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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades


Depto. de Ciencias Históricas

Monjes Benedictinos
“Gestores y Colaboradores de la Revolución Social”

Matias Aguayo Gallardo


Historia Medieval
Prof. Ítalo Fuentes B.

La libertad, para ser hombre.

Y la pobreza, para ser libre1.

De la Galia a Bizancio, de Britania hasta el extremo sur de la gran bota de Europa, pasando
por el Mare Nostrum, llegando incluso a las tierras de los faraones; en muchos lugares de la
Europa medieval encontramos comunidades apartadas de toda sociedad, lugares de saber,
oración y recato, lugares muchas veces misteriosos, enclaustrados en su ley; comunistas
dirán algunos, fanáticos dirán otros, chicos rebeldes que solo buscan aventuras juveniles
para contarlas de adultos, los tildaríamos de hippies en la actualidad, pero no; son jóvenes
humildes, muchas veces pobres, también los hay adultos, mujeres, niños, que solo buscan a
Dios… Y lo encuentra, en la obediencia, en la humildad, en la soledad y sobre todo en la
pobreza; porque no dijo Jesús, según dice Mateo “Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos” 2. Dicho esto, hay quienes lo llevaron a cabo
porque creían en aquello, hay quienes fueron pobres, humildes y obedientes por voluntad
propia y ellos, toda una vida la dedicaron y la dedican a Yahvé. Llamados monjes; del latín
monachus3 que significa “solo”, “único”, “solitario” 4, fueron quienes practican una vida
austera, de voto a Dios, pero no hubo algo que uniese en la vida monacal, hasta que a
1
Casaldáliga, P., 1984, “Cantares de la entera libertad”, Antología para la nueva Nicaragua, Edición Conjunta:
I.H.C.A. – C.A.V.- C.E.P.A., Managua, Panamá.
2
LA CASA DE LA BIBLIA, 1994, Biblia de América, 5° ed., Madrid, La casa de la biblia.
3
Del Col, J. Juan, 2007, “Diccionario auxiliar español-latino”, Bahía Blanco, Inst. Superior Juan XXIII, <
http://www.colegiosanjose.net/latin/diccionarios/diccionario_latin.pdf>, [consultado: 07 dic. 2016].
4
Salva, V., 1843, “Diccionario Latino-español”, 5°ed. Valencia, Málaga, 520pp.
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principios de siglo VI, alguien llamado Benedetto da Norcia decide comenzar a escribir una
regla, la cual seguirá siendo hasta hoy en día uno de los textos más importantes para las
abadías o monasterios, en particular para los benedictinos. Dicha regla, conocida y
difundida desde Montecassino para el mundo será lo que conocemos hoy con el nombre de
“La regla de San Benito”, que regula casi únicamente a la comunidad de monjes hasta
aproximadamente el siglo XII. Tanto será el revuelo que causa esta regla, que comienzan la
proliferación de monasterios por casi toda Europa, permitiendo a los monjes llegar a
muchos lugares, donde con el tiempo motivados por la ayuda al prójimo y ser un buen
servidor de Dios, serán quienes apoyen los movimientos sociales de pobres que durante la
edad media abundaron por Hispania, Galia, Bizancio entre otros tantos lugares de Europa,
serán estos siervos del señor, humildes y pobres, quienes cumplirán un rol trascendental en
la sociedad del medioevo, a tal punto que grupos “revolucionarios” nacerán desde los
mismos monjes. Por lo mismo en breves páginas y sin ánimos de simplificar la historia,
navegare por un periodo de nuestra historia, que se encuentra altamente marcado por la
vida social de las personas y donde nacen grandes ideologías que tomara Marx para
levantar su tesis socialista o Bakunin que se inspirara tanto por la vida monástica en el
sentido de autogestión como en la vida aldeana de la edad media para decir que podemos
vivir en comunidad y sin estado. Es por esto mismo que sostengo que gracias a estos
“hippies medievales” los movimientos sociales pudieron llevar a cabo grandes cambios que
en este momento no juzgaré si fueron positivos o negativos y además que estos mismos
fueron en sí un movimiento social, ya que planteaban un modo distinto de ver la vida de
Jesús y la labor de la iglesia.

