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DERECHO CONSTITUCIONAL I - FALLOS

“HALABI, ERNESTO C/ P.E.N. - LEY 25.873 - DTO. 1563/04 S/ AMPARO LEY 16.986”
•Fecha: 24/02/2009

HECHOS:

Ernesto Halabi es el abogado que promovió amparo contra la ley 25.873, modificatoria de la
ley de telecomunicaciones 19.798. En virtud de ello, el Ejecutivo había dictado el decreto
1563/04, que incluyó en el concepto de "telecomunicaciones" al tráfico de datos por internet.
La ley 25.873 (a veces llamada "ley espía") decía tres cosas. Primero, que las telefónicas debían
disponer los medios para que las comunicaciones sean interceptadas a requerimiento del
Poder Judicial y del Ministerio Público. Segundo, que debían conservar por diez años los
registros de llamadas o conexiones. Tercero, que el Estado se hacía responsable por los
eventuales daños y perjuicios derivados de todo esto. El accionante planteó sus agravios
alegando "violación de sus derechos a la privacidad y a la intimidad, en su condición de
usuario, a la par que menoscaba el privilegio de confidencialidad que, como abogado, ostenta
en las comunicaciones con sus clientes".

CRITERIO DE LA CORTE:

Aunque el Estado no apeló sobre la inconstitucionalidad en sí, la Corte Suprema le prestó


mucha atención a este caso. En el cons. 12º del fallo, después de hablar de los derechos
individuales y de los colectivos, la Corte ve en el segundo párrafo del art. 43 C.N. "una tercera
categoría conformada por derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales
homogéneos". Tal sería el caso de los derechos personales o patrimoniales derivados de
afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los usuarios y consumidores
como de los derechos de sujetos discriminados. Estos casos, según la Corte, se caracterizan
porque:
• No hay un bien colectivo (como podría ser el caso del ambiente, previsto en
el Primer párrafo. del art. 43) y se afectan derechos individuales divisibles.
• Sin embargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos
ellos y por lo tanto es identificable una causa fáctica homogénea.
• La demostración de los presupuestos de la pretensión es común a todos esos
intereses, excepto en lo que concierne al daño que individualmente se sufre.

“FERNÁNDEZ PRIETO”
1999

El personal policial interceptó a los acusados, quienes se movilizaban en un automóvil, por


encontrarse en “actitud sospechosa”, sin explicarse en qué consistía ésta. Los hicieron
descender, requisaron el auto y encontraron un arma, proyectiles y marihuana. Fernández
Prieto fue condenado por el delito de transporte de estupefacientes.
El voto mayoritario señaló que el caso no guardaba analogía con “Daray”, puesto que en
“Daray” se imputaba la ilegitimidad de una detención bajo el pretexto de realizar una mayor
verificación de la documentación del vehículo, mientras que en “Fernández Prieto”, lo que se
sostenía era la nulidad de la requisa del automóvil, de la cual derivó la detención de sus
ocupantes. De este fallo se pueden desprender dos teorías.
1. La mayoría del tribunal entendió que Fernández Prieto y sus acompañantes no estaban
detenidos mientras que su auto era requisado (lo cual no se ajusta a las constancias del caso,
pues está claro que los imputados no podían en ese momento alejarse en
libertad, dejando a los oficiales solos en la realización del procedimiento)

2. O bien que esa interceptación (momentánea privación de la libertad) no torna aplicable la


teoría de “Daray”, que parece reservada a detenciones “mayores”.
La mayoría del tribunal convalidó el procedimiento acudiendo al precedente norteamericano
“Terry v. Ohio”, señalando que en ese precedente la Corte de los EE.UU. había establecido la
legitimidad de arrestos y requisas sin orden judicial que no tuvieran por base la existencia
de “causa probable” sino de “sospecha razonable”, que es un estándar inferior al de la causa
probable.
El voto mayoritario continúa señalando que para determinar si existe causa probable o
sospecha razonable se deben considerar la “totalidad de las circunstancias del caso”. En este
orden de ideas, destaca como nota de relevancia para legitimar el procedimiento, la “actitud
sospechosa” de los requisados.

“MARCILESE, PEDRO JULIO Y OTROS S/HOMICIDIO CALIFICADO”


Luego de que la Cámara Primera en lo Criminal de Salta condenara a Pedro Julio Marcilese por
considerarlo instigador del delito de homicidio calificado por promesa remuneratoria y
alevosía; la asistencia técnica de Marcilese interpuso recurso de casación que rechazó la
Suprema Corte de esa provincia.

Contra ese pronunciamiento la defensa de Marcilese interpuso recurso extraordinario ante la


CSJN atribuyendo arbitrariedad al fallo apelado por considerar que el a quo había efectuado
una errónea interpretación de la doctrina de la Corte sentada en “Tarifeño”, señalando que la
ampliación del requerimiento de elevación a juicio no es suficiente a los fines del cumplimiento
de las formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia, pues
la acusación solo puede considerarse integrada luego de substanciado el debate.

Se hizo lugar a la queja, se declaró procedente el recurso extraordinario y se dejó sin efecto el
pronunciamiento apelado.

La CSJN confirmó la sentencia fundamentando principalmente que si bien no hay dudas de que
el fiscal puede solicitar la absolución esto no implica reconocerle un poder de disposición pues
si el fiscal vincula también decidiría, vulnerándose de esa manera el principio de separación de
poderes y, de ese modo, el sistema republicano de gobierno.

Resolución:

La Cámara Primera en lo criminal de la ciudad de Salta, el 24/11/98 condenó a Pedro Julio


Marcilese a la pena de prisión perpetua, accesorias legales y costas por considerarlo instigador
del delito de homicidio calificado por promesa remuneratoria y alevosía, no obstante, el
pedido de absolución efectuado por el fiscal de juicio. También lo condenó al pago de la suma
de pesos dos millones trescientos mil en forma solidaria con el resto de los imputados.

La asistencia técnica de Marcilese interpuso recurso de casación que fue concedido por el
tribunal de mérito y declarado parcialmente admisible desde el punto de vista formal, pero
mereció el rechazo en cuanto al fondo del asunto por parte de la Suprema Corte de esa
provincia.

Para arribar a esa resolución, el tribunal entendió que el pedido absolutorio del Ministerio
Público no se encontraba debidamente fundado; que se apoyó en la sola voluntad de quien
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ejerció el cargo; que no hubo afectación del derecho de defensa y que los precedentes
existentes no resultaban de aplicación al caso.

Contra ese pronunciamiento, la defensa de Marcilese interpuso recurso extraordinario ante la


CSJN.

