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AMOR Y SUMISIÓN: EL MODELO MATRIMONIAL

ESTABLECIDO POR DIOS


Por Arnoldo Arana

Los esposos y las esposas son llamados a actuar según el orden divino
que Dios ha establecido: Orden Familiar. Cuando los Cónyuges 
cumplen  con este orden  divino están  sirviendo  a Dios (Colosenses
3:23), de tal manera que cuando rinden, según el orden divino
establecido por Dios, un servicio al otro cónyuge, es como si lo
estuvieran haciendo para Dios. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor
servís” (Colosenses 3:23-24). 

Las cónyuges deben entender que su papel según el orden familiar


divino no lo seleccionan ellos mismos, tampoco los asignan de acuerdo a
la cultura en la que viven (tradiciones sociales y familiares, leyes
humanas, etc.), sino  que son dispuestos por Dios como un medio a
través del cual se manifiesta la vida y voluntad  Suya  en la tierra. Es en
ese contexto que las palabras SUMISION y AMOR adquieren su pleno
significado bíblico para la vida familiar: esposo y esposa, ambos por
igual, están sometidos a Dios para la realización de las funciones que él
les ha asignado, y sometidos el uno al otro. Así mismo ambos se deben
amor.

Para la convivencia de los cónyuges aquí en la tierra, Dios ha


establecido un modelo celestial, como guía y ejemplo de lo que debe ser
el matrimonio terrenal (Efesios 5: 22-25). Así leemos en la Biblia: "La
casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor.." (Efesios
5:22,23), y como contrapartida "los esposos deben amar a sus esposas,
así como Cristo amó a la iglesia..." (Efesios 5:25).

Bajo el esquema del matrimonio celestial, Cristo actúa como la


Cabeza y la iglesia como el Cuerpo. Cristo como CABEZA  se
sacrifica y entrega en amor a la iglesia y ésta como su cuerpo se
sujeta a él. Así mismo, la esposa en su relación con su esposo se
sujeta a él como cabeza del hogar, reconociendo / promoviendo el
liderazgo del esposo,  y éste a su vez la ama, se sacrifica por ella y  la
cuida. EL ESPOSO LE DEBE A LA ESPOSA AMOR Y ESTA LE DEBE A
ÉL SUMISIÓN.

Lamentablemente muchos matrimonios cristianos no se rigen por este


modelo familiar divinamente establecido, y el cumplimiento de los roles
matrimoniales: AMOR vs SUMISION se vuelve una batalla campal:
“Nos encontramos en un CUADRILATERO BOXISTICO. El encuentro va a
comenzar. El anuncio presenta a los contendientes: En esta esquina
tenemos a AMOR y en la otra a SUMISION. Se oyen las campanas
nupciales y ambos contrincantes salen dispuestos a no dejarse vencer”. 

PAPEL DE LA ESPOSA EN EL MATRIMONIO: LA ESPOSA LE DEBE


SUJECION AL ESPOSO

Antes de definir qué es sumisión conviene aclarar qué no es sumisión:

·         No es esclavitud forzada.                           


·         No es aceptar  una relación desigual.
·    No significa decir siempre SI ni estar todo el tiempo de acuerdo con el
esposo.
·         No implica inferioridad, ni subyugación obligada. No es un yugo
desigual.
·      No implica pérdida o enajenación de sus derechos, tampoco  pérdida de
su autonomía,  individualidad o libertad.
·         No es obligación impuesta o carga       
                                       
¿Qué es Sumisión?:
·        Es sujetarse voluntaria y gozosamente al liderazgo del esposo.
·        Es aceptación del orden divino establecido para la familia.
·        Es mantenerse unida en propósito y en  acción con el esposo.
·   Es actuar como ayuda idónea del esposo. La esposa no es un rival ni
competidor contra el esposo. Es un soporte para él.
·        Es estar unida con el  esposo en una sola carne (Efesios 5:31).
·        Es actuar como, complemento del esposo.  
·  Es un servicio de amor (Colosenses 3:18), como sirviendo al Señor,
aceptando los planes y guía de Dios, por medio del esposo, lo cual no
significa que ella no tenga opinión en los asuntos conducentes del hogar
y la relación.         

El que a la esposa se le haya asignado el énfasis en sujetarse, no la


libera de amar al esposo. Por otra parte, el que al esposo se le haya
dado el rol preponderante de amar, no lo exime de someterse
igualmente a su esposa. Ambos se deben amor y sumisión, sólo que
a cada uno se le ha dado un énfasis según el orden divino
establecido.
 