Un poco de Historia…

Los monjes como clase aparecen a finales del S. III, aunque antes de esto podemos
encontrarlos inmersos en el desierto o aquellos practicantes budistas, entre tantos otros,
pero es en esta fecha donde aparecen como personajes de la iglesia 5. La naciente Europa se
encontraba aún en pañales cuando dentro de un monasterio llamado Montecassino, Benito
escribe una regla, que se difundió por diversas razones, principalmente porque era llamativa
y gozaba de excelencia. En sus páginas podemos encontrar la práctica del monacato y junto
a esto la caridad, la armonía espiritual y física… en sus líneas observamos la guía perfecta
5
Knowles, D., 1969, “El Monacato Cristiano”, Madrid, Ed. Guadarrama S.A., 9pp.
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para el monje6, por estas razones su difusión permitió una expansión monástica de norte a
sur y de este a oeste; naciendo así lo que conoceremos posteriormente como “Siglos
Monásticos”. Desde la muerte de San Benito, monje que le regaló al mundo una regla que
nos enseña sobre armonía, caridad y humildad entre tanto otro, hasta el fallecimiento de
San Bernardo7, son los siglos mencionados anteriormente, cientos de años marcados por
estos personajes a los cuales les debemos mucho de nuestro conocimiento, caracterizada
también por algunos conflictos, destacados por la cristiandad. Posteriormente la división
entre los benedictinos crea dos grandes órdenes… una altamente litúrgica, monumental, la
otra, modesta, recatada y sencilla; ambas tienen un origen común, pero su forma de mirar
las cosas es diferente, tan diferente que hasta nuestros días son órdenes benedictinas
diferentes, estamos hablando de los cluniacenses y los cistercienses.

“Aliviar a los pobres…”8

El monasterio está en el mundo, pero no es el mundo9, tal frase refleja que los monjes a
pesar de pasar mucho tiempo de sus vidas en los monasterios, ninguno se debía olvida que
viene del exterior, por lo mismo, estos se deben al mundo de la misma forma que el mundo
ahora les debe tanto a ellos.

Benito, hombre sabio que supo y entendió esto, plasmó en su manuscrito lo que arriba dice
-aliviar a los pobres- esto refleja claramente el compromiso social con el cual contaban los
monjes. Ayudar, acoger y proteger, ideales monásticos, que se vieron reflejados en la
demanda hacia el mundo apostólico, pues son estos quienes exigen, ya inmiscuyéndose en
lo que podríamos decir “la vida política-religiosa”, la pobreza apostólica 10. Es esto lo que
los lleva en un comienzo a situarse como un movimiento “social”, pues están contra la
ortodoxia que estaba de moda por la iglesia, que es la ostentación, monumentalidad y
acomodamiento.

“Visitar a los enfermos…”11

6
Ídem. 33 – 34pp.
7
Knowles, M. D., 1983, “Nueva Historia de la Iglesia” TOMO II, 2° ed., Madrid, Ediciones Cristiandad, 127pp.
8
Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid, EDICA S.A., 82pp.
9
Colombás, G. M., 1999, “La tradición Benedictinas”, Montecassino, Zamora, 95pp.
10
Cohn, N., “En Pos del Milenio”, 3°ed., Madrid, Alianza.
11
Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid. EDICA S.A., 82pp.
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No hablamos solo de ir a verlos, el rol social y espiritual que tenían los monjes era especial,
pues, la unión a la pobreza y a los enfermos les permitía ayudar a estos mismos, en el
ámbito de la salud hay veces que son ellos quienes, al poseer los conocimientos necesarios,
pueden ayudan a heridos, forasteros que llegan pidiendo ayuda por alguna dolencia, entre
otros… pero esto no es solo biología, existe espiritualidad también, pues “curaban el alma”,
acompañan a estos enfermos para darles a conocer a Dios, sin parecer arrogantes, pues
navegaban siempre en las aguas de la humildad. Con el devenir de los años, se hicieron
conocidos tanto monjes y posteriormente frailes, por cuidar de pobres y enfermos, como lo
venían haciendo desde hace cientos de años12. La humildad con la cual actuaban, la
sencillez

de su accionar les permitió ayudar en momentos de crisis y con “crisis” me refiero a


enfrentamientos populares contra el opresor, por la exigencia de igualdad, de nuevas
oportunidades y más…

