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V I S O R revista literariaNº 22 - Sep. / Dic.

2021

Reseñas: Jaime Roig de Diego / Úrsula K. Le Guin


Ensayos: Identidad y realidad literaria. La obra literaria: espejo
mágico / Mímesis y catarsis en la escritura epistolar Creación:
Alfonso Vila Francés / Víctor Fernández Alves / Xavier Queipo /
Héctor García Pérez / Ander Balzategi / Gianfranco Martana
© Revista Literaria Visor
ISSN 2386-5695
Revista Literaria de difusión cuatrimestral Contenido
Dirección:
Noel Pérez Brey
www.perezbrey.com
perezbrey@gmail.com

Consejo Editorial:
Vega Pérez Carmena Editorial..................................................................................3
Noel Pérez Brey
Reseñas.................................................................................. 4
Imágenes:
Portada: Justin Barrie Kelly Cristobal Cool-On. Viajero Esp@cial. Jaime Roig de
https://www.flickr.com/photos/justinbkelly/ Diego...............................................................................................5
Contraportada: Peter Kok/ Fuente: Flickr

Contenido: Riddim Rider / Fuente: Flickr; Reseñas: Un pescador del mar interior. Úrsula K. Le Guin...............6
Robban W. / Fuente: Flickr; Ensayos: Vincent Ferron/ Fuente: Flic-
kr; Creación: Mark Williams / Fuente: Flickr. Ensayos.................................................................................. 8
Diseño: Identidad y realidad literaria. La obra literaria: espejo
Noel Pérez Brey mágico, por Hugo Álvarez Picassom.....................................9
Mímesis y catarsis en la escritura epistolar, por Ahmed
Esta revista se edita desde Illescas (Toledo - España) a través de la Oubali............................................................................................ 13
siguiente dirección:
www.visorliteraria.com Creación.............................................................................. 35
Puede ponerse en contacto con nosotros en la siguiente dirección de La casa encantada, por Alfonso Vila Francés.................. 36
correo electrónico: A escondidas, por Víctor Fernández Alves........................42
visorliteraria@gmail.com
Metromania, por Xavier Queipo.......................................... 49
Bajo el aliento, por Héctor García Pérez............................ 56
@ visorliteraria @ visorliteraria
Apóstrofe desnudo, por Ander Balzategi...........................61
El hocico de la morena, por Gianfranco Martana.......... 67

Todos los textos e imágenes publicados en este número son propiedad Colaboraciones................................................................. 73
de sus respectivos autores. Queda, por tanto, prohibida la reproduc-
ción total o parcial de los contenidos de esta publicación en cualquier
medio sin el consentimiento expreso de los mismos. Por otro lado, esta
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presados por los autores en sus obras.
EDITORIAL

El cuento de siempre

Hace unos días, Alberto Olmos publicó un artículo en El Confidencial a cuenta de unas
ayudas de diez mil euros para cien escritores españoles que, a todas luces, ya estaban con-
cedidas de antemano. Abajo dejamos el enlace; no tiene desperdicio.
Al hilo, queremos contaros una historia. En vez de ministerios y miles de euros, hablare-
mos de diputaciones y varios cientos. Qué queréis, jugamos en otra liga, pero la historia es
verídica. Le pasó a un amigo, claro.
Nuestro conocido, llamémosle Rafa, con algunas obras y premios en su haber, acababa
de editar su último libro. En un evento, un familiar de su mujer, que durante años fue conce-
jal en un municipio madrileño por uno de los principales partidos del país, le comentó que
a un amigo suyo, también escritor y del mismo pueblo que Rafa, la diputación provincial le
había comprado varios cientos de ejemplares de, al menos, su última obra para ofrecérselos
a bibliotecas, institutos y demás. «Habla tú también con la diputación», le dijo. Así de senci-
llo era para alguien acostumbrado al politiqueo. ¿Por qué no?
Rafa consiguió el teléfono y el correo electrónico de la diputada de Cultura de su pro-
vincia a través de Internet y contactó con ella, o eso intentó, para informarse de cuáles eran
los requisitos de acceso a ese tipo de ayuda, subvención o como quiera que le llamemos.

Re s e ñ a s
No hubo Dios que encontrará información al respecto ni en la web ni en los boletines, por
ningún sitio. La diputada, sin embargo, ni devolvió sus llamadas ni contestó a sus correos.
Nada.
Pero en los pueblos, todos nos conocemos. ¿Cuáles eran los requisitos? Fácil. Ese escritor
del que le habló a Rafa el familiar de su mujer era hermano de un concejal de su municipio,
que ejercía asimismo de diputado de Contratación y pertenecía desde hacía décadas al par-
tido que gobernaba en la localidad (una de las más importantes de la provincia) práctica-
mente sin interrupción desde el inicio de la democracia. Y adivinad en qué partido militaba
la diputada provincial de Cultura con la que Rafa fue incapaz de contactar.
Ni Rafa ni nosotros tenemos pruebas de nada, pero parece sospechoso que nuestro ami-
go, sin ningún vínculo ni padrino político, ni siquiera reciba respuesta de su diputación a
una simple consulta mientras que un familiar del regidor de turno, compañero este de dipu-
tación y partido de la responsable provincial de Cultura, consiga que se compren un buen
puñado de sus libros con dinero público.
En su artículo, Alberto Olmos habla del Gobierno de la nación y de miles de euros. Noso-
tros nos quedamos en provincias y en unos cientos, pero mucho nos tememos que ocurrirá
lo mismo en buena parte de las diputaciones del país. La historia no es nueva, desde luego,
y parece alcanzar todos los niveles. Ideas para solucionarlo…

https://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2021-09-07/juerga-dinero-espanoles-be-
ca_3275890/

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RESEÑAS RESEÑAS

Cristobal Cool-On. diendo esta lec-


tura, descubrirás
Un pescador del mar interior sigo desentrañar. «La piedra que cambió las
cosas» tampoco era del agrado de la propia
Viajero Esp@cial el mundo distó-
Úrsula K. Le Guin autora cuando, en mi opinión, es uno de los
Jaime Roig de Diego pico de Jaime, grandes relatos de este compendio. Un canto
donde los pulpos maravilloso a la libertad de un pueblo que se
viven en garajes Esta edición, absolutamente descataloga- ha olvidado hace mucho de sus derechos, y
Jaime Roig de Diego es arte. Arte Excep- y las líneas rectas da y muy valorada en los foros especializados que encuentra, en lo más simple, el recuerdo
cional. son curvas. Estás de internet, cuenta con un total de ocho re- de lo que son. El siguiente relato es incluso
El delirio de sus textos armoniza con la a punto de aden- latos cortos, de extensión variable, y un pró- mejor. Tan breve como intenso, «El queras-
demencia de su mirada. Pocas personas re- trarte en una lec- logo de la propia autora que merece la pena tión» desprende una sensibilidad exquisita,
caudan en su interior un barracón de magia tura viva, donde ser leído con atención, pues hace una inteli- transportando al lector a una situación tan
y hechizos como el que tiene el autor de esta su cursiva oscu- gente reflexión acerca del valor de la ciencia cotidiana como excepcional: el entierro de
novela. ra te transmite Cristóbal Cool-On, ficción en la literatura y en la propia vida. El un familiar cercano. Una defensa del amor
Cristóbal Cool-On, Viajero Esp@cial es un tra- tonalidades ra- Viajero esp@cial conjunto de relatos que conforman la obra por encima de todos los sentimientos. El li-
tado literario tan insensato como prodigioso. diantes y donde, Jaime Roig de Diego fueron publicados previamente en revistas bro continúa con «La historia de los shobis»,
Escupido directamente de una de las mentes muy acertada- Azimut Ediciones especializadas de ciencia ficción tales como una narración increíble que cuenta cómo un
más admirables de nuestro panorama cultu- mente, se mezcla Málaga, 2019 Isaac Asimov’s Science Fiction Magazine, Amazing grupo de humanos prueba, por primera vez,
ral, esta obra está llena de color, fantasía y una miscelánea de universos, que solo un o Tomorrow, entre los años 1991 y 1994. un viaje instantáneo a través del tiempo y del
socarronería de la buena. chalado cuerdo es capaz de combinar. La obra arranca con «El primer contacto espacio. Un relato de tintes psicodélicos que
En tiempos grises, donde la creatividad Esta novela, no solo se lee, se siente, se con los gorgónidos», que describe, en apenas deleitará de todo psiconauta. «Bailando hasta
está en periodo de depresión, este relato ve. Una aventura que te atrapa por sus per- diez páginas, el extraño encuentro de una Ganam» supone el penúltimo relato del libro
equilibra la balanza, llevándonos a un esta- sonajes dispares, de los cuales no te quieres pareja de turistas con un grupo de aliení- y es, sorprendentemente, una continuación
do psicotrópico del que no queremos salir. desprender aún terminada la lectura. Pro- genas en tierras australianas. Continúa con del relato anterior. En él, la escritora vuelve
¡Maldita realidad! Acompañar a Cristóbal, bablemente, te acompañarán en el recuerdo «El sueño de Newton», pieza que no termi- a incidir sobre los efectos de la transiliación, el
protagonista de esta vesania, es de los acci- perpetuamente y eso se debe a lo insólito de naba de convencer a la propia autora, según viaje instantáneo
dentes más joviales que he tenido en mucho su esencia. Gracias. Algo diferente. palabras suyas en el prólogo del libro, pero a través del tiem-
tiempo. Una road movie galáctica y atempo- Bienvenido al mundo de Jaime, un mundo que, en mi opinión, es una deliciosa pieza de po y el espacio.
ral, que a pesar de su apetitosa lectura, ex- de arte. Arte Excepcional. ciencia ficción con una carga moral intensa. Aunque intere-
prime al máximo las neuronas creativas has-
En este relato, un reducido grupo de huma- sante, en mi opi-
ta llegar a la bendita extenuación. Sí, como
nos, cuidadosamente seleccionados, habita nión es de menor
un orgasmo. © Marcos Cabotá en una estación espacial que orbita alrede- calidad que el
Para entender esta lectura, has de com-
dor de la Tierra, mientras abajo, en el pla- anterior, tal vez
prender a su autor o, mejor dicho, enten-
neta, las cosas se han puesto muy mal para por que pierde
la supervivencia de la especie debido a la cierta capacidad
contaminación, enfermedades emergentes y de sorpresa. El
otros desastres. Las discusiones morales en libro acaba con
órbita son exquisitas. Sigue con «El ascenso un relato extenso Un pescador del mar
de la Cara Norte», un extraño y breve rela- cuyo nombre da interior
to construido como si fuera el diario de un título a la obra. Úrsula K. Le Guin
montañero, que desde luego no es de ciencia «Un pescador del Minotauro
ficción y cuyo significado intrínseco no con- mar interior» en- Barcelona, 2002

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RESEÑAS

vuelve los hechos acontecidos en las dos his- tos desbordan imaginación, están escritos de
torias previas. Escrito de forma pausada y re- forma excepcional y contienen un mensaje
flexiva, la historia pone en valor el verdadero valioso en las situaciones más simpes e inve-
sentido de la vida, más allá de las distancias rosímiles. Sin duda, de lectura imprescindi-
físicas y temporales. Una guinda perfecta. ble.
En resumen, Úrsula L. Le Guin deja paten-
te en este puñado de historias por qué es una
de las grandes maestras del género. Los rela- © Luis Henríquez

E n s ay o s
ENSAYOS

Identidad y realidad literaria. La obra literaria:


espejo mágico
por Hugo Álvarez Picassom

En su ensayo El quehacer literario (1962), Delfín Carasa refiere que «la


literatura se distinguía por el carácter ficticio de su objeto propio. Toda
obra literaria es una ficción». Muchos años costó admitir esto, ya que el
término ficción arrastraba el desprestigio de la mendacidad, del enga-
ño. «(…) las ficciones literarias tenían un no sé qué de vedado y vergon-
zante». Era común que los juglares proclamaran a modo de excusa la
veracidad de sus relatos. Y muchas novelas machacaban con: se prosigue
o se da término a esta verdadera historia. De resultas que la palabra ficción
implicaba una mentira o verdad sospechosa. Por lo tanto la realidad
es el punto de partida o de referencia obligado para todo inicio litera-
rio. Pero el escritor no puede tener una sujeción absoluta, ya que obra
por representaciones de esa realidad. Sin embargo, tampoco podemos
romper absolutamente con esa realidad como lo pretendían los surrea-
listas, con Bretón a la cabeza, ya que las evasiones de la realidad sue-
len converger en síntesis superiores de esa realidad de la que huyen o
abjuran. Ahora, ¿significa considerar esto a la obra literaria como un
espejo? Carasa también nos acerca una respuesta medular: «No hay in-
convenientes en considerar a la obra literaria como un espejo. Ello no
compromete en nada su autonomía, pues la realidad reflejada no es la
realidad misma, aunque esta las suscite y la condicione». Borges, en una
entrevista (W. Dante, 1973), dice —no textualmente— que de alguna ma-
nera toda obra literaria es autobiográfica, por la razón que está escrita
por cada uno de nosotros. La realidad o nuestras experiencias «reales»
afloran en todo relato por más fantástico que sea su género. Muchos
cuentos de Borges tienen apostillas reales, o hechos reales. Aunque
nunca sabremos si esos «hechos reales» son inventos o artificios, pero
en todo caso hablan de él, de su visión del mundo, de su imaginación.
Sergio Chejfec, en una frase para mí inquietante sostiene: «nada menos
irreal que la imaginación» (Lenta Biografía, 2007). Recordar lo que ha
pasado implica una visión del mundo, una manera de relatar, una ma-
nera de manipular el orden de los hechos. No existe la realidad «objeti-
va» sino una construcción de la realidad. En sus Diálogos (1992), con Os-
valdo Ferrari, Borges nos revelas algunos tips de su narrativa. Y nos dice
que para sentirse más cómodo suele alejarse de la contemporaneidad
para sus ficciones. Prefiere el siglo XIX para sus cuentos, las «orillas»
(arrabales) y no el centro, y casi como fetiche el 1989, el año de su naci-

9 | visorliteraria.com © Hermes
Fuente: Flickr
ENSAYOS ENSAYOS

miento. Y agrega: «¿quién puede saber cómo la denominada «re-escritura» y es así como nosotros, sino en su autor, nos hacen colegir por Gabriel García Márquez (1967) en Cien
hablaban aquellos orilleros muertos? Nadie. Eduardo Berti ha publicado Todos los Funes o que las barreras entre ficción y realidad son Años de Soledad, Sudamericana, CABA.
Es decir, que yo puedo proceder con como- La mujer de Wakefield. Y Kafka refiere al Qui- laxas, y hasta nosotros podamos ser «carac-
didad. En cambio, si un escritor elige un tema jote y a Sancho en sus relatos, libro que solía teres» de una ficción. León Bloy sostenía que Bibliografía
contemporáneo, el lector se convierte en un admirar y citar Flaubert. Borges, con quien en realidad del mundo es un libro en el que
Inspector y resuelve: no, en tal barrio no se iniciamos este ensayo, y a quien recurrimos escribimos y nos escriben. Berti, Eduardo (1999): La mujer de Wakefield,
habla así; la gente de tal clase no usaría tal para cerrarlo, solía decir que durante mu- Tusquets, CABA.
o cual expresión. El pensar en un lugar leja- cho tiempo pensó que Góngora o Quevedo Notas ——— (2004): Todos los Funes, Anagrama, Es-
no en el tiempo le da libertad de expresión, y eran superiores a Cervantes y luego, muchos paña.
En el ensayo se citan personajes, a saber: Gre- Borges, Jorge Luis y Ferrari, Osvaldo (1992):
puede fantasear o falsificar o incluso mentir. años después no dudó en rectificarse. Tal vez gorio Samsa (Kafka, La metamorfosis), Mme.
Puedo mentir sin que nadie se de cuenta, ya escribieran mejor, pero del Quijote uno se Diálogos, Seix Barral, Valencia. España.
Bovary (Flauvert, Madame Bovary), Ireneo Fu- Chejfec, Sergio (2007): Lenta Biofrafía, Alfa-
que es necesario que el escritor que escribe hace amigo decía, y cree y vive sus aventuras nes («Funes el memorioso», cuento de J. L.
una fábula —por fantástica que sea— crea, como reales y las hacemos nuestras. Y finali- guara, CABA.
Borges incluido en Ficciones, (1944), Raskol- Leocardio Garasa, Delfín (1962): El quehacer
por el momento, en la realidad de la fábula». za diciendo que hasta Cervantes manifiesta nicov, (Crimen y Castigo, Dostoievski), Alonso
El autor se nutre de la realidad, de los sue- en su escritura, en su lenguaje, el dolor de la literario, Editorial Huemul, CABA.
Quijano (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Rulfo, Juan (1963): El desafío de la creación,
ños, de la imaginación, de su fabulación, que muerte del héroe: «En fin, llegó el último de Mancha, Cervantes), Wakesfield, (Twice - Told
son todas variantes de su representación del don Quijote, después de recibidos todos los Charla en la Escuela de Diseño de la
Tales, Nathaniel Hawthorne, 1837 revisado y UNAM, Ciudad de México.
mundo. El concepto de ficción ha mutado, ya sacramentos, y después de haber abominado ampliado 1842).
no es sinónimo de mentira con una conno- con muchas y eficaces razones de los libros de
tación negativa. «Narrar es mentir», dice un caballerías. Hallose el escribano presente, y Buendía, apellido de la saga familiar narrada
autor, no sin razón o la historia «no es lo que dijo que nunca había leído en ningún libro de
sucedió; es lo que juzgamos que sucedió». caballerías que algún caballero andante hu-
Rulfo, en El desafío de la creación, dice: «yo no biese muerto en su lecho tan sosegadamente
tuve esa fortuna de oír a los mayores contar y tan cristiano como don Quijote; el cual, en-
historias: por ello me vi obligado a inventar- tre compasiones y lágrimas de los que allí se
las y creo yo que, precisamente, uno de los hallaron, dio su espíritu: quiero decir que se Hugo Álvarez Picassom (La Plata, Argentina, 1954). Arquitecto (UNLP), Máster en Ad-
principios de la creación literaria es la inven- murió». La interpretación de Borges era que ministración y Políticas Públicas (UdeSA). Escritor, vive en «Las tres Marías», City Bell, Argen-
ción, la imaginación. Somos mentirosos; todo Cervantes tuvo que apelar a la oración «dio tina, con África y Sarah. Publicó El Legado (Dunken, 2009); El Club de la Noche (Al Margen, 2010);
escritor que crea es un mentiroso, la literatu- su espíritu» y aclarar «quiero decir murió» La Maravilla de Leer (relatos de la vida cotidianos) (El Cisne y la Cruz, 2014); Alvarez Picasso et al., Los
ra es mentira; pero de esa mentira sale una como una muestra de su dolor y desazón por Inicios, (El Cisne y la Cruz, 2016); Agustina Picasso compiladora, Molly fragmetada (El Cisne y la
recreación de la realidad; recrear la realidad la muerte de su personaje de «ficción» Alon- Cruz, 2018) y La tranquilidad de las cosas (Agustina Picasso editora, 2020), finalista del TRISTANA
es, pues, uno de los principios fundamenta- so Quijano. La ficción suscita emociones rea- 2020 (Santander, España). Escribe ensayos y cuentos en la revista Letras de Parnaso del cual es
les de la creación». La literatura es un hecho les y nos afecta lo que ocurre entre las pági- miembro del Equipo de Redacción, reciente ganador del primer premio género cuento «Julieta
estético, entre cuyas muchas finalidades es- nas de un libro como lo que acontece en el Dobles Izarraga» en Costa Rica, con El beso de Emma Zunz, y sus cuentos y relatos han sido pu-
tán el conmover y generar una expectación. mundo «real». Si la emoción que nos produce blicados en Revistas literarias: ZUR, (UFron, Chile), Poéticas Marcianas, CdM, Burak (CABA), Trazos
Muchos célebres autores así lo entendieron Renné, la conserje de El Encanto del Erizo (film (MI, Fl, USA), etc. En la actualidad dicta el curso de escritura creativa «Basado en hechos reales»
y es así que creemos en la vida de Gregorio dirigido por Mona Achache basado en el tex- en la Escuela de Arte de la Municipalidad de La Plata, Bs. As. Argentina. Su novela inédita El
Samsa, de Funes el memorioso, de los Buendía, to L’Érizien, de Muriel Barbery), o la desazón descubrimiento del mar concursa en la actualidad en certámenes internacionales. Tiene tres hijas;
de Emma Bovary, de Raskolnikov, de Alon- de Gregorio Samsa en su intento de trabajar Agustina, Juliana y Lucía, y dos nietos: Inés y Fermín.
so Quijano o Wakefield y hasta nos hacemos y cumplir su rutina a pesar de haber amane-
amigos. Se han convertido tan reales estos cido como un escarabajo execrable o el dolor
«personajes» que muchos han incurrido en que la muerte del Quijote produce no solo en

