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“ACCIÓN DE TUTELA (COLOMBIA)”

El amparo como lo conocemos es una figura relativamente nueva, en México fue


implementado en la constitución a partir de 1917, en Brasil en 1934, en Perú en
1979, en Colombia en 1992, y en Argentina fue hasta 1994.

La evolución que ha tenido el amparo a lo largo del tiempo, ha hecho de éste, el


mejor indicador para garantizar la tutela de los derechos fundamentales en
Latinoamérica.

En Colombia dicha figura recibe el nombre de acción de tutela, misma que protege
los derechos fundamentales, frente las acciones u omisiones de la autoridad o de
los particulares.

Por su parte, la Corte Constitucional colombiana ha delimitado seis tipos de


derechos fundamentales a tutelar mediante la acción de tutela:

a) Derechos civiles y políticos de aplicación inmediata;


b) Derechos fundamentales del título II, capítulo I;
c) Derechos de los niños, vida, integridad, salud, seguridad social,
alimentación equilibrada, nombre, nacionalidad, a tener familia, al cuidado y
amor, educación, cultura, entre otros, que estén establecidos en las leyes y
los tratados internacionales;
d) Derechos fundamentales innominados, como el mínimo vital;
e) Derechos fundamentales conexos, como a la verdad, la justicia y la
reparación;
f) Derechos fundamentales provenientes de los tratados de derechos
humanos y del derecho internacional humanitario.

La acción de tutela que se encuentra consagrada en la Constitución colombiana


de 1991 es, sin duda, uno de los dispositivos jurídicos más revolucionarios; el
antecedente político más próximo a la promulgación de dicha constitución, fue la
fallida reforma constitucional en 1988 y el consiguiente surgimiento de un
movimiento estudiantil que cambió el rumbo constitucional del país casi
inesperadamente.

Esta Constitución vino a remplazar a la carta fundamental de 1886, sin embargo,


no se produjo en Colombia ningún acercamiento o aproximación real a las
instituciones del derecho de amparo hasta 1991.

Esto resulta especialmente contrastante si se compara con el desarrollo que


dichas instituciones tuvieron en países como México, Venezuela, Brasil o
Argentina, en donde la justicia constitucional y las instituciones de amparo
resultaban para aquel entonces ya un hecho.

La acción de tutela se encuentra consagrada en el artículo 86 de la Constitución


Colombiana de 1991.

“…Artículo 86. Toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante
los jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento preferente
y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección
inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera
que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública.

La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se


solicita la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de
inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante el juez competente y, en
todo caso, éste lo remitirá a la Corte Constitucional para su eventual
revisión.

Esta acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio


de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable. En ningún caso podrán transcurrir más
de diez días entre la solicitud de tutela y su resolución.

La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya
conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de
quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión…”

Partiendo del contenido de este artículo, podemos definir la acción de tutela como
una "acción judicial subsidiaria, residual y autónoma, dirigida a permitir el control
constitucional de las acciones u omisiones de todas las autoridades públicas y
excepcionalmente de los particulares", pudiendo ser interpuesta "por cualquier
persona para la defensa pronta y efectiva de los derechos fundamentales cuando
ello resulte urgente para evitar un perjuicio irremediable o cuando no exista otro
medio de defensa judicial que sirva para tales efectos".

De conformidad con el decreto 2591 de 1991, por el cual se reglamenta la acción


de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política, dicha acción
podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquiera persona vulnerada o
amenazada en uno de sus derechos fundamentales.

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La acción de tutela podrá ejercerse en todo tiempo, salvo cuando fuera dirigida
contra sentencias o providencias judiciales que pongan fin a un proceso,
caducando a los dos meses de ejecutoriada la providencia correspondiente.

Esta acción será dirigida contra la autoridad pública o el representante del órgano
que presuntamente violó o amenazó el derecho fundamental. 

Se hará mediante una solicitud, la cual deberá expresar con claridad la acción o la
omisión que la motiva, el derecho que se considera que fue violado o amenazado,
el nombre de la autoridad pública, o del órgano autor de la amenaza o agravio, y la
descripción de las demás circunstancias relevantes para decidir la solicitud,
incluyendo además el nombre y el lugar de residencia del solicitante.

Al realizar la solicitud, no es necesario citar la norma constitucional infringida,


cuando se determine claramente el derecho violado o amenazado, podrá ser
ejercida, sin ninguna formalidad o autenticación. 

La tramitación de la tutela estará a cargo del juez, del presidente de la Sala o del
magistrado a quien éste designe. El juez que conozca de la solicitud podrá tutelar
el derecho, prescindiendo de cualquier formalidad y sin averiguación previa,
siempre y cuando el fallo se funde en un medio de prueba del cual se pueda
deducir una grave e inminente violación o amenaza del derecho.