LA SUMISION COMO CONVIENE EN EL SEÑOR

La SUMISION para la esposa es la aceptación de la propia


responsabilidad en la vida. Significa que la mujer cristiana  casada  debe
reconocer su responsabilidad de servir a Cristo, de acuerdo al orden
divino prescrito por Dios. El lugar de la esposa debe ser “como conviene
en el Señor”. Pablo no dice que la esposa debe obedecer como una
esclava, sino que ella debía decidir por sí misma cómo su lugar en la
vida estaba relacionado con su llamamiento cristiano. Debía ser “como
conviene en el Señor”, en todo aquello que implica la responsabilidad de
la esposa en la esfera familiar. No quiere decir que debe someterse en el
caso de que el esposo la obligue a hacer alguna cosa contraria a la
voluntad de Dios.

La sumisión (sujeción) está también alineada con la necesidad de la


mujer de ser cuidada y sustentada, dado su alto llamado a través de la
maternidad. La mujer necesita sentirse cuidada, amada y provista. En
todo caso el esposo también le debe sumisión a su esposa. Al fin y al
cabo, ambos son llamados a someterse al pacto en una sola carne a que
Dios les ha llamado.

Un principio bíblico que garantiza la unidad y la armonía familiar es


el someterse los unos a los otros (Efesios 5:21).  La palabra que en
griego traduce someteos es la palabra HUPOTASSO.
Hupo (debajo) y Tasso (arreglar de un manera odenada). Someteos
(Hupotasso) describe a una persona que acepta su lugar bajo el orden
constituido por Dios. 

1.  Supone un sometimiento mutuo (no es un yugo desigual).  En relación con


la pareja este  acto de someterse los unos a los otros no es solo una
sugerencia, sino una necesidad en la dinámica conyugal, y además un
mandato de Dios para cumplir. Cuando un hombre y una mujer se
casan, dejan de pertenecerse a sí mismo, para pertenecerse el uno al
otro.

2.    La sumisión de unos a otros debe ser reflejo de la actitud hacia


el Señor.
       Antes que cualquier persona, como  creyentes, le debemos sumisión a
Dios y su voluntad expresada en su Palabra. Es una disposición mutua
en el Señor (Filipenses 2:5). Es un reflejo de la actitud que todo
creyente debe mostrar hacia Cristo, al aceptar y reconocer lo que Dios
ha dispuesto para cada persona. Someterse es aceptar la posición,
el rol, el papel que Dios nos ha designado, según el orden
instituido por él. Es cumplir ese rol o función con
responsabilidad, convicción,  compromiso y gozo delante de Dios
(Colosenses 3:23-24).

3.    Considera la manera como Dios ostenta su autoridad.  Dios en el


ejercicio de su voluntad y autoridad para con sus hijos  y con el hombre,
es ante todo considerado, benigno y amoroso; por lo que someternos
implica practicar las virtudes del amor fraternal y la humildad. El
sometimiento es un acto de amor y demanda una actitud
humilde y mansa (Efesios 4:2)

El someterse mutuamente es una actitud y una acción que parte de


su (esposo y esposa) amor del uno al otro, y de
su reconocimiento de su dignidad y valor; de sus necesidades y
deseos. El someternos  es contrario al espíritu egoísta  que desea
dominar a los demás. Mas bien es sujetarnos a ellos, aceptándoles como
son y recibiendo de ellos lo que nos puedan dar de parte de Dios.
Debemos ser tolerantes si nuestro cónyuge usa una lógica distinta a la
nuestra, si tiene opiniones diferentes. Hemos de ser comprensivos y
aprender a valorar las diferencias. 

La actitud humilde de someternos los unos a los otros, es una solemne


responsabilidad de cada creyente  (esposo o esposa) tiene contraída con
el Señor  y que ha de llevarse a cabo con toda reverencia (temor).

