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Ficha de cátedra sobre las Patologías Borderline, a partir de los siguientes textos:

- Misés, R. (1997) Los riesgos deficitarios en la patología límites: prevención y cura.


Psicoanálisis con niños y adolescentes. N° 10.

- Paz, C.A., Pelento, M.L., Olmos de Paz, T.: Estructuras y estados fronterizos en niños,
adolescentes y adultos. Tomo II: Cap. IX: Algunas reflexiones teóricas acerca del niño
fronterizo.

- Fibe De Cicco, M.; Migliavacca, E.M. Especificidades de la experiencia transferencial en la


clínica de los casos límites. Rev. Caliban

Green, A. (1975) El analista, la simbolización en ausencia en el contexto analítico. En:


Sobre locuras privadas.

Las patologías límites o narcisísticas del niño se encuentran en una posición


original entre neurosis y psicosis. Implica la entrada a un proceso de fragilidad progresiva
donde la influencia de los factores psicosociales se revela dominante.

En lo que se refiere al área psicótica, podría notarse un tipo de ansiedad, de


cualidad catastrófica, y mecanismos primitivos, como la proyección masiva, la negación y
el control omnipotente. En lo que se refiere al área neurótica, existen mecanismos
defensivos fóbicos y obsesivos.

La singularidad de los casos limites estaría dada por la falta de estructuración


psíquica estable, debido a fallas en la constitución de los límites del yo. Estarían mal
configurados tanto los limites internos, que demarcan las diferentes instancias psíquicas,
como los limites sujeto-objeto.

Esta “enfermedad de las fronteras del ser” derivaría del fracaso en la


discriminación yo-otro y supondría dos angustias fundamentales:

 la de separación, abandono y perdida del objeto, por un lado, y


 la de invasión/intrusion o anulación del Yo por el objeto, es decir, por el
otro.

De forma resumida, los principales rasgos de las personalidades Border son:

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1)Ansiedad intensa, limítrofe con el pánico; 2) violentas explosiones de rabia; 3) pobre
control de los impulsos; 4) descargas de tensión a través del aparato muscular; 5)
conductas bizarras; 6) perturbación en el sentido de realidad, con confusión entre las
representaciones del self y de los objetos; 7) aparición de fantasías bizarras especialmente
en el análisis, con posibilidad de nivel delirante; 8) distintas conductas dentro y fuera de
sesión con alternancias impredictibles; 9) impresión de caos, y a pesar de esto, cierta
habilidad en el control; 10) posibilidad de micropsicosis pasajeras; 11) trastornos en el
aprendizaje, a pesar de tener un coeficiente intelectual normal o alto; 12) oscilaciones
marcadas en el rendimiento de los tests de inteligencia; 13) contratransferencia intensa,
sentimientos de sorpresa, horror e imposibilidad de pensar; 14) intolerancia a la
frustración.

André Green reseña algunos puntos a tener en cuenta para pensar lo fronterizo desde
distintos esquemas conceptuales y modelos de abordaje, especialmente desde las
contribuciones freudiana, kleiniana y winnicottiana:

1- El papel del yo, el Self y el narcisismo, con los mecanismos defensivos tempranos
de la disociación y la escisión, y sus consecuencias: la desinvestidura y la
identificación proyectiva.

2- La función de las relaciones de objeto, con especial atención a los influjos sobre los
procesos de pensamiento

3- La presencia de una angustia psicótica y su impacto sobre la función de ligadura en


los procesos psíquicos, con consecuencias para el pensamiento verbal

4- Las fallas en la creación de un espacio transicional

El autor plantea que en este tipo de pacientes hay una falla o defecto funcional de las
representaciones cosa generando un funcionamiento intrapsiquico en los límites de la
capacidad de simbolización y, en este sentido, en los límites de la analizabilidad. Esto
ocurre en tanto que, en la constitución del psiquismo, cuando la experiencia de
desencuentro con el objeto es intensamente traumática, la experiencia de desamparo y el
dolor psíquico puede producir el desenvestimiento de las representaciones y quedar
desligadas.

Green sostiene qué hay una variedad de mecanismos de defensas que están en
relación al funcionamiento psíquico, estos son:

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1) La exclusión somática: esta defensa por vía de la somatización es diferente a la
conversión, ya que no hay simbolización en ella, sino más bien desintrincación entre
psique y soma. Esta exclusión equivale a un acting in dirigido hacia el cuerpo.