El juez podrá requerir informes al órgano o autoridad contra quien se hubiere


hecho la solicitud y pedir el expediente administrativo o la documentación donde
consten los antecedentes del asunto. La omisión injustificada de enviar esas
pruebas al juez acarreará responsabilidad y el plazo para informar será de uno a
tres días, según la distancia y la rapidez de los medios de comunicación.

Si el informe no fuere rendido dentro del plazo correspondiente, se tendrán por


ciertos los hechos y se entrará a resolver de plano, salvo que el juez estime
necesaria otra averiguación previa.

Tan pronto llegue al convencimiento respecto de la situación litigiosa, el juez podrá


pronunciar el fallo, sin necesidad de practicar las pruebas solicitadas.

Si al concederse la tutela hubieren cesado los efectos del acto impugnado, o éste
se hubiera consumado de manera que no fuera posible restablecer al solicitante
en el goce de su derecho violado, en el fallo se prevendrá a la autoridad pública
para que no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que dieron mérito para
conceder la tutela, y que, si procediere de modo contrario, será sancionada.

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Una vez que se haya pronunciado el fallo que concede la tutela, la autoridad
responsable del agravio deberá cumplirlo sin demora; y en dado caso que no lo
hiciere dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes, el juez se dirigirá al
superior del responsable y le requerirá para que lo haga cumplir y abra el
correspondiente procedimiento disciplinario contra aquél.

Pasadas otras cuarenta y ocho horas, ordenará abrir proceso contra el superior
que no hubiere procedido conforme a lo ordenado y adoptará directamente todas
las medidas para el cabal cumplimiento del mismo, pudiendo el juez sancionar por
desacato al responsable y al superior hasta que cumplan su sentencia.

Dicho fallo podrá ser impugnado por el Defensor del Pueblo, el solicitante, la
autoridad pública o el representante del órgano correspondiente, dentro de los tres
días siguientes a su notificación, sin perjuicio de su cumplimiento inmediato.

En dado caso que carezca de fundamento el fallo, se procederá a revocarlo, y si


se encuentra ajustado a derecho, lo confirmará. En ambos casos, dentro de los
diez días siguientes a la ejecutoria del fallo de segunda instancia, el juez remitirá
el expediente a la Corte Constitucional, para su eventual revisión.

Siendo competentes para conocer de la acción de tutela, los jueces o tribunales


con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la amenaza que
motivaren la presentación de la solicitud.

De lo anterior advertimos que, a pesar de tener apenas treinta años de ser


aplicada la acción de tutela, se ha convertido en el mecanismo más importante en
materia de defensa de los derechos fundamentales y el más cercano a los
ciudadanos, convirtiéndose así en la acción más utilizada por los colombianos.

La tutela, al establecerse como una garantía eficaz, expedita y desprovista de


formalidades, ha relegado e incluso deslegitimado el sistema de acciones
ordinarias ya sean civiles o administrativas, por su lentitud, complejidad e
ineficacia.

Sin embargo, muchos acusan a la acción de tutela de la desarticulación


institucional y una grave inseguridad jurídica, resultando desestimadas dichas
argumentaciones pues la misma se presenta como una problemática solución a
un sistema de justicia ineficaz.

Ahora bien, en nuestro país lo que conocemos como amparo se encuentra mucho
más estructurado que la acción de tutela, pues tiene más de cien años de haberse
establecido en la Constitución mexicana, es por ello que considero que aún faltan
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implementar cuestiones como formalidades básicas en el sistema colombiano, una
adecuada valoración de todas las pruebas ofrecidas sin saltarse etapas en el
proceso al arbitrio del juez, entre otras cosas.

No obstante, el procedimiento de la acción de tutela, se caracteriza por imprimirle


un carácter preferente y sumario, como lo ordena la propia Constitución, teniendo
como requisito que el contenido de la solicitud de tutela sea el mínimo necesario
para que el juez pueda establecer con claridad la identidad de las personas y
autoridades involucradas, lo mismo que los hechos relevantes relativos a la lesión
o amenaza de los derechos fundamentales, lo cual conlleva ventajas y
desventajas, teniendo además el juez amplias facultades para decretar las
pruebas que estime conducentes, dictando el fallo sin necesidad de que se
practiquen todas las pruebas, tan pronto el juez llegue al convencimiento respecto
del asunto sometido a su decisión.

BIBLIOGRAFÍA

 Decreto 2591 de 1991, por el cual se reglamenta la acción de tutela


consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política. Santafe de Bogotá
D.C., a los 19 días de noviembre de 1991. Diario Oficial No. 40.165.

 Silva, C. L. (2011). La acción de tutela en Colombia.


http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
21472011000100005

 César, L. (2011). El proceso de amparo en América Latina.


https://www.corteidh.or.cr/tablas/r27649.pdf

 Quintana, E. E. (2016). Entre la experimentada acción de amparo mexicana


y la adolescente acción de tutela colombiana: algunos semblantes críticos.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
21472016000200006

 Eduardo, C.M. (1997) 9. LA ACCIÓN DE TUTELA EN COLOMBIA.


https://www.redalyc.org/pdf/197/19730115.pdf

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