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RELACIONES Y PRÁCTICAS EN LA
EDUCACIÓN INFANTIL
2020
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 1
Córdoba Andrade, Leonor
Representaciones sociales, relaciones y prácticas en la
educación infantil / Leonor Córdoba Andrade, Carolina
Robledo Castro, Liliana Margarita Del Basto Sabogal. -- 1ª.
Ed. -- Ibagué : Sello Editorial Universidad del Tolima, 2020.
154 p. : il., tablas
Contenido: Contexto. La investigación -- Metodología --
Representaciones sociales de la (s) infancia (s) --
Representaciones sociales de educación infantil --
Relaciones familia y escuela en la educación infantil.
ISBN: 978-958-5151-45-1
306.85
C796r
Primera edición
ISBN versión digital: 978-958-5151-45-1
Número de páginas: 154 p.
Ibagué-Tolima
publicaciones@ut.edu.co
lcordobaa@ut.edu.co
A mis padres, por una infancia en la que fui amada y en la que me enseñaron a mí
y a mi hermano el sentido del logro, la solidaridad y el esfuerzo.
Carolina Robledo Castro.
A mis niños y a todos los niños y las niñas, seres maravillosos que encarnan el
amor y la esperanza.
Liliana Margarita Del Basto Sabogal.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 3
4 Representaciones sociales, relaciones y prácticas en educación infantil
Agradecimientos
Angela e Isabella.
Andrés y Martín.
Julie y Sofía.
Paula y Martín.
También manifestamos nuestra más profunda gratitud a los profesionales que nos
apoyaron en las diferentes fases de ejecución del proyecto:
Gracias a Guillermo Andrés Jaramillo Arévalo, por los dibujos de los niños y la
escuela.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 5
Índice
Presentación 11
1. CONTEXTO. LA INVESTIGACIÓN 15
1.1. Resumen 15
1.2. Justificación 16
1.3. Planteamiento del problema 17
1.4. Antecedentes y marco teórico 18
1.4.1. Infancia 19
1.4.2. Educación en la infancia 19
1.4.3. Representaciones sociales 21
1.4.4. Representaciones sociales de infancia y educación en la
infancia 22
1.5. Objetivos 23
Referencias 23
2. METODOLOGÍA 27
2.1. Generalidades 27
2.2. Participantes 28
2.2.1. Caracterización de los participantes 29
2.3. Estrategias de indagación 30
2.3.1. Redes de asociaciones 30
2.3.2. Cuestionario de caracterización 32
2.3.3. Entrevistas grupales 32
2.3.4. Técnica del dibujo-conversación 33
2.4. Ensayo piloto 34
2.5. Procedimiento 35
2.6. Análisis 39
Referencias 40
3. REPRESENTACIONES SOCIALES DE LA(S) INFANCIA(S) 43
3.1. Conceptualización 43
3.1.1. Generalidades 43
3.1.2. Diversas aproximaciones a la comprensión de la genealogía
de la infancia 48
3.1.2.1. Enfoque evolutivo 48
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4.2.8. La educación infantil desde la voz de los niños: hacer tareas,
en el descanso comer, salir a jugar y nada más 101
4.3. Conclusiones 104
Referencias 105
5. RELACIONES FAMILIA Y ESCUELA EN LA EDUCACIÓN
INFANTIL 113
5.1. Conceptualización 113
5.2. Resultados 118
5.2.1. Hacia una concepción de educación en la infancia:
convergencias y divergencias entre familiares y maestros 121
5.2.2. Familia y escuela: entre la complementariedad y las tensiones 124
5.2.3. El maestro: protagonista de la interacción entre familia y
escuela 129
5.3. Conclusiones 130
Referencias 134
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 137
ANEXOS 145
Anexo 1. Redes de asociaciones 145
Anexo 2. Cuestionarios de caracterización 148
A. Profesores 148
B. Familias 150
Índice de tablas
Tabla 2.1. Procedimiento para la construcción de las redes de
asociaciones. 37
Tabla 2.2. Procedimiento del dibujo-conversación. 39
Tabla 3.1. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras
evocadas por los maestros en las redes de asociaciones. 52
Tabla 3.2. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras
evocadas por las familias en las redes de asociaciones. 53
Tabla 4.1. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras
evocadas por los maestros en las redes de educación para la
infancia. 89
Tabla 4.2. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras
evocadas por las familias en las redes de educación para la
infancia. 91
Tabla 4.3. Frecuencia de palabras evocadas en el dibujo-conversación. 102
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 9
Figura 4.9. Educación infantil como escenario para compartir. 100
Figura 4.10. Nube de palabras de los niños. 101
Figura 4.11. Elementos representativos de la educación infantil para los
niños. 102
Figura 4.12. ¿Qué acciones hacen los niños en la escuela? 103
Figura 4.13. ¿Qué hacen los profesores con los niños? 104
Figura 5.1. Estrategias de indagación: redes de asociaciones, entrevistas
grupales y dibujos-conversación. 119
Figura 5.2. Triadas participantes. 120
Figura 5.3. Principales resultados de la indagación en torno a relaciones
entre familia y escuela en la educación infantil. 120
Figura 5.4. Nube de palabras emergentes en las redes de asociaciones
de las familias con relación a la educación en la infancia. 122
Figura 5.5. Representación gráfica por medio de la nube de palabras
evocada por los niños a través de los dibujos-conversación
en relación con la infancia y la educación en la infancia. 124
Figura 5.6. Síntesis de las narrativas de los adultos en torno a la relación
familia-escuela en la educación infantil. 131
Figura 5.7. Representaciones sociales de educación en la infancia y su
incidencia en la relación familia-escuela. 132
L
a manera como se concibe y entiende la infancia es producto de una larga
tradición histórica, política y social, investida de múltiples perspectivas e
interpretaciones que determinan el significado de quien se ubica en este
período de la vida. Este sentido dado a la infancia, es comprendido como un
hecho objetivo, como una construcción social que, inicialmente, se internaliza
en el infante a través de la socialización con los miembros de la sociedad, lo
que obliga a vincular a los diferentes actores sociales que inciden en la concepción
de infancia, y en la identidad que se va generando en el sujeto desde sus primeros
años, en el desarrollo de estrategias y acciones que respondan a las características
particulares de los niños y niñas de hoy.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 11
en el ámbito social y educativo. Debe añadirse que muchas veces no se tienen en
cuenta la integridad y la diversidad de características, necesidades y potencialidades
que pueden desarrollar los niños.
Para ello, el libro está constituido por cinco capítulos. El primero corresponde
al contexto de la investigación. Inicia con un resumen de la misma, la justificación
y el planteamiento del problema; así mismo, da cuenta de su fundamentación
conceptual y metodológica. Se destacan los ejes temáticos clave (educación en la
infancia y representaciones sociales) para finalizar con los objetivos. El segundo
capítulo recoge la ruta metodológica seguida para el desarrollo de este trabajo,
para lo cual se inicia con unos aspectos generales y a continuación se describen
de manera detallada cada uno de los aspectos que configuran la metodología:
los participantes, las estrategias de indagación, el procedimiento y los análisis
adelantados.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 13
14 Representaciones sociales, relaciones y prácticas en educación infantil
Capítulo 1.
CONTEXTO. LA INVESTIGACIÓN
1.1. Resumen
Sin duda alguna, los primeros años en la vida de una persona constituyen
un momento único y crucial para el desarrollo humano, con unas características
y posibilidades que no tienen comparación con ningún otro periodo del curso
de vida. Este se considera como un “periodo crítico”, puesto que durante él “se
sientan las bases del desarrollo posterior y se adquieren las habilidades personales
y sociales que van a determinar su futuro” (Gutiez y Ruiz, 2012, p. 108). Nadie
parece negar hoy la importancia neurológica, cognitiva, afectiva y social de los
primeros años de vida (Hoyuelos, 2010), de donde procede la visión actual que
califica a la educación en la infancia como un derecho fundamental (Ancheta-
Arrabal, 2008; Gaitán, 2010; Organización de Estados Americanos [OEA], 2011).
1 La RAE recomienda el empleo del término «niño» para referirse a las personas en edad infantil tanto del género
masculino como del femenino. Se entienden y comparten perfectamente las diferencias mediadas por esta
variable; sin embargo, nos acogemos a lo propuesto por la RAE en función de darle mayor fluidez a la escritura
del texto. No obstante, queda claro que cuando mencionamos al «niño» se está haciendo alusión también a la
«niña».
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entrevistas grupales y el dibujo-conversación (Castro et al., 2012). El estudio se
llevó a cabo en dos fases. La primera consistió en la construcción con maestras y
familiares de redes de asociaciones, y con los niños de representaciones gráficas.
En ambos casos, el ejercicio investigativo se llevó a cabo en torno a los conceptos
de infancia y de educación en la infancia.
1.2. Justificación
en los últimos años, las evidencias en relación al desarrollo infantil han acentuado
la importancia de una atención integral temprana desde la etapa de gestación, en
donde el contexto social, histórico, cultural es un factor decisivo para la vida de los
seres humanos desde una visión más amplia que vincule a otras disciplinas que hagan
visible al niño y niña en un contexto cultural, histórico, ambiental y social complejo
(OEA, 2011, p. 3).
