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repeler la fuerza del Estado Islámico en el valle Pech, región donde se han
concentrado los enfrentamientos en los últimos años.
Y es que, aunque parezca extraño que la nación americana ayude a una
organización terrorista de algún modo, el riesgo que representa el ISIS a los
Estados Unidos es mayor por la predilección e intereses del grupo por los ataques
terroristas internacionales; en comparación del grupo talibán, que se limita a
realizar solo ataques en su región. Probablemente, luego de la retirada oficial de
tropas norteamericanas, este apoyo a través de agentes externos continúe y en
algunas regiones se incremente.
La OTAN se marcha
El pasado 14 de abril, a través de su cuenta oficial de twitter, el Departamento de
Defensa de los Estados Unidos señalo que aproximadamente, dentro del territorio
asiático, la OTAN cuenta con 10,000 efectivos y de los cuales 2500 son
estadounidenses. Annegret Kramp-Karrenbauer, la ministra de Defensa de
Alemania realizo un anuncio similar en nombre de la OTAN, y que esta tenía los
mismos intereses. Estas fueron sus palabras: "Siempre lo dijimos: entramos juntos
y saldremos juntos. Soy partidaria de una retirada ordenada y asumo que así lo
decidiremos hoy", dijo a la televisión pública de su país.
Los principales funcionarios de Occidente han advertido sus
preocupaciones por esta acción, entre ellos, Jens Stoltenberg -secretario general
de la OTAN-, han considerado la posibilidad que se reinicie una guerra civil en
pugna contra los talibanes, al retirar todo el apoyo extranjero al ejército de afgano.
Son tropas, armas, aviones y logística de las cuales carecen sin el sostén
internacional. No obstante, el presidente de Afganistán Hamid Karzai, en algunas
declaraciones, ha dicho que está preparado para continuar el combate contra
estos guerrilleros.
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-en su mayoría niñas-, el gobierno afgano ha atribuido el ataque a este grupo. Esta
presión ejercida, se debe al rompimiento del acuerdo realizado con Donald Trump
en 2020, en el cual se acordaba la retirada de las tropas estadounidenses desde
el 1 de mayo a cambio de cese de ataques por parte de esta facción. Este empuje,
cuestiona la prorroga que ordenó Joe Bien y que, legalmente, está infringiendo.
Mientras tanto, el ejercito de desposeídos -su población-, paga las consecuencias,
debido a que ningún convoy o base norteamericana ha sido afectada hasta el
momento.
Después de 20 años de una interminable guerra, el panorama hoy es bien
distinto. Un conflicto que inicio para localizar a los líderes de Al Qaeda, frenar los
atentados terroristas en Estados Unidos y hallar a los responsables del ataque del
9-11, solo logro lo contrario. Fue una operación fallida que solo prolifero los
conflictos terroristas en los territorios musulmanes, hecho que el mismo Biden
calificaría como un “terrorismo que hizo metástasis en el mundo.” Un billón de
dólares gastados, la muerte de 2 mil soldados estadounidenses, 60 mil militares y
policías y al menos 38 mil civiles afganos fallecidos, reporto en 2019, Tadamichi
Yamamoto jefe de la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA)
desde que comenzó el conflicto en 2001 y que, al parecer, no existen señales para
que el número pare de crecer para mala suerte, de la población devastada por la
guerra.
La presencia de estos contratistas, muestran el interés que existe por parte
de los norteamericanos por no abandonar la zona y es que luego de su retirada
del lugar, el control total de los talibanes podría revitalizar las actividades de Al
Qaeda en la zona. Dejar esta región a su suerte podría ser contraproducente para
los Estados Unidos porque permitiría que el grupo, con el que ha luchado por más
de dos décadas, resurgiera más fuerte que antes.