El recurrente atribuyó arbitrariedad al fallo apelado pues consideró que el a quo había
efectuado una interpretación errónea de la doctrina de la CSJN sentada en “Tarifeño”, vicio
que apareja la afectación de las garantías del debido proceso y de defensa en juicio (art.18
CN). Para ello señala que la ampliación del requerimiento de elevación a juicio no es suficiente
a los fines del cumplimiento de las formas sustanciales del juicio relativas a la acusación,
defensa, prueba y sentencia, pues la acusación solo puede considerarse integrada luego de
sustanciado el debate.

“FALLO TARIFEÑO (29/12/89)”

El caso: En la instrucción el juez ordena el procesamiento de Tarifeño.


Al correrle vista al fiscal este solicita una serie de medidas probatorias, que fueron concedidas
por el juez, y luego formalizar la requisitoria de elevación a juicio.
En el plenario luego de la producción de una serie de pruebas por parte del abogado defensor,
el ministerio fiscal, convencido de la inocencia de Tarifeño, al momento de emitir sus
conclusiones, no lo acusa, sino que por el contrario pide su absolución.
No obstante, el órgano jurisdiccional sentencia a Tarifeño sosteniendo que la actividad del
Ministerio Fiscal quedó firme al formular la Requisitoria de elevación a Juicio.
El defensor recurre la sentencia y llega a la Suprema Corte en queja por vía del recurso
extraordinario federal.
La Corte declara la nulidad de la sentencia condenatoria. Con el fundamento de que la acción
penal necesita que la acusación que realiza el Fiscal en el acto de Requisitoria de Elevación a
Juicio sea mantenida en el momento de realizar las conclusiones, con lo que de no sostenerse
en esa instancia no se cumple con el objetivo de acusar al imputado solicitando determinada
pena, lo que llevaría a la declaración de deserción de instancia.
En síntesis:
La falta de acusación del fiscal invalida un pronunciamiento jurisdiccional condenatorio por
afectación del derecho de defensa del imputado. Se pone de manifiesto la necesidad de rango
constitucional, que, para hablar de juicio previo, debido proceso y de la plena garantía de la
defensa en juicio, es menester asegurar el contradictorio, máxime aún en la etapa culminante
del proceso (el plenario).
Conclusión: Si el fiscal no acusa en el plenario no se puede sentencia.

“GIROLDI H. CSJN.  07/04/1995”

Hechos.
El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de la Cap. Fed. condenó a H. D. Giroldi a la pena de un mes
de prisión en suspenso, como autor penalmente responsable del delito de robo simple
en grado de tentativa. 

La defensora oficial interpuso recurso de casación. El fondo del litigio radicó en la


inconstitucionalidad del límite impuesto por el Art. 459, inc. 2, del Código Procesal Penal de la
Nación, por contrariar lo dispuesto en el Art. 8, inc. 2, ap. h) de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que otorga a toda persona inculpada de un delito el derecho “de recurrir
el fallo ante juez o tribunal superior”. 

La Cámara Nacional de Casación Penal, Sala I, rechazó el planteo de inconstitucionalidad y dio


origen a la queja ante la CSJN, la que declaró admisible el recurso.

Fundamentos.
El a quo sostuvo que “por virtud de los límites objetivos fijados en los Arts. 458 a 462 del
Código Procesal Penal no hay posibilidad de recurso de casación ni inconstitucionalidad… y la
causa ha fenecido en instancia única, por lo que su sentencia es final y contra ella cabe el
recurso extraordinario de apelación”

La Corte expresó que ante la reforma constitucional de 1994 que ha conferido jerarquía


constitucional a varios acuerdos internacionales (Art. 75, inc. 22, parr. 2), corresponde
determinar si dentro del ordenamiento procesal penal existen el órgano y los procedimientos
para dar adecuada satisfacción a la garantía constitucional en cuestión.

Puede sostenerse que en la hipótesis de autos, el recurso extraordinario no constituye un


remedio eficaz para la salvaguarda de la garantía de la doble instancia que debe observarse
dentro del marco del proceso penal como garantía mínima para toda persona inculpada de un
delito

La Cámara de Casación Penal ha sido creada, precisamente, para conocer, por vía de los
recursos de casación e inconstitucionalidad – y aun de revisión – de las sentencias que
dicten, sobre los puntos que hacen a su competencia, tanto los tribunales orales en lo criminal
como los juzgados en lo correccional.

“Que lo expuesto determina que la forma más adecuada para asegurar la garantía de la doble
instancia en materia penal prevista en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (Art. 8, inc. 2, ap. h), es declarar la invalidez constitucional de la limitación
establecida en el Art. 459, inc. 2 del Código Procesal Penal de la Nación, en cuanto veda la
admisibilidad del recurso de casación contra las sentencias de los tribunales en lo criminal en
razón del monto de la pena”.

La jerarquía constitucional de la Convención Americana sobre Derechos Humanos ha sido


establecida por voluntad expresa del constituyente.

“Que, en consecuencia, a esta Corte, como órgano supremo de uno de los poderes del
Gobierno Federal, le corresponde – en la medida de su jurisdicción – aplicar los tratados
internacionales que el país está vinculado en los términos anteriormente expuestos, ya que de
lo contrario podría implicar responsabilidad de la Nación frente a la comunidad internacional. 
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En tal sentido, la corte Interamericana precisó el alcance del Art. 1 de la Convención, en cuanto


los Estados parte deben no solamente “respetar los derechos y libertades reconocidos en ella”,
sino además “garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona sujeta a su jurisdicción”.
Según dicha Corte, “garantizar” implica el deber del Estado de tomar todas las medidas
necesarias para remover los obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan
disfrutar de los derechos que la convención reconoce. 

Por todo esto se declara procedente la queja y el recurso extraordinario y se deja sin efecto el
pronunciamiento apelado.