“Ayudar al atribulado…”13

Los afligidos moralmente14 reciben apoyo y compañía de quienes llevan la vida monacal, la
regla así lo dice y es así como lo practican. Monje, aunque solitaria la vida ha de llevar,
según el propio nombre lo dice, acompaña a quienes afligidos están, no es sorpresa que
estos cumplan tal función, pues el consuelo dado será siempre la palabra de Dios. Esto va
más allá de si ocurría dentro de quienes se encontraban desesperados o con pesadumbre por
las injusticias sociales de la época, pues los monachus estaban ahí para quien los
necesitasen.

Monjes, revolución y el mundo…

El mundo medieval está impregnado por los social y lo religioso, esta amalgama perfecta
propicia que la “edad media” se derrumbe como mito de sumisión y época oscura, pues hay
quienes sostenemos que gracias a esta época se formaron grandes ideologías como dije en
un comienzo, gracias a esto, tanto a la conciencia social, las crisis y el mundo religioso

12
Cohn, N., “En Pos del Milenio”, 3°ed., Madrid, Alianza, 82pp.
13
Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid, EDICA S.A., 82pp.
14
Real Academia Española, 2016, Diccionario de la Lengua española, [en línea], <http://dle.rae.es/?
id=ac78fSp>, [consultado: 12 noviembre 2016]
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podemos hablar de “revolución”, producto de los diversos movimientos de masas
provocados por los monjes15 o por laicos.

Desde hace mucho tiempo se afirma que los monjes fueron los pilares de Europa, pues el
padre de todos ellos es también “padre de Europa”16-sí, hablamos de San Benito- y a pesar
de todo lo que se puede rebatir respecto a esto, yo creo más que “pilares de Europa” – para

no basar todo en un eurocentrismo sobreexplotado- fueron los pilares fundamentales de la


sociedad, tanto en ayuda espiritual, física y psicológica.

Mientras transcurría la que se denomina “Alta Edad Media”, el movimiento monástico


toma cada vez más fuerza, llegando los monjes a adentrarse dentro de la vida política-social
e incluso económica, siendo grandes opositores de lo ostentoso de la iglesia apostólica.
Para entender por qué se produce esta mezcla entre religión y vida, tomaré prestada la
metáfora muy cierta de Alberto Magno, pues la sociedad medieval vivió “a la sombra de la
cruz”, pues no podemos entender esta época, segregada de la religiosidad y religión
misma… pues es el medioevo una fase de la historia de la humanidad, por excelencia
social, ya que como podemos saber, las revueltas campesinas 17 fueron frecuentes, donde
obviamente todas estas reivindicaciones sociales “encontraron su legitimación ante las
propias conciencias en teoría de profundo sabor religioso”18.

Mundo Rural y Mundo Monástico, una composición perfecta…

Las revueltas campesinas son muy usuales como sabemos en este periodo, las hay en
demasía, unas muy conocidas y otras no tanto… son estas revueltas, que muchas veces al
tratar de buscar justificación, la trataban de encontrar dentro del monasterio; donde
obviamente muchas veces encontraron asilo, como huésped o ideológicamente.

La comunidad del monasterio basa su vida y su práctica en el trabajo y conciencia rural,


muchas veces se habla de que los benedictinos además de tener una “mente medieval”,
15
Colombás, G. M., 1998, “El Monacato Primitivo”, 2°ed., Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 301pp.
16
Álvarez, A. OSB., “Los Benedictinos y los pilares de Europa”, [en línea], <
http://www.valledeloscaidos.es/files/San%20Benito%20y%20Europa%20_2_.pdf>, [consultado: 10
diciembre 2016].
17
Era el mundo rural, el lugar de predominio de las ideas Benedictinas, en contra posición con los
Franciscanos y/u otros mendicantes que son urbanistas, pues se manejan y desarrollan en ese ámbito.
18
Aragoneses, M. J., 1949, “Los movimientos y luchas sociales en la Baja Edad Media”, Madrid, Patronato de
Historia social de España del I.B.S. Consejo superior de investigación científica, 29pp.
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poseen también pensamiento “ruralizado”. El trabajo a la tierra, el funcionamiento de
comunidad, los diversos métodos rurales para resolver su vida, los hace ser así, que al fin
de cuentas está tan bien como la de los franciscanos y otras órdenes mendicantes que
adoptan un método urbano. Es por esta “mentalidad rural” que los monjes además de
entender las injusticias sociales, muchas veces cometidas por los señores del feudo, se
adentran en estos movimientos aportando con lo que saben -y sí que saben, pues son
hombres de letras-, muchas veces desobedeciendo lo que dice la regla; “Hacerse ajeno a la
conducta del mundo”19, - ¿pero que acaso las reglas mismas no están para romperse? -.
Muchas veces siguiendo su corazón o lo que creían justo, los monjes apoyaban estos
movimientos de masas, movimientos cuyo fin era la reivindicación social.

