado.
―Ahórratelo ―dije cortantemente―. Estoy aquí, resolvamos esto.
―Muy bien. ―Caminó debajo del puente. No me moví―. Empezará a llover
pronto, lo huelo. Quédate ahí si quieres, yo me voy a mantener seco.
El aire de hecho se sentía húmedo, y grises nubes de tormenta mantenían al
sol a raya, pero me mantuve y me quede donde estaba.
―Me arriesgaré.
Eso señaló el comienzo de la hora de la verdad.
―Lo que estás dispuesta a arriesgar hace que mi cabello se ponga de punta
―chasqueó Bones―. Saliendo y cazando vampiros con solo humanos como
apoyo. No puedo creer que sigas viva. ¿Cuántas veces te has puesto en peligro
para sacar a tu equipo de apuros? Deben haber sido cientos. Anoche pude haberlo
cogido uno a uno. Sin ti, son solo comida.
―Estoy contenta de que concordemos ―interrumpí―. Mi equipo me
necesita. Don me necesita. Mi madre me necesita. Tienes que respetar eso e irte.
Déjame encargarme de mis problemas.
―Ellos no me importan una mierda. ―Ojos café fulminaron los míos―. Te
necesito, eso es todo lo que me importa.
Anoche, acostada en mi cama, ensayé docenas de argumentos. Aquí iba el
primero.
―No soy la misma adolescente que sacaste de un bar. Soy una mujer crecida.
Si Ian viene por mí o por los míos, lucharé contra él. Honestamente, estoy más
preocupada acerca de ti lastimando a Noah que por Ian yendo por él para llegar a
mí.
Resopló rudamente.
―Si quisiera matarlo, ya lo hubiera hecho. Seguí al cabrón a su oficina a la
mañana siguiente que te encontré, luego lo tomé por el cuello y le dije mi nombre.
Claro, no tenía idea de quién era yo. Solo me tomó otro minuto darme cuenta que
tampoco tenía una maldita idea de quién eras tú. Es por eso que tu osito humano
está a salvo de mí. Es demasiado blando, ingenuo, idealista y débil. Te
comprometiste con un hombre al que sabías que nunca podrías amar
verdaderamente, y Dios sabe que él tampoco te amaría si tuviera idea de quién y lo
que eres. El tipo de tu equipo tiene más que temer de mí que de Noah.
―¿Quién? ―No tenía ninguna refutación de lo que había dicho acerca de
Noah. Tal vez solo estaba contenta de que él había prometido, indirectamente, no
lastimarlo.
Bones me dio una mordaz rastrillada con sus ojos.
―Tate. Está tan enamorado de ti que lo puedo oler a un kilómetro de
distancia. Interesante que no lo escogieras a él como tu amante ya que él te acepta
y tiene un poco de fuerza. No, fuiste directo por el “Arca Peluda de Noah”.
Pisoteé más cerca para gritarle en la cara.
―Primero que nada, Tate no me ama. Solo quiere echar un polvo. Tú y él
tienen eso en común.
―Muy cierto que él quiere follarte, pero caminaría entre las llamas por ti.
Después de más de doscientos años de observar hombres y mujeres, reconozco el
amor verdadero cuando lo veo.
―Yo no lo amo.
―Por supuesto que no. Sería demasiado peligroso para ti, ¿no es así?
Después de todo, tendrías que confiar en alguien. Decirles la verdad cuando te
sientas amenazada en vez de desaparecer. ―Bones se acercó.
Ahora estábamos frente a frente.
Entonces su voz se suavizo un poco.
―¿Sabes cuántas personas en América poseen un Volvo similar al tuyo? Yo
sí. Así es como te tuve reducida a tres estados. Don le cambió el año y lo hizo
también con los registros, pero el gobierno mantiene registros de sus vehículos. Y
registros de combustible para sus aviones. Sabía que no viajabas en avión
comercial debido a tus armas, así que después de cada escena en la que estabas,
rastreé las rutas de los aviones militares más cercano. ¿Sabes cuántas veces llegué
justo después de que te fueras? Todavía podía oler tu esencia en el aire, casi tan
claramente como lo hago ahora.
Bones me había dicho anoche que me había buscado, pero no me había dado
cuenta cuán extensamente. Mi corazón se oprimió.
―Bones, lo siento por irme de la forma en que lo hice. Fue cobardemente,
pero yo… No era lo suficientemente fuerte en ese tiempo para mirarte y decirte
adiós, incluso aunque sabía que era la decisión correcta. Todavía lo es. Si te hace
sentir mejor, lloré cada noche por lo que te hice. Literal, cada noche. ―Amargura
reptó en mi voz, porque era verdad.
―No, no me hace sentir mejor, Gatita. ―Frustración y ternura mezcladas en
su rostro―. Si cualquier otra persona te lastimara así, los mataría, sin embargo te lo
hiciste tú misma. ¿Qué voy a hacer acerca de eso?
―Por favor, tan solo vete. ―Forcé la respuesta a salir por pura fuerza de
voluntad―. Por favor, estoy diciéndotelo a la cara, como no pude hacerlo antes.
―Encontré esos orbes café oscuro con los que soñaba incesantemente y no
flaqueé―. Adiós, Bones.
Me miró fijamente por varios momentos. Puse toda mi determinación, fuerza
y voluntad delante para que él las viera, no las temblorosas emociones por debajo.
Finalmente, parpadeó, y el punto muerto se acabó.
―De acuerdo, Gatita. Si estás segura de que eso es lo que deseas, me iré. Te
dije hace mucho que no forzó mi presencia a quien no me quiere. Dame un abrazo,
niña. Vamos a partir como amigos.-
Partir como amigos, eso estaba mejor que antes ¿no es así? De hecho, sería un
total insulto si me negara a tan magnánima oferta. Todas esas excusas pasaron
volando en mi mente y anularon mis advertencias internas que me decían que no
lo hiciera. ¿Cuándo escucharía a esas advertencias?
Di un paso adelante y puse mis brazos alrededor de él, pero tan pronto como
lo hice, supe que era un error. Uno colosal. Bones doblo sus brazos a mi alrededor,
y fue como una cerilla prendiendo a través de cada terminación nerviosa. Su
cuerpo parecía pulsar con voltaje rogando ser liberado, y su abrazo era la única
cosa que se había sentido bien en los últimos seis años y medio. Nunca, jamás debí
haberlo tocado. Siempre había sido mi kryptonita.
―Lo siento ―susurré, pero no a Bones. Fue a mi madre, a Noah, Don y a
todos los demás, porque nada cerca de mi propia muerte me detendría de lo que
hice a continuación. Impaciente por sentir su carne debajo de mis palmas, agarré
un puñado de su adorable suéter azul y lo rasgué abierto.
Pude haber jadeado cuando mis manos tocaron su piel desnuda excepto que
en ese instante, sus labios cubrieron los míos. Devastó mi boca con necesidad ciega,
su lengua rastrillando duramente el interior. Su agarre en mí se tornó inflexible,
aplastante, y me levantó sobre mis pies mientras yo enrollaba mis piernas
alrededor de su cintura. Solo la presión de nuestros cuerpos mantenía su suéter
puesto. Había desgarrado el suéter en tiras en mi avaricia por tocar su piel
desnuda.
―No… me vuelvas… a decir… jamás… eso otra vez ―gruñó mientras me
besaba hacia el olvido sin sentido. Mi conciencia dormía, comatosa por la rápida
golpiza que había recibido por mi lujuria. No podía tener suficiente de besarlo,
probándolo después de tanto tiempo, y succioné su lengua como si pretendiera
tragármela.
Moví la mano entre nuestros cuerpo apretados con la sola idea de destrozar
su pantalón. Entonces todo pensamiento huyó de mi cabeza mientras sus dedos se
deslizaron por debajo de mi overol y presionó en mí. Me arqueé hacia atrás tan
duro como para golpear mi cabeza en la pared detrás de nosotros, roncos gritos de
necesidad derramándose de mí. Mis entrañas se retorcieron con placer con cada
nueva frotación, la intensidad construyéndose dentro de mí, hasta que su mano
desapareció y me dejó húmeda y adolorida.
―No puedo esperar ―balbuceó ferozmente y se dejó caer al piso conmigo
debajo.
Si hablar hubiera estado aún en mi control, hubiera concordado
inmediatamente. Pero todas mis habilidades vocales estaban siendo usadas para
jadear ante las increíbles sensaciones que sus dedos causaban. Bones se movió,
escuché otro desgarro, y entonces mi overol, camisa y los tres pares de ropa
interior se abrieron por en medio.
Grité cuando entró en mí de un solo golpe duro, mi carne en estado de
euforia estirándose para abrazar la suya. No se detuvo para saborear la sensación
de nuestros cuerpos unidos sino que empujó poderosamente dentro de mí
mientras desgarraba el resto de mi ropa. Solo tomó tres empujones para que yo
temblara en un clímax frenético, incapaz de manejar el bombardeo de mis sentidos.
Un gruñido que pudo ser una risa escapó de él.
―Oh, Gatita. De verdad me extrañaste, ¿no es así?
Mi mente estaba agarrada a una simple y revuelta vociferación: ¡Más duro,
más rápido, más, sí! Era en lo único que podía pensar mientras rasguñaba su
espalda. Sus músculos ondeando con sus movimientos, y su piel positivamente
crujía con energía inhumana.
Estaba aún en los últimos estertores del orgasmo, terminaciones nerviosas
hechas trizas con placer, y sólo la preocupación por oxígeno me dio la habilidad de
hablar.
―No puedo… respirar…
Entre sus incesantes besos y su agarre de hierro, mis pulmones estaban
carentes. Aflojó su agarre y arrancó su boca de la mía, dejando un rastro caliente
hacia mi pecho. Un gemido estrangulado salió de mí cuando succionó duro mi
pezón. Tomé rápidas respiraciones y luego mordí mi labio contra la intensidad de
sus movimientos. Era lo suficientemente rudo como lo hubiera sido una violación,
excepto que yo me torcía hacia él y me deleitaba en su violación. Ningún dolor se
había sentido así de bien. Sonidos estrangulados se escapaban de mí y pinché su
espalda con mis uñas.
―Perdóname ―gimió Bones en mi oído―. No puedo ser gentil. Ha pasado
demasiado tiempo.
―No pares. ―Rastrillé mis uñas hacia abajo en su espalda por énfasis,
concediéndole nada en el gesto. La tormenta rompió alrededor de nosotros, la
lluvia despellejándose hacia abajo en hojas, me sentí más salvaje que la lluvia, con
la pasión que tenía a mis terminaciones nerviosas contrayéndose y girando en
frenesí.
―No puedo parar ―murmuró mientras un giro de sus caderas disparó un
eufórico tormento en mis entrañas. Los músculos dentro de mí se apretaron y
aflojaron en una competición furiosa. Desaté todo el control dentro de mí,
desgarrándome en él con la misma fuerza que él infligía en mí, y los truenos y el
aguacero absorbían nuestros gritos. No había nada tierno en la manera que nos
tomamos. Ambos estábamos demasiado desesperados para eso.
Cuando Bones finalmente convulsionó, temblores sacudiéndolo, casi me
desmayo. Mi corazón tronaba y mis oídos rugían con la sangre tamborileando en
ellos. Me jaló más cerca y dejó que su boca descansara sobre mi pulso, y podía
sentir su desenfrenado latido contra sus labios.
―Eso tomó un poco del borde―Respiró contra mi cuello.
Manejé un resoplido de risa.
―Si eso solo hubiera tomado un poco del borde, me matarías antes de
desafilar la cuchilla. ―Era verdad. Estaría negra y azul para la caída de la noche, y
mis habilidades para caminar estaban en un serio riesgo.
Lo sentí sonreír contra mi piel, y abrí los ojos. Su mirada color esmeralda
brillante sostuvo la mía y la realidad de él estando conmigo, yo estando dentro de
sus brazos, me golpeó con retraso. La angustia que había cargado por tanto
tiempo, se fue poco a poco, reacia a romper su dominio. Lágrimas vinieron a mis
ojos, y no pude mantener a raya la verdad mucho más tiempo.
―Todo lo que te dije antes era pura mierda. Aún te amo. ¡No pude
detenerme, no importó cuán duro traté! Oh Dios, Bones, he estado tan perdida sin
ti… ―Ya no pude hablar. Traté de combatir las lágrimas, pero vinieron como
quisieron, y un sollozo ahogó mis palabras.
―Todo está bien, Gatita ―dijo Bones suavemente―. Ya no estás perdida. Te
encontré, y amo todo de ti. Amo a la adolecente de mente cerrada que trató de
matarme cuando nos conocimos porque pensaba que el mundo tenía dos
categorías: humano y malvado. Amo a la luchadora en ciernes que hizo un trato
con un vampiro para proteger a su familia, y amo a la joven mujer sensual que se
escondía por debajo. Amo a la perra mentirosa que me dejó porque pensó que me
estaba protegiendo. Amo a la dura guerrera en que te has convertido. Incluso
puedo amarte por haberte comprometido con ese trozo esponjoso de humanidad
que pensaste podía cambiarte en algo que nunca serás. Te amo así seas Cristine,
Cat, Cathy, Kitten o incluso Catherine, y amaré también a cualquiera que te
conviertas en el futuro.
Eso lo consiguió; estallé en completos y ruinosos sollozos que hicieron añicos
las paredes dentro de mí. Más que otra cosa, anhelaba escuchar que todavía me
amaba, y más increíblemente, amaba a la verdadera yo, con todos mis defectos y
formas. Fue un alivio inexpresable romperme, dejar caer mis escudos, y estar
emocionalmente indefensa sin miedo al rechazo. Bones me sostuvo todo el tiempo
mientras lloré, y cuando la tormenta de mis lágrimas finalmente pasó, lo besé con
tal fervor que rasgué mis labios con sus colmillos.
Bones hizo un ruido gutural mientras tragaba mi sangre. Entones una mano
se enredó en mi cabello su boca se cerró sobre mi garganta. Tuve la mitad de un
segundo donde adiviné lo que pretendía, y me tensé en defensa instintiva.
―No tengas miedo ―susurró, entonces sus colmillos se hundieron en mí.
Justo como esa otra ocasión hace años cuando me había mordido; lo que la
lógica me decía que debía doler solo se sentía bien en cambio. Realmente,
realmente bien, e incrementando con cada succión de su boca. Traté de hablar y no
pude. Parecía que había una autopista directamente conectando mi arteria con mis
entrañas, y lo sentí ahí como si estuviera dentro de mí otra vez. La última vez que
me había mordido no había sido así. Había sido rápido y explosivo. Esta vez era
lento y crepitante, alarmante y erótico. No me estaba drenando por centímetros, lo
estaba haciendo por milímetros.
Otra succión de su boca curvó mis dedos y pies en reflejo delirante. Un
sonido ronco salió de mí cuando su lengua lavó las perforaciones antes de
succionar otra vez. Calor corrió por mis venas con abrasadora celeridad. Mi cabeza
cayó hacia atrás, y mis uñas se enterraron en él mientras temblaba.
―¿Cómo se siente? ―Su voz era un gruñido.
No podía mantenerme con el aluvión de nuevas sensaciones. Estaba débil y
estimulada toda a la vez. Piel de gallina ondeó sobre mí, puntos grises bailaban en
mis ojos, y me aferré a él mientras mi mundo se ladeaba.
―Caliente. S-se siente caliente. Creo… que estoy muriendo. ―Extrañamente,
el pensamiento de mi fallecimiento nunca me había molestado menos.
―No estás muriendo. ―Chupó de mi cuello otra vez y temblé,
preguntándome cómo podía estar tan febril cuando Bones estaba más cálido de lo
que nunca lo había sentido―. Ríndete a ello ―me urgió y dobló mi espalda hacia
atrás, sus colmillos aún cerrados en mi garganta―. Déjate ir.
El latido de mi corazón parecía rabiar dentro de mi pecho. Nada se sentía ya
separado, y con cada continua succión de su boca, mi pulso flameaba con calor
hasta que mi cuerpo se sintió incinerado. Grité en una voz que no reconocí como
mía mientras succionaba más duro, más profundo. Hubo un estallido de color
detrás de mis parpados, e incluso una succión más fuerte, y esas increíbles
sensaciones se construyeron hasta que sentí que me vaciaba en Bones junto con mi
sangre. Cuando el clímax se alzó a través de mí, salté del borde de la conciencia a
la dichosa oscuridad que me esperaba.
Capítulo 16
Después de la ceremonia de boda vampírica

Nota del autor: A lo largo de los años, muchos lectores me han preguntado qué
escribió Cat en la nota que le dejó a Bones al final de Halfway to the Grave. En esta sección
eliminada, lo descubrirán, como también descubrirán algún chismorreo. Esta escena
eliminada habría tomado lugar antes del capítulo treinta y nueve en la versión publicada,
para referencia. Termino siendo eliminada para que los lectores llegaran a la escena en el
cementerio donde Dave es resucitado más rápido.

Cogimos un aventón con Spade, quien nos llevó de regreso a la pista de


aterrizaje donde el mismo helicóptero que me trajo aquí nos llevaría a todos de
regreso.
Ian se había enfurecido, pero una severa observación por parte de Mencheres
lo había calmado. Noah fue sumariamente liberado de su jaula y se sentó tan lejos
de mí como fuera posible en la camioneta. ¿Quién podía culparlo? Yo no. Tal vez
mi sorpresa más grande fue cuando los otros vampiros comenzaron a dispersarse
sin tratar de matarme. Bones me informó que desde que era su esposa, si me
atacaban lo atacaban a él. Nadie quería probar su suerte con toda su gente
alrededor.
Cambiamos de helicóptero dos veces para dejar atrás cualquier seguimiento
antes de aterrizar en la base cinco horas después. El amanecer rompió en el
horizonte, y yo estaba cansada. Bones también lo estaba, pero había un favor más
que tenía que pedirle, y no podía esperar a después.
Susurré lo que era en su oído. Se me quedó mirando por un momento antes
de asentir de modo cortante.
―Si eso es lo que quieres, Gatita.
―Sí. Estoy segura.
Bones y yo hicimos fuimos hacia la parte trasera del helicóptero donde Noah
estaba apiñado. Habíamos aterrizado, pero nadie había desembarcado aún,
bastardos entrometidos.
Noah me revisó con mi casi vestido y con Bones siguiéndome de cerca por
detrás y giró su cara lejos de mí.
―No sé quién eres o lo que eres, Cristine. ¿Cómo se supone que voy a vivir el
resto de mi vida cuando la única persona a la que he amado resultó ser… un
monstruo? ―dijo por fin.
―No tienes que vivir el resto de tu vida de esa manera, Noah. ―Traté de
sonreír pero no pude, y él estaba demasiado aterrorizado de mí para ser
reconfortante de cualquier manera.
Bones me empujó gentilmente a un lado y se arrodilló frente a él.
Noah suspiró.
―¿Vas a matarme ahora, no es así?
―No colega, no lo haré ―dijo Bones ininterrumpidamente―. Ahora, no
mires hacia otro lado, mira directo a mis ojos… ―Una vez que Noah estuvo
perdido en su poder hipnótico, Bones comenzó a repetir lo que le pedí que
dijera―. Tu prometida te dejó, pero eso está bien, porque te has dado cuenta de
que no la amas. De hecho, estás contento de que se haya ido, y no estás amargado
o atemorizado de confiar en alguien otra vez porque esta noche, estuviste
involucrado en un accidente automovilístico. Sobreviviste, así que sientes que
tienes una segunda oportunidad en la vida. Mañana, despertarás sin ninguna
culpa o dolor sobre tu compromiso roto, y serás feliz un día cuando conozcas una
buena chica que quiera una familia. Ahora duerme, estás muy cansado. Duerme…
Los ojos de Noah aletearon al cerrarse, y un indicio de sonrisa tocó su boca.
Era la única cosa que podía hacer por él, y rezaba porque lo retuviera el resto de su
vida.

Medio caminé a través de la puerta, exhausta. Los tacones de plata de mis


zapatos estaban manchados con sangre, y me los saqué de una patada. Cuando
subí mis brazos para desatar los tirantes de mi vestido, ansiosa por ducharme, así
podría lavar el resto de la sangre de mí, frías manos me detuvieron.
―Ah, Gatita, ese es mi trabajo ¿Recuerdas?
Sonreí, pero se desvaneció cuando recordé la otra cosa que había jurado hacer
esta noche, si sobrevivía.
―Espera un minuto.
Lo empujé hacia atrás y fui a tomar la carpeta que había recogido en el
trabajo.
―¿Es así como será? ―se burló―. ¿Las folladas se acaban tan pronto como la
boda ha terminado?
―No es eso, pero tengo algo para ti. ―Reaparecí y me senté en la cama―.
Algo que quiero que veas.
Bones me miró curiosamente mientras ponía el cesto de basura enfrente de mí
y parpadeaba su encendedor hasta que la llama deseada apareció. Con la otra
mano, saqué el montón de papel que había destruido nuestras vidas.
Lo reconoció y cerró su mano alrededor de la página. Lo vi releer las palabras
y no necesitaba ver la página para saber lo que decía. Me habían marcado con
dolor desde que las escribí hace casi siete años.
No vengas por mí porque ya me habré ido. Tomé el cuerpo de Hennessey y les dije que
era el tuyo, así que piensan que estás muerto. Nunca estaremos a salvo juntos, y no te
mataré a ti o a mi madre intentándolo. Cada palabra que te dije acerca de cuánto te amaba
fue la absoluta verdad. Eres mi vida, Bones, pero ahora considérame muerta porque lo estoy.
Siempre te amaré, hasta mi último aliento. Tu nombre será mi última palabra, te lo
prometo.
―Rodney la guardó. Me la dio ayer. Lloré todo el tiempo mientras escribía
eso, Bones, y ahora quiero destruirla junto con cada duda que había tenido acerca
de ti. Te amo, y no importa qué, nunca te dejaré otra vez.
Bones delineó la página con su dedo y luego sobre el corte curado en mi
palma.
―Vamos a deshacernos de esto, Gatita.
Me sonrió y sostuvo el papel sobre el cesto de basura mientras le prendía
fuego al borde. Cuando las flamas rozaron sus dedos, la dejó caer y la miramos
arder.
Capítulo 17
Final original para One Foot in The Grave

Nota del autor: En la versión publicada de One Foot, Bones permite que Justina
haga que el equipo de Cat lo capturé porque quiere infiltrarse en el recinto de Don. Justina
había pensado que había arreglado que a Bones lo asesinaran, pero en realidad, estaba
haciendo lo que Cat y Bones querían. One Foot termina sin que los lectores vean cómo tomó
Justina la noticia de que habían sido más listos que ella, pero en la versión no publicada,
había escrito todo eso. Así que aquí está el final original de One Foot In The Grave, que
incluye un capítulo adicional para mostrar a Bones dando a Justina el justo castigo que
tanto merece.

―Mamá, hay buenas y malas noticias, y no puedes escoger el orden. ―Abrí


la puerta de la barraca individual donde había estado el pasado par de días.
Ella miró hacia arriba desde el libro que había estado leyendo. Su expresión
era cautelosa, entendiblemente, y tenues manchas de contusiones aún oscurecían
sus ojos.
―Catherine, yo… ―empezó ella.
―Ahórratelo ―dije secamente―. Ya sé más que tú sobre lo que pasó, y aquí
están las buenas noticias. No estoy enojada contigo por llamar a Tate o por traer a
los muchachos. Ni un poco. No habría esperado nada menos de ti, de hecho. Ahora
en cuanto a las malas noticias…
Bones caminó desde la entrada donde había estado oculto, con una sonrisa
satisfecha en el rostro.
Ella gritó tan pronto como lo vio.
―¡Ellos me dijeron que estabas muerto! Marchito. ¿Por qué no te mueres y la
dejas sola? ¿Guardias? ¡Guardias! ¡Hay un vampiro aquí! ¡Alguien venga pronto!
Tate apareció y meneó la cabeza para ella.
―Lo siento, pero él está permitido aquí. Tanto como odio decirlo, trabaja aquí
ahora. De algún modo. Para Cat.
Nunca había visto a alguien tan cerca de tener un ataque fulminante sin de
hecho tener uno. Su rostro se puso de cinco tonos de rojo y purpura antes de
asentarse en el blanco muerto.
―También te ha corrompido a ti, ya veo. ¿No hay fin para su maldad? ¡¿Hay
alguien aquí que no pueda ser influenciado por sus trucos?!
Don fue el siguiente en pasar.
―No estoy influenciado, Justina y Tate está en lo cierto. Soy la única otra
persona que odia a los vampiros tanto como tú, pero la necesidad hace extraños
compañeros de cama. Hasta que Cat se deshaga de él, él se queda. No importa si
nos gusta o no.
Una ráfaga de profanidades fue arrojada de sus labios, suficiente para hacer a
Don contraerse de dolor y a Bones reír mientras me frotaba los hombros.
―Te dije, Gatita, eres como tu mamá. No importa a quién te parezcas
físicamente. Viejo amigo, ¿te importaría…?
Un juego de esposas cambio de manos, y mi madre fue esposada antes de
siquiera darse cuenta de que él se había movido. A continuación, vino la mordaza,
refrenando las obscenidades que se habían vuelto más estridentes.
―Debí haberte hecho esto desde el primer sangriento día. ―Él le sonrió y la
levanto sin esfuerzo sobre su hombro.
Yo amablemente esposé sus locas piernas que parecían tijeras.
Don tosió.
―¿Ustedes dos van a estar bien con ella?
Miré hacia atrás a él mientras nos dirigíamos hacia afuera del piso y a la
salida.
―Estaremos bien. Solo necesitamos un poco de tiempo familiar, eso es todo.
―¿Estarás aquí mañana? ―preguntó Tate.
―En la tarde más temprano. Esto podría tomar un poco.

Tomamos un auto prestado ya que su motocicleta no sería suficiente. Bones


condujo y mi madre descansaba confortablemente en el asiento trasero, atada y
amordazada. Que Dios nos ayudara si nos detenían por una violación de tráfico.
Una vez más, esos deslumbrantes ojos verdes suyos lo arreglarían.
La casa hacia la que condujo no me era familiar, situada detrás de la carretera
y más grande que la anterior en Richmond. Al menos esta podría venir con todas las
sillas de la cocina intacta, pensé. Tal vez también tendría un bar. Un gin haría
maravillas para mí ahora mismo.
―Espera aquí un segundo, amor, solo tengo que arreglarme con Bertrand.
Aquí es donde se está quedando por la semana; condujo aquí.
―¿Arreglarte? ¿Le debes dinero? ―Estaba confundida.
Bones rió y salió del auto.
―No, no es eso. Ya verás.
Con esas intrigantes palabras, me senté y observé mientras Bones golpeaba en
la puerta. Una figura oscura la abrió. Intercambiaron un abrazo, y Bones descanso
sus manos en los hombros del otro hombre mientras hablaba.
―Ahora, compañero, no tienes que inquietarte porque la tenemos atada
¿cierto? No la desataremos, lo prometo, y estarás a salvo porque estoy aquí. No
dejes que Cat te asuste por su latido. Ella es mitad vampiro y no te lastimara.
Vamos, compañero, te presentare. Eso es.
¿Hu? Bones me hizo señas con el brazo y la figura se encogió mientras me
movía más cerca. Aparentemente era un hombre en sus cuarenta, aunque vampiro.
Tenía oscuro cabello rizado y pálidos ojos azules, pómulos altos patricios, y era tan
alto como Bones. Lo que lo hacía destacar sorprendentemente era el modo en que
se encogía de miedo lejos de mí y volteaba su rostro asustado.
―Muéstrale tus ojos, Gatita, enciende las luces ―me instó Bones.
En obediencia destellé su brillo para él. Una baja visible de su ansiedad
cuando el brillo esmeralda cayó en su rostro.
―Bertrand, esta es mi esposa. Su nombre es Cat. Ve, ella no es
completamente humana. No tengas miedo.
Ojos azul hielo se encontraron con los míos con tembloroso nerviosismo
incluso mientras forzaba una sonrisa.
―Es un honor conocerte.
Le tendí una mano. Tan pronto como me tocó, se sacudió con terror.
―¡Su piel es caliente! ¡Oh, Bones, no sé si puedo hacer esto!
―¿Alguna vez te he llevado por un mal camino? Estarás bien. Gatita, espera
aquí con él mientras voy a traer a tu mamá. Sólo será un momento.
Bertrand me guió dentro de la casa mientras me daba un gran rodeo. Cuando
Bones entró con el cuerpo retorciéndose de mi madre bajo su brazo, Bertrand de
hecho tropezó con sus propios pies retirándose.
Ahora eso era una primera vez. Los vampiros eran notoriamente agraciados
en sus movimientos, y aquí estaba uno petrificado a un excepcional grado
humano. Concedido, mi madre podía ser una verdadera pieza de trabajo, pero,
aun así. Bertrand podía partirla en dos, león cobarde o no.
Bones depositó a mi madre en el primer cuarto disponible. Luego aceptó la
extensión de cuerdas que le extendió Bertrand y la ató a una silla de terciopelo.
Cuando terminó, se acuclilló frente a ella.
―Justina, tú y yo tenemos un problema que resolver. Me desprecias, y siendo
francos, no me preocupo por ti. Lo que sí tenemos en común es nuestro amor por
tu hija. Es por eso que estoy dispuesto a pasar por alto tus continuos planes para
matarme. De todos modos, no me apetece pasar el resto de mi vida con mi esposa
triste porque su mamá no viene de visita en las festividades.
Sus ojos llamearon con la palabra esposa, y furiosos e ininteligibles gruñidos
se colaron desde su mordaza. Bones los ignoró.
―Tú y yo tendremos que acordar que no nos gusta el otro y superarlo.
Ahora, yo sé que crees que los vampiros son la escoria del mundo y estás
completamente lívida de que tu hija esté con uno, pero mírala. ―Ondeó su mano
señalándome―. No has hecho nada en tu vida de lo que debas sentirte más
orgullosa que de haberla criado. Las cosas notables usualmente vienen a un precio
alto, y ella es más que notable, ¿no es así?
Él se inclinó al frente.
―Cuando fui forzado a convertirme en un vampiro, pensé que Dios me había
abandonado. Por varios años medité sobre mi destino, luego decidí que como no lo
podía cambiar, trataría de tener un gran momento estando muerto. La verdad sea
dicha, pensé que mi corazón había muerto el día que mi humanidad lo había
hecho. Y luego conocí a tu hija, estarás orgullosa de saber que me odio a primera
vista y que mantuvo esa opinión por semanas. La forcé a pasar tiempo conmigo
porque había ocurrido algo que no podía creer. Me había enamorado, y nada
bastaría excepto que ella también me amara.
Se encogió de hombros desdeñosamente.
―Tú sabes el resto, pero esto no lo sabes. Cada noche que estábamos
separados, ese mismo todopoderoso que no había escuchado de mí en más de
doscientos años de pronto me tuvo haciendo sonar su teléfono desde donde
sangrientamente estaba colgado con oraciones rogando que estuviera viva.
Cuando la vi de nuevo, supe que Dios tiene un plan incluso para un desdichado
cabrón como yo. Estoy diciéndote esto para que comprendas que nunca estarás libre
de mí. Si una bestia endurecida como yo puede cambiar por amor, estoy
convencido que tú también lo puedes hacer. Tal vez un día te des cuenta que ella
vale todo el dolor por el que has pasado. Tal vez un día incluso se lo digas.
Mis ductos lacrimales habían trabajado excesivamente estas pasadas
semanas. Esta no fue una excepción y continuas rayas de líquido fueron hacia
abajo en mis mejillas. Fui hacia Bones y envolví mis brazos a su alrededor, besé su
finamente esculpida mejilla antes de encarar a mi madre.
―Mamá, puedes odiarme, olvidarme, renegar de mí, lo que sea, pero nunca
volveré a dejar a Bones de nuevo. Siempre serás mi madre, y espero que aún estés
en mi vida, pero si es tú o él… es él.
Bones desató la mordaza alrededor de su boca.
Ella tragó varias veces, y tras un largo momento de silencio, finalmente habló.
―¿Agua?
Bueno al menos no fue una vulgaridad. Eso era un comienzo. Bertrand fue a
traer un poco sin que se lo hubieran pedido. Solamente me la pasó, de todos
modos, y corrió a donde había estado antes.
Incliné el vaso hacia ella hasta que me indicó que había terminado.
Ella frunció sus labios hacia Bones y entrecerró los ojos.
―Tienes una manera elocuente de hablar, pero no hay nada que puedas decir
que me convenza de que no te volverás en su contra un día. Tal vez no hoy, pero
está en tu naturaleza como vampiro, no importa cuánto intentes esconderte de eso.
Suspiré en derrota, pero Bones le hizo un gesto a Bertrand.
―Dile a esta mujer quién te hizo vampiro.
―Un sacerdote ―fue la réplica instantánea de Bertrand.
Yo parpadeé.
―Sigue, dile por qué ―pinchó Bones.
Bertrand miró casi tímidamente a mi madre.
―Fui acusado de herejía por un vecino y enviado al sacerdote para mi juicio.
Uno de ellos tenía un vampiro cautivo. Cuando me negué a confesar cualquier
mala acción, ellos lo hicieron transformarme como castigo. Luego él me encontró.
La siniestra forma en que lo dijo cautivo mi atención. Bones sonrió
tranquilizadoramente a Bertrand antes de volver su atención de vuelta a mi madre.
―Él era Tomas de Torquemada, el sacerdote principal de la inquisición
española. Torquemada tomó a Bertrand y tuvo muchos horribles años con él. Sus
seguidores continuaron atormentando a Bertrand tras la muerte de Torquemada.
Yo me crucé con él en 1797 tras escuchar rumores de un vampiro que era
mantenido cautivo por sacerdotes. Por más de trescientos años, los humanos han
infligido más agonía, tormento y desesperación a Bertrand de lo que tú o yo
podríamos imaginar alguna vez.
Bones salió y yo lo seguí a la puerta.
―Apuesto que estás de acuerdo en que no se puedo culpar a Dios por las
horribles acciones de unos cuantos de sus seguidores, Justina. Del mismo modo mi
entera raza no es culpable por las horribles acciones de unos cuantos. Libre
albedrio se nos da a todos, no muertos o vivos. Pero si estás en desacuerdo, puedes
decirle a Bertrand todo sobre cómo crees que su raza es peor que la tuya. Sé que él
tiene mucho que decir sobre la maldad de la humanidad también.
Bones tomó mi mano y nos fuimos. Me guió hacia una escalera cercana y
luego a la habitación. Estábamos quitando la ropa del otro antes de que pateara la
puerta para cerrarla.
―No va a herirla si lo molesta, ¿no es así? ―pregunté entre besos agudos.
Bones resoplo.
―Él no se acercaría lo suficiente a ella para herirla, Gatita. No temas. ―Y
luego sonrió mientras su boca se deslizaba por mi cuello―. Es la única persona que
he conocido que es tan prejuiciosa sobre una raza como tu mamá. Van a estar en
eso toda la noche.
Sonreí también y lo empujé más cerca.
―Nosotros también estaremos en esto toda la noche. Lo prometo.
Capítulo 18
El inicio original de At Grave’s End

Nota del autor: Una vez más, tuve que cortar el primer par de capítulos de mi
novela con el propósito de empezar con más “acción”. Por eso las escenas siguientes no son
tan pesadas en drama de vida o muerte. En su lugar, están cargadas en interacción de los
personajes. Ellas muestran a Cat tratando de ampliar sus habilidades, cómo maneja algo del
prejuicio vampírico de su equipo, y una escena de sexo adicional entre ella y Bones. Es
irónico: las quejas más comunes que escucho de los lectores es que tengo demasiadas escenas
de sexo o no suficientes de ellas. Para aquellos de ustedes que caen en la primera categoría,
de hecho, no público muchas de las escenas de sexo que escribo, así que lo que está en los
libros es la versión con menos sexo. Para aquellos que caen en la segunda categoría, bueno,
feliz lectura (guiño).

El viento voló mi cabello en diferentes direcciones mientras me asomaba al


suelo quince pisos abajo.
―¡No salte, señorita! ―llamó un hombre desde la calle. Una morena se
detuvo a su lado, e incluso desde aquí, podía ver que su mirada era grande y
ansiosa―. No tienes por qué hacer eso, sabes ―dijo el hombre solo a tres metros
de mí―. Puedes bajarte del borde y bajar de un modo normal
―¿Desde cuándo lo normal se ha aplicado a mí? ―pregunté y regresé mi
atención al concreto abajo. Por Dios, en realidad era un largo camino hacia abajo.
―Vas a saltar, o ¿tengo que empujarte desde ahí yo mismo? ―Un acento
inglés decoraba las palabras de otro hombre parado ahí abajo―. Sangriento
infierno, amor, decídete. Hace frío afuera.
Una respiración profunda después, había reunido mi coraje. Aquí iba.
Salté del balcón como si fuera un trampolín, manteniendo mi cuerpo recto
incluso en la caída libre hacia la calle acercándose rápidamente. Mis ojos picaban
por las ráfagas de aire, y esa instantánea surgida de adrenalina hacía mi corazón
latir. Solamente cinco pisos más por venir. Cuatro… tres…
Con una ráfaga de energía interna, me permití ir más lento, imaginando olas
de espesa agua entre yo y el inevitable impacto. Los pisos que pase dejaron de
confundirse juntos y se separaron en distintas formas mientras mi velocidad
disminuía. Cuando golpeé el suelo, aterricé pesadamente, pero me las arreglé para
caer parada en mis dos botas.
―¡Santa mierda, Cat, lo hiciste!
Denise, mi mejor amiga, se lanzó a mí. Cuando me alcanzó lanzó sus brazos a
mi alrededor.
―¡Eso es lo más increíble que alguna vez he visto!
Me reí y le devolví el abrazo. Aún me sentía extraña escuchándola llamarme
por mi verdadero nombre, aunque abreviado, mi nombre. Por años me conoció
como Cristine. Mi madre siempre me llamaría por mi nombre de nacimiento,
Catherine. Mientras que para el vampiro inglés detrás de ella, siempre seria Gatita,
el nombre por el que me llamó primero solo para ser sarcástico.
―No quieres los efectos secundarios que vienen con ser medio vampiro
Denise. Aunque últimamente las ventajas han compensado los riesgos.
Bones, mi esposo vampiro rió.
―Estoy feliz de inclinar la balanza para ti, Gatita.
Fui de sus cálidos brazos a los fríos de él, sin que me importara el cambio de
temperatura ni un poco.
―No tuviste que atraparme esta vez.
―Te dije que podías hacerlo tú misma solo toma un poco de fuerza de
voluntad y práctica.
―No habría sabido que era posible si no fuera por ti.
Eso era completamente cierto. Antes de él, no sabía mucho sobre vampiros en
absoluto, sin hablar de las habilidades que había heredado de mi muy haragán
padre.
―¿No puedes mantener tus manos lejos de ella por un minuto? ―preguntó
una voz airada, señalando que Tate y el resto de mis compañeros de trabajo
finalmente habían bajado del techo para unírsenos.
Bones ni siquiera miró hacia arriba.
―No ―dijo, y me besó.
Varios largos momentos después, una tos familiar detrás de mí me hizo
empujarlo.
―Muy impresionante ―dijo Don, mi jefe y tío―. Debo admitir, Cat, tus
habilidades han ampliado considerablemente desde que Bones se unió al equipo.
Bones dejó salir un resoplido de risa.
―No tienes idea, viejo amigo.
Le di un codazo, peleando contra el rubor que venía tan fácilmente ahora. Por
la esquina de mi ojo, atrape a Tate ceñudo hacia Bones.
―Si han terminado de acurrucarse, tenemos negocios reales que discutir.
Ignoré la mordacidad de Tate y lo mismo hizo Bones.
―Estaremos ahí, pero le prometí algo a Denise. Ha estado esperando, y estoy
segura de que ella y Randy quieren ir a casa. ¿Bones? ¿Listo?
Se desenrolló de mí he hizo una reverencia teatral a Denise, su abrigo de
cuero barrio el suelo. Ella se rió, dejando ir las manos de su marido para poner sus
brazos alrededor del cuello de Bones.
―Agárrese fuerte, señora. Un paseo de parque de diversiones, saliendo.
Bones los impulso a ambos directo al aire como si hubiesen sido jalados por
una cuerda. Denise chilló, pero no de miedo.
Tate sacudió la cabeza.
―Presumido ―murmuró.
Bones los llevo tan arriba, yo era la única que aún era capaz de verlos en la
oscuridad. Voló en un círculo alrededor del recinto militar antes de acercarse a
nosotros y luego bajar en una acometida que dejó sus piernas agitándose. Bones los
aterrizó a ambos pulcramente y luego pasó a Denise a su esposo, quien lo miraba
boquiabierto. Randy nunca lo había visto volar antes.
Denise estaba riendo mientras se limpiaba las lágrimas inducidas por el aire.
―¡Eso fue tan divertido! ¡Si yo fuera tú, Cat, lo haría hacer eso cada noche!
Vamos, Randy, vámonos. Cat llámame mañana después de que te levantes.
Ellos ondearon un adiós y los observé irse con una sonrisa. Ella sabía que esa
llamada no llegaría hasta la tarde. Ser mitad vampiro significaba que no era una
persona mañanera.
―¿Podemos ponernos con los negocios ahora? ―dijo Tate, jalando mi brazo
para enfatizar.
Bones echó un vistazo a su mano sobre mí y luego sonrió.
―Oh, mierda ―masculló Juan uno de mis otros capitanes.
En el siguiente instante, Tate fue lanzado directamente hacia arriba a la noche
como si hubiese sido disparado por un cañón.
Mi tío se aclaró la garganta.
―¿Ejem? ―dijo intencionadamente.
―Más vale que lo atrapes ―le dije a Bones, hablando alto para ser oída sobre
los gritos de Tate.
―Atraparé al imbécil ―respondió Bones, asiendo a Tate en su agarre justo
antes de que el otro hombre se estrellara en el suelo. Luego Bones lo puso en sus
pies sin el cuidado que le había mostrado a Denise―. Mantén tus manos fuera de
ella, u olvidaré dónde aterrizaras la próxima vez.
―Jodida… basura de tumba ―jadeó Tate, batallando para recuperar su
aliento. Odiaba las alturas, y Bones lo sabía.
Don le dio a Bones una mirada de reproche.
―¿Era eso necesario de verdad?
―Uno pensaría que el bruto debería haber aprendido para ahora ―fue la
respuesta corta de Bones.
Rodé mis ojos. Don también debería haber aprendido. A Bones no podía
importarle menos que mi tío desaprobara que arrojara a Tate como un disco
volador. En lo que a los vampiros concernía, esa era una leve respuesta al continuo
enfurruñamiento de Tate.
―Esto ha sido genial, pero no puedo esperar para ir a casa ―dije.
―De hecho, Gatita no estamos yendo a casa ―dijo Bones, sorprendiéndome.
Normalmente no podía esperar para irse del recinto que servía de casa base para
nuestra operación clandestina de “seguridad nacional”―. Tengo que irme por
unos pocos días. Hay algo que necesito recoger en Australia.
¿Solo?
―¿No quieres que vaya contigo?
Me llevó aparte hasta que nadie de mi equipo podía oírnos.
―No esta vez
Estuve instantáneamente en guardia.
―¿Por qué? ¿Qué es tan importante que tienes que ir tú mismo a traerlo?
Su rostro no dejaba ver nada. Más de doscientos años de controlar sus
facciones hacían de Bones un jugador de cartas insuperable.
―Te diré después. ¿Confiaras en mí y no preguntaras por qué?
―Depende. ¿Es peligroso?
―Para nada. Te diré todo cuando regrese, lo prometo. Como precaución, le
pedí a Charles que cuidara de ti mientras no estoy. Don ha sido avisado para que
no haga que nadie de tu equipo trate de estacarlo.
Él sonaba divertido con el pensamiento. Charles, o Spade como yo lo conocía,
era uno de los amigos más viejos de Bones. También era un vampiro maestro por
derecho propio. Mi equipo tendría un tiempo del infierno tratando de poner abajo
a Spade.
―Eres tan paranoico.
―Sí ―dijo secamente. Luego con un tono más suave―: Quédate en el recinto,
Gatita, es más seguro. Max podría saber indirectamente dónde está, pero nunca
sabe cuándo estarás aquí.
Hice una mueca. Max, mi padre, había contratado un asesino para volarme la
cabeza cuando se enteró de mi existencia. Incluso aunque mi nuevo matrimonio
vampírico con Bones significaba que estaba ahora bajo su protección, ambos
sabíamos que mi padre algún día vendría por mí. Después de todo, juré frente a su
cara que lo mataría. Era lógico asumir que trataría de vencerme en mi juego.
―Me quedaré aquí ―dije, tratando de no mostrar mi renuencia―. Llámame
cuando aterrices.
Me arrastró hasta sus brazos.
―Una cosa más. No vayas a ningún trabajo. Si algo aparece puede esperar
hasta que regrese.
―Bien. No me gusta el secreto en todo esto, pero… no preguntaré al respecto
hasta que regreses.
Él sonrió.
―Gracias.

El día siguiente Tate estaba esperando por mí en la entrada del piso


administrativo.
―¿Entonces, adónde fue el señor maravilloso?
―¿Ya llegó Spade? ―pregunté, ignorando la pregunta.
―Sí. Está en tu oficina, donde se ha puesto completamente como en casa. Ya
sabes, tu amante debería de dar más noticias antes de ordenar que se detengan
todas las operaciones y desaparecer.
―Algo salió. ―¿Qué? No sabía, pero maldita sea si admitía eso―. ¿Tal vez
puedas llamarle a Bones y decirle que no tiene tu permiso? Estoy segura de que
regresara inmediatamente.
En lugar de chasquear una réplica de vuelta, Tate estaba en silencio. Luego
dijo:
―Soy un imbécil algunas veces, ¿no es así? ―En un tono tan abatido, me
detuve a medio paso.
―Bueno… ―evadí.
Rió un poco sombrío.
―La mitad de las veces que me golpea, sé que lo merezco. Escuchó algunas
de las cosas que digo, y no puedo creer que sea yo hablando. Es duro, Cat. Sabes
que te amo; infiernos todo el mundo lo sabe. El equipo se burla a mis espaldas
sobre ello. Y tú estás tan feliz con él. Nunca me di cuenta de cuán triste estabas
antes de que él apareciera. Y tampoco ayuda que tenga una mano en tus bragas en
cada oportunidad, pero ¿quién puede culparlo?
No sabía cómo responder, su franqueza era refrescante, y su problema de
actitud de antes se había ido. Finalmente, me las arregle para decirle:
―Desearía que no fuera de ese modo, Tate. Un día te sentirás diferente sobre
mí, lo sé. ―Y ya que Bones no estaba aquí para lanzarlo treinta metros en el aire,
acaricié su brazo.
Él tomó mi mano y la llevó a sus labios, más rápido de lo que lo creí capaz.
Debí haber recordado que estaba bebiendo sangre de vampiro en preparación para
su próximo cambio a vampiro.
Un silbido bajo interrumpió lo que sea que Tate hubiera estado a punto de
decir. Me giré y vi al barón Charles DeMortimer, alias Spade, al final del pasillo.
―Ahora le debo dinero a Crispin ―dijo arrastrando las palabras―. Dijo que
tu compañero pondría las manos en ti en cinco minutos. Yo aposté que en quince.
Parece que perdí.
Spade siempre llamaba a Bones por su nombre humano, Crispin. Los
vampiros eran completamente confusos cuando se trataba de recordar cómo
infiernos abordarlos.
―Tate. Atrás ―dije, disparándole a Spade una sonrisa arrepentida―. Bones
probablemente le dio órdenes de acabarte.
La sonrisa entre dientes de Spade no negó nada.
Tate dejó ir mi mano y su actitud estuvo de vuelta con completa fuerza.
―Debería sentirme halagado. Si Boneyard piensa que ella necesita un
chaperón a mi alrededor, estoy más cerca de lo que me había dado cuenta.
―Ambos pueden enfriarse ―dije ásperamente―. He trabajado casi cinco
años contigo, Tate, así que creo que puedo manejar no caer de piernas abiertas en
menos de tres días.
Spade se acercó y besó mi mejilla.
―Crispin no duda de tu fidelidad. Simplemente siente que tu empatía a este
bruto le dé falsas esperanzas. Cuando estás enamorado de lo inalcanzable
cualquier pizca de lastima puede ser malinterpretado.
―Tú, arrogante pedazo de… ―empezó Tate.
―¿Ya conociste a Don? ―lo interrumpí. Bones podría aguantar los incesantes
insultos de Tate, pero no sabía cómo reaccionaría Spade. Podía romperle el cuello.
―¿El caballero de cabello gris? Lo vi, pero no fuimos presentados. Éste olvidó
sus modales. Me guio directo a tu oficina y luego prácticamente aseguró la puerta.
Suspiré.
―Ven conmigo, Spade, te mostraré los alrededores. Tate, ni siquiera
empieces. Él y Bones han sido amigos por más de doscientos años, así que no tiene
intenciones de infiltrarse en nuestra operación. Dios, a veces eres tan suspicaz
como mi madre.
Llevé a Spade a la oficina de Don y presenté a los dos hombres. Don observó
la mano de Spade extendida frente a él por un largo segundo antes de apretarla
finalmente.
―No te ofendas por eso ―dije con una carcajada―. Don siempre es cauteloso
al apretar la mano de un vampiro tras ver lo que Bones le hizo a alguien más con
un apretón.
―Ah, por supuesto ―dijo Spade, con su boca curvándose hacia abajo―.
Crispin me dijo que debió haber matado a Danny Milton ese día en lugar de años
después.
Don estaba sorprendido.
―¿Bones fue el vampiro que secuestro a Danny Milton de su cuarto de
hospital cuando estaba bajo protección a testigos? ¿Y lo mató, dices?
¿Había olvidado mencionar eso?
―Así es. Fue a Ohio buscándome y en lugar encontró a Danny. Bones
hipnotizo a Danny para que escupiera todo lo que sabía de mí, luego lo mató para
que no pudiera repetirlo.
Aún no estaba feliz por el asesinato de Danny, incluso aunque no había
habido amor perdido entre nosotros. Bones había dicho que Danny haría que me
mataran un día y eso fue todo. Cena para Rodney el ghoul.
Don levantó un hombro en un semi encogimiento de hombros.
―Una fuga potencial menos de la que preocuparnos, aunque muchos
vampiros saben sobre ti ahora, es difícilmente relevante ahora.
Spade vio la interacción entre mi tío y yo con interés.
―No eres nada como tu hermano ―le dijo a Don.
Don se enderezó.
―¿Conoces a Max? Exactamente ¿quién eres tú para mi hermano?
―Nadie excepto un amigo de su sire. He visto a Max unas pocas veces
visitando a Ian. No pensé mucho de Max… parecía falso.
Eso era un eufemismo si alguna vez escuché uno.
―Ian hizo a Bones, pero ¿quién te hizo a ti? ―pregunté.
―Bones me contó la historia de ese día, pero no mencionó quiénes eran los
otros dos sires. A menos que sea grosero preguntar.
La etiqueta vampírica aún se me escapaba algunas veces. Había sido mucho
más fácil cuando solo los mataba. Spade ondeó una mano desdeñosamente, su
negro y puntiagudo cabello, se movió con el gesto.
―Puedes preguntarme cualquier cosa, Cat. Mencheres me cambió. ¿Lo
recuerdas, no es así?
¿Cómo podría olvidarlo? Dejando el poder sin adulterar a un lado, él arregló
la disputa sobre quién podía tenerme cuando Ian y Bones discutían por mí como si
fuera un corte de carne. Ian había estado caliente por mí después de que casi lo
asesiné. La gente se excitaba de formas extrañas, si me lo preguntas.
―Recuerdo a Mencheres. Es viejo, ¿no es así? Él se sentía… diferente ―fue
todo lo que dije.
Spade sonrió.
―Te ves tan humana que olvido que puedes sentirnos tal como otro vampiro
puede. Sí, él es muy viejo, y uno de los vampiros más poderosos que existen.
Cambié el tema porque había algo sobre Mencheres que me intranquilizaba
de formas que no podía explicar.
―Vamos a conseguirte una habitación, Spade. Si vas a ser mi niñera bien
podrías tener una cama. Me he agotado a mí misma, no dormí mucho la pasada
noche.
Don se giró con un destello de desasosiego, la sonrisa de Spade se volvió
conocedora. Dios, yo y mi gran boca. ¿Por qué mejor no les hice un dibujo?
La sonrisa de Spade creció.
―Sí, estoy hecho polvo. Tomaré cualquier estancia que esté cerca de la tuya.
Don… ―encaró a mi jefe―… puedes estar seguro de que no seré un problema
para tus hombres. Mi único propósito es asegurar la seguridad de Cat.
Don se vio levemente ofendido.
―¿Bones no cree que está a salvo incluso dentro de estos muros?
Spade mantuvo la puerta abierta para mí y le dio a mi tío una mirada.
―Él la valora más que cualquier otra cosa. ¿Por qué no sería sobreprotector
con lo único que no puede soportar perder?
Don no tenía respuesta a eso. Y yo tampoco. En su lugar, me fui para
enseñarle a Spade su habitación.

