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TP N°3

Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane

H2 - Pernaut
2021

Bembhy, Matías
G4 Dal Molin, Agustina
Gutiérrez, Sol María
Índice

Diapositiva 03 Introducción
Diapositiva 04 Sixto V
Diapositiva 05 - 08 Embellecimiento de Roma
Diapositiva 09 - 10 Ubicación
Diapositiva 11 Las calles de la zona
Diapositiva 12 Terreno de implantación
Diapositiva 13 - 15 Fachada
Diapositiva 16 - 17 Planta
Diapositiva 18 Claustro
Diapositiva 19 - 20 Cúpula
Diapositiva 21 - 22 Conclusión
Diapositiva 23 Bibliografía
INTRODUCCIÓN

Si bien el Complejo del convento San Carlino Alle Quatro Fontane fue construido en distintas fases, en razón de los recursos
económicos disponibles, a priori fue diseñado como un proyecto unitario. Dicho diseño se gestó en el marco de una amplia
cantidad de figuras que comenzaban a perder su simpleza a medida que el Barroco maduraba. Es así como en la obra
mencionada, tanto en lo que respecta a la fachada como a la planta, se pueden apreciar curvaturas propias de este nuevo
movimiento que sentaría precedente.

Enclavada en el encuentro entre dos de los más importantes barrios (rione) de Roma, el rione Monti, que alberga gran parte de la
colina del Quirinal, y el rione Trevi. Cabe destacar que ambos se hallan plagados de edificios monumentales, entre los que
destacan la célebre Fontana di Trevi y el Palacio Barberini. Desde la antigüedad, esta área acogió importantes núcleos
residenciales, edificios públicos y de culto, siendo la vía del Alta Semita su eje principal.

Dicha zona fue desarrollada a finales del siglo XVI gracias al plan de expansión propulsado por el pontífice Sixto V (1521-1590),
basado en la construcción de vías rectilíneas que conectaban las siete basílicas cristianas principales. Entre sus objetivos se
destacaban dotar de una nueva imagen a la urbe, promover la expansión edilicia fuera del superpoblado meandro del Tíber y
estimular indirectamente nuevas actividades económicas en torno a los nuevos ejes. Así, se proponía romper con el antiguo y
tortuoso entramado de la ciudad medieval y se propiciaba la creación de nuevas plazas y escenarios urbanos.

