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Ejercicio para bajar la probabilidad de tener Parkinson parte 1

¿Practicar ejercicio regularmente protege de la enfermedad de Parkinson?

Muchas veces oímos eso de que practicar deporte puede ser beneficioso no sólo para nuestra
salud física, sino también la mental. Se suele decir que la práctica de actividad física regular
puede ser un factor de protección y prevención de enfermedades asociadas a la vejez. Dada la
frecuencia, gravedad y el gran coste familiar y social que implican ciertas enfermedades
neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, muchas investigaciones han tratado de
ver si hay un menor riesgo de padecer estos problemas al hacer ejercicio.

A lo largo de las décadas varias de estas investigaciones han ido revelando pruebas de que sí,
practica ejercicio protege frente a la enfermedad de Parkinson y otras demencias. El primer
estudio en abordar esta cuestión fue el de Sasco y colegas, de 1992. Su grupo investigador
tuvo el mérito de ser los primeros que revelaron que un alto nivel de actividad física podría
reducir el riesgo de enfermedad de Parkinson. En su caso, se trataba de un estudio
epidemiológico, con casos y control.

Más de una década tarde, en 2005, se publicaría un trabajo realizado por el grupo de Chen y
colegas en el que también se aportaron pruebas que daban fuerza a la idea de que ejercitarse
a grandes niveles se asociaba con un riesgo reducido de padecer Parkinson en hombres. En su
caso estudiaron una muestra compuesta por 48.574 varones y 77.254 mujeres, todos ellos
pertenecientes al ámbito de las ciencias de la salud, siguiendo cómo progresaba su salud
durante 19 años.
En este segundo estudio se observó que los varones que practicaban ejercicio intenso una
media de 10 meses al año se beneficiaban de una reducción significativa del riesgo de
desarrollar Parkinson. Los individuos que tenían una vida activa tenían cerca de un 60% menos
de posibilidades de padecer enfermedades neurodegenerativas en comparación con aquellas
personas que, de media, se ejercitaban dos o menos meses al año.

Otro estudio de Xu et al. (2010) publicado en la revista Neurology, con 213.701 participantes y
obteniendo resultados similares al caso anterior. En este caso, los participantes formaban
parte de la cohorte del Estudio de Dieta y Salud del Instituto Nacional de Nutrición de EEUU
(NIH-AARP). Mediante su investigación, se comprobó que las personas que hicieron ejercicio
moderado-intenso a los 25-29 años y en los diez años previos a la finalización del estudio
tenían un 40% menos de riesgo de sufrir la enfermedad de Parkinson comparados con los
participantes sedentarios.

Podríamos seguir hablando de las tantas investigaciones que han abordado esta misma
cuestión y han obtenido resultados similares, variando en género y en nacionalidad. Lo que la
mayoría de ellos concluyen es que llevar un estilo de vida activo es un buen factor de
protección ante la posibilidad de padecer enfermedades neurodegenerativas, sobre todo si se
realiza deporte de forma moderada a intensa.
Daba igual el tipo de deporte: natación, tenis, jogging, ciclismo, ejercicios aeróbicos y
anaeróbicos... Todo parece indicar que la práctica de deporte, al menos en términos generales,
protege frente al Parkinson

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