Había barracas para mi equipo escaleras abajo en el tercer subnivel. Simples,


alojamientos estilo militar. Dos catres por cuarto. Pocas comodidades. No que
Spade necesitara uno, pero ni siquiera tenían baños privados. Las instalaciones de
regadera y retrete estaban a cualquiera de los extremos de los pasillos. Mi ducha
estaba en el más lejano lado del subnivel y era privada, así que se la ofrecí a Spade.
―No hay necesidad de que me pongas en el aire, Cat. No quieres que tu
equipo piense que los vampiros obtienen tratamiento preferencial, ¿cierto?
―Solo un pensamiento. Podrías ser tímido.
Sonrío.
―Pocos vampiros lo son. Eso es casi lo primero que se va tras el latido de
corazón.
―Has escuchado que Bones va cambiar a Tate, ¿supongo? ―Me senté en el
catre, añadiendo una manta extra para mí tomándola de la segunda cama. Sólo
habría un ocupante en esta habitación. Spade no necesitaba vigilarme tan de cerca.
―Lo hice, no puedo decir que esté de acuerdo con la decisión, pero es la
decisión de Crispin. Yo por mi parte no dotaría a otro hombre con este tipo de
poder si él estuviera abiertamente lujurioso por mi esposa. Yo lo mataría en lugar.
La casual forma en la que hizo la declaración no me hizo dudar de su
sinceridad. Los vampiros no eran todo ladra y no muerde.
―Tal vez él sólo confía en mí. Además, de mortificada estaría furiosa.
Spade se encogió.
―Todo es cuestión de respeto. Tate ofende con su flagrante afecto por ti. Un
día tal vez vaya muy lejos y luego tu ira será un desperdicio porque el acto estará
hecho.
Esponjé la plana almohada dos veces antes de darme por vencida.
―No estoy de acuerdo. Después de todo, Bones no mató a Noah, y estaba
comprometida con él.
―Hablando de eso, ¿sabías que muchas personas en el mundo de los no
muertos piensan que Crispin solo se casó contigo para provocar a Ian? Ian mismo
piensa que fue alguna clase de retribución, ya que Crispin sabía cuánto te quería él.
El hecho de que tu prometido formal aún vive solamente aumenta el peso del
rumor. Piensan que si Crispin de verdad se interesara en ti, lo primero que hubiera
hecho habría sido matar a tu amante humano.
Eso me detuvo a medio acurrucarme.
―De lo que Ian y Mencheres dicen, ustedes los vampiros se toman los votos
de sangre matrimonial realmente en serio. ¿Por qué haría Bones esa clase de
compromiso si solamente quisiera molestar a Ian? Parece un poco extremo llevar el
resentimiento así de lejos.
―Olvidas la excepción. La muerte libera a un vampiro del matrimonio.
Después de todo eres en parte humana, y más susceptible al fallecimiento que un
vampiro. En tu línea de trabajo, ¿quién dice que vivirás más del año? Eso es lo que
la gente considera, haciendo que el que Crispin se casara contigo sea un
compromiso potencialmente corto.
Nunca había pensado en eso.
―¿Tú crees eso?
Sonrió.
―No. Tampoco nadie que conozca a Crispin. Ian mismo se daría cuenta si no
estuviera tan obsesionado en su orgullo herido. Solamente estoy diciéndote esto
para que cuando lo escuches, y lo harás eventualmente, no dejes que te moleste.
Sonreí de vuelta, calmada.
―Si ellos creen que por eso Bones se casó conmigo, ¿entonces por qué me
casé yo con él? ¿Qué es lo que los entrometidos chismosos no muertos tienen que
decir al respecto?
Spade rió.
―Oh, por como folla, por supuesto. No hubo un ojo femenino seco en la casa
la noche que él se te declaró. Eres tan odiada como envidiada.
Lindo. Justo lo que me gustaba que me recordaran.
―Sí, Annette fue lo suficientemente amable llenándome con eso. Me contó
todo sobre su inclinación por múltiples mujeres a la vez y como él eclipsa el sin
número de pobres idiotas con los que ha follado. Si había mujeres llorando esa
noche, ella lloró más fuerte.
Él se encogió de hombros.
―¿Por qué te preocupas por ellas? Cuando estabas desaparecida, Crispin solo
pensaba en encontrarte.
―¿Sabes qué es lo que está haciendo ahora? ―pregunté impulsivamente.
Spade empezó a reírse.
―¿No te dijo? Eso no tiene precio.
Bien, no debía ser peligroso o Spade no estaría tan divertido.
―¿Bueno? ―insistí.
―No soñaría con arruinar la sorpresa, así que no preguntes. Lo sabrás dentro
de poco, estoy seguro.
Le lancé una de las pequeñas almohadas en exasperación, pero la atrapo y me
la dio de vuelta.
―Ve a dormir. Te hablaré más tarde.

Horas después me estiré, agarrando vacío aire donde debería haber carne
fresca. Mis ojos se abrieron de golpe, y por un segundo, pensé que estaba en la
cama en mi antigua casa en Richmond antes de que Bones me encontrara. Sola,
como había estado por años.
La puerta voló abierta y ahí estaba Spade.
―¿Qué es lo que está mal?
―¿Eh? ―Miré alrededor, completamente consiente ahora y recordando por
qué estaba en la cama sola. Spade se relajó cuando vio que mi cubículo estaba
vacío.
―¿Mal sueño? ―preguntó.
―¿Cómo es que tú…? ―Empecé, luego me detuve―. Mi ritmo cardiaco,
¿cierto? Dios, estás siendo atento. ¿Has estado escuchando mientras duermo?
Espero no haber estado hablando también.
Sus labios se torcieron.
―Podrías haberlo estado. Los ronquidos pueden haber ahogado eso.
Resoplé de una manera nada femenina.
―¿Bones te dijo que dijeras eso? Él siempre se está burlando de mis
ronquidos, pero personalmente creo que es mentira. Mi madre nunca me dijo que
roncaba.
Él rió abiertamente.
―Entonces estaba siendo cortes.
Me detuve a medio estirar, me detuve para darle una mirada cansada.
―Claramente no la conoces para haber asumido eso. ¿Bones nunca te conto
sobre ella?
Su risa se volvió suave.
―No en algún término que repetiría.
No me ofendió. Cualquier cosa que Bones la haya llamado, ella lo merecía.
Haber tratado de asesinarlo dos veces le daba derecho a unos cuantos comentarios
desagradables en lo que a ella refería.
―Me voy a duchar y luego a la sala de naufragio así es como llamamos al
cuarto de entrenamiento. Asumo que vienes.
Asintió.
―Por supuesto.
Treinta minutos después, sentí un estímulo surgir mientras el sol se ponía y la
oscuridad caía. Algunas cosas de mí eran más vampiro que humanas, y mi
afinidad por la noche era una de ellas. Incluso de niña, tenía un momento difícil
yendo a dormir hasta que era cercano el amanecer. Le di un vistazo a mi reloj
mientras entrabamos a la sala de naufragio. La mayor parte del equipo estaba
dentro entrenando. Mantenían horarios nocturnos debido a la naturaleza de lo que
cazábamos.
―Querida ―me saludó Juan, deteniendo lo que estaba haciendo y viniendo
hacia a mí―. Tate me dijo que te estarás quedando con nosotros por unos pocos
días. Qué bueno, te extraño desde que siempre te vas con ese pálido hombre sin
pulso. Sin ofender, amigo.
Juan se había suavizado considerablemente en cuanto a los vampiros desde
que se había familiarizado con Bones. Ahora lo acosaba constantemente por
consejos sobre cómo seducir mujeres. Bones hablaba español; yo no. Me asustaba
pensar todas las conversaciones obscenas que tenían lugar bajo mi nariz, pero
Bones riendo se había negado a mis intentos para desanimarlo de ser tutor de Juan
en esa área.
“Gatita, si él va a follar a toda mujer que se mantenga quieta el tiempo suficiente, por
lo menos debería hacerlo apropiadamente. El cielo sabe que lo estoy ayudando a él más de lo
que me estoy ayudando a mí,” fue su respuesta a mi indignada protesta.
Dios, estaba en problemas si ese recuerdo era suficiente para hacerme
extrañarlo de nuevo.
Spade miró alrededor del área de entrenamiento con interés. Era
aproximadamente del tamaño de dos campos de fútbol, completada con trayectos
de obstáculos que hacían el terreno cambiante, cuerdas para escalar falsos lados de
edificios, improvisando ataques fingidos y apagones repentinos.
Aproximadamente la mitad de los sesenta soldados que componían mi equipo
estaban aquí, a una jadeante distancia bajo los implacables ojos de mis cuatro
capitanes.
―¿Quién es ese? ―susurró uno de los reclutas nuevos, Jeffrey, al sudado tipo
junto a él. Ambos estaban del otro lado de la enorme habitación, y ninguno de los
viejos miembros de mi equipo estaba cerca para advertirle que podía oírlos.
―Tiene que ser otro monstruo, mira su piel. Es como la de ella. Hombre,
seguro que le gusta su polla a temperatura ambiente.
―No ―dije, agarrando el brazo de Spade cuando intentó hacer algo sobre
eso―. Ellos no saben que puedo oírlos. Veamos qué tan lejos lo llevan.
―Este es moreno ―siguió Jeffrey, sin atención―. ¿Tú qué crees? ¿Drácula…
o su compañero del colegio?
Ambos rieron disimuladamente. Cretinos tontos, ni siquiera vieron alrededor
para ver quién estaba. Ya aprenderían.
―Cat, estaba hablando con Cooper, y… ¿qué es lo que están mirando?
―Subió Tate, dándome una mirada curiosa.
Mi mano aún estaba en el brazo de Spade, solo por si acaso.
―¿Quién es el chico con Jeffrey? Aparentemente ninguno de ellos creyó las
lecciones sobre sentidos avanzados, ya que están ahí parloteando como dos
adolescentes. Concéntrate. Trata de escucharlos.
Tate ladeó la cabeza. Con la sangre diaria que había estado tomando, debería
ser capaz de oírlos si mentalmente subía el volumen en su dirección y se las
arreglaba para filtrar los otros ruidos fuera.
―¿Estás prestando atención a eso? ―preguntó Dave, avanzando
furtivamente hacia mí.
―¡Shh! ―dijo Tate con impaciencia.
―… por lo menos ahora podemos revisar su trasero sin que nos lancen al
aire. Bones tiene un radar cuando se trata de alguien viendo su todo-lo-que-
puedas-comer trato. Ella es un menú completo para él… sangre para la cena, coño
para el postre. Apuesto que ella…
―¿Están locos? ―los interrumpió Angus, uno de mis miembros de equipo
expertos―. Lo siento Cat, estaban tomando un respiro ―añadió para mí―. No
estarán haciendo eso pronto de nuevo.
Angus no alzó la voz cuando cambió de hablar con Jeffrey para hablar
conmigo. Los reclutas nuevos lo miraron fijamente, desconcertados.
―¡Ella está todo el camino hasta allá, no puede oírnos!
Angus meneó la cabeza.
―Ella escucha cada palabra que dices. ¿Ves su mano en el vampiro?
Probablemente está lamiéndose los labios, decidiendo de cuál de ustedes dos va a
beber primero. Las sobras van para Dave.
―Pero… ―empezó el que se llama Toby y lo golpearon en la parte de atrás
de la cabeza.
―Muévete soldado.
Angus hizo marchar a los dos reacios hombres hacia nosotros. Juan había
sido informado de su diálogo por Dave mientras ellos se acercaban, ya que no
podía oírlos él mismo.
―Bueno, hola chicos ―dije arrastrando las palabras cuando Angus los
empujó los últimos pasos―. Algunos reclutas no estaban prestando atención a
quién estaba alrededor cuando dejaron ir su boca, ¿cierto? Así que ustedes dos
piensan que soy un todo-lo-que-pueda-comer trato, ¿cierto? Eso es divertido,
porque para un vampiro o un ghoul, ustedes son comida. Comida tonta, pero oye,
¿quién se niega a comerse una hamburguesa porque la vaca era estúpida, cierto?
Ellos miraron fijamente al suelo, evitando cuidadosamente mis ojos. Ahora la
parte divertida.
―¡Hombres, rompan filas! ―rugí. Los más de treinta soldados cesaron sus
actividades y vinieron a ponerse en hileras frente a mí―. Muy bien hombres, Jeff y
Toby aquí tienen preocupaciones. Ahora, ¿quién más aquí ha estado
fanfarroneando sobre mí durmiendo con un vampiro? ¡Vamos, dé un paso al
frente!
Nadie se movió. Hubo algún arrastramiento de pies y unas cuantas toses,
pero ningún comprador. Sonreí.
―Conseguiré los nombres de los otros bocones, créanme, y quien sea que
fuera no dio un paso al frente, ahora conseguirá ambas piernas rotas y una severa
paliza. ¿No lo saben? La cobardía los lastimara más. Y para ustedes dos. ―De
regreso a Tony y Jeff―. Les gusta mi trasero, ¿cierto? ¡Están a punto de
familiarizarse realmente con él pateándoles el suyo!
Le di un puñetazo a ambos en la boca para acentuar mi punto. Esta clase de
mierda tenía que parar antes de que alguien saliera lastimado. O peor. La muerte
se llevaba a todos, incluso a los imbéciles.
―Muy bien, chicos… ―Hice un gesto para que ellos formaran un circulo,
luego troné mis nudillos y rodé mi cabeza alrededor de mis hombros―.
Empecemos.

Mi celular sonó siete horas después. Aún estaba en el cuarto de naufragio, lo


mismo todo el equipo.
Bueno esos que no estaban en el laboratorio medico siendo llenados con
Brams. Tomé mi celular y contesté sin respiración.
―Te extraño tan sangrientamente, Gatita. ―Fueron las primeras palabras de
Bones―. Pensé que estaba siendo altruista dejándote donde estás, pero es la última
vez que hago eso.
La frustración en su tono me hizo sonreír. Bones odiaba volar, y había sido
encerrado en un avión por más de catorce horas. Al menos yo había sido capaz de
liberar algo de mi agresión.
―Si hubiese sabido que por eso querías que me quedara, hubiera insistido en
ir. Podríamos haber renovado nuestra membresía del mile high club. Habrías
disfrutado más de tu viaje.
Un resoplido de risa apretó mi corazón.
―Infinitamente más. No puedo esperar por verte de nuevo. Dile a Don que
no estarás disponible por dos días, estarás gimiendo.
No iba a discutir.
―Le diré a Don que surgió algo.
Su risa fue instantánea.
―Estás en lo cierto. Ahora, déjame hablar con Charles.
Le di el celular a Spade, quien estaba parado ahí.
―Crispin, acabo de tener el placer de observarla aporrear a su pobre equipo
hasta un estado de miseria estas últimas horas. Ella es simplemente espectacular de
observar. ¿Estás disfrutando tu soledad?
La respuesta que recibió a cambio envió a Spade a reírse con deleite.
―Oh, suenas de mal humor. Te debo dinero, por cierto. Habían pasado tres
minutos antes de que tu potencial transformado tuviera su mano en sus labios. El
resto de sus hombres podrían estar esperando tu pronto regreso, pero él no. El
tipo incluso parece disfrutar cuando lo golpea, probablemente porque es el único
momento cuando lo toca. Desdichada bestia.
―Chismoso ―gruñí.
Spade ignoró eso.
―No te preocupes por ella, Crispin, no la dejaré fuera de mi vista. Te veo
pronto, compañero.
―Suena completamente feliz para mi gusto ―comentó Bones cuando me
dieron el teléfono de vuelta―. No lo hagas tan placentero para él, amor. Descuida
cepillarte los dientes o algo.
Eso me hizo reír, y él hizo un sonido suave cuando lo oyó.
―Caray me voy antes de que tomé el siguiente vuelo sin haber recuperado lo
que vine a buscar. Te llamaré de nuevo antes de tomar el avión de vuelta. Te amo,
Gatita.
―También te amo.
La conexión ceso, pero no dejé ir el teléfono. Absurdamente, quería sostenerlo
como si fuese un lazo con él. Luego con una sacudida a mi cabeza volví de nuevo a
mis tropas.
―Se acabó el descanso, amigos. ¿Quién sigue?
No hubo voluntarios. Estaba por escoger el rostro más cansado de ellos
cuando hubo un cortés golpe en mi hombro.
―¿Se me permite? ―dijo Spade, con un destello en el ojo―. Me debes una
revancha desde hace años.
Me reí por su referencia de lo que pasó la primera vez que nos conocimos.
―¿Qué tan rudo quieres jugar? ¿Cuchillos, espadas, bastones o mano a
mano?
―Todos ellos ―fue su respuesta.
Mi sonrisa creció. Ese era el modo en que me gustaba también.
―Atrás, chicos, vean y aprendan ―llamé sin quitar los ojos de mi nuevo
oponente. Spade se quitó los zapatos y la camiseta, quedándose solamente en
pantalón así sus movimientos estarían menos restringidos.
Ya que yo estaba en flexible spandex, no tenía esa preocupación.
―Bueno, señor. ―Le arrojé un bastón y sostuve el mío con cuidado―.
¿Bailamos?

Poco más de un día después, Spade y yo estábamos en el aeropuerto,


esperando a que Bones bajara del avión.
―No tienes que estar aquí conmigo ―comenté―. Traerme hasta aquí fue
suficiente, gracias, pero ya sabes que tomaremos un transporte aquí de regreso al
hotel.
Spade había estado prácticamente pegado a mi lado por las pasadas treinta y
ocho horas mientras tomaba mi frustración contra mis hombres, incluso llamando
a más de los que estaban fuera de servicio. Si alguien había extrañado a Bones más
que yo los pasados días, era mi equipo. Habían sido todos sonrisas mientras me iba
al aeropuerto con Spade.
―Eres perfecta para él, sabes ―dijo ignorando mi consejo―. Revisando por
los hoteles más cercanos en los terrenos del aeropuerto por adelantado así todo lo
que tienen que hacer es ir directo ahí en lugar de conducir los arduos cuarenta
minutos de vuelta al recinto.
No me permití ruborizarme.
―Él estará exhausto por el vuelo y el cambio de horario. Solo estoy siendo
considerada ―dije remilgadamente.
Spade no hizo comentarios. Después de un momento, sus ojos se
entrecerraron.
―Puedo sentirlo, ya casi está aquí. No se molesten con un transporte, los
llevaré yo mismo al hotel. Te veo enfrente.
Me acerqué a las entradas de llegada tanto como seguridad lo permitía,
estirando mi cuello para ver alrededor de las multitudes de personas. Tal como
Spade predijo, pronto vi a Bones dando zancadas a donde los pasajeros esperaban
para recoger su equipaje. Solamente tenía una maleta colgada sobre su hombro, y
se movía con largos pasos de depredador que fácilmente dejaban atrás a esos que
estaban frente a él. Sus ojos se encontraron con los míos, y la descarga de alegría
que sentí al verlo hizo que mi corazón se saltara un latido.
Bones me empujó hacia él, inclinando su boca sobre la mía incluso antes de
que pudiera sonreírle. Envolví mis brazos alrededor de su cuello mientras él me
levantaba sobre mis pies, recorriendo con su mano libre mi espalda.
Podía sentir a las personas mirando fijamente al descarado despliegue, pero
no me importaba. Solamente saber que la habitación de hotel llamaba me incentivo
a empujarlo hacia atrás.
―Vamos por tus cosas y vámonos. Spade está esperando con el auto.
Levantó la cabeza, pero mantuvo los ojos cerrados un momento. Cuando los
abrió, eran color avellana, pero sin brillo. El verde flameante hubiese llamado
mucho la atención.
―Esto es todo lo que tengo, podemos irnos. Mejor apurémonos. Charles tal
vez tenga que salirse de la carretera y tomar una caminata, porque te quiero ahora
mismo.
La completa concentración en su voz me hizo apretar el estómago en
anticipación. Casi corrimos a la salida, su mano agarrando la mía.
Spade tenía la puerta del pasajero abierta. Bones lanzó su única maleta por el
asiento y luego me tomó en su abrazo, azotando la puerta tras él. El carro arrancó
sin ni siquiera un hola intercambiado entre los dos hombres ya que Bones había
regresado a besarme de nuevo.
―Espera ―jadeé, tomando aire―. Ya casi estamos en el hotel en que nos
registré.
―Eres brillante, Gatita. ―Sonrió. Luego dijo a Spade―: Conduce más
deprisa.
―Por supuesto, compañero. Puedo ver que necesitas dormir. ―Risa vibraba
bajo sus palabras―. Ah, aquí estamos. Puedes llamarme después y contarme cómo
fue la situación.
Escogí una habitación en el piso superior cerca del elevador. Menos gente a la
que molestar si estábamos cerca de los aviones que volaban bajo. En el elevador,
dejé caer mi llave de plástico mientras besaba mi garganta y frotaba su cuerpo
sensualmente contra mí. Él la levantó, deslumbrando a la anciana pareja que tuvo
la mala suerte de estar ahí con nosotros.
―Métanse en sus propios asuntos ―chasqueó.
Agradecidamente no bajaron en nuestro piso.
El pasillo estaba vacío cuando salimos del elevador. Moví mi cabeza en la
dirección de nuestra puerta, ya habiendo desabrochado su pantalón.
Trastabillamos dentro de la habitación donde una señal de no molestar ya colgaba
del picaporte. Cuando nos registré sabía que la necesitaríamos.
―Ni siquiera pienses en juego previo ―dije, ya estaba ardiendo de deseo.
Tiré mi abrigo y retrocedí a la recamara.
Bones me siguió, con su boca trabada en la mía con sus manos deslizándose
bajo mi falda haciéndola un montón en mi cintura. El colchón estaba alto del suelo,
golpeando la parte trasera de mis muslos mientras la parte superior de su cuerpo
me cubría mientras él se mantenía de pie. Dedos rompieron el fino material de mis
bragas. Las echó a un lado, y enredé mis piernas a su alrededor mientras se
empujaba dentro de mí.
―Sí, oh Dios, si ―jadeé, cayendo bajo él. Él se enderezó para un mejor
balance, agarrando mi cintura con una sola mano. La otra desató el suéter que
estaba usando, desabrochó mi sostén por delante y desabotonó su camisa. Su
pantalón ya había caído al suelo.
―Estás tan caliente por dentro. Como fuego húmedo. Amo sentirte, Gatita.
Cada bombeante movimiento de su cuerpo se sentía intenso para mí. Mi piel
esta hipersensible por el SPM, mis senos se sentían llenos y más sensibles, las
crestas aumentando la exquisita sensación. Bones no tenía que aumentar el ritmo o
esforzarse para sentir que estaba golpeando a través de mí directo al centro.
Gemidos se convirtieron en gritos y los gritos se volvieron en gritos de éxtasis. Mis
terminaciones nerviosas se apretaron, arrollando más rápido y más fuerte juntos
hasta que se rompieron con una descarga de dolor caliente que vibró desde
adentro hacia afuera. Incluso mis dedos hormigueaban.
―Mil pequeñas manitas. ―Bones gimió en satisfacción. Se deslizó hacia
arriba en la cama donde yació completamente sobre mí, aún pulsando dentro.
―¿Qué? ―Apenas podía hablar.
Pálidos brazos me sostuvieron más cerca. Acarició mi cuello con su boca,
empujando mi cabello atrás.
―Así es como se siente dentro de ti cuando te vienes. Como mil manos en
miniatura jalando dentro más profundo, apretándome, quemándome. Es increíble.
Me despojas de mi voluntad cada vez. ¿Sabes que es lo que te voy a hacer ahora?
Ni idea hubiera respondido, pero todo lo que salió fue un lloriqueo. Hizo rotar
sus labios en un erótico giro que me hizo arquear la espalda y rastrillar mis uñas
por su espalda.
―Voy a morderte ―susurró.
Clavé mis dedos en su cabello y lo presioné contra mi garganta.
Una risa baja retumbó en su pecho.
―No ahí, amor. Aquí.
Corrió su mano entre nuestros cuerpos unidos para frotar su pulgar sobre mi
clítoris. Salté al contacto. Se movió hacia abajo por mi cuerpo, con su otro brazo
sosteniendo mis piernas. Su lengua ahondó en la parte superior de mi raja antes de
chasquear una serie de lamidas. Luego un lento deslizamiento de arriba abajo,
buscando. Temblé bajo su boca, indefensa. De algún modo mi esqueleto había sido
remplazado con gelatina. Él gimió y luego remolineó su lengua sobre mi clítoris.
―Te amo ―murmuró, luego me mordió.
La luz blanca descendió, borrando todo en una ventisca de éxtasis que
trascendió el dolor mientras equilibraba agonía con un intenso placer puro. Se
llevó la razón, voluntad, y la cordura en un feliz viaje a la maravilla del caos. El
tiempo parpadeó, minutos fundiéndose en microsegundos. Cuando mis ojos se
enfocaron de nuevo, Bones tenía su mano puesta sobre mi boca para silenciar los
gritos que no podían ser detenidos. Se estremeció repetidamente sobre mí, en la
agonía de su propia liberación, antes de relajarse con un gemido final.
Escalofríos aún me sacudían. Su mano dejó mi boca ya que mis gritos habían
muerto para convertirse en un jadeo desigual. Mi garganta estaba adolorida por los
lloridos silenciosos. La primera vez que me había hecho eso, había estado
inconsciente por treinta minutos y había perdió la voz. Desde que había notado
que aún podía hablar, esta vez debía haber sido más corta.
―Caray, ahora puedo pensar correctamente otra vez. Me sentía como un
animal rabioso. Sabía que solo podía aguantar otros diez minutos, ¿y cómo iba eso
a ser justo para ti?
¿A quién en el infierno le está hablando?, me pregunté en una sensación de
aturdimiento. Brazos cincelados me levantaron y me llevaron al baño.
―Aún fuera de ti, ¿hm? Eso está bien. Te desmayarías si vieras la cama. Rota
como un montón de ramitas. Nadie hace nada resistente ya.

Nota adicional del autor: Si te estás preguntando por qué Bones fue a Australia en
esta versión, fue ahí a recoger el anillo de compromiso de diamante rojo. Se le declaró a Cat
justo después de esta escena, y la aceptación de Cat, así como Bones llamando a su madre
para darle la noticia, permaneció sin muchos cambios de la versión original a la publicada.
Capítulo 19
La tienda de ropa

Nota del autor: Esta sección borrada muestra a Cat, Denise, Annette, y Justina
yendo de compras del vestido para la próxima boda de Cat. ¿Suena como una receta para el
desastre? *sonríe* Lo fue. Terminó siendo cortada porque mi editor pensó que era divertida,
pero ella quería llegar a la trama principal más rápido. Como puedes adivinar, un montón
de escenas fueron cortadas en un intento de mantener el ritmo tan fuerte como podría serlo.
Entiendo el razonamiento, pero admito que odiaba cortar escenas como esta. Me encanta
mostrar a los personajes haciendo cosas “normales”, o al menos, intentarlo, y en
retrospectiva, creo que en At Grave’s End podría haber usado unas pocas escenas más
ligeras para equilibrar las más oscuras.

―Debo estar drogada ―murmuré mientras esperaba en la casa de Denise dos


semanas más tarde.
Ella me dio una simpática palmada en el brazo.
―Tienes razón. Debes estar drogada, quebrada, golpeada, exprimida, lo que
sea. Sólo espero que también estés armada, porque vas a necesitarlo.
Randy sonrió a su esposa.
―Cariño, estoy seguro que no va a ser tan malo. Si la madre de Cat aceptó ir
con ella a escoger el material para su vestido de novia, entonces debe haber
madurado. En cuanto a la otra señora, Annette, bueno, ella mostrará su mejor
comportamiento, sin duda.
―Tú debes estar drogado―enmendé con una sacudida de mi cabeza―. En
primer lugar, mi madre sólo está yendo porque así puede arruinar todo. En
segundo lugar, la última vez que la otra “dama” tuvo su mejor comportamiento,
estuve así de cerca de matarla.
Annette podría ser una puta de primera clase, pero seguía siendo la mujer
más elegante que jamás había conocido. Bones había estado cautelosamente
complacido por mi oferta de incluir a Annette en la excursión de hoy. Una llamada
telefónica más tarde y aquí estaba yo, esperando a que ella y mi madre llegaran.
Annette había viajado desde Londres. Mi madre estaba enojada por conducir una
hora para llegar a la casa de Denise.
―¿Que sabe tu madre de Annette? ―Me pinchó Denise.
―Oh, nada. Sólo que es una vieja amiga de Bones quien también pasa a ser
un vampiro. Que garantizaba el odio a mi madre.
―Esta va a ser una boda rara ―dijo Denise con una sonrisa.
Probablemente.
―Annette está aquí ―gruñí. Dos minutos más tarde, un coche se detuvo en
el camino de entrada.
Annette DeWitt, anteriormente lady Ormsby, salió, del brillantemente
plateado Mercedes con tanta gracia como si fuera un trono. Su cabello rubio rojizo
estaba arreglado en un moño desordenado a propósito, y llevaba una chaqueta a la
medida de color azul marino sobre pantalón a juego de diseñador. Fue a la puerta
y llamó una vez.
―Por Dios ―susurró Denise mientras miraba por la ventana, luego me miró
con consternación―. ¿Tengo algo en mis dientes?
―Así es exactamente como me sentí cuando la conocí por primera vez.
―Suspiré y fui a abrir la puerta―. Hola, Annette.
Ojos color champaña me evaluaron desde una cara ligeramente arrugada que
era ardientemente atractiva. Annette había tenido treinta y seis años cuando Bones
la cambió. Los tiempos eran diferentes allá en los mil setecientos, por lo que ella
parecía de unos cuarenta y cinco años, pero lo hacía lucir bien. Realmente bien,
maldita sea.
―Cat, voy a decir esto de inmediato para que no haya malos entendidos.
―Su acento era de pura alta sociedad británica, cada sílaba pronunciada
perfectamente―. Sé que es por ti que estoy aquí. Crispin nunca habría hecho esto
por su cuenta; aún está demasiado molesto conmigo. Me comporté bastante
terriblemente cuando pensaba que todavía había una oportunidad para él y para
mí, pero luego se vinculó a ti y eso lo concluyó. En verdad, estoy asombrada de
que mostraras tal madurez como para incluirme en tus celebraciones humanas.
―Gracias por aclarar eso, y estoy contenta de haberte impresionado con mi
comportamiento adulto. La cuestión es, que Bones se preocupa por ti. Lo amo,
confío en él, así que aquí estás. Tanto tiempo como tú puedas tolerar las nuevas
normas de comportamiento en torno a él, no tengo problema contigo.
Ahí está. ¡Eso no sonaba mejor que a la mierda, tú, puta condescendiente!
―Esta es Denise, mi mejor amiga, y su marido Randy ―añadí―. Chicos, esta
es Annette.
Después de que fueron intercambiados los saludos apropiados, ella tomó
asiento en la sala de estar, en el sofá. Estábamos esperando a mi madre, quien
llegaba tarde.
―¿Una bebida, Annette? ―ofreció Randy.
Sus labios se curvaron.
―Gracias, pero tomé una de un auxiliar de vuelo en mi camino.
Cerré los ojos. Si decía ese tipo de cosas enfrente de mi madre, se desatarían
los problemas. Yo estaba segura que la bebida a la que ella se refería no había
estado en el carrito de bebidas.
―Oh, por cierto, Cat ―continuó ella―. Tengo el regalo de cumpleaños de
Crispin en el maletero. Recuérdame dártelo para que lo lleves a casa.
―Es mejor que no tenga un coño. ―Las palabras salieron volando antes de
que mi filtro mental pudiera detenerlas.
Denise escupió todo su té helado sobre Randy en un ataque de risa.
Ambas cejas perfectamente delineadas de Annette se levantaron.
―Creo recordarte informándome que esos artículos estaban fuera de la lista
de regalos. Si están de nuevo, voy a tener que reconsiderar tu regalo de boda.
La pobre Denise iba a ahogarse. Randy la golpeó en la espalda al tiempo que
ocultaba su propia sonrisa.
―Lo siento. ―Odiaba disculparme, especialmente con ella, pero en este caso,
se lo merecía―. Para decirte la verdad, la idea de pasar el día con mi madre es
suficiente para darme una convulsión de Tourette, y también tengo que
disculparme de antemano por todas las cosas terribles que va a decir, sin duda.
―¿Ella es consciente de mi anterior relación con Crispin y lo desaprueba?
―Annette no sonaba como que le importara. ¿Por qué debería? Ciertamente había
estado orgullosa de eso.
Solté una corta carcajada.
―No, lo único que sabe es que eres un vampiro. ¿Qué te dijo Bones sobre
ella?
Annette se encogió de hombros.
―Prácticamente nada.
La miré fijamente.
―¿Él no te advirtió? Tienes razón. Todavía está enojado contigo, y no sólo un
poco.
El sonido de un coche deteniéndose tensó mis intestinos con trepidación. Ella
estaba aquí.
Mi madre entró en la habitación con ninguna de la gracia deslizante de
Annette. En cambio, tenía una intempestiva y enojada marcha que fue
interrumpida al cerrar fuerte la puerta detrás de ella.
―Así que esta es la última asesina chupa sangre de la que te has hecho
amiga, Catherine.
No “hola, cómo estás, gusto en verte”. No ella. Sólo directamente a la
garganta y desgarrar. Ella y los vampiros tenían mucho en común.
―Mamá, ¿vas a saludar a Denise y Randy? A ti te gustan ellos, ¿recuerdas?
Ambos tienen pulso ―dije con sequedad.
―Apenas, y gracias a ese ―apuntó un dedo tieso a Randy―, quien tenía a tu
malvado ex amante en su fiesta de bodas, dejaste a un hombre maravilloso que
estaba dedicado a ti. Cada día lloro cuando pienso en Noah. ¿No hay alguna
posibilidad de que pudieras reconsiderar…?
―No vayas por ahí, mamá. ―Ahora yo estaba molesta. ¿Ella no sabía que era
de mal gusto discutir de reconciliación con el ex prometido de uno, antes de la
compra de un vestido de novia para casarse con el nuevo?―. Noah está mucho
mejor sin mí, ni siquiera puedo expresarlo. Yo pensaba que había dejado en claro
eso, ya que el hecho de que nunca lo amé parece poco importante para ti.
Annette se levantó del sofá y extendió su mano.
―Hola. Soy Annette De Witt, encantada de conocerte. Me temo que Cat
nunca me dijo tu nombre.
Mi madre se quedó mirando su mano con más repulsión que si esta hubiera
sido una serpiente.
―Mi nombre es Justina Russell, y si piensas que soy lo suficientemente tonta
como para tocar una de tus viles, e inicuas, garras cuando probablemente has
matado a más gente que la plaga, estás muy equivocada.
Denise me entregó la botella de ginebra sin molestarse en incluir un vaso.
Arranqué la tapa y tomé un largo y profundo trago y luego otro. Y otro.
Annette retiró su mano y me dio una mirada de creciente comprensión.
―Ahora veo lo que quieres decir, Cat. Crispin es inteligente con sus
omisiones, ¿verdad? Muy bien. Ella no es el primer mortal indignado que he
encontrado. Justina. ―De regreso a mi madre―. ¿Dices que llevas el nombre
Russell? Qué apropiado, ya que ese va a ser el nombre de casada de tu hija. Oí que
Crispin se está casando con ella bajo su nombre de nacimiento, que sentimental.
Mi madre miraba entre nosotros con momentánea confusión.
―¿Quién diablos es Crispin, Catherine?
―Ese es Bones ―informé. Ella había visto esto venir―. Su nombre real es
Crispin Russell. Pero él se llamó a sí mismo Bones después de que se convirtió en
un vampiro. Algo acerca de ser criado en un antiguo cementerio.
Ella parecía horrorizada.
―¿Te nombraste a ti misma por su nombre cuando dejamos Ohio? ¿Y me
dejaste utilizarlo también? ¡Dios, Catherine, nunca estaremos libres de esa escoria!
Podía decir que Annette quería golpearla por cómo estaba hablando de
Bones. Ella sabía, sin embargo, que cualquier paso en falso con mi madre no sería
pasado por alto, incluso si era en su defensa.
Sabiamente, ella apretó los labios y no hizo ningún comentario.
―Mamá, no hay suficiente ginebra en el mercado para que yo sea capaz de
manejarte. Te dejé liberar un poco de vapor, ya que simplemente no puedes
evitarlo, pero eso es suficiente. Me estoy casando con ese vampiro así te guste o lo
detestes. No importa; lo sé, lo sé, lo detestas. Pero si lo llamas, incluso una vez más
por un nombre insultante, voy a echarte. Eso va para el coche también. O la tienda
de ropa. O cualquier otro lugar más en que podamos estar. Vas a dirigirte a casa,
porque no voy a escuchar tu veneno sobre él. ¿Puedes comportarte el tiempo
suficiente para ser mi madre? ¿O te estoy diciendo adiós ahora?
Hubo silencio mientras ella consideraba esto. Tiempo suficiente para mí para
tomar otra copa.
Finalmente se decidió por una maldición entre dientes sobre todas las cosas
no-muertas y enderezó los hombros.
―Estoy yendo contigo. Alguien tiene que asegurarse de que te veas
presentable cuando vayas al altar como una oveja al matadero.
―Correcto ―dije con cansancio―. Vámonos.

Nos llevamos mi coche ya que era el único con vidrio a prueba de balas.
Detrás de nosotros vi a Dave y Cooper siguiéndonos a una distancia discreta.
Bones se había negado rotundamente a dejarme conducir sin algún tipo de escolta,
y ellos habían elegido permanecer invisibles. Hombres inteligentes. Después de
todo, habían conocido a mi madre antes.
Fuimos a Magdalena’s, una encantadora tienda de ropa que se especializaba
en vestidos de novia hechos a mano. Yo simplemente lo habría comprado en una
tienda regular y mandado a ajustar, pero Bones me había mirado como si hubiera
perdido la cabeza cuando sugerí eso. El avaro en mí protestó ante el gasto de todo
el dinero extra sólo para los accesorios personales y la selección de la tela. Aun así,
esto lo hacía feliz, así que estaba aquí.
El nombre de la propietaria era Elise, a pesar del nombre de la tienda, y nos
saludó cálidamente cuando entramos.
―Entren, por favor, tú debes ser Cat. ¡Que hermosa eres, que colorido!
Oh, mierda, mala manera de empezar. Los labios de mi madre se retorcieron
con un millar de comentarios punzantes, pero se las arregló para no hacer más que
gruñir. Mi apariencia venía de mi padre, además de mi piel luminiscente que era
sólo un tono demasiado cremoso para ser de humano.
Elise continuó, sin hacer caso.
―¿Quién de ustedes bellas damas es la madre? ¡Por su piel pálida y cabello
rubio fresa, yo supondría que eres tú! ―dijo alegremente a Annette.
Denise se rió y luego comenzó a toser para cubrirlo.
Mi madre se encrespó.
―Yo soy su madre ―le espetó.
Elise intentó cubrir el desliz y en su lugar lo hizo peor.
―Oh por supuesto. ¿Ustedes dos señoras son hermanas, entonces? ―Señaló a
Annette con una inclinación de cabeza. Denise lo perdió de nuevo.
―¡Mira, mamá, guantes! ―Tiré de mi madre con seguridad lejos de la dueña
y gruñí una advertencia entre los dientes apretados―. Ni siquiera lo intentes. Es
un largo camino de regreso, ¿recuerdas?
En realidad no era culpa de Elise su identificación errónea. Llegando a
pensarlo, probablemente sí me parecía a Annette más que a mi madre. Por
supuesto, Annette era diez centímetros más pequeña y mucho más voluptuosa,
pero aun así. Las similitudes de nuestra piel y cabello estaban allí. La observación
de lo de hermana no había sido sin razón, tampoco. Annette y mi madre parecían
de la misma edad, a pesar de que en años humanos Annette era más joven. Ya que
ellas estaban de compras con la novia, había sido un error de buena fe.
―Ellas no están relacionadas ―le murmuró Dense apresuradamente a Elise
cuando ella dejó de reír―. Um, esta es una amiga del novio. La madre de Cat lo
desaprueba a él un poco, así que ignora cualquier obscenidad.
―Ah. ―Una sonrisa conocedora. Al parecer, había tratado con este tipo de
cosas antes, pero en una escala mucho más baja, apostaría―. Bueno, señoras
―continuó, acercándose y tomando mi brazo―. Vamos a mirar las telas, ¿de
acuerdo? ¿Estás interesada en blanco, crudo, crema, cáscara de huevo, madreperla,
alabastro, u otro color?
―No tengo ni idea. ―Suspiré―. Vamos a verlas todas.

¿A quién se le habría ocurrido alguna idea sobre vestidos en tal multitud de


materiales? Yo había crecido en una granja donde la mezclilla era el elemento
básico de mi armario, y la ropa que usaba en los trabajos era principalmente de la
variedad de mala calidad. Me sentía perdida en un mar de seda, satén, terciopelo,
brocado y encaje. Ni siquiera habíamos llegado al estilo, todavía, y había pasado
más de una hora.
―¿Qué tal este? ―Denise tomó una pieza de encaje de aspecto delicado y la
sostuvo en alto.
Yo, obedientemente, me desenredé de debajo de un montón de tela y fui
hacia ella.
―Es tan suave, Cat. Siéntelo ―me urgió.
Ella tenía razón, era suave. Sostenerlo se sentía como sostener telarañas, y el
tejido era tan intrincado como una.
Elise sonrió.
―Nuestro encaje más lujoso, directamente desde Italia. Contra tu piel se vería
magnífico.
Annette estiró una mano hacia este justo cuando mi madre lo hacía, y la vieja
y querida madre retiró la mano hacia atrás para evitar que sus dedos se rozaran.
―¿Cuánto cuesta? ―preguntó mi madre sin rodeos.
Elise descuidadamente dijo un número que me hizo dejar caer la tela como si
esta me hubiera quemado.
―Sigamos a la próxima ―dije.
Annette tomó la franja de encaje y la sostuvo junto a mi brazo, ignorándome.
―Es perfecto. ―Su tono era brusco―. Te vas a ver radiante. Crispin significa
mucho para mí para que yo lo vea casarse con alguien que se parece a un
campesino. Sus amigos más cercanos estarán allí, ¿no quieres verte de lo mejor en
el día de tu boda?
Sonreí tensa y hablé tan bajo que nadie excepto ella podía oírme.
―Cuesta más que la mitad de los coches en la maldita calle. ¿Estás loca?
No se molestó con la misma sutileza.
―Cat, tú debes ser la persona viva más ignorante.
Mis cejas se levantaron.
―¿Tiene alguna idea de cuánto maldito dinero tiene Crispin? ¿Qué crees que
ha estado haciendo con este después de que todos esos trabajos a través de los
siglos?
Elise retrocedió casi medio metro. Denise apartó a mi madre fuera del
peligro, anticipando un baño de sangre en cualquier momento.
―Sabes, Annette ―dije ácidamente―. En el tiempo que he pasado con Bones,
un total de poco menos de un año combinado, nunca llegamos a hablar de su
cartera. Tal vez sea porque yo estaba demasiado ocupada ya fuera follándolo o
tratando de no ser asesinada, ¡yo no sé qué!
Eso puso una mirada de perplejidad en el rostro de Elise.
Annette avanzó un paso y señaló enfáticamente mi mano.
―Esa piedra en tu dedo vale más de siete millones de dólares, tú, ingrata
despreocupada. ¿Sabes cuántos diamantes rojos hay en el mundo hoy de tamaño y
color parecido? Sólo uno, y es más pequeño. ¿El costo de tu vestido y esta boda ni
siquiera hará un hueco en los fondos de Crispin, por lo que vas a dejar de actuar
como un niño y pensar en él por un momento? ¿En lo que él quiere? Podrías al
menos preocuparte por sus deseos.
―Eres la perra más grande que he conocido ―estallé―. ¡Dios, si no hubieras
salvado su vida hace doscientos años, te estacaría y usaría tu sangre por una
semana!
Elise parecía alarmada ahora. Retrocedió más lejos.
―¡Hazlo, Catherine! ―Mi madre jugaba a la animadora. Era la primera cosa
en la que había estado de acuerdo conmigo en meses.
―Pero ―continué en un tono de voz apretado―, salvaste su vida. Más que
eso, según él, has estado junto a él lealmente a través de los años. Creo que él hizo
más que agradecerte follándote de un lado al otro, pero eso es sólo yo diciéndolo.
Un jadeo horrorizado vino de mi madre. Ella no estaba tan entusiasmada
ahora.
―Sin embargo, Bones me ha sacado de tanta mierda, que puedo detenerme
para tratar contigo. Tienes toda la razón, Annette, el encaje es precioso. Elise,
vuelve aquí. Estamos llevándonos éste. Ahora vamos a elegir un jodido estilo y
luego largarnos de aquí.
―¡Catherine! ―Mi madre tiró de mi brazo, conmocionada―. Esta criatura y
ese animal estuvieron juntos, ¿qué te pasa? ¿Cómo puedes tolerar eso?
Yo no estaba de humor.
―Mamá, probablemente, cada mujer que estará en mi boda, excepto por ti y
Dense, ha follado al novio en un momento en el tiempo.
Annette dio un encogimiento de hombros en acuerdo.
―No estoy complacida por eso, pero ahí lo tienes. ¿Qué puedo decir? Él
estuvo ocupado en sus años, pero siempre y cuando mantenga su pene lejos de
cualquiera excepto yo de ahora en adelante, estamos bien.
Esa fue la última gota para Elise. Se dio la vuelta y corrió hacia el teléfono,
presumiblemente para llamar al 911.
―Búscala, Annette, y hazla más feliz ―dirigí innecesariamente.
Ella ya había agarrado a Elise y desnudó sus colmillos. Esto causó que mi
madre cargara hacia delante, pero la contuve.
―¡Tú no eres mi hija si te paras y la dejas asesinar a esa mujer! ―arremetió
ella.
Incluso Denise me dio un parpadeo inquisitivo.
―Mira, mamá.
Annette mordió el cuello de Elise. Sus ojos estaban ahora verde esmeralda.
Habían cambiado en el instante en que tocó a la dueña de la tienda. Mi madre
gritó. Gracias a Dios que habíamos elegido ser la última cita del día y la tienda
estaba vacía. Vi que Annette tomó unos pocos tragos y luego delicadamente pasó
su pulgar, presionándolo en los pinchazos en el cuello de Elise. Las heridas se
cerraron casi tan rápido como el corte en el pulgar de Annette. Una mordida de
vampiro, borrada de la vista.
Annette miró la aturdida cara de Elise.
―Tus clientes han escogido una tela. Tu último recuerdo desde que diste el
precio es que la novia lo aceptó. Ahora vas a ayudarlas a elegir el estilo. Eso es
todo.
No había ni una gota de sangre en nada, ni siquiera en los labios de Annette.
Después de siglos, podías ser ordenada si querías. Denise estaba abiertamente
fascinada por el cambio. Ella nunca había visto a un vampiro alimentarse antes,
excepto el que había intentado matarla cuando nos conocimos y yo salvé su vida.
Elise asintió una vez y sonrió, con una expresión de satisfacción en su rostro.
Los ojos de Annette volvieron de nuevo a su color normal. Una vez libre de
su brillo atrapador, Elise sacudió la cabeza y luego, brillantemente, anunció que
empezaría a mostrar los estilos.
―Perfecto ―declaré―. Todas ustedes continúen, tardaremos sólo un
segundo.
Las tres nos dejaron y se fueron al otro lado de la tienda.
―¿Ves ahora, mamá? Eso es cuán fácilmente un vampiro puede controlar la
mente de alguien. Demonios, los maestros vampiros pueden hacerlo sin ni siquiera
tomar la sangre, y Bones es un maestro vampiro. Podría haber cambiado tu
problema de actitud con él innumerables veces antes, pero no lo ha hecho. Si fuera
una escoria de los bajos fondos como tú dices que es, ¿por qué no lo haría?
―¿Es por eso que no puedes dejarlo? Dios, Catherine, ¿es así como él te
mantiene, bajo esta esclavitud?
Resoplé con molestia.
―Él no me tiene en ninguna esclavitud. Esa cosa no funciona en mí, mamá,
porque soy mitad vampiro. Créeme, muchos de ellos lo han intentado a lo largo de
los años. Yo quería que vieras esto… así sabrías que lo que pasó contigo y mi padre
podría haber sido orquestado. Él podría haberte llevado a un trance para que
hicieras lo que sea que él quisiera, y tú habrías creído cualquier cosa que te dijera…
Si yo la hubiera golpeado, ella habría parecido menos aturdida. Mi padre era
un idiota, no hay duda de eso, pero los dos tenían diferentes versiones sobre la
noche en que fui concebida. Mi madre lo llamó violación. Max dijo que fue
consensuado y que ella sólo había gritado engaño después de que vio sus ojos
brillando, y se dio cuenta de que no era humano. No tenía idea de que yo lo había
conocido, mucho menos que escuché su lado de la historia, y no estaba tratando de
decir quién tenía la razón.
Mi motivación era demostrar que ella habría sido obligada a creer lo que él
hubiera dicho. Especialmente su risible afirmación de que todos los vampiros eran
demonios. Había oído eso desde que tenía dieciséis años, y había sido algo difícil
de soportar, pensar que la mitad de mí tenía raíces en el pozo del infierno. Max
dijo que le dijo eso porque pensó que era divertido. Sí, muy gracioso. Hizo de mi
infancia una desbocada burla. Tal vez esta escena con Elise no haría mella en las
creencias de mi madre, pero merecía saber esto por lo menos.
Elise estaba meditando sobre las selecciones con Denise y Annette, ajena a
que había sido una donante de sangre para la no-muerta. Así era como los
vampiros lograban permanecer sin ser detectados por el resto del mundo. Así
como los ghouls, bueno… Los hombres muertos no contaban cuentos, como decía
el dicho, y no había escasez de muertes naturales para que ellos escogieran sus
comidas. Mi madre se desmayaría si supiera que la mayoría de las funerarias eran
propiedad de ghouls. Ambas especies tienen eso en común: no necesitaban matar
para comer, sólo asesinaban si querían.
Por otra parte, lo mismo podría ser dicho de los seres humanos. Creo que en
ese sentido, todas las especies eran iguales.
―Ven ―dije suavemente―. Vamos a ver los estilos.
Ella me dio una mirada penetrante, pero apretó los labios y no dijo nada más.