Con este nuevo trazado urbano se consigue resolver un problema pendiente en Roma cuya solución dispuso un trazado
conveniente para permitir a los peregrinos visitar cómodamente las 7 basílicas principales de Roma (San Pedro, Santa María la
Mayor, San Juan de Letrán, Santa Cruz de Jerusalén, San Lorenzo Extramuros, San Pablo Extramuros, San Sebastián), lo cual
consolidó su carácter integrador.
SIXTO V
EMBELLECIMIENTO DE ROMA
La Roma medieval había quedado devastada. El periodo que transcurre desde el
traslado de los papas a Aviñón en 1309 hasta el fin del Cisma de Occidente, con la
elección de Martín V en 1417, fue una época de desórdenes incontrolados en Roma.
Una vez restablecido definitivamente el papel exclusivo de Roma como sede pontificia,
se inició un plan para recuperar el prestigio perdido de la ciudad. La mayoría de los
papas que sucedieron a Martín V estaban decididos a aumentar el prestigio de la
Iglesia por medio de la magnificencia de una nueva Roma. Estos planes de
recuperación fueron lanzados con el espíritu de la Contrarreforma.
La transformación de la ciudad comenzó fuera del núcleo medieval, en el Borgo Nuovo,
la zona que conectaba el Vaticano con el Castel Sant’Angelo. Este castillo servía a los
papas como cámara del tesoro, prisión y lugar de refugio en tiempos de invasiones o
revueltas. Su posición dominante es obvia en el plano de Giovanni Battista Falda, que
muestra también las calles paralelas renacentistas del Borgo Nuovo.
El núcleo medieval de Roma era un barrio en un recodo del Tíber en frente del Castel
Sant’ Angelo, conocido por su mal clima, razón por la cual se había dejado desocupado
durante todo el período del antiguo Imperio Romano. La Roma medieval se había
extendido a partir de ese centro de un modo lento y caótico en dirección al Capitolio y
al teatro de Marcelo, situado cerca del río Tíber.
En el momento en que Sixto V accedió al pontificado, las obras ya estaban en marcha
en el Acqua Felice y la Strada Felice, enlazando Santa Croce in Gerusalemme con
Santa Trinità dei Monti, tarea que se terminó durante el primer año de su pontificado,
dando a esas dos obras su nombre de pila (Félix). Pero Sixto V aportó muchas de las
ideas que proporcionaron la forma final de la Roma renacentista y aún barroca.
El papa llevó a cabo un amplio programa de obras, no solo arquitectónicas, sino también urbanísticas, empleando en esta tarea al arquitecto
Doménico Fontana. Su programa se basaba en 3 objetivos prioritarios: primero, repoblar las colinas de Roma; segundo, integrar en un único sistema
de calles principales las diversas obras realizadas por sus predecesores enlazando las iglesias más importantes y otros puntos clave de la ciudad;
por último, crear una ciudad estética que supusiera la superación de la frecuente configuración de calles y espacios públicos como resultado de la
agregación de edificios dispares.
Consciente, además, de los inmensos problemas urbanísticos de Roma y de sus propias limitaciones de tiempo, Sixto V ideó un método único para
trazar los principales ejes que guiarán en el futuro la reconstrucción; para ello, situó obeliscos en los puntos donde, en siglos venideros, habrían de
urbanizarse las plazas más importantes.
El urbanismo se fundamenta en calles amplias. La principal
es la Strada Felice, parte de la Puerta del Popolo . En esta
plaza se conecta la avenida con las calles anteriores
(Babuino, Corso, Leonina). En el cruce con la Strada Pía se
configuran conducciones de agua para fuentes en los
cuatro chaflanes (Cuatro Fontani). En la Plaza de Santa
María Maggiore se abre la vía Panisperna, que comunica
con la Strada del Corso y con la ciudad medieval. Se
monumentalizan los espacios con fuentes o con las
columnas Trajana y Aureliana. Una calle cruza la muralla
aureliana hasta San Lorenzo. La vía Gregoriana comunica
Santa María Maggiore con San Juan de Letrán (vía
remodelada por Sixto V). La Strada Felice se prolonga
después de Santa María la Maggiore hasta Santa Cruz de
Jerusalén. Además, se comunicó San Juan con el Coliseo.
Largos ejes perspectivos direccionales caracterizan esta
remodelación. Las calles se ensanchan para crear plazas
ante las iglesias, marcando el carácter sacro.
Durante su pontificado, Sixto V hizo construir, finalizó y/o reparó un gran número de grandes monumentos y edificios en la ciudad de Roma. Entre
las obras de arquitectura realizadas en su pontificado cabe destacar la construcción de la Capilla Sixtina de Santa María la Mayor, la finalización
del Palacio del Quirinal, las modificaciones del Palacio de Letrán, la terminación de la cúpula de la Basílica de San Pedro, la restauración del
acueducto de Septimio Severo, entre otros.
Es notorio su poco aprecio por las
obras de la Roma clásica, lo que le
llevó a usar muchas de ellas como
material de construcción. Sin embargo,
se ha hecho notar que la utilización del
material de construcciones en ruina o
con peligro de ruina era habitual
también entre los arquitectos de la
época. En este sentido se debe tener
en cuenta que "Bramante o Fontana no
Coliseo romano Palacio del Quirinal Basílica de San Pedro creían estar haciendo ningún mal si
destruían restos de la Antigüedad". El
Papa encargó la restauración de las
columnas de Trajano y Marco Aurelio,
trabajos que se completaron en 1587
situando sobre la columna trajana una
estatua de San Pedro y sobre la
aureliana, una estatua de San Pablo.
Se trataba de remarcar el papel de
estos apóstoles como «gloriosos
Palacio y Basílica de San Juan de Letrán Santa María la Mayor Capilla Sixtina príncipes de la tierra [...] lámparas o
faros de la fe, columnas de la Iglesia».
En el 537 se estropea la conducción de agua que llega a las termas de Caracalla, es el comienzo de la ruina del sistema de agua y de la ciudad
desde la huida de Constantino, lo que hace que la población se concentre en la margen donde se conservaban abastecimientos de agua y de
productos. Las colinas estaban despobladas. En la Antigüedad, Roma tenía cerca de un millón de habitantes, cuando en el siglo XV los papas
vuelven de Avignon, su población se encontraba entre los diecisiete y los diecinueve mil. Los papas del XV y del XVI intervinieron en el urbanismo
para darle el decoro propio a la ciudad cabeza de la cristiandad. En el Renacimiento se interviene en la Roma medieval, pero todas las
actuaciones que se realizan son puntuales, hechas por una necesidad del momento.