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ENSAYOS ENSAYOS

par contre ils brillent ici par leur absence. dos efectos concomitantes: el mimético (un
Un corpus de lettres courtes sélectionnées simulacro de la realidad) y el catártico (la
avec des thèmes variés servira d'illustration. exorcización de nuestras propias emociones,
Mots clés: mimesis, catharsis, épistolaire, a través de ese simulacro). Con esta genial e in-
discursivité, autoréférence. geniosa teoría sobre el arte se excluye para siempre
el supuesto y cínico compromiso socio político de los
A. Metateoría escritores, sean poetas o dramaturgos.
I. Introducción Las artes «son todas imitaciones si se las
considera de manera general», escribe Aris-
1. Dos conceptos teórico metodológicos: de la tóteles (47a15) en 335 a. C. El filósofo griego,
mímesis a la catarsis. el primero en hacerlo, distingue dos causas
Como hilo de Ariadna, que servirá para naturales en el origen de la poesía, el efecto
abordar y orientar la lectura catártica de las catártico del que hablaremos más adelante y
cartas del corpus, utilizaré los conceptos de el instinto básico de imitación que nos diferen-
mímesis y catarsis en el sentido en que los defi- cia de los animales: «El imitar, en efecto, es
ne Aristóteles en su Poética1. connatural al hombre desde la niñez, y se
En la teoría aristotélica del arte, el com- diferencia de los animales en que es muy in-
Fuente: Página Siete ponente mimético y el efecto catártico que clinado a la imitación» (48b5). Añade luego,
resulta de este juegan un papel primordial a refiriéndose a la importancia que esta juega
dos niveles concomitantes: la mimesis (imi- en nuestras vidas: «por la imitación el hom-
tación de los hechos reales) establece una bre adquiere sus primeros conocimientos»
interacción entre la representación teatral (48b7) pues «aprender agrada muchísimo»
(sea tragedia o comedia) y el espectador de (48b1-3) porque «imitando a la naturaleza,
Mímesis y catarsis en la escritura Si ambos términos son ampliamente tratados
tal forma que este pueda experimentar e in- los hombres aprenden y deducen qué es cada
respecto a la novela, aquí, en cambio, brillan
epistolar teriorizar las emociones y las pasiones invo- cosa» (48b16).
por su ausencia.
por Ahmed Oubali lucradas en la trama representada a distan- Es lo que explicita también su famosa de-
Un corpus de cortas cartas selectas con finición de la tragedia: «Subrayarnos que la
cia, es decir, sin participar personalmente en
variada temática servirá de ilustración. tragedia es ante todo una imitación de la ac-
esta. De ello resulta el efecto catártico.
Las pasiones son enfermedades incurables Palabras Clave: Mímesis, catarsis, episto- ción, y que es sobre todo por la acción que
a) La palabra mímesis viene del latín «mi-
y lo que podría curarlas las haría aún más laridad, discursividad, autorreferencia. imita a los agentes actuantes» (50b5); la tra-
mesis» y este del griego «mimos», donde
peligrosas. «mimo» significa «imitación» y «sis», «forma- gedia imita «a todos los imitados como ope-
J. W. Goethe Abstract
ción», «impulso», «conversión». rantes y actuantes» (48a23), o sea, reproduce
Force est de constater que la recherche y escenifica a los grandes héroes griegos y
Desde Aristóteles hasta en la actualidad,
Resumen académique autour de l'épistolographie n'a
el término mimesis es reutilizado incesan- sus hazañas: «los objetos que los imitadores
Sorprende ver que la investigación acadé- pas abordé la composante affective dans
temente por todos los grandes teóricos de (autores y actores) representan son acciones,
mica en torno a la epistolografía no ha abor- les lettres, surtout lorsque sa fonction y est
la reflexión estética sobre las artes. El tema efectuadas por agentes (personajes) que son
dado el componente afectivo en las cartas, essentielle. Cet article vise à mettre en évi-
fundamental tratado es que las artes imitan la buenos o malos y los imitan mejores o peores
máxime cuando su función es primordial en dence cet aspect en analysant la relation de
realidad a través del lenguaje, sea verbal o no de lo que nosotros somos, o semejantes, se-
estas. El presente artículo se propone resal- cause à effet intrinsèque que la mimesis et la
(de allí su estructura ficcional) con el objeto gún proceden los pintores» (48a5).
tar este aspecto analizando la intrínseca re- catharsis entretiennent dans la production
de realizar la catarsis en el lector o especta- Así, entre las artes imitativas por excelen-
lación causa-efecto que entretejen mímesis de cette écriture. Si les deux termes sont lar-
dor. Así, la función de las artes en general, y cia, el teatro (la tragedia y la comedia) cons-
y catarsis en la producción de esta escritura. gement traités en ce qui concerne le roman,
de la literatura en particular, es la de crear tituye en sí una verdadera poética porque en

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ENSAYOS ENSAYOS

él los autores utilizan el lenguaje para imitar conscientes a través del lenguaje (la famosa «[…] tienen el máximo efecto sobre la mente pero muy ajena al arte y la menos propia de
hazañas de los grandes personajes de la his- conversación freudiana con el paciente o el cuando ocurren de manera inesperada y al la poética, pues la fuerza de la tragedia exis-
toria, es decir, no copian imágenes sino que efecto curativo de las palabras), método que mismo tiempo se suceden unos a otros; en- te también sin representación y sin actores»
describen acciones pretéritas: «Una tragedia, sustituyó al de la hipnosis promovido inicial- tonces resultan más maravillosos que si ellos (50b18) porque «[…] la puesta en escena del
en consecuencia, es la imitación de una ac- mente por Josef Breuer y Jean-Martin Char- acontecieran por sí mismos o por simple ca- espectáculo es más un problema de la técni-
ción elevada y también, por tener magnitud, cot3. sualidad» (52a1ss). Aquí el espectador expe- ca escenográfica que de los poetas» (50b20);
completa en sí misma; enriquecida en el len- Vemos aquí el sorprendente paralelismo rimenta simultáneamente tres emociones: un además «el espectáculo, aunque es un modo
guaje […]» (49b20). Por ser imitada y repre- entre la representación teatral y su efecto suspiro de alivio porque no participa en esos de imitación, constituye un elemento externo
sentada, una acción se torna en ficción, es catártico de purificación, definida por Aris- nefastos incidentes, es decir, a él no le ocurre respecto de aquellos otros elementos inter-
decir: «La imitación de la acción es la fábu- tóteles, y la escena del desván como plata- nada (lo subrayado es nuestro); una terrible nos, la fábula, los caracteres y el pensamien-
la, pues llamo aquí fábula a la composición forma de la cura psicoanalítica ideada por angustia por lo que le podría ocurrir en el fu- to» (50a16). Bien es verdad que «El temor trá-
de los hechos» (50a4). Y para no confundir Freud (1997). Otra versión de la catarsis turo y gran compasión y simpatía por los hé- gico y la piedad pueden ser provocados por
poesía y poética, Aristóteles concluye con más explícita es la de «proyección» teori- roes martirizados por el destino. Esto es: «La el espectáculo; pero también pueden surgir
su célebre teorema: «el poeta debe ser más zada por Laplanche y Pontalis: «Se trata de imitación tiene por objeto no sólo una acción de la misma estructura y los incidentes del
el autor de sus fábulas o tramas que de sus una operación por medio de la cual el suje- completa, sino también situaciones que ins- drama, que es el mejor camino y muestra al
versos, sobre todo porque él es un poeta en to expulsa de sí y localiza en el otro (perso- piran temor y compasión» (52a1ss). mejor poeta. La fábula debe ser pues tan
virtud del elemento imitativo de su trabajo, y na o cosa) cualidades, sentimientos, deseos, Hablando de emociones o afecciones que bien ordenada, que aún sin ver lo que acon-
son acciones las que imita» (5lb1). incluso objetos que no conoce o que rechaza causan efectos catárticos en el espectador, tece, quien sólo oye el relato ha de sentirse
b) En cuanto a la palabra catarsis, los dic- en sí mismo» (1997: Dic). No obstante, estos Aristóteles evoca solo el temor y la compa- lleno de horror y piedad ante los incidentes»
cionarios dan la definición de «purga», «pur- autores no aportan algo nuevo pues de he- sión pero conviene tener en cuenta la vasta (53b5).
gación» y «purificación», («kathairein» en cho, Aristóteles asocia el término catarsis al sinonimia o red semántica que estos térmi- En aras de avanzar en este estudio, pro-
griego) y se emplea para expresar el cambio de anagnórisis, un grado superior de esta, que nos tejen en torno al dolor y al placer. Así, pongo aplicar lo expuesto anteriormente
que experimenta una persona después de su- define como «un cambio de la ignorancia al «compasión» remite a aflicción y conmoción
a las cartas del corpus que comentaré más
frir un hecho traumático o haber sido objeto conocimiento, el amor o el odio que produ- afectiva y «temor», a espanto, estremeci-
adelante porque considero que estas son
de una exaltación experimentando diversas ce entre las personas destinadas por el poeta miento, «phóbos» o fobias. Abarcan pues el
también textos miméticos con grandes efectos ca-
emociones. Es lo que siente el espectador para la buena o mala fortuna» (52a), como en espanto, la repulsa, el odio, la conmisera-
tárticos, aunque con proporciones modestas
griego ante la representación teatral de una el caso de Edipo que termina descubriendo ción, lo placentero, lo noble, lo grotesco, lo
en comparación con la tragedia griega. Son
tragedia, como el susto, el temor, la angustia, con espanto que su esposa es su madre y que ominoso o lo bello. La verdadera tragedia es
cartas abiertas y «desnudas», valga la me-
la compasión, el alivio, etc.2 el hombre que mató era su padre. Aquí la en definitiva «imitadora de acontecimientos
táfora, porque todas tienen su dosis de tra-
Así, con la catarsis, Aristóteles, mucho an- catarsis tiene sentido de anagnórisis puesto que inspiren temor y compasión, pues esto
que Edipo, al pasar de la ignorancia al cono- gedia, unas exhiben trapos sucio y asuntos
tes que Freud, diseña una terapia que intenta es propio de una imitación de tal naturaleza»
liberar al hombre de sus traumas y fobias y cimiento, realiza una reflexión intelectual, ya escandalosos; algunas entretejen relaciones
(52b32) que «junto con la peripecia, suscitará
al liberarse este se purifica e incluso adquie- que el objeto primordial de la mimesis es ad- pedófilas; otras comparten confesiones ínti-
ora piedad o temor, que son las acciones que
re un conocimiento práctico, una moral de quirir conocimiento. mas patéticas y otras, encierran grandes vir-
la tragedia está preparada para representar,
comportamiento sano a seguir. Presenciar En la Poética el término mímesis aparece tudes y nobles proyectos.
y que servirán asimismo para provocar el fin
escenas violentas (en teatro o en televisión) intrínsecamente vinculado al de la catarsis: feliz o desdichado» (52b5)4.
es en efecto una terapia, un modo de liberar «Una tragedia, en consecuencia, es la imi- II. La escritura epistolar en prosa
Por último, Aristóteles hace referencia
nuestras emociones. tación de una acción elevada […] presenta- al espectáculo o escenario que se ofrece a Este estudio se enmarca en el viejo deba-
En la teoría psicoanalítica, la catarsis se da en forma dramática, no como narración, nuestra vista. Este forma parte de la repre- te aún abierto sobre el estado de la crítica en
asocia al método de asociación libre, llama- sino con incidentes que excitan piedad y sentación de la tragedia aunque juega un pa- torno al género epistolar en prosa.
do precisamente «método catártico» y que temor, mediante los cuales realizan la Ká- pel secundario en la producción del efecto En este apartado expondré breve y sucin-
consiste en la purgación de los conflictos in- tharsis de tales emociones» (49b21ss) que catártico. El espectáculo «es cosa seductora, tamente los resultados alcanzados por esta

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ENSAYOS

crítica, algunos de los cuales me servirán ca, en contras-


más adelante para posicionar mis argumen- te con las cartas
tos (expuestos en nueve puntos) en torno a ordinarias, colo-
los conceptos de mímesis y catarsis que, como quiales y objeti-
se notará, brillan por su ausencia en este de- vas: «Es más, me
bate. pregunto si cuan-
2. En torno al debate actual do pretendemos
discernir el lugar
Existe una bibliografía impresionante so- que ocupan y la
bre este debate. La investigación sobre el gé- calificación que
nero epistolar ha tomado grosso modo tres merecen deter-
vías divergentes: la que se interesa a la retó- minadas cartas
rica epistolar clásica en verso, la teoría de los como literatura,
géneros epistolares propiamente dicho que o, dicho sea más
arranca con el Renacimiento y la problemá- técnicamente, de
tica de la privacidad o no de esta escritura. determinar su
Me ceñiré a los dos últimos temas. literariedad, me
a) Naturaleza de la escritura epistolar. La pregunto, repito,
reflexión sobre los géneros epistolares arran- si nos basta con
có planteando el problema de la naturaleza descubrir que
de esta escritura. están bien escri-
La carta, por contener lenguaje, pertenece tas».
al ámbito de la escritura y por ende se cons- A primera
tituye como un género específico dentro de vista cualquier
la literatura en general. Específico porque, carta contiene
además de su estructura textual, se carac- rasgos literarios
teriza también por su registro oral ya que como los de la
contiene una forma de conversación entre autobiografía, el
el remitente y el destinatario, como bien lo diario, las me-
ilustran el vocativo de saludo, el intercambio morias y el diálo-
de opiniones y la despedida, además de las go, puesto que hay mímesis y diégesis en ella, cursivo que entretejen los interlocutorios en nes científicas. (§ 3. Definiciones de la carta);
expectativas del seguimiento relacional de la además de interlocutores que interaccionan las cartas. Bakhtine se interesa por el suje- (& 9. Aspectos formales).
correspondencia posterior. En este debate, (el remitente y el destinatario funcionan to hablante y su discurso que constituye el b) La carta como acto de comunicación
los teóricos distinguen dos tipos de cartas, como personajes), sin embargo, otros auto- material concreto de la interacción social: social. Otro de los temas nuevos, paralela-
las literarias y las comunes, es decir, las de res, como Pagés-Rangel (1997: 6), piensan «Efectivamente, debemos incluir en los gé- mente a la aportación de Bakhtine, es el de
valor estético retórico y las cotidianas o co- que las cartas privadas se excluyen del ám- neros discursivos tanto las breves réplicas de la interacción discursiva epistolar, donde la
loquiales. bito literario. un diálogo cotidiano […] como un relato, una carta es objeto de la lingüística de la comuni-
Según C. Guillén (1991: 71), para que una No obstante, y más allá de estos extremos, carta...» (1999: 248). cación o pragmática. Dada la impresionante
carta tenga valor literario tiene que caracte- la teoría de los géneros se ve enriquecida El autor cataloga a estas categorías en lo lista de teóricos que tratan este tema y por
rizarse por dos rasgos distintivos, la literarie- con una nueva perspectiva que marcará el que él define como «géneros primarios», en falta de espacio, me centraré solo en los au-
dad y la poeticidad, niveles lingüísticos que debate por generaciones, la de M. Bakhtine oposición a los «géneros secundarios» que tores cuyo modelo encuadrará la parte prác-
confieren a una carta una dimensión estéti- que privilegia el componente dialógico dis- son las novelas, los dramas y las investigacio- tica de este estudio.

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ENSAYOS ENSAYOS

La característica que destaca en esta in- profunda de la interacción interindividual en individuo con el objetivo de buscar influen- abiertas y puesto que la correspondencia se
teracción epistolar es que la redacción de las las cartas, me refiero a los actos de habla o cias, apoyos y reconocimiento para alcanzar realiza entre un emisor y un receptor, se ins-
cartas se hace en ausencia de uno de los interlocuto- Speech acts cuya función interaccional es eje- posiciones y realizar metas. tala un proceso interactivo de comunicación
res: cuando el emisor escribe, el receptor está cutar de forma simultánea tres actos: locuti- Consecuentemente, e innovando en la verbal y social, como ya se ha expuesto ante-
ausente y, al revés, cuando este contesta, el vo (emisión del mensaje), ilocutivo (intención teoría del género epistolar discursivo, Main- riormente.
otro está ausente. La carta es pues un diá- o finalidad de este mensaje) y perlocutivo gueneau (1998: 57-60) teoriza sobre el con-
4. Formato
logo diferido en tiempo y espacio, es decir, (efectos que causa el mensaje). cepto de «escenografía epistolar» refiriéndo-
los mensajes circulan en ausencia de uno de Los actos de habla son constatativos cuan- se a la escena de enunciación en las cartas Lo que mejor distingue una carta a prime-
los interlocutores. Esto hace que las cartas do solo describen un estado y performativos públicas donde el receptor no es el destinatario ra vista es su formato, esa estructura rígida
instalen, como bien lo observa Kerbrat-Oric- si implican una acción/reacción por parte supuesto, sino el público mismo: «Quand la le- con parámetros inmutables: la dirección de
chioni, una interacción de las más raras: «on del interlocutor (§ 8. Aspectos pragmáticos). ttre privée devient scénographie d’un genre ambos interlocutores, fecha y lugar de ori-
écrit parce qu’on est séparés, en même temps c) De la privacidad al sensacionalismo. He du débat public, elle n’exploite évidemment gen, el saludo, el mensaje propiamente dicho
que pour créer l’illusion qu’on est ensemble» seleccionado, para analizarlas, cartas redac- pas toutes ses virtualités, mais en privilégie con sus diferentes partes y la firma y la pos-
(1998: 15-36). tadas por escritores de fama internacional certaines, en fonction de son positionnement data finales.
Se trata pues de un diálogo por separado (así, el problema de si son literarias o no se idéologique et de la scène générique à laque- 5. Temática general del corpus
y en diferido, con intervalos temporales que anula), aunque esta correspondencia amal- lle elle est associée» (§ 6. Contenido miméti-
dependen de la actuación de cada interlo- gama los elementos emocionales de la carta co); (§ 7. El componente catártico). Son cartas abiertas, repletas de todas las
cutor, haciendo que el discurso epistolar se familiar y los de la carta literaria con, ade- pasiones imaginables. Aunque tienen un des-
destaque como una unidad monologal: «Les más, una dimensión social y pública ya que, B. Presentación del corpus tinatario concreto, el autor las expone a los
tours d’écriture sont mieux découpés que les pese a su intimidad y privacidad, son cartas medios de comunicación. De hecho, las que
III. Estructura externa expongo aquí se pueden consultar en Inter-
tours de parole et ils sont produits solitai- abiertas. Es obvio pues que estas cartas con-
rement par le scripteur; rien de comparable tengan una estructura retórico estética con 3. Definiciones inconclusas de la carta net.
à ces “régulateurs” et autres “réparateurs” un formidable componente mimético y unos Todos hemos escrito cartas. Ese mensaje Lo que tienen en común, siendo redacta-
de l’oral, qui bien qu’émanant de l’auditeur, efectos catárticos de los más impactantes: destinado a nuestros conocidos que, por ra- das por escritores, es el alto nivel emotivo
collaborent activement à la construction du sus autores, como los poetas de la tragedia zón obvia, están ausentes. La carta hace po- y narrativo con efectos catárticos, todo ello
tour -le tour d’écriture (la lettre) est bien une griega, exponen sus vivencias y visiones del sible el contacto a distancia y desempeña un expuesto en un estilo literario claro, conciso,
unité monologale, alors que le tour de parole mundo y al hacerlo, provocan una red catár- papel utilitario social para los usuarios. Se y exacto. Difieren, sin embargo, en actitudes
est déjà une construction interactive» (Ibid. tica entre ellos y sus lectores en quienes, por diferencia de la epístola en el sentido en que que toman ante el destinatario, las hay llenas
32ss). proyección o sublimación, brotan emociones esta se caracteriza por un estilo formal, con de amor y ternura, otras disparan dardos de
Pero esta ausencia es espacial y no men- de toda índole. La carta privada pasa a ser contenido didáctico y moral, como lo son odio y desprecio y muchas hacen enrojecer
tal ya que, transponiendo el modelo narra- pública, pues, como bien lo explica P. Sali- los ensayos, o doctrinal como lo ilustran las al más impasible. Buscan todas impresio-
tivo de F. Lejeune (1980: 203) a la escritura nas: «Lo que las diferencia radicalmente es epístolas de los Apóstoles en el Nuevo Tes- nar, convencer o disuadir al destinatario y al
epistolar, podemos legítimamente hablar de la intención del autor: intento en ésta de ser tamento. lector. Por estar abiertas pretenden atraer la
un pacto epistolar sólido entre el remitente para uno, o para unos escogidos pocos, si así Grosso modo, la epistolografía es una acti- atención del público sobre un tema particu-
y el destinatario ya que la carta es un acto lo quiere el que la recibe. En aquélla, intento vidad literaria que consiste en la escritura de lar o promover acciones y proyectos perso-
comunicativo y la correspondencia una inte- de hacerse pública, de alcanzar a todos, sin cartas. Por su temática y su uso del pronom- nales. Lo que las distingue son, por último,
racción social: este pacto relaciona a los in- distingos» (2002: 255). bre personal «yo», la carta se sitúa dentro de los temas familiares de los que hablan ya que
terlocutores y les otorga derechos y deberes Ahora bien, detrás de este proyecto de la literatura subjetiva, junto con la autobio- incumben a las relaciones conflictivas o no
en su tarea comunicativa. abrir las cartas al público y de ponerlas en grafía, las confesiones, el diario, las memo- que entretienen el emisor y su receptor en un
Apoyando lo dicho, y en el ámbito de la escena, se oculta una intención, la de invadir rias y el monólogo. Como ya se ha notado, contexto concreto y determinado.
pragmática, la teoría de J. L. Austin5 es fun- otros espacios, impactar y manipular a gen- es un género muy flexible pues hay cartas de NOTA. Las fotos de los autores de las car-
damental en aras de explicitar la estructura te, instalando el mecanismo catártico entre todo tipo y de temática variada, privadas o tas se encuentran en los enlaces electrónicos