Bones salió por la puerta principal antes de que llegáramos a detenernos por
completo en el camino de entrada de la casa de Denise. Cómo él llegó allí, no lo
sabía. Randy podría haberlo recogido, o podría haber volado desde el complejo,
supongo.
Annette se enderezó en su asiento y se pasó una mano por el cabello. Mi
madre, quien no lo había visto en casi dos meses, murmuró algo acerca de los
buitres.
Bones simplemente le dio una sonrisa alegre y dio un golpecito en su
ventana.
―Justina, ¿mira si no te ves atractiva? Si no estuvieras a punto de ser mi
suegra, estaría tentado a robarte un beso.
―¡Apuesto a que lo harías, tú, hijo de puta depravado! ―respondió ella,
indignada. Con su coche disponible, ya no estaba preocupada por caminar a
casa―. ¡Y yo aquí que pensaba que sólo te aprovechabas de las jóvenes, pero
claramente tu libertinaje recorre toda la gama completa de edades femeninas!
Bones arqueó una ceja mientras abría la puerta de mi coche.
―¿Ustedes damas no tuvieron una charla interesante? Annette, no has estado
entreteniendo a tus compañeras con cuentos de mí otra vez, ¿verdad?
Había una amenaza ligeramente velada en su tono. A pesar de que una
pequeña parte de mí disfrutaba de su descontento con ella, hablé en su defensa.
―Ella no lo soltó, yo lo hice. Junto con algunos otros puntos de interés con
respecto a tu pasada vida amorosa. Podría haber bajado la opinión de mi madre
sobre ti, me temo.
―Eso no sería posible ― gruñó ella y se dirigió pisando fuerte hacia su coche.
―Encantada de conocerte ―gritó Annette detrás de ella.
Un grosero insulto fue la respuesta de mi madre mientras se marchaba sin
siquiera decirme adiós a mí. Típico.
―Crispin, eso fue una cosa particularmente horrible para que la hicieras
―dijo Annette―. Esa mujer te dijo más insultos de los que yo he soportado
escuchar sin matar a alguien. Ella va a destruir tu boda.
―Oye, Annette, bien que lo merecías. No te preocupes por mi boda, ella va a
comportarse. Ama a su hija. Solo que no sabe cómo expresarlo.
Él está dándole más crédito de lo que se merece, pensé sombríamente. En lugar de
tirar arroz, mi madre probablemente lanzaría cuchillos de plata.
Annette sacudió una pelusa de la camisa oscura de él, su mano quedándose
un segundo más de lo necesario.
―Te ves bien.
Bones me atrajo más cerca.
―Soy muy feliz ―dijo simplemente.
Casi tuve pena por ella. Lo amaba, y debe doler como un hijo de puta verlo
conmigo. Si yo fuera honesta, admitiría que no la culpaba por su previo intento de
sabotearnos. Si ella no se preocupara por él lo suficiente como para pelear sucio
para tratar de mantenerlo, no la respetaría en absoluto.
―¿Dónde te estás quedando, Annette? ―pregunté. Respeto a un lado, yo no
iba a tenerla encima por las próximas semanas hasta la boda.
Ella miró a Bones y vaciló.
―Ella se está quedando con Tate, Gatita ―respondió él por ella―.
Ayudándolo con el aprendizaje de nuestras costumbres y esas cosas. Una
oportunidad invaluable para él, de verdad. Va a aprender mucho más con ella de
lo que lo haría conmigo.
Mi mano se tensó sobre la suya. Tate había dormido con ella antes, sobre todo
para molestarme, ya que Bones y yo habíamos estado en la misma casa en ese
momento, y al parecer Annette pensó que él había sido digno de una repetición de
la actuación.
Levanté una ceja.
―Oh, estoy seguro de que va a aprender un montón de nuevos trucos.
―Espera hasta que consiga atrapar a Tate más tarde, ese hijo de puta hipócrita. Él
no me había dicho ni una palabra.
Annette pasó por alto mi intencionada observación.
―Él va a hacerse un vampiro fuerte, Crispin, pero un día va a ser un
problema para ti debido a ella.
Bones se encogió de hombros.
―Tengo mis razones, aparte de mi promesa a su tío. No estoy preocupado.
―¿Vienen dentro o se van? ―nos preguntó Denise, dirigiéndose a la puerta.
―Nos vamos, lamentablemente. ―Sonrió Bones―. El deber llama. El jefe de
Gatita quiere conocer a Annette. Creo que está preocupando de que ella vaya a
tomar un bocado de su soldado superior si se queda con él.
Denise se rió.
―¿No lo hizo ya? ―Está bien, así que yo le dije todo.
―Te quiero, gracias por tu ayuda ―dije.
Annette subió a su coche para seguirnos al complejo, y Denise estaba en el
proceso de cerrar la puerta de entrada, pero luego la jaló abriéndola de nuevo con
un golpe.
―¡Espera! ―Denise empezó a reír tan fuerte que apenas podía hablar―. No
te olvides del presente de cumpleaños de Bones en el baúl de Annette. ¡Podría
quedarse sin oxígeno!
Ella terminó con un ataque de risa que la dobló. Bones me miró con asombro.
―¿Cuánta ginebra bebiste?
Me deslicé en el coche y aseguré mi cinturón de seguridad.
―Toda la botella. Pero esa parte se me escapó antes de que yo la tocara.
Annette me dijo que le recordara que tu presente estaba en el maletero, y le dije
que mejor no tuviera un coño. Lo siento, solo se escapó.
Él soltó una risa.
―Te amo, Gatita.
Le devolví la sonrisa.
―Yo también te amo.
Capítulo 20
Después del S&M Club

Nota de la autora: Originalmente esta escena tenía lugar al final del capítulo doce
en At Grave’s End. Posteriormente fue cortada porque consideré que la escena de sexo sería
de algún modo gratuita y podría arruinar el ritmo. ¿Entonces por qué la escribí para
empezar? En esta versión, Bones pretendía dejar a Cat en el recinto durante unos cuantos
días mientras salía de la ciudad para comprobar en secreto una pista sobre Patra, así que el
sexo de “despedida” tenía sentido. Ya que Bones no se va en la versión publicada del libro,
hacerlos detenerse para un revolcón desinhibido parecía como si le restara seriedad a lo que
Bones y Cat estaban afrontando en ese momento, y eliminé la escena.

Volamos de vuelta al recinto, dejando a los humanos en un hospital militar


local para una revisión. En realidad, no tuvimos ni que darles nuevos recuerdos de
la noche. Los tres sabían sobre vampiros y ghouls y habían ido de buena gana con
ellos al club como juguetes. Con lo único que no habían contado era que el regocijo
se agriaría tanto. No era asunto mío, me recordé. Mi trabajo era salvarlos, no
sermonearlos por su estilo de vida.
Cuando llegamos al tercer subnivel, Bones tiró de mí justo más allá de la
oficina de Don donde mi tío esperaba el informe de la tarde. Él no redujo el paso
cuando Tate nos llamó.
―¿Dónde creen que van?
Ambos llevábamos abrigos por decoro así como por aspectos prácticos.
Quizás en Miami no hubiera necesidad de la sobrecapa, teniendo aún más de
diecisiete grados a pesar de ser noviembre, pero en Virginia hacía frío. El mío
estaba anudado con recato sobre mi ropa provocativa; el llevaba el suyo abierto
arremolinándose y revoloteando tras él.
―Menos de tres horas para el amanecer ―respondió Bones―. No voy a
malgastarlas en muestra-y-cuenta. No con ustedes, bastardos, claro. Él tendrá
nuestro informe por la mañana.
Habría discutido, pero lo que Tate no sabía era que Bones tenía que volar
mañana temprano. Tendríamos que estar en el aeropuerto a las nueve y media, y
había un trayecto de hora y media. Para los vampiros, eso era prácticamente al
amanecer. Él tenía razón. El tiempo era esencial.
Bones me guio hasta el único lugar realmente privado que yo tenía en el
complejo: la ducha. Puesto que era la única mujer en el equipo, no había que
preocuparse de que alguien entrara y nos interrumpiese. En los últimos meses,
incluso Don había ampliado el área, añadiendo suficiente espacio para que Bones
tuviera armarios, por su inclinación a ducharse conmigo en lugar de con los
hombres infames. Don también había añadido una silla y una otomana en la
esquina de la habitación. Supongo que una cama hubiera sido demasiado
descarado. Además, nunca habíamos tenido la necesidad de una.
Bones echó la cerradura a la puerta tras nosotros, tirando de mí hacia sus
brazos en cuanto cerró.
―Llevo esperando toda la maldita noche para hacer esto ―gruñó él,
arrodillándose a mis pies. Me quitó la chaqueta, arrojándola a un lado, y después
rompió las cadenas que sostenían el sujetador de cuero. Cerró sus labios sobre mi
pezón, rascando con el clavo de su lengua el pico sensible de tal forma que me hizo
jadear.
A pesar del calor que aumentaba en mi interior, aún quedaba una punzada
de celos.
―¿Cómo lo soportas, Bones? ―No hablaba de la molestia que le debía de
haber provocado el ponerse ese tipo de joyas―. Dave tuvo que abofetearme para
evitar que le arrancara la cabeza a esa zorra cuanto te besó. ¿Cómo me observas,
trabajo tras trabajo, flirtear con otros hombres para atraerlos hasta el lugar?
Costaba formar palabras coherentes cuando él rendía tal minuciosa atención a
la tarea que tenía delante. Pronto ambos pezones palpitaban, y sus manos no
habían estado inactivas.
Un amortiguado gruñido resonó contra mi piel.
―Ayuda el que pronto estarán muertos tras tocarte, Gatita. Soy lo
suficientemente viejo como para haber ganado en paciencia, pero no, no es fácil.
Pero no nos molestemos por eso ahora. Tienes que responder una pregunta,
¿recuerdas?
Bones me levantó y me llevó hasta la silla sin romper el contacto con sus
labios. Extendió mis piernas, haciéndome temblar, y entonces acarició mis bragas
de cuero con la nariz antes de clavar sus colmillos y sacármelas. Sus incisivos
desgarraron con delicadeza la tela mientras su lengua serpenteaba entre las
rasgaduras. Multitarea en su excelencia.
Gemí y agarré sus hombros. Dios, me encantaba lo que era capaz de hacerme
con la boca y así se lo dije con la voz áspera por el deseo. Se rió sobre mi carne,
lamiendo y explorando con conocimiento, con caricias húmedas que se sentían
incluso más intensas por el roce del diente. Cuando me golpeó el orgasmo, estaba
sudando y me arqueaba contra él, clavando mis uñas en sus pálidos brazos que se
cerraban sobre mi cintura para sostenerme más cerca. El grito que se precipitó
desde mi garganta en el envite del éxtasis pondría a prueba si el nuevo aislamiento
que había instalado Don funcionaba o no. Si no era así, probablemente podrían
oírme desde la oficina de mi tío.
―Eres tan hermosa ―susurró Bones, deslizándose hacia arriba para
acunarme. Le besé con voracidad, sin importarme que sus colmillos cortaran mis
labios antes de arrastrar su lengua en mi boca para succionarla. Resonó metal
contra metal cuando sus calzoncillos unidos por cadenas cayeron al suelo antes de
que todo su duro cuerpo se presionara sobre el mío.
Arañé su espalda con las uñas mientras le rodeaba la cadera con mis
piernas.
―Ahora. Ya. Te quiero tanto.
Otra risa entre dientes, pero más gutural.
―Ah, mascota, adoro lo ansiosa que te pones. Sí, ahora, y tengo otra sorpresa
para ti…
Una fuerte envestida encorvó mi columna, sonsacando un grito ahogado
mientras me arqueaba hacia atrás tanto que casi me caigo de la silla. Bones me
cogió entre sus brazos antes de bajarme al suelo, agarrando mis caderas mientras
se hundía profundamente dentro de mí una vez más.
―Tú no ―logré decir, estremeciéndome con la sensación de una fricción
añadida a la dureza deslizándose dentro y fuera de mí.
Sus labios se curvaron maliciosamente.
―Había dos pendientes de plata extra. Llámame un actor de método. Odio
malgastar un buen accesorio.
―Va… a doler… como el infierno… sacarlos ―dije por mi irregular
respiración. Apreté mis piernas aún más a su alrededor, deleitándome en sentirlo
moviéndose dentro de mí con mayor fervor. Parecía que ese aro añadía un borde
más afilado de placer, provocando que mis terminaciones nerviosas se apretaran y
contrajeran por la creciente demanda sensual. Jugué con los aros de sus pezones,
tirando y retorciéndolos con cuidado mientras lo besaba como si intentara
ahogarme.
―Más deprisa. Más duro. Más. ―En cualquier orden.
Bones obedeció, empujando con tal intensidad que me hizo gritar con
delirante dicha antes de que le rogara que parara. O que no lo hiciera. No podía
pensar bien. En cualquier caso, él tenía sus propias intenciones. Cuando cerramos
el trato con Don, Bones estuvo de acuerdo en seguir mis órdenes en el trabajo,
afirmando lascivamente que prefería tener el control en el dormitorio. No puse
objeción, lo cual resultó ser la decisión más inteligente que he tomado nunca. Él me
dominaba en la cama o fuera, como en este caso, pues estábamos en el suelo, y
adoraba cada instante. Cuando algo terminaba siendo sexual, Bones era realmente
un maestro.
Capítulo 21
Boda tradicional

Nota de la autora: No puedo contar el número de veces que los lectores me han
preguntado si Cat y Bones alguna vez tendrán una boda “real”. En los libros publicados,
sólo tienen la ceremonia vampírica porque sus planes para una boda tradicional se
arruinaron por lo que pasó en At Grave’s End pero en la versión original, sí la tuvieron. Se
eliminó porque ―lo adivinaste― rompía con el ritmo de la historia, y también porque mi
editor sintió que implicaba un y-fueron-felices-para-siempre aunque la historia estaba lejos
de acabar. Intenté poner esto en el libro siguiente pero no pude encontrar dónde encajarlo.
Eventualmente, decidí no ponerlo en los últimos libros porque parecía trivializar su previa
ceremonia de unión de sangre. Bones siempre la consideró como la única boda que contaba.
Le tomó a Cat un poco más de tiempo para sentirse de la misma manera, pero lo logró. En la
escena en la que Don muere en This Side of the Grave, ella piensa en cómo ese extraño y
poco convencional ritual de unión de sangre era mucho más importante que un vestido
elegante y una fiesta extravagante pero ambas pasan en estas escenas eliminadas y estoy
contenta de, finalmente, poder compartirlas con ustedes.
El final de esta sección también contiene una escena de sexo que nunca había sido
publicada donde rompí una regla de la creación de mundos de ficción, así que si al leerla
piensas que lo que hacen Bones y Cat no es posible según lo que previamente se conocía de
las habilidades vampíricas, estás es lo correcto. Es por eso que nunca intenté duplicar esta
escena en ningún otro libro. Y para aquellos de ustedes que estén pensando “¿otra escena de
sexo?”, esto muestra que, probablemente, terminaré eliminando más escenas de este tipo de
las que público. Cuando escribo, dejo que los personajes me dirijan y después sólo edito lo
que pienso que es innecesario.

―¿Cómo demonios respirabas en estas cosas cuando eras humana? ¡Mis


costillas están rotas en por lo menos diez lugares diferentes!
Annette tiró despiadadamente de las cintas del corsé.
―En esa época, estas cosas eran mucho más constrictivas. Sé agradecida.
―A decir verdad, creo que estás disfrutando esto un poco demasiado
―gruñí―. Un poco más suelto, por favor. Sí quiero estar viva durante la
ceremonia, incluso aunque los pulsos sean minoría.
Lo eran, sin duda alguna. Cuando habíamos hablado de la boda, Bones dijo
que quería una reunión pequeña e íntima. Tú pensarías que después de años de
lidiar con vampiros, ya habría aprendido.
“Pequeña e íntima” para él significaba cerca de doscientas personas. Después
de dos siglos, había construido una red de amigos más extensa de lo que lo había
hecho yo en veinticinco años. Gracias a Dios él no quería una boda grande,
habríamos sobrepasado el millar.
Mi boda era el día de Navidad. No había visto a Bones desde ayer en la
mañana. Incluso me había rehusado a hablar hoy con él, me encontraba
inesperadamente supersticiosa. Quizá Denise me lo había contagiado.
Denise me sonrió mientras sostenía mi vestido ante mí para que me metiera
en él. Mi madre no había sido de mucha ayuda. Estaba en la esquina de la
habitación, llorando. Incluso el Valium que había metido a hurtadillas en su té no
había ayudado a que se calmara pero al menos mantenía sus insultos al mínimo.
―Listo ―dijo Annette con un último tirón.
Por fin estaba satisfecha, lo que significaba que yo estaba muy adolorida.
Tonta de mí por pensar en rendir homenaje a los días del siglo dieciocho del novio
y llevar un corsé debajo de mi vestido. Dejando de lado algunos toques modernos,
lucía como la cosa real. Solo que con un corte más sexy y convenientes botones a
presión en la entrepierna. Incluso estaba usando medias de seda.
Cautelosamente puse un pie dentro del vestido y luego el otro, rezando que
no me cayera y rasgara toda la condenada cosa. Mi madre habría derramado
lágrimas de alegría. Una boda arruinada, justo lo que el doctor recetó. Denise
apenas iba a cerrar la cremallera cuando la puerta se abrió sin que se hubiera
escuchado un solo golpe.
Spade entró mientras Denise terminaba con mi cierre. Al menos ahora mi
pecho estaba cubierto en lugar de que mis pechos se abultaran en lo alto del corsé
de corte bajo.
―Crispin me envió ―dijo Spade. Sus labios se torcieron―. Él no estaba así de
nervioso ni cuando lo mataron y yo debería saberlo, estaba ahí.
Eso hizo que interrumpiera mi esfuerzo por ajustar el escote de mi traje.
―¿Está reconsiderándolo? ―pregunté tensamente. Mi madre
inmediatamente se irguió.
Spade rió entre dientes.
―No, está inquieto por ti. Dijo algo acerca de ti siempre apresurándote a la
salida antes de llegar a línea final o algo así. Estoy aquí para asegurarme de que no
tienes intenciones de echarte para atrás. Al menor signo de indecisión, tengo
estrictas instrucciones de echarte sobre mi hombro y llevarte con él. O tirarte,
manteniéndote ahí mientras le grito que venga. ¿Entonces? ¿Ya sabes qué harás?
Aunque estábamos en lados opuestos en la iglesia y había una multitud de
invitados ruidosos, sabía que Bones estaba esperando mi respuesta. Alcé mi voz
para ayudarlo.
―Dile a mi esposo vampiro que está a punto de convertirse en mi marido
humano. ―Mi madre pasó de optimista a deprimida en un segundo―. Y puedes
darle esto.
Le tendí un pedazo de pergamino con algo duro dentro. Lo tomó y besó mi
mano.
―Lo haré. Annette, Denise. ―Le dio un asentimiento a cada una y se fue.
Ahora fue mi turno de agudizar mi oído mientras las dos mujeres me ayudaban
con los toques finales de mi vestido.
―Crispin ―dijo Spade, sus palabras llegándome―. A esa pobre chica nadie
la va a disuadir de la idea de casarse contigo. Dios sabe que lo intenté. Esto es para
ti, en caso de que no hayas escuchado a hurtadillas.
―Ella también lo está haciendo, ¿no es así, Gatita? ―Su voz parecía tocarme,
incluso a la distancia pero no contesté. Después de todo, se suponía que no
teníamos que hablar entre nosotros―. Ah, ¿no son adorables? También
terriblemente caros; debiste llorar cuando los compraste.
Su burla me hizo reír, haciendo evidente que había estado escuchando. Él
sabía lo tacaña que era normalmente. Aun así, los gemelos antiguos de platino y
diamantes eran hermosos. Mi cuenta bancaria había recibido un duro golpe como
nunca antes pero no iba a comprarle un regalo a Bones usando su dinero.
―Te escuché, amor, pequeña fisgona traviesa. Veamos, ¿qué escribiste aquí?
La última carta que le había escrito había sido una de despedida cuando huí
con Don pero ésta era definitivamente diferente. Te amo, y nada evitará que camine
por ese pasillo y te lo pruebe. Te veo ahí.
―Lo harás ―me respondió―. Pronto.
Denise finalmente había terminado con mi vestido, retrocedió para echarle
otro vistazo y sonrió.
―Luces fantástica. Hagamos esto.
Annette también juzgó mi apariencia pero con más objetividad. Lucía muy
elegante enfundada en un vestido color carbón y una chaquetilla a juego.
―Estás estupenda ―finalmente estableció. Una chispa de algo más iluminó
su mirada pero se desvaneció en un instante―. Y eres la chica con más suerte que
haya conocido.
En ese momento, a punto de casarme con el hombre que amaba, sí me sentía
suertuda. Muy suertuda.
―Espera, ¡olvidé conseguirte algo azul! ―dijo Denise con un jadeo―. Soy
una terrible dama de honor. Rápido, ¡ayúdenme a conseguir algo!
Comenzó a hurgar en la sala con la desesperación de un condenado. Annette
ayudó, mascullando un juramento sobre las inútiles costumbres humanas.
―Ten.
La palabra no vino de ninguna de ellas. Miré boquiabierta a mi madre
mientras se paraba de la silla y venía hacia mí, sosteniendo un anillo. Era uno
pequeño de oro y con zafiros que le había comprado por su cumpleaños hace
algunos años. Con la velocidad de un rayo, un bulto se asentó en mi garganta
mientras lo aceptaba.
―Gracias ―dije con voz ronca.
Limpió su mejilla con su mano.
―Lo espero de vuelta, de ahí el término de “prestado”. Y por última vez, no
hagas esto, Catherine.
Ahí se fue el tierno momento madre-hija. Oh, bueno. Al menos tuve un
segundo de unión. Progreso, no perfección, y todo eso.
―No te preocupes, mamá. Él no me lastimará.
―Lo dudo. ―Se dio la vuelta y regresó a su silla.
Annette puso los ojos en blanco. Denise ahuecó mi vestido por última vez.
―¿Estás lista? ¿O le harás el día a tu madre y la dejarás manejar el auto en el
que huirás? ―Denise me dio una regocijada sonrisa.
Le sonreí de vuelta y mentalmente le agradecí a Dios por la noche que un
vampiro trató de hacerla su bocadillo cerca de donde yo estaba. Sin ella, habría
terminado todo este tiempo siendo completamente dependiente del Prozac.
―Estoy lista.
Annette hizo un sonido que pudo haber sido un suspiro.
―Vamos, Justina, tenemos que ir a nuestros asientos. Jesús, mujer, no iba a
tocarte. No tienes que encogerte cada vez ¿o sí?
Mi madre pasó junto a ella sin una sola palabra, solo permitiéndose el placer
de dirigirle una mirada asesina mientras se dirigía al santuario. O al menos ahí era
a donde creía que se dirigía. Ella pudo ir derecho al estacionamiento.
―Debiste haber dejado que Crispin la mordiera para mejorar su disposición
―dijo Annette, claramente agravada―. Le habría ido bien.
―Gracias por la sugerencia, pero mantendremos los sentidos de mi madre tal
y como están. Aun cuando eso me enloquezca.
Annette se detuvo en el vestíbulo. Una pequeña risa de autocrítica salió de
ella.
―Bueno, Cat. Ciertamente hoy has demostrado buenas maneras. Podría
haber restregado el rechazo de Crispin en tu cara pero has sido bastante atenta.
Ahora, apresúrate. No hagas esperar al hombre que amamos.
Denise la observó irse e inclinó la cabeza.
―Es el infierno en tacones, Cat, y dejando de lado lo perra, a veces me
agrada.
―Lo sé. ―Un renuente dejo de admiración coloreó mis palabras―. A veces a
mí también me gusta.
―Cat. ―Don se acercó a nosotras, luciendo un traje negro.
Era la primera vez que lo había visto tan arreglado. Su mirada gris contempló
mi vestido de encaje sin tirantes que podría causar un accidente de trenes. La larga
falda no estaba hecha de una sola pieza de tela sino de diferentes franjas que se
balanceaban cuando caminaba. Sólo la multitud de capas me proveían de modestia
porque debajo de ellas no había forro o revestimiento alguno. El velo era una
delgada nube de gasa unido a mi cabello por una peineta y era tan largo que lo
arrastraba por el suelo. Mi cuello y brazos estaban desnudos. Solo un par de aretes
góticos blancos de platino y diamante me adornaban.
―Estás despampanante―dijo.
Sonreí por el cumplido y acepté el brazo que me ofrecía.
Denise le dio un apretón a mis hombros y me ofreció un último consejo.
―¡No tropieces!
―Lo intentaré. Por lo menos, esta vez espero verlo en el altar.
Don no entendió la broma porque no había estado en la boda de Denise.
―¿Qué?
―Nada. ―Apreté mi agarre en su brazo―. Gracias por hacer esto.
Las líneas de su rostro aumentaron cuando sonrió.
―Gracias por preguntar. ¿Vamos?
Enderecé los hombros.
―Sí.

El sol acaba de ponerse y ya había nieve en el suelo, después de todo sería


una blanca Navidad. La iglesia era pequeña en tamaño pero grande en privacidad,
así que para la recepción erigimos una tienda completa con suelo hecho con
madera portátil. Los empleados de la empresa que proveería la comida estaban
especializados en comida tradicional y, um, exótica. Dios ayude a mi madre si
agarra el plato equivocado porque nada menos que un suicidio aliviaría su
repulsión.
En lugar de un normal cantante de bodas con un piano o incluso una
pequeña banda, Bones había contratado una orquesta entera. La mayoría de ellos
estaban afuera, temblando y esperando que los calentadores eléctricos
atemperaran su tienda pero un pianista y un violinista estaban en la iglesia. Boda
pequeña e íntima, mi trasero.
Orquídeas, lilas, gardenias, jacintos, tulipanes, amarilis, nochebuenas y otras
flores que no podía ni nombrar cubrían el interior de la iglesia. Una selva habría
sido menos fragante. Las flores habían sido cubiertas con un polvo brillante que se
reflejaba a la luz de las velas y había velas en todos lados, reemplazando todas las
luces excepto las artificiales más esenciales. Con nuestros siguientes pasos para
entrar al santuario, Don y yo nos pusimos a la vista de los invitados y el novio.
Incluso la estable presión del brazo de Don en el mío desapareció una vez que
vi la sonrisa que iluminó el rostro de Bones. Fiel a su palabra, él también usaba
blanco. Su traje era una combinación del siglo veintiuno y el dieciocho, con encaje
derramándose fuera de su cuello y puños. Un chaleco con adornos plateados
añadía antigüedad a su pantalón más moderno que la chaqueta cubría. Lucía
deslumbrante. Tuve que resistir la urgencia de pellizcarme porque este hombre no
podía ser mío.
Don cedió formalmente mi mano y Bones la tomó.
―Nunca he visto nada más exquisito en mi vida ―murmuró antes de
besarme hasta dejarme sin aliento.
―No se supone que me beses ahora ―fue lo único que pude decir cuando
finalmente me dejó conseguir algo de aire.
―No me importa ―respondió con tanto sentimiento que la risa se extendió
entre los espectadores―. A la mierda el apropiado orden.
Los labios de Spade se torcieron mientras se inclinaba hacia delante.
―Crispin, todos nosotros vinimos a ver una boda. Tal vez, ¿podrías
abstenerte de consumarlo hasta después?
Eso definitivamente divirtió más a los invitados. Los de su lado, en cualquier
caso. Pocos invitados míos estaban así de alegres.
―Luego. Tienes razón, Charles.
Bones presionó mi mano en sus labios antes de girarse haca el ministro. Lo
había visto antes una sola vez, después de que llenáramos todo el papeleo
necesario. Lo habíamos tomado prestado de su parroquia en Wisconsin.
―Bienvenidos, familia ―comenzó el ministro, evitando el “Amados”―. Esta
noche serán testigos de la reafirmación de un matrimonio y el comienzo de otro.
Aunque es imposible la disolución de su unión vampírica, la costumbre demanda
que pregunte lo siguiente: si alguien aquí puede mostrar una razón por la que
estos dos no puedan unirse en un matrimonio humano, que hable ahora.
Mi madre se disparó de su silla como un cohete. Yo apenas había comenzado
a murmurar algo completamente inapropiado para una iglesia cuando Bones
chasqueó su mano y Rodney apareció detrás de ella. El ghoul cubrió la boca de mi
madre con su mano antes de que pudiera comenzar a enumerar sus largas y
enérgicas objeciones.
―Gracias, compañero ―dijo Bones, saludándolo―. Algunas personas
parecen incapaces de refrenar su lengua. Oh, yo no lo mordería, Justina, él es un
ghoul. Tal vez quiera regresar el favor. Él te dejará ir si te sientas en silencio. De
otra manera, tendrás la boca cubierta por la palma de un devorador de carne lo
que resta de la ceremonia.
¿Quién sabía si reconocería a Rodney de hace siete años? Después de todo,
ella no estaba viéndolo exactamente de frente.
Le lancé una mirada como advertencia silenciosa. Eso o el inapetente gusto de
la mano de Rodney, hicieron que asintiera y Rodney la liberó. Un ruidoso
resoplido fue el único ruido que hico cuando se volvió a sentar. Bones se giró hacia
el ministro.
―Tal parece que nuestra objetora ha cambiado de opinión.
Por el brillo en la mirada del hombre y su repentina necesidad de toser de
una manera que sonaba sospechosamente como una risa sofocada, supuse que se
conocían bastante bien.
―Um. Eso parece. Sigamos.
El resto de las palabras fueron algo estándar pero escaparon de mi atención.
Estaba hipnotizada por las luces que relucían en el cabello de Bones, sus esculpidas
facciones y esos profundos ojos marrones mirando los míos. Mi visión cayó a sus
labios cuando respondió la pregunta del ministro.
―Acepto.
―¿Y tú, Catherine, tomas a este hombre como tu legítimo esposo? ¿Para
tenerlo y sostenerlo, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la
enfermedad y en la salud, renunciando a otros hasta que la muerte los separe?
―Acepto.
Esos labios frente a mí se curvaron en una sonrisa.
―¿Pueden traer los anillos?
Denise y Spade nos tendieron la joyería requerida.
―Repite después de mí, Crispin. Con este anillo, te desposo.
Él repitió las palabras mientras deslizaba el diamante rojo por mi dedo,
acompañado de su nuevo compañero que era una delgada banda de platino.
Lágrimas brotaron de mis ojos. Gracias a Dios que mi rímel era a prueba de agua.
―Catherine, repite después de mí. Con este anillo, te desposo.
Exhalé las preguntas y puse la banda de platino a juego en su dedo. Cuando
levanté la mirada, vi que sus ojos titilaban rosa.
―Por el poder conferido en mí, los declaro marido y mujer. Puedes besar a la
novia.
Bones envolvió sus brazos alrededor de mí e inclinó su boca en la mía. Lo jalé
más cerca, escuchando los aplausos de nuestros invitados. Estaba casi sin oxígeno
cuando él rompió el contacto y sonrío hacia mí.
―Te amo, Gatita. ¿O debería llamarte señora Russell?
―Escoge el que quieras. Responderé a ambos.
Bones besó mi mano y después caminamos juntos de regreso por el pasillo.
Incluso el desconsolador sonido de los sollozos de mi madre no podía borrar la
sonrisa de mi rostro.
Fuimos derecho a la entrada de la tienda para saludar a nuestros invitados
que se alienaban fuera de la iglesia. Inmediatamente, me di cuenta de que nunca
recordaría todos los nombres y que necesitaba otra capa de mi labial de larga
duración. Estos vampiros y ghouls estaban realmente metidos en esa costumbre de
besar a la novia.
Después del sexto educado “¿Puedo?” antes de que un desconocido hombre
sin pulso pusiera sus labios en los míos, Bones alzó las manos.
―Para evitar quedarnos aquí toda la noche, todos pueden besar a la novia.
Sólo sean conscientes de que si la ven en un club y ella los besa, eso generalmente
significa que está a punto de matarlos.
Risas se escucharon después de eso pero Don debía estar teniendo un ataque.
Odiaría que sus operaciones fueran el remate del chiste.
Ian era el siguiente en la línea, Bones lo había invitado por el respeto que le
debía por ser su maestro. Creí que Ian se negaría pero eso sólo prueba lo mucho
que lo subestimaba. Tenía el mismo acento inglés que Bones y su cabello castaño
contrarrestaba con sus vívidos ojos turquesa. Él era bonito, está bien. Muy
jodidadamente peligroso.7
―Crispin, estoy halagado de que me hayas incluido en tu memorable evento.
Es adecuado ¿no es así? Después de todo estuve en su otra unión. Y Cat, qué
devastadora luces. ¿Estoy excluido de besar a la adorable novia por nuestro previo
malentendido?
¿Él consideraba secuestrar a mi ex-prometido y tres de mis amigos para
chantajearme para que me convirtiera en su nuevo juguete, un malentendido? Le
mostraría.
―Por supuesto que no, Ian, ven aquí.
Cuando Ian se inclinó, lo agarré y presioné mi boca contra la suya, incluso
corrí mi lengua en el interior y mordí su labio. Con la misma brusquedad, lo
empujé y le di una ancha sonrisa.
―Dile hola de mi parte a mi padre, Ian, y agradécele de nuevo por tratar de
matarme en lugar de darte mi localización como se suponía que haría. Sólo piensa,
si Max te hubiera dicho dónde estaba, me habrías encontrado antes que Bones.
¿Quién sabe cómo habría terminado? Fue bueno verte, te ves estupendo.
Ahora también lucía enojado.
7
Hace un juego de palabras con “pretty” que significa “bonito” o “muy”.
―Absolutamente―dijo malhumoradamente Ian mientras se alejaba.
Bones me dio una sonrisa de lado por mi victoria.
―Quizá no deberías poner tanto entusiasmo en tus besos, mascota. En
segundos se estarán alineando todos.
Don era el siguiente pero él prefirió darme el beso en la mejilla. Después
venían las otras dos docenas de miembros de mi equipo, Tate era el último de
ellos.
―Cat. ―Tate mostraba crudas emociones en sus ojos―. Nunca te habías
visto más hermosa.
―Gracias. ―Mi voz era baja.
Tate resopló.
―Supongo que sientes que ya cobré mi boleto para besarla ¿hmmm,
guardián de la cripta? No te preocupes, no me iba a aprovechar.
Bones puso los ojos en blanco.
―Para lo que importa. Ya que esta será tu única oportunidad, no deberías
desperdiciarla.
Ahí iban de nuevo. Me incliné hacia adelante y los labios de Tate acariciaron
largamente los míos. Yo fui la primera en alejarse y sus ojos se quedaron cerrados
una fracción de segundo más. Después los abrió de golpe.
―Bastardo suertudo ―gruño antes de alejarse.
Bones lo miró con algo parecido a la piedad.
―Pobre diablo, sólo se atormenta a sí mismo.
Mencheres era el siguiente.
―¿También puedo besar a la famosa Red Reaper sin que mi vida corra
peligro?
Oh, él tenía sentido del humor. Genial. Me incliné y sus labios tocaron los
míos un instante, aun así los dejó sintiendo como si vibraran. Su poder era tan
palpable, ahora sabía lo que se sentía besar un cable de alta tensión.
Annette era la última de la línea y me giré hacia ella casi con alivio.
―Gracias a Dios. Mi boca está casi insensible. ¿Qué es eso en tus manos?
Ella sostuvo dos vasos, uno con whiskey y otro con ginebra.
―Creí que ambos apreciarían una bebida.
Le agradecí y me terminé mi ginebra en un trago.
―¿Mejor? ―inquirió. Ante mi asentimiento, sonrió sedosamente―. Y ahora
es mi turno de besar a la novia.
Con eso, sus labios cubrieron los míos. Me tomó con la guardia tan baja que
tuvo tiempo de pasar su lengua por mis labios antes de que me enderezara,
rompiendo el contacto.
―Me disculpo si te ofendí, Cat ―dijo aunque no sonaba ni un poco
arrepentida―. Sabes que mis inclinaciones van en ambas direcciones y tú lucías
realmente adorable. ―Se giró hacia Bones―. Rompiste mi corazón por lo justo que
eres, Crispin. Siempre recordaré como luces esta noche. Te deseo felicidad, querido
amigo, desde lo más hondo de mi alma.
El rosa cubrió su visión mientras lo miraba. Él tomó su mano y gentilmente la
besó, y recordé que ellos habían estado juntos por más de doscientos años. Yo ni
siquiera podía imaginar esa cantidad de tiempo pero esperaba tener la
oportunidad de descubrirlo.
―Vamos, Bones, bésala. Infiernos, ella acaba de darme un beso francés, tú
puedes hacerlo también.
Él arqueó una ceja. Yo volví a asentir con firmeza.
Annette parpadeó ante esto y se giró en su dirección mientras él ahuecaba su
rostro en sus manos. La besó con toda la ternura que confería el recuerdo, y ella
tenía coloreadas lágrimas deslizándose por sus mejillas cuando él se detuvo.
―Mi querida Annette, has iluminado muchos días para mí. Sólo puedo
asegurarte que ahora soy verdaderamente feliz. Te deseo lo mismo.
Ella limpió sus ojos, recobrando la compostura.
―No todos somos tan afortunados como tú, Crispin. Ahora vayan. Sus
invitados están esperando.
―Ya vamos para allá.
Annette se metió y Bones me tomó en sus brazos, alejando el cabello de mi
sien. Le sonreí.
―Hola, señor Russel.
Me sonrió de vuelta.
―Hola para ti, señora Russell.
Después de eso nos sostuvimos sin decir una palabra. Podría haberme
quedado ahí por siempre.
Después del pastel, todos se dispersaron de la iglesia y las tiendas. Era casi
medianoche, la hora de las brujas. La nieve lucía prístina asentada en el suelo en
gruesas mantas blancas, aire congelado salía del aliento de los que respiraban.
Bones me puso frente a él en el límite con los árboles. Dijo que tenía una sorpresa
más.
Con un estallido, los fuegos artificiales se dispararon en la noche, explotando
sobre la iglesia en un deslumbrante despliegue de colores y formas. Los miré
fijamente durante un tiempo hasta que Bones me cargó y me llevó rápidamente
hacia los árboles, riéndose mientras yo levantaba el cuello para vislumbrar otro
resplandor artificial en el cielo.
―Escapemos, Gatita, mientras ellos están distraídos.
El helicóptero nos esperaba a kilómetro y medio. Subí a él y encendí las
hélices. Volar era una habilidad que había aprendido hace años con Don y los
helicópteros eran mis favoritos para manejar. En minutos estábamos en el aire y
lejos del espectáculo que continuaba.
―No te preocupes, amor. Sé lo que estás pensando. Dejé un cheque con el
doble de lo que esa iglesia vale. Nadie está siendo estafado. No habría dejado un
rastro tan obvio para que cualquiera lo siguiera ¿o sí? Va a arder hasta convertirse
en cenizas. Así disminuimos las oportunidades de que la gente descubra
exactamente quién estuvo ahí.
Le lancé una mirada de soslayo mientras volaba expertamente el Bell Ranger.
―Realmente planeaste esto, ¿no es así? El espectáculo de luces fue magnífico.
Casi desearía haberlo visto todo.
―Aumenta la velocidad, mascota, y te mostraré qué más planeé.
Estuvimos en el aire cuarenta minutos, un cálculo deliberado. Cuando
hablamos sobre cuándo queríamos irnos para nuestra luna de miel de dos
semanas, había sido inflexible. Quería estar a solas con él no en una habitación de
hotel o admirando las vistas porque ocuparían una cantidad valiosa de tiempo sino
a solas. Él no había necesitado ser persuadido. Habíamos planeado pasar una
semana en nuestra casa de Blue Ridge8 y la otra semana en el Jackson Hole9.
Ambos amábamos las montañas. Blue Ridge ganó el primer round por su
localización. Estaba mucho, mucho, más cerca que la casa de Wyoming de la
iglesia. La paciencia no era una mis virtudes.

8
Blue Ridge: La Cordillera Blue o Montañas Blue Ridge, es una sección de los Apalaches ubicada al
este de los Estados Unidos.
9Jackson Hole: Es un valle interior resguardado de las Montañas Rocosas, en Estados Unidos,

situado en el estado de Wyoming, cerca de la frontera occidental con Idaho.


El helicóptero aterrizó limpiamente en el helipuerto y fue llevado fuera de
nuestra vista. Bones me cargó y corrió por las escaleras de la casi desamueblada
casa, la que también era mi favorita de todas nuestras casas. Mi gato fue echado
rudamente de la habitación mientras Bones pateaba la puerta detrás de él para
cerrarla. El felino tenía la tendencia a querer atención en los momentos más
inoportunos.
Bones me bajó para ir a encender las velas que ya estaban convenientemente
acomodadas. Apenas había comenzado a quitarme los zapatos cuando me detuvo.
―No. ―Su voz era suave pero resonante. Un momento después terminó con
las velas y regresó, corriendo las manos por mis brazos. Sus ojos derramaban
flamas verdes.
―No te quites nada, no aún. Te quiero justo así, con todo lo que traes puesto.
Nunca habías lucido más deslumbrante y quiero estar dentro de ti mientras estás
usando ese hermoso vestido. Toda la noche me he estado preguntando qué es lo
que traes debajo de él. Veamos ¿quieres?
Se arrodilló a mis pies, sus manos se deslizaban por mis piernas debajo de la
falda del vestido. Un sonido de aprobación salió de su garganta.
―Medias de seda ¿hmmm? Adorable. Y ligas también. Ah, ¿qué es esto? ¿Es
un corsé, mascota? Caray, no he sentido uno de estos desde hace casi un siglo. Una
réplica auténtica, excepto por estos. Qué terriblemente considerado de tu parte,
señora Russell. Estos botones habrían sido muy útiles cuando estas cosas estaban
de moda.
―Me alegro que te guste ―dije entrecortadamente.
Sus dedos habían estado ocupados. Aspiré bruscamente cuando levantó mi
falda lo suficiente para explorar dentro. Los mencionados botones se soltaron con
un decisivo pop. Retrocedí hacia la cama en dos inestables pasos cuando su boca se
deslizó por mi muslo.
―Di mi nombre. Quiero escucharlo mientras te pruebo ―serpenteó entre los
rizos pelirrojos de entre mis piernas.
―Bones. ―Suspiré.
Inhaló justo en mi centro debajo de mi falda.
―El otro. Sólo por esta vez, llámame por mi otro nombre.
El colchón estaba detrás de mí. Me deslicé en él para apoyar mis temblorosas
rodillas. En un gesto de flagrante deseo que no había mostrado antes, separé mis
piernas y presioné su cabeza entre ellas mientras gemía el nombre por el que
nunca lo había llamado.
―Crispin…
Un asalto oral de labios, lengua y dientes comenzó en mi carne. No me
mordió como lo había hecho antes pero usó sus colmillos como instrumentos de
presión sin que rompiera mi delicada piel.
Cuando estaba cerca de venirme, rodé lejos, jadeando.
―No lo haré contra tu boca. Quiero venirme cuando tú estés dentro de mí.
Se levantó en sus rodillas, ojos esmeraldas quemaban los míos. Detuve sus
manos con una trémula sonrisa cuando iba a quitarse su abrigo.
―Tienes razón. Mantenlo. Y ahora di mi nombre real cuando te corras.
Bones subió a la cama frente a mí, completamente vestido. Me estremecí
mientras deslizaba su cierre para tocar la carne que éste ocultaba. Se reclinó contra
las almohadas, levantando la falda del vestido al tiempo que me ponía a
horcajadas sobre él. Su boca silenció mi gemido mientras me empalaba yo sola.
La tela de su pantalón frotaba mi piel. Murmuró una advertencia sobre el
cierre y desabrochó su pantalón, deslizándolos debajo de mí sin que pasaran de
sus muslos. Descansé mis manos en el cuello de su camisa, tocando los adornos
plateados de su chaleco. Su espalada se arqueaba con cada balanceo de mis
caderas.
―Eres tan jodidamente hermoso ―jadeé cuando aumentó la intensidad.
Se rió en mi cuello.
―Esa es mi línea, amor, Dime si te gusta esto, Gatita. Creo que lo harás…
Su pulgar buscó y encontró la parte superior de mi hendidura y presionó
eróticos círculos en el nudo de carne con cada movimiento que hacía. Mis manos se
aferraron al material de su abrigo.
―Para, no puedo… no puedo… ―Cada golpe de su pulgar hacía que saltara
en éxtasis―. No puedo concentrarme ―terminé.
Dejó salir un sonido de diversión.
―No se supone que lo hagas. ¿Sigues pensando? Vamos a parar eso.
Incrementó la presión, causando que me deshiciera en un frenético éxtasis
sobre él. El clímax explotó en mí como temblores que parecía que iban a rasgar mis
músculos. Bones nos dio la vuelta y enterró su cara en mi escote mientras me
sacudía.
―Eso está mejor ―gimió en mi piel. Sus dedos comenzaron a deshacer los
botones de mi vestido.
―¿Tú no…? ―pregunté entrecortadamente.
Me besó, succionando mi lengua y embistiendo con fuerza dentro de mí.
―Aún no. Te lo dije, tengo un plan. Por cada vez que te corras, te quitaré una
pieza de ropa. Una vez que estés desnuda, me dejaré ir. Aún nos queda el corsé, las
medias, los zapatos, las ligas y tu velo. Un hombre debe tener metas, ¿no lo crees?
Oh, yo lo creía.
―Estaré… ah, sí, justo ahí… feliz… de ayudarte.
Bones no hizo trampa mordiéndome para someterme, se tomó su tiempo con
mi ropa. Dos horas después por fin estaba desnuda y bañada en sudor. Se puso
sobre mí, alternando entre besar mi cara y mis pechos. Había rastrillado mis uñas
en su espalda que se curaban justo a tiempo de ser reabiertas.
―Gatita ―gimió―. Voy a vaciarme en ti ahora.
―Sí. ―Lo urgí, embistiendo bajo él.
Una irregular risa.
―No sólo eso, amor. Algo nuevo. He estado ahorrando esto para esta noche.
Pon tus manos en mis hombros, justo así. Ahora. Mira mis ojos, Gatita, no cierres
los tuyos. Eso es, mira justo hacia ellos…
Dios, comenzaron a brillar en serio. No solo brillar sino que resplandecían
como si tuvieran miles de pequeñas luces. Los miré, fascinada, y gradualmente me
di cuenta de que su piel comenzó a brillar también. Era como si una luz hubiera
sido encendida y brillaba a través de sus poros y ojos. Un zumbido de energía
comenzó a construirse en él. Era similar a lo que pasaba cuando levitaba pero más
fuerte. Y yo no podía apartar mi mirada de sus ojos; comenzaron a absorberme…
Caí ante los remolinos esmeraldas de su mirada, me perdí. Bones parecía
crecer y expandirse alrededor de mí hasta que no podía sentir la cama que estaba
debajo de mí, ni mis brazos, piernas o nada de mí.
No había nada, excepto él y sentí todo lo que él sentía.
Mi cuerpo era duro, masculino, sin pulso. La piel que me cubría era fría con magros
tendones, y yo estaba deslumbrado por la carne caliente de la mujer debajo de mí. Su pulso
repiqueteaba frenéticamente en mis oídos, ardientes gritos me abrasaban mientras embestía
más duro dentro de ella. El dulce y almizcleño olor de ella llenó mi nariz y saborizó mi boca,
incitándome a moverme más rápido, cada estocada hacía que sus músculos internos se
apretaran alrededor de mí. Húmedas crestas de carne ardiente acogían cada penetración,
crujiendo en anticipación y tensión. Amaba el fuerte agarre con que ella me sostenía y
quería beber de ella y sentir su sangre dentro de mí.
El hambre trepó en mi garganta. Lamí su cuello, rodando su pulso bajo mi lengua.
Me sostuvo más cerca, gritando ahora, sí, sí, sí, sus músculos me redujeron a una
abrasadora carrera de líquido, lo que me hizo perder el control. Enterré mis colmillo en su
garganta, sangre esparciéndose en mi boca, tan cálida, exquisita, fortaleciéndome.
Revitalizándome, corriendo hacia cada miembro de mi cuerpo en un instante. Otro
profundo trago que fue mejor que el primero. Ah, tan cerca.
Su cabello rojo colgaba en húmedas madejas alrededor de su rostro, enormes ojos
verdes que brillaban. Aún sentía el apretón de su cuerpo a mi alrededor pero con menos
fuerza. Su pulso desaceleró un poco mientras flexionaba sus manos sobre mis hombros con
réplicas. Bruscamente la acerqué hacia mí, sosteniendo duramente sus caderas contra las
mías y hundiéndome repetidamente en sus calientes y estrechas profundidades. Una y otra
vez, cada golpe me incitaba más, sí, oh Cristo, tan bueno, un poco más…
Mi piel explotó, una sensación de fundición pasó a través de mí, rompiéndome con
estremecimientos que me destrozaban. Grité roncamente su nombre real mientras me venía,
justo como ella me lo pidió.
―¡Catherine…!

―¿Qué te pareció, Gatita? ¿Te gustó?


¿Que qué pensaba? Cada parte de mí estaba temblando. Tantos pensamientos
corrieron por mi mente que no podía escoger uno lo suficientemente rápido antes
de que otro lo reemplazara. A eso, agrega los efectos residuales de un simultáneo
orgasmo conmigo misma, y el Play-Doh era más coherente de lo que yo era.
―¿Es… así… cada vez? ―Fue todo lo que salió de mí.
Se acurrucó detrás de mí, una sábana se extendía sobre nosotros. Había
tenido escalofríos tan pronto como regrese mentalmente a mi cuerpo.
―Algo parecido, sí. Deberías tomar un viaje dentro de mí después de que te
muerda entre las piernas. Lo que sea que sientas, créeme, yo lo sentiré más. Es
como follarse a un volcán que acaba de estallar. Quizá ahora ya no te preguntarás
si estoy satisfecho contigo en la cama. Ahí tienes tu respuesta.
―¿Cómo? Quiero decir, ¿cómo hiciste eso? ―Miré sobre mi hombro hacia él
mientras me sonreía.
―Sabes que un vampiro puede robar la mente de un humano con sus ojos.
Bueno, mascota, eso es lo que hice contigo. Sólo que no la robé porque eres
demasiado fuerte para eso. Esto no funciona a la fuerza contigo debido a que tienes
sangre nosferatu en tus venas. Pero pregunté, y tú decidiste darme tu voluntad.
Eso es todo lo que hice, Gatita. Pregunté. Tú aceptaste.
Bones se acomodó contra mí, besando el lugar en mi cuello que había
mordido, que habíamos mordido, lo que sea. Maldita fuera si supiera la manera
apropiada de describirlo.
―Fue increíble ―dije suavemente―. Ni siquiera puedo expresar qué tanto.
Aunque técnicamente, acabo de tener sexo con otra mujer, no importa que sea yo.
Río pecaminosamente y comenzó a desenredar la sábana.
―Y decías que nunca habías tenido un trío.
―Eso es lo más cercano que tendré, Bones ―dije sin enojo. Mi cuerpo estaba
demasiado lánguido para eso.
Realmente había estado en su piel, más cerca de lo que creí que alguna vez
estaría. Alucinante.
―¿Qué tan seguido se puede, um, hacer eso? ¿Hay una posibilidad de
agotamiento? Estabas derramando tanto poder como una fuga de aceite de un
tanque, eso debió costarte algo.
Bones se deshizo exitosamente de la barrera de algodón que nos separaba.
Comenzó a acariciarme al tiempo que respondía.
―Costó un poco, Gatita. Pero todo lo que vale la pena lo hace ¿no? Yo diría
que se puede sin afectarme… ¿dos veces al mes?
―¿En serio? ―Reflexioné su respuesta, estirándome bajo esas inquisitivas
manos. Él cerró la distancia entre los dos―. Sabes ―murmuré mientras su cabeza
bajaba a mis pechos―, he escuchado algunas de esas cosas mientras las piensas.
Tienes una mente sucia, Bones. Tan depravado.
Sonrió contra mi piel.
―Absolutamente. ¿Qué crees que he estado tratando de decirte? Ahora
vamos a probarlo una vez más, Gatita.
Capítulo 22
Belinda es despedida

Nota de la autora: En At Grave’s End, Belinda es asesinada después de una


desastrosa operación encubierta en Chuck E. Cheese. En la versión original, la escena en
Chuck E. Cheese nunca ocurre, por eso Belinda muere de una manera completamente
diferente. Sin embargo, en ambas versiones, Belinda tiene un breve contacto con otro
vampiro y le dice la fecha y tiempo exacto que Tate va a ser cambiado, dándole a Max la
información que necesitaba para atacar a Cat cuando Bones y su equipo estarían ocupados.
En la versión publicada, Cat mata a Belinda antes de que tengan tiempo de descubrir eso.
En esta versión, Belinda deliberadamente aguijonea a Cat con unos recuerdos especialmente
explícitos pero al final el resultado es el mismo.

Dos semanas después, regresamos al recinto de Virginia. Si no estuviera tan


asustada de la palabra perfecto, sería la que hubiera usado para describir nuestra
luna de miel.
Originalmente pretendíamos pasar una semana en nuestro hogar en Blue
Ridge y después iríamos a Jackson Hole pero una larga tormenta de nieve arruinó
nuestros planes de viaje. Podía decir honestamente que no me había importado.
Tostamos malvaviscos, hicimos muñecos de nieve, tuvimos una versión
congelada de una pelea de bolas de nieve y pasamos horas en la bañera de
hidromasaje al aire libre. La casa estaba bien abastecida de comida y solo nos
aventuráramos fuera algunas veces para que Bones se alimentara. Él no quería
tomar sangre sólo de mí por razones prácticas y después de un par de destellos de
sus ojos los trabajadores de la estación de gas estaban inconscientes de su
contribución a su apetito.
El tiempo pasó demasiado rápido. No había hablado con nadie del trabajo.
Ellos tenían estrictas instrucciones de no molestarnos a menos que se tratara de
una emergencia seria. Como no hubo ninguna llamada, asumí que todo había ido
bien.
Don alzó la mirada de su computadora cuando entramos a su oficina. En
lugar de tomar mi asiento usual en la silla opuesta a él, me senté en el sillón con
Bones. Ofensivo tal vez, pero no podía parar de tocarlo aún. Quizá en otro par de
semanas.
Don se aclaró la garganta.
―Ambos lucen bien. Parece que tuvieron una buena luna de miel.
―Muy cierto, colega. Demasiado corta, por supuesto. Si no fuera por nuestro
vampiro-en-entrenamiento tú no nos habrías visto en más de un mes.
El tono íntimo que usó combinado con el ligero toque de sus labios en mi
sien, hizo que mi tío se removiera en su silla. Muestras abiertas de cariño entre un
vampiro y yo nunca fallaba para inquietar a Don. Puse fin a su miseria cambiando
el tema.
―¿Pasó algo importante mientras no estábamos?
Don comenzó a tironear su ceja. Oh, así que hubo actividad.
―Hemos tenido algunos incidentes locales ―comenzó―. Un disturbio en un
restaurante que sirve a vampiros. Aparentemente, tú sabías sobre este lugar, Cat, y
no te molestarte en decirme.
Le resté importancia a la acusación en su tono. Antes de Bones, Don había
tenido una estricta política cuando se trataba de vampiros. Míralos, mátalos, busca
después si ellos fueron malos. Tenía mi propia manera de lidiar con las cosas. Si los
vampiros no lastimaban humanos, yo no los lastimaba a ellos, de ahí mi actitud
relajada acerca de los lugares que ellos frecuentaban donde no aparecían
cadáveres.
―¿Qué restaurante?
Eso me ganó una mirada sucia.
―¿Cuántos más hay? ¿No estás preocupada sobre la enorme cantidad de
vampiros congregándose en la ciudad en la que tu madre vive?
―Sangriento infierno, compañero, hay vampiros y ghouls en todos lados
―interrumpió Bones―. Aproximadamente diez por ciento de la población es no-
muerta. ¿Vas a hacer que pase a través de todos ellos?
Don palideció ante la estadística pero regresó al tema.
―El lugar fue Arturo, un restaurante italiano donde servían lado a lado
sangre y vino tinto, al parecer. Algunos humanos que estaban ahí llamaron al 911 y
como monitoreamos aquellas llamadas con contenido sobrenatural, mandamos un
equipo.
―¿Quién fue? ―Odiaba cuando mi equipo iba a cualquier lado sin mí.
Aunque Dave era genial llenando mis zapatos, siendo un no-muerto y todo, los
instintos protectores no morían fácilmente. El juego de palabras no era intencional.
―Dave, Tate, Angus y Belinda. La llevaron consigo para mantener un bajo
perfil, ya que es un vampiro. Cooper se mantuvo cerca junto con más soldados
como respaldo y sólo esos cuatro entraron. Resultó que sólo se trataba de un par de
vampiros siendo indiscretos cuando se alimentaban de sus juguetes en la mesa y al
ver esto, naturalmente, los humanos se asustaron. El dueño del restaurante se
disculpó profusamente y juró que nunca antes había pasado algo como eso. Él
incluso te mencionó, Cat. Dijo que habías estado ahí y que sabías que el lugar
estaba bien. Puedes imaginar lo mucho que me gustó escuchar eso.
Su tono de reproche me hizo retorcerme y decidí tomar la ofensiva.
―Ellos tienen una gran lasaña, ¿y qué? Nadie más sabía quién era. El dueño
lo adivinó por mi maldito cabello y piel. No regresé ¡y eso fue hace un año! Ellos
no dejan que su clientela haga alboroto, así que ¿por qué habría yo de llamar a las
tropas?
Don torció los labios.
―Esa no es toda la historia. Belinda desapareció durante diez minutos hasta
que Dave la rastreó. Ella no trató de correr, lo que me sorprende, pero sí tuvo, ah,
contacto con otro vampiro antes de que fuera descubierta. La tenemos confinada.
No lo entendí a la primera pero Bones sí. Soltó una breve risotada.
―Así que la atrapaste follando al primer cabrón no-muerto que se encontró
¿no es así? Mocosa indisciplinada. No habla bien del resto de ellos haberla dejado
soltarse tanto de su correa.
―Esa pequeña zorra ―murmuré.
Don asintió.
―Como dije, ella ha estado confinada en su celda desde entonces, su
asignación de sangre ha disminuido un cincuenta por ciento. Postergué la decisión
sobre su castigo hasta que ustedes regresaran, Cat. Nada fuera de lo ordinario ha
pasado. El restaurante permanece abierto pero ahora está siendo monitoreado.
―¿Belinda fue interrogada cuando la trajeron de vuelta? Sobre el vampiro
que se estaba tirando, ¿revisaron si tenía armas?
Mi tío sacudió la cabeza con frustración.
―Ella fue cuestionada, sí, y también revisada. El vampiro con el que se juntó
se las arregló para huir, ya que el equipo estaba más concentrado en asegurar a
Belinda. Hemos observado el restaurante pero no ha regresado. Belinda asegura no
haberlo visto antes. De acuerdo con ella, no estaba siento quisquillosa.
Bones se paró.
―Deberíamos hablar con ella, Gatita. Descubrir si hay más.
También me paré.
―Qué buena idea.