“FALLO BALDIVIESO”
2010

Baldivieso ingresa a un hospital de Salta, se le diagnostica una obstrucción intestinal producida


por la “ingesta de alimentos extraños”. A raíz de esto fue operado y se le extrajeron cápsulas
que contenían clorhidrato de cocaína, que fueron incautadas por la Policía, que había recibido
el aviso de los médicos. La defensa de Baldivieso sostuvo que “se violó la garantía
constitucional que protege contra la autoincriminación” ya que el imputado se dirigió al
hospital y “ante el riesgo que corría su salud, no pudo optar por otra alternativa, con lo cual la
situación forzó una conducta de autoincriminación”. Asimismo “el origen del procedimiento
estaría viciado porque tendría su punto de partida en la revelación ilegítima de un secreto
profesional”.
La Corte se remitió al plenario “Natividad Frías”, dictado por la Cámara del Crimen en 1966,
que había tratado la absolución de una mujer denunciada por los médicos que le habían
salvado la vida, porque había llegado al hospital en grave estado luego de un aborto
clandestino.
El Máximo Tribunal entendió que el caso del hombre engestado, que tuvo que concurrir al
hospital porque corría riesgo de vida, se asimilaba al del plenario “Natividad Frías”, ya que en
ambos casos al requerir atención médica no tuvieron más remedio que auto incriminarse.
El voto mayoritario pondera el derecho a la confidencialidad que le asiste a todo habitante de
la Nación que requiera asistencia médica, aunque sea como consecuencia de una conducta
delictiva; frente al interés del Estado en la persecución del delito.
A su voto de Highton de Nolasco, Argibay y Petracchi: además de no encontrarse obligados a
dar noticia a la policía, los médicos que atendieron a Baldivieso tenían prohibido hacerlo,
según la interpretación que se hizo de las normas que reglamentan este aspecto de la vida
privada.
Si a los médicos funcionarios públicos se les exigiera el deber de denunciar propio de todos los
funcionarios, entonces se produciría un efecto social discriminatorio entre las personas que
tienen recursos para acceder a la medicina privada y aquellas que sólo cuentan con la
posibilidad que brindan los establecimientos estatales: las primeras contarían con una
protección de un secreto médico (y, por ende, de su salud) más amplio que
las segundas.
El tribunal oral lo había condenado a la pena de 4 años de cárcel por transportar
estupefacientes. La Corte Suprema declara nula la prueba y por lo tanto se lo absuelve.
"URTEAGA, FACUNDO R. C/ ESTADO MAYOR CONJUNTO DE LAS FUERZAS
ARMADAS".

El actor, F. Urteaga, interpuso recurso de Habeas Data para obtener los informes
correspondientes sobre su hermano quien había desaparecido en Julio de 1976 en un supuesto
enfrentamiento con las Fuerzas de Seguridad en la localidad de Villa Martelli, provincia de
Buenos Aires. La información solicitada debía provenir de varios sectores del Estado (del
Estado Nacional, del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, del Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires, etc).
El juez de primera instancia rechaza la demanda interpuesta por considerar que la herramienta
procesal del art. 43 de la Constitución Nacional solo puede ser utilizada por la persona a quien
se refieren esos datos, y que además por ese procedimiento en particular solamente se puede
suprimir, rectificar, actualizar o asegurar la confidencialidad de los datos personales, lo que
difiere con el objeto de la petición. El juez afirma que la vía procesal correcta para el fin
solicitado por el actor es el Habeas Corpus.
Apelada la sentencia de primera instancia, la Cámara de Apelaciones (sala II) confirma la
sentencia argumentando falta de legitimación (activa y procesal) y la diferencia de objeto en el
instituto constitucional utilizado.
Ante dicha sentencia denegatoria el actor presenta recurso extraordinario, el cual es admitido
pues la cuestión a dirimir se basa sobre la aplicación de una norma constitucional.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hace a lugar al pedido del accionante y revoca la
sentencia anterior, pero bajo dos recursos diferentes: recurso de amparo genérico y recurso
de Habeas Data.
Bajo el primer recurso los Dres. Bellucio, Lopez, Bassey y Fayt sostienen que el actor no tenía
legitimación para imponer recurso de Habeas Data el cual solo podía ser interpuesto por su
hermano por ser titular de dichos datos, pero admiten que el actor es damnificado en cuanto a
su derecho de conocer el paradero de su hermano o localizar sus restos.
Bajo el segundo recurso se pronunciaron los Dres. Petrachi, Boggiano y Vázquez, quienes
sostuvieron que el objeto del recurso de F. Urteaga era el conocimiento de datos personales,
por lo que corresponde la interposición del recurso de Habeas Data; lo que el accionante
primeramente desea es tomar conocimiento de los datos referidos al paradero de su hermano.

"RECURSO DE HECHO DEDUCIDO POR LA DEMANDA EN LA CAUSA LASCANO


QUINTANA, GUILLERMO VICTOR C/ VERAZ S.A."
Buenos Aires, 6 de marzo de 2001.

Hechos: El presidente de una compañía de seguros promovió acción de hábeas data contra
una organización proveedora de información crediticia, manifestando haber constatado, al
pretender garantizar un contrato de locación para su hija, que el demandado había
suministrado informes que lo vinculaban a los juicios seguidos contra su compañía. La
pretensión fue acogida en ambas instancias ordinarias. Denegado el recurso extraordinario, el
demandado ocurrió por queja ante la Corte Suprema, que por mayoría declaró procedente el
remedio federal y dejó sin efecto la sentencia de Cámara.
El a quo, para fundar su decisión, hizo hincapié en que los datos vertidos habían sido
recabados sin el consentimiento del actor y que el informe establecía una relación con otro
sujeto de derecho distinto, causándole, de tal manera, un desmedro a su derecho
personalísimo de "dominio" sobre sus datos personales.
DERECHO CONSTITUCIONAL I - FALLOS

La defensa sostiene que: Por un lado, atribuye arbitrariedad al fallo sobre la base de que la
cámara no respetó el principio de congruencia y no interpretó razonablemente la prueba
producida y, por otro, sostiene su recurso federal en lo dispuesto en el inc. 3º del art. 14 de la
ley 48 al entender que ha mediado errónea interpretación del tercer párrafo del art. 43 de la
Constitución Nacional.

La corte sostiene que: La cámara no realizó un examen adecuado de las pruebas producidas en
la causa para dirimir el contenido real de los informes cuestionados, aún más teniendo en
cuenta que ello era menester en tanto la demandada se había agraviado en forma expresa de
la ponderación del material probatorio efectuada en la primera instancia que desconocía, en
su criterio, la verdad comprobada en cuanto a que la información correspondiente a ambos
sujetos se encontraba debidamente separada. Con referencia al segundo aspecto del recurso,
el planteo también resulta idóneo para habilitar la instancia extraordinaria, pues se ha puesto
en tela de juicio la inteligencia que cabe atribuir a una cláusula de la Constitución Nacional y la
decisión del superior tribunal de la causa ha sido contraria al derecho fundado en aquélla (art.
14, inc. 3º de la ley 48), dejando así sin fundamentos a la argumentación de la parte
demandante.
Además, agrega que el a quo, al sostener sin más averiguación de la verdad, que el mero
hecho de haberse vinculado en un informe al actor con una sociedad, de la cual,
efectivamente, era presidente, le causaba un desmedro al derecho sobre sus datos personales
y confirmar, en consecuencia, la resolución de la instancia anterior por la cual se condenaba
con costas a la demandada a suprimir de su registro personal la información correspondiente a
la sociedad, implicó una interpretación que como bien lo destaca el señor Procurador Fiscal
exorbita el texto constitucional (art. 43) que prevé una medida de tal naturaleza, ante actos de
ilegalidad o arbitrariedad manifiesta, sólo para los casos de falsedad o discriminación.
Entonces, corresponde declarar procedente el recurso extraordinario e invalidar lo decidido,
pues media relación directa e inmediata entre lo resuelto y las garantías constitucionales que
se dicen vulneradas (art. 15, ley 48).
Por ello y lo dictaminado concordemente por el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la
queja, se declara admisible el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia con el
alcance indicado.