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ENSAYOS ENSAYOS

citados. miniatura, la estructura narrativa de una no- realizan viajes inolvidables, haciendo sende- corazón reprenderlas y enviarlas a casa […]
Argumento de cada carta. vela, en el sentido en que la definen Greimas rismo y mil cosas, unidas por un inquebran- ¡Esas uniones, mi Susie querida, por las cua-
1. «Cartas a mi madre», por la poeta (1988) y Genette (1972), con respectivamente, table cariño. Las cartas nos describen a una les dos vidas son una, esta adopción dulce y
Narda García Filiberto, en las que la autora, el modelo actancial y las instancias enuncia- madre ejemplar y maravillosa, tan solícita y extraña en donde podemos mirar, y todavía
para superar la muerte reciente de su madre, tivas. La carta arranca siempre como un rela- protectora que le oculta a su niña adorada no se admite, cómo puede llenar el corazón,
nos desvela en una incomparable prosa poé- to: está el inicio, la exposición y el argumento cualquier hecho que la pudiera entristecer. Y y hacerlos en pandilla latir violentamente,
tica una desgarradora y conmovedora rela- de los hechos, la descripción, el desarrollo de la poeta no encuentra mejor testimonio que cómo nos tomará un día, y nos hará suyos, y
ción de ternura y cariño6. los temas y un desenlace feliz o infeliz, todo resuma su afecto materno como esta decla- no existiremos lejos de él, sino que quedare-
2. Cartas que califico de «perversas» ello aplicando los códigos narrativos tanto ración: «no hay alma más acompasada con la mos quietas y seremos felices!»
porque abarcan relaciones inmorales. en lo verbal como en lo no verbal. La única de uno que el alma de su madre, tú eres la En una confesión a su amigo Carlos Pelli-
a) Cartas «pedófilas» que Lewis Ca- diferencia respecto del relato ficcional, es mía, madre […] Gracias por tanto amor, por cer, escribe Frida Kahlo: «Carlos: Hoy conocí
rroll escribió a niñas menores7. que las cartas contienen hechos reales cono- tanta vida a mi lado». a Chávela Vargas. Extraordinaria, lesbiana,
b) Cartas lésbicas, de Emily Dickin- cidos por los interlocutores que hacen pro- 6. 2. Las cartas de Lewis Carroll a sus ami- es más, se me antojó eróticamente. No sé si
son a Susan Gilbert y de Frida Kahlo gresar libremente la historia de sus relacio- gas, niñas menores, y que muchos siguen ca- ella sintió lo que yo. Pero creo que es una
a Chávela Vargas8. nes, la suspenden un tiempo o la cortan sin lificando de pedófilas, han sido ampliamente mujer lo bastante liberal, que si me lo pide,
c) Cartas de amor gay, de Salvador más. Aun así, estos episodios (esparcidos en analizadas, menos una que comentaré más no dudaría un segundo en desnudarme ante
Dalí a Federico García Lorca. tiempo y espacio) recuerdan los capítulos de adelante bajo el título de «metáforas eróti- ella. ¿Cuántas veces no se te antoja un acos-
3. Cartas de suicidas: una novela y constituyen verdaderos recur- cas». Conviene recordar que poco antes de tón y ya? Ella repito, es erótica. ¿Acaso es un
a) Carta de Ryunosuke Akutagawa a sos narrativos. fallecer, el escritor se enorgullecía de haber regalo que el cielo me envía?, Frida».
un amigo, escrita antes de suicidar- La narración está en primera persona «yo» entablado amistad con unas trescientas ni- Esta carta fue el inicio de una amistad muy
se. en interlocución con la segunda «tú», como ñas10. profunda entre ambas mujeres. Frida y Chá-
b) Carta de Reinaldo Arenas, escrita en una conversación, cosa que da más cre- Hay una literatura impresionante sobre las vela cultivaron una relación muy profunda.
antes de quitarse la vida. dibilidad y verosimilitud y mayor grado de cartas lésbicas de mujeres famosas. Unas de Pero pese a estar casada, Frida tuvo además
c) El poeta Thomas Chatterton se acercamiento al lector quien, en caso de las las más escandalosas fueron las que escribie- una tumultuosa vida amorosa y sexual bas-
suicida a los 17 años . cartas abiertas, se siente muy involucrado en ron Emily Dickinson a Susan Gilbert y Frida tante liberal con amantes masculinos y fe-
4. Cartas de amor eterno: Carta de Su- la trama. Kahlo a Chávela Vargas (Cfr. Blog citado). meninos (Cfr. Blog citado).
sette Gontard a Friedrich Hölderlin. 6. 1. En sus «Cartas a mí madre», la escrito- Dice Emily: «Están limpiando la casa hoy, Pero las más escandalosas son las cartas
5. Cartas de amor «sucio»: de James Joy- ra y poeta Narda García desafía a la muerte Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi de amor gay que mantuvieron Dalí y Federi-
ce a su esposa Nora Bernacle y de Henry Mi- manteniendo conversaciones con su madre cuarto, donde con afecto y contigo, yo pasa- co García Lorca. Haré un comentario junto
ller a Anaïs Nin. fallecida, como si lo irreparable no hubiera ré esta mi hora preciosa, la más preciosa de al que dedico a Lewis Carroll. En el Blog ci-
6. Cartas de un condenado a muerte. sucedido: «quiero imaginar que seguimos todas las horas que marcan los días al vue- tado leemos que las cartas que Salvador Dalí
7. Carta a su esposa de un soldado bri- conversando como aquellas noches […] vien- lo, y el día tan querido, que por él cambiaría le envío a Federico García Lorca entre 1925
tánico en la Primera Guerra Mundial. do programas televisivos, hablando de libros todo, y tan pronto como pase, suspiraré otra hasta 1936 echan luz sobre la vida privada
Por falta de espacio, estas cartas se co- y de poesía»; «... hablábamos hasta casi aso- vez por él. No puedo creer, Susie querida, que de los dos artistas y contienen claros indicios
mentarán de forma muy breve en el aparata- marse la aurora, y hoy quiero conversar de casi he permanecido sin ti un año entero; el de sus búsquedas artísticas. Dalí trabó amis-
do siguiente. nuevo contigo...»; «hoy quiero que fluya, lo tiempo parece a veces corto, y mi recuerdo tad con el poeta granadino en la Residen-
que se venga a mí memoria con la emoción de ti caliente como si te hubieras ido ayer, y cia de Estudiantes de Madrid, donde ambos
C. Análisis de contenidos que acompañe esas imágenes». otras veces si los años recorrieran su camino compartían estudios y aventuras junto a un
IV. Estructura interna La poeta recuerda así con gran emoción silencioso, el tiempo parecería menos largo. amigo en común: Luis Buñuel. Lorca era seis
entrañables vivencias compartidas tanto Y ahora como pronto te tendré, te sosten- años mayor que Dalí, y se enamoró de él nada
6. Contenido mimético recientemente como en el pasado, escenas dré en mis brazos; perdonarás las lágrimas, más verle. El carácter de ambos difería: el
El esquema epistolar «imita», aunque en donde madre e hija asisten a fiestas y ferias, Susie, acuden tan felices que no está en mi poeta era tímido, Dalí extrovertido. Conoci-

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ENSAYOS ENSAYOS

de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al acusaciones / Y que por aprender pagó con
vacío u otras formas de suicidio. El uso de una fama vacía / Adiós, Gobernador, sigue
drogas me pareció el camino más satisfacto- tragando idiotas / Con tus eternas armas de
rio... Y la última cosa a considerar, fue asegu- corrupción / Me voy donde soplan himnos
rarme una perfecta ejecución, sin el conoci- celestiales / Pero tú, cuando mueras, te hun-
miento de mi familia». dirás en el infierno / Hasta siempre, Madre:
b) La última Carta de Reinaldo Arenas, acaba, por fin, mi alma Angustiada / No per-
escrita antes de quitarse la vida empieza as mitas que me equivoque / Ten misericordia,
í: «Queridos amigos: debido Cielo, cuando deje de vivir / Y perdonen este
al estado precario de mi salud y a la terrible último acto de miseria».
depresión sentimental que siento al no poder 6. 4. Cartas de amor eterno: de Susette
seguir escribiendo y luchando por la libertad Gontard a Friedrich Hölderlin: «¿Vendrás?
de Cuba, pongo fin a mi vida. En los últimos Sin ti el lugar entero está mudo y vacío. ¡Y
años, aunque me sentía muy enfermo, he po- tengo tanto miedo!: ¿cómo podré volver a
dido terminar mi obra literaria, en la cual he encerrar dentro de mi pecho los sentimien-
trabajado por casi treinta años. Les dejo pues tos que palpitan en él con tanta fuerza por tu
como legado todos mis terrores, pero tam- causa? ¡Si no llegaras a venir!... ¡Y si vienes!;
Fuente: Deia bién la esperanza de que pronto Cuba será también es difícil mantener el equilibrio y no
libre. Me siento satisfecho con haber podido sentir con excesiva viveza. Prométeme que
contribuir aunque modestamente al triunfo no regresarás más y que te volverás a mar-
de esa libertad. Pongo fin a mi vida volunta- char de aquí con calma, porque si no sé esto,
riamente porque no puedo seguir trabajan- la enorme tensión y la intranquilidad me
do. Ninguna de las personas que me rodean mantendrán hasta la madrugada a la venta-
do homosexual, Lorca se enamora del pintor. riencias pasajeras con las mujeres, muy por están comprometidas en esta decisión. Solo na, y finalmente no nos queda otro remedio
Dalí sólo había tenido una estrecha amistad debajo de su imaginación. Siempre afirmó hay un responsable: Fidel Castro. Los sufri- que apaciguarnos de nuevo. Por lo tanto, deja
con García Lorca, una amistad que, sin duda, estar virgen hasta conocer a Gala. mientos del exilio, las penas del destierro, la que sigamos nuestros caminos con confian-
se había acrecentado con el tiempo, y no hay 6. 3. Cartas de escritores suicidas. Se ha soledad y las enfermedades que haya podi- za y que nos sigamos sintiendo felices en medio de
duda alguna de que uno había encontrado vertido también mucha tinta sobre este tema. do contraer en el destierro seguramente no nuestro dolor y deseemos que éste permanez-
en el otro una pasión por los descubrimien- Elegiré 3 casos que resumiré pero cuyos de- las hubiera sufrido de haber vivido libre en ca con nosotros mucho tiempo, porque en él
tos estéticos acorde con sus propios deseos. talles pueden consultar en el Blog citado. mi país. Al pueblo cubano tanto en el exilio sentimos con plena fuerza y nobleza. ¡Adiós!
Dalí concibe el pensamiento poético de su a) En su carta a un amigo, Ryunosuke como en la Isla le exhorto a que siga luchan- ¡Adiós! Te doy mi bendición, Susette».
«amante» como un eco de su propia búsque- Akutagawa (uno de los máximos exponen- do por la libertad. Mi mensaje no es un men- 6. 5. Cartas «sucias».
da. Y aquella amistad había cedido el paso tes de la literatura japonesa) explica que el saje de derrota, sino de lucha y esperanza. a) De James Joyce a su esposa Nora:
a una pasión amorosa del poeta granadino, mundo es una continua lista de desgracias Cuba será libre. Yo ya lo soy». Reinaldo Are- «Querida, no te ofendas por lo que escribo.
que llenó de confusión al pintor, llegando a y enfermedades y que «la muerte voluntaria nas, New York, 1990. Me agradeces el hermoso nombre que te di.
escribir más tarde, en Las pasiones según Dalí: debe darnos paz, si no felicidad». Dice que ha c) En cuanto al suicidio de Thomas ¡Sí, querida “mi hermosa flor silvestre de
«Cuando García Lorca quería poseerme, yo visto, amado, entendido más que otros y que Chatterton, a los 17 años, fue el que más cau- los setos” es un lindo nombre! ¡Mi flor azul
lo rehusaba horrorizado». Conocido el arte en esto tiene cierto grado de satisfacción, a só consternación y repulsa. Antes de quitar- oscuro, empapada por la lluvia! Como ves,
fabulador de Dalí, jamás llegará a saberse pesar de todo el dolor soportado. En su re- se la vida, el poeta escribió: «Adiós, Bristol, tengo todavía algo de poeta. Pero dentro de
lo que pasó realmente entre ambos jóvenes. lato La vida de un loco, explica que lo hace sin inmunda ciudad de ladrillos / Amantes de este amor espiritual que siento por ti, hay
Queda solamente la certeza de que en aquel remordimientos morales ni religiosos. «Excluí, por la riqueza, adoradores del engaño / Recha- también una bestia salvaje que explora cada
tiempo, Dalí solamente había tenido expe- razones prácticas y estéticas, la posibilidad zaron a puntapiés al niño que divulgó Viejas parte secreta y vergonzosa de él, cada uno de

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ENSAYOS ENSAYOS

sus actos y olores. Mi amor por ti me permite que seas mía, usarte, follarte, enseñarte co- tigo, y, en última instancia ¿quién castiga al Laurie».
[…] derribarte debajo de mí, sobre tus sua- sas. No, no siento aprecio por ti, ¡no lo permita Dios! Estado cuando ejecuta a un inocente?» 7. El componente catártico
ves senos, y tomarte por atrás, como un cer- Tal vez quiera hasta humillarte un poco, que 6. 7. Carta a su esposa de un soldado bri-
do que monta una puerca, glorificado en la ¿por qué no me arrodillo ante ti y te adoro? tánico en la Primera Guerra Mundial: «Cari- La catarsis es el arte de purificar sus emo-
sincera peste que asciende de tu trasero, en No puedo, te amo alegremente ¿Te gusta eso? ño mío: Ahora vas a saber todo sobre lo que ciones, como bien lo entendió el genial Aris-
la descubierta vergüenza de tu vestido vuelto Y querida Anaïs, soy tantas cosas. Ves sola- pasa aquí. Claro, tú has supuesto bien dón- tóteles, mucho antes de Freud. Y la literatura
hacia arriba y en tus bragas blancas de mu- mente las cosas buenas ahora, o al menos eso de tendría mi primera experiencia en la lí- (escribir o leer) resulta ser una de las mejores
chacha y en la confusión de tus mejillas son- es lo que me haces creer. Quiero tenerte al nea. Sí, fue en el saliente de Yprès... Oh!, el formas de gestionar nuestras emociones y
rosadas y tu cabello revuelto. Esto me per- menos un día entero conmigo. Quiero ir a si- de aquella noche fue un encantador "bautizo pasiones. La función catártica emerge al es-
mite estallar en lágrimas de piedad y amor tios contigo, poseerte. No sabes lo insaciable de fuego". Teníamos que excavar y temprano cribir/leer y dura en todo el proceso.
por ti o acostarme con la cabeza en los pies, que soy, ni lo miserable, además de egoísta». en la mañana comenzó el ametrallamiento. Si observamos y analizamos lo que se ha
rabo con rabo, sintiendo tus dedos acariciar 6. 6. Carta de un condenado a muerte. Oh Señor, si alguna vez alguien tuvo miedo, expuesto en el apartado anterior nos dare-
y cosquillear mis testículos o sentirte frotar Esta carta, escrita por un condenado a muer- absolutamente aterrorizado, a la muerte, mos cuenta que cada narración contiene una
tu trasero contra mí y tus labios ardientes te desde Huntsville, Texas, el 2 de Julio de ese alguien era el muchacho que yo soy. Uno carga emocional explosiva diferente y que en
chupar mi polla mientras mi cabeza se abre 1998, conmueve e impacta al más indiferente de mi sección se asustó al ver una granada su conjunto abarcan todas las pasiones ima-
paso entre tus rollizos muslos y mis manos de los seres. El condenado está en el corredor caer a dos metros de nuestra trinchera jus- ginables que encontramos en la novela o en la
atraen la acojinada curva de tus nalgas y mi de la muerte, poco antes de ser ejecutado, y to cuando alguien con instinto de líder iba vida real: amor, odio, angustia, dolor, placer,
lengua lame vorazmente tu sexo rojo y espe- explica que vivir en la cárcel es una insopor- hacia una cima; yo, sin embargo, me quedé temor, compasión, repulsa, lujuria, espanto,
so. […] ¡Eres mía, querida, eres mía! Te amo. table y macabra experiencia a la que solo la quieto como una roca: éramos doce hom- tristeza, cinismo, etc. A través de la mímesis
La última gota de semen ha sido inyectada muerte puede dar fin. Su celda es una estre- bres cuando entramos en combate; salí con imitamos y «repetimos» acontecimientos y
con dificultad en tu sexo antes que todo ter- cha jaula con dos diminutas ventanas, una tres... Oh! Eso fue horrible. […] Bien, la verdad al hacerlo nuestra afectividad asume las re-
mine y mi verdadero amor hacia ti, el amor que muestra solo el pasillo y los guardias y es que todo el mundo está totalmente harto acciones, en lo positivo como en lo negativo.
de mis versos, el amor de mis ojos, por tus otra que «nos brinda una breve imagen del y a nadie le queda ya nada de lo que se co- Así, todo lo que hacemos, en acciones como
extrañamente tentadores ojos llega soplando cielo». Escenario fijo e inmutable que dura noce como patriotismo. A nadie le importa en creencias, lo hacemos por imitación y la
sobre mi alma como un viento de aromas. Mi años: desayuno de madrugada, luego «algu- un rábano si Alemania tendrá Alsacia, o si la catarsis consiste en interiorizar o descartar
verga está todavía tiesa, caliente y estreme- nos escuchan la radio, leen, dibujan o hablan tendrá Bélgica o Francia. Lo único que cada estas acciones o creencias.
cida tras la última, brutal envestida que te a gritos». Salen luego de la celda esposados uno quiere es acabar con esto e irse a casa. Las cartas de «amor eterno» nos desgarran
ha dado cuando se oye levantarse un himno para ir al baño y después a otra celda para Ésta es honestamente la verdad, y cualquiera el corazón y nos recuerdan que el romanti-
tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor, caminar. que haya estado aquí en los últimos meses te cismo y el amor verdadero siguen vigentes
desde los oscuros claustros de mi corazón. «Ya ves, la vida de los condenados a muer- dirá lo mismo. Yo también puedo añadir que pese a todas las oposiciones; las «cartas a
Nora, mi fiel querida, mi pícara colegiala de te en Texas, más que justicia, es venganza. he perdido prácticamente todo el patriotis- mí madre» exponen una ternura incompara-
ojos dulces, sé mi puta, mi amante, todo lo Día a día los presos nos vamos deteriorando, mo que me quedaba, sólo me queda pensar ble entre madre e hija; Las cartas de Lewis
que quieras (¡mí pequeña pajera amante! ¡Mi hay muchos problemas mentales, y día a día en los que estáis allí, en todos a los que amo y Carroll a «sus» niñas exponen las obsesio-
putita pichadora!), mi hermosa flor silvestre abandonamos nuestras apelaciones y recur- que confiáis en mí para que haga el esfuerzo nes de un hombre solitario y reprimido; las
de los setos, mi flor azul oscuro empapada sos legales porque preferimos morir que se- que sea necesario para vuestra seguridad y que intercambian Emily Dickinson y Susan
por la lluvia..., Jim». guir viviendo de esta manera». «Ana, no so- vuestra libertad. En cuanto a la religión, que Gilbert, Frida Kahlo y Chávela Vargas y Dalí
b) De Henry Miller a Anaïs Nin: «Sí, mos monstruos y vivimos peor que animales. Dios me perdone, no ocupa ni uno entre un y García Lorca suscitan efectos catárticos
Anaïs, pensaba en como traicionarte, pero Algunos, incluso, no hemos hecho nada para millón de todos los pensamientos que cada contradictorios (repulsa, admiración, des-
no puedo. Te deseo. Quiero desnudarte, vul- estar en este lugar. Y es cierto, algunos han hora inundan la mente de los hombres. Au precio y espanto) según la actitud existencia
garizarte un poco […] Estoy un poco bebido cometido crímenes horrendos, pero ¿eso jus- revoir mi amor, y que Dios te mantenga segu- de cada uno. Las cartas de los escritores que
porque tú no te encuentras aquí. Me gusta- tifica que el Estado los enloquezca hasta ma- ra hasta que amaine la tormenta, con el amor optaron por suicidarse nos llenan de horror
ría dar una palmada y Voilà, ¡Anaïs! Quiero tarlos? Un castigo tan aberrante, no es cas- más profundo de todo mi corazón. Tu amor, y compasión, piedad e indulgencia porque

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ENSAYOS ENSAYOS

cuando el dolor de vivir es insoportable, por bía verjas, por tanto los buzones de correo no podían parla» concretamente, convoca un análisis tiva: la carta arranca siempre con un entra-
razones sentimentales, religiosas o políticas, estar fijos en ellas; [ ] Si tenías mucho dinero, pragmático y no frástica: los interlocutores ñable «Querida Madre» y concluye con una
mejor anularlo definitivamente. Las cartas excavabas en un banco de arena y lo metías rápida- se saludan, se interpelan, comparten pasio- despedida llena de ternura: «Te quiero mu-
«sucias» desvelan nuestros demonios e ins- mente en el agujero: a eso se le llamaba “ingresar nes, se invectivan, ríen, lloran, se aman o se cho, mamá; te amo; tuya para siempre».
tintos sexuales más primitivos, perversos y dinero en el banco”, y la gente se quedaba tan odian, y al final se despiden, firmando sus - Vocativo con expresión de argumenta-
mórbidos. Cartas macabras y pesadillescas ancha. Y el modo de viajar era el siguiente: escritos, y en la mayoría de los casos se citan ción: «Recuerdo muchas cosas, ¿sabes?, aun-
desde el infierno de la cárcel y del frente... había raíles a todo lo largo del camino; te subías a para verse en persona. Las marcas lingüísti- que no podré plasmarlas todas en el texto»;
Sería larguísimo comentar todas las pa- ellos y caminabas guardando el equilibrio lo mejor cas de la enunciación son visibles en el texto: «espero que... es mejor que... no creo que...»
siones expuestas en el apartado anterior. Me que podías, hasta caerte (lo que ocurría muy pronto). el «yo-aquí-ahora» del emisor en contraposi- - Vocativo eufórico/disfórico: «me alegra
referiré solo a tres autores. La gente se iba así entrenando, en lo que por eso se ción al «tú-allí-luego» del receptor. Sabemos mucho saber que»; «lamento decirte que»;
Narda García no endosa negativamente la llamaba “viajar en tren”. Y volviendo a la niña quién escribe, cuándo, dónde y a quién, y es «¿sabes que ya no más? Siento decepcionar-
muerte de su madre para encerrarse en una perversa, su final fue que vino un gran lobo negro lo que dota a toda la correspondencia de una te, estoy haciendo esfuerzo para abrazarme a
melancolía destructiva ni sufre en silencio la y… preferiría no seguir, pero nada quedó de ella cohesión sólida, gracias a los deícticos y los ella nuevamente como me lo pediste...»
soledad en que la ha dejado la difunta, pese salvo tres huesecillos. conectores espaciotemporales, y una cohe- - Vocativo con expresiones que incluyen
al desarraigo que supone esta pérdida en su Muy afectuosamente tuyo, C.L. Dodgson». rencia interna perfecta en cuanto a los temas una forma verbal en imperativo: «escúche-
vida. Al contrario, nos deja un testimonio b) Salvador Dalí: «... Tú eres una borras- tratados, gracias a las anáforas, catáforas y me; dime; mira; fíjate...»
que, a través de 36 textos íntimos, desgarra- ca cristiana y necesitas de mi paganismo. La las isotopías (Van Dijk, 1996: 290). - Vocativos con concesiones para enalte-
dores y conmovedores, muestra su voluntad última temporada en Madrid te entregaste a Para no alargar el análisis, me ceñiré a la cer al interlocutor: «como ya sabes, sé que
de seguir adelante y su deber de mantener lo que no te debiste entregar nunca. Yo iré a terminología de Austin afirmando que las tienes todo... Sé bien que no puedes leer, ni en
inalterable el recuerdo de la extraordinaria buscarte para hacerte una cura de mar. Será cartas empiezan siempre con actos de habla el cielo hay internet, pero hoy que mis bra-
vida de una madre ejemplar. Y lo hace con invierno y encenderemos lumbre. Las pobres que el emisor emplea para dirigirse al desti- zos vuelven a obedecerme quiero escribirte y
un talento profundo y fuerte, ameno y cauti- bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que natario, real o ficticio, creando así un esce- aunque deba andar cual remedo de espanta-
vador que no solo nos invade el corazón sino eres inventor de cosas maravillosas y vivire- nario dialógico bakhtiniano, con estrategias pájaros al que nadie mira ni siente, soy feliz
que también nos conquista el alma porque, mos juntos con una máquina de retratar...» determinadas: interpelar, captar interés, co- por elegirme a mí, no podía ser de otra ma-
a través de su madre, es nuestra propia re- «Querido Federiquito: [ ] ¿te acuerdas de mentar un sentimiento particular, solicitar nera, mi amada Madre, tenía que ser yo».
lación con nuestros padres que está cuestio- la ermita de San Sebastián en la montaña de algo, rogar, convencer, disuadir, exigir una - Vocativos interrogativos: «¿sabes que...?;
nada. Peni? Pues bien, hay una historia que me ha respuesta, elogiar, condenar, insultar, repu- ¿Sabías que...? ¿Qué más recuerdo?, muchos
Con los textos de L. Carroll y S. Dalí pasa- contado la Lidia, una historia de San Sebastián diar, etc. momentos, todos se vuelcan como una ava-
mos de la ternura total, descrita por Narda que prueba lo atado que está a la columna, y la segu- Por falta de espacio y para no repetir lo lancha de imágenes, en este momento, todos
García, al libertinaje y la perversión extre- ridad de lo intacto de su espalda. ¿No habías pensado mismo con los autores citados, me limitaré viene para agudizar más mi soledad y el frío
mos. Ambos textos presentan dos niveles de en lo sin herir del culo de San Sebastián?» al texto de Narda García exponiendo solo la que se siente con tu ausencia».
lectura (porque son redactados por artistas), función de los vocativos, representativa del - Vocativo para cambiar la actitud del re-
8. Aspectos pragmáticos: marcas lingüísticas
el literal y ordinario y el metafórico cuya lec- conjunto. ceptor o de influir en su conducta: «Por favor,
de la catarsis
tura propongo a continuación. Sin necesidad El vocativo y sus expresiones se constru- te ruego que...»
de comentarios, pondré en cursiva, para des- La estructura textual de una carta, como yen con pronombres personales o grupos no- - Vocativo de confirmación: «¿no crees
tacarlo, el vocabulario erótico: ya vimos, es conversacional ya que involucra minales que se usan para dirigirse a alguien que...? ¿No te parece que...?»
a) Lewis Carroll: «Mi querida Mary: [ ] y al a dos personas (yo/tú) —además de la im- para saludarle, solicitar una respuesta, gene-
pobre anciano la nariz se le hacía más y más lar- plicación del lector cuando las cartas están rar una situación o pedir u ordenar algo. En D. El poder del lenguaje
ga, y la paciencia más y más corta, y correo abiertas como las que acabamos de expo- teoría estos vocativos se definen como apela-
tras correo pasaba sin que llegara el soneto ner— que intercambian en la distancia sen- tivos, exclamativos o interrogativos, de man- V. Aspectos formales
[ ] Lo dejo aquí para explicarte cómo se en- timientos, emociones e ideas constituyendo dato o de ruego y en general son axiológicos. 9. Plano morfosintáctico.
viaban las cartas en aquellos tiempos: no ha- así una interacción social que, para «pal- - Vocativo con expresión apelativa afec- Desde el punto de vista morfosintáctico,