En lugar de recibir un cálido saludo Tate, Dave y Angus recibieron un


escocido regaño de mi parte por dejar a Belinda fuera de su vista. Incluso aunque
ella sólo folló por ahí, pudo haber hecho más. Como ella se había comportado
durante el entrenamiento y había ido a algunas misiones sin incidentes, habían
bajado la guardia. Olvidaron lo peligrosa que era. Yo nunca lo olvido. Después de
todo, una vez había tratado de matarme.
Las celdas de los vampiros estaban en el cuarto subnivel, el área más vigilada
del recinto. Una vez tuvimos a cuatro de ellos, ahora sólo estaba ella. Los otros se
volvieron innecesarios una vez que Bones empezó a suplir a Don con sangre para
el Brams. Belinda era un juguete de entrenamiento y no necesitábamos uno más de
esos.
Bones se reclinó en la puerta una vez que las puertas de metal reforzado se
abrieron. Una cuchilla plateada pendía de sus manos. Le sonreí mientras entraba a
la pequeña habitación.
―¿Me extrañaste, Belinda? Debiste hacerlo. Escuché que te sentías tan
solitaria que te escabulliste para conseguir un poco de consuelo mientras estabas
en una misión. Ahora dime, ¿de qué hablaron el otro vampiro y tú?
Sus ojos azul aciano destellaron en mi dirección y lanzó su pálido cabello
sobre su hombro.
―Nosotros no hablamos, como les dije a los otros imbéciles. Me han tenido
encerrada aquí más de un año, Cat. Merezco un poco de diversión. No traté de
huir, sabía que él me cazaría y me estacaría.
El “él” en cuestión se le quedó mirando.
―Eso, querida, es la primera cosa inteligente que te he escuchado decir.
Estás en lo cierto y yo habría estado horriblemente disgustado si hubieras
interrumpido mi luna de miel. Me habría tomado semanas terminar de matarte.
La monotonía en su voz mandó un escalofrío por mi espalda. Este era un lado
de Bones que no veía muy seguido. Por su expresión, él quería decir exactamente
lo que dijo.
―Oh, ¿así que están casados ahora? ―Ella paseó su mirada entre los dos―.
Felicidades.
―Gracias, sé que lo dices en serio ―gruñí―. Regresando a la pregunta, y no
me des esa mirada de pequeña-niña-de-grandes-ojos. ¿Quién era el desafortunado
idiota, y qué le dijiste?
―¿Qué dijimos? ¿Palabra por palabra? Bueno, fue algo así: “Apresúrate y
fóllame antes de que alguno de esos idiotas note que me fui. Um, oh, sí, mmm, más
duro, ah…”.
Sus gruñidos burlones continuaron hasta que la abofeteé.
―Tú preguntaste ―espetó.
―Mejor paras los gruñidos, Belinda, y sé más cooperativa ―le advirtió
Bones.
Ella parpadeó hacia él.
―Te gustaba escucharlos antes, ¿recuerdas? Ya sabes, tu cara lucía mucho
mejor cuando yo estaba sentada en ella.
La tiré a través de la habitación con tal fuerza que escuché romperse
múltiples huesos. Belinda se las arregló para soltar una risita aun cuando se
acurrucaba por el dolor.
―¿Sabes cómo nosotras cuatro lo jodíamos antes? ―chirrió―. Una en su
polla y otra en su cara, y después nos manteníamos intercalándonos…
Un gorgoteo interrumpió lo que sea que estuviera a punto de decir. Belinda
tenía la mirada más extraña en su rostro mientras observaba los cuchillos gemelos
que sobresalían de su pecho. No había visto a Bones lanzarlos, pero estaban
encajados tan profundamente en el esternón de Belinda que las empuñaduras se
enterraron más allá de caja torácica. Entonces los bonitos rasgos de Belinda
comenzaron a encogerse, arrugarse y marchitarse. Comenzó a inclinarse y se
marchitaba más con cada segundo que pasaba.
Bones vino de detrás de mí y me tomó los hombros.
―Mierda ―dijo suavemente―. Debí hacerle más preguntas primero. Perdí
los estribos, Gatita, me disculpo.
Aún estaba congelada por la vista de Belinda marchitándose enfrente de mí,
sin mencionar las imágenes que ella había insertado en mi cabeza con sus palabras.
―Puedo oler tu ira ―siguió Bones―. ¿Es hacia mí por haberla matado o
hacia ella por lo que dijo?
―Hacia ella―susurré―. No me importa que la hayas matado. De hecho,
estoy bastante complacida por ello. Dudo que le haya dicho algo útil al otro
vampiro. Mi ubicación es aleatoria, mi identidad se ha hecho de conocimiento
común desde lo de Ian y este recinto es demasiado grande para que Max, o
cualquiera, trate de atacarlo.
Por fin, alcé la mirada y me enfrenté a la de Bones.
―Superaré el resto. Aunque no la necesitaba dándome una imagen mental,
eso está en el pasado. No me la puedo pasar estando enojada todo el tiempo
contigo por cosas que hiciste en el pasado ¿no es así?
Él besó mi palma.
―Las tomaría de vuelta, Gatita, si pudiera.
Juan escogió ese momento para entrar. Tomó nota de la vista de Bones y yo
parados enfrente del cadáver momificado de Belinda y sus ojos se ensancharon.
―¿Qué demonios pasó aquí? ―preguntó con estupor.
Aparté el cabello de mi cara.
―Belinda acaba de ser despedida.
Capítulo 23
Bones se da cuenta de que Cat casi
“salta”

Nota de la autora: Esto es más un extracto que una escena pero la estoy incluyendo
porque muchos lectores que lo habían visto previamente en mi sitio web dijeron que
realmente les gustó lo que Bones le dijo a Cat. Por eso, siento profundamente no haberlo
incluido en la versión publicada de At Grave’s End. En ese momento creía que ya había
demasiadas declaraciones emocionales y no quería arriesgarme a caer en algo demasiado
florido o cursi, así que la dejé fuera. En retrospectiva, eso fue un error. Las emociones
deberían estar sobrecargadas cuando te das cuenta de que casi pierdes a la persona que más
amas y he tratado de recordar eso cuando escribo el resto de mis historias. Para dar un poco
de contexto, he incluido algunas oraciones de la versión publicada, empieza cuando Cat y
Bones finalmente están solos después de que Bones regresa de la “muerte.”

―Tu cuerpo envejeció casi al punto de estar realmente muerto. Es por eso
que tu cabello es blanco ¿verdad?
―Sí. Esperaba eso.
Entonces me golpeó, mirando a su bello rostro sin arrugas y ese cabello
completamente blanco enmarcándolo que ninguno de los debería estar vivo. Él casi
fue asesinado por un cuchillo en su corazón y agrega un paso más en un saliente
rocoso para mí, y Bones habría regresado encontrándose a mi cuerpo roto y más
allá de la resurrección.
Sus manos se cerraron alrededor de mi rostro y todo su cuerpo se tensó.
―¿Qué estabas recordando?
Dejé que el recuerdo llegara, sin restringir nada, oyendo de nuevo las
despiadadas reprimendas de Vlad y la pregunta final que salvó mi vida. ¿Qué eres?
Bones dejó salir un aullido y me apretó más contra él. Líquido rosa se
derramaba de sus ojos, combinando con mis propias lágrimas en cantidad si no en
color.
―Si hubiera vuelto y visto eso, Gatita, me habría matado más eficazmente
que cualquier plata en mi corazón. Prométeme, prométeme, prométeme que nunca
harás una cosa así. Si muero, esperaré por ti, ¿entiendes? No importa cuánto tome.
Te veré desde el más allá para asegurarme de que vives cada año que tienes a todo
lo que da y entonces tendremos mucho de que hablar cuando te vuelva a
ver…Prométemelo ahora, Catherine.
Lo sostuve tan apretadamente como pude incluso mientras dejaba salir una
risa.
―¿Olvidaste esa parte? Mi nombre no es Catherine, es Cat.
Capítulo 24
Perteneciente originalmente a Destined
for an Early Grave

Nota de la autora: este es el inicio original de Destined for an Early Grave, cortado
para llegar al punto de la trama de los sueños de Cat; también está ambientado cerca de un
mes antes que Cat y Bones hagan el viaje en bote y presentamos el primer encuentro de
Bones con Geri, la mujer que termino reemplazando a Cat como “carnada” en el equipo de
Don. Amé escribir esta escena porque pude mostrar a Cat y Bones teniendo un poco de
diversión con la nueva recluta, como he dicho antes, un montón de las escenas “sólo por
diversión” fueron cortadas en nombre de la estimulación, pero no todo era sangre, peligro,
celos y desesperación en el trabajo anterior de Cat, y esta escena nos muestra alguno de los
momentos más luminosos entre Cat, Bones y su equipo. Hasta Denisse viene a ayudar y
como pueden ver, Denisse tuvo un gran momento pluriempleo como un miembro temporal
de equipo.

La rubia se sentó en el bar, sus dedos tocaban con ritmo el vaso, estaba
bebiendo whisky con gaseosa, con poco whisky, la gaseosa era light, incluso su
sabor me hacía poner muecas, lo mío era más el ginebra con tónica.
Ella seguía mirando al hombre que estaba al otro lado del bar, su cabello era
de un rubio sucio con raíces oscuras, y bajo la iluminación de las estroboscópicas,
las mechas más claras brillaban, lo mismo hizo su piel con su textura de cristal
pálido, sus ojos estaban en fuerte contraposición a sus colores, lo mismo con sus
cejas, ambos eran de un café tan oscuro que podrían haber sido confundidos con
negro.
Desde mi posición mirando el bar desde la altura di una sonrisa interna,
¿glorioso, cierto? Sigue, observa esos altos pómulos esos lindos hombros anchos, si te
gusta eso, sólo espera hasta que veas su trasero.
Una hermosa mujer con cabello rojo fresa bajó las escaleras, y fue directo
hacía el rubio.
―Dime que eres hetero, estás ardiendo y quieres bailar ―dijo ella con un
acento británico―. Después de eso, la conversación es opcional.
No debería haber sido capaz de escucharla con toda la gente, la música
sonando y la distancia, pero sus palabras eran tan claras para mí como si hubiera
hablado en mi oído, ser medio vampiro tiene sus ventajas.
El labio del hombre se curvo con sorpresa, haciéndolo aún más atractivo.
―Sí a todo lo anterior, cariño ―respondió con un acento igual al suyo.
La rubia del bar los miraba con la boca convertida en una línea, pagó sus
cuenta, manteniendo un ojo en la pareja mientras iban a la zona de bailarines, el
hombre giró a la mujer unas cuantas vueltas, moviéndose con una gracia
predadora, todo era energía y sensualidad contenida apoyándose en un paquete
duro como la piedra; cerca de él todos los demás se veían torpes en comparación.
La rubia del bar se movió hacia ellos, yendo a través de los otros bailarines.
―¿Puedo interrumpir? ―preguntó directamente, dando a la otra mujer una
mirada poco amistosa.
―¿Por qué? ―preguntó el hombre, en un tono casual, frío―. ¿Qué me
puedes ofrecer tú, que esta mujer no?
La rubia titubeó.
―Uhm, bueno… yo puedo, eh…
―Ya me aburrí ―dijo él, cortándola―. Muévete.
Su compañera de baile rió.
―Sigue. ―Sonrió.
El hombre le dio la espalda y siguió bailando, dejando a la rubia mirándolo
con incredulidad antes de caminar lejos con pasos enérgicos y rabiosos.
―Imbécil. ―La oí murmurar.
Después de unos minutos, vi a la pareja empezar a moverse lejos de la pista,
hacia la salida, la rubia los vio salir también, y casi empuja a la gente en su deseo
de seguirlos, los seguí también, pero de una forma más discreta, tomando la
vuelta larga.
El callejón detrás del club era oscuro y apretadamente estrecho, perfecto para
un apartado, si es que no privado, rapidito.
O un lugar maravilloso en que un vampiro tuviera un bocado de una donante
desconocida.
El hombre tomo a su compañera de baile detrás de una escalera de incendios
que colgaba del tercer piso del club como una telaraña, me acerqué con mucha más
discreción que la cargante rubia, mirando mientras envolvía a la mujer con sus
brazos con su boca yendo hacia la garganta de la mujer, la cabeza de la mujer cayó
hacia atrás mientras cerraba sus ojos.
―Aléjate de ella, imbécil ―gruñó la rubia mientras empujaba la puerta
lateral abierta, tenía un arma enfocada en él.
El hombre levantó su cabeza, colmillos visibles y perlas de rojo en sus labios.
―¿Realmente quieres ese baile, no? ―Rió―. Dame un momento y estaré
contigo en un segundo.
La rubia disparó, también lo hicieron los tres hombres que aparecieron
detrás de ella en formación de flanqueo, entonces lo cuatro miraron al espacio
vacío donde él había estado, viendo nada ahora.
―¡Aseguren el perímetro! ―gritó la rubia―. Quiero…
Su voz fue cortada por un crujido de perforación mientras la escalera metálica
contra incendios caía en ellos cuatro, aterrizó con un giro chillón que silenció sus
gritos, tapando la puerta lateral al club con el derrumbe, de principio a fin, en
menos de cinco segundos.
De las sombras, un ghoul se movió hacia mí.
―Hicks se ve furiosa.
Sonreí.
―Debiste ver cuán enfadada estaba la primera vez que choque con Bones,
desperté con una contusión y encadenada a la pared de una cueva, con él riéndose
de mí, creo que estaba más enfadada que asustada.
―Estabas muy definitivamente furiosa ―respondió Bones mientras bajaba
del techo con Annette bajo su agarre―. Me llamaste un cobarde, y me dijiste que
me ahogara en tu sangre, ¿fue alguna sorpresa que me enamorara?
Dave, el ghoul gruñó:
―La gente se excita de formas extrañas, si me preguntas.
―Maldito… chupasangres. ―El dolorido insulto vino de debajo de los
escombros
Bones acechó y levantó una pieza de metal para revelar la sucia y sangrante
cara de la rubia.
―Eres tan descerebrada como tus colegas cuando se trata de manejar a los no
muertos.
Bones pateó una pila cercana de la escalera de escape, un gemido bajo fue la
respuesta, entonces Bones gesticuló hacia Annette con una sacudida de disgusto de
su cabeza.
―En vez de a mí, le dispararon a ella, ¿ves tu blusa?
Un hombre con cabello comenzando a ponerse gris y una cara acorde a su
edad camino por el callejón, un levantamiento de su ceja precedió a su respuesta.
―¿Creían que Cat sería tan fácil de reemplazar? ―preguntó mi jefe y tío, Don
Williams, secamente.
Bufé.
―No trates de culpabilizarme, Don, no me quedaré a causa de este fiasco.
―… no puedo… sentir… mis piernas ―jadeó la rubia.
―Malditamente obvio que no puedes, tu espalda está rota ―notó Bones―.
Tus brazos también, sospecho.
Sirenas sonaron en la distancia, ninguno de nosotros les prestó atención, con
nuestras credenciales la policía no tenía permitido ni siquiera mirar pasados los
soldados en ambos lados del callejón y los techos, mi tío dirigía una rama especial
de “Seguridad Nacional” que superaba en rango a la policía local, FBI, CIA e
incluso los militares.
Me paré cerca del metal enredado ignorando los gemidos de dolor que salían
de debajo de ello.
―Está bien, presta atención, ese vampiro ―dije con un reconocimiento a
Bones―, podría estar sacando sus gargantas ahora e invitando a sus amigos a
comer las sobras, cuando tienes un vampiro en tu vista, no le das una advertencia,
disparas antes que él sepa que eres una amenaza, y tal vez necesitas reconocer el
término “espectador”.
Moví mi mano hacía Annette, iluminada bajo las luces callejeras, sin heridas
por las balas porque había estado muerta con centurias.
―Un espectador es alguien que sacas del camino, si no lo haces, ellos se
quedan y arruinan las cosas, ciertamente no quieres dispararles porque estás
demasiado impresionada por el vampiro para apuntarle apropiadamente.
―¿Quién… eres?
La pregunta salió de la teniente Geri Hicks, la rubia del bar que se suponía
llenaría mi espacio como carnada para el equipo, me agaché delante de ella,
moviendo algunas piezas de metal que la estaban presionando.
―Soy Cat.
Geri me estudió mientras nos apilábamos en la camioneta que nos esperaba,
hizo sonar su espalda y flexionó sus dedos con incertidumbre en su cara.
―Ni siquiera duele ―se maravilló.
―La sangre de vampiro es un poderoso agente sanador pero no olvides que
también es muy peligroso”.
―Así, que… ―Geri dejo de mover sus partes para mirarme―, tú eres ella.
La fenómeno.
Ella no lo dijo, y a diferencia de Bones, no podía leer mentes, así que a lo
mejor no lo había pensado, aun así después de crecer atrapada entre dos mundos
era como me consideraba a mí misma, tenía la fuerza, la velocidad, visión,
audición y los brillantes ojos de un Nosferatu pero otras partes de mí eran muy
humanas, mis dientes por ejemplo, sin colmillos.
―Sí, soy la mestiza.
Sus labios se curvaron.
―¿Era todo esto una trampa? ¿No había vampiros cazando en Bellissima, no
había dos chicas encontradas en el callejón?
Bones silbó.
―¿Las atrapas rápidamente, no?
Ella abrió la boca para decir algo, luego la cerró de nuevo.
Él rió.
―Eso es la primera cosa inteligente que te he visto hacer en toda la noche.
Geri lo miró, esa conocida, arrogante curva de su boca no decayó. Debe estar
maldiciéndote de un lado al otro, pensé hacia Bones con sorpresa.
―Está bien. ―Geri levanto la barbilla―. Dime qué debería haber hecho de
forma distinta.
Bones se movió adelante.
―Primero, esperaste malditamente mucho en el bar, si un vampiro está
buscando sangre, él o ella estarán impacientes, no esperes a que alguien más
obtenga su atención como Annette hizo.
―Yo estaba a punto de… ―comenzó.
Él movió una mano.
―Entonces fallaste en atraer mi atención cuando nos interrumpiste, tenías
una oportunidad de deshacerte de la otra chica y moverme a gusto, y aun así
titubeaste, si un vampiro te pregunta qué tienes que ofrecer, ¡dale una respuesta!
Hazlo memorable.
―¿Cómo? ―se mofó ella.
―Yo tomo eso ―respondí con una sonrisa―. Con un vampiro, memorable
significa sucio, “Podría lamer toda la piel hasta tu pene” probablemente habría
funcionado, también. “Arrodíllame y sabrás por qué soy mejor”, si esas dos no
funcionan entonces toma la pierna de la otra mujer y tuerce su tobillo, entonces tu
ventaja es que eres la que no está cojeando.
Dave se ahogó, también lo hizo Bones, mi tío Don lucía un poco incómodo,
pero no dijo nada para no estar de acuerdo― ¿Cómo podría? Tenía casi un record
imbatible cuando se trataba de mis objetivos.
―No pienso que debería agacharme para cumplir mis objetivos ―dijo Geri
ácidamente―. Soy un soldado, no una puta.
Uh-oh, mala elección de palabras.
―¿Tienes algo contra las prostitutas? ―preguntó Bones en una voz sedosa―.
Ten cuidado, es mi profesión previa, ¿otros prejuicios de los que debamos saber?
Ella miró hacia mí y Don, me encogí de hombros, mi tío junto sus cejas y
miró lejos.
―Orgullo y prejuicio son dos lujos que no podemos mantener en este trabajo
―dije―. Las vidas de la gente están en la línea, eso tiene que significar más que tu
nivel de comodidad.
―Si significa tanto para ti ―preguntó Geri―. ¿Por qué lo estás dejando?
Mi tío suspiró mientras pálidos dedos se apretaban en mi brazo.
―Soy muy reconocible ahora, así que mi posición tiene que ser llenada por
alguien más.
Esa era una de muchas razones, había más pero no iba a compartirlas todas
con ella.
Geri digirió la información, ella había sido seleccionada de cientos de
soldados, agentes de campo, fantasmas y mujeres policías, el criterio era pesado,
tenía que tener la fortaleza mental de lidiar con lo sobrenatural, y físicamente tenía
que ser atractiva y fuerte.
Al fin, Geri sonrió, pero no a mí, a Bones.
―¿En verdad eras prostituto?
El arqueo una ceja desafiante.
―Sí.
―¿Hombres o mujeres?
No sabía dónde iba esto pero Bones no dudo.
―Mujeres.
―¿Eras algo de bueno en ello?
Reí, mi tío lucía como si hubiera tragado algo puntiagudo.
Bones lucía el fantasma de una sonrisa.
―Eso me han dicho, sí.
Geri asintió.
―Bien, ¿tal vez puedas salir con mi novio por unos tragos? Es un chico dulce
y es genial en todo, excepto en el sexo, ¿podrías tirarle algunas pistas
casualmente…?
Mis costado me dolían de aguantar la risa, Bones asintió con completa
seriedad.
―Dile que espere mi llamada, no te asustes, le informaré de una manera que
no sabrá que está siendo instruido, no es la primera petición como esta que tengo.
―Creo que ella lo hará bien ―le susurré a mi tío mientras Bones seguía, con
los detalles sobre el novio de Geri.
Don me dio una mirada con solemnidad en su rostro que de ninguna forma
reflejaba la mía.
―No será lo mismo sin ti.
Estábamos casi en el complejo, suspiré.
―Eventualmente todo termina, Don.
Capítulo 25
Flashback eliminado de cuando Cat tenía
dieciséis anños
Nota de autor: Este fue el comienzo original del flashback cuando el recuerdo de Cat
de su tiempo con Gregor fue finalmente restaurado. Fue cortado debido a —¡todos juntos
ahora!—pasando preocupaciones. En él, vas a ver a un joven e ingenuo Cat que es
manipulado por Gregor y Cannelle. Gregor era cruel, por supuesto, usando el encanto y la
amenaza implícita para conseguir lo que quería, pero a Cannelle no le faltó crueldad. Al
igual que en el libro, este flashback tiene lugar justo antes de que Cat conociera a Danny y
el curso de su vida cambiara, poniéndola en un camino directo a su identidad futura como
la Red Reaper y su encuentro con Bones. Algunas cosas están destinadas a encontrarse,
¿no?

Licking Falls, Ohio


Verano
Protegí mis ojos contra el sol de la tarde que brillaba a través de las ramas.
Pronto oscurecería. Eso me alivió tanto como me molestó. Nadie más podía ver en
la oscuridad como yo, pero no debía permitir que alguien supiera eso.
—Joseph —llamó mi abuela desde el porche—. ¡Ve a buscar a Catherine y haz
que venga a cenar!
—Ella estará pronto —fue la respuesta de mi abuelo. Por como sonó él,
todavía estaba trabajando en el viejo Chevy—. Puede oler la comida, te digo.
Otra conversación que sin querer yo había escuchado a escondidas, incluso a
unas pocas hectáreas de distancia. Al menos esta no era nada embarazosa.
Escucharlos discutir temas eréctiles o sus evacuaciones intestinales en lo que
pensaban que era la privacidad de su dormitorio me haría una cicatriz para
siempre, estaba segura.
Me fui del árbol en el que estaba sentada para correr más lejos dentro del
huerto, alejándome de la casa en lugar de ir hacia ella. No tenía mucho tiempo
hasta que tenía que volver, pero me encantaba el huerto. Especialmente de noche.
A menudo me escapaba aquí cuando todos en la casa estaban durmiendo. Era una
de las pocas veces en las que podía relajarme.
Después de unos treinta minutos, sin embargo, me dirigí hacia la casa,
caminando a un ritmo rápido. Se estaba poniendo más frío. Marzo todavía podía
presentar nieve en ocasiones. Tal vez el invierno no se hizo con nosotros después
de todo.
Estaba casi en la casa cuando oí la voz del hombre, baja y culta, con acento
francés. Esto casi me hizo tropezar en mi camino por el césped delantero. No había
ningún coche en la calzada y esto era Ohio rural. Si fueras un sureño, todavía te
considerarían un extranjero aquí. Yo tampoco lo había oído llegar, pero de nuevo,
fui hasta el borde de la propiedad de veinte acres. Era demasiado lejos para incluso
mis oídos.
Cuando entré en la casa, mis abuelos ya estaban sentados en la mesa del
comedor, que estaba establecida para cinco en lugar de cuatro. Mi madre estaba en
la cocina, con el pelo fuera de su normal moño apretado y colgaba
desordenadamente por su espalda. Eso, además del hombre alto de espaldas a mí,
era inusual, pero mis abuelos parecían relajados, así que tenían que saber lo que
estaba pasando.
—Siento llegar tarde. —Comencé a moverme para ayudar a mi madre con la
pesada olla de hierro fundido que estaba sacando del horno—. Perdí la noción del
tiempo.
El desconocido se volvió y me miró. Esta vez tropecé con mis propios pies. Su
brazo se extendió para estabilizarme, haciéndome parpadear por la velocidad a la
cual se había movido.
Mis abuelos se sentaban serenamente como si nada estuviera ocurriendo, y
mi mamá me acarició para poner el estofado sobre la mesa. Me quedé mirando la
mano en mi codo y al hombre alto conectado a ella con un leve shock. El cabello
dorado, combinado con mechones más oscuros, le daba un color rubio ceniza, y
sus ojos eran de color verde grisáceo. Una cicatriz corría desde su ceja a su sien y
su piel era tan pálida como la mía, pero su zumbido con una vibración tensa me
hizo cosquillear donde me tocó.
—¿Quién es usted? —exclamé, liberándome y frotándome el brazo con
fuerza. La sensación de alfileres y agujas se fue tan pronto como su agarre se soltó.
—Soy Gregor —dijo, mirándome de la manera más rara. Mi profesor de
química estudiaba la información en una placa de Petri de la misma manera—. Soy
un viejo amigo de tu madre.
Mis ojos se enfadaron ante eso. Mamá no tenía viejos amigos. Tampoco tenía
nuevos. Era tan solitaria como yo y sólo se aventuraba en la ciudad cuando era
absolutamente necesario. Hice una estimación rápida de su edad. Tenía pocas
líneas alrededor de los ojos, esa cicatriz no parecía nueva, y parecía estar en sus
treinta años, como mi madre.
¿Podría ser éste mi padre?
—¿Mamá? —pregunté con vacilación—. ¿Lo conoces?
—Por supuesto, Catherine. —Su respuesta fue casi mecánica—. Es un viejo
amigo. Hablaremos de ello después de la cena.
¡Oh Dios mío! ¿Era este el hombre del que me habían negado el menor
conocimiento? ¿Aquel cuya mera mención la hizo volar en una fea rabia? La forma
en que me examinaba parecía alguien que evaluaba lo que era suyo, eso es seguro.
Levanté la barbilla y fui al fregadero para lavarme bien las manos. Hablar después
de la cena, ¿verdad? Yo sabía cuál sería mi primera pregunta: ¿dónde diablos has
estado toda mi vida?
La comida transcurrió embarazosamente. Mi madre apenas hablaba, sólo
respondía preguntas directas en un monosílabo. Era evidente que se sentía
incómoda por tener a Gregor aquí, pero no se mostró enojada ni contenciosa como
era su norma cuando estaba molesta. Mis abuelos hablaban entre ellos,
aparentemente ajenos a la tensión, y Gregor mantuvo su conversación dirigida a
mí. ¿Qué edad tenía yo? ¿Cuándo era mi cumpleaños? ¿En qué grado estaba?
¿Tenía alguna afición? ¿Había conocido a mucha gente? ¿Alguna vez he estado en
un club de baile?
El cortés interrogatorio empezaba a desgastarme. Era todo lo que podía hacer
para no romper un—: ¡Tienen pruebas de paternidad si no estás seguro! —Algo en
él me ponía nerviosa. No fue sólo la reacción muy rara que tuve cuando él me tocó,
aunque esa sensación me atribuyó a la conmoción en la reunión de mi posible
padre. Se movía diferente. Sus ojos lo seguían todo, y el aire parecía estar cargado.
Te estás volviendo loca, me dije. No hay nada raro en él. Eres la única extraña en esta
mesa.
Cuando la cena terminó, me paré, prácticamente arrebatando los platos de
todos y despejando la mesa. Al igual que alguien poseído, los enjuagué e hice
funcionar el lavavajillas antes de que pasaran cinco minutos. Gregor me observó
todo el tiempo, como si nunca hubiera visto a nadie lavar los platos antes. Me llenó
de ansiedad. Mi ilegitimidad había sido un estigma doloroso desde que era una
niña. ¿Cómo le diría a este hombre que había contribuido a eso?
—Voy a ducharme —anuncié, encontrando una manera de retrasar lo
inevitable—. Regresaré más tarde.
A pesar de que no quería, no pude evitar mirar hacia atrás mientras subía las
escaleras. Sí, Gregor seguía mirándome, y sí, parecía ver a través de la fina excusa.
—Te estaré esperando, Catherine.
Habló tan suavemente que casi pensé que lo había imaginado. Pero no lo
había hecho. Ahora estaba sonriendo, y estaba contento y... escalofriante.

Mi alivio no duró mucho. Justo después de mi ducha, mi madre me empujó


hacia el porche con Gregor. Mis abuelos estaban adentro viendo la televisión, como
si no supieran o se preocuparan por lo que estaba pasando. Su apatía me
desconcertó, porque el abuelo Joe odiaba el desprecio de mi ilegitimidad tanto
como yo. Había un cambio en mi madre que me atraía la atención. Ella parecía
relajada y alegre. Esas eran dos palabras que nunca antes había usado para
describirla. Y estaba sonriendo.
—Catherine —comenzó ella, dándole una mirada a Gregor—, voy a hablarte
sobre tu padre...
Diez minutos después me quedé atrapada en la incredulidad, mirándola
fijamente. Buen Dios. En algún momento, mi madre se había vuelto
completamente loca. ¿Mi padre era un vampiro con el que ella había estado
saliendo, quien fue asesinado cuando él fue atacado por infantes de marina bien
intencionados? ¿Había una subcultura completa de no-muertos existiendo lado a
lado con los humanos? ¿Y yo no era completamente humana?
Necesitará terapia psicológica para pacientes hospitalizados, fue mi primer
pensamiento cuando terminó. Y medicación. Mucho de eso.
—Mamá, a veces nuestras mentes inventan cosas para ayudarnos a lidiar con
lo que no queremos enfrentar —empecé con vacilación—. Estoy aprendiendo sobre
eso en la escuela...
—No ha perdido el juicio —interrumpió Gregor. Oh, sí. Casi me había
olvidado del señor Extraño desde que ella me dijo que él no era mi padre
perdido—.Tú eres mitad vampiro, pero no tienes que preocuparte. Voy a cuidarte.
Mierda, él también estaba loco.
—He esperado para contarte esto hasta que pensé que eras lo bastante mayor
para entenderlo. —Mi madre trató de tomar mi mano, pero me alejé—. Sé que he
sido dura contigo a veces, pero era sólo para que nadie más se enterara de ti. Aún
así, es hora de que sepas...
—Ver para creer —la interrumpió Gregor, poniéndose de pie también—.
Mírame, Catherine.
Me di la vuelta… y grité.
Los ojos de Gregor brillaban como una brillante y resplandeciente esmeralda,
como si los láseres se hubieran encendido en su mirada. Su sonrisa reveló dos
colmillos curvos en sus dientes superiores, y él estaba elevándose en el aire. Una
débil brisa salió de él haciendo volar su cabello. Entonces, de repente, me agarré de
sus brazos, mis piernas no pateaban nada mientras él reía. Era un sonido alegre y
aterrador, que silenciaba mi grito. Esto no era un acto. Esto era real.
—¿No siempre has sabido que había algo especial en ti? —susurró Gregor
con ferocidad—. ¿En toda tu vida, que poseías algo que nadie más tenía? Voy a
llevarte lejos de aquí. Vendrás conmigo, conocerás a personas de las que solo has
leído, experimentarás cosas que no puedes imaginar…
—No puedo ir a ninguna parte —dije sin aliento mientras mi mente se
tambaleaba—. Tengo que ir a la escuela mañana.
Gregor se rió de nuevo. Se dejó caer de los pocos metros donde estábamos
suspendidos y habló bajo e íntimamente en mi oído. —Te enseñaré todo lo que
necesitas saber, ma chéri10.
La forma en que acarició las palabras mientras me acariciaba el oído me hacía
temblar. No había estado tan cerca de un hombre antes. Estaba más nerviosa que
sorprendida y confundida.
—¿Mamá? —pregunté con vacilación.
—Tienes que ir con él, Catherine —respondió ella—. Es un amigo de
confianza, y él te cuidará. Hay cosas de las que no puedo protegerte si te quedas
aquí. No te preocupes por la escuela; Les diré que te estás quedando fuera del
estado con un pariente enfermo. Me llamarás cuando quieras. Vas a estar bien.
Esto no estaba sucediendo. Esto no podría estar sucediendo. Sin embargo, los
brazos que me aprisionaban no eran de mi imaginación. El cuerpo muy grande y
alto junto al mío no era una alucinación. Tenía que irme con este... ¿hombre,
criatura, vampiro? ¿Dejar todo lo que yo sabía atrás? Claro, yo quería salir de esta
ciudad, ¡pero nunca en todas mis imaginaciones creo que sería de esta manera!
—Tú eres... —Tuve que frenarme, lamer mis labios, y tratar de nuevo porque
mi boca estaba seca—. ¿Eres realmente un vampiro?

10
Ma chéri: mi querida.
El rostro de Gregor se arrugó en una sonrisa. —Sí.
—Y yo... —Respiré profundamente—. ¿No soy completamente humana
porque mi padre era un vampiro? ¿Por eso hay algo mal conmigo? ¿Por qué no soy
normal?
—Oui11, eso es así. —Sin inmutarse.
Aún no me había dejado ir. No sabía si debía preguntar, empujarlo o
simplemente quedarme allí estúpidamente.
—Tú, ah, tienes tus colmillos cerca de mi garganta —dije con una risa auto-
despreciativa, tratando con humor en lugar de exigirle—. ¿Debería interpretar a la
víctima desmayada o a la doncella indignada? Me siento como un actor que no
conoce sus líneas.
No volvió a sonreír. La luz brillaba más en sus ojos, y se inclinó para susurrar
contra mi cuello tembloroso. —No te voy a morder, Catherine —respondió él. Sus
manos cayeron y me dejó dar un paso rápido—. Aún no.

—Pasajeros, por favor observen el letrero de los cinturones de seguridad y


devuelvan sus mesas de bandeja a su posición vertical y cerrada —dijo la auxiliar
de vuelo en su voz falsamente alegre—. Estaremos aterrizando en París en unos
veinte minutos. Gracias de nuevo por volar en Air France.
Miré hacia mi izquierda donde estaba Gregor. Él había estado durmiendo
desde la madrugada. Normalmente también habría dormido, pero mi mente estaba
dando vueltas.
Después de la increíble declaración de mi paternidad, subí las escaleras para
hacer las maletas. O al menos, mi madre me lo dijo. Gregor me siguió, echó un
vistazo dentro de mi armario y luego anunció que no llevaba nada conmigo. El
desdén en su expresión me hizo dar una mirada avergonzada a mi ropa, viéndola a
través de sus ojos. En comparación con su camisa de lujo, chaqueta, pantalones y
zapatos, supongo que me parecía a un mugriento pueblerino. Entonces fui
trasladada hacia la puerta con apenas un adiós a mi madre y abuelos, corriendo
lejos al aeropuerto antes de que pudieras incluso decir las decentes estupideces.
Primer vuelo, sin escalas desde Cleveland a Nueva York. Próxima parada después
de la escala de dos horas, París.
Gregor apenas me habló todo el tiempo, hablando en francés en su teléfono
celular. En el aire, había enviado mensajes de texto sin parar hasta que decidió

11
Oui : Sí.
dormir la siesta. Estaba igual de bien. No sabía ni una sola cosa que decir. Oh, yo
tenía preguntas. Miles de ellas. No sabía si él me respondería.
Cuando salimos del avión en la luz del sol de la tarde y él no estalló en
llamas, hubo un misterio disipado. En la puerta fue recibido por dos hombres de
piel pálida con gafas de sol oscuras y acentos igualmente gruesos. Cada uno me
dio una evaluación, una vez más eso me hizo sentir incómoda. Gregor no se
molestó en presentarlos. Él simplemente agarró mi hombro y me empujó hacia la
salida. Un coche estaba esperándonos, y me volví hacia él con sorpresa cuando
subimos en la parte de atrás y dejamos a los demás de pie allí.
—¿No van a venir esos hombres con nosotros?
Gregor le dijo algo en francés al conductor y luego volvió su atención hacia
mí. —Están recogiendo mis maletas y nos seguirán después. No te preocupes.
Tengo todo arreglado.
En otras palabras, cierra la boca. Reprimí un suspiro frustrado y recordé que
mi madre dijo que confíe en él. Como ella no confiaba en nadie, Gregor tenía que
ser realmente alguien importante.
Me preguntaba por qué estaba interesado en mí. ¿Había un plan de estudios
de Vampiro que tenía que aprender? ¿Me encontraría con otras razas semejantes a
mí? Sería tan agradable tener un amigo. Tal vez aquí no sería considerada extraña.
Tal vez aquí a nadie le importara que fuera ilegítima. El pensamiento me animó.
Ciertamente aquello parecía diferente. Nunca había estado en una gran
ciudad, y París era magnífica. La arquitectura, un sinnúmero de personas,
edificios... quedé deslumbrada. Pronto me olvidé de reflexionar sobre mi situación
y me quedé absorta en las vistas mientras el coche pasaba a toda velocidad.
—Es hermoso, ¿no? —dijo Gregor. Tenía una pequeña sonrisa cuando lo miré
de nuevo—. Vamos a ver más de eso esta noche.
—¿Cómo es eso?
Pero él sólo me dio una sonrisa secreta y se negó a explicarse detalladamente.
Treinta minutos más tarde llegamos a un edificio alto e imponente de piedra
gris oscuro. Gregor asintió ante la estructura y el conductor se apresuró a abrir mi
puerta.
—Aquí es donde nos quedaremos, Catherine.
¿Qué debería decir? ¿Parece acogedor? No lo parecía. Parecía grande e
intimidante, muy parecido al hombre que estaba a mi lado.
—¿Cu- cuánta gente se está quedando aquí?
Él sostuvo mi mirada. —Sólo nosotros y algunos de mis empleados.
¡Oh! Inmediatamente me sentí incómoda y traté de calmar mis temores. ¿Este
tipo es mucho mayor que tú? Décadas, por lo menos. Es grande, rubio, guapo, y
probablemente tiene diez novias. Tienes quince, eres fea y rústica. Demonios, él podría estar
cumpliendo alguna promesa a tu padre muerto hace mucho tiempo y no puede esperar para
descargarte.
—Es bonita. —Gracias a Dios mi voz no vaciló—. ¿Cuánto tiempo estaremos
aquí? —No pregunté lo que realmente quería saber. ¿Cuándo podré irme a casa?
Algo se cerró de golpe en su rostro e hizo un gesto hacia la puerta abierta. —
El tiempo que requiera. Ahora entra.
No me quedaba otra opción, tomé la mano que me ofrecieron y me fui a su
casa.

Una mujer con generoso cabello castaño y exuberantes curvas esperaba justo
adentro. Ella sonrió cuando vio a Gregor, juntaron sus manos y se dieron un beso
en ambas mejillas de regreso.
—Cannelle, ¿está todo listo? —murmuró, trayéndome de vuelta cuando me
obligué a alejarme.
—Oui —respondió ella, analizándome con su mirada—.Mon Dieu,¿es ella?
¡Très es le enfant!
No sabía lo que eso significaba, pero no se parecía a un Hola, ¿cómo estás? —
Soy Catherine. —Me presenté, disgustándome por la forma en que me miraba—.
Encantada de conocerte.
Ella aceptó mi mano después de sólo un segundo de vacilación. Tan pronto
como sus cálidos dedos tocaron los míos, tuve mi confirmación.
—Ella es humana —le dije lo obvio a Gregor—. ¿Eres el único... um,
solamente somos nosotros dos aquí?
Se me ocurrió de repente que yo debería de tener cuidado con lo que decía.
¿Quién sabía si su estado de no-muerto era un secreto?
—¿Estás muy segura de qué es? —me dijo, observándome atentamente.
Consideré a la mujer delante de mí. Después de una pausa, asentí. —No hay
ningún brillo en su piel, su vena está saltando en su cuello, ella está caliente... y
también, no emite un ambiente como usted lo hace. Estoy cien por ciento segura.
Gregor dejó escapar una risita satisfecha ante el asombro en el rostro de
Cannelle. —¿Lo ves? Ella puede sentir mi esencia. Tú no. —Luego se volvió y de
repente agarró mis brazos desnudos. Sus ojos brillaban con diminutas luces—.
Describe lo que sientes, Catherine.
La intensidad de su voz me asustó. Entonces me miró de la manera en que él
me miraba. Por la curvatura en sus labios, le gustó mi reacción. Eso me asustó aún
más.
—Se... Se siente como si me estuvieras chocando —respondí, luchando por
mantener la calma—. Tu piel hormiguea y vibra.
—Sí... —Fue casi un silbido—. Sin embargo, no siento nada de eso de ti, chéri.
Te sientes completamente... humana.
La forma en que dijo eso podría haber sido despectiva. Me alegré cuando me
dejó ir.
—Cannelle te mostrará tu habitación —dijo. Con eso, se alejó, dejándome
todavía temblando un poco desde el encuentro.
Una vez que se fue, Cannelle me miró con el ceño fruncido. —Sígame. —
Estaba echada sobre su hombro—. Mon Dieu, pero necesitas un baño.
Me quedé boquiabierta ante la insinuación. La ira reemplazó mi confusión, y
resistí el impulso de plantar mi pie en su trasero. En su lugar, me recordé que aquí
era donde mi madre me quería y la seguí por las sinuosas escaleras.
El dormitorio al que me condujo era tan hermoso que me olvidé de estar
furiosa. Había un dosel sobre la cama circular, todos los muebles parecían
elegantes, y la habitación era tan grande como la casa entera de mi abuelo.
—Esto es impresionante —suspiré, extendiendo la mano para tocar el tapiz
en la pared—. ¿Todo esto pertenece a Gregor?
—¿De quién más? —La breve respuesta de Cannelle vino desde el baño—.
Quítate la ropa. Te voy a lavar.
¿Huh? Eso me hizo volver a la realidad. Los europeos deben de tener una
forma divertida de mostrar hospitalidad.
—Er, gracias, pero lo tengo cubierto.
Ella salió con las manos en las caderas. —He sido criada de una dama
durante cincuenta años, y Gregor me ha ordenado que te sirva. No me hagas
volver a él y decirle que he fallado en una tarea tan simple. No lo entenderá.
La manera ominosa en que terminó esa última frase decía mucho. Claro,
estaba avergonzada, pero incluso si yo no pensaba que seríamos amigas, no quería
meterla en el tipo de problemas que ella estaba implicando.
—¿Puedes, ah, dejarme usar el baño? Estoy segura de que no le importará
que lo haga por mi cuenta.
Cannelle se encogió de hombros y salió de la habitación, cerrando la puerta
detrás de ella. La bañera se llenó rápidamente con agua mientras aprovechaba a las
instalaciones. Cuando terminé, me desvestí y me hundí en la bañera, abrazando
mis rodillas contra mi pecho.
—Mira, estoy lista, así que no necesitas...
Cannelle se precipitó adentro y se detuvo cuando me vio. —¡Sacre bleu! Te ves
aún más delgada desnuda. ¡Usted apenas tiene pechos en absoluto!
Ahora estaba humillada y me hundí más en el agua. Jeez, ¿por qué no me
llamó una fea bastarda a continuación? Quitando el acento francés, era como
escuchar a mis compañeros de clase.
—Soy un talla cinco —respondí defensivamente—. Eso no es tan delgado. Y
yo soy... pequeña en el área del pecho, pero todavía podría crecer.
Me dirigió una mirada que decía claramente que lo dudaba, pero se enrolló
las mangas y se apoyó en sus rodillas junto a la bañera.
—Le lavaremos el cabello —anunció—. Luego ponga una máscara en su cara
mientras se remoja. Y debemos afeitarte de inmediato. Eres tan peluda, Catherine;
¿No te afeitas la vagina en absoluto?
Sentí a mis mejillas arder. Oh no, ella no dijo precisamente eso.
—Cannelle —contesté con los dientes apretados—, esto no va a funcionar.
Simplemente siéntese en la otra habitación y le diremos a Gregor que usted me
frotó como una mancha en las togas del Papa. Pero no lo estarás, repito, ¡no
pondrás una mano en mis... cosas!
—Si me mandas lejos, él lo sabrá —dijo ella tristemente—. Incluso ahora, nos
escucha. No podemos engañar a Gregor.
Ante eso, azoté mi cabeza antes de soltar un gemido humillado. Estupendo.
¿Gregor podía oír todo? ¡Entonces él había atrapado a Cannelle diciendo en voz
alta que yo era una maravilla esquelética sin titulo, con una entrepierna semejante
a una Pie Grande femenina!
—Terminemos con esto. Hablaré con él sobre esto más tarde —murmuré,
entregándole el champú y maldiciendo mentalmente al asalto—. Puedes ayudarme
a lavarme el pelo, pero no te acercas a mis mercancías, ¿entiendes? Algunas cosas
no están sucediendo, no importa lo que pienses de mis hábitos de afeitar.
—Como digas —contestó con desdén antes de atacarme la cabeza como si la
hubiese ofendido—. Después de todo, estoy para obedecer tus órdenes.

