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La fe es una lucha contra nuestra propia

oscuridad o ignorancia primordial


La tendencia humana de desconocer la dignidad fundamental de la vida y negar el noble
potencial para alcanzar el estado de Buda que toda la gente posee, se conoce como la
oscuridad fundamental.
“La expresión de su rostro delata con elocuencia un temperamento irascible. Pero
sepa que las funciones celestiales no protegerán a una persona de mal carácter,
ni aun considerándola alguien muy importante. Si a usted lo matan, aun cuando
pueda lograr la Budeidad, nosotros sentiremos un terrible desconsuelo, pero sus
enemigos estarán encantados. Y esto sería en verdad lamentable”.

Shijo Kingo había sufrido muchos problemas: había perdido el favor de su amo; había
sido calumniado, víctima de rumores falsos y de ataques por parte de sus colegas; su
hermano mayor lo había traicionado; tenía una relación de discordia con sus hermanos
menores, y mantenía vínculos tensos con varios compañeros de fe. Cada una de estas
situaciones preocupaba al Daishonin,
y por eso le daba consejos cabales indicándole la forma de resolver cada una de ellas.
A juzgar por esta carta, vemos cuánto apreciaba el Daishonin a Shijo Kingo, con qué
minuciosidad y afecto lo guiaba y lo apoyaba, más incluso que si fuera un integrante de
su propia familia.
La expresión de su rostro delata con elocuencia un temperamento irascible», le dice el Daishonin.
No hay forma de saber si Kingo tenía todo el tiempo el aspecto de una persona iracunda, o si a causa
de las tribulaciones que padecía en ese período, en ese momento su rostro había cobrado una
expresión tensa y dura. Sea como fuere, la descripción del Daishonin probablemente haya captado un
aspecto clave del temperamento de este discípulo. Kingo tendía a ser muy frontal y directo, y se
manejaba con un sentido tajante de lo correcto y lo incorrecto. Pero esto, a veces, podía ser una
desventaja. Por eso, el Daishonin le dice sin vueltas: «Las funciones celestiales no protegerán a una
persona de mal carácter».

