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glesia realizada en el 

siglo VI sobre otra anterior de formas


paleocristianas occidentales, por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro
de Mileto, mecenados por Justiniano. Estambul.
Las distintas modificaciones de la obra comenzaron muy pronto (la
cúpula fue reconstruida 20 años después por Isidoro el joven). En los siglos
XVI-XX (tras la conquista turca) funcionó como mezquita para lo cual se
acometieron ciertas reformas. En la actualidad es un museo.

Se encontraba dedicada a la Segunda persona del la Santísima


Trinidad como Santa Sabiduría.
Nártex

PLANTA.  Toda la construcción se inscribe en un rectángulo al que


precede, como es normal en el arte bizantino, un doble nártex.
El interior se encuentra dividido en tres naves, siendo la central de
doble anchura que las laterales (que en su parte superior se utilizarán como
matroneum). Su división se realiza a través de columnas y grandes pilares
(machones). El ábside central se encuentra flanqueado por una pareja de
ábsides secundarios que vuelven a repetirse en los pies de la iglesia (aún no
contamos con las habituales prótesis y diaconicon que se utilizarán
sistemáticamente a partir de la Segunda Edad de Oro).
Una exedra de los pies

Aunque la sensación, en planta, sea la de un edificio basilical (con el


eje longitudinal potenciado), el alzado, como veremos, consigue un espacio
centralizado que será típico de la posterior arquitectura bizantina.
ALZADO.  Se encuentra en gran parte condicionado a la sujeción de la
gran cúpula central. Para su apoyo se crean cuatro parejas de grandes
machones sobre los que se alzan las pechinas. Al exterior, estos machones
se convertirán en gigantescos contrafuertes.
Al concentrar los empujes en estos puntos, el muro (de sillares) puede
ser rasgado por multitud de ventanas (en la actualidad, muchas de ellas
cegadas) que conseguían inundar el templo de luz, pues no tiene una
verdadera función de sostén.
Junto al muro, el otro elemento sustentante son las columnas con
capitel trepanado y coronado con cimacio, como es habitual en este arte y
que pasará al islámico. 
Su función se reduce a separar ambientes (central y laterales), sin
demasiada importancia en el sistema de pesos del edificio. En ellas ha
desaparecido el sistema armónico del clasicismo, siendo más numerosas
(para el mismo espacio) las de la segunda planta que las de la primera.
En esta segunda planta se colocan dos tribunas (una para hombres y
otra para mujeres) en las que se colocaba el pueblo, que debía intuir las
procesiones interiores tras cortinajes de columnas, uno de los elementos
básicos del estilo de la Primera Edad de Oro (podemos observarlo en Sergio
y Baco) que desaparecerá en la evolución posterior.
CUBIERTA. Sumamente original, siendo el eje de toda la
construcción. El centro se cubre con una gran cúpula semiesférica construida
con materiales muy ligeros (ánforas). Se encuentra dividida por nervios que
separan gallones cóncavos, abriéndose en su base una línea de 40
ventanas que consigue hacerla flotar ópticamente sobre el edificio a la vez
que lo inunda de luz.
Sus apoyos se realizan a través de cuatro pechinas (triángulos curvos) 
que apean sobre los cuatro grandes machones que la rodean. Los
empujes producidos por estas  pechinas se recogen (hacia los lados largos)
por dos grandes arcos de refuerzo que unen los machones en el exterior. En
sentido longitudinal, el peso se traslada hacia dos medias cúpulas que se
apoyan, a su vez, en las exedras o ábsides laterales.
Todo este cálculo de pesos y tensiones está enmascarado al interior,
produciendo una sensación de espacio dilatado y ascendente, fuertemente
centralizado en altura por la gran cúpula.
Al exterior, sin embargo, toda sensación desaparece, convirtiéndose,
con sus refuerzos, en una silueta pesada en la que la cúpula, sin tambor,
queda medio oculta por sus sujeciones. Sólo los cuatro minaretes cilíndricos
posteriores, cuando el templo fue reconvertido en mezquita, logran aliviar la
pesantez.
En cuanto a las naves laterales se cubren con bóvedas de arista. Su
participación en el conjunto del templo es bastante secundaria, quedando
aisladas (al menos visualmente) de la gran sala central, con lo cual podemos
hablar de un espacio centralizado, tal y como decíamos en la planta.
DECORACIÓN. Quizás sea lo que más daños ha tenido a lo largo del
tiempo, sobre todo al convertirse en mezquita. Para ello los turcos
otomanos, que dominaron Constantinopla desde el siglo XV, eliminaron una
gran parte de los mosaicos, cegaron ventanas y colocaron cuatro grandes
medallones con motivos epigráficos.
En su concepción original, todas las paredes se encontraban decoradas
con mosaicos con motivos geométricos (aunque  en la Segunda y Tercera
Edad de Oro se añadieron ya otros figurativos ) que contribuían a
multiplicar (con sus fondos dorados) el efecto lumínico interior, creando un
marco dominado por la luz y los brillos.
En cuanto al suelo y las partes bajas del alzado, se utilizaron mármoles
polícromos que conseguían, junto a lo dicho, a dar una imagen de poder y
magnificencia.

COMENTARIO.
     Santa Sofía significa toda una revolución en la historia de la arquitectura,
poniendo las bases de la posterior arquitectura bizantina, basada en
la utilización de la cúpula sobre pequinas, la planta centralizada y la luz
intensa (reflejada, además, por los mosaicos) para crear espacios diáfanos
que comuniquen una visión emocional (y grandiosa) de la divinidad.

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