“SIRI, ANGEL S. ACCIÓN DE AMPARO – ACTOS DE AUTORIDAD PÚBLICA”.


27 de diciembre de 1957
 
Antecedentes
 
El solicitante compareció ante el Juzgado en lo Penal de la Ciudad de Mercedes, Provincia de
Buenos Aires a los efectos de manifestar que el diario ‘Mercedes’, de su dirección y
administración, continuaba clausurado desde comienzos de 1956, ‘mediante custodia
provincial…’, lo que vulneraba la libertad de imprenta y de trabajo que consagran los arts. 14,
17 y 18 de la Constitución Nacional y los arts. 9, 11, 13, 14, 23 y demás de la Constitución de la
provincia. Solicitó que, previo informe del comisario de policía del partido de Mercedes sobre
los motivos actuales de la custodia del local del diario se proveyera lo que correspondía,
conforme a derecho y de acuerdo con las cláusulas constitucionales citadas.
En consecuencia, de ello, el comisario de policía informó que, con motivo de una orden
recibida de la Dirección de Seguridad, al mismo tiempo que se procedió a la detención de
Angel Siri, director-propietario del diario, se cumplió con la clausura del local donde éste se
imprimía y que desde aquella fecha se lo custodiaba por una consigna policial.
Ante la falta de especificación sobre los motivos de la clausura del diario, el juez requirió
sucesivamente informe del jefe de policía de la Provincia de Buenos Aires y del Ministerio de
Gobierno de dicha provincia, todos los cuales manifiestan ignorar las causas de la clausura y la
autoridad que la dispuso. Reiterada por el solicitante la declaración pedida al comienzo de las
actuaciones, el juez resolvió no hacer lugar a ella debido a no tratarse en el caso de un recurso
de hábeas corpus, el cual sólo protege libertad física de las personas.
Radicadas la causa ante la Corte Suprema, el Tribunal –por mayoría- revocó la sentencia
apelada y dispuso que volvieran los autos al tribunal de origen a fin de que hiciera saber a la
autoridad policial que debía hacer cesar la restricción impuesta al solicitante en su calidad de
director-propietario del diario clausurado. –
 
Principales normas involucradas
 
Artículos 14, 17 y 18 de la Constitución Nacional
 
Estándares aplicables
 
Las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar
consagradas por la Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias, las cuales
sólo son requeridas para establecer “en qué caso y con qué justificativos podrá procederse “a
su allanamiento y ocupación”, como dice el art. 18 de la Constitución a propósito de una de
ellas.
 En consideración al carácter y jerarquía de los principios de la Carta fundamental relacionados
con los derechos individuales, la Corte Suprema se aparta de la doctrina tradicionalmente
declarada por el tribunal en cuanto relegaba al trámite de los procedimientos ordinarios,
administrativos o judiciales la protección de las garantías no comprendidas estrictamente en el
hábeas corpus. Los preceptos constitucionales tanto como la experiencia institucional del país
reclaman de consuno el goce y ejercicio pleno de las garantías individuales para la efectiva
vigencia del Estado de derecho e imponen a los jueces el deber de asegurarlas.
 
Disidencia
 
La vía del hábeas corpus solamente procede cuando se invoca una restricción ilegal a la
libertad corporal de las personas; y que los demás derechos garantizados por la Constitución
deben ser defendidos por otras acciones ajenas al remedio indicado

“KOT MANUEL (SOC. DE RESP. LTDA. (HABEAS CORPUS))”


05/09/1958

HECHOS DEL CASO: Buenos Aires, septiembre 5 de 1958. ¬¬ La firma Samuel Kot (Soc. de Resp.
Ltda.), propietaria de un establecimiento textil situado en la calle Arias 228 de Villa Lynch,
partido de San Martín, Prov. de Buenos Aires, mantiene desde el 21 de marzo próximo pasado
un conflicto con su personal obrero. La huelga de este personal fue primeramente declarada
ilegal por la Delegación San Martín del Departamento Provincial del Trabajo con fecha 28 de
marzo, por lo cual la firma patronal dispuso la concurrencia de los obreros a su trabajo dentro
de las 24 horas, con excepción de los delegados Aarón Fistein y Aníbal Villamayor. Un mes y
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medio más tarde, el presidente del Departamento Provincial del Trabajo declaró nula aquella
resolución de la Delegación San Martín e intimó a ambas partes a reanudar el trabajo. La
empresa se negó a reincorporar a los obreros que había despedido y entonces éstos y otros
compañeros ocuparon la fábrica el día 9 de junio y se mantienen en ella hasta ahora; los
patrones pueden entrar al establecimiento y sacar objetos dejando constancia escrita, más se
impide la entrada al personal de administración y a los capataces. Desde el día de la ocupación,
"el establecimiento no realiza labor alguna" de suerte que "la fábrica está totalmente
paralizada" (informe policial de fs. 36 del citado expediente).

PRIMERA INSTANCIA: después de avocar el conocimiento del sumario, resolvió 2 días después
el 18 de junio sobreseer definitivamente en la causa "en cuanto al hecho de la ocupación del
inmueble de la calle Arias 228 de la localidad de Villa Lynch, partido de San Martín y no hacer
lugar al pedido de desocupación de la misma".

SÍNTESIS DEL FALLO: El fundamento de esta resolución consistió, en lo esencial, en que


habiendo sido ocupado el inmueble a causa de la existencia de un conflicto colectivo de
trabajo entre la mencionada empresa y su personal obrero, "es evidente que en la especie esa
ocupación no tiene por objeto el despojo de la posesión de esa cosa inmueble, con ánimo de
«someterla al ejercicio de un derecho de propiedad» (Art. 2351, Cód. Civil), sino que lo ha sido
en función de la existencia de ese conflicto laboral".

SEGUNDA INSTANCIA: Apelada esta resolución por el apoderado de la empresa.