—…oui…
El grito apagado me despertó. Me había quedado dormida con sorprendente
rapidez, pero de nuevo, no había dormido el día anterior. Una mirada al reloj de la
pared mostraba las cuatro de la madrugada. Aún estaba oscuro.
Un gemido sonó después, bajo y gutural. Me senté en la cama. En algún lugar
del primer piso, una mujer sollozaba. Estaba a mitad de camino hacia la puerta
cuando la siguiente serie de ruidos me detuvo y mi cara se ruborizó. Oh.
El sonido metálico de una cama crujiendo hizo que me tape los oídos, pero no
fue suficiente. Todavía podía distinguir los jadeos femeninos y los gemidos
masculinos de una pareja en el dormitorio de la planta baja. No me tomó más que
un instante para reconocer las voces. Cannelle y Gregor.
Volví a la cama, sabiendo que debía poner las almohadas sobre mis oídos y
tratar de dormir, pero no lo hice. Al menos hablaban en francés cuando usaban las
palabras, así que no sabía lo que decían. Gregor probablemente le decía a Cannelle
que era hermosa. Sexy. Con tetas grandes y afeitada como la cola de un bebé. Me
quedé escuchando, viendo el tiempo pasar con creciente temor. Jeez. Realmente se
están poniendo sobre un trabajo de día completo, ¿no?
Finalmente, dos horas más tarde, él soltó un gemido culminante y la cama se
quedó en silencio. Cannelle murmuró algo ininteligible, y entonces oí que una
puerta se abrió y se cerró.
Unas pisadas sonaron en las escaleras, llenando el pasillo, en el mismo piso
en el que yo estaba. Miré el pomo de la puerta con creciente temor, dispuesta a que
mi latido del corazón se mantuviera lento. ¿Gregor sabía que había estado
escuchando? Por favor, no dejes que lo sepa.
Afortunadamente esos pasos sólo se detuvieron por mi puerta antes de pasar
al otro extremo del pasillo. Hubo otra puerta abriéndose y cerrándose, y luego,
silencio en toda la casa.
Me quedé donde estaba, agarrando mi almohada hasta que el cansancio hizo
que mis párpados fueran pesados y me quedé dormida aún de cara a la puerta.
—Buenos días, Catherine. ¿Dormiste bien?
Mi cabeza se sacudió culpablemente, pero no hubo ningún sarcasmo en la
cara de Gregor.
Hizo un gesto hacia el plato lleno frente a él en la mesa. —Come algo.
Cannelle hizo blintzes y huevos escalfados.
—Ella es talentosa, ¿eh? —Salió antes de que pudiera frenarlo.
Inmediatamente me arrepentí. No es asunto tuyo, me recordé mientras me sentaba.
Esa cicatriz cerca de su ceja se contrajo con su ceño fruncido. —¿No quieres a
Cannelle? ¿Te ha ofendido?
—No. —Genial, ¿cómo salgo de esto?—. Ella está bien. Quiero decir, ella es
agradable. En cierto modo. ¡No me gusta que me dé un baño! —Terminé con
vehemencia.
Un bucle divertido se formó en su boca. —Oui. Lo he deducido ayer.
Fue todo lo que pude hacer para no defender mi tamaño de pecho, el peso y
la supuesta virilidad. —Y no es apropiado de todos modos, ya que ella...
Me detuve, maldiciéndome de nuevo. No puedes callarte, ¿verdad?
—¿Ya que ella qué? —exclamó con inquebrantable resonancia.
No vale la pena tratar de sacar la comadreja fuera de ella. La manera en que
los ojos de Gregor me clavaron en mi asiento, no podía cambiar el tema. —Ella no
debería de estar sirviéndome como una sirvienta ya que ella es tu, um, novia.
Si pensé que él se molestaría, yo estaba equivocada.
Gregor se rió como si le hubiera contado una broma. —¿Qué te dio esa idea?
El marco de la cama chirriando continuamente. —Oh, um, es sólo una sensación
que tengo.
—Estás mintiendo —declaró rotundamente—. No me mientas; Lo puedo oler.
Contéstame o Cannelle lo hará.
La forma en que lo dijo me hizo recordar la extraña conducta de ella cuando
dijo que Gregor no entendería si no cumplía con su "deber". Ella estaba durmiendo
con él; él realmente no sería malo con ella. ¿Lo sería?
—Te escuché esta mañana. —Tuve que apartar la mirada cuando lo dije,
avergonzada hasta el hueso—. No fue mi intención. Escuchar cosas que no debería
haber escuchado. Créeme, me ha metido en problemas toda mi vida...
—¿Nos has oído en la cama? —preguntó sin rodeos—. ¿Tres pisos abajo al
otro lado de la casa?
Mis mejillas estaban calientes. Con la cabeza todavía inclinada, asentí.
—Ya veo... —Lo sacó pensativo, luego su voz cambió. Se hizo poderoso,
levantando el pelo en mi cuello y brazos—. Mírame, Catherine.
Levanté la cabeza para encontrarme con sus ardientes ojos esmeralda.
Parecían sostener los míos en un apretón. —No has oído nada esta mañana.
Estabas soñando —dijo, su voz vibraba con poder.
Parpadeé, sorprendida por su intensidad. —Bueno. De todos modos, no es
asunto mío.
Eso hizo que ladeé la cabeza, como si yo acabara de decir algo increíble.
Gregor me miró fijamente, casi desconcertado, y de repente se encontró frente a mí.
Sus manos agarraron mi cara y no me dejaba girar.
—Dije: “No has oído nada esta mañana. Estabas soñando.” — Su voz
prácticamente resonó y si sus ojos brillaran un poco más, ellos dejarían
quemaduras sobre mi piel.
—¡Muy bien, has hecho tu punto! Olvidaré que los escuché. No tienes que
ponerte todo brillante y ruidoso.
Se sentó de nuevo sobre sus caderas con una expresión aturdida, sus ojos
volviendo a su normal gris-verde. Se le escapó una risa aguda. —Extraordinario —
murmuró.
—¿Qué? —¿Estaba realmente en problemas por escuchar?
Gregor sacudió la cabeza y fijó una mirada desconcertada hacia mí antes de
volver a su silla. Sus dedos tamborilearon sobre la mesa blanca.
—No era para tus oídos —dijo por fin.
Controlé el deseo rudo de bufar, No, mierda.
—No me di cuenta de que tus habilidades estaban en tal grado, y ahora debo
explicarte.
—No tienes que hacerlo. —Yo y mi gran bocota.
—Pero lo voy a hacer. —Suavemente—. No quiero que mal interpretes.
Cannelle y yo somos, digamos, no más. Ella está para mi administración y en
ocasiones, le he permitido ir más lejos, pero esta mañana fue... un adiós. Ella se
quedará aquí, pero nuestra relación no cambiará de empleado a patrón de nuevo.
¿Lo entiendes?
Si, lo hacía. Un extraño alivio se extendió sobre mí, mezclado con aprensión.
Me sentí muy intimidada por el vampiro sentado frente a mí. Podía pasar de jovial
a monstruoso en un instante, y yo sentía más que un poco de miedo hacia él. Pero
aún…
—¿Porqué me estás diciendo esto?
Gregor se inclinó hacia adelante, y allí estaba esa manada de mariposas en mi
estómago.
—¿Por qué piensas?
Mi boca se secó. Sin pensar, me lamí los labios, casi me caí de mi asiento
cuando él lentamente lamió el suyo. Era como besar sin tocar, y era mucho para
manejar para mí, pasando de ser rechazada por todos los chicos de mi edad a
desayunar con un vampiro magnífico que me miraba como si fuera un postre. Esto
iba demasiado rápido, y nada había ocurrido.
—Um, ¿dijiste que habían blintzes? —Quería romper el pesado silencio y
agarrar el plato como si fuera una balsa salvavidas—. Estupendo. Estoy
hambrienta.
Gregor se acomodó en su silla. Tenía una expresión ligeramente superior y
complacida. —Igual que yo.
Capítulo 26
Versión alternativa de la “mitad” de
Destined for an Early Grave

Nota del autor: Este es el último y más largo de los capítulos. Contiene
aproximadamente treinta mil palabras, o la longitud de una novela larga. En esta versión
de Destined for an Early Grave, cuando Bones deja a Cat después de la infame “escena del
piano” para ir a Nueva Orleans, Gregor encontró una forma de borrar los recuerdos de Cat
de Bones, similar a como Mencheres había borrado los recuerdos de Gregor de Cat cuando
era una adolescente. Como te puedes imaginar, haber borrado a Cat de su mente cambió
drásticamente el comportamiento de Bones, y por lo tanto la mitad original de la novela era
muy diferente de la versión que fue publicada más tarde. Yo decidí tomar esa sub-trama
porque tanto ya le había pasado a Cat y Bones en DFAEG que la pérdida de memoria
parecía demasiado responsabilidad. Sin embargo, soy sentimental, lo cual es el porqué tomé
el pedazo del manuscrito final, pero no lo borre de mi computadora.
Por lo tanto, si deseas ver a Cat y Bones interactuando entre sí, mientras Bones no
tiene recuerdos de su vida anterior, sigue leyendo. Para el contexto, esta versión alternativa
de la “mitad” comienza en la página 207 de la versión publicada de Destined for an Early
Grave. Verás alguna escena superpuesta con sólo pequeños cambios en un primer momento,
luego el nuevo contenido comienza después de que Cat llega a la base militar. En caso de
que te estés preguntando, la totalidad de la “mitad” alternativa termina justo antes de que
Cat se convierta en un vampiro. Después de eso, la historia era prácticamente la misma que
en la versión publicada, por lo que llamo a esto una sección suprimida de la “mitad” de
DFAEG. También, entre otras diferencias notables, Spade y Denise ya son una pareja en
esta versión. Su romance originalmente ocurrió fuera de página, lo que cambió cuando
conseguí luz verde para escribir First Drop of Crimson.
Advertencia a las fanáticas de Bones: Su memoria de Cat ha sido robada, como se
ha indicado anteriormente, por lo que comienza con Bones actuando como solía hacerlo
antes de conocer a Cat *tos, zorra, tos*. Si no deseas ver a Bones de esa manera, no leas esto.

El golpe en la puerta no me despertó. Debe haber sido demasiado suave y


vacilante. Sólo cuando Vlad dijo:
―Adelante. ―En un tono menos que satisfecho me desperté. Dios, él tenía
razón. Mis reflejos eran mierda.
Shrapnel asomó la cabeza. Mentalmente regañé a Vlad por no darme la
oportunidad de desaparecer en el cuarto de baño. ¿Cuán incriminatorio se veía
esto?
―Perdóname, pero la persona que llama dice que es urgente. ¿Puedo darle el
teléfono? ―Lo sostuvo cerca de su lado, obviamente nervioso. Tal vez Vlad en
verdad estaba de mal humor cuando despertaba.
Vlad hizo un gesto de disgusto.
―Muy bien, tráelo.
Shrapnel se movió como una liebre y luego se apresuró a salir, cerrando la
puerta detrás de él.
―¿Quién es? ―soltó Vlad en el teléfono.
La voz de Spade resonó lo suficientemente alto como para causar que me
levantara de súbito.
―Si no pones a Cat en línea en este momento, voy a asarte vivo en tus
propios burbujeantes jugos…
Arranqué el teléfono de Vlad.
―¿Qué es? Estoy aquí, ¿qué pasa?
Hubo un momento cargado de silencio. Demasiado tarde, me di cuenta de lo
que había hecho. Vlad se encogió de hombros como diciendo, Estás en problemas
ahora.
―Me dijeron que él no podía ser perturbado porque estaba en la cama.
―Cada palabra era una acusadora roncha―. Que estaba muy indispuesto. Por las
bolas sangrientas de Lucifer, Cat, ¿es por esto que no has devuelto mis llamadas?-
―Yo-yo-yo no… ―Por Dios, yo estaba tartamudeando.
―¡En verdad!
―¡Mira, ni siquiera lo intentes! ―Mi ira vino al rescate―. Si algo va mal,
dime, pero si vas sólo a jugar al policía del gatito, debes comenzar con tu mejor
amigo. Es probable que esté enterrado de nariz en uno en este momento.
―Él está enterrado hasta el culo en peligro mortal, si todavía te importa ―fue
la respuesta helada.
Eso sacó la hostilidad de mí. Spade no era de exageraciones histéricas. Agarré
el teléfono como si fuera resbaladizo.
―¿Que pasó?
Tal vez sonaba tan temerosa como me sentía, porque la voz de Spade perdió
algo de su ira.
―Fabián, tu útil fantasma, ha estado en Nueva Orleáns tratando de hablar
con él. De lo que él puede deducir, lo cual es poco, la mente de Crispin ha sido
alterada. Y Gregor está al acecho fuera de la ciudad para matarlo.
―¿Qué quieres decir, con que su mente ha sido alterada? ―Mi voz no podía
volverse más estridente.
Vlad hizo una mueca.
―Del mismo modo que parte de tu memoria fue borrada hace años por
Mencheres, parece que Gregor ha encontrado una manera de hacerle lo mismo a
Crispin. No recuerda a Fabián. Él ni siquiera sabe que está en guerra con Gregor.
Estaba tan aturdida que ni siquiera podía jadear. ¿Cómo podría Gregor haber
hecho eso? ¿Cómo?
―Crispin fue a Nueva Orleáns para tener una reunión con Marie ―continuó
Spade―. Después de que tuvo lugar, a partir de lo que he averiguado, comenzó a
actuar extrañamente. Entonces Marie cerró El Barrio a cualquiera otro visitante no-
muerto, y Gregor está reuniendo una serie de fuerzas más allá de las afueras de la
ciudad.
Eso me sacó de mi parálisis temporal. Salté de la cama y empecé a rebuscar
ropa.
Vlad se deslizó a mi lugar, imperturbable.
Pregunté:
―¿Estás ahí? ¿En camino?
―¡No podemos, ese es todo el maldito problema! Debido a ti, Gregor tiene
claros derechos para llevar a Crispin bajo nuestras leyes. Y ahora Crispin ni
siquiera sabe que está bajo una sentencia de muerte. ¡Probablemente caminará
directo hacia Gregor con un “encantado de verte aquí”, antes de que ese sucio
gitano lo asesine!
―¿Él no recuerda por qué está en guerra con Gregor? ―Las ramificaciones de
eso por fin comenzaron a chocar contra mí.
―A pesar de que Fabian ha sido muy cuidadoso en lo que dice ya que
Crispin todavía no sabe qué hacer con el fantasma, Crispin nunca te ha
mencionado, tampoco ―dijo Spade brutalmente.
Me senté en el suelo, mis rodillas débiles. Por un segundo, ni siquiera podía
respirar. Entonces empujé mis sentimientos a un lado y comencé a planificar.
―Tendrá que ser trasladado por aire fuera de allí. Un helicóptero sería lo
mejor. Podemos armarlo con balas de plata. Haremos un cambio de transporte en
pleno vuelo a un avión. ¿Dijiste que has estado dejando mensajes para mí acerca de
esto? ―Le di a Vlad una mirada verdaderamente amenazante.
―He estado dejando mensajes para que tú me llames, pero sólo averiguamos
el estado de Crispin esta noche y lo de la emboscada de Gregor.
Vlad se encogió de hombros, sin disculparse.
―Dijiste que no querías hablar con ellos. Esta parte es una novedad para mí.
Te habría dicho si lo hubiera sabido.
No me lancé hacia él. Después de todo, era mi propia culpa por ocultarme, no
la de Vlad.
―Hay un problema con tu plan, Cat ―dijo Spade tenso―. De otro modo ya
habríamos hecho algo parecido. Nadie de cualquier línea está permitido en la
ciudad, y eso significa que por encima de esta también. Podría ser condenarlos a
muerte por decreto de Marie, y ella es demasiado poderosa para obviarlo. Me
arriesgaría yo mismo, pero si un vampiro o ghoul cruza la línea en el Barrio,
Gregor y su gente van a seguirlo. Tiene que ser humano sin ninguna afiliación
vampiro, ¿entiendes?
Sí, lo hacía. Ahora sabía por qué él había estado en tales vueltas para lograr
conseguirme.
―Dame tu número. Ahora mismo te vuelvo a llamar.

―… probando tres, dos, uno… ¿Me lees, Geri?


La teniente Geri Hicks, mi reemplazo con el equipo de Don, tosió y murmuró:
―Afirmativo.
Ella tenía una línea de recepción quirúrgicamente implantada bajo su piel,
bombeando mi voz directamente a su tímpano. Si yo gritaba, ella estaría adolorida.
Su micrófono era menos invasivo localizado en su collar.
―¿Cuál es tu ubicación, Geri?
―Cruzando en la calle St. Ann y dirigiéndome hacia Bourbon. ¿El ave
todavía muestra que él está ahí?
Revisé las imágenes del satélite del barrio francés en mi portátil prestado. La
turbulencia del avión no ayudaba, pero todavía podía detectar a Bones. Y a la
mujer junto a él.
―Afirmativo. Hay un pequeño retraso de tiempo, pero debería estar allí.
¿Estás llevándolo bien?
Geri estaba nerviosa. No podía culparla. Tenía que atraer a Bones sin lograr
que fuera asesinado o ella. Bones era letalmente poderoso, además había una
buena posibilidad de que no la reconocería. Sí, yo habría estado abrumada
también.
―Estoy bien ―dijo Geri.
―Entendido. Ahora ve a mostrarle que no puede rechazarte dos veces.
Ella hizo un ruido que era casi una risa. En su primera misión, no había
sabido que su falso objetivo era también su entrenador.
―Esto es tan extraño.
Ninguna mierda.
Yo era la única persona que Spade conocía que tenía conexiones humanas sin
afiliaciones directas con no-muertos y quien podría amasar poder aéreo y apoyo
completo con armas de última generación y tecnología.
Por supuesto, se podría discutir que mi antiguo equipo tenía conexiones con
Bones, pero ninguno de ellos estaba ya más bajo su mando desde que yo había
renunciado. Le debía a mi tío en grande por esto.
No estábamos seguros de cuán “alterada” estaba la memoria de Bones. Sólo
unas pocas cosas eran ciertas. Bones no sabía sobre la contienda con Gregor. No
parecía ser capaz ya de leer los pensamientos de los humanos, tampoco, o no
estaría con la puta traidora en la foto. Oh sí, y él definitivamente no tenía idea de
que estaba casado. Que pasaría, si cualquier cosa, sabía acerca de mí quedaba por
ser visto.
Tal vez había sido reducida a la condición de vieja novia en su mente.
O tal vez había sido desaparecida por completo.
Ya que ella era humana, Geri no podía ver a Fabián. Él estaba allí, sin
embargo, tratando de convencer a Bones de que no estaba trastornado, mientras no
fuera notado por cualquiera de la gente de Marie. Eso no era una tarea fácil.
Cuando esto hubiera terminado, yo le debería demasiado también. ¿Cómo le
pagas a un fantasma? Esa era una cuestión que me plantearía luego.
―Acercándose al objetivo, pasando a silencioso ―susurró Geri.
En la pantalla la vi acercarse a Bones. Él estaba en la zona exterior de Pat
O’Brien, bebiendo lo que yo suponía era su whisky habitual. Su brazo estaba
colgando alrededor de una bonita morena que estaba casi pegada a él. Incluso
ahora, su mano corría a lo largo de su cadera.
Apreté los puños. Perra, tú y yo vamos a tener una larga y sangrienta charla,
después de esto.
Cinnamon no podía escuchar mi advertencia mental, pero Vlad pudo. Él
descansaba en la silla frente a mí, la turbulencia del jet no le molestaba. Estábamos
en nuestro camino al punto de encuentro si todo iba bien.
―Realmente no te gusta ella.
No respondí en voz alta. Eso podría confundir a Geri, ya que estaba usando
un auricular.
No. Realmente, realmente no me gustaba.
―Sé que esto es atrevido ―ronroneó Geri a través de mi auricular cuando el
satélite la mostró llegando a Bones y su compañía, Cinnamon―, pero después de
verlos a ustedes dos, preciosas criaturas, no puedo decidir a quién quiero follar
primero.
―Eso es chica ―susurré. ¡Dios, estaba animando a alguien a que cayera sobre
el hombre que amaba! ¿Por qué no podría tener una vida normal?
Con oscura apreciación, vi a Bones bajar su bebida. No cualquier línea habría
funcionado.
El hombre era un jodido imán de chicas, y Geri no era su tipo habitual. Pero,
¿con esa apertura? Había conseguido su atención, de acuerdo.
―Fácil decisión, amor. ―Su collar recogió todos los matices de su acento―.
Las mujeres primero. ¿No es eso correcto, Cinnamon?
La risa conocedora de Cinnamon me atravesó directamente el corazón. Él
apoyabrazos del avión perdió un trozo.
―Ella se ve muy feroz, chéri. Yo estaba esperando por compañía más suave,
¿non?
Geri no permitió que el menosprecio de Cinnamon la hiciera tropezar. Ella
movió sus dedos en la bebida de Bones, luego hizo un buen espectáculo de lamer
el alcohol de ellos.
―Voy a ser tan suave como un cordero, cariño.
Geri realmente había recorrido un largo camino desde la persona que yo
había entrenado hace meses. Cinnamon todavía podría estar vacilando sobre ella,
pero Bones no lo estaba. Él agarró su muñeca, lentamente pasó la boca a lo largo de
su palma, y luego hizo algo que no podía ver que hizo a Geri jadear.
―Nunca dejes que una gota de algo valioso se pierda.
Su voz era profunda con la promesa, un orgasmo para los oídos. Oírla
dirigida a otra persona era otra puñalada en el corazón, pero lo enmascaré. Tenía
un trabajo que hacer. Todo lo demás era secundario. Geri sonaba prometedora.
―¿Tal vez me mostrarás lo que quieres decir?
Bones le entregó su vaso.
―Bebe.
Ella tomó un sorbo. Me tensé en todas partes cuando Bones lo dejó a un lado
y luego tomó a Geri en sus brazos.
A través del micrófono de Geri, oí su cuerpo frotándose contra ella, su
gemido silenciado de disfrute, y su retumbe masculino cuando la apretó más cerca.
Dos minutos completos más tarde, él levantó la cabeza. Para entonces casi lo
quería muerto.
Vlad me miraba sin piedad.
―Alguien más podría estar haciendo esto.
Él estaba en lo correcto. Yo había insistido en ser el relevo. No confiaba en
nadie más para algo tan importante, no importaba que fuera brutal para mí.
―Eso es lo que quiero decir ―le dijo Bones a Geri suavemente.
―Tú, ah… ―Sonaba sin aliento y un poco nerviosa―. Ciertamente lograste
tu punto de vista.
―Lo estás haciendo muy bien,- le dije a Geri, muy bajo. No podía ser
distraída por la preocupación de cómo yo estaba tomando esto―. Logra que se
mueva.
―¿Qué fue eso? ―preguntó Bones bruscamente.
Habíamos estado preocupados por esto. Los vampiros tenían gran audición,
por lo que el receptor estaba bajo su piel. También era el porqué yo había insistido
en ser el relevo. Si Bones nos escuchaba, sería la que le hablaría. Nadie lo conocía
mejor que yo.
―¿Qué? ―Geri intentó jugar a la inocente.
Bones comenzó a pasar sus manos por el frente de ella, todo negocio ahora.
La confusión de Cinnamon se mostró incluso en la imagen del satélite. Algo había
que hacer. Ahora.
―Lo siento por esto ―le dije a Geri. Luego más fuerte―: ¡Bones! Inclínate y
escucha, y por Dios santo, ¿puedes ser menos obvio?
Eso lo sorprendió. Al parecer, una voz oculta gritándole no era lo que él
esperaba.
―¿Chéri? ―preguntó Cinnamon.
Ella no debería ser capaz de escucharme. Todavía era humana, incluso
después de todos estos años.
―Calma a la perra ―gruñí―. Ella va a hacer que te maten.
―No te preocupes, dulce, no era nada ―le dijo él. Entonces sonidos
susurrantes precedieron a la imagen de Bones moviéndose más cerca de Geri,
sosteniendo sus hombros―. Qué encantador cuello tienes. Vamos a ver cómo sabe.
Si yo fuera Geri, estaría tragando ante la patente advertencia que se traducía
en Si algo sale mal, tu yugular es mía. Afortunadamente, esto le permitió estar justo al
lado del receptor.
―¿Cuál es tu nombre, querida?
Aunque Geri le respondió con uno falso, yo sabía que Bones realmente estaba
hablándome a mí.
―¿No reconoces mi voz?
―No. ―Para Geri―. No pareces un Alexander.
Un sollozo casi me ahoga cuando mis peores temores se hicieron realidad.
Estaba desaparecida por completo de su memoria. Después de todo lo que
habíamos pasado, ahora yo era sólo una voz desconocida.
―Ese es el nombre de la nave que te llevó a Australia en 1789 ―contesté,
controlándome―. Puedes confiar en mí. Soy una… amiga de Spade.
―Vas a tener que hacerlo mejor que eso ―dijo mientras su mano se metía en
el cabello de Geri.
Ella empezó a besar su cuello, haciendo que pareciera que él estaba dándole
instrucciones. Cinnamon parecía estar poniéndose inquieta. Tenía que hacerlo un
creyente.
―El nombre de tu madre era Penélope. Ella murió de sífilis cuando tenías
diecisiete años. La señora Lucille vertió una botella de su perfume favorito sobre
Penélope antes de que su cuerpo fuera quemado. Cada vez que hueles a violetas,
eso te recuerda a tu madre.
Una cosa muy personal para contar con otra persona escuchando, pero no
tenía otra opción. Un silencio cargado siguió a mis palabras.
―¿Cumplo con tus normas? ―preguntó Geri.
Bones todavía tenía su cuello en ángulo. Contuve el aliento.
―Lo harás ―dijo él al fin.
Dejé escapar ese aliento en un suspiro de alivio. Bones podría no conocerme
más, pero por ahora, me escucharía.
―Lo primero es lo primero. Cinnamon es una traidora, y la ciudad está
rodeada. Necesitas llegar a la parte superior de St. Anthony tan rápido como
puedas, pero sé sutil. Estás siendo vigilado.
―Eres tan hermoso, bebé ―dijo Geri, agarrando su camisa en sus manos―.
¿Tenemos que llegar a conocernos el uno al otro? Sólo quiero follar como no
puedes imaginar.
Bones se desenredó de Geri para tomar la mano de Cinnamon.
―Odio mantener a una chica preciosa esperando. Vamos, Cinnamon. Esta es
a la que yo quiero esta noche.
―¿No tengo que elegir?
Oí el puchero en la voz de Cinnamon y era todo lo que podía hacer para no
gritar.
―No esta vez, amor.
―Chéri…
―Todas las demás han sido tu elección. ―Las condujo a través de la
multitud―. Sigue lloriqueando, y voy a hacerte esperar hasta que haya terminado
antes de que la tengas.
―Puta francesa ―escupí, incapaz de evitarlo. ¿Todas las demás? ¡No era eso
simplemente genial!
Bones se detuvo en un bordillo.
―Cuidado, Alexander ―dijo gratamente―. O te vas a tropezar con tu
estrecha perspectiva.
Yo sabía que estaba dirigido a mí, así que contesté.
―No vayas allí, amigo, me casé con un puto.
Vlad me dio una mirada. Hice un gesto con la mano hacia él como si dijera, lo
sé, lo sé. ¡Estoy intentando!
―Sigue en dirección a la iglesia ―dije, volviendo a los negocios. Entonces me
quité el auricular y hablé por mi teléfono celular―. Está bien, Don. Despliega.
Están en camino. Dile a Cooper que no deje caer la escalera hasta que él esté a
cuarenta y cinco metros de distancia.
―Entendido, Cat.
Reajusté el auricular. Geri había estado diciéndole a Bones que ella quería
tener relaciones sexuales en el techo de la iglesia, pero Cinnamon estaba
protestando.
―¡Non, podría haber ratas! ¿Por qué no podemos salir de aquí por una
noche? Te dije que tengo muy hermosas amigas en Metairie que quiero que
conozcas.
―Te digo algo, dulzura. Iremos mañana. Has querido que conozca a estas
muchachas por días; ellas deben ser terriblemente especiales.
―Oui. Très magnifique.
―La malviviente ha estado tratando de sacarte de la ciudad, ¿eh? ―le dije
con ira creciente. Tal vez la cosa del empalamiento de Vlad no era tan mala idea―.
Ahora ya sabes por qué.
―Mañana vamos a hacer lo que te gusta, y esta noche será mi
noche―continuó Bones―. Prometo que verás un nuevo lado de mí.
Y yo también. Realmente tenía ganas de ver a Cinnamon en persona otra vez.
No podía verlos a los tres ya. Habían estado fuera mi satélite desde que
empezaron a caminar.
―Mira a tu alrededor, Bones. ¿Estás siendo seguido?
―Es una hermosa noche, ¿no es verdad, señoras? ―Pausa―. Amo esta
ciudad. Es tan deliciosamente encantada.
―No te preocupes por el fantasma, si es el mismo que te ha estado
molestando durante días. Él es un amigo.
―Me gustan los lugares encantados ―respondió Geri, manteniendo la
conversación―. No crees que nadie nos atrapará subiendo al techo, ¿verdad?
Bones la besó de nuevo. No podía verlo, pero podía oírlo.
―En absoluto.
Bueno. Estaba claro. Dios, quería que esto terminara pronto. Con seguridad, y
pronto.
―Aquí está el plan, Bones. Un helicóptero va a pasar sobre la iglesia cerca de
ciento ochenta metros arriba. Tendrá una escalera de cadena colgando. Cuando lo
veas venir, saltas con ambas chicas y la agarras. Tan pronto como estés fuera de la
ciudad, saltarás hacia la parte trasera de otro avión. Spade estará en este.
―Ah, aquí está la iglesia ―dijo él en respuesta―. Alexander, mi preciosa,
mírame por un momento. No necesitas preocuparte por mis ojos o mis dientes, ¿de
acuerdo? No notas algo inusual en ellos. No tienes miedo, porque sabes que no te
haré daño. Dilo.
―No me harás daño ―repitió Geri―. No estoy asustada.
Entonces, así es cómo él conseguía la mirada brillante y los dientes
puntiagudos cuando follaba humanos. Yo había pensado en eso mucho, pero
nunca había querido preguntar. Sabía más sobre su pasado de lo que ya quisiera.
Esta escena era para el beneficio de Cinnamon, supuse, ya que Bones sabía que
Geri estaba al tanto de su secreto. Solo yendo a través de los movimientos
habituales.
Pensé que vomitaría.
―Cinnamon, ¿de acuerdo?
―Sí debemos, chéri.
―Debemos.
Después de unos momentos de ruidosos sonidos susurrantes, Bones volvió a
hablar.
―El techo al fin. No hay ratas, petite, deja de encogerte.
Vlad, consigue el tiempo de llegada del helicóptero, pensé.
Él cumplió con la orden mental y tomó mi celular, golpeando re-llamada.
―Están en el techo ―le informó a Don brevemente―. ¿Cuánto tiempo?… Sí.
―Bajó mi celular―. Seis minutos.
―Tienes seis minutos, Bones. Recuerda, tienes que tener a las dos contigo
cuando saltes, y Cinnamon no va a querer ir.
―Ven aquí, encanto. Eso está mejor.
La voz de Bones cambió. Se volvió ese ronroneo lujurioso que solía
derretirme. Escucharlo ahora solo hacía que me molestara. Peor, al lado estaban la
respiración fuerte y los ruidos suaves de los roces de besos.
Entonces, Geri dijo:
―Oye, ahora, azúcar. Cálmate un poco.
―¿Por qué? ―La voz de Cinnamon era beligerante―. Estoy lista para que tú
me complazcas.
Miré el tiempo.
―Dos minutos más. Aguanta pero sé agradable, Geri.
―Cinnamon, no seas tan codiciosa. Voy a endulzarla para ti. Te gustará más
por la espera. ¿Por qué no encuentras un mejor uso para tu boca en vez de quejarte,
petite? Ah, sí. Como eso.
―Hijodeputa ―escupí. No se requería de un satélite para saber a dónde se
había dirigido su boca.
―Tú, um, puede que no quieras hacer eso. ―Geri sonaba temblorosa.
Cinnamon dio una respuesta que fue confusa. Vlad se levantó y comenzó a
frotar mis hombros. Yo estaba llorando ahora. Silenciosas, furiosas e inútiles
lágrimas.
―Cumple tu objetivo ―dijo Vlad, suave pero severo.
Golpeé mis puños contra mis piernas, pero no grité como yo quería. En su
lugar, observé los segundos pasando y traté de escuchar con indiferencia clínica en
busca de signos de peligro. Por desgracia, la mayor parte de lo que escuché no eran
sonidos de peligro.
Noventa segundos… sesenta… treinta… veinte…
―Diez segundos ―dije en voz ronca―. Nueve, ocho, siete…
―¿Sabes algo, Cinnamon? ―Bones perdió el timbre seductor en su voz y esta
se volvió frío acero―. No eres nada jodidamente buena en eso.
―… ¡uno! ―grité con toda la amargura en mí.
Luego estaban sólo los sonidos del helicóptero antes de escuchar un sonido
metálico, un golpe, y las palabras que había estado esperando de Geri.
―¡Estamos dentro!
El helicóptero tenía palas silenciosas especiales que reducían su ruido normal.
Esto hizo a Cooper y a los dos copilotos inaudibles, además.
Geri no lo era, por supuesto.
―Sube la cremallera, Bones, y espero que seas rico.
Él rió.
―¿Por qué?
―Terapia de pareja ―respondió ella―. Vas a necesitar lo mejor que el dinero
pueda comprar.
―Déjalo ―le dije en voz muy baja.
―No sé quién te mal informó, amor, pero no estoy casado.
―¿Aún está respirando? ―preguntó Geri, cambiando el tema con
prudencia―. La golpeaste muy duro.
―Ella está viva.
Hubo un ruido de golpe, y luego Geri dijo con dureza:
―Tratando de meter mi cabeza entre tus piernas, ¿eh? ¿Quién es feliz ahora,
perra?
―Ella no puede sentirte pateándola ―dijo Bones, ninguna crítica en su voz.
―Sí, bueno, yo puedo sentirlo, y ¡lo estoy disfrutando!
―¿Eres amiga de Charles también?
Charles era el verdadero nombre de Spade. Los vampiros nunca podían
escoger solo uno. Bien, ahora él estaba haciendo preguntas. Esa era mi señal.
―Ella es una amiga mía, Bones. Así como los chicos que están volando.
Spade te explicará todo cuando lo veas. Sólo debes esperar unos pocos minutos
hasta que estés alejado de la ciudad.
―Entonces es a ti a quien debo agradecer. ―Sonaba más cerca ahora. Debía
estar justo al lado de Geri―. ¿Cómo conocías el perfume favorito de mi madre? No
recuerdo haberle dicho eso a Charles.
―Larga… larga historia. ―Mi garganta se cerró con lágrimas reprimidas.
¿Qué le iba a decir? ¿No me recuerdas, pero una vez estuvimos locamente enamorados?
―Puedes decirme al respecto. Voy a llevarte y a tu marido a una gran noche.
El ex puta, ¿verdad? Tenemos algo en común.
Geri soltó una carcajada.
―Chico, no tienes idea de lo que estás diciendo.
No podía romperme ahora, tan cerca de la línea de meta.
―No importa. Estamos, ah, estamos separados.
―¿Oh? ―Una pausa―. Entonces será sólo tú y yo.
―Peso ciento treinta y seis kilos, tengo una mala escoliosis, y acabo de
cumplir sesenta años ―le espeté.
Bones no perdió el ritmo.
―Cena y teatro entonces.
Me reí aun cuando las lágrimas comenzaron a fluir de nuevo. Había querido
una confirmación de que las cosas realmente habían terminado entre nosotros, y
aquí estaba. Ni siquiera me conocía. No podría estar más terminado que eso.
―Me alegro de que estés a salvo, Bones. Dile a Fabián que gracias, es el
fantasma. Ha sido un buen amigo.
―¿Y quién debo decirle que está agradeciéndole?
―Cat. ―Esperó un segundo, pero no tuvo ninguna reacción―. Cat dice
gracias.

Esperé hasta que Bones había sido transferido al avión de Spade como estaba
previsto antes de desenganchar mi casco.
Geri probablemente estaba encantada de no tener ya mi voz saltando más en
su tímpano. Solo Bones estaba haciendo el salto aéreo; ella y Cinnamon se estaban
quedando en el helicóptero. El avión de Spade se suponía que se encontrara
conmigo en uno de los lugares de Don, pero eso no era necesariamente ahora.
Llamé a mi tío.
―Cambia el plan de vuelo de Bones ―dije―. No me diga a dónde, pero no lo
lleves a donde voy a estar.
Mi tío no hizo preguntas innecesarias.
―Muy bien, Cat.
Colgué. Vlad me había estado observando todo el tiempo.
Me las arreglé para reunir lo que tenía que ser una terrible imitación de una
sonrisa.
―Esto responde eso.
―Ni siquiera te recuerda, y no es como si sus anteriores hábitos fueran
desconocidos para ti ―respondió Vlad, ninguna falsa simpatía en su voz.
No, no lo eran. Pero no había esperado escuchar mientras Cinnamon
encontraba el suave centro masticable de la chupeta de Bones. Él había estado en el
otro avión por más de dos horas ahora. Spade había llamado a mi celular varias
veces, pero no respondí. Yo sabía que estaban a salvo. Nada más necesitaba ser
dicho.
Finalmente aterrizamos en una base, aunque no sabía dónde. Desde el
exterior, la mayoría de las instalaciones militares parecían iguales de todos modos,
no es que yo estuviera mirando. Tenía los ojos cerrados y la mano en el brazo de
Vlad mientras me bajaba del avión.
―Hola, comandante ―dijo una voz masculina.
Sonreí con los ojos todavía cerrados.
―Cooper, yo diría que es bueno verte, pero dame un minuto.
Él gruñó, lo que era su versión de una carcajada, y pronto yo estaba dentro de
la instalación.
―Puedes abrir los ojos ahora ―dijo Cooper.
Su cara familiar fue lo primero que vi, piel oscurecida y con el cabello incluso
más corto que el de Tate. Le di un breve abrazo, lo que pareció sorprenderlo, pero
estaba sonriendo cuando lo dejé ir.
―Te extrañé, monstruo ―dijo.
Me reí a pesar de que esta era ronca.
―A ti también, Coop. ¿Cuáles son las noticias?
―El helicóptero de Geri llegó hace treinta minutos. La prisionera fue
asegurada y está despierta. Ian está aquí. Ha estado interrogando a la prisionera.
Eso me hizo sonreír de verdad. Había hecho a Ian volar hasta aquí porque era
un bastardo de sangre fría, y en este momento, me gustaba eso de él.
―Puedes quedarte aquí o venir conmigo, es decisión tuya―le dije a Vlad.
―Iré ―respondió él, dándole a Fabián, quien acababa de flotar, una simple
mirada. El fantasma se cernía sobre el suelo junto a Cooper, quien como un
humano no podría verlo.
―Fabián, has estado increíble ―le dije―. No importa qué, yo me encargaré
de ti. Siempre tendrás un lugar para quedarte.
―Gracias ―dijo, rozando su mano a través de la mía como muestra de
afecto―. Lo siento, Cat.
No le hacía falta decir por qué. Eso era evidente.
Mi sonrisa se volvió frágil.
―El que dijo que la ignorancia era una bendición era miope, si me preguntas.
Pero lo que está hecho, hecho está, y ahora tengo un conocido que saludar.
El fantasma pareció momentáneamente esperanzado.
―¿Bones?
―No. La pequeña zorra dentro, y puede que no quieras seguirme para éste.
Se va a poner feo.
No tuve que decírselo dos veces. En un remolino, Fabián desapareció. Buen
truco. Apestaba tener que ser un fantasma para hacerlo.
Vlad me dio una mirada sesgada.
―¿No tienes la intención de verlo en absoluto, entonces?
―No. No tenemos ninguna atadura oficial ya, y ahora él ni siquiera sería
capaz de reconocerme de una línea de reconocimiento. Además soy un rastreador
andante para el vampiro que quiere nada más que matar a Bones. Diría que lo
mejor que podría hacer es alejarme de Bones… y volver con Gregor.
Vlad me miró como si de repente me hubiera brotado una segunda cabeza.
―No seas tonta. No puedes confiar en Gregor.
Dejé escapar un ruido que nadie podría interpretaría erróneamente como una
risa.
―No lo hago. Pero confío en que puedo mantener a Gregor ocupado lo
suficiente para alejar a Bones hasta que él y Mencheres puedan averiguar cómo
arreglar la mente de Bones.
―Puedes quedarte conmigo. Gregor no se atreverá a atacarme para
recuperarte; él tiene suficientes enemigos poderosos, como está.
Toqué su mano con una sonrisa triste.
―Aprecio la oferta, de verdad. Pero, entonces, Gregor sólo utilizará a Bones
para sacarme, y no importa lo molesta que estoy con él, va a funcionar.
Vlad no dijo nada, simplemente me miró con una mirada que yo no podía
descifrar. No quería escuchar más argumentos, por lo que me dirigí hacia el
despacho de mi tío sin esperar a ver si Vlad me seguía.
Resultó que Don me estaba esperando en el pasillo. Se veía… mal.
―¿Pasa algo malo? ―le pregunté, al instante, preocupada. ¿El avión de Bones
había sido seguido, o atacado, o algo peor?
―No. ―Tosió―. Sólo tengo un resfriado.
―Oh. ―Le di un abrazo de saludo. Me sorprendió cuando él devolvió el
apretón y lo mantuvo. No éramos una familia de arrumacos.
Vlad olfateó el aire.
―¿Un resfriado?
Don me soltó y le lanzó una mirada molesta.
―Eso es correcto. No te preocupes. No soy contagioso para tu especie.
Lo dijo con dureza. Por Dios, tal vez Don realmente se sentía como una
mierda. Mi tío no era normalmente tan rudo, a pesar de que los vampiros no eran
su grupo favorito de gente.
Vlad lo miró de arriba abajo y se encogió de hombros, sacando su teléfono
celular para dar a entender que Don no merecía una respuesta. Sus dedos volaban
sobre este, escribiendo los mensajes de texto más rápido que he visto.
Don fue directo al grano. Era su característica definitoria.
―Dave dijo por radio que confirma que la memoria de Bones de ti ha sido
borrada por completo. Él estaba sorprendido de escuchar que estaba casado, y
ahora está insistiendo en verte. Dave ha solicitado permiso para venir aquí.
―No ―le dije de una vez―. Dile a Dave que se olvide de cambiar el rumbo.
Si Bones intenta satisfacer su curiosidad sobre mí, alguien puede darle una imagen.
Gregor va a estar molesto como el diablo tan pronto como se dé cuenta que Bones
ha volado de la jaula, y si estoy con él, esto sólo va a hacer que Bones sea más fácil
de rastrear para Gregor.
―¿Es esa la única razón? ―preguntó Don en un tono tranquilo.
Tuve que mirar hacia otro lado y parpadear para aclarar mi visión de repente
empañada.
―Cualquier oportunidad que podríamos haber tenido, la cual ya era poca de
todos modos, teniendo en cuenta que Bones me dejó y dijo todo, pero en buena
medida, está acabada ahora. No sé cómo lo hizo Gregor, pero cuando me arrancó
de la mente de Bones, mató cualquier esperanza de un futuro para nosotros. Tú no
puedes lamentar la pérdida de alguien que ni siquiera recuerdas, por lo… eso es
eso.
Mi tío no discutió a pesar de que su expresión decía que estaba dudoso.
―Ian ha estado interrogando a la prisionera sobre cómo Gregor lo hizo. Ella
no ha sido muy cooperativa.
Oh, ¿no lo ha sido?
―Entonces es el momento para que vea a mi vieja amiga.

