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Tres Causas Espirituales de la Enfermedad

(Según el chamanismo)
A medida que vamos caminando por este plano, las enfermedades suelen
perseguirnos, contraemos gripes, resfríos y/o virus, sufrimos lesiones físicas que
van desde un simple dolor de espalda o hasta experimentar un accidente
automovilístico grave, en todo este proceso, vamos adquiriendo desde moretones,
cortes, esguinces, infecciones, laceraciones y hasta huesos rotos.

Aunque también, podemos llegar a experimentar enfermedades graves de


naturaleza interna, como el cáncer o la hepatitis, las enfermedades cardíacas,
etc. Eventualmente mientras vamos recorriendo nuestro camino hacia la vejez, la
enfermedad es más progresiva, llevándonos a la antesala de la muerte del cuerpo
físico. Estos son datos duros de enfermedades que todos sabemos que existen y
que de alguna u otra forma sabemos que llegarán, como consecuencia de nuestro
paso por este plano como un ser viviente encarnado. Pero todos estos son solo los
efectos, y lo que a quienes recorremos el sendero del chamán nos interesa en
primera instancia, es su causa.

Causa y efecto espiritual de las enfermedades

Al mirar a través de los ojos de un curandero o chamán (un curandero


chamanico), la raíz de prácticamente todas las enfermedades se encuentra dentro
de los reinos del espíritu y es desde ahí donde radica su poder para afectarnos en
este plano. Debido a esto, no es suficiente simplemente suprimir los efectos de la
enfermedad con medicamentos en el plano físico y esperar curarnos, sino que
para que se produzca la verdadera curación, debemos abordar las causas
espirituales de la enfermedad.

Desde la perspectiva del chamán, hay tres causas espirituales» clásicas» de la


enfermedad y curiosamente, no son ni los microbios, ni las bacterias, ni los virus,
se trata más bien, de estados internos negativos que aparecen en nosotros como
respuesta a experiencias de vida negativas o traumáticas. Abordemos las tres
causas:

#1 DESARMONÍA

La falta de armonía es lo que experimentamos cuando la vida de repente pierde


su significado o cuando hemos perdido una conexión importante con la vida.
El estado de desarmonía que experimentamos en respuesta a alguna situación
adversa que nos presenta la vida, crea una disminución de nuestro poder
personal, por ejemplo, cuando en una pareja de ancianos que han tenido un
matrimonio largo, y de repente uno de ellos muere (es posible que no hayan
tenido una relación perfecta, sin embargo, existe un vínculo profundo entre ellos
debido a todo lo compartido juntos) el sobreviviente puede entrar en crisis por la
pérdida de su pareja y, en poco tiempo, caer enfermo. Cuando experimentamos el
desempoderamiento, o una «pérdida de poder», afecta nuestra matriz energética,
haciéndonos vulnerables a la enfermedad.

#2 MIEDO

La segunda causa clásica de enfermedad es el miedo. Una persona que se pasea


con una sensación crónica de miedo que los corroe es doblemente vulnerable a la
enfermedad porque su ansiedad disminuye agresiva y progresivamente su
sensación de bienestar, y esto, a su vez, afecta su sensación de estar a salvo en el
mundo. Esta sensación de bienestar es la base sobre la cual se basa nuestro
sistema de salud personal. Cuando esta base se ve afectada negativamente,
disminuye la capacidad de funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Y
cuando nuestro sistema inmune baja, estamos en problemas. Aprende
a transmutar el miedo.

No es difícil ver que hay un patrón en estas dos primeras causas, el miedo y la
ansiedad juntos producen desarmonía. Así mismo, la falta de armonía genera
miedo, y si los dos trabajan juntos, afectan doblemente el sistema inmune del
cuerpo, así como la matriz energética. La enfermedad es el resultado inevitable.

#3 LA PÉRDIDA DEL ALMA

Entre los curanderos indígenas, la pérdida del alma es considero el diagnóstico


más serio y la principal causa de muerte prematura y enfermedad grave, aunque
curiosamente ni siquiera se menciona en nuestros libros de texto de medicina
occidentales. El contexto más reconocido a este es la expresión:  «Ha perdido la
voluntad de vivir».

En la sociedad occidental, la pérdida del alma se entiende más fácilmente como


el daño a la esencia de la vida de una persona, un fenómeno que generalmente
ocurre en respuesta a algún trauma. Cuando el trauma es severo, esto puede
resultar en una fragmentación del grupo de almas de esa persona, con las partes
del alma destrozadas desconectándose, huyendo de una situación intolerable. En
circunstancias abrumadoras, estas partes del alma pueden no regresar. 
Causas de la pérdida del alma
Las causas de la pérdida del alma pueden ser muchas y variadas. Puede tratarse
de problemas de la niñez, eventos traumáticos del nacimiento o hasta de otras
vidas (ya ahondaremos en el tema en otras entregas) Un breve ejemplo puede
ser: Una mujer joven que sueña con ser artista pero que tiene que estar a la altura
de las expectativas de sus padres que se empeñan en que ella se vuelva un exitoso
médico, al hacerlo, perderá un poco de su alma, ignorando esa parte esencial de
su ser o en su lado opuesto, supongamos que la joven decide seguir su sueño de
ser artista, ella en el fondo todavía se sentirá culpable por no tener del todo la
aprobación de sus padres. Así bien, esta chica o los culpa a ellos para evitar
asumir la responsabilidad de perseguir su pasión, o ella se crea una baja
autoestima, asumiendo que no es aceptada por ellos. Esta historia nos puede
sonar familiar a muchos.

Síntomas de la pérdida del alma


Aunque el término «pérdida del alma» no es familiar para la mayoría de los
occidentales, ejemplos de esto se expresan diariamente en nuestro lenguaje y
descripciones cuando nos ocurren dificultades personales, puedes escuchar
afirmaciones como:  «Perdí una parte de mí mismo cuando ocurrió eso..
(trauma)» y «No he sido el mismo desde entonces». Cuando se habla de la
pérdida del alma, mucha gente suele afirmar haber vivido una sensación similar,
sin embargo, prácticamente nadie tiene la conciencia de que la(s) pieza(s)
faltante(s) podrían ser recuperadas. Pues bien, hay una buena noticia, si se puede.
¡Bendiciones!

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