SÍNTESIS DEL FALLO: por sus fundamentos, confirmó el sobreseimiento definitivo que había
sido objeto del recurso. Contra esta sentencia, el interesado dedujo recurso extraordinario el
que, concedido por el tribunal ha sido declarado improcedente por esta Corte en el día de la
fecha.El mismo día de la sentencia de la cámara, pero antes de dictarse, el apoderado de la
empresa se presentó ante la misma cámara deduciendo "recurso de amparo" a fin de obtener
la desocupación del inmueble: invocó la sentencia de esta Corte, de fecha 27 de diciembre de
1957, recaída en el "caso Siri", "las garantías a la libertad de trabajo (Art. 14); a la propiedad
(artículo 17); a la libre actividad (Art. 19); de la Constitución Nacional", que estarían afectadas
e hizo presente que la situación que planteaba era de "una gravedad extraordinaria.

FALLO DE LA CORTE: habiendo dictaminado el procurador general, se revoca la sentencia.

“TIMERMAN, JACOBO S/ RECURSO DE HABEAS CORPUS”


1978

Jacobo Timerman fue arrestado el 21 de abril de 1977, bajo un decreto ejecutivo especial, a
petición del comandante en jefe del Ejército. Fue detenido por estar asociado con David
Graiver, el editor de "La Opinión", el diario de Buenos Aires que Timerman publicaba.
Graiver era sospechoso de haber proporcionado cuantiosas sumas de dinero a los
Montoneros, una de las mayores agrupaciones políticas de izquierda que se habían
involucrado en actividades terroristas durante los años setenta. Graiver fue muerto en un
accidente aéreo mientras estaba fuera del país, a comienzos de abril de 1977.
El Decreto 1093/77 ordenó el arresto de Timerman argumentando que tenía una "vinculación
estrecha y directa con las causas que motivaron la declaración del estado de sitio". Cinco
meses más tarde, después de un período de interrogamiento y tortura bajo la custodia del
Ejército, fue juzgado y absuelto por un Consejo de Guerra especial, bajo el Código de Justicia
Militar. Luego, la Junta ordenó que sea puesto bajo arresto domiciliario y se le prive de sus
derechos políticos y laborales.

En un Habeas Corpus, la Corte Suprema consideró inconstitucional el arresto domiciliario de


Timerman. Sostuvo que su absolución por el Consejo de Guerra especial descartó cualquier
conexión entre la asociación de Timerman con Graiver y las "causas que motivaron la
declaración del estado de sitio". Entonces, el Decreto en virtud del cual fue arrestado no
podía continuar sirviendo como base para que siguiera detenido. Más aún, la resolución de la
Junta que ordenó su arresto domiciliario después de la absolución no estaba basada en
ninguna prueba de una relación directa entre Timerman y las causas del estado de sitio; de esa
manera se propició la orden de un "castigo" no autorizado por el artículo 23 de la
Constitución. Consecuentemente, la Corte ordenó su liberación.
“La medida de internación impuesta al recurrente por la Resolución N° 6 de la Junta Militar
tiene el carácter de sanción, como surge de su propio texto, que excede el marco de una
medida de seguridad o de defensa transitoria y adquiere el carácter de pena corporal,
adoptada al margen de las dos únicas figuras previstas por la Constitución Nacional, esto es, el
debido proceso establecido en el artículo 18 y el arresto durante el estado de sitio autorizado
por el artículo 23.

INDULTO

La Corte Suprema sostuvo, en un principio, que el indulto no puede disponerse antes de la


condena, en beneficio del procesado. Años más tarde, varió su criterio para afirmar que el
indulto también puede dispensarse al procesado, y, por fin, retomó su posición originaria,
limitando la viabilidad del indulto al caso del condenado.

“KATTAN, DELITO E. Y OTRO C. GOBIERNO NACIONAL – P.E”

El fallo trata sobre la acción de amparo iniciada por Alberto Kattan y Juan Schroeder para que
se produzca la nulidad de autorizaciones de caza de toninas overas (un tipo de delfines),
otorgados por el Poder Ejecutivo a dos empresas japonesas.
El poder ejecutivo no había negado la legitimación de los primeros, sino que los había
reconocido como autorizados para accionar. El tribunal de 1era instancia los reconoció de
igual manera como legitimados actores, dado que la ley 22421 sobre protección a la fauna
silvestre declaraba que esta última era de interés público y que en virtud del artículo 33 de la
Constitución sobre derechos implícitos, deberá reconocerse el derechos de los actores a
accionar como uno de ellos, sobre todo dado que los japoneses son considerados
depredadores irracionales de los mares y que no había suficiente información y estudios
realizados sobre cetáceos como para determinar con certeza si la pesca y caza de 14 toninas
overas era decisiva para la extinción de la especie y del ecosistema.
Los jueces señalaron que los actores habían cumplido con su tarea de investigación como para
iniciar un amparo al respecto, ya que la conservación del ecosistema era parte de un dueño de
estos y de la sociedad entera, al formar parte de él y necesitarlo también para subsistir.
DERECHO CONSTITUCIONAL I - FALLOS

Se trataba, para los mismos, de un poder concedido por el ordenamiento jurídico que sirve
para la satisfacción de intereses humanos, por lo cual era idóneo aceptar una solicitud de dos
miembros.
Por otra parte, desestimaron el interés cultural de intercambio dejado por la demandada
hacienda, referencia a que se trataba de simples sociedades comerciantes que fomentaban la
caza por diversión, eliminando especies y cortando otras que requerían de las mismas, por la
cadena alimentaria.
Debido a todo lo hablado hicieron lugar al amparo y declararon nulas las autorizaciones de
caza de 14 toninas overas otorgadas por el P.E.

“POLINO, H. Y OTRO C. PEN S/ AMPARO”

Hechos:
Los demandantes, Polino y Bravo (del Partido Socialista), invocando su condición de
ciudadanos y de diputados de la Nación solicitaron la nulidad del proceso constituyente, cuya
primera fase concluyó con la sanción de la ley 24.309, que declaró la necesidad de reforma de
la CN.
El juez del tribunal de primera instancia le negó legitimación a los actores, pues en cuanto
ciudadanos –consideró- no invocan la violación de un derecho o interés propio y en cuanto a
su condición de diputados, ella habilita para cumplir con sus funciones defendiendo los
intereses de los ciudadanos pero sólo en los límites de las facultades que les asigna la CN.
Contra la sentencia de la sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en
los Contencioso Administrativo Federal, que confirmó la de la primera instancia, la parte actora
interpuso el recurso extraordinario, por violación de garantías constitucionales, el cual fue
concedido.
La Corte concluyó por declarar improcedente el recurso extraordinario.