En consonancia con este marco político, legal y social, todas las apuestas de
investigación-acción que se configuren en torno a la educación en la infancia deben
responder de manera explícita a estos mandatos y a los retos de calidad en la educación.
En este contexto, uno de los indicadores corresponde a la formación de formadores
(para este caso, de pedagogos o educadores infantiles) con suficiente criterio personal
y profesional para tomar decisiones fundamentales en cuanto a la educación de los
niños en la primera etapa de su curso de vida. Ello se gesta con la participación de
la familia en un ejercicio permanente de cooperación y corresponsabilidad, en el
que ella —junto con los profesores— sea reconocida como protagonista del proceso
educativo de los niños o infantes (Gutiez y Ruiz, 2012).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 17
la Red Eurydice y la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization
(UNESCO) (citados por Van Laere et al., 2012).
En la misma dirección, las representaciones que los propios niños, sus familias
y los maestros construyen en torno a la infancia y la educación en la infancia pueden
convertirse en un factor generador de relaciones de cooperación, de corresponsabilidad,
equidad y confianza entre los profesores y las familias. Desde esta óptica, es importante
transformar las representaciones erradas o negativas que los adultos, familiares y
maestros tienen en relación con la infancia y la educación en la infancia. Se trata de
armonizar las potencialidades de la infancia con las expectativas que tienen los adultos
(Hoyuelos, 2010).
1.4.1. Infancia
las repercusiones en la vida de los niños presentan claroscuros. Si, por un lado, los niños
han ganado en visibilidad, en presencia pública, y han conseguido un lugar en la agenda
de las preocupaciones políticas y sociales, de otra parte, los problemas de dependencia,
segregación, explotación y pobreza que los afectan son mayores en variedad y extensión
(Gaitán, 2006, p. 64).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 19
asocia con la educación inicial e “informal” a la que está expuesto el niño en el
microsistema familiar y en lo social. La segunda se relaciona con el microsistema
de la escuela, entendida esta en un sentido amplio, de manera que se vincula la
educación en la infancia en un contexto más “formal”.
Prueba de esto son los aportes realizados por Erasmus y Luis Vives en el
Renacimiento, Comenio y Locke en el siglo XVII y Rousseau en el siglo XVIII
sobre la visión de “cómo debe ser el niño” y “cómo hay que proceder en él” para
cumplir con las expectativas sociales (Perinat, 2007). En esta dirección, durante
el Renacimiento Ariès se constituye en el precursor del reconocimiento del niño
como tal; dicho de otra forma, desde este momento histórico la infancia “se
constituye en una fase de la vida humana con consistencia propia y segregada de
la vida del adulto” (Perinat, 2007, p. 29). Este evento marca la emergencia de una
representación social de la niñez evidenciada en la iconografía de la época, agrega
Perinat (2007).
Influidos por estos cambios sociales, desde finales del siglo XVII, en el siglo
XVIII y el XIX se consolidan en Europa experiencias de educación en la infancia
reconocidas históricamente por ser pioneras en este tema. Muestra de ello es la
Escuela mutua de Belly Lancaster (1789-1810), la Escuela Infantil fundada por
Owen en New Lanark (1816), el Jardín de infancia de Fröebel en Blankenburg
(1837) y la Escuela Infantil de Ferrante Aporti en Cremona (1928). En el siglo XX
se relevan l’Ermitage de Decroly, las Case dei Bambini de Montessori en Roma, la
Maison des Petits ligada al Instituto Rousseau en Ginebra (Sanchidrián y Ruiz-
Berrio, 2010), entre otras.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 21
abstractas en algo material y concreto, los conceptos en imágenes y en algo físico.
Por su parte, el anclaje es una categorización donde se planea clasificar y nombrar
a las personas, situaciones o cosas (Soto y Vasco, 2008). Junto con Moscovici,
Denise Jodelet afirma que en las representaciones sociales interviene el contexto
en el que se desenvuelven las personas, la comunicación que se gesta, así como la
apropiación que dichas personas crean de la cultura, de los valores e ideologías del
contexto donde viven (Soto y Vasco, 2008).
Perinat (2007) refiere a la forma como “la humanidad ha criado desde siempre
a sus hijos de acuerdo a ideas —cambiantes con el tiempo y los lugares— sobre cuál
es la naturaleza de la niñez y cómo se ha de vivir esta etapa” (p. 25). Adicionalmente,
comenta que “el niño, como cualquier otro objeto de conocimiento, es objeto de una
representación social que se va construyendo a la vez que se acumulan datos fiables e
interpretaciones de los mismos” (p. 25). En igual dirección, Ancheta-Arrabal (2008)
afirma que
la infancia es, ante todo, un consenso colectivo que puede entenderse como una
representación social, más que como una realidad social objetiva y universal, en la
medida que supone la imagen compartida que se tiene de ella bajo unos parámetros
históricos, sociales y culturales concretos (p. 2).
Así mismo, Gaitán (2010) plantea que “la infancia es una construcción social
que se transforma histórica y culturalmente en las relaciones adultos-niños” (p. 12).
Por lo tanto, estos cambios históricos en la concepción de infancia han tenido relación
con diversos aspectos como los modos de organización socioeconómica, las formas
o pautas de crianza, los intereses sociopolíticos y el desarrollo de las teorías
pedagógicas (Ancheta-Arrabal, 2008).
1.5. Objetivos
Objetivo general
Objetivos específicos
- Establecer cómo representan los conceptos de infancia y educación en la
infancia los profesores de educación infantil y las familias.
- Identificar las representaciones sociales de infancia y de educación en la
infancia en niños entre los cinco (5) y seis (6) años de edad.
- Describir la contribución que hacen las representaciones sociales en torno a
la infancia y la educación en la infancia de los maestros, los familiares y los
niños a la relación entre familia y escuela.
Referencias
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 23
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METODOLOGÍA
2.1. Generalidades
L
a investigación se enmarca en el paradigma cualitativo, a partir de la
estrategia de estudio de caso. Esto se debe a que reúne las características de
ser limitada, única, contextual, interactiva, reflexiva, descriptiva y tiene un
sistema integrado (Stake, 2006). En el presente trabajo este corresponde a la triada
conformada por niño, escuela y familia, representada por un profesor del grado
transición, un niño y un integrante del sistema familiar (Figura 2.1). De acuerdo
con Stake (2006), el estudio de caso cualitativo fue desarrollado para estudiar las
situaciones, los hechos y las vivencias de los participantes dentro de una situación
real. Así mismo, la investigación fue diseñada en dos fases.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 27
Figura 2.1. Diseño metodológico de la investigación.
2.2. Participantes
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 29
aunque la mitad de los niños ya había asistido previamente a instituciones de otras
modalidades de atención a la primera infancia.
Los maestros del grado transición, conformantes de las triadas, tenían entre
veintiún (21) y sesenta y cinco (65) años, con una media de treinta y nueve (39)
años (DE 14,2). Para el 50% su último nivel de formación era especialización; el
16,6% tenía formación de magíster; el 25% de licenciado, y 8,3% se había graduado
como normalista. Respecto a su experiencia profesional, el 42% contaba con una
experiencia docente de seis (6) a diez (10) años; el 33,3% de más de veinte (20)
años; el 17% de once (11) a veinte (20) años, y el 16,6% de menos de cinco (5) años.
Específicamente relacionada con el ejercicio profesional en educación infantil, la
mitad de los maestros tenía entre seis (6) y diez (10) años de experiencia; el 25%
de más de veinte (20) años, y el otro 25% menos de cinco (5) años. Ninguno de
los maestros mostró manejo de una segunda lengua y solo uno (1) de ellos ha
participado en proyectos de intervención o investigación en infancia.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 31
de letra, el color o la jerarquía. Lo anterior se ha popularizado como estrategia
de presentación de información en investigación dado que permite visualizar
las representaciones emergentes y espontáneas, a partir de indicadores como la
proximidad, la repitencia y la relevancia (Torres y Garza, 2014), aspectos que se
correlacionan perfectamente con las características de las redes de asociaciones.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 33
de investigación al introducir el dibujo como estrategia de indagación: una referida
a la interpretación estética y otra interesada en exploraciones psicológicas, donde
la producción gráfica infantil devuelve, como el espejo, una imagen de la identidad
o de los aspectos esenciales de la subjetividad. Esta última ha sido explorada
sistemáticamente en conjunto con las entrevistas exploratorias, reivindicando tres
funciones descritas por este autor: una simbólica, una lúdica y otra novedosa. La
primera refiere al dibujo como medio de expresión simbólica, la segunda como
mecanismo para manejar la fatiga que supone una entrevista y la tercera como
alternativa para nutrir la conversación y el intercambio con el niño (Tau, 2013).
2.5. Procedimiento
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 35
Figura 2.2. Ejercicio A. Listado palabras evocadas.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 37
Figura 2.5. Tarjetas con dibujos del 1 al 5.
1 2 3 4 5
2.6. Análisis
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 39
interpretación de datos cuyo objetivo es la inferencia de conocimientos en torno
a aspectos y fenómenos de la vida social. Dicha técnica se basa en el supuesto
según el cual la lectura de los textos (escritos o visuales) analizados permite
generar información que va más allá del contenido manifiesto (Bardin, citado por
Collazos, 2012). Este tipo de análisis se realizó apoyado en el software de análisis
cualitativo Atlas Ti versión 7.2.