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ENSAYOS ENSAYOS

hemos de observar como rasgo relevante, en completo: «ya sabes a lo que me refiero... etc.»
primer lugar, la profusión de formas verba- - Relativas no normativas: sustitución
les y, más concretamente, de formas verbales de «a quien« por «a la que»; «en el que», «en
con significado de movimiento, instalando que».
así a los principales personajes que evolu- - Uso de participio absoluto: «Termina-
cionan el tiempo-espacio como lo haría los da la visita, pasamos al salón...»
de una novela o los de la vida real. Prevalece - Empleo con futuro de subjuntivo: «Sea
también el empleo del adjetivo que permite lo fuere... salga lo que saliere».
la descripción y el anclaje del contexto parti-
cular a cada carta. Conclucisón
La sintaxis es nítida en la mayoría de los
Las cartas que acabamos de comentar son
casos, dada la formación de escritor del
conmovedoras, algunas inspiran compasión
emisor de las cartas. Se evitan sin embargo
e empatía, otras, repulsa o espanto. Nada que
subordinaciones complicadas, privilegian-
ver con las cartas administrativas de conte-
do el uso de oraciones simples, constativas y
nido frío e indiferente. Retratan relaciones
atributivas con giros retóricos escasos.
apasionadas llenas de dolor pero también
Respecto al plano léxico-semántico,
de belleza y armonía espiritual. Hay en ellas
abundan las figuras de estilo, en particular la Fuente: aliciamisrahi.com
metáfora, como bien lo muestran los campos claridad expositiva y sencillez expresiva. Los
semánticos comentados. autores logran conmover al lector porque
El leitmotiv principal, para ceñirme a la narran acontecimientos reales y expresan
escritura de Narda García es el que remite al sentimientos que brotan de su alma y al ha-
deíctico hiperónimo ‘tiempo’ que desarrolla cerlo, alcanzan por su estilo sobrio y fervoro-
so niveles estéticos formidables mediante las describir no lo que ha acontecido, sino lo que virtud.
una serie de isotopías concomitantes del tipo
metáforas y las descripciones que utilizan. podría haber ocurrido, esto es, tanto lo que
‘ayer’, ‘hoy’, ‘antes’, ‘después’, ‘a comienzo
Este estudio de las emociones, que dedi- es posible como probable o necesario» (51b). Notas
de’, en oposición a otros conectores espacia-
les de tipo ‘casa’, ‘feria’ y ‘biblioteca’. Otros co a Aristóteles, tiene gran calado ético en el Esto hace que la mímesis, y en concreto la li- (1) Utilizo la versión comentada de Valentín
hipónimos derivados son los de ‘mañana’, sentido de que estas juegan un papel funda- teratura, sea un vasto museo de emociones y García Yebra, Poética de Aristóteles, edición tri-
‘noche’, ‘momentos’ y ‘horas’, entre otros. mental en la formación de nuestros juicios pasiones cuyo efecto catártico es ofrecernos lingüe, Madrid, Gredos, 1974. Recuperado de:
En la mayoría de estas cartas, en parti- morales y nuestra percepción inteligente del el camino real al conocimiento de las cosas y https://www.ugr.es/~zink/pensa/Aristoteles.
cular las de Narda García, destacan muchos mundo. La mímesis nos muestra lo inútiles y del ser: «Por la imitación el hombre adquiere Poetica.pdf
casos de reformulación lingüística como mo- perjudiciales que son los vicios y las pasiones sus primeros conocimientos» (48b7) e «imi- La obra está compuesta de 26 capítulos y se
dos de literariedad. Algunos ejemplos: mórbidas y la catarsis es la mejor terapia me- tando a la naturaleza, los hombres aprenden pueden agrupar de la siguiente manera: el
- Construcción parafrástica o explica- diante la cual extirpamos y exorcizamos esos y deducen qué es cada cosa» (48b16). arte como imitación de la realidad mediante
tiva: «a saber... es decir»; «me refiero a... lo vicios y esas pasiones. El genio y la inmortalidad nacen de la mí- el lenguaje; diferencia entre épica y tragedia
que es lo mismo». La mímesis para Aristóteles es en defini- mesis y sus efectos catárticos. Así, muy poco (la primera narra hazañas en primera perso-
- Construcción rectificativa y reconsi- tiva más importante que la historia porque entenderá del mundo y de las pasiones quien na como en La Ilíada o la Odisea y la segunda
derativa: «mejor dicho... más bien, en otras esta narra lo que ocurrió mientras que aque- no ha leído obras como Gilgamesh, Edipo rey, se centra en los sentimientos y las emociones
palabras». lla —las artes en general y en particular la Las Mil y unas noches, la Divina comedia, el Qui- individuales como en Edipo); el origen de la
- Construcción recapitulativa: «en re- literatura— representa, además, lo que po- jote, Hamlet, El nombre de la rosa, la Biblia, entre poesía; el de la comedia y la epopeya y dife-
sumidas cuentas; por ser breve». dría o tendría que ocurrir: «De lo que hemos otros, y alcanzará difícilmente los verdade- rencias entre poesía e historia...
- Empleo sintáctico aparentemente in- dicho se desprende que la tarea del poeta es ros niveles del humanismo, la nobleza y la (2) Todos hemos experimentado una catarsis,

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ENSAYOS ENSAYOS

a través de nuestras lecturas, viendo progra- entera de que son sus padres (anagnórisis o misma sensibilidad. particular visión, debía mostrarse desnuda.
mas en la televisión o al haber reído o ver- agnición), se arranca los ojos (hybris). (7) Lewis Carroll y las niñas. Incluye fo- También reproduce muchos de estos céle-
tido algunas lágrimas por un desenlace feliz (5) En mis clases impartidas en la universi- tografías y cartas. Recuperado de: ht- bres y hermosos retratos.
o infeliz. Es lo que se define como el efecto dad de Martil, utilicé esta obra: J. L. Austin, tps://culturainquieta.com/es/inspiring/
purificador a través de una obra de arte o un Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona, Pai- item/8378-inquietantes-fotografias-he- Bibliografía
acontecimiento existencial. Así, vivimos la dós. 1981. chas-por-lewis-carroll-incluyendo-a-la-re-
Austin, J. L. (1981): Cómo hacer cosas con pala-
catarsis al sentir alivio por no vernos inmer- Si no encuentran el libro, pueden descargarlo al-alice-in-wonderland-1856-1880.html
bras. Barcelona, Paidós.
sos en un problema o drama. En esto, el cine, en Pdf en estos enlaces: http://pdfhumanida- Cfr. también Amores secretos, amores pro-
Bakhtine, M. (1999): Estética de la Creación Ver-
la lectura y el teatro se parecen a un a ver- des.com/sites/default/files/apuntes/02_-_ hibidos, recuperado de: http://www.ccgedi-
bal. Siglo XXI Ediciones.
dadero psicodrama donde expulsamos nues- Austin_-_Como_hacer_cosas_con_pala- ciones.com/Sala_de_Estar/AmoresSecreto-
Barthes, R. (1974): El placer del texto. Siglo XXI
tras emociones: simpatizamos (o tenemos bras_Libro_completo.pdf sAmoresProhibidos/carrollyliddell.htm
Editores.
compasión) con los héroes y condenamos a En relación con las funciones del lenguaje, Los mundos de la ficción no son los de la per-
Ducrot, O. (1984): Le dire et le dit. París: Minuit.
los villanos. Véase también: Jakobson, R. (1963): Essais de versión, recuperado de: https://www.pagi-
Freud, S. (1997): Psicopatología de la vida coti-
(3) Los teóricos hablan de otros dos métodos linguistique générale. Paris: Minuit ; Ducrot, O. na12.com.ar/1999/99-05/99-05-16/psico01.
diana, en Obras Completas, Tomo I. 1ª ed.
aplicados no menos importantes de la catar- (1984): Le dire et le dit. Paris: Minuit; Van Dijk, htm
Madrid: Biblioteca Nueva.
sis: T. (1984): Texto y Contexto. Semántica y Pragmáti- Lewis Carroll, el hombre y el mito, recupe-
Genette, G. (1972): «Discurso del relato». Figu-
-el fisiológico, utilizado en medicina con el ca del discurso, ed. Cátedra, Madrid. rado de: https://elestadomental.com/diario/
ras III. Barcelona: Lumen, 1989. 77-321.
mismo sentido de «purgación», tal como vie- Para tener una panorámica reciente expo- lewis-carroll-el-hombre-y-el-mito
sitiva global sobre la epistolografía, Véa- (8) Todas estas cartas y las siguientes (salvo Greimas, A. J., Grize E, J. B et al. (1988): La
ne en el Diccionario de la Lengua española
en su cuarta acepción: «Expulsión espontá- se «Polisemantismo y polimorfismo de la la del poeta Thomas Chatterton) se pueden Lettre, approches sémiotiques, Actes du VIe
nea o provocada de sustancias nocivas al or- carta en su uso literario», del autor Carles consultar en este enlace: http://cartasenla- Colloque interdisciplinaire. Friburgo: Edi-
ganismo». Bastons Vivanco. Recuperado de: http://so- noche.blogspot.com/2011/06/carta-de-emi- ciones Universitarias.
-el religioso, con sentido de «expiación» o brecartas.com/polisemamtismo-y-polimor- ly-dickinson-susan-gilbert.html Guillén, C. (1991): «Al borde de la literarie-
«purificación», del latín «purificatio», es de- fismo-de-la-carta-en-su-uso-literario-car- (9) Recuperado en mayo 2020 de: https:// dad: literatura y epistolaridad», en Revista
cir, hacer puro o, según el Diccionario, «qui- les-bastons-i-vivanco/ www.infobae.com/america/cultura-ame- Tropelías.
tar de una cosa lo que le es impuro, deján- (6) Contenido recuperado en mayo 2020 de rica/2018/07/17/thomas-chatterton-de-jo- Jakobson, R. (1963): Essais de linguistique généra-
dola en el ser y perfección que debe tener su blog personal: http://nardagarciapoet. ven-idiota-a-genio-la-historia-de-co- le. Paris: Minuit.
según su calidad. Limpiar de toda imperfec- blogspot.com/. Su primera obra poética ti- mo-un-adolescente-engano-al-mundo-lite- Kerbrat-Oricchioni, C. (1998): «L’interaction
ción una cosa no material [...] en el sentido tulada Dicotomía contiene 36 poemas en los rario/ épistolaire», en «Introduction» - Edition
religioso de liberación de ciertas impurezas y que al igual que la vida misma se plasman (10) Cfr. El hombre que amaba a las niñas: una mi- Journals.
culpas merced a la ejecución de ceremonias las emociones humanas más diversas, tanto rada sobre las obsesiones de L. Carroll, Servando ___ (1999): L’énonciation. De la subjectivité dans
o sacrificios prescritos por la ley o la costum- las alegrías como las tristezas, la dureza del Rocha, Ed: Felguera, 2013 le langage. Paris: Armand Colin.
bre religiosa». alma como el amor que la envuelve. La poeta El libro trata, según el editor, uno de los ma- ___ (2005): Le discours en interaction. Paris:
(4) Así, espectador y lector se purifican de aborda la poesía de forma positiva, si mues- yores misterios de la literatura contempo- Armand Colin.
sus pasiones (catarsis), al experimentar en sí tra la herida también muestra la esperanza, ránea y también una de sus más enconadas Laplanche, J. y Pontalis, J.-B. (1997): Dicciona-
esos sentimientos de piedad y terror, expe- el resurgir del ser. Su poesía se desplaza por polémicas. Además de los retratos y fotos, rio de Psicoanálisis, Edición Paidós.
riencia denominada anagnórisis. Esta es la las emociones del ser, pero también por la recoge la mayor colección de cartas nun- Lejeune, Ph. (1980): Je est un autre, Paris: Seuil.
resultante de la hybris, falta o transgresión sensibilidad a la naturaleza, a lo metafísico, ca antes publicada en castellano e ilustra la Lotman, Y. (1988): Estructura del texto artístico.
cometida por el sujeto. Por ejemplo, la hybris abarcando todos los aspectos, de ahí que el gran obsesión del gran escritor por las niñas Madrid, Istmo.
de Edipo (Cf. Edipo Rey, tragedia de Sófocles) título de la obra resume el transcurrir de sus y su infatigable intento por retratarlas, en Maingueneau, D. (1998): «Scénographie épis-
es su ciega desmesura que lo lleva a matar a escritos, por esa dualidad que se presenta en numerosas ocasiones, «con su vestido favo- tolaire et débat public», en J. Siess (Ed), 55-
su padre y casarse con su madre y cuando se cada poema y en todo el libro como en su rito hecho con nada». Su «pureza», según su 71.

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ENSAYOS

___ (2000): Analyser les textes de communi- ___ (1978): Les genres du discours. Paris: Édi-
cation. Paris: Nathan. tions du Seuil.
Pagés-Rangel, R. (1997): Del dominio público: Valentín García Yebra, (1974): Poética de Aris-
Itinerario de la carta privada. Leiden, Edi- tóteles, edición trilingüe, Madrid, Gredos.
tions Rodopi. Van Dijk, T. (1984): Texto y Contexto. Semántica y
Salinas, P. (2002): El defensor: defensa de la carta Pragmática del discurso, ed. Cátedra, Madrid.
misiva de la correspondencia epistolar, Barce- ___ (1992): La ciencia del texto. Un enfoque in-
lona, Ed. Península. terdisciplinario. Barcelona: Paidós
Todorov, T. (1971): «Typologíe du récit», Poé- ___ 1996): Discurso y literatura, Visor libros,
tique de la prose. Paris: Seuil. Traducción de Hernández García.

Ahmed Oubali. Catedrático de Semiótica de Textos en la Universidad Abdelmalek Es-


saadi de Tetuán; de Teorías Contemporáneas de la traducción en la Facultad Rey Fahd de
Traducción de Tánger y de francés en la prestigiosa ESTEM de Casablanca y en el Instituto
francés de Tetuán. Licenciado en Filología, Traducción y Periodismo, es Doctor desde 1990
por la Universidad Rennes II Haute Bretagne (Francia), en la que defendió su Tesis Doctoral
sobre El Quijote. Su actividad de escritor y de intérprete de conferencias data de aquellas
fechas. Fue jefe del Departamento de Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de
Tetuán, donde impartió docencia principalmente en lingüística y didáctica de la lengua, te-
mas éstos a los que ha dedicado la mayor parte de sus trabajos de investigación publicados
en diversas revistas. Asimismo ha asistido a numerosos congresos, cursos y reuniones cien-
tíficas, tanto nacionales como internacionales. Ha participado en talleres literarios, ha ase-
sorado numerosas monografías y tiene prologados varios libros. Ahmed Oubali es miembro
de varias asociaciones. Lleva publicando desde 1993, artículos de crítica literaria y relatos
en español, todos ellos dedicados al ambiente etnográfico hispano marroquí, con factura de
género negro. En su libro Chivos expiatorios, publicado por Cultiva Libros de Madrid, reco-
pila algunos de aquellos relatos. Es actualmente miembro del consejo de redacción de las
Revistas Dos orillas y Hércules cultural.
https://www.facebook.com/ahmed.oubali

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CREACIÓN

© Dennis van Dijk


Fuente: Flickr

Creación
La casa encantada comentario le hizo pensar que yo podía dar
por Alfonso Vila francés crédito a esas historias, lo cual me apresuré
rápidamente en desmentir:
—Por supuesto que no creo en los fan-
La casa era grande, bonita y no había sido tasmas, pero lo que importa es que nuestros
saqueada. Pregunté a mi intérprete. Él buscó enemigos sí que creen.
a una anciana de la aldea y volvió excitado: Más tarde, por la noche, mientras me re-
—Fantasmas, señor, la casa está llena de costaba en una cama (¡una cama!, ¡bien blan-
fantasmas. Por eso nadie quiere entrar. dita y confortable!) por primera vez en no sé
—¿Ah sí? Estupendo. Ya tenemos sitio cuántos meses, pensé en la familia de la casa,
para pasar la noche —fue mi respuesta. en la historia que me había contado el inter-
Nos distribuimos por las habitaciones. prete, y de allí pasé a pensar en las supersti-
Montamos las guardias y nos ocupamos de la ciones en general y en cómo podíamos sacar
intendencia. A todos les pareció estupendo. partido de ellas.
Pero uno de los soldados, un chaval muy jo- Por lo visto, el dueño de la casa se había
ven y recién llegado, me confesó luego que la suicidado al principio de la guerra, pero antes
casa le «daba mala espina». Yo me reí. «Pién- había matado a toda su familia, es decir, a su
salo bien, le dije, mejor dormir con fantasmas mujer y a dos hijas adolescentes. Eso era algo
que recibir un tiro mientras duermes». Aquel horrible pero comprensible. Y eso a pesar de