La revolución de Cluny…

Cluny es la salvación en cierto modo a un gran proceso de secularización de la sociedad -


principalmente partido en Francia, post fragmentación del imperio Carolingio- pues ya
actuando como mero alzamiento a lo que estaba aconteciendo, decide llevar a cabo una
reforma, que trajo consigo repercusiones importantes. Con Cluny aparece una nueva
concepción de la piedad militante20 donde no cabe ni el rey ni el obispo… es Cluny quien
lucha constantemente por la independencia de los monasterios que habían caído en manos
de déspotas señores, laicos y a veces en lugares donde la tiranía episcopal estaba al acecho.
Es por esto que los monasterios a partir de ahora se constituyen como “revolucionarios”,
obviamente sin dejar de lado la ferviente labor social que en ellos cargaba, la ayuda a el
mundo, pues ellos vienen del mundo.

Los cluniacenses, aunque partieron siendo una orden que buscaba la justicia, con el pasar
del tiempo se corrompieron, llegando a tener apariencia feudal, con una jerarquización
vertical21, llegando incluso a la sede papal con un que otro representante.

Los pobres, ya aburridos de tanta miseria, comenzaron grandes revueltas, desatadas por
varias partes, estas protestas se hacían contra la iglesia, pues venía naciendo una nueva
ideología, que tomaba mucha fuerza con el tiempo, tal ideología no se hizo esperar y desató
el gran movimiento social en la edad media.
19
Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid, EDICA S.A.,83pp.
20
Fossier, R., 1984, “La Infancia de Europa” Vol. I, Barcelona, Editorial Labor, S.A., 193pp.
21
Knowles, M. D., 1983, “Nueva Historia de la Iglesia” TOMO II, 2° ed., Madrid, Ediciones Cristiandad, 133pp.
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Milenaristas, revolucionarios y transformadores sociales

El milenarismo es, en resumidas cuentas, mil años donde reinará Jesús y que llegando a un
fin aparecerá el anticristo y será esta la batalla final del bien y el mal. Quienes creían en
esto, también hablan del último emperador el cual se esperará por mucho tiempo. Cohn en
su libro habla de la revolución de estos milenaristas, pues los cataloga con términos
modernos como anarquistas y revolucionarios… pero ¿Por qué les llama así?, las respuestas
son muchas y desde mi opinión los llama así porque se levantan contra la opresión y lo
establecido, son la heterodoxa del mundo cristiano, estigmatizados como herejes por la
Santa Iglesia Católica. Fueron estos mismos que persiguieron a clérigos, laicos, señores y
más pues eran estos quienes hacían mal al mundo, la iglesia era el anticristo en la tierra,
iniciaron revueltas y persecuciones a obispos y monjes, si… monjes, pues estos según ellos
justificaban el actuar de la iglesia y eran adeptos a esta, pero hay quienes salieron de las
esferas del poder episcopal y del poder monástico para unirse a esta fuerza renovadora.

Hay otros quienes en algún momento creyeron en estos movimientos, apoyándolos, pero
manteniendo su posición, un ejemplo claro es Bernardo de Claraval, que muchas veces
pensó que la iglesia y su clero eran las huestes del anticristo22.