Referencias
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 41
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of Good Conscience, 9 (3), 68-75. http://www.spentamexico.org/v9-n3/
A5.9(3)68-75.pdf
“Os alarmáis viéndolos consumir sus primeros años sin hacer nada. ¿No es nada
saltar, jugar, correr todo el día? En su vida estarán tan ocupados”
(Rousseau)
3.1. Conceptualización
3.1.1. Generalidades
H
ablar de infancia o, mejor aún, de infancias, obedece a que cada día cobra
más vigencia una visión en plural de este constructo social, significa
apelar a una reconstrucción histórica de las diversas formas como la
sociedad ha concebido la infancia. En consonancia con esta concepción, es
oportuno preguntarse cómo esta se ha relacionado con los infantes. Pese a que no
es objetivo de este libro profundizar en ello, conviene revisar algunos elementos
de la historia de la infancia para realizar una aproximación a la comprensión de
las representaciones sociales que niños y adultos tienen respecto de ella.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 43
cultura. Por tanto, es probable que hayan múltiples historias de la infancia que
pueden o no superponerse o solaparse (Volk, 2011). Al respecto, Henick y Ferreira
(2015) afirman que, con los estudios realizados sobre la infancia, se percibe que
esta siempre ha sido objeto de abandono, miseria, no ha logrado sus derechos
garantizados, teniendo que enfrentar diversos desafíos en su cotidianidad,
sobreviviendo por su propia cuenta. Por muchos años, el niño fue visto como
los adultos, sin distinción alguna, asumiendo trabajos pesados, siendo abusado y
explotado.
tránsito progresivo de una edad infantil feliz, o cuando menos vivida en formas no
constrictivas y no diferentes a las de los adultos, a través de una mayor consideración
y valoración de la infancia, a reducir la libertad primitiva mediante vínculos,
esquemas educativos, formas de instrucción y largos períodos de preparación para
la vida adulta (Álzate, 2003, p. 29).
los cambios en la manera de entender el concepto de infancia tendrían que ver con
los modos de organización socioeconómica de las sociedades, las formas o pautas
de crianza, los intereses sociopolíticos, el desarrollo de las teorías pedagógicas, el
reconocimiento de los derechos de la infancia en las sociedades occidentales y con
el desarrollo de políticas sociales al respecto (p. 93).
De este modo, Ariés (citado por Henick y Ferrerira, 2015) se interesó por
estudiar cómo la actitud de los adultos respecto a la infancia se ha transformado
a través del tiempo, estableciendo con esto una relación entre la historia de la
educación y la historia social.
Durante esta época la sociedad recurre “al orden divino para justificar la
posición de los sujetos en la escala social” (Castillo, 2015, p. 315). Por tanto, la
Iglesia pasa a dominar la transición ideológica sobre la figura divina de «El Padre»
(Dios), lo que hace que tanto los adultos como los infantes sean considerados
como «hijos». Por tanto, se asumen como seres con una capacidad limitada de
entender o discernir, pero sobre todo con un limitado uso de la palabra y no hay
distinción de la edad.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 45
Con la Modernidad la naturaleza triunfa en su enunciación: finalmente
todos son iguales. Sin embargo, este acontecimiento tiene por consecuencia un
nuevo desplazamiento en la figura que transmite la ideología, pues ahora esto
se hace en cabeza de las disciplinas científicas. En este sentido, en lo que a la
infancia se refiere, la época contemporánea sienta el paradójico resultado de la
racionalidad instrumental que ha prevalecido en esta Modernidad tardía. Según
Jaramillo (2007), “la reinvención moderna de la infancia se inicia desde el siglo
XVIII en las sociedades democráticas y muy especialmente a través de Rousseau,
quien advirtió las características especiales de la infancia” (p. 111). Cabe añadir
que Rousseau exaltaba una mirada romántica de la infancia, la cual promovió una
mirada angelical de la misma (Figura 3.1).
Por su parte, DeMause (1991) resalta que en la década de los años setenta
emergió la teoría psicogénica, en la cual se planteó que ni la tecnología ni la
economía eran la fuerza central del cambio histórico de la infancia, sino los cambios
psicogénicos de la personalidad que resultan de las interacciones entre hijos y
padres. De ahí que la manera como ha sido concebida la infancia se desprende de
los modelos de crianza y de la aproximación entre los niños y sus padres. Desde
esta perspectiva, cada generación va superando a la anterior, proponiendo seis
tipos de relaciones paterno-filiales que se han visto en diferentes momentos de la
historia: el infanticidio, desde la antigüedad al siglo IV; el abandono, en la Edad
Media, entre los siglos IV y XIII; la ambivalencia, en el Renacimiento, entre los
siglos XIV y XVII; la intrusión, en los inicios de la Modernidad, en el siglo XVIII;
la socialización, en los siglos XIX y a mediados del XX; y la asistencia, desde
mediados del siglo XX.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 47
3.1.2. Diversas aproximaciones a la comprensión de la genealogía de la
infancia
De acuerdo con Volk (2011), el enfoque evolutivo ayuda a arrojar luz sobre
la historia de controversias en torno a la infancia. Desde este enfoque, la infancia
es sin duda, biológica y culturalmente, una fase distinta del desarrollo humano,
aspecto que se refleja en patrones de comportamiento notablemente similares
de los niños en diferentes culturas y épocas. Lo anterior sugiere una evolución,
entendida como el conjunto de predisposiciones y adaptaciones biológicas que
han ayudado a los niños a sobrevivir. Para Volk (2011), la unificación de teorías
aparentemente dispares es uno de los temas centrales de la teoría evolutiva, de
manera que esta “puede ofrecer a los historiadores infantiles una herramienta útil
para estudiar la historia profunda de la infancia” (Volk, 2011, p. 471).
Las diversas teorías del desarrollo infantil han tenido como objetivo
principal establecer el modo en que cada niño crece y adquiere aprendizajes a lo
largo de esta etapa en las diferentes dimensiones (cognoscitiva, emocional, social
y cultural) del ser humano. En esta perspectiva, se resalta la importancia de la
infancia en la formación de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento
en sociedad, así como convergen disciplinas como la antropología, la sociología,
la medicina, la educación y, por supuesto, la psicología. No obstante, actualmente
muchas de sus teorías no son aceptadas en función de la variabilidad del ser
humano y de la importante influencia recíproca de los entornos con los que este
interactúa.
Con referencia a él, Gómez y Álzate (2014) señalan que las visiones
desarrollistas no estarían en un estado de suficiencia y capacidad para dar plena
cuenta de las experiencias de la infancia de hoy, ni para englobar la pluralidad y la
complejidad de sus representaciones sociales por la variabilidad o diversidad de
los niños. Al respecto, Archard (citado por Gómez y Álzate, 2014) sugiere que el
término de infancia antes que el de niño o niña enfatiza sobre un estado más que
sobre una etapa de la existencia de la niñez.
Álzate (2003) plantea que, al adquirir pleno estatus social como sujeto de
derecho, ocurre en la infancia un cambio profundo de perspectiva, por cuanto no
solo tiene derecho a ser protegida, a ser atendida en sus problemas y carencias,
sino que también está claramente vinculada a las libertades básicas, a la protección
y a la calidad de vida.
En esta línea de sentido, se asume a los niños y a las niñas como sujetos con
autonomía, con historia, participantes de redes de relaciones, con capacidad de
participación y con cultura propia. Así mismo, la Doctrina de la protección integral
de los derechos de la infancia hace referencia a un conjunto de instrumentos
jurídicos de carácter internacional que expresan un salto cualitativo fundamental
en la consideración social de la infancia, teniendo como antecedente directo la
Declaración universal de los derechos del niño (Nuciforo, 2018).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 49
De esto se desprende que,
la participación infantil debe ser entendida como una unión de fuerzas y una
acción mancomunada, la que se debe desarrollar en permanente interacción con
los adultos, como un proceso de aprendizaje bilateral y equitativo tanto para los
niños como para los adultos, por tanto, una socialización recíproca (Beltrán et al.,
citados por Miranda et al., 2017, p. 94).
En efecto, al igual que los adultos, hoy los niños son vistos como sujetos
titulares de los derechos reconocidos en los tratados internacionales, cuyo
ejercicio pleno es el horizonte al que se debe atender (Comité Operativo Distrital
de Infancia y Adolescencia [CODIA] de la Alcaldía Mayor de Bogotá, 2011). Con
esta perspectiva, Morales y Villamil (2015) plantean que un niño no solo es un
sujeto de protección, sino que ha de aprender a ejercer sus derechos y a exigirlos,
lo que le va conduciendo a formarse como un sujeto político.
3.2. Resultados
Figura 3.1. Nube de palabras emergentes de las redes de asociaciones de los maestros en
relación con el término inductor infancia.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 51
Tabla 3.1. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras evocadas
por los maestros en las redes de asociaciones.