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CREACIÓN CREACIÓN

que los asesinatos habían sido bastantes san- andando. Como oficial me correspondía un me colmaron de preguntas y atenciones. Yo tenía que sentarme o acostarme al momento.
grientos («un sable, cortar cabezas», dijo el puesto en algún vehículo, pero preferí dejar esperaba dormir en cualquier parte, sin em- La señora envió recado mediante una criada
interprete, excitado). ¿Pero quién no se vol- mi puesto para otros que tuvieran una fami- bargo me ofrecieron una habitación con una y al rato llegó una vieja de la aldea, que de-
vía loco en una guerra como esta? Aquello, lia o una novia esperándoles. Yo podía andar cama, un lujo que no creía merecer… Al ver la bía ser una curandera. Naturalmente no dejé
a estas alturas, ya no me sorprendía lo más como un vagabundo de aquí para allí. Sin cama que se me ofrecía, no pude evitar sentir que me hiciera nada, pero la señora, sin va-
mínimo. Y ¿qué decir de los hombres del bos- uniforme me sentía ligero como un pájaro. un estremecimiento y en un arrebato de sin- riar su tono ni darle ninguna importancia a
que, capaces de matar, violar, mutilar y des- Aquella región era hermosa, y ahora, sin gue- ceridad le confesé a la dueña de la casa que lo que me sucedía, me aclaró que el doctor
cuartizar a cualquiera que se cruzara en su rra, y con la primavera en pleno esplendor, ya había estado antes allí (cosa que no pen- no llegaría hasta dentro de dos días pero que
camino, sin distinguir ni sexo ni edad ni ran- sin duda merecía una visita más pormenori- saba hacer) y que conocía la historia de sus podía pasar allí todo el tiempo que hiciera
go, pero incapaces de saquear una casa llena zada. Pedí un permiso y me dispuse a cami- anteriores dueños. Eso provocó una situa- falta, pues «mi presencia no suponía el me-
de objetos valiosos por miedo a los espíritus nar. Tenía tiempo para perder. Tenía mucho ción muy molesta y extraña, porque la bue- nor inconveniente». Recordé entonces que
de sus antiguos dueños? Esta casa, una vez tiempo por delante. na mujer se empeñó en negar la guerra y en el dueño de la casa, el señor, estaba en las
pacificada la región (¿qué digo pacificada?, Así fue como llegué a la casa. Me di de declarar que ellos, su familia, siempre había plantaciones y que, por tanto, yo era el úni-
sería mejor decir sometida, aterrorizada), frente con ella, se puede decir, una tarde vivido en esta casa. Naturalmente yo estaba co hombre en la casa, y pensé que la señora,
hubiera sido un buen campamento o cuartel agradable de principios de verano, de pronto cansado, era tarde, llevaba todo el día ca- por la razón que fuera, se sentía más tranqui-
para ellos, y sin embargo la habían dejado me encontré frente a la verja de su jardín y minando, había cenado copiosamente y me la teniendo a un soldado licenciado bajo su
atrás sin tocarla, y no una vez sino dos ve- me quedé deslumbrado. La casa estaba ra- notaba algo aturdido, y estaba el idioma, ella techo, a pesar de que ese soldado licenciado
ces, en su ofensiva y en su retirada. Pueblos y diante. Estaba recién pintada, limpia, con el hablaba una variedad dialectal que no aca- fuera un completo desconocido. Resignado
aldeas miserables completamente arrasadas jardín bien cuidado, lleno de flores y plan- baba de entender del todo, de modo que no pues me puse a recordar todo lo que había
y esta preciosa y lujosa casa intacta, eso me tes verdes y esbeltas. Y estaba habitada, las quise contradecirla más. Supuse que no que- sucedido en los últimos meses, tratando de
daba que pensar. Si pudiéramos usar su mie- ventanas abiertas de par en par, las cortinas ría hablar de la guerra y di por hecho que los apartar las imágenes horribles que acudían
do a nuestro favor, no su miedo a la muerte, blancas volando al viento… antiguos dueños debían ser parte de su fami- de tanto en tanto a mi cabeza y sustituirlas en
que no lo tienen, ni su miedo al sufrimiento, Naturalmente quise saber quién eran los lia, algunos tíos o puede que hermanos inclu- su lugar por los buenos recuerdos, que tam-
que tampoco, sino su miedo a los espíritus, nuevos propietarios, y cuando vi una mujer so, y que recordar aquello le debía resultar bién había, pese a todo. Entonces recordé el
su miedo a la venganza de los muertos (mien- joven en la terraza me acerqué a preguntar. muy doloroso. Me disculpé y me acosté. No sueño que había tenido esa noche. Estaba en
tras se reían del dolor y del sufrimientos de Pedí permiso desde el camino y entré. En ese quise pensar más en ello. la casa. Pero era la casa que yo había conoci-
los vivos, curiosamente), su miedo a lo que momento aparecieron en la terraza, saltando Pensaba irme nada más levantarme, pero do la primera vez, la casa vacía, abandonada
estaba fuera del alcance de sus balas, enton- y corriendo desde el interior, dos muchachas sucedió algo muy raro… Bueno, en realidad a toda prisa, la casa de los muertos, la casa
ces tendríamos un arma formidable a nues- muy jóvenes, muy hermosas, espléndidamen- sucedieron dos cosas muy extrañas. Una desolada, con el polvo cubriéndolo todo,
tro servicio. Sí, pero cómo hacerlo… te vestidas, con unos trajes de colores vivos y poco importante (un sueño), o poco impor- con la mesa puesta pero los platos llenos de
Pensé en esto durante los tres días que unos rostros radiantes, que gritaban y reían y tante según se mire, y otra muy seria, una he- polvo y cagadas de pájaros, con las ventanas
estuvimos en aquella casa. Fueron tres días parecían como dos ángeles caídos del cielo y rida, un dolor repentino en la pierna, acom- abiertas por el viento y los animales y la ve-
estupendos. Pero la guerra seguía y nuestros sin embargo ajenos por completo a su nueva pañada de una hinchazón inexplicable. No getación lanzándose a la colonización (cada
enemigos huían a toda prisa, y teníamos que ubicación. Me quedé tan deslumbrado que puedo entender qué paso. No había tenido cual a su ritmo) del espacio dejado por los
darles caza antes de que se perdieran en la no supe que decir. Por suerte la señora habló ninguna caída, nada que pudiera explicarlo, humanos. Yo vagaba por la casa, pero vagaba
oscuridad húmeda de la selva. Allí sería mu- por mí. pero lo cierto es que cuando me levanté casi como un fantasma, no como un soldado con
cho más difícil capturarlos. Teníamos que —¿Soldado? ¿Vuelves a tu casa? ni podía caminar. Tenía la pierna hinchada, su uniforme y su arma reglamentaria, no, no
ponernos en marcha otra vez. Le contesté que sí y se ofreció a acogerme roja, sin poder saber qué había era eso, estaba solo, y no pisaba el suelo, era
No volví a pensar en la casa ni en sus fan- para pasar la noche. Eso era más de lo que yo sido el causante de aquello (no se veían como si volara, y todo estaba vacío, silencio-
tasmas. Y casi hasta me olvidé de ella. Pero esperaba. picadas ni mordiscos, ni marcas de heridas, so y oscuro, pero yo sabía bien dónde debía ir
la guerra terminó. Todos regresamos a casa Evidentemente no pude negarme. La se- nada de nada), pero lo cierto es que si inten- y cómo debía moverme para no tropezar con
y yo, que no tenía ninguna prisa, quise volver ñora fue muy amable conmigo, y las niñas taba andar el dolor era tan insoportable que nada. Era lo más extraño de todo: esa sen-

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CREACIÓN

sación de familiaridad, de estar pisando algo que es tuyo. Eso no se co-


rrespondía a mi primera visita a la casa.
Ese recuerdo me sumió en una inquietud que a medida que pasaba el
día fue ganando en intensidad. Por la noche mi pierna estaba muy bien,
milagrosamente recuperada, pero yo me sentía irritable y nervioso, y
rehuía cualquier clase de conversación y de contacto humano. Pensé
en irme en medio de la noche, sin despedirme de nadie, pero entonces
empezó a llover, una furiosa tormenta veraniega, y tuve que abandonar
mi plan de fuga.
Como es lógico (dentro de lo ilógico de los sueños, claro esta), volví
a tener el mismo sueño. Estaba solo, sin otros compañeros, sin luces de
linternas, sin equipo de radio, sin fusiles, y vagaba por las habitaciones
mirándolo todo sin emoción alguna. Tocaba los aparadores cubiertos
de polvo, daba golpecitos en su mármol frío, hacía dibujos tontos con
los dedos. No tenía prisa, frío, hambre. No tenía pasado ni futuro. Mi-
raba y miraba pero nada me decía nada, nada me trasmitía ningún re-
cuerdo ni emoción. Y pese a todo me sentía bien, cómodo, me sentía
como en casa, eso era lo más extraño de todo.
Desperté tarde, con el sol ya bien alto, y aunque no me sentía mal al
tratar de levantarme sentí un súbito y terrible azote. Era el mismo dolor
que puede causar una bala inesperada en una mano o en el hombro,
una bala que no te mata pero que te deja desangrándote y rabiando de
dolor, incapaz de valerte por ti mismo. Me miré la pierna y estaba bien.
El dolor no venía de allí. Venía de un brazo…
Entró la señora y la criada. Luego aparecieron las muchachas, con
los mismos vestidos, los mismos gritos, los mismos ojos encendidos, la
misma risa febril. Esas muchachas no
conocían ni el sufrimiento ni la muerte. En otro momento su simple
aparición me hubiera hecho reír de alegría. Pero estaba triste, ofusca-
do… Me pasé el día pensando en
mi vida, en la guerra, en mi vida anterior a la guerra, en los amigos
muertos. No hice nada para apartar los malos pensamientos. Llegaron y
se fueron. Y así pasó el día.
Supuse que se iba a repetir el mismo sueño. Y me preparé para la
noche sin el menor interés en lo que pudiera suceder a continuación.
Me equivoqué.
He soñado que estoy en un hospital. Un hospital de campaña. Hay
mucho jaleo y ruido. Pregunto pero todos los médicos y enfermeros es-
tán corriendo de aquí para allá, cogiendo cosas a toda prisa.
—Son las bombas. Nos van a evacuar otra vez —murmura alguien a
mi lado.
Vuelvo la cabeza. Es un soldado joven. La cabeza vendada.

© Dennis van Dijk visorliteraria.com | 40


Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

—¿Qué hago aquí? —le pregunto. aquí».


—¿Y yo que sé? ¡A mí que me registren! Entonces le oigo otra vez.
El soldado ríe a carcajada limpia. Es una —¿Aún no la has palmado?
risa fea, ruidosa y malvada. Siento un repen- Abro los ojos. Suena una explosión. Está
tino desprecio por él. cerca. Sigo en el hospital. El sueño aún no ha
Cierro los ojos y me dijo: «esto es solo un terminado.
sueño, la guerra ha terminado, yo no estoy

Alfonso Vila Francés (Valencia, España, 1970). Ha vivido en Orihuela, Madrid, Bar-
celona, Denia, Tarragona, Alicante, Bruselas y Debrecen (Hungría). Actualmente reside en
Valencia. Ha trabajado como monitor de tiempo libre, bibliotecario, archivero y profesor de
secundaria. Ha escrito en muchas revistas, como por ejemplo: «Cuadernos del matemático», © Erik Jonsson
«Hojas Iconoclastas», «Calicanto», «El vendedor de pararrayos», «Cuadernos del lazarillo», Fuente: Flickr
«Alhucema», «Factorum», «Groenlandia», «Agora», «Acantilados de papel», «La bolsa de Pi-
pas», «Fábula», «Circe», «La soga», «Fronterad», y, «Le miau noir», «Kopek», «Poscultura» y
«Jot Down». También ha ganado algunos premios (entre ellos «Miguel de Cervantes», «Jaume
Roig», «Vila de Canals», «Diputación de Castellón», «Ciudad de Getafe», «Cortes Valencianas»,
«Marco Fabio Quintiliano» y «Mariano Roldán»). Ha publicado libros de poesía, de relatos,
novelas y ensayo. A escondidas se llevó las manos a la cabeza al imaginarse
por Víctor Fernández Alves la estampa. Él, delante de sus chicos dándo-
les la noticia. Llorarían, eso seguro, y él no
soportaba eso. «A ver, quieres calmarte de
Fue un jueves cualquiera de mediados de una vez, joder», pensó tratando de recuperar
octubre. Fran creía que sentiría algo distinto la compostura. «Espera a que venga Lucía.
llegado el momento. Creía que lo intuiría en Ella sabrá lo que hacer».
cuanto sucediera y llegaría a casa prepara- Ese era siempre el modo de resolver los
do para afrontar la situación. Pero no fue así. problemas en casa. Fran no lograba pensar
Cuando entró por la puerta de casa y vio ti- con claridad. Se veía sobrepasado por peque-
rado en el suelo al pobre Hester se vino abajo. ñeces que lo ahogaban sin motivo y acababa
«Estúpido perro», dijo en voz alta, «¿no po- metiendo la pata hasta el fondo. Lucía, su
drías vivir para siempre?». Sabía que era ab- mujer, estaba hecha de otra pasta y mante-
surdamente melodramático en esas situacio- nía la calma para pensar la mejor solución.
nes. ¿Qué le iba a hacer? Era su carácter. No Era admirable ver como llegaba rápidamen-
le resultaba fácil afrontar esas realidades y te a una conclusión que ponía fin a cualquier
menos si pensaba en los niños. Ningún padre asunto en el que estuviera involucrado la fa-
quiere informar a sus hijos de que su querido milia.
perro se había muerto. Se sentó en el suelo y Fran se levantó del suelo y cogió a Hester

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CREACIÓN CREACIÓN

para ocultarlo en su habitación. Los niños sin problemas. «Es lo que tiene el chocolate», beríamos enterrarlo en un lugar apartado, puerta—, creo que hoy estarán cansados. Ce-
nunca entraban allí. Así evitaba que lo vieran pensó Fran, «incluso yo me hubiera sentado aunque no sé dónde. Lo que si tengo claro es rraran los ojos inmediatamente y podré esca-
hasta tener claro el procedimiento. Era una de no tener mal cuerpo ahora», y salió al pa- que debe ser por la noche. bullirme sin problemas.
buena idea y Fran se sorprendió de tenerla. sillo junto a Lucía. —¿Por la noche? —Sí, estoy segura de ello. Ya verás como
Luego decidió hacerse un café y sentarse a —Ha ocurrido —dijo Fran con un susurro —Claro. Mientras los niños están dormi- todo irá perfectamente. Mañana hablaré con
ver la televisión como si nada hubiera ocu- casi imperceptible. dos. Así podrás sacarlo tranquilamente, me- ellos y no sentirán ninguna pena.
rrido. —¿Hester? terlo en el coche y llevártelo a algún lugar a Lucía sonrió a Fran. Sabía que a su marido
Lucía llegó una hora más tarde con los ni- —Sí. Lo encontré tumbado en la alfombra kilómetros de aquí. le afectaban mucho este tipo de situaciones.
ños. Los había recogido en la puerta del co- del pasillo. Pensé que estaba dormido, pero Fran no tenía mejor plan y aceptó. Por eso siempre trataba de tenerlas bajo con-
legio después de sus actividades extraescola- no —dijo Fran. No dejaba de asombrarle Volvieron con los chicos y hablaron de trol. Se encargaba de dar la mejor resolución
res. Lo hacía cada martes y jueves. El resto de como su mujer le escuchaba en ese tono de las clases y las actividades extraescolares posible y, al mismo tiempo se aseguraba de
los días le correspondía a Fran. voz la mayoría de las veces y como otras mu- como de costumbre mientras se acababan la que todos estuvieran bien, de que no les hi-
Hester, cuando era más joven, solía aba- chas no le escuchaba hablando con todas sus merienda. Luego Fran y los niños salieron a ciera daño, incluso sacrificando su propia
lanzarse sobre cualquiera de la familia en fuerzas. jugar con la pelota. Pensó que era un buen salud si hacía falta.
cuanto abría la puerta. Ahora ya llevaba un —¿Y qué has hecho con él? modo de cansarlos. Así se quedarían dor- Fran se duchó después de los niños. Mien-
buen tiempo sin hacerlo debido a su sordera. —Nada, no sabía qué hacer. Ya sabes como midos nada más tocar la cama. Colocaron tras Lucía preparó los platos y los cubiertos y
Casi nunca se enteraba de que la gente llega- soy de desastre para estas cosas. Lo dejé en las porterías una en frente de la otra a una los chicos vieron un poco la televisión espe-
ba, por lo menos no de forma inmediata. Tar- nuestra habitación y me senté a esperar por distancia de doce pasos contados por Fran. rando por la cena. Cuando todo estaba listo
daba un rato, a veces horas otras ni se daba ti. Las habían hecho él y los chicos para la cele- se sentaron a la mesa y charlaron mientras
cuenta. Los niños se habían acostumbrado a —Bien, bien… mejor no precipitarse. Lo bración de su décimo cumpleaños con unas comían. Fran esperaba oír a sus hijos nom-
ello y eso era una ventaja. De todos modos, importante es que los niños no se enteren de tablas y una red de pescar vieja. Desde en- brar a Hester. Esperaba alguna duda difícil de
Fran no estaba tranquilo. «Nunca se sabe con lo que ha pasado. Son demasiado pequeños tonces disputaban partidos de vez en cuando aclarar y pensaba en posibles escapatorias.
los niños —pensaba—, basta que necesites para entender estas cosas. con ellas. Fran narraba los partidos al mismo Hizo una lista de posibles excusas a. Acumu-
que no se acuerden de algo para que vayan —Claro, claro… tiempo que señalaba las infracciones y al fi- ló un buen número de ellas y no paraba de
directamente a buscarlo». Así que, nada más Fran no pensaba lo mismo, aunque nunca nal tenían una pequeña entrega de premios. repetírselas una y otra vez. «Si te preguntan
verlos aparecer se levantó y fue a su encuen- se lo diría a Lucía. Recordaba como su padre Estuvieron allí fuera hasta que Lucía los dónde está, diles que seguramente durmien-
tro para ofrecerles unos bocadillos de Noci- le había informado, a los diez años, a cerca de llamó a la ducha. El partido estaba en tablas do en alguna alfombra». «Si dicen que no lo
lla. la muerte de su abuelo. «Tu abuelo ha muer- y los chicos protestaron. Lucía no entendía han visto en todo el día e insisten en ello,
Lucía supo que pasaba algo enseguida. to hoy». Punto. Seco y directo. No creía que la importancia de la situación y ellos se lo hazte el despistado y diles que lo sacaste a
Conocía bien a su marido y nunca hacía esas eso le hubiera hecho ningún mal. En absolu- hicieron saber. No valió para nada. «Vamos pasear y se hizo amigo de otro perro y que
cosas. No era un mal padre, solo algo despis- to. Tampoco ningún bien. Simplemente eran niños, mañana jugaremos el desempate. Os pasará la noche en su casa». «Si te pregun-
tado en algunos campos como la alimenta- cosas que pasaban y que no tenían demasia- lo prometo», dijo Fran intentando encauzar ta…». Era un bucle infinito que sonaba como
ción, vestimenta u horarios de los niños. Eses da importancia, por lo menos para Fran. Sin la situación y ellos se dieron la mano. Era el reproductor de estéreo que tenía antes de
eran sus terrenos y Fran se ocupaba de otros embargo, para Lucía si parecían tenerla así algo obligatorio. Después de cada partido se casarse con Lucía.
asuntos. Buscó algo en la expresión de su que, él no decía nada y hacía lo que ella con- daban la mano y se dirigían a la casa sin re- No le hizo falta ninguna. Los niños esta-
cara que le diera algo de información al cru- sideraba conveniente. chistar. Fran había leído en una revista que ban demasiado entretenidos hablando del
zarse con él. Fran hizo un gesto demasiado —Haremos lo siguiente. Yo me encargo de esas cosas fomentaban la deportividad y le partido como para echar en falta al viejo
ambiguo para sacar conclusiones, así que se hablar con ellos. —«Gracias a dios», pensó pareció una buena idea que poner en prác- Hester. Lucía se limitó a escucharlos. Los
limitó a seguirlo hasta la cocina. Fran sin dejar que se le notara en la cara. —Y tica. Desde entonces era una costumbre in- chicos sentían verdadera pasión por ese jue-
Les hicieron los bocadillos sin hablar. «Te- tú te encargarás de Hester. eludible. go. Era una de las cosas que le encantaban
néis que sentaros en la mesa para comerlos, —¿Qué quieres que haga con él? Fran esperó un rato y entró en la casa. de Fran. Siempre se inventaba algún tipo de
¿vale?», dijo Fran a los niños que obedecieron —No estoy muy segura. Supongo que de- —Bueno —dijo nada más atravesar la entretenimiento para estar con los chicos y

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CREACIÓN

que decía poseer una mer piso y se despidió de Lucía. Fran no pen-
gran riqueza. Vivía a saba en nada en esos momentos. A cualquiera
solas con su hijo. A pe- le podría producir cierta sensación de reparo
nas podía andar y de- cargar con el cuerpo de su mascota de aquel
pendía de él para todo. modo, pero él era consciente de que ese era
Una noche se despertó el trabajo fácil. Cualquiera podía transportar
llamándolo desespera- y enterrar esa bolsa. Lo difícil era hablar con
damente. La anciana los niños. Explicarles cualquier historia que
le decía que debían ir les hiciera olvidar a su perro sin necesidad
a un sitio, que llegaba de muchas preguntas y sin ningún tipo de
su hora y necesitaba dolor. Eso sí que le parecía imposible.
darle algo muy impor- Cargó el bulto en el maletero y entró en el
tante. El chico puso a coche. No lo puso en marcha hasta saber en
su madre en un carro qué dirección iría. Recordó una vieja granja
para llevarla hasta el abandonada a escasos kilómetros de la casa.
lugar. Caminaron du- Nadie la visitaba y nadie reclamaría nada de
rante horas por cami- lo que hiciera en ella. Le pareció una buena
nos que señalaba la idea y llegado el momento buscaría un lugar
señora. Cuando llega- apropiado para Hester. Accionó la radio y
ron a un estrecho el sol aceleró suavemente mientras miraba por el
empezaba a asomar- espejo retrovisor. Lucía lo observaba desde
se. Ella le pidió que la la ventana del salón y se despedía haciendo
cogiera para cruzar un gesto con la mano.
el último tramo hasta El trayecto se le hizo corto. Se pasó la ma-
alcanzar un precipi- yoría del camino cantando las canciones del
cio al final del camino. disco que llevaba puesto, Una noche en la ópera
Entonces la anciana le de Queen. Ya no se hacían discos de esa cali-
dijo: «aquí, justo aquí, dad, pensaba Fran mientras conducía. Nadie
fue el lugar donde tu podría volver a cantar como lo hacía Fred-
padre me besó por pri- die. «Ahora los vocalistas utilizan demasiado
hacer que ellos se lo pasaran bien. Su padre arriba. Les dijo que se pusieran el pijama y se mera vez». sintetizador y moduladores de voz. Acaban
nunca había hecho algo parecido cuando era lavaran los dientes antes de leerles el cuento Los chicos estaban dormidos cuando Lu- pareciendo todos demasiados similares, casi
pequeña. Solo recordaba verlo borracho y de buenas noches. Quizás empezaban a ser cía cerró el libro. Salió de la habitación sin iguales entre ellos. No hay personalidad y eso
gritando por la casa. Durante una época lle- algo mayores para esas cosas, pensaba de hacer ruido y les apagó la luz. «Atesora estos se nota en el resultado final», concluyó mien-
gó a creer que todos los hombres eran así, vez en cuando Lucía, pero ella no sería quien momentos, Lucía, duraran poco», pensaba tras abría la puerta y salía del coche.
hasta que conoció a su marido. acabara con la costumbre. Si eso ocurría, se- mientras bajaba las escaleras. Fran la espera- Volvió a cargar a Hester entre sus brazos.
Al acabar, Fran le dijo a Lucía que acostara ría porque los chicos se lo pidieran y no por ba en el sofá y cuando la vio aparecer le hizo Esta sería la última vez que lo haría, pero no
a los niños y que él se encargaría de recoger propia iniciativa. Aprovechaba el tiempo que un gesto. Era la hora y se levantó dispuesto sintió pena alguna. Vio un árbol a unos cien
la cocina. Abrió el grifo del agua caliente sin le quedaba de esas lecturas nocturnas mien- a realizar su cometido. Subió a la habitación metros de donde había aparcado y le pare-
pensar en nada y enjuagó los platos antes de tras podía, consciente de que le quedaban y cogió a Hester en volandas. Lucía lo había ció un buen lugar. Cogió la pala y comenzó
ponerlos en el lavavajillas. Lucía cogió a los pocas. puesto dentro de una bolsa de la basura para a andar.
niños y los llevó hasta su cuarto en el piso de El cuento trataba sobre una señora mayor que le resultara más fácil llevarlo. Bajó al pri- No tardó demasiado en cavar un hoyo. La