Joaquín de Fiore…

Es este personaje quien tiene una mirada escatológica, pues sostiene que la historia se
contiene de tres etapas23, hay quienes le siguen y creen en lo que dicen, milenaristas, estos
revolucionarios también, pero esta vez ven a los monjes como poseedores del ejemplo a
seguir para poder llegar a la “vida perfecta”, bien lo refleja Duby al decir “Los monjes dan
el ejemplo: visten el hábito de abstinencia y se han apostado a la vanguardia de la marcha
colectiva”. Nuevamente podemos observar como la – ya en ese entonces cultura – vida
monástica se sigue como ejemplo y son quienes tienen la vanguardia, obviamente esto no
durará para siempre, pero se plantean ya como movimiento social y poseedores de la razón.

El cister, movimiento conservador de las bases…

22
Cohn, N., “En Pos del Milenio”, 3°ed., Madrid, Alianza, 80pp.
23
La historia tiene tres etapas, las cuales son la del padre que es la de la ley, luego le sigue la época del hijo
que es la de los sacramentos y termina con la etapa del amor, que corresponde a la del espíritu.
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“Cluny se ha olvidado de la regla, olvidaron sus ideales y ahora solo ostentan”, pueden
haber sido las palabras de quienes no estaban de acuerdo con la política religiosa de los
cluniacenses, por esto se empieza de apoco a gestar un movimiento de bases diríamos en la
actualidad, un movimiento que algunos tildaran de conservadores, retrógrados y otros como
unos verdaderos salvadores de la orden benedictina, hoy no es el momento de juzgar
aquello, solo manifestare que desde mi punto de vista, movimientos de bases son buenos
para reformar o cambiar lo establecido, pero provocar un quiebre solo debilita las fuerzas
de un movimiento y eso fue lo que pasó. Ya las bases habían hablado, querían respuesta a
lo pedido y por lo mismo deciden formar la orden del Cister, queriendo volver a sus
principios y obviamente a la lectura de las fuentes originales, hecho esto comienza un
cambio crucial, pues se gesta en si una orden altamente rigurosa, reglamentada, que vuelva
a la tierra y deja de lado lo que Cluny había venido haciendo, qué es la ostentación, el
olvido de la regla e inmiscuirse en temas que no debían ser de su interés.

Los cistercienses toman los pilares principales de la regla de San Benito, la obediencia, la
humildad y la taciturnidad24, además de no adentrarse en temas externos a la comunidad a
menos que fuese estrictamente necesario. Su legado es grande en el arte, Duby lo destaca
muy bien25, además pone a la palestra a un personaje nombrado anteriormente en este
trabajo, Bernardo de Claraval, su influencia es tal que marca muchos episodios de la
historia europea como eclesiástica, pero socialmente no muy activo, más que críticas a los
revolucionarios contra-iglesia y demás.

Benedictinos y otras órdenes…

Ya llegamos al fin de los siglos monásticos, la ciudad toma posición en la historia europea,
ya comienza a gestarse la gran potencia de Europa, no está en pañales ya, crece a pasos
agigantados y mucho de aquello se lo deben a los monjes, hijos espirituales de San Benito.
Ya en la ciudad hay quienes cumplen un rol social de masas parecido al de los benedictinos
en el mundo rural, son jóvenes mendicantes con fuertes ideales arraigados en Francisco de
Asís, hijo de burgueses, estos jóvenes se vuelven un movimiento social muy fuerte, con
graves críticas al imperio de la iglesia establecida, papal, institucional y jerarquizada,
además de apartada de la realidad social. Son estos jóvenes que tomando los ideales de
24
Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid, EDICA S.A., 86 – 100pp.
25
Duby, G., 1981, “San Bernardo y el arte cisterciense”, Madrid, Taurus Ediciones, S.A.
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estos monjes que viven lejos de la ciudad y que vía oral se transmitió su obra, logran
desarrollarse como movimiento de masas, ayudando a las revueltas y revoluciones ya no
campesinas – que seguían ocurriendo - si no que ahora, urbanas, dominadas por artesanos
aburridos del dominio señorial-feudal26. Estos jóvenes serán, lo que motivados por la
doctrina heterodoxa de San Francisco de Asís, funden la orden Franciscana.

¿Fin?

