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Había una vez, un niñ o llamado Andrés.

Se encontraba cenando con su hermano y su mamá , mientras cenaba,


su hermano les decía que en la escuela habían hablado sobre los miedos. Le preguntó a su mamá si tenía
algú n miedo y le contestó que no. Después le preguntó al pequeñ o Andrés, pero como él se creía un niñ o muy
valiente contestó que no le temía a nada.

Entonces se fue muy molesto a su cuarto pensando en lo que le había preguntado su hermana, y de tanto
pensar se quedó dormido.
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Cuando despertó en su sueñ o se dio cuenta que se encontraba en un lugar muy desconocido y le provocaba
miedo. Entonces se preguntó -¿En dó nde estoy? Quiero regresar a mi casa. Y ahora… ¿Quién podrá
ayudarme? – De pronto se escucha - ¡YOOO el Chapulín Colorado! – preguntá ndole a Andrecito - ¿Por qué
pides ayuda?

Andrecito le cuenta lo que sucedió y el Chapulín amablemente le respondió – Tranquilo, yo te ayudaré a


llegar a tu casa, pero tendrá s que decirme qué hay cerca de ahí- Entonces Andrecito le platicó que había una
escuela y se echaron a andar.
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En el camino Andrecito le platicaba al Chapulín que en esa escuela había un maestro que gritaba mucho y eso
le provocaba miedo. El Chapulín tuvo una fantá stica idea –Tranquilo, usaremos mi chicharra paralizadora- Y
cuando má s se acercaron a la escuela, apareció el maestro gritando y en ese momento el Chapulín lo paralizó
–Ven, acércate. Te lo voy a presentar, verá s que es un maestro bueno- dijo el Chapulín al momento de
desparalizar al profesor. –Tahhh!- Terminó de gritar – Fíjese maestro que este niñ o le tiene miedo- dijo el
Chapulín. El maestro le explicó a Andrecito que no debía temerle, pues su trabajo era solo enseñ ar a los
niñ os.

Andrés había logrado vencer su miedo a los maestros y al Chapulín se le ocurrió escribirlos en su tableta
3000, la má s actualizada de todo el planeta.
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Al continuar su camino escucharon a lo lejos -¡Roooopa vieeejaaa! ¡Zapaaaatos vieeejooos!- En ese momento
Andrecito y el Chapulín temblaron de miedo, a lo que el Chapulín uso de nuevo la chicharra paralizadora.
Observaron con atenció n lo que traía el Ropavejero. Al ver que la mayoría de las cosas eran infantiles,
sospecharon que era un roba niñ os

No podían quedarse con el misterio y el Chapulín lo desparalizó para preguntarle -¿Tu quien eres? ¿Por qué
traes cosas de niñ os? -Andrecito dijo -¡Eres el roba niñ os!-. A lo que el Ropavejero respondió -¿Qué niñ os?
Solo me dedico a recaudar objetos viejos – Y continuó su camino. El pequeñ o Andrés ya había superado su
miedo al Ropavejero.
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De tanto caminar decidieron descansar un rato y así pensar en que otra cosa podría temerle Andrés –Cierra
tus ojos y dime que ves- dijo el Chapulín. El niñ o describió desde los pies hasta la cabeza su tercer miedo: Los
payasos.

En ese instante el Chapulín tuvo una magnifica idea y dijo -¡Ya se, llamaré a mi amiga payasa y veras que
divertida es!- Temeroso observaba como jugaban, y poco a poco perdió el miedo y aprendió que los payasos
solo quieren hacer reír a las personas.
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Antes de continuar su camino escucharon a lo lejos –¡Gran concurso de baile!, y el chapulín se emocionó
porque disfrutaba bailar y dijo –Ven Andrés, vamos a inscribirnos. -Al pequeñ o Andrés le atemorizaba bailar
en pú blico pero con la empatía del negrito bailarín logró vencer ese miedo.
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Mientras avanzaban Andrecito recordó que cerca de su casa había una laguna en la que habitaba un
monstruo que le provocaba miedo, entonces pasaron sigilosamente. -¡GRRRR! ¿Por qué interrumpen mi
sueñ o?- dijo el monstruo. En ese momento el chapulín le explicó que solo intentaban llegar a la casa de
Andrés.
Durante un rato se dieron la oportunidad de conocerse y así Andrés pudo superar el miedo a los monstruos.
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Al caer la noche el niñ o estaba contento porque ya estaban cerca de la vecindad, a lo lejos escucharon niñ os
jugando por lo que el Chapulín emocionado se acercó a jugar con ellos, olvidando a Andrecito en la entrada
de la vecindad.
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De pronto la Popis vio al niñ o llorando y no dudó en acercarse a él. –Y tú , ¿Por qué lloras?-dijo la Popis. –Es
que el Chapulín me abandonó y no me gusta estar solito –dijo Andrés con sentimiento. En ese momento la
Popis le explicó –El chapulín no te dejó solito, simplemente fue a jugar con nosotros. Ven, tú puedes hacerlo
también.
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Jugando todos los niñ os, decidieron que Kiko cantara. –Ah, mmm… yo tenía un sapito…- Y en ese momento el
chapulín lo paralizó y quiso jugarle una broma. –Cuando lo desparalice le aplaudimos, y decimos que terminó
de cantar.

Cumplida la broma, Kiko se puso a llorar y la Chilindrina les recordó que ya era tarde para andar jugando a
fuera, y todos decidieron regresar a sus casas.
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-Creo que he cumplido mi misió n contigo, no contaban con mi astucia- dijo el Chapulín muy contento por
haber ayudado a Andrecito.

Y fue así como Andrés, logró descubrir y superar cada uno de sus miedos a través del sueñ o que tuvo aquella
noche.
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Y colorín colorado… estos miedos se han superado.
FIN

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