Si bien otros papas habían restablecido el suministro de agua en las partes bajas de la ciudad, no habían podido hacer lo mismo en los barrios
altos. Para llevar el agua a las colinas del Quirinal, Viminal y Esquilino, Sixto V construyó el Acqua Felice entre 1585 y 1589. Este acueducto se
hizo incorporando partes de los antiguos acueductos romanos, Acqua Marcia y Acqua Claudia. Su longitud era de unos 25 kilómetros y a causa del
desnivel rigurosamente limitado entre su origen y su punto de destino, supuso la realización de 11 kilómetros de acueducto elevado y otros tantos
en túneles. Suministraba más de 18.000 metros cúbicos por día, cubriendo las necesidades de agua de la ciudad hasta el siglo XIX.
En cuanto a las condiciones ambientales, además de aumentar el suministro de agua potable, creó un servicio de carros de basura para la
recogida periódica de residuos domésticos; perfeccionó el sistema de alcantarillado y construyó lavaderos públicos y hospitales; recuperó
industrias perdidas y en la conducción de agua de Agrippa se construyó un lavadero de lana. Además, se atrajo población a la zona de las colinas
con exenciones de impuestos y se pavimentaron 125 calles antiguas.

Si bien su programa de inversión pública proporcionó trabajo a miles de


personas, no consiguió resolver el problema de desempleo crónico que padecía
Roma. En el último año de su pontificado emprendió un ambicioso plan -que no
se llegó a iniciar- de convertir el Coliseo en una hilandería de lana, con talleres
en planta baja y alojamientos para los obreros en las plantas superiores.

En tiempos de Sixto V Roma había alcanzado ya los 100.000 habitantes.


IGLESIA DE SAN CARLO ALLE QUATTRO FONTANE

Los Trinitarios Descalzos se trasladaron a una pequeña casa que alquilaron en la antigua vía Felice. Finalmente, en 1611 adquirieron una casa
en la esquina del cruce de las Quattro Fontane. Este cruce, que será considerado como uno de los más bellos de Roma, estaba delimitado por
cuatro fuentes públicas que darán nombre al convento. En la planta baja se dispuso una pequeña iglesia y en el piso superior algunas
habitaciones para alojar a los religiosos.

La iglesia, consagrada el 3 de junio de 1612 y dedicada a la Santísima Trinidad y a San Carlos Borromeo, fue la primera dedicada al reformista
apenas dos años más tarde de su canonización. La ceremonia fue oficiada por el cardenal Ottavio Bandini quién además de oficiar la
ceremonia, poco tiempo después donó un pequeño jardín contiguo.

A finales de octubre de 1614 se adquirieron otras dos propiedades inmediatas a la primera. El terreno definitivo para la construcción del
convento, de forma trapezoidal, delimitaba al norte con la vía Pía, al este con la estrada Felice, al sur con la entrada a los jardines del cardenal
Bandini y al oeste con los Padres Carmelitas de Santa Ana. Contaba con una superficie total de 1.092,25 metros cuadrados.

Los Padres Trinitarios le confiaron en 1634 a Francesco Borromini el proyecto para la nueva sede de la Orden en Roma. Para reducir esfuerzos
y costes se tuvieron en cuenta las construcciones preexistentes, sobre cuyas trazas se superponen algunos de los muros del proyecto
borrominiano. De esta manera, conforme avanzaba la obra se iban demoliendo las edificaciones necesarias y se reutilizaban los materiales
originales con el fin de economizar el gasto. Sin embargo, a pesar de que el complejo se construyó por fases en función de las disponibilidades
económicas, desde el principio se ideó como un proyecto unitario.
Iglesia San Carlo alle Quattro Fontane

Las 4 fuentes se sitúan en las esquinas que forman la Via delle Quattro Fontante y
la Vía del Quirinale. Estas fuentes fueron parte la iniciativa del Papa Sixto V,
simbolizan la fidelidad, la fuerza y los Ríos Arno y Tíber. El agua que mana de ellas
es apta para el consumo, como ocurre en casi todas las fuentes de Roma.
LAS CALLES DE LA ZONA

La estrechez de la calle donde se localiza el edificio y el verticalismo de la fachada, reforzado por la torre campanario sobre el chaflán que contiene
la fuente, obligan al espectador a distanciarse del conjunto de San Carlos y a contemplarlo con cierta perspectiva. Esta forma achaflanada de la
esquina hace que la sensación de espacio del cruce de las dos calles se amplíe.

