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VISIÓN ONTO-EPISTEMOLÓGICA EN EL MODO DE PRODUCCIÓN

CAPITALISTA

INTRODUCCIÓN.
El capitalismo como organización política, social y económica está fundamentado en
la economía de mercado y en la acumulación paulatina de capital. Es un modelo de
producción inventado por el hombre para superar los procesos de alienación y esclavismo
que otorgaba el modo de producción feudal del Siglo XV y del Siglo XVI, y para superar
también los niveles de pobreza material en países desarrollados y en vías de desarrollo. Es
en el Siglo XIX, con la Revolución Industrial cuando se consolida el capitalismo como
modelo económico de los países Europeos, y en el Siglo XX en los países
Latinoamericanos, teniendo su mayor auge luego de la Segunda Guerra Mundial.

El propósito de estas reflexiones es develar la visión onto-epistemológica en el modo


de producción capitalista, a fin de reconocer las principales vertientes epistemológicas del
capitalismo que le han otorgado al Estado y sus agentes cierto papel en la economía, y de
cuestionar los incesantes conflictos políticos, sociales y económicos que trae consigo el
modelo capitalista.
VISIÓN ONTO-EPISTEMOLÓGICA EN EL MODO DE PRODUCCIÓN
CAPITALISTA

El capitalismo como modelo económico de producción es muy cuestionado en la


actualidad porque utiliza al ser humano como una mercancía más que forma parte del
capital de la empresa. Como modelo de producción afecta la economía, la política, y los
aspectos sociales y culturales de una nación, por ello en este ensayo se diserta sobre el
papel del Estado en el capitalismo, los basamentos epistemológicos de ciertos teóricos del
capitalismo, Como Schumpeter, Veblen y Perroux, quienes lo consideran una fábrica de
innovaciones que constantemente está en movimiento, a fin de que la creatividad
innovadora sea el norte de la producción.
Generalmente es la propiedad privada la que crea el capital como mecanismo de
producción y de obtención riquezas a través de la oferta y la demanda, en relaciones
empresariales que están relacionadas con actividades de inversión y obtención de
beneficios, con relaciones laborales que pueden ser autónomas y también pueden ser
asalariadas, siempre con la finalidad de desarrollar el mercantilismo en la producción y
consumo de bienes y servicios. En esas relaciones el Estado de los distintos países siempre
ha tenido participación directa o indirecta, porque en las sociedades capitalistas las clases
socialmente alta que dirigen la economía forman parte de la dirigencia política, lo que
implica que el Estado juega un papel importante en la economía del sistema capitalista,
influyendo indirectamente en la competencia en el mercado, las cadenas de abastecimiento
y la distribución de la riqueza en los agentes económicos.

Epistemológicamente, con respecto a la participación del Estado, es gracias a las


