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¡Indignaos!

A través de sus vivencias Stéphane Hessel hace un llamado a una sociedad que
ha perdido el espíritu de lucha a realizar una resistencia pacífica, apelando al
deseo utópico de una democracia perfecta, con ideales de bienestar general,
distribución equitativa de las riquezas, derechos igualitarios a la educación, la libre
expresión, etc., en la que la voz del pueblo sea verdaderamente escuchada y su
fuerza se aplique para beneficio de todos y no solo de unos pocos.
Este libro está dirigido a la sociedad en general; pero es un llamado especial a la
juventud para tomar conciencia, a indignarse, a luchar por lo que creemos justo, a
no ser indiferentes frente a la situación actual, ni dejarse vencer por la misma.
El problema en México no es la falta de indignación, las principales problemáticas
de la sociedad mexicana son la ignorancia, la desidia e indiferencia en la que se
encuentra la mayoría. La misma Biblia dice que “el pueblo perece por falta de
conocimiento”, gran parte de la población tiene información errónea acerca de sus
derechos y obligaciones; o peor aún, los desconoce, y va por el mundo peleando
lo que considera que es justo afectando los derechos de los demás o siendo el
afectado.
Las ideas de Hessel vienen a confrontarnos con toda esa hipocresía y doble moral
con las que solemos andar por la vida, en donde la indignación se expresa en un
estado de Facebook o en el Timeline de Twitter; pero vandalizamos a quienes
defienden sus derechos e ideales, donde nos declaramos en contra de la
corrupción; pero no dudamos en ofrecer un incentivo a cualquier autoridad para
facilitarnos las cosas o librarnos de problemas; o simplemente nos encontramos
disconformes; pero es más fácil quejarse y esperar que alguien más soluciones los
problemas.
Según Sartre “somos responsables en tanto que individuos”; por lo tanto, no
podemos dejar en manos de terceros las responsabilidades que tenemos como
ciudadanos, cada quien debe comprometerse con la parte que le toca, es verdad
que uno solo no puede luchar contra corriente; pero son las pequeñas o no tan
pequeñas actitudes de las personas las que cuentan y marcan la diferencia.
Si como individuos luchamos hasta solucionar nuestras disconformidades, nos
preparamos y adquirimos conocimiento, si transmitimos dichos conocimientos a
las nuevas generaciones y les inculcamos valores y amor hacia ellos mismos y
hacia los demás; si los hacemos consientes de la responsabilidad que tienen unos
con otros y que sus derechos terminan donde comienzan los de los demás; tal
vez, solo tal vez, habremos convertido nuestra indignación en una lucha
silenciosa; pero efectiva.
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Enero 9, 2015.
Canto González Beatriz Oyuky

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