2) La expulsión por el acto: es la contrapartida del anterior y tiene el mismo valor de


descarga de la realidad psíquica.

Asi también sostiene que existen mecanismos de defensas de base como la escicion y la
desinvestidura:

1) La escisión: se despliega dentro de la esfera propiamente psíquica y cumple una serie


de funciones donde, alguna de ellas, son necesarias para la adecuada constitución del
aparato psíquico como, por ejemplo: la delimitación de un espacio personal donde el
sujeto está solo y su self protegido. Aun así, se generan déficits en la constitución de la
representación cosa, entendida como aquel elemento encargado de ligar el representante
psíquico de la pulsión y darle figurabilidad. Asi como también los ataques sobre los
procesos de ligazón en el pensamiento de los que habla Bion.

2) La desinvestidura: se expresa como una depresión en el sentido de una desligadura


radical, cuyo propósito es alcanzar un estado de vacío, de aspiración al no ser, deseo de
no deseo.

En estos pacientes, la angustia de castración no es la que prima, por el contrario, el


par formado por la angustia de intrusión/angustia de pérdida es la que perturba la
formación del pensamiento.

Freud nos dice “…es en la ausencia del objeto donde se forma la representación de
éste, fuente de todo pensamiento”. En la misma línea Winnicott plantea la importancia de
la capacidad para “estar a solas” en presencia de la madre, lo que establece un espacio de
soledad que funda como posible la elaboración fantasmática y el desarrollo del
pensamiento. Dicha cuestión se ve alterada en los pacientes fronterizos.

Roger Misés toma aportes de diversas teorías, para explicar otros aspectos que
caracterizan a las patologías Border:

1) Fallas de investimiento libidinal o narcisístico que se expresan por la


discontinuidad de los procesos de cuidado maternal. Se desarrollan fallas y
distorsiones respecto al soporte de la vida mental pero que no llegan a una ruptura
mayor como en las psicosis. A pesar de las fallas en el entorno, el niño va a
movilizar de un modo defensivo, modalidades de funcionamiento y de relación que
lo protegen de la ruptura del vínculo y de la invasión de las angustias primarias. Se

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desarrollan fallas significativas en la apropiación de mecanismos que, en
condiciones habituales, aseguran la individuación y el acceso a la simbolización.

2) Fracasa el advenimiento del espacio transicional de Winnicott por lo que hay una
ausencia de objeto transicional manifestándose en la incapacidad de jugar solo o
de encontrar placer en las actividades lúdicas. De esta forma, el niño se encuentra
privado de un campo de experiencia intermediario entre el mundo interior y la
realidad. Sin poder afirmar su autonomía psíquica y acceder al placer del
funcionamiento mental, el niño no puede acostumbrarse a la realidad y a sus
relaciones fluctuantes. Permanece confrontado a las pulsiones no integradas, las
cuales no puede representar ni elaborar.
Funciona un falso self, apoyado en escisiones y defensas arcaicas, sobre todo la
desmentida.

3) La posición depresiva de Melanie Klein no puede ser elaborada, y la vulnerabilidad


a la perdida de objeto es un aspecto central. Las consecuencias son las siguientes:
distancia entre la realidad psíquica y la realidad externa, componentes depresivos
que llevan a cuadros dominados por la baja autoestima y las inhibiciones, fijación a
aspectos fácticos del entorno, encierro en actividades desvitalizadas y
estereotipadas, una relación triangular que no se organiza sin poder introducir una
configuración edípica estructurante. Esto tiene consecuencias graves en el
pensamiento ya que se sabe que es en ausencia del objeto que se forma una
representación del mismo y, en los casos de niños Border, el objeto no puede ser
pensado de un modo imaginario o metafórico.

4) Fallas narcisísticas, falta de interiorización de los objetos buenos e incapacidad


para reparar los daños causados a la madre fantasmáticamente. Se constituye un
“Sí Blanco”, que es el sentimiento de un espacio psíquico vacío e imposible de ser
inscripto por la historia personal.
Los ideales de estos niños no permiten establecer un puente entre el principio de
placer y el principio de realidad, no permiten ilusiones creativas ni una orientación
sublimatoria.

5) Coexisten dos vertientes: una que obliga a aptitudes de conformidad, con defensas
marcadas por la sumisión y el mimetismo. La otra sometida a las leyes de la
relación dual, donde existe un pensamiento prelógico como expresión de la
omnipotencia infantil.