Opinión mayoritaria:
 La condición de ciudadano que invocan los demandantes no es apta por carecer de un interés
concreto, inmediato y sustancial.
 El sistema de control constitucional en la esfera federal excluye el control genérico o
abstracto, lo que impide que la actividad del tribunal se extienda adquiriendo
las características del poder legislativo.
 El apelante solo invoca una preocupación muy general y es cargo que ocupa sólo lo habilita
para actuar como tal dentro del organismo que integra.
 El art. 30 de la CN sólo exige que la necesidad de reforma sea declarada por el Congreso con el
voto de dos terceras partes, al menos de sus miembros, sin exigir que sea declarada
necesariamente en forma de ley. Por esto, el Congreso se mantuvo dentro del marco exigido
en la disposición

Opinión minoritaria:
Dr. Fayt
Sólo debe considerarse ley a aquella que lo es en sentido constitucional, por lo que debieron
seguirse las formalidades previstas en la CN.
Frente a violaciones como las que se alegaron no puede sostenerse que la cuestión sea ajena
al control judicial, pues se encuentra en juego la validez misma del proceso de reforma de la
CN.
Todos los ciudadanos están igualmente habilitados para defender la CN cuando ella es
colocada bajo la amenaza cierta de ser alterada por maneras diferentes de las que ella prevé.
La declaración formulada requiere una expresión de voluntad de dos tercios de ambas
cámaras, lo cual no ocurrió, pues las declaraciones de ambas cámaras difieren.
Esto sumado a los condicionamientos que impusieron la aceptación o el rechazo total de una
cantidad de disposiciones excede las facultades del Congreso.

Dr Boggiano
Las cuestiones concernientes a la validez de la limitación de las potestades de la Convención
Constituyente según el art. 5 de la ley 24.309, que exige la aprobación o rechazo del conjunto
de ciertos temas y las referentes a las facultades del Senado para declarar la necesidad de
reforma son escindibles y diferentes.
No puede considerarse satisfecho el requisito de mayorías del art. 30 de la Carta Magna pues
senadores y diputados aprobaron cosas distintas.
Respecto del condicionamiento de la Convención Constituyente, establecido en el art .5 de la
ley, el recurrente carece de legitimación para impugnarla, en su carácter de diputado

“CINE CALLAO”
22 de junio de 1960

Debido a la falta de suficientes salas de teatro, los artistas del espectáculo sufrieron una grave
crisis ocupacional. Circunstancia por la cual, el Poder Legislativo dictó la Ley Nº 14.226, la cual
declara obligatoria la inclusión de espectáculo de variedades en los programas de las salas
cinematográficas de todo el territorio de la Nación. La norma anteriormente mencionada
prohibió cobrar al público una suma extra por los números ofrecidos, por lo que las empresas
cinematográficas debían soportar los gastos adicionales. Esto último fue posteriormente
modificado por la Resolución Nº 1.446/57 que autorizó a cobrar por separado los ‘actos en
vivo’.

La S.A. propietaria del Cine Callao se rehusó a cumplir la norma citada, por lo cual, la Dirección
Nacional de Servicio de Empleo la intimó para que iniciase la presentación de los ‘números en
vivo’.

A pesar de la intimación, la S.A continuó incumpliendo la norma, motivo por el cual la D.N.S.E.
inició un sumario administrativo. En dicho acto administrativo se le impuso a la sociedad una
multa y se la obligó a cumplir con la ley 14.226 bajo apercibimiento de clausura.
Contra esta sentencia, la interesada interpuso recurso extraordinario impugnando la
constitucionalidad de la ley 14.226 por contrariar la garantía de propiedad y el derecho de
ejercer libremente el comercio e industria, ambos consagrados en los artículos 14 y 17 de
la Constitución Nacional.

La Corte Suprema confirmó la sentencia recurrida, en primer lugar dejó de lado la concepción


limitada de poder de policía y adoptó una tesis amplia, según la cual los derechos individuales
pueden ser restringidos no sólo por razones de moralidad, seguridad y salubridad pública, sino
también con el objetivo de atender los intereses económicos de la comunidad Art. 67 inc. 16
de la Constitución Nacional.
Esta concepción de poder de policía incluye la facultad de dictar leyes como la 14.226 con la
DERECHO CONSTITUCIONAL I - FALLOS

finalidad de evitar los daños económicos y sociales que genera la desocupación.

La Corte Suprema verifica en el caso el cumplimiento de los mencionados requisitos y consagra


la constitucionalidad de la norma en base a los siguientes fundamentos, la emergencia
ocupacional de los artistas compromete el patrimonio artístico nacional, y la ley 14.226 lejos
de beneficiar a un grupo en perjuicio de otro, tiende a satisfacer el interés público. Por
la afinidad que existe entre las actividades teatrales y cinematográficas, el sector que debe
soportar la carga no ha sido arbitrariamente elegido. La resolución 1.446/57 estableció que los
gastos ocasionados por la presentación de los números adicionales se trasladen a los
espectadores. El empresario puede elegir libremente al artista y la vinculación se realizará a
través de un contrato de locación de obra que no establezca relación de dependencia entre las
partes. La presentación de espectáculos en vivo se realiza en el intervalo que precede a las
exhibiciones cinematográficas, por lo tanto, pueden explotarse en las horas y condiciones
habituales. Por todo esto la norma no lesiona los derechos de propiedad, ni los de comerciar y
ejercer la industria lícita.

La Corte Suprema toma postura hacia la tesis amplia respecto del poder de policía. Los
derechos individuales podrán ser restringidos no sólo por motivos de seguridad, salubridad y
moralidad sino también para salvaguardar los intereses económicos de toda la comunidad.

“AVICO C/ DE LA PESA”

En el caso Avico c/ De la Pesa (Fallos 172:21, 1934) se cuestionaba la inconstitucionalidad de la


ley sobre moratoria hipotecaria que prorrogaba aquellas obligaciones por tres años, limitando
el máximo de interés de 6% anual a cobrarse durante su vigencia.
Al respecto el máximo Tribunal concluyó que «podemos afirmar que la gravedad y extensión
de la crisis económica justifican ampliamente la ley impugnada, que todas sus disposiciones se
proponen salvaguardar en lo posible un fin legítimo, como lo es el interés público
comprometido en esta grave emergencia, y que los medios empleados; la moratoria para el
pago del capital por tres años y de los intereses por seis meses vencidos, así como el máximo
de seis por ciento en la tasa del interés son justos y razonables como reglamentación o
regulación de los derechos contractuales».
El antecedente tenido en cuenta por la Corte Suprema fueron las cuatro reglas a seguir que
deben cumplir la emergencia para su sanción justificada, y mencionadas por el Chief of Justice,
Hughes en el caso «Home Building v. Blaisdell:
a) existencia de una situación de emergencia que imponga al Estado el deber de proteger los
derechos esenciales de la comunidad.
 b) Que la ley tenga fin legítimo, como ser protección de los intereses generales de la sociedad
y no de determinados individuos.
c) Que sea razonable (alivie las circunstancias) y d) su duración debe ser temporal, limitada a la
desaparición que originara la ley.
Las decisiones de la Corte Suprema fueron varias, pero las principales dictadas en 1935,
llamadas por la doctrina gold clause cases, consideraron a la norma como constitucional,
invalidando la aplicación de las cláusulas «oro» y apoyando al dólar como medio de pago. La
razón fundamental residió en el reconocimiento de las facultades del Congreso en materia
monetaria.
“ERCOLANO C. LANTERI DE RENSHAW”