Número de Media en
Palabra Frecuencia Palabra Palabra
relaciones importancia
Juego / Jugar 8 Juego / Jugar 38 Amor 2
Ternura 5 Ternura 17 Espiritualidad 2,5
Amor 5 Amor 19 Apoyo 2,5
Inocencia 4 Inocencia 12 Derechos 3
Alegría 4 Alegría 14 Educación 3,5
Niño 4 Niño 15 Descubrir 3,5
Cariño 3 Cariño 10 Familia 3,5
Derechos 3 Derechos 13 Inocencia 3,7
Fuente: elaboración propia.
Como se observó, con las palabras amor, ternura y cariño (Tabla 3.1)
los maestros tienen una tendencia a ver al niño como un ser que inspira amor y
ternura o que necesita de amor y cariño. A su vez, estas palabras muestran una
frecuente asociación con los términos pequeño, indefenso, vulnerable, inofensivo y
delicado. Esta tendencia muestra las representaciones del maestro en relación con
el infante en dos sentidos: por un lado, como un ser vulnerable que necesita cariño
y amor por parte del adulto; por otro, como un ser dotado de bondad e inocencia,
que inspira ternura y amor en los demás. Al mismo tiempo, esta perspectiva de
la infancia se correlaciona con las representaciones que tiene acerca de los roles
del adulto, en tanto estos términos se vieron conectados íntimamente con los
conceptos de apoyo, protección, seguridad, cuidado y alimentación como acciones
que recaen sobre el adulto, tanto el maestro como los miembros de la familia.
Tabla 3.2. Frecuencia, relaciones y nivel de importancia de las palabras evocadas por las
familias en las redes de asociaciones.
Número de Media en
Palabra Frecuencia Palabra Palabra
relaciones importancia
Jugar / Juego 7 Amor 28 Amor 2
Amor 7 Jugar / Juego 25 Compartir 2
Niño / Niñez 4 Diversión 15 Aprendizaje 2
Diversión 4 Niño / Niñez 14 Protección 2,3
Alegría 4 Familia 12 Familia 2,5
Protección 3 Alegría 11 Cariño 2,5
Responsabilidad 3 Amigos 9 Alegría 3,2
Desarrollo 3 Estudiar 9 Desarrollo 3,3
Fuente: elaboración propia.
La palabra amor fue la que mostró más relaciones con las demás
representaciones, igual que los maestros (Tabla 3.2). Dado que las familias definen
al niño como un ser que necesita amor para crecer y desarrollarse, e incluso asumen
que el infante es inocente, ello implica que este es una responsabilidad para los
adultos, los cuales deben velar por su cuidado y protección, tratarlo con respeto y
hacer valer sus derechos. Otras palabras emergentes permiten ver la infancia como
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 53
el momento en que se da inicio al desarrollo, al aprendizaje y al crecimiento, donde
el niño comienza a compartir con otros niños y hacer amigos, a tener relaciones
con personas diferentes a su familia.
2 La P se emplea para identificar a los doce (12) maestros integrantes de la triada participante. Así, P1 hace
referencia a la maestra de la triada 1; la N corresponde a cada uno de los doce (12) niños integrantes de la triada
participante; y la F indica que se trata de un familiar.
Es posible también apreciar una lectura del niño como ser que necesita
ser “contenido” por el adulto, donde este último es quien establece límites y va
“amoldando” el comportamiento del infante: “ese es el objetivo de nosotras [las
docentes], amoldarlos” (P8); “el tiempo es lo más importante […] porque de eso
se trata, si uno solamente trabajo, ahí es cuando los hijos se van por donde no
tiene que irse” (F12). En esta misma categoría de la infancia desde la relación
adulto-niño, algunos de los participantes (maestros y familiares) atribuyeron a
la infancia el papel de “motor” o “motivador” del adulto: “los niños representan
siempre amor, es el amor que uno tiene por ellos y de ahí parte todo” (P12).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 55
consistente con la mirada evolutiva de la infancia: “El niño es un ser en formación
[…] las posibilidades que tienen los niños son tantas… las áreas que le permiten
a ellos desarrollarse” (P1). De la misma forma, se reconoce que la infancia “es
cuando el cerebro está en pleno desarrollo, cuando está recibiendo y ellos son una
esponjita” (P1). Este panorama se ve íntimamente relacionado con el aprendizaje y
los cambios que este suscita en el niño, quien pasa a ser el centro de la infancia. En
este marco, en esta “es cuando uno aprende, porque está en ese desarrollo” (F2),
de manera que “esos procesos de aprendizaje generalmente vienen en la infancia,
ahí es donde hay que aprovechar […] ahí es donde el niño realmente aprende,
lo demás es pura repetición” (P9). Así, “la niñez está muy pegada al desarrollo
porque cuando somos niños nos estamos desarrollando constantemente” (P10).
Los infantes son entendidos como sujetos que hacen parte de una categoría
social más amplia, la infancia. Esto se ve reflejado en la Figura 3.7, lo que permite
develar que estos niños son descritos como seres creativos, imaginativos, llenos
de energía que “inventan, imaginan, crean” (F6). Así mismo, se asumen como
sujetos colaboradores, prestos a responder a la norma, susceptibles, vulnerables
y dependientes de los adultos. La infancia también es comprendida como una
“etapa” o “grupo social”. De hecho, los participantes la describieron como una
etapa caracterizada por la generación de vínculos y de aprendizajes: “es esa etapa
tan importante porque es nuestra primera etapa donde se forman los valores […]
donde aprendernos a interactuar […] con un vínculo social más grande” (F1). A
esto se añade que “el aprendizaje es una característica de esa etapa” (F11).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 57
“infantil viene más como de esas acciones que no son tan razonadas” (F6) y “hay
muchas acciones que los niños realizan por ser de esa edad; las pataletas, el apego
a la mamá” (F6).
Esta categoría fue poco esbozada en las redes de asociaciones. Sin embargo,
es posible reconocer algunos acercamientos desde la perspectiva de la infancia
como el momento en el cual el niño incorpora valores para la convivencia, mas no
entendido desde la categoría de ciudadano. En este sentido, el infante se concibe
como un sujeto que está incorporando “modos de actuar” acordes a la cultura
(Figura 3.8): “cuando hay un buen fortalecimiento de estos valores el niño va
a tener una buena disciplina y se va a desempeñar con el entorno” (P7). Ahora
el respeto en la infancia tiene que ser construido, [así como debe ] ser tolerante y
no pasar por encima de los demás; esta es una etapa crucial para el niño, si uno
en esta etapa no le enseña lo que es la responsabilidad, lo que es el respeto… jum
[gesto de desaprobación] (F2).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 59
3.2.5. La infancia como la edad del juego
Una de las representaciones más frecuentes y a las que las triadas dieron
más importancia fue a la del juego (Figura 3.9). De hecho, la infancia es entendida
como un periodo de juego que hace parte de la naturaleza del infante: “preocupa
cuando un niño no se mueve, no juega, la infancia es juego” (P3). Para algunos
profesores el juego es una necesidad relacionada con el desarrollo en esta
edad: “el niño necesita jugar, moverse para desarrollar su motricidad” (P9). A
la vez, se muestra como una oportunidad para que el niño vaya incorporando
comportamientos y rutinas, pues mediante él “se crean hábitos a través de todo
esto” (P2), es decir, a través del juego.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 61
no tiene uno preocupaciones, no tiene uno que saber de nada, sino dedicarse a
divertirse” (F3). A esto se añade que “ellos [los niños] no conocen de amargura
ni de tristeza, por tal motivo ellos están entusiasmados para hacer las cosas” (P9).
De ahí que sea pertinente destacar “la alegría de ellos, un niño tiene que estar
pasando por una dificultad muy grande para tener tristeza” (P4). Esta perspectiva
de nuevo evidencia una idealización de la infancia como un periodo sin tristezas,
donde todo alrededor es motivo de felicidad: “es la etapa donde ellos juegan y se
divierten, es la mejor etapa […] es el momento de la vida donde todo es diversión”
(F5).
Como se pudo observar en las nubes de palabras (Figura 3.2 y Figura 3.3),
el amor fue una de las representaciones más persistentes por parte de familiares y
maestros (Figura 3.11). Con un sentido de “necesidad de amor”, la infancia es vista
desde su necesidad de ser amado por el adulto: “ellos [los niños] tienen necesidad
de cariño” (P8), “el pequeño cuando la persona adulta le demuestra ese amor […]
recibe todo el afecto que necesita, sus resultados son positivos siempre. […] El
amor es una palabra clave en el desarrollo de los niños” (P5). Por ello, el amor pasa
a ser un eje clave en la interacción con el niño en su primera infancia: “de mi parte
Por tanto, el infante es un ser que necesita ser tratado con amor y cuidado:
“El amor es como la base fundamental de la niñez, si tú eres un niño que es tratado
con cariño, […] si explican las cosas con amor es mucho más fácil que entrar
a ser agresivo” (P9). A la vez, el infante representa e inspira amor: “los niños
representan siempre amor, es el amor que uno tiene por ellos y de ahí parte todo”
(P12); “cuando ellos [los niños] me dicen que me quieren, me abrazan, ese es el
mejor pago que puede haber” (P6). “Es como algo que lo motiva a uno, la ternura
en esa etapa a uno lo atrae más hacia ellos” (F11). En este mismo orden de ideas,
el infante también es visto desde su capacidad de ofrecer y entregar amor: “es un
momento donde uno de papá está dándoles cariño y recibiendo de ellos cariño”
(F5); “ellos siempre van a amar, para mí, si son tiernitos dan amor y, así mismo,
uno les ofrece ese amor […] Se ve la ternura que ellos esparcen (F10).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 63
de la infancia que los hace indefensos y necesitados de protección: “tiene que ver
como con lo vulnerables que son, la dependencia total que tienen del ser humano”
(P1). No obstante, “hay niños que abusan de esa inocencia” (P9), dado que “son
seres inocentes, son vulnerables y debemos cuidarlos […] hay mucha maldad y
mucha cosa, los que más sufren son ellos” (F10). Por otro lado, en especial los
maestros asociaron la inocencia con el asombro, la curiosidad y la capacidad
de descubrimiento del infante: “el niño tiene todo el mundo por descubrir, ese
descubrir del niño donde hay cosas que todavía ellos las ven de una forma”
(P3). Así, “ellos tienen muchos deseos de saber, de conocer, de descubrir, por la
inocencia, porque ellos lo que hacen lo hacen porque no entienden todavía” (P4).