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El sujeto está dañado en sus capacidades de vinculación/desvinculación y todo lo que
podría tender al reinvistimiento parece percibido como una amenaza insostenible que
obliga a medidas extremas de reducción a silencio y se expresa la compulsión a la
repetición que bloquea la salida simbólica.

Con respecto al juego existe una fluctuación entre el momento en que existe un
reconocimiento del objeto físico, el juguete, reconociéndoselo como externo y tejiendo
fantasías alrededor de él, como lo hacen los niños neuróticos; y otros momentos en que el
objeto físico (el juguete) no es reconocido como tal y se vuelve indistinguible de los
procesos ilusorios. Además, señala el carácter fetiche o de cuasi fetiche otorgado a
objetos físicos o mecánicos.

Desde el punto de vista de la relación con el terapeuta se señala el brusco cambio en


la forma de vincularse, coexistiendo modos de vínculos muy primitivos, de tipo autista o
simbiótico, y simultáneamente aspectos transferenciales neuróticos.

La tarea principal en el análisis de estos casos seria constituir los límites del Yo y llevar
al trauma hacia el sistema de representaciones. En estos casos cobra relevancia la función
del analista como objeto de investimentos y proyecciones masivas, a las cuales solamente
su presencia integral, corporal, podrá hacer frente, erigiéndose como soporte para la
trasposición y reordenamiento no solo de la pulsión, sino también de modalidades de
relación traumáticas, marcadas por la ausencia o excesiva presencia del objeto.

El hecho de que la diferenciación yo-otro no esté bien establecida, y que el trabajo de


organización tópica se vea amenazado permanentemente por actuaciones demasiado
intensas, transforma profundamente la concepción de transferencia. El “como si” no
existiría más, la función metaforizante no estaría bien afianzada y la propia sesión
quedaría próxima al acting out.

En el tratamiento de los casos limite, el psiquismo del analista sufre verdaderas


inundaciones afectivas correlativas a las sufridas por los pacientes y que sus reacciones
emocionales se corresponden, en forma muy próxima con niveles extremos de tensión,
angustia, pesar y desesperanza.

Se define un modo de funcionamiento mental con el que el analista no esta tan


familiarizado y con el cual se necesita aprender a trabajar. De allí la importancia de que se
examine la dinámica analista- analizando, que se caracteriza por la presencia de
actuaciones por parte de este ultimo como principal forma de comunicación, así como por
la alta carga afectiva que circula en la dupla y que presiona al analista a actuar también.

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Las intervenciones que alcancen los primeros registros, es decir, las formas de
intervenir/conversar/interactuar que no se limiten solamente al registro del lenguaje
verbal, pueden ser una herramienta de importancia.

En las ocasiones en que el analista actúa en forma involuntaria e inédita,


prescindiendo de la interpretación, pueden resultar imprescindibles para desestabilizar
modalidades relacionales rígidas, introduciendo en el campo analítico un factor con poder
suficiente como para poder interceptar la compulsión a la repetición.

Las ayudas introducidas tempranamente permiten ciertas modificaciones


estructurales favorables. En los casos donde no hay intervenciones de forma temprana, el
riesgo es mayor, sobre todo respecto a las fallas narcisistas, lo que genera que el sujeto
reduzca sus investimentos libidinales y refuerce las escisiones.

Una forma de trabajo recomendada con estos pacientes es la de los dispositivos “en
red”.

Sus “componentes” son los siguientes:

Sesiones vinculares, familiares y entrevistas con los padres que les permita obtener
revalorización narcisística y ademas echar una mirada nueva y reparadora hacia el niño lo
cual permite que modifiquen su posición, y tengan relaciones más confiables.

Los vínculos y trabajo con educadores parecen esenciales y la cooperación incluye


reuniones frecuentes. Se trata de sostener el acceso a actividades abiertas, destinadas a
hacer emerger movimientos de investigación provenientes del sujeto mismo, sosteniendo
su deseo de conocer y ayudando a afrontar los miedos y las prohibiciones que se expresan
en ese ámbito.

Otros componentes de la cura nacen de la circulación misma del niño en el interior de este
dispositivo multipolar. Se incentiva que el niño trabaje con sus capacidades para elaborar
la perdida y la separación. Se lo ayuda a través de los juegos, los gestos, las historias que
se construyen con él. En este terreno, se le propone un material que permite enfrentar los
afectos, expresarlos bajo formas de sentimiento, acceder a una representación y ponerlos
en palabras, hasta apropiarse de un pensamiento imaginario y metafórico, que le permite
pensar la ausencia.

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