EL PRINCIPIO DE LA MUTUALIDAD

La sumisión no es un impedimento para que la mujer desarrolle su


personalidad y sus dones en todo lo que desea, con tal que esté acorde
con su papel de esposa. Con todo, pondrá en primer lugar su deber
familiar. Sin embargo, debemos entender de modo apropiado la
enseñanza bíblica. Se hace énfasis con demasiada frecuencia en el
hecho que la esposa debe estar totalmente sometida al esposo, y que él
es el líder, implicando con ello que el marido es el único que puede
tomar decisiones; pero entre los cónyuges  debe privar el principio de
la MUTUALIDAD en la sujeción en el matrimonio, tal como ocurre en el
cuerpo de Cristo  (1Corintios 12:14/26), donde en ocasiones uno de los
miembros ejerce la dirección sobre los otros miembros, como una
función para la que tiene el don espiritual. De la misma manera en el
matrimonio, en el cual hay la MUTUALIDAD DE SUMISION, el papel
del líder es asignado con base al papel del líder como miembro del
matrimonio que le ha sido asignado por decisión mutua de los dos
cónyuges. La flexibilidad de un matrimonio cristiano depende de la
negociación y asignación de estos papeles de liderazgo según las
habilidades de los cónyuges.

PAPEL DEL ESPOSO EN EL MATRIMONIO: EL ESPOSO LE DEBE


AMOR A LA ESPOSA

CRISTO COMO MODELO DE AMOR


Cristo es el modelo con que el hombre requiere amar a su esposa. Así
como Cristo amó a la iglesia, así el esposo debe amar a su esposa. Así lo
declara la Biblia: “Maridos, amad a vuestra mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entrego así mismo por ella” (Efesios 5:25).

¿Cómo amó Cristo a la iglesia? La palabra empleada para describir


amor en este contexto es la palabra AGAPE, y se refiere al amor que se 
sacrifica  y es abnegado; un amor que se da de sí mismo. Aquí no
equivale a una emoción romántica o sentimentaloide, sino a algo muy
práctico, un amor  desinteresado y altruista, que busca el bien de la
esposa y se sacrifica para cuidarla, en obediencia a la voluntad de Dios.
Un amor que se niega a sí mismo y busca el bienestar de la persona
amada; busca la manera de complacer a su cónyuge antes que
agradarse a sí mismo. Pablo no usa la palabra EROS, que se refiere al
amor sexual (aun cuando también aplica a los cónyuges), ni la
palabra STORGE, que describía el afecto familiar que existía en el seno
de una familia; tampoco usó la palabra FILEO, referida al afecto
amistoso. Pablo usó la palabra AGAPE, que se refiere al amor de Dios.

Bajo este contexto el marido:


·      Presta un servicio de amor, como sirviéndole al Señor. Asume una
posición de SIERVO (Filipenses 2: 5-8).
·         Se sacrifica por su esposa, como Cristo se sacrificó por la iglesia.
·     Se entrega a su esposa en forma consciente, voluntaria y en obediencia
a Dios, buscando el cumplimiento de sus deberes y la satisfacción de las
necesidades de su esposa, más que la satisfacción de sus propias
necesidades y la consideración de sus derechos.

¿Cómo se expresa este amor?

1.  Dándole un trato cortés, delicado, considerado y cariñoso (1era.


Pedro 3:7). El esposo le debe un trato gentil, considerado y educado a la
esposa. No hay lugar para el trato brusco y áspero de ningún modo.

2.   En la santificación (Efesios 5: 26 y 27). Esto nos habla de la


fidelidad. De la dedicación exclusiva de uno a su amada. Ella es la
única. No hay otra mujer en su vida (Hebreos 3:4). A la vez, tiene que
ver con la responsabilidad del esposo de conducirla  espiritualmente,
separándola para el Señor (1 Corintios 7:14). Cuando el esposo santifica
a la esposa, la separa para sí, y ella tiene ojos solamente para él. Se
dedica, se somete a su propio marido. El esposo funge como el
sacerdote de la familia delante de Dios.
3.   En la purificación  y entrega de sí mismo hacia ella (Efesios 5:25,
26, 27). El esposo hace el papel de salvador de su esposa (Ef. 5:23). No
es que sea salvador de sus pecados, pues este papel corresponde solo a
Cristo, sino salvador del peligro y el riesgo del pecado. Cuando el esposo
ama a la esposa así no se expone ni expone a su esposa a la tentación
de la inmoralidad. El esposo debe velar por la pureza de su cónyuge  y
porque la esposa se mantenga sin mancha ni contaminación.

Esto tiene que ver  también con aprender a hermosear a nuestras


esposas. En relación con  Cristo y la iglesia, para él ella es  hermosa,
gloriosa, sin mancha ni arruga y  santa. Con ese propósito él se entregó
por ella (Efesios 5:25), “para presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa… santa y sin mancha” (Efesios 5:27).