En sintonía con las representaciones anteriores, tanto las familias como los
docentes asumen a los infantes como seres vulnerables y frágiles (Figura 3.13),
lo que los hace dependientes de los adultos y a estos últimos responsables de su
protección. Ello se expresa de la siguiente forma: “¡Ellos son tan vulnerables!, por
las necesidades que tienen dependen totalmente de lo que hagamos los adultos
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 65
como un valor innato del infante: “El niño tiene todo el mundo por descubrir”
(P3), “la infancia es explorar, descubrir” (P4), afirman los entrevistados. Estas
representaciones van asociadas a un interés por explorar y la necesidad de
interactuar con su entorno para descubrirlo: “ellos tienen muchos deseos de
saber, todo lo preguntan” (P4); la infancia además goza de cierto “deseo de saber”:
“resolver las grandes inquietudes y preguntas que van surgiendo y que llevan a
la exploración” (P10); “en el mundo del niño todo es preguntas, estas preguntas
nos motivan a investigar” (P11); “la infancia es querer saber, preguntan” (F4); así
como de gran capacidad de crear: “esa creatividad es innata de ellos” (P9).
Las triadas destacan el aprendizaje en los infantes (Figura 3.15), pues en sus
representaciones la infancia es el momento clave en que tiene lugar el aprendizaje
de forma más constante, más eficiente y de mayor relevancia en la vida del
sujeto. Esto se observa en apartados de algunas entrevistas: “El aprendizaje es
una característica de esa etapa. […] el aprendizaje es más efectivo en esa etapa”
(F11). Así como es claro que “los niños aprenden desde el vientre” (P7), algunos
añaden que “esos procesos de aprendizaje generalmente vienen en la infancia, ahí
es donde hay que aprovechar esos momentos” (P9). Este aprendizaje se muestra
íntimamente relacionado con las experiencias, las vivencias y también con la
capacidad de exploración del niño en esta edad:
3.3. Conclusiones
En las últimas décadas, las infancias han sido una categoría de interés para
diferentes campos de saber disciplinar y epistemológico que se han configurado
como construcción social y cultural influenciada por las condiciones particulares
de cada contexto (Lara y Morales, 2015). Para Álzate (2003), las infancias son
“una representación colectiva producto de las formas de cooperación entre grupos
sociales también en pugna, de relaciones de fuerza, de estrategias de dominio” (p.
25). En esta dirección, se puede establecer que
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 67
Como se pudo observar en los hallazgos de la investigación, los maestros
representan la infancia asociada con juego, amor y ternura, donde el juego guarda
íntima relación con la alegría, el aprendizaje y los deseos de saber. Para estos
formadores, el juego en la infancia es un dispositivo para la estimulación y el
aprendizaje, en especial en la interacción con pares. También se observó cómo
los maestros y las familias entienden la infancia en función de su relación con
los adultos, dado que conciben al niño como un ser vulnerable que necesita del
apoyo, de la protección y del cuidado de los adultos. A su vez, estos vislumbran la
familia como el vínculo más importante para el infante.
Por otro lado, las familias también mostraron una fuerte asociación de
la infancia con los términos juego y amor; sin embargo, mientras los docentes
asociaban el juego con el aprendizaje y la estimulación, para las familias el juego
se constituyó en etapa, alegría y diversión. Por ello, la infancia es vista como un
periodo que se relaciona con diversión y alegría. El amor surgió asociado a las
representaciones de infancia como un aspecto clave para el crecimiento y desarrollo
del niño. Por ello, la infancia es para las familias el inicio de la vida, del desarrollo y
de la convivencia. Las categorías axiales emergentes de las narrativas se pudieron
resumir en la infancia como construcción social en función de la relación entre el
adulto y el niño, como agente social y ciudadano, como grupo, categoría social o
etapa, y como un proceso que impacta o influye para el desarrollo posterior.
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Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 69
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Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 71
72 Representaciones sociales, relaciones y prácticas en educación infantil
Capítulo 4.
REPRESENTACIONES SOCIALES DE
EDUCACIÓN INFANTIL
4.1. Conceptualización
C
omo se ha podido observar, entre los diferentes actores educativos existen
múltiples visiones y representaciones sobre la infancia. En consecuencia,
también son diversas las perspectivas respecto de la educación en estas
edades. No es para menos, pues este panorama histórico y epistemológico se ha
visto permeado por múltiples factores: los cambios sociales y culturales producidos
en las últimas décadas, las investigaciones en el campo de las ciencias humanas
y sociales, sumadas a los hallazgos de las neurociencias respecto del desarrollo
del ser humano. Esto ha permitido extender las ideas sobre la infancia en nuestra
sociedad, lo que ha modificado la forma de entender y atender los primeros años
de la vida, una realidad que puede estar sujeta a la interpretación y que algunos
sectores sociales y profesionales se resisten a admitir en toda su dimensión. Lo anterior
implica la presencia de tensiones persistentes entre la función asistencial y la función
educativa de este nivel educativo y la especificidad pedagógica del nivel, especialmente
respecto de los objetivos, contenidos y métodos propios (Diker, 2001).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 73
La educación infantil ha sido más estudiada desde otras perspectivas teóricas
como el estudio de los imaginarios colectivos, las percepciones y las creencias. Prueba
de esto es que algunos trabajos se interesaron en las creencias del profesorado sobre
el papel de la educación formal, la escuela y el trabajo docente (Aguilar, 2003).
Otros trabajos investigativos han abordado las creencias epistemológicas de
los estudiantes de pedagogía en educación parvularia, básica y media (García
y Sebastián, 2011). Por su parte, otros autores se orientaron a investigar la
representación del conocimiento con estudiantes de educación infantil (Casas et
al., 2013), así como los cambios y las continuidades en la enseñanza en la primera
infancia (Whitehead y Krieg, 2013). Esto no implica olvidar aquellos estudios
como el de Elliot (citado por Patel y Agbenyega, 2013) sobre las percepciones
de los padres en referencia a la educación de sus hijos en la infancia, los cuales
permiten comprobar que las perspectivas de los padres dan lugar a prácticas de
colaboración con los maestros y la escuela.
Como lo señala Holgado (2018), los siglos XVIII y XIX suponen el triunfo
del naturalismo pedagógico, convirtiéndose en un precedente teórico importante
para el reconocimiento de la educación infantil. Esto sucedió a la par de fenómenos
sociales, económicos y políticos de la época como la Revolución Industrial,
posibilitando que a mediados del siglo XVIII emergieran en Europa las primeras
iniciativas institucionales que separaban a los niños pequeños de su hogar.
Estos lugares fueron conocidos como las dame schoolls en Inglaterra, los
asilos de niños en Alemania y las escuelas de juego en Holanda, según lo reconoce
el Ministerio de Educación Nacional de Colombia (citado por Jaramillo, 2014), los
cuales, estaban dirigidos a infantes de familias pobres, cuyos padres trabajaban en
las industrias y cuyo sentido fue totalmente asistencial, pues contaba con escasas
acciones educativas debido a que su propósito era básicamente proteger físicamente
a los niños y prepararlos para su ingreso a la escuela (Jaramillo, 2014).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 75
la educación infantil reconocido como la Escuela Nueva o Escuela Activa (MEN,
2010). A diferencia de las corrientes preponderantes de la época, en este el infante
ya no fue visto como un sujeto pasivo; por contraparte, se fundamentó en la idea
de que el acto pedagógico reside en la actividad infantil y, de esto modo, da lugar
privilegiado a la autoformación y a la actividad espontánea. Referentes destacados
de este movimiento fueron María Montessori y Ovide Decroly. En cuanto a
Decroly (citado por Londoño, 2001), se defendió que la educación infantil
debe partir de los intereses del infante para encaminar su acción pedagógica,
mientras que Montessori (1982) le prestó especial atención a las necesidades de
los infantes y le asignó al maestro el rol o la función de guiarlos en su natural
propensión al conocimiento. Adicional a esto, ella destacó la sensibilidad del niño
en sus primeros años y especial énfasis hizo en la forma como esta conduce a
una vinculación innata con el ambiente, de la cual dependerá su capacidad de
adaptarse por sí mismo al entorno.