Cinnamon no parecía haber envejecido un día en los doce años transcurridos


desde que la había visto. De hecho, sólo su cabello de color marrón rojizo era
diferente con su nueva longitud, más corta. Supuse que era de donde consiguió su
nombre. Cinnamon. Francés de canela.
Estaba sentada en un banco de acero que ocupaba toda una pared en el
espacio cuadrado, en forma de caja. Cinnamon no estaba restringida ya que Ian y
Geri estaban en la habitación con ella. Incluso si por algún milagro los superaba,
todavía había tres guardias más fuera de la puerta. Su ojo estaba negro, y sangre
goteaba de su boca y sien, pero no estaba acobardada.
Cuando entré, parpadeó, luego se rió.
―¡Bonjour, Catherine! Ha pasado un largo tiempo. Por fin pareces una mujer.
Estoy muy sorprendida.
Sentí una sonrisa desagradable jalando de mis labios.
―Bonjour a ti, Cinnamon. Sí, me han crecido las tetas y el culo, y bastante
más. Qué diferencia hace una docena de años, ¿eh?
Ella fue directa a la garganta.
―Debo felicitarte por tu amante, Bones. Qu'un animal, ¿non? En este caso, su
reputación era… no lo suficientemente amable.
Perra. Quería arrancar la sonrisa de su cara.
―Lástima que él no parecía abrumado por tus habilidades en el dormitorio.
Es decir, el hecho de que no pudieras conseguir que dejara la ciudad para un
ménage a cinq no habla muy bien, ¿verdad? ¿Y cómo incluso sí le diste una mala
mamada? Estas palabras son por lo general un oxímoron.
Ian rió con humor malévolo.
―Oh, ustedes dos damas tienen una historia, ¿verdad? ―Miró a Cinnamon
―. Puede que quieras empezar a hablar ahora, mascota. He sido amable contigo,
pero Cat tiene un genio malvado. Ella probablemente te va a matar antes de que yo
pueda razonar con ella.
―¿Ella? ― Cinnamon movió su dedo con desprecio hacia mí―. Es una niña.
Hombre, escogió a la chica equivocada en el estado de ánimo equivocado.
―Dame ese cuchillo, Ian.
Él se lo pasó, sus ojos turquesa chispeantes. Geri parecía un poco nerviosa.
Cinnamon ni siquiera parpadeo.
―No me vas a matar, Catherine. Juegas a la mujer dura, pero todavía veo a
una niña delante de mí.
Ian consideró a Cinnamon con asombro.
―Ella está trastornada.
―No, ella sólo está recordando quien solía ser. Gregor cometió ese error
también, en un primer momento.
Le sonreí de nuevo a Cinnamon mientras giraba el cuchillo de una mano a la
otra. Sus ojos siguieron el movimiento, y por primera vez, se veía insegura.
―¿Recuerdas esa grande y mala perra en la que Gregor no quería
convertirme? Pues bien, sucedió. Ahora, estoy apresurada, así que esto es lo que
voy a hacer. Voy a circuncidarte, y la única manera en que vas a detenerme es
hablando, así que por favor. Por favor. No hables.
Ella no me creyó. Cuando Ian la sostuvo y corté sus bragas, todavía estaba
dándome esa mirada de atrévete. Cuando usé mis caderas para abrir sus piernas,
todavía pensaba que estaba engañándola. Sólo cuando seccioné el tejido antes
mencionado con un solo golpe hacia arriba, entendió el mensaje.
Y no podía dejar de gritar.
―Vaya, apuesto a que eso duele ―dije con frialdad―. Ian se está lamiendo
los labios ante toda esa sangre. Tienes una opción, Cinnamon. Podemos poner esta
cosa de regreso y un poco de sangre de vampiro te tendrá arreglada como nueva.
O…
―¡Ponlo de nuevo! ¡Ponlo de nuevo!
―¿Nos dirás lo que queremos saber?
―¡Oui!
Después de escucharla meterse con Bones, estaba casi decepcionada.
―¿Ian?
Cinnamon aún estaba gritando cuando él tomó su trozo de carne cortada, la
recubrió con su sangre, y la golpeó entre sus piernas como si estuviera jugando a
ponerle la cola al burro.
Luego se cortó la palma y la ahuecó sobre su boca.
―Deja de lamentarte y traga.
Ella tragó de su mano. En cuestión de segundos, su sangrado se detuvo y su
carne se unió de nuevo.
Geri no podía apartar los ojos del clítoris remendado de Cinnamon. Se
estremeció y se frotó su propia entrepierna como por reflejo. Yo estaba más
preocupada con la cara de Cinnamon y juzgando si ella retiraría o no su palabra.
―Dado que hemos establecido que estoy en un estado de ánimo realmente
molesto, vamos a pasar a la fase de pregunta y respuesta. Ah, y si me haces utilizar
este cuchillo de nuevo… no estoy arreglando nada de nuevo. ¿Cómo lo hizo
Gregor? ¿Cómo robó la memoria de Bones?
Cinnamon se mantuvo tocándose a sí misma mientras me miraba con horror.
―Gregor tenía a Marie realizando un hechizo que borrara parte de la
memoria de una persona. Él pensó que tú merecías saber cómo se sentía tener a la
persona que amas olvidándose de ti y vendiéndose a otros, tal como tú habías
hecho con Gregor.
Oh, cómo odiaba al hombre. Él no estaba contento con hacerme correr por
todo el lugar con las manos cubriendo mis ojos. Tenía que asegurarse de que lo
hiciera con el corazón arrancado también.
―¿Por qué no solo matar a Crispin? ―preguntó Ian―. Si lo tuvo lo
suficientemente indefenso para que Marie jodiera con su mente, ¿por qué no
empujar la plata a través de su corazón?
La boca de Cinnamon bajó.
―La reina de Orleáns no lo permitiría. Dijo que Gregor sólo podía matar a
Bones fuera de su ciudad. No quería participar en el hechizo o su reunión,
tampoco, pero Gregor la hizo.
―¿La forzó?
―Non, me entendiste mal. Él la hizo. Fue su sangre la que la levantó como un
ghoul, y Gregor mató a su otro sire la noche en que la cambió, así su lealtad era
solo para él. Gregor acordó liberar a Marie a cambio, y Marie ha querido liberarse
de Gregor por más de cien años.
―Y Bones confiaría en Marie porque siempre garantiza el paso seguro en sus
reuniones.
Esa inteligente y sucia tramposa.
―¿Tu parte?
―Era follarlo, naturellement, y una vez que me asegurara de que tú oías de su
infidelidad, tenía que llevarlo a Gregor. ―De hecho, ella sonrió mientras hablaba.
Mi ira se convirtió en hielo.
―¿Eso es todo, Cinnamon?
―Oui.
Me volví hacia Ian.
―¿Crees que ella sabe más?
Él se encontró con mi mirada con la misma frialdad.
―No, mascota. Creo que eso es todo.
Yo todavía tenía el cuchillo en mi mano, manchado de la sangre de
Cinnamon.
― Cinnamon ―dije, mi voz firme―. Voy a matarte. Te estoy diciendo esto
para que puedas tomarte un momento para orar si lo deseas, o para considerarlo,
lo que sea. Atrajiste a mi marido con la plena intención de llevarlo a su muerte, y
eso no es perdonable para mí.
―Cat, no ―dijo Geri.
Yo no le respondí. Cinnamon me dio una mirada llena de desafío malicioso.
―Pero Bones no es tu marido. Es Gregor.
―Semántica. Estás perdiendo el tiempo. Ve directo con Dios. Rápido.
―Soy un humano ―dijo ella entre dientes―. Una persona viva, respirando.
Puedes tenerlo en ti herirme, pero no matarme.
No hice caso de eso tampoco.
―Marie obtuvo su libertad por su papel. ¿Qué prometió Gregor?
¿Cambiarte?
Otra mirada hostil.
―Oui. Es mi pago por todos los años que lo he servido.
―Apostaste al caballo equivocado ―le dije―. Si le hubieras dicho a Bones lo
que estaba pasando, te habría convertido él mismo. Él es honorable en ese sentido.
En su lugar, trataste de hacer que lo mataran. No vas a ser un vampiro, Cinnamon,
pero voy a dejarte morir como uno.
Ella se levantó.
―No te atreverías. Gregor te mataría.
Entonces ella miró hacia abajo. El cuchillo de plata estaba enterrado en su
pecho. Incluso vibró por unos pocos segundos con sus últimos latidos restantes.
Cinnamon observó con asombro el mango estremecerse ante de que sus ojos
vidriosos y sus rodillas se doblaran.
Me puse de pie sobre ella y sentí más de esa horrible frialdad.
―Tal vez Gregor me matará por esto, Cinnamon. Estoy dispuesta a correr ese
riesgo.
Me tomé mi tiempo en la ducha, pero el agua hirviendo vertiéndose sobre mí
no me hacía sentir caliente. Esta limpió la sangre, sin embargo, y eso era un
comienzo. Finalmente la cerré y agarré una toalla. No más dilatoria. Tenía cosas
que hacer si quería o no.
El vestuario estaba vacío. Geri me había dejado algo para usar, a pesar de que
claramente desaprobó lo que yo había hecho. Sin embargo, ella no tenía a quien
recurrir ya que Don simplemente levantó su ceja y dijo que no era un asunto civil.
Si ella se quedaba el tiempo suficiente en este trabajo, Geri perdería mucho de su
actual sentido del bien y el mal. Eso no era necesariamente una buena cosa, pero
era un hecho de todos modos.
La donación de ropa de Geri resultó ser un vestido amarillo hasta los tobillos
con flores púrpuras. Parecía de primaveral y feliz. Yo me sentía invernal y
deprimida. Parecía que habían pasado meses desde que había usado ropa que era
mía. No conocería mis bragas si estas me mordían en el culo.
Ella había dejado su bolsa de aseo también. Supongo que era una pista. Me
serví del cepillo de dientes y la pasta dental, aunque no me importaba si Gregor
estaba ofendido por mi aliento. El único maquillaje por el que me molesté fue el
lápiz de labios porque mis labios se sentían como papel de lija. Entonces miré en el
espejo. Ahora que estaba limpia, me parecía a la muerte recalentada en lugar de la
muerte fría y sombría.
La cara de Cinnamon siguió apareciendo intermitente en mi mente. La
muerte fría y sombría. Eso es lo que yo le había dado.
Un golpe sonó en la puerta.
―¿Puedo entrar? ―preguntó Geri.
Suspiré.
―Por supuesto.
Llegó al interior del vestuario, y por su expresión, todavía estaba molesta
conmigo.
―Antes de que digas algo ―comencé―, debes saber…
―No estoy aquí por eso ―me interrumpió―. Bueno, sí, pero no de la forma
que piensas.
―Oh. Um, si se trata de lo que hiciste con Bones, me doy cuenta…
―Buen Dios, Cat, deja de adivinar. ―Geri comenzó a pasearse. Su cabello
rubio ceniza estaba en su habitual peinado, y los músculos de sus piernas
flexionados con sus movimientos―. No se trata de eso, aunque Bones besa como
un demonio, ¿verdad? Quiero esto fuera del registro antes de ir más lejos.
Yo estaba intrigada.
―Está bien. Sólo entre tú y yo.
―Escuché que dijiste, que tú y Bones habían terminado. ¿Es eso cierto?
Eso abrió mis ojos y levantó mis pelos de punta.
―¿Por qué? ¿Ahora que sabes que está soltero, deseas más de lo que te dio?
¿Te gustó lo que viste cuando sacó su pene?
Ella dejó de caminar.
―Tranquilízate, Catzilla. No estoy detrás de tu hombre. Me estaba
preguntando si tú estarías detrás del mío.
¿Eh?
―¿De qué estás hablando?
Geri se dirigió hacia una silla cercana.
―Estoy viendo a Tate.
Esa no la había previsto. La miré por un momento antes de encontrar mi voz.
―¿Cuánto tiempo?
―Unas pocas semanas. Don no sabe. Tampoco lo sabe el resto del equipo,
aunque creo que Dave y Juan sospechan. Sé que Tate todavía sigue colgado de ti,
pero lo he dejado pasar. Estás casada y nunca cerca, por lo que simplemente pensé
que él lo superaría. Entonces, la semana pasada, él reaccionó tan pronto como se
enteró de que tú y Bones estaban teniendo problemas. Ahora Bones no te recuerda
y tú no vas a presentarte, así que quiero saber si eso abre el campo para Tate.
Profesionalmente, yo estaba molesta con Tate por fraternizar con un oficial
subalterno. A nivel femenino, me sentí mal por Geri. Era evidente que tenía fuertes
sentimientos por él para estar discutiendo esto conmigo, porque no nos
conocíamos la una a la otra así de bien.
―No veo a Tate como algo más que un amigo, y eso no va a cambiar ―fue
todo lo que terminé diciendo.
Ella ladeó la cabeza.
―Puede que desees decirle eso.
―Créeme. ―Abrí la puerta, ansiosa de repente por salir―. Lo he hecho.
Ni siquiera llegué al final del pasillo antes de que fuera agarrada por detrás,
mis sentidos recogiendo el poder inhumano en el aire demasiado tarde. Dejé
escapar un grito, preguntándome cómo un vampiro podría haber violado las
defensas de la base…
―Hola, Cat ―dijo una voz que reconocí.
Spade. Dejé de patear, el temor pasando sobre mí. Si él estaba aquí…
―¿Cómo demonios llegaste hasta aquí? ―le espeté, mirando alrededor, tan
pronto como me soltó.
Afortunadamente, Bones no estaba a la vista.
―Alguien con mucho más sentido que tú me envió un mensaje de tu
ubicación―replicó Spade.
―¿Quién? ―empecé, pero me detuve cuando recordé a Vlad escribiendo
mensajes de texto a alguien justo después de discutir que yo no debería volver con
Gregor. Maldito sea ese rumano entrometido.
―Crispin quiere hablar contigo ―continuó Spade―. Está duchándose ahora.
Dejé escapar una risa amarga.
―Con blanqueador, espero, y un fuerte germicida.
Un destello de remordimiento ensombreció la expresión de Spade antes de
que se endureciera.
―Buena cosa que te ducharas también, ya que sospecho que tú apestarías a
Vlad.
Estaba a punto de corregir su falsa suposición acerca de Vlad y yo cuando me
detuve. ¿Por qué debería?
―Podría ser peor ―seguí diciendo―. Podría haber hecho a Bones
escucharnos.
Spade cerró los ojos.
―Crispin está increíblemente apenado por eso. Él nunca habría hecho tal
cosa si hubiera sabido quién eras.
A pesar de que quería alejarme de Spade, y del complejo, antes de que Bones
saliera de la ducha, tuve que preguntar.
―¿Cuánto se ha ido?
Sus ojos se abrieron.
―Todo lo que tiene que ver contigo. Eso tiene por completo consecuencias
para muchos de los pasados varios años. Crispin no estaba al tanto de su nueva
condición de co-gobernante de la línea de Mencheres. Él pensó que todavía estaba
bajo la de Ian. Al parecer, sus poderes se han visto afectados también. No es tan
fuerte y no puede escuchar los pensamientos de los humanos. En resumen, es
como era antes de que te conociera.
Eso sólo solidificó mi decisión de volver con Gregor. Gregor había sido más
fuerte que Bones antes de los efectos de este terrible hechizo. Si Bones estaba de
nuevo a su nivel de poder de hace siete años, estaría frito contra Gregor.
―¿Es esto… es esto permanente?
―No estamos seguros. Mencheres no lo cree así, pero tomará tiempo. Cuánto
tiempo, nadie sabe.
Spade ladeó la cabeza. No oí nada alarmante, pero entonces él me agarró del
brazo.
―Crispin ha terminado. Estás viniendo conmigo.
―No ―dije, tirando con fuerza. No estaba ni de cerca lista para ver a Bones de
nuevo.
―Está en la sala de conferencias ―continuó, sin dejarme ir―. Tu tío lo
dispuso para que ustedes dos no fueran molestados.
¿Estaba todo el mundo contra mí? Probé la lógica siguiente, ya que el intento de
soltarme no estaba funcionando.
―Vamos, Bones tiene suficiente de que preocuparse sin añadirme a la lista…
―Basura ―soltó Spade―. Ahora, ¿será pateando y gritando, o bajo tu propia
decisión? De cualquier manera, vas a verlo.
Conocía a Spade lo suficientemente bien para saber que quería decir lo que
dijo, y si seguía resistiéndome, esto se convertiría en una pelea que llamaría la
atención de Bones mucho antes de que yo pudiera huir.
Arrastré mis emociones desgarradas detrás de un escudo que esperaba que
fuera lo suficientemente fuerte como para evitar que cayera en pedazos.
―Bien. Puedes soltar mi brazo.
Él me dio una mirada hastiada.
―Considérame con exceso de celo.
Inteligente por su parte no dejarme ir, porque cuando llegamos a la puerta y
pude sentir a Bones al otro lado, empecé a entrar en pánico. Spade debe haber
sentido eso. Batió la puerta abriéndola, me empujó adentro tan duro que casi me
tropecé, y la cerró de golpe detrás de mí.
Me quedé helada después de que recuperé el equilibrio, luego me volví
lentamente.
Bones estaba parado casi a unos tres metros de distancia. No estaba usando
algo prestado, la ropa le quedaba demasiado bien, por lo que Spade debe haberlas
traído. Su cabello todavía estaba húmedo y encrespado levemente en los bordes.
Su rico color marrón solo complementaba sus cejas y los oscuros, y casi negros,
ojos.
―¿Catherine? ―dijo.
¡El vacío en su mirada! Realmente no me reconoció, y aunque lo había
esperado, todavía se sentía como si hubiera sido golpeada en el estómago.
Me aclaré la garganta y logré murmurar:
―Esa soy yo.
Entonces hizo algo que no anticipé: se rió. Fui de aprensiva a molesta en el
tiempo que tomó escucharlo.
―¿Que es tan gracioso?
Bones se puso serio, agitando una mano en forma de disculpa.
―No sabes cuán incómodo he estado, esperando para conocerte. Por las
últimas horas, he oído acerca de esta feroz guerrera con la que me casé. Cielos,
medio esperaba que tuvieras bíceps más grandes que yo. Ahora te veo y pareces…
como una chica inofensiva apenas saliendo de su adolescencia. Es un poco extraño
conciliar las dos.
Mientras él hablaba, me recorrió con la mirada. Con un aumento de la auto-
conciencia, deseé haberme puesto más maquillaje o arreglado mi cabello. Bones era
tan impresionante que cualquiera a su alrededor se veía automáticamente un poco
más feo, y… ¡No importaba! Con una sacudida mental, regresé a la realidad.
―Debes saber que… no estamos realmente casados. ―Ahí está, lo dije, a
pesar de que rasguñó para quedarse en mi garganta.
Una fría mirada apreciativa apareció en sus ojos. La había visto lo suficiente
antes para saber que estaba tomando nota de mí.
―¿Eso es lo que piensa, Catherine?
―Es muy raro oírte llamarme así ―murmuré.
Su ceja se arqueó.
―¿Me dirijo a ti como Cat? ¿Es esa tu preferencia?
―No. ―¡Era tan difícil hablarle como si fuéramos extraños! Parte de mí
quería correr a sus brazos mientras la otra parte quería patearlo duro por
engañarme―. Tú, ah, solías llamarme Gatita.
―¿De verdad? ―Pareció reflexionar sobre ello. Entonces―: No te cuadra.
Aparté la vista, parpadeando. No tenía ni idea de lo mucho que eso dolía.
Cinnamon no era la única que había sido apuñalada en el corazón. Por supuesto,
ella había ayudado a hacerme esto. En retrospectiva, le había debido una.
―Llámame Catherine entonces, lo que sea. Mira, Bones, no sé qué te dijo
Spade, pero tú me dejaste. Cuando te dije sobre el micrófono que estaba separada,
era verdad.
―También me dijiste que tenías sesenta años, que eras una mujer regordeta
sufriendo de una malformación de columna.
Él dio un paso más cerca.
―Claramente falso, eso.
―Estaba de mal humor. ―Mantuve la mirad apartada de él, mi mirada
desplazándose desde los muebles, a las paredes, a la alfombra. Cualquier cosa
excepto sus ojos. Él todavía estaba mirándome, sin embargo. No tenía que verlo
para sentirlo.
―Una disculpa es poco menos que inútil para lo que pasó, pero no obstante,
lo siento real y profundamente.
Tomé una respiración para tranquilizarme. Esta parte realmente iba a lastimar.
―No, um, no te preocupes por ello. Como dije, estamos separados. Bueno, ni
siquiera separados, porque técnicamente estoy casada con Gregor, ¿de acuerdo?
―solté―. Tú y yo no tenemos nada que nos mantenga juntos, y finalmente te
habías dado cuenta de eso y te fuiste. Así que hazte un favor. Sigue adelante.
Si no lo alejaba ahora, Bones se quedaría conmigo por un sentido de
obligación, y luego sería asesinado. Regresar con Gregor era la única manera de
que yo pudiera mantenerlo a salvo. Eventualmente Bones se haría más fuerte, tal
vez los ghouls no estarían tan irritados ya que Gregor sin duda me cambiaría a un
vampiro, y entonces la gente dejaría de hacerse daño tratando de protegerme.
Lancé una mirada hacia él. Bones golpeaba su dedo en su barbilla, sopesando
mis palabras mientras esos ojos oscuros me consideraban.
―He oído a Charles describir lo que pasó entre nosotros, y ahora a ti, pero no
tiene sentido. Si hubiera terminado con nuestra relación, entonces, ¿por qué volé a
Nueva Orleáns para retar a Gregor a un duelo conmigo? Esos son difícilmente las
acciones de un hombre que había tenido suficiente.
Busqué por una respuesta.
―Estabas tratando de acostumbrarme de modo que yo iba a estar bien
cuando te fueras. Ves, lo hiciste, así podrías irte sin ningún tipo de culpa o
responsabilidad apabullándote.
Dejó de tocar su barbilla.
―Plausible. Pero, entonces, ¿por qué Gregor no aceptó mi reto? O bien, si él
ya no sentía que la lucha contra mí era necesaria porque yo te había dejado, ¿por
qué utilizó brujería para arrancarte de mi mente?
―Porque Gregor es un idiota ―le espeté―. Um, quiero decir, lo amo y
todo… ―¡Tiempo de dar marcha atrás, rápido!―. De hecho, lo extraño. Contigo
estando desaparecido recientemente, yo, ah, me he dado cuenta que Gregor es el
hombre para mí. Por lo que no tienes que sentirte mal por lo que sucedió con
Cinnamon o, er, cualquier otra persona, porque amo a Gregor.
Dios me ayude, eso fue lo mejor que pude arreglármelas para decir. Incluso
sonreí. Por lo menos, sentí mi cara estirarse. Es de esperar que fuera una sonrisa.
―Ya veo. ―Su expresión era ilegible. Luego, al cabo de unos segundos
cargados, Bones arrojó una sonrisa alegre―. Bueno, por una vez estoy aliviado.
Cuando Charles me dijo que estaba casado y yo pensaba que era permanente, casi
me hago. ¿Limitado a una sola mujer por el resto de mi vida? No es mi estilo en
absoluto. Pareces una buena chica, pero no habríamos durado. Después de todo,
escucho que no permites otras mujeres en nuestra cama, y ¿cuánto de eso yo habría
sido capaz de soportar, hmm? Cinnamon y yo pasamos a través de once
muchachas en el poco tiempo que estuvimos juntos, y en verdad, podría haber ido
por más…
―¡Tú, bastardo! ―Había estado escuchando con mi mandíbula cayendo cada
vez más baja, pero eso fue la última gota. Me arrojé hacia él, golpeando y pateando
mientras lo maldecía con cada palabra sucia que sabía.
Parte de mí era consciente de que estaba llorando, mi ira sólo superada por
una herida que lo consumía todo que parecía rebotar a través de mis emociones. Él
sólo había tomado todos mis peores temores y volado mi corazón con ellos. Si así
es como él realmente sentía por dentro, entonces nunca habíamos tenido una
oportunidad. ¿Por qué me había mentido y me había dicho que lo hiciéramos? ¿Por
qué me había hecho amarlo tanto, cuando siempre había sabido que volvería a sus
viejas costumbres?
Después de varios minutos, me di cuenta de que Bones no estaba luchando.
Solo se quedó allí parado, absorbiendo mis golpes sin hacer un movimiento para
defenderse. Para el momento en que me había metido en ese feo escenario, de
hipar y llorar, y no podía lanzar otro golpe, él me tomó en sus brazos.
―D-déjame ir, m-m-maldita sea…
―¿Vas a decirme más acerca de cómo amas a Gregor? ―preguntó con fuerte
ironía―. ¿Tanto como Charles me dijo que tú esperaste por mí durante días sin
una palabra, e incluso cuando parecía evidente que te había abandonado, huiste
con Vlad Tepesh en su lugar? ¿Yo era muy estúpido antes? ¿Es por eso que
pensaste que me creería esa basura ahora?
Estar en sus brazos era similar a arrastrar papel de lija a través de mis crudas
emociones. Empujé su pecho, pero sus brazos se apretaron y yo había utilizado
hasta la última de las fuerzas que me quedaban en mi ataque de rabia herida.
―No entiendes. Tengo que volver con Gregor…
―No vas a ninguna parte cerca de él ―dijo―. Me importa una mierda con
quién estás técnicamente casada. Todo lo que importa es que juré por mi sangre que
eras mi esposa. Eso significa que lucharé hasta con la última gota de sangre en mí
para conservarte.
Él estaba hablando con claridad y en inglés, pero yo todavía estaba tan
molesta que tuve un momento difícil para comprender.
―¿Entonces, no quisiste decir todas esas cosas terribles que acabas de decir?
Suspiró. Ya que mi cabeza estaba prácticamente encajada en su garganta, lo
escuché y lo sentí.
―No, no quise decir nada de eso… a excepción de los números. No voy a
mentirte, Catherine. Aunque no desee más que eso y mataría por decir que no
hubo ninguna, hubo otras once mujeres, aparte de Cinnamon, mientras estaba en
Nueva Orleáns.
Eso hacía doce. ¿En una semana? Sí, sabía que él había sido promiscuo antes
de conocernos, pero, ¡por el amor de Dios! ¿Alguna vez se lo guardó?
Me apartó lo suficiente para mirar fijamente mis ojos.
―No voy a pedirte que me perdones, pero pediría que empecemos de nuevo
a pesar de esta ofensa imperdonable.
―Ni siquiera me conoces ―le susurré―. Bones… hice que nos separáramos,
y Gregor te matará si tratamos de estar juntos de nuevo.
Resopló.
―Charles me dijo que tú correrías para saltar sobre una granada, aun si esta
no representaba ningún peligro para mí, pero no tienes que hacerlo. Gregor no es
el primer tipo poderoso que quiere secarme, y no será el último. Me mantengo en
pie o caigo como un hombre, Catherine. No puedes protegerme de la vida que he
elegido vivir.
―¿Seguro que no tienes tu memoria de vuelta? ―murmuré. Esto sonaba muy
parecido a lo que había dicho el día en que me dejó. De acuerdo, tendría que
esforzarme más para hacerle entender que necesitaba escapar de mí―. Ni siquiera
recuerdas haber hecho la elección de estar conmigo, y déjame que te diga, soy una
perra quien te ha dejado no menos de dos veces. ¿Y cómo puedo esperar que honres
un juramento que yo no voy a cumplir? Estaba unida por sangre a Gregor años
antes de que incluso nos conociéramos. ¿Por qué arriesgarías tu vida para estar con
una mujer que va a traicionar el mismo juramento por el que tú preferirías morir
antes que romperlo?
Su mirada oscura nunca vaciló.
―Las acciones de un niño asustado, y manipulado, no pueden ser
consideradas honorables. ¿Gregor te dijo lo que estabas haciendo cuando te
vinculó a él? ¿Incluso sabías lo que significaba?
No estaba en sus brazos ya, pero Bones todavía sostenía mis hombros. Por mi
vida, no podía forzarme a alejarme.
―Debería haberlo sabido. No debería haberlo dejado intimidarme.
―¿Todavía me amas?
Me retorcí ante el cambio brusco de tema, por no hablar de la pregunta.
Bones solo apretó su agarre.
―Respóndeme, y sin importar la respuesta, no te atrevas a mentirme.
Su tono era el plano y peligroso que reconocí de sus tratos con los enemigos.
Mierda, tal vez me asesinaría si le mentía. Después de todo, era una extraña ahora.
Había mil razones por las que debería correr el riesgo de todos modos, pero
cuando abrí mi boca, sólo la verdad salió.
―Sí.
Apartó el cabello de mi cara con una sonrisa.
―Me alegro. Habría sido difícil obligarte a quedarte conmigo si no querías,
pero no te equivoques, Catherine, lo habría hecho. Nadie está robando a mi esposa,
y eso es quien eres, por lo que no discutas de nuevo. Ambos de forma voluntaria
nos unimos, conociendo muy bien la profundidad de ese compromiso. No puedes
decir lo mismo de ti y Gregor. Ahora, parece que los dos hemos cometido errores,
pero eso no se puede cambiar. Todo lo que voy a pedirte es tu honestidad y
fidelidad de ahora en adelante, y me comprometo a lo mismo. ¿De acuerdo?
―Vas a arrepentirte de esto―murmuré.
Su sonrisa no vaciló.
―¿De acuerdo? Si no estás de acuerdo, solo voy a golpearte en la cabeza y
llevarte conmigo de todos modos.
Su tono era ligero, pero tenía un brillo en sus ojos que decía que no estaba
bromeando. Me recordó al Bones de nuestros primeros días. Por supuesto, si
contabas su estado mental actual, eso es lo que él era.
―De acuerdo. ―Te estarás arrepintiendo.
―Y si intentas escaparte, voy a cazarte y golpearte el culo.
Oh, sí. Definitivamente matices de su antiguo encanto.
―Lo entiendo.
―Bueno. ―Por fin me dejó ir.
Di un paso atrás como en un sueño, preguntándome cómo toda mi intrincada
planeación había sido demolida por completo.
―Ahora bien, sospecho que Charles todavía está vigilando la puerta. Me dijo
que tendría que pelearme contigo, y tenía razón. Fuerte como un buey de sangre,
¿verdad? ¿Acabas de beber sangre de vampiro?
Le di una mirada confusa.
―No.
Él frunció el ceño.
―Te dije que lo que ocurrió antes no importa. No puedes ser tan fuerte por tu
cuenta, por lo que claramente bebiste de un vampiro recientemente. Me prometiste
honestidad, Catherine, y yo intento que lo mantengas.
Una risa aguda se me escapó.
―¡Chico, Spade olvidó mencionarte algo importante! No sabes lo que soy,
¿verdad?
Su ceño se profundizó.
―Eres mi esposa.
Me reí de nuevo, esta vez con verdadero humor. Pues bien, Spade no había
tenido mucho tiempo con Bones antes de que llegaran aquí. Supongo que se había
saltado partes sobre mí que había considerado menos importantes.
―Soy mitad vampiro, Bones.
Él todavía no lo entendía.
―Al estar casada con uno, supongo que podrías considerarte de esa
manera…
―No lo considero. Lo soy.
Para evitar más discusiones, dejo que la luz saliera de mis ojos, bañando su
rostro con un suave resplandor esmeralda.
Su expresión no tenía precio. Había tan pocas veces que era capaz de
sorprenderlo. Teniendo en cuenta todas las veces que Bones me había dejado sin
palabras con la incredulidad, era refrescante verlo de esa manera.
―Mira tus ojos ―finalmente logró decir.
―Eso fue lo que dijiste la primera vez que los viste. Te lanzaste a través de un
hueco, entonces, también.
―Respiras, escucho tu corazón latir…
―Voy a resumirlo: mi padre tuvo relaciones sexuales con mi madre justo
después de que fue cambiado. Todavía tenía esperma vivo, y yo aparecí cinco
meses después. En realidad tú fuiste el primer vampiro que conocí que no maté,
pero no por falta de intentos.
―¿Intentaste matarme? ―Sus cejas se levantaron―. ¿Por qué?
―Porque estabas allí. Yo tenía una mala actitud hacia los vampiros en aquel
entonces. Mi madre de alguna forma me crió con un resentimiento.
―Siete años de mi vida, reemplazados con recuerdos falsos o adulterados.
No tienes ni idea de cuán molesto me pone eso.
Su frustración era palpable. En una escala mucho más pequeña, yo sabía
cómo se sentía, así que parte de mí quería abrazarlo y decirle que todo iba a estar
bien. La otra parte todavía quería golpearlo por su desenfrenado engaño,
involuntario o no, pero no hice nada. Yo era una extraña para él ahora, lo que
significaba que no tenía el derecho a abrazarlo o golpearlo.
―Puedo decirte acerca de ellos, bueno, parte de ellos. No estuve allí para la
mitad. Mira, sé lo que dijiste, pero si esto llega a ser demasiado, lo entenderé.
Acabas de ser golpeado con una esposa, una memoria perdida, y un archi-némesis,
todo en las últimas horas. Me habría desmayado si fuera tú. Así que a pesar de tus
mejores intenciones, si en los próximos días te das cuenta que no puedes hacer
esto, siéntete libre de irte. No te preocupes por mí. Estaré bien.
―Gracias por decir eso. ―Sus rasgos se endurecieron―. Ahora, nunca lo
digas de nuevo.
Él era tan condenadamente obstinado. Oré para que no lograran matarlo.
Un golpe sonó en la puerta, y entonces Spade asomó la cabeza.
―Ah, Crispin, ¿has convencido a tu novia fugitiva para quedarse? ¿O vamos
a tener implantado un sistema GPS en ella para hacer más fácil el seguimiento?
Bones contestó antes de que yo pudiera dar una respuesta descortés.
―Ella está quedándose.
―Espléndido. Voy a regresarte esto entonces. Cat lo dejó por error en mi
residencia previa.
Él le entregó algo pequeño a Bones, quien me dio una mirada extraña cuando
lo tomó.
―¿Por error, eh?
Spade sonrió.
―Como resultó ser.
La luz se reflejó desde el diamante rojo de mi anillo de bodas cuando Bones
abrió la palma de su mano.
Me moví en una mezcla de culpa y actitud defensiva.
―Estaba enojada. Mantenerlo parecía hipócrita.
Bones estudió el anillo y luego a mí con la misma intensidad.
―Dame tu mano.
Poco a poco, la extendí.
―Esta piedra solía ser mi posesión más preciada ―dijo él mientras deslizaba
el anillo en mi dedo―. Que te lo diera me dice más acerca de lo que tú solías
significar para mí que nada de lo que Charles ha dicho. No espero que te
comportes como si nada hubiera pasado, Catherine. Puedo manejar las
consecuencias de mis acciones. Sólo espero que seas honesta, como yo lo seré
contigo.
Miré el anillo en mi mano. Cuando lo había tirado en el suelo a Spade, nunca
esperé verlo de nuevo.
―Esto no va a ser fácil.
Él soltó mi mano y se encogió de hombros.
―Nada importante lo es jamás.
Vlad estaba en el pasillo de la oficina de Don. Se apoyó contra la pared
mientras me observaba acercarme.
Bones no estaba conmigo. Spade lo había arrastrado por un minuto, asumí
que para ver a Ian.
―Le enviaste un mensaje a Spade y le dijiste dónde estábamos ―dije sin más
preámbulos.
Una media sonrisa se dibujó en su boca.
―Sí.
―¡Maldita sea, Vlad, pensé que podía confiar en ti!
―Puedes ―respondió sin una pizca de sarcasmo―. Gregor finalmente te
habría matado porque no puede controlarte. No tengo una muy buena opinión de
Bones, pero al menos te respetará. Él es tu mejor posibilidad de supervivencia,
incluso si eres demasiado emotiva para ver eso en estos momentos.
―Y él podría morir por eso. ¿Ya que a ti no te gusta él, supongo que tú
considerarías eso un bono?
Vlad escuchó la traición en mi voz, pero sólo se encogió de hombros.
―¿Quién sabe lo que pasará en el futuro? Ahora, es el momento de
separarnos y no espero verte de nuevo por un buen tiempo, así que dame un beso.
Por despecho, quería decir que no. Me había vendido y no se merecía uno.
Por otra parte, sin Vlad sacándome de un precipicio, entre otras muchas cosas, ni
siquiera estaría aquí.
Me puse de puntillas para darle un rápido y casto beso de despedida.
Él rozó los nudillos por mi cara cuando nos separamos.
― Cuida de ti misma, Cat.
―Adiós, Vlad ―respondí suavemente.
―Me alegra oírte decir eso, ya que me estaría preguntando qué demonios
estabas haciendo ―dijo una voz penetrante detrás de nosotros.
Oh, mierda.
Dando la vuelta sólo confirmé que Bones estaba en el otro extremo del
pasillo. Mentalmente maldije a Vlad. Mi espalda estaba hacia Bones, pero Vlad lo
había visto.
―Déjalo creer que tienes otras opciones ―susurró Vlad, demasiado bajo para
que Bones oyera por casualidad―. Le hace bien a su arrogancia. ―Entonces más
fuerte―. Bueno, Bones, ¿no despertaste con más de lo que te fuiste a dormir? Si no
me recuerdas, déjame ser de ayuda, no nos gustamos el uno al otro.
―Oh, recuerdo eso con claridad.
Bones avanzó con un destello de verde en sus ojos. Claramente, pensaba que
el beso que había presenciado había sido más que platónico. Me aparté de Vlad
como si fuera venenoso.
―Um, nosotros realmente deberíamos estar yendo…
―Pero, Catherine, no he saludado a Tepesh todavía. ―Su tono contenía la
promesa de violencia.
Yo era lo único que se interponía entre los dos, y era una situación precaria.
Solo aléjate, le envié a Vlad. Ahora.
―No ―dijo Vlad suavemente.
―No, ¿no vas a decir hola? ―Bones pensaba que Vlad estaba hablando con
él―. Muy descortés.
Le di la espalda a Vlad y tendí una mano hacia Bones.
―No sé lo que tienes en mente, pero permíteme recordarte que yo podría
sacar la tarjeta territorial con otras doce mujeres ―dije, cambiando de táctica―.
Accedimos a empezar de nuevo, ¿verdad? Así que vamos a hacerlo.
Bones miró a Vlad por otro tenso momento antes de que extendiera su mano.
―Estás en lo correcto, Catherine. Ven conmigo.
Tomé su mano y me alejé de Vlad sin mirar hacia atrás.

No hablamos por las siguientes horas. Spade condujo y Fabián montó en el


asiento del pasajero. Ian había tomado otro coche; gracias a Dios por los pequeños
favores. Me senté en el asiento trasero junto a Bones y cerré los ojos. Por su
silencio, no sabía si Bones estaba durmiendo o calladamente planificando. De vez
en cuando, su pierna o el hombro rozaban los míos por el balanceo del coche, pero
eso era todo. Había dejado ir mi mano tan pronto como estuvimos fuera de la base.
―Estoy arreglando que algunos de tus efectos personales estén esperando
cuando lleguemos, Crispin ―dijo Spade, finalmente, rompiendo el silencio―.
Fotos, cartas, DVDs. Es de esperar que deban ayudarte a acelerar tu memoria. Cat,
esto sólo debería durar alrededor de una hora hasta que estemos en un avión.
Puedes abrir los ojos después de eso.
Bostecé.
―Bueno. Me gustaría dormir, pero no puedo hasta que estemos lo
suficientemente lejos. Don sacó al equipo justo después de que nos fuimos, pero le
da más tiempo a mi tío también.
―¿Tiempo para qué?
Bones sonaba molesto. No sabía acerca de la desventaja, tampoco. Debía
sentirse como si estuviéramos hablando en una lengua diferente para él.
―Debería saber exactamente lo que te dijo Spade, así no asumo que tú sabes
algo ―dije con un suspiro―. Cada vez que duermo, Gregor se desplaza a través de
mi subconsciente y recolecta todo lo que sé, como mi ubicación, con quién estoy, y
lo que estamos planeando. Casi he conseguido que mate a todos un montón de
veces. Drogarme no sale tan bien, tampoco. Las pastillas me convirtieron en una
perra sicótica con sus efectos secundarios, y aunque drogarme debe haber sido
agradable, eso fue efectivo solo de forma temporal.
Bones se quedó en silencio por tan largo momento, que pensé, Ya está
lamentando no alejarse cuando tuvo la oportunidad.
―¿Me estás diciendo… que te he drogado y golpeado?
Su tono de voz cuidadosamente controlado me dijo que yo había calculado
mal por lo que estaba enojado. Cuando se ponía así, sonaba peor que la realidad.
Traté de explicar.
―Sólo me drogaste una vez antes de que consiguiéramos las pastillas, y ¿qué
más se suponía que hicieras? ¿Enviarle un correo a Gregor con las direcciones de
donde estaríamos?
―No creo jodidamente esto ―dijo en un siseo.
Spade trató de calmarlo.
―Crispin, estabas bajo una gran cantidad de estrés, tratando de asegurar su
seguridad y la seguridad de esos que te rodean…
―Basura ―espetó―. ¿No estaba ella también bajo estrés? Maldita sea, nunca
tendrás que explicar por qué me dejaste, Catherine, pero es posible que desees
aclarar por qué volviste. Gregor debe haber parecido como unas vacaciones en
comparación. ¿Es por eso que has estado sentada con tus ojos cerrados todo este
tiempo? Pensé que simplemente no deseabas hablar conmigo.
―No es seguro para mí saber dónde estamos―continué insistiendo―. El
único momento en que no soy peligrosa es cuando volamos o estoy apagada como
una luz.
―Te golpeé en la cabeza antes de arrastrarte, ¿verdad? ―preguntó Bones en
un tono de conversación―. Obviamente soy un Neanderthal, por lo que debo darte
una buena zurra y luego arrastrarte fuera para mi placer, ¿correcto? Esto de
tratarte como residuos contaminados termina aquí. Abre tus ojos.
Casi lo hice por la incredulidad.
―No.
―Crispin ―comenzó Spade.
―Ella no sabrá a dónde nos dirigimos una vez que alcancemos el avión
―dijo de manera cortante―. Catherine, abre tus ojos. ―Su tono sonó a orden pura.
Casi sonreí.
―Aquí esta una lección acerca de mí: no recibo órdenes. Especialmente
cuando sé que están equivocadas. Mis ojos permanecen cerrados, Bones, así que
lidia con eso.
En vez de ponerse irritado, dejó escapar un resoplido divertido.
―Obstinada, ¿verdad? Bueno, mascota, aquí está mi respuesta a tu lección,
estamos viajando hacia el norte por la I-95 en Georgia, acabamos de pasar la salida
de Savannah. No necesitas mantener tus ojos cerrados ahora, ¿verdad?
Mis párpados se abrieron de golpe con incredulidad.
―¡No puedo creer que hayas hecho eso, tú, mierda!
Él chasqueó la lengua.
―Una palabra tan fea viniendo de una boca tan encantadora.
―No te molestes con la adulación, amigo, he oído todas tus
líneas―murmuré, todavía resentida por ser superada.
―Espero que lo hayas hecho. ―Sonrió con malicia―. Aun así, te casaste
conmigo, por lo que algunas de ellas deben haber funcionado.
La forma en que me estaba mirando me hizo consciente de mí misma. Me
estaba evaluando como una mujer, y con nuestras constantes peleas de las últimas
veces que estuvimos juntos, había pasado un tiempo desde que había hecho eso.
Ni siquiera quería recordar qué tanto tiempo había pasado desde que otras cosas
habían sucedido. Tal vez Bones ya había adivinado eso, por el giro engreído de sus
labios.
Bueno, yo podría estar privada de eso. Pero fácil no era.
―Ni siquiera pienses en ello. Estás en la caseta del perro, por un buen rato.
Puede que no sea tu culpa, pero hace un corto tiempo, oí a otra mujer tragar tu
espada. El hecho de que ahora está muerta podría darte una idea de cuánto no me
gustó eso.
Su sonrisa no se alteró.
―Tú le diste un final más misericordioso de lo que yo le habría dado.
Desprecio que Cinnamon me hiciera un peón para herirte y humillarte.
―Y ella estaba tratando de atraerte fuera para que Gregor pudiera matarte
―añadí.
―Oh, eso. ―Hizo un movimiento desdeñoso―. Apenas le habría roto sus
piernas si ese fuera su único crimen. Esto no es una excusa, pero debes saber que
Cinnamon fue la que me animó a llevar compañía con nosotros. Pensé solo que era
lo que a ella le apetecía, pero ahora sé que era deliberado.
Este era un tema muy doloroso, pero ignorarlo no iba a hacerlo desaparecer.
Mejor preguntar ahora que preguntarse más tarde.
―¿Eran, um, eran las otras humanas? Me gustaría estar preparado si hay una
posibilidad de que vaya a encontrarme con una de ellas más tarde. No estoy
preguntando porque estoy afilando mis cuchillos, yo sólo… no importa. Olvídalo.
Bajé la mirada, estudiando las tablas del suelo. ¿Por qué siquiera había
preguntado? Tal vez un día aprendería a dejar las cosas como estaban.
―Humanas todas, y estoy seguro de que no fue accidental ―respondió
Bones―. Sospecho que Cinnamon se estaba asegurando que nadie me haría
ninguna pregunta comprometedora. Un vampiro o ghoul podría haber oído hablar
de mí y por lo tanto haría un comentario refiriéndose a ti.
―Fabián lo hizo, ¿verdad? ―Todavía no levanté la vista―. Debes haber
pensado que estaba loco.
Bones suspiró.
―En efecto. No presto mucha atención a los fantasmas en general, sin ánimo
de ofender, compañero, y él estaba despotricando lo que sonaba como una locura
sin sentido para mí. Sólo empecé a tomarlo en serio después de que él comenzó a
cantar.
―¿Cantar?
―Esa fue mi idea ―interrumpió Spade―. Tenía que encontrar una manera
de llamar la atención de Crispin sin atraer la de otros. Tenía a Fabián cantando
canciones viejas del Alexander que nosotros cuatro habíamos inventado. Nadie más
las habría conocido, y en sus finales, lo tuve retransmitiendo mensajes. Como, no
dejes la ciudad, o estás en peligro.
Estaba desgarrada entre admirar la inteligencia de Spade y luchar contra el
impulso de gritar, ¡No podrías haber añadido “mantén tu pene en tu pantalón”!
Afortunadamente, aguanté ese comentario. La fidelidad no reemplazaba a la
seguridad. No importa lo mucho que dolía ahora, Spade había tomado la decisión
correcta.
―Lo hiciste muy bien, Fabián ―dije, y fui recompensada con una sonrisa del
fantasma. Por supuesto, su cabeza pasó a través del asiento del coche para hacerlo.
Cuando volví mi atención a Bones, él estaba mirándome con tal fijeza que yo
inmediatamente desvié la mirada. Dedos fríos se cerraron alrededor de mi muñeca,
llevando mi mano a su cara antes de que pudiera apartarla. Cuando sentí el roce de
su boca en mi piel, intenté dar un tirón. Incluso ese pequeño toque hizo que mi
corazón saltara de una manera que era casi dolorosa.
Su agarre no se aflojó mientras tomaba una inspiración larga y profunda.
―Hueles familiar. ―Su voz era baja―. A pesar de que no recuerdo conocerte
antes de hoy, juro que reconozco tu olor.
Mi corazón se saltó un latido. El aroma era el sentido más fuerte atado a la
memoria. Tal vez, sólo tal vez, su pérdida de memoria no sería permanente.
Sin embargo, era difícil pensar con sus dedos acariciando mi mano en toques
ligeros que contrastaba con un agarre fuerte, del que no podía soltarme.
―¿Puedes, um, soltarme ahora? ―pregunté vacilante.
Él inhaló de nuevo.
―Aún no.
Spade pretendió acariciar su ceja mientras, en realidad, su mano bloqueaba
de la vista de Bones a la mirada que me lanzó. No causes un problema, ordenó con
esa sola mirada.
Correcto. Me obligué a relajarme. Bones sólo estaba sosteniendo mi mano así
podía tratar de ubicar mi olor. No hay necesidad de dejar que todo el mundo sepa
que un toque tan simple golpeó mis emociones con la misma fuerza que un mazo.
―Está bien, bueno… suéltala cuando estés listo ―logré responder en un tono
semi-normal.
Un aliento golpeó mis nudillos que podría haber sido una risa ahogada.
―Haré eso.
Mencheres, el co-gobernante de Bones, estaba en la residencia cuando
llegamos, y por una vez, yo estaba feliz de verlo.
―Gran Sire.
Yo no era la única, al parecer. Bones abrazó a Mencheres con algo así como
alivio.
―¿Puedes sacar esta barrera inútil de mi cabeza? ―preguntó de una vez.
Mencheres apartó a Bones y puso su mano en su frente. Después de un
momento, sacudió la cabeza.
―El hechizo está vinculado por la sangre, por lo que sólo la sangre de Gregor
va a levantarlo.
Bones murmuró una maldición. Luego se hizo crujir sus nudillos.
―Está bien. Voy a atrapar al cretino y obtener su sangre.
―En tu estado actual, te va a matar ―dijo Mencheres sin rodeos―. Puede
que no haya ningún castigo para esto bajo nuestras leyes, y entonces él va a
reclamar a Cat como suya. ¿La condenas a eso, o vas a hacer lo que yo diga?
―No tengo miedo de él ―escupió Bones, pero me miró.
Tuve una fracción de segundo para sentirme desgarrada antes de que la
lógica se hiciera cargo. Si la creencia de que yo era indefensa lo salvaría, ¡entonces
sería indefensa!
―Si estás decidido a no esperar hasta que estés más fuerte antes de
confrontar a Gregor, entonces déjame ir a él ahora. Si Gregor me consigue como
botín de victoria después, creo que él va a ser mucho más rudo conmigo.
Incluso fabriqué un escalofrío como si la idea me aterrara. Lo hacía, pero sólo
porque el tema era la muerte de Bones. Mi acto funcionó porque este Bones no
podía decir cuando lo estaba inventando.
Sus labios se apretaron y volvió su atención a Mencheres.
―Cierto, hay más que solo yo para considerar ahora. Muy bien. ¿Qué
querrías que haga?
―Entrena conmigo desde la mañana hasta el anochecer para ayudarte a
prepararte para enfrentar a Gregor ―respondió Mencheres.
Bones le dio al vampiro egipcio una sonrisa de desaprobación.
―No me has entrenado desde que era un muchacho. ¿Era mucho más fuerte
que antes, o necesitaré toda la fuerza que pueda conseguir para derrotar a Gregor?
Mencheres tomó su rostro con abierto afecto, haciéndome recordar cuando
había dicho que Bones era como un hijo para él.
―Estabas empezando a darte cuenta de lo muy poderoso que realmente eras.
Vaguedad. Mencheres era el rey de eso.
Bones miró en mi dirección de nuevo.
―Desde la mañana hasta el anochecer, ¿dices? Entonces me voy a ir a la
cama. Recuerdo cómo entrenas, por lo que necesitaré el descanso.
De repente, yo era el centro de atención. Me tomó un momento darme cuenta
de porqué.
―Ronco ―le dije de una vez―. Pregúntale a cualquiera, suena como que los
árboles están siendo aserrados. Tú necesitas, um, un poco de sueño
ininterrumpido. Puedo patear también.
Esa última parte la dije con un brillo en los ojos. Sí, puedo patear, y si Bones
susurraba el nombre de otra persona en su sueño, podría apuñalarlo también.
Bones dejó salir un resoplido.
―Mencheres, ¿vas a dirigirme en la dirección correcta? Me quedaré en mi
caseta de perro esperando el indulto de Catherine.
Spade se volvió hacia a mí y parecía que estaba a punto de discutir.
Antes de que él pudiera hablar, Bones le dio una palmada en la espalda.
―No te preocupes, amigo. Aunque no estoy seguro, ella parece como que
robaría las frazadas también. Mejor por ahí, de verdad.
Spade se echó a reír, y Bones me lanzó un guiño descarado mientras seguía a
Mencheres por las escaleras.
―Duerme bien, Catherine.

La casa era grande. Tal vez incluso un rancho, a partir de los caballos que oí
en el exterior. La buena noticia era, que más allá de eso, yo no tenía la menor idea
de dónde estábamos.
Mencheres puso a Bones en la habitación contigua a la mía, así que lo escuché
alimentarse de dos personas antes de que él fuera a dormir. Un macho y una
hembra, o como yo mentalmente los llamé, la cena y el postre. Eso también me dijo
que esta era una residencia comunitaria. O bien que tenía un gran sótano o había
una casa contigua, pero Mencheres tenía aperitivos viviendo cerca. Los parientes
vampiros me ponían un poco incómoda con su salto atrás al feudalismo, no que yo
tuviera ningún derecho a quejarme. Los seres humanos mantienen a sus alimentos
al alcance también.
A pesar de sentirme cansada, no tuve un sueño reparador, tendiendo a ir a la
deriva sólo para despertar una y otra vez. Eso era surrealista por estar tan cerca de
Bones, y sin embargo, a kilómetros de distancia emocionalmente. Él seguía siendo
el amor de mi vida; yo solo era una chica extraña que él había encontrado ayer a la
que estaba pegado.
La puerta se abrió de golpe, revelando a una adolescente morena con coletas
en la puerta.
―¡Hola! Soy Heather, y estoy aquí para conseguirte tu desayuno. ¿Eres
sangre, cuerpo o respirador?
Ella me estaba sonriendo de la manera más amigable. Mientras tanto, yo
acababa de poner mi cuchillo de nuevo en el vestidor.
―¿Qué?
Ella entró sin ser invitada. Por otra parte, no había sido invitada a abrir la
puerta tampoco.
―Debes ser un respirador ―anunció―. Los demás saben exactamente lo que
quiero decir. De acuerdo, alimento humano, ¿que va a ser? Te garantizo que lo
tenemos.
Su pregunta inicial finalmente tenía sentido. Sí, supongo que sería el primer
problema cuando determinas lo que alguien quería para el desayuno.
―Solo señala la cocina y me encargaré de eso yo misma.
Ella se echó a reír como si hubiera dicho una broma.
―Eres pariente. No puedes conseguir tu propio alimento. Sólo dime lo que
deseas y si lo quieres aquí o en otro lugar.
Era similar a estar en casa de Vlad, sólo que si yo estuviera allí, habría
acarreado el refrigerador con ella.
―¿No puedes simplemente señalarme la cocina?
Una firme sacudida de su cabeza.
―Correcto. ―Suspiré―. Huevos y tostadas, no me importa cómo se cocinan
o qué tipo de pan. Café, crema y azúcar. ¿Dónde más puedo comer aparte de esta
habitación?
―Oh, dondequiera que desees, pero el balcón es lo más agradable.
―¿Dónde está?
―Al final del pasillo a tu derecha ―trinó.
La detuve en su salida.
―Oh, por cierto, soy…
―No me digas tu nombre ―dijo ella, la sonrisa borrada de su rostro―. Te
llamaré Roja, pero no mencionamos los nombres reales. De esa manera no
podemos repetir lo que no sabemos.
Buen Dios.
―Heather, ¿estás de acuerdo con estar aquí? Eres menor de edad, supongo, y
yo podría arreglar que vivas en otro lugar, con tu propia especie… ―Mi voz se
apagó porque de repente ella parecía enferma.
―Por favor, no lo haga. Esta es la mejor casa que he tenido. Ellos cuidan de
mí, voy a la escuela en línea, y todo el mundo es agradable. No quiero volver a una
casa hogar, nunca. Por favor, no le digas a nadie dónde estoy.
Había tratado de ser agradable y en su lugar la había asustado muchísimo.
―No lo haré. Está bien. Estás haciéndolo estupendo. Yo sólo… soy una tonta.
Ella perdió esa mirada asustada, pero todavía estaba un poco cautelosa.
―No te preocupes. Eres pariente, por lo que puedes decir cualquier cosa. Un
día voy a ser pariente también.
¿Cómo podría responder a eso? ¿Sigue trabajando duro y va a suceder?
Finalmente todo lo que dije fue:
―Pariente no garantiza la felicidad.
Ella sonrió, luminosa y soleada, una vez más.
―No, pero significa que alguien va a traerme el desayuno.

El balcón era hermoso, como prometió. Esta miraba a una piscina de natación
rodeada de jardines.
Donde sea que fuera esto, esperaba que estuviéramos alojados un tiempo, a
pesar de la rareza de ser “pariente”. Si pudiera moverme hacia fuera, tal vez nadar
o tomar un paseo, estaría encantada.
―¿Tienes algo de espacio en ese banco?
Mi cabeza se giró hacia arriba.
―¡Denise!
Mi mejor amiga se tambaleó hacia atrás, riendo, cuando me lancé hacia ella.
Yo todavía estaba balbuceando una disculpa sobre Vlad quemando la casa y los
coches cuando ella me hizo callar.
―Sin daño, no hay falta. Spade le cobró, ¿no es divertido? Tres días más tarde
Vlad envió un cheque. Oh, pero no pagó por el techo que él había arrojado por
accidente hacia Tate, por considerar que fue culpa de Spade por no controlar a su
huésped. Vampiros, ¿verdad?
Me reí también, con cómica incredulidad ante el protocolo de los no muertos.
Luego Denise tiró de mi brazo.
―He conseguido algo para ti. Es una de las razones de porqué yo no estaba
aquí anoche. Ven conmigo.
La seguí a una habitación del segundo piso, aunque la cama estaba casi oculta
por todas las cosas sobre esta.
―¡Ropa! ―anunció Denise―. Toda de tu talla, todo nuevo. Debes haberte
sentido como una modelo de moda del ejército de salvación, siempre usando cosas
que no eran tuyas.
Estaba impresionada por el delicado gesto. No parecía posible que algo tan
trivial como la ropa podría hacerme sentir mejor, pero lo hizo. Tal vez era el ADN
de chica.
―También traje algunas fotos y DVD, pero esos son para Bones
―continuó―. Esa es la buena noticia. La mala noticia es… ―Se inclinó y susurró
algo.
―¡Oh, mierda! ―estallé.
―Esto en cuanto a la sutileza. ―Denise dejó de tratar de bajar la voz―.
Spade pensó que ya que ella ha… ejem… conocido a Bones más tiempo, él se
sentiría más cómodo con ella aquí.
―No, Spade todavía está enojado conmigo y es un hijo de puta astuto
―murmuré, levantando una mano para evitar su argumento―. Señálame la
habitación de lady Ormsby. No quiero averiguar sus intenciones después de que
esté sacándola por la puerta de Bones.
Denise me dio una mirada que decía, No deberías ir, pero sé que lo harás.
―Un piso más abajo, tercera puerta a tu derecha.
―Voy a estar de regreso pronto.
Un piso más abajo y la tercera entrada a la derecha después, golpeé la puerta.
―¡Annette! Necesito hablar contigo. Despierta o deja de hacer lo que estás
haciendo.
Sonidos susurrantes llegaron desde el interior, y luego su malhumorada
respuesta.
―¿No puede esperar? Estoy hecha polvo.
Abrí la puerta. Oye, le advertí.
―No, no puede.
Annette estaba tumbada desnuda en la cama. Una sábana cubría una pierna
que ella no se molestó en jalar una vez que me vio. Es cierto que, aparte de todos
los demás, ella había conocido Bones desde los días de su humanidad, cuando era
un gigoló y Annette había sido su mejor cliente.
Sus ojos claros me consideraron torvamente.
―He volado una cantidad considerable de tiempo para estar aquí, y estoy
volviendo a mi sueño inmediatamente después de que salgas.
―¿Vas a tratar de seducir a Bones ahora que no me recuerda? ―le pregunté,
ignorando eso.
Ella rodó sobre su espalda.
―Siempre directa, ¿verdad? Otra mujer podría haberme invitado a tomar té,
jugado a ser mi amiga, y tratado de disuadirme con la culpa, pero no tú. ¿Trajiste
tu cuchillo?
―Está arriba, y tú estás andando con evasivas. Responde la pregunta.
―¿Me consideras una amenaza?
Le di a su figura una evaluación contundente. Los pechos de Annette estaban
llenos, aunque sin la perfecta redondez de la juventud. Débiles marcas de estrías
estropeaban sus costados, evidencia de cuando una vez había estado embarazada
con lo que probablemente fue el hijo de Bones. Sus caderas y piernas eran bien
formadas y generosas, exactamente de la manera en que la moda dictaba que una
mujer debería verse antes en los pasados cien años. También emanaba una sensual
decadencia, haciendo sus defectos de alguna manera más atractivos. Cuando era
joven, Annette debe haber sido asombrosa hasta el punto de la intimidación, pero
ahora se veía preciosa, así como muy accesible.
―Asustada como el infierno, perra. ¿Halagada?
Una sonrisa curvó su boca.
―De hecho, lo estoy.
―¿Halagada? ¿O vas detrás de Bones ahora que es tu mejor oportunidad?
Ella se incorporó y dejó escapar un suspiro.
―No, no voy a estar persiguiendo a Crispin. Oh, me gustaría. Pensé en ello
todo el maldito vuelo, de hecho, pero no puedo. Si los recuerdos de Crispin
regresan, él me despreciaría. Nada vale eso, querida. Lo amo demasiado como
para arriesgarme a su odio.
Cualquier otra explicación, me habría puesto en duda. Esa sonaba a verdad.
Ella puede tener fallas, un montón de ellas, pero amaba a Bones.
―Annette, si no creyera que lo tomarías de la forma equivocada, te besaría.
La verdad era que sería una formidable competencia. Bones no había seguido
regresando a ella por cientos de años porque lo aburría. Annette me superaba en
muchas, muchas formas, por lo que, francamente, yo estaba aliviada.
―Si me besas, prometo que lo tomo de la forma equivocada ―respondió ella,
la diversión clara en su tono―. Ahora déjame descansar.
―Sí, feliz sueño. ―Ya que tenía la respuesta que quería, estaba apresurada
por salir, especialmente después de su último comentario.