tendencias liberalistas del capitalismo de Smith y Kaynes, que el Estado tiene cierto grado
de participación en la economía privada, pues sólo puede encargarse del ordenamiento
jurídico que garantice legalmente el respeto a la propiedad privada, y defienda los derechos
civiles, la seguridad social, y la implantación de Planes de Estado que garanticen el libre
funcionamiento de las empresas y de los mercados de producción de bienes de consumo.
Como sistema económico y político, el capitalismo ha sido instaurado por Adam Smith
(1723-1790), quien sostiene que el Estado tiene una cuota mínima de participación en el
modo de producción capitalista. Con su trabajo sobre la naturaleza y las causas de las
riquezas en las naciones en 1776 Smith convirtió a la economía en ciencia, y por supuesto
se empezó a aplicar los principios de la investigación científica. Este autor postuló la
existencia de una norma natural para la economía y para la naturaleza humana. En palabras
de Smith (1997) postula que el Estado debe defender a su sociedad de otra sociedad;
proteger a los ciudadanos de los otros ciudadanos, y tener instituciones públicas que
apoyen el modelo capitalista, como los bancos, por ejemplo. Defiende de esta manera la
naturaleza humana, el ser en su totalidad porque de esta manera con la intervención del
Estado se evita la explotación indiscriminada del hombre por el hombre, a la vez que le da
libertad al ciudadano para producir y comerciar, pero sin irrespetar los derechos humanos.
Por otro lado, Jhon Masynar Keynes, otro precursor del capitalismo, postula otra
tendencia epistemológica según la cual el Estado puede intervenir a fin de incrementar el
proceso de demanda en épocas de crisis y de recesión para controlar la economía a través
de leyes de política fiscal, porque “Keynes consideraba que la economía clásica descansaba
en dos postulados: 1) la igualdad entre el salario real y el producto marginal del trabajo, y
2) la igualdad entre el salario real y la desutilidad marginal del trabajo”. (Ros Jaime, 2012).
Por eso Keynes sostiene que el equilibrio al que tiende el libre mercado depende de factores
como la demanda agregada y el pleno empleo, de esta forma lo que se produce y tiene
demanda genera recursos económicos, para seguir invirtiendo.
La participación del Estado en las cadenas de producción de cualquier país puede
traer las ventajas que expresan Smith y Keynes, pero también puede traer desventajas
porque en países que no comulgan con el capitalismo ellos legislarán a favor del Estado
para obtener de las empresas el máximo de impuestos que puedan. También le negarían
subsidio en la adquisición de bienes y de materias primas provenientes del extranjero, todo
con el fin de que el capitalismo fracase.
En cuanto a fundamentos epistemológicos relacionados con el fin último del
capitalismo, encontramos tres vertientes que confluyen en una sola idea: la dinámica del
capitalismo exige constante innovación de bienes y servicios. Entre ellos están: Joseph
Alois Schumpeter (1883-1950), Thorstein Veblen (1857-1929), y Francois Perroux (1903-
1987). El primero en 1942 propuso el postulado de la destrucción creativa que otorga el
capitalismo, porque destruye las empresas poco creativas y poco competitivas, de esta
manera el proceso de acumulación de capital las conduce continuamente a competir entre
ellas y a transformar y solo subsisten las más poderosas. Así, “el impulso que pone y
mantiene en movimiento la máquina capitalista proviene de los nuevos objetos de consumo,
de los nuevos métodos de producción y de transporte, de los nuevos mercados, y de los
nuevos tipo de organización industrial” (Guillén, 2005: 17).
Estas ideas las sigue Perroux (1903-1987) quien propone en sus postulados que el
capitalismo “es una palabra de combate” porque “Karl Marx y los marxistas lo lanzaron a
la arena política cargándolo de explosivos de los cuales nunca ha podido deshacerse
completamente”. Dice que el capitalismo “es una economía de empresa”, por lo que ve a la
empresa como una “unidad de producción que combina factores de producción evaluados a
sus precios y tiende a obtener un producto evaluado a su precio”. A la empresa lo que le
interesa es vender sus bienes y productos al costo, y si es posible por encima del costo para
garantizar su existencia y sobrevivencia económica. (Guillén, 2005:18).
Thorstein Veblen (1857-1929) postula que la acumulación es un modo de vida y no
una forma de producción del capitalismo. “La acumulación de la que habla no es del
capital, sino de los objetos o servicios de consumo”, como una forma de mostrar el éxito de
una persona. Veblen, siguiendo las ideas de Guillén (2005:16) “insiste sobre el hecho de
que el consumo sirve para afirmar su pertenencia a un grupo social y traduce al mismo
tiempo el deseo de agregarse a un grupo social superior”. Las ideas de Veblen muestran que
el capitalismo genera una demanda ilimitada de bienes y servicios que “abre las válvula de
una producción sin límites ya que se sitúa en el terreno del deseo y no de la necesidad. La
ostentación reemplaza la satisfacción que se obtiene del objeto”, porque “lo que no es caro
no vale nada”. De esta manera se convierte el capitalismo en una potencia de acumulación
sin ningún tipo de límites.
Desde estos espacios se comparte la idea de que la tenencia de estas riquezas y capital
posibilita otra distinción social en sociedades capitalistas. Quienes ostentan de más riquezas
materiales nuevas y modernas, y cuentan con muchos bienes y servicios de mayor calidad
pertenecen a la clase social más alta, y son los que tiene más derechos y beneficios
sociales, económicos, educativos y también políticos. Razón tienen los precursores del
capitalismo al declarar que se hace necesario que el empresario innove económicamente
pasando la nueva tecnología a la realidad del mercado, de tal manera la innovación es la
clave del éxito empresarial.
Para finalizar con estas reflexiones, se hace énfasis en el capitalismo moderno, el cual
se caracteriza por tener un panorama económico, político y social muy estable en el
continente Europeo y en ciertos países del continente americano, especialmente en Estados
Unidos. La economía de mercado y la democracia representativa han sido hasta ahora los
dos escenarios donde se desenvuelven las prácticas capitalistas, las cuales son muy
diferentes si se comparan los países no desarrollados o en vías de desarrollo con los países
desarrollados. De esta forma según “en América Latina, en algunos países más que en otros
coexisten sectores de desarrollo capitalista y situaciones y actividades económicas que a
pesar de los avances tecnológicos podrían seguir considerándose pre capitalistas o proto
capitalistas”. (Ferrari, Cesar, 2016: 6).
Actualmente se da en Colombia un modelo económico capitalista en el cual la
propiedad privada desempeña un papel fundamental. Desde finales del siglo XXI hacia
principio del siglo XXI el capitalismo en Colombia ha tenido cierto auge porque el Estado
con los impuestos que obtiene de las empresas invierte en bienes y servicios. Generalmente,
en estos contextos, de acuerdo Vega, Héctor (2017) las empresas capitalistas invierten en
“biotecnología, tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) y nanotecnología
que abren nuevas oportunidades en salud y específicamente detección de enfermedades,
telecomunicaciones, actividades industriales, construcción, minería, agropecuarias,
aprovechamiento de biomasa”. Las innovaciones tecnológicas de la mayoría de los países
latinoamericanos proceden de países desarrollados por lo que Colombia no es la excepción.
Vega (2007) expresa que el desarrollo tecnológico y por lo tanto el éxito del capitalismo

