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NOMBRES Y APELLIDOS

CRISTIAN MAIDANA TORRICO


Diversas teorías sobre
la inspiración

LA TEORÍA NATURAL.

Según M. Pearlman esta teoría identifica la inspiración de los escritores sagrados con el
esclarecimiento y sabiduría espiritual que poseen tales hombres como Platón, Sócrates,
Browning, Shakespeare y otros genios del mundo literario, filosófico y religioso.

Esta teoría pretende despojar a las Santas Escrituras de todo lo sobrenatural y de su carácter
impar, reduciendo la inspiración de la biblia al nivel de los grandes pensadores y filósofos del
mundo.

No debemos comparar la inspiración de los escritos bíblicos con la inspiración de las grandes
obras literarias, aun cuando (como a menudo ocurre) los escritos bíblicos sean realmente
grandes obras literarias. La idea bíblica de la inspiración se relaciona, no con la calidad literaria
de lo que se ha escrito, sino con su carácter de revelación divina en forma escrita.

De acuerdo con el apóstol Pedro, esta teoría no es admisible ni aceptable. Pedro afirma que

“…entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,


porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (1 Pedro 1:20, 21 RVR60). La Biblia del Diario
Vivir comenta este pasaje pedrístico de la siguiente forma:

―«Los santos varones de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» significa que
las Escrituras no vinieron como consecuencia del trabajo creativo de la propia invención o
interpretación de los profetas. Dios inspiró a los que escribieron, así que su mensaje es auténtico
y confiable. Dios usó los talentos, la educación y la formación cultural de cada escritor
(ellos no fueron simples autómatas); y Dios cooperó con los escritores a fin de asegurar que el
mensaje que comunicaran fuera fiel.

LA TEORÍA MECÁNICA O DE DICTADO.

Esta teoría concibe que el Espíritu Santo dictara verbalmente cada palabra de las Escrituras a
cada escritor sagrado, por lo tanto ellos fungieron como simples secretarios o simples
amanuenses, presentándolos como instrumentos pasivos en las manos de Dios y no
necesariamente conscientes de ellos, negándose así la expresión personal de los escritores.

Los exponentes y defensores de esta teoría toman como ejemplo bíblico, para defender
su posición, el caso de Balaam que, cuando quería maldecir a Israel por dinero, Dios siempre
convertía cada ocasión en una de bendición para su pueblo Israel (Números 22—24). Pero este
relato histórico de la biblia, no pretende mostrar, bajo ningún concepto, el proceso de
inspiración, sino que se ocupa en resaltar magistralmente la protección que Dios le da a su
pueblo escogido, demostrando que el controla la historia a su favor.

Según P. Hoff, los escritores inspirados concibieron su obra y la escribieron conforme a la


intención divina, conservaron su personalidad, sus aptitudes personales e incluso algunas
deficiencias humanas, a las cuales Dios se acomodaba. Cada uno tiene su estilo y vocabulario
individual, y unos son escritores más capaces que otros. Por ejemplo, el estilo de Ezequiel es
monótono, gris y de una pobreza extraña si se le compara con el de Isaías. Este combina una
pasión religiosa con un fervor patriótico, pronunciando sus mensajes con energía e
incomparable elocuencia.

Warfield señala que las características de cada autor se reflejan en su obra: «Uno puede
reconocer la ferviente impetuosidad de un Pablo, la tierna santidad de un Juan, el genio
práctico de un Santiago, en los escritores que por medio de ellos, el Espíritu Santo nos ha dado
para nuestra dirección.»

H. L. Willmington comenta que debe hacerse notar que la Biblia es la historia del amor divino, y
que Dios no es ni remotamente mecánico ni frío, para que dictara fría e inexpresivamente la
Biblia a sus escritores. Y significa que el Espíritu Santo jamás traspasó los límites del vocabulario
del escritor.

