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El enlace conyugal, aun sin cuarentena, ya es de por sí un proyecto difícil.

Cualquiera que
haya pasado el umbral de los siete años sabe que es necesario trabajar mucho para mantener
viva la llama del amor. En tiempos normales, las parejas resisten porque tienen estrategias
para sobrellevar los roces inevitables, como ver a los amigos o concentrarse en proyectos en
la oficina. Estas satisfacciones personales permiten, al final del día, olvidar los pequeños
problemas domésticos habituales al compartir el mismo techo.

Pero la pandemia provocó que las parejas vivieran frente a frente las 24 horas del día por
más de 70 días. “Nunca antes habíamos pasado tanto tiempo con el otro y eso en algunos
casos está agotando las relaciones”, dice la psicóloga de familia María Elena López.

Ante estas dificultades, algunas parejas a las tres semanas de encierro ya no tenían de qué
hablar y optaron por algo que los expertos llaman el juego silencioso: cada uno se sienta en
el sofá a ver televisión y con audífonos lo que quiere. De esta forma, vive en un mundo
aparte sin moLa convivencia forzosa del confinamiento hacía presagiar una oleada de divorcios.
Pero los pronósticos parecen haber fallado: las demandas de disolución matrimonial cayeron un
13% en el 2020,  según un informe reciente del Consejo General del Poder Judicial . Pero ojo,
esto no quiere decir tampoco que la pandemia haya avivado el amor, sino que ante la crisis
económica las parejas han preferido postergar el divorcio, como nos comentan destacados
abogados de familia lestar al otro.

"Simplemente cayó muy rápido. Creo que las restricciones aceleraron la fecha
de vencimiento de nuestra relación. A principios de año estábamos hablando
de comprar una casa juntos y poco después ella se había ido, y me sentí muy
solo".
Kieron se dedicó a una estricta rutina de trabajo y ejercicio, pero el dolor por la
separación, además del estricto bloqueo de 112 días de Melbourne, le pasó
factura a nivel mental.
"Cuando rompimos, Melbourne se estaba abriendo nuevamente, y luego nos
enteramos de que íbamos a volver al confinamiento. Así que fui avanzando
poco a poco desde '¿cuánto peor podría ponerse? al punto en el
que realmente me deprimí, y simplemente lloré como un loco".
En Brasil, Richard y Rafaela han logrado gestionar el final de su matrimonio de
manera amistosa y siguen siendo amigos.
Rafaela se ha trasladado a un lugar cercano, y todavía se ven todos los días y
comparten el cuidado de sus dos hijas.

Pie de foto,
Richard y Rafaela son ahora amigos.
"El encierro nos hizo enfrentarnos a los problemas con coraje y resignación y
no huir", dice Richard.
Rafaela asiente: "Separarme no era lo que quería. Pero no vi ninguna otra
alternativa. Creo que somos dos personas muy agradables. Creo que
ambos merecemos ser felices".
Kieron también dice que está capeando el presente con la esperanza de un
futuro mejor.
"Cada día es mejor. Pero todavía tienes días horribles. Y sabes qué, es muy
similar a toda esta situación de covid-19", dice.
"Hay días en los que los números de casos están bajando, y luego, un día,
todos vuelven a subir. Y debes mantener la esperanza de que las cosas
mejorarán".

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