depende del gasto en investigación y desarrollo en relación con el PIB


(UNESCO, 2016 mencionado en la sección “Investigación y desarrollo”). En su
informe del año 2011 la OCDE47 exponía que en el 1 % de las patentes más
citadas, 70 % procedían de Estados Unidos, Alemania y Japón entre 1996 y
2000. Cinco años más tarde el porcentaje de esos tres países se había reducido
al 60 %. Se menciona, entre aquellos que habrían ganado importancia relativa, a
los países nórdicos, China, India y Corea del Sur. En la primera década del
siglo XXI la Unión Europea figuraba como líder en tecnologías de energías
limpias, con una cuota de casi el 40 % en el mundo. Le seguían Estados Unidos
y Japón, mientras que en esta área China se situaba en octava posición.
De esta forma, en la medida en que las empresas privadas y el Estado inviertan en
avances científicos y tecnológicos, en esa medida el capitalismo seguirá teniendo éxito, y
eso lo han demostrado algunos países desarrollados Estados Unidos, entre otros, donde

Las casas de estudio superior han experimentado avances importantes en Asia


aun cuando quienes lideran se encuentran en el Occidente. 40 de las 50 más
importantes se encuentran en EE.UU. y el resto en Europa. En Asia destacan
seis chinas entre las 50 líderes del mundo en farmacología, toxicología y
medicamentos. La universidad de Hong Kong figura entre las mejores en
informática, ingeniería y química. De acuerdo con el informe de la OCDE, el
Reino Unido descollaba por sus logros en los semiconductores y en la
tecnología medioambiental, con unas patentes cuya calidad era superior a la
media. Corea del Sur sobresalía en las tecnologías de la información y la
comunicación y Alemania en la energía solar.

Como puede observarse el hombre es el centro de acción y reacción del sistema


capitalista, quien en búsqueda de la felicidad y la comodidad ha realizado avances
científicos y tecnológicos a favor de bienes materiales de consumo que van más allá de las
necesidades básicas del ser humano. El lujo, la ostensión y la insipiencia de saberse
productivo y con capital, lo ha llevado a la degradación al hombre por el hombre y de la
naturaleza misma, en búsqueda de riquezas materiales. Muchos economistas, politólogos,
sociólogos, y defensores del ambiente han realizado propuestas para minimizar los efectos
destructivos que el capitalismo pueda traer a las sociedades de consumidores.
Actualmente existe un proceso de concientización que permite reflexionar y actuar
para frenar la destrucción del hogar del hombre (el planta Tierra), y se han iniciado
campañas que hacen que los empresarios capitalistas hagan uso consciente de los materiales
que le provee la naturaleza para crear su capital, evitando la contaminación del ambiente y
del mismo organismo humano por materiales tóxicos usados en el diseño de bienes
materiales y en procesamiento de los productos alimenticio que se consumen. Vega, Héctor
(2017) acota que
“estos factores de cambio prevalecen sobre los bienes de uso y por tanto el
bienestar inmediato de la población. Ponen en peligro el hábitat de la
humanidad y la continuidad misma de la especie humana. Por eso el gran
interrogante del siglo XXI es la compatibilidad de un sistema social y político
con los modos de crecimiento de la economía, y la vulneración permanente de
los Bienes Públicos básicos. Esta es la apuesta a la que se enfrenta el modo de
desarrollo del capitalismo financiero de este siglo.
La preocupación de que la humanidad sobreviva y también el sistema capitalista es
motivo de reflexión de muchos investigadores. Por eso