¿Cómo puede el marido hermosear a su esposa? El debe expresar


su aprecio, su encomio. Ella es el reflejo de su cabeza (Efesios 5:28) y
es su corona (Proverbios 12:4). En otras palabras el marido debe
aprender a darle honra a su cónyuge. ¿Y qué es dar honra? Algo de
honra es  algo de sustancia (literalmente, pesado), valioso, costoso,
inclusive sin precio, un tesoro invalorable. Dar honra es, entonces, una
decisión (elección) que tomamos para asignar un alto valor, dignidad e
importancia a otra persona, al considerarla como un don inapreciable, y
darle en nuestra vida una posición digna y de gran respeto.
   
4.   En el sustento y cuidado que le prodigamos a nuestra
esposa(Efesios 28-33)
Sustentarla habla de estimarla y apreciarla. En otras palabras, es la
manifestación del amor proveyendo para las necesidades de alimento,
abrigo, cariño y caricias. Abarca lo social, emocional, mental, espiritual y
físico. El verbo CUIDAR describe la escena de una gallina cubriendo sus
polluelos con las alas. Habla del amor protector y a la vez trato cariñoso.

¿Por qué debemos sustentarla y cuidarla? Porque somos una sola


carne (vers. 5: 31), y el trato que un hombre da a su esposa lo hace a
su propio cuerpo. Son mismo cuerpo (vers. 5:30), y nadie, en su sano
juicio, maltrata de propia carne (vers. 5:29).    

AUTORIDAD Y RESPONSABILIDAD DEL ESPOSO COMO CABEZA

En el matrimonio el marido tiene el oficio de CABEZA. Esto significa


simplemente que tiene la autoridad y responsabilidad de llamar al
matrimonio (marido y mujer a la vez) a obedecer las normas del hogar.
De modo claro, el ser cabeza no tiene que ver con ser el “mandamás”.
El marido solo puede mandar que la mujer cumpla con lo que los 2 se
han puesto de acuerdo que serían sus respectivos papeles cuando se
casaron y de cumplir con el orden familiar establecido por Dios (incluye
los hijos). El ser cabeza supone un cargo de servicio que procura que el
matrimonio / hogar prospere, crezca y se edifique. La jefatura no
significa que el marido dirige y decide cada detalle. Una vez que marido
y mujer han decidido qué visión de la vida va a ser la norma dentro de
su matrimonio  y hogar, pueden dejar las decisiones de cada día al
cónyuge que tenga el talento, temperamento y circunstancias a
apropiados. El papel del marido es vigilar y liderar, para que las pautas
establecidas y acordadas mutuamente se cumplan. Finalmente es bueno
recordar que el principal papel de marido es el de SIERVO, tal como
Cristo le dio ejemplo.
 
El esposo le debe amor a la esposa y ésta le debe sumisión a él. Cuando
las 2 responsabilidades se ejercen a la vez, paralelamente, el resultado
es gran bendición para ambos y para toda la familia. Con todo, no se
trata de una simple relación de RECIPROCIDAD, sobre la base de “Yo te
obedeceré, si tú haces tal y tal…” o viceversa si se trata del  hombre.
Aun  cuando una de las partes falle, la otra tiene la obligación en el
Señor de seguir con su responsabilidad en todo lo que puede y pese a
las dificultades que ello le depare. El incumplimiento por parte de alguno
de los cónyuges, no es excusa para que el otro también incumpla
delante de Dios.

Los esposos y las esposas son llamados a actuar según el orden divino
que Dios ha establecido para la familia. Cada uno debe elegir voluntaria,
responsable y gozosamente  ocupar el lugar que Dios le ha conferido. Al
esposo se le ha conferido el cargo de SIERVO y la función de amar y
entregarse por  y para la esposa, y a la esposa a su vez se le ha
conferido el papel de ayuda idónea y complemento del hombre, en tal
sentido ella debe respetarlo, ayudarlo y reconocerlo como cabeza del
hogar. El matrimonio es el pacto en una sola carne. Cuando ambos, a la
vez, cumplen con el lugar que les corresponde, según el orden divino
prescrito por Dios, el matrimonio y el hogar en general, se ajustan a la
voluntad de Dios, y en consecuencia Dios los bendice y edifica.

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