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LA MUCHACHA BRUJA

(Náhuatl-Morelos)
Cuatro hombres pescadores de reses fueron a Copalillo, en Guerrero, donde uno
de ellos se enamoró de una muchacha del lugar y consiguió hablar con ella.
Quedaron de verse al día siguiente al amanecer, a orillas de un manantial. La
muchacha le dijo al hombre:
-Ayer te dije que me iría contigo, pero hoy te digo que no puedo; siéntate allí sobre
ese altero de tierra, para que sigamos platicando.
El hombre se sentó donde le dijo la muchacha, y ésta prosiguió:
-Mira, yo no te engaño, te quiero; si vuelves mañana o pasado mañana, me voy
contigo, créeme.
El hombre se alegró mucho y se encaminó para alcanzar a sus tres compañeros,
que ya habían tomado rumbo a su pueblo. Pero tan pronto como los alcanzó y les
refirió la plática con la muchacha, se buscó con la mano su miembro y ¡ya no
estaba! “¡Trágame, tierra!”, pensó, y al seguir tocándose sus partes, descubrió que
las tenía ahora de mujer. Cuando le dieron ganas de orinar, se puso en cuclillas,
como mujer. Sintió vergüenza ante sus compañeros, quienes se rieron de él,
porque le habían advertido que Copalillo tenía fama de que todas sus mujeres
eran brujas.
Cuando el hombre llegó a su casa, su esposa empezó a estrecharlo y a
acariciarlo, demostrándole que deseaba que le hiciera el amor. Pero él reculaba, a
causa de que ya no tenía su miembro. Al otro día volvió a pasar lo mismo, hasta
que su esposa, al verlo tan esquivo, se enojó y dejó de dirigirle la palabra. En la
noche el pobre hombre no podía dormir, dudando si contarle o no a su esposa lo
que le había pasado, hasta que decidió regresar a Copalillo.
Tan pronto como llegó, encontró a la muchacha de la que se había prendado y
que se mostró muy contenta de verlo.
-Qué bueno que viniste, hoy sí me iré contigo –le dijo.
El hombre no supo qué decir, tan sólo desviaba la vista, sin valor para hablarle.
-¿Ya no me quieres? –le preguntó la muchacha-. ¿O qué perdiste? ¿Por qué ya
no estás alegre? ¿Ya no me quieres como esposa?
Contestó el hombre:
-¿Ahora para qué te quiero? Tú eres mujer y yo también lo soy. Perdí mi miembro,
¿cómo me voy a casar contigo?
-No te preocupes –le dijo la mujer-. Tal vez está donde te sentaste, en el altero de
tierra. Tal vez lo olvidaste ahí, vamos, te ayudo a buscarlo. Mira, qué te decía,
aquí está tirado. Siéntate sobre él y verás que tendrás otra vez tu miembro y yo te
gustaré como antes.
El hombre se sentó sobre su órgano y al momento sintió que tenía otra vez su
miembro.
-Ahora sí no te llevo –le dijo el hombre a la muchacha-, pues ya vi que eres mala
¿Por qué me tumbaste mis órganos? Tú no me quieres.
-Es cierto –dijo la muchacha-. Pero tú tampoco me quieres; sólo querías jugar
conmigo, destrozar mis partes de mujer con tu miembro, descomponerme toda.
Ahora ve a tu casa con tu mujercita y no regreses nunca más a Copalillo, porque si
vienes, te castramos.
El hombre se dio media vuelta y se fue, feliz de haber recobrado su miembro, y a
cada rato se tocaba sus partes para estar seguro de que estaban completas.

Cuentos populares mexicanos. Recopilados y reescritos por Fabio Morábito.


México, FCE, 2014.

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