A raíz de una crisis habitacional por la creciente inmigración, aumenta el precio de los


alquileres. Se dicta una ley que congela el precio de los alquileres por dos años.
Agustín Ercolano, inquilino de Lanteri, no tenía un contrato, sino un convenio de palabra.
Se inicia demanda por parte de Lanteri, tachando de inconstitucional la ley 11.157 que prohibe
cobrar durante dos años a partir de su promulgación un precio de locación mayor al que se
pagaba por el alquiler de casas, piezas y departamentos el 1 de enero de 1920, por
ser incompatible con los artículos. 14 (derecho de usar y disponer de la propiedad), 17
(inviolabilidad de la propiedad) y 28 (razonabilidad) de la Constitución Nacional.
Rechazada en las instancias ordinarias, se interpuso recurso extraordinario federal.

La Corte Suprema de la Nación confirmó, por mayoría, la sentencia apelada, sosteniendo que:
1. El derecho de usar y disponer de la propiedad ni ningún otro derecho reconocido por
la Constitución tiene carácter absoluto. Pues, La reglamentación o limitación del ejercicio de
los derechos individuales es una necesidad derivada de la convivencia social.
2. No es del resorte del Poder Judicial decidir del acierto de los otros poderes públicos en la
elección del medio empleado para conjurar una situación de crisis económica -en el caso, se
cuestiona la reglamentación del precio de los alquileres dispuesta por la ley 11.157, sino que
únicamente le incumbe pronunciarse acerca de los poderes del Congreso para establecer la
restricción al derecho de usar y disponer de la propiedad, teniendo para ello en cuenta la
naturaleza, las causas determinantes y la extensión de la medida restrictiva adoptada.
3. El poder para limitar el derecho del propietario en las circunstancias excepcionales que
justificaron el dictado de la ley 11.157, no importa admitir que ese poder sea omnímodo a los
efectos de reglamentar el precio de los alquileres, pues el Congreso no podría fijar un precio
arbitrario que no correspondiese al valor locativo de la habitación en condiciones normales,
porque ello importaría confiscatoriedad.
4. No habiéndose acreditado en autos que el alquiler devengado el 1 de enero de 1920 por la
habitación de que se trata, no fuese razonable en el momento de la promulgación de la ley
11.157 -que prohibe cobrar un precio de locación mayor al que se pagaba a esa fecha, y dado
el corto tiempo transcurrido entre esas dos fechas, cabe presumir que el límite fijado satisface
-en el caso- las condiciones necesarias de razonabilidad y que, por consiguiente, no ha sido
vulnerada la garantía del artículo 17 de la Constitución Nacional.
5. El hecho de que la sentencia apelada haya hecho aplicación retroactiva de la ley 11.157, que
prohibe cobrar durante dos años por el alquiler de casas, piezas y departamentos un precio
mayor al que se pagaba por los mismos el 1 de enero de 1920, no suscita cuestión de carácter
federal que pueda examinarse en el recurso extraordinario, pues la retroactividad de las leyes
en materia civil es un punto regido exclusivamente por el derecho común y ajeno, por lo tanto,
a la vía intentada.
6. Tratándose de una locación por simple convenio verbal y sin término, la aplicación de la ley
11.157 - que prohibe cobrar durante dos años por el alquiler de casas, piezas
y departamentos un precio mayor al que se pagaba por los mismos el 1 de enero de 1920- no
altera derechos adquiridos, pues no se trata de un contrato de cumplimiento exigible en el
futuro, sino de una relación de derecho precaria e inestable que no crea más obligaciones ni
más derechos que los derivados de cada período de alquiler que se fuere devengando por
reconducciones sucesivas.
DERECHO CONSTITUCIONAL I - FALLOS

“PERALTA, LUIS C/ ESTADO NACIONAL”


1990

El Poder Ejecutivo dictó un decreto de necesidad y urgencia para enfrentar una crisis
económica, el cual ordenaba que la devolución de depósitos de más de $1000 se haría en
bonos. Peralta vio afectado su derecho de propiedad con la sanción del decreto. Interpone
acción de amparo contra el Estado Nacional y el Banco Central, pidiendo la
inconstitucionalidad del decreto y el pago de su plazo. En primera instancia se lo rechaza, en
Cámara se hace lugar al amparo, y por recurso extraordinario federal la Corte Suprema
manifiesta que los decretos son válidos siempre que se sigan ciertas pautas.
No hay violación al art. 17 CN sino una restricción al uso que puede hacerse de la propiedad,
ello para atenuar la crisis o superarla. Los derechos no son absolutos, y están subordinados a
las leyes que reglamenten su ejercicio. El fundamento de las leyes de emergencia es poner o
remediar las situaciones de gravedad que obligan a intervenir en el orden patrimonial.
Requisitos para que una ley de emergencia sea válida y su sanción esté justificada:
- Que exista situación de emergencia que imponga al estado el deber de amparar los
intereses vitales de la comunidad.
- Que la ley tenga como nacionalidad legitima, la de proteger los intereses generales de la
sociedad y no a determinados individuos.
- Que la moratoria sea razonable, acordando un alivio justificado por las circunstancias.
- Que su duración sea temporal y limitada al plazo indispensable para que desaparezcan
las causas que hicieron necesaria la moratoria.
Está en juego el poder de policía, y el límite a este es que la propiedad privada no puede ser
tomada sin declaración de utilidad pública y previamente indemnizada. En situaciones de
emergencia se reconoce que se pueden dictar leyes que suspendan los efectos de los contratos
libremente convenidos por las partes siempre que no se altere la sustancia o espíritu de las
leyes, a fin de proteger el interés público.