Un tercer momento que Cerda (1996) describe como Momento del modelo
curricular, tiene lugar entre 1976 y 1990. Para esta época se oficializa la formación
de los educadores infantiles, en principio como técnicos y posteriormente como
tecnólogos. Ello evidencia una mirada tecnócrata respecto de la enseñanza de la
educación para la infancia, a la que se le veía más como una tecnología que como
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 77
una ciencia, entendida además como una labor que no tenía mayor incidencia en
la formación y en el desarrollo del niño.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 79
reconocidos en los tratados internacionales, en la Constitución Política y en
este Código” (Ley 1098, 2006, 8 de noviembre, art. 29), indicando que entre sus
derechos impostergables está la atención en cuanto a salud y nutrición, esquema
de vacunación, protección y educación inicial.
Por ello, el MEN considera que es crucial saber, conocer y poner en práctica
la concepción de infancia con la que se trabajará, para así desarrollar un currículo
acorde a la propuesta de un proyecto pedagógico coherente y pertinente a los
niños y al medio donde se va a prestar el servicio de atención a la infancia. A
continuación, se presentan las categorías axiales que orientaron el trabajo de
campo de la investigación iniciando por la comprensión de la educación infantil
como un derecho, como preparación para la formación primaria, como base
para el desarrollo posterior del sujeto, como escenario para que el niño aprenda a
través del juego y como momento para que el niño desarrolle hábitos, autonomía
e incorpore normas sociales.
Desde la Convención sobre los derechos del niño (ONU, 1989) se asume
como fundamental el derecho a la educación de los niños. En este escenario, a
los Estados se les asigna la obligación de ofrecer educación primaria y gratuita,
“orientar la educación al pleno desarrollo personal, al respeto de los derechos
humanos y a la convivencia intercultural, de manera que puedan integrarse en la
vida adulta activamente” (ONU, 1989, art. 28). De la misma forma, esta debe estar
encaminada a “desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental
y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades” (ONU, 1989, art.29), así
como prepararlo para asumir una vida responsable en una sociedad libre.
Por otra parte, la Declaración mundial sobre educación para todos (UNESCO,
1990) señala que “el aprendizaje comienza con el nacimiento” (art. 5). Por lo tanto,
no solo se debe garantizar el acceso a la educación, sino que también se exige el
cuidado temprano y la educación inicial de la infancia, compromisos reafirmados
en el Foro mundial sobre la educación en Dakar en el año 2000. En este se plantea
como meta “desarrollar y mejorar bajo todos sus aspectos la protección y la
educación de la primera infancia, con énfasis en los niños más vulnerables y más
desfavorecidos” (UNESCO, 2000, art. 7).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 81
que la educación inicial es un derecho impostergable de la primera infancia,
de manera que “se constituye en un estructurante de la atención integral cuyo
objetivo es potenciar de manera intencionada el desarrollo integral de las niñas
y los niños desde su nacimiento hasta cumplir los seis años” (p. 162). Por ello,
debe partir del reconocimiento de los intereses, los saberes, las particularidades
y los contextos del infante, favorecer interacciones que se generen en ambientes y
experiencias enriquecidas, por lo cual la educación inicial es válida en sí misma.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 83
se trata de definir una serie de contenidos temáticos o capacidades que deben
desarrollar los niños como preparación para el preescolar. En esta perspectiva,
es esencial establecer una ruta clara que favorezca la entrega pedagógica que la
maestra, el maestro y el agente educativo hará a quienes acompañen a los niños en
grados posteriores o en otras instituciones, teniendo como centro el reconocimiento
de sus características particulares para que continúe potenciándose su desarrollo.
Por todo esto, “la educación inicial no busca como fin último su preparación para
la escuela primaria, sino que les ofrece experiencias retadoras que impulsan su
desarrollo; allí juegan, exploran su medio, se expresan a través del arte y disfrutan
de la literatura” (MEN, 2013, p. 162).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 85
4.1.6. Formación en valores y normas sociales en la educación infantil
Casals y Travé (s. f.) entienden los primeros años de vida como determinantes
para la adecuada integración de los sujetos en las normas, las costumbres y los
valores de la sociedad. En este sentido, la educación infantil tiene el propósito
de trabajar la dimensión moral para potenciar el desarrollo y el fomento de la
autonomía, la racionalidad, la equidad y la empatía del niño, así como para vivir
en armonía. Respecto de este ejercicio de socialización secundaria que supone
la educación infantil, Arnet (citado por Simkin y Becerra, 2013) diferencia tres
tipos de objetivos en la educación infantil que son de alcance general a distintas
sociedades y culturas: primero, el control de los impulsos y la capacidad para
la autorregulación y la postergación de la gratificación que se adquieren en la
infancia; segundo, la internalización de sentido; por último, la preparación para
ocupar roles sociales.
Mientras Comenio (citado por Holgado, 2018) señala que los primeros años
marcan la vida de las personas, Locke recalcó que las impresiones iniciales recibidas
por el niño en sus primeros años de vida pasan a constituir su vida posterior.
Ambas perspectivas tienen en común una mirada centrada en el desarrollo futuro
y en la infancia como precursora del producto final de dicho desarrollo. Bajo esta
perspectiva, la infancia adquiere valor como periodo definitorio para los periodos
4.2. Resultados
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 87
una estrategia multimétodo que incluyó las redes de asociaciones, el cuestionario
sociodemográfico y la entrevista grupal con las familias y los maestros, además
del dibujo-conversación con los niños. A continuación se describen algunos de
los hallazgos de dichos ejercicios.
Figura 4.1. Nube de palabras emergentes de las redes de asociaciones de los maestros en
relación con el término inductor educación infantil
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 89
Algunos educadores hicieron un énfasis específico en la familia como primer
escenario de la educación infantil, resaltando además el papel que juegan al guiar
a la familia y sugerir pautas de crianza.
Figura 4.2. Nube de palabras emergentes de las redes de asociaciones de las familias en
relación con el término inductor educación infantil.
Para las familias (Tabla 4.2) la educación infantil se concibe como aquella
formación en la cual el niño aprende el sentido del respeto. De esta forma, logra
incorporar este y otros valores como la disciplina, la honestidad y la tolerancia.
Además, el niño debe ser tratado con respeto, amor, cariño y comprensión. Las
familias representan la educación infantil como un derecho de los niños y una
responsabilidad del adulto, es un lugar de juego y estudio donde el niño aprende
por medio del juego, del ejemplo, de la imitación y las influencias de los demás.
También se reconoce como un espacio donde el niño es escuchado, en el que
puede compartir con otros niños de su edad y hacer amistades. Por último, las
familias asumen la educación en la infancia como un proceso clave que marca un
precedente en el futuro y en las etapas posteriores en el desarrollo del niño.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 91
Figura 4.3. Mapa conceptual de las categorías axiales y emergentes de representaciones
sociales sobre educación para la infancia en familias y maestros.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 93
a respetar para que seas respetado” (F2); “todos esos valores deben ir cuando él
va en esa etapa de educación” (F4); “hay que enseñarles modales, que saluden,
solidaridad, respeto, tolerancia, compartir” (F9). Tanto en los maestros como en
la familia el papel de la escuela en la infancia está en reforzar valores que se han
comenzado a formar en casa: “todos esos valores se dan en casa, pero en la escuela
se refuerzan” (F4); “[la escuela] refuerza los valores, reglas, límites que en casa
faltan” (F1).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 95
Figura 4.6. El juego como eje de la educación infantil.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 97
Figura 4.7. Educar con amor en la infancia.
Sin embargo, ambos actores asocian ese rol protector como algo natural de
la familia, de manera que se representa en el maestro un rol familiar. Así se observa
en expresiones como “la profesora es como otra mamá” (F5) o “en el preescolar
uno trata ese papel de mamá, uno es el que lo defiende” (F12). Igualmente, los
niños hacen sus representaciones sobre la maestra desde un rol de cuidado y
asistencia, describiendo que su maestra se encarga de “darles almuerzo” (N6), “si
llora le dice a la mamá” (N2), “los cuidan” (N2), “dice que es hora de la lonchera”
(N3), “no deja que otro niño le pegue” (N9).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 99
Algunos participantes destacaron que la interacción con los demás se erige
como un referente crucial en el aprendizaje del niño en esta edad: “Al relacionarse
el niño también aprende y también conoce porque hay diferentes personalidades,
porque va a conocer otros niños y niñas inclusive” (F11); “El juego es importante
para esa etapa porque en el juego los niños comparten, aprenden a ser respetuosos
y a compartir” (F5).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 101
Figura 4.11. Elementos representativos de la educación infantil para los niños.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 103
nada más” (N4). Por último, los niños incluso asociaron a las maestras con el rol
del cuidado (N3): “Nos ayudan, cuando lloran les dicen a las mamás. Los cuidan,
los aman” (N2), aunque hay otras que les pegan (N3). Esta última acción también
fue indicada para los niños, entendiendo que en la escuela los niños “se pegan y
pelean”.