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CREACIÓN CREACIÓN

tierra estaba relativamente blanda y eso le sas». Esa frase le sonó extraña en la cabeza. —Veréis chicos, Hester… Lucía se dio la vuelta para mirar a Fran y
sorprendió. Paleó durante unos minutos con Por un momento parecía su padre. No tenía —Murió. Y ayer lo enterré mientras dor- su cara reflejaba el horror que la de sus hijos
brío y sin pausa hasta que le pareció estar tiempo para darle importancia y pensó que míais —la interrumpió Fran antes de que pu- no llegaba a expresar ni de lejos.
suficientemente profundo y entonces dejó el ya pensaría en ello en otro momento. Había diera hacer nada.
bulto en el fondo. Lo miró un instante. Pen- logrado sentirse un poco más tranquilo y
saba que debía decir unas palabras de despe- puso el coche en marcha sin que le tembla-
dida, que era lo apropiado, pero no se le ocu- ran las manos.
rrió ninguna y acabó por desistir. Agarró la Poco después aparcó en la entrada de su
pala y rellenó de nuevo el hoyo paleando aún casa.
más rápido que anteriormente. Quería volver —Has tardado. ¿Todo bien? —le dijo ella.
a casa, sentía que lo necesitaba a pesar de no —Sí. Solo he querido encontrar un buen
encontrarse triste. Solo deseaba acabar con sitio para nuestro viejo amigo —dijo Fran Víctor Fernández Alves (Camariñas, España, 1992). Estudió Filología Hispánica en la
lo que estaba haciendo y regresar junto a su que intentaba mantener un rostro sereno. Universidad de A Coruña y publicó el poemario Notas a pé de barra con la editorial Do Peirao
mujer para echarse en la cama y dormir. —Vale. Pongámonos el pijama y lavémo- (Santiago, 2019). Colaborador asiduo con artículos de opinión en el periódico Nós Diario o el
En pocos minutos lo consiguió. Alisó la nos los dientes. Mañana será otro día y todo magazine cultural A que cheira papá?. Hoy por hoy está involucrado en proyectos de ámbito lo-
tierra para que no se notara demasiado que irá mejor. cal como son Camariñas.eu o el programa «Eu Son Camariñas».
se había removido recientemente y cami- Al día siguiente Fran salió del trabajo y fue
nó los cien metros que lo separaban de su directo a recoger a sus hijos. Lo esperaban en
coche. Tenía las manos tensas. No se había la puerta del colegio como todos los viernes.
dado cuenta hasta que intentó introducir la Normalmente les preguntaba que tal les ha-
llave en el contacto. «¿Qué demonios te pasa, bía ido en clase, pero ese día no le apetecía.
Fran? ¿Por qué no arrancas el coche y vuel- Realmente, no le había apetecido hablar des-
ves con tu mujer?», se dijo a sí mismo con de que se levantó de la cama. Tenía una sen-
una voz pausada. «Ese perro llevaba vivien- sación extraña que le hacía ensimismarse.
do contigo doce años, Fran, doce años y no No estaba cabreado, ni triste, ni sentía nada
has sido capaz de decir ni una sola palabra parecido a algo que hubiera experimentado
antes de tirarle toda esa tierra por encima. anteriormente en su vida.
¿Qué narices te pasa, Fran? Eres un maldito Condujo hasta la casa donde Lucía los es-
monstruo. Por lo menos llora un poco. Aun- taba esperando. Bajó a los niños del coche
que solo sea un poco, joder». Cada vez alza- en cuanto llegaron anduvo con ellos hasta
ba más la voz completamente ensimismado. la puerta. Lucía les abrió con una sonrisa de
No sabía que le estaba ocurriendo, pero cada oreja a oreja. Fran intentó mostrar la misma
vez sentía más rabia en su interior. «Un mal- cara que la noche anterior. Se fueron todos
dito monstruo de mierda… joder», gritó de tal hasta el sofá grande del salón y Lucía les dijo
forma que la saliva que tenía en la boca salió a los niños que se sentaran porque tenía algo
disparada contra el parabrisas. que decirles. Llevaba el discurso preparado.
Fran estuvo allí durante más de media Les hablaría de un lugar idílico para los pe-
hora intentando serenarse. Debía volver a rros donde podían comer huesos hasta que
casa rápido si no quería preocupar a Lucía. no pudieran más, correr hasta que las pier-
«Vamos, ahora te vas a tranquilizar. Solo era nas no les respondieran y hacer pis en todas
un perro, nada más, un perro como otro cual- las esquinas que uno se pudiera imaginar.
quiera y los hombres no lloran por estas co- Tomó aire y comenzó a hablar.

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CREACIÓN

Metromania
por Xavier Queipo

1. Reflexión
Siempre así, insoportable. En el metro es siempre así. Un hedor y la
sensación (de) que es de noche. Noche insoportable. Siempre. Dentro y
fuera de las personas. Siempre noche. Noche en los rostros angustiados.
En el metro. Noche en las miradas perdidas y una nube difusa. Naranja
y difusa. Amarilla y nube. Naranja y amarilla. Difusa y nube. Y naran-
ja. Y amarilla. Y noche. El hedor también tiene color. El color del tufo
amargo. En el metro. De legumbre fermentada y de jengibre. De sudor
acamado en los tejidos. Verde y orina. Mezclada. Omnipresente. Siem-
pre. Insoportable y nube. Difuso y sensación de noche. En el metro es
siempre así. Tanto da. Siempre. Siempre así. Noche. En el metro.
Un día habrá que cambiarlo todo. Hoy no. No es el día. Llegará. Como
los trenes. Cada uno con nombre propio. Habrá que cambiarlo todo. Ser
otro. Serlo. No serlo. Un día. Hoy no. Salir. Entrar. Salir. Volver a entrar.
Casa. Trabajo. Casa. Trabajo. A veces cine. Hoy no. Hoy anclado y triste
en la línea Tsuan Wan.
Una forma de vida. Entrar. Trabajo. Salir. Casa. Volver a entrar. En el
metro. Una forma de vida. En el cuaderno. Anoto en el cuaderno. En el
azul. En el de las mañanas. En el del registro del cielo. En el de las tor-
mentas.
Un día habrá que cambiarlo todo. Todo. El ritmo de la sangre. Un
día. Las rutinas. Las que delimitan coordenadas. Las que nos sitúan en
el mundo. En nuestro centro. Anoto en el cuaderno azul. Nubes bajas.
Cielo de plomo. Amenaza de lluvia. Rutinas. Un haiku. Cualquier haiku.
Pensarlo. Escribirlo, al azar. Cinco. Sete. Cinco. Celebración de la natu-
raleza. Estructura fija. Negación de la violencia.
Una forma de vida. Entrar. Trabajo. Salir. A veces cine. Paseos. Tam-
bién paseos. Por el parque Victoria. Por la bahía de Aberdeen. Por
Kowloon y Diamond Hill. Escribir haikus. Amenaza de lluvia. Nubes
bajas. Rutinas. Anotar. En el cuaderno negro. El de los acontecimien-
tos. El de las escrituras fragmentadas. Anoto en el cuaderno azul. Sin el
cuaderno negro. Olvidé el cuaderno negro. Después lo pasaré. De uno
para el otro. Del de la mañana para el de los acontecimientos. Del azul
al negro. Un haiku. Ahora no. En el metro.
Un día habrá que cambiarlo todo. Ser otro. Los recuerdos. Quedarán
los recuerdos. En los cuadernos. Las rutinas. Nuestro centro. El mundo
desde el centro de las rutinas. Horribles rutinas. Rutinas de colores. Ru-

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CREACIÓN CREACIÓN

tinas que marcan el centro. Un ritmo de vida. te de mis ojos. Grito azul. Azul tristeza. Para los niños. No. Para mi no. No para mí. el invernadero.
El ritmo de la sangre. Hay otros. Necesidad Vivir para renunciar. Experimentar para Solo saltar. Para ellos. No entender. Para los Dos minutos. Anoto. En el cuaderno ver-
de cambiar. De vida. De rutinas. De centro. decir no. Mil placeres azules. Vida única. padres. No saber explicar. Niños. Sensibles. de. Tsin Sha Tsui. Cerca de la torre. El barrio
De mundo. De sangre. Cambiar de piel. Co- Azul. Ojos azul ojos. Azul ojos azules. Para Padres. Confusos. de los vietnamitas. Y de un par de gallegos
bra. Dragón. Boa. Escamas. Cambiar. Capa- decir no. Para renunciar. Llega un tren. Entra gente. Sale gente. despistados. Conocidos. Entrará gente. Un
razón. Caparazón inútil. Cambiar. Piel. Co- «Las escaleras mecánicas comienzan su Orden inversa a las normas universales: sa- hedor insoportable. La sensación de que es
bra. Cambiar. De centro. De vida. De longitud movimiento automático, anuncian la lle- lir-entrar. Siempre noche. Sin luz. En el me- de noche. Dentro y fuera de las personas. El
de onda. De onda. De geometría. De mirada. gada de un tren de la línea Kwon Tong, De tro. Desaparecen los niños. Los padres tam- hedor también tiene color. De legumbre fer-
De paralaje. De foco. De rutinas. Ser otro. No la encrucijada de líneas que se amalgaman bién. Obvio. Hablo de lo obvio. Escribo en el mentada. De sudor acamado en los tejidos.
serlo. Serlo. No ser. Serlo. No serlo. Entrar. en Hong Kong central. Sube gente que se va cuaderno de notas. En el verde. En el de las Sale gente. Tsin Sha Tsui.
Salir. Una condena. Una fiesta abortada. Una aproximando a nuestro nivel. De súbito hay tardes. Miro al panel de control. Próximo Llega a Admiralty. Encrucijada. Sun Wan
rutina. una explosión de color: muchachos y mu- metro. Cuatro minutos. Anoto. Diferencia e Island Line. Un minuto. Llegan dos mu-
Un ritmo de vida. Hay otros. Cambiar. chachas que regresan de la escuela (o van de de notas. Por la mañana y por la tarde. En chachos con sus patines en línea. Rollers. En
Cambiar despacio. Cambiar de onda. Cam- visita de estudios), funcionarios con su tono el metro. El verde para las tardes. Para aho- la plataforma. Un minuto. Ser otro. Delante
biar de vida. De piel. En el cuaderno azul. gris con sus trajes diseñados y corbatas un ra. Después de mediodía. Azul para las ma- de los muchachos utópicos. Por ellos. Por las
Anoto. Cambiar de vida. Enojado y gris. Cam- poco infantiles, con los maletines en donde ñanas. Negro para los no-acontecimientos. utopías. Anoto utopías. Una detrás de otra.
biar. Escamas. Inflexiones. Coordenadas. guardan el periódico del día y carpetas con Rojo para las noches de insomnio en casa de Utopías. Thomas More. La isla de los zur-
Vida. Cambiar. Ahora mismo. En el centro. King. Muchas noches. Insomnio. Miedo. Añil dos. Las moscas sin alas de las islas Kergue-
los mismos papeles de siempre, que circulan
En el metro. Enojado y gris. Anoto. Enojado. para la música. Inventada. Soñada. Contada. len. El amor universal. Nirvana. Una detrás
monótonamente de casa al trabajo y del tra-
Antes de tiempo. En el centro. Entrar. Salir. Escuchada. Amarillo para las recetas de co- de la otra. Utopías. Naciones. Una detrás de
bajo a casa, en un periplo diario de papeles
Casa. Trabajo. A veces cine. A veces amor. El cina. Pocas. Inventadas. Copiadas. Soñadas. la otra. La Comuna de París. En el cuaderno
no leídos. Individuos con aspecto de artistas
lápiz sin mina. Un silencio peligroso. Procu- Escuchadas. Recetas. Rutinas. verde. En el abismo. El Foro de Yunan. No-
incomprendidos (reiteración de adjetivos,
rar otro. Ser otro. No serlo. Serlo. Lápiz. Ser Ahora en Yau Ma Tei. El metro. Cuatro pa- che en las miradas perdidas en una nube di-
redundancia conceptual, milhojas innecesa-
otro. Ser lápiz. Centro. Cambiar. Caparazón. radas. Cuatro minutos. Anoto. En el cuader- fusa. Los repartos. Las misiones de Paraguay.
rio), abuelos que se dirigen a visitar a otros
Caparazón inútil. Escamas. Dragón. Lengua no verde. Escribo. Fecha y lugar. Reflexión e Hacerlo delante de muchachos utópicos. Tu
abuelos, señoras repintadas, repeinadas, en-
de dragón. impulso abortado. Ser otro. No serlo. Serlo. amor. Sublime utopía. Noche en las miradas
joyadas, ángeles provocadores, mendigos,
Traición a la memoria. Siempre lo mismo. Los niños. Factor de contención. Sensibles. perdidas. Encrucijada. Noche en las miradas
mariposas, larvas ansiosas, ladrones de sue-
Escribir siempre lo mismo. Reiterar la escri- Los niños. Cuatro paradas. Yau Ma Tei. Ano- perdidas. Noche en las miradas. Delante de
ños…
tura. Hacerla obsesiva. En el cuaderno azul. to en el cuaderno. En el verde. En el de la tar- los muchachos utópicos. Encrucijada. Difusa
De súbito hay una explosión de color, la
Después del cuaderno negro. O en el verde. de. No saber explicar. Tragedia de los padres. y nube. Naranja. Amarilla.
luz que todo invade. Los primeros pasaje- Y de los niños. Sensibles. Inquisidores. En la Llega un tren. corriente que asciende por
O en el rojo. Escribir siempre lo mismo. Com-
ros potenciales del metro siguiente aparecen edad de las preguntas. el espinazo. Cambiar normas. Ahora no. No
pulsión. Negación de la memoria. Rutinas.
en la plataforma de la línea Tsuan Wan, en Tres minutos. Tres paradas. Llegó a Jor- delante de los utópicos. Rollers. Una forma
Una condena. Insoportable. Un hedor inso-
donde un grupo compacto espera, con indi- dan. En el cuaderno verde. Verde como el de vida. Sale gente. Entra gente. Encrucijada.
portable. Noche en los rostros angustiados.
simulada impaciencia, desde hace varios mi- jardín botánico. Jardines. Arbustos diseña- Suena un aviso. Desaparecen los patinado-
Negación de los labirintos. Miedo. Traición
nutos». dos. Fuentes. Gente paseando. Guardias de res. Se cierran las puertas. Un hedor insopor-
a la memoria. Sin luz. Noche. Catástrofe en
alas de mariposa. Sentirlo. Catástrofe total. uniforme. Invernaderos. Sala de exposicio- table. La sensación de que es noche. Dentro
2. Impulso nes. De cristal. Estanques en donde nadan y fuera de las personas. Color. El hedor tam-
Mariposa total. El universo en las alas de la
mariposa. Azul. El cuaderno azul. La mari- Llega un tren. Ahora no. Un par de niños carpas. Rojas Exoftálmicas. Albinas y raya- bién tiene un color. De legumbre fermentada.
posa en catástrofe. La mariposa en el metro. en la plataforma. Con sus padres. Niños-ni- das. Jaspeadas de hongos y ojonas. En Jordan. De sudor acamado en los tejidos. De jengibre
Memoria azul. Azul traición. Azul cielo. Azul ños. Niños de preguntar el porqué de cada Carpas chinas. Jaspeadas y albinas. Rayadas. y salsa de ostras ahumadas. Miro al panel de
mariposa. Cuaderno azul. Polvo azul. Delan- cosa. Niños inquisidores. Cruel. Seria cruel. Carpas. Carpas chines. En los estanques. En control. Rutinas.

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CREACIÓN

Anoto utopías. Walkers. Rutinas. Utopías. La isla de los zur-


Mantras. Obligaciones. dos y el vuelo de Ícaro. Dócil o rebelde. Por
Obsesiones diversas. las utopías. Anoto utopías. Una detrás de
En el cuaderno verde. otra. Crecimiento sostenible. Pesca respon-
Verde floresta. Verde sable. Comercio justo. Nirvana económico.
felicidad. Verde ojos de Competición leal. Todos compañeros. Vida
tigre. Cuaderno-testi- tranquila. Narciso mirándose en el espejo.
monio. Cuaderno farol. Ulises en tierra. Sísifo feliz. Buda reclinado.
Cuaderno confidencia. En el cuaderno verde. Encrucijada. Difusa y
Cuaderno memoria. nube.
Ser otro. No serlo. Ser. Llega un tren. Corriente que asciende por
Cuando nada sea. Ser el espinazo. El ritmo de la sangre. Cambiar
dragón. Ser mariposa. de utopías. Ahora no. No delante de los utó-
Ser catástrofe. Cuando picos. Skaters. Rollers. Bickers. Walkers. Una
nada sea. Entropía. forma de vida. Sale gente. Entra gente. En-
Cuatro paradas. crucijada. Ser otro. No serlo. Serlo. Suena el
Yau Ma Tei. Anoto en aviso. Se cierran las puertas. Un hedor inso-
el cuaderno. En el ver- portable y la sensación de que es de noche.
de. En el de las notas Dentro y fuera de las personas. El hedor tam-
de la tarde. Alguien bién tiene color. De legumbre fermentada.
fuma en la plataforma. De salsa de ostras. De mango putrefacto. De
Ejemplo. Para los ni- atún fermentado. Miro al panel de control.
ños. Saltar. Saltar. Para Tarde. En el cuaderno verde.
los utópicos. Para los Un silencio peligroso. Cambiar de capara-
amantes del orden. zón. Caparazón inútil. De escamas. Protec-
Llegó a Jordan. Jar- ción posible. De utopías. Dragón. Ser dragón.
dines con arbustos Alguien llama a mi atención. Alguien que
Diseñados. Carpas. lee un libro minúsculo, no de bolso, sino de
Nadando. Labirintos bolsillo. Libro hormiga. Libro pulga. Libro
mágicos. Carpas. En idea. Libro para leer de una sentada en las
Seis minutos. Anoto. En el cuaderno. ¿En En el cuaderno verde. Una detrás de la otra. los estanques. En el invernadero del Jardín estaciones de metro. Volumen mínimo y con-
el azul o en el verde? ¿En el de las mañanas Noche en las miradas perdidas en una nube Botánico. tenido con certeza interesante por lo que se
o en el de las tardes? ¿En cuál? Tarde. Es tar- difusa. Insoportable. Un hedor insoportable. Tsin Sha Tsui. Dos minutos. Anoto en el deduce de alguien que es una muchacha y lee
de. Verde. Ahora en Prince Edward. Cerca Cerca de la casa de Hou Wai. Del médico chi- cuaderno verde. Tsin Sha Tsui. En el barrio un libro minúsculo, que camina como autó-
de la casa del santero de los caracoles. Verde no. El hedor también tiene color. De legum- de los vietnamitas. Y de la confrontación mata por entre gente que sale del metro, que
floresta. Verde alegría. Verdemar matricial. bre fermentada. Miro al panel de control. Ser inexplicable. Entrará gente. El hedor tam- lleva la prisa colgada detrás de una mirada
Verde. Verde ojos verdes. En el cuaderno ver- otro. corriente que asciende por el espinazo. bién tiene color. Amarilla. Naranja. Añil. De ansiosa, que regresan del trabajo o se dirigen
de. Seis minutos. Prince Edward. El santero El ritmo de la sangre. Sólo saltar. Un hedor legumbre fermentada. De jengibre y leche de a una fiesta anunciada, de música electróni-
de los caracoles sagrados. Corriente que as- insoportable. Salir. Entrar. Casa. Trabajo. coco. ca y combinados, de alcohol y pastillas eufo-
ciende por el espinazo. El ritmo de la sangre. Una condena. Cambiar. Cambiar de piel. De Llega a Admiralty. Encrucijada. Ser otro. rizantes, de contenido y propiedades ignotas.
Llega gente. Encrucijada. escamas. De caparazón. De vida. Encrucija- No serlo. Serlo. Margarita existencial. Un Alguien llama mi atención.
Cinco minutos. Mong Kok. Anoto utopías. da. Dragón. Ser dragón. minuto. Utópico o no. Skaters. Rollers. Bickers.

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CREACIÓN CREACIÓN

3. Acción control. De frente al panel de control. Obser-


Una sucesión de check-points. Uno detrás vo. Dos paradas. Dos minutos. Anoto. En el
de otro. Encrucijada. Paneles de control. tránsito. Margarita existencial. Me quiere. No
Check-points. Lo mismo. Una forma de vida. me quiere; Todavía me quiere. Sueño recu-
La sensación de que es de noche. Los niños. rrente. Hedor. Hedor antiguo. Hedor a alien-
Ya no. Entrar. Salir. Un día habrá que cam- to de dragón.
biarlo todo. Margarita existencial. Rueda del Una sucesión de check-points. Uno detrás
karma. Código que contiene el nombre im- do otro. Noche en el día. En el metro. Anoto.
pronunciable. En el cuaderno amarillo. Cenar. Cenar en so-
Una forma de vida. El cambio. La muta- litario. Mero con crema de mango. Peras con
ción. Rutinas. Las anoto. Paneles de control. vino de Madeira. Y canela. Y clavo.
En el cuaderno azul. Debajo de la piel. Cam- Miro al panel de control. Un minuto. Los
biar de caparazón. Un hedor insoportable. niños. Ya no. Corriente que asciende por el
Encrucijada. Entrar. Salir. A veces cine. Ruti- espinazo. Saltar. En el salto. Me quiere. No
nas. Paseos. La bahía de Aberdeen. El parque me quiere. Ser otro. No serlo. Margarita exis-
Victoria. Quarry Bay. Cambiar de rutinas. tencial.
Cambiar de paseos. Utopías. Una corriente Una sucesión de check-points. Encrucijadas.
© Oli Mille
que asciende por el espinazo. El hedor tam- Cambiar Despacio. Debajo de piel. Cambiar Fuente: Flickr
bién tiene color. Y el miedo. El color del mie- de rutinas. El color del miedo. En el metro.
do. El sonido del miedo. En el cuaderno azul. Un silencio peligroso. Anticipado. Triste.
Anoto el sonido del miedo azul. Llega el metro. Voy a saltar. Salto. En el cua-
Miro al panel de control. Para el panel de derno rojo. El de los sueños.