“PLAZA DE TOROS C/ GOBIERNO DE BUENOS AIRES”


13 de abril de 1869

Hechos: El caso es que la empresa Plaza de Toros (representada por un tal Señor Bonorino)
inició una causa ante un juez de la provincia de Buenos Aires impugnando una ley local que
prohibía instalar Plazas de Toros en su territorio, se fundaba en el libre ejercicio de industria. El
artículo 14 que permite toda industria licita no es absoluto pues se encuentra sometido a las
leyes que reglamentan su ejercicio. Las cuestiones que tengan que ver con la salud y moralidad
de los vecinos están reservados a las provincias.
Resolución: Que es un hecho y también un principio de derecho constitucional, que la policía
de las Provincias está a cargo de sus gobiernos locales, entendiéndose incluido en los poderes
que se han reservado, el de proveer lo conveniente a la seguridad, salubridad y moralidad de
sus vecinos; y que, por consiguiente, pueden lícitamente dictar leyes y reglamentos con estos
fines, no habiéndose garantido por el artículo catorce de la Constitución Nacional a los
habitantes de la República el derecho absoluto de ejercer su industria o profesión, sino con
sujeción a las leyes que reglamentan
su ejercicio: que siendo esto así, la Justicia Nacional seria incompetente para obligar a una
Provincia, que ha prohibido las corridas de toros, a soportar la construcción de una plaza para
dar al pueblo ese espectáculo, aun cuando pudiera ella calificarse de establecimiento
industrial, como se pretende, y el ejercicio de esa industria, no ofendiera al decoro, la cultura y
la moralidad de las costumbres públicas; por estos fundamentos, se confirma, con costas, el
auto apelado de foja doce; y satisfechas aquellas y repuestos los sellos, devuélvanse

“FERNÁNDEZ PRIETO Y TUMBEIRO VS. ARGENTINA”

El pasado 6 de Octubre, la Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos


notificó la sentencia del Caso Fernandez Prieto y Tumbeiro v. Argentina, por la cual encontró
responsable a nuestro país en virtud de haberse violado los derechos a la libertad personal,
protección de la honra y de la dignidad, y a las garantías judiciales y protección judicial, de los
Sres Carlos Alberto Fernandez Prieto y Carlos Alberto Tumbeiro, así como del derecho a la
igualdad ante la ley y la prohibición de discriminación, en perjuicio de este último.
Podríamos decir que ambos casos se produjeron en el marco de detenciones consideradas
ilegales y arbitrarias sufridas por Fernandez Prieto y Tumbeiro, por parte de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires y la Policía Federal Argentina, respectivamente.
Ahora bien, ¿cómo fueron los hechos?, ¿qué estándares se aplicaron a fines de proceder a la
detención de los damnificados y poder justificarlas?, ¿es correcta la decisión de la Corte
Interamericana de DDHH?, ¿cómo es la regulación en Santa Fe?, ¿cuáles serían los estándares
para aplicar hacia el futuro para lograr una detención sin orden judicial? Es lo que
intentaremos dilucidar en esta breve exposición.
Primeramente, es menester hacer un breve relato de los hechos que dieron lugar a los fallos
emanados por el Máximo Tribunal argentino, y que fueron recurridos ante la Corte IDH por
parte de las respectivas defensas.
En cuanto a Fernandez Prieto, según la CSJN surge de las actuaciones en la causa que "el 26 de
mayo de 1992 a las 19, en circunstancias en que miembros del personal policial de la sección
"Sustracción de Automotores" recorrían la jurisdicción de General Pueyrredón, ciudad de Mar
del Plata, observaron que circulaba un vehículo marca Renault 12 con tres sujetos en su
interior en "actitud sospechosa", razón por la que lo interceptaron e hicieron descender a los
ocupantes y lo requisaron en presencia de testigos habiéndose hallado "ladrillos"
característicos de picadura de marihuana tanto en el baúl como en el interior del vehículo.
Asimismo, se incautaron de un arma y proyectiles que se encontraban en el baúl".
En lo que respecta a Tumbeiro, acorde al dictamen del Procurador General de la Nación, surge
de las actuaciones que "el 15 de enero de 1998 a las 13.45 horas, en las inmediaciones de la
calle Corea al 1700 de esta ciudad, el personal policial identificó a Carlos Alejandro Tumbeiro al
considerar que su actitud en la vía pública resultaba sospechosa, porque su vestimenta era
inusual para la zona y por mostrarse evasivo ante la presencia del patrullero. No obstante
acreditar su identidad con el documento que llevaba en su poder, ante el nerviosismo que
exhibía se lo condujo al interior del vehículo policial a fin de establecer, a través del sistema
dígito radial, si registraba pedido de captura, lo que arrojó resultado negativo. Mientras se
obtenía ese informe, se detectó que, dentro del diario perteneciente al nombrado, que estaba
a su lado en el asiento, había una bolsita con una sustancia que resultó ser cocaína. Ante este
hallazgo, se convocó a testigos, se labró acta de estilo y se procedió a la detención".
Ahora bien, también hay que destacar que, en ambos casos, las detenciones que se
practicaron sin orden judicial obedecieron a causas distintas. Analizaremos los fallos
cronológicamente, interpretando primero Fernandez Prieto.
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El marco normativo.

“MOSTACCIO, JULIO GABRIEL S/ HOMICIDIO CULPOSO”

La Corte Suprema de Justicia de la Nación abandona la tesis reflejada en "Marcilese” y retorna


a la anterior doctrina establecida en “Tarifeño”, “García” y “Cattonar”.
La reciente doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación establecida en el fallo
“Mostaccio” importa el abandono por ese tribunal de la fijada hace poco menos de dos años
en “Marcilese” y el regreso a “Tarifeño”, “García”, “Cattonar” y otros, que consideraban que el
juzgador no puede válidamente condenar al imputado si el acusador requirió la absolución en
ocasión de formular sus conclusiones al finalizar el debate (art. 393, párrafo primero, del
Código Procesal Penal de la Nación), dado que ello implicaría contrariar las formas
sustanciales del juicio: acusación, defensa, prueba y sentencia.
Por su parte, la tesis reflejada en “Marcilese” –voto del juez Fayt, que coincide con su voto
disconforme en “Mostaccio”–consiste en que el pedido absolutorio del fiscal no imposibilita el
dictado de una condena, dado que el fiscal no puede desapoderar al tribunal del ejercicio de la
jurisdicciónni forzar al tribunal a adoptar determinada decisión y que no se ven afectadas ni
la imparcialidad ni la defensa, pues el tribunal ha condicionado su actuación a la
formulación de un requerimiento fiscal de elevación a juicio (art. 347 del CPP), y la defensa ha
podido tomar conocimiento de los cargos reflejados en dicho requerimiento y refutarlos
adecuadamente.

CONCLUSIÓN:
TARIFEÑO: Si el fiscal NO acusa en el plenario ------ NO se puede sentenciar.
SANTILLÁN: Si el fiscal NO acusa ------- El querellante conjunto “puede” acusar.
MARSILECE: Todo lo contrario, a Tarifeño.
MOSTACCIO: Vuelve a Tarifeño (voto Fayt sostiene Marsilece).

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