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La Maldonado

Cuando Don Pedro de Mendoza fundó por primera vez Buenos Aires, mandó
construir una empalizada de protección alrededor del pequeño poblado.
También dio la orden de que ninguna persona abandonase el lugar. De ese
modo, todos estarían protegidos de lo que desconocían.
Con el tiempo, la escasez de alimentos se hizo sentir. Una mujer, desesperada,
desafió la prohibición. Se marchó en busca de algo para comer. Su apellido era
Maldonado, y cuentan que caminó y caminó hasta caer extenuada a la entrada de
una cueva, a la vera de un arroyo.
De lo profundo de la cueva salió un puma hembra que le arrojó un trozo de
carne cruda. Cuando la mujer despertó, devoró esa carne con ansias... De pronto,
escuchó terribles rugidos: era la puma, que estaba por dar a luz.
La Maldonado vio que sufría mucho y la ayudó. Los dolores de la puma parecieron apaciguarse con los cuidados de la mujer y al rato,
nacieron dos cachorros.
Su madre comenzó a lamerlos con cariño, y la española se quedó junto a ella.
A los pocos días, cuando los indios del lugar se aproximaron, vieron una escena asombrosa. La extranjera permanecía junto a la puma
y sus cachorros, sin
temer a la ferocidad de las fieras. Se llenaron de respeto ante ella.
Una mañana, una partida de soldados encontró sola a la desdichada mujer y la
llevó de regreso al fuerte. Allí su desobediencia fue juzgada.
La condenaron a muerte. Fue atada a un poste al lado del arroyo y la dejaron amerced de los animales salvajes. La Maldonado estuvo
ahi desde la mañana hasta
la noche, temblando de miedo y llorando su desgracia.
Cuando salió la primer estrella, escuchó los rugidos terribles que se acercaban.
Un puma levantó sus garras para atacarla, otro animal de la misma especie salió
de las sombras, se trenzó en lucha con el primero y salió victorioso. Sus ojos habían relampagueado con furia en la pelea. Ahora,
lamía los pies de la Maldonado...
¡Era la puma madre, que había venido a defenderla!
Al amanecer del tercer día, volvieron los soldados. Ninguno de ellos pudo acercarse, pues la puma lo impidió, furiosa. Tuvieron que
disparar al aire para alejarla.
Conmovidos por lo ocurrido, la condena fue dejada sin efecto. La Maldonado recibió el perdón. Desde ese momento, el arroyo que por
allí pasaba lleva su
nombre.
Actualmente, la corriente de agua del arroyo Maldonado está entubada, y por
encima de ella corre una de las más importantes avenidas de la ciudad.
Fotografía: Yamila Lucero
Escuela Nº 17 D.E. 20 Carlos Morel - 6º grado “C” T.T.
Autores: alumnos de 6º grado “C

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