Su arquitectura fue muy imaginativa y expresiva, y tuvo que ingeniárselas para sacar gran partido de materiales constructivos y decorativos pobres,
pues sus proyectos, en general, fueron realizados para órdenes religiosas con pocos recursos; en este caso, la realiza para la orden de los
trinitarios.

La fiebre constructiva que parece afectar a Roma a lo largo del siglo XVII es una muestra del afán de la Iglesia Católica por demostrar su poder que
estaba muy debilitado por las constantes luchas contra los Reformistas protestantes. El papado se empeña en demostrar su poder construyendo
fastuosos templos y palacios aunque en muchos casos, la apariencia de lujo y poder encubre la pobreza de los materiales (ladrillo, estuco) que
prueban el mal momento económico de la iglesia. Este esfuerzo constructivo va a dar origen a muchos templos emblemáticos y monumentos que
sembrarán la ciudad de Roma de hitos que harán historia.
TERRENO DONDE SE IMPLANTA

Todas las piezas tienen una geometría común que a su vez está
interrelacionada entre sí. La génesis de la geometría del complejo se basa en
un módulo A –correspondiente al lado corto del claustro– a partir del cual se
adicionan y generan el resto de las piezas del complejo, resultando un conjunto
unitario, entrelazado y sobre todo, compacto.
FACHADA
La fachada de San Carlo alle Quattro Fontane es también un diseño de Borromini,
aunque no pudo verla terminada en vida, fue su sobrino Bernardo Castelli quien la
dirigió siguiendo los planes de su tío. La misma resume las características de la
arquitectura barroca, con que refleja la teatralidad por varias razones: relieves
ornamentales, nichos, las estatuas grandes columnas y un diseño ondulante de este
estilo artístico. Borromini utiliza composiciones geométricas no son solo de plantas,
sino que las expresa también en sus levantamientos de obras.

El frontis consta de dos pisos separados por un entablamento y tres cuerpos


verticales. El muro, también ondulante, se articula por medio de cuatro columnas
exentas de orden gigante con fuste liso y capitel corintio que soportan el
entablamento. Dispone de una portada ondulada de dos cuerpos y tres calles. En la
planta baja posee tres partes principales, tres nichos, donde se ubican las estatuas El tratamiento de los muros es de gran importancia para
de San Carlos Borromeo, titular de la iglesia, y los dos fundadores de la orden la percepción del movimiento en la capilla. El que se
trinitaria en el interior. Las zonas laterales son cóncavas, permitiendo una abertura en encuentren pilastras señalando los ángulos de la forma
su interior, para contener el edículo convexo, con una abertura cerrada arriba del geométrica que da origen a la planta es fundamental, ya
pórtico de la parte central con una función vinculante entre la parte cóncava de la que se aprecia la continuidad de las líneas que
parte inferior con la parte convexa de la parte superior. En el cuerpo superior el juego conforman el volumen, desde la base de las pilastras
de planos varía; podemos observar un edículo-ventanal que provee de luz al interior hasta la linterna, ayudando a dinamizar la percepción el
junto con la linterna de la cúpula. Arriba se encuentran dos ángeles que sostienen un entablamento que señala nuevamente la forma básica de
gran medallón que rompe el entablamento y la balaustrada de remate. Antiguamente la planta. La inexistencia de columnas no significa que los
este gran óvalo contenía una pintura fresca de la "Coronación de la Virgen", hoy muros estén tratados únicamente como superficies
perdido, el número tres (en referencia a la Trinidad), que se repite en la ordenación planas; existen nichos que arrancan espacio de entre
de la fachada aparecerá también en el interior de la iglesia. La parte superior de la ellos.
fachada es la más exuberante.
Este juego de formas (cóncavas y convexas) hacen parecer que la piedra rígida y fría se hubiese convertido en un material plástico y
moldeable. La plasticidad de la fachada viene reforzada por entablamentos que se ondulan y se quiebran en perfiles mixtilíneos a fin de
conferir al conjunto un movimiento permanente. El resto de elementos que conforman la fachada parecen empeñados en romper esta
unidad potenciando ritmos ondulantes y ascendentes que confieren un inusitado dinamismo al conjunto. El potente entablamento que
separa los dos cuerpos de la fachada acentúa este movimiento.
ANÁLISIS MÁS PROFUNDO DE LA FACHADA

El estrechamiento de la parcela es la causa


de las deformaciones infringidas al plano de
la fachada.
PLANTA
La planta de la iglesia representa el triunfo de una mente racional sobre las escasas
posibilidades de construcción que un solar tan pequeño e irregular ofrecía. En su
esencia, se trata de una planta ovalada, con segmentos cóncavos y otros convexos,
que crean un contorno sinuoso y movimiento, en la que todos los elementos se
integran para dotar de unidad conjunto: es el claro ejemplo del barroquismo.