Este autor cita al Dr. Charles Hodge, el cual escribió acertadamente sobre este tema: «La iglesia
jamás ha mantenido lo que se ha estigmatizado como la teoría mecánica de la inspiración. Los
escritores sagrados no eran máquinas. Su autoconocimiento no estaba suspendido; tampoco
fueron suplantados sus poderes intelectuales. Los hombres santos hablaban a medida que los
movía el Espíritu Santo. Eran hombres, no máquinas; no eran instrumentos inconscientes, sino
mentes vivas, pensantes, voluntarias, que el Espíritu utilizó como órganos…Los escritores
sagrados dejaron sus características en sus diversas producciones tan claramente como si no
hubiesen sido sujetos a ninguna influencia extraordinaria»

LA TEORÍA PARCIAL.

Dicha teoría sostiene que sólo ciertas partes de la Biblia están inspiradas. Esta sería, por
supuesto, la posición del teólogo liberal, el cual aceptaría gozosamente las porciones de la
Biblia que tratan del amor y de la fraternidad, pero rechazaría rápidamente los pasajes que
tratan del pecado, la justicia y el juicio futuro. Pero hay que decir que el cielo y el infierno son
como lo alto y lo bajo: no puede existir el uno sin el otro.

Según la teoría de la inspiración parcial, los escritores fueron preservados del error en
cuestiones necesarias a la salvación, pero no en materias como historia, ciencia, cronología y
otras cosas. De manera que según esta teoría sería más correcto decir que la ―Biblia contiene
la palabra de Dios, en lugar de decir que es la palabra de Dios.

El Dr. Gerald Nyenhuis comenta muy apropiadamente sobre esta teoría de la inspiración parcial:
La influencia del deísmo y el racionalismo, en el siglo XVIII, fueron de suma importancia en la
propagación de las ideas acerca de la inspiración parcial, lo cual llega hasta hoy. Esas ideas
dejaron fuertes dudas en la propia iglesia, ya que atacan las bases de las doctrinas principales
del cristianismo.

En general, han criticado los libros históricos, alegando que no participan en la inspiración de las
Escrituras como las otras partes, ejemplo de lo cual citan al Sermón del Monte o algunos pasajes
doctrinales. Esos críticos juzgan los libros históricos según normas extrabíblicas y afirman
que no son históricamente confiables, por lo que no pueden ser inspirados. Hoy, sin embargo,
hay muchos que dudan de los evangelios. Incluso los que indican que hay muy poco en ellos que
reflejen los verdaderos dichos de Jesús, aceptando solamente los que cumplan las normas que
ellos determinan como genuinas. El resto no tiene que ver con la inspirada Palabra de Dios.
Otros piensan que el libro de Apocalipsis es muy interesante y que posiblemente fue útil en un
momento, pero que un libro como ese no puede ser inspirado, aparte de una amplia
«inspiración» poética que no viene al caso.

La tendencia actual, vigente desde hace más de un siglo, de dividir la Biblia en «documentos»
que no son del autor autorizado por ella, ni de su tiempo, es otra manera de hacer parcial la
inspiración de las Escrituras. Lo peligroso de esto es que destruye la unidad orgánica de la
Palabra de Dios, falsificando las relaciones internas entre los libros y dentro de estos mismos. La
Biblia, como Palabra de Dios que es, constituye una unidad; destruir esa unidad es tergiversar el
mensaje de la Biblia, pues anula la interdependencia de las partes.

Al evaluar esta teoría nos percatamos que la misma sumerge a las personas en una
incertidumbre y en un constante cuestionamiento sobre la confiabilidad de las Escrituras,
porque ¿cómo distinguir en la Biblia, entre lo que es o no es inspirado de Dios? ¿Existirá en el
mundo religioso alguna autoridad infalible que pueda definir con precisión que parte de la
Biblia es de origen divino y cual humana?

Nosotros creemos que aunque hay en la Biblia palabras, dichos y cosas que vinieron de fuentes
no divinas (como satanás, o los seres humanos pecadores); sin embargo, sí es inspirado
que hayan quedado escritas en la Biblia, porque “las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron” (Ro. 15:4).