Hemos navegado por mares y océanos de ideas, algunas aclaradas y otras no tanto, hemos
visto como los pilares de Europa han sido quienes también son los pilares de grandes
ideologías del siglo XVIII y XIX, son así mismo fundamentales para la expresión rebelde
del descontento social en la época media, estas sencillas y humildes personas, quienes
escribieron la historia de Europa y nos heredaron todo el conocimiento clásico, fueron tan
importante que marcan siglos enteros de lo que se denomina “Edad Media”, siglos en los
cuales el campesinado fue trascendental a tal punto que tuvo que ser explotado para que
estos señores amasaran sus riquezas… pero esto no se quedó así, hemos visto que nadie
logró dominar a esta clase, rebelde, anarquista, ingobernable o como quieran tacharlos, a
nadie le resultó pues hubo quienes lucharon por ellos y sobretodo con ellos, estos son los
pilares de la Europa que dio a luz San Benito de Nurcia, estos pilares cohesionados por un
escrito, un libro, una regla, que más que mandar, aconsejaba, que mas restringir, permitía,
que más que obligar, guiaba.

La regla de San Benito, escrita en el siglo VI, pero tan vigente en el sentido de ayuda al
prójimo, tan válida en el apoyo, porque creo que el mensaje de Benito era ese, más que el
de reglamentar algo que venía practicándose hace año -el monacato- el mensaje que nos
deja la regla, dependiendo de quién y cuando sea leída, dejará una huella diferente, dejará
una lección distinta.

Monjes siempre unidos, siempre ayudando, siempre justos, siempre humildes, monjes
rebeldes, tan rebeldes que quieren lo mejor para el mundo, tan revolucionarios que
apoyaron revueltas campesinas que buscaban acabar con las injusticias, monjes tan
anarquistas que criticaban un sistema episcopal para luego cambiarlo radicalmente, monjes

26
Aragoneses, M. J., 1949, “Los movimientos y luchas sociales en la Baja Edad Media”, Madrid, Patronato de
Historia social de España del I.B.S. Consejo superior de investigación científica, 48pp.
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tan no-monjes que viven en comunidad, monjes transformadores de la edad media. Este es
su legado…

Fuente Utilizada

- Benito de Nurcia, 1979, “La regla de San Benito”, Madrid, EDICA S.A.

Bibliografía
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- Aragoneses, M. J., 1949, “Los movimientos y luchas sociales en la Baja Edad
Media”, Madrid, Patronato de Historia social de España del I.B.S. Consejo superior
de investigación científica.
- Casaldáliga, P., 1984, “Cantares de la entera libertad”, Antología para la nueva
Nicaragua, Edición Conjunta: I.H.C.A. – C.A.V.- C.E.P.A., Managua, Panamá.
- Cohn, N., “En Pos del Milenio”, 3°ed., Madrid, Alianza.

- Colombás, G. M., 1998, “El Monacato Primitivo”, 2°ed., Madrid, Biblioteca de


Autores Cristianos.
- Colombás, G. M., 1999, “La tradición Benedictinas”, Montecassino, Zamora,

- Duby, G., 1981, “San Bernardo y el arte cisterciense”, Madrid, Taurus Ediciones,
S.A.
- Fossier, R., 1984, “La Infancia de Europa” Vol. I, Barcelona, Editorial Labor, S.A
- Knowles, M. D., 1983, “Nueva Historia de la Iglesia” TOMO II, 2° ed., Madrid,
Ediciones Cristiandad.
- Salva, V., 1843, “Diccionario Latino-español”, 5°ed. Valencia, Málaga.
- LA CASA DE LA BIBLIA, 1994, Biblia de América, 5° ed., Madrid, La casa de la
biblia.

Linkgrafia

- Álvarez, A. OSB., “Los Benedictinos y los pilares de Europa”, [en línea], <
http://www.valledeloscaidos.es/files/San%20Benito%20y%20Europa%20_2_.pdf>.
- Del Col, J. Juan, 2007, “Diccionario auxiliar español-latino”, Bahía Blanco, Inst.
Superior Juan XXIII, <
http://www.colegiosanjose.net/latin/diccionarios/diccionario_latin.pdf>.

- Real Academia Española, 2016, Diccionario de la Lengua española, [en línea],


<http://dle.rae.es/?id=ac78fSp>.

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