Cuenta con el eje mayor en la dirección desde la entrada hacia el altar. Dispone de
tres altares principales, y presenta un increíble juego de planos cóncavos y convexos
que modelan un espacio orgánico que parece fluir a la vista del espectador.

En su composición básica podremos encontrar: dos triángulos equiláteros unidos por


su base, anamorfosis del círculo, estableciéndose una forma romboidal.

Dimensiones de la planta y señalización de columnas


El interior de planta ovalada, es una de las primeras realizaciones de Borromini y está conformado por 16 sencillas columnas gigantescas
agrupadas de 4 en 4 de orden compuesto, que se encuentran en el cuerpo inferior y dirigen la mirada hacia la cúpula.

Cuenta además con un poderoso entablamento que, a pesar de seguir la planta caprichosa del conjunto, se configura como una barrera
horizontal que nos obliga a dirigir a la mirada a lo largo de todo el perímetro de la iglesia.
Se extiende para todo el perímetro y se curva en frente del ábside y de los sectores laterales
curvilíneos, el resultado es una continuidad formal dedicada al pequeño espacio.

Sobre este entablamento se erige un conjunto compuesto por arcos de 1/2 punto y pechinas
que sostienen la magnífica cúpula ovalada de casetones geométricos (octógonos, hexágono y
cruces). Los casetones
disminuyen de tamaño
siguiendo las leyes de
la perspectiva y con el
objetivo de crear la
sensación de mayor
altura. Hay una
semicúpula sobre el
altar que utiliza el
mismo recurso, en este
caso con la intención
de buscar mayor
profundidad.
CLAUSTRO

El coqueto claustro es otra maravilla. Con


planta rectangular y dos pisos de altura, el
arquitecto consigue dar la impresión de que el
espacio es mayor variando la distancia entre
las columnas e incluye detalles del barroco
como la combinación de piezas en varios
sentidos y de líneas cóncavas y convexas. En Resolución
esquinas
el interior el entablamento corona las
columnas, y en correspondencia de los altares
se encorva profundamente siguiendo la
ondulación de la planta y se ornamenta por un
tímpano. Éste se prolonga en un nicho,
otorgando mayor impresión de concavidad. La
sucesión de columnas, que no siguen el
intervalo regular, acompañan el movimiento de
la elipse de la planta para sugerir una alusión
de despegarse de los efectos espaciales por
tensión vinculante de la estructura. Una de las
capillas está dedicada a cardenal Francisco
Berberini, sobrino del Papa Urbano VIII y uno
de los mayores benefactores que costearon la
construcción del conjunto.
CÚPULA

En la iglesia de San Carlino, se presenta una espléndida cúpula


elíptica concebida con una autonomía absoluta, elegantemente
decorada por lacunarios de estuco de forma hexagonal, octagonal
y cruces que se reducen hacia arriba dando la ilusión de una
profundidad mayor. Es única en su especie y posee un sistema
de iluminación que resalta la decoración de casetones con
distintas formas geométricas y tamaños y que aporta a la iglesia
toda la luz que necesita: tiene dos focos de luz, al foco de luz
cenital, la luz se le introduce a través de la parte superior de la
cúpula por la cual se enlazan todos los sistemas lumínicos
rasantes que son puestos a través de la base de la misma. Al
estar la obra entre fachadas, faltaba el ingreso de luz natural por
ende se buscaba resolver este problema ingresando luz por la
cúpula

Norberg-Schulz afirma que: “El efecto de movimiento que crea


esta planta se puede apreciar mirando hacia arriba, a la cúpula en
la que la mirada recorre la línea del entablamento en un
movimiento incesante, yendo desde la sencilla concavidad de un
tramo a la forma partida y más angulosa del siguiente. Quizás no
haya habido nunca una más completa y perfecta expresión de la
idea barroca de movimiento”.
La cúpula es un alarde de geometría. Tres figuras geométricas (hexágonos, octógonos y la cruz trinitaria) se funden y se van reduciendo de
tamaño a medida que se asciende; dando una sensación de profundidad casi teatral; que se incrementa con la iluminación por la linterna
(decorada con el triángulo símbolo de la trinidad) y por huecos ocultos a la vista en la base del tambor. Estos últimos huecos generan una
alucinante visión cuando la luz entra a través de ellos, como si la cúpula flotase sobre esa luz.