en el IV Congreso del Futuro celebrado en Santiago de Chile (enero 2015) se


planteó que la humanidad no sobreviviría si se superara el umbral de 450 ppm2
en el 2050. Se subrayaba una meta ambiciosa para asegurar la sobrevivencia.
Bajo una hipótesis de crecimiento del PIB per cápita del 2 % y una población
estimada de 9000 millones de habitantes, la intensidad de carbono debería ser
cercana a cero.

En síntesis, la acumulación de capital también implica acumulación de bienes y objetos


que pierden su funcionalidad ante la necesidad creciente de vender productos
continuamente. Por lo que los materiales desechados ocupan muchos espacios físicos y se
llega a la contaminación del planeta Tierra, y por lo tanto a la extinción de la vida y
también del consumismo del capitalismo. Está en manos del Estado en cada país, de las
empresas y de los consumidores finales, reflexionar y actuar sobre esta situación que se
hace insostenible en pleno Siglo XXI. ¿Qué puede hacer la humanidad para enfrentar estos
desafíos?
CONCLUSIONES
La revisión teórica que sustenta el modelo de producción capitalista permitió
develar la visión onto-epistemológica en el modo de producción capitalista, a fin de
reconocer las principales vertientes epistemológicas del capitalismo que le han otorgado al
Estado y sus agentes cierto papel en la economía, y de cuestionar los incesantes conflictos
políticos, sociales y económicos que trae consigo el modelo capitalista. De acuerdo con
estas apreciaciones se concluye que Adam Smith y Jhon Keynes tiene dos visiones distintas
del papel del Estado en la economía capitalistas, el primero apoya fehacientemente la
intervención del Estado en los ciclos de producción del capitalismo; mientras que Keynes
defiende la idea de que el Estado sólo actuará como apoyo del capital cuando el sistema cae
en crisis o en recesión, para lo cual activa políticas fiscales que incentivan la producción y
el consumismo.
En conclusión el modelo de producción capitalista posee tres grandes teóricos que lo
fundamentan onto-epistemológicamente. Entre ellos están: Joseph Alois Schumpeter
(1883-1950), Thorstein Veblen (1857-1929), y Francois Perroux (1903-1987), quienes se
asemejan en sus posiciones teóricas al postular que el capitalismo genera una demanda
ilimitada de bienes y servicios que activa procesos de producción sin límites para satisfacer
la demanda cada vez más exigente de los consumidores finales, quienes se sitúan en el
terreno del deseo y la vanidad no de la necesidad.
Ante la situación actual, desde un punto de vista político, social y económico se hace
necesario un proceso de concientización que permite reflexionar y actuar para frenar la
destrucción del planeta Tierra. En los actuales momentos se han iniciado campañas que
hacen que los empresarios capitalistas usen conscientemente las riquezas materiales que le
provee la naturaleza para crear su capital, evitando la contaminación del ambiente y del
mismo organismo humano por materiales tóxicos usados en el diseño de bienes materiales,
y en procesamiento de los productos alimenticio que se consumen.
BIBLIOGRAFÍA

Ferrari, César (2016) Capitalismo. Crisis, cambio y evolución histórica en el siglo XXI

Guillén, Héctor (2005) Los grandes teóricos del capitalismo. México: Era

Ros, Jaime (2012) La Teoría General De Keynes Y La Macroeconomía Moderna. México:


Investigación Económica.

Smith, Adam (1997) Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las


naciones. México: Fondo de Cultura Económica.

Smith Adam (1774) La riqueza de las Naciones. España: Ciberbook Editores. Reimpresión
en el año 2021

Temin, Peter y David Vines (2014) Keynes. Useful economics for the world economy.
EE.UU: Massachusetts Institute of Tecnology

Vegas, Héctor (2017) Capitalismo del Siglo XXI. Una mirada desde ,los bienes públicos.
Chile: Forjas

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