Desde luego, en lo que concierne a la Budeidad, no hay ningún tipo de discriminación en torno a la
personalidad de la gente. Cualquier tipo de carácter puede brillar y resplandecer si es iluminado por la
Ley Mística. Nuestro movimiento por el kosenrufu puede adquirir un desarrollo perfecto y armonioso
utilizando a pleno la singularidad única y valiosa de cada miembro.
Sin embargo, podemos inferir que, en esta parte, el Daishonin deliberadamente adopta un tono severo
para disipar la ignorancia o la oscuridad innata de Kingo. La ignorancia da origen a impulsos oscuros, y
alimenta las tendencias negativas. Todos tenemos aspectos de nuestra revolución humana en los cuales
necesitamos desafiarnos en transformar. Lo importante es que confrontemos el defecto más notable de
nuestra vida y que nos esforcemos por lograr un desarrollo y un crecimiento positivos. A través de estos
esfuerzos reiterados y de este desafío permanente por avanzar, podemos crecer en la fe y elevar
nuestro estado de vida.
A veces, los maestros budistas dan a sus discípulos estricta orientación en su deseo de que desplieguen su
inmenso potencial. Esto se debe a que los maestros genuinos atesoran y valoran a sus sucesores. A
menudo, su severidad tiene el propósito de desmantelar las tendencias negativas o funciones demoníacas
en la vida de un discípulo.
En el caso de Shijo Kingo, existía el peligro real de que su temperamento volcánico pusiera en segundo
plano sus muchas virtudes y agravara la situación. Las personas, arrebatadas por sus propias ideas sobre lo
que está bien y lo que está mal, a menudo olvidan tener en cuenta los sentimientos de los demás, y
provocan fricciones y resentimientos.
El Daishonin temía que si esto llegaba a sucederle a Shijo Kingo, obrase como una hendija por la cual se
filtraran las funciones destructivas. Por eso le habla sin atenuantes.
Además, el Daishonin señala que si Kingo se enemistaba con alguien y, como resultado de ello, perdía la
vida, sus oponentes se alegrarían mucho, pero los compañeros practicantes de la Ley Mística se sentirían
embargados de dolor. Aquí, el Daishonin enseña a Kingo que su victoria no sólo se limita a su propia
persona, sino que tiene relación directa con el triunfo de toda la comunidad de seguidores del Daishonin.
En consecuencia, le aconseja que extreme su cautela y que tome toda clase de precauciones para preservar
su seguridad.
Pese a todo, como usted es irascible por naturaleza, tal vez no quiera tener en cuenta mi
consejo. En ese caso, salvarlo quedará fuera del poder de mis oraciones.
Su propio hermano mayor y [el sacerdote] Ryuzo-bo conspiraron para hacerle daño. Pero,
gracias a la intervención de las deidades celestiales, las cosas terminaron desarrollándose como
usted deseaba.
¿Cómo se atreve, entonces, a contradecir el deseo de las deidades celestiales justo en este
momento? […] Debe hablar con estos cuatro hombres sin demora, y mantenerme informado de
la situación.
Entonces, oraré con fervor a las deidades para que lo protejan.
El Daishonin, luego de sugerir varios cursos de acción, regresa a su tema anterior: «Pese a todo,
como usted es irascible por naturaleza, tal vez no quiera tener en cuenta mi consejo. En ese
caso, salvarlo quedará fuera del poder de mis oraciones».
A lo largo de sus escritos, el Daishonin señala que si él y sus discípulos no están unidos en torno a
un mismo propósito y a una misma postura, no podrán concretar sus aspiraciones, sus metas y sus
oraciones.
Probablemente, ningún otro seguidor haya puesto su vida en riesgo para proteger al Daishonin en la
medida en que lo hizo Shijo Kingo. Pero si cedía a su tendencia y actuaba impulsivamente,
olvidando el compromiso de obrar en inseparabilidad con su mentor, terminaría fracasando,
gobernado por sus pasiones destructivas. En ese caso, dice el Daishonin, no podría salvarlo ni aun
orando fervientemente por él.
Estoy seguro de que las reiteradas advertencias del Daishonin acerca de controlar su temperamento
irascible habrán provocado una seria reflexión en Shijo Kingo. Y nótese algo especial: hace hincapié
en esto inmediatamente después de aconsejarle que mantenga buen trato con los guardianes
Nocturnos (Se cree que los guardianes nocturnos fueron custodios de Shijo Kingo, que vivían en su
residencia y a quienes les habían confiscado las fincas por creer en las enseñanzas del Daishonin.
Otra fuente sostiene que eran hermanos menores de Shijo Kingo). Esto nos permite inferir que el
cimiento esencial de la práctica budista yace en la sólida unión entre los practicantes y en el
compromiso mancomunado de maestro y discípulo. No es exagerado decir que sin esta base firme,
la corriente del kosen-rufu se detendría tarde o temprano.
A continuación, habiendo aconsejado a Shijo Kingo que se lleve bien con los guardianes nocturnos, el
Daishonin escribe: «Debe hablar con estos cuatro hombres sin demora, y mantenerme informado de
la situación. Entonces, oraré con fervor a las deidades para que lo protejan».6
Este es un punto clave para dar orientación individual. El proceso no termina una vez que se imparte
el aliento y la guía. La persona que orienta en la fe debe seguir orando con alma y vida por la felicidad
de esa persona. Aquí vemos que el Daishonin hacía precisamente eso.
La Soka Gakkai está consagrada a dar orientación en forma responsable. Si vamos a alentar a un
miembro en forma individual, es importante no sólo que tratemos de impartirle el aliento más sincero
y las guías más claras, sino que, además, le hagamos saber que estaremos luchando a su lado, como
formando un equipo, por así decirlo. También debemos seguir orando hasta que la persona
experimente un resultado positivo o un cambio. Porque hemos avanzado con esta actitud, la Soka
Gakkai se ha convertido en la organización tan grande que es hoy.

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