4.3. Conclusiones
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Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 111
112 Representaciones sociales, relaciones y prácticas en educación infantil
Capítulo 5.
“El niño no sabe jugar bien, porque cuando era bebé no le enseñaron”.
(Expresión de uno de los niños participantes en el estudio).
5.1. Conceptualización
L
a relación entre la familia y la escuela en la infancia está mediada por una
diferenciación en los roles que una y otra cumplen en torno a la educación
de los niños. Se espera que sea la familia la que siente las bases de los valores
y los hábitos básicos, mientras que en la escuela —en su acepción más amplia—
la expectativa está enfocada en que se consoliden estos valores y estos hábitos.
Principalmente, se espera que en esta se avance en el aprendizaje escolar, en el
reconocimiento de las primeras letras, de los primeros números, del nombre y en
los hábitos de estudio, entre otros aspectos (Silva et al., 2010). Sin duda alguna,
esta diferenciación en las funciones que cada uno de estos actores cumple en
la educación infantil da lugar a un entramado de variables que cobran especial
importancia cuando se entra a dilucidar la influencia de esta relación en el proceso
educativo de los niños durante este periodo. En torno a esto, existen diversas
posturas a favor y en contra de las condiciones que cada uno de estos contextos
ofrece y su contribución al desarrollo del niño.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 113
En este sentido, Villarroel y Sánchez (citados por Fernández y Bigott, 2011)
señalan que, si bien una de las funciones más importante de la escuela es introducir
al estudiante en un amplio bagaje de conocimientos y destrezas por medio de la
transmisión de elementos básicos de carácter cognitivo, es a través de la familia
como el primer mundo social donde se desenvuelven estos agentes. Así, la familia
se constituye en parte fundamental dentro del proceso educativo (Fernández y
Bigott, 2011). De ahí que la participación de las familias en la planeación de una
institución de educación infantil sea equivalente a una garantía de eficacia para la
práctica educativa, “debido a la especificidad de los aprendizajes antes de los seis
años y a la necesidad de completar la acción educativa sobre el niño” (Mir et al.,
2012, p. 174).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 115
se garantice (mediante un modelo de interrelación de los diferentes ámbitos o
de las dimensiones que influyen en la interacción entre la escuela, la familia y la
comunidad) una dinámica de trabajo en conjunto en pro de apoyar y guiar los
procesos formativos y transformativos de los niños dentro y fuera de la escuela.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 117
ellos han contribuido a limitar la interacción y participación de la familia en la
escuela por medio de su actitud.
5.2. Resultados
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 119
referencia a los maestros, algunos de ellos tenían amplia experiencia en educación
infantil (más de veintiún años), otros tenían una trayectoria intermedia (entre
diez y veinte años) y también participó una maestra con menos de cinco años
de experiencia (Figura 5.2). Esta variabilidad dio la oportunidad de ampliar el
espectro del caso.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 121
No obstante, las familias fueron mucho más enfáticas y minuciosas
al precisar cómo la responsabilidad, el respeto, la honestidad y el amor son
los principales valores que desarrollan los niños desde su núcleo familiar. Lo
anterior puede observarse en la Figura 5.4, configurada a partir de las redes de
asociaciones construidas por los familiares de los niños que hacían parte de las
triadas participantes.
Figura 5.4. Nube de palabras emergentes en las redes de asociaciones de las familias con
relación a la educación en la infancia.
Frente a estos discursos de los niños, cabe hacerse una serie de preguntas:
¿cuál es el mensaje que están transmitiéndole los niños a los maestros en lo que se
refiere a las prácticas pedagógicas en relación con las representaciones que se han
construido de infancia y educación en la infancia?, como mediadores del proceso
de aprendizaje, ¿están los (las) docentes respondiendo a las expectativas y a las
necesidades reales de los niños? En la cotidianidad del trabajo en el aula, ¿están
los (las) docentes poniendo a prueba su competencia profesional más allá de la
teoría, en una estrecha interacción con la empatía y la deontología profesional?,
¿cuál es el alcance del trabajo colaborativo docente con las familias en términos
del intercambio que se sostiene con ellos en relación con las expectativas frente a
las potencialidades reales de los niños?
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 123
Figura 5.5. Representación gráfica por medio de la nube de palabras evocada por los
niños a través de los dibujos-conversación en relación con la infancia y la educación en la
infancia.
Existe suficiente evidencia tanto teórica como práctica acerca del continuo
que constituye la educación en la infancia entre los ámbitos de la familia y el de
la escuela, en un sentido genérico. No obstante, resultan evidentes tensiones que
interrumpen esta continuidad para dar paso a una discusión que se mueve desde
la complementariedad de la educación infantil. Esta se encuentra favorecida por
una relación colaborativa entre la familia y la escuela, y por una diferenciación de
los roles que una y otra cumplen frente al desarrollo de los niños en la infancia. En
cualquier caso, los defensores de una y otra postura coinciden en la importancia
de estimular alianzas entre las dos instituciones para favorecer el desarrollo de
los niños durante la infancia y, particularmente, la socialización (Gubbins, 2012).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 125
si ellos no saben qué queremos nosotros y nosotros no sabemos qué quieren ellos,
entonces es complicado en la parte de la comunicación constante para llegar a un
acuerdo entre todos” (P10); por eso, el diálogo es esencial: yo mantengo muy en
contacto con la profesora, entonces [sé] qué vieron esta semana, si vieron tales
letras entonces uno ya empieza el fin de semana de refuerzos” (F8); “si el niño
se comporta un día de una manera y al otro día de otra manera, entonces es una
comunicación constante entre los padres y el colegio para saber qué hay que
reforzar, en qué hay falencias y qué se está necesitando, cuáles son los problemas…
pienso que eso es primordial” (F2); “como quiera que sea, debe decirse que el eje
central son los niños, esa comunicación, sobre todo, se da con ellos como base”
(P12).
Así mismo, los familiares dan cuenta de las diferencias que existen en cuanto
a los canales de comunicación, particularmente los de carácter directo, es decir, el
encuentro cara a cara entre familiar y maestro en los diferentes niveles escolares.
En ese sentido, la comunicación es más expedita en la educación infantil: “es
muy difícil en los otros grados la comunicación con los profesores porque no se
permite ese acceso sino solamente cuando hay entrega de boletines y ya, de pronto
uno queda medio maniatado en ese sentido” (F3).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 127
casa no hacen porque de pronto como que los limitan” (P4); “de igual manera,
hay niños que sí, es verdad, no traen muchos valores, pero estamos en una edad
en la que el niño es flexible, se deja moldear exactamente y entonces de nosotros
depende muchas cosas que de pronto en la casa están faltando” (P9).
En tercer término, al escuchar las voces de los niños se encuentra que ellos,
en ocasiones, están en el medio de estas tensiones entre familiares y maestros,
supeditados a una visión de poder del adulto: “solo los grandes mandan” (N2).
Quizá dicha perspectiva está imbuida por la incompetencia de negociación con el
niño e influenciada por vicios de la educación tradicional en donde se “refuerza”
al niño que “se porta bien” y se “castiga” a quien “se porta mal”. De acuerdo con las
narrativas de los niños, al parecer, unos y otros, familiares y maestros, se “utilizan”
de manera bidireccional e irresponsablemente como actores “objeto de castigo”,
en respuesta a “si te portas mal, le aviso a tu papá o a tu mamá” o “si te portas mal,
voy a decirle a la profesora que te deje sin recreo” o “que no te deje jugar fútbol”
“cuando [los niños] lloran les dicen a las mamás. El niño [de los dibujos] está
triste porque la mamá le pega, porque se porta mal, porque no sabe portarse bien.
La profesora le dice a la mamá, la mamá le pega al niño por ser cansón y grosero
(N2).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 129
en este proceso y, por ejemplo, ahora que los niños crecen con sus características
diferentes y de pronto el niño me entienda igual como lo va a hacer con los padres,
hermanos o de los mismos compañeros, y para mí eso es lo más importante: saber
llevar esa infancia junto con el padre, docente y que vayan de la mano todos” (P7).
Nos hablan de los valores, los valores a veces no están muy fuertes en casa,
pero en el colegio los podemos reforzar, los reforzamos en casa, pero si no hay
comunicación si a nosotros los niños nos dicen «profe es que mi papá dijo una
grosería». “Y nosotros nos quedamos callados” (P10); “yo puedo formar familias
a través de esos niños, yo puedo traer esas familias a que compartan conmigo a
que ellos les lean… trayendo a esos padres de familia acá a mi escuela, a mi salón
de clases, a mis actividades, creo ese eje todo alrededor del niño, no el niño allá, el
padre acá y yo docente acá, ¡no!” (P12).
Y de la visión que tienen los familiares de los educadores infantiles: “yo pienso
que a la educación en la infancia la crítica todo el mundo hoy en día, haciendo el
análisis del maestro de hoy en día; para mi concepto, con el respeto de los docentes
presentes, hay maestros que les falta mucha capacitación para aprender a manejar
los niños” (P1); “el rol del docente es fortalecer, apoyar, seguir reforzando esos
valores … el profe, el maestro marca mucho, porque él se encarga en el preescolar,
a través del juego, de enseñarle otro tipo de cosas, diferentes a lo que se enseña en
la familia” (F1).