Bajo el aliento manera irremediable se abría paso en sus


por Héctor García Pérez pensamientos. Aún así, poseía un absurdo
en ínfimo halo de esperanza que le llevaba
a creer por un instante que su error pasaría
desapercibido, que no tendría consecuencias
Capítulo 1. Te conozco
Xavier Queipo (Santiago de Compostela, España, 1957). Biólogo y médico de formación. y podría escapar de él.
Un silbido precedió a un grito angustiado. —¡Dios mío, Peter!, hemos llegado dema-
Desde 1989 vive en Bélgica. Ha publicado varias compilaciones de narrativa breve: Ártico
(1990), Ringside (1993), O ladrón de esperma (2001), Os ciclos do bambú (2003), Ártico 2.0 (2011) y 55 —¡Aquí, Peter, aquí! Lo he encontrado. siado tarde, lo han matado. Lo utilizamos,
(2014); y algunas novelas, como O Paso do Noroeste (1996), Malaria sentimental (1999), Papaventos Unos diez metros lo separaban de la esce- lo presionamos con su familia y ahora está
(2001), Extramunde (2011), Os Kowa (2016) y Corazón de Manteiga (2020). Recibió varios premios en na. Mientras los recorría, volvió a sentir que muerto, Peter, ¡muerto! —se culpaba Nelly
Galicia, entre ellos, los premios de novela Xerais (2011) y Eduardo Blanco Amor (2015). A nivel le faltaba el aliento, una sensación de opre- mientras yacía de rodillas junto al cadáver.
estatal ha recibido el Premio de la Crítica española en 1991 (por Ártico) y el Premio Nacional sión en el pecho le subía hasta la garganta, A la vez que Nelly sollozaba y buscaba a
de Traducción do Ministerio de Cultura (en colaboración), por la traducción del Ulysses de como si se tratara de una mano que agarra- Peter con su penetrante mirada, él sacaba
Joyce al gallego (2014). Algunos de sus libros están traducidos al español, portugués, inglés, se con fuerza su nuez y le impidiera exhalar, un cigarrillo del paquete que guardaba en el
francés e italiano. www.xavierqueipo.gal quedándose ahí, justo ahí, estrangulándo- bolsillo interno de su chaqueta; el mismo que
lo. Hacía ya algo más de tres años que Peter ella le había comprado esa misma mañana.
sufría estos episodios, cada vez con mayor Sacó su viejo encendedor y lo prendió con
frecuencia y con mayor virulencia. Según pausa; la primera calada le devolvió el alien-
se acercaba, el miedo a haberla cagado de to. Mientras consumía hasta el último gramo

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CREACIÓN CREACIÓN

de nicotina, no dijo nada, se quedó observan- —Muy bien, Peter. Tú eres el jefe, pero familia regresó al hogar, las cosas cambiaron jando para él en aquel pequeño despacho
do impasible a ese pobre diablo, que dos días quiero que sepas que te conozco mejor de drásticamente, ya que el sargento no quería de detectives, ni por qué no se atrevía a des-
antes les sopló los nombres y la información lo que tú mismo te conoces. En estos cuatro ver ciertas actitudes en sus hijos. pedirla. Opinaba que era tan molesta como
crucial para resolver el caso «Di Meo». Ne- años trabajando juntos he visto a través de ti Su padre quería para sus chicos una vida buena en su trabajo, además de leal y por qué
lly seguía clavándole las retinas, esperando y te conozco, Peter, te conozco. Que duermas militar y que siguieran sus pasos. Creía que no decirlo, sabía que no habría muchas se-
alguna reacción, algún síntoma de culpabi- bien, si puedes —añadía con lastima y desa- para educarlos bien, debía ser extremada- cretarías dispuestas a soportar su compañía.
lidad y arrepentimiento. Pero qué demonios zón Nelly, mientras le daba la espalda. mente rudo con ellos, pues para él, el mundo Para Peter, la chica no necesitaba realmente
quiere esta chica de mí, estamos en los se- se estaba llenando, cada vez más, de inmora- el trabajo, ya que su perfecto esposo, Howard
tenta, en un sucio callejón de Chicago, junto Capítulo 2. Me conocían les y de escoria que no respetaban los valores Allen, tenía la pasta suficiente para mante-
al fiambre de un delincuente de poca mon- y principios de la sana sociedad americana. nerla gracias al club que regentaba.
El reloj de la mesita de noche marcaba las
ta, aquí no hay lugar para sentimentalismos, Su objetivo ahora no era otro que hacer de ¿Por qué un hombre tan atractivo, ele-
00.43, a su lado un vaso con los restos de un
pensaba Peter, al pasar su fría suela sobre la sus hijos dignos protectores del estilo de vida gante y con tanto dinero, se habría fijado en
whisky barato, sudaba gotas pegajosas sobre
colilla humeante. decente, en el que él siempre había creído. una chica tan corriente como Nelly? En ese
el periódico del día anterior. La luz intermi-
—Doblando esa esquina hay una cabina, Por supuesto, su mujer no debía interferir, instante, mientras debatía consigo mismo, de
tente de la farola atravesaba la persiana raí-
aquí tienes algunas monedas, da el aviso a la con la debilidad propia de su género, en la nuevo su aliento lo abandonó. La mano que
da del dormitorio y dibujaba unas curiosas
policía y que se ocupen ellos —dijo con voz educación y formación de su prole; por la le asfixiaba desde su interior, la sentía aho-
sombras sobre el rostro cansado del detec-
ronca. tanto, las labores del hogar y los bailes esta- ra con más intensidad, esta vez ayudada por
tive. Acalorado e inquieto sobre una mara-
—No hablarás en serio, ¿cómo que se ocu- ban fuera de lugar. El sargento James Garret otra mano. Con gran agobio y dificultad al-
pen ellos? Esto debería ser cosa nuestra — ña de sábanas, su mente no dejaba de mez-
se aseguró de hacérselo comprender tanto a canzó un Camel de la mesita, se irguió y, dan-
protestó la chica con incredulidad. clar recuerdos de la infancia con los hechos Peter como a su esposa, de una manera que
acontecidos esa misma tarde. Las palabras do pequeños pasos, logró sacar la cabeza por
—Escucha bien porque no voy a repetírte- nada tenía que envidiar las torturas sufridas la ventana, donde tragándose el humo, recu-
lo. Soy yo quien da las órdenes y quien deci- de Nelly, «te conozco, Peter, te conozco», re- por los prisioneros de guerra. El dolor y el
tumbaban en su cabeza llevándole por un si- peró lentamente el aliento.
de; ya hemos resuelto el caso por el que nos miedo despojaron a Peter de su sensibilidad
contrataron, el resto es cosa de la policía, así nuoso camino hasta el rostro de su madre, la y le alejaron definitivamente de la influencia
cual le repetía con frecuencia esa misma fra- Capítulo 3. ¿Me conozco?
que ve a hacer lo que te digo —agregó el de- positiva de su madre.
tective con tono agrio. se con una voz dulce y cariñosa, «te conozco ¿Y si mi padre hubiera muerto en la gue- Viernes, 8 am, un agotado Peter llegaba al
—Este hombre tenía mujer y un hijo, ahora bien, hijo mío, te conozco». rra, mi vida habría sido mejor?, ¿por qué despacho. Apenas había logrado dormir un
ese pobre chico deberá crecer sin su padre. Recordaba a su madre con tristeza. Du- Nelly quiere que me sienta culpable?, ¿aca- par de horas. Su cara reflejaba aún el amar-
Al menos deberíamos ir a verlos y explicarles rante su infancia en la granja de la familia so debo compadecer a ese niño huérfano de gor de sus recuerdos y el hastío de un alma
que tomó el camino correcto antes de morir, Garret, ella siempre tuvo un semblante serio padre cuando realmente le envidio?, se inte- atormentada que anhelaba el fin de la jorna-
les debemos eso al menos —suplicó. y melancólico. Se pasaba el día trabajando en rrogaba el detective mientras se incorporaba da. Reencontrarse con el reflejo borroso que
—Este hombre no eligió el camino correc- el campo, lavando, fregando y sin conocer el en la cama. De nuevo Nelly aparecía en sus le devolvía la mirada, a través del fondo de
to, Nelly. Lo obligamos a ello. Él solo era un cariño de su marido ni de sus hijos. Solo Pe- meditaciones. Se cuestionaba por qué tenía un vaso oscurecido por el alcohol que lo im-
desgraciado, seguramente su mujer estará ter en su tierna infancia le aportó la alegría y la costumbre de observarle detenidamente, pregnaba, era el único objetivo que se había
mejor sin él y su hijo no tendrá un mal ejem- el amor que la hicieron resistir a aquella vida por qué le interrogaba sobre lo que pensaba marcado para ese día. A través del cristal de
plo a seguir. Además, la gente es compasiva esclava. En la época en la que su padre com- o sentía, con un afán obsesivo por desentra- la puerta pudo distinguir dos figuras, la de
con los niños huérfanos, quizá eso sea mejor batía con el ejército de los Estados Unidos, ñar su mente y alma, pues según él, nunca Nelly y la de Howard.
que criarse con un padre desalmado —repli- en la guerra de Corea, Peter pasó los mejores tenía nada que esconder. Siempre argumen- —Imagino que el apuesto Howard ha ve-
có con suficiencia—. Y ahora haz esa maldi- años de su niñez, ayudaba a su madre con sus taba que él era un Garret y los Garret eran nido a traernos esos pastelitos de zanahoria
ta llamada. Después tómate el resto del día tareas y la hacía reír con sus bailes. Vivieron hombres transparentes, duros, de moral in- que tanto le gustan a su esposa —vaticinó
libre, así podrás ver a tu apuesto marido y momentos de sincera y libre felicidad. Pero quebrantable. Peter.
consolarte con él. una vez que la guerra terminó y el cabeza de No entendía por qué Nelly seguía traba- —Hola, Pete, pues sí, has acertado, pero

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CREACIÓN CREACIÓN

Un silbido precedió a una llamada sarcás- trañas, que durante tanto tiempo intentaron
tica. asfixiarle, crecieron rápidamente ocupando
—¡Ey, Peter! Aquí, estamos aquí —lo alertó órganos, músculos y huesos. Invadieron su
con sorna Nelly. torrente sanguíneo y provocaron una septi-
Unos diez metros lo separaban de la es- cemia que dio paso a un nuevo ser, que final-
cena. Mientras los recorría sorprendido, vio mente escapó al exterior por los poros de su
como los acompañantes de Nelly —Howard piel. Al llegar a la altura de David, este le es-
Allen y su amigo David Hudson— se giraron trechó la mano suavemente y el aliento lim-
hacia él. Según avanzaba y su mirada se cru- pio y honesto, que antaño hizo reír y bailar
zaba con los cálidos ojos de David; su aliento a su madre, volvió a fluir por el interior de
se desvaneció al mismo tiempo que su cora- Peter.
zón se aceleró. Las manos nacidas de sus en-

© Faredza
Fuente: Flickr
Héctor García Pérez (Linares, España, 1983). Diplomado en enfermería y en fisioterapia
por la universidad de Jaén. Desde hace algo más de cinco años, reside en Avignon (Francia),
donde trabaja en un hospital público como fisioterapeuta. Desde su niñez, ha sido aficionado
al dibujo y a la escritura. Su ilustración Unicornia, fue publicada por el fanzine 20 y tantos en
2020. Escribe principalmente poesía y, de cuando en cuando, se embarca en la aventura de
además te traigo otra sorpresa —dijo Howard viene a actuar a mi club, se llama David Hud- escribir pequeños relatos.
con una sonrisa. son, quizás hayas escuchado hablar de él —
—No estoy de humor para jueguecitos, insistió con tono persuasivo Howard.
Howard, he pasado una mala noche, solo Tras varias y ridículas excusas, contrarres-
quiero pasar a mi despacho y ponerme a tra- tadas por una incisiva Nelly y un insistente
bajar —espetó con un tono seco. pero amable Howard, el detective accedió de
—Lo sé, Pete. Nelly me contó lo sucedido y mala gana y prometió que los acompañaría
precisamente por eso quiero proponerte que esa velada.
salgas esta noche con nosotros —respondió Tras una espesa, pero tranquila jornada
en tono amable. de trabajo sin casos a la vista; Peter empu-
—Gracias, pero esta noche tengo planes — jó a Nelly a salir una hora antes de lo habi-
se excusó en un tono más suave. tual con el pretexto de la cita de esa noche.
—¿Planes, has dicho planes? Lo único que Una vez más, le prometió que se verían en el
tienes planeado para esta noche es quedarte club. Una hora y media más tarde, a eso de
en tu sombrío apartamento, mientras bebes las 19.30, tras dos whiskies y una mala siesta,
hasta caer rendido —esgrimió con enfado Peter se dispuso a salir de la oficina y volver
Nelly. a casa, ya que no tenía la menor intención de
—Venga, amigo, te hará bien salir un rato. asistir al encuentro planeado. Cerró la puer-
Además quiero presentarte a un artista que ta, bajó las escaleras y al salir a la calle...

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CREACIÓN CREACIÓN

con unas zapatillas, porque no me había in- objetos que lo hipnotizaban y le obligaban a
munizado aún ante el dolor y tenía, válgame mirar sin levantar la cabeza del suelo. En un
Dios, bastante más sensible que el glande la momento lo vi agacharse tanto que su cabeza
planta de los pies. Me puse los calcetines de desapareció en un agujero como un avestruz.
correr, las que aún mantenían sus patatas en Su perro lo rondaba, giraba y giraba alrede-
los pulgares, y mis viejas zapatillas. Salí de dor como instándole a que sacase de una vez
casa y escondí la llave bajo el felpudo. el objeto precioso que parecía haber encon-
Ni idea de la hora que era. Apenas había trado. Me cansé de mirar, me cansé de tro-
dormido durante la noche y en ningún mo- tar. Llegué a la zona de dunas y calculé cuál
mento consulté la hora, algo también inusual era la más vistosa, la más despampanante,
en mí, para el que los insomnios son siempre una montaña silícea, un pedestal para mos-
acompañados por un fiel reloj. Ya no. Ahora trar mi desnudez al mundo. Dudé durante
la luz se fundía en la oscuridad, o a la inver- un rato. Paseé para cambiar de perspectiva.
sa, y los segundos eran granos de arena, anti- Una parecía más alta, otra más bella, esta úl-
guos, muy antiguos, primigenia herramienta tima tenía unas filas onduladas de arena que
para tratar de atrapar el tiempo. le procuraban un aire peculiar, artificioso y
Dejé mi parcela y empecé a trotar, un natural al mismo tiempo, como si fuese una
© Brian Duthy trotar lento y pendular. Al principio la calle duna del desierto de Namibia. Elegí esta úl-
Fuente: Flickr
estaba vacía. Luego vi un hombre, no lo co- tima. Decidí subir por un vértice herbáceo
nocía, otro vecino tardo-estival, desconoci- para no fastidiar las líneas onduladas de mi
do como el resto. No sé si entraba en casa o pedestal. Veinte metros correosos, la arena
si se asustó ante mi presencia, desapareció se deshacía bajo mis pies y se colaba en mis
sin mirarme. El malecón mostraba a un lado zapatillas. Llegué arriba, miré hacia el mar, le
Apóstrofe desnudo ofrecían un aspecto fantasmagórico con ba- chalets parapetados tras setos compactos y ofrecí mi cuerpo desnudo. Me sentí aún más
por Ander Balzategi rrones extendiendo su follaje hirsuto por el al otro un terraplén ajardinado alternado por grande y erecto que en la terraza de mi casa.
arenal y con onduladas sombras que presa- escalinatas que daban acceso a la playa. El Coloqué los puños en las caderas y me giré
giaban una inminente perdida. Quizás fuese mismo diseño durante un par de kilómetros para ofrecerme también al flanco terrestre.
Salí a la terraza del balcón desnudo. El a llover. Avancé en la terraza hasta la baran- hasta que el malecón era devorado por una El sol asomaba por encima de los eucalip-
mar parecía agitado. Sentí cómo la mañana dilla. El metal tenía un perfil descascarillado, zona boscosa donde las baldosas se conver- tos de la ladera. Amarilleaba. Las sombras
se desperezaba incómoda, con nubes lentas mostrando sus ferrosas vísceras. Me apoyé. tían en una pista de arcilla, mientras que por comenzaban a extenderse por doquier, pero
en el horizonte y con problemas para recupe- Sentí que había una mirada que me perse- el lado marino las dunas asilvestraban una el malecón seguía sin sus visitantes habitua-
rar los colores e ir pincelando el día. El fres- guía. Al principio la ignoré, pero luego me playa domesticada. Me sentí libre, asilves- les, completamente vacío. El hombre y su
cor se encrespaba en mi piel, sobre todo entre entró curiosidad y empecé a escudriñar entre trado también, y pensé en subirme a la duna perro fueron devorados por el agujero. Sentí
los pelos del torso y la espalda, que es donde las dunas, entre los edificios contiguos, hasta más alta y colocarme, tal efigie, con los pu- la frustración de las estatuas, de las estatuas
sentía el frío y no, por extraño que parezca, que vi correrse una cortina. ¿Es que acaso le ños contra las caderas, recto, y observar el que nadie visita, que nadie observa. Mi cuer-
en las ingles, en el pene o en el culo, que a pe- espantó mi desnudez? ¿Lo abochornó? Pen- mar desde esa altura exponiendo mi cuerpo. po tornó flácido, mi pene mustio. Una ligera
sar de vivir habitualmente a buen resguardo sé. Seguí corriendo, más bien trotando, por la brisa, fría y traicionera, me empujó fuera del
no parecía que sufriesen ninguna incomodi- Mi desnudez me hacía grande, henchía mi arena. Un hombre surgió por entre las dunas pedestal. No había mayor humillación. Un
dad a la intemperie. cuerpo. No me importaba la gente. ¿Qué digo? acompañado de un perro. El perro se acercó, cuerpo que estaba pleno, completo, orgullo-
Sujetaba una taza de café en la mano y ob- Enardecía mi pene, lo hacía sentirse libre, me miró durante un rato y huyó despavorido so, un arrebato que era sincero, único, inusi-
servaba el malecón frente al mar con indo- importante por una vez. Así que decidí salir hacia su dueño. Su dueño rebuscaba entre la tado, no encontraba testigo alguno.
lencia. No había nadie paseando, las dunas a correr tal como estaba, bueno, únicamente arena buscando conchas o piedras preciosas, Descendí la duna con la intención de pro-

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CREACIÓN CREACIÓN

seguir paseando desnudo. Prendió en mí la retándolos y cantando con convicción. Algo guien tendría que enfrentarse a mi desnudez, ese día me levanté acalorado, luego le pedí
necesidad de compartir ese estado de pureza. digno de ver desde las alturas, o eso creía. como mínimo el mismo Cosme. No esperaba un café con hielo.
Iría al pueblo, me cruzaría con la gente, que- No podía dar crédito, debían de ser ya las una gran concurrencia, pero Cosme servía —Mírese, quizás esté enfermo.
ría fijarme en ellos y comprobar el efecto en nueve de la mañana y no veía alma, o mejor, desayunos y aunque fuese otoño y estuviese Me sirvió el café y tras pagarle volvió a
ellos de ese espontáneo alumbramiento que no había alma que me viese. Seguí caminan- entre residencias veraniegas, siempre apare- desaparecer en la trastienda. Pensé en ha-
me poseía a mí. No importaba que mi cuerpo do en silencio. De vez en cuando me poseía cía algún jubilado, un repartidor, algún paria blar en alto, en llamar la atención del hom-
exhibiese las cicatrices de los cincuenta años, el espíritu del balcón, una desnudez sin pre- como yo. bre sentado, pero reprimí mi instinto. Com-
su aspecto era intrascendente, ni siquiera me- tensiones, instintiva y paseaba callado, con Las tres calles que recorrí no me ofrecie- prendí súbitamente que la naturaleza de la
recía ser nombrado, lo pensé durante cinco naturalidad pasmosa, como un zombi que ha ron ningún observador. Las recorrí desmoti- desnudez se encontraba en la falta de artifi-
segundos y no enraizó. Ese absurdo pensa- aprendido a caminar de nuevo. Luego volvía vado, sin cantar y por la acera. Los pliegues ciosos, que se conformaba, que lo definía su
miento nunca estuvo y no tenía cabida. la sangre a precipitarse en las gónadas y re- de mi zona abdominal recuperaron su tono descubrimiento repentino, cobraba fuerza
Abandoné el litoral y me adentré en la zona cuperaba el espíritu del pedestal, el arrebato flácido y mi andar, un paso intrascendente, con el hecho de ser sorprendido así y no en su
urbana caminando por la mitad de la calza- por ser observado en mi completa desnudez de 65 cm (entre mi paso intrascendente y exposición forzada. A no ser que se preten-
da, esperando cruzarme con un vehículo que con mis zapatillas Adidas. Bastaba que al- mi paso satisfecho hay 3 cm de diferencia). diese un acto de puro exhibicionismo. ¿Era
me obligase a retornar a la acera. Setos de boj guien me viese. Al entrar en el bar de Cosme se oía única- ese arrebato mío un acto de exhibicionismo?
y setos artificiales de plástico vigilaban mi Por fin oí un ruido detrás de un seto. Unas mente la voz clara y omnipresente de una Hasta cierto punto sí, pero al mismo tiempo
paseíllo por una avenida de residencias vera- ramas se movieron. Corrí como un insensato, presentadora de Antena 3, su voz convertía quería que me sorprendiesen desnudo, no
niegas. Era otoño, no había ni siquiera coches como si me estuviese esperando un premio en silencios los nimios esfuerzos de los elec- que tuviese que exhibirme desnudo. En la
aparcados en las aceras. En marcha, ningu- entre los arbustos. Parapetado sobre la cor- trodomésticos por hacerse notar. No se veía duna, en un pedestal, ofrecido a la naturale-
no. Mi paso, lento y contemplativo, y el silen- nisa de aquel murete, unos ojos fugaces me a nadie tras la barra, pero en una mesa ha- za, al mundo, resultaba excelso, sentado en
cioso entorno que me rodeaba me transmitía habían localizado. Llegué a su altura, no veía bía un hombre sentado. Leía el periódico el taburete de un bar, llamando forzosamen-
un halo de superviviente o de renacido y eso a nadie, el seto dejó de moverse. «Por Dios — mirando hacia la pared, así que saludé con te la atención de un viejo que leía el Marca
acrecentaba mi convicción en el arrebato de me dije—, ¿no va a tener la decencia de dar claridad y energía, «buenos días»; «buenos o dando tres pasos atrás para enseñárselo al
la desnudez. Necesitaba que alguien me viese. la cara? ¿la osadía de mirarme? No quiero días», respondió el hombre sin girarse. Mi camarero resultaba bochornoso. Dejé el café
Comencé a cantar. Más bien a entonar es- provocarlo, no soy más que yo, un hombre desnudez entre las cuatro paredes de aquel sin probar y salí sin despedirme. De repente
tribillos, apenas sé una canción entera. No de piel curtida, puro, desnudo, sin artificios». bar se transformó en algo cavernario, íntimo me sentí confundido y por primera vez desde
quería ser estridente, pero me pareció que me Me comenzó a escocer algo en el interior. No y profundo, como si la posibilidad de que me que me había despertado me cubrí mis par-
estaban provocando con el desdén. Canté Sin- era en la piel, lo percibía en el tejido conec- viesen hubiese adquirido el carácter del con- tes con ambas manos. Quise deshacer el ca-
ging in the rain. Una canción que escondía en la tivo o en el tejido nervioso. Provenía, seguro, tacto físico. Sentí un rubor pasajero que se mino andado, volver sin pasar por la duna y
recámara para bailarla desnudo bajo la lluvia de la desazón de verme contrariado, de que neutralizó inmediatamente con otro impulso refugiarme en mi madriguera.
y como ahora se cumplía una de las condicio- nadie terminase por verme desnudo. Apoyé venéreo que me reafirmó en mi arrebato. Pa- Una vez en la calle escuché los gritos de
nes comencé con ella. Bajito al principio, más mi espalda en un tilo y me rasqué la espalda recía que el hombre de amplia calva parietal unos niños y aceleré el paso. Pensé, en algún
alto después. Solo sabía, «I'm singing in the como si fuese un oso salvaje. Su rugosa cor- no iba a mostrarme su rostro. Me acerqué a momento, que eran cacofonías de mi mente
rain, just singing in the rain, what a glorious teza aliviaba el picor en mi interior. Un gato la barra y justo entonces apareció Cosme del formadas por las recriminaciones de mis hi-
feeling, I'm happy again», lo repetí in crescendo. persa surgió entre los setos, se paseó por la interior. jos. «¿Qué haces desnudo, papá? ¿En mitad
Quedaba ridículo el que no bailase, pero no cornisa ignorándome supinamente y me imi- —Buenos días —me dijo—, hace un poco de la calle, en el bar de Cosme, subido ridícu-
sentía el impulso. Me dije, si aparece alguien tó, rascándose la espalda contra la reja que de frío para que venga sin camiseta. El vera- lamente a una duna?». Javier tenía doce años,
me lanzo y giro alrededor de una farola. Solo sobresalía del seto. Ni siquiera conseguía la no ya se ha ido de vacaciones, ¿no cree? le gustaban las avionetas, de su cuarto col-
oí el ruido de un avión que voló relativamente mirada rasgada de un felino. Sonrió. Me di cuenta que no podía obser- gaba la maqueta de un Junker de la segunda
bajo acercándose al aeropuerto. Me paré, me No, me dije, esto no puede terminar así. var mi completa desnudez, solo alcanzaba a guerra mundial, las paredes estaban repletas
posicioné con los puños en las caderas, incli- Supe inmediatamente cuál era la solución. ver mi torso. Dar un par de pasos atrás se me de posters y sus aviones de papel sobrevola-
né mi torso hacia atrás y miré hacia arriba, Iría al bar de Cosme. Allí, inevitablemente, al- antojó poco elegante, así que le contesté que ban el malecón y llegaban fácilmente hasta