Bones regresó bastante después del anochecer. Las cosas debían haber
durado hasta tarde, o tal vez él estaba limitando el tiempo que tendría que lidiar
conmigo. Dios sabe que yo estaría haciendo tiempo si estuviera en su lugar. Si
Denise no hubiera estado conmigo hoy, yo podría haber escalado las paredes.
En su lugar, hice cosas femeninas. Me probé mi ropa nueva. Tomé turnos con
Denise, dándonos a cada una manicura y pedicura, luego tratamientos faciales. La
dejé arreglar mi cabello en diferentes estilos. Denise estaba en el cielo femenino.
No dije nada, pero yo no lo estaba. ¿Era esto lo que se suponía que
disfrutaría? Claro, era agradable, y estaba tan contenta de que mi amiga estuviera
allí, pero otro día de jugar a ser una Barbie me enviaría corriendo por mis
cuchillos. ¿Que estaba mal conmigo? Mientras que rizos estaban siendo hechos en
mi cabello, yo estaba recordando las peleas sangrientas y escapes cercanos a la
muerte.
Por eso es que me sentí aliviada de escuchar a Bones regresar. Infierno, casi
me había tirado por las escaleras para verlo antes de que me diera cuenta que él
podría querer solo dormir. ¿Era grosero recibirlo si estaba realmente cansado o no
era grosero? ¿Qué era peor, ser percibido como una araña saltadora o la esposa al
margen? Debería haber un puto manual para esto.
Opté por el cobarde Plan C: Me apresuré al balcón del piso superior y ver si él
me buscaba. No estaba encerrándome en una habitación, pero no estaba moviendo
mi cola por la puerta tampoco. Si tan solo hubiera agarrado un libro, podría
parecer legítimamente ocupada. Como era, no tenía nada que hacer más que mirar
el cielo nocturno.
En la planta baja, oí a Bones saludar a Annette. Spade presentó a Dense como
su novia ya que por supuesto Bones no se acordaba de ella. Cuando preguntó:
―¿Dónde está Catherine? ―Mi corazón saltó. Cuán patético ser tan
emocional por una simple consulta.
―Ella escapó cuando entraste ―dijo Annette alegremente.
Perra, pensé con un gemido interior.
―¿Lo hizo en verdad? ―respondió Bones―. ¿A dónde?
―Balcón exterior del tercer piso. ―Una vez más suministrado por Annette.
Mejor que bloqueara su puerta esta noche.
―¿Si me disculpan?
Hubo un murmullo general de aceptación, y luego sus ligeros y rápidos pasos
por las escaleras, hasta el final del pasillo, y fuera por los ventanales abiertos al
balcón. Me puse de pie y di la vuelta.
―Sólo te estaba dando la oportunidad de relajarte… ―empecé, luego me
detuve. La forma en que me miraba me puso más nerviosa―. ¿Qué?
―Me dijiste que sin adulación, pero no puedo evitarlo. Eres
extraordinariamente hermosa.
Bones siguió mirándome, sus ojos parpadeando de mi cara a mi vestido y de
vuelta a empezar. Me senté porque no sabía qué más hacer. Por Dios, el cortejo
había sido más fácil cuando nos conocimos por primera vez. Yo había gruñido y
planeado matarlo; él me había golpeado y burlado de mi progreso en el
entrenamiento.
Entonces, ¿cómo manejaba nuestras nuevas y tensas circunstancias? Con
balbuceo. Idiota e incesante balbuceo.
―Denise arregló mi cabello, las uñas y el resto de esto. Y la ropa es nueva, lo
cual es agradable. No tengo que preguntarme quién llevaba la ropa interior antes
de mí. No importa si sabes que están limpias, hay algo repulsivo sobre usar la ropa
interior de otra chica…
Buen Dios, ¿estás hablando realmente de ropa interior?, chilló la parte lógica de mi
mente. ¡Deja de hablar ahora, imbécil! Pero parecía que no podía callarme.
―… aunque nunca me molesto en hacer todo esto normalmente. De hecho, la
mayoría de las veces apenas uso maquillaje, y sólo arreglo mi cabello si voy a
matar a alguien, lo cual, desde que dejé mi trabajo, ya no es mucho. No sé por qué
dejé que Denise me convenciera de esto, porque cuando no lo haga de nuevo vas a
preguntarte por qué sólo lo hice al principio y todo el mundo te dirá, “Oh, las cosas
cambian cuando la chica se pone cómoda, eso es el matrimonio para ti”, y… ¡Oh,
diablos, tengo que irme!
Con eso, me lancé a correr desde el balcón y fui directamente a mi habitación,
cerrando la puerta. Incluso eso no era lo suficientemente lejos. Fui al baño y abrí la
ducha, saltando bajo el chorro aún completamente vestida mientras me maldecía
por ser diez sombras de una imbécil. Solo podía imaginar la conversación en voz
baja de Bones más tarde esta noche con Spade.
¿Alguna vez ha sido tratada por esquizofrenia? ¿No? Supervisión, compañero. Voy a
llegar justo a eso.
Mi cabeza golpeó contra la baldosa. Un par más de episodios como ese y
Bones estaría entregándome a Gregor con un gran lazo rojo. Tal vez debería
conservarlo. Al menos entonces él estaría más seguro.
De acuerdo con mi nueva ridiculez, me quedé en mi habitación y no salí.
Denise llamó después de una hora, pero la despedí con una pobre excusa de un
dolor de cabeza. Ella no presionó. Después de varias inútiles horas más mirando al
techo, reprendiéndome por comportarme como una loca delante de Bones, me
quedé dormida.
Por supuesto, ahí fue cuando Gregor apareció.
El agua se precipitó a mi alrededor, demasiada pesada para nadar. ¿Cómo
llegué al océano? ¿Por qué no podía nadar? ¿Dónde estaba todo el mundo?
―¡Alguien ayuda!
Mi grito quedó sin respuesta. El agua parecía estar tirando de mí por debajo.
Jadee, ahogada, y sentí la quemadura de esta en mis pulmones. Así era como iba a
morir. Sola y ahogada. Divertido, siempre había pensado que moriría en una
pelea…
―Toma mi mano.
Ciegamente extendí la mano, y luego la comprensión me golpeó y tiré mis
brazos hacia atrás.
―¡Maldito seas, Gregor, déjame en paz!
Él se materializó frente a mí, flotando justo por encima del agua. Un viento
invisible sopló su cabello rubio ceniza, y esos ahumados ojos verdes estaban
brillando esmeralda. Las olas lamían sus pies, pero no lo hundían. Esa implacable
resaca era sólo para mí.
―No eres nada para Bones sino una carga no deseada ahora. ¿Cómo se
siente, sabiendo lo que él preferiría estar haciendo y con todas las mujeres con las
que preferiría estar haciéndolo?
―Hay una menos de esas ahora, ¿no es verdad? ―dije bruscamente, tratando
de mantener mi cabeza por encima de esa espesa agua.
―Oui, eso fue inesperado. Te arrepentirás, mon amour. Ven a mí ahora, y
puedes ahorrarles a los demás mi ira.
―No lo creo, Gregor. La única forma en que vas a conseguirme es muerta.
―Por qué haces esto ―gritó, renunciando a su falsa calma―. ¡Te ofrezco
todo, y tú prefieres ser la puta de una puta!
Algo estaba en el agua conmigo. Se sentía como si manos se envolvieran
alrededor de mis tobillos, tirando de mí hacia abajo. Tal vez Gregor en realidad
podría matarme en mi sueño. Después de todo, Patra casi lo hizo.
―Porque soy más feliz siendo la puta de una puta que estando contigo.
Después de que lo dije, dejé de luchar. Me permití hundirme y el agua se
cerró sobre mi cabeza. De una manera extraña, se sentía como ser lanzada por el
inodoro, porque, de repente, me estaba moviendo hacia abajo muy rápido y
entonces…
―¡Despierta, Catherine! ―Bones me estaba sacudiendo.
Instintivamente tosí, pero no había agua en mis pulmones. Estaba en la cama,
y la única cosa húmeda sobre mí era mi propio sudor.
―Estoy despierta ―le susurré a Bones para que me liberara, y fue ahí cuando
me di cuenta de que mi mejilla picaba. Supongo que él había estado haciendo más
que sacudirme.
―Dijiste que no más golpes ―bromeé, para quitar la tensión por lo
estremecida que el sueño de Gregor me había dejado.
Bones dejó salir una risa de alivio.
―Me hiciste romper una promesa rápidamente, ¿verdad? Charles me dijo
cómo se vería si Gregor conectaba contigo en tu sueño, pero es lo más horrible de
ver. Es como si estuvieras muerta, sólo que puedo oír tu corazón latiendo. ―Bones
se inclinó más cerca, limpiando la fina capa de sudor de mi frente―. Esto es
hechura de Gregor, ¿verdad? Despreciable inmundicia.
―Estoy bien. ―Me senté, empujando las mantas sobre mí de donde yo las
había pateado.
Él observó sin parpadear.
―Estabas gritando que te estabas ahogando. Eso está muy lejos de estar bien.
Una mirada al reloj mostraba que eran casi las cinco de la mañana.
―Él no puede intentarlo hoy de nuevo. Tarda unos pocos días antes de que
sea lo suficientemente fuerte como para intentar otra oportunidad conmigo, así
que estoy bien. De verdad.
Bones se movió lentamente, sin apartar los ojos de mí. Esto me hizo
retroceder a cuánto tiempo había pasado desde que habíamos estado juntos en la
cama. ¿Semanas? ¿Más? Cobardemente, cerré los ojos, abrazando la almohada
contra mi mejilla como si estuviera agotada.
―Puedes volver a la cama, Bones. Como dije, estoy bien.
Nada más que un cargado silencio se asentó por un momento, y finalmente le
oí levantarse y salir, cerrando la puerta detrás de él.
Abrí los ojos y dejé escapar un suspiro de frustración. Maldito Gregor, y
condenada yo por ser una tonta que lo había dejado arrebatarme el sueño antes. Lo
que no daría por retroceder todo y no haber ido con él ese día. Bones, el viejo
Bones, habían tenido razón. No debería haberme preocupado por mis recuerdos
perdidos. No era como que ellos también hubieran robado mi fuerza y me dejaran
peligrosamente vulnerable como la pérdida de recuerdos de Bones había hecho.
¿Quién hubiera imaginado que un día él necesitaría la sangre de Gregor para
desbloquear lo que fue robado de su mente? Lástima que yo no había empacado
un frasco extra de la sangre Gregor para el camino cuando bebí de él ese día…
―¡Eso es!
Salté de la cama, mi mente corriendo por un repentino aumento de la
esperanza. Yo había bebido la sangre de Gregor. ¿Había bastante de esta todavía en mi
sistema para ayudar a Bones?
Entré directo a la habitación de Bones sin llamar. Él estaba acomodándose en
la cama, y en mi estado excitado, seguí adelante sin previsión.
―Cómeme, rápido. ¡Puede que no sea demasiado tarde!
En vez de ir por mi cuello, Bones me llevó hacia la cama y bajó mi pantalón
del pijama.
―¿Cuál es tu problema? ―Jadeé, abofeteándolo. Entonces subí mi pantalón
de nuevo. Él los había sacado en un abrir y cerrar de ojos.
Bones estaba sentado en cuclillas y tocó su cara con incredulidad.
―¿Cuál es el tuyo, amor?
De repente, me di cuenta de su interpretación. En lugar de estar
disculpándome, yo estaba incrédula.
―Quise decir cómeme como en muérdeme. Vaya, ni siquiera me conoces, pero
tú sólo… sólo te habrías zambullido, ¿eh? ¿Vamos, una virtual desconocida se
mete aquí y dice “cómeme” y ni siquiera protestas? ¡Deberías haber exigido un
trabajo de mano por lo menos!
Bones simplemente me miró y luego dejó caer su mano de su mejilla.
―Me confundes, Catherine.
Eso desinfló un poco mi enojo. Bueno, eso y la forma en que las sábanas
apenas cubrían su regazo.
―¿Estás desnudo? ―pregunté antes de contenerme.
Él me observó con recelo.
―¿Es esta otra pregunta con trampa?
―No, no importa. Mira, esto es lo que quería decir, bebe mi sangre. Yo tomé la
sangre de Gregor hace un par de semanas, por lo que algo de esta aún puede estar
en mí. Tal vez lo suficiente como para hacer una diferencia. ¿Entiendes?
La expresión de Bones se endureció y él me hizo un gesto con un movimiento
impaciente.
―Ven acá.
Oh, ahora él era todo negocio.
―No puedo creer que me hubiera dejado ordenarte que me mordieras ―me
quejé, rodeando la cama para sentarme junto a él.
Su mano se disparó, acercándome más.
―Teniendo en cuenta lo que escuchaste el otro día, calculo que es lo menos
que podía hacer.
No tuve la oportunidad de responder. Su boca fue a mi garganta, sentí su
lengua buscando el lugar correcto, y luego mordió.
El calor me golpeó casi inmediatamente. Los brazos de Bones me sostuvieron,
detectando cuando mi columna vertebral se volvió jalea. Succiones profundas y
estables curvaron mis dedos de los pies mientras calor caía en cascada a través de
mí. Yo sabía que estaba haciendo pequeños sonidos jadeantes, pero maldita sea si
podía evitarlo. Esto no sólo se sentía caliente, bueno, y sensual. Se sentía necesario.
Como que si él no bebía de mí, de alguna manera yo sería la que estaría muriendo
de hambre.
Gemí su nombre, estirando una mano para tocarlo. Él cogió mis manos,
manteniéndolas a mis costados mientras se apartaba y cerraba los pinchazos con su
sangre. Me balancee sin su apoyo, contenta de que estuviera sentada o podría
haberme caído.
―¿Bones? ―Hice de su nombre una pregunta esta vez, no una exhalación de
disfrute.
―Esto no hizo nada, Catherine. Mejor te vas ahora.
Miró hacia otro lado cuando lo dijo, con los hombros rígidos. Todo en él era
distante y casi enojado.
Me levanté, maldiciéndome por no pensar en probar esto antes. ¿Qué si un
par de días más habría hecho toda la diferencia?
―Lo siento ―susurré, y volví a mi habitación tan rápido como la había
dejado.

A la mañana siguiente, me desperté para encontrar que Bones ya se había ido.


Después del desayuno, le di a Denise un abrazo y le dije que había algo que tenía
que hacer. Entonces me dirigí a los establos y agarré una pala.
Después de quince minutos limpiando el primer establo, un adolescente con
pecas y el cabello marrón entró corriendo en el establo.
―¡Deténgase!
Esto lo había esperado.
―¿Cuál es tu nombre, chico?
―Ah, la gente simplemente me llama Pony.
―¿Pony? Llámame Roja. Soy pariente, ¿verdad? Así que como pariente, llego
a hacer ciertas cosas. Hoy voy a limpiar estos puestos y luego ejercitar y frotar a los
caballos. ¿Es ese tu trabajo?
―A-já. ―Él se mordió el labio con nerviosismo.
―Toma el día libre, Pony. Si alguien te da problemas, envíamelos. No me
puedes disuadir de esto, por lo que no te molestes. Ahora sé un buen chico y
señálame el alimento, ¿de acuerdo? No te preocupes; sé lo que estoy haciendo.
Ocho gloriosas horas de trabajo más tarde, me sentí mejor. Finalmente había
hecho algo productivo. Los establos estaban brillando aunque yo estaba cubierta
de suciedad, estiércol, sudor y paja. Pony se la había pasado alrededor la mayor
parte del día, tratando de no ser notado. Tal vez tenía miedo que yo echara a
perder algo y se estaba preparando para el control de daños. Le di un saludo
cuando entré en la casa, riéndome ante su expresión estupefacta.
Sí, chico. Las chicas pueden hacer las mismas cosas que los chicos pueden.
Me tomé mi tiempo en la ducha para sacar el hedor de los establos de mí.
Entonces levanté mi cabello húmedo en una cola de caballo y me puse unos jeans y
una camisa cómoda. Cuando fui abajo, estaba en gran parte de mejor humor. Y
hambrienta. Spade y Denise estaban en la sala de estar bebiendo jerez, viéndose
sofisticados incluso en estos entornos rurales.
―¿A quién le pido que me consiga una hamburguesa y unas patatas fritas?
Ah, y un batido.
Spade me dio una sonrisa burlona.
―¿No vas a insistir en pelar las patatas, ordeñar la vaca, y batir el helado tú
misma? Debes estar hecha polvo.
―Puedes sacar a la chica del campo, pero no puedes sacar el campo de la
chica ―dije ásperamente, negándome a dejarlo arruinar mi estado de ánimo―.
¿Quieres comprobar debajo de mis uñas para ver si se me escapó alguna suciedad?
―No me sorprendería si lo hiciste. ―Él hizo un gesto a un ordenador al otro
lado del cuarto―. Es para el uso interno de la casa. Escribe lo que quieres y cuando
lo quieres. Lo enviarán arriba.
―Gracias.
Cuarenta minutos más tarde, yo estaba devorando mi segunda hamburguesa.
Sí, la primera había sido así de buena.
En lugar de otro batido, bebí una Coca Cola. Ya que Denise y Spade
probablemente querían algún tiempo a solas, los dejé estar y comí en el balcón.
Acababa de acomodarme y dejé escapar un eructo satisfecho cuando la voz de
Bones casi me hizo saltar fuera de mi piel.
―Hola, Catherine.
Mi plato se deslizó a través del suelo por mi salto.
―Santo cielo, ¿cuándo te colaste aquí?
Bones se inclinó por el plato, incluso mientras yo corría a hacer lo mismo. Sus
dedos rozaron los míos cuando cada uno de nosotros lo agarró. Lo dejé ir primero,
esa maldita torpeza instalándose de nuevo.
―Ah gracias. No sé por qué estoy tan nerviosa. Y supongo que debería
disculparme por el eructo de camionero. Encantador, ¿eh?
Él bajó el plato y su boca se torció.
―En realidad, lo fue. Es la primera vez que te he visto relajada. Mis disculpas
por sorprendente. Mencheres y yo caminamos los últimos kilómetros de regreso;
es por eso que no escuchaste el coche.
No tenía ni idea de qué decir. Después del festín de balbuceos de la noche
anterior, entonces seriamente malinterpreté la indicación, tal vez el silencio era la
mejor opción.
Bones se sentó en una tumbona cercana. Elegí la que estaba al otro lado de él
y me senté.
En ese momento, él dejó su lugar y se sentó a mi lado, una ceja arqueada
retándome a que me moviera.
―Podemos hacer esto toda la noche.
Me reí ante la idea de jugar a las sillas musicales con un vampiro a punto de
golpear su bicentenario cumpleaños.
―Sólo por ver la cara de Spade, deberíamos.
Se echó a reír también, una risa fácil que me rodeó con nostalgia. Su mano
encontró la mía y yo la apreté, de regreso a la costumbre hasta que la realidad me
aparto.
O traté.
Sus dedos se apretaron, sin dejarme ir.
―Podemos hacer esto toda la noche también, pero en realidad, ¿no puedes al
menos dejarme sostener tu mano?
―Dios, Bones, no tengo idea de lo que estoy haciendo.
Las palabras escaparon en un momento de frustración veraz. Ahora
realmente traté de alejarme, pero eso lo hizo enrollar sus brazos a mi alrededor.
―Detente. Te dije que olías familiar. Te sientes familiar, también, y en este
momento, eso es todo lo que tengo para continuar.
Dejé de retorcerme. Bones se recostó, acomodándome hasta que estaba
acunada por sus brazos y piernas. Su pecho era mi apoyo, y metió otra almohada
debajo de él antes de hacer un ruido satisfecho.
―Mucho mejor. ¿Estás cómoda?
Lo estaba. Mi espalda encajada en su pecho y su pierna colgada fuera de la
tumbona, como lo había estado las muchas veces anteriores que él me había
sostenido así. La familiaridad más no tener que mirarlo ayudó a calmar mi
incomodidad.
―No estoy haciendo esto más fácil para ti, ¿verdad? ―murmuré―. Estarías
mucho mejor como el cónyuge de la víctima de amnesia. Estoy arruinando las
cosas de todas las formas posibles.
―No, no lo estás, y por favor deja de catalogar tus fallas. No me importa si
eructas, nunca usas maquillaje, masticas con la boca abierta, o gritas malas
palabras en la iglesia. Lealtad y honestidad, como te dije, son las dos únicas
cualidades por las que me preocupo.
―¿Por lo tanto, habría estado bien si hubiera tenido sesenta años, regordeta,
y con una espina dorsal como un signo de interrogación?
Su resoplido de risa me hizo cosquillas en la oreja.
―Sí. A pesar de que habría necesitado buscar la mejor manera de echarte un
polvo.
Le di un codazo.
―Probablemente ya lo sabes.
Otro resoplido.
―Un caballero nunca habla.
―Si me caso con uno, lo recordaré.
Mi seco comentario solamente lo hizo reír de nuevo. La forma en que su
aliento se mantuvo golpeando mi piel envió agradables escalofríos a través de mí,
y no creía que fuera un accidente.
―Estás haciendo eso a propósito, ¿verdad?
―Por supuesto.
Él sonaba aún más divertido. Si se tratara de un término inglés,
probablemente lo habría seguido con un amigo.
―Ahorra tu aliento, no estoy durmiendo contigo todavía. Llegar a conocer a
alguien antes de que encuentres su punto G es, probablemente, una nueva
experiencia para ti. Al menos de esta manera voy a ser original.
Ahora su risa no golpeó mi cuello, porque él echó la cabeza hacia atrás para
dejarla salir sin restricciones.
―No te preocupes, Catherine. Incluso si no fueras mi mujer, todavía serías
original, pero por favor, dime todo acerca de ti misma. Yo quería saber todo de
todos modos, pero ese infinitamente encantador “todavía” me pone incluso más
ansioso.
―No deberías tener tal prisa. ―Este tema me estaba empezando a poner
ansiosa de nuevo―. Después de todo, yo podría apestar en la cama.
―Todavía serías mi corazón no latiendo.
Me tomó un segundo, entonces le di un codazo otra vez.
―Lo digo en serio. Supongo que deberíamos discutirlo sin embargo, así que,
ah, algo que no se refiera a un mal momento… ―Traté de encontrar las palabras
adecuadas, sin ruborizarme.
―¿Supongo que yo era muy difícil de complacer? ―preguntó
irónicamente―. Te reprendía si no estaba satisfecho, ¿verdad?
―No, claro que no.
―Entonces, ¿por qué crees que lo haría ahora?
Demasiado tarde, vi la trampa. Ay, demonios, ¿cómo explicarlo?
―No tomes esto a mal. Tú… tú me amabas. Incluso la primera vez, cuando
yo no sabía nada, me amabas y eso… eso significaba que estabas marcando una
curva amplia, ¿de acuerdo?
―Ah. ―Una pausa―. ¿Fui tu primera vez?
Este era un tema muy personal, pero era acerca de él también. Incluso si no
recordaba.
―Mi segunda, pero en realidad el chico antes de ti no cuenta. Tomó mi “no”
como un “¡ven y consígueme!”
―¿Cuál era su nombre?
―Danny Milton. ―Vaya. Ha pasado un tiempo desde que había pensado en
él.
―¿Uno/o dos?
Su tono era tan causal, que me tomó un segundo.
―Uno/, ¿por qué? ¡Oh! ¿En serio? ¿Con todo lo que pasa, te gustaría seguirle
la pista?
Él se incorporó, empujándome con el pequeño movimiento.
―Con esa descripción, sí.
Dado que Danny estaba muerto, no había ningún sentido en discutir más.
―Descansa tranquilo entonces. Ya lo mataste.
―Bien.
Él se reclinó y nos sentamos en silencio durante unos minutos más. Todo el
asunto se sentía surrealista. Como si los pasados dos meses no hubieran ocurrido y
estuviéramos de vuelta en nuestro propio porche simplemente observando juntos
el cielo. De vez en cuando, él inhalaba y exhalaba. Escuchar eso se sentía
extrañamente íntimo, especialmente ya que yo sentía el ascenso y caída de su
pecho contra mi espalda. Bones no necesitaba respirar, por lo que estaba llevando
mi olor hacia él. Repetidamente.
Fue el que rompió el silencio.
―Cuando te vi besar a Vlad, no estaba solo resentido porque eras mi esposa.
Eso… dolió por un instante. Muy inesperado, eso. Y ahora, en lugar de aprender
más acerca de mi pasado con Charles o Mencheres, prefiero sentarme aquí contigo.
Para ser franco, me asusta.
―¿Por qué? ―Mi voz era baja, como la que usarías si estuvieras
compartiendo secretos en la oscuridad.
La suya bajó también, hasta que era suave, pero aún no un susurro.
―Tengo mucho que perder. De noche, soy maestro de mi propia línea y en
guerra con otro maestro, pero no es eso por lo que temo. Tengo experiencia en
dirigir y en luchar, sin embargo, parece que ya he sido un marido de mala calidad.
Me da miedo fallarte de nuevo, Catherine.
Apreté su mano.
―Tú no sabes cómo fallar. Y antes… antes de nuestro gran rompimiento, me
hiciste muy feliz, Bones.
Él no se movió, pero el ambiente se volvió diferente. Las calmadas
confesiones se convirtieron en algo más. Lo sentí en la aceleración de su poder, la
flexión de la energía enrollándose por debajo de mí.
―Me gustaría hacerte feliz otra vez. ―Su voz se volvió gruesa―. No tiene
que ser acerca de mí. Me quedaré dentro de cuales sean los límites que establezcas.
La verdad fue que por un segundo, una parte de mí consideró arrojarme
hacia él.
―No. Créeme; ya te has probado en ese sentido. Yo-yo no estoy lista para
abrir esa puerta y no voy a romperla, tampoco. No te mereces a hacer penitencia
por mí mientras me alejo.
Bones me observó mientras yo me paseaba, manteniendo su posición
reclinada en el diván. Maldito sea él por ser tan magnífico, y Dios me ayude,
todavía lo quiero, no importa que yo estuviera tratando con mi dolor ante todo lo
que había sucedido, con y sin su memoria.
Su boca se elevó en su vieja y conocedora sonrisa, y cuando inhaló de nuevo,
esa sonrisa se ensanchó.
―Tu deseo aromatiza el aire, así que déjame saber cuando cambies de
opinión. No es penitencia, te lo aseguro. Simplemente te quiero de cualquier
manera que pueda tenerte.
Tenía que irme, ahora. Antes de que mi castidad ardiera en llamas.
―Buenas noches.
Salí del balcón. Bones no me siguió. Mientras me dirigía hacia mi habitación,
le oí tomar otro largo aliento y luego dejarlo escapar en un suspiro.

¿Qué haces cuando estás a dieta y tu comida preferida esta dentro de la


distancia de engullirse? Intenté paseando más en mi habitación, pero eso no ayudó.
Encendí el televisor, pero eso sólo lo hizo peor. Todos los canales locales estaban
apagados, dejando sólo los premium. No importa a lo que cambiara, al parecer
había sexo en cada uno. Por último, con sombría frustración, corrí a un baño y me
acomodé en la bañera. Bueno, había pasado un tiempo desde que había hecho lo
que estaba a punto de hacer, Bones normalmente me mantenía más que saciada,
por lo que no había tenido la necesidad de auto-satisfacerme, pero tenía que ser
como andar en bicicleta, ¿verdad?
Por supuesto, eso no salió como estaba previsto tampoco.
En primer lugar yo fui demasiado áspera. Ataqué mi carne como si esta
hubiera hecho algo malo, lo que sólo aumento la necesidad sin hacer nada por
aliviarla. Genial, ahora estaba adolorida y frustrada. Finalmente me obligué a ir
más despacio y pensar pensamientos felices. El agua caliente calmó mis anteriores
intentos y mi gentileza comenzó a dar sus frutos. Por fin, progreso. Mi respiración
se entrecortó, fantasías y recuerdos se entremezclaron en mi mente.
Las manos de Bones por todo mi cuerpo, jugando, buscando, volviéndome loca. El
peso de su cuerpo presionándome en la cama. Su boca entre mis piernas, la lengua
acariciando, profundizando, y dando golpecitos, hasta que no pude soportarlo más.
Entonces ese duro y profundo empuje cuando se empujaba dentro de mí…
Y él arrojando abierta la puerta del baño para venir hacia mí. Me quedé
inmóvil conmocionada, mi mano todavía atascada entre mis piernas. Entonces
encontré mi voz.
―¡Fuera!
Mi demanda solo lo hizo bajar la velocidad, pero fue la botella de
acondicionador rebotando en su cabeza lo que lo llevó a pararse.
―Catherine…
La botella de champú fue la siguiente en golpearlo. Algo del verde dejó sus
ojos mientras seguía el jabón. Luego mi maquinilla de afeitar. Pronto me quedé sin
artículos y solo salpicando agua hacia él.
―Pero me llamaste aquí ―exclamó él, retrocediendo al final.
―¡No, no lo hice!
Jalé la cortina de la ducha, cubriéndome, y agarré la barra de hierro,
encendida por todas partes por la vergüenza.
Eso le hizo retroceder todo el camino.
―Parece que ha habido un mal entendido…
―¡Saldeaquí!
Ni siquiera podía separar las sílabas en mi humillación. Él lo entendió, sin
embargo, y un segundo después, oí la puerta cerrarse. Entonces para peor, la risa
ahogada de Spade, inmediatamente callada por Denise.
―Por gritar en voz alta ―susurré, la cortina de la ducha todavía aferrándose
a mí―. ¿No puede una persona masturbarse en paz?

Al día siguiente, la cosa adulta hubiera sido ir abajo, actuar como si nada
hubiera sucedido, y proceder con mi asunto.
Bien, ¿quién me había acusado alguna vez de actuar como un adulto?
Fingí dormir hasta el mediodía, tomé el almuerzo en mi habitación, y luego vi
películas con la fortaleza de un perezoso profesional. Declararía otro dolor de
cabeza a cualquiera que se atreviera a llamar y preguntar. La única actividad con la
que me di el gusto fue una ducha, habiendo vuelto a ensamblar la mía en la tarde
la noche anterior. Fue una fría también, mis manos utilizadas sólo con fines de
higiene.
Cuando la noche finalmente llegó y Bones volvió, su pregunta sobre mi
paradero se encontró con una risa instantánea de Spade.
―Dolor de cabeza, compañero. ―Spade no se molestó en reprimir sus
continuas risas―. Podrías querer tomar mi palabra en esto. No la quieres
lastimándose por botarte de su habitación esta vez.
―Guárdatelo, Charles. ―Bones sonaba tan divertido como me sentía yo―. Si
alguien me necesita, estaré en mi habitación.
Me quedé en la cama, sin querer hacer mi mentira más evidente al andar por
el piso superior. La pequeña parte, todavía-cuerda, de mí discutió que no podía
seguir con esto. Bones necesitaba apoyo, no que me escondiera.
Teniendo en cuenta su historial sexual, un poco de frotarse-en-la-bañera
probablemente ni siquiera se registra en su sucio-metro.
Se necesitaron tres horas de reproches mentales antes de que saliera de la
cama. Otros cuarenta y cinco minutos de reprimenda similar en el cuarto de baño,
lavando mi cara y cepillándome los dientes hasta un nivel ridículo.
Veinte minutos para ensayar las líneas de apertura de nuestra conversación.
Otra hora de dar marcha atrás antes de decidir ir por ello. Para entonces, sin
embargo, pensé que era demasiado tarde. Bones tenía que estar dormido por
ahora.
Eso me hizo volver a mirar el techo. Tenía cada mancha por desprendimiento
de este memorizada.
A esta hora, las parejas en la casa estaban empezando a ponerse activas.
Tratando de no prestarle atención a los diversos ruidos sólo resaltados por mi
soledad. Estaba tan absorta en mis intentos de hacer caso omiso de cualquier
gruñido o sonido chirriante, que me tomó unos minutos más para darme cuenta de
que algunos de ellos provenían de la habitación de al lado.
En ese momento, me disparé de la cama. Presioné mi oreja a la pared y me
esforcé por escuchar. ¡Hijo de puta, ahí estaba! Oh, contenidos, seguro. Muy
silenciosos, pero inconfundibles jadeos femeninos se mezclaban con los gemidos
de Bones.
Como en un sueño, me vi calmadamente agarrando mi cuchillo, caminando
la corta distancia a su habitación, y pateando su puerta sacándola justo de las
bisagras.
―¿Qué demonios?
Bones estaba en la cama. Solo, así que él o la puta deben haberme oído venir.
Sus sábanas estaban revueltas y el televisor estaba encendido, pero mantuve mi
atención principal en la búsqueda de mi presa.
―¿Donde está ella?
Su mirada cayó sobre el cuchillo en mi mano y luego a la puerta rota cerca de
mis pies.
―¿Has perdido tu razón por completo?
―¿Vas a jugarlo de esa manera? Bien.
Me lancé hacia adelante, comprobando debajo de la cama. Nada. Entonces
abrí de un tirón las puertas del armario, desgarrando una con mi contundencia.
Ahí iba otro artículo de la casa, pero nadie se había escondido en el armario.
Cuando me dirigía hacia el baño, Bones había cruzado sus brazos sobre el
pecho, mirándome con más que un toque de ira.
―¿Te importa jugar al caliente o frío? Déjame darte una pista: te estés
congelando.
Le lancé una mirada venenosa y comprobé el baño de todos modos,
manteniendo un ojo cauteloso sobre la puerta de la habitación. Ninguna perra iba a
colárseme. Tenía que ser un vampiro o un ghoul. No oí ningún latido del corazón,
excepto el mío.
No había nadie en el cuarto de baño tampoco. O en el armario de la ropa, que
parecía demasiado pequeño, pero lo comprobé de todas formas. Incluso golpeé el
cesto de la ropa sucia de mimbre. Sólo ropa. Entonces di la vuelta a la cama de
nuevo, buscando cualquier escondite que podría haberme perdido.
―Te estás poniendo caliente, mascota.
Una gran unidad de pared estaba frente a la cama y tenía secciones cerradas.
Bones asintió en esa dirección y yo tensé mi agarre en el cuchillo. Si alguien fuera a
doblarse verdaderamente pequeño…
―Estás que ardes.
Para alguien que acababa de ser sorprendido engañando, Bones no sonaba
culpable o disculpándose. En su lugar, sonaba molesto y más que un poco
disgustado.
Me dirigí hacia la unidad de pared. Ruidos venían de la misma. Gemidos,
jadeos, gruñidos. Entonces eché un vistazo a la televisión. ¿Qué…?
―¿Estás viendo porno? ―Me volví hacia él, los inicios de la duda
arrastrándose.
―Echa un vistazo más de cerca ―dijo él con ese mismo borde áspero en su
voz.
Le di otra mirada superficial a la pantalla del televisor antes de fijarme en el
macho desnudo con asombro.
―¿Estás reproduciendo viejas cintas de sexo de ti mismo? ¿Qué clase de
enfermo…?
―Cuidado. ―La voz de Bones fue como un latigazo ahora―. Acúsame
falsamente de nuevo, y te voltearé justo encima de mi rodilla.
Me enderecé con indignación.
―Te reto a probar, tú, evocador de porno, perver… ¡Uf!
Algunas cosas el tiempo y la familiaridad las habían embotado. Lo que
debería habérseme ocurrido mientras hacía mi burlona declaración era que Bones
nunca engañaba. Nunca.
Yo estaba boca abajo en la cama con mi boca llena de mantas antes de que
pudiera gritar. ¡Pam! Fue el duro golpe directo en mi culo.
Entonces Bones me dio la vuelta y agarró mis muñecas, moviendo su rostro
sólo a centímetros de distancia del mío.
―Ahora, tal vez me dejarás explicarme Si tuvieras la más mínima pizca de
confianza, habrías hecho eso antes. En cambio, a pesar de mis repetidas promesas,
pensaste que estaba revolcándome con otra mujer justo debajo de tu nariz, o en el
mejor de los casos divirtiéndome con cintas de amantes anteriores. He matado a
gente por insultos menores, pero ya que eres mi esposa, todo lo que consigues es
un culo adolorido. ¡Ahora mira a la chica de la tele, Catherine!
Él usó mi cabello como manija para inclinar mi cabeza. Dejada con pocas
opciones, me quedé mirando la pantalla.
Hum, una pelirroja, figuras. Espera un minuto…
―¡Esa soy yo!
Bones salió de la cama con una sacudida de su cabeza.
―Esto, amor, estaba en los DVD que Denise me dio, por lo que el único delito
que he cometido esta noche es comerme con los ojos a mi propia esposa. Fuera de
tema, eres absolutamente impresionante desnuda. Pensé en decirte lo mismo
anoche, pero los muchos objetos golpeándome en la cara me distrajeron.
Todavía estaba tumbada en la cama, y sí, mi culo estaba adolorido. Él lo había
golpeado con autoridad. Por unos asombrados momentos, no podía decidir si
estaba enojada con él por atreverse a pegarme, a pesar de acusarlo falsamente de
adulterio, o halagada por su último cumplido.
Mis propios gemidos desde la cinta llevaron mi atención de nuevo a la
televisión. Me sonrojé. Después de hacer esto en un capricho durante nuestro viaje
en barco a París, yo no lo había visto. Francamente, con todo pasando, me había
olvidado de ello. ¡Maldición, esto era gráfico! Parecíamos un par de estrellas porno
vueltos locos por la cocaína.
―No quiero que veas esto ―dije, tratando de perder mi feroz rubor.
Una sola ceja se arqueó.
―¿Por qué no?
―¡Porque no! ―Yo estaba a punto de detallar mi objeción de una manera
más razonable cuando algo nuevo en la pantalla me llamó la atención. Mi mirada
se estrechó―. Espera un minuto. No se supone que esto esté aquí. Te dije que
apagaras la cámara. ¡Dijiste que la habías apagado!
Bones se rió de eso, moviéndose hasta quedar de pie junto a la televisión.
―No, de hecho no lo hice. Rebobiné esta parte un par de veces, lo confieso.
Tú dices, “No voy a hacer eso con la cámara corriendo”, y yo respondo, “No voy a
dejar que una maldita cámara nos impida hacer algo”. Entonces voy hasta la
cámara, la toco, vuelvo, y digo, “Ahí está. ¿Te sientes mejor?”, y, ah, tú pareces
sentirte mejor, amor. Pero en ninguna parte en realidad verbalicé que la he
apagado.
Mi boca colgó más abierta.
Bones tocó la pantalla para darle énfasis.
―Vamos a rebobinarla, si lo deseas. No me importa.
No importaba que el hombre riéndose de mí técnicamente no había sido el
que me engañó.
―¡Tú, cabrón escurridizo, sabías que pensaba que estaba apagada! ―farfullé.
―Vamos, Catherine, puede que no recuerde tomar esa decisión, pero déjame
asegurarte, voy a reclamarla. Y pararme junto a esta orgullosamente.
Ese brillo estaba de nuevo en sus ojos. El que decía que él estaba pensando en
mil cosas sucias, y que me encantarían todas. Con retraso, se me ocurrió que estaba
desnudo. ¿Cómo pude haberme perdido de eso?
Tener mi culo golpeado y luego ver una película porno protagonizada por mí
eran mis dos principales razones.
Incapaz de evitarlo, tomé una buena y larga mirada. Mi Dios, pero era
precioso. Su piel cremosa estirada sobre sus músculos duros como si esta no
pudiera tener suficiente de tocarlos. Luego esos amplios hombros, brazos
ondulantes y pecho, estómago plano y por supuesto más abajo…
―Si sigues mirándome y lamiendo tus labios, voy a tener ciertas ideas ―dijo
él, su voz como la seda―. ¿Son las ideas equivocadas?
¿Había estado lamiendo mis labios? Bueno, ¿quién podría culparme?
―Lo siento, no fue mi intención comerte con los ojos. Es que, er, han pasado
más semanas de las que puedo contar, así que… ―¡Deja de hablar!, gemí
interiormente. ¡Es como que tienes diarrea verbal!
―¿Semanas? ―Eso arqueó su ceja más alto.
Dejé escapar un suspiro y traté de mantener mi mirada por encima de su
cintura.
―No corregí tu errada aseveración antes porque, bueno, yo estaba molesta.
Vlad y yo nunca tuvimos sexo. Dormimos juntos, pero como amigos, nada más.
Así que sí, han sido semanas, y la última vez fue contigo.
Bones apagó el televisor. Supongo que tenía toda su atención ahora.
―En primer lugar, gracias por decírmelo. Había creído lo contrario, por
supuesto, por lo que había dicho Charles sobre interrumpirlos a los dos en la cama.
―La única cosa que Spade interrumpió fue sueño ―dije, encogiéndome de
hombros―. Pero, por supuesto, él no llegó a esa conclusión.
―Yo tampoco lo haría ―dijo Bones, sonando casi como si no me creyera.
―Sí, bueno, no dormí con Vlad porque no eras tú. ―Tan pronto como lo dije,
quise arrepentirme. Era demasiado honesto, demasiado crudo, y, a su propia
manera, más expuesto que el vídeo que acababa de ver.
Corrí una mano por mis ojos repentinamente escociendo y traté de
quitármelo de encima.
―Además no soy tan fácil. ―Falsa y desigual risa―. Te hice esperar meses
antes de que me metieras en la cama la primera vez, lo que probablemente fue un
record de celibato para ti.
Bones todavía no había dicho nada. Solo se quedó allí parado. Luz de la luna
se asomaba a través de las ventanas, acariciando partes de su cuerpo con la luz,
mientras el resto quedaba envuelto en las sombras.
Tenía que irme antes de decir cualquier otra cosa de la que me arrepintiera.
Salí de la cama.
―Lo siento por tu puerta y tu armario y…
―Vuelve a la cama.
―¿Qué?
Él se acercó más.
―Vuelve a la cama. Estoy harto de andar alrededor, sin poder dormir porque
te escucho, sin embargo, estás tan lejos. Sólo han pasado cinco noches, pero se
siente como un maldito año. No estoy pidiendo sexo, Catherine. Sólo quiero
abrazarte mientras duermo.
Me dije que era lo mínimo que podía hacer después de irrumpir en su
habitación como una enojada Hulka para acusarlo de engañar. Además, había
admitido una fiesta de pijamas con Vlad, así que se vería miserable si le negaba la
misma petición a Bones. Ninguna de esas razones era la razón por la que estuve de
acuerdo y me arrastré debajo de las sábanas, sin embargo. En el fondo, necesitaba
sentir sus brazos alrededor. Había estado a través de un repique emocional sin
parar las últimas semanas que me habían agotado tanto física como mentalmente.
Ahora mismo, ser abrazada por Bones sonaba como la única cosa que me haría
atravesar la noche, y de hecho cualquier otra cosa siguiente que nos fuera lanzada.
Después de que me acomodé en la cama, puse mi cuchillo en la mesa de
noche. Había estado en mi mano todo este tiempo; que loca estaba. Bones le dio
una breve sonrisa y luego se metió en la cama, agarrándome con seguridad desde
atrás. Nuestros cuerpos sólo estaban separados por mi pijama, y sentirlo
presionado a lo largo de mi espalda me llenó con la mezcla más rara de
comodidad, deseo y seguridad completa. Esto no era nada parecido a lo que había
sentido durante mi fiesta de pijamas con Vlad. Iba más profundo en todos los
sentidos.
―Me alegro de que no discutieras conmigo ―dijo, su voz profunda más baja
mientras descansaba su cabeza junto a la mía.
No se dio cuenta, pero esta era la misma forma en que habíamos caído
dormidos en innumerables ocasiones, yo en sus brazos con su cuerpo curvado
alrededor de la parte posterior del mío. Mis emociones todavía pueden estar en
estado de agitación, pero la memoria muscular parecía tomar el relevo. La
satisfacción se apropió de mis miembros, relajando mi cuerpo en una manera que
yo habría considerado imposible hace tan sólo unos minutos.
―Estoy cansada de luchar contigo―le contesté, sorprendida de que las
palabras salieron con soñolienta lentitud. ¿Cuando había cerrado los ojos? ¿Y por
qué de repente era imposible abrirlos?
―Bien. ―Algo rozó mi cuello que era o sus dedos o sus labios―. Esto es todo
lo que quiero ahora, pero mañana por la noche, Catherine, voy a seducirte.
Solté una risa soñolienta por su brusquedad, por no hablar de su exceso de
confianza.
―¿Es eso una advertencia?
Ahora estaba segura de que eran sus labios, porque lo hizo de nuevo, más
lento y deliberadamente.
―Una promesa.

Bones se había ido cuando me desperté. Debo haber estado realmente


apagada. Por un rato me quedé en la cama, respirando el olor de él en las sábanas,
mientras me preguntaba lo que estaba haciendo. ¿Formas Zen de meditación o
peleando sin cuartel para poner a prueba sus habilidades? Probablemente las dos
cosas. Hablando de habilidades…
Su exposición de la noche anterior me sacudió de mi indolencia. Si Bones se
dedicaba a hacer algo, lo cumplía. Añade mi decaída fuerza de voluntad a la
pintura y puede ser que también espere con las piernas abiertas por él. La idea de
hacer el amor con él inspiraba una mezcla de emociones. Claro, siempre había sido
genial, pero como le había dicho, habíamos estado enamorados. No quería que el
sexo conmigo fuera un enorme bostezo para él, y nunca admitiría si estaba
decepcionado. Si sólo él no tuviera tantas otras mujeres con las que compararme.
Había un par de maneras en que podría manejar esta situación. En primer
lugar, preocuparme con la abstinencia permanente.
Sin esconderme, sin temores acerca de si era bueno para él. Eso no parecía
factible, así que lo descarté.
En segundo lugar, esperar hasta que cualquier relación sexual fuera buen
sexo. Nada como una larga sequía para hacer que la primera lluvia sea muy
apreciada. Una vez más, sin embargo, eso no parecía estar en las cartas. Unas
cuantas noches de dormir con Bones mientras estaba desnudo y lo estaría
esperando de piernas abiertas. Además eso no llevaría a una relación más estrecha,
y ese era el objetivo.
De acuerdo, eso dejaba la tercera opción. Esto iba a doler.
Volví a mi habitación, me duché, me vestí y luego marché al piso de abajo.
Una marcha fúnebre sonaba en mi mente porque sentí como que estaba en camino
hacia el pelotón de fusilamiento.
―Annette.
Mi voz, demasiado jovial, la hizo levantar la cabeza con cautela. Había estado
bebiendo té en la sala con Spade y Denise.
―Cat ―respondió.
―Tú y yo nunca llegamos a charlar ―continué con una sonrisa brillante―.
¿Qué tal si consigo un poco de vino y tenemos un pequeño picnic en el patio, solo
nosotras dos, hum?
Ahora ella estaba más que desconfiada. Su mirada se precipitó hacia Spade en
una forma que expresaba claramente ayuda.
Sin embargo, Annette era cualquier cosa excepto cobarde.
―Estoy segura de que sería encantador… si insistes.
―¡Hecho! ―Mostré otra amplia y falsa sonrisa―. ¿Vino tinto o blanco?
Una risa seca se le escapó.
―En realidad, querida, ¿qué crees?
―Rojo es. ¿Te veo en veinte minutos? Hay un agradable árbol de sombra
detrás de la piscina. Voy a acomodarme ahí.
De nuevo ella movió sus ojos hacia Spade, pero él sólo se encogió de hombros
como diciendo Yo no tengo ni una maldita pista de lo que ella está haciendo.
Denise observó este intercambio con la frente arrugada por la incredulidad.
Cuando me dirigía a la computadora en la otra habitación para marcar mis
solicitudes de bebidas y alimentos, ella me siguió.
―¿Está todo bien? ―preguntó.
―¿Sabes lo primero que haces antes de planear una misión? ―le contesté, un
ligero ajuste de mentalidad―. Investigación de campo.
Su mirada color avellana se amplió con la comprensión. Después se rió.
―Iba a ofrecerme ir contigo, pero creo que me quedaré fuera de esto. Mis
días de investigación de campo se han terminado.
―Sí, bueno. Pensaba que los míos lo estaban también.
Annette se reclinó sobre la manta como si fuera un asiento de terciopelo.
Incluso el escenario al aire libre no disminuía su aire sofisticado. Podría haber
estado en el restaurante más elegante esperando su próxima copa de cristal. No en
el suelo con sólo una manta entre ella y la tierra.
―Muy bien, Cat. Me has sacado a este terrible calor, ¿qué es lo que deseas?
―dijo después de terminar su primera copa.
Tomé un saludable sorbo de mi vino antes de responder.
―Voy a tener relaciones sexuales con Bones esta noche, y quiero asegurarme
de que tengo todas mis bases cubiertas.
Su copa de vino casi se cae de su mano.
―¿En serio?
―No estás invitada a unirte ―continué gratamente―. Me gustaría que
hicieras un gesto magnánimo, Annette. Uno en el que no consigues gratificación
personal.
Sus dos perfectamente formadas cejas se levantaron.
―No tiene sentido, querida.
―Está bien, voy a ir al grano. Nadie conoce más acerca del jodido Bones que
tú, y lo quiero contento. Puesto que él no tiene nada para echarse atrás si el sexo
conmigo es trivial, quiero asegurarme de que estoy empujando los botones
correctos con él. Por lo tanto, ¿vas a ayudarme o no?
Annette se quedó sin habla durante unos momentos antes de que se riera,
fuerte y alegre.
―¡Oh, Cat! De lo qué no te das cuenta es que en este momento tú eres
exactamente como Crispin. Esto es justo lo que él haría, dada circunstancias
similares.
―¿Es eso un sí?
Ella detuvo su risa, pero ese brillo aún estaba en sus ojos.
―El método más eficaz de instrucción es la demostración.
―El día que me crezcan las pelotas ―dije con dulzura―. Verbal solamente.
¿Sí o no?
―Sí. ―Sus labios seguían saltando―. Tú empiezas. Dime lo que ustedes dos
hacen normalmente, y luego voy a decirte lo que has estado descuidando.
Y así es como terminé detallando mi historia sexual a la ex novia de Bones,
utilizando descripciones concisas y sin dejar nada fuera. Después de quince
minutos, la diversión la había dejado y sus ojos habían comenzado a motearse con
esmeralda.
―¿Bien? ¿Qué me estoy perdiendo?
Annette terminó su vino antes de servirse otro. Seguía dándome miradas de
reojo mientras bebía, hasta que finalmente se quedó mirando.
―¿Sabes que he estado bajo la impresión de que eras puritana? Actúas de esa
manera, y aunque yo sabía que eras apasionada, lo siento, tengo orejas, ¡no me di
cuenta que eras una zorrita tan sucia!
Lo dijo en tono acusador, como si hubiera estado escondiéndolo de ella. Tomé
otro trago de mi propio vino y me encogí de hombros.
―Tú conoces a Bones. Yo solía ser mojigata. Él logró superar eso.
―Así parece. ―Sacudió la cabeza―. Fe, esto no tomará mucho tiempo. No
tienes ningún interés en formas de complacerlo con otra mujer, por lo que sólo
puedo sugerir tres cosas…
Las cosas que expuso casi me hacen sonrojar. El primero, no lo había
considerado ya que él era un vampiro y yo no lo creía apropiado, el segundo era
lisa y llanamente embarazoso, y el tercero… bueno.
Veríamos.
―Hmmm ―fue todo lo que dije.
Ella me dio una mirada maliciosa.
―Aun así.
No dijimos nada durante otro minuto, ambas bebiendo nuestro vino.
De repente, empecé a reír.
―¿Puedes imaginarte lo que diría si Bones tuviera su memoria de vuelta y se
encontrara con nosotras dos discutiendo las mejores maneras de tener sexo con él?
Annette rió también.
―Él juraría que drogué tu vino. Es tan malditamente protector contigo.
Con la misma rapidez, mis ojos se llenaron de lágrimas. Sí, me había amado
tanto, que solía ser locamente protector. Había sido molesto a veces. Ahora mataría
por tenerlo de nuevo.
Ella dejó su copa y se deslizó a través de la pequeña manta. A pesar de que yo
la alejé con la mano, puso sus brazos a mi alrededor.
―Pobre chica ―dijo en voz baja―. A pesar de nuestras diferencias, sé cuánto
lo amas. Y en algún lugar muy dentro de él, más allá de este bloqueo, él lo sabe
también. No hay hechizo que pueda borrar eso.
Entonces hice la segunda cosa más inusual que jamás había hecho con
Annette. La dejé que me consolara mientras yo lloraba.

La siguiente vez que Bones vino a casa, yo no estaba escondida arriba. Estaba
en una silla junto al vestíbulo, un vaso medio lleno de ginebra con tónica a mi lado.
Había estado bebiendo de manera conservadora, lo cual no era lo que quería hacer.
Habría bajado dos botellas de ginebra pura, y actuado de acuerdo a mis propias
inclinaciones, pero oler a licor no se prestaba a un estado de ánimo romántico.
Él me vio cuando se quitó el abrigo, acercándose más con este doblado sobre
su brazo en vez de ponerlo en el armario. Llevaba una camisa azul rey, el profundo
color resaltando su piel cremosa. Su pantalón eran negros, pero esa era su norma.
Hace años, me había dicho que tenía mejores cosas que hacer que mezclar y
combinar sus camisas con los pantalones.
―Catherine.
Sólo la forma en que dijo mi nombre hizo que mi ritmo cardíaco se acelerara.
Cuando se inclinó, rozando sus labios a través de mi mejilla, este se aceleró aún
más.
Dondequiera que él y Mencheres fueron durante el día, tenía ducha. Él estaba
recién bañado y olía a jabón, macho, y su propio olor natural. La combinación era
mejor que la colonia.
Detrás de él, Mencheres me dio un rápido y aprobador gesto. Probablemente
había sacado de mi mente cuáles eran mis intenciones. Luego el vampiro egipcio
desapareció por las escaleras sin decir una palabra.
Spade y Denise estaban en el otro lado de la casa, y Annette estaba fuera
viendo una película. ¿Quien dijo que ella no podía ser cortes de vez en cuando?
―Yo, ah, quería hablar contigo ―le dije mientras me levantaba y le indicaba
la habitación cercana.
―Por supuesto.
Él entrelazó sus dedos con los míos mientras caminábamos. Si sólo esto no se
sintiera tan incómodo. O si estuviera desgarradoramente borracha.
―Es bueno verte ―siguió Bones―. He pensado en ti todo el día, como de
costumbre.
―Para. ―Liberé mi mano mientras cerraba la puerta de la habitación detrás
de nosotros.
―¿Parar qué?
―No tienes que decir eso. Lo que quiero decir es, no tienes que tratar de
seducirme. He decidido, um, dejarte salir de la caseta del perro.
Parte de mí había pensado que él oiría eso, me lanzaría por encima de su
hombro, y correría a la cama más cercana.
O, como había ocurrido antes, simplemente ponerse a trabajar justo donde
estábamos. Bones no lo hizo tampoco.
En su lugar, una sonrisa tiró de su boca.
―Agitando la bandera blanca, ¿verdad?
Alcé las manos.
―Simplemente parece justo. Tú podrías morir por estar cerca de mí, y ya
estás muy consciente de ello. Caray, yo estaría exigiendo alguna recompensa, si
fuera tú. Y sé que no eres célibe por preferencia, por lo… el bar está abierto.
Eso atrajo risa pura y simple. En el momento en que se refrenó, mi pie estaba
dando golpecitos por la irritación.
―Me disculpo, amor, pero eso no tiene precio. ¿El bar está abierto? Tendré
eso en cuenta. ¿Tienes hambre?
Mi pie paró de golpear.
―¿Estás siendo vergonzante y metafórico?
Él no se echó a reír de nuevo, pero por su boca retorciéndose, estaba cerca.
―No, me refiero a literalmente. ¿Has cenado ya?
―Bueno, no. ―Con toda mi aprensión, me había saltado eso.
Él me dio una mirada evaluadora, su lengua recorriendo dentro de su labio
inferior.
―Bien, entonces, vamos a salir.
Me tomó la mano y me llevó fuera de la habitación. Cuando llegamos a la
puerta delantera, me detuve.
―¿Qué estás haciendo?
Él me dio una mirada tolerante.
―Ni siquiera puedo recordar la última vez que salimos por diversión, ¿tú sí?
No es de extrañar que te veas tan confusa. Te estoy llevando a cenar, Catherine.
Solos.
Esa última palabra fue prácticamente una advertencia para cualquier persona
en la casa que tratara de detenerlo. Así que jugué la parte de Spade y Mencheres.
―No podemos, no es seguro. Alguien podría ubicarnos y contarle a Gregor,
por no hablar de que no puedo saber dónde estamos. ¡Por Dios, si no estás en el
estado de ánimo, sólo dime! No tienes que volverte todo loco.
Se rió de nuevo, pero esta vez esta estaba llena con más que humor. El verde
establecido claramente en sus ojos y se acercó más hasta que mi retirada fue
bloqueada por la puerta.
―Mi querida y dulce esposa, te deseo terriblemente. En cuanto a los peligros
de salir, has estado bien al mantener los ojos cerrados. Si hay problemas
inmediatos, tengo mi teléfono celular y no vamos a estar lejos. Además ―su
sonrisa se volvió malvada―, ni siquiera hemos tenido una cita adecuada todavía.
¿Qué tipo molesta sin eso? Caray, no sé de qué forma crees que soy.

