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KARL POPPER

Y la teoría falsacionista

Filosofía de la ciencia
Ciencia como interpretación – Moulines
Mapa y territorio - Borges
Ciencia y pseudo-ciencia
Criterio falsacionista de demarcación
Ciencia no es la que acierta, sino la que nunca falla

¿Qué es el sesgo de confirmación y qué relación tiene con la teoría de Popper?


Einstein, Freud y Papá Noel
Imagina haber vivido cuando Albert Einstein estaba desarrollando su teoría de la
relatividad, o cuando Sigmund Freud desarrollaba su teoría psicoanalítica. El inicio del siglo
XX fue una gran época para la ciencia occidental. Había otra figura en la escena intelectual
cuando estas grandes mentes estaban trabajando. El joven filósofo de la ciencia Karl
Popper.
Popper nación en Austria, pero desarrolló su carrera en Inglaterra, examinando seriamente
las nuevas formas en las que esto y otros científicos de la época pensaban sobre mundo.
Tras analizar los diferentes métodos que personas como Einstein y Freud estaban usando,
Popper se dio cuenta que no todos los logros científicos fueron creados iguales, y terminó
haciendo una importante distinción entre ciencia y lo que él denominó pseudociencia.1 Y en
el proceso de todo esto, nos enseñó mucho sobre la naturaleza del conocimiento y cómo
podemos evaluarlo y desafiarlo de la mejor manera para que nos acerque a la verdad.
Freud y Einstein surgieron más o menos al mismo tiempo haciendo predicciones que
esperaban nos ayudaran a entender mejor nuestro mundo. Freud, preocupado por la
psique de las personas, predijo que nuestras experiencias de la niñez tendrían un gran
impacto sobre quiénes fuésemos al crecer. Mientras que Einstein esperaba pacientemente
un eclipse solar que podría refutar toda su teoría general de la relatividad, dependiendo de
lo que revelara sobre cómo la luz viaja a través del espacio.
Karl Popper, que tenía un gran interés en todo esto, aprendió sobre las teorías
psicoanalíticas de Freud y acudió a conferencias dictadas por el mismísimo Einstein sobre
las reglas del universo. Popper se dio cuenta que estos grandes pensadores usaban
métodos distintos. Por ejemplo, se dio cuenta que Freud era capaz de utilizar casi cualquier
dato para apoyar sus teorías. ¡Las evidencias para apoyar las teorías de Freud parecían
estar en todas partes! Pero Popper vio que Einstein hacía sus predicciones de una forma
muy distinta. Se dio cuenta de que la teoría de Einstein era verdaderamente arriesgada.
Porque si el futuro no coincidía con sus predicciones entonces su teoría habría sido
concluyentemente refutada. Si los resultados del eclipse solar de 1919 hubieran sido
distintos, hubiera sido el fin de la relatividad general. Freud, por otro lado, siempre podía
interpretar el pasado de manera distinta y así mantener alguna forma de confirmación de
su teoría. De repente, Popper entendió la diferencia entre lo que Einstein estaba haciendo
y lo que Freud hacía: Einstein hacia ciencia, mientras que Freud, lo que hacía era
pseudociencia.
Si la psicología actual es o no una ciencia es debatible. Aun así, hace 100 años, cuando
Popper llegaba a estas conclusiones, ningún filósofo moderno había determinado lo que la
palabra “ciencia” verdaderamente significaba.
Popper quedó convencido de que métodos como los de Freud, que sólo confirman
creencias, son pseudociencia. Consideremos por ejemplo la existencia de Papá Noel. Si yo
tratara de encontrar evidencia de su existencia la hallaría fácilmente. ¡El mundo está