Es espectacular también la solución geométrica entorno a la ventana que describimos en fachada. La luz que proviene de ella marca aún más la
potencia geométrica del conjunto.

Cúpula elíptica sobre pechinas


CONCLUSIÓN

El Barroco aparece como respuesta a las preocupaciones por parte de la iglesia sobre la aparición de los Renacentistas y la idea
de un hombre que, al no querer verse comprometido con el pasado inmediato del hombre medieval visto como criatura y servidor
de Dios, pretende cortar de raíz toda relación con ese pasado. Había que empezar de cero como si nada hubiese sido hecho.
Nada con una historia, con un pasado, no hecho por el hombre que se encontraba inmerso en ello. El hombre tenía que ser el
arquitecto de su propia existencia, el hacedor de la misma, tal y como lo pediría Renato Descartes en sus meditaciones (De
Leopoldo Zea). El barroquismo es entonces esencialmente decorativo y alcanza su clímax más elevado en la proliferación de
delirantes fantasías ornamentales aplicadas en los interiores de volúmenes arquitectónicos ortogonales: este sobrecargo
ornamental es una fuente de malentendidos de las interpretaciones del Barroco y en ningún caso utilizable como criterio de
valoración (Graziano).

La iglesia San Carlos de las Cuatro Fuentes se desarrolla en la faceta más matemática del Barroco y se enfrentó a la vez a la
escasez de recursos económicos. Es una muestra del afán de la Iglesia Católica por demostrar su poder, que estaba muy
debilitado por las constantes luchas contra los reformistas protestantes. El papado se empeña en demostrar su poder
construyendo una iglesia donde, la apariencia de lujo y poder encubre la pobreza de los materiales (ladrillo, estuco) que prueban el
mal momento económico de la iglesia pero demuestran su total intención en crear un ambiente de total fantasía para atraer
nuevamente a los creyentes.
Concluimos entonces este análisis observando sus plantas. Podemos notar como son estructuradas a partir de figuras complejas
reflejadas en los cielos de sus obras, decoradas con ornamentos que promueven el uso de la perspectiva para otorgar una mejor
percepción de profundidad. Borromini era reconocido por la implementación de las curvas a sus diseños, donde elipses, óvalos y
espirales aparecen con frecuencia en plantas junto a una ornamentación, dándole un dinamismo poco convencional a las obras que,
a pesar de no ser bien visto por sus contemporáneos, hoy en día le otorgan al arquitecto el reconocimiento cómo uno de los máximos
exponentes de su época. Creemos que Borromini trabajo en esta obra con formas puras inspirándose en la naturaleza, bajo la
definición que hace de ésta Galileo: “el gran libro de la naturaleza está escrito en el lenguaje de la matemática, y son sus caracteres
triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible comprender una sola palabra de él”.

Por último, queremos destacar como la luz se incorpora a la obra. Trae visiones que parten de la imaginación y alcanzan formas
atormentadas, recargadas, abstractas y fundamentalmente emotivas: la invención que se balancea sobre una apariencia de lo
fantástico y de lo irreal. Todo esto cumplía con su cometido: crear espacios ilusorios y despertar la imaginación. La única realidad es
la imaginación y todo ese espectáculo de ilusión es un buen sustituto de la realidad. Actuando con el objetivo de persuadir a la
devoción, empeñandose en producir una atmósfera irreal, de ensueño, sin límites terrenales de “son et lumiere” que utiliza todos los
excesos para incrementar la devoción y disponer de ella (Graziano).
BIBLIOGRAFÍA

PDF´s y Papers:

- San Carlino alle quattro fontane / Francesco Borromini

- Presentación a la arquitectura 3, Ignacio Alberto López Manríquez

- Barroco, Historia del arte

- Francesco Borromini, Biografías y Vidas

- El urbanismo en Roma bajo Sixto V

- Textos de Leopoldo y Graziano

Teóricas:

-Barroco: La ruta hacia el norte de Italia y el Rococó centroeuropeo.

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