5.3. Conclusiones
Las representaciones sociales que los niños, sus familias y los maestros construyen
en torno a la educación en la infancia constituyen, sin duda alguna, un factor
generador de relaciones de cooperación entre la familia y la escuela. Estas
relaciones se configuran como una apuesta de corresponsabilidad, equidad y
confianza entre las familias y los maestros, para trabajar juntos por un fin común:
el bienestar integral del niño (Figura 5.6).
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 131
Figura 5.7. Representaciones sociales de educación en la infancia y su incidencia en la
relación familia-escuela.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 133
funcionarios de la escuela. La intención es consolidar sinergias importantes
y brindar espacios de ocio y tiempo libre que en ocasiones son limitados para
algunas familias. De la misma manera, es oportuno (d) fortalecer las conexiones
con la comunidad o, en otras palabras, “abrir la escuela al barrio” como una
estrategia privilegiada para el fortalecimiento de las relaciones con las familias.
a establecer «otro» modelo de escuela, donde las familias y los centros educativos
vayan en la misma dirección y no se perciban como obstáculos y resistencias sino,
más bien, como dos instituciones que están llamadas a fundirse y trabajar en un
contexto compartido, a entenderse mutuamente (p. 131).
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L
os objetivos de este trabajo se enmarcaron en el ámbito de la educación
infantil en el contexto institucional de la escuela, orientados a establecer
cómo representan los conceptos de infancia y educación en la infancia los
profesores de educación inicial, los integrantes de las familias y los niños. De esta
manera, se pretendió determinar la incidencia de estas representaciones en la
relación entre la familia y la escuela, con miras al cumplimiento de la función
social de esta última, asociada a su responsabilidad formativa con la sociedad.
Estos propósitos se enmarcaron en contenidos teóricos que fueron abordados en
la parte inicial de este libro. En ellos se destaca que las representaciones de la
infancia y, en consecuencia, de la educación infantil, son una construcción social
por demás reciente que, sin embargo, como concepto, tiene una historicidad
acorde a cada sociedad, a cada cultura y a cada época.
Leonor Córdoba Andrade, Carolina Robledo Castro y Liliana Margarita Del Basto Sabogal 137
panorama en la relación entre escuela, familia y sociedad, constituyéndose en un
aporte significativo a la reflexión en torno a la formación de educadores infantiles
y a la toma de conciencia de su responsabilidad social.
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De la misma forma en que se presentó la información relacionada con la
concepción de infancia, las categorías axiales que orientaron el trabajo de campo
en lo que atañe a la educación infantil se identificaron con ella entendiéndola de
las siguientes maneras:
• Como etapa que sienta las bases para el desarrollo posterior del sujeto.
• Las representaciones sociales que los niños, sus familias y los maestros
construyen en torno a la educación infantil constituyen, sin duda
alguna, un factor generador de relaciones de cooperación entre la
familia y la escuela. Estas relaciones se configuran como una apuesta
de corresponsabilidad, equidad y confianza entre las familias y los
maestros, para trabajar juntos por un fin común: garantizar el bienestar
integral del niño.
• Maestros y familiares coincidieron en la importancia de la educación
infantil para sentar las bases del desarrollo en valores de los niños,
resaltando el origen de esta tarea en la familia y la continuidad en el
fortalecimiento de valores por parte de la escuela.
• Se marcaron diferencias en los roles que tanto la escuela como la familia
deben asumir para el adecuado desempeño de su responsabilidad en
la formación de los niños; además, se estableció erróneamente que la
familia forma y la escuela educa. Esta fue una postura que prevaleció en
los miembros de las familias.
• Es objeto de reflexión la identidad que todavía se da como agentes de
control y castigo a padres y maestros por parte de los niños.
• Así como el maestro se constituye en el principal protagonista de la
interacción entre la familia y la escuela, también en él delegan los padres
el cuidado y algunas de sus funciones formadoras.
• Se corroboró que las representaciones sociales que los niños, sus
familias y los maestros construyen en torno a la infancia y la educación
infantil constituyen un factor generador de relaciones de cooperación o
de tensión entre la familia y la escuela.
• Es imperativo deconstruir en los maestros las representaciones sociales
negativas sobre la educación infantil y movilizarlos hacia la superación
de barreras que entorpecen una relación de colaboración con la familia,
basada en los principios de respeto mutuo, comunicación asertiva,
equidad y confidencialidad. Por esta razón, resulta indispensable
garantizar una total vinculación de su formación práctica en los centros
educativos con la generación de una actitud crítica y reflexiva.
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Por último, conviene concluir que las representaciones que fueron notorias
y recurrentes en las triadas estuvieron relacionadas con el juego. Las familias y
los maestros presentaron representaciones fuertes de la infancia como etapa del
juego, en sintonía con estas representaciones en la educación infantil donde se lo
relaciona con un dispositivo para el aprendizaje.
Con todo y esto, se concluye que el juego es asociado con lo que identifica
a la infancia, con la educación infantil. Se asume claramente como una estrategia
de aprendizaje, como posibilidad de interacción y de asunción de roles, de
formación en valores, donde se privilegia el respeto y el reconocimiento del otro
en su diferencia. Esto se valida tanto con los postulados de los teóricos estudiados
como con los aportes obtenidos de los integrantes de las triadas que participaron
en el estudio. En especial, los niños enfatizaron en el juego como un aspecto
esencialmente importante para su desarrollo e identidad.
Sin embargo, cabe anotar que mientras los maestros ven en el juego un
dispositivo a través del cual el niño aprende, los integrantes de las familias en su
mayoría lo asocian con diversión, a una actividad poco productiva, desvirtuando
su esencia formativa en armonía con lo lúdico.
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Otro aspecto importante obtenido a través de los resultados de la
investigación, es la necesidad de conocer y establecer un permanente diálogo en
torno a las representaciones sociales y a los imaginarios de los principales actores
del proceso educativo, incluyendo a los infantes. Estos están asociados a sus
prácticas, lo que, indudablemente, incide en el desarrollo de los niños.
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146 Representaciones sociales, relaciones y prácticas en educación infantil
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148
Anexo 2. Cuestionarios de caracterización
A. Profesores
Fecha diligenciamiento: Nombre:
D D M M A A A A Correo electrónico:
Teléfonos:
ID: Institución educativa:
C A S O N.o estudiantes a cargo: N.o de docentes en la IE
Información general
Fecha de nacimiento Día Mes Año Ciudad de nacimiento
Estado civil N.o de hijos Edad de los hijos
Practica alguna religión Si No Maneja segundo idioma Si No ¿Cuál?
Formación académica Si No En curso Año de graduación Título Institución
Bachiller normalista
Licenciatura
Experiencia docente
Años de experiencia docente. Años de experiencia docente en educación infantil.
Últimas tres instituciones educativas en las que se ha desempeñado, iniciando por la actual y discriminando los grados.
Nombre Ubicación Grados Cursos orientados Tiempo Horario
Rural/Urbana Mañana-Tarde-Noche
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149
B. Familias
150
Fecha diligenciamiento: ID: Estructura familiar:
D D M M A A A A C A S O Número de niños:
Número de adultos:
1) Mujer
2) Hombre
Día Mes Año
1 2 3 4 5 6
2. EXPERIENCIA ESCOLAR DEL(DE LA) NIÑO(A)
2a. Indique en cuántas instituciones de atención a la primera 2f. Indique en cuántas instituciones educativas ha
infancia ha estado el niño. estado el niño.
Por cada una de estas instituciones por favor indicar: Por cada una de estas instituciones por favor indicar:
2d. Edad a la que 2e. La edad a la 2g. Tipo de IE 2h. Edad a la que 2i. La edad a la
(Ver instructivo).
Rural
Urbana
1) Mujer
2) Hombre
1) Sin escolaridad
2) Primaria incompleta
3) Primaria completa
4) Secundaria incompleta
5) Secundaria completa
6) Formación técnica
7) Formación tecnológica
8) Profesional
9) Especialización
10) Maestría
1) Soltero(a)
2) Unión libre
3) Casado(a)
4) Divorciado(a)-separado(a)
5) Viudo(a)
1) Estrecha
2) Cercana
3) Poco cercana
4) Distante
F.1
F.2
F.3
F.4
F.5
F.6
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F.7
F.8
151
4. INTERACCIÓN DE LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA CON EL NIÑO
152
En relación con el tiempo que el familiar comparte con el En relación con los dos familiares con quienes más comparte
niño, por favor indicar: el niño, por favor indicar:
4a. ¿Cuántos 4b. ¿Cuántas 4c. ¿En qué 4e. Señale con
días a la semana horas al día horarios suele una X las dos
comparte con el comparte personas con 4f. Actividades que realiza con el niño.
compartir con 4d. Número
niño? con el niño? de horas las que más
anterior
el niño?
totales a la comparte el niño.
semana. Familiar 1 Familiar 2
Lunes a Fines de Lunes a Fines de
Tarde
semana
semana
Lunes a
Lunes a
Viernes
Viernes
Mañana
Fines de
Fines de
viernes semana viernes semana
F.1
F.2
F.3
F.4
F.5
F.7
F.8
F.9