LA TEORÍA DEL CONTENIDO O DINÁMICA.

Esta teoría de contenido plantea que sólo la idea principal de un párrafo o de un capítulo está
inspirada por el Espíritu Santo, y el escritor sagrado imprime su estilo y forma al resto de lo que
escribe, resultando así entonces un producto directo de la intervención divina y humana,
implicando la posibilidad de los llamados errores escriturales. Esta teoría convierte a la Biblia
en un producto enteramente humano, porque lo único que reconoce como divino es el
«empuje», el «soplo», la «visión». P. Hoff plantea que esta teoría centra su atención en que el
Espíritu Santo imparte los conceptos pero deja en libertad al escritor para expresarlos en sus
propias palabras y con su propio estilo.

Dios habla a través de los hombres elegidos pero estos no son instrumentos pasivos en el
proceso; cada autor da expresión a los pensamientos divinos según su propia personalidad.

Y el Dr. G. Nyenhuis, explica que esta teoría, ―…diría que aun cuando la Biblia tenga altísimos
conceptos, pensamientos, ideas y aun verdades profundas, sigue siendo un producto humano
con todos sus errores y totalmente falible.‖ El propio autor significa: Las implicaciones negativas
que tiene la aplicación de esta teoría dinámica de la inspiración bíblica cuando él se refiere a
que una variante de esta teoría, en su forma más reciente, indica que la Biblia es el «testimonio»
de la revelación. Los escritores, por un «acto» del Espíritu, a aquellos a quienes les fue dada una
sensibilidad espiritual especial, dieron «testimonio» de esta experiencia. Isaías, por ejemplo, vio
la situación internacional como resultado del pecado y, aun así, dentro del desarrollo del plan
de Dios en el mundo. Lo que vio Isaías fue una iluminación del Espíritu Santo, pero lo que escribió
fue producto de él; fue su intento, fallido por supuesto, de dar testimonio de esta visión. Los
hábitos, costumbres y cultura de sus tiempos, sus tradiciones y sus esperanzas, dejaron en él
una fuerte huella, tal como se puede imaginar, y en el «testimonio» que escribió. Además,
[plantean ellos—nota añadida] no tenemos seguridad alguna de que la «revelación» de la que
dan testimonio los escritores, fuera auténtica y genuina. Es interesante e importante valorar
las observaciones que hace el teólogo Pearlman al refutar esta teoría conceptual de la
inspiración de la Biblia. Él declara y afirma:

Que el énfasis de la doctrina de la inspiración bíblica no está en los hombres inspirados sino en
las palabras inspiradas. “Dios… habiendo hablado en otro tiempo a los padres por los
profetas.” (He.1:1). “Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.”
(2 P.1:21). Además, es difícil separar palabra y pensamiento; un pensamiento es una palabra
interna…una palabra es un pensamiento expresado. Los pensamientos divinamente inspirados
naturalmente serían expresados en palabras inspiradas divinamente. Pablo nos habla de
“palabras… que el Espíritu Santo enseña” (1 Co.2:13).

TEORÍA DE LA INSPIRACIÓN PLENARIA Y VERBAL.

Esta teoría es la que tradicionalmente se acepta como el único punto de vista correcto
en cuanto a la inspiración de la biblia. P. Hoff explica que esta hipótesis:

Insiste en que el Espíritu Santo no sólo inspiró conceptos y pensamientos, sino que tuvo el
cuidado de que cada escritor seleccionara las palabras correctas y precisas para transmitir la
palabra de Dios. Esto no implica que el Espíritu Santo dictara el texto palabra por palabra de
forma mecánica, pues respeta la personalidad de los autores humanos al reconocer que sus
características como escritores son preservadas con respecto a su estilo y vocabulario, pero
sin intromisión de errores.

La inspiración es «plenaria» en el sentido de que «la exactitud que la inspiración verbal asegura,
se extiende a la totalidad de la Biblia, de manera que esta es en todas sus partes tanto infalible
en cuanto a la verdad como final en cuanto a su autoridad divina»

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