Bones me llevó a un restaurante de una cadena. Inteligente, ya que este


tendría locales a nivel nacional. Como era la hora de la cena, una larga fila de gente
esperaba para entrar, pero Bones solo mostró sus ojos a la anfitriona y nos fue dada
la siguiente mesa.
No miré el menú. O los coches en el estacionamiento, las placas de circulación
tienen demasiada información. Mantuve mi concentración en él, y lo hizo tan fácil.
Se sentó junto a mí en lugar de frente a mí, tocando mi brazo, la espalda o la mano
de manera ocasional lo que me hacía apenas capaz de masticar, y ni una sola vez
dejó que la conversación se detuviera. Casi había olvidado lo encantador que podía
ser. No se me escapó el notar la atención de varias hembras en la zona o bien,
quien se mantenía lanzándole miradas interesadas. Me recordé que no había nada
de malo en mirar. Arrojar mi tenedor a la frente de alguna chica por mirarlo era
inmerecido. Y demasiado llamativo. Sin duda, tendríamos que cortar pronto
nuestra noche si yo hacía eso.
Bones no comió ya que los alimentos sólidos no eran de su preferencia, por lo
que bebió whisky y me animó a comer todo lo de mi plato. Por sobre mis
objeciones, también ordenó postre y me incitó a comer eso también. Ya que era un
brownie con helado y salsa de chocolate, no requerí de mucha persuasión.
Cuando finalmente puse mi tenedor en la mesa, él soltó un resoplido
divertido.
―Ojos de párpados pesados y una sonrisa saciada. No de la forma en que
había imaginado verlo, pero preciosa, no obstante. Ha quedado un bocado.
Estaba demasiado llena para hacer algo más que mirar.
―Está bueno, debes tomarlo.
―Está bien ―dijo él a la vez.
Tal vez no me imaginé su intención porque yo estaba en el estado
ligeramente aturdida de comer en exceso. O tal vez estaba arrullada por su encanto
natural. Lo que debería haber recordado era que este era Bones.
Solo se comportaba tanto tiempo como su castidad durara.
Su boca descendió sobre la mía, su mano en la parte posterior de mi cuello
evitando que me alejara por la sorpresa. Di un grito ahogado ante el contacto, y él
tomó mis labios entreabiertos como una invitación. Su lengua se deslizó pasando
mis labios, profundizando el beso con una habilidosa sensualidad que me tenía
jadeando por una razón diferente. Mi cabeza se inclinó hacia atrás mientras él
exploraba mi boca con calmada minuciosidad, y cuando deslicé mi lengua a lo
largo de la suya, la chupó con hambre erótica.
Sensaciones secuestraron mi sensibilidad. El sabor del whisky en su lengua. Su
mano en mi cuello, acercándome más. Mis pezones endureciéndose cuando nuestros
cuerpos se encontraron. La carrera de mi pulso, aumentando con cada segundo. Y su
gemido gutural cuando mi mano se movió más arriba por su muslo…
Grité, recogiendo mi mano mientras el color se precipitó a mi cara. Había
estado casi a diez centímetros de sentirlo en un restaurante lleno de gente. ¿Qué
era lo que pasaba conmigo?
Los ojos de Bones se abrieron de golpe cuando me separé, revelando que
habían cambiado de color marrón oscuro a verde brillante.
―¿Qué pasa?
―¿Qué pasa? ―repetí―. ¡Soy una sucia sinvergüenza, eso es lo que está mal!
Varias cabezas se volvieron. Vaya, dije eso demasiado alto. Me hundí más bajo
en mi asiento, deseando que el suelo me tragara.
Bones se rió, bajo y ronco.
―Estoy rompiendo tu regla, Catherine, porque voy a felicitarte de nuevo.
Eres aún más hermosa cuando te sonrojas. Me tendrás devanándome los sesos
pensando en maneras de hacer que lo hagas de nuevo.
―Créeme, ya lo has hecho ―murmuré, maldiciendo mis mejillas calientes.
La camarera se detuvo con la cuenta, echando miradas de desaprobación a los
dos antes de alejarse. Primero por besarnos en la mesa, luego conmigo gritando mi
falta de moralidad. Esperaba que Bones le dejara una gran propina.
―Vámonos, ¿de acuerdo? Creo que he hecho suficiente daño.
Sus ojos habían estado veteándose de vuelta al marrón, pero en ese momento,
brillaban verdes.
―Sentir tu respuesta significa más para mí que cualquier persona en este
lugar, así que ignóralos. He tenido miedo de que mis acciones hubieran matado
cualquier deseo real que tuvieras por mí. Oh, sabía que te gustaba mi aspecto, pero
eso no es lo mismo. No puedo decidir si estoy más encendido o aliviado, y créeme,
cariño, nunca he estado tan excitado.
Casi susurró la última frase. No por propiedad, ya que como dijo, no se
preocupaba por eso, sino porque las palabras más suaves eran más enfáticas. Al
mismo tiempo, su mirada se clavó en la mía hasta que me sentí despojada tanto
física como emocionalmente, y me retorcí para tratar de controlarme.
―De acuerdo, bien, podemos irnos. Si estás, ah, listo para ir a la cama.
Bones se inclinó hacia atrás, mirándome ahora calculadoramente.
―¿Crees que vas a mantenerme a raya de follarte? Equivocada. Te deseo, no
sólo tu carne, aunque confieso un fuerte deseo de eso también. Voy a esperar a
tenerte hasta que salga de ti. No vas a hacer que me conforme con nada menos.
―¿Estás seguro que no tienes tu memoria de vuelta? ―le espeté―. ¡Porque
suenas justo como lo hiciste el día que me dejaste!
Tan pronto como las palabras me dejaron, puse una mano sobre mi boca.
Acababa de abrir una herida que apenas había cicatrizado, y por su inmediata
respuesta, él lo sabía.
―No estaba solamente Gregor entre nosotros, ¿verdad? ¿Hiciste esto antes?
¿Protegerte de mí?
―La gente está esperando esta mesa ―dije con evasivas, mirando alrededor
para evitar su mirada.
No funcionó.
―No quieres tener esta conversación en la casa con una docena de fisgones
más de lo que yo lo hago. Aquí y ahora, Catherine, vamos a resolver esto.
Nunca lo dejaría. No Bones, rey de seguir las cosas hasta el final.
―Voy a necesitar un galón de ginebra para esto ―me quejé mientras trataba
de alejarme de él. Al menos yo podía poner un poco de distancia física si él estaba
a punto de destrozar mis barreras emocionales.
Bones me miró antes de golpear el dinero sobre la mesa. Entonces agarró mi
mano.
―Galón de ginebra, ¿dices? Conozco el lugar.
Me llevó fuera del restaurante y cerré los ojos una vez que llegamos al
estacionamiento, siguiendo el jalón de mi mano hasta el coche. Una vez en este, me
concentré en la canción que estaba sonando en lugar de los ruidos de lugares
cercanos. Era una vieja, “Under Pressure” de Queen, y podría relacionarme con las
letras. Estaba bajo presión también, y estaba a punto de empeorar.
Bones no condujo muy lejos antes de que nos detuviéramos. Abrió mi puerta
y tomó mi mano de nuevo. Incluso estos pequeños toques me afectaban,
despertando un punzante anhelo. Era tan raro extrañar a alguien cuando estaba
justo a tu lado.
―Abre los ojos ―dijo después de que me condujo al interior.
La señal de neón de Budweiser fue lo primero que vi. Estábamos en un bar
ruidoso y bullicioso. Al menos no me sentía mal vestida como había pasado al
cenar. Mi camisa abotonada y jeans encajaban bien aquí.
Bones nos llevó a la barra.
―Ginebra, estante de arriba, la botella entera.
El dinero cambiando de manos resolvió la objeción del camarero. Yo estaba
demasiado nerviosa sobre nuestra próxima discusión para estar avergonzada por
esa pequeña escena. Cuando Bones me llevó a una mesa en el extremo alejado de la
barra, tomé la botella de él y comencé a beber.
Bones esperó hasta mi tercer trago profundo antes de hablar.
―¿Te resguardaste de mí todo el tiempo que estuvimos juntos?
Mis manos temblaban sobre la botella, la que agarré como a un salvavidas.
Aun así, me negaba a mentir.
―Sí, más o menos.
―¿Por qué?
Una pregunta tan simple. Por lo tanto imposible de responder.
Suspiré.
―Diferentes razones para diferentes circunstancias. Cuando nos conocimos
por primera vez, fue porque odiaba a los vampiros y tú eras uno de ellos. Años
más tarde, después de que me encontraste, tenía temores acerca de mi trabajo, mi
madre, y tú queriendo cambiarme. Luego averiguar que yo era, como, la
treintamilava mujer con la que habías dormido. Siempre encontrándome con tus ex
era un poco difícil de tragar, y…
―¿Quién te dijo ese número? ―interrumpió, asombrado.
Tomé unos cuantos tragos más antes de contestar.
―Tú lo hiciste.
Ambas cejas se levantaron.
Asentí en confirmación.
―Pregunté, y tú dijiste que de tres a cuatro mujeres a la semana era tu
promedio antes de mí. Multiplica eso por tu edad, y ahí lo tienes.
―Maldición ―juró―. No sé lo que estaba pensando, revelando algo así a mi
esposa. ―Me dio otro barrido apreciativo con sus ojos, como si midiera lo que le
había hecho decirme eso.
Estaba contenta por el cambio de tema y seguí adelante.
―También dijiste que considerabas que perdiste tu virginidad en cuatro
etapas.
Sus cejas fueron más altas.
―¿Te dije eso también? ¿Me bombeaste por completo con suero de la verdad
una noche? ¿Es así como lograste que cantara como un adolescente?
―Algunas de las cosas que me dijiste no eran para ser creídas, pero juraste
que eran verdad. Como que en el tiempo en que fuiste un puto y después de una
noche particularmente ocupada, fingías una erección con una nueva cliente usando
tus dedos para mantener recta tu verga. Ahora eso podía imaginarlo, pero dijiste
que la mujer nunca supo…
―Claramente me abrí contigo de una manera muy personal ―me
interrumpió, resolviendo reemplazar la incredulidad en su expresión―. Todo el
mundo me dice que yo estaba profundamente enamorado de ti. Las cosas que tú
sabes, como lo del perfume de mi madre y otras historias que nunca he
compartido, sólo solidifican eso. Sin embargo, admites que me mantienes a
distancia, y todavía no has dicho por qué.
Casi me atraganté con la ginebra. El centro de atención estaba de nuevo en
mí, con refuerzos.
Bones se me quedó mirando, esperando. A nuestro alrededor, la gente bebía
y bailaba y luchaba y tenían sus propios problemas. En el gran esquema de las
cosas, un matrimonio tambaleante no importaba, excepto para las dos personas en
eso.
―No sé por qué ―dije, por fin, en voz muy baja―. Parecía que cada vez que
me abría, algo malo sucedía y necesitaba mis escudos para conseguir pasar a través
de eso. Casi salté de un acantilado cuando pensé que estabas muerto, y Vlad tuvo
que convencerme. Eso es lo que pasa cuando me dejo llevar. No puedo soportar
necesitarte tanto, así que… me contengo. Sólo lo suficiente. Entonces, si te vas,
todavía puedo funcionar, sin importar la razón por la que no estás allí.
Una pequeña y torcida sonrisa tiró de su boca.
―Nunca valores algo más de lo que puedes permitirte perder. Sí, entiendo
eso muy bien. Es lo que yo he vivido por todos estos años, por lo que parece que
me casé con alguien como yo. Supongo que es apropiado.
No dijimos nada durante unos minutos. Bebí mientras esos ojos marrones se
clavaron en los míos cada vez que me encontraba con ellos, lo cual no era a
menudo. Por último, deslizó su mano sobre la mesa, la palma hacia arriba.
―Pongámonos de acuerdo para detenernos, los dos. Toma mi mano,
Catherine. No más red de seguridad, ni escudos. Vamos a dejar entrar el uno al
otro, a pesar de que va a significar vivir una vida tan peligrosa como se ponga.
¿Estás conmigo?
Mi primer impulso fue correr tan lejos como mis piernas me podían llevar. La
mirada de Bones prometía hacerme mantener cualquier voto que yo hiciera, y no
creía que pudiera manejar perder todas mis defensas. Él no estaba ofreciendo
garantías tampoco. No podía. En la vida, no había ninguna.
Miré su piel pálida, ancha palma, dedos afilados, y uñas cortas. Sabía mucho
de la historia detrás de esa mano, y la mayor parte no era bonita. La violencia en su
pasado sólo era superada por el libertinaje, y tal vez más. Tal vez yo realmente no
quería descubrir todo sobre Bones.
Y, sin embargo, al final, ninguna de mis preocupaciones importaba. Este era
Bones, y nunca había sido capaz de ayudarme cuando se trataba de él.
Mi mano cubrió la suya como el acero a un imán. Incluso si esto me destruía,
y demonios, probablemente lo haría, aun así no podía hacer nada más.
Bones sacó un cuchillo con la otra mano. Le di una mirada inquisitiva cuando
lo presionó contra mi palma.
―No recuerdo hacer esto antes, y hasta que tenga mis otros recuerdos de
vuelta, quiero algo por mí mismo.
El cuchillo marcó mi palma, la sangre brotando en el corte. Me soltó y luego
se cortó la mano de la misma forma.
―Reclámame como tuyo, Catherine.
Una oferta y una demanda. Encontré sus ojos mientras tomaba su mano con
la mía, sintiendo su sangre comenzar a curarme al contacto.
―Por mi sangre, tú eres mi esposo ―dije en voz baja.
Su mano se apretó sobre la mía.
―Por mi sangre, tú eres mi esposa. Por siempre.
Le di una pequeña sonrisa, casi tímida.
―¿Quieres besar a la novia?
Él no devolvió la sonrisa. En cambio, su expresión era muy seria.
―Sí.
Esta vez su beso fue restringido. Yo fui la que moví mi lengua dentro de su
boca, anhelando su sabor. Luego fui la que envolvió mis brazos alrededor de él y lo
atraje más cerca.
Su restricción desapareció. Enredó su mano en mi cabello, inclinando mi
cabeza hacia atrás y abriendo más mi boca mientras él devastaba el interior. Yo lo
agarré, sintiéndome de repente mareada. Su otra mano corrió por mi espalda,
moviéndome hasta que nuestras caderas se alinearon. Luego me besó más
profundo, mientras el bulto en su pantalón golpeaba mi punto más sensible.
Ante la sensación de él allí, esa negada y hambrienta parte de mí se alzó y
dijo, Ahora. No más tarde, no de vuelta en la casa. Ahora. Mismo.
Mis manos corrieron por su espalda, su pecho, su estómago, no podía dejar
de tocarlo. Bones se permitió un gemido áspero y me levantó. Mis pies hicieron
contacto con varias personas mientras él se empujaba a través de la multitud hacia
la salida, pero llegó allí tan rápido que ellos probablemente no sabían qué les había
golpeado.
Se movió tan rápidamente a través del estacionamiento, todavía besándome
con un hambre que me hizo ajena a cualquier otra cosa. Una vez que llegamos al
coche, Bones me depositó en el asiento delantero, pero no lo dejé ir. Lo jalé encima
de mí, apenas registrando el sonido de la puerta del coche al cerrarse.
Él luchó para salir de su chaqueta sin romper el contacto de su boca conmigo.
Todo el tiempo, ese abultamiento continuó frotándome de la manera más excitante
y erótica. La fricción íntima desgarró lo último de mi control, volviéndome loca de
deseo. Él hizo un ruido áspero cuando envolví mis piernas a su alrededor, luego
sentí el asiento irse todo de un tirón hacia atrás.
Su camisa se desprendió con un solo e impaciente tirón, luego con una
sacudida, separó mi blusa y sujetador. Cuando mis pechos lo tocaron, piel sobre
piel, el contacto me llevó fuera de mi mente. Me retorcí contra él en muda
demanda, sin preocuparme de que apenas podía respirar de sus incesantes y
devoradores besos. Sus manos fueron a mis jeans, y después de un desgarrón, los
empujó por mis piernas.
―No dejes de tocarme ―jadeé, ardiendo al sentir sus manos sobre mí de
nuevo. Incluso los segundos que había pasado quitándome mi jeans fueron
demasiado largos.
―No puedo parar ―gruñó. Luego arrancó la parte delantera de su pantalón.
Me retorcía debajo de él, clavando las uñas en su espalda, todo mi cuerpo
zumbando.
―¡Bones…!
Su nombre terminó en un grito cuando se empujó dentro de mí. Mis entrañas
se apretaron ante el placer insoportable cuando se movió más profundo,
estirándome con su largo y grosor. Pegué mi boca a su cuello, extendiéndome
hacia él mientras mis uñas arañaban su espalda.
Las palabras se derramaron fuera de mí, pero no sabía lo que eran. Mi
corazón latía tan fuerte que me ensordeció. Esos profundos y duros empujones me
hicieron llorar de éxtasis. Cada terminación nerviosa crepitaba, y mis músculos se
tensaron cuando él apretó su paso hasta que me oí pidiendo a gritos más en una
voz que se rompió en sollozos apasionados.
Bones levantó mis caderas, inclinándome mientras empujaba tan
profundamente dentro de mí que grité. Se inclinó hacia delante, aumentando la
presión erótica, y se meció con fuerza y rítmicamente. Explosiones de placer se
dispararon a través de mí. Esa hirviente tensión rompió todo a la vez,
sacudiéndome con el orgasmo. Él no se detuvo, y sus movimientos continuos me
mantuvieron gritando con pasión. Después de unos minutos, sus manos sujetaron
mis caderas, mientras todo su cuerpo se tensó. Un grito ronco fue seguido por un
latido profundo mientras su clímax vibró a través de mí, y me deleitaba con la
sensación de este.
Después de varios minutos, se movió para descansar su peso sobre sus
brazos, esperando hasta que paré de hiperventilar antes de que me besara.
―Maldita sea, amor, estoy temblando.
Solté una risa jadeante ante la sorpresa en su voz.
―Siempre lo haces.
―No ―susurró―. No lo hago. ―Entonces la preocupación saltó a través de
sus rasgos―. ¿Te lastimé? No quise perder el control así…
―¿Me siento lastimada para ti? ―le interrumpí con otra risa sin aliento.
Sonrió y me derretí al verlo. Él todavía estaba dentro de mí, aún duro, y se
sentía tan bien que pensé que lloraría.
No lo hice porque en el instante siguiente, luces rojas y azules brillaron detrás
de él. Bones dejó escapar una vil maldición justo cuando una voz resonó:
―¡Policía! ¡Salgan con las manos en alto!
―¿Estás fuera de tu maldita mente? ―tronó él en respuesta.
―¿Qué está pasando? ―logré decir antes de que él me sacara de debajo de él,
empujándome hacia el asiento trasero.
―Quédate abajo. Estúpidos idiotas, simplemente amartillaron sus armas
―murmuró.
¿Armas?
―Espera…
―Son sólo humanos, voy a poner en orden esto ahora mismo ―dijo,
cortándome―. Hay un poco de gente ahí fuera, Catherine. Ponte esta camisa.
Yo estaba medio sentada sobre su camisa en el asiento trasero, pero mi ropa
no estaba a la vista, así que la agarré.
―Estoy saliendo, muchachos, con calma y tranquilos ―dijo Bones.
―Con las manos en alto ―le recordó el obstinado policía.
Bones abrió la puerta y extendió sus manos. Mientras tanto, yo me retorcía
para ponerme su camisa.
―¡Que nadie se mueva en el coche! ―Fue el siguiente grito.
―Es sólo mi esposa, compañero, no hay problema. Ven y velo por ti mismo.
Bones estaba usando su voz vampiro, levantando los vellos en la parte
posterior de mi cuello con su timbre. Ya que yo no estaba más perdida en la
lujuria, ahora podía oír y ver la pequeña multitud esperando detrás de la policía.
Bueno, ¿qué esperaba? El sexo ruidoso en un estacionamiento estaba destinado a
llamar la atención.
Uno de los dos policías se acercó y me sonrojé cuando vi a Bones salir del
coche usando nada más que sus zapatos. Gracias a Dios los otros coches
bloqueaban la mayor parte de él de la vista de los clientes del bar.
―Obviamente no estoy armado, así que déjeme explicarlo ―dijo, haciéndose
eco en el mismo tono razonable.
Una vez que el oficial estaba lo suficientemente cerca, Bones lo golpeó con su
mirada. Sus ojos brillaron sólo por un instante, pero fue suficiente.
―Dile a tu compañero que todo está bien y que venga aquí ―le dio
instrucciones en voz baja.
―Jack, ven acá ―entonó el policía, bajando la pistola―. Está bien, no hay
ningún asalto en progreso.
Interiormente, rechiné los dientes. ¿La gente había llamado a la policía
porque pensaban que había un asalto sucediendo? ¡Eso es lo que consigo por ser
una gritona!
―¿Ed?
El otro policía no había bajado la pistola. Todavía se mostraba cauteloso, bien
por él. Pero se acercó. Bones esperó hasta que la espalda del oficial estaba hacia la
multitud antes de que su mirada se iluminara de nuevo.
―Nada está pasando. Falsa alarma, ¿correcto, compañero? Nos estamos
yendo y ni siquiera informarán de esto.
―Claro ―dijo el policía con la misma mirada vidriosa como su compañero,
Ed. Incluso sonrió―. Ustedes amigos, cuídense ahora, ¿me escuchan?
―Gracias de todas formas ―respondió Bones con menos gracia―. Ahora
dígale a esas malditas personas que se metan en sus propios asuntos y vuelvan a
entrar.
―Amigos, no hay nada que hacer aquí. ―Sonó la voz del oficial Ed mientras
despedía a los espectadores―. ¡Vamos regresen adentro antes de que empiece a
comprobar las licencias y seguros!
Eso obtuvo resultados. Con quejas, la gente se dispersó. Hubo unos cuantos
silbidos y algunos comentarios lascivos, pero pronto sólo un par de curiosos se
mantuvieron.
―En este momento, caballeros, ustedes se van.
Bones esperó hasta que los policías regresaron a su coche antes de caminar
hacia el lado del conductor, totalmente indiferente sobre su desnudez. En el
ínterin, yo había conseguido ponerme su camisa, agradecida de que esta colgara
hasta mis muslos ya que mis bragas estaban despedazadas y mis jeans arruinados.
Casi ser arrestada post coito era sin duda un asesino de estado de ánimo.
―Ten. ―Le entregué su pantalón cuando abrió la puerta―. La cremallera
está rasgada, pero te cubrirán.
Bones entró en ellos y luego subió al coche. Me arrastré de nuevo hacia el
asiento delantero y ajusté la palanca hasta que el asiento estaba en posición vertical
una vez más. Nos fuimos con un giro de los neumáticos, yo cerrando los ojos ante
toda la escena.
―Esto fue mi culpa, Catherine, lo siento ―dije Bones.
Mantuve los ojos cerrados a pesar de que no tenía sentido.
―Tú no fuiste el que gritó tan fuerte que alguien llamó a la policía.
―Tal vez no, pero debería haberme controlado hasta que estuviéramos de
vuelta en la casa. Lo que es peor, perdí la conciencia completa de mi entorno. Es
una cosa malditamente buena que solo los policías tropezaran con nosotros, o
podría haber conseguido que te mataran.
Solté una risa acuosa.
―Soy tan culpable como tú lo eres, y si tú hubieras tratado de poner los
frenos antes, habría habido un asalto en progreso.
Él se rió entre dientes.
―Esta no es la forma en que intentaba que las cosas salieran esta noche, pero
voy a compensarte tan pronto como volvamos.
Suspiré.
―Tengo dos palabras que te harán olvidar todo acerca de ese plan.
―¿En verdad? ―Sonaba muy escéptico.
―Omaha, Nebraska ―dije, y abrí los ojos.
―Maldición ―dijo Bones con sentimiento.
Asentí.
―Sí.
Mientras yo había visto el drama con Bones y la policía, cosas adicionales
habían llamado mi atención. Matrículas. El nombre de la ciudad pintado en el
coche de la policía. El despachador de radio en el fondo, dando direcciones de
calles y códigos. En resumen, mi ubicación exacta.
Bones sacó su teléfono móvil, marcando. En el otro extremo recogieron al
primer timbre.
―Hola, Charles… No, estamos bien. Estamos en el camino de vuelta, pero
nos metimos en una clase de problema. Catherine sabe dónde estamos… Sí…
Correcto… Te veo en una hora.
Colgó.
―Van a empezar los preparativos. Voy a pedirte que te reclines y cierres los
ojos. Ya conoces la ciudad, pero no hay necesidad de hacer más fácil para Gregor
encontrar la casa. Vamos a conducir por un rato para hacerte perder la noción de la
distancia exacta.
―¿Podemos parar en una gasolinera?
―¿Por qué? Tenemos gasolina… Oh, está bien. ―Entendió―. Por supuesto.
Yo tenía que orinar, pero esa no era mi única razón para querer visitar un
cuarto de baño. El interior de mis muslos estaba mojado, y entrar en una casa llena
de vampiros como que no era agradable. Añádele usar sólo su camisa, y Bones
puede también escribir ¡Tuve sexo! en su frente.
Bones fue a la estación de servicio más cercana y le dieron la llave del baño
para mí. Me quedé en el coche, observando con diversión oscura las miradas que el
empleado del mostrador le dio. Él todavía estaba sin camisa y había un agradable
y gran desgarro a lo largo de la entrepierna de su pantalón. Era una cosa muy
buena que Bones se curara tan rápido, o las diversas marcas de arañazos y
chupetones habrían sido aún más comprometedores.
Después de que respondí a la llamada de la naturaleza, me refresqué lo mejor
que pude con toallas de papel, agua y jabón líquido. Una ducha caliente hubiera
sido preferible, pero eso no estaba en la carta. Probablemente estaríamos yéndonos
justo después de que regresáramos a la casa.
Bones se materializó junto a mí cuando salí del baño, haciéndome saltar. Yo
había pensado que él todavía estaba esperando en el coche.
―Me asustaste ―dije con una risita.
Él lanzó un vistazo abajo por el frente de mí.
―¿Te arrepientes de hacer el amor conmigo?
No había esperado eso.
―¿Por qué…? ¿Qué…?
―Un simple sí o no, Catherine ―dijo, agarrando mis hombros y dándome
esa mirada sin parpadear.
―¡No! Es decir, lamento lo que pasó después con la policía, pero… ¿por qué,
tú sí?
―Por supuesto que no ―soltó―. Entonces, ¿por qué te lavaste como si te
hubiera ensuciado?
¿Estaba ofendido porque me había limpiado? Bueno, eso era nuevo.
―¡Porque es pegajoso caminar por ahí así! Sé lo bien que los vampiros
pueden oler, y hay un montón de ellos esperando de vuelta en la casa. Concédeme
un poco de dignidad, ¿quieres?
―¿Pegajoso? ―Bones pareció reflexionar sobre la palabra―. Tenemos una
diferencia de opinión. No estoy apresurado en lavar tu aroma de mí. De hecho, no
puedo esperar hasta que esté sobre cada centímetro de mí.
Vaya. ¡Supongo que Annette había tenido razón sobre la sugerencia número
dos!
Una risa baja se le escapó.
―Estás sonrojándote de nuevo. He terminado de contenerme, eres
absolutamente impresionante. ¿Sabes por qué me reí la primera vez que te vi?
Porque todavía medio pensaba que esto era una broma. Charles me cuenta una
historia espeluznante sobre un enemigo, un matrimonio olvidado, y un hechizo
para inducir amnesia, luego entra esta exquisita chica que se supone que sea mi
esposa. Ni siquiera parece posible.
Me besó entonces, rápido y ferviente. Ni siquiera tuve la oportunidad de
responder antes de que lo terminara.
―Vámonos. Parece que no tengo nada de fuerza de voluntad cuando te beso.
Más tarde voy a besar y probar cada centímetro de ti. No voy a ser capaz de pensar
en otra cosa hasta entonces.
Con mucha más inestabilidad que antes, me metí en el coche. No, no era una
buena idea para él besarme. Yo quería más cuando hacía eso también, y había
tantas estaciones de servicio entre aquí y la casa.

Afortunadamente, nadie se inmutó cuando llegamos en nuestros diferentes


atuendos. Bones me dio su abrigo para que lo usara, por lo que estaba cubierta con
decencia, por lo menos. Él sólo llevaba el pantalón rasgado y zapatos, pero no
había tiempo para guiños y codazos. Mencheres lo llevó aparte en cuanto
cruzamos el umbral, y yo fui directamente a mi habitación a cambiarme. Denise y
Spade estaban cargando el coche por lo que oí, y Annette estaba charlando con
Fabian, así que alguien debía estar recogiendo sus maletas. Por el ajetreo de la
actividad, estaríamos yéndonos pronto.
Tiré algunas cosas en una maleta que había sido colocada sobre la cama. Ya la
mayor parte de mis otras cosas estaban empacadas, a juzgar por los cajones vacíos
y las maletas junto a la puerta. Una mirada a la habitación de Bones mostró a un
adolescente pecoso llevando algunas bolsas hacia la puerta. Me sonrió y me dijo
que estaría de vuelta para buscar las mías. Bueno, así que estábamos saliendo muy
pronto.
Spade me vino a buscar diez minutos más tarde.
―Ven conmigo, Cat. Te voy a mostrar tu coche.
―¿Dónde está Bones?
Él me dio una sonrisa hastiada.
―Aún con Mencheres, supongo.
Eso sonaba débilmente siniestro.
―No es su culpa ―le dije a la vez―. Yo soy la que no cerró mis ojos en el
estacionamiento…
―Tranquila ―me interrumpió Spade con una risa―. Crispin sabía cuando te
sacó que podrías descubrir tu ubicación. Optó por hacerlo de todos modos, y ahora
está siendo detenido para que responda por eso. No te preocupes. Mencheres solo
le está dando a grandes rasgos su opinión.
El comportamiento de Spade era mucho más amigable. Desde que Vlad había
incendiado su casa, él había estado un poco espinoso a mi alrededor.
―¿Por qué estás en tan buen estado de ánimo? ¿Feliz por un cambio de
escenario?
―Mi mejor amigo está más feliz ―respondió al instante―. Vamos ahora, Cat.
Si Denise fuera la que sin querer me hubiera engañado y yo la tratara con frío
comportamiento, ¿cómo responderías? ¿Especialmente si ella estuviera
verdaderamente arrepentida? Estarías despellejando a pedazos mi culo y los dos lo
sabemos, así que ¿puedes culparme por querer hacer lo mismo?
Bueno, eso fue honesto. En los términos propuestos, también tenía un punto.
Yo lo cortaría en rodajas si él hiriera a Denise.
Supongo que él había luchado con compulsiones similares.
―Si no lo quisiera tanto, sería más lógica ―le dije al fin.
Spade sonrió.
―Lo sé. ―Entonces se rió y le dio a mi culo un golpe rápido―. Es por eso
que este está aún intacto, sin mi bota metida allí.
Le di una palmada en la mano, pero ya se había alejado. Luego tomó mis
maletas, utilizando una para señalar.
―Vamos, Reaper. Vamos a perdernos de nuevo.

Un humano desconocido estaba al volante del coche en que Spade me llevó.


No se había tomado la molestia de presentarnos.
Esa política de ningún nombre, supuse. Tan pronto como Bones entró, nos
fuimos. Toda una caravana de vehículos iba también, por el sonido de la misma.
Tenía mis ojos cerrados. No había necesidad de darle a Gregor una imagen mental
de las cosas. Espera hasta que se asome a mi mente y descubra que había tenido sexo con
Bones. El pensamiento casi me hizo sonreír.
Brazos fríos se acomodaron a mi alrededor cuando Bones me reacomodó
hasta que mi cabeza estaba en su pecho. Entonces algo ligero fue colocado encima
de mí.
―Vamos, amor. Abre tus ojos.
Lo hice y vi una sábana oscura cubriéndonos a los dos. Se sentía como si
fuéramos niños montando una tienda, y reprimí las ganas de preguntarle si había
traído una linterna.
Bones sonrió.
―Ahora al menos podemos mirarnos el uno al otro mientras hablamos.
Vamos a estar conduciendo alrededor de dos horas antes de cambiar los medios de
transporte. Sé que estás cansada, pero no te duermas hasta después de eso.
―No estoy tan cansada. Por lo general no duermo hasta el amanecer, de
todos modos.
Una ceja oscura se levantó.
―Has estado en la cama antes de la medianoche durante toda la semana.
¿Esa no es tu rutina normal?
Decidí darle una respuesta honesta.
―Te estaba evitando. Primero fue porque estaba molesta, y luego cuando
estaba a tu alrededor, o me ponía a balbucear o hacía algo completamente
embarazoso. Esconderme en mi habitación se sentía como el menor de dos males.
Bones atrapó mi mano en la suya.
―No te estás ocultando por más tiempo, ¿verdad?
No escapó a mi atención que él sostenía la misma mano que había usado para
nuestro juramento de sangre.
―No ―dije en voz baja―. Ya no más.
Asimismo, no escapó a mi atención que la última vez que habíamos estado
reclinados en un coche, había sido bajo circunstancias muy diferentes. Me moví,
encontrando una posición más cómoda, y el movimiento causó una punzada de
dolor abajo. Lo bueno era que no íbamos sobre caminos sin asfaltar.
Bones se me quedó mirando mientras su otra mano se deslizó hacia abajo
hasta que descansó debajo de mi ombligo.
―Fui demasiado rudo antes. Déjame curarte.
Su voz era suave, y con la radio a todo volumen, el humano conduciendo el
coche no podía escucharnos. Eso hizo que nuestra conversación se sintiera privada
incluso si las circunstancias no lo eran.
―No ―susurré―. Me gusta sentirte allí. ¿Dijiste que mi olor era
reconfortante? Bueno, esto lo es para mí, y no fuiste demasiado rudo. Me encantó.
Esto es lo que siento generalmente después, pero no es dolor, créeme.
Le estaba diciendo la verdad. Este era una especie de dolor agradable, y se
incrementó cuando sus ojos comenzaron a volverse verdes.
―Mereces mucho más que un asiento trasero, pero no pude evitarlo. Sentí
tanto mientras te tocaba que rompió mi voluntad. Gregor puede haberte robado de
mi mente, pero está claro que tú fuiste más profundo que eso. Estás debajo de mi
piel, Catherine, y ahora sé que ninguna persona o hechizo puede alejarte de mí.
La felicidad me recorrió.
―Bueno, si eso ayuda en tu progreso… supongo que tendremos que hacerlo
cada noche.
Él dejó escapar un resoplido divertido.
―Créeme, no estás alejándome de tu cama por más tiempo. Sólo tuviste éxito
antes porque no conocía nada mejor. Habría estado aullando fuera de tu puerta
como un perro sarnoso si lo hubiera sabido.
―Eso habría sido la última gota para Spade. Me habría disparado.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor. La sensación de él era como terapia,
calmando mis anteriores dolores.
―Dime cómo nos conocimos. Quiero saber todo sobre eso.
Me acomodé con un suspiro de satisfacción.
―Tú estabas en un trabajo, y habías realizado un seguimiento de tu objetivo
hasta un bar en Ohio. Yo estaba allí también, sólo con ganas de matar a cualquier
vampiro que pudiera conseguir solo. Te vi, me acerqué y te pregunté si querías
follar…

La nueva casa no tenía un granero, caballos, o un gran patio trasero, con


pasto similar. Estaba en el bosque, nada más que árboles a su alrededor. El interior
tampoco era tan exclusivo como los últimos lugares. De hecho, era de algún modo
rústico. Spade arrugó la nariz con leve desagrado. Me encantó.
Habíamos volado las últimas horas, luego cambiamos de vuelta a los coches
durante los últimos cuarenta minutos. Era bastante después del amanecer, y yo
sólo quería ducharme, lavar mis dientes, e ir a la cama envuelta en los brazos de
Bones.
Mencheres, sin embargo, tenían otras ideas.
―No, porque él está viniendo conmigo ―fue la respuesta inmediata de
Mencheres cuando le pregunté a Bones si estaría subiendo de una vez.
―¿Eh? ―Me detuve en las escaleras, mi maleta todavía en la mano.
―Me temo que no te veré hasta esta noche. ―Bones casi suspiró las
palabras―. Entrenamiento. Ya vamos un poco tarde.
―Pero no has dormido ―protesté, empezando a bajar.
―Eso no lo excusa ―declaró Mencheres.
Ahora yo estaba molesta.
―¿No eres un poco demasiado viejo para el despecho, ah, por unos pocos
miles de años?
Bones se acercó para descansar una mano tranquilizadora en mi brazo.
―Yo ya sabía que este era mi castigo. ¿Crees que cambiarían mis acciones por
causa de la pérdida de sueño? Tú solo consigue un montón de descanso para ti.
Después de todo ―rozó sus labios junto a mi oreja―, vas a necesitarlo.
A falta de un arranque de cólera, no parecía haber mucho que yo pudiera
hacer. Me contenté con mentalmente informarle a Mencheres que era una mierda
insensible, y desagradable, y di la vuelta. Supongo que era sólo ducha, lavar mis
dientes e ir a la cama, solo para mí.
―Voy a estar esperando por ti ―le dije mientras me dirigía hacia las
escaleras.
Bones soltó una breve risa.
―Sería mejor que lo estés.
Escogí el dormitorio en la esquina más alejada de la segunda planta. No el
más grande, pero estaba más lejos de los demás. La privacidad era una ilusión,
pero era lo mejor que podía hacer. Sería tan agradable tener privacidad real de
nuevo y no sólo su falsificación.
Después de mi baño, dormí por unas horas. No tantas como debería haberlo
hecho, pero me despertaba y buscaba a través del espacio vacío. Con el tiempo me
di por vencida y fui abajo.
Annette estaba viendo la televisión, dando instrucciones a la actriz en la
pantalla.
―No corras hacia las escaleras, tonta. ¡El asesino está justo allí!
Ah, una película de terror. Entonces olfateé con confusión.
―¿Estás usando perfume?
Annette levantó la vista y se rió.
―¿Estás ciega? Mira a tu alrededor, Cat.
En ese momento, finalmente reparé en el resto de mi entorno. Por Dios, ella
tenía razón. Si éstos hubieran sido fuerzas enemigas, yo estaría muerta. Las rosas
estaban en casi cada mesa disponible. De tallo largo y hermosas rosas de color
carmesí.
―¿Bones hizo que entregaran éstas?
―No, las cajas de jugo las recogieron ―respondió ella, volviendo su atención
de nuevo a la película―. Ellos están en una casa en la carretera.
Quería decirle que llamar a los donantes de sangre residentes cajas de jugo no
era educado, pero no me molesté. Todo lo que hice fue murmurar:
―Tú nunca serás normal. ―Y me dirigí al piso de arriba.
―¡Tampoco lo serás tú, querida! ―cantó Annette.
Arrogante tarta inglesa. Y sin embargo, cuando ella tenía razón, tenía razón.

Denise dejó sus cartas después de que Spade le dio un codazo.


―No es justo ―protesté―. Cada jugador por sí mismo.
Los tres habíamos estado jugando al póquer. Denise era mejor al engañar,
pero sus otras habilidades no habían madurado tan rápidamente. Ella y Spade se
asociaron sin vergüenza.
―No es eso. Vamos a salir ―dijo Spade, dejando su mano.
―Oh. ―Dejé caer mis cartas―. Bueno, no se pongan raros en un
estacionamiento. A los policías no les gusta eso.
Denise se echó a reír.
―¿Es eso lo que pasó anoche?
―Solo vamos a decir que perturbamos la paz y dejémoslo así.
Spade no se rió, pero sus labios se torcieron.
―Es un milagro que Crispin no los matara.
No estaba a punto de explicar más. Solo debería haberlo callado, para
empezar.
―Puede haber querido. No pregunté.
―En efecto. ―Su boca se torció de nuevo―. Parece que está tomando
precauciones en esta ocasión. Estamos saliendo, Mencheres se va, Annette va a
estar quedándose durante la noche en la otra residencia, y Fabian estará flotando
en otro lugar. Van a tener la casa para ustedes solos.
Un lento rubor se deslizó por mi cara.
―¿Bones arregló eso?
Ahora Spade se rió.
―¿Qué crees?
Bueno, ¿qué de hecho? No menos de seis docenas de rosas estaban alrededor
de la casa, además de que también había conseguido una caja de ropa interior
nueva. Eso me había partido sin embargo, debido a la nota dentro: Ahora no
necesitas preocuparte por usar la ropa interior de alguien más.
Sea lo que fuere que Mencheres tenía haciendo a Bones, claramente le había
permitido un cierto tiempo para hacer arreglos. No debería ser una sorpresa que
Bones tuviera intenciones para esta noche, falta de sueño o sin falta de sueño.
―Um, tengan un buen rato ―dije, tratando de actuar tranquila.
Spade no dijo, “¡Tú también!” con un guiño de complicidad. Él solo sonrió y
tomó a Denise de la mano.
―Estaremos de vuelta antes del amanecer.
Se fueron, y poco después, Annette siguió el ejemplo. Ya que era pasado el
anochecer, Bones estaría aquí pronto. Limpié los restos del póquer y luego fui a mi
habitación.
Muchas mujeres tienen un ritual para un encuentro sexual planeado. En
cierto modo, era el pre-juego previo del juego previo. Me di una ducha rápida y me
lavé los dientes. Ya me había afeitado en mi baño de más temprano, de manera que
había terminado. Luego apliqué la loción sin aroma, suavizando aún más mi piel.
Después de un rápido secado, puse unos pocos rizos en mi cabello para volverlo
completamente desordenado. Por último, apliqué una pizca de maquillaje con
lápiz labial mate.
Acababa de terminar cuando oí el coche detenerse. Fui abajo, deseando estar
en una semi-pose. A medida que el coche se detuvo, me ubiqué en el sofá, y luego
pensé, ¿Y si no estaba solo? Salté, comenzando a subir las escaleras, pero me relajé
un segundo más tarde. Sólo había oído cerrarse una puerta del coche, por lo que
Mencheres no debía haber vuelto con Bones.
La llave giró en la cerradura, haciendo que fuera demasiado tarde para
repetir mi anterior pose. Sólo tuve tiempo para dar la vuelta mientras Bones
entraba. En lugar del sensual hola que había preparado, todo lo que salió fue un
entrecortado:
―Hola.
Bones no dijo nada mientras sus ojos se movían sobre mí. Yo estaba usando el
camisón largo, y teñido en varias tonalidades que había venido con los nuevos
sujetadores y bragas. En la parte superior era del rosa más pálido, con cintas muy
delgadas y un escote profundo. A medida que pasaba mis caderas, se oscurecía en
color hasta que en el borde inferior era de un rosa profundo. No estaba usando
nada debajo de este, y ya que revelaba mucho más de lo que ocultaba, su mirada
no se perdió ni un centímetro.
―Catherine.
Su voz, más gruesa por el deseo, hizo que el calor viajara a través de mí.
―Llévame a la cama. ―No era muy original, pero parecía que no podía decir
nada más. En realidad, las dos últimas palabras eran redundantes de todos modos.
En un parpadeo, él estaba frente a mí, con las manos en mis caderas. Me
masajeaban en círculos lentos mientras su boca fue a mi cuello. Su lengua en mi
pulso me estremeció, al igual que el roce de sus colmillos, entonces fue más allá de
mi clavícula, arrastrando sus labios algo más hacia abajo. Finalmente se instaló en
mi pecho, lamiendo el pico antes de chuparlo a través del material.
El roce de la seda y su boca crecieron mientras sus manos exploraban mis
curvas. No levantó el camisón sino que utilizó la tela para su ventaja mientras lo
arrastraba a lo largo de mi cuerpo. Agarré su cabeza, sintiéndome peligrosamente
débil cuando su boca descendió sobre mi otro pecho.
―Llévame a la cama ahora ―logré decir, contenta de que no hubiera salido
como otra demanda más explícita.
Una fuerte succión me tenía arqueando la espalda para presionarme más
cerca a él. Mis pezones palpitaban cuando levantó su cabeza. Sus ojos se
encontraron con los míos, y eran ardientemente verdes.
Sus brazos se enrollaron a mi alrededor, levantándome aunque su cabeza se
quedó cerca de mis pechos, besando el valle entre ellos. La escalera ni siquiera
crujió con sus pasos rápidos, y fue directamente a mi cuarto. Probablemente él
podría oler en cuál había dormido yo.
Bones me colocó en la cama, pero lo empujé hacia atrás cuando comenzó a
estirarse junto a mí.
―Quítate la ropa.
Me detuvo cuando empecé a deshacer sus botones.
―Aún no.
―Sí. Quiero tocarte.
Un gemido salió de él.
―Más tarde, amor. Apenas estoy aferrándome a mi control como es, y tengo
planes para ti.
Eso no era lo que yo quería, no importaba lo genial que se sentiría.
―Olvídate de tu control. Te deseo, no a tu fuerza de voluntad.
―¿Fuerza de voluntad? ―Se rió, alisando el camisón por mi pierna―. Estás
muy equivocada. Yo no tengo ninguna contigo.
Detuve su mano.
―Si tu ropa se queda, también la mía.
Empezó a desabrocharse la camisa. Deslicé mis palmas a lo largo de su pecho
cuando fue revelado. Su piel se sentía increíble, tan lisa y tensa. Cuando su camisa
se desprendió, comenzó con su pantalón. Me deslicé más cerca de él, besando su
cuello. Su otra mano subió más arriba por mi muslo.
Mi respiración quedó atrapada ante el toque íntimo de sus dedos. Su tacto era
suave, encontrando y luego jugando con las partes más sensibles de mí. Abrí mis
piernas, jadeando, y él empezó a chupar mi garganta. Sin romper la piel,
simplemente capturando mi pulso en su boca y lamiéndolo.
Empujé su pantalón abajo por sus piernas. Dos pequeños golpes en el suelo
fueron sus zapatos, finalmente estaba desnudo. No podía dejar de tocarlo,
deleitándome con el zumbido del poder bajo su piel, sus músculos y todas las
crestas y los valles familiares de su cuerpo. Sentirlos de nuevo me excitaba casi
tanto como sus dedos exploradores. Cuando llegué abajo para cerrar mi mano
alrededor de él, la atrapó.
―Deja que te mire. ―La lujuria profundizó su voz. Sus colmillos estaban
también fuera y sus ojos eran de color verde fuego. Arrastró mi camisón hacia
arriba y sobre mi cabeza antes de dejarlo caer a un lado. Cuando habló de nuevo,
su voz era gutural―. A veces pienso que te que he soñado. O que he muerto y tú
eres mi cielo.
Acaricié su mejilla.
―O tu infierno, pero no quiero debatir. Te quiero dentro de mí.
―Sí. ―Fue un siseo.
Su cuerpo cubrió el mío, presionándome hacia atrás. Mis piernas acunaron
sus caderas mientras él tomaba mis manos, estirando mis brazos sobre mi cabeza.
Entonces la dura y gruesa sensación de él me rozó.
Me estiré contra él, impaciente, deseando agarrarlo y sentirlo abrirse paso
dentro de mí.
―Ahora, Bones.
Sus ojos brillaron más brillantes ante mis jadeantes palabras.
―Aún… no.
Se deslizó hacia abajo, su boca colocándose entre mis piernas. Una larga y
lenta lamida me arrancó un grito, entonces adicionales y sensuales sondeos me
dejaron ardiendo de necesidad.
―Tan dulce ―gruñó él―. Sabes como flores aplastadas, y debo tener más.
Su lengua fue más profunda, casi convulsionándome. Bandas de placer
arrancaron juntas en mi vientre, mi corazón golpeó, y cada centímetro de mí se
sentía en llamas.
―¡Bones, ahora!
Una demanda en tono alto a la que él respondió tirando de mis muslos sobre
sus hombros, continuando con su asalto erótico. Agarré su cabeza, todas mis
palabras reemplazadas por gemidos. Saboreó cada milímetro de mí hasta que me
sacudí contra él en éxtasis. Todo dentro de mí se tensó cuando comenzó a chupar
mi clítoris, sus colmillos frotando en lugar de perforar. Esos tirones fuertes
detonaron la bola de fuego en mí, ese latido interno erupcionando tan rápido que
ni siquiera tuve tiempo de gritar. Bones gimió, acariciando mis muslos mientras
me estremecía por mi clímax.
Luego calor lánguido me llenó, haciéndome sonar soñolienta aunque estaba
lejos, lejos de tener sueño.
―Tu boca es mortal, ¿lo sabes?
Una risa me hizo cosquillas y dio una última lamida antes de contestar.
―Disfruté eso tanto que casi me vine contigo.
Lo besé cuando él se deslizó hacia arriba, enrollando mis brazos alrededor de
su cuello.
―Todavía no ―dije en voz baja cuando agarró mis caderas y se movió entre
ellas.
―¿No? ―preguntó, deteniéndose―. ¿Demasiado pronto para el después?
Lo alejé lo suficiente para maniobrar.
―No, pero primero…
Mi cabeza estaba en su estómago cuando me detuvo con un agarre de acero.
―No.
La rotunda negativa en su voz me sorprendió.
―¿Por qué no?
Algo acechó en sus ojos, ido en un instante, pero todavía lo atrapé. Si no lo
hubiera conocido tan bien, no lo habría hecho.
―Ahora no. ―Me movió hacia arriba y sonrió―. Mi control es delgado, y
quiero tomarme mi tiempo. No ser desgraciadamente rápido como en el coche.
―Bones. ―Sostuve su mirada―. No te estoy preguntando, y no me detengas
de nuevo.
Me deslicé más abajo en la cama, y él se mantuvo completamente inmóvil.
Esto me penetró, porque había visto en ese entrever cuál era el verdadero
problema. Cruda y culpable vergüenza había brillado en sus ojos. El recuerdo de lo
que yo había oído con Cannelle le molestaba tanto como a mí, parecía.
Froté mi mejilla en su estómago, mientras lo manejaba con toques suaves.
―Me encanta tu piel. Es como una droga. Tengo que sentirte cuando estoy
cerca de ti, y cuando estoy cerca de ti, quiero probarte…
Pasé mi lengua por el pliegue de su muslo y su tensión se alivió un poco. No
podía verlo, pero sonreí. En esto, yo estaba segura. Hace mucho tiempo él me
había enseñado todas sus debilidades.
Lamí a lo largo de ambos pliegues de sus muslos, solamente dejando caer mi
aliento en la dura longitud que latía contra mi mejilla. Entonces mi lengua rozó la
piel sensible de su saco, y se estremeció.
Se sentó, alcanzándome.
―Catherine, déjame…
―No. ―Aparté sus manos―. Solo tú.
Él se rió un poco inseguro.
―¿Por qué siento como que estoy en problemas?
Lo miré a los ojos, dando una sola y larga lamida a lo largo de su eje.
―Porque lo estás.
Varios minutos más tarde, se vino con un grito que habría causado que
alguien llamara a la policía si hubiéramos estado de vuelta en el estacionamiento
de ese bar.
―¿Tú piensas que mi boca es mortal? ―Su voz era tensa mientras me jalaba
hacia él―. Me has demostrado que soy un novato.
Mi risa era ronca.
―Si estás siendo solo educado, tienes que culparte a ti mismo. Tú me
enseñaste qué hacer.
―Entonces, bien hecho por mí. ―Bones capturó mi boca con un beso largo, y
profundo, que me excitó casi tanto como oír su grito de placer.
Me deslicé encima de él, montándolo.
―¿Demasiado pronto para un después? ―bromeé.
Su carne dura me atravesó, sustituyendo mi risa con un gemido prolongado.
¡Oh, la sensación de él! Me moví lenta pero poderosamente, balanceándome al
compás de su ritmo. Me equilibré con mis manos sobre sus hombros hasta que se
incorporó, acercándome. Entonces su boca fue a mi pecho, succionando con una
intensidad erótica antes de que sus colmillos penetraran la punta.
No era una mordida profunda. Sólo lo suficiente para enviar latidos de placer
a través de mí por el jugo en sus colmillos. Mi pezón se sentía abrasado, y cuando
chupó y mordió el otro, todas mis defensas cayeron.
―Te amo. ―Fue un jadeo que no pude contener a pesar de que la lógica
decía que era demasiado pronto. Mi razón había desaparecido, sin embargo,
dejando sólo mis emociones en control.
La boca de Bones dejó mis pechos y se congeló como si yo hubiera apagado
un interruptor.
De repente, yo estaba nerviosa.
―Quiero decir, que amo esto…
―No te atrevas. ―Sus manos dejaron mi cuerpo para sostener mi cara―. Di
eso de nuevo.
―No quiero que te… sientas obligado…
―Nunca me digas eso otra vez.
Él todavía estaba dentro de mí, pero no se movía más. De vuelta en el
complejo, yo le había admitido a Bones que lo quería, pero no lo había dicho desde
entonces. Ahora, sin embargo, la intimidad de nuestros cuerpos unidos era
demasiado poderosa, obligando a salir las palabras que el miedo quería detener.
―Te amo, Bones. Te amo demasiado. Dios, mucho, mucho.
―¿Sabes cómo me hace sentir eso? ―susurró―. He sido muchas cosas estos
últimos dos siglos, pero no he conocido la verdadera felicidad hasta este momento.
No sé si estas son viejas emociones o nuevas, y no me importa ya. Por favor,
Catherine. Por favor. Repítelo.
Me besó con el anhelo de alguien muerto de hambre, luego comenzó a hacer
el amor conmigo con una intensidad que tenía lágrimas corriendo por mis mejillas.
Me olvidé que él estaba pasándola sin dormir. Olvidé el consejo de Annette sobre
qué trucos probar. Olvidé todo excepto su última petición, y le dije que lo amaba
con casi cada respiración jadeante.

Nota del autor: Este es el final de la “mitad” alternativa borrada de Destined for an
Early Grave. El resto de la historia habría seguido más o menos como la versión publicada,
con Cat convirtiéndose en un vampiro y Gregor secuestrando y luego cambiando a la fuerza
a su madre. Yo había planeado tener a Bones recuperando su memoria durante la escena
culminante de la pelea con Gregor al final. En esa, Gregor habría usado un cuchillo
secretamente lleno con su sangre, intentando matar a Bones en esos momentos vulnerables
cuando sus recuerdos regresaran de vuelta. La reacción de Cat habría sido la misma:
explotar la cabeza de Gregor cuando se diera cuenta de que Bones estaba a punto de morir.
Cat habría salido libre al interferir en su duelo de la misma manera en que lo hizo en la
versión publicada: Veritas habría examinado el cuchillo y encontrado el dispositivo secreto
en este, confirmando que Gregor había hecho trampa. La confirmación de Cat que la
memoria de Bones había regresado habría llegado justo después, la primera vez que él la
llamara Gatita de nuevo.
Créditos
Moderadora:
Ivonne Guevara

Traductores
Silviaalonizca K2993
Rihano Albasr11
Katra_9 Jhosel
Alysa_dampiressa Sidonie
-Marlene-2207- Dayi Cullen
Helena

Corrección y revisión final:


Connie

Diseño:
Dabria Rose

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