1
El prefijo pseudo significa falso. En este caso, si decimos que una creencia o teoría es pseudocientífica,
estamos diciendo que es falsamente científica.
repleto de evidencias sobre Papá Noel! Hay regalos bajo el árbol de navidad, está el
hombre del centro comercial. También están todas esas canciones, historias, programas
de televisión y películas sobre Papá Noel. Todo esto en conjunto confirma nuestra creencia
en Papá Noel. Pero Popper argumentaba que una investigación científica sobre Papá Noel
no buscaría confirmar su existencia, sino en refutarla. Así que la pregunta es, cuando
empezamos a examinar una teoría, ¿buscamos confirmarla o refutarla? Este es el punto
clave: para Popper la ciencia refuta, mientras que la pseudociencia confirma. Así que la
manera científica de evaluar una teoría es tratando de refutarla. Esto puede sonar extraño,
porque nadie quiere estar equivocado. Pero Popper decía que cada creencia falsa que
descubramos es realmente buena, porque nos acerca más a creer sólo verdades.
Es fácil encontrar confirmación de una teoría si se la busca. ¡Recuerda los regalos bajo el
árbol de navidad! Si estamos buscando pruebas para la existencia de Papá Noel, lo más
probable es que no busques evidencia contradictoria después de eso. Pero si crees en la
existencia de Papá Noel y quieres poner a prueba esa creencia de manera científica, el
método de Popper requeriría que busques evidencia en contra de tu creencia. Por ejemplo,
podrías pasar la noche en vela esperando atraparlo justo dejando los regalos. ¡Esto es
arriesgado!, porque si la persona que en realidad aparece para poner los regalos debajo
del árbol es otra persona, entonces se ha destruido la hipótesis de Papá Noel.
Según Popper, la corroboración de tus teorías sólo cuenta si proviene de predicciones
riesgosas (es decir, aquellas que podrían destruir la teoría). Así que sólo puedes
corroborar que Papá Noel es real haciendo todo lo que está en tu poder para probar que es
imaginario, y fracasando al hacerlo... así que tienes que pasártela cinchando barbas de los
Papá Noel en los centros comerciales y someter a prueba la creencia en todas las formas
imaginables.
Finalmente, una vez refutada la teoría, Popper dice que uno tiene que ser capaz de dejarla
ir. Es decir que no puedes aferrarte al mito de Papá Noel después de haber atrapado a tu
padre o a tu madre poniendo los regalos debajo del árbol. Si adoptas una actitud científica,
entonces debes estar dispuesto a soltar esa creencia. Acepte la evidencia y continúa.

Popper observó que toda teoría científica era prohibitiva (es decir, descarta determinados
eventos).

Popper también señaló que las teorías irrefutables no son científicas. Si no puede ser
sometida a prueba, esa teoría no tiene mucho valor.
Las ideas de Popper tuvieron una enorme relevancia, ya que no sólo dicen mucho sobre el
método científico, sino también sobre el conocimiento en general, el conocimiento en
sentido filosófico. Para Popper los conocimientos que tenemos no son más que conjeturas,
es decir que siempre está la posibilidad de que estemos equivocados, y por esto mismo,
siempre debemos estar dispuestos a revisar nuestras creencias a la luz de nuevas
evidencias. Esto no hubiera satisfecho a Descartes, quien siempre estaba preocupado
sobre la certeza. Pero Popper nunca pensó que la certeza fuera posible. Es más, pensaba
que estar muy seguro de algo causaba que cerraras tu mente. Según Popper, permanecer
siempre abiertos a la idea de que nuestras creencias puedan estar erradas es la mejor
forma de acercarnos cada vez más a la verdad.

Video: Karl Popper, Science, & Pseudoscience: Crash Course Philosophy #8


Pese a nuestras mejores intenciones y esfuerzos, es inevitable: en algún momento de tu
vida estarás equivocado. Pero ¿por qué es tan difícil aceptar nuestros errores? Los errores
pueden ser difíciles de asimilar, por lo que a veces nos rehusamos a admitirlos, en vez de
asumirlos. Nuestro sesgo de confirmación se impone y esto provoca que comencemos a
buscar cómo probar nuestras creencias. Los psicólogos denominan esto como disonancia
cognitiva: el estrés que experimentamos cuando tenemos dos pensamientos, creencias u
opiniones contradictorias. El psicólogo Leon Festinger propuso la teoría de disonancia
cognitiva en la década de 1950, cuando investigó a un pequeño grupo religioso que creía
que un platillo volador los rescataría de un apocalipsis que tendría lugar el 20 de diciembre
de 1954. Al publicar sus descubrimientos, Festinger escribió que los miembros del grupo
se rehusaron a aceptar que su creencia era errónea y mencionaron que Dios simplemente
había decidido perdonarlos, mientras lidiaban con su propia disonancia cognitiva al
aferrarse a una justificación.