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CREACIÓN CREACIÓN

que estuviese durmiendo, soñando, que in- Ahora corro, me han vuelto a localizar mis
cluso gozase con sueños eróticos (¡Dios mío, recuerdos, me han encontrado en plena ave-
qué aberración!) mientras mis hijos recla- nida, ridículamente desnudo. Mi identidad,
maban mi presencia, decían, papá, oh, papá, mi historia, se está volviendo a apropiar de
ayúdanos, y yo no sólo no estaba allí sino que mi cuerpo. Me llamo Damián, trabajaba en
incluso disfrutaba de una noche plácida, con una empresa aeronáutica, tenía mujer y dos
todo su elenco de sueños, sus fases REM, sus hijos, y no sabéis lo que nos gustaba disfrutar
sueños delta, sus ronquidos y erecciones. El de la vida.
dolor me rasga las vestiduras y desde enton-
ces siempre duermo desnudo.

Ander Balzategi (Arrasate, Gipuzkoa, España, 1967). Ingeniero técnico industrial. Licen-
© Mikkal Noptek ciado en biología. Ganador mensual concurso de microrrelatos de Abogados en marzo 2017.
Fuente: Flickr
Ganador concurso microrrelatos Sansilvestre salmantina 2018. Ganador concurso microrre-
latos Fundación Aquae 2018.

la playa. Matías era más activo, de balones y tranquilamente en un hotel, arropado con mi
pelotas, no le iban las manualidades, era más pijama, soñando vete a saber en qué infame
de correr, de saltar y golpear. Una vez le vi insignificancia, sin saber que sería la última
atrapar dos moscas al vuelo, con solo ocho vez que dormiría de corrido en mi vida, con
años. el despertador esperando pacientemente a
Sí, es verdad, tuve dos niños, y el pudor las 7:30 para despertarme, con la temperatu-
me cubrió como un velo toda la piel, el pudor ra perfecta en el interior de la cama mientras
quemaba mi piel desnuda y me hizo correr, mis hijos se achicharraban en el infierno. De
pero ahora corría de otra manera, comencé solo imaginar mis deleznables ronquidos, de
a huir de mí mismo, del hombre que hace un poder ver esa cara satisfecha babeando so-
instante creía en los arrebatos y sentía esa bre la almohada, la golpearía con el desper-
necesidad de mostrarse sin tapujos. Los ro- tador para que sangrase. Aunque no pudiese
pajes volvían a mí, me volvían a cubrir, vol- hacer nada por salvarlos, así al menos sufri-
vía mi yo y corrí como si pudiese aún evitar ría con ellos, para que en el mismo instante
el accidente. Volvían todos los ropajes de mi en el que se asfixiaban yo mismo sintiese que
vida, las que conformaban mi persona y mi me faltaba el aire, o simplemente sangrase,
pasado. ¿Cómo podía ser tan iluso? padeciese, me angustiase, cualquier dolor
Ocurrió hace quince años, yo estaba de físico valdría, tenía que haber sufrido con
viaje cuando se quemó nuestra casa. Dormía ellos. No podía sobreponerme al hecho de

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CREACIÓN

El hocico de la morena
por Gianfranco Martana1

El juego era este: uno de nosotros cogía un palito de madera, lo cla-


vaba en la arena a un par de metros de la orilla, y todos juntos empe-
zábamos a escupir en el mar. Creíamos que a fuerza de escupitajos las
aguas crecerían hasta lamer el palito. Poníamos en ello tanto ímpetu
que muy pronto salían de nuestras bocas solo unas débiles burbujitas
de saliva. Mientras tanto, llegaba una ola más alta y potente, espumosa
como los escupitajos de que estaba compuesta; al romperse, sobrepa-
saba nuestros pies y subía por la playa hasta el palito, que a veces se
caía de golpe. Entonces podíamos por fin celebrar, arrancando sonidos
guturales de las gargantas secas, y corríamos a nuestras madres para
saciar la sed.
Los juegos de las vacaciones en la isla eran cada uno más tonto que
el otro, tanto que al pensarlo hoy me parece imposible poder divertir-
se así; pero ya en el agosto del noventa y nueve, cuando acababa de
cumplir once años, empezaba a alejarme, a sentir un hastío diferente de
lo que conocía: la escuela, acostarse temprano, las visitas a los tíos. El
hastío, hasta entonces, siempre había nacido de una obligación, nunca
de una libertad. Algo estaba cambiando.
Aquel año, a los que me llamaban al juego (ya no era yo el que se mo-
vía primero), les contesté un par de veces «Id vosotros», resistiendo a las
llamadas reiteradas, a los insultos, a las palabras de burla, a las lisonjas.
Una vez solo, dejaba la sombrilla y atravesaba la playa en diagonal para
llegar a la orilla lejos de mis amigos. Me sumergía andando, agachán-
dome con la espalda recta hasta que el agua me rozaba los labios. En-
tonces inhalaba por un buen rato aquel aroma primordial de algas y sal,
como de vida que empieza. Luego abría la boca de par en par y dejaba
que el agua entrase; cerraba la garganta y la tenía ahí el mayor tiempo
posible antes de echarla afuera. Enseguida sumergía la cabeza con los
ojos abiertos. El parloteo y los gritos de los bañistas se volvían un eco
flojo y distorsionado; los cuerpos, sombras desenfocadas. Me imagina-
ba ser un marlín, igual que el de El viejo y el mar, y me acercaba para atra-
vesarlos con mi larguísima espada. No me guiaba la vista, sino un sonar
potentísimo que se hallaba en algún lugar dentro de mi cabeza.
Pensé que la vida por ahí abajo no era mala. Si hubiera sido un pez,
quitado el fastidio de procurarme el alimento, podría haber pasado el
tiempo explorando el mar y asustando a los seres humanos. De hecho,
solo el hambre conseguía llevarme a tierra: volvía a la sombrilla mirán-

© Matteo Viviani visorliteraria.com | 68


Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

dome las manos que parecían garbanzos, los mos de baba blanca en las comisuras de los do.» Iba al arrecife con creciente frecuencia,
ojos quemados por la sal, y pensaba que para labios. Siempre estaba aturdido, por los me- «¿Y por qué deberías comértela por ahí?» reducía mis raciones de comida terrestre,
convertirme en pez aún quedaba un camino dicamentos que tomaba no sé cuántas veces «Así lo hacen los peces.» bebía pequeños tragos de agua de mar y
largo y pesado, y no tenía mucho tiempo. Y al día, y por eso parecía más bobo que loco. «Pero tú no eres un pez, ¿no?» arrancaba las algas del lomo de la bestia, en-
eso, porque se rumoreaba entre mis amigos Decían que hasta hace unos años era un cha- «¿Quién te lo ha dicho?» contrándolas deliciosas (a aquella violencia
del colegio (con los de las vacaciones no me valín normal, pero un día, al volver del ins- Mi madre sonrió: no parecía preocupada la bestia respondía con resignados mu-gidos
había atrevido a comentarlo) que el año 2000 tituto, le había dicho a su madre que para por mi locura, y volvió a charlar con sus ami- de dolor). Me sumergía, y el reto era llegar al
traería consigo el fin del mundo. Solo las escaparse de la muchedumbre del autobús gas como si no pasara nada. fondo, coger una piedrecita o un poco de ve-
criaturas de los abismos se salvarían, y desde se había transformado en una araña y había El lado sur de la playa acababa en un lar- getación y llevarlos arriba. Al conseguirlo, lo
ahí, poco a poco, volvería a partir la evolu- viajado pegado al techo. Desde entonces em- go arrecife, al que a los chiquitos teníamos intentaba otra vez a una mayor distancia de
ción de las especies. Miraba a los cangrejitos pezó el calvario; había empezado cuando un prohibido acercarnos, sobre todo en los días la orilla, el agua más y más profunda y negra
moviéndose ágilmente entre tierra y mar, y chico normal había sentido que pertenecía a ventosos y mar picado; sin embargo nosotros engulléndome hacia abajo, y cada vez me iba
me entraban ganas de llorar al pensar que otra especie, justo lo que me estaba pasando trasgredíamos tercamente la prohibición, olvidando de cuán largo y espantoso era el
esos bichos inútiles seguirían viviendo cuan- a mí. porque solo podíamos zambullirnos por ahí, remonte.
do ya nada de mí quedara. Mis padres decían En los libros de aventuras había leído de y porque esas rocas agudas guardaban teso- Un día oscuro de nubes intenté hundir-
que eran un montón de tonterías, pero sabía ciertos náufragos enloquecidos a base de ros irrenunciables: cangrejos, lapas, pulpitos me siguiendo una cresta rocosa que, como
que lo hacían para que no me preocupara, beber agua de mar, porque demasiada sal y pececitos de todas clases. La parte estaba la raíz de un gran árbol, se alargaba hacia
como cuando me dijeron que el dentista me en la sangre te corroe el cerebro. Yo ya ha- cubierta de algas suaves de un verde intenso. el fondo de suave pendiente. Quería nadar
quitaría la muela sin dolor y, en cambio, fue bía bebido mucha, antes de decidir que se- Las acariciábamos como al pelo de una plá- a escasos centímetros de la roca, como ha-
el día más horroroso de mi vida. ría un pez, así que supuse que esa deci-sión cida bestia, que lo agradecía con su intenso cían los pececitos que la recorrían buscando
Una noche mi padre volvió a casa con una solo era la prueba concluyente de mi locura. mugido (como tal interpretábamos el gorgo- comida. La visibilidad era muy poca, a cau-
bolsa de chanquetes para hacer buñuelos. Pero ¿cómo podría decírselo a mis padres? Si teo de la resaca). sa de ciertas algas en suspensión que habían
Robé un puñado y los puse en una latita que estás loco, no sanas, como mucho te dan los En las rocas más altas, el sol precipitaba invadido el litoral. Alcancé el fondo y agarré
oculté bajo mi cama. La mañana siguiente medicamentos que te hacen parecer bobo. húmedos granos de sal al fondo de pequeños unas piedrecitas a ciegas. Imaginé que eran
me traje la latita a la playa, y en el momen- En cambio, al dejar que las cosas tomen su hoyos cavados por los elementos naturales, diferentes de todas las piedras conocidas,
to de bañarme me dirigí a la orilla con los camino, lo peor que podía pasarme era creer- que para nosotros eran la obra de ingeniosos que debería entregarlas a la NASA para que
chanquetes escondidos en una mano: quería me un pez, que no era tan excitante como hombres prehistóricos. Al volver a las som- las analizaran. Enseguida empecé el recorri-
que fueran mi primera comida de pez. Abrí la convertirme en un pez, pero sí mejor que pa- brillas, nuestras madres nos encontraban do inverso, pero me faltaba el aliento. Opté
mano con la palma hacia arriba, la sumergí recer bobo. unos rasguños que ni sospechábamos tener, por no seguir en diagonal y di una embestida
lentamente, y asombrosamente los vi disper- Como me estaba volviendo un gruñón, mis y castigaban aquella desobediencia que pen- hacia arriba, dejando caer aquellas valiosísi-
sarse rápidos, como revividos. Entreabrí la amigos ya no me llamaban, ni siquiera con sábamos que podríamos encubrir fácilmente. mas piedras para empujar mejor con la pal-
boca asomando los labios e intenté tragarme palabrotas, y cada vez que se reunían para Después de muchos razonamientos, sufra- ma abierta. Algunos instantes después sentí
algunos, pero solo engullí agua, mucha agua. jugar yo me levantaba y me tiraba al agua gados por un par de libros ilustrados, decidí unas vibraciones, seguidas por un dolor agu-
Los chanquetes fueron devorados por un para que entendiesen que tenía cosas mejo- que sería un pez de arrecife. El mar abierto dísimo y ardiente en el brazo derecho. Abrí la
banco de gobios que aparecieron y desapa- res que hacer, y me quedaba ahí hasta que me asustaba y me aburría: me atraían los re- boca de par en par para gritar, y tragué agua.
recieron como audaces infantes de Marina. sus juegos terminaban. Aunque, si había co- covecos, los escondrijos, la variedad de pai- Llevé la mano izquierda al área herida: tenía
De no ser por los buñuelos sobrantes que mi mido poco antes, mi madre me buscaba con saje y color. No sería un marlín, condenado un arpón en el brazo. No entendía dón-de
madre había llevado a la playa para almor- sus llamadas exhortativas, y no me quedaba a vagar en mitad de la nada, sino un mero, estaba, dónde estaría la superficie, y sin em-
zar, aquel día hubiera muerto de hambre. más que leer un libro bajo la sombrilla. un pargo, una morena. Ahí está, quizá una bargo no podía estar lejos. Ya no tenía aire en
Entre mis vecinos de sombrilla estaba Pe- «Mamá, si me llevo la tortilla al agua y me rauda y escurridiza morena, elegante y letal. los pulmones, el pánico me devoraba el oxí-
dro, un chico de unos dieciocho años, loco. la como por ahí, no podrás decirme que no El hocico ahusado y los dientes agudos ya los geno. Intuí una luz entre la sangre y las algas,
Tenía grandes ojeras marrón oscuro y gru- puedo bañarme, porque ya lo estoy hacien- tenía, lo demás vendría por sí mismo. y por fin saqué la cabeza afuera, agotado e

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CREACIÓN CREACIÓN

incrédulo de estar vivo. Vi los escollos, me ñero de locura. murió, excepto los que morirían en cualquier la sal, me guiaban hacia la luz tenue y salva-
tendí por el flanco izquierdo y eché a nadar El arpón de cinco puntas que me había caso. Había muerto Pedro, tirándose de un dora de una mañana nublada.
lo mejor que pude, mientras el arpón seguía traspasado el brazo fue extraído en urgen- balcón, quizá creyendo que el hilo de su te- Solo era un humano.
desgarrándome la carne. Habría debido gri- cias. La operación me dejó en la carne cuatro laraña lo dejaría aterrizar suavemente en el Desde entonces nunca lo olvidé, pero to-
tar ayuda, pero quien me había herido quizá cicatrices, que se engrandecieron a lo largo patio. Que hubiese muerto el hombre del fu- davía, cuando topo con una criatura marina,
seguía por ahí, y podía matarme si hubiese del tiempo. El hombre que me había dispara- sil no tenía razones para pensarlo, pero tam- viva o muerta, la saludo abriendo y cerrando
gritado; pero quizá me mataría en cualquier do fue detenido esa misma noche. «Hombre» poco deseaba que muriese. En el fondo fue mi boca de morena con un pequeño plop. Es
caso. Empujé hacia adelante mi hocico ja- ¿o quizá debería llamarlo «diablo»? En la fie- la única persona que me creyó un pez, y en mi manera de decir: «Hola, hermano; hola,
deante de morena, moví los ojos y entonces bre de esos días incluso pensé que fuera un mis momentos de buen humor incluso se lo hermana. Que el mar te bendiga».
fue cuando lo vi, agazapado detrás de un es- demonio enviado por Satanás con su triden- agradecía; pero aquel día, entre los escollos,
collo, fuera del agua: tenía cabeza y hombros te, porque en el infierno se había corrido la luchando por la vida había buscado el aire, Notas
enormes y llevaba puesto un traje de buceo voz de que un chiquito se atrevía a sobrevivir no el agua; la superficie, no la profundidad. (1) Traducido del oríginal italiano por el au-
negro y una máscara, también negra. No veía al exterminio de la humanidad. Tuve que reconocer que en mi cabeza no se tor, con la colaboración de Amparo Morell
sus ojos sino el reflejo del sol en el cristal. Lo En el juicio el hombre-diablo dijo que nun- hallaba un sonar potentísimo, sino solo un Marín.
miré fijamente. Yo estaba aterrorizado, pero ca antes había lanzado un arpón, que iba en par de ojos que, a duras penas, quemados por
no podía apartar la mirada, y parecía que él apnea desde el arrecife hacia la playa cuando
tampoco podía apartarla de mí. Estaba segu- había visto algo salir de un recoveco, a unos
ro de que recargaría el fusil para remediar su metros de él. La inexperiencia, la poca luz, el
primer error. Me asombré de que no me ha- susto lo habían llevado a apretar el gatillo sin
bía rescatado tirando del amarre como ha- querer. Al darse cuenta del error entró en pá-
cía mi padre con sus capturas. Sin duda no nico. Resurgió, y al volver a los escollos soltó
había salida: no podía sumergirme, no podía el amarre. Me había visto aparecer rodeado
Gianfranco Martana (Nápoles, Italia). Licenciado en Literatura Italiana y doctorado
en Filología Italiana. Se mudó al extranjero por incompatibilidad de caracteres con Italia,
esconderme, no podía huir a aguas abiertas. de un charco de sangre, había hecho contac-
primero a Brighton y luego a Valencia, en ambos casos porque miran al mar. Su guion ¡Mam-
Pues, ¿a qué esperaba? ¿Qué quería? De re- to visual conmigo y había tenido miedo. Él
maliturchi! fue finalista del Premio Solinas, el más prestigioso de ese género en Italia. Publicó
pente su cuerpo se levantó, y me pareció un había tenido miedo de mí, del castigo que le
la novela Un’opera di bene (Ellera, 2015) y unos treinta relatos en recopilaciones y revistas en
escollo entre los escollos. Con una mano em- esperaba, y por ello se había fugado.
Italia y España. Le encantaría tocar el piano y reparar objetos rotos, pero no tiene talento para
puñaba el fusil, la punta hacia abajo. Yo ha- Por mi edad no había participado en el
ninguna de las dos cosas.
bía parado de nadar: solo intentaba mante- juicio, pero un psicólogo me había interro-
nerme a flote, a espera de conocer mi suerte. gado y mis respuestas fueron incorporadas
Entonces ocurrió lo que no me esperaba: a los autos. Nunca vi la cara de aquel hom-
el hombre me dio la espalda y huyó, saltan- bre. Muchas veces intenté imaginarlo, y otras
do entre las rocas, hacia el lado opuesto al de tantas se me apareció en sueños, con faccio-
la playa. Justo después oí la voz de mi madre nes siempre diferentes. De él me quedaba un
gritando mi nombre, y comprendí que estaba resplandor de cristal, que me recordaba a los
a salvo. Llegaron unos hombres y me lleva- espejitos que mi padre me había enseñado a
ron en brazos a través de la playa, hacia los agitar en el agua para engañar a los sargos.
coches aparcados junto a la carretera. En el Quizá era por ello que no podía apartar la
camino, mis amigos intentaron acercarse a mirada: me atraía como una trampa ingenio-
mí, mudos por el terror. Entre ellos estaba sa.
Pedro, que me miraba con ojos raros, sabios. Pasó tiempo antes de que pudiese resta-
Esos ojos me dieron más miedo que la herida, blecerme en cuerpo y alma. Pasó el 31 de di-
como si hubiese reconocido en mí un compa- ciembre, pasó el primero de enero, y nadie

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COLABORACIONES

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no 21 - mayo/ agosto no 20 - enero/abril de no 19 - septiembre/di-
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no 18 - mayo/agosto no 17 - enero/abril de
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