“El conocimiento consiste en la búsqueda de la verdad, la búsqueda de teorías


explicativas objetivamente verdaderas. No es la búsqueda de la certeza. Errar es
humano. Todo conocimiento humano es falible y por lo tanto incierto. De ello se sigue
que hemos de establecer una firme distinción entre verdad y certeza. Que errar es
humano no sólo significa que hemos de luchar constantemente contra el error, sino
también que, aun cuando hayamos puesto el máximo cuidado, no podemos estar
totalmente seguros de no haber cometido un error.
En ciencia, cometer una equivocación (un error) consiste esencialmente en considerar
como verdadera una teoría que no lo es (…) Combatir la equivocación, el error,
significa por tanto buscar la verdad objetiva y hacer todo lo posible por descubrir y
eliminar las falsedades. Ésta es la tarea de la actividad científica. (…) No podemos
aspirar razonablemente a la certeza tan pronto constatamos que el conocimiento
humano es falible; también constatamos que nunca podemos estar totalmente
seguros de que no hemos cometido un error. (…)
Como nunca podemos conocer nada con seguridad, simplemente no vale la pena
buscar la certeza; pero sí vale la pena buscar la verdad; y esto lo hacemos
principalmente buscando equivocaciones, a fin de poder corregirlas. Por ello la
ciencia, el conocimiento científico, es siempre hipotético: es conocimiento por
conjetura. Y el método de la ciencia es el método crítico: el método de búsqueda y
eliminación de errores al servicio de la verdad.”

KARL POPPER, “En busca de un mundo mejor”.


SESGO DE CONFIRMACIÓN
¿Por qué nos cuesta tanto cambiar de opinión? Esto se debe a un error del
pensamiento causante del 99% de las discusiones: el sesgo de confirmación, uno de los
sesgos cognitivos más presentes en nuestro día a día.
Muchos pensamos que como especie somos criaturas sabias y racionales. Pero eso es,
en gran parte, una ilusión. Nuestra forma de pensar está plagada de errores
sistemáticos conocidos por los psicólogos como “sesgos cognitivos”, que afectan todo lo
que hacemos.
Algunos pensadores revolucionaron nuestra concepción sobre cómo funciona la mente
al hablar de los sesgos cognitivos que influyen en nuestra decisiones, refiriéndose a
desviaciones en el proceso mental que nos llevan a interpretaciones irracionales o
distorsionadas. Nuestras respuestas intuitivas e instantáneas no siempre son las más
racionales. Aunque muchas veces no nos demos cuenta, nuestra mente se enfrenta a
una poderosa batalla: la intuición contra la lógica, y en esa dicotomía, suele ganar el
sistema ilógico, que domina gran parte de lo que decimos, hacemos, pensamos y
creemos.
Todos los días tomamos decisiones que van desde qué comemos hasta por qué partido
votamos en las elecciones, y existen muchas maneras en que tomamos decisiones
ilógicas. A veces las emociones nos nublan, o nos dejamos llevar por lo que hacen los
demás, etc. Todo aquello influye en que tomemos decisiones ilógicas. Se han
identificado decenas de sesgos cognitivos que intervienen en nuestras decisiones, por
ejemplo, atendemos mucho más a la información y los argumentos que confirman
nuestras creencias, esta tendencia se conoce como “sesgo de confirmación”.
Uno de los trucos que suele jugarnos nuestra mente, es resaltar evidencia que confirme
las creencias que ya tenemos. Éste es el sesgo de confirmación, el cual provoca que nos
inclinemos a escuchar, leer, buscar o recordar información que confirma nuestras
creencias. Esto explica porque muchas discusiones son callejones sin salida: la evidencia
no hará cambiar de opinión a ninguna de las partes, que se aferrarán a sus creencias.
Con el masivo uso de las redes sociales, este sesgo se ha vuelto aún más común, ya que
tendemos a comunicarnos con otros que tienen ideas similares y que reafirman
constantemente nuestra visión del mundo. En vez de escuchar los argumentos del lado
contrario y evaluar los hechos de una manera racional, tenemos la tendencia a poner la
atención en aquellos indicadores que nos sirven para demostrar que estamos en lo
correcto. Cuando operamos con éste sesgo, solo escuchamos aquello que queremos
escuchar. Es decir, hace que ignoremos las evidencias que falsean lo que creemos.
Por ejemplo, si fuera un creyente del horóscopo y un astrólogo me dijera que, según los
astros, soy “revoltoso, presumido y un amigo leal”, lo más seguro es que sólo me quede
con lo de “amigo leal” y olvidara el resto, porque “amigo leal” es con lo que me siento
identificado. Es decir, sólo me quedo con lo que confirma mi creencia previa: que la
astrología no falla. A esto se le suma la memoria selectiva: a largo plazo tendemos a
recordar las cosas que confirmar nuestras creencias y a olvidar los incómodos hechos
que muestran que nuestras creencias son erróneas. En fin, el sesgo de confirmación nos
revela que somos esclavos de nuestras propias opiniones.

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